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La importancia del abono orgánico

A diferencia de los abonos inorgánicos, el abono orgánico es un fertilizante que


proviene de animales, humanos, restos vegetales u otra fuente orgánica y natural. 
Los abonos orgánicos nos garantizan un mejor desarrollo en nuestra vida, pues si
los utilizamos en nuestros cultivos
estos no van a estar tan contaminados como lo estarían si empleáramos abonos
inorgánicos, los cuales están fabricados por medios industriales y pueden llegar a
ser nocivos.
La importancia de su utilización en las tierras se debe a que Los abonos orgánicos
son fuente de vida bacteriana del suelo, que se encargan de la nutrición de las
plantas. Como sabemos, el suelo no puede producir el alimento por sí solo, por lo
que el abono orgánico se convierte en la fuente de vida para ellas, ya que cuentan
con millones de microorganismos que transforman a los minerales en elementos
comestibles para las plantas.

Hay siete tipos de abonos orgánicos como:

1. Estiércol
2. Guano (estiércol de aves y murciélagos).
3. Gallinaza (estiércol de gallinas).
4. Biol (el líquido que se obtiene al producir biogás).
5. Dolomita (mineral, se encuentra en minas).
6. Compost
7. El Humus (descomposición de lombrices)
Como podemos darnos cuenta, estos tipos de abonos son muy fáciles de hallar,
no tienen ningún costo para nosotros y no hacemos daño a nada ni a nadie si los
empleamos en nuestros cultivos. Su implementación es un beneficio para ahorrar
costos y garantizar una vida mucho mejor para nuestras futuras generaciones.
El mundo de la agricultura se remonta a millones de años atrás incluso algunas
personas la llaman “ancestral”, pero con el tiempo se ha transformado de forma
impresionante variando conceptos y técnicas convirtiéndola en una práctica
sostenible. Los indígenas han sido precursores de este tipo de técnicas desde
tiempos remotos afianzándola en su diario vivir como una forma sostenible de
obtener sus alimentos sin perjudicar el medio ambiente.

Si, por lo general se asocia con la agricultura biológica siendo común ver los
prefijos “eco” y “bio” en sus derivados, además existen tipos de agricultura
ecológica que se basan en los mismos principios que son respetar y buscar el
equilibrio dentro del medio ambiente, un ejemplo de estas son la permacultura,
agricultura sinérgica, biodinámica, Fukuoka o natural ¿Habías escuchado alguna
vez de estas últimas?
Muchas personas se cuestionan los métodos o fines que persigue esta práctica
ecológica pero el 100% de ellos son irrefutables, un ejemplo claro es que respeta
los ciclos naturales de los cultivos evitando la contaminación y degradación de los
ecosistemas mientras frena la desertificación.

Fertiliza la tierra sin la utilización de recursos químicos, contribuye con la retención


de líquidos sin contaminar las aguas cercanas, incluso apoya la biodiversidad sin
irrumpir en el hábitat de los animales silvestres respetando la vida de cientos de
especies, por otro lado, mantiene un equilibrio ecológico usando abonos verdes,
ganadería extensiva y rotaciones de cultivos entre otros.

Además, recicla bacterias agrícolas y nutrientes del suelo para crear compost o
abono orgánico optimizando los recursos naturales, en pocas palabras la
agricultura orgánica respeta la naturaleza preservando los ecosistemas y el
desarrollo rural sostenible.

Cuando se compran alimentos en mercados locales donde el trato es directo con


el agricultor los costos no son elevados, sobre todo si comparamos con los
productos convencionales.

Los precios se incrementan cuando los cultivos son muy concretos ya que los
ciclos naturales deben ser adaptados al sistema de producción, inevitablemente
estos serán más largos y engorrosos en cuanto al control de calidad, pero es
importante tomar en cuenta los beneficios a nivel ambiental, la potenciación
agrícola y salud para los trabajadores, familiares y comunidades cercanas.

