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i.

e l Am b i t o d e r e g u l a c i ó n d e l d e r e c h o
DIPLOMÁTICO Y CONSULAR Y LOS PRESUPUESTOS
DE LAS RELACIONES DIPLOMÁTICAS Y CONSULARES

CAPÍTULO PRIMERO

EL ÁMBITO DE REGULACIÓN DEL DERECHO


DIPLOMÁTICO Y CONSULAR

Para un estudio correcto del concepto del derecho diplomático y consular, no se


puede prescindir, en una consideración previa, del examen del ámbito sociológico
concreto en que tal regulación jurídica va a producirse. Ese ámbito no es otro que el
de las relaciones diplomáticas y consulares, que, a su vez, es necesario situarlo en el
totum que constituyen las relaciones internacionales determinando el porqué de su
tratamiento conjunto. Además, en segundo lugar, dentro ya de las relaciones diplo­
máticas y consulares, habrá que proceder a fijar las analogías, diferencias y coordi­
nación que puedan existir entre ambos aspectos de tales relaciones.

I. LAS RELACIONES DIPLOMÁTICAS Y CONSULARES EN EL MARCO


DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES

En el estado actual del estudio de las relaciones internacionales se acepta, de una


manera generalizada, que por relaciones internacionales ha de entenderse todo el
conjunto de relaciones de diversa índole que rebasan las fronteras territoriales o los
ámbitos competenciales de los entes jurídico-intemacionales constituyendo un entre­
lazamiento de relaciones que CllEVALLlER denomina «complejo relacional interna­
cional», lo que, en definitiva utilizando palabras de M f r l h , puede denominarse la
«vida internacional». En este sentido, siguiendo aTRUYOL, las relaciones internacio­
nales pueden definirse como «aquellas relaciones entre individuos y colectividades
humanas que en su génesis y su eficacia no se agotan en el seno de una comunidad
diferenciada y considerada como un todo, que fundamentalmente (pero no exclusi­
vamente) es la comunidad política o Estado, sino que trascienden sus limites».
En consecuencia, las relaciones internacionales, como muestra la realidad fáctica
y de conformidad con los principales planteamientos doctrinales, comprenden dos
grandes tipos o formas de relaciones: las relaciones interestatales y las relaciones
transnacionales, distinción que es calificada de esencial por REUTER y COMBACAU.
Las relaciones interestatales abarcan aquellas relaciones que los Estados o mejor los
sujetos de derecho internacional, establecen a través de sus órganos. Las relaciones

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24 CURSO DE DERECHO DIPLOMÁTICO Y CONSULAR EL ÁMBITO DE REGULACIÓN DEL DERECHO DIPLOMÁTICO Y CONSULAR 25

transnacionalcs son, por el contrario, las que llevan a cabo entre sí individuos o gru­ dejen de afectar al modo de ser de las relaciones internacionales. El Estado, en defi­
pos-entendiendo como tales cualquier tipo de entes que no sean sujetos de derecho nitiva, no agota, desde luego, las relaciones internacionales, pero sigue siendo un ele­
internacional— de distinta nacionalidad e incluso Estados u otros sujetos de derecho mento fundamental en la sociedad internacional y, en última instancia, es el actor que
internacional cuando se relacionan como entes privados, con individuos o grupos puede llegar a la toma de decisiones de mayor transcendencia para la misma, inde­
extranjeros, o no sometidos a su autoridad.; pendientemente del grado de capacidad de decisión de buen número de Estados, fren­
De este modoITerán relaciones intcrestatalcs, desde luego, las relaciones diplomá­ te a otros actores de las relaciones internacionales, y de que la decisión tomada sea
ticas y las consulares, y las relaciones bélicas, pero también los contactos y reunio­ realmente libre o impuesta o condicionada, igualmente, por otros actores. Se pueden,
nes entre los diversos órganos y funcionarios de la administración de los Estados, así por tanto, asumir las palabras de REUTER y Co m b a c a u al concluir el examen de las
como su participación en organismos de interés común, e, incluso se han calificado relaciones transnacionales, cuando dicen «que es muy difícil a las relaciones trans-
como tales, las relaciones entre Estados actuando como entes privados, bien directa­ nacionales situarse en un universo jurídico totalmente independiente del derecho de
mente, bien a través de entes o empresas públicas. Las relaciones transnacionales los Estados».
son. en cambio, por lo que se ha dicho, numerosísimas y de muy distinto contenido; Esta presencia y protagonismo del Estado en la realidad actual de la sociedad inter­
asi, un matrimonio entre dos personas de distinta nacionalidad o un contrato comer­ nacional hace que la democratización de la misma no va a ser fácil, por no estar los
cial entre empresas de diferentes países, o las relaciones entre organizaciones depor­ demás actores de las relaciones internacionales, pese a su importancia y variedad, en
tivas, científicas, artísticas, humanitarias o religiosas de distintos .ámbitos estatales, un plano de igualdad con el Estado y de ahi que aun los autores con concepciones
bien directamente entre ellas, bien dentro de una federación internacional de las mis­ más amplias y democratizadoras sobre las relaciones internacionales no lleguen a
mas, o, en fin, un contrato entre un Estado y una empresa extranjera. evitar en sus definiciones una referencia directa o indirecta al Estado; así MESA, dirá
_ En cualquier caso, aún es válida la observación de Re u t e r y CüMUACAU, que tanto que su visión de las Relaciones Internacionales «abarca un complejo relaciona! en el
i en las relaciones interestatales como en las transnacionalcs, el Estado sigue ocupan­ que tienen cabida todos los grupos sociales o individuales cuyos intereses o cuya
do una posición central en las relaciones internacionales, en tanto que, por una parte, vocación les hacen salir del límite nacional y desarrollar o completar sus actuaciones
es, a través de sus órganos, el verdadero instrumento de las relaciones interestatales en el marco internacional» (las cursivas son añadidas), y además manifestará que esa
y, por otra parte, es el regulador, en tanto que el Estado establece las normas para el democratización es aún lejana, al menos «mientras esta sociedad permanezca dividi­
ejercicio por los particulares de las libertades indispensables para mantener esas rela­ da y enfrentada» y que el camino iniciado «no es precisamente el más adecuado para
tal democratización»; y podría añadirse que justamente la división y enfrentamiento
ciones, determinando sus condiciones y límites, de modo que están obligados, en la
están causados fundamentalmente por el especial protagonismo de los Estados, en
práctica, a recurrir a sus instituciones y a su sistema jurídico,!
este caso, claro está, negativamente utilizado. Para tal democratización, es preciso,
Con esto, sin embargo, no se pretende devaluar la importancia cuantitativa ni cua­
como observa ARENAL, partir de la compleja realidad del sistema internacional «no
litativa y, en consecuencia, la transcendencia de las relaciones transnacionales en las
para afianzar el sistema imperante, sino introduciendo la noción de cambio social»;
relaciones internacionales, toda vez que no se puede desconocer el hecho de qué las
de ahí que adopte una definición abierta de relaciones internacionales como aquellas
relaciones transnacionalcs se desarrollan paralela e independientemente de las rela­
«entre individuos y colectividades humanas que configuran y afectan a la sociedad
ciones intcrestatales, incluso influyendo y hasta haciendo depender de ellas la actua­
internacional en cuanto tal» y propugne una elaboración de las relaciones interna­
ción exterior del Estado y el propio ordenamiento jurídico en los sectores afectados,
cionales tomando como eje a la persona en cuanto miembro de la sociedad inter­
bien conduciendo a su modificación, bien a una regulación ex novo necesaria para nacional y no de un Estado.
regir o, al menos, incidir en las nuevas realidades creadas a las que el Estado no De la referencia hecha más arriba al contenido de las relaciones interestatales se
puede, como principio, dejar de atender; pero, y precisamente, por ello, en el iotum desprende la existencia de dos grandes grupos de manifestaciones concretas de las
de las relaciones internacionales, el Estado sigue siendo un elemento no sólo defini- mismas, unas bélicas y otras pacíficas. Dejando aparte las bélicas, en el amplio sen­
torio. en cuanto que la internacionalidad, en el sentido corriente del término, impli­ tido de uso de la fuerza, que no serán objeto de consideración, dentro de las pacífi­
ca la existencia de dos o más Estados o. si se quiere, de dos o más entes políticos o cas habrán de incluirse, sin embargo, aquellos momentos o situaciones de tensión o
sujetos de derecho internacional a los que de alguna forma los demás actores de las de clara controversia, incluso proclives a una apertura de hostilidades, que si bien
relaciones internacionales se encuentran vinculados, sino también eje, ya que el darán lugar a diversas actitudes o actuaciones de protesta o a un enfriamiento o con­
Estado ha de ser el que. atento al conjunto de las relaciones internacionales, facilite gelación de las relaciones, también, por el contrario, llevarán a buscar pacificamen­
(o no), en cada momento, la adecuación de la propia sociedad nacional a la manera te una solución.
de ser de la sociedad internacional, lo que, a la vez, le servirá para proyectar, en su Estas relaciones intcrestatales pacíficas presentan las características de la consen­
caso, con mayor eficacia su acción exterior en las relaciones internacionales y, por sualidad y de la flexibilidad de formas de consentimiento. Asi, los Estados no están
ende, en la sociedad internacional. Por otra parte, tampoco se puede desconocer que obligados a establecer ningún Jipo de relaciones con otro Estado, y tampoco es nece­
aquellas relaciones transnacionáles que afecten a las relaciones, entre los Estados, o sario, en principio, que se produzcan por un acuerdo formal escrito. Por otra parte,
mejor que hagan actuar a éstos en un determinado sentido, o tomar una actitud deter­ estas relaciones pueden ser de simple yuxtaposición, que representa un mínimum de
minada, adquieren mayor relieve e importancia que cuando así no ocurre, aunque no
26 i uw nn uw u im m w v\ Ámttowytout.M\<mtuii/iwtuotun/MtifOYnmmM 27

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II, A N A l.W lA tf,
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luí un, ¡ninlni m «i ilc vmlitdcnt t'nbtbmnt Jón a lm 4Í'* irilí'iu líU /o Jm Inter* Conforme non lo expuesto, la comuktucUm conjunta de );n relaciones diploméítí-
i jinihim , i 11unnrlm hulo y ln rmiMad n nlender mon'M'ti nimimr*. hit último, can y la« comularcx no cft, por lanío, caprícljosa, sino que tiene Jugar por renpínider
l»n í'slndm, i mii ,i ll"Viii ii u i I mi m i * ridarlmie«, utilizan lijen órganos propon ilc d n gcnéfiainicnlc a unir, n m n m paMicidandades, no «Alo en el ám bito peñera) de las
llulii i «Miifir i/»n y <oropelan hn i|ifc* M' rih tb lm m m u m iA rtrr permanente n i nlrn relaciones mlcrnaciofiales, sino también en el concreto de la-, relaciones m icrcuata-
listado i i sólo ir desplazan n <\ lempoMilmroie, ir bien losflluvro órganos c nrmiiM/n les, de modo que, Irenfe a la*-. dctn/»s relaciones pmiblc*, presentan perfíle« comunes
iiih'/nm híñales | i iiiii aquellos jrnimiin de ninfa (umOit particular o general, que les son exclusivamente propio« y dilercncíadores, K,*ro además las relaciones
Drnifo ilt* lm M'Iim-■linirn lrtf«*»f<*iiiilfil(**»«*< upan mi lugar «Ir prim an loipoi funda las diplom áticas y las consulares no s/do w: muestran unidas por un pcríil externo
M'llH'lmii'u ill|ilnmíill« ii'. y i miMihiJrs, pttm f|m]irw iih las piñuelas, en cim illo (|iic sig­ com ún, sino, com o no podía ser de otra manera, por presentar, en su forma de ser,
nifican, i mim se verá más mlHimfe, Ins irliu l«mr*i cutre sujetos «Ir derecho i«ifnrui- caracteres anlilogo« A la vtv, sin embargo, y sin afectar a ese perfil externo común
t'luiuil en mi calidad (l<‘ lnlr^ y n llaves «Ir órganos que les representan cu Id generali- en tanto relaciones internacionales, entre las relaciones diplomáticas y las consulares
dudde «un tHaelonrs IntriiiiM liinuírc» como entes Independientes, l’tuscritu Jurídica* existen diferencias en Inriciún de su distinta razón de ser y actividades a desarrollar,
in n ilr Id guerra corno lin liiim n ild de di linnlón de los lisiados, <|iie rfil el o lio tipo lili fin, entre ambas relaciones se encuentran, también, manifestaciones de coordina*
de reliielmies Inlrieslnhiles de mdyur Impui lum ia, por«|iir también lo» ejércitos cu ciún, tendentes a conseguir una mejor acciún exterior del listado.
nielóli lidien le p iiw iiliiu di N a d o en mi condición de Idl, las relaciones diplom áti-
edd lelilei/m i, sin iluda, mi condición de ser las principales de las id m nuien Ínteres- A) Ante lodo, las relaciones diplomáticas y consulares van a establecerse y lle­
lalalrs De nlii i(ii' , imle|ieiidfeiileirienle de las Icnrian cstatalislli* de hm relacione* varse a c iiImi por decisión y del modo que sea dispuesto por aquel órgano al que el
liilcrnst'lmiiiles, lin reliuiones diplomáticas, piniu ulatmeule desde Id aparición de l;i derecho interno de cada sujeto de derecho internacional encomiende la dirección de
dipluuidiid permanente, luiyuii Milu diiumle m udio tiempo confiindídns con lie. reía- su política y relaciones exteriores; y, desde luego, los órganos externos de estas rela­
dones Internacionales. poique, m oni xcflahi M i Mi l . Id icd diplomática servia n ln ciones exteriores (misiones diplomáticas y oficinas consulares) seguirán las instruc­
ve/ de instrumento de enluce pnrn la negociación y de c u n iilo de información. lio ciones de un mismo departamento ministerial el de relaciones exteriores— en el
eiinlqiiici u iio . se puede decir <(iie lie» relaciones diplomáticas y cumulares «dcscni* que, además, esos órganos se encuentran integrados, formando parle de su estructu­
penan mi (rapel irrreiiiplii/nlilc cu l;n ic Iiic ío iic h . intcrnacionnlc.Hv, como reconoce ra, así com o el personal de los mismos en su condición de tal, independientemente
ilONIDl c con rderenent a lm úpenles diplomáticos y cnmulaics, y (pie su existencia de su pertenencia n una u otra carrera profesional en el listado de cuya misión diplo­
puede ser iuilispciisiihlc para la aplicación de d a lo s tm liulm , como (picdn de mani­ mática ti oficina consular forman parte.
fiesto en d afílenlo 6.1 del Convenio de Vicaii de IMíd, sobre d derecho de los Ira- Siguiendo a M a k i s c a pueden establecerse las siguientes analogías entre las rela­
lndm. ciones diplom áticas y consulares:
I'ero lanío lin rclneionci diplomáticas como las consulares se individualizan res-
pedo ii las demás rclacionci inlercslnlnlcs apune de ser relaciones p u d ría is en ti) Las relaciones diplomáticas como las consulares son un sistema de relaciones
conlriiposicíón a las bélicas porque se eoufipnrnn y comí ¡luyen corno las rclaeío- internacionales en tanto que se establecen cnlrc sujetos de derecho internacional, con
ríes ofU iola yfnninilr\ de los Hilados u oíros sujetos de derecho inlcrnadonal, a tra­ base en un acuerdo entre estos y que están regidos por el derecho internacional.
vés de unos árpanos espedf ieos propios para las rdaciones exteriores de los mismos h) F.l establecimiento de relaciones diplomáticas como de las consulares crea un
(éirpnnos cenlrules de las idmíones cxleriores; ii órganos exlernos de las mismas, conjunto de obligaciones, de facultades y de posibilidades que son otras tantas situa­
como son las misiones diplomáticas pcrmnnenies o lemporales y las ol idniis consu- ciones jurídicas subjetivas de derecho internacional.
laies). (pie minan en nomine del lisiado y a él )c es imputada su actuación. Se dife­ c) Ambas relaciones presuponen, por lanío, que los entes entre los que se esta­
rencian así de olías relaciones intercMnlales pacíficas, como Jas relaciones entre otros blecen sean idóneos para ser destinatarios de las normas que prevén y atribuyen tales
órganos del listado, cu que, aunque éstas puedan ser oficiales, salvo que a estos órga­ obligaciones, facultades y posibilidades: es decir, que posean personalidad de dere­
nos se le otorgue la condición de diplomáticos, no comprometen con su actuación al cho internacional, pero que además gocen de derecho de legación y de derecho de
lisiado, y en este sentido cabria decirse que no son (irruíales. También, a diferencia consulado, esto es, de la capacidad de enviar y de recibir misiones diplomáticas y ofi­
de las demás relaciones miel estatales, que se realizan dentro de una absoluta libertad cinas consulares, que no necesariamente ni exclusivamente posee todo sujeto de
de forma, las relaciones diplomáticas y consulares necesitan, para so establecimien­ derecho internacional.
to, un acuerdo íminal reciproco, que, eso si, puede ser específico o resultar im p líci­ </) Asimismo, linas y otras relaciones no podrán establecerse originariamente
tamente de otros acuerdos, corno, por ejemplo, de los acuerdos sobre establecimien­ más que entre listados que reciprocamente se reconozcan y que también reconozcan
to de las misiones diplomáticas o de las oficinas consulares; o incluirse en acuerdos sus gobiernos. (|ue han de ser quienes manifiesten su intención de mantener relacio­
de paz y ominad, de comercio y navegación, etc. nes de cooperación.
el Am b it o d e r e g u l a c ió n d e l d e r e c h o d ip l o m á t ic o y c o n s u l a r 29
28 C U R S O D E D E R E C H O D IPL O M A T IC O Y C O N S U L A R

sus funciones. Por otra parte, mientras las relaciones diplomáticas pueden desarro­
e ) Las relacio nes d ip lo m áticas y consulares se desarrollan gracias a órganos de llarse tanto por m edio de órganos permanentes como ad^ hoc, las relaciones consula­
carácter p erm an ente (si b ien las prim eras pueden tener lugar, tam bién, a través de res sólo se producen por medio de órganos permanentes.
órganos tem porales, a d hoc) en el doble aspecto individual (tradicional): los agentes Desde un planteamiento más genérico, cabe destacar, también con M a r e s c a , las
dip lo m ático s y los funcionarios consulares, y el institucional (m oderno): las m isio­ siguientes diferencias entre las relaciones diplomáticas y las consulares:
nes d ip lom áticas y las o ficin as consulares que prcexisten y subsisten al no m b ra­
m ien to y cese de tales agentes y funcionarios. o )v> Las relaciones diplomáticas se rigen por el derecho internacional no sólo en
/ ) L as no rm as q u e regulan las relaciones diplom áticas y las consulares preven lo que se refiere a los aspectos formales para su establecimiento, desarrollo y extin­
p ara sus órganos una condición ju ríd ic a p articular consistente en un conjunto d e tra­ ción, sino también en cuanto a su contenido mismo, y los actos que llevan a cabo los
to s d e n atu raleza varia — inm unidades, privilegios, prerrogativas y facilidades diver­
órganos para tales relaciones producen efectos jurídicos de derecho internacional.
sas— que constituyen el status diplom ático y el consular, q ue encuentra su ju s tific a ­
Por el contrario, las relaciones consulares aunque proceden de presupuestos impres­
ción en los principios paralelos nc ¡mpediatur legado y ne impediatur ofUcium, res­
cindibles de derecho internacional y están reguladas por este mismo derecho en todo
pectivam ente.
su aspecto formal, su contenido es, en cambio, principalmente, de derecho interno y
B) Ju n to a las analogías, las relaciones diplom áticas y las consulares presentan
las funciones más características que realizan sus órganos corresponden a este orde­
diferen cias que e s necesario señ alar para su m ejo r delim itación y com prensión. nam iento. de modo que los actos mas significativos llevados a cabo por ellos están
S i se tiene en cuenta la actividad q u e han de desarrollar los órganos de unas y otras destinados a producir sus efectos jurídicos en el derecho interno bien del listado
relacio n es, aunque en am bos casos tienen p o r fin a lid a d de m anera general, estable­ receptor, bien del enviante o en el ordenamiento interno de ambos Estados; y aunque
c e r lazos p erm anentes entre los sujetos que entran en relación, existe, sin em bargo, m uchas funciones consulares tienen relevancia internacional y la actividad del cón­
un a d ife re n c ia esencial, según GONIDEC entre los agentes diplom áticos y los funcio­ sul, en su conjunto, está dedicada a la cooperación internacional, el plano sobre el
nario s consulares y es qu e «lo s diplom áticos representan jurídicam ente al Estado. que se desarrollan las funciones consulares no es, regularmente, el del derecho inter­
L os cónsules, al contrario, no tienen m as q u e funciones lim itadas d e carácter técnico nacional. sino el de los derechos internos.
q u e, p o r o tra p arte, solam ente pueden ejercerse sobre una fracción del territorio del j S J ! Por otra parte, mientras los actos que realizan los órganos diplomáticos — impu­
E stado receptor». Pero aun en el caso en que se considere que, genéricam ente, tanto tados por el derecho internacional al Estado acreditante como sujeto de tal ordena­
los có nsu les com o los agentes diplom áticos, son representantes del Estado que los m iento— son principalmente declaraciones de voluntad las manifestaciones funcio­
envía, n o s e p uede concluir que no existan diferencias entre ellos. A si ZOUREK, p rin ­ nales de los órganos consulares — imputados por el mismo derecho internacional al
cipal represen tan te d e la teoría del carácter representativo del cónsul, m antiene que Estado enviante— son, por el contrario, prcvalentementc, meras actividades de dere­
hay d iferencias considerables que separan a am bas categorías de representantes, d eri­ cho interno.
vad as d e la distinta naturaleza d e las dos actividades — diplom ática y consular— y c ) En fin, mientras las relaciones diplomáticas pueden ser bilaterales y multila­
d e su s distintas funciones: ello queda d e m anifiesto en tanto que el agente diplom á­ terales, las consulares sólo pueden ser por su naturaleza y contenido, bilaterales.
tico representa al E stado acreditante en la generalidad de las relaciones internacio­
nales. respecto al E stado receptor, ante las autoridades centrales para las relaciones C) Por últim o, entre las relaciones diplomáticas y las consulares, existe una coor­
exteriores, m ientras que el cónsul representa al E stado solam ente en el cuadro d e las dinación, interconexión o complcmentariedad por encima de sus diferencias y como
funciones consulares, ejercidas ante las autoridades locales y norm alm ente d en tro de consecuencia de sus analogías. Asi, cuando existen relaciones diplomáticas entre dos
los lím ites de una determ inada porción del territorio del Estado receptor (circuns­ E stados con misión permanente establecida, ésta será el mejor medio para realizar
cripció n consular): adem ás, com o consecuencia de esta diferencia, son tam bién d is­ todas las operaciones necesarias, en el plano internacional, encaminadas al estable­
tintos los m odos de nom bram iento d e unos y otros representantes, así com o el ca rác­ cim iento de relaciones consulares, o para llevara cabo los procedimientos oportunos
te r d e los docum entos expedidos al efecto, particularm ente en los casos de los je fe s para el nom bram iento de jefe de la oficina consular y de sus componentes —entre
de una m isión diplom ática y de una oficina consular, es decir, las cartas credenciales otras gestiones al respecto—, si estas relaciones ya existiesen. También, existiendo
y las cartas patentes, que tienen distinto contenido, destinatario y efectos, lo q u e a c a ­ am bas relaciones, la misión diplomática del Estado enviante coordinará las diversas
rrea. a la vez. las diferentes form as con que el Estado receptor puede p o n er fin al
o ficinas consulares que este Estado haya establecido en el mismo Estado receptor,
ejercicio de las funciones de los agentes diplom áticos y de los funcionarios co n su la­
sobre las que ejercerá también una primacía jerárquica —orgánica ya que no funcio­
res: por último, st bien los órganos institucionales m isión diplom ática y o ficin a con­
nal— en tanto que la misión diplomática es quien representa en su generalidad al
sular gozan prácticam ente del m ism o status al m enos sobre la base d e los resp ecti­
Estado acreditante en cuanto sujeto de derecho internacional, en el común Estado
vos convenios d e Viena sobre R elaciones D iplom áticas y so b re R elacio n es
receptor; con este carácter, la misión diplomática, conforme a lo dispuesto en los
Consulares, de 1961 y 1963. en cam bio, sus m iem bros, agentes diplom áticos y fun­
artículos 11.2, 15.2 y 21 del Convenio de Vicna de 1963. será quien, en principio,
cionarios consulares, no disfrutan d e los m ism os privilegios e inm unidades, redu­
transm itirá al Estado receptor las cartas patentes de los jefes de las oficinas consula­
ciéndose casi exclusivam ente, en estos últim os, a los correspondientes al ejercicio de
res d e su país, asi como la comunicación del nombre del jefe interino y la preceden-
yj O M fJ V L U O S C H Q Z tn o u Á T K O Y C rjW U L A J Í

«* fe ávi fmaomanc* rmmátna de zúei ofíemm y te\ nr¿iric3cvrrjs% que zí efec-


¥j te p i d e «
*-*» s w í f t ó coofómzcwaviene
O í* dada por fe pmíbíháud —en
d^LT— rudM r r i T i t w r í a i y dentro de d e rto t límrfc*- - que entre k a órgano*
óxpfxrá^JA y V» ex scfersf te produzca d erla ^permeabilidad» fcn o o n a l,es decir, CAPÍTULO II
■aur " i - ‘«í ' í'> ¿r -•,'-,s p jtd s fe rie ? f r e x n n peop^ii de! t¡\ posibilidad t n á
rrp 'tv trjtr-e i/jondezada por Jo* citados com en»* de Viera de J96J y 1963 y por LOS PRESUPUESTOS DE LAS RELACIONES
r3 Q xntsirj de Habas» sobre agszset co R v Jam de 192*. 2J reconocer d prime-
w e s w arie-Jo 3 2 e je p a gana d u p m d ó B del mismo v st imerpretará de m odo que DIPLOMÁTICAS Y CONSULARES
r r^ .d í el i ^ s ó » de fundones ooasofercf por fe rr.iv/n diplomática* y, a la írr.rr-
k . e; JrJc-Jv J" del C om en» de 1963 y e! 12 d d de U Habana reconocen asín»*-
I. LOS PRESUPUESTOS TÁCTICOS
~J’- la Prr- ‘dad de cump::miee*.o de acto* diplomático* por funcionarios consula­
res. Mcmprr e je ve dee deterrr .radas condiciones y con el consentimiento del Hitado
Las relaciones diplomáticas o consulares representan, en última instancia, ya que
re c e p to r,e w tb d o d d de V a n admite, en la medida que lo permita el orde-
no necesariamente de manera inmediata, una de las formas con que los sujetos de
•aaaeafio « te n » de; Luado receptor* los ta o t o los tratador, que las oficinas consu-
derecho internacional pueden responder a su deseo de proceder a cooperar entre sí,
Í2rrí ve &r?.t» a a-.or.rades centrales de este Estado. La indicada ^permeabilidad^
para satisfacer lo mejor posible sus intereses de todo orden, pero que en cualquier
ve ¿2 ao solo en relación con los órganos institucionales. tino también respecto a los
caso deben tender a la consecución de la paz mundial o a su mantenimiento a través
mdmduales. asi. es igualmente posible el nombramiento de un agente diplomático de un orden cada vez más justo.
como jefe interno de una of»cm2 consular, en las circunstancias que establece el Pero las acciones concretas de cooperación son Mesadas a cabo como conse­
artíndo 15 ¿ de! Consenso de 1963, e incluso que ana misma persona pueda reunir a cuencia de determinados hechos, situaciones o datos que motivan en cada caso a
I2 ser. debidamente acreditada, la condición de representante diplomático y la de los sujetos interesados para actuar de manera adecuada a fin de establecer Ja
fuackmzño consular. si así lo consiente el Estado receptor, tal como dispone el forma más provechosa de realizar tal cooperación. En este sentido, esos hechos,
¡tnjrJo 13 del Comcráo de La Habana citado.
situaciones o datos constituyen los presupuestos que podrían denominarse remo­
tos o mediatos de la forma a través de la cual se pretende establecer la coopera­
ción.
En el caso de las relaciones diplomáticas o consulares esos presupuestos fácticos
motivadores de la toma dcjíccisíón para establecerlas pueden ser de carácter políti­
co, sociológico o económico, bien aisladamente, bien concurrentemente, aun sin des­
conocer que tanto lo sociológico como lo económico presentan un indudable interés
político.

A. POLÍTICOS

En tal sentido, serían presupuestos políticos, es decir, presupuestos que responden


a un interés político, entre otros: las razones que podrían denominarse de relación
histórica, cualquiera que ésta haya sido (pertenencia de Estados a una anterior uni­
dad política, o dependencia anterior de otro Estado o ente político o especiales rela­
ciones históricamente existentes, etc.); la pertenencia a una misma área geográfica;
la pertenencia a las mismas organizaciones internacionales regionales; la consecu­
ción de apoyos para la solución de problemas propios o para la propia política exte­
rior, bien en el ámbito general de la sociedad internacional, bien en determinadas
organizaciones internacionales; la similitud de regímenes políticos y de plantea­
mientos ideológicos: razones de prestigio; también podrían incluirse razones religio­
sas, aunque éstas tengan una raíz o base sociológica. Si bien estos presupuestos fác­
ticos pueden tenerse en cuenta tanto para las relaciones diplomáticas como para las
1311
32 CURSO DE DERECHO DIPLOMÁTICO Y CONSULAR
LOS PRESUPUESTOS DE LAS RELACIONES DIPLOMÁTICAS Y CONSULARES 33
consulares, sin duda representan un papel más importante respecto al establecimien­
to de relaciones diplomáticas?? A. La pe r s o n a l id a d j u r íd ic o -in t e r n a c io n a l

«J’ara que puedan existir relaciones diplomáticas y consulares, es necesario, como


B. So c io l ó g ic o s requisito básico, que los entes que entran en relación tengan personalidad
jurídico-internacional, ya que se trata de relaciones internacionales «¡ntcrestatalcs»,
Habría que incluir en éstosTazones étnicas y culturales, que normalmente estarán en el sentido en que este termino ha de entenderse, como se ha indicado; de modo
en estrecha relación con las razones históricas antes señaladas entre los presupuestos que, entre quienes no tengan tal personalidad o con quien no la tenga, podrán darse
relaciones de cualquier otro tipo, pero nunca diplomáticas o consulares — al menos
politicos: pero muy particularmente la existencia de nacionales en el Estado con el
estas últimas en un sentido estricto, como se verá más adelante— y aunque esos entes
que se pretende establecer relaciones, ya se trate de nacionales «establecidos» o
sean actores, incluso influyentes, de las relaciones internacionales, puesto que. huel­
«asentados», o de emigrantes en sentido estricto; incluso la existencia de un movi­
ga decirlo, no todos los actores de las relaciones internacionales o, si se quiere, suje­
miento turístico considerable, o de nacionales en viajes de carácter económico. Todo
tos de estas relaciones, son sujetos de derecho internacional. Se ha de tratar, por
ello, en cualquier caso, va a traducirse no ya en una suma de intereses privados, sino
tanto, de entes titulares de derechos y obligaciones de derecho internacional, que
en un verdadero interés general —y en tal sentido politico—, de modo que la aten­
pueden reclamar conforme al mismo, cuya actuación ad extra entre ellos está regu­
ción a todas estas personas en forma de asistencia y protección y para posibilitarles
lada por este derecho internacional, c incluso ad intra puede verse limitada por esc
la realización de determinados actos de conformidad con su propio derecho interno, mismo derecho. Es decir,]Jas relaciones diplomáticas y consulares son relaciones
son motivos de primera magnitud para establecer relaciones, aunque también diplo­ entre sujetos de derecho internacional, que, sintéticamente, pueden definirse con
máticas, fundamentalmente, o cuando menos, consulares, VERDROSS como «aquellas personas cuyo comportamiento regula directamente el
orden jurídico internacionalüTT
Aunque no se comparta ía distinción entre persona y sujeto de derecho interna­
C. Ec o n ó m ic o s cional, como defendieron SlOTTO F’in t o r y matizadamente Ca h ie r , si, en cambio,
es un hecho que no se puede desconocer que existen distintos tipos de sujetos de
Los motivos cconómicos'son actualmente, como es bien sabido, una fuerte razón derecho internacional que poseen, ejercen o asumen mayores o menores derecho.* u
para el establecimiento tanto de relaciones diplomáticas como consulares. Entre ellos obligaciones; así, la doctrina ha hablado de sujetos normales y sujetos con compe­
cabe destacar la existencia de un trafico comercial considerable, o el simple deseo de tencia limitada, de miembros de pleno derecho y simples sujetos, de personas reales
explorar y conocer las posibilidades para abrir nuevos mercados; el establecimiento y personas aparentes, de sujetos activos y sujetos pasivos, de sujetos plenamente
de empresas estatales en el otro Estado; la existencia de importantes empresas o acti­ capaces y sujetos con capacidad limitada, de sujetos con capacidad jurídica y sujetos
vidades económicas o comerciales de los propios nacionales o la importancia econó­ con capacidad de obrar, de sujetos independientes y sujetos dependientes, pero sin
mica derivada del trabajo de los emigrantes; o. en fin. también la existencia de un trá­ que en ningún caso signifique una distinción entre personalidad y subjetividad, tér­
fico regular marítimo o aéreo, de buques o aeronaves de la nacionalidad del Estado minos que responden a la misma idea conceptual y se usan, por tanto, con el mismo
que se plantea la apertura de relaciones diplomáticas o consulares; Como se indicó sentido c indistintamente.
anteriormente, en este caso de los presupuestos económicos, aun cuando sean de Si bien, como manifiesta BARBERIS, «la calidad de sujeto no depende de la canti­
carácter privado, su suma también se trasmuta en un interés general y, por tanto, polí­ dad de derechos u obligaciones de que una entidad es titúlaosla personalidad jurídi­
tico. ca internacional ha de responder, no obstante, a unos caracteres mínimos, aunque
En definitiva, no se puede olvidar que cualesquiera que sean los presupuestos féc­ cada momento histórico incida en la peculiaridad y determinación de los entes a los
heos señalados que motiven a un sujeto cíe derecho internacional a establecer rela­ que corresponde tal condición; con Re u t e r , esos caracteres pueden fijarse en la titu­
ciones diplomáticas y/o consulares con otros sujetos, la decisión para ello siempre laridad de derechos y obligaciones establecidos y sancionados directamente por el
será una decisión política. derecho internacional y que, para el Tribunal Internacional de Justicia, en su dicta­
men de 1949 sobre la Reparación por daños sufridos al servicio de las Naciones
Unidas, son la capacidad para ser titular de derechos y deberes internacionales y para
II. LOS PRESUPUESTOS JURÍDICOS hacer valer sus derechos por vía de reclamación internacional; los sujetos se caracte­
rizan, como señala GONZÁLEZ CAMPOS, «por estar dotados de capacidad suficiente
A diferencia de los presupuestos fácticos, los presupuestos jurídicos jjon una serie para participar en el proceso de creación de las normas, así como en el plano de rea­
de requisitos o facultades que han de reunir aquellos entes que pretenden establecer lización del Derecho frente a otros sujetos, de acuerdo con el Ordenamiento interna­
relaciones diplomáticas o consulares de modo que si no, estas no podrán ser tales; en cional». En consecuencia, sin dejar de tener personalidad jurídico-internacional,
este sentido, frente a los fácticos, los presupuestos jurídicos son próximos o inme­ habrá que considerar como sujetos parciales a los entes que sólo sean titulares de
diatos para el establecimiento de esas relaciones?,’ determinados derechos u obligaciones, lo que reconoce el TU, en el mismo dictamen
34 CURSO DE DERECHO DIPLOMÁTICO Y CONSULAR
LOS PRESUPUESTOS DE LAS RELACIONES DIPLOMÁTICAS Y CONSULARES 35

de 1949, al manifestar que «los sujetos de derecho, en un sistema jurídico, no son


necesariamente idénticos en cuanto a su naturaleza o a ta extensión de sus derechos; niales en el proceso final de independencia y hasta los territorios internacionaliza­
y su naturaleza depende de las necesidades de la comunidad». Tampoco cabe, por dos; en lodos estos casos la específica subjetividad jurídico-inlcrnacional ha de estar
tanto, —como observa BARBERIS—, acudirá un «tercer orden jurídico» distinto del reconocida por una norma de derecho internacional y sólo se extenderá a aquellos
derecho internacional y de los ordenamientos internos que regularía la situación de asuntos que caen dentro de la esfera de autonomía del titular. Situaciones similares,
de sujetos limitados transitorios, serian los casos de los listados vencidos adminis­
determinadas entidades particulares (p. c., Iglesia Católica, movimientos de libera­
trados por listados vencedores.
ción nacional).
Con estas premisas, es necesario ocuparse ahora dé cuáles son los sujetos de dere­
C) Además de los listados y de los entes territoriales próximos a ellos, dentro
cho internacional y en que grado. A tal efecto, conviene todavía señalar, de nuevo con
de los sujetos de derecho internacional distintos de los Estados, ocupa un Jugar pre­
Ba r b e r is , que ni del derecho internacional positivo ni de la práctica internacional
ferente la Santa Sede, que, por razones históricas, conserva su condición de sujeto
puede deducirse la existencia de normas que indiquen cuáles son los entes que po­ en tanto miembro originario de la sociedad internacional y más aun, toda vez que el
seen personalidad internacional, como tampoco las hay que confieran determinados Papado era el primero en la sociedad jerarquizada de la Respublica Gentittm
derechos a todo sujeto; es decir, «el derecho sólo confiere personalidad a un ente atri­ Christianontm e incluso a cl correspondia otorgar la condición, rango y orden de
buyéndole derechos o deberes, pero no diciendo que es un sujeto de derecho». precedencia de los miembros de aquella sociedad. Después de la unidad italiana,
Asimismo hay que tener, también, presente que inversamente a lo que ocurre en el con la consiguiente desaparición de los Estados Pontificios, la Santa Sede, como
derecho interno, el derecho internacional, dada la falta de un legislador central, no personificación jurídica de la Iglesia Católica, sigue siendo considerada como suje­
crea sus sujetos, sino que. al contrario, el derecho es creado por sus sujetos. to de derecho internacional con soberanía no-territorial, por la práctica primero, y
por el derecho internacional después, en virtud de su soberania espiritual, y porque
A) Ante todo han de existir, por tanto, unos sujetos básicos creadores de este sus relaciones con los demás sujetos se rigen directamente por el derecho interna­
derecho, que. por tal ra/ón. se denominansujetos necesarios, originarios o primarios, cional y no están sometidas a otro ordenamiento ni autoridad superior; esta subjeti­
también esenciales, y que desde luego tienen subjetividad internacional plena; éstos vidad fue reconocida por la propia Ley italiana de Garantías de 13 de mayo de 1871,
son los Estados, que pueden calificarse de sujetos per se del ordenamiento jurídico y quedó confirmada por el Tratado de Lctrán de 11 de febrero de 1929, cuyo articu­
internacional en su calidad de sujetos soberanos, territoriales y dotados de organiza­ lo I dispone que se crea un Estado de la Ciudad del Vaticano para «(...] asegurar a
ción propia; los demás son sujetos derivados cuya subjetividad debe ser demostrada. la Santa Sede la absoluta y visible independencia, garantizarle una soberanía indis­
Sin embargo, esta clasificación, que si bien responde a un planteamiento doctrinal cutible en el campo internacional del mismo modo la subjetividad es recono­
generalizado, debe ser matizada, en tanto que, por una parte, a la Santa Sede no pare­ cida en los Concordatos suscritos con distintos Estados y. en general, por la gran
ce que se le pueda negar, por razones históricas, su carácter de sujeto originario; y, mayoría de los Estados al mantener relaciones diplomáticas con la Santa Sede! ( osa
por otra parte, respecto a las organizaciones internacionales, típicos sujetos deriva­ distinta es la de la personalidad jurídica del Estado de la Ciudad del Vaticano, pues
dos, no se exige a priori ser demostrada su subjetividad, al existir actualmente una aunque su existencia está en función del adecuado ejercicio de la actividad de la
presunción, fundada en la práctica general, a favor de su personalidad jurídica, aun­ Santa Sede, cualquiera que sea la relación entre uno y otra, parece que. en términos
que no se excluya, en situaciones concretas, la necesidad de indagar la concurrencia absolutos, no se puede negar hoy su condición de Estado y, en efecto, cierto núme­
y entidad de las presuntas características de subjetividad. En cualquier caso, dado el ro de Estados sólo reconocen al Papa en cuanto soberano del Estado de la Ciudad
preponderante y principal papel de los Estados en el ordenamiento jurídico interna­ del Vaticano, lo que es aceptado por la Santa Sede; más aún. los últimos Papas inclu­
cional, sigue siendo suficiente y válida la clasificación tradicional en Estados y otros so se han presentado en foros internacionales como soberanos temporales o también
sujetos de derecho internacional distintos de los Estados; los Estados soberanos c como tales, asi Pablo VI en 1965 ante la Asamblea General de las Naciones Unidas,
independientes son asi. en palabras de DIEZ DE VEI a s c o , los sujetos-tipo del dere­ asumiría tal condición al manifestar que él no estaba investido más que de «una
cho internacional y de ahí que, con tanta frecuencia, se hable de Estado utilizándolo minúscula y cuasi simbólica soberania temporal: el mínimo necesario para ejercer
como sinónimo de sujeto de derecho internacional. con libertad su misión espiritual y asegurar a aquellos que traten con él que es inde­
pendiente de toda soberanía de este mundo». En fin, es evidente que en la práctica
B) Junto a los Estados soberanos e independientes hay otros Estados y entes con la Santa Sede participa activamente en la vida internacional y en la elaboración de
base territorial que poseen personalidad juridico-intcrnacional, aunque la misma sea normas internacionales, particularmente por su participación en las conferencias
parcial o limitada, o su actividad adextra se encuentre en algún aspecto o de alguna codificadoras y en organizaciones internacionales; asimismo, conviene resaltar, a
forma mediatizada; sujetos que, por otra parte, aun dentro de los que pertenezcan efectos de la relación Santa Sede-Ciudad del Vaticano, que en los convenios multi­
a igual categoría, como Estados dependientes, pueden tener una dispar titularidad laterales en que es parte, f igura siempre como Santa Sede, incluso en aquellos cuyo
de derechos y obligaciones. Entre éstos cabe incluir a los Estados protegidos, los ámbito de aplicación son exclusivamente los Estados, como ocurre, por ejemplo, en
Estados vasallos y ciertos Estados federados. a los que habría que añadir otros entes los Convenios sobre derecho de los tratados, sobre relaciones diplomáticas o sobre
territoriales particulares, como son los Mandatos «A», determinados territorios colo- relaciones consulares.
36 CURSO DE DERECHO DIPLOMATICO Y CONSULAR
LOS PRESUPUESTOS DE LAS RELACIONAS DIPLOMÁTICAS Y CONSULARES 37
D) «Dentro de los entes no estatales, poseen lambicn subjetividad jurídico-intcr-
nacional los beligerantes. Son bcligcranles los rebeldes o sublevados que suficiente­ tratados constitutivos de organizaciones internacionales sólo excepcional mente atri­
mente organizados, con capacidad para asumir derechos y obligaciones jurídico- buyen de manera expresa la personalidad jurídica internacional a la organización que
internacionales. logran, frente al gobierno constituido, controlar de manera efectiva crean y cuanto más puede deducirse de ciertas disposiciones de los mismos; esta per­
una parte del territorio del Estado, siendo irrelevante para calificarlos como tales que sonalidad, tal como se indicó anteriormente, hoy día se presume, en principio, atri­
tengan por finalidad el hacerse con el gobierno de la totalidad del Estado o el crear buida y es reconocida por el TIJ en el dictamen sobre Reparación por daños sufridos
un nuevo Estado (secesión) sobre parte del territorio del antiguo Estado. Pueden ser al servicio de las Naciones Unidas. toda vez que se trata de entes titulares de dere­
reconocidos como beligerantes, bien por el gobierno central del propio Estado con­ chos y deberes internacionales y con capacidad para hacer valer sus derechos a tra­
tra el que se levantan, bien por terceros Estados, produciéndose entonces consecuen­ vés de una reclamación internacional. A diferencia de los Estados, las organizacio­
cias inmediatas de carácter juridico-internacional, como la aplicación del derecho de nes internacionales son sujetos no territoriales y de carácter funcional, es decir, que
los conflictos armados, de la responsabilidad internacional y el mantenimiento de su existencia tiene razón de ser en cuanto asuman las funciones para las que han sido
relaciones con los terceros Estados que les han reconocido. En cualquier caso la sub­ creadas y para cuya consecución son dotadas de órganos adecuados para la forma­
ción de una voluntad propia. Las organizaciones son, por tanto, sujetos con capaci­
jetividad de los beligerantes es limitada y provisional o transitoria, toda vez que o son
dad jurídica parcial que variará según los fines propios de cada una, y, además, rela­
derrotados o alcanzan sus objetivos del gobierno total del Estado o de consolidar la
creación de un nuevo Estado. tiva. puesto que sus competencias afectan directamente sólo a los Estados miembros,
necesitando ser reconocidas para poder mantener relaciones con otros sujetos de
Figura cercana a la de los rebeldes y tradicionalmcntc estudiadas conjuntamente,
derecho internacional distintos de los Estados miembros!
es la de los insurrectos, pero esta figura, que se refiere a la sublevación en los buques
contra el Gobierno del Estado, realizando a tal fin actos de guerra, no tiene en nin­
G) Finalmente, hay que mencionar a la Soberana Orden de Malta. que, con sede
gún caso, como aclara DIEZ DE V'ELASCO, subjetividad juridico-internacional, porque
en Roma desde 1834. no ejerce ya dominio territorial alguno, al perder Malta en
mientras no tengan un apoyo territorial no podrán ser reconocidos como beligeran­ 1798. Su personalidad jurídica internacional está actualmente apoyada en que man­
tes, y en este momento dejarán de ser insurrectos. tiene un ordenamiento jurídico propio — legislación, administración y jurisdic­
ción— independiente de los demás sujetos de derecho internacional; sin embargo, su
E) Aunque con discrepancias en su consideración, gozan de subjetividad inter­ vinculación a la Santa Sede, en cuanto Orden religiosa, como se desprende de la
nacional los movimientos de liberación nacional, en cuanto constituyen la represen­ Sentencia Cardenalicia de 24 de enero de 1953 y de su propio Código de 1966, cuyo
tación organizada de un pueblo en lucha, bien por la independencia de su territorio, artículo 2 establece en el orden de prelación de fuentes de derecho, en primer lugar,
bien por el gobierno de un Estado cuando lal pueblo es la población mayoritaria del las disposiciones legislativas promulgadas por el Sumo Pontífice (Leyes Canónicas,
mismo, o bien cuando la lucha es por la consecución de su territorio natal, o de ori­ Regla original de la Orden y la actual Carta Constitucional), debilita notablemente su
gen, donde ese pueblo pueda establecerse como Estado. El reconocimiento de estos condición de sujeto de derecho internacional que deviene muy discutible, y se puede
movimientos por la organización regional correspondiente —paso fundamental para decir que su personalidad sólo es aceptada por aquellos Estados que Ja reconocen
su afirmación y consecución de apoyos— depende, por ello, de su representatividad; como tal sujeto y mantienen relaciones con ella.
asi. se hará más fácil cuando se trate de un movimiento único de todo un pueblo o
claramente mayoritario o preponderante, que cuando se trate de varios con similar
fuerza y representatividad: también influirá, para el reconocimiento, eJ grado de ü. E l d e r e c h o d f . l e g a c ió n y e l d er ec h o de c o n su l a d o
organización del movimiento, lo que en definitiva redunda en capacidad de repre­
sentación y gestión en defensa de los intereses propios y para una acción efectiva y Presupuesto específicamente necesario para el establecimiento de relaciones
eficaz, pero en ningún caso será reconocido como tal un movimiento secesionista, diplomáticas o consulares es, como resulta evidente, la capacidad de los sujetos de
fuera de las situaciones indicadas. El reconocimiento de los movimientos de libera­ derecho internacional de enviar a otro sujeto y recibir de él órganos diplomáticos o
ción por la correspondiente organización política regional se ha convertido, en la consulares, es decir, que tales sujetos sean titulares del derecho de legación (ius lega-
práctica, en un requisito esencial para su acceso a las organizaciones internacionales tionis), también llamado derecho de representación y derecho de embajada, o del
universales, c implica asimismo, aunque se trate de un acto esencialmente político, el derecho de consulado. La titularidad de estos derechos, a pesar de la denominación,
reconocimiento, ya de un modo claro, de la personalidad jurídica internacional del no significa, en modo alguno, un verdadero y propio derecho subjetivo al que deba
movimiento. corresponder una obligación por parte de los otros sujetos, sino la /acuitad de enviar
y recibir, esto es, que a ningún sujeto se le puede obligar a enviar órganos diplomá­
F) Otros sujetos distintos de los Estados, y de especial relevancia en la vida inter­ ticos o consulares a otros, ni, inversamente, obligarle a recibirlos de otro sujeto, ahora
nacional actual, son las organizaciones internacionales, entendiendo por ellas, las bien, a aquellos sujetos que gocen de tales derechos no se les puede excluir del ejer­
organizaciones intcrgubemamentales, es decir, aquellas creadas y compuestas por cicio de los mismos, aunque su realización, en cada caso concreto, implique un
Estados —o fundamentalmente por Estados— en su condición de tales. Si bien los acuerdo entre los sujetos interesadósTes decir, si se acepta la distinción entre dere-
38 cu r so n t: d e r e c h o d ip i o m At ic o y c o n s u l a r
IO S PRFSUPUF'-STOS lili LAS RELACIONES DIPLOMÁTICAS Y CONSULARES 39

chos perfectos c imperfectos, los derechos de legación y de consulado serian derechos


imperfectos. En cualquier caso, la terminología derecho de legación y derecho de con­ tiva sin establecer misiones diplomáticas o consulares». Por estas razones, si no de
sulado está acuñada y. aunque no se menciona en los Convenios codificadores, obligación jurídica, puesto que no hay un derecho subjetivo, sí podría hablarse de una
siguiendo los correspondientes proyectos de la Comisión de Derecho Internacional obligación política o social de ejercer el derecho de legación y el derecho de consu­
que rechazaron tal expresión, no ha dejado de ser utilizada en los debates habidos para lado por aquellos sujetos que lo posean. REICHUNG dirá, lomando el derecho de lega­
ción en un sentido amplio, que éste se basa en el ins conmunicamli, en tanto princi­
su adopción; por otra parte, tampoco debe liaber ningún inconveniente para mante­
pio fundamental del derecho de gentes que hace necesaria la existencia de un míni­
nerla, ya que, como señala ZüUREk, responde al mismo sentido de la expresión «dere­
mum de relaciones entre los sujetos de derecho internacional, aunque no signifique
chos fundamentales»» o derecho a concluir tratados, a la que los autores recurren para
que cada sujeto tenga que tener relaciones con lodos los demás.
señalar las prerrogativas soberanas de los listados.
¿Quiénes gozan del derecho de legación y del derecho de consulado? Si bien,
Ambos derechos actualmente configurados por la doctrina como paralelos, sin
como principio, es una facultad propia de los sujetos de derecho internacional, no son
embargo, han sido considerados anteriormente de forma distinta, pues el derecho de los únicos que en la práctica -como se verá a continuación— han ejercido tal dere­
consulado se incluía en el derecho de legación y de representación, entendiéndose cho, de modo que no es correcto concluir que quien tenga derecho de legación y/o de
por derecho de legación la facultad de hacerse representar en el exterior por agentes consulado es un sujeto de derecho internacional. F.n cuanto al derecho de consulado,
diplomáticos y consulares si se parte de que las oficinas consulares junto con las misiones diplomáticas son los
i-s usual en la doctrina hablar de derecho de legación y de consulado activo y pasi- órganos externos para las relaciones exteriores oficiales y formales de los sujetos de
\o (ius acrivum c iux passivum) según se trate de la facultad de enviar o de recibir derecho internacional que no tengan limitada su capacidad para tales relaciones,
órganos diplomáticos o consulares, pero tal distinción no ha de entenderse como una habrá que establecer, también corno principio, que cuando exista el derecho general
división en dos derechos separados, sino como dos aspectos o caras del mismo dere­ de enviar y recibir órganos diplomáticos, no podrá negarse el derecho de enviar y
cho de legación o de consulado que son unitarios y como tales, aspecto activo y pasi­ recibir órganos consulares. De lodos modos se hace necesario determinar la situación
vo, deben ser denominados; es decir, que el sujeto que posea cualquiera de los dere­ de cada una de las personas juridico-intemacionales.
chos tiene facultad paia enviar y recibir los órganos correspondientes, independien­
temente de que no la ejerza o (a ejerza sólo en uno de los aspectos y, contrariamen­ A) Gozan del derecho de legación y del derecho de consulado los listados sobe­
te. quien ejerza uno de estos es que tiene derecho de legación o de consulado en su ranos c independientes, en cuanto sujetos principales del ordenamiento jurídico-intcr-
totalidad y podrá ejercer el otro aspecto, pero siempre, en cualquier caso, se tratará nacional, de quienes se predican esos derechos como unos de sus «derechos funda­
del ejercicio del derecho de legación o de consulado, porque los dos aspectos no mentales» y como consecuencia del ñu repraesentationis omnímodo que poseen?
impiden que cada uno de esos derechos sean únicos en su esencia y en su aplicación,
o. si se prefiere, tales aspectos no son más que dos articulaciones de un mismo dere­ B) Sólo cxccpcionalmcnte, si bien existe buen número de ejemplos, puede
cho para una misma finalidad. Kilo significa, siguiendo a Poní que son derechos corresponder el derecho de legación y el de consulado a entes diversos sin subjetivi­
plenos en el sentido de que no hay derecho de legación o de consulado parcial, es dad juridico-intcrnacional o con esta limitada que se podrían calificar, genéricamen­
decir, que o no los hay, o los hay in foto e r cuanto se ejerzan en cualquiera de sus te, Estados dependientes (federados, protegidos, vasallos o miembros de uniones de
aspectos y, además, basta la existencia de una sola misión diplomática u oficina con­ Estados), cuando asi les sea reconocido por el Estado del que dependan o formen
sular enviada o recibida para que haya que predicar de un sujeto la plena titularidad parte y si otros sujetos aceptan, a través del debido acuerdo, establecer con ellos rela­
de esos derechos y, también, por otra parte, desde este momento los sujetos enviantc ciones diplomáticas o consulares, o cuando por acuerdo multilateral se les otorguen
y receptor serán titulares de todos los derechos y obligaciones que el derecho inter­ tales derechos.
nacional establece en cuanto al status diplomático o consular. Como ejemplos más destacados de Estados dependientes con derecho de legación
En consecuencia, hay que señalar que los sujetos no están obligados al ejercicio de y/o consulado, cabe mencionar de los Estados federados, Baviera en el Segundo
ambos aspectos y tampoco se les puede exigir reciprocidad en el envío de una misión Reich, con ambos derechos reconocidos, y las Repúblicas soviéticas de Biclorrusia y
diplomática o do una oficina consular. Sin embargo, aunque no se puede obligar al Ucrania, con derecho de legación; de los Estados protegidos, Túnez, con ambos dere­
ejercicio del derecho de legación o de consulado, y aun cuando en cualquier caso chos y Transval. con derecho de consulado; de los Estados vasallos, Bulgaria, con
haya de hacerse por acuerdo, un sujeto que se niegue, de manera sistemática, a esta­ ambos derechos y Moldavia, Valaquia y Servia, con derecho de consulado; de las
blecer relaciones diplomáticas o relaciones consulares con otros sujetos, tal actitud uniones de Estados. Noruega, que, en los últimos años de su unión con Suecia, ejer­
debe ser considerada, según ZoilRI K, «como contraria a los principios fundamenta­ ció el derecho de consulado; y dentro de la particular unión de Estados que es la
les del derecho internacional y en particular a las disposiciones de la Carta de las Commonwvidlh, los Dominios, que fueron ganando derechos, así, después de la Pri­
Naciones Unidas» en cuanto que esta impone a los listados miembros la obligación mera Guerra Mundial gozaron del derecho de consulado y después de la Segunda, de
juridien de desarrollar entre las naciones relaciones amistosas y la de realizar la coo­ ambos derechos. En las confederaciones, cada Estado confederado conserva, al
peración internacional, asi como la obligación de resolver las controversias interna­ menos nominal mente, el derecho de legación para tratar los asuntos que el pacto con­
cionales por medios pacíficos, objetivos que no se pueden alcanzar «de manera cfcc- federai no reserve al gobierno central.

L
40 C U R S O DE D E R E C H O D i n O M Á T IC O Y C O N S U L A R

LO S PR ESU PU ESTO S DE LA S RELACIONES D IPLOM ATICAS Y CONSULARES 41


Ju n to a estos E stados dependien tes, hay q u e referirse, ta m b ié n , a oíros entes con
base territorial, y a m encionados al hablar d e la p erso n a lid a d ju ríd ic o -in tc m a c io n a l,
c ia d e la beligerancia, cuyo reconocim iento se deberá, en muchos casos, al deseo de
se trata d e los M and atos « A », d e los territo rio s in te rn acio n alizad o s y d e o tro s te rri­
apoyar a los beligerantes; tam bién hay que observar que incluso el reconocimiento
to rio s colo n iales próxim os a la independencia y co n cierta a u to n o m ía ; re sp e e lo a los
co n declaración d e neutralidad será considerado muy probablemente com o un acto
dos p rim ero s, n o se cono cen casos de ejercicio del d ere ch o d e leg ació n ni d e l d e c o n ­ inam istoso por el gobierno central, sobre todo cuando éste no reconoce la beligeran­
su lad o , p ero en cuanto al tercero, e s decir, territorios co lo n ia le s p ró x im o s a la inde­ cia — tal com o suele ocurrir, al menos de m odo expreso- , y, entonces, poco habrá
pen d encia, hay q ue m encionar el caso de la F ederación — d e ca rá c te r ec o n ó m ic o , con seguido el sujeto que reconoce con declaración de neutralidad, siendo mejor no
fu n d am e n talm en te— de R odesia-N yasalandia, que d isfru tó d e d e re c h o d e legación. reconocer la beligerancia de ninguna forma, si no se ha de apoyar a los beligerantes.
U na situación p articular que hay que con siderar e s la d e los g o b ie rn o s le g aln tcn tc Por las m ism as razones nada impide el ejercicio del derecho de consulado por
co n stituido s q u e se expatrían en caso de guerra y se estab lecen en el te rrito rio d e otro p arte de los beligerantes respecto a los sujetos que les hayan reconocido y deseen
E stado corno gobiernos en el exilio cuando el en e m ig o o cu p a su te rrito rio ; e n estos establecer con ellos este tipo de relaciones.
ca so s el E stado representado por su g o b iern o legitim o m a n tien e el d e re c h o d e leg a­ Hay que tener presente que, en todo caso, tanto el derecho de legación, como el de
ció n al m en os, desdo luego, en tanto duran las h o stilidades, y m u y p ro b ab le m en te aun consulado, de los beligerantes, son provisionales o temporales, por ser ésta la condi­
term inadas éstas, m ientras el gobierno sea el m ism o q ue se ha e x ilia d o , si b ie n e n este ción d e tales sujetos d e derecho internacional, de m odo que, en el caso que alcancen
ca so , a u n q u e siga siendo el g obierno reconocido, en trarán ya en a p lica ció n o tro s e le­ sus objetivos (consecución del gobierno central o constitución de un nuevo listado)
m entos, co m o el principio Uc efectividad, para d e te rm in a r el m a n ten im ie n to d e tal ya no se tratará del derecho de legación o consulado de beligerantes, sino de los de
derech o . P osiblem ente tam bién se m an ten dría el d ere ch o d e co n su lad o , a p esar d e la un Estado.
d ific u ltad d e su ejercicio.
E ) Los movimientos Je liberación nacional en cuanto reúnan las condiciones
C> C on relación a los sujeto s d e d ere ch o in tern acio n al d istin to s d e los E stados, para la subjetividad, determ inadas anteriorm ente, disfrutan de derecho de legación tal
hay q u e co nsid erar a la Santo q u e p o r las razo n es h istó ricas señ ala d as y co m o com o m uestra la práctica existente; ahora bien, sus misiones no siempre son tratadas
su je to o rig in ario, goza d e derech o de legación que no d ejó de ejerce r en ningún com o tales en sentido estricto, sino com o m isiones llamadas «paradiplomáticas», lo
m om ento en sus dos aspectos, ni siq uiera en el p e rio d o 1X70 a 1929, y e s p arte en el que depende del alcance que a su subjetividad le sea reconocido por cada uno de los
dem ás sujetos que con ellos establecen relaciones, lo que varía, también, según el
C onvenio d e Viena de 1961 sobre R elacio n es dip lo m áticas. En cu a n to al d e re c h o de
m ovim iento de liberación de que se trate. En cambio, por la particular subjetividad
consulado, éste fue ejercid o p o r la S an ta S ed e d u ra n te la ex isten cia d e los E stados
de estos entes, quizá, en principio, no disfruten del derecho de consulado, aunque
P ontificios y, a u n q u e d esd e la d esap a ric ió n de é s to s n o se e je rc e , la Ley F undam ental
n ada se o pondría a que les fuese reconocido a algunos de ellos, com o a los que luchan
d e la C iu d ad del V aticano de 1929 q u e a trib u y e al S o b eran o P ontífice p o d er d e rep re­ p o r o btener un territorio propio y el pueblo al que representan se encuentra disperso
sentación an te los E stados extran jero s, legitim a a la S ed e A p o stó lica a aten d e r c ie r­ por diferentes Estados.
to s intereses d e natu raleza co n su lar p ro p io s d el E stado V aticano y e n tal sen tid o el Situación distinta, que podría asim ilarse a la de los gobiernos en el exilio, más arri­
D ecreto de 15 de sep tiem b re d e 1951 d e la C o m isió n P ontificia para el E stado de la ba considerada, e s la de los movim ientos de liberación cuando declaran la constitu­
C iudad del V aticano sobre navegación m a rítim a bajo ban d era del E stado V aticano, ción form al del Estado a cuyo gobierno o creación efectiva aspiran (como los casos
d isp o n e qu e el co m an d a n te d e la nave está o blig ad o , en cu a n to 1c sea posible, a in fo r­ d e la R epública A rabe Saharaui D emocrática o el listado Palestino) y establecen un
m ar al rep resentante de la S an ta S ede e n el p u erto de a rrib o , de la llegada d e la nave g obierno en el exilio com o el legitim o de ese Estado mientras luchan por la conquista
y d e to d o h echo relev ante a c o n te c id o d u ran te la navegación (T itu lo 4 , art. 16); este d e su territorio; en estos casos los sujetos que reconozcan a tales Estado y gobierno
d erech o d e co n su lad o seria so sten id o en su s d ec la ra cio n e s p o r el d elegado d e la S anta y n o sim plem ente al m ovim iento de liberación, tendrán que dar carácter de verdade­
S ed e en la C o n feren cia d e las N ac io n es U n id as so b re R elacio n es C o n su lares y c o n ­ ras m isiones diplom áticas a los órganos representativos que se establezcan entre
firm a d o al se r la S an ta S e d e p a rte en el C onv en io d e 1963 so b re R elaciones c o n su ­ am bos, pues se trata ya, claram ente, de relaciones con un sujeto pleno de derecho
lares. internacional.

