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EL CAMINO A CRISTO

“El camino a Cristo” escrito por Ellen G. White está conformado por trece capítulos, los
cuales dejan una valiosa enseñanza para la vida de un cristiano.

A su vez, describe el proceso de la salvación que va desde la comprensión del carácter de


Dios hasta el desarrollo pleno de la vida cristiana, explicando los pasos necesarios y básicos que
como cristianos debemos atravesar para llegar a la medida de la estatura de varones y mujeres
perfectos en Cristo.

A continuación haré una breve recapitulación de los aspectos más relevantes que he
rescatado a través de la lectura de cada capítulo:

o Expresa en su más amplio sentido la dimensión del carácter de Dios quien dio a
su único hijo como muestra de amor para la humanidad.
o En un principio la creación de Dios, el hombre, fue perfecto; sin embargo, Satanás
desfiguró la magnífica obra de la creación; ahora estamos llenos de pecado y
malos hábitos que sólo Cristo es nuestra única solución, Él es la escalera que une
el cielo con este mundo y es quien puede transformarnos.
o El arrepentimiento sincero es el único medio para reconciliarnos con Dios. Éste
proviene de un profundo tormento por haber pecado contra Dios y causa dolor
por nuestros actos, por eso como cristianos debiéramos hacer un esfuerzo
especial por desterrar de nosotros todo deseo pecaminoso y purificar nuestro
corazón de toda mancha.
o Otra de las enseñanzas es la confesión de nuestras faltas, reconociendo cuáles han
sido nuestros pecados y modificar nuestra conducta antes que nuestra confesión
pueda ser aceptada. La confesión también debe ser al mismo nivel al que han
llegado nuestros pecados, es decir, si son de naturaleza tal que solo Dios los
conozca debe ser confesados en ese nivel, si han perjudicado a nuestros
semejantes debemos además de pedir perdón a Dios acudir a las personas que
hemos ofendido y si han trascendido a tal punto que se han hecho públicos
tenemos que confesar públicamente nuestros errores y pedir perdón.
o Debemos consagrarnos y abandonar todo aquello que nos separa de Dios y el
amor manifestado por nuestro Dios debe ser nuestro motivo de entrega. Cuando
abandonamos todo, abandonamos un corazón manchado de pecado y eso es a lo
que difícilmente renunciamos. Muchas veces deseamos hacer lo correcto pero
somos débiles y nos domina nuestra naturaleza, lo que debemos saber es que el
secreto de vencer está en elegir servir a Dios y así la naturaleza estará bajo el
dominio del Espíritu Santo. La consagración es un proceso que debe realizarse
todos los días pues nunca se llega a un estado en el que se pueda decir que no
necesitamos estar en comunión con El Padre.
o Nuestro crecimiento espiritual depende de cuan cercanos caminemos con Él. La
obra no está centrada en nosotros sino en Él. No podemos obligarnos a crecer ni
como dice la Biblia, añadir un codo a nuestra estatura, todo lo que podemos hacer
es aferrarnos al cuidado y dirección de nuestro padre y esperar el crecimiento por
su poder.
o Todo lo que existe, tiene un propósito y un servicio. Nuestro destino es servir y
Dios espera que testifiquemos en cualquier lugar en el que estemos, en nuestro
trabajo, en nuestro vecindario, en nuestra ciudad y en cualquier lugar que
tengamos la oportunidad.}
o Para mantener viva nuestra relación con Dios es necesario tener una
comunicación constante con Él y escuchando lo que nos dice. Esto se hace
únicamente por medio de la oración que es “el aliento del Alma” y por medio de la
lectura diaria de la Biblia.
o El momento para decidir nuestro destino eterno es ahora. La duda puede
costarnos la vida eterna.

Tener la oportunidad de leer este libro me ha permitido experimentar un cambio en mi


pensar, ya que ahora comprendo varios aspectos de la vida cristiana en los que quizá he
flaqueado, por ejemplo, entiendo la importancia de la comunión constante con Dios, mi
propósito en la vida (la misión que Dios nos ha dado de compartir el evangelio), la
grandeza del arrepentimiento sincero y la confesión de mis faltas. Sin duda alguna este
libro es fácil de comprender y de vastas enseñanzas que no debemos pasar por alto para
poder alcanzar la victoria de la vida eterna y no perdernos por nuestra incredulidad el gozo
de estar en el cielo con nuestro Padre celestial.

MIRTHA MARIEL MONTIEL PÉREZ

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