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ISSN: 0329-3475
seciyd@ucel.edu.ar
Universidad del Centro Educativo
Latinoamericano
Argentina
Andiñach, Pablo R.
Para una ética de la función pública
Invenio, vol. 4, núm. 6, junio, 2001, pp. 37-42
Universidad del Centro Educativo Latinoamericano
Rosario, Argentina
Pablo R. Andiñach
Quizá no sea casual que Eduardo hacemos nuestra falta será innegable, y la
Rabossi subtitule su reflexión sobre la sanción jurídica o moral (la justicia en el
for ma ci óné t
ica“Unat are ae duc at iva primer caso, la indignación de amigos y
difícil”. Sin duda lo es y por esa razón es
1
parientes en el segundo) nos harán notar
necesario que nos preguntemos en qué con- nuestra infracción. En tanto tiene que ver con
siste esa dificultad, en cierta medida no relaciones personales, los valores se asumen
compartida con otras disciplinas. En nuestra en general en forma tácita o en acuerdos
opinión el comienzo de esta encrucijada está informales: recibimos y ofrecemos
en el hecho de que vivimos una confianza, acordamos modos de relación con
contradicción entre la ética personal y la nuestras parejas, asumimos y proponemos
ética social o pública. La ética personal tiene límites diversos con quienes compartimos
un ámbito de resolución nítido y claro, y una losd ías.El respetoq ued amo sae st
as“ leyes”
responsabilidad acotada al sujeto: cada uno está basado en lo que podríamos llamar la
es responsable de sus actos en la medida que buena voluntad, y cuando estas reglas éticas
involucran responsabilidades directas y no se violan somos responsables por ello y
mediadas. En otras palabras, somos respon- difícilmente lo podamos negar.
sables por cumplir con nuestras obligaciones Pero qué sucede cuando esa misma
laborales, familiares, fiscales. Si no lo persona pasa de la esfera personal a la social,
Doctor en Teología y Pastor de la Iglesia Evangélica Metodista Argentina. Decano de la Facultad de Teología del
Instituto Superior Evangélico de Estudios Teológicos (ISEDET).
Pablo R. Andiñach
niveles de corrupción en los cuadros supe- cias y acceso al bienestar. En este ejemplo
riores de su dependencia no se sienta tenta- la ética del mercado que premia y da reco-
do a llevarse a su casa una resma de papel nocimiento social al triunfador económico
de su oficina? le ofrece la ilegalidad casi como único ca-
Por otro lado en los últimos quince mino para alcanzar esa meta. Por triste que
años se nos ha querido convencer de que hay sea decirlo, hoy hay muchas personas con-
u nac ierta“ éticade lme r
ca d o”al aqu enoe s vencidas de que el dinero y el bienestar no
posible oponerse sin violar leyes presentadas se hacen trabajando, a la vez que identifican
como inexorables. Así se justifican despidos a la función pública como un espacio no de
masivos, privatizaciones apresuradas, servicio sino de ascenso social.
reducciones de salarios injustos, pau-
perización de servicios esenciales, y otras Propuestas para una ética de la función
consecuencias sociales de políticas ahora pública
llamadas neoliberales y antes llamadas
monetaristas y antes aún liberalismo econó- En este breve espacio queremos
mi co ,“ma n oin v i
sible”,etc. Eng en eralt
o da s bosquejar unas líneas que permitan pensar
variantes de una misma comprensión de la en una ética social posible. Vamos a señalar
economía como la ciencia de la producción tres puntos y una observación final:
en sí misma, despreocupándose del aspecto
social distributivo. La ética para estos 1.Sibi enuna“ éticadel ar es-
teóricos -si la hay- es dejar que las leyes pons a bilida d”e sf undame ntalpa rae lbu en
obren por sí mismas, y lo incorrecto e in- desempeño de cualquier funcionario del
moral es interferir en ellas. Pero la experien- Estado, es necesario decir que a menos que
cia dice que por ese camino no se llega a tambi éns eaa compa ñadaporuna“ é t
ic ade
solucionar sino más bien a agravar las ya lac onvi c ción”s erádifí
c i
lpa rae sape rs ona
difíciles condiciones de vida de la sociedad. resistir a la tentación de aprovechar en for-
Es así que entendemos que el dete- ma personal o para el propio círculo social
rioro de la ética en los cuadros dirigentes de las posibilidades que da el poder político,
la función pública (jueces, políticos, poli- económico, o en ocasiones el simple puesto
cías, militares, funcionarios del Estado, etc.), de trabajo. La primera está basada en el he-
tiene un efecto nefasto sobre la ética social, cho de que hay cosas de se deben hacer y
casi un efecto en cascada sobre el resto de otras que no por el mero hecho de que así lo
los empleados estatales y sobre la población, indican las leyes vigentes. En cierto sentido
por el cual será muy difícil lograr que en la no requiere más que un vago compromiso
base se respeten códigos éticos si quienes pe rsona l–podr í
amosde ci
re lcompr o mi so
tienen el poder de modificar las cosas mues- de aceptar y respetar las leyes- pero se la
tran desaprensión e insensibilidad social. Un ejerce aún cuando uno no las comparta o no
analista colombiano señalaba que el peor las entienda. Con otro matiz, la ética de la
efecto de la industria de la cocaína para la convicción supone un compromiso personal
sociedad de su país era el convencimiento con las normas: se las cumple pero también
que había instalado en la juventud de que se las defiende por considerarlas justas, ade-
para hacer dinero y vivir bien era necesario cuadas y necesarias. Creemos que el proble-
entrar en el circuito de la comercialización ma con la primera actitud cuando es ejerci-
de ese producto. Cualquier otra actividad da sin convicción es que el orden legal pue-
