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Es terrible lo que estamos viviendo como humanidad. Nos hallamos en el preludio a un cambio de
época, que implicará la modificación de nuestros hábitos en todos los ámbitos y niveles, se
construye un nuevo escenario de convivencia básica a partir de lo que ahora se denomina
“bioseguridad”.
Para obtener la seguridad de sentirse a salvo, la disciplina será un acto clave en la evolución, exigirá
asumir incondicionalmente todas las medidas preventivas que ahora nos imponen, como normales,
a la hora de evitar el contagio. Los modelos de compra, venta y consumo de alimentos tendrán que
modificarse y los gobiernos locales estandarizar protocolos permanentes, el viejo modelo del
mercado, tal y como lo conocemos hoy, ya no será el mismo, ni siquiera la visita al restaurante
favorito, porque la cercanía, el extraño que se sirve los alimentos a lado, será potencialmente un
sospechoso, un factor que podría contener y expandir el virus.
En lo político, se entablará el debate sobre el rol de los nuevos líderes, aquellos que defendieron al
mercado serán considerados los indolentes de su época, pero además se proyectarán nuevas
plataformas de propuestas sobre la aplicación de modelos ideológicos, de derecha, centro o de
izquierda, que consideren el ser y estar de esta configuración que ahora, llevará siempre el prefijo
de lo “bio”, ya sea en tema de seguridad, como en lo ético, ni qué decir en lo alimentario. Lo que
antes se veía como “fuera de sí”, un outsider, un raro, el freak, el obsesivo compulsivo será
considerado de lo más normal, algunas fobias se naturalizan y serán más comprendidas, así como
los modos de vida de los antes rechazados, hoy serán validados.
De la misma manera los centros de estudio y sus carreras académicas se verán obligadas a
biomodernizarse en su contenido y tendrán que responder a las nuevas necesidades que sus
sociedades demandarán empezando por la virtualización de las clases, la no presencia en aula como
exigencia básica. Las carreras, ayer, consideradas como no comerciales, hoy estarán en alza, porque
sus estudios ya visualizaban las necesidades del mundo del futuro. La ecología del existir se impone
y triunfará, si es que no lo ha hecho ya.
Se visualiza entonces una nueva sociedad, nuevos elementos, como los barbijos, los guantes, las
máscaras, que de seguro se impondrán en uso y moda, personalizados, si bien en un principio serán
genéricos, poco a poco empezarán en su utilización, reflejarán la personalidad del usuario. El uso
del plástico se incrementará y vivirá una supreproducción que implicará también mecanismos de
recuperación en lo que a su reciclaje se refiere. Todo alimento, prenda, objeto que adquiramos
tendrá que contenerlo como sinónimo de esterilización, de que nadie más que el comprador lo ha
tocado.
Estamos ante la construcción de una nueva sociedad, que generará su propio modelo económico,
pero además significará la consolidación del miedo y este a su vez de una serie de mecanismos de
defensa, que incidirán en la toma de decisiones en cada una de nuestras sociedades, implicando
entonces el dilema, si este “nuevo mundo” nos va a ser mejores personas o no. Algo que
descubriremos poco a poco, porque lo anormal, será lo normal.
(*) Periodista.
https://hurgandoelavispero1.wordpress.com/2020/04/06/las-mascaras-del-miedo-por-victor-
hugo-romero/