D) L os beligerantes. L os reb eld es, cu a n d o son reco n o cid o s co m o b elig eran tes F) Las organizaciones internacionales. Si bien de la personalidad juridico-inter-
p o r o tro s su je to s d e d e re c h o in tern acio n al, g ozan d e d ere ch o d e legación que n o r­ nacional no puede deducirse, automáticamente, la titularidad del derecho de lega­
m alm e n te su e len e jerce r a raíz del c o rre sp o n d ie n te reconocim iento, porq u e ello va a ción, la realidad de la práctica dem uestra que las organizaciones internacionales que
facilitar el e fic a z ap o y o a su causa. A u n q u e F e r r l i r a I>1 M m .I o , siguiendo a F. de gozan de esa personalidad, poseen derecho de legación y no sólo para mantener rela­
ciones entre ellas, necesarias según R. J DUPUY porque no pueden vivir en un esta­
M a rte n s, a P ra d icr-F o d éré y a O p p en h eim . p arece so sten er q u e los b elig eran tes no
d o d e ignorancia m utua en razón de su incidencia en la vida internacional, sino tam­
g o zan d e d ere ch o d e leg ació n y los ca so s co n tra rio s son só lo ex cepcionales la reali­
bién porque, al m enos las m ás recientes, tienen objetivos específicamente interna­
d ad es q u e. salvo el reco n o cim ien to con declaració n d e neutralidad, esas « ex c ep c io ­
cionales cuya consecución hace indispensable las relaciones con terceros Estados, de
n es» se rian los c a so s m ás n u m e ro so s y sig n ific ativ o s y q u e hacen p o sib le la existen-
42 CURSO DF DERECHO DIPLOMATICO Y CONSULAR
LOS PRESUPUESTOS DE LAS RELACIONES DIPLOMÁTICAS Y CONSULARES 43

ahí que Re ic h l in G manifieste que el derecho de legación de las organizaciones inter­ «acuerdo singularizado» y de una «elección política» y, por ende, hay que concluir
nacionales sea «una necesidad que resulta directamente de la existencia misma de que es un acto discrecional; en efecto, ningún sujeto puede obligar a otro a entablar
estos organismos». Evidencia de este reconocimiento del derecho de legación se relaciones con él y por tanlo, menos aún, aquellas que exijan reconocimiento, y no
muestra en la elaboración y adopción del Convenio de Viena de 1975 sobre la existe, claro está, norma alguna de derecho internacional que así I» establezca; son,
representación de los Estados en sus relaciones con las organizaciones internaciona­ en definitiva, criterios de política exterior y no normas jurídico-inlcrnacionalcs los
les de carácter universal, y en la práctica generalizada de su ejercicio tanto por las que influyen en la decisión de reconocer o no. Desde esta perspectiva, que respon­
organizaciones de ámbito universal como regional. de a lo que puede observarse en la realidad de la vida internacional, cabe concluir
El derecho de consulado, si bien no es ejercido por las organizaciones internacio­ con P o n t que el reconocimiento «no es más que el umbral de las relaciones forma­
nales, no será inadecuado pensar que, al menos determinadas organizaciones en fun­ lizadas (estables) entre los Estados (y entre ellas las diplomáticas)», de modo que
ción de sus fines, culturales, científicos o económicos, y con posibilidad de abande­ los listados que quieran establecer esa clase de relaciones reconocen y los que no,
ramiento de buques o aeronaves, puedan acordar el establecimiento de relaciones no; quizá habría que matizar esta noción en dos puntos, por una parte, respecto a la
consulares con otros sujetos; por ejemplo, podrían ser de particular utilidad tales rela­ aclaración de «estables» —si se han de entender, por ejemplo, a través de misiones
ciones para la Autoridad de los Fondos Marinos, dadas sus competencias y la posibi­ diplomáticas permanentes— , puesto que también las formas temporales de diplo­
lidad de exploración y explotación de esos fondos a través de la Empresa. macia. salvo excepciones, hacen necesario el reconocimiento y, por otra pane, sería
más adecuado hablar de sujetos de derecho internacional, en lugar de fislados, si
G) Por último, hay que hacer mención de la Soberana Orden de Malta, que. den­ bien es cierto que estos, en materia de reconocimiento, representan el papel más
tro de su discutible personalidad jurídico-intcmacional, de hecho ejerce el derecho de destacado.
legación en ambos aspectos respecto a aquellos sujetos que la reconocen. En cuanto No obstante, por la doctrina se ha puesto de manifiesto, como I3ROWNLIE, que el
al derecho de consulado, dada la amplitud de las actuales funciones consulares, nada no reconocimiento puede, en determinadas circunstancias, implicar que ciertos
impediria su ejercicio en relación con esos mismos sujetos si así se acordase. Fislados se arriesguen jurídicamente si ignoran obligaciones básicas de las relaciones
entre Fistados y que, como observa FFLDMAN, el «no reconocimiento de nuevos
Estados independientes es incompatible con los nuevos principios del derecho inter­
C. El r e c o n o c im ie n t o nacional moderno», en tanto que alcanzan la independencia a través del ejercicio del
derecho de autodeterminación de los pueblos.
I Además de la personalidad jurídíeo-internacional y de los derechos de legación y Los reconocimientos de Fistados y de gobiernos son los que tienen particular inte­
de consulado, es presupuesto para el establecimiento de relaciones diplomáticas y rés, en el establecimiento de relaciones diplomáticas y consulares, por los especiales
consulares que los sujetos que desean establecerlas se hayan reconocido recíproca­ aspectos que se presentan De una manera general define S a l m o s el reconocimien­
mente, y, entre Estados, se haya reconocido tanto al listado como al gobierno) No se to de Estado como «un acto por el cual un Estado, al comprobar una situación de
pretende tratar aquí, sin embargo, los múltiples aspectos que presenta el reconoci­ hecho o de derecho, admite que ella le es opnniblc»; más concretamente, V l r JIOE-
miento, sino su consideración en función de las relaciones diplomáticas y consulares. VRN y S e p ÜLVEDA definen comparativamente el reconocimiento de Estados y de
El reconocimiento puede referirse a diversidad de actos, hechos o situaciones, pero gobiernos; para Vr.RHOi.vt.N «el reconocimiento de Estado se entiende tradicional-
fundamentalmente está ligado en su origen y desarrollo a la existencia de los sujetos mente el reconocimiento otorgado al listado “nuevo", a la personalidad estatal que
de derecho internacional. En principio puede decirse que el reconocimiento es aquel nace al orden jurídico internacional» mientras que el de gobierno es el reconoci­
acto, normalmente unilateral (pero que puede ser bilateral y también colectivo), por miento del «órgano del Estado que ejerce efectivamente las obligaciones» y añade:
el cual un sujeto de derecho internacional reconoce la existencia de otro sujeto, su «el reconocimiento de gobierno es en este sentido la prolongación natural del reco­
gobierno o bien una situación específica con consecuencias de subjetividad, com o la nocimiento del Estado». Sí.PULVLDA dirá: «El reconocimiento de Estados es el acto
beligerancia. por el cual las demás naciones miembros de la comunidad internacional se hacen
Sin el reconocimiento del sujeto de derecho internacional y, en su caso, de su sabedoras, para ciertos efectos, que ha surgido a la vida internacional un nuevo ente.
El reconocimiento de gobiernos, por contra, es un acto por el cual se da la confor­
gobierno, podrán establecerse ciertos tipos de relaciones, pero no diplomáticas ni, en
midad para continuar las relaciones habituales del intercambio con el nuevo régimen,
términos estrictos que más adelante se indicarán, consulares; de ahí que el reconoci­
cuando este nuevo régimen ha surgido de una manera diferente a la sucesión pacífi­
miento sea, como apunta B f r i ./.OWSKI. «una actividad estatal que decide la existen­
ca y normal de autoridades de un país, de modo diverso a la sucesión de gobiernos
cia y la amplitud de las relaciones internacionales», cuya nuturalezajurídica es «indi­
constitucionalmente establecida».
car el conjunto de relaciones recíprocas de quienes se reconocen mutuamente, pero,
De estas definiciones se desprende que para poder entablar relaciones diplomáti­
al mismo tiempo, también, el conjunto de relaciones recíprocas regidas por reglas cas y consulares, dido que son relaciones oficiales formales, se necesita, en primer
aceptadas como reglas de derecho». En consecuencia, se procederá o no a reconocer, lugar, no sólo el reconocimiento del Estado, sino también de su gobierno, cuya inter­
en función del tipo de relaciones que un sujeto desee mantener con otro sujeto de vención se hace necesaria para que tales relaciones tengan lugar y se desarrollen. En
derecho internacional, lo que significa que se trata, como señala ClIAUMONT, de un
44 CURSO DE DERECHO DIPLOMÁTICO Y CONSULAR
LOS PRESUPUESTOS DE LAS RELACIONES DIPLOMATICAS Y CONSULARES 45
segundo lugar y por otra parte, significa que el reconocimiento del Estado implica
el reconocimiento del gobierno en ese momento en el poder, por lo que, con la deci­ sámente, en materia de tratados, el Convenio de Viena de 1969, dispone, en su artícu­
sión del reconocimiento del Estado, se cumplen los requisitos para el estableci­ lo 74, que «La ruptura o la ausencia de relaciones diplomáticas o consulares entre dos
miento de relaciones; a su vez, el reconocimiento del gobierno de un Estado no o más Estados no impedirá la celebración de tratados entre dichos Estados» y que
reconocido equivale al reconocimiento del Estado. Ahora bien, mientras el recono­ «Tal celebración por si misma no prejuzgará acerca de la situación de las relaciones
cimiento del Estado permanece, salvo que sea condicionado o desaparezca el pro­ diplomáticas o consulares». En segundo lugar, la práctica desmiente, aunque sea por
pio Estado, por el contrario, el cambio del gobierno de manera no constitucional vía de excepciones y en circunstancias particulares, el prius del reconocimiento (pre­
puede interrumpir las relaciones, cuando esc gobierno no es reconocido (doctrina vio o implícito) en la forma de diplomacia directa, es decir, de visitas oficiales de
Tobar), o cuando, en tales cambios, sin declaración sobre el reconocimiento, se pro­ órganos centrales de las relaciones exteriores, ya que caben manifestaciones en con­
duce la retirada de la misión diplomática (doctrina Estrada) o de las oficinas consu­ trario o práctica subsiguiente que conducen a negar la existencia del reconocimien­
to; lo mismo se puede decir también respecto a determinadas relaciones con belige­
lares. actitud esta que, de suyo, no significa que sc retire el reconocimiento, lo
rantes. Hay que sostener, con todo y como principio, que el establecimiento de rela­
mismo que el reconocimiento de Estado o de gobierno no significa per se el esta­
ciones diplomáticas exige el reconocimiento previo, o supone el tácito, de Estado y
blecimiento de relaciones; sin embargo, aun siendo esto cierto — porque el reco­
gobierno o de otros entes jurídico-intemacionales, siempre que se trate de verdade­
nocimiento de Estado y de gobierno son actos distintos del establecimiento de ras misiones diplomáticas y no de otras relaciones que aun siendo oficiales no sean
relaciones diplomáticas o consulares— no se puede tampoco desconocer que en la diplomáticas, como, por ejemplo, no son diplomáticas las «misiones» de funciona­
práctica uno u otro reconocimiento suelen realizarse cuando se desea establecer esas rios enviados por su departamento ministerial o gobierno, sin condición de diplomá­
relaciones, y aún más, en lugar de hacerse por declaración específica expresa, se ticos, ni, tampoco, aunque puedan ser permanentes, las «misiones» de «representan­
lleva a cabo más frecuentemente en el mismo acuerdo por el que se establecen esas tes personales» de jefes de Estado o de gobierno, que estrictamente ni siquiera serán
relaciones e incluso tácitamente por el hecho de llegarse a tal acuerdo. Se hace, por oficiales; cabe decir lo mismo respecto del mantenimiento de relaciones diplomáti­
tanto, necesario abordar ahora el examen de las distintas situaciones que se pueden cas, aunque en lo que respecta al reconocimiento de gobiernos, podría, quizá, consi­
producir en esta «tensión» establecimiento o mantenimiento de relaciones diplomá­ derarse, como advierte V l k h o e v h n , que en algunas situaciones particulares tal
ticas o consulares y reconocimiento implícito, lo que, aunque con excepciones o mantenimiento no implica reconocimiento, como, por ejemplo, en una interpretación
situaciones dudosas, servirá igualmente para fijar el aserto, de principio, de la nece­ «fidelísima» de la doctrina Estrada, o en casos de «llamada a consulta» del jefe de
sidad del reconocimiento para que puedan existir unas y otras relaciones. Conviene, misión o de la reducción de ésta limitando su funcionamiento a asuntos de trámite.
para un mejor entendimiento, considerar por separado las relaciones diplomáticas y Otras situaciones pueden afectar también al reconocimiento de listados y de
las consulares. gobiernos: por una parte, el reconocimiento de beligerantes con establecimiento de
relaciones diplomáticas resulta automáticamente incompatible con el reconocimien­
<0 En cuanto a los relaciones diplomáticas, si teóricamente y en principio es cier­ to del gobierno establecido y determina la extinción de la misión diplomática ante el
to y parece irrefutable la necesidad del reconocimiento, porque los órganos diplomá­ mismo por la imposibilidad de considerar representativos a dos gobiernos y mante­
ticos conllevan la representación de la generalidad de las relaciones del Estado acre­ ner dos misiones diplomáticas acreditadas ante un mismo Estado; por otra, el reco­
ditante ante los órganos homónimos del Estado receptor, la verdad es que en la prác­ nocimiento de beligerantes cuando aspiran no a convertirse en el gobierno del Estado
tica e incluso convencionalmente no es siempre así y de ahí que no siempre pueda existente, sino a constituir un nuevo Estado, por secesión, en la parte del territorio
que controlan, no supondrá, en cambio, automáticamente la retirada del reconoci­
deducirse el reconocimiento tácito por el hecho de la existencia de tales relaciones.
miento riel Estado y del gobierno «viejos» y la ruptura de relaciones diplomáticas,
En primer lugar, el envío o recepción de misiones especiales podrá producirse sin
sino que, al tratarse de dos Estados, ambos reconocimientos y el mantenimiento de
exigir ni implicar necesariamente el reconocimiento de Estado o gobierno; así ocu­
las correspondientes relaciones son teóricamente compatibles, pero, obvio es decir­
rre en la práctica y también en tal sentido ha de entenderse el artículo 7 del Convenio
lo, el reconocimiento del nuevo Estado en tanto dura la contienda, supone lina toma
de Nueva York de 1969 sobre las Misiones especiales, al establecer que para el envío de postura a su favor por el Estado que lo reconoce y este, aunque así lo pretendiera,
y recepción de las mismas no será necesaria la existencia de relaciones diplomáticas difícilmente va a poder mantener su representación en el Estado «viejo», para quien
o consulares, toda vez que —si bien no es lo mismo reconocimiento y existencia de tal actitud será siempre considerada como una intromisión en asuntos internos y
relaciones diplomáticas— a efectos del Convenio, se identifica relaciones diplomá­ com o acto inamistoso, procediendo, en consecuencia, a la ruptura de relaciones.
ticas con existencia de misiones diplomáticas permanentes, y éstas sí implican el En el ámbito de las relaciones multilaterales, dado que —siguiendo la ya clásica
reconocimiento, más aún, generalmente son consecuencia inmediata c, incluso, la división de R. J. DutHJY- la comunidad actual es básicamente una comunidad rela­
razón del reconocimiento; por otra parte, tal es la valoración que se desprende de los cional y no de integración, es doctrina y practica común que la participación en unas
debates en la Asamblea General de las Naciones Unidas al discutirse el Proyecto de mismas conferencias diplomáticas, o el ser parte en un mismo acuerdo multilateral,
convenio, del que se suprimió, por considerarse ya innecesario, un segundo párrafo no significa ni exige el reconocimiento reciproco de todos los Estados o sus gobier­
del articulo citado en el que expresamente se establecía que el envío o recepción de nos (u otros sujetos) participantes, de allí que la práctica frecuente de hacer decía-
una misión especial no tendría por qué suponer el reconocimiento; también, expre-
46 CURSO DE DERECHO DIPLOMÁTICO V CONSULAR
LOS PRESUPUESTOS DE LAS RELACIONES DIPLOMÁTICAS Y CONSULARES 47

raciones excluyendo el reconocimiento de determinado o determ inados Estados


(u otros sujetos) panes en un mismo tratado, no tenga en principio más valor que generalidad del Estado que tienen las diplomáticas, pero desde luego tales partícula'
ad maiorem cauielam. En las organizaciones internacionales, la adm isión de un rídades no deberán servir de base para la defensa ¡n genere de la no necesidad de
reconocimiento para establecer relaciones consulares y que éstas no lleguen a signi­
Estado como miembro, o la sustitución de la representación de un Estado ya m iem ­
ficar el reconocimiento tácito de Estado o de gobierno; por ello, los Estados deberán
bro por otro gobierno, que la organización considera más representativo, tam poco
actuar muy precisa y prudentemente, cuando del establecimiento o mantenimiento de
trae como consecuencia, salvo que otra cosa se disponga, el reconocimiento de tales
relaciones consulares no deseen que se deduzca ningún tipo de reconocimiento,
Estados o gobiernos por cada uno de los demás miembros de la organización, y esto
máxime cuando pueden acudir, para evitar riesgos, al establecimiento de otras rela­
es asi, incluso para aquellos Estados miembros que hayan votado a favor del ingre­
ciones y órganos con estatuto y personal, de hecho, cuasi consulares. Tal cautela
so del Estado peticionario, a lo más. se puede considerar que hay un reconocim ien­
viene patrocinada por el TIJ, que en el dictamen, de 1971, sobre las Consecuencias
to parcial en cuanto a las relaciones mínimas que han de mantener entre sí en su cali­ jurídicas para los Estados de la presencia continua de África del Sur en Namibia
dad de miembros de la organización (como excepción cabe señalar la exigencia de (Sur-Oeste de África), no obstante la Resolución 276 (1970) del Consejo de
reconocimiento de los demás miembros, para el ingreso en la Sociedad de Naciones, Seguridad, se pronuncia en el sentido de que «conforme al deber de no reconoci­
sobre cuya base se denegó la petición de Colombia que rechazaba el reconocimien­ miento impuesto por los párrafos 2 y 5 de la resolución 276 Í1970), los Estados
to de Panamá que ya era Estado miembro). En conexión con estas relaciones m ulti­ miembros deben (...] además abstenerse de enviar agentes consulares a Namibia y
laterales hay que tener en cuenta, también, que, respecto al Estado anfitrión — y así llamar a aquellos que ya se encuentren allí. Ellos deben igualmente hacer ver a las
se recoge en el artículo 82 del Convenio de Viena de 1975 sobre la Representación autoridades sudafricanas que el mantenimiento de las relaciones diplomáticas o con­
de los Estados en sus relaciones con las organizaciones de carácter universal— , el sulares con África del Sur no significa que reconozcan por ello su autoridad sobre
hecho de estar instaladas en su territorio las misiones diplomáticas de los m iembros Namibia». Este pasaje, aunque, en general, es considerado por la doctrina solamen­
u observadores de una organización internacional, o las delegaciones en uno de sus te en relación a obligaciones derivadas de la Carta de las Naciones Unidas, muestra,
órganos o en una conferencia diplomática, no implica el reconocimiento del Estado sin embargo, una preocupación y duda sobre el alcance que en la práctica de los
o gobierno del Estado anfitrión por el Estado que envía, ni, viceversa, del Estado o Estados puede darse al establecimiento o mantenimiento de relaciones consulares,
gobierno que envía por el Estado anfitrión; del mismo modo, el no reconocimiento incluso sobre la base del derecho internacional general, como se refleja en la segun­
o la inexistencia de relaciones diplomáticas o consulares o la posterior ruptura de da parte del párrafo transcrito, no debiéndose, por tanto, descartar radicalmente que
ellas entre ambos Estados, no afectará a los derechos y obligaciones de cada uno esa preocupación y duda, no sólo por las obligaciones derivadas de la Carta, movie­
de ellos en Jo que se refiere a esas representaciones ante las organizaciones o en se al Tribunal a hacer tal manifestación.
órganos y conferencias. Los principales problemas sobre si el establecimiento o mantenimiento de relacio­
nes consulares implica o no el reconocimiento de Estado o de gobierno de quienes
b) En cuanto a las relaciones consulares, los problemas que se plantean respecto entran en relación, giran en tomo a la petición y concesión del exequátur, que, aun­
al reconocimiento no reciben una respuesta uniforme por la doctrina, y la práctica que se trate de una autorización in tuitupersonae, no es de importancia menor, como
presenta, en grado elevado, disparidad de soluciones. Sin embargo, se puede seguir manifiesta VERHOEVEN, porque la figura del cónsul encama muy particularmente la
admitiendo que. en principio, el establecimiento de relaciones consulares presume y, propia institución consular y. además, porque significa no una simple aceptación de
por tanto, necesita, el reconocimiento de Estado y de gobierno, toda vez que, enten­ esa persona, sino la autorización, por el Estado de residencia, para que ella y el con­
didas de modo estricto, son relaciones oficiales y formales entre sujetos de derecho sulado que encama puedan ejercer oficialmente sus funciones, de modo que sin exe­
internacional regidas por el derecho internacional, llevadas a cabo a través de órga­ quátur —bien porque no se conceda o porque no se haya pedido— no se tratará
nos y agentes públicos establecidos en el territorio de un Estado en el que, previa estrictamente de un cónsul, sino tan sólo de una persona enviada para realizar de
autorización, han de ejercer sus funciones sobre la base de un acuerdo recíproco. En facto funciones de carácter consular, cuando así se le tolere y en la medida que le sea
posible. Por ello, hay que considerar que la concesión del exequátur ni representante
efecto, así consideradas, los numerosos casos que sirven de apoyo a quienes mantie­
consular de un Estado o gobierno no reconocido implica el reconocimiento de ese
nen la no necesidad del reconocimiento para establecer relaciones consulares — y
Estado o gobierno, y, al menos teóricamente, aunque la práctica no sea uniforme, la
que. en consecuencia, el establecerlas no implicaría el reconocimiento— son real­
petición del exequátur presentada a un Estado no reconocido o no reconocido su
mente casos de relaciones consulares aparentes, como en definitiva el propio V e r -
gobierno, supondrá el reconocimiento de tal Estado o gobierno; es decir, los efectos
HOEVEN, defensor de la no necesidad de reconocimiento, parece admitir, ya que se
jurídicos de la concesión del exequátur, en cuanto al reconocimiento, no pueden que­
concretan en situaciones fácticas toleradas, no acordadas formalmente, bien sin pro­
dar invalidados por una declaración en el sentido de que lal concesión no implica
visión de cartas patentes, bien sin petición del exequátur o sin concesión del mismo.
reconocimiento, lo que, en palabras de ZOUREK, contrariamente a lo que piensa VER-
Sin embargo, no quiere esto decir que no haya excepciones y que se dé mayor núme­
HOEVEN, «sería una verdadera imposibilidad jurídica»; en cambio, en el caso de peti­
ro de situaciones particulares en las relaciones consulares que en las relaciones diplo­
ción del exequátur, parece que puede permitirse la validez de una decoración exclu­
máticas, lo cual, además, se comprende teniendo en cuenta el denominado carácter yendo el efecto del reconocimiento.
«técnico» de las relaciones consulares frente al «político» de representatividad de la
48 C U RSO DE D E R E O JO DIPLOM ÁTICO Y CONSULAR
LOS PRESUPUESTOS DE LAS RELACIONES DIPLOMATICAS Y CONSULARES 49

Las diversas situaciones que pueden producirse entre relaciones consulares y reco­ situaciones jurídicas diferentes que. aunque generalmente se presentan entrelazadas,
nocim iento. y su solución concreta, cabria sintetizarlas, siguiendo el análisis casuís­ no se pueden confundir ni se deriva obligatoriedad alguna de la segunda respecto de
tico de EL G a n ZORY. del siguiente modo: la primera, por lo que, en principio se necesitarán dos acuerdos específicos: ocurre,
por tanto, lo mismo que entre el reconocimiento y el establecimiento de relaciones
a ) Establecimiento o restablecimiento de relaciones consulares. En el caso de ser diplomáticas o consulares, entendidas estas últimas en un sentido estricto; es decir, si
el Estado receptor el no reconocido, la práctica no es unánime, puede im plicar o no bien nada impide un reconocimiento sin establecimiento de relaciones diplomáticas
reconocim iento y habrá que estar a la intención de las partes: pero puede decirse, en o consulares, ni que este establecimiento no sea seguido del envío de los correspon­
principio, que la petición del exequátur implica el reconocimiento, lo que no ocurri­ dientes órganos permanentes, sin embargo, asi como, en general, se procede a reco­
rá si no hay tal petición, aunque mejor será hacer una manifestación de no reconoci­ nocer cuando se pretende establecer tales relaciones, éstas, también en general, cuan­
m iento. para evitar que el establecimiento de relaciones pueda considerarse com o un do se establecen es para enviar los órganos diplomáticos y consulares oportunos.
reconocim iento implícito; en definitiva, habrá que analizar cada caso. En el caso de Ahora bien, si las relaciones diplomáticas pueden mantenerse a través de misiones
ser el Estado envíame el no reconocido, habrá también que analizar caso a caso, pero, no-pcrmancntes. aunque la vida internacional actual hace que el establecimiento reci­
en principio, puede mantenerse que la concesión del exequátur implicará el recono­ proco de una misión permanente sea —como observa la CDI en el comentario al
cimiento. lo que no se producirá por la sola aceptación de las cartas patentes. articulo 2 del Provecto definitivo de artículos sobre relaciones diplomáticas— «la
b ) Continuación de relaciones consulares. En el caso de ser el Estado receptor el forma m ás perfecta de mantener relaciones diplomáticas entre dos Estados (...]►». en
no reconocido, la permanencia de los cónsules en ese Estado depende del consenti­ cambio. las relaciones consulares no es posible que se lleven a cabo, más que por
miento de la nueva autoridad, pero ello sin desconocer, como advierte L e e . que el m edio de órganos permanentes, es decir, a través del establecimiento de oficinas con­
mantenimiento continuado de funcionarios consulares en un pais bajo control de un sulares o con la creación de una sección consular en la misión diplomática del Estado
gobierno no reconocido es. a la larga, fundamentalmente, incompatible con el pro­ acreditante — posibilitada por el artículo 3.2 del Convenio de Viena de l% l al atri­
pósito del Estado em jante de no reconocer. En el caso de ser el Estado envíame el no buir a la misión el ejercicio de funciones consulares— que, aunque en ningún caso
reconocido, el Estado de residencia deberá aclarar, para que asi se considere, que la es una oficina consular, presupone o significará la existencia de relaciones consula­
continuación de las relaciones consulares no significa reconocimiento. res; en definitiva, cabe decir que con el establecimiento de órganos permanentes las
c) También cabria plantear la existencia o no de reconocimiento implícito sobre relaciones diplomáticas y consulares se hacen perfectas y efectivas. Por otra parte,
b base del ejercicio de algunas funciones consulares o de concretas manifestaciones hay que señalar que el consentimiento mutuo para el establecimiento de tales órga­
de las mismas, como la legalización de firm as de determinadas autoridades del nos permanentes no tiene por qué implicar necesariamente una reciprocidad simétri­
Estado o gobierno no reconocido, entre las que cabe destacar las de los titulares de ca o material, si no es asi específicamente acordado, de ahi que quepa el intercambio
los órganos centrales de las relaciones exteriores. de misiones diplomáticas y oficinas consulares de distinta carcgoria o clase, o que no
sean por una de las panes órganos residentes en el sujeto receptor, o que uno de ellos
se haga representar por otro sujeto a través de la misión o una oficina consular de éste
D. El a c u e r d o r e c ip r o c o en el receptor, incluso cabe que ni siquiera haya en absoluto reciprocidad, es decir,
que sólo una de las partes establezca, cualquiera que sea su carácter, esos órganos de
Con claras conexiones con determinados aspectos del rcconocim icntorie necesi­ relación en la otra. Todo ello no impide, sin embargo, que en las relaciones consula­
ta. en fin. un acuerdo reciproco, com o último presupuesto jurídico, para’establecer res los Estados puedan exigir el cumplimiento del llamado «principio de equivalen­
relaciones diplomáticas o consulares. Lógicamente la celebración de tal acuerdo cia consular», que supone una estricta pandad en el número de oficinas consulares
supone que los sujetos que lo concluyen gozan de capacidad para asum ir derechos que cada uno de ellos puede establecer en el otro.
y obligaciones juridico-intem acionales, es decir, que gozan del llamado iu\ contra - El consentimiento mutuo para el establecimiento de relaciones diplomáticas o con­
hendí sulares puede manife>tarse en un acuerdo adhoc. o bien en otros instrumentos de más
necesidad de acuerdo viene dada por la no obligatoriedad del establecimiento amplio alcance, como acuerdos de relaciones generales, de paz y amistad de recono­
de relaciones diplomáticas y consulares, o si se prefiere, esta necesidad de acuerdo, cimiento. de comercio y navegación, etc., pero también se presumirá prestado tácita­
aunque hayan dado casos de imposición, significa la no obligatoriedad de cstable- mente en un acuerdo de establecimiento de misiones diplomáticas u oficinas consula­
c om ento de tales relaciones res. Del mismo it h k ío . el consentimiento para establecer estos órganos puede ser ad
Los artículos 2 de los Convenio* de Vicna de 1961 y 1963, disponen que el hoc o estar incluido en disposiciones más o menos pormenorizadas en los acuerdos
Establecimiento de las relacione», diplomáticas y consulares, que respectivamente sobre establecimiento de las relaciones diplomáticas o consulares, o en acuerdos más
regulan, ha ile hacerse por «consentimiento mutuo»; asimismo, vilo por acuerdo pue­ amplios, como los que se acaban de indicar, pero también puede resultar tácitamente
prestado por el comportamiento del Estado em iante y el del receptor, como puede ser
den enviarse misiones diplomáticas permanentes (art 2 Convenio de 1961) u ofici­
a través de la comunicación por un Estado de su intención de enviar los órganos pro­
nas consulares fart. 4.1 Convenio de 1963) (Jucd* así de manifiesto la distinción e n ­
pios para unas u otras relaciones y la aceptación por parte del receptor.
tre el establecimiento de relaciones y el envío de los órganos pertinentes; son dos
50 c u r s o n r. d e r e c h o d ip l o m á t ic o y c o n s u l a r

Específicam ente, respecto a las relaciones consulares, éstas se p resum en e sta b le ­


cidas. salvo indicación en contrario, por el consentim iento para estab lecer rela cio n e s
diplom áticas, conform e con lo dispuesto en el artícu lo 2.2 del C onvenio d e V iena d e
1963; no se trata, en opinión de M a r i s c a , de una presunción inris ct tic ¡urc ni inris
Umtum sino de una presunción «sim ple», puesto q ue esa «indicación» no sig n ific a II. EL OBJETO DE REGULACIÓN DEL DERECHO
prueba en contrario basta con que, al establecer las relaciones d iplom áticas, se m a n i­ DIPLOMA TICO Y CONSULAR
fieste que no se entienden im plícitas las consulares. La presunción supone, p ara la
CD1. que «si uno de los Estados entre los q u e existen relaciones diplom áticas d ec id e
crear un consulado en el territorio del otro, no tiene necesidad de c o n c e rta r un a c u e r­ C A P ÍT U L O III
do sobre establecimiento de relaciones consulares com o se prescribe en el p árrafo 1
del articulo 2, sino únicam ente un acuerdo relativo al establecim iento del con su lad o , LA DIPLOMACIA (I)
com o se prescribe en el artículo 4 esta aclaración, sin em bargo, no p arece m uy
convincente, toda vez que si ha d e existir un acuerdo sobre la instalación d e la o fic i­
na consular éste implicará ya el establecim iento d e relaciones consulares. S e ha I. O R IG E N Y E V O L U C IÓ N D E L A D IP L O M A C IA
explicado la razón de ser de tal disposición en la tendencia actual d e crear, en las
capitales de los Estados, una sección consular en la m isión diplom ática, en lu g ar d e A. La d ipl o m a c ia e n l a An t ig ü e d a d y en l a Ed a d Me d ia
un consulado y por la practica de otros países d e extender la actividad d iplom ática a
funciones consulares y a encom endar a los cónsules funciones típicam ente d ip lo m á­ S alv o c a so s excepcionales,T ja~ diplom acia h a sta el R e n a c im ie n to se p re s e n ta d e
ticas. fo rm a o c a sio n a l, tem p o ral y p ara asu n to s c o n c re to s, b ie n p a ra re n d ir h o m e n a je o p o r
Por otra parte, en cam bio, el articulo 2.3 del m ism o C onvenio d e 1963 establece co rte sía , b ie n p a ra re so lv e r un p ro b lem a d e te rm in a d o o p a ra d a r so lu c ió n a u n a s u n ­
que la ruptura de relaciones diplom áticas no entrañará ipso f a d o la ruptura d e rela­ to d e in te rés c o m ú n o p a ra n e g o c ia r la p a z , es decir, la d ip lo m a c ia e s , e n e s te p e rio ­
ciones consulares, norma que corresponde a la opinión generalm ente aceptada y c o n ­ d o d e la H isto ria , cul hoc. ¡
firmada en la práctica por su utilidad para los Estados; por consiguiente, en ca so de E s c o m ú n a d m itir qüc~la d ip lo m ac ia es, c o m o o b se rv a R e d s l o b , « ta n a n tig u a
ruptura de relaciones diplom áticas, si no hay declaración entendiendo rotas las c o n ­ c o m o lo s p u eb lo s m ism o s» , así se rec o n o ce so le m n e m e n te e n el p re á m b u lo d e l
sulares, éstas se mantendrán lo que. aparte de la opinión generalizada y la p ráctica de C o n v e n io d e V iena d e 1961 so b re R e la c io n e s d ip lo m á tic a s, cu y o p á rra fo p rim e ro ,
los Estados, puede explicarse, com o indica M a r t í n e z M o r c i l l o , porque para la d ec la ra : « T en ien d o p rese n te q u e d esd e a n tig u o s tie m p o s lo s p u eb lo s d e to d a s la s
ruptura no se necesita en derecho internacional el m utuo consentim iento «ya que son n a c io n e s h an re c o n o c id o el e sta tu to d e lo s fu n cio n a rio s d ip lo m á tic o s.» N ü MELIN
actos sustancialmente unilaterales en cuanto a la decisión que los origina» y p orque, c o n c re ta rá q u e la d ip lo m a c ia n ac e d e la n ec esid ad d e los p u eb lo s d e re la c io n a rse
cabe añadir, ningún Estado viene obligado a m antener, com o a establecer, tales rela­ p a c ífic a m e n te e n tre sí y n o sólo p ara p o n e r fin a u n a b atalla — d a d a s la s re la c io n e s
ciones. El carácter diferente de am bas clases de relaciones se refleja no sólo en que p rin c ip a lm e n te b élica s d e los p ueb lo s p rim itiv o s—- sin o ta m b ié n p ara re so lv e r « in te ­
las relaciones consulares pueden continuar tras la ruptura de las d iplom áticas, sin o en re se s re c íp ro c o s q u e p resu p o n e n un co n tacto y u n a co la b o ra c ió n e n tre los in d iv id u o s
y las so c ie d a d e s [...]» , c o m o son los a su n to s rela tiv o s al re p a rto d e a g u a s d e un
que también pueden establecerse entre Estados que no tienen relaciones diplom áticas
m an an tial o la alian z a d e d o s g ru p o s h u m a n o s frente a un te rc ero ; en c u a lq u ie r c a s o ,
y, desde luego, aunque no exista m isión diplom ática, com o se desprende de los
se ñ a la NlCOLSON, esas relacio n es ten ían lu g a r a trav é s d e e m isa rio s q u e a c tu a b a n
artículos 15.2 y 21 del Convenio de Viena de 1963, en cuyo caso las relaciones c o n ­
c o m o re p re se n ta n te s de la co lec tiv id a d para n e g o c ia r p a c ífic a m e n te los a s u n to s q u e
sulares son las únicas relaciones oficiales que m antienen con carácter perm anente los
le s afe c ta b a n , sie n d o c o n sid erad o s co m o p erso n a s sa g ra d as, lo q u e s ig n ific a b a u n
dos Estados interesados. Igualmente, el restablecim iento de relaciones diplom áticas
trato esp ecial co n siste n te en c ie rto s p riv ile g io s e in m u n id ad e s, ta le s c o m o la in v io la ­
después de una grave crisis de las relaciones generales no im plica autom áticam ente
b ilid ad , lo q u e su p o n ía una g ran concesió n, to d a vez q u e e n la s so c ie d a d e s p rim itiv a s
el restablecimiento de las relaciones consulares si éstas tam bién hubiesen q u ed ad o
los e x tra n jero s era n ten id o s p o r p elig ro so s e im puros.
rotas y. claro está, no se presuman, de nuevo, establecidas.
La A n tig ü e d ad h istó ric a o fre ce ya una g ra n riq u eza d e e je m p lo s, d e s d e el o rie n te
a siá tic o h asta los p u eb lo s m e d iterrán eo s, q u e m u e stran eT e je rc ic io y el v a lo r d e la
d ip lo m ac ia; e n to d o caso , cu alq u iera q u e sea el c o m e tid o d e lo s e n v ia d o s, s e e n tie n ­
de q u e son rep rese n tan tes d e su s p u eb lo s e n cuyo n o m b re a c tú a n y p o r e llo d e b e n s e r
tratad o s c o n p articu la r d efe ren cia, c a stig án d o se co n g rav e s p e n a s los a te n ta d o s a su s
p erso n as. E n A sia orien tal y m erid io n al y a d esd e e l II m ile n io a. C . su rg e n in te rc a m -

[511
52 CURSO DI: DERECHO DI PLOMÁTICO Y CONSULAR
I.A DIPLOMACIA (I) 53

bios diplomáticos entre China, Coren, Japón, Tlbct, la India, los países del Sudeste y
constantemente los asuntos diplomáticos figuraban en las agendas de los consejos y
el archipiélago malayo en el siglo lll a. ( \ los embajadores chinos estaban obligados
asambleas, que no solamente tomaban las decisiones políticas, sino que también
a presentar por escrito informes minuciosos sobre el cumplimiento de su misión y en
nombraban n las personas que liabian de «lar curso a las decisiones tomadas.
el siglo l a. C. China recibía embajadores de los partos y trató de enviarlos al Imperio
La asamblea pública era normalmente la institución soberana del estado y la res­
Romano. En la India el Artha-saslm de Cautilya —siglo lll a. C.— en los diez ponsable de la política exterior y de la diplomad», los nombramientos de los envia­
libros dedicados a la política exterior, confiere un papel esencial a la diplomacia dos y las resoluciones sobre diplomacia solían ser previamente acordadas por un
para conseguir un equilibrio pacifico entre los reyes, cuyo complemento natural es comité de cinco consejeros a modo de resolución preliminar; tinte la asamblea, dada
el espionaje interior y exterior y el Código de Manó, elaborado probablemente en su condición de institución soberana y por sus funciones, actuaban los enviados
el siglo i a. C. pero con materiales antiguos, dedica buena parte a la diplomacia y extranjeros y daban cuenta de su misión los enviados propios.
a los diplomáticos, basando el arte de la diplomacia en la capacidad de impedir la Los griegos utilizaban diversas palabras para denominar a quienes eran despacha­
guerra y consolidar la paz. dos con misiones diplomáticas; así, los heraldos ikcryhcs). los enviados (ftrvxMs) y
Un el mundo mediterráneo tiene una especial importancia Egipto, que en tiempos los mensajeros Uitwloi), si bien la principal diferencia se daba entre los heraldos
de la vi dinastía (siglo XXV n. C.) llegó a enlabiar negociaciones con las tribus del país y los otros dos; los primeros estaban iucardmndos en la más vieja tradición social y
de l\m t, y en el II milenio apareció en la corle egipcia una categoría especial de ser­ religiosa, constituían una profesión que les daba un utalus especifico y honorable en
vidores que eran enviados como mensajeros a los pueblos asiáticos (asirios, Imitas), n sociedad, tenían variedad de larcas y gozaban de cierta forma de inmunidad diplo­
los que se refieren las Instrucciones de Alitar y el Reíalo del egipcio Simdtct; se enun­ mática que no disfrutaban automáticamente los enviados en general; en cambio, el
cia la práctica de las negociaciones diplomáticas previas a las acciones de guerra, y término (inf'e/oi de más amplio significado, podía utilizarse partí denominar a los que
entre Egipto y otros países de Oriente llegó a establecerse un intercambio sistemático realizaban funciones de />/vsheis, pero ninguna de las tres denominaciones estaba ori­
de embajadas. De este ti milenio a. (.', son dos de los más importantes documentos de ginalmente, ni principalmente, conectada a la diplomacia, eran, por tanto, en palabras
la diplomacia del Antiguo Oriente: la correspondencia tic Tcíl-el'Amtn-mi constituida de ADCCK'K, timaletirs.
por cartas de los principes de Siria y Palestina al faraón de Egipto, y el famoso tratado Los enviados, cuando visitaban un oslado, normalmente tenían libertad para reali­
entre el faraón Ramsés II y el rey hítiln íhiltusil llt, de 12b*) a. ( ’. según consta en zar contactos informales como complemento ti su actuación en los consejos y asam­
el Museo del Antiguo Oriente, en Estambul, si bien la lecha sea discutida, y J. Pirenne bleas políticas y eran elegidos según que el contenido de la misión fuese informar,
lo dala en 1278 a. C.- , elaborado iras largas o importantes negociaciones después de proponer, negociar, etc.; el tamaño de las misiones variaba considerablemente lio sólo
la batalla de Qadesh (12% a, C\). que tiene un amplio contenido y es. además, el más de estado a oslado, sino también de tiempo en tiempo, en cada estarlo y en función
antiguo tratado que se conserva, aunque el más antiguo del que se tiene noticia sea el del cometido recibían sus instrucciones bien oralmente o por escrito y se les proveía
tratado de paz entre Eannalo de la ciudad-estado incsopotámica tic l.agash y los repre­ de documentos de acreditación.
sentantes de la también ciudad-estado mesopotámica de l/turna, celebrado en torno al Por último, en la medida en que puedan considerarse como formas cercanas a la
año 3100 a. ( moderna diplomacia parlamentaria, cabe referirse a las discusiones sobre asuntos
Pero, con tod<u en la Antigüedad son los griegos los que dan por primen» vez a las comunes que tenían lugar en las asambleas de bis ligas nnfictiónicas,
relaciones diplomáticas una cierta estabilidad ríe forma, por su utilización frecuente, _ . Roma, dada mi condición hegcmónicu, no valora la diplomacia en el mismo grado
aun cuando no llegasen a existir misiones permanentes; sin embargo, la diplomacia que los griegos, prefiriendo la guerra para la solución de los conflictos, pero acepta,
griega se produce en un ámbito modesto al desarrollarse principalmente en las rela­ en general, el sistema de la diplomacia griega. 1.a diplomacia es ejercida en Roma en
ciones entre los pequeños estados o grupos de estados del mundo heleno y con sus los tiempos más antiguos por el colegio sacerdotal de los fettales. a cuyo cargo esta­
vecinos inmediatos, y ello a pesar de que las consideraciones étnicas o el panltelc- ba la custodia de los acuerdos internacionales y la ceremonia de declaración de la
nisnio. como comúnmente se lia mantenido, no fueron ni el principal factor, ni sig­ guerra y la conclusión de la paz, cometido que siguieron manteniendo hasta el últi­
nifica más que una pequeña parte en la diplomacia griega. mo período del Imperio Koniano en que la diplomacia es ejercida casi exclusiva­
En algunos aspectos la diplomacia aparece como una reacción negativa y defensi­ mente por los prelados de la Iglesia, l o la República, al pasarse al Senado, por la ía ’.x
va. más que como una actividad positivamente constructiva y altruista; la acción (albinia, la dirección de los asuntos exteriores, éste es el encargado de enviar y reci­
diplomática va poi delante de la guerra, es decir, antes de acudir a la guerra se adop­ bir las misiones diplomáticas junto a los Irtiates, aparecen entonces los oiuto/vx y los
tan posiciones diplomáticas, tienen lugar peticiones y ofrecimientos y se promueve tegati (si bien este término no es exclusivo de enviados diplomáticos), nombrados por
el arbitraje; solo ante el fracaso se acudirá al ejército, pero, entonces, como una nece­ el Senado, riel que reciben la acreditación y las instrucciones y al que lian de dar
sidad y con el sentimiento de una posición moralmcntc justa; las consideraciones cuenta de su misión; entre estas tíos clases no existe jerarquía y las misiones nunca
ideológicas fueron claras en los fines y práctica de la diplomada griega, pero funda­ son unipersonales, alcanzando hasta el número de diez, siendo, en todo caso, uno de
mental mente como pretexto y material para la propaganda-7 sus miembros quien presidia la misión (¡iriitee/is te^aiíonls).
La acción diplomática se realiza en la Grecia clásica por comunicación directa La caida del imperio Romano de Occidente en poder de los «pueblos bárbaros»* no
oral, tanto en tiempos de guerra como de paz. cuando la ocasión asi lo requería, y va a significar una ruptura o desaparición del ejercicio de la diplomacia, sino que, ai
54 C U R S O I)F. D E R E C H O D IP L O M Á T IC O Y C O N S U L A R

LA DIPLOMACIA (í) 55
contrario, los reyes bárbaros asimilan las formas y usos diplomáticos del Imperio
Romano; la diplomacia llega a ser instrumento común decesos reinos en las relacio­ pias de los enviados de la Sania Sede— con específico significado y rango: los lega­
nes entre sí y en las relaciones con el Imperio Bizantino,'y sus enviados reciben el dos para las más elevadas funciones, principalmente eclesiásticas, como represen­
nombre de nuntíi, tnisxi o legati’, más aún, se debe a Casiodoro, bajo el reinado de tantes personales del Papa (particularmente los legati a laten.') y los nuncios, de
Teodorico. la publicación, en el siglo Vi, de las Variae en las que se recogen los usos rango inferior con menores poderes y encargados de asuntos temporales y de menor
y prácticas de Ja diplomacia romana y criterios para la elección de los enviados; tam­ importancia y más bien — hasta donde la distinción era posible— como representan­
bién en el mismo siglo VI, es de interés para esta materia, la colección de cartas del tes de la Santa Sede.
Papa San Gregorio Magno. En los reinos y demás entidades políticas que se van formando en Europa, también
A lo largo de la Edad Media, en un continuo proceso de enriquecimiento y per­ se conocen y utilizan las misiones diplomáticas, siempre con carácter temporal, pero
feccionamiento de la diplomacia que desembocará, jumo a otros factores determ i­ sin la organización ni el desarrollo institucional del Imperio o del Papado. Los envia­
nantes, en la diplomacia permanente, destacan la aportación de Bizancio, del dos son llamados legados y también, con un sentido genérico, nuncios, utilizándose,
Papado y, al final de la Edad Media, de Venccia y de los demás estados del norte de a partir del siglo XII, los términos embajador y orador, con significado de enviado
Italia. Por otra parte, entre los monarcas y príncipes germánicos va a aparecer, ya diplomático, que se impondrán al final de la Edad Media como las denominaciones
usuales de los representantes de los poderes civiles, equivalentes a las de legado y
desde la segunda mitad del siglo VJ y claramente a partir del siglo Xí, la práctica de
nuncio, más propias de la Santa Sede.
negociar personalmente o en su presencia, naciendo así la que boy se llama diplo­
Interesa aquí hacer una particular referencia a la figura de los procuradores, pm-
macia directa, aunque con precedentes en el siglo XIIJ a. C. en las relaciones entre
curatores, enviados principalmente ante la curia romana durante los siglos XIII y XIV
egipcios e hititas.
y en donde fundamentalmente se configura la institución; el procurador es un pleni­
Bizancio, como los griegos, sigue recurriendo más a la diplomacia que a la guerra
potenciario, un representante jurídico, generalmente para asuntos personales del
para mantener su situación preeminente y equilibrio con los vecinos poderosos, y en
representado, pero no un representante diplomático en sentido estricto, por eso no es
los siglos VIH y IX, como consecuencia de la formación del Imperio Romano-Ger­ asimilable a los nuncios, entendidos genéricamente como enviados (embajadores,
mánico, despacha como enviados al Papa y a los nuevos emperadores francos, per­ oradores, legados o nuncios en sentido estricto), éstos y los procuradores son dos ofi­
sonas de distinto rango de su corte; las misiones están compuestas por dos o tres cios distintos, utilizados para diferentes fines que pueden o no coincidir en las mis­
miembros pertenecientes a distintos estamentos, pero no existe una verdadera espe- mas personas. El procurador actuaba y hablaba por si en nombre de su principal,
cialización de funciones diplomáticas, aunque a veces en razón de su experiencia se negociaba y concluía sin referencia al principal, pero carecía de carácter representa­
envié a la misma persona en misiones del mismo orden. En el siglo X de los tres tivo simbólico; por el contrario, los nuncios hablaban por boca de quien les enviaba
manuales compuestos por el emperador Constantino Vil Porfirogéncta, De themati- y le representaban simbólicamente en las ceremonias, pero no tenían poderes para
hus, De cctvmoniis y De administrando imperio, los dos últimos se ocupan, entre negociar. Los simples procuradores por importantes que fuesen estaban siempre por
otras, de materias relativas a la diplomacia, y en el siglo XIV, también se ocupará de debajo de los nuncios (enviados) y en algunas ocasiones no se Ies reconocía status
ella, el tratado político del Pseudo-Kodinos. Aun cuando en Bizancio no existía la diplomático alguno.
misión diplomática permanente, la representación diplomática se hallaba sumamen­ Estos dos cometidos podían ser encomendados a una misma persona, cuando así
te desarrollada; al embajador se le proveía de un documento imperial acreditativo se consideraba oportuno por el asunto a tratar, nombrándosele entonces a ésta nun­
(ptvkuratorikon) y, muchas veces, de instrucciones secretas con las exigencias máxi­ cio y procurador, lo que, con la aparición de la diplomacia permanente se fue hacien­
mas y mínimas dentro de las que se le concedían al embajador plenos poderes para do más frecuente, bajo las denominaciones de embajador y plenipotenciario, pero
negociar; entre estos documentoscscritos, cuyo uso se va haciendo cada vez más fre­ todavía entendidas como dos funciones distintas y que cada una había de ser otorga­
cuente en Occidente, sobre lodo a partir del siglo XII, se llegan a distinguir clara­ da expresamente para que su titular pudiese actuar en la doble calidad. Establecida
mente las cartas credenciales y los plenos poderes. en firme la diplomacia permanente, la condición de embajador, orador o nuncio
El Papa utilizará enviados para tratar en el exterior asuntos eclesiásticos o políti­ implica la doble función de representación simbólica y capacidad para negociar, lo
cos. Desde León ! en el siglo vi, con la caída del Imperio Romano, hasta la primera que no obsta para que aún en la actualidad, las denominaciones de embajador y ple­
mitad del VIH, los Papas mantienen permanentemente un enviado ante el Emperador nipotenciario, se utilicen conjuntamente, aunque sea como fórmula de estilo en las
bizantino, llamado apocrisiario, aunque el carácter diplomático del mismo sea dis­ cartas credenciales.
cutible, loda vez que su razón de ser era la de asegurar la presencia papal, en cuanto
autoridad espiritual, junto al Emperador, como también hacían los patriarcas de
Alejandría. Antioquía y Jerusalén — hasta su caída en poder del Islam— y en reco­ B. L a DIPLOMACIA EN LAS EDADES MODERNA Y CONTEMPORANEA
nocimiento de su condición de máxima autoridad temporal de la Cristiandad y pro­
tector de la Iglesia. Por otra parte, el Papa enviaba también representantes ad hoc ante | j i l desarrollo de la diplomacia a lo largo de la Edad Media va a desembocar en la
el Emperador, los reyes y los Concilios, con las denominaciones, fundamentalmente, que se denominará diplomacia permanente, que se presenta como la más idónea para
de legados y nuncios —que al final de la Edad Media llegan a acuñarse como pro- atender adecuadamente n las necesidades que impone una nueva configuración de la
56 C U R S O D O D E R E C H O D IP L O M Á T IC O Y C O N S U L A R LA DIPLOMACIA (I) 57

sociedad internacional y que significará un cambio de la mayor importancia en la acudir a la diplomacia permanente y desarrollarla, de modo que la institución puede
evolución histórica de la diplomacia? considerarse italiana, se debe a que estos estados estimaron necesario mantener entre
A partir del ultimo tercio del sigío x iv, aunque probablemente antes, y de un modo ellos una relación continua para mejor hacer frente al poder y expansión, a su costa,
generalizado en la primera mitad del siglo XV, los estados y ciudades-estado del norte de los nuevos grandes Estados modernos o a que, como observa Ma t t in g l y , «sean
de Italia, recurren en sus relaciones recíprocas a la práctica de enviar representantes cuales fueren las indicaciones, analogías y antecedentes que ofrecía la experiencia,
permanentes (embajadores continuos, omtorvs residentes), para defender mejor sus su plasmación fue. básicamente, el arbitrio ideado como solución práctica para un
específicos intereses; desde entonces y ya sin interrupción se producirá su extensión problema concreto y urgente. Italia dio. la primera, con el sistema de organización de
paulatinamente al resto de Italia y de Europa. Esta diplom ada permanente no se las relaciones entre los Estados que Europa entera adoptó después, porque Italia, al
puede confundir con aquellas misiones temporales que, por razón de su objeto y por acercarse a su término la Edad Media, estaba transformándose ya en lo que andando
la complejidad creciente de las relaciones internacionales, se prolongan durante largo el tiempo habia de llegar a ser la Europa toda». En definitiva, la diplomacia perma­
tiempo, como era. también, frecuente en el mismo siglo XV, y ello porque las misio­ nente puede considerarse como un elemento más de la cultura renacentista o, cuan­
nes permanentes se envían, a diferencia de la diplomacia ad hoc\ para mantener rela­ do menos, una consecuencia inevitable de la misma; más concretamente Wf.CK.MANN
ciones continuas y abarcar, en principio, toda clase de asuntos existentes o que pue­ dirá que ¡«Ja nueva diplomacia era una consecuencia natural de los nuevos aspectos
dan surgir entre los entes que acuden a ella, y de ahí la necesidad de la permanencia. de la política, la cual, a su vez, estuvo determinada por la nueva concepción del
Pero no se trata, sin embargo, de una forma de diplomacia que irrumpe ex novo, Estado»!
bruscamente, sino que se va perfilando sobre una situación fáctica que se revela útil Aunque esta diplomacia nada difiere, en sus notas esenciales, de épocas anterio­
y. además, no carece de precedentes. En efecto, un rasgo común de las embajadas res, en cuanto que sigue siendo el medio oficial formal de relacionarse dos colecti­
permanentes es que su establecimiento llega a partir de la existencia de represen­ vidades o entes políticos autónomos o, ahora, soberanos, sin embargo la diplomacia
permanente va a aportar, por la misma razón de su existencia, importantes elementos
tantes residentes no oficiales o semt-oficialcs. pero reconocidos, por aquellos ante
para el desarrollo de la diplomacia en general. Entre éstos cabe destacar la profesio-
quienes tenían que actuar, como auténticos agentes de sus enviantes con capacidad
nalización de los representantes diplomáticos, debido a que la permanencia conti­
para asegurar la comunicación constante entre enviante y receptor y la gestión de
nuada en sus puestos en el exterior impone la sola dedicación a tal actividad y con­
múltiples asuntos; asimismo proporcionaban al enviante información sobre la situa­
duce a que estas personas sean las únicas disponibles para sucesivos destinos diplo­
ción general en su lugar de residencia y las intenciones del gobernante, es decir,
máticos, lo que supondrá, si no la aparición de una carrera en el sentido administra­
tales representantes ejercían unas funciones generales que iban a ser las propias de
tivo — que no se establecerá, en su caso, hasta el momento de la burocratización del
las misiones permanentes; estos agentes se transforman, en buen número de casos,
Estado— , si la formación de una clase de personas particularmente cualificadas,
en los primeros diplomáticos permanentes al conferírseles nombramiento de repre­
como profesionales, para el desempeño de misiones permanentes; en segundo lugar,
sentantes oficiales, por eso. el comienzo de la diplomacia permanente surge de fació ,
esta profesionalización va a conducir al progresivo alejamiento de los eclesiásticos
ya que en los nombramientos no se concretan las características propias de la misma.
de la diplomacia, haciéndose ésta laica, dando lugar al carácter secular propio de la
Además, el envío de representantes diplomáticos con carácter permanente conoce
diplomacia moderna; en tercer lugar, por lo que respecta a las funciones, las misio­
precedentes, entre los que cabe destacar, principalmente, en consideración a su carác­
nes permanentes van a asumir una función de información general sobre el Estado de
ter oficial y a la generalidad de sus funciones, los sucesivos procuradores que a residencia, que se considera como una de las más importantes, básica para la elabo­
comienzos del siglo XIV representaron en París a los reyes de Inglaterra y. sobre todo, ración de la política exterior del Estado enviante, que llegará a convertirse en típica
aquellos procuradores permanentes ante la curia romana que ya en el siglo XIV, y cla­ de la diplomacia permanente y, en la actualidad, quiza en la más específica o pri­
ramente en la primera mitad del XV, llegan a asumir a la vez la condición de em ba­ mordial, siendo, incluso, la razón de ser del mantenimiento o establecimiento de rela­
jadores: unos y otros serian, asi. los predecesores más inmediatos y directos de la ciones permanentes; en fin, como consecuencia de la generalidad de sus funciones y
nueva diplomaciajpcrrnanente. del largo período de su estancia en el puesto, los embajadores permanentes estarán
Por otra parte, la aparición y desarrollo de la diplomacia permanente se produce provistos de amplios poderes discrecionales de modo que se encuentren, en princi­
en estrecha relación con el establecimiento y consolidación del Estado moderno, que pio, legitimados para actuar, en nombre del Estado que les acredita, en todos los
hacen necesaria la figura del embajador residente como medio, cabria decir horizon­ diversos asuntos que se presenten.
tal. para conseguir v asegurar su propia permanencia y estabilidad, pero también, y Aun cuando documentalmente parece corresponder a Milán el establecimiento de
por ende. la de la nuera sociedad internacional una vez abandonadas al final de la las primeras misiones diplomáticas permanentes en el sentido moderno, es a Venecia
Edad Media las ideas universales de! Imperio y del Papado, que eran las que daban a quien se debe la configuración y la más completa organización de la nueva forma
esa estabilidad y permanencia, de una forma vertical, a la sociedad medieval, y que de diplomacia, sobre cuyo modelo se producirá su desarrollo en etapas posteriores,
ahora se tratan de mantener bajo el prisma superiorem non reeogrwseen tes\ tal nece­ de ahi que Venecia sea considerada como «escuela y prueba de embajadores» y la
sidad de las embajadas permanentes es. ya en el siglo XIV, proclamada como urgen­ diplomacia permanente —y aun la moderna diplomacia, en general— como creación
te. por los más ardientes defensores del Estado nacional, como Philippe de MéziéreSj veneciana; ello porque Venecia, debido a la importancia de su comercio con Levante.
El hecho de que Italia o mejor los Estados del norte de Italia fuesen los primeros en
58 CURSO DE DERECHO DIPLOMÁTICO Y CONSULAR
LA DIPLOMACIA (I) 59
mantenía en la zona, desde siglos anteriores, diversas clases de agentes con carácter
permanente, principalmente con el Imperio Bizantino, como el bailío, el podcstá y clásica, cuyas técnicas y reglas se enraízan en la diplomacia permanente, que se
también los propios cónsules, lo que la convirtió en especial conocedora de la diplo­ impone ya claramente sobre la anterior diplomacia temporal, que, aunque sin desa­
macia bizantina, que asimiló c hizo propia, siendo así su gran heredera. parecer en ningún momento, pierde su importancia de primer orden para las relacio­
A partir de la paz de Lodi, en 1454, que pone fin a las guerras de la primera mitad nes bilaterales entre los Estados. Esta diplomacia clásica alcanzará su cénit y crista­
del siglo XV entre los Estados italianos, la diplomacia permanente es ya utilizada por lización en 1815, y mantendrá su preeminencia hasta la primera guerra mundial.
Las líneas generales de la evolución de la diplomacia, desde la aparición de la
todos los Estados de la península, al considerársela instrumento adecuado para m an­
diplomacia permanente, pueden concretarse, siguiendo a M a RESCA, de la siguiente
tener una necesaria política de equilibrio.
forma:
Aunque con precedentes en la primera mitad del siglo XV, esta diplomacia per­
Durante los dos primeros siglos, xvt y xvu, la institución diplomática no está cris­
manente —«la moda italiana», en palabras de Luis XI de Francia— se extiende
talizada en formas jurídicas definitivas, de tal manera que: a) El agente diplomático
fuera de la península itálica, ininterrumpida y progresivamente, desde 1460, sien­
es todavía objeto de una difusa desconfianza, considerándose que es enviado para lle­
do, al parecer, también, Milán la primera que la lleva allende los Alpes. Pero, ade­ var a cabo acciones de espionaje más que funciones de cooperación internacional; de
más, pronto van a acudir a ella Estados extra-italianos para las relaciones entre sí; ahí que, para justificar la recepción de una misión permanente, se acuda con fre­
corresponde a Fernando II de Aragón el haber iniciado, hacia 1480, y hacer un uso cuencia a la ficción de que su envío significa un homenaje continuo del Estado
más frecuente de la nueva diplomacia fuera del mundo italiano — sin duda por ser enviante al receptor, b) El fundamento jurídico de la inmunidad diplomática está en
el monarca europeo mejor conocedor de su utilidad, debido a la vinculación arago­ el carácter del agente diplomático como representante personal de su soberano, c) No
nesa con los reinos de Sicilia y Ñapóles—, de ahi que, tras el acceso al trono de existen aún reglas seguras sobre precedencia entre los diversos representantes extran­
Isabel I de Castilla y debido, también, al predominio español, fuese la monarquía jeros, produciéndose frecuentes incidentes, a veces de importancia para las relacio­
hispánica la que más desarrolló la diplomacia de esa época, dándole una impronta nes entre los Estados afectados, que se resuelven ad hoc. d) La misión diplomática
española. La utilización de esta diplomacia va aceptándose paulatinamente a lo no goza todavía de una organización estable, siendo los empleados personales del
largo del siglo xvi y después de la paz de Vervins, en 1598, que pone fin a las gue­ jefe de misión sus colaboradores, e) Tampoco existe una clara clasificación de las
rras de religión del Renacimiento, su adopción se extiende rápidamente, sobre todo categorías de agentes diplomáticos, distinguiéndose, solamente, entre embajadores
gracias al impulso dado por Francia, que ostenta ahora la supremacía europea y que están investidos de la más alta dignidad y representan a la persona del soberano;
hace que la diplomacia—entre cuyos objetivos se introduce la consecución del lla­ los «residentes», de rango menos elevado no dotados de carácter representativo; y los
mado «interés nacional»—, se desarrolle y configure según el molde y esquemas «agentes» en sentido estricto.
franceses que se imponen y mantendrán, desde luego, hasta 1815. A partir de los Por otra parte, la misión diplomática permanente implica consecuencias de parti­
Tratados de Westfalia, de 1648, la diplomacia permanente se hace general en cular importancia en la figura del agente diplomático, en el nuevo modo de ser de las
Europa y se manifiesta ya como un instrumento eficaz e imprescindible para las relaciones internacionales y en el desarrollo del derecho internacional. Así, el agen­
relaciones entre los Estados. te diplomático no es tan sólo el órgano para expresar la voluntad de su Estado y el
De nuevo la diplomacia permanente, como había ocurrido con su aparición en el negociador en las relaciones con otro Estado, sino que, también y sobre todo, es el
norte de Italia—coincidente con la formación de los Estados soberanos— , sirve, tras observador permanente del propio Estado en la vida interna e internacional del
la ruptura del mundo cristiano, para dar estabilidad y permanencia a la nueva socie­ Estado ante el cual está acreditado, función ésta que va a servir, en particular, para
dad internacional, ahora además heterogénea, al presentarse como el único medio, o facilitar el reciproco conocimiento de los Estados y, por ello, para posibilitar la solu­
el más adecuado, que hace posible, a falta del lazo religioso común, la comunicación ción pacífica de las controversias entre ellos y para la cooperación internacional. En
entre Estados católicos y protestantes que la nueva situación exige para su necesario segundo lugar, la necesidad de asegurar el eficaz funcionamiento de la misión diplo­
mantenimiento. De esta manera, las misiones permanentes ya no van a ser estableci­ mática permanente estimula la formación progresiva de un conjunto de instituciones
das, principalmente, por razones de alianzas o de inconfesada, pero conocida, vigi­ jurídicas, como son: el procedimiento para el nombramiento de los agentes; los tra­
lancia reciproca, sino que su envió y recepción «viene a constituir —como dice tos especiales a las personas y bienes de la misión; el ceremonial para el comienzo,
M a RESCA— un fenómeno inherente a la dignidad del Estado soberano», que se pro­ actuación y fin de las funciones de los miembros de la misión. En tercer lugar, en
ducirá por razones de diversa naturaleza, no sólo políticas, sino también económicas. torno a la figura del agente diplomático permanente se va a desarrollar abundante
Comienza así. verdaderamente, la moderna diplomacia, que se configura, como doctrina intemacionalista que servirá para sustentar la regulación de la institución
observa M a t t in g l y , por la adaptación de las instituciones diplomáticas italianas, diplomática en el derecho internacional, abandonándose su apoyo, insuficiente, sobre
tras una elaboración continua, a las necesidades del nuevo sistema europeo, más el derecho romano.
amplio y complicado, al que servirían hasta que éste fue desarticulado al producirse Sin solución de continuidad con los siglos anteriores, a lo largo del siglo xvm se
una nueva ampliación del espacio político. va a ir completando y fijando, tanto por la práctica, como por la doctrina, la forma
Desde Westfalia o quizá, incluso, desde Vervins, se puede fijar, por tanto, el de ser de la diplomacia clásica, emergiendo un derecho diplomático, que, como ya se
comienzo de la formación de la que se llamaría diplomacia tradicional o diplomacia ha señalado, alcanza su cristalización en el Congreso de Vicna de 1815, en el que
60 C U R S O D E D E R E C H O D IP L O M Á T IC O Y C O N S U L A R
L A D I P L O M A C IA ( I ) 61

