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,146 Caminar a la luz del amor

biffl es posible reconocer con humildad y verdad el pecado, sin desespe.


ración y sin presunción.

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• • 4 • Pri tt(. 11)10."t , l . 0 ·,· ¡,art1 la so/11ciá11 dt• casos di{{ciles

La reflexión ,noral de tipo n1an11alista ha desarrollado, en el curso de la


su larga histrnia. una serie de i11stn1n-1cntos hcrmcnéutico_s para poder ayu-
dar al jukio t·ont-ret 1si1110 de la conciencia, Y superar el hiato que separa la
unive1~alidad abstracta de la norma y la singularidad concreta de la acción.
Se trata dt' ptincipios ~ de criterios que intervie nen para faciJitar la aplica-
ción de la l<..>v. sobre todo donde surgen dudas y dificultades interpretativas
o, eYentualn~ente, aparentes conflictos entre normas. Muchas de estas solu-
ciones están graven1ente limitadas por el planteamiento extrinsecista de
una ética de t~1·cera persona, que no llega a entender el objeto intencional
del acto: por eso, estas reglas aparecen como modos insuficientes para bus-
car alcanzar la clatificación que de un modo más elegante y coherente rea-
liza la ética de p1i1nera persona. Sin embargo, aun en los límites de una po-
sición insuficiente, estos criterios pueden ser todavía útiles como
ve1ificación y confirmación del juicio prudencial personal.

lll.5.4.1. Utilidad y línútes de la casuística


La metodología puesta a punto en tal sentido se la conoce como «casuís-
tica» y ofrece paradign1as de aplicación de la ley en casos típicos, mediante
una inducción de la experiencia moral acumulada en casos análogoss3. Se
trata, entonces, de una reflexión inductiva que compara las soluciones que
se dan en circunstancias similares y que, mediante Ja analogía, verifica la
coherencia y los crite1ios de aplicación de los principios. Por un lado, así se
esclarece el significado real de los principios y de las normas, por otro,
ayuda a comprender las modalidades de su adecuada aplicación a lo con-
creto. Sin embargo, el «caso» inevitablemente sigue siendo todavía una ge-
neralización impersonal, que no llega a captar suficienten1ente la singulaii-
dad de la situación, en sus aspectos de irreducible contingencia y
particularidad. Por esto la casuística, aunque ilun1ina v facilita la función
aplicativa de la conciencia, al final no puede eximir de 1~ responsabilidad de
un juicio personal, que solo garantiza la prudencia en su verdad práctica84•

83 Cfr. K. DEMMER, «Erwágungcn ühcr den Scgcn clcr Kasuistik», en Gregorianum 63


(1982) 133-140.
84 Cfr. aunque con ~gu~as ambigüeda~~s: debidas a su concepción «preceptivística» de
Ja ley natural y a la cons1gu1ente contrapos1c1on con la prudencia, es útil la lectura de: D. M.
Nm.soN, The Priority ?f Prudence. Virtue '!-nd Natural Law in Thomas Aquinas and the Implica-
tions for Modern Ethrcs, The Pennsylvarua State University Press, University Parle PE 1992.
La conciencia moral del cristiano y .~u formación en la Iglesia 84-1

El riesgo de la casuística es el llegar a ser una teoría hipócrita de


)as excepciones, que con sus infinitas distinciones y sutilezas aplicati-
vas hace vana la 1111ive1·salidad de la 11ornw rnoral y oscurece la verdad
de los principios, y ofrece a la c:ondt.·nt.·ia no 11na ayuda, sino solo coar-
tadas~s. Pot· l'slo, se dice <Jlll' la cas11íst ica solo pt1('dc evitar los abusos
si acepta la hcrtHL'tH~uliL·a fi11 :d111c11le dccisiv._i q11c pn,vicne de una
étka ck la virtud, que se sitúa c 11 la pcrspecliva <lcl ~11jcto agente, para
~aptar el oh_jcto del acto hu ,na n o y, e n lon ces, ad rn i I e lél existencia de
nonnas n1oralcs absolutas acerca d e las acc ion es intrínseca mente ma-
las por su objeto.
Aden1ás, la casuís ti ca cun1pJe s u pape l solo s i se pone al servicio de
la prudencia, a la que no pue<le y no d e be paraliza r o reemplazar. <( La
casuística de la acción a realizar conduciría a un ri gori s mo in tolerahle
si, de_jando de distinguir entre preceptos y consejos , o lvid ase indi car los
límites inferiores d e l amor de Dios y del prójimo con s tituidos por los
mandamientos» 86 . Por otro lado, la prudencia no pued e presc indir de
una línea de conducta trazada a nivel de las leyes universalmente váli-
das a la que se le ayuda potentemente en su ejercicio m edia nte una re-
flexión orgánica y sistemática sobre la experiencia de la solución de ca-
sos análogos.
La prudencia cristiana, que se deja infor mar por la caridad, se
completa aden1ás por el don del consejo, que predispone la razón a ser
regulada y movida directamente por el Espíritu Santo, en el discerni-
miento del bien sobre las cosas singulares y contingentes
(Ill.3. l.3 .2.)87 • Pero esta disponibilidad al Espíritu no es una negación
del nivel racional y humano de la prudencia o d e la reflexió n casuís-
tica, sino más bien una ayuda y un perfeccionam ie nto, que respt:'ta la
luz natura l, la asun1e y la orienta a su verdade ro objetiYo, en la pers-
pectiva sobrena tura!.

85 Es esta la c ríti ca a la casuís tica de: B. PASCA L . Les ¡nm·i11ciales: ou: ~es !em·es écrites
p_ar Louis de Monta/te a un provi11cial de ses a111is er (lit.\' RH.. PP. ;es,tites. Editions Ga1nier
f-rercs, París 1965. Es conoc ida su cúusl ica acusación a los ksuitas: ,<h ·ct! Parrt!s qui tollunt
peccara mundi!». Sin em bargo, el ah11so no quita el 11so .. .' En c.'sll' sc.:•ntido se expresan en
defensa de la casuística: A. R . JoNsEN-ST. Tuu 1.M1N. 71u· Ah11se o{ Cas11isrry, cit., que sostie-
nen que ciertamente la casuística erraba muchas vecL's. pL'ro en la dirección justa y que no
era cierta la dirección de Pascal. Sl' puede notar 11na ckrta revaloración de la casuística,
no ausente de ambigüedad, Lambi0n c11 la teología moral católica norteamericana: J. F.
KEENAN-TH. A. SHANNON (c<ls.), 11,e Cu11/t!XI o( Ca.r nistry, Georgetown University Press,
Washington D.C. 1995.
86 E. HAMEL, «Valeur et limites de la casuistique», en ÍD., Loi naturelle et loi du Chri.st,
Desclée de Brouwer, Bruges-Paris, 45-77, aquí 62.
• 87 Cfr. S.Th., II-II, q. 52, aa. 1 y 2. Hay que destacar: J. NORIEGA, «Guiados por el Espí-
ntu». El Espíritu Santo y el conocimiento moral en Tomás de Aquino, PUL-Mursia Roma
2000. '

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