podía ofrecer trabajo pero no buenas ganan- de entenderse como una limitación a nues-
Pablo R. Andiñach
tra libertad y no como el que posibilita su al menos que atiendan a las razones econó-
expansión. Para dar un ejemplo elemental: micas, las que parecen sensibilizar más sus
si la luz roja de un semáforo es considerada corazones ávidos de rentabilidad: sin con-
una limitación a mi deseo de avanzar más sumo masivo no hay mercado y sin merca-
rápido en mi trayecto y no una norma que do no hay quien compre la producción. La
preserva mi vida y la de los demás, la voy a expulsión de mano de obra ha ido reducien-
res pe t
arpor“ responsa bilida d”pe ronopor do el mercado o pauperizando al consumi-
“c on vicc i
ó n”.Cu an doe ste mosc onv enci dos dor de tal manera que no se entiende cómo
de que el semáforo es quien me permite lle- se podrá sostener a mediano o largo plazo la
gar a mi cita a salvo y no un enemigo que estructura social y económica global. Puede
me hace llegar tarde a ese lugar estaremos parecer una ironía pero todo induce a pen-
comenzando a reducir los accidentes en sar que una ética de la distribución justa en
nuestra ciudad y a vivir más civilizadamente. manos del Estado quizá sea la última tabla
Si al pagar impuestos lo hago convencido de salvación a que va a recurrir el sistema
de que estoy contribuyendo a que la enfer- económico liberal cuando ya no pueda se-
mera y el docente tengan un salario al me- guir estrangulando más el poder adquisitivo
nos más digno que los actuales los pagare- de los consumidores ni reduciendo su acce-
mos con gusto aunque nos duelan en nues- so a servicios básicos.
tro presupuesto. Si estoy convencido que se
utilizarán para financiar la corrupción del Es- 3. Las acciones políticas deberán
tado los pagaremos por mera ética de la res- siempre guiarse con realismo y apelando a
ponsabilidad y sin convicción y en conse- cierto pragmatismo, y de algún modo
cuencia es muy probable que se intente por deberían eludir las propuestas voluntaristas,
todos los medios posibles eludir o minimi- a veces simpáticas pero a la larga ineficaces.
zar el pago. Que la política es la ciencia de lo posible es
algo aceptado y probablemente verdadero.
2. Como continuación de lo anterior, El problema es quién determina que es lo
es necesario insistir siempre en que el posible y qué lo irreal. ¿Es posible que el
político y el funcionario del Estado están en Estado sostenga un sistema educativo de
ese lugar al servicio de la gente. Sea que primera calidad? ¿Es posible que el Estado
fueron elegidos por el pueblo o que ocupen subsidie las áreas de la cultura que son y
un cargo de responsabilidad en la estructura serán deficitarias? ¿Es posible que las
del Estado, su función es permitir que las empresas de servicios esenciales estén en
estructuras trabajen en beneficio de la manos del Estado y sean eficientes?
población, especialmente de los más Podríamos multiplicar las preguntas, que en
postergados. Por más que en los últimos años el fondo remiten a una pregunta más
las corrientes neoliberales digan lo contrario, esencial: ¿cuál es el sentido del Estado?
la función del Estado es la de corregir los Desde el punto de vista de una ética política
excesos de un sistema que concentra debemos contestar que el sentido del Estado
riquezas en pocas manos y las niega a otras5 . es el de asegurar políticas activas donde los
También la de actuar de compensador entre derechos de todos los habitantes sean
las áreas geográficas más ricas y las menos primero efectivizados y luego respetados. No
beneficiadas. Pero si a los economistas creo que caigamos en la irrealidad si
técnicos les molesta la función redistributiva definimos esos derechos como los compren-
del Estado basadas en meras razones éticas, didos en la Carta Universal de Derechos
Para una ética de la función pública
NOTAS
1
Edua
RABOSSI, rdo.
“Laf
orma
cióné
tic
a.Unat
are
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ati
vadi
fí
ci
l”
,Aportes, 7, nº. 15 (2000), p. 147-156.
2
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icayq uen oc o nsidera mosa quíese ldel crit
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frente al cual se aduce queda hasta en suspenso la propia conciencia del criterio elemental de distinguir entre lo bueno
y lo malo. En este caso la excusa para la suspensión de la ética personal no es la maraña de decisiones sociales
involucradas sino la imposibilidad teórica de contradecir al superior.
3
Durante mucho tiempo se pensó que el Código de Hammurabi proclamado por ese rey babilónico poco antes del año
1750 a.C. era el primer texto legal de la humanidad. Hoy sabemos que hubo leyes escritas mucho antes de esa época
que regulaban la vida social de pueblos apenas letrados. Estas colecciones de leyes se grababan en una piedra que se
colocaba en las plazas a la vista de todos y ante ella y el pueblo mismo se llevaban a cabo los juicios.
4
Es necesario recordar al lector que en las culturas primeras no existía el concepto de la independencia de poderes como
tampoco el que las leyes debían responder al interés de todos los habitantes, pero sí que debían ser justas en el sentido
de asegurar el sustento necesario para la subsistencia de cada miembro de la comunidad. Por ejemplo, en general
daban soporte jurídico a la esclavitud, pero aseguraban la comida del esclavo. Nuestro actual concepto de independencia
de poderes es fruto de un largo camino social, al que por momentos parece que todavía no hemos arribado definitivamente.
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na”,Cuadernos de Teología, XVII (1998) p. 173-192.
6
Constitución de la Nación Argentina, Art. 75, inc. 22.