se aprobara el Reglamento sobre los agentes diplomáticos, y que servirá de base y


punto de referencia para el desarrollo posterior de la diplomacia y del derecho diplo­ y 3.* clase, la de m inistro residente, que caería en desuso a finales del siglo XIX); de
mático. hasta la codificación de 1961. ellos sólo los prim eros tenían carácter representativo (art. 2); los diplom áticos en
Tras ese proceso evolutivo, la diplomacia presenta los siguientes rasgos: m isión extraordinaria no tienen en tal concepto mayor categoría (art. 3); el orden de
precedencia se determinará de conformidad con la fecha del aviso oficial de la lle­
a) Los diplomáticos son representantes de un Estado y no del soberano, aunque gada del agente diplomático, sin que afecte a la precedencia que le pueda correspon­
a los jefes de la misión se les siga denominando embajadores de Su M ajestad, y a que der al representante del Papa (art. 4); los lazos de parentesco o de alianzas de fami­
incluso en las monarquías absolutas el rey encam a cada vez m enos al Estado. lia entre las Cortes, asi como las alianzas políticas no darán más categoría a sus diplo­
m áticos (art. 6); en los instrumentos o tratados entre varías potencias, siempre que
b) Estos diplomáticos forman parte de la Administración del Estado y pertene­
acepten la alternancia, el sorteo entre los ministros decidirá el orden que ha de seguir­
cen a un mismo cuerpo social, con una educación similar, una m ism a experiencia
se en las firm as (art. 7); cada Estado establecerá un sistema uniform e para la recep­
profesional e incluso con objetivos comunes.
ción j i e los diplomáticos de cada clase (art. 5).
c) Las negociaciones se desarrollan de un m odo continuo entre los gobiernos a
^ E Í com ienzo de una nueva etapa en la evolución de la diplomacia puede fijarse en
través, casi exclusivamente, de los diplomáticos, en cuya función gozan de gran inde­
1919, term inada la Primera Guerra Mundial y con la creación de la Sociedad de
pendencia y actúan de manera reservada, confidencial o secreta; es una diplom acia Naciones. Influyen en esta evolución la importancia que adquiere la opinión pública;
de gabinete, alejada de las presiones de la opinión pública, al tener ésta, todavía, una el desarrollo del fenómeno organizativo internacional; el progreso científico, sobre
importancia restringida a la política interna; se llega asi a unos acuerdos negociados todo en lo que se refiere a la rapidez de las comunicaciones: la extensión de la nego­
coa la lentitud precisa para favorecer la maduración de las soluciones, y de aquí la ciación diplomática a muy diversos campos de las relaciones internacionales, que
moderación de los objemos. exigen particulares conocimientos técnicos, por lo que es necesario que participen en
dí Aun cuando en las negociaciones se busque el interés nacional, se tiene en la negociación expertos en la materia concreta que se trate; y la propia evolución del
cuenta el interés general representado tanto por el equilibrio político entre la oligar­ derecho internacional. Estos factores van a suponer no sólo un proceso de perfec­
quía de las grandes potencias europeas, como por el mantenimiento de un orden cionamiento y adaptación de la diplomacia a los nuevos tiempos y sus exigencias,
jerárquico. sino, también y sobre todo, la aparición de nuevas formas de diplomacia (como la
e) La actividad de espionaje e incluso de subversión que todavía se ejercía en el diplomacia parlamentaria) y el desarrollo y utilización intensa de otras formas ya
ag io XYUL tiende a desaparecer, reduciéndose a sus estrictos términos la función de conocidas históricamente (así, la diplomacia de conferencia, la diplomacia especial,
observación e información, con el objeto, ya señalado, de dar a conocer al Estado la diplomacia directa y la diplomacia itinerante); ello implica la modificación de la
acreditante la situación general del Estado receptor y sirva de elemento para la for­ diplomacia clásica y acaba con el carácter cuasi exclusivo que la diplomacia perma­
mulación de la política exterior de aquél. nente tiene en la etapa anterior, la cual, aunque manteniendo una utilidad básica, cede,
en determinados ámbitos de su actividad, el protagonismo a las nuevas formas. Ahora
Debido a estos rasgos, la diplomacia en este período va a tener una gran influen­ bien, aunque se tome la fecha de 1919, por coincidir con el inicio de una nueva época
cia en la política exterior de los Estados y, por ende, en la forma de ser de la socie­ en las relaciones internacionales y en la ordenación de la sociedad internacional, en
dad internacional, toda vez que el mundo cerrado y homogéneo de los diplomáticos, realidad, parte de los factores que inciden en la evolución de esta etapa de la diplo­
únicos conocedores de las técnicas y de las posibilidades de una negociación, no macia comienzan a manifestarse, si bien no sea de forma decisiva, en el siglo XIX y
admiten intromisiones de «gentes extrañas» y, por tamo, condicionan las metas de­ aun a finales del XVIII.
seadas por sus Estados, mediatizándolas en lo que ellos, gracias a su capacidad de En buena medida, el nuevo carácter de la diplomacia se debe a que el esta­
control, consideren oportuno alcanzar; es así esta época de la diplomacia clásica o blecimiento de los sistemas democráticos exige y conlleva la necesidad del control
tradicional, la «Ed2d de Oro» de los diplomáticos. público sobre toda la actividad del Estado; sin embargo, la incidencia de tal control
El «Reglamento de categorías entre los agentes diplomáticos», aprobado en el sobre la diplomacia no coincide con el orto de la aparición de tales sistemas, o no se
Congreso de Mena el 19 de marzo de 1815. además de su significado como muestra produce desde entonces de manera real e ininterrumpida, porque, como diría G o g o r -
del grado de desarrollo y cristalización del derecho diplomático, presenta también un DAN, «a un Estado ya no le es posible modificar las condiciones y las reglas de la
interés específico en la actualidad en cuanto se pueda considerar como la primera diplomacia, del mismo modo que él sólo no podría cambiar las costumbres que cons­
manifestación codificadora, sí bien parcial, de tal derecho? En sus siete artículos se tituyen el derecho de gentes. Necesariamente, es preciso tener en cuenta a los otros
trata de resolver los problemas de precedencia entre los agentes diplomáticos para países». Así, la diplomacia de los Estados Unidos de América, si bien de iure some­
poner fin a los frecuentes incidentes que al respecto se venían produciendo; se esta­ tida al control democrático, éste no alcanzaría, hasta bien asentada la independencia,
blece, para ello, tres clases de «empleados diplomáticos», a saben 1.a) los embajado­ a la actividad y personalidad de sus principales diplomáticos; y la diplomacia de la
res, legados o nuncios; 2.*) los enviados, ministros u otros acreditados ante los sobe­ Revolución francesa o si se quiere su ideología antidiplomática, decaía en 1795 vol­
ranos; 3.a) los encargados de negocios, acreditados ante los ministros de negocios viéndose a los modos tradicionales. La influencia del control público comenzará a ser
extranjeros ía rt \2 ) (en 1818, en el Congreso de Aquisgrán, se añadiría, entre la 2.a reconocida en el segundo cuarto del siglo XIX, pudiéndose individualizar en la decía-
62 CURSO Dfí DERECHO DIPLOMATICO Y CONSULAR
LA DIPLOMACIA {!) 63

radón hecha por George C a n n in g (en 1826) proclamando que la opinión pública era
diría Dag H a m m a r s k j ó l d , «una larga experiencia lia demostrado que la negocia­
«el poder más tremendo que quizá haya sido jamás puesto en acción en la historia del
ción en público por sí sola no da resultado se necesita aplicar los principios y los
género humano»; en cualquier caso, el proceso hacia la llamada diplomacia dem o­
métodos de la diplomacia tradicional más ampliamente, al lado de los procedimien­
crática se afirma progresivamente a partir de la Primera Guerra Mundial, bajo el sím­
tos públicos». La duda, siempre latente, sobre la forma de ser y el alcance de la diplo­
bolo de la declaración «wilsoniana» de los «Catorce Puntos», de enero de 1918, en
macia pública, queda significativamente reflejada en la observación que bacía, en
cuyo Plinto Primero se pronuncia por la diplomacia pública o abierta, ya que después 1978, K. WlMMiíL al señalar que el problema eje del valor y la importancia de la
de los tratados de paz, que deberían ser concluidos abiertamente, «no habrá más diplomacia pública es el de determinar si es útil, para servir a la causa de la paz mun­
acuerdos internacionales privados, cualquiera que sea su naturaleza, sino que la dial, comunicar no sólo con los gobiernos, sino también con los pueblos, es decir, sí
diplomacia procederá siempre franca y públicamente». Es bien sabido que la fuerza es preferible informar más que persuadir.
de los hechos, a través de la práctica más inmediata a tal declaración, como fue la En fin, la realidad del secreto en las negociaciones diplomáticas de cualquier
negociación de la paz en Vcrsallcs, limitó las pretensiones de publicidad a los resul­ ám bito ha llevado a P a n ik k a k a decir que «La negociación es esencialmente un
tados de la negociación, es decir, a los acuerdos obtenidos, manteniendo en secreto método secreto: nada es más desastroso para ello que una publicidad mal considera­
su conccrtación, o sea, su negociación que, precisamente, en este caso concreto más da y prácticamente toda publicidad está mal concebida cuando las negociaciones
se trató de una elaboración unilateral c imposición que de negociación propiamente están teniendo lugar»; en efecto, la naturaleza confidencial de la diplomacia es y ha
dicha. En efecto, el control de la actividad ad extra de un Estado, ejercido en una sido universal, en todo tiempo y lugar y, desde luego, en la práctica, los gobiernos
sociedad democrática por la opinión pública, particularmente por el parlamento, aun­ consideran que, al menos, es necesario el secreto en determinadas áreas de cada
que pueda ser un control de la iniciativa (control previo), es, fundamentalmente, un negociación, debiéndose decidir cuáles y en que momento podrán hacerse públicas y
control sobre los resultados de la acción exterior, por tanto, en cualquier caso, un con­ cuáles han de mantenerse confidenciales. Asi, de hecho, ya que no en pura teoría, se
trol de la política exterior, pero no de la negociación en cuanto tal, es decir, de la puede aun decir con D. KELLY que «diplomacia pública» es una contradictio in ter-
diplomacia como uno de ios medios de ejecutar tal política. Por consiguiente, el minis.
«nuevo» carácter de la diplomacia democrática no es tal más que en la medida en
que, en la negociación diplomática, se deba procurar obtener unos resultados que
puedan ser aceptados por el control público que constitucionalmente se ejerce sobre C. La sit u a c ió n a c t u a l
la actividad del Estado, teniendo en cuenta, precisamente, la posición al respecto de
la opinión pública nacional o internacional. La diplomacia en el momento presente muestra la utilización constante y simultá­
La negociación pública sólo tendrá lugar en los órganos, principalmente plenários, nea de una diversidad de formas, atendiendo a la mayor idoneidad de cada una de
de las organizaciones internacionales — diplomacia parlamentaria— y en las sesio­ ellas según el objetivo a alcanzar y las circunstancias concretas en que se haya de
nes plenarias de las conferencias diplomáticas —diplomacia de conferencia— . actuar, produciéndose una continuidad y flexibilidad de amplío espectro en la activi­
Formas ambas de diplomacia que irán desarrollándose y haciéndose cada vez más dad diplomática.
frecuentes desde la Primera Guerra Mundial y que, aunque consideradas como «nue­ Esta situación viene dada, e incluso impuesta, por la necesidad de adaptación de
vas formas» de diplomacia, por esas últimas razones de desarrollo e intensificación, los modos de relación oficial formal de los Estados a la realidad de la vida interna­
ya son conocidas de siglos anteriores; así, respecto a las organizaciones, las uniones cional, que, en general, responde a los mismos factores — pero con mayor repercu­
administrativas o las comisiones fluviales del Rin y del Danubio, c incluso el rem o­ sión— que hacen surgir la etapa de la evolución de la diplomacia, que comienza en
to precedente de las anfictionías griegas; y respecto a las conferencias, los grandes 1919, destacándose, ahora, la proliferación de las organizaciones internacionales, así
congresos de los siglos XVII, xviti y XIX y las conferencias de este último siglo. Sin com o, con un carácter sustancialmentc influyente en el desarrollo de la diplomacia,
embargo, la publicidad de la negociación, que en estas formas de diplomacia tiene la aparición de las armas nucleares con el riesgo de una confrontación atómica y la
lugar a través del debate, queda en la práctica sustancialmente limitada, ya que los decisiva incidencia de los aspectos económicos, de la preservación del medio
resultados más positivos y concretos suelen alcanzarse mediante negociaciones ambiente y de la garantía y protección de los derechos humanos en la estabilidad
secretas o confidenciales paralelas, de ámbito reducido o muy reducido, entre las mundial; factores que exigen una relación diplomática, ininterrumpida, a distintos
distintas delegaciones o delegados individuales de los Estados en la conferencia o niveles, tanto en el orden bilateral como en el multilateral. La utilidad y utilización
de la diplomacia resulta hoy día, también, particularmente potenciada debido a la
en los órganos de la organización, o a través de negociaciones en reuniones de
necesidad de estimular los esfuerzos negociadores, de todo orden y ámbito, para esta­
expertos o en reuniones de comisiones, c incluso, en el seno de las organizaciones
blecer la paz y conseguir limitar los efectos de los numerosos conflictos armados
internacionales, a través de la llamada diplomacia discreta (quiet diph tm cy) lleva­
existentes, tratando de llegar a una armonización pacífica de los intereses contra­
da a cabo por el principal órgano individual administrativo o político-adm inistrati­
puestos, y para consolidar la paz evitando el surgimiento de tales conflictos por
vo (secretario general, director general, etc.) con los representantes de los Estados
medio de una atenta diplomacia preventiva, definida por BOUTROS-GAL1 como una
miembros, y aun por medio de conversaciones informales — por tanto sin carácter
actuación a través de una diversidad de acciones — si bien no todas de carácter o
diplomático— entre los representantes de los Estados. Y ello es así porque, com o
64 C U R S O D E D E R E C H O D IP L O M Á T IC O Y C O N S U L A R

LA DIPLOMACIA (I) 65
estrictamente diplomáticas— que modifiquen la situación de riesgo existente,
actuando sobre los factores origen de la misma. De este modo, como observa WAT- mente, en Estados con estructuras políticas y sociales diferentes y distintos plantea­
SON. la diplomacia pueda ser. en ausencia de un gobierno superior a los Estados, el mientos y objetivos internacionales, porque con los Estados homólogos existen muy
medio a través del cual la sociedad internacional dirija sus asuntos. diversos medios institucionalizados de relación directa entre los gobiernos; por últi­
La actividad diplomática tiene lugar respecto a toda clase de materias y se des­ mo, en cuanto a la reforma de estas misiones, se produce, a su vez, una divergencia
pliega de una manera incesante y simultánea, si se quiere, en expresión de WATSON, entre los criterios que proponen los profesionales del servicio exterior y los puntos
«omnilateral», debido a la necesaria interdependencia de los Estados, a la existen­ de vista de los políticos y del electorado; éstos prefieren una misión más política e
ideológica que técnica, y más atenta a la opinión pública.
cia de problemas globales que exigen soluciones globales y a la repercusión mun­
Las criticas a la diplomacia multilateral se presentan en dos campos, de un lado, a
dial de buen número de acontecimientos de diverso orden, cualquiera que sea el
favor de la plena utilización de todas sus formas actuales y pasadas y, de otro, como
lugar donde se originen. Así. en efecto, se actúa por medio de las diferentes formas
crítica a aspectos específicos de la diplomacia contemporánea «omnilateral», como la
de diplomacia ad hoc. como son. por una parte, respecto al ámbito bilateral, la que se lleva a cabo en las Naciones Unidas.
diplomacia directa (sobre todo por los ministros de relaciones exteriores) y las Pero, en realidad las criticas que se hacen a la diplomacia contemporánea, bilate­
misiones especiales, o ambas en la forma especifica de diplomacia itinerante — par­ ral y multilateral, a pesar de los términos empleados, no se refieren, en el fondo, a su
ticularmente la primera—; y, por otra, en el ámbito multilateral, la diplomacia de sustitución o desaparición, sino al perfeccionamiento de sus técnicas generales y a
conferencia y la diplomacia parlamentaria en las organizaciones internacionales. La sus formas de manifestación, pues de ningún modo se pone en duda la necesidad de
diplomacia permanente sigue manteniendo su valor y ampliando su red, pues, aun­ una relación oficial y formal entre los sujetos de derecho internacional, como medio
que haya perdido protagonismo al quedar mermados ciertos aspectos de sus funcio­ para resolver, o tratar de resolver, tanto los asuntos de interés particular como los que
nes. como en el campo de la negociación de tratados, ha ganado importancia para el afectan a la sociedad internacional en su conjunto e incluso a la humanidad; y esto
ejercicio de la función de observación e información y se hace particularmente útil es la diplomacia, cualquiera que sea el nombre que se le dé.
para que. a través de su acertada gestión. la acción de las otras formas de diploma­
cia se produzca en el momento más oportuno y con la máxima eficacia, lo que viene
a convertirla en la diplomacia básica; ello aun sin desconocer que buen número de
Estados, particularmente los nacidos tras el proceso descolonizador, debido a la
escasez de medios personales y materiales, utilizan su representación permanente
ante las Naciones Unidas para llevar a cabo gestiones sobre asuntos bilaterales, prin­
cipalmente con las misiones de aquellos Estados en los que no tienen establecida
una misión residente o. tan sólo, una representación en acreditación múltiple. En el
caso de organizaciones de integración, como en particular en la Unión Europea, hay
que mencionar la llamada «diplomacia grupal», que consiste en la actuación diplo­
mática conjunta o coordinada de las representaciones diplomáticas de los Estados
miembros en terceros Estados, respecto a los asuntos de interés común, bajo la
dirección del jefe de la misión del Estado que ejerce la Presidencia o del que se
designe si no hay representación de este Estado.
Por otra parte, en la actualidad, como en todo tiempo, también se producen cri­
ticas. de diverso contenido y alcance a la diplomacia que. según W a t s o n . pueden
encuadrarse en tres grupos: en primer lugar, aquéllas relativas a lo inadecuado de
las instituciones y métodos diplomáticos, desde 1914. por su incapacidad para pre­
venir conflictos armados; en segundo lugar, las referentes al secreto, especialm ente
de la diplomacia bilateral tradicional, que. dicen, hace a la misma peligrosa, enm a­
rañada e inmoral; en tercer lugar, las que señalan lo obsoleto de ciertas instituciones
de la diplomacia moderna, como son. sobre todo, los diplomáticos profesionales y
la diplomacia permanente, en la época del desarrollo tecnológico.
Particularmente, respecto a las misiones permanentes —objeto de la generalidad
de las criticas— se plantea bien su mantenimiento, bien su reforma. Asi, hay quienes
abogan por el establecimiento de misiones permanentes sólo en aquellos Estados con
los que existen relaciones estrechas y pertenecen a un mismo ámbito político y
social; otros, por el contrario, defienden que donde se deben establecer es, precisa-
LA DIPLOMACIA (II) 67

las personas que los encarnan o que en ellos se integran, en calidad de representan­
tes del sujeto de derecho internacional; la diplomacia asi entendida constituye su
CAPÍTULO IV aspecto estático. Síricto sensu la diplomacia significará la acción llevada a cabo por
esos órganos centrales y externos para las relaciones exteriores y por sus miembros
LA DIPLOMACIA (II) con carácter representativo ante sus homónimos de otro u otros sujetos de derecho
internacional, pudiendo, quizá, abarcar las funciones que en cada momento le sean
encomendadas a esos órganos y personas; la diplomacia en este sentido es la activi­
II. NOCIÓN GENERAL DE DIPLOMACIA dad diplomática, que constituye el aspecto dinámico de la misma.
Dentro de la idea de diplomacia en sentido estricto, cabría señalar distintos aspec­
La evolución histórica tic la diplomacia muestra que desde sus orígenes se trata de tos, atributos o «dimensiones», tal como hace S. SlMPSON, entre las cuales merece
una actividad ejercida por unas personas —modernamente objetivada en la acción de destacarse, en primer lugar, la dimensión política, en cuanto que «siendo una activi­
unos órganos— en nombre de los pueblos o entes políticos a los que representan, dad gubernamental, la diplomacia está políticamente motivada y dirigida a fines polí­
como medio para relacionarse entre si, con el fin de negociar pacíficamente asuntos ticos», entendiendo «político» en un sentido amplío que incluye objetivos sociales y
de interés común, restablecer la paz o incluso declarar la guerra; personas y órganos humanitarios; de ahí que. para este autor, haya que reconocer que la acción política
es la esencia de la diplomacia. En segundo lugar, dado que es un medio que sirve a
a los que. por su carácter representativo, se les dará un trato privilegiado, que com­
la seguridad de los Estados, la diplomacia ha de considerarse parte integrante de la
prende en cualquier caso el mínimum de la inviolabilidad en el ejercicio de su fun­
defensa nacional, como «primera línea de defensa» en tiempo de paz y siempre aso­
ción. Se mantienen, por tanto, en todo momento, los elementos básicos esenciales de
ciada en «relación simbiótica» con los recursos militares, para la afirmación de los
representatividad y negociación pacífica identificadores de lo que será considerado intereses nacionales y la observancia del derecho internacional.
diplomacia a lo largo de la historia, con independencia de las funciones que se hayan
de llevar a cabo y del más amplio o reducido status que en cada caso se conceda para
ejercer tal actividad. III. REQUISITOS BÁSICOS DE LA DIPLOMACIA
La aparición del término diplomacia. Diplomacy, en Inglaterra, mediado el siglo XVII,
va a suponer la utilización del mismo con más amplio alcance, pero siempre en re­ A. Per s o n a l id a d ju r íd ic a in t er n a c io n a l
lación con aspectos conexos al significado originario de representación y negocia­
ción; asi RlVlhK. a finales del siglo pasado, indicaba cómo la palabra diplomacia se /Para que se pueda hablar de actividad diplomática, es decir, de diplomacia en sen­
utilizaba en tres sentidos: o) la representación de Estados y la negociación, h) la tota­ tido estricto, es necesario, en primer lugar, que se trate de una relación entre sujetos
lidad de la representación del Estado (ministerio de relaciones exteriores y el con­ de derecho internacional en su condición de tales, es decir, que sea una relación ofi­
junto de agentes políticos), r) la carrera o profesión diplomática. Eormas derivadas cial formal; de modo que no se puede hablar de diplomacia respecto a relaciones
de la palabra diplomacia se emplean, también, en expresiones que responden a con­ entre entes que no sean sujetos de derecho internacional o entre un sujeto de derecho
tenidos referentes a la actividad diplomática, como las colecciones de tratados y otros internacional y un ente que no lo sea, ni tampoco entre dos sujetos de derecho inter­
instrumentos diplomáticos (así el Codex iuris gentium diplomáticas, de Lcibniz, en nacional en relaciones ture gestiunís. Las particularidades y excepciones a este requi­
1693, o el Corpus uní verse! diplomalique du droit de gens, de Dumont, en 1726), o sito de la personalidad jurídico-internacional ya han sido tratadas en el Capítulo II al
las obras que estudian la regulación jurídica de esa actividad (derecho diplomático, estudiar los presupuestos para el establecimiento de relaciones diplomáticas, por lo
expresión utilizada probablemente por primera vez en la obra de Albcrtini. en IK66). que al mismo se remite.
En fin, el mismo término diplomacia es usado como sinónimo de política exterior, en
múltiples y constantes expresiones, pero en este caso equívocamente, ya que se trata,
como se verá más adelante, de dos conceptos diferentes, aunque estén directamente
B. Repr esen t a t iv id a d d ebid a
relacionados.
En segundo lugar, los órganos y personas para la acción diplomática han de gozar
Pero si bien la diplomacia va a responder a un mismo contenido esencial desde sus
de representatividad debida o debidamente otorgada, para poder actuar válidamente
orígenes, la ampliación de su alcance permitirá la distinción entre diplom acia lato en nombre de un sujeto ante otro u otros sujetos. Se entenderá por «representativi­
sensu y stricto sensu. En sentido lato, por diplomacia se entenderá el conjunto de dad» la representación de la generalidad del Estado (o del sujeto de derecho interna­
órganos de un sujeto de derecho internacional encargados de las relaciones oficiales cional) en cuanto tal, es decir, en cuanto ente político independiente actuando iure
formales y pacíficas con otros sujetos, es decir, los llamados órganos centrales para impertí, y por «debida» o «debidamente otorgada», la necesidad de que esos órganos
las relaciones exteriores y los órganos extemos para estas relaciones, incluyéndose y personas estén adecuadamente establecidos y nombradas. Ello significa, respecto a
los órganos centrales de las relaciones exteriores — en cuanto a Estados se refiere— .
166]
0$ CVKSOIH- N m T t O W N O M U k X 'Y COXSUl AH
t A D in OMAHA (U) (•*)

que lo $wm ik- un gobierno realmente reprcsentatiw del Estado de que se trate y que
sujetos en t\inekSn de sus intereses esenciales y generales y para defenderlos en lodo
Us peraon» que ios cixraman, hayan accedido al careo correcta y regularmente de
momento; actividad que se lleva a cabo, en general» por los gobiernos de los listados
e s to rn u d a d con el propio ordenamiento interno, ya que estas jvrsonas por razón de
o» en su caso, por el i\uler Exterior. 1.a diplomacia, por el contrario, no es nu\s que
su caigo ostentan de smvo la represéntalo idad de la generalidad del Estado, para cual­ una forma, entre otras, de ejecutar esa política exterior previamente decidida; aque­
quier asunto y ante todo sujeto de derecho internacional. sin que haya de serle otor­ lla que se lleva a cabo a travos del método pacifico de la negociación, reali/ada por
gada en cada caso por un instrumento acreditativo *¡J h w Respecto a los órganos los órganos y las personas a los que el sujeto les lia otorgado su representación,
externos de las relaciones exteriores. significa que han de ser cm lados, tanto tengan Respecto a ambas, dice N in a so n que «tuna y otra conciernen al ajuste «le los inte­
caiacier permanente co n » temporal, por consentimiento mutuo de los sujetos que reses nacionales con los internacionales. I a política exterior está basada sobre una
entran en relación y que. de conformidad con los respectivos ordenamientos, osten­ concepción general de las exigencias nacionales y esta concepción se deriva de la
ten esa pepresentatividad por ser los Organos apropiados para ello, competentes para necesidad de autodefensa, de las formas constantemente cambiantes, de las ventajas
ejercer, en nombra del sujeto al que representan, las funciones que les sean enco­ económicas y estratégicas y de la situación de la opinión pública, afectada en el tiem ­
mendadas: del mismo modo, las personas que. en estos óiganos externos, hayan de po por diversos factores, como la enérgica actividad o el agotamiento, los perjuicios
gorar de representaii\idad. ésta les ha de ser «debidamente otorgada», es decir, que o las simpatias (ideológicas o humanas), la ambición pata el futuro o el orgullo del
los documentos que les acrediten con tal carácter emanen de los órganos o personas pasado, 1.a diplomacia, por otro lado, no es un fin. sino un medio; no un propósito,
legitimados para ello por los correspondientes derechos internos y oportunamente sino un método. Busca mediante los razonamientos, la conciliación y el intercambio
dmgkk*> a los, asimismo, legitimados órganos o personas del sujeto en donde hayan de intereses, impedir que se planteen mayores conflictos entre l istados soberanos, l is
de ejercer su time ron. En cualquier caso, la acción diplomática, de ambas clases de el instrumento a través del cual la política exterior procura alcanzar sus fines median­
ésgarxvs y personas que los encaman o integran — salvo una actuación ultra vires te acuerdos más bien que por la guerra».
manifiesta—, denuv* del correspondiente alcance de su representación, será imputa- Entre política exterior y diplomacia se pueden concretar, con P tx'lt, las siguientes
¿ i al sujeto cuya representación diplomática ostentan. En la diplomacia multilateral diferencias; en primer lugar, la política exterior se ocupa de trazar las directrices de
cene pankular interés la determinación de la representatividad debidamente otorga­ ^ las decisiones internacionales, os decir, la decisión makinyi», mientras que la diploma­
da. no tanto en cuanto a ta «buena y debida forma» de los instrumentos acreditativos cia se ocupa de su ejecución, y ello, aun sin desconocer que cxccpcionalmcntc, c
en si. sino respecto a la legitimidad de los órganos que ios expiden, en función de la incluso con cierta frecuencia, hay casos en que la diplomacia tiene que tomar deci­
representatividad del régimen político o gobierno en el que estén incanlinados. siones que no le son propias, por fallos, a veces deliberados, de los órganos de la poli-
tica exterior, ni no dar las instrucciones pertinentes. Tiene, por tanto, la política exte­
rior un carácter sustantivo, mientras que la diplomacia un carácter adjetivo. En
IV DELIMITACIÓN DE LA DIPLOMACIA segundo lugar, la diplomacia es sólo un modo particular de realizar la política exte­
rior, en tanto que actúa mediante un proceso sui g aterís que es la negociación paci­
A. Dipl oma c ia y r el a c io n es in t er n a c io n a l es fica, mientras que la política exterior puede ser llevada a cabo por otros medios, que
aun siendo pacíficos, no son la negociación, como la penetración ideológica y eco­
Para ir decantando una noción de diplomacia, es preciso diferenciarla de otros con­ nómica. los intercambios de orden cultural y científico, el turismo y el deporte, etc.;
ceptos afines con los que está en estrecha relación pero con los que no se debe con­ c incluso puede ser ejecutada por medios no pacíficos, aunque, como es bien sabi­
fundir. Particularmente ha de hacerse esta distinción, por una parte, con las relacio­ do, éstos están excluidos — salvo las tasadas excepciones— como medios legítimos
nes internacionales, en tanto que éste es el marco, como ya se ha estudiado en el de actuación.
Capitulo l. en el que se encuadran las relaciones diplomáticas, de las que la diplo­ En todo caso, es necesario hacer constar, como hace TUNKIN, que la diplomacia,
macia es su sustancia; de ahi que las diferencias y elementos comunes establecidos aunque no el único, es el medio más importante de llevar a cabo la política exterior,
entonces entre unas y otras sean válidos para la delimitación de la diplomacia res­ pudiéndose afirm ar que la diplomacia «integra inexorablemente, modnlizándola, la
pecto a las relaciones internacionales, por lo que a dicho capitulo se hace remisión. política exterior» y que sin diplomacia la política exterior, aunque puede existir, se
presenta «anómala, atípica y de reducido radio».
La diferencia y relación entre política exterior y diplomacia han sido establecidas
B. Dipl o ma c ia y po l ít ic a ex t er io r con frecuencia aludiendo al símil esclarecedor de la estrategia y la táctica en el orden
militar, correspondiendo la primera a la política exterior y la segunda a la diploma­
Por otra parte, interesa distinguir la diplomacia de la política exterior, conceptos cia, que como toda táctica, depende de la estrategia a la que sirve.
frecuentemente involucrados por sus efectivas interconexiones, pero que en ningún En consecuencia, la diplomacia y la política exterior, si no es exacto decir que
caso y en rigor se deben confundir. La política exterior es la acción ad extra de un son complementarias, porque están en distinto plano, si cabe decir, usando un neo­
sujeto de derecho internacional o, más estrictamente, la fijación y decisión, por ese logismo. que son completivas y que la diplomacia no tiene existencia separada de
sujeto, de los objetivos (mediatos o inmediatos) a alcanzar en sus relaciones con otros la política exterior o, con NOEL, que ambas son intcrdcpcndicntcsj Pero este cnrác-
70 CURSO D E D E R E C H O D IP L O M A T IC O Y CO NSU LA R

te r fo rm al, adjetivo, de la d iplom acia, resp ecto a la p o lític a e x te rio r, n o s ig n ific a LA D IPLOM ACIA (II) 71

q u e la d ip lo m acia no pueda in flu ir d e alg u n a m a n era e n e lla ; en e fe c to , c o m o


o b se rv a REGALA, «si bien los d ip lo m ático s n o tra z a n n e c e s a ria m e n te lo s p rin c ip io s B. Ne g o c ia c ió n
de la p olítica ex terio r de su s respectivos E stados, p a rtic ip a n , sin e m b a rg o , en p a rte
1La nego ciación , adem ás de ser una de las principales funciones diplom áticas,
im p ortante, en la form ulación o en la m o d ific a c ió n d e ta l p o lític a a tra v é s d e su s
có m o exp resam en te reconoce el Convenio de Viena de 1961, en su articulo 3.c), es,
in fo rm es desde su s puestos en el ex tra n jero » , in fo rm e s q u e . hay q u e añ a d ir, p u e ­
ta m b ié n , una d e las fundam entales características definitorias de la diplom acia. La
den ad q u irir un valor decisivo en relació n a una d e te rm in a d a s itu a c ió n c o n c re ta . D e n ego ciació n es el proceso a través del cual la diplom acia conduce las relaciones entre
ah í, qu e haya que concluir, con NlCOLSON, q u e p o lític a e x te rio r y d ip lo m a c ia son los E stados; diplom acia significa, por tanto, negociación, es la negociación entre
interactivas. e n tid ad e s p o líticas que reconocen m utuam ente su independencia o, en palabras de
La relación entre diplom acia y política ex terio r llega a alcanzar, q u iz á , su m ay o r MARESCA, la negociación es «la esencia m isma del método diplom ático» en cuanto
g rad o de conexión, m ostrándose m ezcladas en razón d e la identidad d el ó rg a n o , en q u e co n siste «en la defensa de los intereses del Estado no m ediante el atropello de
la diplom acia directa, es decir, en aquello s ca so s en q u e ó rg an o s q u e p a rtic ip a n en la los in tereses de otro Estado, sino buscando en toda situación alcanzar el acuerdo con
definición de la política exterior, com o son los ó rg an o s cen trale s d e las rela cio n e s la otra parte, es decir, tendiendo a conseguir un punto de encuentro entre las exigen­
cias del prop io Estado y las contrapropuestas del Estado extranjero». Este valor de la
exteriores, actúan com o agentes d iplom áticos; pero a u n en tales c a so s p e rm a n ec en
n egociación tam b ién se reconocía por la Enciclopedia Soviética al decir que «las
diferenciadas am bas actuaciones -—la po lítica y la d ip lo m ática— q u e s e c o n c re ta n en
neg o ciacio n es ocupan un lugar tan am plio en la diplom acia que ésta se define, fre­
m om entos distintos — d e decisión y d e ejec u ció n — y a u n q u e m ezclad as n o pu ed en cu e n te m en te, en sentido estricto, com o el arte de dirigir negociaciones y concluir tra­
confundirse, pues se trata sim plem ente de u na situ ació n de « d esd o b lam ien to fu n c io ­ tado s en tre E stados».
nal» de tales órganos. Sin se r éste el lu g ar de hacer un exam en de los diversos aspectos y contenido de la
En consecuencia con todo lo dicho, se pued e co m p re n d er ah o ra , y a la v ez c o n ­ n eg ociación cuyo estudio co rresponde a su consideración com o función diplom ática,
firm ar. la utilización gen eralm en te eq u ív o ca d el té rm in o d ip lo m a c ia p o r p o lític a co n v ien e ad e la n tar aquí que, en tanto negociación, la diplom acia im plica transigir, es,
exterior, cu an d o ap a rece en ex p resio n es d el tip o « d ip lo m ac ia c h in a » , « d ip lo m a c ia con ex p resió n d e POCH, «un relativism o contrario a todo absolutism o», es decir, no
del Q uay d'O rsap*. «dip lo m acia ató m ica» , o « d ip lo m ac ia del d ó la r» , o in c lu so , sin ca b en p o stu ras intransigentes, siem pre es necesario dar algo; la finalidad de toda
n ego ciació n e s a seg u rar el acuerdo, no la victoria, a través de la persuasión y el com ­
m ás, cu an d o se habla d e « lo s p asos, los rec h azo s o los fracasos de ta l o cu al d ip lo ­
pro m iso . La d iplo m acia, en tanto negociación, no debe dejarse a la improvisación,
m acia».
sin o q u e ex ig e prev isió n y cálculo, debiendo tener un carácter prospectivo y siste­
m ático, lo q ue m uestra que no es el arte de la conversación, sino el de negociar acuer­
do s en fo rm a precisa y ratificable.
V C A R A C T E R ÍS T IC A S D E LA D IP L O M A C IA

A. [ S i s t e m a d e s u je t o s ñ C. Re l a c ió n pe r s o n a l

JZl hecho q ue la diplom acia sea una actividad q u e se llev a a cab o en el á m b ito d e E n d ire c ta conex ió n con la característica de negociación, la diplom acia im plica
u n a relació n personal, es decir, una relación oral c inm ediata entre quienes negocian.
las relaciones entre sujeto s d e derech o in te rn acio n al, im plica, c o m o ha d e d e s p re n ­
P odrán irse p lasm ando por escrito las distintas etapas de una negociación, podrá
derse de toda idea de relación, que no p u ed a d arse m ás q u e en siste m a , e s d ecir,
reco g erse, ig ualm en te p o r escrito, lo discutido hasta un determ inado m om ento, y, en
su po ne un sistem a de sujetos co n un m ín im o d e igualdad, p o r ta n to e s n e c e s a ria la fin, fija rse en u n instrum ento escrito el resultado final de una negociación, pero sin
ex isten cia d e diversos sujetos de derech o in te rn acio n al, al m e n o s d o s, u n siste m a una acció n person al directa en algún m om ento de la negociación, ésta no será posi­
m u ltip o la r o siquiera bipolar. Por e llo en un h ip o tético E stado m u n d ial n o h ab ría ble y, e n co n secu en cia, no habrá diplom acia.
lugar para la d iplom acia, com o tam poco ten d ría razó n d e se r si los su je to s d e d e re ­
ch o internacional p u diesen e x istir aislad o s, al m argen d e todo siste m a d e re la c ió n ,
p e ro — co m o ya o b serv ara VIDAL Y S a ü RA— « m ie n tras lo s p u eb lo s, c o m o los in d i­ D. Bú s q u e d a in me d ia t a d e l a pa z
v id u o s sien tan la necesidad d e co m u n ica rse e n tre ello s, será im p re sc in d ib le el e le ­
_ L a d ip lo m acia, por su propia naturaleza de negociación y p o r ello d e relación paci­
m e n to ad ecu ad o , y ese elem ento, llam ém osle co m o se q u ie ra , v en d rá a se r la d ip lo ­
fica, tien e c o m o fin b u scar la paz de una manera inm ediata, im plicando esta bús­
m acia o su equiv alen te sim ilar». La plu ralid ad es así co n d ició n ese n c ia l d e la d ip lo ­
q u ed a ta n to la consecución d e la paz com o su m antenim iento o su fortalecim iento?
m acia, q ue su rg e de la co e x isten cia de m últiples E sta d o s u o tro s e n te s p o lític o s D e ahí qu e la d ip lo m acia p ueda considerarse a este respecto en dos distintos ám bi­
in d e p en d ie n te s e n u n m u ndo intcrd ep cn d icn tc; d e tal m o d o q u e, c o m o m a n ife sta ra tos: u n o , e n cu an to m edio para la solución de controversias y o tro /e n cuanto m edio
NlCOLSON, « la d ip lo m acia no es ni el invento ni el p a sa tie m p o d e a lg ú n sis te m a
p o lític o d eterm in a d o , sin o un elem en to esen cial en c u a lq u ie r re la c ió n ra c io n a l [...1
e n tre n aciones».
72 CURSO DE DERECHO DIPLOMÁTICO Y CONSULAR

LA DIPLOMACIA (II) 73
para producir y mantener un sistema de relaciones ordenado e intensificarlas y hacer­
las más amistosas. El carácter de inmediatez diferencia a la diplomacia — aparte de
Por consiguiente, nacerán nuevas formas de diplomacia, se extenderá ésta a nue­
su condición de medio pacífico— , de la guerra, que, también, en tanto era conside­
vos campos de acción o de acción preferente, se utilizarán nuevos métodos — quizá
rada lícita, se reputaba tendente a la consecución de la paz, pero en cualquier caso de
tan sólo técnicas— , cambiará la estructura y maquinaria diplomática de cada Estado
manera mediata; función esta de la guerra que comentaba DHl. VECCIIIO com o «la para ajustarse a la evolución de la diplomacia misma, pero en ningún caso se estará,
virtud pacificadora de la guerra; paradoja c ironía de la historia». como señala REGALA, ante un concepto cambiante de diplomacia, varían simple­
Aunque es cierto que en ocasiones, quizá con excesiva frecuencia, la negociación mente sus elementos externos o instrumentales o las funciones concretas a cumplir.
diplomática se pone al servicio de una política de dominación o de expansión — lo Así, JULES C a m ü o n , respecto a la calificación usual de «vieja» y «nueva» diploma­
que, verdaderamente, no puede conducir a una situación pacífica estable—, en reali­ cia, diría: «Diplomacia nueva, vieja diplomacia, son palabras que no corresponden a
dad, las negociaciones con tales objetivos difícilmente pueden responder a la regla de nada real. Lo que tiende a modificarse es el exterior o, si se quiere, el ornamento de
la buena fe que ha presidir toda negociación para que pueda llamarse diplomática, ya la diplomacia. E) fondo quedará el mismo porque la naturaleza humana no cambia,
que en toda negociación se ha de procurar llegar a un acuerdo en condiciones y con porque las naciones no tendrán nunca más que una manera de arreglar entre ellas las
resultados aceptables; la falta de buena fe más flagrante, observa GKAMANU, es la diferencias y porque la palabra de un hombre honrado será siempre el mejor instru­
utilización de las negociaciones como camuflaje para preparativos militares o para mento del que un gobierno podrá servirse para hacer triunfar sus puntos de vista».
recurrir a la fuerza, «en tales casos las negociaciones pierden su sentido, son altera­ No cabe, pues, hablar de vieja y nueva diplomacia en el sentido de conceptos dis­
das en su sustancia y devienen ilusorias»; y cabria añadirse que en tales circunstan­ tintos de diplomacia; más aún, las características que de una y otra se señalan por la
cias no hay más que una apariencia formal de negociación, pero no una verdadera doctrina, sólo alguna se refiere realmente a la diplomacia y en ningún caso afectan
negociación diplomática. al concepto de la misma, cuanto más a aspectos del método; y respecto a la nueva
diplomacia, en ciertos casos, más que de características se trata de factores o razones
de su aparición. Se p ú l v e d a hablará incluso de «novísima» diplomacia para referir­
VI. DEFINICIÓN se a la negociación en la «cumbre» (que además es bien antigua), pero mantiene la
identidad esencial tic la diplomacia y el valor de la negociación clásica.
El examen de la evolución histórica y de los elementos definitorios de la diplo­ Por todo ello, y teniendo en cuenta que vieja y nueva diplomacia son expresiones
macia muestra que se trata de un concepto que mantiene de modo permanente su utilizadas para referirse, respectivamente, a la diplomacia anterior y posterior a 1919,
identidad esencial. Es una institución dinámica, en cuanto que los factores de diver­ tales términos sólo serán válidos si por el primero se entiende que designa la diplo­
so orden que impulsan y desarrollan la diplomacia —entre los que cabe señalar, quizá macia llamada tradicional o clásica, y por el segundo, la diplomacia denominada
como más importantes, los cambios producidos en los sistemas políticos internos, en democrática, cuyas características ya han sido consideradas anteriormente; distinción
relación, sobre todo, con el depositario del poder; la expansión y competencia comer­ que, como entonces se ha señalado, las pocas veces que hace realmente referencia a
cial; el progreso de las comunicaciones; la interdependencia entre los Estados; la la diplomacia, no significa distinto concepto y que, sobre todo, responde a las formas
repercusión global de los acontecimientos, cualquiera que sea el lugar en que se pro­ y medios de control de la política exterior, a los cambios de objetivos de esta políti­
duzcan, y la necesidad de tratamiento global de gran número de asuntos; el papel de ca o a los factores determinantes de las relaciones interestatalcs en un momento dado.
Por otra parte, y como consecuencia de lo dicho respecto a los requisitos básicos
las organizaciones internacionales; la incidencia y presión de la opinión pública
de la diplomacia, no responden al concepto de diplomacia las figuras denominadas
internacional o, si se quiere, de la «sociedad civil internacional»; y, en fin, la evolu­
«diplomacia no oficial», «diplomacia privada», o «scmidiplomacia», que. ya desde
ción y desarrollo del propio derecho internacional— hacen de ella que pueda ser
la Segunda Guerra Mundial y particularmente desde los últimos años cincuenta y pri­
siempre un medio útil y adecuado para las relaciones pacíficas entre los pueblos y al
meros sesenta han venido desempeñando un papel de importancia creciente en la
servicio del equilibrio y de la paz en la comunidad internacional, gracias a su posi­
vida internacional por los resultados positivos que su utilización produce en las rela­
bilidad de adaptación a las necesidades que la realidad de las relaciones internacio­
ciones interestatalcs, y por conducir a la solución de conflictos cuya terminación
nales imponga en cada momento histórico.
interesa a toda la sociedad internacional. Se trata de actividades que si bien sustan-
La diplomacia se manifiesta, así. como un instrumento de la sociedad internacio­ cialmcntc, por su contenido, podrían considerarse diplomáticas, no son formalmente
nal, en cuanto en palabras de Wa TSON— «diálogo entre Estados», que consiste en diplomacia, pero que, precisamente por ello, facilitan una gran flexibilidad para pro­
un procedimiento civilizado basado en el conocimiento de los puntos de vista de puestas, iniciativas y planteamientos al margen de todo compromiso formal, o son el
otros pueblos, a través del continuo intercambio de la búsqueda de soluciones, único modo de mantener contactos en situaciones de grave crisis o de ruptura; tales
mutuamente aceptables, a los conflictos de intereses. La tarea central de la diplo­ calificaciones corresponden a figuras como la acción de aquellas personas o entes
macia no es sólo el gobierno del orden, sino la dirección del cambio y el manteni­ que. sin tener la condición de diplomáticos, su actividad privada y oficial se super­
miento del orden en medio del cambio, por la persuasión continua. La principal ponen o solapan, o la acción, espontánea o solicitada, de entidades privadas, organi­
característica del concepto diplomático es el equilibrio adecuadamente mantenido zaciones no gubernamentales o personas individuales con relevancia internacional en
por el ajuste continuo. cualquier orden, c incluso la celebración de conferencias o congresos de carácter pri-
74 CURSO DE DERECHO DIPLOMÁTICO Y CONSULAR
LA DIPLOMACIA (II) 75

vado con el objeto de debatir posibles soluciones para una determ inada situación; viático de la URSS la definía como «la actividad oficial de los Jefes de listado y
habría que incluir, igualmente, los representantes personales de los titulares de los gobierno y de los organism os especiales de las relaciones exteriores orientada a la
órganos centrales de las relaciones exteriores, o de los órganos político-diplom áticos consecución de los objetivos y tarcas de la política exterior de los listados y a la pro­
de las organizaciones internacionales, que. a pesar de la importante función que rea­ tección de los derechos c intereses de los listados en el extranjero», lin la doctrina
lizan en la actualidad no son, por su carácter de representantes personales, represen­ española. P o cil, partiendo de la definición de Cahier. dice cpie la diplomacia es «la
tantes de un sujeto de derecho internacional y, por ende, no son diplom áticos. En actividad ejecutiva o realizadora de las directrices trazadas por la política exterior de
cualquier caso, el resultado de todas estas conversaciones, o las propuestas form ula­ un sujeto de derecho internacional, con el fin de solventar conflictos por medio de
das. han de ser revestidas o consideradas por la acción o los medios diplom áticos de negociaciones pacíficas y alcanzar la paz o mantener transaccionalmente una situa­
los correspondientes sujetos para que puedan convertirse en acuerdos politicam ente ción de paz».
relevantes o internacionalmente obligatorios para ellos. Por otra parte, el TIJ en la sentencia de 24 de mayo de 1980. sobre el Asunto rela­
Las definiciones de diplomacia que a lo largo de la historia han sido propuestas por tivo al personal diplomático y consular de los Estados Unidos en Teherán, manifes­
la doctrina, aun señalando los elementos esenciales de la acción diplom ática, m ues­ tó que la institución de la diplomacia lia demostrado ser «un instrumento esencial
tran importantes diferencias, en la medida en que se recojan en ellas todos o unos u para la eficaz, cooperación en la comunidad internacional que perm ite a los listados,
otros de los elementos integrantes del concepto, o en razón del grado de desarrollo de no obstante las diferencias de sus sistemas constitucionales y sociales, llegar a la
la institución en el momento en que la definición se produce. mutua com prensión y resolver sus divergencias por medios pacíficos».
De esta manera puede observarse como los autores clásicos lo que hacen es d efi­ De conform idad con el desarrollo conceptual expuesto, podrá definirse la diplo­
nir al agente diplomático o mejor al jefe de misión, ya que no se lia llegado todavía macia com o aquella actividad ejecutora de la política exterior de un sujeto de dere­
a una configuración de la misión diplomática como algo objetivo, ni. m enos aún. cho internacional, al servicio de los intenses nacionales o generales de la sociedad
como órgano. internacional, llevada a cabo por órganos y personas debidamente representativos
del mismo, ante otro u otros sujetos de derecho internacional, para, por medio de la
Los autores del siglo XIX y hasta la Primera Guerra Mundial definen, en general,
negociación, alcanzar, mantener o fortalecer transaccionalmente ¡a paz: ha de tener
la diplomacia como arte o como ciencia — o como ambas cosas— y con un carácter
como finalidad última hacer posible, con tales medios, no sólo el desarrollo de las
descriptivo sobre la base de las funciones diplomáticas; las formulaciones van desde
relaciones pacificas intersubjetivas, sino, también, la construcción o existencia de
considerarla como arle o ciencia de las negociaciones o de las relaciones entre
una sociedad internacional justa que, a través de la cooperación, permita el pleno
Estados, hasta decir, como GOGORDAN, que es «el derecho de gentes aplicado». desarrollo de tos pueblos.
Entre todas las definiciones de esta época cabria destacar particularm ente las pro­
puestas por el Conde de Ga r d i:n y por Riv ii-r al avanzar en ellas características rele­
vantes del concepto de diplomacia.
Desde la primera posguerra mundial hasta los autores actuales, la supresión de las
ideas de arte o ciencia y el destacar el significado de relación oficial entre Estados,
son los rasgos particulares de las principales definiciones que se formulan en esta
etapa. Es especialmente representativa la que da S a t u w . tanto por su autoridad en la
materia, como por la repercusión que lia tenido en la doctrina posterior, a la que va a
servir de base y cuya definición, incluso con frecuencia, será adoptada exactamente;
para S a t o w , la diplomacia es «la aplicación de la inteligencia y del tacto a la direc­
ción de las relaciones oficiales entre los gobiernos de Estados independientes, exten­
diéndose a veces, también, a sus relaciones con Estados vasallos».
En la doctrina actual, las definiciones de diplomacia señalan, en general, de un
modo u otro, su condición de medio de ejecución de la política exterior, de coopera­
ción o de solución pacífica de controversias, incluyendo los requisitos básicos de la
misma y, de manera más o menos completa y expresa, sus características. C om o más
representativas, desde distintos ámbitos doctrínales, pueden tenerse en cuenta la de
CAIIILR y la formulada desde la concepción soviética. Para C’.Mili R la diplom acia es
«la manera de conducir los asuntos exteriores de un sujeto de Derecho internacional
utilizando medios pacíficos y principalmente la negociación». En la concepción
soviética la diplomacia se entendía como medio para la coexistencia pacífica entre
los Estados de diferentes sistemas sociales y al servicio de los intereses del pueblo
trabajador — no sólo de la URSS sino de todos los países—; el Diccionario di pió-
I.A INSTITUCIÓN CO NSU LA R íl) 77

querido ver en la proxeneta un precedente de las cortas patentes, en tanto que la elec­
ción de un proxene solia ser com unicada a la ciudad a la que pertenecía y en la que
CAPÍTULO V iba a ejercer sus funciones, enviándosele una copia del nombramiento, a fin de que se
le reconociera com o tal. Otras instituciones griegas — aunque, menos extendidas—
LA INSTITUCIÓN CONSULAR (l) en relación con funciones en algún momento consulares o cercanas a ellas, son: a) la
de los naittodicas , m agistrados elegidos para resolver los litigios de la navegación
y del com ercio m arítim o, resolviendo incluso, cuando así se establecía en los tra­
I. ORIGEN Y EVOLUCIÓN DE LA INSTITUCIÓN CONSULAR tados, de conform idad con el derecho del país de los extranjeros; /») la de los epa-
gogos, m agistrados establecidos para juzgar sumariamente las controversias entro Jos
com erciantes o gentes del mar, que no podían esperar a las sesiones m ensuales de
A. La inst it uc ió n c o n su l a r en l a An t ig ü ed a d y e n l a Ed a d Me d ia los nautodicas.
En Rom a, aunque sea la creadora del térm ino cónsul — con significado bien d is­
( «El origen de la institución consular — dice Zo u r ek — es debido a la necesidad tinto, com o es de sobra conocido— , dada su organización jurídico-política, tan sólo
de proteger a los mercaderes y a los navegantes que han abandonado su tribu, clan, cabe señalar cuanto más, com o instituciones con aspectos similares a la función con­
ciudad o provincia para establecerse en países lejanos completamente diferentes por sular, en prim er lugar, la del hospitium publicum , que a diferencia del hospitium ori­
sus hábitos, su lengua, sus costumbres y su civilización, a fin de ejercer allí el true­ ginario que era una relación privada, se trataba de personas nom bradas por el Senado
que primero y el comercio después». Por otra parte, en cuanto a su carácter de insti­ o, por encargo de este, por el Pretor, a las que los extranjeros podían solicitar hospi­
tución permanente, que tiene desde sus orígenes, precede en buen número de siglos talidad y protección y, en segundo lugar, el Collcgium mercatorum (los Mercuriales)
a la aparición de la diplomacia permanente, siendo así la primera institución estable que conocían de las controversias en materia de comercio.
en el exterior. | Sin embargo, aun aceptando el valor de los precedentes de la Antigüedad, es de la
Pero si respecto a la natío de la institución y a sus antiguos orígenes hay, en gene­ Edad M edia de donde proceden, sin solución de continuidad, los consulados actua­
les, bien bajo este nombre u otros diversos, pero con las características principales de
ral, acuerdo, no es, en cambio, fácil fijar la implantación del primer establecimiento
la institución. La aparición paulatina de estas nuevas figuras institucionales se debe,
consular que responda al concepto moderno o a la forma en que el consulado fun­
por una parte, a que, com o consecuencia de las grandes invasiones y migraciones de
cionaba en la Edad Media. Con todo, la doctrina sitúa comúnmente sus orígenes, en pueblos que tienen lugar en Europa tras la caída del Imperio Romano, surgen asen­
función del cometido —o al menos, de hecho, comienza el estudio de su evolución tamientos de poblaciones en partes determinadas de un territorio en el que van a
histórica— en las instituciones griegas de los pmstates y, sobre todo, de los proxe- vivir, cada una de ellas, según sus propias leyes, siguiendo el principio de la perso­
nes. incluso observando, como CONTUZZI. que una institución semejante a los con­ nalidad del derecho que rige en los pueblos germánicos; por otra parte, al desarrollo
sulados «no funcionaba ni siquiera en países de civilización avanzada en el mundo del comercio que, después de su decadencia, precisam ente a causa de esas invasio­
antiguo: las condiciones de hecho de la sociedad internacional no lo consentían». En nes y migraciones, adquiere un importante auge en el litoral del M editerráneo en la
cualquier caso, cabe afirmar con LEE que, aunque sin conexión, las varias fuentes a época próxima a las Cruzadas y que estas mismas impulsarán en Levante. La situa­
las que debe su existencia la institución consular —y entre ellas habrá que incluir las ción es ajustadam ente descrita por T o r r o b a en el siguiente pasaje: « S o n lo s consu­
diferentes instituciones que se vienen considerando como precedentes— «han deja­ lados com o un producto natural y espontáneo de aquel tiempo en que la soberanía
do sus huellas indelebles en el cónsul moderno». territorial se desprendía fácilmente de sus atributos que hoy consideramos esenciales;
Con esta valoración, la primera noticia clara de la existencia de un órgano para la en que, com o consecuencia de esa disgregación del poder soberano, los señoríos, los
asistencia a los extranjeros es la que da H h r o d o t o de la autorización por el rey burgos libres, las m ilicias, los gremios, corporaciones y hermandades de todo género,
Amasis de Egipto, en el siglo vi a. C.. para que la colonia de mercaderes helenos gozaban de jurisdicciones exentas; y en que uno de los rasgos inás marcados de la vida
social era la tendencia a la organización corporativa. En tales circunstancias era natu­
establecida en Naucratis elija entre ellos un magistrado (prostatc), investido con pode­
ral que los mercaderes y negociantes de una misma nacionalidad, establecidos en los
res pan» aplicar entre ellos las leyes de su patria pero el mismo H e r o d o t o hace refe­
grandes centros comerciales extranjeros, procuraran no sólo constituirse en una colec­
rencia a una innominada institución en el siglo XIII a. C., de carácter religioso, para tividad organizada, sino gozar también de esas exenciones y privilegios para solven­
proteger el comercio y la navegación de los extranjeros en Egipto, en concreto de tar sus controversias y litigios conforme a las leyes de su pais de origen aplicadas por
tirios en Menfis. Además de la institución de los pmstates, se desarrolla en el mundo sus propios árbitros o jueces. Esa aspiración, por otra parte, tenia que encontrar
griego la institución de los pmxenes, personas de la ciudad en la que se encuentran ambiente propicio en el predominio que se reconocía a la ley personal, pues fue prin­
los extranjeros, elegidas por la ciudad a la que éstos pertenecen, para que actúen de cipio respetado por todos los pueblos invasores el no imponer su derecho a los venci­
intermediarios o representantes de ellos ante las autoridades políticas y judiciales dos, consintiéndoles que siguieran rigiéndose por sus leyes y costumbres y conserva­
locales, y, también, prestar otros servicios a la ciudad que los nombra: incluso se ha sen sus antiguas magistraturas».
78 CURSO DF DERECHO DIPLOMÁTICO Y CONSULAR
LA INSTITUCIÓN CONSULAR (1) 79
La primera figura o institución que se conoce en la Edad Media, de carácter con­
sular, es la de los telonarios. establecida por el Codex Visigotoruni, en el siglo VII, que ción exclusiva en materia civil y aun penal y a gozar de atribuciones gubernativas, de
dispone que los comerciantes, navegantes y otros extranjeros sean juzgados por sus policía y basta de gestión de asuntos de política internacional, incluso con capacidad
propios magistrados, llamados telonarii y con arreglo a sus leyes; régimen que se para concertar tratados y llevar a cabo toda clase de negociaciones diplomáticas;
aplicaba no sólo a los comerciantes extranjeros establecidos, sino también a los que estas diferencias, en cuanto al origen y la extensión de las funciones, daban lugar a
concurrían a las «ferias francas», c incluso se extendía a que los propios jueces una am plia gradación en cuanto al rango y a la autoridad que se atribuía al cargo,
acompañasen a los navegantes y mercaderes para dirimir sus controversias durante las determinando, también, junto a los usos de cada país, las distintas denominaciones
Inrgas expediciones. Los burgundios y los lombardos permitían igualmente a los que reciben los cónsules en este período, entre las que cabe citar las de jucccs-cón-
comerciantes extranjeros arreglar sus diferencias por medio de magistrados de su elec­ sulcs, cónsules mercantiles, cónsules de la mar, cónsules a bordo, cónsules de ultra­
ción y según sus leyes nacionales. También, ('bina en el siglo vm y los árabes en el mar, cónsules en el extranjero, Aldermannenn (en los tribunales consulares de la
llansa), etc.
siglo IX, tenían establecidos tribunales marítimos para solventar las cuestiones entre
' En cualquier caso, los cónsules no son, en general y claramente, hasta la segunda
los comerciantes que arribaban n sus puertos, c incluso China había autorizado la
mitad del siglo XIV o mejor hasta el XV, un órgano de las relaciones consulares ver­
existencia de un juez mahometano (Cadi) en Canfú, para hacer justicia entre los mer­
daderas y propias, es decir, un instrumento de las relaciones internacionales; son una
caderes musulmanes. institución corporativa, sin que afecte a este carácter la intervención que en su nom­
Con este comienzo, van a ir surgiendo a lo largo de la Edad Media otras institu­ bramiento o elección pudiera tener la ciudad o ente político al que perteneciese la
ciones que, aunque con perfiles mal definidos, sin contenido uniforme y con diver­ colonia de extranjeros; no son. por ello, un órgano del ente político de origen de los
sas denominaciones, ejercían funciones en relación con la población connacional extranjeros, establecido ante el ente político de residencia, sino algo interno del
(o de conciudadanos) o un sector de ella (gremios), en territorio extranjero, dedicada grupo : ial, que va a aplicar, en las relaciones entre sus componentes, sus propias
al comercio y a la navegación; aparecen así, además de los telonarios, las figuras de leyes.
los echevinc.s, los pmteetores, los prebostes, los hailios. los síndicos y, también, los
cónsules. El origen de su autoridad es igualmente vario, ya que su nombramiento
procedía, en unos casos, tic la misma colectividad de extranjeros en la que había de B. La in s t it u c ió n c o n s u l a r e n l a s Ed a d e s Mo d e r na y Co n t e m po r á n e a
ejercer su jurisdicción, en otros, eran las propias autoridades locales las que los
designaban, delegando en ellos parle de sus atribuciones, y podían, también, ser nom­ La transformación del carácter y funciones del cónsul, que tendrá lugar, de una
brados por el gremio o la ciudad a la que pertenecían esos extranjeros en su país de manera generalizada, en los siglos XIv y xv, dando paso a la concepción moderna
origen y enviados al lugar donde habían de ejercer sus funciones, o elegidos por ese del mismo, se deberá a que, como consecuencia del desarrollo de los medios de pro­
gremio o ciudad entre la misma colectividad en el extranjero o entre los naturales de ducción, con la consiguiente gran expansión comercial y el crecimiento de la pobla­
ese país que por su posición c influencia podían prestar mayor protección y ayuda a ción dedicada al comercio con el exterior y asentada en el extranjero, junto a los
la colonia extranjera. grandes descubrimientos geográficos de la época y al proceso de formación del
El primer consulado medieval con tal denominación, aun sin existir fechas y dalos Estado moderno, éste se hace consciente del interés político inherente a esas colonias
exactos, se sitúa en Levante, y sería establecido por Pisa antes del siglo X, o el que de súbditos propios en el extranjero que concentran una actividad y poder económi­
establece Carlomagno en Palestina. Pero, en cualquier caso, a partir del siglo XI y co de considerable importancia, cuya atención servirá para conseguir el apoyo bur­
gués frente al poder feudal y construir el nuevo Estado centralizado; todo ello acon­
particularmente en el XII, tiene lugar la gran expansión de los consulados en todo el
seja asumir como funciones propias del Estado, no dclcgablcs. la protección de sus
litoral mediterráneo, con establecimientos principalmente italianos y también fran­
súbditos, el promover a su favor la concesión de privilegios particulares por el país
ceses y españoles; en el último tercio del siglo XII y, sobre todo, en el siglo XIII se
de residencia, velar por ellos y asistirles en todas sus necesidades, para lo cual la ins­
extiende a otros mares, por el especial impulso que da a la institución la Liga
titución consular se considera et instrumento idóneo; el consulado deja así de ser una
llanscática, y es utilizada por toda Europa. Es, también, en este periodo medieval, magistratura corporativa, que se ejerce entre los propios connacionales, para trans­
una institución propia de las ciudades marítimas y mercantiles. formarse en un órgano del Estado que se establece, para actuar en su nombre, no sólo
La importancia de las funciones consulares marítimo-mcrcantiles y el desarrollo directamente ante los connacionales, sino también, para su asistencia y protección,
de esta actividad desde final de la Alta Edad Media y durante la Baja Edad Media se ante las autoridades locales de residencia. Esta transformación del carácter de la ins­
manifiesta en la aparición de códigos marítimos conteniendo las competencias de los titución consular va a llevarse a cabo, bien mediante un proceso lento de conversión
cónsules al respecto, entre los que hay que destacar l.n Tabla dcAnndji (siglo XI), Las del consulado mercantil, corporativo y privado o bien a través del establecimiento
Reglas de Olerán (siglo XII) y Ti Libro del Consulado del Mar (siglo XIV). directo del consulado de Estado; pero tanto en uno como en otro caso, se hará impres­
La condición de la colonia extranjera, dedicada exclusivamente o en su mayor cindible el consentimiento del Estado de residencia, en cuanto que se trata de la ins­
parte al tráfico comercial, a pesar de las diversas formas de nombramiento y atribu­ talación en su territorio de un órgano de otro Estado para ejercer—entre otras— fun­
ciones, daba a los cónsules una característico común: la de ser árbitros o jueces mer­ ciones ante las autoridades locales.1
cantiles; pero además de esta competencia, los cónsules llegarán a ejercer jurisdic-
80 C U R S O D E D E R E C H O D IP L O M A T IC O Y C O N S U L A R
LA INSTITUCIÓN CONSULAR (I) 81