A pesar que se utilizan métodos agrarios de la vieja escuela todos se han


adaptado hacia técnicas modernas de producción, por lo tanto, han evolucionado
con los años y las necesidades reales de su entorno, ciertamente recupera
conocimientos de generaciones pasadas, pero integrando razonamientos de la era
moderna como lo son la biotecnología orgánica y los inoculantes agrícolas.

Un grupo de personas refiere que su aparición está relacionada con el aumento de


precios y compras innecesarias, pero la realidad es que nace con la preocupación
en cientos de personas que buscan minimizar daños en el medio ambiente,
desean alimentarse mejor, cuidar su salud y promover el desarrollo sostenible.

La respuesta es un rotundo “SI” pero solo cuando sus ingredientes provienen de


una producción orgánica, además durante la elaboración no se permiten uso de
aditivos, aromas ni conservantes químicos, es común verlos en salsas y productos
de belleza.

Son geniales para personas alérgicas ya que reducen exponencialmente


reacciones cutáneas y cuadros inflamatorios, el único contra es que expiran
rápidamente y debemos estar atentos con las fechas de caducidad.

Si, incluso son más saludables que los convencionales porque no contienen
residuos tóxicos de antibióticos, pesticidas, fertilizantes sintéticos, insecticidas,
conservantes y aditivos muchos de ellos utilizados en la agricultura tradicional
para eliminar plagas, insectos y combatir enfermedades y hasta añadirle color o
brillo a las frutas y legumbres generando efectos negativos en nuestro organismo.

Los alimentos cultivados bajo métodos orgánicos no contienen sustancias


artificiales por lo tanto son asimilados sin problemas por nuestro cuerpo sin alterar
las funciones metabólicas, según los especialistas en nutrición a nivel mundial la
mayoría de las enfermedades degenerativas tienen su origen en la alimentación,
entonces ¿Por qué no hacer un esfuerzo en cuidarnos?
Al cultivar los alimentos en suelos equilibrados con fertilizantes naturales los
productos son más nutritivos, contienen altos niveles de vitamina especialmente la
“C”, antioxidantes, minerales esenciales, hierro, calcio, magnesio, cromo,
proteínas e hidratos de carbono.

Principalmente por su etiqueta que indica la procedencia, esta


independientemente del país de origen contiene los siguientes datos:

 Nombre del producto con mención al método de producción orgánico


empleado, incluyendo en la lista de ingredientes aquellos que son ecológicos.
 Logotipo en alimentos envasados, aunque en frutas y legumbres solemos
ver una etiqueta que retiramos antes de cocinarlos.
 Código de los organismos de control que pertenecen al país y estado de
procedencia, incluyendo las siglas ECO haciendo referencia a la producción
orgánica, más otro código que identifica a los organismos certificados finalizando
con las iniciales de la comunidad en la que se esté autorizando.
Se han creado infinidad de mitos entorno al aspecto de los productos orgánicos
algunos dicen que son enormes y con sabores deliciosos mientras otros refieren
que el tamaño es estándar y no encuentran ninguna diferencia, la verdad es que
estos suelen presentar variaciones en cuanto a la apariencia, tamaño, color y
forma siendo lo más natural posible demostrando una menor manipulación
ambiental durante la producción, pero siempre manteniendo su sabor y
propiedades nutritivas.

La verdad es que su calidad es diferenciada y radica en la forma especial de


obtenerlos porque existen múltiples agentes que intervienen en la cadena
agroalimentaria, incluyendo el proceso de control e inspección de materias primas,
siembra, rotaciones, envasado y etiquetado, además de los organismos de control,
certificación y supervisión acreditados.

Al pasar por tantas estaciones, manos y personas la calidad del producto final
aumenta, la razón es que cualquier defecto se observa a tiempo tomando las
medidas necesarias, pero hay que tomar en cuenta que si la persona une este
producto natural con salsas químicas, cocina en ollas inadecuadas que
desprenden cromo y otras sustancias al final del día alterará el producto final.

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