Fin el proceso evolutivo de la nueva institución consular, el cónsul tiende a con­


Academia Consular Teresiana; en tercer lugar, la doctrina reacciona frente al aban­
vertirse en representante del Estado mismo en el Estado de residencia, sumando, a dono anterior y va a ocuparse adecuadamente de la institución consular.
las funciones administrativas y jurisdiccionales, funciones políticas realmente diplo­ Con este arranque, la institución consular vuelve a desarrollarse y a alcanzar un
máticas que no podían ser desempeñadas a través de la diplomacia temporal enton­ papel importante en las relaciones internacionales durante el siglo XIX, presentándo­
ces existente, y que serían asumidas más tarde por la diplomacia permanente o que se como el instrumento idóneo para atender nuevos campos de relaciones que irrum­
ya se estaban ejerciendo por esta tras su aparición entre los Estados del norte de pen en la vida internacional y sobre los que interesa al Estado ejercer su control. Con
Italia; con tal proceso los cónsules devienen en agentes de la autoridad pública, lle­ MARESCA pueden destacarse los siguientes acontecimientos que promueven el resur­
gando a adquirir la condición de «ministros públicos», como se llamaba en la época gimiento del consulado: a) el inusitado desarrollo del tráfico internacional, favoreci­
a los agentes diplomáticos, y revestidos, en consecuencia, de las inmunidades, privi­ do por la revolución industrial y el liberalismo económico que concede de nuevo
legios y prerrogativas que constituyen el status diplomático. Es esta época la que importancia a la función histórica del cónsul como órgano para vigilar el comercio
corresponde, como señala ZOURKK, al apogeo de la institución consular en la que los entre su listado y el de residencia; h) la expansión de la navegación mercantil, gra­
cónsules desempeñan un papel de primer orden en las relaciones entre los Instados. cias a la sustitución de la vela por el vapor, que multiplica las arribadas de naves
En el siglo x v íi comienza en Occidente una nueva etapa en la evolución del con­ sobre las que el cónsul debe ejercer un conjunto de funciones que están entre las más
sulado. Por una parte, el desarrollo y la afirmación de la diplomacia permanente, características de su misión; c) el fenómeno de la emigración transoceánica, con el
como instrumento principal de las relaciones políticas intercstatalcs, resta a los con­ crecimiento de la colectividad de connacionales en países extranjeros que atribuyen
sulados aquellas funciones diplomáticas que habían llegado a ejercer en los dos al cónsul una mayor relevancia en cuanto protector natural y jefe de la colectividad
siglos anteriores, haciéndoles perder su carácter de «ministros públicos» y, en conse­ misma; tí) la nueva valoración de lo económico y social en las relaciones internacio­
cuencia, el status correspondiente del que gozaban. Por otra parte, la consolidación nales respecto a lo estrictamente político, que revierte en la consideración general de
del Estado, que en su formación había sido un factor de la creación del consulado de la institución consular que tiene sus orígenes y conserva una vocación profundamen­
Estado, actúa ahora en sentido contrarío, recabando para sí, en su construcción abso­ te económico-social.
luta, el ejercicio exclusivo de toda jurisdicción sobre su territorio, y rechazando, a la La importancia que se da nuevamente a la institución consular queda reflejada cla­
vez, el principio germánico de la personalidad de las leyes que cede ante el de Ja terri­ ramente en el gran número de tratados consulares — o de otro ámbito (de comercio
torialidad, salvo en lo que se refiere al estatuto personal; por ello, el cónsul pierde y navegación, paz y amistad, etc.), en los que se insertan disposiciones relativas a Jos
también las antiguas atribuciones de jurisdicción civil y penal sobre sus connaciona­ consulados— que se celebran, sobre todo, en la segunda mitad del siglo XIX. La con­
les, al resultar incompatibles con la soberanía del Estado de residencia. Estas cir­ sideración que en este siglo alcanzan los cónsules y el lugar que ocupan en las rela­
cunstancias reducen las funciones de los cónsules a la protección y salvaguarda de ciones internacionales queda de manifiesto esquemáticamente en la declaración de
los intereses comerciales, industriales y de Ja navegación de su país y a la protección ClIATEAUHRJAND en el Congreso de Verona, en 1822: «El tiempo de los embajado­
y vigilancia de los connacionales y de sus intereses; dado, además, el menor valor res ha pasado, el de los cónsules ha vuelto».
que dan ahora los Estados a los asuntos económicos, comerciales y sociales en sus Esta etapa evolutiva que culmina en la segunda mitad del siglo XIX sigue desarro­
relaciones —salvo los Países Bajos y el Reino Unido—, la institución consular es llándose y perdura en Occidente hasta la Segunda Guerra Mundial, no siendo la Pri­
desatendida y entra en un periodo de decadencia, manteniéndose en buena medida mera Guerra Mundial, exccpcionalmcnte en este caso, punto de arranque de una
sólo por rutina, llegando, en la primera mitad del siglo XVlll, a prohibirse por algu­ nueva etapa histórica. En su plenitud, este período se caracteriza por: a) las oficinas
nos tratados el envío de cónsules. Esta decadencia se reflejará, también, en que los consulares constituyen una red más o menos tupida, coordinada por la misión diplo­
principales autores clásicos de derecho internacional no se ocupen en absoluto de la mática del Estado envíame, integrada —según los intereses a atender y las funciones
institución o apenas se refieran a ella, hecho que además, sin duda, va a afectar a su encomendadas— por consulados de distinto rango, dirigidos por cónsules de carrera
futuro desarrollo conceptual. u honorarios; b) las funciones consulares abarcan todas aquellas relaciones que los
En este constante flujo y reflujo de la institución consular, en la segunda mitad del Estados mantienen entre si en el ámbito de la Administración pública y que han de
siglo xvin comienzan a aparecer signos de una nueva recuperación como medio útil realizarse fuera del territorio nacional, tanto respecto a las autoridades locales como
para las relaciones internacionales, debido, otra vez más, al desarrollo del comercio, a los particulares, en cuanto afecten a los propios connacionales y a los intereses,
la navegación y la industria. Cabe señalar, en este renacer, en primer lugar, el públicos o privados, del Estado enviante; aparte de estas funciones de carácter gene­
ral, ejercidas en mayor o menor grado por los consulados, éstos ejercían, a veces,
Convenio consular de El Pardo de 1769. entre España y Francia, en el que se acuer­
otras funciones circunstanciales que incluso eran la razón de ser de su existencia; así,
da el envío de cónsules y se especifican sus funciones y los privilegios c inmunida­
para mantener o desarrollar la influencia política de su país o contrarrestar la de otros
des que se les concede; en segundo lugar, el impulso que se da al desarrollo del
en el Estado de residencia, para vigilar movimientos insurreccionales, para realizar
derecho consular interno por los Estados con mayor actividad comercial y marítima,
una intervención en un país extranjero, etc.; r) sin embargo, aunque la representación
asi las Ordenanzas francesas de 1781 y 1833, los Reglamentos consulares neerlan­
directa de Estado a Estado sigue correspondiendo a las misiones diplomáticas, hay
deses de 1786, las Leyes del servicio consular estadounidense de 1792 y 1856, la
consulados a los que se les encomienda funciones de contenido diplomático, como a
Ley consular británica de 1825, y, cabría señalar también, la creación en Vicna de la
82 CURSO DE DERECHO DIPLOMÁTICO Y CONSULAR

LA INSTITUCIÓN CONSULAR (I) 83


aquellos establecidos en la capital de países que no habían llegado a la com pleta inde­
pendencia (caso de los Dominios británicos), o que estaban bajo protectorado, o, en
cesiones unilaterales, adquiriendo el término, desde entonces, un significado pacti-
fin, que eran Mandatos «A». cio — aunque bajo esta forma lleguen incluso n ser realmente imposiciones de los
La consolidación de la institución consular correspondiente a este período tras­ Estados europeos— ; por último, el régimen de capitulaciones se completa por cos­
ciende al ámbito multilateral, si bien sea regional, como muestran, la Convención de tumbres que se van creando a lo largo del desarrollo de la institución, en buena medi­
Caracas de 1911 sobre Cooperación consular y la de carácter codificador de La da derivadas de lina uniformidad convencional debida al juego de la cláusula de
Habana de 192S sobre Agentes consulares. nación más favorecida que se incluye en los acuerdos de capitulaciones.
Las capitulaciones tienen su razón de ser en la inaplicabilidad a los cristianos, en
tanto «infieles», del derecho islámico, junto al interés de los países islámicos de res­
C. El r é g im e n d e c a pit u l a c io n e s petar en su territorio las poblaciones de países cristianos, a través de las cuales se
mantenían importantes relaciones comerciales y económicas en general. Sin embar­
Mientras en Occidente la evolución de la institución consular seguía esc proceso go, no se puede desconocer, como observa Ar min jo n , que la institución responde a
deflujo y reflujo, en Oriente, el proceso evolutivo va a ser prácticamente progresivo las necesidades de la Edad Media, de modo que también los musulmanes obtuvieron
hasta el periodo de entregúenos, aunque se configurará, en todo caso, como un régi­ para sus poblaciones en tierras cristianas acuerdos por los que éstas quedaban some­
tidas a la jurisdicción de un cadí; si las capitulaciones se desarrollaron en sentido
men excepcional.
contrario, se debe a que eran escasos los consulados musulmanes en Europa porque
Si es discutible que los consulados medievales en los países de Levante, sobre todo no era ésta la dirección de su actividad comercial, sino, principalmente, la de las cos­
a partir de las Cruzadas, sean el origen de los verdaderos consulados, si puede decir­ tas indias y chinas del Océano índico, en donde, en efecto, los países islámicos obte­
se que es en ellos y en los de todo el Mediterráneo islámico, en donde los consula­ nían para sus poblaciones concesiones especiales propias de las capitulaciones.
dos van a alcanzar, en general, las mas amplias atribuciones de orden jurisdiccional Las características generales del régimen de capitulaciones pueden fijarse así:
y gubernativo respecto a los asentamientos de población en los que ejercían sus fun­ a) el poder de policía y de jurisdicción civil y penal se ejerce por los cónsules res­
ciones. pecto a sus connacionales de modo que éstos, a tales efectos, se encontraban como
Aun cuando en los estudios sobre la institución consular cabe hablar, en un sen­ en su propio país, incluso, en algunos casos, el cónsul llega a ejercer su competencia
tido general, de capitulaciones desde años tempranos de la propagación del Islam, en controversias entre un connacional y nn musulmán y, desde luego, él siempre
hay que distinguir, sin embargo, como observa CONTU7.ZI, las capitulaciones que se podía asistir a su connacional en estas controversias; b) el prestigio y autoridad que
acuerdan a las poblaciones cristianas residentes en los países conquistados y las alcanza la institución consular son tan altos que a su sombra se forman y se consoli­
capitulaciones concordadas con los gobiernos de los Estados cristianos para garan­ dan, como un pequeño Estado dentro del Estado, las llamadas factorías cristianas, es
tia de sus respectivos súbditos. Entre las primeras, habrá que referir su origen a un decir, zonas o barrios diferenciados donde, además de la oficina consular, están las
viviendas de los connacionales del cónsul, los almacenes, iglesia y cementerio pro­
Privilegio de Mahoma otorgado a los cristianos habitantes en territorios bajo su
pios; c) la autoridad local carece de competencia para confiscar los bienes heredita­
autoridad que se fecha en el año 4 de la llégira (entre junio del 625 y junio del 626
rios de los extranjeros fallecidos en su territorio, de todo derecho fiscal sucesorio y,
de la era cristiana), y a ta capitulación acordada por Omar. segundo sucesor de respecto a las naves naufragadas, carece de todo derecho de naufragio, es decir, el
Mahoma a los cristianos de Jerusalén y dependencias, que se fecha en el año 15 de cónsul liquida la herencia y asegura a los náufragos la asistencia necesaria: ti) el cón­
la Hégira (entre febrero del 636 y febrero del 637 de la era cristiana); entre las sul está legitimado para actuar ante las autoridades locales para proteger a sus con­
segundas, los primeros casos se producen en las relaciones de las repúblicas italia­ nacionales y puede solicitarles el auxilio material para imponer, si es necesario coer­
nas con los árabes del Mediterráneo en el siglo XII, señalándose por A m a RI Jas capi­ citivamente, su autoridad a los propios connacionales; e) el cónsul va a disfrutar de
tulaciones concluidas por Pisa con el rey de Valencia en 1150, con el Califa de un amplio status de carácter diplomático, ya hacia tiempo perdido por los cónsules
Egipto en 1154. con el Principe de Túnez en 1157 y nuevamente con Egipto (con el en Europa.
Sultán Saladino) en 1173; asimismo, cabe señalar las capitulaciones celebradas con Respecto a la eficacia de las capitulaciones, en su significado genuino, en tanto
los turcos desde el siglo xiv por Genova y Venecia, antes, por tanto, de la conquis­ concesión graciosa, son consideradas como un acto de la magnanimidad del sobera­
ta de Constantinopla en 1453. no musulmán — nunca como una abdicación de sus derechos soberanos— y, por
Ahora bien, el llamado régimen de capitulaciones se constituirá desarrollándo­ tanto, en estricta consecuencia, rescindibles unilateralmente por la misma autoridad;
se. de manera particularmente intensa, a través de las relaciones entre los Estados sin embargo, en cuanto quedan establecidas por tratado, ya sólo podrán ser revoca­
cristianos y la Sublime Puerta del Imperio Otomano tras la caída de Constantinopla. das por acuerdo mutuo, único medio, en definitiva, posible a lo largo de todo el de­
sarrollo del régimen de capitulaciones; de ahí. también, su duración, teniendo en
Las capitulaciones son en su origen concesiones graciosas unilaterales emanadas
cuenta que las concesiones graciosas en breve tiempo se incorporan a acuerdos de
de los sultanes, confiriendo derechos y privilegios a los súbditos de Estados cristia­
capitulaciones que, a su vez. van a irse confirmando sucesivamente por los tratados
nos con los que mantenían relaciones de comercio y amistad; posteriormente estas de diverso contenido que se celebran entre las mismas partes y que, a través de cláu-
concesiones se van a obtener no por actos unilaterales, sino por tratados denomina­
dos «Acuerdos de Capitulaciones», que irán paulatinamente sustituyendo a las con-
84 cuitan ni; D f w i r o nii'i.o má i ic o y c o n h u im
la iNjm íunóNCONm Ak ro «5
Milu* ilc referencia, niontlcnm lint capitulaciones existentes, Si bien es cierto <|iie, en
general, iiiinquc no en Indo cono, loa acuerdos de capitulaciones no tienen un enróe- ('hiña, Síarn y Japón), c» un »ÍKlcma impuesto desde el primer momento, que acom -
ter reciproco y (fue incluso se llega u imponer mi celebración o m i m antenim iento paña a Jo« expeditivo» medios de uso de la fuerza armada, utilizados por las poten­
como coiMccticncfn, frcciicntcmenlc, de trntiidoH de pn/., convirtiéndose un (ruto pri­ cias occidentales par» abrir aquello» imperio» y reino» a su comercio,* las am plias
vilegiado que comenzó como concesión u los listados cristianos con los (pie exis­ facultades y prerrogativas de los cónsules y los privilegio» de la población occiden­
tían relaciones amistosas en nuil exigencia de éstos, ello no impide la validez y tal, de mayor alcance que en el régimen de capitulaciones, muestran que no fuc»c
obligatoriedad del cumplimiento de lus capitulaciones, cuyo régimen, ademé«, esta­ caprichosa la denominación de «extraterritorialidad»; el sistema se irá aboliendo por
lla reconocido en lu propia legislación otomana. acuerdos bilaterales con los listados afectados, a partir de la Primera Guerra Mundial,
lili el silo xix, particularmente a partir de la Declaración de París de 1856, por la pero no se extinguirá basta la segunda posguerra,
Con esta evolución en Oriente y en Lejano Oriente, la institución consular vuelve
(fue el Imperio Otomano es admitirlo en el Concierto Europeo y, por ello, serle de
a hacerse uniform e, en su contenido y alcance, en toda la sociedad internacional, en
aplicación su derecho público, el Imperio trata de modificar el régimen de capitula­
térm inos generales, desde la segunda posguerra mundial,
ciones, c incluso aboliría, consciente de que su alcance excesivo lo sitúa en una posi­
ción discriminatoria en tanto miembro de pleno derecho de la sociedad internacional
occidental, y de que el mismo resulta incompatible con su soberanía; sin embargo,
D, LA INSTITUCIÓN CONSULAR f:N LA ACTUALIDAD
sólo consigue, como contestación o sus propuestas, la aceptación de muchos listados
de suprimir el régimen de capitulaciones bajo la condición de que lodos los dem ás El misino proceso evolutivo de la sociedad internacional desde 1945, con profun­
listados renuncien (cláusula si omnes), lo que en ningún momento se llega n produ­ das transformaciones de orden político, económico, tecnológico y la radical amplia­
cir; (rus el estallido de la Primera Guerra Mundial y la caída de! Imperio Otomano, ción de la propia sociedad debida a la descolonización, va a incidir de modo particu­
coa la proclamación de la República deTurquíu, el nuevo régimen de Mustafá Kcmnl, lar en el m odo de ser de las relaciones consulares y, por ende, en la institución con­
Ataliirk, promulga un decreto en septiembre de 1914, declarando unilateralmcntc sular.
abolidas las capitulaciones, sin considerar las protestas de las potencias occidenta­ El consulado occidental, al que se reconduce la forma de ser de la institución,
les; terminada la guerra, el régimen vuelve a incorporarse en el Tratado de Sóvrcs desaparecidos los exorbitantes regímenes orientales, verá en buena medida m odifi­
(nrt. 261), por lo que, junto a otras razones, es rechazado por Turquía, pero, aun así, cado su alcance.
habrá de esperar hasta 1923 en que el Tratado de Lausana (art. 28) pone fin al régi­ La importancia determinante que adquieren los intereses económicos en las rela­
men de capitulaciones, estableciendo para su abolición un sistema transitorio de ciones internacionales elevando al máximo la interdependencia de los Estados, debi­
cinco años. do a la mundialización y regulación internacional del comercio, a las nuevas formas
En Egipto, integrante del Imperio Otomano, la evolución del régimen de capitula­ de financiación internacional, y a la acción de las grandes empresas multinacionales,
ciones sigue una vía distinta; debido a su mayor desarrollo económico y a la prepon­ sitúan los asuntos económicos en el primer plano de la política exterior de los
derancia de los intereses extranjeros, desde el último tercio del siglo xix, sobre todo Estados; como consecuencia de ello y por la complejidad de los problemas que al res­
a raíz de la apertura del Canal de Suez, se van a sustituir, en lo que se refiere a la pecto se suscitan, los Estados se ven obligados a confiar la salvaguardia de sus inte­
administración de justicia, los tribunales consulares por los tribunales mixtos, que, reses económicos a la actividad diplomática, comenzando, en el ámbito bilateral, por
aunque considerados como órganos jurisdiccionales egipcios, estarán compuestos, al incorporar en sus misiones diplomáticas funcionarios con especial cualificación en
menos en su primera época, por magistrados europeos de los Estados con intereses la m ateria (agregados o consejeros económicos, comerciales o financieros) o a esta­
en esc territorio, pero, en cambio, se mantiene el régimen de capitulaciones del blecer específicamente representaciones comerciales. De esta manera, los consula­
Imperio hasta 1937, año en que será abolido por el Convenio de Montreux. dos verán fuertemente mermadas sus competencias en este ámbito originario y tradi­
En el resto de los territorios del Imperio, el régimen de capitulaciones desaparece cional de sus funciones, que, aunque se le sigan reconociendo por el derecho con­
paulatinamente, por renuncia al mismo de los Estados beneficiarios, com o conse­ suetudinario y convencional, las ejercen sólo en aspectos de menor relevancia y como
auxiliares de las misiones diplomáticas, actuando de intermediarios entre éstas o las
cuencia del acceso de esos territorios a la independencia, o a la situación de
representaciones comerciales y las autoridades de su circunscripción consular, asi
Mandatos «A», tras la Primera Guerra Mundial.
como entre esas mismas y los propios nacionales que ejercen el comercio en su cir­
Por otra parte, los establecimientos consulares en régimen de capitulaciones exis­
cunscripción. Confluye también, en la merma de estas funciones, la práctica de las
tentes en territorios nortea frícanos no integrados en el Imperio Otomano, se irán grandes empresas de enviar o mantener en el extranjero a sus propios agentes para
extinguiendo, asimismo, por renuncia de los Estados beneficiarios o por pasar a ser
información comercial y estudio de mercados.
administrados directamente por éstos, debido al reparto colonial o por quedar bajo Por otra parte, en cambio, el consulado va a ver ampliadas sus funciones y a ser
protectorado. el órgano más adecuado para la cooperación en ciertos ámbitos como el científico,
En Lejano Oriente, la institución consular europea se establece a mediados del el cultural, el social, el educativo, o el deportivo. Adquirirá competencias en nuevos
siglo XIX bajo un sistema análogo al régimen de capitulaciones, llamado de «extra­ campos como la navegación aérea y recuperará, en cierta medida, funciones de
territorial idad», pero en este caso, aunque en forma de acuerdos (concluidos con
86 n m s o 1)1' DI'KIÍCMO IIIP W IM A TIW Y CONSULAR

carácter general o político, reconocidas, al menos, por el Convenio de Viena de 1963


sobre delaciones consulares, como son la protección de los intereses del listado
envínate, la información al mismo, y el fomento de las relaciones entre éste y el recep­
tor |nrt. 5.0 ), h) y r ) | y, sobre lodo, aunque dentro de las condiciones que establece el
CAPÍTULO Vi
artícnlo 17, el cónsul podrá realizar actos diplom áticos y actuar com o representante
ante organizaciones iutcrgubcrnamentulcH. lin el seno de organizaciones de integra­
ción. como particularmente en el caso de la Unión Europea, el consulado puede per­ LA INSTITUCIÓN CONSULAR (II)
der funciones o resultar éstas debilitadas cu razón de la arm onización de legislaciones
o como consecuencia de los derechos derivados de la ciudadanía europea; y, por otra
parle, tendrá que ejercer funciones basadas directam ente en norm as com unitarias, II. NATURALEZA JURÍDICA DE LA INSTITUCIÓN CONSULAR
como en materia de visados y en cuanto se refiere a la Instrucción Consular Com ún y
al Manual Común. A, Co n s id e r a c ió n g e n e r a l
I’ero la institución consular, se afianzará, en definitiva y tiene su razón de ser,
principalmente, corno órgano para la atención de sus connacionales y acercar a A diferencia de la diplom acia, la institución consular no responde a un mismo sig­
ellos, en tanto adm inistración del lisiado en el exterior, esa m ism a adm inistración nificado conceptual a lo largo de su evolución histórica, en razón de las formas de su
en general, así com o el propio ordenam iento jurídico, ejerciendo, por ello, a su establecim iento y del contenido funcional. Pero incluso desde la configuración del
favor, funciones de orden adm inistrativo y de derecho privado, en tanto le son atri­ consulado m oderno, tam poco hay acuerdo en la doctrina para una concepción unita­
buidas por el listado enviante y en la medida, cuando así sea necesario, que las c on­ ria, de lo que deja constancia, significativamente, TORROBA, al emplear com o rúbri­
sienta el listado receptor. ca para su exposición «Indeterminación del concepto de cónsul».
La dificultad conceptual surge ya, en primer lugar, de un problema terminológico,
en cuanto que la denom inación no es única, utilizándose indistintamente la expresión
institución consular com o la de cónsul, para la misma realidad social, y ello porque,
históricam ente, el cónsul encarna la propia institución (entendiendo cónsul en el sen­
tido genérico de persona que ejerce la función consular): no ocurre, por tanto, como
con la institución de la diplomacia cuyo concepto se destaca con independencia del
de las personas que ejercen la actividad diplomática (agentes diplomáticos). En
segundo lugar, se debe a que la caracterización de la institución consular está deter­
minada por las funciones que sean ejercidas por el cónsul y la oficina consular y éstas
varían, com o se ha expuesto, según las circunstancias y necesidades históricas de
tiem po y lugar; ello revela, también, que se trata de un concepto de nivel de abstrac­
ción distinto del de diplomacia, que no permite, paralelamente, elaborar una noción
de «lo consular», y no solamente debido a la menor atención que al estudio del dere­
cho consular prestó históricamente la doctrina, lo que, como observa ZOUREK, ha
supuesto que queden aún en la actualidad buen número de problemas teóricos por
resolver. El hecho es que tas distintas definiciones de institución consular se formu­
lan tras una exposición de su evolución histórica, en directa dependencia con ella y
en función de las diversas valoraciones que. en cada momento, pueda hacerse de sus
elem entos constitutivos: de ahí que Ir iz a r r y llegase a afirmar que es «una tarea muy
difícil hacer entrar una noción satisfactoria de este término en el círculo estrecho de
una definición abstracta». En efecto, desde las originarias funciones de los cónsules
de atención a los mercaderes y a la navegación comercial, la institución consular a lo
largo de su historia, com o quedó de manifiesto, ha ido asumiendo mayores y dife­
rentes funciones de las que unas llegó a perder definitivamente, otras fueron recupe­
radas y algunas se conservaron disminuidas o debilitadas. Por otra parte, unas fun­
ciones constituyen una actividad interna del cónsul, es decir, aquellas cuyo ejercicio
consiste en aplicar la legislación del propio Estado n sus connacionales o en atender­

la]
88 CURSO PH DERECHO DIPLOMÁTICO Y CONSULAR LA INSTITUCIÓN CONSULAR (II) 89

les en sus problemas: otras significan una actividad estrictamente internacional, es es decir, como agente diplomático, postura aún defendida en el siglo XIX, pero pro­
decir, aquellas que suponen la actuación del cónsul ante las correspondientes autori­ pia del período anterior a la aparición de la diplomacia permanente en que los cón­
dades locales, bien en interés específico del Estado envíame, bien en interés particu­ sules llegaron a ser verdaderos agentes políticos, en la actualidad continúa, sin
lar de los connacionales. Esta diversidad de funciones no sólo corresponde a dife­ embargo, el debate para determinar de manera positiva el concepto de institución
rentes períodos históricos, sino también a un mismo momento, debido a los distintos consular.
ambientes, grado de relación, o régimen político de los sujetos enviante y receptor; En general, hasta bien entrado el siglo XX se considera al cónsul como un agente
en este sentido Bis c o t t in i señalara cómo «la institución consular constituye un mercantil o comercial para proteger los intereses comerciales de sus nacionales,
admirable ejemplo de adaptación de los instrumentos jurídicos a las diversas con­ negándosele incluso, como en los países anglosajones, todo tipo de estatuto particu­
cepciones políticas del Estado» y distingue tres periodos en el desarrollo de la actua­ lar a menos que fuese reconocido convencionalmente. Sin embargo, en el mismo
ción consular que han de considerarse acumulativos y no sucesivos, en razón de la siglo XIX se considera ya al cónsul como un agente oficial, con funciones de protec­
ción de los intereses del Estado que le envía (intereses no políticos) o para prestar
práctica del ejercicio de la función consular: en el primero, el cónsul realiza todos los
actos necesarios para atender y dar solución a los asuntos de sus connacionales; en el todos los servicios internacionales distintos de los que presta el agente diplomático.
\S i desde entonces, puede decirse que, en general, no se discute el carácter del cón­
segundo, pide a la autoridad local que provea lo necesario para atender y resolver
sul como órgano público del Estado que lo instituye, se plantea, en cambio, el proble­
esos asuntos: y. en el tercero, se limita a informar e indicar a los interesados cómo
ma de si tiene o no la condición de órgano representativo del listado. ANZ1LOTTI esti­
han de actuar ante tales autoridades, bien por si o a través de un representante que
ma que el cónsul es más un órgano de las actividades estatales (administrativas o juris­
ellos elijan, que puede ser. también, el propio cónsul.
diccionales) en el territorio de otro Estado, que un órgano de las relaciones interna­
Sin embargo, e independientemente de las diversas concepciones que serán con­
cionales verdaderas y propias, aunque tal actividad sólo resulte posible y relevante
sideradas a continuación, es necesario destacar como componente constante de la
sobre la base del derecho internacional, y se desarrolle en estrecho contacto con las
acción consular la atención a los connacionales y la defensa de sus intereses, o mejor,
relaciones internacionales, en función de las cuales únicamente puede ser entendida.
con mayor exactitud, la atención y defensa de los nacionales del Estado o ente polí­ 1RI7.ARRY considera que las diferencias de opinión sobre el carácter representati­
tico o corporativo que nombra al cónsul, entendidas en un sentido amplio y genérico vo del cónsul provienen de una apreciación insuficiente de dos elementos impor­
que incluye la posibilidad de aplicación, por el cónsul, del ordenamiento jurídico pro­ tantes: en primer lugar, la naturaleza de la representación consular: saber si es polí­
pio. Y ello es asi. tanto teniendo en cuenta la totalidad y la importancia de cada una tica o comercial; en segundo lugar, la extensión de la representación: si se extiende
de las funciones a ejercer por la institución en un momento dado, como cualquiera a los intereses del gobierno, tanto como a los de los individuos. Para él los cónsules
que sea la forma en que, en cada período histórico, deba actuar el cónsul para ejer­ son únicamente órganos de la política comercia!, no representan al Estado en sus
cer sus funciones. relaciones político-internacionales más que en un grado secundario c inferior, y sólo
en circunstancias especiales pueden tener derecho de representación; el cónsul no
representa la soberanía de su Estado en un sentido político, sino solamente en una
B. La d iv e r s id a d d e c o n c e pc io n e s serie de relaciones sin relevancia inmediata de derecho internacional. La conclusión
de Ir iz a r r y es que si bien los cónsules no tienen carácter representativo, ni rango
La doctrina no sólo no ofrece definiciones comunes de institución consular, sino de ministros públicos, tanto los eiccti como los missi, poseen un carácter público
~ que también discrepa sobre su naturaleza jurídica. En primer lugar, en un plano gene­ reconocido, el de mandatario oficial de un Estado extranjero, encargado de una
ral. unas concepciones tienden a fijarse y tomar como eje el aspecto de la actividad misión de interés público.!
interna de los cónsules, mientras que otras consideran más relevante su actividad Co n t u z z i observa que las discrepancias sobre el carácter de los cónsules son debi­
internacional: en cualquier caso, ambas posturas eluden la necesidad de una defini­ das a que se considera la institución consular no en su naturaleza intrínseca, sino en
ción comprensiva de uno y otro aspectos. Ante estas posturas, BlSCOTTlNl cree que las diversas etapas por las que ha atravesado en la historia de las relaciones interna­
se debe renunciar a todo esfuerzo de unificación y partir de la observación de que el cionales, y sostiene que si bien los cónsules no son por su cualidad agentes diplomá­
cónsul es actualmente un órgano del Estado al que se le atribuyen algunas funciones ticos. porque no representan al Estado en sus relaciones políticas internacionales, no
específicas de la vida de relación internacional y que, por otra parte, está llamado a se les debe considerar como simples agentes comerciales, pues son dos posiciones
ejercer en el territorio del Estado extranjero algunas atribuciones propias de los órga­ extremas que repugnan a la naturaleza intrínseca de la institución consular; los cón­
nos internos y LtF. renuncia a toda construcción considerando que se debe atender a sules son, para él, funcionarios públicos del Estado expresamente encargados en el
lo que se establezca en los tratados y que a falta de ellos o de una codificación de exterior de la tutela de los propios nacionales y como tales se encuentran bajo la pro­
derecho consular, el cónsul debe ser definido de acuerdo con las regulaciones nacio­ tección del derecho internacional y gozan de las garantías necesarias para desempe­
nales de cada país. ñar libremente sus funciones.
En segundo lugar, en un plano concreto, la diversidad conceptual sobre la natura­ Los planteamientos centrando, en buena medida, el carácter de los cónsules por
leza jurídica de la institución consular se manifiesta en la distinta consideración de contraste con la diplomacia y su contenido político, frente al comercial de la institu-
la condición de cónsul. Aunque desechada su calificación como «ministro público».
«m> (‘iiuso ms inmiscuo impl o m At k x j y consul a r
LA INSTITUCIÓN CONSULAR (II) 91

eión consular» son crUicaJos porTOKKODA, quien niega que la misión de los agentes
diplomáticos sea exclusivamente política y que exista una separación completa entre implantadas en el extranjero, sino que ejercen previamente una acción externadel
los asuntos políticos y los comerciales, pues es notorio que en la mayor parto d e las Estado en las relaciones internacionales, porque las funciones consulares, aunque
misiones diplomáticas su actividad queda absorbida en mayor grado por asuntos eco­ funciones de derecho interno, son también internacionales en tanto significan la
nómicos, financieros y comerciales, más que por asuntos políticos, y que. por otra afirmación del Estado y su prestigio en el exterior y se proyectan en el campo inter­
parte, todos los consulados ejercen o pueden ejercer funciones informativas de carác­ nacional exigiendo la observancia de los Estados extranjeros. Por ello es erróneo
ter publico y nun una acción directa en esta esfera, incluso algunos tienen ésta por decir que, a diferencia del mandato diplomático, el mandato consular intercede entre
el Estado y los ciudadanos en el exterior, como si fuese un asunto privado entre
única actividad. Considera, asimismo arbitrario ta limitación de la misión de los cón­
ambos, porque los ciudadanos en el exterior no son parte en esta relación de repre­
sules al cuidado de intereses privados en contraposición con los intereses públicos,
sentación, sino el objeto de la tutela jurídica del Estado: el cónsul representa, por
poique, al ser agente del Istmio, todos los intereses que el cónsul toma a su cargo
tanto, al Estado, a su Estado, no a sus connacionales en territorio extranjero. Por esta
adquieren por ese solo hecho el carácter tic públicos aunque afecten directamente a
vía, FERRARA concluye considerando los agentes diplomáticos y consulares como
una persona determinada v. además, es evidente que no pueden calificarse de intere­
«órganos gemelos de la única potestad del Estado en el campo internacional, natu­
ses privados los que son objeto de otras funciones consulares, como la política de
ralmente con funciones especializadas para las dos categorías».
navegación, el registro civil, la fe pública notarial, etc.
El carácter representativo del cónsul es defendido principalmente por ZOUREK.
Por otra parto, sédala también el mismo autor, no se necesita demostrar que las
quien sólo acepta que se niegue tal carácter si por representativo se entiende el poder
funciones diplomáticas difieren en gran parle de las consulares, pues si lucran idén­
de representar al Estado enviante en la totalidad de sus relaciones internacionales y
ticas bastaría con un solo órgano, poro que dos cosas no sean iguales no quiere decir
de negociar compromisos internacionales en su nombre; pero no podra negarse si se
que sean do Indole distinta y mucho menos opuesta y que no pueda existir entre ellas quiere con ello dar a entender que el cónsul no es representante oficial de su Estado,
una estrecha relación; y, además, aun reconociendo esa diversidad de funciones, no pues debe ser considerado como representante de! Estado aquel cuyos actos son repu­
se puede olvidar que ta acción del listado en sus relaciones internacionales es una c tados como actos del Estado mismo o de uno de sus órganos, y los consulados son
indivisible y, en tal caso, los cónsules enviados forman parte integrante de la repre­ órganos del listado para sus relaciones exteriores; el cónsul es. por tanto, represen­
sentación del listado que tos nombra, ejerciendo asi una función pública y represen­ tante del Estado enviante dentro de! ejercicio de sus funciones, ya que no puede dis­
tativa. complementaria de la diplomática, de la misma naturalc/a aunque de distinto cutirse que, en sus contactos con las autoridades del Estado de residencia, el actúa en
grado. La misión diplomática tiene, asi. ante todo, carácter representativo y su fun­ su calidad de órgano oficial, y que cuando protege a nacionales del Estado enviante
ción esencial y casi única es la de ser oiga no de relación entre dos listados; los con­ no se trata de una persona privada, sino que ejerce una de las prerrogativas soberanas
sulados sólo representan los uncieses generales de su país ante las autoridades loca­ de este Estado. Por consiguiente, si los cónsules no son agentes diplomáticos, son.
les de su demarcación, pero, en cambio, ejercen otras funciones más numerosas y sin embargo, representantes oficiales del Estado que los envía y, por tanto, tienen
generalmente más importantes, como son las que competen a la Administración carácter representativo, en el sentido que se da usualmente a esta palabra.
pública de su pais, susceptibles de cumplirse cu el extranjero.
Coincidiendo, en buena parto, con la argumentación de Turroba, Fl-RRARA intro­
duce en su discurso las nociones de acto idad administrativa internacional y de «dere­ C, Apr e c ia c ió n c r it ic a
cho administrativo internacional», utilizadas ya por otros juristas italianos. La activi­
dad administrativa que se realiza por un I stado en otro gracias a una reciproca limi­ No parece discutible que la evolución histórica de la institución consular dificul­
tación v coordinación, puede llevarse a cabo sólo sobre la base del deivcho interna­ ta, si no imposibilita, una concepción intemporal de la misma; su dependencia de las
cional a través del acuerdo entre dos lisiados y se generaliza con el juego de la cláu­ funciones a desem peñar y modo de establecimiento que el tiempo y el espacio deter­
sula ile nación mas favorecida; esta aclis idad administrativa internacional se ejecuta minan en cada momento, hacen renunciar a una noción comprensiva. Pero aún en la
a través de funcionarios especiales reconocidos por el derecho internacional que no actualidad no sólo los planteamientos doctrinales, sino la propia realidad de la insti­
tienen correspondiente en el derecho interno; no es internacional sólo porque tal acti- tución. hacen difícil fijar la naturaleza jurídica del cónsul.
vidad se desarrolle en un listado extranjero, sino por su contenido que no se limita a l.as modernas tendencias en el desarrollo de la institución consular, que LEE seña­
tutelar los intereses do los ciudadanos particulares o grupos de personas, sino a aten­ la ponuenori/adam ente. tanto en relación con la práctica interna, como convencio­
der los intereses generales del pais que envía a esos funcionarios. Los cónsules son nal. tanto en materia de funciones, como de x a rus, junto a la indicación de los fac­
los óiganos especiales de la actividad administrativa internacional y no sólo funcio­ tores adv ersos y favorables a la institución tampoco son concluyentes para tomar una
nal tos do! L'stndo que los nombra \ éste al ejercer las funciones consulares en el decisión conceptual comprensiva que no sea una formulación descriptiva.
extranjero no actúa como sujeto del derecho interno, sino siempre como persona ¡iiri- En efecto, la diversidad de situaciones y factores que inciden en la realidad de la
d ico*internacional. institución consular justifican las distintas posturas conceptuales que se proponen.
Bajo esta perspectiva, los cónsules no son simples órganos de la actividad interna Asi. por una parte, resultaría apoyada la configuración del carácter representativo del
establecidos en el exterior, no son oficinas descentralizadas del listado nacional cónsul si se tiene en cuenta que: <il en los países que tienen estatalizada toda la acti-
92 CURSO DE DERECHO DIPLOMÁTICO Y CONSULAR

LA INSTITUCIÓN CONSULAR (II) 93


vidad hacia el exterior, los órganos que llevan a cabo cualquier actividad externa, son
considerados por sus ordenamientos jurídicos como órganos del mismo orden y con cuanto tal, ejerza sus funciones en nombre de ese Estado y de cuya actuación éste
las mismas características; h) la interdependencia de los servicios diplom áticos y resulte responsable— sea la misma idea de la representación de los órganos que tie­
consulares, en cuanto órganos para la defensa y desarrollo de los intereses naciona­ nen atribuida la representatividad del Estado, de la totalidad del Estado, intcmacio-
les en la esfera internacional, con la frecuente intcrcambiabilidad de su personal, que nalmente hablando, es decir, cuando el Estado actúa en sus relaciones internaciona­
en gran número de países constituye una misma carrera administrativa; c) la existen­ les, como ente político soberano, sujeto de derecho internacional, ante otros Estados
cia de secciones consulares en misiones diplomáticas, posibilidad reconocida por el en la misma calidad y por medio de los respectivos órganos competentes para ello; y
artículo 3.2 del Convenio de Viena de 1961 sobre Relaciones diplomáticas y los éste no es el caso, salvo situaciones concretas, de los órganos consulares, que, ade­
artículos 3 y 70 del Convenio de Viena de 1963 sobre Relaciones consulares y, vice­ más de no representar la generalidad de las relaciones internacionales del Estado
versa, el cumplimiento de actos diplomáticos por funcionarios consulares aceptado enviante, incluso en sus ftinciones generales y politicas actúan ante las autoridades
por el artículo 17 del Convenio de Viena de 1963; d) el desplazamiento de funciones locales. Ello se muestra de una manera particularmente clara en el hecho de que el
consulares a las misiones diplomáticas, como, en sus aspectos principales, las eco­ ejercicio de las funciones consulares, propias y ordinarias, no es negociación inter­
nómicas y comerciales, pero sobre todo la adquisición por la institución consular de nacional, como, en cambio, lo es, incluso en sus gestiones cotidianas, la acción diplo­
funciones generales y políticas —volviendo a los orígenes del moderno cónsul de mática.
Un problema más se presenta para la conceptuar de la institución consular, y es la
Estado— incorporadas en el articulo 5 del citado Convenio de Viena de 1963; e) la
existencia de los cónsules honorarios, figura conocida y puesta en práctica por buen
ampliación notoria del status consular llevada a cabo por este C onvenio;/) en fin,
número de países. La posibilidad de nombramiento de estos cónsules, en cualesquie­
prácticas como la española, generalmente aceptada, de figurar el cónsul general en la ra categorías, está reconocida en los artículos 1.2 y 68 del Convenio de Vicna de 1963
capital del Estado receptor como consejero de la misión diplomática, o, más aún, la y regulado su régimen y el de las oficinas por ellos dirigidas, en el Capítulo III del
posibilidad —por criticable que resulte en buena técnica jurídica— que reconoce el mismo. El alto status que se les concede a unos y otras, muy cercano al de los cón­
artículo 13 del Convenio de La Habana de 1928 sobre agentes consulares, que éstos sules de carrera y oficinas por estos dirigidas, y la capacidad, en principio, para ejer­
puedan estar a la vez formalmente acreditados como agentes diplomáticos. cer cualquier tipo de funciones consulares, no impide que tales cónsules y oficinas
También es cierto que la delimitación de la institución consular viene dada, en la consulares honorarias introduzcan un elemento entorpecedor en la caracterización de
actualidad, intcrnacionalmente y que el ejercicio de las funciones consulares, inclu­ la institución, pues el cónsul honorario — ordinariamente residente en el Estado
so las consistentes en la aplicación del derecho interno del Estado enviante, tiene su receptor y muy frecuentemente nacional de este Estado— no pertenece a una carre­
base en el derecho internacional. ra administrativa ni es un profesional de la actividad consular, pero sí es nombrado
Sin embargo, a pesar de todo ello, no se puede desconocer, por otra parte, que, por el gobierno del Estado en cuyo nombre va a ejercer sus funciones.
salvo casos específicos, la ultima ra/io de las relaciones consulares y el centro de gra­ Todavía, es necesario hacer referencia a otro obstáculo para un concepto unitario
vedad de las funciones que tas oficinas consulares realizan, se refieren a la asisten­ de la institución consular; se trata de la posibilidad, ya mencionada en el Capítulo II,
cia y protección de los nacionales del Estado enviante en el Estado de residencia, de que otros sujetos de derecho internacional, distintos de los Estados, puedan ejer­
cer el derecho de consulado, como la Santa Sede o las organizaciones internaciona­
bien actuando directamente, bien ante las autoridades locales, y que, aunque órgano
les. En estos casos, quedan excluidos, precisamente, el ejercicio de las funciones más
propio y exclusivo para el exterior, la institución consular se debe, también, al inte­
identificadoras de la acción consular, es decir, las relativas a los connacionales, debi­
rés del Estado enviante en acercar su Administración a los nacionales en el extranje­ do a la inexistencia de éstos o a la particularidad de la ciudadanía vaticana; serán sólo
ro, de modo que, en la medida que esté permitido por el derecho internacional y el así posibles las funciones de carácter general o político y, en su caso, dentro de las
del Estado de residencia, éstos puedan gozar de las mayores facilidades para ejercer funciones originarias, básicamente, las relativas a la navegación marítima —y ahora
sus derechos como ciudadanos de su Estado y realizar actos regidos por su ordena­ aérea— . por la posibilidad de abanderamiento, y también las de carácter comercial o
miento jurídico. económico, que podrían ejercer ciertas organizaciones internacionales, como la Alta
Además, es sintomático que quienes defienden el carácter representativo de la ins­ Autoridad de los Fondos Marinos en el desarrollo de sus actividades de exploración
titución consular traten de delimitarlo de diversos modos respecto al de la diploma­ y explotación, a través de la Empresa.
cia y así se dice: a) que no es asimilable ai de ésta; /;) que es distinto porque las fun­ Para concluir, considero de interés recoger aquí el planteamiento básico de las
ciones son de naturaleza diferente; c) que tienen distinto alcance; d) que tienen dis­ reflexiones que sobre la naturaleza jurídica de la institución consular hacía el emba­
tinta finalidad; <?) que sólo la diplomacia ostenta la represcnlatividad de la generali­ jador G. CAÑADAS. Para él. la dificultad de origen para un concepto de institución
dad de las relaciones internacionales del sujeto enviante;/) que es distinta la acredi­ consular procede de la obsesión de establecer un paralelismo y relación entre dos ins­
tación y poderes concedidos a una y otra institución, etc. Todo ello resulta excesivo tituciones que nada tienen que ver entre sí: la diplomacia y la función consular. La
matiz o diferencia para sostener que sustancialmente la representación es la misma. primera supone la noción de representación formal del Estado y la capacidad de
Lo que sucede es que no puede concluirse, como lince ZOUREK en su argumenta­ negociar; la segunda implica el reconocimiento de que un ordenamiento jurídico
extranjero tiene capacidad de actuar en el ámbito del espacio soberano que lo recibe.
ción anteriormente expuesta, que la idea de representación derivada de la actuación
de cualquier órgano del Estado con unas competencias delimitadas — aunque en
94 CURSO DE DERECHO DIPLOMÁTICO Y CONSULAR

LA INSTITUCIÓN CONSULAR (II) 95


De este modo el eje de su postura es que el cónsul es esencialmente el «aplicador»
de una ley extranjera, y ésta es la única característica constante en la evolución his­ com o, por ejemplo, la concesión de visados, o los certificados de coutume y partien­
tórica del concepto de cónsul — tanto del medieval com o del m oderno— , en la que do de la inexistencia actual de consulados de sujetos distintos de los Estados, provi­
lo que cambia es el origen del principio que legitima al cónsul para aplicar esa ley. sionalm ente, sin pretender resolver los problemas que se plantean para una definición
omnicomprensiva de la institución consular, puede decirse que ésta (o el consulado)
es una institución jurídico-internacional que consiste en id establecimiento de un
III. DEFINICIÓN órgano de la administración pública de un Estado (oficina consular), especifico para
actuar en el exterior, en el territorio de otro, por acuerdo entre ambos, con el objeto
Las definiciones más recientes de cónsul o institución consular reflejan todavía principal de atender a sus nacionales, conforme con lo establecido por el derecho
una variedad de concepciones, en cierta medida, incluso, contrapuestas. Así, por una internacional —y , cuando así se requiera, en la forma y medida que lo autorice el
parte, principalmente, la doctrina soviética mantenía el carácter representativo del Estado de residencia —. prestándoles la asistencia y protección necesarias v posibi­
litándoles el ejercicio de sus derechos ciududunos y realizar actos regidos por su
cónsul; en la doctrina «occidental» unos autores, teniendo en cuenta la am pliación de
ordenamiento jurídico: ocupándose, asimismo, de la protección de los intereses iurc
funciones que se produce sobre la base del Convenio de Viena de 1963, consideran
gestionis del Estado enviante, y de prestar los servicios que puedan solicitar las auto­
que el cónsul tiende a ser representante del listado en el Estado de residencia o, cali­
ridades y los nacionales del Estado de residencia u otras personas que en éste se
ficándolo fundamentalmente como funcionario oficial sin carácter diplom ático,
encuentren; y, todo elh, con el fin de fomentar y desarrollar las relaciones mutuas.
reconocen que, en ciertos casos, su carácter representativo no puede ser excluido;
otros, en sentido contrarío, llegan a pronosticar el fin de los consulados, por absor­
ber sus funciones las misiones diplomáticas. Por otra parte, en cambio, se rechaza
expresamente el carácter representativo del cónsul, aun afirm ándose su cualidad
pública, oficial, protegida por el derecho de gentes o se los considera representantes,
no de sus países, sino de los pueblos de los Estados enviantes.
En la doctrina española, las principales definiciones formuladas presentan el
carácter de órgano político-administrativo del cónsul, y así MARTÍNEZ MORCILLO
dirá que «el cónsul es un funcionario en el exterior que continúa más allá de las fron­
teras de su Estado una peculiar organización política y administrativa», y que los cón­
sules ion funcionarios que representan a un Estado «pero no en cuanto poder políti­
co sino en cuanto estructura concreta a través de un sistema administrativo y políti­
co del que son órganos». Pero es especialmente Nl’j&EZ I ll KNANDI / quien ofrece
una definición plenamente enraizada en un estudio de ciencia de la adm inistración,
tratando de superar, según manifiesta, las confusiones doctrinales y las inexactitudes
cometidas en la lucha por el status, así corno la diferenciación entre cónsules de
carrera y cónsules honorarios; niega el carácter rcpresentativo-politico de los cónsu­
les, y define al consulado como «un órgano unipersonal, de competencia territorial-
mente limitada, general y activa de la Administración en el exterior, con personas y
local protegidos con status internacional, acreditado y admitido para la aplicación de
su propio ordenamiento jurídico en un distrito definido, en la medida en que lo con­
viene o autoriza el ordenamiento receptor y para colaborar con las autoridades loca­
les con la íínalídad de atender los bienes y derechos de las personas naturales y mora­
les connacionales del mandante, así com o los intereses del listado que lo nombra».
Estos planteamientos o enfoques administrativos, desde un ángulo distinto -el del
derecho interno del que, como se ha visto, partía ya ferrara, tienen el valor de des­
tacar nuevos elementos a tener en cuenta para una configuración más acabada de la
institución consular, pero no superan todas las dificultades y requiere una mayor
atención a los aspectos jurídico-intcrnacíonalcs y al valor del consulado en la vida de
relación internacional.
Teniendo en cuenta, por último, que el consulado lleva también a cabo funciones
en beneficio de nacionales del Estado receptor o de otros países en él residentes,
III. EL CONTENIDO NORMATIVO DEL DERECHO
DIPLOMÁTICO Y CONSULAR

CAPÍTULO VI!

EL CARÁCTER DE LAS NORMAS DE DERECHO


DIPLOMÁTICO Y CONSULAR

I. CONSIDERACIÓN GENERAL

Una vez delim itadas las realidades sociales, diplomacia c institución consular, que
han de ser objeto de regulación jurídica, corresponde ahora determinar la condición
de las norm as que conforman esa regulación y posibilitan la identificación de su
carácter en el mundo del Derecho.
Con lo hasta ahora expuesto, sería ya suficiente para calificar de internacional
al derecho diplom ático y consular; ello porque tanto la institución diplomática
com o la consular, que el mismo regula, tienen su razón específica de ser en cuan­
to instrum entos de la acción exterior de los sujetos de derecho internacional para
sus relaciones oficiales y formales, cuyo establecimiento y el envío de los órganos
adecuados para el ejercicio de las funciones correspondientes ha de hacerse a tra­
vés del oportuno acuerdo entre esos sujetos que entablan relaciones diplomáticas o
consulares. Se puede así decir que el derecho diplomático y consular —siguiendo
la construcción doctrinal de PÉREZ GONZÁLEZ — es por «necesidad intrínseca»
internacional, porque las relaciones que regula son en su esencia internacionales;
calificación que, cuando menos por esta razón, no corre el riesgo de ser invalidada
por la doctrina que descarta el criterio material como diferenciador o definitorio
del derecho internacional, en consideración del carácter cambiante y fluido de su
contenido.
Pero no sólo desde un criterio fáctico o material, sino también siguiendo un crite­
rio formal, es decir, atendiendo al origen de las normas, el derecho diplomático y
consular es derecho internacional, tanto por sus fuentes formales, como por el cuer­
po social de donde provienen sus normas; pues si bien en los períodos de formación
de este derecho inciden, también, normas de derecho interno, en su configuración
última, y desde luego actual, la delimitación del derecho diplomático y consular
viene dada por normas juridico-intemacionales, únieas, por otra parte, capaces de
regular debida y adecuadamente la realidad social sobre la que recaen.
Igualmente, el derecho diplomático y consular es derecho internacional desde un
criterio o concepción estructural, toda vez que, claramente, responde al modo de ser
de la sociedad internacional de cada momento histórico (estructura socio-histórica).

[97]
CURSO DE DERECHO DIPLOMÁTICO Y CONSULAR EL CARÁ CTER DE LAS NORMAS DE DERECHO DIPLOMÁTICO Y CONSULAR 99
98

así como en su formación es esencial el consentimiento del Estado individual y el En cuanto a la formación de ambos derechos no se puede, sin embargo, descono­
consenso general del grupo de Estados (estructura jurídico-formal). cer la distinta fuente principal de sus normas; como observa M a t t in g l y , mientras el
El estudio hermanado del derecho diplomático y del derecho consular, a pesar de las derecho diplom ático deriva su fuerza de principios generalmente aceptados y de cos­
diferencias que presentan, se debe a que tanto las relaciones diplomáticas, como las tumbres de antigua vigencia y no de actos formales, de estatutos, de edictos o de tra­
consulares, y los órganos a través de los cuales se producen, son las manifestaciones tados, el estatuto del cónsul no se deriva de los principios generales del derecho inter­
específicas de que dispone un sujeto de derecho internacional para su acción exterior nacional, sino de tratados particulares con las potencias en cuyo territorio actuaban.
oficial y formal, con independencia de su distinto contenido concreto; se debe por Diversidad que, si bien no excluye la existencia de normas consuetudinarias de dere­
tanto, si se quiere, a una razón funcional; de ahí que, con frecuencia, se hable sin más cho consular, sobre todo en lo relativo al establecimiento de las relaciones y órganos
de derecho diplomático o del sistema del derecho diplomático, abarcando el derecho consulares, se va a reflejar en la obra codificadora de las Naciones Unidas, toda vez
consular, al entender por derecho diplomático el que regula la forma de llevarse a cabo que mientras el Convenio de 1961 sobre Relaciones diplomáticas va a basarse en un
amplio derecho consuetudinario, el Convenio de 1963 sobre Relaciones consulares
la acción exterior de un sujeto de derecho internacional, a través de sus órganos espe­
se basará, en cambio, principalmente, en el derecho uniforme que resulta de los
cíficos para las relaciones internacionales; tal denominación con este significado
numerosos tratados bilaterales que regulan las relaciones consulares establecidas
amplio es, también, la utilizada por la Comisión de Derecho Internacional — y en gene­
entre los diferentes Estados, así como sobre la base de la identidad o concordancia
ral por la ONU— en materia de codificación, incluyéndose dentro de la codificación
de disposiciones de los ordenamientos internos.
del derecho diplomático el Convenio de Víena de 1963 sobre Relaciones consulares.
En cualquier caso, las normas internacionales, tanto de derecho diplomático como
Por otra parte, tanto el derecho diplomático como el consular presentan dentro del dere­
consular, com parten la condición de ser de las primeras del ordenamiento jurídico-in-
cho internacional unas mismas características peculiares, en mayor o menor grado, que
tcmacional y, probablemente, las primeras en constituir, en cierta forma y medida, un
los particularizan conjuntamente dentro del íotum jurídico-intemacional, como son;
«cuerpo jurídico» dentro de este ordenamiento, lo que se refleja en el hecho de que
a) su formación histórica; b) el valor que tiene en la actualidad, aunque con carácter
las más tempranas obras de derecho internacional tengan un contenido principal de
subsidiario o por remisión, el derecho interno sobre la materia, lo que lleva a decir a
derecho diplom ático, y sean así tituladas (de legato, de legationibus, etc.), mante­
COVTUZZI que el derecho diplomático y consular se coordina con el derecho interno de
niéndose, incluso, tal denominación durante largo tiempo aun respondiendo a un con­
cada Estado mejor que cualquier otra rama del derecho internacional; c) como hace
tenido general de derecho internacional. Ello significa, como ya se ha indicado en el
notar M. Ha r d y — aunque refiriéndose al derecho diplomático, predicable también del
Capítulo III, que, si bien el derecho internacional es uno de los factores que inciden
consular—, el tratarse de un cuerpo jurídico que normalmente sólo es aplicable cuan­
en el desarrollo de la diplomacia y de la institución consular, no es menos cierto que
do se produce el acuerdo de establecer los órganos representativos.
una y otra, en el ejercicio de su actividad, influyen, a su vez, directamente en la crea­
ción de normas jurídico-intemacionales.
Lo expuesto deja de manifiesto que para el estudio del contenido normativo del
II. EL PROCESO DE FORMACIÓN DE LAS NORMAS DE DERECHO
derecho diplomático y consular, es necesario considerar, por una parte, las normas de
DIPLOMÁTICO Y CONSULAR Y EL VALOR DE SUS FUENTES derecho internacional y, por otra, las de derecho interno, fijando el alcance regulador
de cada una de ambas categorías. _
A. In t r o d u c c ió n
Al respecto conviene ya señalar que, en general,1las normas de derecho internacio­
nal tienen com o destinatarios naturales a los sujetos de derecho internacional que, en
Aunque los términos derecho diplomático y derecho consular no aparecen hasta
su condición de tales, establecen relaciones diplomáticas o consulares. Las normas de
mediados del siglo xix y finales del mismo o principios del XX, respectivamente, no
derecho interno están, en cambio, destinadas a los órganos de las relaciones exterio­
hay duda de que tanto uno como otro tienen una existencia más antigua no sólo como
res y a los miembros de su personal, c incluso a los propios sujetos de derecho inter­
normas aisladas, que aparecen con el origen de la diplomacia y de la institución con­
nacional, en tanto sean considerados sujetos de ese ordenamiento interno; por otra
sular, sino en cuanto conjunto de normas que regulan la actividad diplomática y la
parte, y con particular relevancia en el derecho consular, hay normas intemas dirigi­
consular. Respecto a la diplomacia, en relación con las normas de derecho interno,
das a los propios órganos externos para fijar el contenido y alcance de las funciones
cabe mencionar las regulaciones bizantina y veneciana, y en cuanto a las normas inter­ que podrán ejercer en la medida que sean permitidas por el sujeto receptor.
nacionales, la recopilación de máximas de derecho diplomático, realizada en la segun­
da mitad del siglo XV, por Martíno Garratí da Lodi y Giovanni Hertachino.
Respecto a Ja institución consular, ya existen normas con relación a la actividad B. La s n o r m a s d e d e r e c h o in t e r n a c io n a l
del cónsul corporativo, como son las relativas al ámbito concreto de la navegación:
baste recordar la Tabla deAmalfi (siglo XI), las Reglas de Olerán (siglo xil) y sobre En cuanto a las normas de derecho internacional hay que hacer las siguientes pre­
todo el Libro del Consulado del Mar (siglo XIV), sin olvidar la regulación que de la cisiones respecto al valor c incidencia de sus fuentes en el derecho diplomático y con­
actividad consular en general se lleva a cabo desde las más tempranas capitulaciones, su lar
por concesión o por tratado, que se remontan, como ya se ha expuesto, al siglo XII.
100 CURSO DE DERECHO DIPLOMÁTICO Y CONSULAR
EL CA RÁ CTER DE LAS NORMAS DE DERECHO DIPLOMÁTICO Y CONSULAR 101

A) La costumbre. Tiene una especialísima im portancia en la form ación del dere­


vos al establecim iento de las relaciones y oficinas consulares y al nombramiento de
cho diplomático, en tanto quedes la única fuente hasta el Reglam ento de 1815 sobre sus com ponentes, y que, en buen número de casos, son normas de remisión a los
precedencia de los agentes diplomáticos, y que, salvo esta materia, seguirá rigiendo ordenam ientos internos, como en materia de atribuciones. De todos modos, y no
con exclusividad todo el derecho diplomático hasta la codificación que inicia la podía dejar de ser así, el Convenio codificador de 1963, en el último párrafo de su
ONU, en 1961, con el Convenio de Viena sobre Relaciones diplom áticas; en el ám bi­ preám bulo, reconoce la existencia del derecho consuetudinario y lo mantiene aplica­
to regional americano será, igualmente, fuente exclusiva hasta el Convenio de La ble a aquellas materias que no hayan sido expresamente reguladas por el Convenio.
Habana, de 1928, sobre funcionarios diplomáticos. Aun así, el derecho consuetudi­
nario será aplicable a todas las materias que no hayan sido expresam ente reguladas B) Los tratados. Respecto a la diplomacia entre Estados, la fuente convencional,
por los convenios codificadores, como se declara, tanto en el preám bulo del citado com o consecuencia del valor de la costumbre, tiene una escasa importancia como
Convenio de 1961 como en el del Convenio de Nueva York de 1969, sobre las productora de norm as de derecho diplomático, salvo, claro está, la codificación de
Misiones especiales y en el de Viena de 1975, sobre la Representación de los Estados las mismas, que convierte, desde entonces, a los convenios codificadores en la fuen­
en sus relaciones con las organizaciones internacionales de carácter universal; obvia­ te reguladora principal y básica. Pero, con independencia de la codificación — de la
mente, el derecho consuetudinario seguirá siendo el que regule, salvo acuerdos ad que se tratará m ás adelante— , en cuanto a los acuerdos bilaterales su celebración se
hoc%las relaciones entre los Estados que no sean parte en los convenios codificado­ limita, en general, por importante que sea en términos políticos, al establecimiento
res (o que uno no sea parte) o dejen de serlo y las relaciones con o entre otros suje­ de relaciones diplom áticas, al envío de misiones diplomáticas o a transformar el
tos de derecho internacional distintos a los que esté abierto el ámbito de aplicación rango de una misión establecida, a lo sumo para acordar alguna forma de coopera­
de los mismos. ción o coordinación diplomática entre las partes (como los Acuerdos de complemen-
Pero si éste es el valor de la costumbre en la regulación de la diplomacia entre tariedad y apoyo m utuo diplomático celebrados por España con Colombia, de 27 de
Estados, no ocurre lo mismo respecto a la diplomacia en el ámbito de las organiza­ junio de 1979 [.BOE , de 6 de marzo de 1981], con Costa Rica, de 17 de abril de 1991
ciones internacionales; en éste, la fuente principal y originaria son los tratados, bien [.BOE, de 2 de mayo de 1994] y con Honduras, de 15 de febrero de 1995 [BOE, de 7
los constitutivos de la organización, bien los acuerdos de sede o los específicos sobre de m arzo de 2002]) y son ya excepcionales los casos en que contienen cláusulas regu­
el derecho diplomático que se aplicará en cada una de ellas. Ello es así porque desde ladoras del derecho aplicable a la relación que se crea (así, p. e., el Canje de Notas,
la aparición de las primeras organizaciones y hasta cierto tiempo después de su proli­ de 11 de enero de 1973, por el que se establecían relaciones diplomáticas entre
feración y desarrollo, no es posible la formación de una opimo uris, ni, materialmen­ España y la extinta República Democrática Alemana); mayor interés, en cuanto a su
te, la existencia de una diuturnitas, por la brevedad del período transcurrido. Sin duda, valor normativo, tienen aquellos tratados bilaterales cuyo objeto es acordar un trato
en la actualidad hay que reconocer la existencia de normas consuetudinarias de dere­ recíproco m ás favorable, superior bien al standard mínimum consuetudinario, bien al
cho diplomático respecto a organizaciones internacionales, pero que ya podía detec­ establecido por un convenio codificador en que ambos Estados sean parte.
tarse en los acuerdos de sede y convenios generales, al observar — como señala Por lo que se refiere a los tratados multilaterales, excepción hecha de los convenios
CAHIER— la existencia en ellos, con sólo variantes de detalle, de una serie de cláusu­ codificadores, apenas existen y son de alcance limitado, aunque cabe su celebración
las en materia de derecho diplomático, coincidentes en su contenido; y ya, en 1951, el para m ejorar el trato a sus misiones entre varios Estados', o para acordar, por ejemplo,
Acuerdo entre la OMS y Egipto se remitía, en su artículo III, a la costumbre interna­ en un tratado de paz, el establecer o restablecer relaciones diplomáticas entre los
cional existente en cuanto a la independencia y libertad de acción correspondiente a Estados ex enemigos, o establecerlas con uno o varios Estados que sean creados o
una organización internacional; la formación de normas consuetudinarias en el ámbi­ reconocidos com o consecuencia de un tratado multilateral. Fuera de estos supuestos,
to de las organizaciones internacionales es también reconocida por el TIJ en el dicta­ quizá el caso m ás relevante sea el de los tratados relativos a la materia concreta del
men sobre Consecuencias jurídicas pan/ los Estados de la presencia continua de derecho de asilo diplomático, concluidos en el ámbito regional americano.
Africa del Sur en Namibia (Sur-Oeste de África) no obstante la resolución 276 (1970) D istinto es el valor de los tratados como fuente de derecho diplomático, en rela­
del Consejo de Seguridad, de 1971, con relación af valor de la abstención de los m iem ­ ción con las organizaciones internacionales. Entre los bilaterales, merecen especial
bros permanentes para la adopción de resoluciones por el Consejo de Seguridad. consideración los llamados «acuerdos de sede», es decir, aquellos concluidos entre
; En cuanto al derecho consular, la costumbre no presenta la misma importancia que una organización internacional y el Estado en cuyo territorio se instala su sede — y
eiTderecho diplomático, por una parte, porque desde los orígenes de la institución de ahí su nom bre— , bien sea la principal o, en su caso, sedes regionales o de otro
consular y en la formación del derecho que la regula serán principalmente relevan­ rango; su celebración tiene por objeto, como señala CAHIER, «determinar el estatuto
tes, hasta la codificación, las normas convencionales y otros textos de aceptación y de aquélla (la organización internacional) en el Estado donde radica su sede y deli­
aplicación internacional, y, en el siglo XIX, claramente va a perder valor, frente a las m itar los privilegios c inmunidades que se le conceden, así como a sus funcionarios»,
fuentes escritas, con la proliferación de los tratados consulares; por otra parte, por­ teniéndose presente que regulan, también, el status que disfrutarán en el Estado de
que el derecho cosuetudinario consular — y en buena medida por la razón que se sede las representaciones de los Estados y los miembros de su personal, tanto ante la
acaba de indicar— es m ás reducido en su amplitud y menos completo en el conteni­ organización (m isiones permanentes), como en aquellos de sus órganos — desde
do de sus norm as, que fundamentalmente se refieren a los aspectos generales rclati- luego los principales— en los que es necesario acreditar específicamente una misión
102 CURSO DE DERECHO D IPLO M Á TICO Y C O N S U L A R
EL C A R Á C TER DE LAS NORMAS DE DERECHO DIPLOMÁTICO Y CONSULAR 103

(delegaciones adhoc). Estos acuerdos, que son la fuente prio ritaria d e las relaciones
entre el Estado de sede y la organización, son, tam bién, de aplicación p referen te entre E n cuanto al derecho consular, los tratados representan su fuente principal de nor­
el Estado anfitrión y los Estados acreditados ante la organización o en su s órganos, m as, y, fundam entalm ente, hasta la codificación, a través de convenios bilaterales,
a pesar de que éstos sean, a efectos del acuerdo, terceros E stados; tal condición de bien específicos, los convenios consulares, bien de más amplio contenido, como tra­
fuente prioritaria que, en ambos casos, tienen los acuerdos d e sede, va a se r m ante­ tados de paz, o, sobre todo, tratados de comercio y navegación. El contenido propio
nida, en relación con su propia aplicación, por el C onvenio d e V iena de 1975, sobre de las relaciones consulares hace, como ya se ha señalado, que las normas consuetu­
la Representación de los Estados en sus relaciones con las organizaciones interna­ dinarias sean de carácter básico y general, remitiendo en buena medida a los ordena­
cionales de carácter universal, al disponerse en su articu lo 4 que el C onvenio no afec­ mientos internos, y de ahí, a su vez, la necesidad de concretar el alcance de tales rela­
ciones p o r la via convencional.
tará a otros acuerdos ya en vigor o que puedan celebrarse sobre la m a teria y, asim is­
Los específicos convenios consulares, son, en general, de amplio contenido, abar­
mo, es confirmada por el TU en el dictam en sobre la Aplicación del arbitraje obli­
cando los distintos aspectos de la relación que se establece, pudiéndose comprobar
gatorio en virtud del articulo 21 del Acuerdo de 26 de ju n io de 1947 relativo a la sede
en ellos un «esquem a uniforme» que comprende distintos grupos de cláusulas, como
de la Organización de las Naciones Unidas , de 26 de abril de 1988. Por otra parte,
los aspectos generales del convenio, establecimiento de las oficinas y nombramiento
los acuerdos de sede se hacen im prescindibles para la regulación de los particulares
de su personal, status y funciones; este «esquema uniforme» deja ver, también, una
aspectos que sólo se plantean por la instalación de cada organización en un determ i­
uniform idad sustancial de regulación que se afirma en los múltiples tratados bilate­
nado Estado y respecto de los cuales un convenio general no podría ocuparse. AI res­
rales entre los diversos Estados, que presentarán las principales variantes, en general,
pecto, el TU en el dictamen sobre Interpretación de! Acuerdo de 25 de marzo de ¡951
sólo en m ateria de atribuciones de los cónsules, donde surge claramente la necesidad
entre la QMS y Egipto, de 20 de diciem bre de 1980, señala que dentro d e los diferen­ de com patibilizar los respectivos derechos internos; de ahí que estos tratados, con­
tes tipos de acuerdos de sede pueden destacarse dos categorías: a) los que prevén el cluidos en su gran mayoría desde mediados del siglo XIX hasta la Primera Guerra
régimen necesario para la sede de una organización o de una oficina regional más o M undial, fuesen el origen de normas consuetudinarias y la base, junto con lo que de
menos permanente; b) los que definen el régim en aplicable a otras oficinas estableci­ com ún tenían los derechos intemos, de la codificación de Viena de 1963.
das sobre una base ad hoc y, por consiguiente, sin que tengan carácter perm anente. Escasa relevancia tienen, en cambio, excepción hecha de los convenios codifica­
Además de los acuerdos de sede, hay que señalar, entre los tratados bilaterales, dores, los tratados consulares multilaterales que pueden tener por finalidad regular la
aquellos que se concluyen entre una organización y un E stado donde esa organiza­ cooperación en materia consular entre un grupo determinado de Estados, en razón de
ción ha de celebrar alguna reunión de uno de sus órganos, o desarrollar algún pro­ su proxim idad geográfica, política y cultural, caso, por ejemplo, del Convenio de
grama o actividad temporal. Caracas de 1911; pueden, también, tener por objeto el sustituir, igualmente entre un
En cuanto a los tratados multilaterales, los convenios generales sobre privilegios e determ inado grupo de Estados, ios distintos convenios bilaterales existentes entre
inmunidades de las organizaciones internacionales ofrecen, tam bién, particular inte­ ellos, sobre todo cuando éstos responden a una regulación básicamente acorde en
rés, en tanto fuentes en este ám bito organizativo; se puede decir que toda organización general o en aspectos concretos, como, por ejemplo, ocurre, además de su carácter
mínimamente relevante ha elaborado el suyo propio, tanto sea de carácter universal, codificador, en el Convenio consular europeo de 1967.
como regional, siendo la excepción más notable la de los organism os especializados
de las Naciones U nidas, para todos los cuales existe uno solo, el concluido, a tal fin, C) Fuentes «indirectas». Se entiende por tales"; aquellas normas jurídico-inter-
por la Asamblea General en 1947, al que cada uno de ellos ha incorporado, después, nacionales que surgen de un proceso previsto por un tratado, pero cuyo funciona­
un anexo sobre los propios aspectos específicos. Tales convenios regulan un am plio miento exige particulares condiciones; este proceso puede consistir en la formación
espectro de aspectos sobre privilegios e inmunidades de la organización internacional de un acto jurídico, o en el cumplimiento de un hecho jurídico, o en un procedimiento
correspondiente, de sus funcionarios y delegaciones de Estados, pero sólo en algunos de carácter automático. Al primer tipo corresponden las resoluciones adoptadas por
casos se refieren a los representantes perm anentes de éstos ante la organización. los órganos de una organización internacional respecto a su propio derecho interno,
Ahora bien, su aplicación, por la propia condición de ser m ultilaterales, queda limita­ como pueden ser, en relación al derecho diplomático, las relativas a la actuación de
da a los Estados que sean parte en los m ismos y, de ahí, nuevamente, la prioridad regu­ las delegaciones de los Estados en esos órganos, o la recepción o status de tales dele­
ladora de los acuerdos de sede, antes indicada, toda vez que, aparte de la exclusividad gaciones o de representaciones permanentes; asimismo, se incluyen, también, las dis­
en la regulación de ciertas materias, los Estados de sede pueden no llegar a ser parte posiciones en un convenio multilateral, en virtud de la cual éste puede ser modifica­
en los convenios generales; e igualmente, también, el no ser p an e en los convenios do por mayoría, imponiéndose tal modificación al resto de las partes, o aquellas que,
generales, da lugar, en buena medida, a la celebración de convenios bilaterales entre en un convenio de ámbito regional, permitan, también por mayoría, invitar a otros
la organización y esos Estados en los que ésta va a ejercer alguna actividad, Estados a adherirse al mismo.
j Un caso particular de tratado bilateral com o fuente de derecho diplom ático es el En el segundo tipo se encuentra la decisión ex aequo et bono de un órgano juris­
Tratado de Lctrán, en tanto que Italia asum e las correspondientes obligaciones de diccional internacional —judicial o arbitral— que tenga previamente reconocida por
concesión del status a los Estados acreditados ante la Santa Sede, com o consecuen- sus estatutos o atribuida ad hoc la facultad de fallar conforme a tal criterio de equi­
\ cia de aceptar la instalación de esas representaciones en su territorio. dad y justicia, bien por ausencia de norma aplicable {praeter legem), bien, principal-
104 CURSO DE DERECHO DIPLOMÁTICO Y CONSULAR
EL CA RÁ C TER DE LAS NORMAS DE DERECHO DIPLOMÁTICO Y CONSULAR 10 5

mente, excluyendo la norma aplicable (contra legem), y siempre que las partes así lo
asilo diplom ático, la de 20 de noviembre de 1950, Asunto derecho de asilo (Colom bia
hayan acordado al someterse a la jurisdicción elegida.
contra Perú), y la interpretativa de ésta, de 13 de junio de 1951, Asunto Haya d e Ia
Al tercer tipo pertenece, particularmente, la cláusula de la nación m ás favorecida;
Torre; la tercera, de verdadero interés general por su contenido, sobre el status de las
de conformidad con la Comisión de Derecho Internacional, en su Proyecto de artícu­
representaciones y de los miembros de su personal, de 24 de mayo de 1980, Asunto
los sobre la cláusula de la nación más favorecida, de 1978, y com entarios correspon­
relativo al personal diplomático y consular de los Estados Unidos en Teherán
dientes, se entiende por tal la inserción en un tratado de una disposición en la que las
(Estados U nidos de América contra Irán); y la cuarta relativa al status de un órgano
partes, sobre la materia objeto de ese tratado o sobre aquellas que se determ inen en central para las relaciones exteriores, en concreto de un ministro de relaciones exte­
un tratado específico relativo al trato de nación más favorecida, acuerden conceder­ riores, de 14 de febrero de 2002, Asunto relativo al auto de prisión de I I de abril de
se, reciproca o unilateralmcnte, con contraprestación o sin ella, todo m ejor trato que 2000 (República D emocrática del Congo contra Bélgica, caso Yerodia); un quinto
al respecto y en las condiciones que se estipulen, otorguen a terceros en virtud de asunto fue planteado por Eritrea contra Etiopía el I(> de febrero de 1999, por viola­
posterior o subsiguientes tratados; tal disposición producirá sus efectos autom ática­ ción tic la inm unidad y ocupación de los locales de su Embajada y violación de Ja
mente en cuanto se produzcan las situaciones previstas (condición suspensiva), de inmunidad y declaración de persona non grata de tino de sus agentes diplomáticos.
modo que los nuevos o sucesivos mejores tratos se convertirán en la norma que regi­ En la diplom acia en el ámbito de las organizaciones internacionales el TIJ emitió
rá las relaciones entre los Estados que han pactado la cláusula, sustituyendo el pro­ cinco dictám enes sobre diversas materias: son el de II de abril de 1949 sobre
pio régimen originario, o el que en un momento determinado exista entre ellos, que Reparación p or daños sufridos al servicio de las Naciones Unidas, el de 20 de diciem ­
subsistirá en tanto se mantengan en vigor el tratado posterior o sucesivos, cuya ter­ bre de 1980 sobre la Interpretación del Acuerdo de 25 de marzo de 1951 entre la OMS
minación significará la vuelta al régimen anterior u originario, o, claro está, en tanto y Egipto, el de 26 de abril de 1988 sobre la Aplicación del arbitraje obligatorio en vir­
se mantenga la cláusula de nación más favorecida o el propio tratado donde ésta se tud dei articulo 21 del Acuerdo de 26 de junio de 1947 tvlativo a la sede de la
incluye (condición resolutiva), quedando, también, sin efecto, cuando su aplicación Organización de las Naciones Unidas (asunto concerniente a la M isión de
conduzca a un trato discriminatorio entre los interesados. Observación de la Organización para la Liberación de Palestina ante la Organización
Cabe, no obstante, que se pacte una cláusula de nación más favorecida restringida, de las N aciones Unidas en Nueva York), el de 15 de diciembre de 1989 sobre la
es decir, que no será de aplicación cuando los mejores tratos posteriores, acordados Aplicación del apartado 22 del articulo VI del Convenio sobre Privilegios e inmuni­
por cualesquiera de las partes, lo sean con Estados a los que se encuentran vincula­ dades de las Naciones Unidas (relativo al status de Dumitru Mazilu, relator especial
dos por especiales relaciones regionales, políticas, culturales, etc., o por ser parte de de la Subcomisión de la lucha contra las medidas discriminatorias y de la protección
particulares organizaciones internacionales. También puede excluirse la aplicación de las m inorías), y el de 29 de abril de 1999 sobre la Controversia relativa a la inmu­
de la cláusula, cuando el mejor troto posterior acordado sea el trato de nacional, aun­ nidad de jurisdicción de un relator especial de la Comisión de Derechos Humanos
que realmente éste suele producirse entre Estados ligados por las especiales relacio­ (asunto Dato’ Param Cumarasvvamy).
nes mencionadas. En el derecho consular la jurisprudencia internacional es más reducida, además de
La importancia de la cláusula de nación más favorecida fue particularm ente rele­ la sentencia ya citada de 24 de mayo de 1980 sobre el Asunto relativo al personal
vante en derecho consular general y de capitulaciones, dado su carácter principal­ diplomático y consular de los Estados Unidos en Teherán, el TIJ dictó la sentencia de
mente convencional, y sirvió para conducir su regulación a una generalizada unifor­ ’ 27 de ju n io de 2001 sobre el Asunto LaGrand (Alemania contra Estados Unidos de
midad. En derecho diplomático, en cambio, su aplicación quedará limitada — cuan­ América), relativo a la asistencia consular a nacionales detenidos, en este caso los
do se incorpora— a los acuerdos de mejor trato recíproco. Con la codificación, tanto hermanos Karl y Walter LaGrand, de nacionalidad alemana, condenados a pena de
en derecho diplomático como consular, el interés de la cláusula va a reducirse, prác­ muerte; respecto a la misma materia el Tribunal conoció el Asunto tvlativo al Con­
tica y principalmente, a su juego en estos acuerdos de reciprocidad. venio de Vietta sobre Relaciones consulares (caso Ángel Francisco Breard. Paraguay
contra Estados Unidos de América), sobre el cual tan sólo dictó, el 9 de abril de 1998,
Auto sobre m edidas provisionales, sin que llegase a haber sentencia debido al desisti­
3 ) D) La jurisprudencia y la doctrina. Los denominados medios auxiliares, por el
miento de Paraguay al haberse ejecutado la pena de muerte; aunque no sea específica
articulo 38 del Estatuto del Tribunal Internacional de Justicia,“tienen una relevancia
de derecho consular, hay que tener en cuenta la sentencia sobre el Asunto relativo a
desigual y limitada en el derecho diplomático y consular. Ello se debe, respecto a la
los derechos de ios nacionales de Estados Unidos de América en Marruecos, de 27 de
jurisprudencia, sobre todo en derecho diplomático, a la firmeza y seguridad de las
agosto de 1952, en tanto que en ella se consideran aspectos del régimen de capitula­
normas y a que las controversias que se suscitan sobre su interpretación o aplicación
ciones y de la aplicación de la cláusula de nación más favorecida en las relaciones con­
son, en su gran mayoría, resueltas por medios diplomáticos; y, respecto a la doctrina,
sulares. Por último, es también de interés el dictamen sobre Consecuencias jurídicas
a que, tras la codificación, su función como instrumento de autoridad para la elabo­
pata los Estados de la presencia continua de Africa del Sur en Namibia (Sur-Oeste de
ración de normas deja de ser significativo'.
África) no obstante la Resolución 276 (1970) del Consejo de Seguridad, de 21 de
junio de 1971, en el que se valora la repercusión que pueda tener el mantenimiento de
a) En derecho diplomático la jurisprudencia internacional, respecto a la diplo­ relaciones consulares a efectos del reconocimiento de gobiernos.
macia entre Estados, el TU dictó cuatro sentencias; dos sobre la particular materia del
106 CURSO DE DERECHO DIPLOMÁTICO Y CONSULAR EL CARÁCTER DE LAS NORMAS DE DERECHO DIPLOMÁTICO Y CONSULAR í07

El arbitraje, aunque posible y previsto convencionalmente, es escaso y apenas, aportación doctrinal es, así, sobre todo, la que se realiza a través de los proyectos pri­
hasta ahora, relevante. Los laudos o sentencias, todas en materia consular y casi siem­ vados de codificación y a efectos de ésta.
pre sobre aspectos incidentales en asuntos sobre la captura y detención de buques, se
remontan, principalmente, al último tercio del siglo xix y principios del XX; como E) Otros medios de relevancia normativa. Conviene referirse ahora a ciertos
asuntos específicamente consulares caben citarse la sentencia de 20 de septiembre de medios que sin ser fuentes del derecho, tienen en algún modo relevancia reguladora,
1897, Siam/Estados Unidos de América, sobre el asalto por militares al vicecónsul de que particularmente en derecho diplomático y consular presentan una mayor impor­
Estados Unidos en Siam. y la de 20 de mar70 y 2 de abril de 1901, Grecia/Turquía, tancia que en otras partes del derecho internacional, y, por ende, sirven para deter­
sobre el convenio consular entre ambos. minar sus rasgos definidores. Entre ellos, la cortesía internacional, Ja práctica y la
En cualquier caso, la jurisprudencia en materia de derecho diplomático y consular, analogía.
como ocurre en todo el ordenamiento jurídico-intemacional, no tendrá un mayor
desarrollo en tanto no exista una jurisdicción obligatoria para la solución de contro­ a) En prim er lugar, la cortesía internacional, la comitasgentium, que POCH deno­
versias. lo que no se ha conseguido más que a través de protocolos de firma faculta­ mina «preferente» en tanto que sin tener su observancia obligatoriedad jurídica, tuvo
tiva en los convenios codificadores de 1961. 1963 y 1969, mientras que en el en la creación del derecho diplomático una intervención poderosa, pudiéndose decir
Convenio de 1975, aunque con carácter obligatorio, sólo se prevé un sistema de con­ y afirm ar que la inmensa mayoría de las normas de derecho diplomático fueron antes
sultas (art. 84) y un régimen de conciliación (art. 85). cortesía internacional, de modo que cabe hablar, en tal sentido, de un proceso comí-
La jurisprudencia interna, mucho más numerosa que la internacional, sobre todo en tas-n orma.
los países de Common Law. se produce principalmente respecto al status diplomático b ) En segundo lugar, la práctica internacional, principalmente diplomática, pero
o consular, y, precisamente, con mayor frecuencia, sobre la inmunidad de jurisdicción, también consular, en cuanto sistema de precedentes consolidados en el tiempo; tal
en el ámbito de las relaciones contractuales de los órganos diplomáticos o consulares, ocurre, por ejemplo, con el ceremonial, el estilo o medios de acción diplomática y
o de su personal, regidas por el derecho del Estado receptor. Especialmente la juris­ consular.
prudencia interna es útil para aclarar el derecho interno, sobre todo en aquellos c) En tercer lugar, la analogía. Sin entrar aquí, aunque han de tenerse presentes,
Estados que tienen una legislación al respecto más incompleta y dispersa o cuando en los problemas que plantea la analogía ni en las distintas posturas de la doctrina al
ésta resulta incierta y, en cualquier caso, para determinar su grado de adaptación al respecto, tales como si es un procedimiento de producción jurídica o un procedi­
derecho internacional miento de interpretación y aplicación del derecho, si es o no admisible en derecho
internacional o si, en caso afirmativo, lo es tan sólo en derecho consuetudinario, así
h) La doctrina, en tanto desempeña una función de lege ferenda, tuvo un valor como los problemas de sus límites o de su relación con los principios generales del
particularmente decisivo para el desarrollo del derecho diplomático en sus perío­ derecho; teniendo, también, en cuenta la cautela con la que ha de ser utilizada, exclu­
dos de formación y fijación, al menos, por tanto, hasta 1815. como se dejó de yendo la analogía iuris y aceptando solamente la analogía legis y aun para situacio­
manifiesto en la exposición de la evolución de la diplomacia; así. aunque ya desde nes de semejanza de contenido y contexto (analogía material.) con las situaciones a
las Vañae de Casiodoro en el siglo vi y los pasajes sobre la actividad diplomática que se refiere la norma que se extiende y únicamente para casos en los que, si no es
en los Espejos de Príncipes medievales, serán, sin embargo, los escritores rena­ por este medio, la nueva situación carecería de regulación jurídica; en fin, sin desco­
centistas y Jos clásicos de los siglos XVI a XVltl los que tengan una mayor inciden­ nocer, tampoco, que para su utilización efectiva sea indispensable el acuerdo o acep­
cia en la formulación de las normas jurídico-diplomáticas; no obstante, también en tación de los Estados. Con todo, la verdad es que en derecho diplomático se acude a
el siglo XIX y en el siglo XX. sobre todo hasta la Segunda Guerra Mundial, la doc­ la analogía para regular las nuevas formas o aspectos de las relaciones diplomáticas,
trina. considerada en su conjunto, será todavía influyente y especialmente con rela­ e incluso, en el ámbito de las organizaciones internacionales, para fijar el status de
ción a la codificación destacará su importancia, a través de los proyectos privados sus funcionarios y el de los jueces de sus tribunales. En derecho consular tiene la ana­
de codificación y a los trabajos para la misma. Sin embargo, respecto a las organi­ logía particular aplicación debido a la fluidez de las relaciones consulares que pre­
zadores. dado que su derecho ve desarrolló en un período tan breve de tiempo y a sentan frecuentemente nuevos aspectos por su necesidad de adaptarse a las concretas
través de los tratados. Ja doctrina y; ocupó rnás. como observa C'Alllf-.K, de precisar exigencias, así, por ejemplo, para regular las secciones consulares de las misiones
e interpretar las normas creadas por los Estados que a deducir las reglas a seguir, diplomáticas.
sirviendo más para orientar la evolución y para resaltar los problemas que se pue­
dan planear.
En h formación dd derecho consolar, la doctrina apenas tiene incidencia, debido C. La s n o r m a s d b d e r e c h o in t e r n o
¿i carácter principalmente convencional del mismo y también, en particular, a la
decadencia de la institución cumular en Occidente tras la consolidación de los Como se ha dicho, la especial relevancia del derecho interno en el derecho diplo­
Estado* abcokaof, que supuso la casi total falta de atención por parte de los tratadis­ mático y consular es una de sus características dentro del derecho internacional.
tas de derecho Mtemadoml basta la segunda mitad d d siglo x j x ; la más importante Las norm as de derecho interno pueden cumplir dos objetivos. En primer lugar;
108 CURSO DE DERECHO DIPLOMÁTICO Y CONSULAR
EL CARÁCTER DE LAS NORMAS DE DERECHO DIPLOMÁTICO Y CONSULAR 109

a ) regular aspectos o materias que el derecho internacional deja a la libre d isp o si­ Respecto a las organizaciones internacionales, el derecho interno puede represen­
ción de los Estados, por reenvío a sus ordenamientos, al no existir n o rm as ju ríd i- tar un papel importante completando, cuando así sea necesario, el estatuto jurídico
co-intcmacionales, como, por ejemplo, la determ inación de los órganos centrales de las organizaciones instaladas en ese Estado, particularmente, en los casos, en los
de las relaciones exteriores; b) completar las normas ju rídico-intcrnacionalcs para que no haya acuerdo de sede ni convenio general sobre privilegios e inmunidades;
que tengan efectividad, como puede ser el desarrollo o articulación d e cierto s tra­ por otra parte, la legislación interna, para que el Estado no incurra en responsabili­
tos, por ejemplo respecto a la inmunidad fiscal y aduanera; c) co n ced er m ejores dad, habrá, además, de adaptarse a lo estipulado en los acuerdos de sede o en los con­
tratos privilegiados que se basan en la cortesía internacional o aquellos que, aun­ venios sobre privilegios e inmunidades a los que se encuentre obligado el Estado, así
que por acuerdo de reciprocidad, se conceden por estar previstos, de m anera ge­ como a las obligaciones que le vengan impuestas o hayan sido aceptadas al conver­
nérica o especifica en el derecho interno; d) en derecho consular es, adem ás, caso tirse en m iembro de una organización.
típico la regulación del ejercicio de las funciones consulares, tanto de las propias En cuanto al derecho consular, hay que tener también en cuenta, especialmente,
oficinas consulares, como de las extranjeras establecidas en esc Estado. El conjun­ las relaciones entre las normas internas del Estado enviante y las del Estado de resi­
to de estas normas y las que suponen adaptación al ordenam iento internacional, dencia, en tanto que ambos derechos inciden, como se ha indicado, por remisión
como se verá a continuación, son las que pueden denom inarse derecho diplom ático del derecho internacional, en la regulación de diversos aspectos de las relaciones
y/o consular interno; con frecuencia, también se incluyen bajo esta denom inación, consulares, com o, principalmente, el ejercicio de las funciones consulares. Con
la regulación de materias de la exclusiva competencia interna de los Estados, com o MARESCA cabe señalar las siguientes situaciones: a) el derecho interno del Estado
pueden ser la organización del servicio exterior, el acceso a la carrera, el funciona­ receptor ha de presuponer el derecho del Estado enviante para una serie de deter­
miento interno de las misiones y consulados, etc., sin em bargo, dado que sólo afec­ minaciones jurídicas conectadas al ejercicio de las funciones del consulado extran­
tan al orden interno del Estado, no deben considerarse, verdaderam ente, com o dere­ jero, com o, por ejemplo, la condición de nacional del Estado enviante; b ) el dere­
cho diplomático o consular, porque no tienen relevancia en derecho internacional, cho interno del Estado de residencia puede entrar en conflicto con el del Estado
en el sentido de no incidir directamente en el ejercicio de la propia actividad diplo­ enviante respecto a determinadas relaciones jurídicas de una persona, en estos
mática o consular en si considerada, ni tampoco en la relación y trato del Estado con casos entrarán en juego las normas de derecho internacional privado del Estado de
las representaciones extranjeras, por lo que no son otra cosa que norm as de derecho residencia, para fijar el derecho aplicable o, en su caso, las establecidas en tratados
administrativo como cualesquiera otras que regulan los servicios, órganos o carre­ bilaterales o multilaterales en los que los dos Estados sean parte; c) el derecho
ras del Estado. interno del Estado enviante puede reenviar al del Estado de residencia la posibili­
En segundo lugar, las normas jurídicas internas pueden tener com o finalidad dad de ejercer determinadas funciones, subordinando, por tanto, su ejercicio a que
adaptar el derecho interno al internacional. Estas disposiciones que existen en casi sea autorizado, o no prohibido, por este Estado; d) la relación entre uno u otro dere­
todos los Estados, aunque no siempre de una m anera unificada y sistem ática, sino cho interno, puede no depender de sus propias normas, sino de las mismas normas
de modo disperso e incompleto, no deberían faltar nunca, porque, com o observa internacionales, como la del artículo $.m) del Convenio de Viena de 1963, que per­
CAHIER, carecer de ellas es peligroso, pues los órganos internos pueden verse redu­ mite el ejercicio de cualesquiera otras funciones consulares, distintas de las enun­
cidos a violar las reglas de derecho diplom ático (y añádase, tam bién, consular), ori­ ciadas, que no estén prohibidas por el Estado de residencia o a las que el mismo no
ginando la responsabilidad internacional del Estado. La adaptación del orden inter­ se oponga.
no al internacional puede producirse de tres modos: a ) que la legislación interna En consecuencia, entre el derecho interno del Estado enviante y el del Estado de
coincida plenamente con el derecho internacional existente, lo que significa que el residencia, las relaciones pueden implicar tanto divergencias, que han de ser resuel­
derecho interno otorga a los órganos extranjeros y a los m iem bros de su personal tas por los medios y en la forma procedentes en cada caso, como complementarie-
el mismo trato que el derecho internacional, bien consuetudinario, bien convencio­ dad, cuando las normas del segundo tienen como finalidad admitir o, al menos, no
nal — según sea uno u otro al que esté obligado ese Estado— , im pone al Estado impedir el ejercicio de funciones por las oficinas consulares extranjeras.
receptor conceder al acreditante; b) que la legislación interna conceda tratos más En fin, en cuanto a la incidencia del derecho interno en la regulación de las rela­
favorables que los establecidos por el derecho internacional, en cuyo caso se cum ­ ciones consulares y al orden de aplicación de las normas de derecho internacional
ple sobradamente con las obligaciones que éste impone, aunque ordinariam ente y de derecho interno en las mismas, debe tenerse presente, siempre, claro está, que
tales mejores tratos sólo serán efectivos a través de un acuerdo de reciprocidad, no haya regulación concreta convencional, en primer lugar, que: o) el estableci­
bajo cuya condición suelen establecerse esas disposiciones; c) que la legislación miento de los órganos consulares sólo puede tener lugar sobre la base del derecho
interna dé un trato inferior al que exige el derecho internacional — cosuetudinario internacional; b) el derecho interno sólo es aplicable en los límites permitidos por
o convencional— al que esté obligado ese Estado, en tales casos surgirá la respon­ el derecho internacional y en cuanto éste remita a las normas de derecho interno;
sabilidad internacional del Estado, de modo que los Estados enviantes cuyos órga­ c) la acción consular aunque llamada a desarrollar principalmente, si bien no sea
nos exteriores se encuentren así afectados por el derecho interno del Estado recep­ exclusivamente, funciones de derecho interno, es, ante todo, posible porque el
tor podrán exigir a éste el cumplimiento de los tratos a los que venga obligado por derecho internacional así lo permite y prevé, lo que, en palabras de F e r r a r a , se
el derecho internacional. trata de un «ejercicio extraterritorial de la actividad estatal autorizado por el dere-
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cho internacional». En segundo lugar, se acudirá al derecho interno del Estado


envíame para conocer las funciones que atribuye a sus oficinas consulares. En ter­
cer lugar, se tendrá en cuenta el derecho interno del E stado de residencia para saber
si no prohíbe o si perm ite y, en su caso, con qué requisitos, el ejercicio de esas fun­ CAPÍTULO VIII
ciones que tienen atribuidas, por el derecho de su Estado, las oficinas consulares
extranjeras. LA CODIFICACIÓN (I)

I. SIGNIFICADO Y PRECEDENTES

Como se ha venido indicando, la codificación es particularmente relevante en


derecho diplomático y consular, toda vez que está en vías de abarcar sus diferentes
aspectos gracias a la actividad desarrollada por las Naciones Unidas a través, funda­
mentalmente, de los trabajos de la Comisión de Derecho Internacional. Esta activi­
dad ha dado com o resultado la aprobación de los Convenios de Viena de 1961 sobre
Relaciones diplomáticas y de 1963 sobre Relaciones consulares, del Convenio de
Nueva York de 1969 sobre las Misiones especiales, del Convenio de Viena de 1975
sobre la Representación de los Estados en sus relaciones con las organizaciones inter­
nacionales de carácter universal, y, aunque discutible su inclusión dentro de la codi­
ficación del derecho diplomático, del Convenio de Nueva York de 1973 sobre la
Prevención y el castigo de delitos contra personas intcmacionalmente protegidas,
inclusive los agentes diplomáticos: está concluido, desde 1989. el Proyecto de artícu­
los sobre el Estatuto del correo diplomático y de la valija no acompañada por un
correo diplomático; aunque ya abandonado, se comenzó a trabajar en la denominada
«Segunda pane del tema» respecto a las «Relaciones entre los Estados y las organi­
zaciones internacionales», que, en principio, trataba de ocuparse de los privilegios e
inmunidades de las representaciones y representantes diplomáticos de las organiza­
ciones internacionales ante Estados y ante otras organizaciones internacionales; y, en
fin, se ha planteado el discutir si se ha de proponer o no la preparación de un pro­
yecto sobre funciones consulares.
El derecho diplomático y consular se encuentra así, dentro del derecho internacio­
nal, en una situación particularmente destacada en el desarrollo de la codificación,
máxime teniendo en cuenta el gran número de Estados parte en los convenios codi­
ficadores básicos, de 1961 y 1963, prácticamente de aplicación universal en el caso
del Convenio de 1961. La codificación aporta, también, un decidido argumento a
favor de la consideración del derecho diplomático y consular como un todo dentro
del derecho internacional, en cuanto que la misma se lleva a cabo por la CDI bajo la
rúbrica de codificación del derecho diplomático, lo que se manifiesta de manera con­
creta en el Proyecto de artículos sobre el Estatuto del correo diplomático y de la vali­
ja diplom ática no acompañada por un correo diplomático, cuyo ámbito de aplicación
se extiende no sólo a todas las formas de diplomacia de los Estados, sino también a
las oficinas consulares.
La am plitud de la codificación del derecho diplomático y consular no es, sin
embargo, sólo resultado de una actitud voluntarista de la ONU a través de su
Comisión de Derecho Internacional, sino, como no podía ser de otro modo, conse-
112 CURSO DE DERECHO DIPLOMÁTICO V CONSULAR LA CODIFICACIÓN (I) 113

cucncia de existir un extenso derecho diplomático consuetudinario con alto grado de la agenda del C om ité de Expertos, sobre la «Situación jurídica y funciones de los
concreción y, en su generalidad, respetado unánimemente; un derecho consular con­ cónsules», no prosiguieron los trabajos. En el área americana, el proyecto de la
suetudinario básico, y convencional de gran uniformidad; y la posibilidad de regular Com isión Internacional de Jurisconsultos Americanos, lo mismo que se indicó para
por analogía formas nuevas de diplomacia. Todo ello situaba a la materia en una posi­ el derecho diplom ático, pierde su interés como tal, al adoptarse el Convenio de La
ción particularmente adecuada para su codificación. Por otra parte, esta particular Habana de 1928 sobre agentes consulares, al que sirvió de base de discusión.
situación, se encontraba avalada por los varios proyectos de codificación, privados y Los proyectos privados son menos numerosos que los relativos a derecho diplo­
oficiales, elaborados ya desde la segunda mitad del siglo xix, y por la regulación mático, claro reflejo de la menor atención prestada al derecho consular. Entre los rea­
decisiva, aunque fuese sobre la materia específica de las precedencias, llevada a cabo lizados por personas físicas, hay que señalar los proyectos de Bl.UNTSCHM de 1868,
por el Reglamento de Viena de 1815, completado en 1818 en el Congreso de de FIELD, incorporado en la segunda edición de su proyecto de código de derecho
Aquisgrán, así como la más cercana codificación, si bien de ám bito regional, reali­ internacional de 1876, de FlORE, incorporado en la quinta edición de su Derecho
zada por los Convenios de La Habana de 1928 sobre funcionarios diplom áticos y internacional codificado de 1915, de STRUPP de 1926, antes mencionado, que dedi­
sobre agentes consulares. Todos estos precedentes suponen, también, una importan­ ca los artículos X X IV y XXVIII a los cónsules, y el proyecto de Wl-HR, presentado
te referencia y apoyo para el trabajo codificador de la CDI, en tanto sirven de catali­ a la C onferencia de la International Law Association de 1928 en Varsovia. Respecto
zador del estado del derecho consuetudinario y convencional en la materia y de base a los proyectos realizados por instituciones, hay que mencionar el del Instituto de
para orientar su desarrollo progresivo. Derecho internacional, aprobado en la reunión de Venecia de 1896, confirmado en la
Entre los proyectos oficiales de codificación del derecho diplom ático, hay que des­ de Lausana de 1927; el del Instituto Americano de Derecho Internacional, adoptado
tacar los trabajos del Comité de Expertos de la Sociedad de Naciones, que elaboró en la reunión de W ashington de 1925; y el proyecto de Harvard de 1932, que, tam­
un proyecto, concluido en 1927, sobre «Inmunidades y privilegios diplom áticos», bién respecto al derecho consular, es el que reviste mayor importancia, por su ampli­
que, sin embargo, no llegó a debatirse porque los Estados, después de haber acepta­ tud, detalle y el interés del comentario a los artículos.
do su preparación, no consideraron oportuno convocar la correspondiente conferen­ En cualquier caso, los provectos de codificación presentan — sobre todo los de
cia diplomática, que lo hubiera convertido, en su caso, en convenio, quedando asi derecho diplom ático— una gran coincidencia en su contenido y tratamiento de los
reducido definitivamente a proyecto. También en 1927, el Comité de Expertos llegó diferentes tem as diferenciándose o discrepando solamente en puntos concretos, rela­
a someter un cuestionario a los Estados, sobre «La revisión de la clasificación de los tivos, en general, al fundamento y, sobre todo, al alcance del status; ello muestra,
agentes diplomáticos», pero, al no ser considerado el tema de interés, ni siquiera se com o ya se ha indicado, y confirm a la fijeza y aceptación del derecho consuetudi­
elaboró un proyecto. Cabria mencionar, com o proyecto oficial, el de la Comisión nario, en cuanto al derecho diplomático se refiere, y la existencia de un derecho con­
Internacional de Jurisconsultos Americanos de 1927, pero al ser el texto que sirvió suetudinario básico y convencional uniforme, en cuanto al derecho consular.
de base para el Convenio de La Habana de 1928 sobre funcionarios diplom áticos, el La determ inación de las características de la codificación de ámbito universal del
interés revierte en el Convenio. derecho diplom ático y consular, exige proceder ahora, aunque tan sólo sea en sus tra­
Respecto a los proyectos privados de codificación cabe destacar, entre los realiza­ zos m ás relevantes y específicos, a examinar los distintos convenios en vigor o ya
dos por personas físicas, los proyectos de código de B l u NTSCHII de 1868, de F io r e adoptados. Por tanto, sin dejar de reconocer el valor de los Convenios de La Habana
de 1890, de PESSOA de 1911 y los de STRUPP y de PHILL1MORE, presentados ambos de 20 de febrero de 1928 sobre funcionarios diplomáticos y sobre agentes consula­
en la Conferencia de Viena de 1926, de la International Lavv Association. En cuanto res, com o las prim eras manifestaciones codificadoras sobre la generalidad de los
a los proyectos realizados por instituciones, merecen particular mención, el proyecto aspectos del derecho diplom ático y consular y como precedentes más inmediatos de
del Instituto de Derecho Internacional, adoptado en su reunión de Cam bridge de la obra codificadora de las Naciones Unidas, no serán, sin embargo, analizados aquí,
1895 y modificado por la de Nueva York de 1929; el proyecto del Instituto Americano al no contener norm as de importancia dcstacable que configuren un derecho parti­
de Derecho Internacional, adoptado en la reunión de Washington de 1925; el pro­ cular propio del área regional americana. En cambio, aunque de contenido parcial,
yecto de Código de la Sección Japonesa de la International Lavv Association y de la lim itado a las funciones consulares, se considerará el Convenio Europeo sobre las
Kokusaiho Gakkwai, presentado también en la citada Conferencia de la International funciones consulares, de 11 de diciembre de 1967, en tanto que completa y desarro­
Lavv Association de 1926; y, sobre todo, el proyecto de la Universidad de Harvard lla — en el ám bito europeo— la codificación universal.
relativo a las inmunidades y privilegios diplomáticos de 1932, que es el trabajo más
com pleto y desarrollado, tanto por la amplitud de su contenido, com o por los com en­
tarios que acompañan a cada artículo, que hicieron del mismo o, m ás exactamente, II. LA O B R A CODIFICADORA
del m étodo de trabajo utilizado por Harvard en todos los proyectos de codificación
por ella elaborados en los años treinta, el modelo a seguir por la actual Com isión de A. El Co n v e n io so br e Re l a c io n e s d ipl o m á t ic a s
D erecho Internacional de las Naciones Unidas.
Respecto al derecho consular, no hay, en el ám bito universal, ningún proyecto ofi­ A doptado y abierto a la firm a en Vicna el 18 de abril de 1961, se encuentra en
cial de codificación, pues la Sociedad de Naciones, aunque tuvo incluido el tema en vigor desde el 24 de abril de 1964 y su universalidad queda reflejada en que son parte
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LA CODIFICACIÓN (I) 1 15

del mismo prácticamente la totalidad de los Estados (España es parte, por adhesión,
desde el 21 de noviembre de 1967). Además del Convenio fueron aprobados dos En cuanto a disposiciones concretas, debe destacarse el acierto en la enunciación
Protocolos de firma facultativa, el primero sobre adquisición de nacionalidad, que de las principales funciones diplomáticas (art. 3), que no se hace en ningún proyecto
establece que los miembros de la misión que no sean nacionales del Estado receptor ni convenio anterior, si bien el orden en que se enuncian, aunque no exista una jerar­
y los miembros de sus familias que formen parte de su casa, no adquieren la nacio­ quía entre ellas, quizá no sea el más correcto conforme a un criterio que tenga en
nalidad de dicho Estado por el solo efecto de su legislación; y el segundo, sobre la cuenta los elem entos esenciales y las características de la diplomacia, de tal modo
jurisdicción obligatoria para la solución de controversias originadas por la interpre­ que, en segundo lugar, tras representación, deberia mencionarse la negociación y, en
tación o aplicación del Convenio, por el cual las partes aceptan someter estas con­ tercer lugar, la función de información, pasando al cuarto lugar, desde el segundo, la
protección diplom ática.
troversias al Tribunal Internacional de Justicia, o en su lugar, si asi lo acuerdan, a un
Dentro de las norm as de desarrollo progresivo, unas lo son en tanto suponen una
tribunal de arbitraje, pudiendo, también, convenir adoptar previamente un procedi­
extensión de su ám bito de aplicación, asi la elevación del status del personal admi­
miento de conciliación.
nistrativo y técnico, que se aproxima al del personal diplomático, al concedérsele la
El ámbito de aplicación del Convenio es el de las relaciones entre Estados y, espe­
inmunidad de jurisdicción penal para los actos de su vida privada (art. 37). Otras
cíficamente, la regulación de la diplomacia permanente, com o se desprende de la
resultan por conversión bien de práctica o de comitas más o menos generalizada:
intención de las partes, se deduce del contenido del Convenio, y expresamente se
respecto a la práctica, la obligatoriedad de la solicitud del placel para los jefes de
reconoce en el articulo 1.6) del Convenio de Nueva York de 1969 sobre Misiones
misión (art. 4), la posibilidad del Estado receptor de limitar el número del personal
especiales, al decir que se entiende por «misión diplomática permanente» la misión
de las m isiones (art. 11), o la posibilidad de que el jefe de misión pueda comenzar
en el sentido del Convenio de Viena sobre Relaciones diplomáticas, a pesar de que
el ejercicio de sus funciones por la simple presentación de las «copias de estilo» de
éste no define misión diplomática — que, en cambio, figuraba en el proyecto de
sus cartas credenciales (art. 13); respecto a las que provienen de comitas, se encuen­
Harvard— ni misión diplomática permanente. Pero el Convenio tiene, también, el
tran las relativas a inmunidad fiscal y aduanera, tanto de la misión, como de los
valor de convenio básico o general sobre relaciones diplomáticas, com o se reflejaría
agentes diplom áticos (arts. 23. 28, 34 y 36), y extendida al personal administrativo
en la posterior actividad codificadora sobre derecho, diplomático.
y técnico con la lim itación, en materia de impuestos aduaneros, a los objetos para la
En relación con la estructura del Convenio, aun sin existir divisiones formales e,
primera instalación (art. 37); es ésta una inmunidad que sobre la base de la comitas
incluso, haberse suprimido las rúbricas de los artículos, que figuraban en el proyec­
y de la reciprocidad se acordaba siempre para las misiones y los agentes diplomáti­
to, pueden distinguirse en él varias partes sobre la base del contenido de sus artícu­
cos, lo que se refleja en el hecho de encontrarse ya recogida por los artículos 18 y
los, en general debidamente agrupados, que regulan: las definiciones de los términos
19 del proyecto del IDI de 1929 y en los artículos 4, 1, 20 y 22 del proyecto de
básicos (art. 1), el establecimiento, composición y actividad de la misión y el nom­
H arvard de ahí que, dada además la universalidad del Convenio de Viena de 1961,
bramiento de los miembros de su personal (arts. 2 a 19), el status de la misión y el
pueda afirm arse que en la actualidad sea, también, una norma de derecho consue­
de sus miembros (arts. 20 a 40). las disposiciones generales (arts. 41 a 47) y las dis­
tudinario. Por últim o, entre las normas creadas ex novo, cabe mencionar la que auto­
posiciones finales (arts. 48 a 53).
riza la acreditación m últiple en su forma activa (art. 6), si bien es cierto que ya la
El Convenio tiene el mérito de considerar a la misión, por primera vez, con un
posibilitaba el Convenio de La Habana (art. 5) y que por primera vez aparece incor­
carácter objetivo, es decir, en cuanto órgano, como algo distinto y diferenciado de sus
porada en el proyecto de P e s s o a (art. 108) y existió práctica medieval en los reinos
miembros, respecto a los cuales preexiste y subsiste; tal consideración implica la
ibéricos; la relativa a la exención del agente diplomático del régimen de seguridad
dedicación específica de artículos regulando la creación, acción, extinción y status
social del Estado receptor y la regulación de la aplicabilidad del mismo a los cria­
de la misión diplomática y la configuración de la misión como el eje e instrumento
dos particulares (art. 33); y la que establece la excepción a la inmunidad de juris­
principal de las relaciones diplomáticas, superándose asi. ya claramente, el protago­
dicción civil y adm inistrativa, por acciones sucesorias en las que el agente diplomá­
nismo de los agentes diplomáticos —o, más aún, del jefe de la misión— propio de
tico figure a título privado [art. 31.1.6)], que únicamente había sido incluida en el
los planteamientos tradicionales, los cuales, sin que se desconozca su papel y su inci­
dencia en el funcionamiento de la misión, pasan a un plano secundario y circunstan­ proyecto de PESSOA (art. 139).
cial en relación con la misión en tanto órgano.
Por otra parte, tiene asimismo el mérito de recoger el derecho diplomático con­
suetudinario existente, sistematizándolo, concordándolo y estableciendo orden y cla­ B. E l C o n v e n i o s o b r e R e l a c io n e s c o n s u l a r e s
ridad en el mismo. Pero si el Convenio es fundamentalmente codificador, en sentido
estricto, o declarativo, también es innovador en una serie de temas, realizando, por Adoptado y abierto a la firm a en Viena el 24 de abril de 1963, está en vigor
tanto, una labor de desarrollo progresivo del derecho diplomático, bien por extensión desde el 19 de m arzo de 1967 (España es parte, por adhesión, desde el 13 de febrero
del ám bito de aplicación de una norma, bien por elevación a tal carácter de una sim­ de 1970). Com o en la Conferencia de Viena de 1961. se aprueban, también, dos Pro­
ple práctica o comitas, bien, en fin, creando una regulación ex novo necesaria para tocolos de firm a facultativa, uno sobre adquisición de nacionalidad en relación con
realidades o situaciones nuevas. los miembros del personal consular y sus familias, y otro sobre la jurisdicción obli­
gatoria para la solución de controversias que suijan de la interpretación y aplicación
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LA CODIFICACIÓN (1) 117
del Convenio; ambos en los mismos térm inos que los de 1961, p o r lo que a lo allí
c íficas características, lo que, en cierta medida, contrarresta la mayor incidencia de
indicado se remite.
las p articu larid ad es de los derechos internos.
El Convenio de 1963, como se ha dicho ya repetidam ente, se considera integrante
El C onvenio de 1963, com o el de 1961 respecto a la misión y a los agentes diplo­
de la codificación del derecho diplomático; así se refleja en la referencia que se hace,
m áticos, deslin da claram ente la oficina consular de Jos funcionarios consulares, tanto
en su preámbulo, al Convenio de 1961 sobre Relaciones diplom áticas, y en su estruc­ en lo que se refiere a su establecimiento o nombramiento, actividad y extinción o
tura y planteamiento sistemático, que se corresponden, mutatis mutandis , con los de cese, co m o al status que a una y otros corresponde; esta objetivación de la oficina
este Convenio. Su ámbito de aplicación es el de las relaciones consulares entre consular tiene un especial valor, sobre todo, teniendo en cuenta la todavía particular
Estados, únicos sujetos que, por otra parte — com o ya se ha señalado— , m antienen vinculación entre cónsul (entiéndase funcionario consular) c institución consular. Es
en la actualidad tales relaciones. tam bién un acierto del Convenio la fijación y unificación de la terminología para
Respecto a su estructura, dejando aparte el articulo 1 de definiciones, el Convenio designar a los m iem bros de la oficina consular, estableciendo la denominación de
está formalmente dividido en Capítulos y éstos, en su caso, en Secciones, que se funcionarios consulares para los de más alto nivel, es decir, los que ejercen las fun­
ocupan de las relaciones consulares en general — establecim iento, ejercicio y ter­ ciones co n sulares, cualquiera que sea su categoría específica dentro de una oficina
minación— (Capitulo I. arts. 2 a 27), del status de la oficina consular y del de sus consular, tan to sean je fe s de oficina (cónsul general, cónsul, vicecónsul o agente con­
miembros (Capítulo II, arts. 28 a 57), del régimen de los funcionarios consulares sular) o no, y la de em pleados consulares para el personal administrativo o técnico.
honorarios y de las oficinas por ellos dirigidas (Capitulo III, arts. 58 a 68), de las N ota general del C onvenio de 1963 es su acercamiento en diversos aspectos al de
disposiciones generales (Capítulo IV, arts. 69 a 73), y de las disposiciones finales 1961, en tre los q ue cabe señalar el reconocimiento de funciones consulares de carác­
(Capitulo V, arts. 74 a 79). ter general, den tro de cada circunscripción, como son la protección de los intereses
El contenido del Convenio, en razón de la formación y origen de las norm as del del E stado, el fom ento, desarrollo y promoción de relaciones de distinto orden entre
derecho consular, tiene más de desarrollo progresivo que de codificación estricta, lo los E stados enviantc y receptor, la información sobre la evolución de los diferentes
que se imponía, además, por la mayor «movilidad» de la función consular, que hace sectores de la v id a en el Estado receptor (art. 5.a). b) y c)J, e, incluso, el cum pli­
necesaria una frecuente adaptación a las exigencias de la realidad de la vida interna­ m iento de acto s diplom áticos por funcionarios consulares (art. 17).
cional, para que la institución consular se m antenga operante en todo m om ento; pero, E n cuanto al status , lo m ism o que en el Convenio de 1961, se declara en el pre­
también, el Convenio realiza una labor de codificación estricta respecto a los aspec­ ám bulo que se concede no para beneficiar a particulares, sino para garantizar a las
tos básicos de las relaciones consulares cuya regulación corresponde directam ente al oficinas co n su lares el eficaz desempeño de sus funciones en nombre de sus Estados
derecho internacional; no se ocupa, en cambio, de aquellos aspectos que por necesi­ respectivos, con lo que el status consular, como el diplomático, se fundamenta en la
tar una concreta y particularizada articulación debe remitirse su regulación a los m ism a teoría del interés de la función; en concreto, hay que señalar que la oficina
ordenamientos internos. De tal manera el Convenio se basa, principalm ente, en el consular goza del m ism o status que la misión diplomática, a excepción de que se pre­
derecho consuetudinario y en las normas convencionales de los convenios bilaterales sum e el consentim iento de entrar en sus locales en caso de incendio o de otra cala­
más ampliamente generalizadas — semejantes o idénticas— especialm ente a través m idad que requiera la adopción inmediata de medidas de protección (art. 31.2). Con
del juego de la cláusula de la nación más favorecida. Al quedar, asi, sin disciplinar relación a los m iem bros de la oficina consular, sólo los funcionarios consulares dis­
los aspectos más cambiantes de las relaciones consulares, como el m odo de ejercicio frutarán de status para los actos de su vida privada, pero con un contenido limitado
de las funciones, y por la propia relevancia de los tratados en la regulación de estas a la inviolabilidad excepto los casos de comisión de un delito grave, en cuyo supues­
relaciones, el Convenio de 1963 no afectará a otros acuerdos internacionales en vigor to, sin em bargo, la detención o puesta en prisión preventiva ha de ser por decisión de
entre los Estados que sean pane en los mismos, y tampoco impedirá la celebración la autoridad ju d icial com petente y, en cualesquiera otros casos, no podrán ser dete­
de posteriores acuerdos que confirmen, completen, extiendan o amplíen sus disposi­ nidos ni som etidos a ninguna otra forma de limitación de su libertad personal, sino
ciones (art. 73): con ello, el Convenio de 1963 adquiere, en tales casos, un carácter en virtud de sentencia firm e (art. 41.1 y 2); los demás privilegios e inmunidades se
subsidiario y de mininium aplicable, respecto a los tratados sobre relaciones consula­ reducen, para todos los m iembros de la oficina, al ejercicio de sus funciones, pero
res celebrados entre los Estados parte en el mismo: tratados éstos que son, adem ás, con la excepción, respecto a la inmunidad de jurisdicción civil, de las acciones por
los apropiados para descender a regular pormenorizadamente la actividad consular en daños causados por accidente de vehículo, buque o avión ocurrido en el Estado
cada relación concreta, lo que podrá realizarse no sólo, obviamente, en los tratados receptor [art. 43.2.Ó)]. La posibilidad de la renuncia, por el Estado enviante, cabe res­
bilaterales, sino también en los multilaterales de ámbito regional o subregional, entre pecto a la totalidad de los privilegios c inmunidades de los miembros de la oficina
Estados con ordenamientos internos que respondan a unos mismos presupuestos ju rí­ consular (art. 45). m ientras que en el Convenio de 1961 sólo se contempla para la
dicos y culturales, como ocurre, por ejemplo, con el Convenio Europeo de 1967. inm unidad de jurisdicción de los miembros de la misión. En fin, hay que destacar que
Paralelamente al Convenio de 1961 sobre Relaciones diplomáticas, éste de 1963 a los funcionarios consulares honorarios y a las oficinas consulares por ellos dirigi­
sobre Relaciones consulares, tiene el carácter de general y básico para las relaciones das, siem pre, claro está, que el Estado receptor permita el establecimiento de esta
consulares, y quizá, como tal, un mayor alcance, toda vez que no hay diversidad de clase de oficinas, se les reconoce un elevado status al equipararse, prácticamente, al
formas de relación consular en parangón con las formas de diplomacia, con sus espe- régim en general del Convenio (arts. 58 a 68).
L A C O D IFIC A C IÓ N (U) 119

regulación d e la s m isio n e s d e p rotocolo o cerem onia y, principalm ente, en la s m is io ­


nes p ara la n e g o c ia ció n de tratados.
CAPÍTULO IX E n su e stru c tu ra , a u n q u e sin divisiones form ales, cabe distinguir, c o m o e n el
C onvenio de 1961, ad em ás del artícu lo 1 dedicado a las definiciones, v aria s p a rte s
que reg u lan sucesiv am en te: el establecim iento, com posición y activ id ad es d e la
LA CODIFICACIÓN (II) m isión y n o m b ra m ie n to de su personal (arts. 2 a 18), el status de la m isión y d e s u s
m iem bros (arts. 19 a 4 5 ), la s disposiciones generales (arts. 46 a 49) y las d isp o s ic io ­
nes fin ales (arts. 50 a 55).
C. El Convenio sobr e l a s Misio n es espec ia l es El C o n v en io d e 1969 p u ed e considerarse, en buena m edida, com o una p ro y ec ció n
del C o n v en io d e V ien a d e 1961, lo que refleja el carácter básico que éste tie n e e n la
Abierto a la firma, en Nueva York, el 16 de diciembre de 1969, una vez aprobado co d ificac ió n d e l d ere ch o dip lo m ático ; se produce así en su articulado una v e rd a ­
por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 8 de diciem bre, tras el corres­ dera tra n sp o sic ió n , p o r ex ten sió n analógica, de norm as propias de las m isio n e s
pondiente debate en la Sexta Comisión, está en vigor desde el 21 de ju n io de 1985 perm an en tes, a u n q u e en cierto s casos pueda ser discutible el acierto de tal id e n ti­
(España es parte, por adhesión, desde el 31 de mayo de 2001, así com o d el Protocolo dad d e reg u lació n te n ien d o en cuen ta la concreta ratio iuris de la norm a tran sp u e sta
de firma facultativa). Junto con el Convenio fue aprobado, tam bién, un Protocolo (p. e., la in m u n id a d fisc a l o de ju risd icció n de los m iem bros de la m isión esp ec ial).
facultativo sobre la solución obligatoria de controversias, con el m ism o alcance y ca­ La co in cid e n cia d e reg u lació n se acrecienta, adem ás, p o r la existencia de n o rm a s
racterísticas que los correspondientes adoptados junto a los Convenios de 1961 y 1963 co n su etu d in arias co m u n es a am b as form as de diplom acia. Por ello, só lo in te resa
ya considerados. resaltar aq u í la s p a rtic u la rid a d e s p rop ias del C onvenio sobre las M isiones e s p e c ia ­
Elaborado por la CDI como consecuencia de la Resolución 1 aprobada p o r la les d eb id as a la s c a racterísticas esp ecíficas de esta form a de d iplom acia y a su a d a p ­
Conferencia de Viena de 1961, recomendando que la diplom acia ad hoc fuese obje­ tación a la s e x ig e n c ia s actu ales.
to de un convenio específico, el Convenio sobre las Misiones especiales, deja clara­ A l resp ecto c a b e señalar: la indeterm inación de las funciones concretas d e u n a
mente de manifiesto el carácter de la codificación del derecho diplom ático com o un m isión especial, q u e serán fijad as en cada caso p o r consentim iento m utuo entre los
Estados q ue entran en relación (art. 3), y que com enzarán a ejercerse desde la entrada
todo orgánico que abarca la regulación de toda la actividad oficial form al del Estado
en contacto o ficial d e la m isión especial con el órgano convenido del Estado recep to r
en el exterior, puesto que se considera, ya en el preámbulo, continuador de la labor
(art. 13); la po sib ilid ad d e enviar una m isión especial sin que existan relaciones d ip lo ­
comenzada por el Convenio de Viena de 1961 sobre Relaciones diplom áticas y segui­
m áticas o con su lares, lo que sig n ifica que, inversamente, su envío no im plica el esta ­
da por el de 1963 sobre Relaciones Consulares, al referirse a ellos expresam ente, del blecim iento de ta les relaciones, e incluso, com o se indicó en el C apítulo II, tam poco
mismo modo que este último lo hacía respecto del primero. significará el reco no cim ien to de Estado o gobierno, ni exigirá la existencia d e los m is­
El Convenio no regula, sin embargo, todas las formas de diplom acia a d hoc , sino m os, p aralelam ente, la ru p tu ra de tales relaciones no entrañará, de por sí, el fin d e las
que su ámbito de aplicación se limita a las relaciones bilaterales entre E stados a tra­ m isiones especiales existentes en ese m om ento (arts. 7 y 20.2); la distinción d e tre s
vés de misiones para tratar asuntos determinados o para realizar un com etido deter­ categorías d e ag en tes d ip lo m ático s m iem bros de la m isión: el je fe de la m isión, los
minado, como se desprende de la definición que de misión especial se da en el artícu­ «representantes» (co n d ició n que ha de tener el je fe ) y el «personal d iplom ático»
lo luz); únicamente no se refieren a tales relaciones los casos del artículo 6, que con­ (arts. 9 y 14), vien e a reco n o cer la posibilidad de ser agente diplom ático sin carácter
templa la posibilidad de coincidir en el Estado receptor misiones especiales de d is­ representativo p le n o , q ue im plica, conform e se desprende de la práctica, que no
tintos Estados para tratar un asunto de interés común, y del artítulo 16, que establece ostentan el a sp ec to ju ríd ic o de la representación, lo que sin duda es una im portante
las reglas de precedencia en tales casos. Quedan, por tanto, excluidas otras form as de excepción al p ro p io concepto m oderno de agente diplom ático, que, en prin cip io ,
diplomacia ad hoc, no sólo en el ámbito de las relaciones multilaterales, com o las ostenta siem p re lo s tres asp ecto s de la representación: sim bólico, político y ju ríd ic o ,
delegaciones en conferencias diplomáticas (diplomacia de conferencia), o en órganos tal co m o se verá m ás adelante; la precedencia entre las diversas m isiones esp eciales
de organizaciones internacionales (diplomacia parlamentaria), sino incluso, tam bién, en el E stado rec ep to r se establecerá, salvo otro acuerdo, según el orden alfab ético d e
en el de las relaciones bilaterales como la forma particular de la diplom acia itineran­ los nom b res de lo s E stados acreditantes en el idiom a utilizado por el pro to co lo del
te; asimismo, tampoco se regula, en ninguna de ambas relaciones, la diplom acia Estado rec ep to r (art. 16). E n m ateria de status habrá que señalar el co n d icio n am ien ­
directa, es decir, la llevada a cabo por los órganos centrales de las relaciones exterio­ to de la in m u n id ad fiscal de los locales de la m isión especial, en la m edida en q u e
res, pues aunque éstos, como es frecuente, pueden formar parte de una m isión espe­ sea com patible con la naturaleza y duración de las funciones de esa m isión (art. 24);
la p resunción del consentim iento — en térm inos sem ejantes a los establecidos p o r el
cial, y así lo reconoce el Convenio, éste seguirá siendo aplicable porque por tal incor­
artículo 31 del C o nvenio sobre R elaciones consulares— , cuando no haya p o d id o
poración la misión no deja de ser especial, ya que ni por el modo de actuación ni por
obtenerse expresam en te, para entrar en los locales de la m isión especial, en c a so d e
el cometido se trata de diplomacia directa. En definitiva, su alcance se concreta en la
incendio u otro sin iestro que ponga en serio peligro la seguridad pública (art. 2 5 ); la
IMS]
120 CURSO DE DERECHO D IPLO M A TICO Y C O N SU LA R

L A C O D IF IC A C IÓ N (II) 121
excepción a la inmunidad de jurisdicción civil y adm inistrativa, d e los rep rese n tan tes
y miembros del personal diplomático, y del adm inistrativo y técn ico , e n c a so d e S u e s tru c tu r a , d a d o s u a m p lio alca n ce , d eb e ría in cluir, al m e n o s e n la s P a r te s II y
acción por daños resultantes de accidente de automóvil ocasionado fu era d e las fu n ­ III, s u b d iv is io n e s e n c a p ítu lo s o secc io n es; al n o h ac erse a sí, el C o n v e n io q u e d a d iv i­
ciones oficiales [arts. 3 \.\.d ) y 36], excepción que ya figuraba, igu alm en te, re sp e c to d id o e n s e is P a rte s : in tro d u c c ió n , in c lu y en d o el a rtíc u lo 1 d e d e fin ic io n e s (P a rte I,
al ejercicio de funciones oficiales, en el artículo 4 3 .2 .b) del C o n v en io so b re arts. 1 a 4 ) ; m is io n e s a n te o rg a n iz a c io n e s in te rn acio n ale s, que a b a rc a el e s ta b le c i­
Relaciones consulares; en fin, la extensión del status a los m iem bros d e la fam ilia q u e m ie n to y re la c io n e s d e la m is ió n , n o m b ram ien to del perso n al y sta tu s d e la m is ió n y
«acompañen» (en lugar de los que en general «formen parte de su casa») a los rep re­ d e su s m ie m b ro s y, ta m b ié n , lo rela tiv o a las m isio n es p e rm a n e n te s d e o b s e rv a c ió n
sentantes, miembros del personal diplomático y del adm inistrativo y té cn ic o (art. 39). (P arte II, a rts . 5 a 4 1 ); d e le g a c io n e s en ó rg an o s y e n co n fe re n cia s, q u e re g u la el e n v ío
d e la s d e le g a c io n e s , su c o m p o sic ió n y el status d e la d eleg a ció n y d e su s m ie m b ro s
(P a rte III, a r ts . 4 2 a 7 0 ); d e le g a c io n e s d e o b se rv a ció n e n ó rg an o s y en c o n fe re n c ia s,
D. El Co n v en io so br e l a Re pr e s e n t a c ió n d e l o s Es t a d o s q ue se re g u la n p o r r e m is ió n a la P a rte III (P a rte IV, arts. 71 y 7 2 ); d isp o s ic io n e s g e n e ­
ENSUS RELACIONESCONLASORGANIZACIONES INTERNACIONALES rales (P a rte V, a r ts . 7 3 a 8 5 ); y C lá u su la s fin ales (P a rte V I, a rts. 8 6 a 9 2 ).
DECARACTERUNIVERSAL D el C o n v e n io d e 19 75, p o d ría d ec irse q u e lo q ue m ás le ca racteriza so n los p ro b le­
m as q u e s u s c ita y la re a c c ió n co n tra ria de los E stados d e sede, an te el m ism o . E n efe c­
to, y a en las o b s e rv a c io n e s d e lo s E stad o s al proyecto, reproducidas en la C o n fere n cia ,
Adoptado el día 13 y abierto a la firm a el 14 de m arzo de 1975, en V ien a, e s un
un buen n ú m e ro d e e llo s lo co n sid e ró inaceptable. E n p rim e r lugar, p o r el am p lio sta ­
Convenio con un ambicioso contenido regulador, tendente a d ar u n ifo rm id ad a las
tus c o n c e d id o ta n to a los re p re se n ta n te s m iem b ro s d e las m isiones p erm a n en te s a n te las
diferentes formas de relación diplomática de los Estados con las o rg an iz ac io n es d e o rg an iz ac io n es c o m o a lo s d eleg a d o s m iem b ro s d e las d eleg acio n es en ó rg a n o s d e las
ámbito universal y las conferencias diplom áticas por ellas convocadas o au sp iciad as, m ism as o e n c o n fe re n c ia s, q u e se eq u ip ara, salvo en m uy co n c reto s a sp ec to s relativos
pero debido a la oposición al Convenio de los principales E stados d e se d e (B élg ica a los d e le g a d o s e n ó rg a n o s o c o n fe re n cia s, al del C onvenio d e 1961; ta m b ié n , p o r d a r
votó en contra de la adopción del Convenio y se abstuvieron A u stria, C an ad á, a las m isio n e s y d e le g a c io n e s d e o b serv ació n el m ism o trato q u e a las m isio n e s p e r­
Estados Unidos, Francia, Reino Unido y Suiza), com o consecuencia d e su d isc o n ­ m an en tes y d e le g a c io n e s, lo q u e p are cía excesivo al no estar los su je to s q u e envían las
formidad respecto a determinadas disposiciones, ju n to a los requisitos para su e n tra ­ d e o b se rv a ció n o b lig a d o s p o r las n o rm as d e la organ ización co m o lo están lo s m ie m ­
da en vigor, ha conducido a que la Asamblea General de las N aciones U n id as (en su bros; e n a m b o s c a s o s se e n te n d ía q u e resultab a v u lnerad o el artícu lo 105 d e la C a rta d e
47.° período de sesiones, 1992/93) «aparcase» el Convenio, paralizan d o el p ro ce so las N a c io n e s U n id a s, q u e lim ita el status d e las diversas rep resen tacio n es an te la
para su entrada en vigor, situación que prcvisiblcm cntc se m antendrá en ta n to n o se O rg an izació n al n e c e s a rio p a ra el ejercic io d e sus funciones, y q u e tal lím ite s e m a n te­
modifique para dar cumplimiento a las exigencias de tales Estados. nía en los C o n v e n io s d e 1946 y 1947 so b re privilegios e inm unidades d e las N ac io n es
El Convenio continúa, como se recuerda en el preámbulo, la obra co d ificad o ra d e U nidas y d e lo s O rg a n is m o s E sp ecializados. Se criticó , ad em ás, la identidad d e trato
1961,1963 y 1969 y presenta, quizá aun en mayor grado que el de 1969 so b re M isiones que se d a a to d a s la s d e le g a c io n e s e n cualesquiera ó rg an o s y co nferencias, c u a n d o en
especíales, una clara transposición de normas del Convenio de Viena d e 1961, y del realidad so n d e m u y d iv e rsa n aturaleza. Igualm ente, se consideraba in n e ce saria la
ex tensió n d e l sta tu s al p e rso n a l n o d ip lo m ático d e las m isiones y delegaciones.
mismo de 1969, llevada a cabo por extensión analógica; por otra parte, en los aspectos
E n se g u n d o lu g ar, d e m a n e ra p a rtic u la r y p recisam en te, los E stad o s d e se d e, p rin ­
específicos, se recoge el derecho consuetudinario existente y, sobre todo, p o r el m en o r
cip ales a fe c ta d o s y e n te s clav e p ara el d esarro llo d e la relació n E sta d o s-O rg an izac ió n ,
alcance de este, se establecen normas que se basan particularm ente, c incluso trasladan,
se c o n s id e ra ro n fa lto s d e p ro te c c ió n , al n o rec o n o cérse les, c o m o c o n tra p a rtid a a la
disposiciones de los Convenios de 1946 y 1947 sobre privilegios c inm unidades d e las
co n c esió n d e l a m p lio sta tu s d el C o n v e n io d e 1961 a los rep rese n tan tes a n te la s o rg a ­
Naciones Unidas y de los Organismos Especializados, respectivam ente — a los q u e se n iz a c io n e s, la p o s ib ilid a d d e a c u d ir a la d ec laració n d e perso na non g ra ta q u e , a s i­
hace expresa referencia en el preámbulo— , y de los acuerdos d e sede. m ism o, e s e C o n v e n io re c o n o c e ; sin e m b arg o , en la C o n fere n cia fue re c h a z a d a e s a
De conformidad con el contenido del Convenio y específicam ente con el a rtícu lo 2, p o sib ilid a d , p o r e n te n d e rs e , m ay o ritaria m en te , q u e la institución d e d e c la ra c ió n d e
éste está destinado a regir; a) las misiones perm anentes y las m isiones p erm a n en te s persona non g ra ta e s im p ro p ia d e un co n tex to m ultilateral. A h o ra b ien , re sp e c to a
de observación ante una organización internacional de carácter universal, b) la s d e le ­ este a c u e rd o d e la C o n fe re n c ia , hay q u e o b se rv a r q u e, aunque p u e d a c o n s id e ra rse
gaciones y las delegaciones de observación en órganos de cualesquiera estas o rg a n i­ co rrec to , n o lo e s ta n to su b a s e arg u m c n tal ya que, rea lm en te, la re p re se n ta c ió n d e
zaciones, y c) las delegaciones y delegaciones de observación en co n feren cias d ip lo ­ lo s E sta d o s a n te u n a o rg a n iz a c ió n e n su to ta lid a d en tan to su je to d e d e re c h o in te r­
máticas convocadas o auspiciadas por tales organizaciones; en todo ca so , m isio n e s o n a c io n a l, e s d e c a r á c te r b ila te ra l, co n c retá n d o se la relació n m u ltila teral en la a c tu a ­
delegaciones de Estados y no de otros sujetos de derecho internacional — si b ie n se ció n a n te lo s ó rg a n o s d e la m is m a , q u e se lleva a c a b o — al m e n o s re sp e c to a lo s ó rg a ­
aprueba una resolución relativa a la condición de observador de los m o v im ien to s d e nos p rin c ip a le s — a tra v é s d e d ele g a c io n e s acred itad as al efe cto ; p ero e n c u a lq u ie ra
liberación nacional reconocidos por la Organización de la U nidad A fricana (actual de los c a s o s , lo m is m o q u e re sp e c to a las d eleg acio n es en c o n fe re n c ia s, el E sta d o d e
Unión Africana) o la Liga de Estados Á rabes, o por am bas— , excluyéndose, a s im is­ sede, c o m o c o n s e c u e n c ia d e su ac u erd o — b ila te ra l— de se d e c o n la o rg a n iz a c ió n ,
mo, expresamente su aplicación a las organizaciones internacionales de ám b ito asu m e s u s o b lig a c io n e s , e n ta n to te rc ero , co m o an fitrió n d e u n a re la c ió n d ip lo m á ti-
regional.______________________________________________________________________
122 CURSO DE DERECHO D IPLO M Á TIC O Y C O N S U L A R
L A C O D IF IC A C IÓ N 0 0 123

ca entre otros sujetos (se utilizará siempre Estado an fitrión, en lu g a r d e E sta d o h u és­
ped, que es la que utiliza el Convenio, siguiendo la d ecisión de la A sa m b le a G en e ra l, e x te rio re s , o , s i la s r e g la s d e la o rg a n iz a c ió n o e l re g la m e n to d e la c o n f e r e n c ia lo p e r ­
en su 47.° período de sesiones, de proceder a tal cam bio en to d o el á m b ito d e las m ite n , p o r c u a lq u ie r o tr a a u to rid a d c o m p e te n te d e l E sta d o e n v ia n te (a rts. 10 y 4 4 ) ; e n
Naciones Unidas), por lo que esta razón y no la de la m ultilateralid ad d e b e ría se r la la c o m p o s ic ió n d e la s d e le g a c io n e s , re sp e c to a los m ie m b ro s d e l p e rs o n a l d ip lo m á ti­
co , s e d is tin g u e d e m a n e r a p a ra n g o n a b le a lo d isp u e sto p a ra la s m is io n e s e s p e c ia le s
de la exclusión de declaración de persona non grata por el E stado a n fitrió n , p u e s , en
p o r e l C o n v e n io d e 1 9 6 9 , e n tre el je f e d e la d eleg a ció n , d e le g a d o s, y p e r s o n a l d ip lo ­
buena técnica, difícilmente podrá hacer tal declaración quien c a rece d e ca p ac id a d
m á tic o (a rt. 4 5 ) ; la p r e c e d e n c ia e n tre la s m isio n e s y e n tre la s d e le g a c io n e s s e d e t e r ­
para intervenir en su aceptación. A favor de los Estados a n fitrio n e s — p o r una
m in a rá , s ig u ie n d o e l m is m o c rite rio q u e el C o n v e n io d e 1969, p o r o rd e n a l f a b é ti c o d e
enmienda de Francia— sólo se consiguió introducir en el C onvenio el a p a rta d o 4 del los n o m b r e s d e lo s E s ta d o s e n e l id io m a u tiliza d o p o r la o rg a n iz a c ió n (a r ts . 17 y 4 9 ) ;
artículo 77, que, de forma genérica, y, por ende, im precisa e inseg u ra en c u a n to a su los d e r e c h o s y o b lig a c io n e s d e l E sta d o a n fitrió n y del E sta d o e n v ia n te n o q u e d a r á n
contenido y alcance, permite a estos Estados adoptar «las m edidas q u e se a n n e c e sa ­ a fe c ta d o s n i p o r e l n o re c o n o c im ie n to p o r u n o d e eso s E sta d o s d e l o tro E s ta d o o d e s u
rias para su propia protección». g o b ie rn o n i p o r la in e x is te n c ia o la ru p tu ra d e re la c io n e s d ip lo m á tic a s o c o n s u la r e s
Por otra parte, tiene especial importancia el sistem a q ue el C o n v en io d e 1975 e s ta ­ e n tre e llo s , d e l m is m o m o d o q u e el e s ta b le c im ie n to o el m a n te n im ie n to d e u n a m is ió n
blece para su entrada en vigor, porque, sumado a lo dicho, es o tro e le m e n to q u e inci­ o el e n v ío o p r e s e n c ia d e u n a d e le g a c ió n n o im p lica rá n p o r sí m is m o s e l r e c o n o c i­
de en su viabilidad. Al respecto, independientemente de que se ex ija u n n ú m e ro m ás m ie n to p o r e l E s ta d o e n v ia n te d e l E sta d o a n fitrió n o d e su g o b ie rn o ni p o r el E s ta d o
elevado de instrumentos de ratificación o de adhesión que en los a n terio res d e 1961, a n fitrió n d e l E s ta d o e n v ia n te o d e su g o b ie rn o (art. 82).
1963 y 1969 (treinta y cinco en lugar de veintidós) (art. 89), q ue ta m p o c o e s p arti­ E n c u a n to al s ta tu s , si b ie n s e e s ta b le c e , e n p rin c ip io , e l d e l C o n v e n io d e 1 9 6 1 , h a y
cularmente alto, el sistema requiere que el órgano com petente de una o rg an iz ac ió n que d e s ta c a r la s s ig u ie n te s p a r tic u la rid a d e s e n re la c ió n c o n lo s d e le g a d o s y o tr o p e r ­
decida aplicar a ésta las disposiciones del Convenio, una vez que é s te h ay a en trad o so n a l d ip lo m á tic o d e la s d e le g a c io n e s : d e la in m u n id a d d e ju r is d ic c ió n c iv il y a d m i­
en vigor (arts. 2.1 y 90); pero el mayor obstáculo surge con la n ecesidad d e q u e, para n istra tiv a , d e la q u e g o z a n s ó lo e n el e je rc ic io d e s u s fu n c io n e s , se e x c e p tú a n la s
su entrada en vigor —como, sin duda, no podía ser de otra m anera— , el E sta d o a n fi­ a c c io n e s p o r d a ñ o s r e s u lta n te s d e u n a c c id e n te o c a s io n a d o p o r u n v e h íc u lo , b u q u e o
a e ro n a v e u tiliz a d o s p o r la s p e r s o n a s d e q u e se tra te o d e su p ro p ie d a d , s ie m p r e q u e
trión acepte el Convenio (art. 2.1), sin embargo, tal exigencia, te n ien d o e n c u e n ta la
e so s d a ñ o s n o p u e d a n s e r r e p a ra d o s m e d ia n te u n se g u ro (a rt. 6 0 .4 ), d is p o s ic ió n q u e ,
postura de oposición y fuerte crítica de la generalidad de los E stados d e se d e al p ro ­
co n d if e r e n c ia s d e m a tiz y a lc a n c e , s e e s ta b le c e y a, c o m o se h a in d ic a d o , e n lo s
yecto y al Convenio, traería, como consecuencia, la no in corporación d e ésto s al
C o n v e n io s d e 1 9 6 3 s o b r e R e la c io n e s c o n s u la re s y d e 1 9 6 9 so b re M is io n e s e s p e c ia ­
mismo y, por tanto, la imposibilidad de aplicación del C onvenio a la casi to ta lid a d de
les; la in m u n id a d f is c a l, q u e e s la m is m a q u e e s ta b le c e el C o n v e n io d e 1 9 6 1 , s e lim i­
las organizaciones internacionales de carácter universal e incluso a las co n fe re n cia s ta , c o n c e d ié n d o s e « e n la m e d id a d e lo p o sib le » (a rt. 6 3 ); e l sta tu s d e e s ta s p e r s o n a s ,
por ellas convocadas o auspiciadas, pues, aunque puedan celebrarse en p a íse s d istin ­ se e x tie n d e , e n f in , a lo s m ie m b ro s d e la fa m ilia q u e lo s a c o m p a ñ e n , c o m o e n e l
tos de los que son sede de organizaciones, no sería fácil su aplicación sin se r p a rte en C o n v e n io d e 1 9 6 9 , e n lu g a r d e a lo s q u e c o n v iv a n h a b itu a lm e n te c o n e llo s , c o m o
el Convenio los Estados de sede de organizaciones, que fundam entalm ente co in cid e n e s ta b le c e e l C o n v e n io d e 19 61.
con los de mayor poder e influencia en la sociedad internacional. A d if e r e n c ia d e lo s d e m á s C o n v e n io s — q u e lo h a c e n e n p ro to c o lo s f a c u lta tiv o s — ,
El Convenio de 1975 nace también con un alto nivel de subsidariedad, to d a v e z que éste r e c o g e e n e l p r o p io a r tic u la d o (a rt. 7 4 ) la d is p o s ic ió n so b re n a c io n a lid a d , e n e l
se entenderá sin perjuicio de las reglas pertinentes de cada o rganización c o n c re ta o s e n tid o d e q u e lo s m ie m b r o s d e u n a m is ió n , d e u n a d e le g a c ió n o d e u n a d e le g a c ió n
de las del reglamento de cada conferencia (art. 3); y, asim ism o, sin p e iju ic io d e o tro s d e o b s e rv a c ió n y lo s m ie m b r o s d e s u s fa m ilia s q u e fo rm e n p a r te d e s u s re s p e c tiv a s
acuerdos internacionales en vigor entre Estados o entre E stados y o rg an iz ac io n es c a sa s o le s a c o m p a ñ e n , se g ú n el c a s o , n o a d q u irirá n la d el E sta d o a n f itrió n p o r e l s o lo
internacionales de carácter universal, sin que excluya, tam poco, la c e le b ra c ió n d e e fe c to d e la le g is la c ió n d e e s te E sta d o . A s im is m o , ta m b ié n , se re g u la p o r e l p r o p io
otros acuerdos concernientes a la representación de los Estados en sus re la c io n e s con C o n v e n io u n p r o c e d im ie n to p a r a la s o lu c ió n d e c o n tro v e rs ia s, re la tiv a s a la a p l ic a ­
las organizaciones de carácter universal o a su representación en co n fe re n cia s c o n ­ ció n o in te r p r e ta c ió n d e l m is m o (a rts . 8 4 y 8 5 ), c o n s is te n te e n u n ré g im e n d e c o n ­
vocadas por esas organizaciones o bajo sus auspicios (art. 4). su lta s q u e , s i f r a c a s a , d a r á lu g a r a p o d e r a c u d ir a u n a c o m is ió n d e c o n c ilia c ió n , c u y a
Con relación al contenido del Convenio, baste m encionar aquí las m á s relevantes c o m p o s ic ió n y a c tu a c ió n se d e te r m in a n e n e l m ism o .
disposiciones específicas que le separan del régimen com ún del C onvenio d e 1961,
aunque en buen número de casos coincidan con el de 1969, así: la o bligación d e la
organización internacional de notificar al Estado anfitrión la creación d e u n a m isión E. E l C o n v e n io s o b r e l a P r e v e n c ió n y e l c a s t ig o d e d e l it o s
con antelación a su establecimiento (art. 5.3); sin la exigencia de la antelació n — só lo CONTRA PERSONAS INTERNACIONALMENTE PROTEGIDAS,
cuando sea posible— , se comunicará también al Estado anfitrión, p o r la o rg an iz ac ió n INCLUSIVE LOS AGENTES DIPLOMÁTICOS
o conferencia, la llegada y salida definitiva de las delegaciones, así co m o c u a n to se
refiera a su composición, locales, etc., y sus m odificaciones (art. 47); las cre d en ciale s A d o p ta d o p o r la A s a m b le a G e n e ra l d e la s N a c io n e s U n id a s y a b ie r to a la f i r m a e n
del jefe de la misión, o las del jefe de la delegación y de los dem ás d eleg ad o s, p o d rán N u e v a Y o rk e l 14 d e d ic ie m b re d e 1 9 7 3 , e s tá e n v ig o r d e s d e e l 2 0 d e f e b r e r o d e 1 9 7 7
ser expedidas por el Jefe del Estado, por el del gobierno, por el m inistro de rela cio n e s
124 C U R S O D E D E R E C H O D IP L O M Á T IC O Y C O N S U L A R
LA CODIFICACIÓN (II) 125

(E s p a ñ a es p a rte , p o r adh esió n , d esd e el 8 d e a g o sto d e 1985). S u in c lu s ió n com o


in te g ra n te de la c o d ific a c ió n co n c reta del d e re c h o d ip lo m á tic o e s , sin e m b a rg o , d is­ vas q ue p u ed en se r form uladas, y el segundo sobre el reconocimiento por las partes
cu tib le ; fu n d am e n talm en te, só lo la d o ctrin a so v ié tic a lo c o n s id e ra b a e x p re sa m e n te de que A u stria no está obligada a aplicar a la navegación en el interior de su territo­
c o m o tal. Si b ie n n o h ay q u e d u d a r d e su c a rá c te r d e c o n v e n io c o d ific a d o r, e n tanto rio las disp o sicio n es del C apítulo IV del Convenio, relativo a la navegación maríti­
q u e el pro y ecto d e artícu lo s es resu ltad o d e la la b o r c o d ific a d o ra d e la C D I, su in clu ­ ma; en segundo lugar, do s Protocolos facultativos, uno relativo a la protección de los
refugiados y o tro relativo a las funciones consulares en materia de aviación civil.
sió n d en tro d e la co d ificac ió n e sp e c ífic a del d e re c h o d ip lo m á tic o n o s e re c o n o c e en
Se trata de un convenio cerrado al ámbito europeo, toda vez que sólo está abierto
la ex p o sició n d e m otivos d e la R e so lu c ió n 3 .1 6 6 (X X V III) d e la A sa m b le a G en eral
a la firm a de los E stados miembros del Consejo de Europa (art. 50.1), con la posibi­
d e las N ac io n es U nidas q ue ad o p ta el C o n v en io , en la q u e s ó lo se h a c e re fe re n c ia , en
lidad de qu e el C om ité de M inistros, por unanimidad, pueda invitar a otros Estados
gen eral, a la co d ificac ió n y d e sa rro llo p ro g re siv o d e l d e re c h o in te rn a c io n a l, ni en el
europeos (art. 51.1); este carácter, com o se señala en el preámbulo, se debe a que la
p reá m b u lo del propio C onv enio, q u e n o m e n c io n a , e n a b s o lu to , lo s c o n v e n io s c o d i­ p articular regulación que se hace de las funciones consulares requiere una estrecha
fic a d o re s del d erech o d ip lo m ático y a a d o p ta d o s en la fe c h a (C o n v e n io s d e V ien a de cooperación en tre los Estados. Ello lleva, también, a que la regulación establecida en
1961 y 1963, y d e N ueva York d e 1969), c o m o o c u rre con to d o s lo s co n sid e ra d o s el C onvenio q u eda excluida del juego de la cláusula de nación más favorecida, lo que
integ ran tes d e e sta p arte d el d ere ch o in te rn a c io n a l, n i ta m p o c o s e in c lu y e c o m o tal no im pide, sin em bargo, que el Convenio se extienda a territorios no europeos bajo
en el p reám b u lo del C onvenio d e 1975. la soberanía o autoridad de cualquier Estado miembro del Consejo de Europa, dada
E n cu a n to al co n ten id o , el C on v en io , co m o su m is m a d e n o m in a c ió n re fle ja , es la facultad que ésto s tienen para determinar a cuáles de sus territorios nacionales será
ap licab le, no só lo a los a g e n te s d ip lo m á tic o s, en se n tid o e s tric to , sin o ta m b ié n a otras aplicable (art. 52).
p erso n a s q u e g ozan de p ro te c c ió n in te rn a c io n a l. S i, p o r u n a p a rte , e n tre é s ta s se La gestación del C onvenio parte de una propuesta hecha en 1959, que se concreta
encuentran los órgano s ce n tra le s de las re la c io n e s e x terio res, c u y a a c tiv id a d ante en una d ecisió n del C om ité de Ministros del Consejo de Europa tomada en 1961,
o tro s sujetos de derech o in te rn a c io n a l tie n e , p o r su p ro p ia c o n d ic ió n , el c a rá c te r de confiando su elaboración a un Com ité de Expertos ad hoc. El Convenio, que en un
d iplom ática, y, los fu n cio n ario s co n su la re s, cu y a reg u la ció n , c o m o se sa b e , s e co n si­ principio y en su prim er proyecto se configuró con un alcance general sobre relacio­
dera integrante d e la c o d ific a c ió n del d ere ch o d ip lo m á tic o ; en c a m b io , p o r o tra p arte, nes consulares, una vez adoptado el Convenio de Viena de 1963 se consideró más
se incluye tam bién a o tro s re p re se n ta n te s, fu n cio n a rio s o a g e n te s d e u n E sta d o o de oportuno reconducirlo a un convenio sobre las funciones consulares, sólo enunciadas
en aquél, al qu e, en cam bio, se remite la regulación de las relaciones y los privilegios
u n a o rganización in te rg u b e m a m e n ta l q u e , en p rin cip io , en c u a n to ta le s , a p e s a r de
e inm unidades consulares, com o se declara en el preámbulo. Su elaboración se llevó
g o za r de p ro tec ció n in te rn acio n al, n o e je rc e n ac tiv id ad d ip lo m á tic a ni fu n ció n c o n ­
a cabo, b ásicam ente, teniendo en cuenta los distintos tratados consulares bilaterales
su lar alguna; en e ste sen tid o , el C o n v en io tien e u n a lca n ce q u e so b re p a sa e l ám b ito
entre los E stados europeos y los de éstos con terceros países.
d e la co d ificac ió n d el d ere ch o d ip lo m ático .
En cu anto a la estructura, el Convenio de 1967 está dividido en Capítulos que se
A p arte d e la d eterm in a ció n del alcan ce raíione perso nae el c o n te n id o su sta n tiv o ocupan de las d efin icio n es (Capítulo I, art. 1), de las funciones consulares en gene­
del C onvenio es reg u la r la ac titu d q ue los E stad o s p arte estarán o b lig a d o s a o b se rv a r ral (C apítulo II, arts. 2 a 16), de las sucesiones (Capítulo III, arts. 17 a 27), de la
p ara co n seg u ir los fin e s q u e se p ro p o n en , la cual se co n c reta en m e d io s, té c n ic a s y navegación m arítim a (C apítulo IV, arts 28 a 41), de las disposiciones generales
p ro ced im ien to s q u e n o co rresp o n d e n al d e re c h o d ip lo m ático , sin o a la p o lític a le g is­ (C apítulo V, arts. 42 a 48) y de las disposiciones finales (Capítulo VI, arts. 49 a 57).
lativa y al derech o penal y p ro ce sal in te rn o d e c a d a E stad o , c o m o so n la tip ific a c ió n El C onvenio tien e carácter subsidiario con relación a otros acuerdos en vigor que
d e d eterm in a d o s d elito s, la co o p eració n p a ra su p rev e n ció n y c a stig o , o su in c lu sió n existan o puedan ex istir entre las partes (art. 43) y, en cambio, respecto al Convenio
e n tre los q ue p u ed en d ar lug ar a extradición. de V iena de 1963, será de aplicación preferente en la materia específica de las fun­
E n cu a lq u ie r caso, eso sí, el C onvenio d e N ueva York d e 1973, re su lta c o m p le ­ ciones, e n tan to q u e precisa, desarrolla y completa su artículo 5, y, también, en aque­
m en tario d e los con v en io s co d ificad o re s del d ere ch o d ip lo m á tic o , in c lu so del p o s te ­ llos otros co n ten ido s coincidentes, toda vez que el artículo 73.2 del de Viena esta­
rio r de V iena d e 1975, co n stitu y en d o , co m o señaló al resp e cto la S ex ta C o m isió n de blece, asim ism o , el m antenim iento de los acuerdos celebrados entre las partes, que
la A sam b lea G eneral d e las N ac io n es U nidas, un m e d io p ara d a r e fe c to p rá c tic o a los confirm en, com pleten, desarrollen o amplíen su campo de aplicación.
co n c ep to s de in violabilid ad y p ro tec ció n esp ecial d e eso s convenios. Por lo q u e se refiere al contenido, el Convenio Europeo, como queda de mani­
fiesto en su p ro p ia estructura, centra su atención en las funciones en materia de
sucesiones y de navegación marítima, que son reguladas pormenorizadamente,
F. El Co n v e n io Eu r o pe o s o b r e l a s Fu n c io n e s c o n s u l a r e s extendiéndose esta s últim as a la navegación por aguas interiores del Estado de resi­
dencia (art. 28). D entro de las funciones consulares en general se incluyen las de
protección d e los intereses del Estado enviante y la protección y asistencia de los
A b ie rto a la firm a en P arís, el 11 d e d iciem b re d e 1967, n o está to d a v ía en v ig o r
nacionales, las d iv ersas funciones de carácter administrativo, las de carácter proce­
(d e las c in co ra tific a c io n e s o ac ep tac io n es q u e se exigen p ara su e n tra d a e n v ig o r só lo
sal, las n o tariales, las relativas al estado civil, las de tutela y cúratela y las referen­
s e h an p ro d u c id o cu atro , N o ru eg a, G recia, Portugal y la ú ltim a la d e E sp a ñ a en
tes al se rv ic io m ilitar, elecciones y seguridad social.
198 7). C o n el C onvenio se ap ru e b an , en p rim e r lugar, c o m o p a rte in te g ra n te del
m is m o — se g ú n d isp o sició n d el artícu lo 4 9 — d o s A nexos, el p rim e ro so b re las rese r-
126 CURSO DE DERECHO D IPLO M A TICO Y C O N SU LA R

Particular interés tiene la aplicación del Convenio a los apátridas y refugiados. En


el primer caso, los apátridas, en el sentido del Convenio de N ueva York d e 1954,
podrán ser protegidos por el consulado del Estado en el q u e habitu alm en te residan,
siempre que no sean antiguos nacionales del Estado receptor (art. 46). En e l segun­ CAPÍTULO X
do caso, la protección de los refugiados se regula por el p rim er Protocolo facultati­
vo, pero, en cualquier caso, ya en el artículo 47 del C onvenio — cuyo con ten id o se
reproduce en el articulo 2 del Protocolo— se establece lo q ue podría denom inarse la
LA EFECTIVID AD DE LAS NORMAS DE DERECHO
«prevalência de la condición de refugiado», al disponerse que el E stado receptor D IPLO M Á TIC O Y CONSULAR Y DEFINICIÓN
podrá no admitir la actuación del consulado respecto a nacionales del E stado envian-
tc que sean refugiados políticos en su territorio.
En cuanto a las reservas, hay que señalar que el Convenio ha optado p o r el siste­ U na vez ex am in ad o el carácter de las normas de derecho diplomático y consular,
ma de las reservas negociadas o restringidas. Por consiguiente, podrán hacerse tan es preciso referirse a la efectividad de las mismas a fin de completar el estudio del
sólo respecto a los cuatro casos que se enum eran en el prim er A nexo, que se refie­ contenido n orm ativo de este derecho y poder así formular, teniendo en cuenta los
ren: a aspectos concretos de la función de asistencia en relación con la detención de conceptos d e las realidades sociales que regula, una definición de derecho diplom á­
un nacional del Estado enviante; a la publicación en la prensa local d e determ inadas tico y consular. S e trata, en definitiva, de determ inar el grado de aplicabilidad y res­
actuaciones en relación con las funciones en m ateria de servicio m ilitar; a la recep­ peto de las n o rm as de d erecho diplom ático y consular y las garantías para su cum ­
ción por el consulado de papeletas de voto, en las funciones en m ateria electoral; y plimiento.
al reconocimiento, por el Estado receptor, de efectos, en su territorio, d e cierto s actos
consulares en materia de estado civil.
En fin, el Convenio de 1967, en su artículo 56, dispone que las controversias sur­ I. La a pl ic a c ió n d e l d e r e c h o d ipl o má t ic o y c o n s u l a r
gidas de la aplicación o interpretación del mismo, o de sus Protocolos, se resolverán
por medio de negociación, de conciliación, de arbitraje o por cualquier otro m edio El hecho d e q u e el establecim iento de relaciones diplomáticas o consulares y el envío
pacifico que acepten las partes; el Com ité de M inistros del C onsejo de Europa podría de m isiones p erm a n en te o de oficin as consulares dependa del mutuo consentimien­
establecer, si las partes lo consienten, el procedim iento oportuno en cada caso; cuan­ to de los sujeto s d e derecho internacional que pretenden entablar tales relaciones y
do las partes no lleguen a un acuerdo por tales m edios, podrán som eter la controver­ enviar los ó rg an o s o p ortu n o s, hace que las normas que regulan esa relación volunta­
sia al Tribunal Internacional de Justicia. ria, que no regirían si ésta no se produjese, alcancen un elevado grado de aplicabili­
dad y respeto, en tan to q u e esa relación implica la aceptación, asimismo voluntaria,
del cum plim iento d e tales norm as; pero, además, se debe a que, en buen número, se
trata de n o rm as d e las m ás antiguas y, por ello, más seguras de la tradición jurídica
internacional; tam b ién , porque la observancia espontánea de las normas de derecho
diplom ático y consular, com o cualesquiera otras de derecho internacional, interesa a
los Estados y a la so cied ad internacional en su conjunto, para poder mantener un sis­
tema ordenado en su s relaciones bilaterales y multilaterales, necesario en un mundo
marcado p o r la interdependencia d e los Estados, y de relaciones globalizadas con
repercusión m undial. A l respecto, el TIJ, en la sentencia sobre el Asunto relativo al
personal diplomático y consular de los Estados Unidos en Teherán, después de haber
reconocido q ue las obligaciones, establecidas por los Convenios de Viena de 1961 y
de 1963, « son tam b ién obligaciones impuestas por el derecho internacional general»,
1 afirm a q u e el co n ju n to de las reglas internacionales constituidas por el derecho diplo­
mático y co n su lar tien e un carácter fundamental y que las obligaciones impuestas a
los Estados p o r los do s C onvenios de Viena «son de una importancia capital para el
m antenim iento d e buen as relaciones entre los Estados en el mundo interdependiente
V^de hoy».
No obstante tales características, las norm as de derecho diplomático y consular, ni
siquiera ciertas n o rm as diplom áticas particularmente firmes, pueden ser calificadas
normas de ius cogen s, com o hace M a r e s c a respecto de aquellas reglas que él mismo

[127]
128 cur so un i m na ¡o d ipl o má t ic o y c o n .su i.a r !.A EFECTIVIDAD DE LAS NORMAS DE DERECHO DIPLOMÁTICO V CONSULAR... 129

considera esenciales del derecho diplomático, como las relativas a la inviolabilidad,


observar que tras tales violaciones, a pesar de que los listados afectados acostumbren
porque, si bien éstas tienen un carácter absoluto —y de las que quizá podría plan­ a manifestar la necesidad de modificar el alcance del status si consideran que les per­
tearse sí su vulneración daría lupar a una responsabilidad objetiva del listado recep­ judica, no dejan de exigir su respeto si les favorece, por lo que no han llegado a rea­
tor , no son, sin embargo, normas imperativas del ordenamiento jurídico interna­ lizar y mantener en firme ninguna propuesta formal para la enmienda de los conve­
cional general que no admiten acuerdo en contrario, toda vez que el derecho diplo­ ntos codificadores, ni lian dejado de ser parte en ellos. Hasta ahora, únicamente, de
mático y consular sálo será de aplicación entre los sujetos que entablen relaciones forma clara y formal, la responsabilidad no fue reconocida por Irán en el caso del
diplomáticas o consulares y establezcan los órganos correspondientes; por otra parte, asalto a la Embajada de listados Unidos, pero aun en tal ocasión, no se debe a un
es sintomático, al respecto, que en el marco del Convenio de Viena sobre «elaciones rechazo global e indiscriminado del derecho diplomático y consular vigente, sino,
consulares quepa, precisamente, la renuncia a la inviolabilidad de los miembros de la según Irán, a ser irrelevante, en ese caso concreto, al deberse valorar la actitud de
oficina consular (art, 45). listados Unidos durante el régimen del Sha, como se deduce de las cartas del gobier­
I I asentamiento y validez, y. por ello, la importancia de las normas de derecho no iraní al TIJ de 9 de diciembre de 1979 y de 16 de marzo de 1980; por otra parte,
diplomático y consular queda de manifiesto en que fueron aceptadas, sin impugna­ el propio Irán, establecido ya el régimen de la revolución islámica, actuó de confor­
ciones relevantes, por los nuevos listados tras la descolonización y en que de los midad con sus obligaciones de derecho diplomático reconociendo su responsabilidad,
Convenios codificadores son parle un gran número de listados, prácticamente la tota­ incluso respecto a listados Unidos, por los acontecimientos del 14 de febrero de
lidad en el Convenio de 1961; de ahí que su violación, teniendo en cuenta el de­ 1979, y dando la protección debida a locales diplomáticos, tras las ocupaciones de la
sarrollo e intensidad de las relaciones diplomáticas y consulares, sea relativamente fimbajada del Reino Unido y del Consulado de Irak en Kermanchah, los días 5 y 6
escasa y que las controversias que surgen con relación a su aplicación sean, en gene­ de noviembre de 1979, respectivamente, y en el ataque a la limbajada de la URSS el
ral. de carácter interpretativo. Las violaciones que, sin duda, se producen son en su I de enero de 1980; asimismo, en las mismas fechas el gobierno iraní exigiría al bri­
gran mayoría menores sin que tengan ordinariamente especiales repercusiones para tánico que cumpliese con sus obligaciones conforme al Convenio de Vícna, en rela­
las relaciones bilaterales o para la sociedad internacional en su conjunto; las viola­ ción con las acciones ante su limbajada en Londres; finalmente, tampoco se debe
ciones graves, aunque proporcionalmente pocas, adquieren, sin embargo, una gran olvidar que en ningún momento Irán trató de retirarse de los Convenios de Vicna de
1961 y 1963, de los que sigue siendo parte.
trascendencia internacional, precisamente por la convicción general de su firmeza y
Otras vulneraciones son, en principio, de menor gravedad, en sí y por sus conse­
por la importancia que se da al habitual respeto a las normas de derecho diplomáti­
cuencias. lin unos casos, aunque pueden ser objeto de protesta, suelen ser, en defini­
co y consular; el TIJ, eu la citada sentencia del asunto de los rehenes de Hstados
tiva, toleradas por el listado afectado; piénsese en los casos de asignación obligada
Unidos en Teherán, «leja patente las consecuencias de tales violaciones graves advir­
de viviendas para el personal diplomático bajo la fórmula de facilitar su obtención, o
tiendo que lo que hacen es «socavar la base de un edificio jurídico pacientemente en la imposición de personal subalterno de las misiones a través de listas de personas
construido por la humanidad a lo largo de los siglos y cuya salvaguarda es esencial entre las que se deberá elegir; en otros casos, tales vulneraciones dan lugar a la adop­
para la seguridad y el bienestar de una comunidad internacional tan compleja como ción de contramedidas, aunque signifiquen, a su vez. vulneraciones del derecho, pero
la de hoy, que más que nunca necesita de) respeto constante y escrupuloso de las justificadas n titulo de represalias, como la limitación de la libertad de movimiento a
reglas que presiden el desarrollo ordenado de las relaciones entre sus miembros». los miembros de la misión diplomática de un listado, cuando este no la permite más
Si bien desde los últimos años cincuenta y sobre todo sesenta del siglo xx se viene que en un determinado radio alrededor de la capital, a veces con el pretexto de ser
produciendo una escalada en las violaciones graves del derecho diplomático y con­ una interpretación restrictiva tic las disposiciones que regulan la libertad de tránsito;
sular, en las formas de secuestro y asesinato de agentes diplomáticos y funcionarios puede tratarse, también, de violaciones cometidas por miembros de la misión diplo­
consulares, y de ataque, asalto y ocupación de los locales de las misiones diplomáti­ mática, al ejercer actividades contrarias a sus funciones, como el espionaje, contra el
cas y oficinas consulares, es cierto también, que, independientemente de la ratio de que el Estado receptor reaccionará con la declaración de persona non grata o no
tales acontecimientos y de la mayor o menor responsabilidad, culpabilidad o negli­ aceptable, si bien, con relativa frecuencia, se abusa de tal declaración, utilizándola el
gencia de órganos o agentes del listado receptor, éste, inmediatamente o no, de mane­ Estado afectado, a titulo de retorsión, contra miembros de la misión diplomática del
ra expresa o de hecho, ha reconocido siempre su responsabilidad internacional por Estado que ha procedido previamente a esa declaración, o. simplemente, como répli­
los hechos ocurridos (así, p. c.. en el asalto a la limbajada del «cilio Unido en Irak ca a cualquier otra actitud del Estado cnviantc. considerada inamistosa.
(14 de julio de 1958], en el asalto a la Embajada de España en Portugal (27 de sep­ Cabe, en Tin. una diversidad en la aplicación de las normas, debido a una distinta
tiembre de 1975), en el asalto a la limbajada de lispaña en Guatemala (31 de enero interpretación, amplia o restrictiva, sin que, en este caso, obviamente, se trate de una
de 1980], en los sucesos en y en tomo a la Oficina Popular de Libia en el Reino vulneración del derecho, pero que puede dar lugar a una aplicación restrictiva, por un
Unido (17 de abril de 1984], en el asalto y ocupación de la limbajada de Japón en Estado que siga una interpretación amplia, respecto a aquellos que lo hagan restric­
Peni [durante 126 días, desde el 17 de diciembre de 1996 al 22 de abril de 1997], o tivamente. posibilidad aceptada expresamente por el artículo 47.2.«) del Convenio de
Vicna de 1961 y por el articulo 72.2 a) del Convenio de Viena de 1963. Otra cosa
en los asaltos a las limbajadas de Hstados Unidos de América en Kcnia y Tanzania
será el valorar como tal interpretación lo que para otro Estado sea una vulneración,
[7 de agosto de 1998]), lo que supone, en definitiva, la aceptación de la validez y
obligatoriedad del derecho diplomático y consular existente, que se confirma al
130 CURSO D ii DERECHO DIPLOM ÁTICO Y C O N SU LA R

en cuyo caso se estará ante una controversia que habrá d e se r resuelta p o r los m edios LAEFECTIVIDADDE LAS NORMAS DE DERECHO DIPLOMÁTICOYCONSOLAR... 131
de solución pertinentes.
La a p lic a c ió n d e! d e r e c h o d ip lo m á tic o y c o n s u la r q u e d a , a sí, fu n d a m e n ta lm e n te ,
apoyada en la s g a r a n tía s in d ire c ta s p ro p ia s d e las n o rm a s in te rn a c io n a le s e n g e n e ra !,
II. La s g a r a n t ía s d e l d e r e c h o d ipl o má t ic o y c o n s u l a r es decir, c o m o s e ñ a la MARESCA: « L a c o n v ic c ió n , p o r p a rte d e lo s d e s tin a ta rio s d e la s
norm as m is m a s, d e la n e c e s id a d so c ia l d e esa s n o rm a s; el p a rtic u la r p ro c e s o fo rm a -
tivo de la s n o rm a s ; la e s p e c ia l n a tu ra le z a d e los su je to s d e la s n o rm a s d ip lo m á tic a s ;
En directa conexión con la aplicación del derecho están los m edios que g aran tizan
y, en fin, la re a c c ió n d e la o p in ió n in te rn a c io n a l a to d a v io la c ió n d e la s n o r m a s m is -
que tal aplicación sea eficaz, ellos serv irán tanto para determ inar la efectividad, co m o
í mas.» E sta s g a ra n tía s in d ire c ta s a d q u ie re n , ju s to e s d e c irlo , u n a p a rtic u la r e f ic a c ia
de elementos idcntifícadores del carácter y contenido de las norm as d e esc derecho. debido al in te ré s re c íp ro c o d e lo s su je to s d e d e re c h o in te rn a c io n a l en e l m a n te n i­
Esto no quiere decir que necesariamente hayan de ser m edios coactivos, sin o q u e la miento d e u n a s c o r r e c ta s re la c io n e s d ip lo m á tic a s y c o n su la re s, y q u e se a n lo m á s
eficacia puede obtenerse por otros medios, es decir, que la coacción p u e d e co n sid e­ intensas y a m isto sa s p o sib le ; p o r o tra p a rte , p rec isam en te , p o r el c a rá c te r v o lu n ta rio
rarse tan sólo importante, como nota com plem entaria o p erfcccionadora, p ero no del estab lecim ie n to d e ta le s re la c io n e s , c o m o se ha in d ic a d o m á s a r rib a , s e le g ítim a
esencial, al menos, a todo derecho y, desde luego, en derecho internacional e s su s­ una m ayor, o in c lu so a b s o lu ta , d isc re c ío n a líd a d en el u so d e los m e d io s g e n e r a le s d e
ceptible de diversos tipos y formas, e, incluso, su ejercicio puede hacerse im posible; autotutcla, c o m o la re to rsió n y las re p re sa lia s d e n tro , p o r su p u e sto , d e lo s p ro p io s
como señala C a r r il l o S a l c e d o , no es que el derecho internacional c a re z c a de requisitos p a ra s u e je rc ic io .
mecanismos de aplicación y sanción de las norm as ju ríd icas, « sino que ésto s so n d is ­ A dem ás, y m u y e s p e c ia lm e n te , el d e re c h o d ip lo m á tic o y c o n s u la r d is p o n e d e e s p e ­
cíficos in stru m e n to s d e g a ra n tía in d ire c ta , así lo re c o n o c e el T IJ, e n la s e n te n c ia d e
tintos y más precarios que los de los ordenam ientos ju ríd ic o s estatales», y, p o r otra
1980 so b re el a s u n to d e E sta d o s U n id o s v. Irán, al d e c la ra r q u e «el d e re c h o d ip lo m á ­
parte, tampoco te puede desconocer que, en Ja práctica, a pesar de las g rav e s v io la­
tico su m in istra el m is m o lo s m e d io s d e d e fe n sa n e c e sa rio s, a s í c o m o la s s a n c io n e s
ciones de Jas normas jurídíco-intem acionales. los Estados, observa el m ism o autor,
contra las a c tiv id a d e s ilíc ita s d e lo s m ie m b ro s d e las m is io n e s d ip lo m á tic a s o c o n s u ­
aceptan el carácter jurídico del derecho internacional y, «lo que to davía e s m á s lares». S e tra ta d e m e d id a s d e p re v e n c ió n y d e a u to tu tc la te n d e n te s a e v ita r o , e n su
importante, se conforman a él en sus com portam ientos y relaciones, respecto d e los caso, p o n er re m e d io al a b u s o del sta tu s p o r ía m isió n d ip lo m á tic a u o f ic in a c o n s u la r
que se esfuerzan en encontrar un fundamento jurídico». o por sus m ie m b ro s, y p a ra p ro c u ra r la o b se rv a n c ia d e la s o b lig a c io n e s d e u n a s y
El derecho diplomático y consular no está acom pañado d e m edios co activ o s in sti­ otros. S on, p o r u n a p a rte , las o b lig a c io n e s d e n o u tiliz a r lo s lo c a le s d e la m is ió n
tucionales para hacer cumplir sus disposiciones, de una m anera directa e inm ediata, diplom ática, d e la s o f ic in a s c o n s u la re s o d e las d e le g a c io n e s c o n fin e s in c o m p a tib le s
a aquellos sujetos que obligados a observarlas no lo hagan voluntariam ente, situación con sus fu n c io n e s (a rts. 4 1 .3 , 5 5 .2 , 7 7 .3 y 4 7 .2 d e los C o n v e n io s d e V ie n a d e 1961,
que es propia de todo el derecho internacional en su actual desarrollo. T am poco, d es­ 1963, 1975 y d e N u ev a York d e 1969, resp e c tiv a m e n te ); d e e je rc e r la fu n c ió n d e
inform ación, o b te n ie n d o é s ta só lo a tra v é s d e m e d io s líc ito s [a rts. 3.1 .d) y 5 .c ) d e l o s .
graciadamente, en los convenios codificadores de ám bito universal, de V iena d e 1961
C onvenios d e V ien a d e 1961 y 1963, resp e ctiv am e n te]; y d e la o b lig a c ió n d e lo s
sobre Relaciones diplomáticas y de 1963 sobre R elaciones consulares y d e N ueva
m iem bros d e la s m is io n e s y c o n s u la d o s o d e le g a c io n e s d e re s p e ta r la s le y e s y re g la ­
Yode de 1969 sobre las Misiones especíales, se ha conseguido in clu ir un sistem a d e
m entos del E sta d o re c e p to r o d e l E sta d o a n fitrió n y d e no in m isc u irse e n lo s a s u n to s
garantías jurisdiccionales obligatorio, al ser elim inadas del articulado las d isp o sicio ­ internos d e e s o s E sta d o s (a rts . 4 1 .1 , 5 5 .1 ,7 7 .1 y 47.1 d e los C o n v e n io s d e V ie n a d e ^
nes sobre solución de controversias propuestas en los correspondientes proyectos, 1961, 1963, 1975 y d e N u e v a Y ork d e 1969, resp e ctiv am e n te). P or o tra p a rte , so n las
que pasaron a ser Protocolos de firm a facultativa d e cada uno de los C onvenios. E stos m edidas d e d e c la ra c ió n d e p erso n a non grata o n o a c e p ta b le p o r el E s ta d o re c e p to r,
Protocolos establecen el sometimiento de las controversias, surgidas d e la aplicació n según se tra te d e a g e n te s d ip lo m á tic o s o fu n c io n a rio s c o n su la re s, o d e o tro p e rso n a l
o interpretación de los Convenios, al Tribunal Internacional d e Justicia, p u d ie n d o las (arts. 9, 23 y 12 d e lo s C o n v e n io s d e 1961, 1963 y 1969, c itad o s), o , p o r p a rte d e l
panes, alternativamente, acudir al arbitraje, o convenir adoptar un p ro ce d im ie n to de Estado a n f itrió n , d e « la s m e d id a s q u e se an n e c e s a ria s p a ra su p ro p ia p ro te c c ió n »
conciliación antes de recurrir al Tribunal (arts. I, JI y III. de cada u no d e los (art. 77.4 d el C o n v e n io d e 1975). E n fin , le q u eda siem p re, in extrem is , al E sta d o re c e p ­
tor la p o sib ilid a d d e ro m p e r la s re la c io n e s d ip lo m á tic a s o c o n s u la re s , c u a n d o n o h ay a
Protocolosi. Sólo el Convenio de Viena de 1975 sobre la R epresentación d e los
podido c o n s e g u ir el r e s p e to d e su d e re c h o p o r el E stad o e n v ia n te , o p o r c o n c re ta s v io ­
Estados en sus relaciones con las organizaciones internacionales de ca rá c te r univer­
laciones d e l m is m o , p a rtic u la rm e n te grav es. A u n q u e sin d e b e rse a v io la c io n e s d e l
sal incorpora en su articulado normas para la solución de tales controversias, reg u ­ derecho d ip lo m á tic o o c o n su la r, h ay q u e re c o rd a r q u e e sa ru p tu ra , n o rm a lm e n te d e
lando un sistema de consultas y, subsidiariamente, de conciliación, con la p o sib ilid a d relaciones d ip lo m á tic a s , p u e d e p ro d u c irse , ig u a lm e n te, ta n to co m o c o n s e c u e n c ia d el
d e que las panes acuerden acudir a otros procedim ientos (arts. 84 y 85). E n el á m b i­ deterioro d e la s r e la c io n e s b ila te ra le s , c o m o p o r a c to s re a liz a d o s p o r u n o d e lo s
to regional, el Convenio Europeo de 1967, sobre las Funciones consulares, estab lece Estados, c o n s id e ra d o s « o d io s o s » p o r e l o tro , o , ta m b ié n , p o r d e c id irs e a s í c o le c tiv a ­
la obligatoriedad de la solución de controversias p o r m edio de la negociación, la co n ­ m ente, p rin c ip a lm e n te p o r u n a o rg a n iz a c ió n in te rn a c io n a l, c o m o , p o r e je m p lo , d is ­
ciliación. el arbitraje, u otro m odo pacifico, y de no alcanzarse solución ca b rá el pone el a rtíc u lo 41 d e la C a rta d e la s N a c io n e s U n id as, d e n tro d e la s a c c io n e s a to m a r
sometimiento al Tribunal Internacional de Justicia (art. 56). En derecho c o n su lar en caso d e a m e n a z a s a la p a z , q u e b ra n ta m ie n to s d e la p a z o a c to s d e a g re s ió n .
cabe en m ayor grado la garantía jurisdiccional teniendo en cuenta la relev an cia de. los
convenios bilaterales, en lo s que, m ás fácilm ente, puede la m ism a se r estipulada.
132 CURSO DE DERECHO DIPLOMATICO Y CONSULAR
LA EFECTIVIDAD DE LAS NORMAS DE DERECHO DIPLOMÁTICO Y CONSULAR... 133

En definitiva, puede concluirse con el TIJ. en la sentencia de 1980 arriba m encio­ incluir actividades o instituciones que pertenecen al derecho internacional en gene­
nada. que »las reglas del derecho diplomático constituyen un régim en autosuficiente ral, aunque sean resultantes de la acción diplomática o consular, como la conclusión
que, por una parte, establece las obligaciones del Estado receptor en m ateria de faci­ de MARESCA de que «toda función internacional pública pertenece, de una u otra
lidades. de privilegios y de inmunidades que ha de conceder a 13S m isiones diplom á­ manera, al dom inio del derecho diplomático», o el estudio, dentro del derecho diplo­
ticas y. por otra parte, prevé su posible abuso por los miembros de la m isión y espe­ mático, de m aterias com o los tratados, los medios diplomáticos de solución de con­
cifica los medios de que dispone el Estado receptor para oponerse a tal abuso. Estos troversias e incluso el arbitraje, o, dentro del derecho consular, el derecho marítimo,
medios son por naturaleza de una eficacia total, pues si el Estado enviante no llama la navegación fluvial, la extradición, diversos aspectos de derecho internacional pri­
sin dilación al miembro de la misión de que se trate, la perspectiva de la pérdida casi vado y, en razón de la existencia de la jurisdicción consular, una serie de aspectos
inmediata de sus privilegios e inmunidades, debido a que el Estado receptor deje de jurisdiccionales.
reconocerlo como miembro de la misión, tendrá en la práctica el resultado de obli­ De conform idad con estas observaciones y teniendo presente la exposición hasta
garle, en su propio interés, a salir sin demora». aquí realizada, puede definirse el derecho diplomático y consular como aquella parte ~
del derecho internacional publico que regula el modo de ser de las relaciones ofi­
ciales y formales entre los sujetos de este ordenamiento, abarcando el envío o esta­
III. DEFINICIÓN DEL DERECHO DIPLOMÁTICO Y CONSULAR blecimiento de los órganos pertinentes para el ejercicio de las mismas, sus caracte­
rísticas y form as de actuación, las funciones, status y extinción. así como el régimen '
El examen del carácter de las normas de derecho diplomático y consular y d e los y status de las personas que los encarnan o integran. Por extensión y con todas las
medios de que dispone para procurar su efectividad deja de m anifiesto que el dere­ matizaciones indicadas, se podrían incluir las normas de derecho interno que, subsi- ¡
cho diplomático y consular es derecho internacional público, una parte del derecho diariamente o por rem isión, regulan la actividad de los propios óiganos diplomáticos
internacional público, regido por sus mismos principios, cuyo contenido normativo o consulares de un sujeto de derecho internacional y la de los correspondientes órga­
responde a las características propias de ese derecho; ello sin peijuicio de que se con­ nos extranjeros establecidos en su territorio y el trato que a ellos se les concede.
sideren como derecho diplomático o consular interno, las normas internas destinadas
a regularei establecimiento de los órganos diplomáticos y consulares extranjeros, sus
funciones o el trato que se ha de dar a ellos y a los miembros de su personal, o aque­
llas que regulan la actuación y funciones de los propios óiganos en el extranjero,
pues, como ya se ha señalado, tales normas tienen carácter supletorio, o se aplican
por remisión de las de derecho internacional y su contenido y alcance han de m ante­
nerse siempre dentro del respeto a las normas de derecho internacional. En todo caso,
el derecho diplomático y consular es una parte que puede individualizarse, dentro del
ordenamiento jurídico internacional, en tanto que dispone de medios e instrum entos
de actuación y de aplicación del derecho que le son específicos.
En consecuencia, debe adoptarse una definición comprensiva del derecho diplo­
mático y del consular, como se hizo, principalmente, por la doctrina soviética, con
independencia de las especificidades propias de cada ámbito de regulación y, desde
luego, han de rechazarse todas aquellas definiciones formuladas en contraposición o
al margen del derecho internacional; así cuando, respecto al derecho diplom ático, se
dice que es al internacional lo que el administrativo al político o constitucional, o que
es al internacional lo que el procesal al derecho privado; tampoco se puede definir el
derecho diplomático como el que regula la técnica de las relaciones entre Estados,
pues, sin más concreción, resulta excesiva, ya que éstos no sólo se relacionan a tra­
vés de la diplomacia; también, por exorbitante, no se le puede considerar, sin más,
como una rama del derecho público, e, incluso, hay que rechazar la definición del
derecho diplomático como «rama» del derecho internacional público, si se utiliza
esta calificación con un sentido de independencia o autonomía. El derecho consular,
en cambio, quizá por las propias vicisitudes históricas de la institución consular,
cuando no es incluido en el derecho diplomático, pocas veces es definido.
Hay que rechazar, también, las posturas o desarrollos doctrinales que dan un con­
tenido al derecho diplomático o consular mayor que el que realmente tienen, al
IV LA FUNCIÓN DIPLOMÁTICA

CAPÍTULO XI

LAS FUNCIONES DIPLOMÁTICAS EN PARTICULAR (I)

1. CONSÍDERACÍÓN GENERAL

Antes de entrar en el estudio particularizado de las principales funciones diplomá­


ticas, es conveniente — siguiendo a POCH— hacer unas consideraciones generales
respecto a la función diplom ática y a la concreta regulación que el artículo 3 del
Convenio de Vicna de 1961 hace de las funciones-diplomáticas.

a) En prim er lugar, hay que preguntarse: ¿La función diplomática es nacional o


internacional? ¿L as m isiones diplom áticas y los agentes diplomáticos que ejercen tal
función son órganos y agentes nacionales o internacionales? Para contestar a estas
preguntas se ha de partir del prius de una función pública internacional, cuya exis­
tencia no se puede negar en la sociedad internacional desde el nacimiento de las orga­
nizaciones internacionales y m enos en la sociedad actual, en la que ejercen su acti­
vidad múltiples organizaciones de diverso ámbito y cometido, lo que produce — como
observa el citado profesor— que la función pública internacional se haga más clara,
más definida, m ás acabada y, en definitiva, más perfecta. Pero si bien esto es cierto,
ello no implica que con anterioridad a la aparición o proliferación de las organiza­
ciones internacionales — p erío d o de institucionalización de la sociedad interna­
cional— no exista ya tal función. Si así fuera, supondría afirm ar que la llamada
sociedad internacional clásica no sería tal, no existiría, porque la noción de función
pública, del ám bito que sea, está vinculada al cumplimiento de los fines mínimos que
son necesarios a todo grupo social para mantenerse. De este modo, si no hubiera fun­
ción pública internacional en periodos anteriores a la institucionalización de la socie­
dad internacional, habría que concluir que en tales períodos la sociedad carecería de
fines y de actividad y, en consecuencia, habría desaparecido o nunca habría tenido
existencia real y, entonces, se llegaría a la irrealidad histórica de una sociedad inter­
nacional surgida ex abrupto.
Por otra parte, la sociedad internacional actual, a pesar del gran desarrollo institu­
cional, sigue siendo en su generalidad una sociedad relacional y no de integración,
las relaciones intersubjetivas m antienen su razón de ser y su existencia se hace nece­
saria para evitar la paralización de la actividad de la vida internacional y, por ende,
la desaparición de la sociedad internacional. En este contexto la función diplomática
ha sido y es una función internacional, porque la misma, si bien se ejerce en interés
de los sujetos que la realizan, se produce también — aunque sólo sea por propio intc-

[137]
138 CURSO DE DERECHO DIPLOMÁTICO Y CONSULAR LAS FUNCIONES DIPLOMÁTICAS EN PARTICULAR (I) 139

res existen cial— para el cumplimiento de los fines mínimos necesarios para la per­ El artículo 3 recoge, así, com o puede verse, las funciones de representación, pro­
manencia de la sociedad internacional. Es además internacional, porque sólo tiene tección diplom ática, negociación, observación e información y fomento y desarrollo
existencia en el ámbito de las relaciones internacionales y porque a la vez genera y de las relaciones. Sin em bargo, este orden de enunciación, sin ser un demérito, sí es
p n x n ev e vida de relación internacional. criticable -—com o se manifestó en la Conferencia de Víena que adoptó el Convenio— ,
La función pública internacional es. asi. un concepto m ás am plio q ue no se iden­ porque si bien no existe entre ellas un orden jerárquico, por su mayor o menor impor­
tifica con la moderna administración internacional, que designa la estructura adm i­ tancia, ni una función básica o fundamental, mejor sería ordenar la enumeración de
nistrativa de las organizaciones internacionales y la actividad llevada a cabo por las mism as teniendo en cuenta el grado de vinculación de cada una de ellas con la
ellas y por las personas que la integran. los funcionarios internacionales stricto naturaleza, características y razón ser de la diplomacia; con tales criterios el orden
sena. De ahí que las misiones diplomáticas, en tamo órganos de las distintas for­ sería, entonces: representación, negociación, observación e información, protección
mas de diplomacia, si bien pertenecen y están integradas en las correspondientes diplomática y fom ento y desarrollo de las relaciones.
administraciones internas de cada sujeto de derecho internacional y su razón de ser Desde luego, la representación, es decir, la función de representación diplomática,
es el ejercicio de la acción exterior ¿el ente al que representan, en su actuación iure deberá ser siem pre la prim era en enunciarse, porque la representación, además de ser
mperii. naca impide que. en la medida en que la función diplom ática es función una función, es, com o ya se ha estudiado, un requisito para la existencia misma de la
pública imemacionaL sean consideradas, también, órganos de la sociedad interna­ diplomacia: sin personalidad jurídico-intem acional y sin representación debida del
cional y. por tamo. laso sena., órganos internacionales. Por las m ism as razones, los sujeto actuando iure imperii. no hay diplomacia. Por eso, su prioridad en el orden no
agentes ¿iplomiiicos. en tamo miembros del personal diplom ático de una misión se debe a una razón jerárquica, como tal función, respecto a las demás funciones, sino
djpbm kica. cuyo cometido es la realización de la función diplom ática persona­ porque su ejercicio es la prim era consecuencia del cumplimiento del requisito de la
lizando ia actividad de la misión, si bien son funcionarios (o genéricam ente em ­ representatividad debida, el cual es, también, la base para el ejercicio de las demás
pleados o agentes) nacionales, igualmente, lato sensu. pueden calificarse como funciones. N o derivan, éstas, por tanto, de la función de representación, como enten­
f i r ion río s irtemacionales en el ámbito no institucionalizado de la sociedad día el representante d e la Santa Sede (apoyado por Portugal. Liberia y Túnez) en la
im em aritcal Conferencia de Viena de 1961 al manifestar que la representación es la función fun­
damental y las otras cuatro son sólo sus agregados, que constituyen los fines en los
b\ En bzar. en cuanto a la regulación concreta del artículo 3 del que se concreta la representación.
Cctr-emo óe Mena de 1961. hay que señalar —como ya se ha considerado al hablar En segundo lugar, deberá enumerarse la negociación que. como también se ha
de h coáfícacíóc— que es mérito del Convenio el haber enunciado las principales estudiado, es una característica de la diplomacia, en tanto método propio de la acti­
fm cicn s ¿plcmáricas. lo que no se hace en ningún proyecto ni com en io anterior. vidad diplom ática. La diplom acia, cualquiera que sea su contenido o cometido con­
Así. según e s e 2nkuIo: creto, es negociación y toda acción diplomática se lleva a cabo a través de la nego­
ciación que es el m étodo diplomático.
1. Las fx o cces ó r iz a n¿acc ¿ p irra tic a cocsisicn principalmente (la cursiva añadi­ El tercer lugar, deberá ocuparlo la función de observación e información, inherente
d a su a toda misión diplom ática, que ha de informar no sólo de sus acciones concretas y sus
en R zpragzar 2! Eea3o a r a fu ru z gu* d Estado receptor;
resultados, sino tam bién, de la situación del Estado receptor y de su postura ante cuan­
i) Prñasr en d Esado raspear los tsetses <fcl Estado acreditante y los de sus nacio-
ra>i. ¿ e ra óe íes H—r«* peruuiów por d derecho cUenacional; to afecte a las relaciones bilaterales y a las posibilidades de desarrollar las relaciones
ci ecc d sc c isro dd E o d o receptor. mutuas, así com o de su reacción respecto a los hechos de repercusión internacional.
¿\ Erzmrr-e per lodos ks nedios lícitos de las condiciones y de la evolución de Al cuarto lugar, en cambio, deberá pasar la protección diplomática, en tanto que
Ies acccecírr.en^s en d Estado receptor e informar sobre ello al gobierno del Estado no es una función nuclear com o las anteriores por su alcance y contenido específico,
acrzcnszz: no general, y porque, usualmente, sólo se ejerce por la diplomacia permanente en el
e\ Fom fer bs rd a c a » amistosas y desarrollar las relaciones económicas, culturales
5 d erííias ecre c Esa£> acred ite y d Estado receptor. orden bilateral, si bien, excepcionalmente, pueda ejercerse — y de hecho se ejerce—
I- '«irgura £>poré¿óc de la presene Cocr.rrcíón se interpretará de modo que impida d por otras form as de diplomacia. Por otra parte, la protección diplomática, aunque
Cjocícáo de faaneces cccsclares per la misión diplomática. recibe tal nom bre por el momento en que la protección de los intereses nacionales o
de los nacionales se ejerce a través de la acción diplomática, ordinariamente el del
En efecto, esas funciones diplomáticas que se enuncian son las m ás típicas de inicio de la m ism a, es una institución propia del derecho internacional público que
cualquier misión diplomática, por su constante ejercicio en la práctica de los Estados. trasciende el ám bito de la actividad diplomática y. por tanto, del estricto derecho
Pero esto mismo quiere decir que no son las únicas y que otras podran ejercerse por diplomático, toda vez que la protección diplomática, como es bien sabido, puede
cada concreía misión diplomática. La CDI. en el comentario al Proyecto definitivo de continuarse o llevarse a cabo desde su inicio a través de otros medios ante diversas
artículos, reconocía que la enumeración detallada de todas las funciones de una instancias internacionales.
misión diplomática resultaría muy larga y. por eso. se limita a m encionar «en térm i­ El últim o lugar, en este orden que se propone, lo seguiría ocupando el fomento y
nos muy generales, las principales categorías». desarrollo de las relaciones, en tanto que, además de constituir una función concreta
140 CURSO DE DERECHO D IPLO M Á TICO Y C O N SU LA R

que supone acciones en ámbitos específicos, por una parte, de una m an era general,
toda acción diplomática debe conducir al fom ento y desarrollo de las relacio n es entre
L A S F U N C IO N E S D IP L O M A T IC A S E N PA R TIC U L A R (I) 141
los Estados, como medio para servir los intereses de la paz, razón d e se r y fin alid ad
cíales y d e le g a c io n e s e l d e n o m in a d o g en é rica m en te « personal d ip lo m ático » , q u e sin
última de una verdadera diplomacia y, por otra parte, el fom ento y d e sa rro llo d e las tener c o n d ic ió n e s p e c ífic a d e re p re se n ta n te s o d elegados, en ta n to su c a lific a c ió n
relaciones se pueden considerar com o presupuesto rem oto o m otivo de la d ecisión com o p e rso n a l d ip lo m á tic o n o p u ed e n d e ja r d e te n er carácter representativo; p o r ello
para establecer relaciones diplomáticas o enviar una m isión diplom ática. y ten ien do e n c u e n ta la p rá c tic a h ay que e n ten d e r q ue este personal no o ste n ta una
representación p le n a d e l su je to del q u e e s ag e n te d iplom ático, sin o só lo en lo s a s p e c ­
tos sim bólico y p o lític o y n o en el ju ríd ic o , q u e es el q ue faculta para asu m ir d erech o s
II. LA REPRESENTACIÓN y oblig acio n es im p u ta b le s al su je to en n o m b re del cual actúa; e s decir, tal perso n al
hará p rese n te s im b ó lic a m e n te al E sta d o q ue le acredita, p ro p u g n ará y d efe n d erá su
política, p u d íe n d o a sí, p o r ta n to , p articip a r, represen tán d o le, en la d isc u sió n y d e b a ­
La representación diplomática significa la presencia de un sujeto d e d ere ch o ínter-
te de una n e g o c ia c ió n , p e ro n o p o d rá a d o p ta r en su no m b re — salvo en a sp ec to s p a r­
nacional, en sus relaciones exteriores, a través de determ inados órganos y d e las p er­ ciales y, d e sd e lu e g o , p ro v isio n a lm e n te — un acu erd o ju ríd ic a m e n te o b lig a to rio ni
sonas que los encaman o integran que, específicam ente capacitados para ello, actúan autenticar su te x to p o r c a re c e r d e ca p ac id a d para ello al no a b a rc a r su rep rese n tac ió n
en su nombre y asumen para el mismo, básicam ente, todo tipo d e c o m p ro m iso s p o lí­ el aspecto ju ríd ic o .
ticos y jurídico-intcmacionalcs respecto a otros sujetos. La fun ció n d e re p re s e n ta c ió n d ip lo m á tic a se eje rc e e n nom bre del su jeto m ism o,
La función de representación diplom ática no debe confundirse con la fig u ra d e la considerado en su to ta lid a d , e s decir, el órg an o d ip lo m ático — to m a n d o al E stado
representación internacional, institución que — com o se estudiará m ás a d e la n te— com o su je to típ ic o — re p re se n ta al E sta d o en su conju n to , en tan to ente p o lítico su je­
corresponde al concepto estricto de representación juríd ica y que supone, p o r tanto, to de d ere ch o in te rn a c io n a l, n o al je fe del E stado, co m o en los tie m p o s en q u e el
derecho d ip lo m á tic o e ra un iu s ín ter principes, ni tam p o co a sólo co n creto s e le m e n ­
la presencia de tres sujetos: representado, representante y un tercero an te el q u e se
tos co n stitu tiv o s d e l E sta d o — ni siq u iera de la p o b la ció n — , ni ú n icam en te a un
ejerce la representación. En la representación diplom ática tiene lugar una relación
determ inado p o d e r u ó rg a n o del E sta d o — ni siq u iera al poder e je c u tiv o — ; se re p re ­
inmediata, directa, sin ningún intermediario, entre los sujetos q ue se relacionan, pero senta al su je to en su to ta lid a d y en n o m b re del sujeto se actú a y realiza la ac tiv id ad
que, por ia propia naturaleza de éstos, habrá de producirse p o r m edio d e los órganos diplom ática. N o p u e d e n , en co n sec u en cia, llevar a engaño ciertos form u lism o s, e x p re­
adecuados. El uso del término representación no debe llevar, por ello, a confusión; siones rc m in isc e n tc s, p o r ejem p lo , p articu la rm en te en las form as m o n á rq u icas de
como en otras instituciones jurídicas, no se trata aquí de una representación slrícío Estado en la s q u e el rey, a u n q u e d eb id am e n te refren dado, firm a las c a rta s cre d en cia­
sen.su, pues los órganos diplomáticos y quienes los encam an o integran n o son p ro ­ les, ac red ita n d o c o m o «M i rep rese n tan te...» a los je fe s d e m isión d ip lo m ática , o la
piamente representantes, sino portavoces, ya que es el m ism o sujeto quien ac tú a a práctica — a u n q u e y a r a r a — en alg u n a s m onarquías d e ex p ed ir nuev as ca rtas c re ­
denciales al m is m o j e f e d e m isió n , firm ad a s p o r el nuevo m o n arca o d irig id a s a un
través de ellos; así, la GDI, en su comentario al proyecto definitivo d e artículos, se ñ a­
nuevo m o n a rc a , o c u a n d o se u tiliza n Jas ex p resio n es « E m b ajad o r d e Su M ajestad » o
lará que «la misión, y en particular su jefe, es portavoz de su gobierno en las co m u ­ «En n o m b re d e m i g o b ie rn o » o incluso cu an d o se dice « S iguiendo in stru ccio n es d e
nicaciones con el gobierno del Estado recibiente, o en las negociaciones con este mi g o b ie rn o » , si b ie n e n e s te c a so sea co rrec to en tanto se entien d a co m o m a n ife sta ­
gobierno a que den lugar las relaciones entre am bos Estados». La d enom inación de ción d e la c o m p e te n c ia d e l ejecu tiv o d e d a r las in stru ccio n es a las rep resen tacio n es
representación se debe, por derivación, a los períodos h istóricos d e la s co n cepciones diplom áticas p a ra a c tu a r en n o m b re del Estado; y sig u ien d o tales in stru ccio n es se
patrimonialistas y absolutistas en los que el m onarca encam aba el en te p o lítico y actúa sie m p re en n o m b re del E stad o , au n q u e el g o b iern o que las d ic te no sea legiti­
ostentaba el llamado ius representationis omnímodo. mo. A sí h a d e e n te n d e rs e el a lc a n c e d e la representación d iplom ática y n o d e o tro
modo, p o rq u e, c o m o y a se ha se ñ ala d o al estu d iar el ius Icgatiunis, salvo c o n c reta s y
La representación diplomática abarca modernamente, en principio, tres aspectos,
d eterm in adas e x c e p c io n e s, n o ca b en relaciones diplom áticas ni la ex iste n cia de
que son, siguiendo a MOROENTHAU: a) aspecto sim bólico. la representación d ip lo ­ m isiones d ip lo m á tic a s m ás q u e entre q u ie n es tienen personalidad ju ríd ic a in te rn a­
mática simboliza y hace presente al sujeto a quien representa, ante los d em ás sujetos; cional y ni lo s e le m e n to s co n stitu tiv o s del E stado ni sus pod eres u órganos tien en tal
h ) aspecto político, la representación diplomática defiende, propugna y ejec u ta la condición.
política exterior del sujeto representado a través de las concretas accio n es q u e se le C o rresp o n d e a h o ra d e te rm in a r cu á le s son los ó rganos d ip lo m ático s representativos
encomienden o que pueda diseñar la misma representación; c) aspecto ju ríd ic o , la de un su je to d e d e re c h o in te rn acio n al. S e puede y e s conveniente distinguir, p o r su s
diferentes c a ra c te rístic a s , e n tre ó rg an o s cen trales y órganos ex tern o s para las rela­
representación diplomática puede realizar declaraciones juríd icam en te vinculantes
ciones e x te rio re s. T o m a n d o , nuev am en te, al E stado com o sujeto típico, se d en o m in an
para el sujeto en nombre del cual actúa y asum ir en su nom bre d erech o s y o b lig acio ­ órganos c e n tra le s a a q u e llo s q u e p o r su particu lar particip ació n en la elab o ració n ,
nes conforme a derecho internacional, y de ahí, tam bién, el térm in o de p le n ip o te n ­ decisión y d ire c c ió n d e la p o lític a d el E stado, y especialm ente d e la p o lítica exterior,
ciario referido a las personas que personalizan tal representación. Sin em barg o , res­ se les a trib u y e re p re se n ta tiv id a d diplo m ática; p o r o tra parte, to d o s ellos, en la p rá c ti­
pecto a este alcance de la representación, es necesario tener en cuenta, taJ corno se ha ca totalid ad d e lo s c a so s, tie n e n carácter uniperso nal, d e m odo q u e la p erso n a titu la r
señalado, las importantes excepciones de los Convenios de Nueva York d e J 9 6 9 y de
Viena de 1975, en los que junto a los «representantes» y «delegados» — a d e m á s del
jefe de la misión o de la delegación— forman parte d e las respectivas m isiones espe-
142 CURSO DE DERECHO DIPLOM ATICO Y CONSULAR LAS FUNCIONES DIPLOMÁTICAS EN PARTICULAR (I) 143

del mismo encama el propio órgano; son los órganos diplom áticos loto sensu. Los aspectos sim bólico y político, es decir, el jefe del Estado representa y hace presen­
órganos externos son las diferentes y diversas misiones diplom áticas que los Estados te sim bólicam ente, al m ás alto nivel, al Estado en sus relaciones con otros sujetos
envían, bien con carácter permanente, bien con carácter temporal, para ejercer una de derecho internacional y propugna y defiende la política exterior definida por el
actividad de contenido general o respecto a asuntos concretos, ante otros Estados u poder ejecutivo (o por un específico poder exterior), desde el interior o en las lla­
otros sujetos, en órganos de organizaciones internacionales o en una conferencia madas visitas de Estado donde y cuando el poder ejecutivo las programe, pero muy
diplomática; en general son órganos de carácter plural, en cuanto al núm ero de per­ probablemente sin que pueda com prender actos estrictos de ejecución de esa políti­
sonas que en ellos se integran; son los órganos diplomáticos strícto sensu. ca ni com prom isos políticos, salvo que sean debidamente refrendados, pues de lo
contrario se trataría de una actuación ultra vires por la que podría exigirsele su res­
ponsabilidad en derecho interno. En cuanto al aspecto jurídico de la representación,
A. LOS ÓRGANOS CENTRALES en principio hay que entender que queda excluido del alcance de la representación
del nudo je fe del Estado, toda vez que su condición de «no responsable» le impide
Tendrán la condición de órganos centrales aquellos a los que el ordenam iento jurí­ asumir per se derechos y obligaciones jurídico-internacionales; su capacidad en este
dico de cada Estado o sujeto de derecho internacional, en general, atribuya tal carác­ aspecto se reduce a una actuación en casos concretos, previamente determinados y
ter; no son, por tanto, determinados por el derecho internacional, aunque una vez siempre con el correspondiente refrendo; de no ser así, una hipotética asunción por
designados por el derecho interno, el derecho internacional los reviste de unas parti­ el jefe del Estado de com prom isos jurídicos implicaría, también, una actuación ultra
culares capacidades, derechos, obligaciones y responsabilidades de orden internacio­ vires, que adem ás de tener en el derecho interno las mismas consecuencias que en
nal que no corresponden a otros órganos. la situación anterior, en el derecho internacional, en el ámbito de los tratados, aun­
En el derecho comparado, tomando al Estado como sujeto tipo, tienen, desde que, en principio, sería irrelevante, de conformidad con los artículos 27 y 46 del
luego, la condición de órgano central: Convenio de V iena de 1969 sobre Derecho de los tratados, podría acarrear la nuli­
dad de un tratado si tal actuación constituye una violación manifiesta que afecta a
A) El jefe del Estado. Al encamar la más alta magistratura del Estado, el jefe del una norma de im portancia fundamental del derecho interno, y bien pueden conside­
Estado se configura como la más alta representación y símbolo personalizado del rarse m anifiestas las lim itaciones constitucionales respecto al contenido y alcance
mismo, tanto cu el orden interno como en el internacional, independientemente de las de la representación de los nudos jefes de Estado, toda vez que, al menos, las más
atribuciones políticas que en cada caso pueda tener; es decir, la condición de órgano comunes, resultarán objetivamente evidentes para cualquier Estado que proceda
central se otorga a los jefes de Estado, tengan responsabilidad política o no. por tanto, conforme a la práctica usual y de buena fe, como establece el artículo 46.2; por eso
no sólo cuando sean jefes de gobierno — caso de los regímenes presidencialistas— o ha de interpretarse restrictivamente el artículo 1.2.a) del mismo Convenio cuando
tengan propias competencias políticas distintas de las del jefe del gobierno o compar­ dispone;
tidas con él —como ocurre en los sistemas «acaballados» entre el régimen parlamen­
tario y el presidencialista, del modelo de la V República Francesa— , sino también 2. En virtud de sus funciones, y sin tener que presentar plenos poderes, se considerarán
cuando está desprovisto de responsabilidad política y no participa en la elaboración y que representan a su Estado:
decisión de la política del Estado, al menos de forma directa y formal — caso de los a) los Jefes de Estado. Jefes de Gobierno y Ministro de relaciones exteriores para la eje­
cución de todos los actos relativos a la celebración de un tratado;
regímenes parlamentarios—, ya que este «nudo» jefe de Estado no deja de ostentar la
más alta magistratura y representación del Estado y, por ello, estará siempre inmedia­
pues si bien es cierto que, por su condición de órgano central para las relaciones exte­
ta y debidamente informado de todas las decisiones políticas del ejecutivo, de la situa­
riores, los jefes de Estado no necesitan en ningún caso plenos poderes, ello no inva­
ción general del país y de la de sus relaciones exteriores. Los jefes de Estado, además
de tener atribuido, usualmente, el papel de moderador y árbitro del correcto desarro­ lida el hecho que los nudos jefes de Estado tengan, como muestra el derecho com­
llo de la vida política y el de velar por el respeto de la constitución (en un sentido parado, escasas com petencias y sustancial mente limitada su capacidad de actuación,
general, no en el resolver, en principio, conflictos constitucionales), son el órgano que, en todo caso, ha de estar debidamente refrendada, aunque varíen las competen­
competente —debidamente refrendado, en el caso de los nudos jefes de Estado— para cias que cada Estado les atribuya.
la firma de determinados instrumentos de orden interno (p. e., leyes y decretos) y de Mayores cautelas se habrán de adoptar respecto a la actuación de los jefes de aque­
orden internacional (p. e., manifestación del consentimiento en obligarse por un trata­ llos Estados con un sistema acaballado en los que se conjuga el régimen parlamen­
do, cartas credenciales), y, también, se dispone su presencia en actos protocolarios tario con el presidencialista, debido a la elección del jefe del Estado por sufragio uni­
íp. e., respecto al exterior, la recepción de cartas credenciales). El jefe del Estado se versal, a los que se les atribuyen competencias exclusivas, propias de gobierno, espe­
encuentra, asi, como no podia ser de otro modo, vinculado a la vida y acción política cialmente en los ám bitos de defensa y de relaciones exteriores, respecto a los cuales
del Estado y a su servicio se encuentra, tanto tenga o no competencias per se. asunte directam ente la responsabilidad política; en tales casos los demás Estados
Respecto a la institución de la nuda jefatura del Estado, en general habrá que con­ deberán estar debidamente informados para conocer con seguridad las materias con­
siderar que el carácter representativo de sus titulares se limita, realmente, a los cretas en las que el je fe del Estado puede actuar con capacidad per se hacia el exte-
144 CURSODE DERECHODIPLOMÁTICO Y CONSULAR
LAS FUNCIONES DIPLOMÁTICAS EN PARTICULAR (I) 145
rior. en las que el alcance y contenido de su representación abarca, también, el aspec­
to jurídico. ción de órgano central para las relaciones exteriores, el presidente del gobierno no
Naturalmente, en los regímenes presidencialistas, en los que el jefe del Estado es necesita plenos poderes para representar a su Estado, tal como reconoce el articu­
el jefe del gobierno, desaparecen los problemas de su capacidad de actuación como lo 7.2.a) del Convenio sobre Derecho de los tratados. El presidente del gobierno, en el
tal, pues al confundirse en la misma persona ambas magistraturas, donde teórica­ ejercicio de sus funciones actuando hacia el exterior, compromete siempre al Estado
mente acabaría su capacidad como jefe del Estado comenzaría la correspondiente a y éste será responsable intemacionalmente por su actuación, incluso en caso de una
actuación ultra vires, salvo que constituya una violación manifiesta de una norma de
su condición de jefe de gobiemo.
importancia fundamental del derecho interno, tal como, respecto a los tratados, esta­
E1 derecho español, en la actualidad, se mantiene dentro de las coordenadas en las
blece el artículo 46 del Convenio de 1969, lo que, sin embargo, en principio, nunca
que se sitúa la regulación de la jefatura del Estado en la práctica constitucional de los se presumirá de un presidente de gobierno.
regímenes parlamentarios, correspondiendo, por tanto, a las características que hasta En derecho español esta capacidad del presidente del gobierno viene determinada
aquí se han expuesto respecto a los nudos jefes de Estado. Asi. en cuanto al alcance por el juego de los artículos 97 y 98.2 de la Constitución, que disponen:
y contenido de la representación diplomática del Rey. los artículos 56 y 63 de la
Constitución disponen: Art. 97. El Gobierno dirige la política interior y exterior, la Administración civil y la
defensa del Estado. Ejerce la función ejecutiva y la potestad reglamentaria de acuerdo con
ArL 56. 1. El Re}' es el Jefe del Estado, símbolo de su unidad y permanencia, arbitra y la Constitución y las leyes.
modera el funcionamiento regular de las instituciones, asume la más alta representación del
Estado Español en las relaciones internacionales, especialmente con las naciones de su comu­ Art. 98. 2. El Presidente dirige la acción del Gobierno y coordina las funciones de los
demás miembros del mismo, sin perjuicio de la competencia y responsabilidad directa de
nidad histórica, y ejerce las funciones que le atribuyen expresamente la Constitución y las
estos en su gestión.
le\es.
- I-* Conforme al artículo 5.a) del Decreto 801/1972, siguiendo el precepto convencio­
3. La persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad. Sus actos estarán
siempre refrendados en la forma establecida en el articulo 652 [Actos relativos a su familia nal, en materia de tratados, el Presidente del Gobierno, en virtud de sus funciones,
y a su Casa]. no necesita plenipotencia para representar a España.
En sus funciones de dirección y de coordinación de la acción del gobierno en
A rt 63. I. El Rey acredita a los embajadores y a otros representantes diplomáticos. materia de política exterior, el Presidente del Gobierno cuenta, como órgano cole­
Los representantes extranjeros en España están acreditados ante él.
2. Al Rey corresponde manifestar el consentimiento del Estado en obligarse intemacto-
giado de apoyo, con el Consejo de Política Exterior, creado por Real Decreto
nalmente por medio de tratados, de conformidad con la Constitución y las leyes. 1.412/2000, de 21 de julio (BOE , de 22 de julio de 2000).
3. Al Rey corresponde, previa autorización de las Cortes Generales, declarar la guerra y
hacer la paz. C) El Ministro de Relaciones Exteriores, Cualquiera que sea su denominación, el
responsable en el ejecutivo de la organización de la actividad exterior del Estado y de
Respecto a los plenos poderes, el articulo 5.a) del Decreto 801/1972, de 24 de las acciones concretas para la realización de su política exterior, se configura como el
marzo, sobre Ordenación de la actividad de la Administración del Estado en órgano central específico para las relaciones exteriores; existe por y para este cometi­
materia de tratados internacionales ( BOE, de 8 de abril de 1972), dispone, do. En el departamento de relaciones exteriores se integran los órganos externos para
siguiendo el Convenio de 1969 sobre Derecho de los tratados, que en virtud de las relaciones exteriores y de él dependen los miembros del personal de estos órganos,
sus funciones el Jefe del Estado no necesita plenipotencia para representar a reciben las instrucciones para su actuación y los instrumentos que les acreditan como
España. Del mismo modo que se decía respecto al precepto convencional, ha de tales. El departamento de exteriores prepara, igualmente, la acción diplomática de los
hacerse aquí, en cuanto a su alcance, una interpretación restrictiva en los mismos propios órganos centrales, aunque, naturalmente, safio el propio ministro, no depen­
términos, máxime teniendo en cuenta la posterior regulación constitucional de la dan orgánicamente de él y, en fin, coordina, en virtud del principio de unidad de
acción en el exterior, toda la actividad del Estado en sus relaciones con otros Estados
jefatura del Estado.
y demás sujetos de derecho internacional. Por estas razones se califica al ministro de
relaciones exteriores como el órgano representativo típico y el alcance de su repre­
B) Eljefe del Gobierno. El jefe del ejecutivo, cualquiera que sea su denomina­
sentación del Estado tiene las mismas características que las que se acaban de indicar
ción. en tanto dirige o coordina la política del Estado, es la primera autoridad políti­ respecto al jefe del gobierno, tanto en relación con su contenido como con una posi­
ca del mismo, por ello asume, con plena responsabilidad, la máxima representación ble actuación ultra vires en el ejercicio de sus funciones y en cuanto a la no necesidad
del Estado al interior v al exterior. Como órgano diplomático su representación abar­ de plenos poderes, por su condición de órgano central, conforme al artículo 7.2.a) del
ca. sin limitación alguna, los tres aspectos de la misma, por lo que, además de hacer Convenio de V iera de 1969 sobre derecho de los tratados.
presente simbólicamente al Estado y propugnar y defender su política exterior ante En derecho español, sobre la base del articulo 97.2 de la Constitución, que reco­
otros sujetos, puede asumir per se, en cumplimiento y ejecución de tal política, com­ noce la competencia y responsabilidad directa de los miembros del Gobierno en su
promisos políticos y derechos y obligaciones jurídico-intemacionales. Por su condi-
I4t> CURSO M DERECHO n in o m At i c o y c o n s u i a h
I AS l'IJNCIONÜN D ll'l OMÁTICAH l!N fWMIK’IH.AM (I) 147

gestión, el Real Decreto M7.V2000, de 4 do agosto, por el que se desarrolla la d ciim pliniicnlo de? los requisitos Icenles que cada ordenamiento jurídico interno
Usüroctom orgánica básica del Ministerio do Asuntos Exteriores ( H ( ) K %de 5 do agos­ Ic i^ ii CHlnblecIdoHi y com o lides órganos centrales lian de ser considerados por los
to vio 2000X modificado parcialmente por Real Decreto 463/202* de 24 de mayo dem ás sujetos desde el m omento en <|iic loinmlmcnle, por vía díplomíilíea, se les
[ I U ) h \ de 25 do mayo do 2002) y Real Decreto 1.428/2002, de 27 de diciembre
linyii com tinicm lo el nom bre de la persona lindar del Arcano <lc que se trate. A partir
de 28 do diciembre de 2002), dispone: de entonces se te tendrá com o representante del listado y su actuación en el ejercicio
de sus lime iones le será imputada al listado y. a la ve/, le serán debidos, por los
Alt 1. íJigwifoh'/iitt nm'tul «/«*/ Aywrtiiiwi'Míu
I. Al Ministerio ilc Asamos Ivxteriorcs compele, do conformidad con Ins diicciiicos dol demás sujetos, todos los tratos constitutivos del status diplomático correspondientes
Gobierno y en aplicación dol principio do unidad do noción en el exterior, las (tinciones do: a estas personas por su condición de órgano central para las relaciones exteriores,
«0 Planificar, dirigir, ejecutar y evaluar la política exterior dol listado, lisios órganos centrales, en virtud riel carácter general de su representación y sin
M Concertar y potenciar sus relaciones con otros listmlos y Organizaciones interna­ necesidad, por tanto, de ningún tipo de acreditación específica añadida, están capa­
cionales.
citados para tratar lodos los asuntos que interesen al listado que representan, tanto de
c) Defender los intereses y llevar a cabo una adecuada y eficaz política tic protección de
los ciudadanos espartóles en el exterior. carácter bilateral com o multilateral y en relación con todos y cualesquiera otros suje­
tí) Dirigir la política de cooperación internacional para el desarrollo y coordinar n los tos de derecho internacional, ejerciendo así lo que VlKAU.Y —aunque refiriéndose
órganos de la Administración General del listado que, en el Ambito de sus competencias, rea­ en concreto al je fe del g o biern o— denominó la «diplomacia total».
licen actuaciones en esta materia.
el Fomentar las relaciones económicas, culturales y científicas de Esparta.
,/) Participar, en la esfera de actuación que le es propio, en la propuesta y aplicación de
la política de extranjería. B. LOS ('»ROANOS EXTERNOS

Son órganos externos para las relaciones exteriores, de acuerdo con las caracterís­
El articulo 5.«) del Decreto 801/1972, del mismo modo que respecto n los dos ticas indicadas m ás arriba, todas las misiones diplomáticas a través de las cuales se
órganos anteriores, reconoce, en materia de tratados, la representación de España por manifiestan las distintas formas de diplomacia, excluida la diplomacia directa. En
el Ministro de Asuntos Exteriores, sin necesidad de plenipotencia, en virtud de sus concreto, por una parte, las misiones permanentes ante listados u otros sujetos de
funciones. derecho internacional, que configuran la diplomacia permanente, y, por otra parte,
Además de estos tres órganos, de calificación común en el derecho comparado las misiones especiales, las delegaciones en una conferencia diplomática y las dele­
como órganos centrales, los Estados pueden atribuir tal condición a oíros órganos, que gaciones en órganos de una organización internacional, que configuran la diploma­
asumirán, entonces, las competencias propias de los m ismos y, por tanto, la capacidad cia tul /toe.
para representar al Estado en sus relaciones exteriores de manera general y sin pleni­ La diplom acia perm anente, que se manifiesta a través de las misiones permanen­
potencia, por el hecho de tener esa condición; asi se viene a reconocer, en materia de tes establecidas con carácter indefinido ante otro sujeto, existe exclusivamente en el
tratados, por el repetido articulo 7 del Convenio de Vicna de 1969, en cuyo párrafo ámbito de las relaciones bilaterales — salvo las concretas excepciones del Consejo de
1.6) se considera la representación de un Estado sin necesidad de plenos poderes: Seguridad de las N aciones Unidas y del Comité de Representantes Permanentes de
las Com unidades Europeas (COREPER)— . Al respecto hay que dejar aclarado que
(...) si se deduce de la práctica seguida por los listados interesados, o de otras circunstan­ en estas relaciones bilaterales se han de incluir, también, las misiones permanentes
cias. que la intención de esos Estados ha sido considerar a esa persona representante del ante una organización internacional, usualmente denominadas representaciones per­
Estado para esos efectos y prescindir de la presentación de plenos poderes.
manentes, toda vez que las mismas están establecidas ante la organización en su tota­
lidad com o sujeto de derecho internacional, por lo que se trata de una relación entre
El caso más dcstacablc de órgano central para las relaciones exteriores, distinto de dos sujetos, el Estado acreditante y la organización internacional receptora, y los
los indicados, es el del secretario general del partido en los regímenes de partido
agentes diplom áticos de tales representaciones están acreditados ante la organización
único —tanto en los ya desaparecidos como en los aún existentes— quien, com o tal,
como tal; la relación multilateral tiene lugar en los concretos órganos de la organiza­
con independencia de que acumule la condición de jefe de Estado o de jefe del gobier­
ción y para actuar en ellos bien se asigna a diplomáticos de la representación perma­
no, se configura como la máxima magistratura del Estado con poder decisorio.
nente cuando se trate de órganos secundarios, bien se envían delegaciones <u¡ hoc
En su actividad diplomática los órganos centrales para las relaciones exteriores
para intervenir en los órganos principales o de particular relevancia, compuestas por
ejercen la diplomacia directa, forma de diplomacia así llamada atendiendo a que
personal especializado específicamente acreditado, entre el que figura siempre, en la
estos órganos, que participan en la decisión de la política exterior, actúan directa­
práctica de los Estados, personal diplomático de la representación permanente acre­
mente ante sus homónimos de otros sujetos, que, a su vez, actúan, también, en tanto
ditado, de nuevo, especialm ente para participar en el concreto período de sesiones del
órganos centrales, a través de las visitas oficiales de Estado o ni más alto nivel. Los
órganos centrales adquieren su condición de representantes del Estado desde el órgano al que se envía la delegación.
momento que acceden al cargo y comienzan a ejercer oficialmente sus funciones, tras Las m isiones perm anentes, además de su carácter indefinido, se caracterizan por­
que están capacitadas para representar al sujeto en todos los asuntos relativos a las
148 CURSO DE DERECHO D IPLO M Á TICO V C O N SU LA R LAS FUNCIONES DIPLOMÁTICAS EN PARTICULAR (I) 149

relaciones bilaterales con el receptor, para lo que los agentes diplom áticos cuentan com plejidad y am plitud del tema n negociar así lo aconseje o haga necesario. Como
con una acreditación general, no pudiendo actuar, p o r tanto, ante otros sujetos dis­ excepciones, aunque sólo parciales, a este carácter ad hoc de la diplomacia multila­
tintos del receptor si no se tiene atribuida, tam bién ante estos otros, la representación teral hay que m encionar la que se produce en el Consejo de Seguridad de las
y acreditación pertinente. El carácter representativo de la m isión p erm anente y de sus Naciones U nidas y en el COREPER: en ambos casos, si bien se mantiene el aspecto
agentes diplomáticos comienza, para la m isión diplom ática, desde el m om ento en ad hoc en cuanto a los tem as a tratar, que serán, dentro de las competencias propias
que. tras el acúcalo sobre el establecim iento de las m isiones, éstas se instalan física­ de cada órgano, los concretos del orden del día de cada reunión, en cambio, en cuan­
mente en el Estado receptor o en el Estado anfitrión, si es una representación per­ to a la duración, la representación se establece con carácter permanente, indefinido,
manente ante una organización internacional, e inicia su actividad, y. respecto a los debido a que la propia naturaleza, características y competencias de tales órganos
agentes diplomáticos, desde la presentación de las cartas credenciales o d e las cartas exigen, para su actuación, la presencia permanente de representantes de los Estados
de gabinete, o de las credenciales (si es ante una organización), si se trata del je fe de miembros o d e determ inados Estados. En uno y otro caso, la representación perma­
la misión (o excepcionalmente. si asi se acepta, desde el depósito de las copias de nente queda asegurada por recaer la misma, en el caso del Consejo de Seguridad, con­
estilo), y desde la entrega al sujeto receptor de los correspondientes instrum entos forme a la práctica generalizada de los Estados, en el jefe de la representación per­
acreditativos y la toma de posesión en la misión diplom ática, respecto a los demás manente ante la O N U (con independencia d eque ocasionalmente intervenga un órga­
agentes diplomáticos. Asi, el articulo 13 del Convenio de V iena de 1961, dispone: no central del Estado) y en el caso del COREPER. por recaer automáticamente esa
representación, com o su propio nombre indica, en los representantes permanentes de
I. Se considerará que el jefe de misión ha asumido sus funciones en el Estado receptor los Estados m iem bros ante las Comunidades Europeas o en los representantes adjun­
desde el momento en que haya presentado sus cartas credenciales o en que haya comunicado tos. De una m anera real, considero que actualmente sólo existen estas dos excepcio­
su llegada y presentado copia de estilo de sus canas credenciales al Ministerio de Relaciones nes al carácter plenam ente ad hoc de la diplomacia multilateral, aunque haya, en
Exteriores, o al Ministerio que se haya convenido, según la práctica en vigor en el Estado
efecto, otros órganos de organizaciones internacionales que se denominan perma­
receptor, que deberá aplicarse de manera uniforme.
nentes o tengan teóricam ente atribuida una actuación permanente.
Las m isiones diplom áticas ad hoc. como consecuencia de las características indi­
El carácter general de la representación de las m isiones perm anentes y de sus
cadas, están capacitadas para representar a su Estado tan sólo en el Estado, reunión,
agentes diplomáticos ante el sujeto receptor, viene a quedar reconocido cuando, en el
conferencia u órgano, en que estén acreditadas y exclusivamente en relación con el
ám bito del derecho de los tratados, el Convenio de Viena de 1969. en el reiterada­
asunto o asuntos a tratar, bien por la misión especial, en el ámbito bilateral, bien por
m ente citado articulo 1 2 . dispone que en virtud de sus funciones, sin necesidad de
estas m isiones o por las correspondientes delegaciones, en el ámbito multilateral, de
presentar plenos poderes, se considera que representa a su Estado:
tal m odo que fuera de tales condicionamientos no hay representación y, por tanto, los
correspondientes órganos diplomáticos no pueden actuar válidamente en nombre del
A) los jefes de misión diplomática, para la adopción de! texto de un tratado entre el
Estado acreditante y el Estado ante el cual se encuentran acreditados. Estado respecto a otros asuntos, aun ante el mismo sujeto receptor, ni sobre el mismo
los representantes acreditados por los Estados [...] ante una organización internacio­ o m ism os asuntos, ante otro sujeto, ni en distintos períodos de sesiones de una con­
nal. [—]. p r a la adopción del texto de un tratado en tal [...] organización [...]. ferencia internacional u órgano de una organización, ni ante un órgano de una orga­
nización internacional distinto de aquel en el que están acreditadas.
La diplomacia ad hoc. es decir, aquella que tiene lugar con carácter tem poral y El carácter representativo de los órganos y agentes diplomáticos de la diplomacia
para ocuparse de un o unos asuntos concretos, puede tener lugar tanto en el ám bito ad hoc com ienza de m odo distinto según sus distintas manifestaciones. En el ámbito
bilateral, a través de las misiones especiales, com o en el m ultilateral, a través, igual­ bilateral, la m isión especial, tras el acuerdo o consentimiento para su envío, si se trata
mente. de misiones especiales y particularm ente de delegaciones en una conferencia de una m isión de protocolo o ceremonia, iniciará sus funciones, teniendo en cuenta lo
diplomática —diplomacia de conferencia— o de delegaciones en órganos de una dispuesto en el articulo 13.1 del Convenio de Nueva York de 1%9 sobre las Misiones
organización internacional — diplomacia parlam entaria— . En cuanto a la diplom acia especiales, en el m om ento en que se hace presente en el acto o primero de los actos
multilateral hay que señalar que es siempre diplom acia ad hoc , toda vez que. en efec­ relativos a la conm em oración de que se trate y los agentes diplomáticos que la com­
to. tanto las reuniones multilaterales a través de misiones especiales com o las confe­ pongan se ha de entender que adquirirán el carácter representativo desde el depósito
rencias diplomáticas sólo se ocuparán de la materia objeto, respectivam ente, del de las cartas credenciales especiales en el ministerio de relaciones exteriores, respec­
motivo o de la convocatoria de las mismas e. igualmente, los órganos d e una organi­ to al je fe de m isión, y de la entrega al mismo ministerio de los instrumentos acredita­
zación internacional, en sus sesiones o periodos de sesiones, tratarán solam ente el tivos correspondientes, respecto a los demás agentes diplomáticos, en el caso que la
asunto o asuntos incluidos en la agenda u orden del día: p o r esta razón, la duración misión sea plural. Si se trata de una misión especial para negociar asuntos concretos,
d e unas y otras es siempre temporal: el tiempo que dure el debate de los asuntos o el ésta iniciará sus funciones, de conformidad con el mencionado articulo 13.1, desde la
entrada en contacto oficial de la misma con el ministerio de relaciones exteriores o
previamente establecido para la duración de la sesión o el que se tarde en concluir,
con el óreano que se haya convenido, y el carácter representativo de los agentes diplo­
con éxito o sin él. b conferencia o reunión, que también pueden desarrollarse, parti­
máticos se entenderá que comienza, también, desde esa toma de contacto, puesto que.
cularmente la conferencia diplomática, en diversos periodos d e sesiones cuando la
150 c u r s o d i i ix m n c H o d ip l o m á t ic o y c o n su l a r L A S F U N C IO N E S DIPLOM ÁTICAS EN PARTICULAR í l | I5J

com o se señala en el artículo 13.2 del referido Convenio d e Nueva York d e 1969, lal delegados y p e rso n a l d ip lo m ático , com o asimism o preveía el artículo 45 del m en­
carácter representativo no dependerá, en principio, de la entrega de carias credencia­ cionado C o n v e n io d e 1975.
les ni, más usualmcnte, del intercam bio de plenos poderes, que, aunque necesarios, El C o n v enio d e V icn a d e 1969 sobre Derecho de los tratados, en su artículo 7.2,
podrán presentarse, por tanto, en cualquier m om ento durante la actuación d e la misión dispone que sin te n er q u e p resen tar plenos poderes, se considerará que representan a
o. desde luego, para la adopción y autenticación del texto, cuando la m isión tenga por su Estado en v irtu d d e sus funciones:
finalidad la negociación de un tratado; en todo caso, habrá de entenderse, no obstan­
te. la necesidad de que am bas partes se hayan notificado previam ente la identidad de r ) los representantes acreditados por los Estados ante una conferencia internacional f.,.)
las personas que serán provistas de carácter representativo y el alcance del mismo, o uno de sus órganos (de una organización internacional] para la adopción del texto de un tra­
tado en tal conferencia (...) u órgano.
toda vez que la misión especial podrá estar com puesta, adem ás del je fe de la misión,
por representantes y otro personal diplom ático, de acuerdo con los artículos \ J ) y g )
En el d ere ch o e sp a ñ o l, respecto a los órganos externos para las relaciones exterio­
y 9.1 del repetido Convenio de 1969 sobre las Misiones especiales.
res, hay (pie te n e r en cu e n ta el Real Decreto 632/1987, de 8 de mayo, sobre la
fin el ám bito m ultilateral, cuando la relación diplom ática se produce p o r el envío
O rganización d e la A d m in istración del Estado en el exterior {HÜE, de 18 de mayo de
ante otro listado de m isiones especiales por dos o m ás listados para tratar un asun­
1987), la L ey 6 /1 9 9 7 , d e 14 de abril, de Organización y funcionamiento de la Ad­
to de interés com ún, com o prevé el articulo 6 del C onvenio de Nueva York de 1969,
m inistración G en e ra l del E stado (//O /;, de 15 de abril de 1997) y el citado Decreto
el inicio de las funciones de estas m isiones se producirá del m ism o m odo que el que
801/1972, so b re la A ctiv id ad de la Administración del Estado en materia de tratados.
se acaba de indicar para las m isiones de negociación en el ám bito bilateral; cuando
Según el a rtícu lo I d el Real D ecreto 632/1987, a la Administración del Estado en el
la relación diplom ática tiene lugar por la reunión de m isiones especiales de varios
exterior le c o rre sp o n d e « la ejecución de la política exterior del Gobierno», lo que,
listados en un tercer listado que asi lo consiente, tal com o posibilita el artículo IR
aunque cierto , e s ex p resió n po co acertada, porque también los órganos centrales para
de este m ism o Convenio, el inicio, cum pliendo las condiciones que pueda estable­
las relaciones ex te rio re s ejecutan la política exterior y porque no es la política exte­
cer el tercer listado, será en el m om ento en que entren en contacto o ficial las m isio­
nes o, cuando menos, tengan conocim iento todas ellas de la identidad de las perso­ rior del g o b ie rn o , a u n q u e éste la elabore, la decida y la dirija, sino que es la del
nas que com pongan cada misión, aunque no hayan llegado todavía los poderes. Las Estado, q u e es q u ie n p u ed e tenerla en tanto sujeto de derecho internacional.
delegaciones en órganos de organizaciones internacionales inician sus funciones En el artícu lo 2 d e este Real Decreto se dispone que:
con su presencia en la correspondiente sesión del órgano de que se trate, una vez
l.o Adm inistración del listado en el exterior se articula en:
enviadas de conform idad con las reglas de la organización; el carácter representati­
u) Misiones Diplomáticas para el desarrollo de las relaciones diplomáticas bilaterales.
vo de los agentes diplom áticos que las integran se adquiere, bien por las propias cre­ />) Representaciones Permanentes y Delegaciones para el desarrollo de las relaciones
denciales del jefe de la representación perm anente en las que ya se especifique su diplom áticas multilaterales.
capacitación para actuar com o delegado ante concretos órganos de la organización, <) [...].
bien porque por su condición se entienda que el je fe de la representación perm a­
nente o el personal diplom ático de la m isma puedan actuar ante aquellos órganos en Hay q u e h acer n otar en esta disposición, en primer lugar, un mal uso de la terminolo­
los que no se exija una específica acreditación, com o preveía el articu lo 11. 1 y 2 del gía, pues m isión diplom ática es denominación genérica de todo órgano con representa­
Convenio de Viena de 1975 sobre la R epresentación de los listados en sus relacio­ ción diplom ática y, p o r tanto, lo son, también, las representaciones permanentes y las
nes con las organizaciones internacionales d e carácter universal, o bien, en fin, a tra­ delegaciones y, en consecuencia, tanto en el ámbito bilateral como en el multilateral. En
vés de especificas credenciales, usualmcnte plenos poderes, que atribuyan la repre­ segundo lugar, tal co m o y a se ha indicado, es un claro error calificar o encuadrar en la
sentación adecuada para actuar en aquellos órganos órganos principales o de par­ diplomacia m ultilateral a las representaciones permanentes, referidas a las misiones
ticular relevancia respecto a los cuales se requiera una concreta acreditación. En establecidas ante las organizaciones internacionales en tanto sujetos de derecho interna­
estos casos y lo m ism o cuando se trate de la acreditación en una conferencia diplo­ cional. pues tales representaciones son misiones acreditadas por un sujeto. Estado, ante
mática. la acreditación se remitirá a la organización o conferencia, com o señalaba el otro sujeto, organización internacional, lo que constituye, obviamente, una relación bila­
articulo -14 del C om ento de Viena de 1975. y el carácter representativo de los ag en ­ teral, con independencia de qu e agentes diplomáticos de esas representaciones puedan
tes diplom áticos resultará de la aceptación de tal acreditación p o r la com isión de actuar o estén, a la v e /, específicam ente acantilados para actuar en órganos de la orga­
verificación d e poderes - q u e se establece en todo órgano y conferencia . co n fir­ nización d e q u e se trate, en los que si tiene lugar la diplomacia multilateral.
mada por el plcnario del órgano o conferencia, cuando se considere que está «en Los artícu lo s 3 y 4 del Real Decreto, se ocupan de definir las concretas misiones,
buena y debida forma»» y si no hay acuerdo en la com isión acerca de la aceptación, líl articulo 3. tras m an ifestar que las misiones diplomáticas pueden ser de carácter
ésta se decidirá en única instancia por los correspondientes plcnarios: tam bién, para­ perm anente o esp ec ial, d e fin e las prim eras como:
lelamente a lo que ocurre con la com posición d e las m isiones especiales, respecto
al alcance de la representación hay que tener en cuenta que las delegaciones en ó rga­ |...) las establecidas con carácter representativo por el Estado español ante otro u otros
nos y en conferencias, además del je fe de la delegación, podrán co m p ren d er otros Estados [...].
152 CURSO DE DERECHO DIPLOMÁTICO Y CONSULAR LAS FUNCIONES DIPLOMÁTICAS EN PARTICULAR (I) 153

y las segundas como: En cuanto a la represen tació n en materia de tratados, el Decreto 801/1972 en su
articulo 5 dispo n e q ue en v irtu d de sus funciones no necesitan plenipotencia:
[...] las que con carácter representativo y temporal envía el Estado español ante otro Estado
para tratar con el asuntos determinados o para realizar ante él un cometido determinado [...]. h ) Los jefes de las misiones diplomáticas y de tos misiones permanentes ante
Organismos internacionales, para la negociación, adopción y autenticación del texto de un
tratado entre España y el Estado u Organismo internacional ante el que se encuentren acre­
Se sigue asi, respecto a las misiones especiales, la definición del artículo l .a) del
ditados.
Convenio de Nueva York de 1969, com prendiendo las m isiones para una negociación y c) Los jefes de misiones especiales enviados a uno o varios Estados extranjeros, para la
las de protocolo o ceremonia; pero, en cambio, sólo se consideran posibles en las rela­ negociación, adopción y autenticación del texto de un tratado entre España y cualquiera de
ciones bilaterales, que si bien es el ám bito principal y básico de las mismas, es también los Estados a los que ha sido enviada la misión.
posible su envío en el ámbito de las relaciones multilaterales, com o se contem pla en los d) Los representantes acreditados ante una conferencia internacional o ante un
Organismo internacional o uno de sus órganos, para la negociación, adopción y autenticación
artículos 6 y 18 del propio Convenio de 1969 y se ha visto anteriormente. del texto de un tratado elaborado en tal conferencia. Organismo u órgano.
El articulo 4 define las Representaciones Permanentes como:

[...] las enviadas con carácter permanente y representativo por el Estado español ante una
Organización internacional III. LA N E G O C IA C IÓ N

y las D elegaciones como: En segundo lugar, con arreglo al orden que ya se ha indicado, ha de estudiarse la
función de negociación p o r la razón señalada de ser, además de una función, una
(...] las enviadas por el Estado español para participar en un órgano de una Organización característica d e la diplom acia y una de sus notas determinantes, pues el diplomáti­
internacional o en una Conferencia de Estados convocada por una Organización internacio­ co, en el ejercicio d e sus funciones, lo que hace siempre es negociar, hasta en los
nal o bajo sus auspicios [...]. menores asuntos
Siguiendo a P r a d i e r -F o d é RÉ, negociar es tratar un asunto con alguien, discutir
Esta últim a definición, p o r lo que a las delegaciones en conferencias se refiere, este asunto para d arle una solución; el término negociación designa la acción de
resulta poco afortunada, por limitativa, al excluir las delegaciones en aquellas confe­ negociar un asunto y, tam bién, el asunto mismo que se trata. En este sentido la nego­
rencias que no sean convocadas o auspiciadas por una organización internacional, ciación diplom ática no se diferencia de cualquier otra negociación que pueda produ­
que. aunque actualmente sean la gran mayoría, también pueden ser convocadas o aus­ cirse en ám bitos públicos o privados, nacionales o transnacionalcs; su especificidad
piciadas por un Estado o grupo de Estados. El legislador se dejó llevar, en este caso viene dada porque tien e lugar entre sujetos de derecho internacional a través de sus
— aunque sin reducir el alcance de la disposición a las conferencias convocadas o órganos representativos que actúan en el ámbito de las relaciones internacionales ofi­
auspiciadas por organizaciones internacionales de carácter universal— , de la corres­ ciales y form ales de tales sujetos. En tanto la actividad diplomática es negociación,
pondiente norm a del Convenio de Viena de 1975, en cuyo ám bito de aplicación no se por ser ésta el m edio propio de actuación de la diplomacia, la negociación diplomá­
incluyen las conferencias consocadas o auspiciadas por Estados. tica es la form a m ás im portante de ejecutar la política exterior por medios pacíficos.
La Ley 6/1997, en térm inos semejantes, aunque con ciertas variaciones de redac­ Negociación diplom ática equivale a negociación internacional, cuando por ésta se
ción. y, por tanto, con las mismas deficiencias que se acaban de señalar, en el artícu­ entiende la realizada, dentro de las relaciones internacionales, con las características
lo 36 dispone: que se acaban de m encionar.
De las diversas definiciones que con distinto alcance se han formulado, cabe des­
Ait. 36. I. Integran (a Administración General del Estado en el exterior
a) Las Misiones Diplomáticas, Permanentes y Especiales.
tacar la de IKLÉ y la de L a l l . Para IKLÉ, la negociación internacional (diplomática)
h) Las Representaciones o Misiones Permanentes. es «Un proceso de interacción a través del cual los gobiernos intentan explícitamen­
c) Las Delegaciones. te llevar a cabo una nueva com binación de sus intereses comunes y contrapuestos»;
d ) [...)- para La l l , es «E l proceso de consideración de una controversia o situación interna­
2. Las Misiones Diplomáticas Permanentes representan con esc carácter al Reino de cional por m edios pacíficos, distintos de los procesos judicial o arbitral, con vistas a
España ante el o los Estados con los que tiene establecidas relaciones diplomáticas.
Las Misiones Diplomáticas Especiales representan temporalmente al Reino de España
promover o alcanzar, entre las partes implicadas o interesadas, algún entendimiento,
ante un Estado, con el consentimiento de éste, para un cometido determinado. mejora, ajuste o solución de la controversia o situación». La negociación tratará de
3. I-as Representaciones o Misiones Permanentes representan con este carácter al Reino superar la inm ovilidad y el conflicto y tiene lugar tanto para tratar de alcanzar acuer­
de España ante una Organización internacional. dos políticos com o acuerdos jurídicos, es decir, tanto encaminada a obtener compro­
4. Las Delegaciones representan al Reino de España en un órgano de una Organización misos políticos com o a concluir tratados internacionales. Pero, además, no solamen­
internacional o en una Conferencia de Estados convocada por una Organización internacio­
nal o bajo sus auspicios. te es negociación diplom ática la que se produce, con cualquiera de estas finalidades,
5. [...]. respecto a los m ás im portantes asuntos de particular trascendencia para las relacio-
154 CURSO DE DERECHO DIPLOMÁTICO Y C O N SU LA R LAS FUNCIONES DIPLOMÁTICAS EN PARTICULAR (I) 155

nes entre los sujetos afectados o la llevada a cabo, de una manera m ás solemne, por ción multilateral reviste, en principio, la forma de debate público, cuando tiene lugar
los órganos centrales o por misiones diplomáticas ad hoc, sino que abarca, también, en el seno de una conferencia diplomática o en el de un órgano de una organización
todas las gestiones que diariamente realiza una misión diplomática permanente, con­ internacional.
ducentes a obtener acuerdos o explorar posibilidades o preparar otras negociaciones,
en relación con muy diversos asuntos de interés, bien para la política exterior del
Estado acreditante, bien directamente a favor de los propios nacionales (personas A. R e q u is it o s p a r a n e g o c ia r
físicas o jurídicas), que tendrán lugar tanto espontáneamente como a petición del
gobierno de ese Estado o de sus nacionales. Para que una negociación diplomática pueda llevarse a cabo, partiendo de L a l l ,
La negociación, como método de la diplomacia, se llevará a cabo de forma oral y pueden señalarse unos requisitos básicos, tanto de carácter objetivo como de carác­
tendrá siempre carácter oficial. Por ello la clasificación que se ha hecho de la nego­ ter subjetivo. Entre los objetivos hay que destacar: ») que dos o más sujetos de dere­
ciación diplomática en verbal y escrita no es correcta, pues la diplomacia implica, cho internacional estén involucrados en un asunto que tenga primordialmentc carác­
como ya se ha visto, relación personal inmediata entre quienes negocian, lo que sig­ ter internacional, es decir, que «objetivamente» la sociedad internacional en su con­
nifica oralidad; otra cosa es que el comienzo de una negociación diplomática pueda junto entienda que se da tal simación; h) que en relación a ese asunto se hayan pro­
concertarse a través de escritos de las partes o que por escrito se vaya fijando lo que ducido o se prevea la producción de discrepancias entre dichos sujetos que necesiten
esté negociado o que se recoja o recapitule todo lo discutido hasta un determinado ser resueltas o que, contrariamente, respecto a tal asunto existan intereses de esos
momento o se presenten propuestas a discutir y, naturalmente, que por escrito se sujetos que deberían coordinarse. Entre los subjetivos, se requiere: a) que las partes
recoja el resultado final de la negociación, pero en ningún caso cabrá considerar la que son consideradas implicadas admitan que, efectivamente, el asunto reúne dichas
forma escrita como una clase de negociación diplomática; sólo aparentemente podría características objetivas y que ellas mismas están afectadas; b) que todas estas par­
así considerarse cuando directamente por escrito, usualmente a través de notas ver­ tes, una o algunas de ellas decidan ocuparse del asunto de una manera pacifica por
bales, se concreta algún aspecto de un acuerdo, pero, en tales casos, esto es posible medio de la negociación. En todo caso, es necesario que los objetivos que las partes
porque, precisamente, así se ha estipulado en la negociación. se fijen alcanzar por la negociación, no se manifiesten de una incompatibilidad insal­
Tampoco resulta acertada la distinción tan frecuente entre negociación oficial y vable o total y asi sea por ellas percibido, es decir, que exista un mínimo de objeti­
negociación oficiosa; la utilización de estas expresiones no puede conducir a la cla­ vos comunes, lo que. aunque a veces parezca que no es posible ante la realidad de
sificación de la negociación diplomática en ambas categorías, pues, como ya se ha situaciones concretas, quizá sea más cierto que siempre pueden encontrarse tales
dicho, una negociación verdaderamente diplomática necesariamente tiene que ser objetivos; piénsese, por ejemplo, en la posibilidad y realidad de negociaciones —por
oficial, en tanto que se actúa en nombre del Estado por órganos y personas adecua­ difíciles y duras que sean— entre la Autoridad Palestina e Israel, para ambas parles
damente representativos y a el se le compromete. De ahí que, cuando se habla de hay un objetivo común que es la paz.
negociación oficiosa, no oficial o también llamada académica, se debe pensar y Dados estos requisitos, la negociación podrá comenzar: a) por iniciativa de las par­
entender en referencia no a una negociación diplomática, sino en conversaciones tes, de forma más o menos espontánea; b) por requerimiento de una o algunas de
informales llevadas a cabo por personas sin condición de representantes diplomáti­ ellas más fuertes o relativamente más fuertes; c) por influencia de terceros que, aun­
cos o por los propios agentes diplomáticos fuera del ejercicio de sus funciones que que no directamente implicados en el asunto, tengan de algún modo interés en él;
pueden tener lugar en circunstancias y lugares muy diversos en el ámbito de sus rela­ d) a instancias o por convocatoria de una organización internacional universal o regio­
ciones particulares, aunque sea por indicación del propio gobierno. Es cierto que con nal dentro de sus competencias.
frecuencia se utiliza también la expresión negociaciones oficiosas en referencia a las
negociaciones de menor transcendencia, gestiones cotidianas o negociaciones no
B. O b j e t iv o s d e l a n e g o c ia c ió n
solemnes, pero en este caso, como se ha indicado, se trata de verdaderas negociacio­
nes oficiales y, por tanto, tal denominación es incorrecta. Es decir, en términos diplo­
Toda negociación diplomática tendrá unos objetivos específicos, los concretos de
máticos, si es negociación, es oficial y si no es oficial no es negociación. Sin embar­
cada una de ellas, conforme a la finalidad de las mismas, pero, además, estarán orien­
go, aunque las conversaciones informales no sean negociación diplomática, no sig­
tados o, al menos, no serán contrarios a la obtención de los objetivos generales de la
nifica que no tengan un indiscutible valor a efectos de una futura acción diplomálica
política exterior de las partes que éstas tengan fijados como prioritarios en cada
y que en buen número de casos sea el único medio posible de mantener contactos
momento o período histórico, que, a su vez, se convertirán en los mínimos irrenun-
para poder llegar a una actuación formal.
ciablcs de cada particular negociación y por ello, para una coherente acción exterior,
A diferencia de oslas pretendidas clasificaciones, conviene, en cambio, distinguir
nunca podrán quedar afectados.
entre negociación bilateral y multilateral, según se produzca en el ámbito de una u En cualquier caso, la razón de ser de una negociación es llegar a un acuerdo entre
otra diplomacia, ya que la negociación se desarrollará de forma distinta en cada una las partes en un grado aceptable de compromiso que suponga alcanzar bien un míni­
de ellas: mientras que la negociación bilateral se realiza de forma reservada, confi­ mo nivel de mantenimiento de una situación, evitando su deterioro, o bien un mejo-
dencial o secreta, a través del dialogo entre los dos sujetos negociadores, la negocia-
156 CURSO OE DERECHO D IPLO M Á TIC O Y C O N S U L A R L A S FU N C IO N E S DIPLOM ÁTICAS EN PARTICULAR (I) 157

ramicnlo de la misma o una solución óptima, y ello, además, en tiem po útil, en prin­ En segundo lugar, deben tener la más amplia información posible respecto al inte­
cipio, por tanto, lo antes posible, aunque sin olvidar que la negociación nunca ha de rés y posibilidades de la negociación para obtener los propios objetivos y cuales sean
ser apresurada en detrimento de los objetivos propuestos o de la viabilidad de su éstos en su graduación, desde los mínimos irrenunciables hasta los que se consideren
resultado; en consecuencia, hay que huir tanto de una paralizante lentitud excesiva óptimos.
como de un compromiso apresuradamente conseguido. En tercer lugar, en la medida de lo posible, será de gran utilidad, a cada parte y
clave para su mayor éxito, conocer, asimismo, la situación, los objetivos mínimos y
óptimos y las posibilidades para su alcance que tiene o tienen la otra u otras partes.
C. Pr o c e s o d e n e g o c ia c ió n En cuarto lugar, dado que toda negociación es una transacción, ha de desarrollar­
se considerando la validez de las posturas contrarias y el valor de sus concesiones,
Toda negociación consiste y se lleva a cabo a través de un proceso que requiere la buscando los posibles puntos de acuerdo por los medios pacíficos de la persuasión y
realización de una serie de actos de las partes, de los cuales unos son de carácter el compromiso; no caben, por tanto, posturas intransigentes, siempre habrá que dar
intemo y otros de carácter externo. Tomando como tipo de negociación, por más algo, pues no habrá negociación si ésta no se basa sobre la intercambiabilidad de unas
completa, la que tiene por objeto la elaboración de un tratado, aunque cabe decir lo concesiones dependientes entre si. De ahí que no se pueda plantear una negociación
mismo, en aquello en que les sea propio, respecto a cualquier otra negociación, por en términos de victoria o derrota, ni siquiera dialécticamente, tratando de imponer un
ejemplo, para un acuerdo político, corresponderían a una acción interna: n) la deci­ resultado, pues una y otra son la negación de la diplomacia y tal actitud nunca con­
sión de negociar sobre una determinada materia: />) el nombramiento de los compo­ ducirá — si se alcanza— a un acuerdo duradero, sino más bien a una actitud de
nentes de la misión y su acreditación a través de los correspondientes poderes; c) las resentimiento y a un deseo de reivindicación, que en nada favorecerá la posibilidad
instrucciones a los negociadores, previas y simultáneas al desarrollo de la negocia­ de futuras negociaciones cordiales y serenas, que permitan llegar a unos resultados
ción. cuando, en este caso, sean necesarias; J) la autorización para la firm a del tra­ positivos; sem ejante planteamiento seria confundir la negociación con la declaración
tado ya negociado; <>) la decisión sobre la manifestación del consentimiento en obli­ de no negociables una serie de puntos o aspectos clave de la misma y vendría a iden­
garse por el tratado que se ha concluido;/) la elaboración de los instrumentos perti­ tificarse con el ultimátum, por lo que no cabría hablar de negociación, sino de impo­
nentes para la manifestación del consentimiento; g) la provisión de la acreditación sición, e imposición y negociación son términos y conceptos contradictorios en esen­
necesaria a la persona que haya de canjear o de depositar tales instrumentos. cia, de ahí que, significativamente. V a r é dijese que en la diplomacia «nada fracasa
Serían actos propios de la acción externa: a) El acuerdo de negociar sobre una tanto como el éxito».
determinada materia y la clase de misión negociadora; b) la com unicación del envío Por eso no pueden admitirse en la negociación diplomática otros medios que no
de la misión y de sus componentes; c) la exhibición, el intercambio o depósito de los sean pacíficos y, en consecuencia, hay que rechazar la amenaza del uso de la fuerza,
poderes; d) la negociación propiamente dicha, es decir, la discusión o debate sobre la considerada por MORGENTUAU como tercer medio, junto a la persuasión y el com­
materia objeto de la negociación, sobre la base de las primeras posturas de las partes, promiso, de que dispone la diplomacia, porque aunque la realidad muestre que, en
las propuestas y contrapropuestas, las ofertas y contraofertas, cesiones o exigencias efecto, tal am enaza es esgrimida en negociaciones diplomáticas concretas —e inclu­
que darán lugar, en su caso, a un acuerdo o a una ruptura de la negociación cuando so se habla de teorias de negociación con amenaza de la fuerza— , intrínsecamente
no haya posibilidad de alcanzar un acuerdo; e) la adopción del texto — naturalmente no es un medio pacífico, lo mismo que las manifestaciones de fuerza o su uso efec­
cuando se llega a un acuerdo— ; /) la autenticación del mismo y su firm a o la firma tivo con ocasión — previa o simultaneamente— de una negociación diplomática
del acta final; g) la comunicación, el canje o el depósito de los instrum entos de mani­ específica, pues se desvirtúa asi el carácter de la diplomacia como medio pacifico de
festación del consentimiento en obligarse por el acuerdo alcanzado. ejecutar la política exterior y, en definitiva, más que de diplomacia, se está ante otros
medios — no pacíficos— de ejecutar esta política o, cuando menos, al decir de G e a -
MANU, conduce a formas viciadas o degeneradas de negociaciones diplomáticas.
D. El e m e n t o s y t é c n ic a s d e l a n e g o c ia c ió n Otra cosa distinta, que, en principio, no tiene por qué desvirtuar una negociación
diplomática, es el tratar de buscar una solución diplomática durante el transcurso de
Para que se puedan obtener resultados positivos, toda negociación ha de desarro­ una acción armada. Pero aparte de estas consideraciones, es necesario tener presen­
llarse observando ciertas técnicas que incluso se convierten en conditio sitie <yi«r non, te, al respecto, que, tanto el uso de la fuerza como la amenaza de su uso, están expre­
para que una negociación sea tal, cuando se trata de las que pueden calificarse como samente prohibidos por la Carta de las Naciones Unidas y que. incluso, las amena­
mínimas o necesarias. Entre éstas, en primer lugar, es necesario que quienes lian de zas a través de presiones económicas, al margen de los propios ámbitos de la nego­
negociar tengan un conocimiento adecuado de la materia objeto de la negociación, es ciación, están, igualmente, proscritas por distintas resoluciones de la Asamblea
decir, veraz y suficientemente profundo, que dé lugar a un correcto entendimiento General de la Naciones Unidas, principalmente por la Resolución 2,625 (XXV), de
entre las partes y les lleve a valorar debidamente, de manera inequivoca y en todo su 24 de octubre de 1970, Declaración sobre los principios de derecho internacional
alcance, cuanto se trate y se produzca en la negociación, de m odo que, en efecto, se referentes a las relaciones de amistad y a la cooperación entre los Estados, y por la
encuentren «hablando del mismo asunto», Resolución 3.281 (XXIX), de 12 de octubre de 1974, Carta de derechos y deberes
158 C U R SO DE D ER EC H O DIPLOMÁTICO Y CONSULAR
L A S F U N C IO N E S D IP L O M Á T IC A S E N PARTICULAR (I) 159

e c o n ó m ic o s de los E stados; p o r o tra p arte, en el c a m p o e s p e c íf ic o d e l d e re c h o de los ciones de la C arta; que los Estados deberían tener en cuenta lo importante que sería
tra ta d o s, el a rtícu lo 52 del C onvenio d e V iena d e 1969 e s ta b le c e la n u lid a d d el trata­ lograr que en sus negociaciones participasen, en una forma apropiada, aquellos otros
do c u y a celeb ració n se haya ob tenid o p o r la a m e n a z a o el u s o d e la fu e rz a , con lo que Estados cuando intereses vitales de éstos resulten afectados directamente por la nego­
se c o rro b o ra la falta de verdadero c a rá c te r d ip lo m á tic o d e la n e g o c ia c ió n realizad a en ciación que se lleva a cabo; que deberían atenerse al marco mutuamente convenido
tale s c o n d icio n es. para la realización de las negociaciones; que deberían procurar mantener un ambien­
E n q u in to lugar, en to d o caso, pero p a rtic u la rm e n te e n la s n e g o c ia c io n e s bilatera­ te constructivo durante las negociaciones y abstenerse de cualquier comportamiento
les, los n e g o ciad o re s deb en co n o cer la o p in ió n p ú b lic a , ta n to d e la p a rte q u e repre­ que pudiera d ificu ltar las negociaciones y sus avances, manteniendo centrada su
se n tan c o m o de la otra parte. Por eso, q u ien e s n e g o c ia n d e b e n e s ta r debidam ente atención en los objetivos principales, y deberían hacer todo lo posible para seguir
in fo rm a d o s de la po stu ra que a d op ten, re sp ec to a la n e g o c ia c ió n e n c u rs o , los medios avanzando hacia una solución justa y aceptable aun en caso de llegarse a un punto
d e c o m u n ic ac ió n , lo s secto res afectado s p o r la m a te ria q u e s e n e g o c ia , los sindicatos muerto.
y [os p a rtid o s p o lítico s o c u alq u ier o rg a n ism o o g ru p o c o n e fe c tiv a in flu e n c ia socio-
p o lític a , e s d ecir, lo qu e. en su con jun to , se n c illa m e n te se d e n o m in a o p in ió n pública
(q u e n o tie n e p o r qué c o in cid ir n e ce sa ria m en te c o n la m a y o ría d e la ciu d ad an ía); y, E. ÓRGANOS NEGOCIADORES
d e sd e lu eg o , se p restará p a rticu la r a te n ció n a lo s g ru p o s p a rla m e n ta rio s , especial­
m e n te c u an d o el acu erd o que se n eg ocia h a d e p a s a r p o r el c o n tro l y la autorización La negociación puede llevarse a cabo por los distintos órganos diplomáticos, tanto
p a rla m e n ta ria p ara que el E stado p u e d a d a r el c o n s e n tim ie n to en o b lig a rse por el centrales com o externos, que serán determinados en función de la negociación de que
m is m o ; y ello , po rqu e d e n ad a serv iría a d o p ta r un a c u e rd o c o n u n c o n te n id o que, de se trate y teniendo en cuenta la mayor adecuación para la obtención de los objetivos
a n te m a n o , se sab e o es previsible q u e no va a s e r a c e p ta d o p o r los p a rla m e n to s que fijados. Al respecto, y en térm inos generales, se puede decir que los órganos centra­
d e b a n a u to riz a r tal co nsen tim ien to. les — dejando aparte al jefe del Estado, por las razones ya señaladas— intervienen,
E n sex to lugar, a u n q u e es c ie rto que la d e c isió n d e lle v a r a c a b o u n a u o tra nego­ ejerciendo la diplom acia directa que les es propia, en las negociaciones de carácter
c ia c ió n d ip lo m ática concreta se d eb e a ra z o n e s p o lític a s y e n d e fin itiv a ideológicas político y de particular transcendencia para la política exterior de sus Estados, tanto
y q u e e sta s razo n es son las que d e te rm in a n c o n d u c ir d e un m o d o u o tro la negocia­ en reuniones bilaterales como multilaterales, para las que vienen a ser los únicos
c ió n , en n in g ú n m o m en to d eben u tilizarse, sin e m b a rg o , p la n te a m ie n to s y argum en­ capacitados. Tam bién, su actuación suele ser la pertinente o necesaria para acordar el
to s d irec ta m en te ideológicos, si n o se q u iere ir a u n fra c a so se g u ro , p o rq u e sobre la comienzo de negociaciones conducentes a la elaboración de un tratado de especial
id eo lo g ía no se n egocia y el cho q u e d e los a b so lu to s id e o ló g ic o s e x c lu y e cualquier interés y relevancia para las partes, estableciendo las bases para el desarrollo de las
^^p o sib ilid ad de acuerdo. mismas o para superar un «punto muerto» en que se encuentre una negociación. Sin
A s í, hay q u e co n clu ir que la acció n n e g o ciad o ra ha d e re a liz a rs e a tra v é s de la per­ embargo, salvo en concretas negociaciones multilaterales, como, particularmente, en
su a sió n y el c o m p ro m iso , tratan d o de a lc an z a r a c u e rd o s q u e s a tis fa g a n , en el mayor el Consejo (de asuntos generales) y en el Consejo Europeo en el ámbito de la Unión
g ra d o p o sib le, los o bjetiv os de las p a rte s y a su m ib le s p o r e lla s , sin d e te rio ro de sus Europea, que necesariam ente están constituidos por los ministros de relaciones exte­
riores y por los jefe s de Estado o de gobierno, respectivamente, no es usual que estos
re la cio n e s.
órganos centrales participen en «el día a día» de la negociación de un tratado, si bien
L a A sam b lea G en eral d e las N acio nes U n id as e n su R e so lu c ió n 5 3 /1 0 1 , de 8 de
es frecuente que presidan una misión especial, en el orden bilateral, o una delegación,
d ic ie m b re de 1998, sobre Principios y d irec tric es p a ra la s n e g o c ia c io n e s internacio­
en el orden m ultilateral, en la primera reunión o sesión negociadora, cuando, por las
n a le s, in cid e en lo h asta ahora e x p uesto y, así, tras c o n sid e ra r « q u e las negociaciones
partes, se quiera resaltar la importancia de la negociación y, también, por las mismas
in te rn a c io n a le s constitu yen un m ed io flexible y e fic a z d e lo g rar, e n tre o tra s cosas, el
razones, presidirán la reunión o sesión en la que se adopte el texto del tratado y fir­
a rre g lo p a c ífic o de las con trov ersias en tre E stad o s y d e c re a r n u e v a s n o rm a s interna­
marán el m ism o; pero hay que tener presente que, en estos casos, los órganos cen­
c io n a le s de co n d u cta» y «que los E stados se deb en g u ia r en su s n e g o c ia c io n e s p o r los trales no actúan ejerciendo la diplomacia directa, que solamente es tal cuando se rela­
p rin c ip io s y n o rm as p ertinen tes del d erech o in te rn a c io n a l» , re a f ir m a la im portancia cionan exclusivam ente con sus homónimos, sino que forman parte de cada concreta
q u e para las n e g o ciacio n es tienen los p rin cipios d e d e rec h o in te rn a c io n a l d e igualdad misión diplom ática que momentáneamente presidan y, por tanto, actuarán ejerciendo
so b e ra n a , de no interv enció n , de buena fe, d e la a b ste n c ió n d e la a m e n a z a o del uso bien la diplom acia especial (en las misiones especiales), bien la diplomacia de con­
d e la fuerza — señ alan do ex p resam en te la n u lid a d d e lo s a c u e rd o s celebrados ferencia o la diplom acia parlamentaria (en las delegaciones en conferencias diplo­
m e d ia n te la am en aza o el uso de la fuerza— , d el d e b e r d e c o o p e ra r y d e l d eb er de máticas o en órganos de una organización internacional). La negociación de tratados
a rre g la r las co n tro versias por m ed io s p acífico s. L as n e g o c ia c io n e s se d e b e rá n reali­ nuevos, en la práctica actual, se lleva a cabo, en el ámbito de la diplomacia multila­
z a r d e c o n fo rm id ad con el derecho in ternacio nal en fo rm a q u e fa c ilite el logro del teral, siem pre por las delegaciones en las conferencias diplomáticas o en los órganos
o b jetiv o d e clara d o d e las neg ociacio nes, q u e sea c o m p a tib le c o n d ic h o o b jetiv o , y se de las organizaciones internacionales, cuando éstos, claro está, tengan en su agenda
a ju s te n a c ie rta s d irectrices, entre las que cabe d estacar; q u e las n e g o c ia c io n e s habrán el debate sobre un tratado, y en el ámbito de la diplomacia bilateral, casi exclusiva­
d e re a liz a rse de b u en a fe, que su pro p ó sito y ob jeto d e b e rá n s e r p le n a m e n te com pa­ mente, por m isiones especiales, cualquiera que sea la materia objeto del tratado.
tib le s c o n lo s p rin cip io s y las norm as d e d erech o in te rn ac io n al in c lu id a s la s disposi-
160 CURSO DE DERECHO DIPLOMÁTICO Y CONSULAR

Las misiones permanentes tienen hoy, por tanto, reducida su actividad negociado­
ra en cuanto a la elaboración de tratados negociados en forma «solemne», pero, sin
duda, ellas siguen siendo las que han de preparar, en su actuación diaria, el camino y
el momento adecuado para la celebración de esos tratados, aparte de que, usualmen­ CAPÍTULO XII
te, el jefe de la misión diplomática permanente y algún otro miembro de la misma
sean acreditados, respectivamente, como jefe de la misión especial o como miembros
del personal diplomático de esta. Los acuerdos adoptados a través de la más sencilla LA S F U N C IO N E S DIPLOM ÁTICAS EN PARTICULAR (II)
forma simplificada, como es, por ejemplo, el canje de notas diplomáticas, asi como
la revisión o prórroga de los tratados son, en cambio, realizados, en general, por la
misión permanente, salvo en los casos en que se trate de una revisión que implique IV. LA OBSERVACIÓN E INFORMACIÓN
modificaciones sustanciales o de la prórroga de un tratado de especial importancia y
transcendencia para las partes, en cuyo caso una u otra serán negociadas por misio­ Tras las funciones de representación y de negociación, hay que ocuparse, en tercer
nes especiales. La misión permanente es, en todo caso, la única y adecuada negocia­ lugar, de la función de observación e información que. por su contenido, se mani­
dora de todos los asuntos ordinarios que en su acción cotidiana ha de gestionar en fiesta como uno de los cometidos diplomáticos de mayor interés para el Estado acre­
interés del Estado acreditante o de sus nacionales. ditante y que actualm ente mantiene una especial relevancia en tanto que, en buena
medida, se destaca como razón decisoria para el establecimiento de relaciones diplo­
máticas a través de misiones diplomáticas permanentes.
La necesidad de los Estados de estar debidamente informados de los aconteci­
mientos que se producen en otros Estados sólo puede conseguirse, aún hoy día. por
medio de la función diplomática de observación c información correctamente ejerci­
da por una m isión permanente, a pesar de las criticas que se hacen a ésta y a su uti­
lidad actual, basadas, respecto a tal función, en que las modernas tecnologías de la
comunicación posibilitan obtener abundante y amplia información en tiempo real,
que puede tener a su disposición cualquier ministerio de relaciones exteriores. Asi,
en efecto, el hecho de que un ministerio tenga las instalaciones pertinentes para la re­
cepción de la inform ación que transmiten las agencias de noticias, dado que la misma
se recibe de forma indiscriminada, exige que se disponga de personal que seleccione
aquellas noticias de interés para la política exterior e incluso interior de Estado; por
otra parte, es sabido que las agencias de noticias dan información de los Estados y
asuntos que ellas mismas determinan con sus propios criterios, por lo que. difícil­
mente. satisfarán plenamente el interés de cada Estado; además, estas noticias se
transmiten «sin referenciar». es decir, sin situar en el contexto en que se producen,
con lo que dejan de tener el valor estricto de información y tendrán sólo una utilidad
tan limitada que realmente no servirá a los Estados para decidir con base en las mis­
mas, sin correr el riesgo de actuar incorrectamente en propio perjuicio.
Se ha dicho, también, que, cuando menos, en aquellos Estados en los que existan
corresponsales de los medios de comunicación, el problema de la falta del contexto
de la noticia quedaría resuelto, en tanto que la función de éstos es informar dando la
noticia com entada en las circunstancias en las que se ha producido. Pero, indepen­
dientemente de que no haya corresponsales en todos los Estados de los que interese
tener inform ación, se requeriría que, además de conocer debidamente la política y
situación del país en que se encuentran, estuviesen especializados en relaciones inter­
nacionales o tuviesen una suficiente formación en esta materia para que su análisis y
comentario pudiera ser estimado por los ministerios de relaciones exteriores. Por otra
parte, hay q ue tener en cuenta que la permanencia de los corresponsales, en momen-

[161]
162 CURSO DE DERECHO DIPLOMÁTICO Y C ONSULAR LAS FUNCIONES DIPLOMÁTICAS EN PARTICULAR (II) 163
tos de crisis social o política de particular gravedad y, por tanto, cuando más se nece­ zaciones y personas de mayor relieve e influencia en la vida del Estado, no solamen­
sitaría su presencia, se hace precaria, pues, como muestra la realidad, con frecuencia te en el orden político en un sentido estricto, sino también económico, social, cultu­
son fácilmente expulsados o no se les permite la entrada. Tampoco se puede desco­ ral, etc., especialmente en los que exista un mayor interés en las relaciones bilatera­
nocer que aunque son variados y de diverso alcance los medios y las posibilidades de les, prestando asimismo particular atención a las relaciones con los medios de comu­
que disponen los corresponsales para hacerse con información, éstos no gozan del nicación social, como se verá más adelante. Pero, en todo caso, los agentes diplomá­
derecho a ser recibidos por los órganos centrales del Estado y a obtener información ticos, y la misión en general, sólo podrán obtener la información por medios lícitos,
reservada que pueda ser concluyente para el buen entendimiento y correcta valora­ observando su obligación de respetar la soberanía y el ordenamiento jurídico del
ción de los acontecimientos de que se trate. Por último, no se puede desconocer que Estado receptor, tal como se dispone en los artículos 3.1.</) y 41.1 y 3 del Convenio
^el corresponsal quiere la noticia para expandirla o comunicarla al gran público, mien­ de Vicna de 1961, pues de lo contrario el Estado receptor está legitimado para adop­
tras que la misión y el agente diplomático la requieren para comunicarla reservada­ tar —y con seguridad lo hará— las medidas de autotutela pertinentes.
mente al gobierno de su Estado. El contenido de esta función abarcará: en primer lugar, la situación general del
^ La misión diplomática permanente dispone, por el contrario, de la capacidad Estado receptor y aquellas situaciones, hechos y declaraciones concretas y, en gene­
intrínseca para ejercer en sentido propio y plenamente la función de observación e ral, todo acontecimiento que se produzca en este Estado y se refiera a las relacio­
información que se le atribuye y en razón de la cual se 1c dota de los medios ade­ nes bilaterales y las reacciones a que los mismos den lugar, provenientes no sólo de
cuados. Asi, desde luego, a través de las misiones diplomáticas, los Estados podrán ámbitos oficiales, particularmente del ejecutivo, del legislativo o del judicial, sino
obtener información sobre todos los asuntos que realmente les interesa, y por los que, también de los partidos políticos —parlamentarios o no—, de los sindicatos y orga­
o entre otras razones, se llegó al acuerdo de establecer las relaciones diplomáticas; la nizaciones empresariales, de los sectores y organizaciones concretos afectados, de
duración indefinida de la misión y la presencia continuada de los agentes diplomáti­ los medios de comunicación social generales y especializados y de la población en
cos de la misma, garantizará o debería garantizar el conocimiento de cuanto suce­ general. En segundo lugar, las reacciones provenientes de esos mismos ámbitos y
de en el Estado receptor, debidamente situado en su correspondiente contexto; la sectores, respecto a las situaciones, hechos, declaraciones y acontecimientos en gene­
misión, por su propia función, está integrada por personal diplomático con formación ral que se hayan producido en el Estado acreditante, con referencia, igualmente, a las
en relaciones internacionales y especializado en las materias que interesa fomentar o relaciones bilaterales. En tercer lugar, la repercusión y las reacciones que tengan
desarrollar entre el Estado acreditante y el receptor; la misión diplomática y los agen­ lugar en el Estado receptor respecto a cualquier tipo de acontecimientos de carácter
tes diplomáticos pueden obtener información de las autoridades centrales del Estado o incidencia mundial, dondequiera que se produzcan. En cuarto lugar, las relaciones
receptor sobre todos los acontecimientos que en éste se produzcan de interés para el del Estado receptor con terceros Estados y las reacciones que en él se producen res­
acreditante, especialmente respecto a los que afecten a las relaciones entre ambos y pecto a las mismas. En quinto lugar, las reacciones que se produzcan en el Estado
particularmente el jefe de la misión tiene derecho a solicitar y que le sea concedida, receptor respecto a las relaciones del Estado acreditante con terceros Estados.
incluso con urgencia, audiencia por el ministro de relaciones exteriores, el jefe del La función de observación e información puede ejercerse, también, en su aspecto
gobierno o el jefe del Estado, para recabar una más amplia información, que no llega de información, en sentido inverso, es decir, la misión diplomática vendrá obligada a
a los medios de comunicación por su carácter reservado y que permitirá un mejor informar al Estado receptor, cuando así le sea requerido por sus autoridades centra­
encuadre y valoración de tales acontecimientos; en fin, la misión diplomática y los les, de la situación general del Estado acreditante, así como de todos los aconteci­
agentes diplomáticos, al menos en principio, tienen garantizada su presencia aun en mientos que se produzcan en el mismo, respecto a las relaciones bilaterales, y de las
los momentos de grave crisis en el Estado receptor y, por tanto, pueden mantenerse reacciones que éstos originen en el propio Estado. Igualmente, la misión podrá, asi­
en un conocimiento adecuado de la situación c informar al Estado acreditante, pues mismo, ser requerida para informar de la repercusión en su país de los aconteci­
aunque cabe la expulsión de agentes diplomáticos sin necesidad de que exista una mientos de carácter o incidencia mundial c, incluso, en la medida en que de algún
justificación real, no será de todos ellos, salvo que se llegue a la ruptura de relacio­ modo puedan afectar al Estado receptor, si bien sea indirectamente, de asuntos rela­
nes diplomáticas y al consiguiente cierre de la misión, pero esto no es probable que tivos a las relaciones del Estado acreditante con terceros Estados. Este sentido del
se produzca si la misión y los diplomáticos llevan a cabo correctamente el ejercicio ejercicio de la función de información es, en cualquier caso, de menor relevancia,
de sus funciones sin violar sus obligaciones respecto al Estado receptor. toda vez que el Estado receptor siempre dará mayor crédito a la información que, de
La función de observación e información, aunque corresponde a toda misión cuanto sucede en el Estado acreditante, le proporcione su propia misión diplomática
diplomática, es la misión diplomática permanente quien la ejerce plena y propia­ en este Estado; por otra parte, hay que dejar constancia de que, en la práctica, cuan­
mente. Consiste en enterarse del modo más completo y exacto posible, a través de do la misión diplomática es requerida para informar al Estado receptor, su finalidad
todos los medios al alcance de la misión, de todos los acontecimientos que se produ­ es, usualinente, pedir explicaciones al Estado acreditante por concretas situaciones,
cen en el Estado receptor e informar de ellos al Estado acreditante. Por eso, además hechos o declaraciones que se hayan producido en este Estado y que el Estado recep­
del derecho a obtener audiencias a los más altos niveles, como se señaló más arriba, tor considere que le afectan particularmente y que son inadmisibles; en definitiva, tal
los agentes diplomáticos han de saber introducirse en los distintos ámbitos y secto­ convocatoria dará lugar, en la generalidad de los casos, a una llamada de atención o
res de la sociedad del Estado receptor y mantener buenas relaciones con las organi- a una protesta formal por parte del Estado receptor.
164 CURSO DE DERECHO DIPLOMÁTICO Y CO N SU LA R
LAS FUNCIONES DIPLOMÁTICAS EN PARTICULAR (II) 165

Esta función de observación c información, se ejercerá por la misión, tanto de una y por el Tratado de la Comunidad Europea en el artículo 20, (al como lo entien­
manera continuada, que dará lugar a la elaboración de informes que enviará periódi­ den SALMON y V e r w j l g h e n . Históricamente, también sin ser nacionales, se ex­
camente al Estado acreditante, como de forma ad hoc, recabando, entonces, la infor­ tendía la protección a los llamados «protegidos», que se ejercía por Francia res­
mación que específicamente este Estado 1c haya solicitado sobre un asunto o materia pecto a los católicos, por Rusia respecto a los ortodoxos y por España respecto a
concreta; también, frecuentemente, aunque no sea ttn modo estrictamente diplomáti­ los sefardíes (aún eficazmente durante la Segunda Guerra Mundial), cuando en el
co y correcto, el jefe de la misión, con la intención de dar un carácter particularmente Estado receptor no existia representación diplomática del Estado de su nacionali­
reservado y a la vez informal, traslada la información personalmente al ministro por dad e, incluso, respecto a los sefardíes, aun siendo éstos ciudadanos del Estado
carta privada, lo que, en cierto modo, viene a privatizar esta función diplomática, com­ receptor.
plicando el valor y la eficaz utilización de la misma. Adecuadamente ejercida, la fun­ En cuanto al alcance de la protección diplomática, conviene, al menos, señalar
ción de información deberá proporcionar al Estado acreditante, a través del conjunto aquí que la CDI ha comenzado a trabajar, en 1997, sobre la protección diplomática y
de sus misiones diplomáticas permanentes, un conocimiento de amplio espectro de la en el Informe preliminar del Relator especial (50.a sesión, 1998) se plantea el consi­
situación general de los demás Estados, de sus propias relaciones exteriores y de derar la opinión de extender la protección diplomática a los nacionales de un Estado
las relaciones internacionales en general, que le habrá de servir de base imprescindi­ que sufriesen un daño no en el extranjero, sino en el territorio del Estado del que son
ble para decidir su política exterior, tanto en el orden bilateral como general, y tomar nacionales, como consecuencia de un hecho intemacionalmente ilicito causado por
las acciones concretas de actuación. una misión diplomática extranjera o por funcionarios de la misma, que se benefician
de la inmunidad de jurisdicción y, por consiguiente, no pueden ser conducidos ante
los tribunales locales.
V. LA PROTECCIÓN DIPLOMÁTICA La protección diplomática se concreta a través de una reclamación internacional
en la que se exige, en principio, una adecuada reparación en consonancia con el per­
Como se señaló anteriormente, la protección diplomática, aunque sea considerada juicio ocasionado por el acto ilícito que origina la responsabilidad internacional. En
una tarea clásica de la misión diplomática, no es, como también se ha indicado, una cuanto función diplomática, la reclamación será hecha formalmente por la misión
función esencial, de ahí que se haya estimado que su lugar en el orden de las funcio­ diplomática por medio de una nota diplomática, bien enviada, bien presentada per­
nes deba ser el cuarto, tras la función de observación e información. Dado que se sonalmente, ante los órganos centrales para las relaciones exteriores del Estado
trata de una institución propia del derecho internacional público, que rebasa el espe­ receptor, ordinariamente en el ministerio de relaciones exteriores.
cífico ámbito del derecho diplomático, no se hará aquí un tratamiento in extenso de Para que pueda ejercerse la protección diplomática han de darse los siguientes pre­
la misma, sino, tan sólo, unas determinadas consideraciones de particular interés en supuestos o requisitos:
cuanto al ejercicio de tal función.
En tanto función diplomática, el ejercicio de la protección diplomática por el o) La existencia o presunción de una infracción del derecho internacional, por
Estado significa que ésta se lleva a cabo a través de una misión diplomática, de ordi­ acción u omisión, cometida por el Estado receptor, bien sea del derecho internacio­
nario la misión permanente, pero, también, por misiones especiales o por la diplo­ nal general, el denominado standard mínimum internacional —que en cada momen­
macia directa, ante las autoridades centrales del Estado receptor. Por consiguiente, to habrá que determinar cuál es su alcance, para evitar su alegación abusiva—, bien
queda excluido como función diplomática el ejercicio de la protección cuando se sea del derecho internacional convencional, tanto bilateral como multilateral, al que
lleva a cabo por otros medios, ante distintas posibles instancias internacionales, bien se encuentren obligados ambos Estados y que produzca una lesión de cualesquiera
desde su comienzo, bien como continuación de una primera actuación de la misión intereses protcgibles. La infracción puede provenir de cualquier poder ti órgano del
diplomática que no obtiene resultado satisfactorio. Estado receptor de cuya actuación puetla resultar la responsabilidad internacional de
La protección diplomática se ejerce con el fin de defender ante el Estado recep­ este Estado, así, básicamente, tanto del ejecutivo, del legislativo, del judicial, como
de las autoridades administrativas, en principio, centrales, aunque, también, periféri­
tor, como consecuencia de una actuación ilícita del mismo. los intereses tanto del
cas regionales o locales, si bien en estos casos, como del judicial o de autoridades de
Estado acreditante como de sus nacionales, sean personas físicas o jurídicas, así
órganos políticos subestatales, podrá haber lugar a la protección consular.
como las naves y aeronaves con pabellón de! Estado acreditante; la referencia, del
b) La nacionalidad es decir, la protección diplomática, salvo las excepciones
artículo 3.1 .A) del Convenio de Viena de 1961, a la protección de los intereses
señaladas, sólo podrá asumirse en defensa de intereses cuyos titulares sean naciona­
del Estado acreditante, habrá de entenderse hecha a sus intereses en el Estado
les del Estado acreditante, al menos en los momentos de solicitar y comenzar, en su
receptor, cuando en él actúa iuregeslionis a través de empresas estatales o públicas.
caso, la protección, por lo que —como se debatió en el 53.° período de sesiones
Por ello la protección puede alcanzar tanto a intereses públicos com o a intereses
(2001) de la CDI—■si la persona perjudicada cambia, de buena fe, de nacionalidad
particulares. Se podrán proteger, igualmente, los intereses de aquellos Estados y
después de sufrir el perjuicio, podrá asumir la protección el nuevo Estado de nacio­
de sus nacionales, naves y aeronaves, respecto a los cuales, y con tan alcance, el
nalidad si el Estado de la nacionalidad original no la ha ejercido o no la esté ejer­
Estado acreditante haya asumido su representación internacional ante ei Estado
ciendo y siempre que no sea, precisamente, contra este Estado. Obviamente, en los
receptor, como se prevé por el Convenio de Viena de 1961 en los artículos 45 y 46
166 CURSO DE DERECHO DIPLOMÁTICO Y CO N SU LA R LAS FUNCIONES DIPLOMÁTICAS EN PARTICULAR (II) 167

términos del Convenio de Viena de 1961, la protección diplomática se asumirá, tam­ bién, de abandonarla, renunciar a ella o llegar a una transacción sobre su contenido,
bién, cuando el titular sea el Estado acreditante en su actuación ture gcslionis. sin necesidad de seguir instrucciones ni siquiera de consultar con el perjudicado; asi­
c) El agotamiento de la via interna, es decir, que el lesionado haya acudido ante mismo es libre para conceder o negar al particular lesionado el contenido de la repa­
todas las instancias posibles de orden judicial o administrativo, ordinarias o especia­ ración que haya obtenido, pudiendo, por tanto, disfrutarlo en beneficio propio.
les en el Estado receptor, según el asunto o materia de que se trate, sin obtener la res­
tauración de su derecho o se le haya denegado justicia.
d) Se ha considerado, también, como presupuesto para el ejercicio de la protec­ VI. EL FOMENTO Y DESARROLLO DE RELACIONES PACÍFICAS
ción diplomática, la necesidad de una conducta correcta del lesionado, es decir, que
no haya realizado actos, a su vez, ilegales que pudiesen justificar o explicar la actua­ Compete, también, a la función diplomática el fomentar y desarrollar las relacio­
ción ilícita del Estado receptor. Sin embargo, su aceptación es mayoritariamente dis­ nes de todo orden, primordialmente en los ámbitos de particular interés en las con­
cutida, al no responder a tal exigencia la práctica generalizada de los Estados, aun­ cretas relaciones entre los Estados. El hecho de que en el artículo 3. Le) del Convenio
que la falta de una conducta correcta del lesionado sí pueda tener su repercusión a la de Viena de 1961 se haga referencia, por una parte, al fomento de las relaciones
hora de fijar la reparación. amistosas entre el Estado acreditante y el receptor y, por otra, al desarrollo de las
relaciones económicas, culturales y científicas entre ellos, no ha de entenderse como
La protección diplomática, en tanto institución jurídico-intcrnacional, es un dere­ algo diferenciado, sino como dos manifestaciones de una actividad interdependiente:
cho de los Estados, no de los titulares de los intereses lesionados, que se ejercerá de
se fomentan las relaciones amistosas para el desarrollo de ámbitos concretos de rela­
conformidad y. como reconoce el articulo 3.1 .b) del Convenio de Viena de 1961, den­
ciones o, si se quiere, el desarrollo de estos ámbitos concretos de relaciones fomen­
tro de los límites permitidos por el derecho internacional, lo que excluye una actua­
ta las relaciones amistosas entre los Estados. De ahí que, en definitiva, se trate de
ción abusiva que pueda constituir una ingerencia en los asuntos internos del Estado
receptor. Así, en términos de derecho internacional, el ejercicio de la protección fomentar y desarrollar las relaciones pacíficas entre los Estados en presencia y que
diplomática, a diferencia de la protección consular, tiene un carácter discrecional, de la mención expresa a los ámbitos económicos, culturales y científicos no tenga mas
modo que, aun cumpliéndose los presupuestos necesarios indicados, el Estado acre­ —por importantes y global izadores que éstos sean— que un carácter enunciativo
ditante no está obligado a asumir la protección que Je sea solicitada, es decir, no exis­ entre todos los posibles y, por eso, el delegado español en la Conferencia de Vicna de
te un derecho subjetivo a la misma exigióle por el particular al Estado, lo que en defi­ 1961, propusiera que sólo se hiciera referencia a «relaciones de todo orden».
n itiv a significa que la decisión del Estado acreditante de asumir o no la protección Aunque esta función fue incorporada en el proyecto de artículos por entender la
'^diplomática responde a criterios políticos y no jurídicos, por tanto, de que se estime CDI que con la creación de las Naciones Unidas y la evolución moderna el fomento
o no pertinente en función de la situación de las relaciones con el Estado receptor. y desarrollo de tales relaciones han adquirido una importancia cada vez mayor, la
Esta discrccionalidad en el orden internacional no impide, sin embargo, que en el verdad es que la misma bien puede considerarse implícita porcl hecho del estableci­
orden interno Jos Estados puedan establecer la obligación de asumir siempre la pro­ miento de relaciones diplomáticas y del envío de una misión diplomática cuya razón
tección diplomática, cuando les sea solicitada y se cumplan los presupuestos o requi­ de ser y finalidad no es otra que fomentar y desarrollar relaciones amistosas y, natu­
sitos necesarios para su ejercicio, otorgando así, a los particulares, un derecho subje­ ralmente, por medios pacíficos y a ello ha de estar encaminada toda la actividad
tivo a la misma; aunque es un compromiso excepcional, tal obligación se establecía diplomática. Por tanto, esta función, además de ser considerada como una específica
en la Constitución del Imperio Alemán de 1871 y en la, también. Constitución ale­ función diplomática, es, también, el objetivo último de las demás funciones y de la
mana de Wcimar de 1919. y actualmente así se entiende que queda establecida en la diplomacia y, al mismo tiempo, la justificación de la existencia de relaciones diplo­
Constitución portuguesa de 1976 (art. 14). Por otra parte, asimismo en el orden inter­ máticas.
no, cabe la posibilidad bien distinta, de que se reconozca legalmente la obligación
del Estado de indemnizar al particular lesionado, cuando no asuma la protección
diplomática, tanto en los casos en que la lesión del nacional sea consecuencia de un VII. EL EJERCICIO DE FUNCIONES CONSULARES
acto ilícito del Estado receptor en respuesta a una actuación, incluso perfectamente
correcta y licita, del Estado acreditante en el marco de las relaciones entre ambos, El Convenio de Vicna de 1961 en el párrafo 2.° del artículo 3, incluido como con­
como en los casos en que el acto ilícito que ocasiona la lesión no esté vinculado a secuencia de una enmienda presentada por España, reconoce expresamente la posi­
reacción alguna; es decir, tal compromiso del Estado puede establecerse bien en vir­ bilidad de ejercicio de funciones consulares por las misiones diplomáticas. A lo largo
tud de la existencia de un nexo causal, bien sin que exista nexo causal alguno. del correspondiente debate en la Conferencia, se puso de manifiesto que el ejercicio
Además del carácter discrecional y por la misma razón de ser el Estado el titular de funciones consulares por las misiones diplomáticas era práctica antigua que se
de la misma, la protección diplomática se ejerce por el Estado acreditante con abso­ venía realizando de forma generalizada por los Estados y particularmente desde 1919
luta disponibilidad, esto es, una vez asumida discrecionalmente la protección solici­
en que se extiende la costumbre de establecer secciones consulares en las misiones.
tada, hace suya la reclamación y es libre, por tanto, no sólo de iniciarla, sino, tam-
168 C U R SO D E DER EC H O D IP L O M Á T IC O Y C O N S U L A R

La disposición de este párrafo 2.°, en los térm inos de que n in g u n a disposición del
Convenio se interpretará de modo que impida el ejercicio de fu nciones consulares
por la misión diplomática, se impuso a las propuestas de exigir el consentim iento o,
al menos, la no oposición del Estado receptor — condición ésta que se incluía en la V LA MISIÓN DIPLOMÁTICA
enmienda original de España—. teniendo en cuenta que, en to d o caso, las funciones
consulares se ejercerán siguiendo la práctica existente conform e al derecho interna­
cional. No se aceptaron, por tanto, ni la oposición tajante de Venezuela, cuyo derecho CAPÍTULO XIII
prohíbe el ejercicio simultáneo de funciones diplom áticas y consulares, ni la postura
de Italia que al entender que algunas funciones consulares entran d entro del cuadro
de las funciones diplomáticas, para el ejercicio de ésas no h aría falta la autorización
LA M ISIÓN PERMANENTE
del Estado receptor, pero que ésta si seria necesaria para el ejercicio de las funciones
consulares que no tengan tal carácter.
l. N O C IÓ N D E M IS IÓ N DIPLO M Á TICA
El ejercicio de funciones consulares por una m isión diplom ática, en la práctica
actual a través de una sección consular de la misma, no exige un acuerdo consular ni,
El C onvenio d e V iena d e 1961 no define lo que es una m isión diplom ática en gene­
en la generalidad de los casos, la necesidad de la concesión del exequátur por el
ral ni siquiera la m isió n diplom ática perm anente, que es el objeto particular de este
Estado receptor que autorice al agente diplomático encargado de tal sección a ejercer
Convenio, lo que es, sin duda, una im portante e inexplicable carencia, m áxim e cuan­
las funciones consulares. Ello es asi, porque, en efecto, una sección consular no es
do es el ú nico co nv en io co dificado r del derecho diplomático que deja de definir el
una oficina consular en el significado específico del C onvenio de V icna de 1963
órgano básico p a ra la relación concreta que se regula. En efecto, el Convenio de 1963
sobre Relaciones consulares ni el agente diplom ático encargado de la sección consu­
sobre R elacio nes co n su lares define la oficina consular, el Convenio de 1969 sobre
lar es un funcionario consular en los términos de este Convenio. N o obstante, esto no
las M isiones especiales defin e la m isión especial y el Convenio de 1975 sobre la
quiere decir que se confundan las funciones diplom áticas y las consulares, por lo que
R epresentación d e los E stados en sus relaciones con las organizaciones internacio­
éstas han de ejercerse por la misión diplomática de conform idad con las propias nor­
nales d e carácter un iv ersal d efine misión perm anente, misión perm anente de obser­
mas de derecho consular que las rigen y ante las autoridades locales correspondien­
vación, deleg ación en un órgano, delegación en una conferencia y delegaciones de
tes en cada caso.
observación en u n órgano y en una conferencia. El Convenio de 1969 sobre las
M isiones esp eciales al definir, por remisión, la misión diplom ática permanente
entendiendo po r tal « u n a m isión diplom ática en el sentido de la Convención de Viena
sobre relacio nes dip lo m áticas», lo único que hace, al no establecer ésta definición
alguna al resp ecto , es declarar que el contenido de la misma es la regulación de la
misión d ip lo m ática perm anente. Sobre una base convencional y por transposición
analógica cab ria utilizarse la definición de misión permanente del Convenio de 1975,
refiriéndola a las relacio n es entre Estados, en lugar de a las relaciones entre Estados
m iem bros y una organización internacional y. de tal modo, la misión permanente
sería « u n a m isión d e índole perm anente, que tenga carácter representativo del
EstadoTeflviada p o r un E stado ante otro Estado», lo que, desde luego, tam poco resul­
ta satisfacto rio en cu an to a la determ inación de lo que sea la naturaleza intrínseca de
una m isión d ip lo m ática. En nuestro derecho interno, el Real Decreto de 8
de m ayo, sobre O rgan izació n de la Adm inistración del Estado en el Exterior, en su
artículo 3.2, d e fin e las m isiones diplom áticas permanentes como «las establecidas
con carácter representativo del Estado español ame otro u otros Estados; en este últi­
mo caso, en rég im en de acreditación múltiple y con residencia en uno de ellos»;
com o se p u ed e com probar, esta definición sigue los términos del derecho conven­
cional y, en co nsecu en cia, no se está propiam ente ante una noción o concepto de
m isión d iplo m ática.
L a ex p resión m isió n diplom ática viene siendo utilizada tanto en sentido subjetivo,
con r c f e r c ñ a á 'a l ag ente diplom ático, com o en sentido objetivo, con referencia al

[1691
170 CURSO DE DERECHO DIPLOM ÁTICO Y C O N S U L A R
LA MISIÓN PERMANENTE 171

órgano dedicado a la actividad diplomática en el_cual el agente presta sus servicios. ni rúbrica — aunque con frecuencia se haga— de agente diplomático alguno, bastan­
En sentido subjetivo, significa el período de tiempo y ei lugar donde el agente diplo­ do con el sello correspondiente.
mático ha ejercido sus funciones como tal («ha estado en misión diplom ática x tiem­ El status diplomático aplicable o del que se beneficia la misión, como órgano
po», «ha estado en misión diplomática en tal Estado»); asimismo, significa el con­
junto de .miembros del personal diplomático del órgano diplomático en el que pres­
tan sus servicios (la misión diplomática como la totalidad de los agentes diplomáti­
© cional, es distinto y de mayor alcance y contenido que el que beneficia a los
agentes diplomáticos, en razón precisamente de su persistencia y elemento principal
de la relación diplomática.
cos de cada órgano diplomático concreto). Aplicable tanto a los agentes diplomáticos
como a los órganos diplomáticos, la expresión misión diplomática se utiliza, igual­
mente, en referencia al cometido a desarrollar, en cada caso concreto, bien por los II. RANGO Y DENOMINACIÓN DE LAS MISIONES DIPLOMÁTICAS
agentes, bien por el órgano diplomático (a los agentes o al órgano diplomático se les
ha encomendado tal o cual misión diplomática); este cometido viene a ser, en defi­ Las distintas categorías o rangos de las misiones diplomáticas permanentes no
nitiva, el contenido de cada misión. están determinadas en el Convenio de Vicna de 1961, lo que resulta un fallo en un
En sentido objetivo, misión diplomática hace referencia a los órganos institucio­ convenio que consagra la misión, en tanto órgano, como el eje de la acción diplo­
nales previstos en el ordenamiento de jurídico de cada Estado o sujeto de derecho mática, pero sí pueden deducirse, en parte, de lo dispuesto en el articulo 14 respecto
internacional en general específicos para realizar la actividad diplomática, que tie­ a las clases de jefes de misión y, en todo caso, tales categorías podrán fijarse tenien­
nen una configuración burocrática y jerarquizada, ordinariamente — en el caso de los do en cuenta el derecho consuetudinario y lo que es o ha sido la práctica generaliza­
Estados— formando parte de la estructura orgánica de los ministerios de relaciones da de los Estados y otros sujetos de derecho internacional. En la actualidad se dis­
exteriores como elementos integrantes de la Administración del Estado en el exterior tinguen tres rangos o categorías de misiones diplomáticas permanentes.
y su existencia es independiente de las personas que en cada momento prestan sus * ¿a primera categoría está constituida por las siguientes misiones:
servicios en ellos, es decir, preexisten y subsisten a su componente personal. Su envió
y establecimiento puede hacerse con carácter temporal o indefinido, permanente. a) En primer lugar,_y_bás_icamente, por las embajadas, que en la práctica actual
El sentido objetivo de misión diplomática es el que m odernam ente se destaca se ha convertido en la misión permanente tipo y de ahí que tal denominación, si bien
como principal y el que el Convenio de Viena de 1961 consagra en su sistemática corresponde a una específica misión de este primer rango, sea utilizada con frecuen-
como el eje de la actividad diplomática frente al sentido subjetivo de épocas ante­ ciáj genéricamentc, como sinónimo de misión diplomática, lo que, desde luego, es
riores que hacía girar toda esta actividad en torno a la persona del diplomático, en incorrecto y da lugar a confusiones y mal entendidos.
concreto del jefe de la misión. De tal forma, la misión diplom ática, así entendida, b) En segundo Jugar, pertenecen, también, al primer rango las representaciones
se afirma en su entidad institucional con independencia de su com ponente perso­ de la Santa Sede denominadas nunciaturas. Como ocurre con la denominación de
nal e implica el cambio hacia la objetivación de las relaciones diplom áticas, lo que, embajada respecto a la generalidad de las misiones, también genéricamente pero
siguiendo a MARESCA, cabe concretar, principalmente, en una serle de manifesta­ incorrectamente, se utiliza la denominación de nunciatura en referencia a las distin­
ciones, como son: tas representaciones de la Santa Sede. La figura de la pro-nunciatura, creada por
Mota Propio de Pablo VI en 1966, como denominación de las representaciones de la
Su establecimiento se hace por acuerdo internacional entre el Estado acre- Santa Sede en los casos en los que el jefe de la misma, pro-nuncio, no fuese auto­

0 : y el receptor, por tanto de forma distinta de los concretos nombramientos


de su personal. Su extinción responde, también, a causas específicas, en principio
graves, diferentes de las propias que ponen fin a la condición de miembro de su
máticamente el decano del cuerpo diplomático acreditado en el Estado receptor, fue
suprimida por Juan Pablo II en 1993, convirtiendo tales representaciones en nuncia­
turas, decisión que se comunica a las nunciaturas por Despacho Circular del Secre­
personal. tario de Estado, de 19 de enero de 1993.
b) Los cambios de su personal en nada influyen en la persistencia y carácter de c) En tercer lugar, son de esta categoría las misiones denominadas altos comí- 1 .
la misión. sanados en el ámbito de la Comunidad Británica de Naciones (The British Comrnon-
c) El cambio de rango de la misión no depende, tampoco, de la condición del wealth o f Nations) o así también denominadas en algunos casos entre otros Estados
personal, sino del acuerdo entre las partes o de medidas de reacción como conse­ fuera de este ámbito, normalmente como manifestación de las particulares relaciones
cuencia de las relaciones entre ellas. entre ellos.
(dVi La misión diplomática está dotada de una capacidad funcional propia, en tanto d) En cuarto lugar, corresponden a este rango las llamadas altas representacio­
órgano representativo del Estado acreditante y, así, no sólo actúa personalizada a tra­ nes intercambiadas entre Francia y los miembros de la Comunidad Francesa, aunque
vés de su personal diplomático, sino como tal órgano, como se refleja muy clara­ tal denominación no es aplicada de manera regular y uniforme por todos ellos. —1
mente en las notas verbales, nota diplomática que se dirige por la misión al ministe­
rio de relaciones exteriores del Estado receptor o por éste a la misión, no por perso­ La segunda categoría está integrada por las legaciones, nombre, en su origen,
na o a persona concreta, se redactan, por ello, en tercera persona y no necesitan firma genérico de toda misión diplomática, pero que quedó relegado a ser la denominación
172 CURSO DE DERECHO D IPLO M Á TIC O Y C O N S U L A R
LA M ISIÓN PERMANENTE 173

común de toda misión de rango inferior ai de embajada, al reservarse este nuevo tér­ III. LAS M ISIO N ES «PARADIPLOMÁTICAS»
mino como denominación generalizada para las m isiones de la prim era categoría
cuando surge la práctica de los Estados de establecer m isiones de distinto rango, que Reciben la calificación de misiones «paradiplomáticas» aquellas representaciones
consagra el Congreso de Viena de 1815 en el Reglamento de categorías entre los que aunque desarrollan una actividad de carácter diplomático en cuanto a su conte­
agentes diplomáticos. Dado que el nombre de legación es, tam bién, el general de las nido, no son por su naturaleza misiones diplomáticas, al no responder a los requisi­
misiones de la tercera categoría, la forma de saber de qué categoría se trata es acu­ tos de las m ism as en cuanto al cumplimiento de las formalidades para su estableci­
diendo a la clase de jefe de misión, si es un ministro plenipotenciario será una lega­ miento y al régim en jurídico por el que se rigen, porque, como observa MOUSSA,
ción de la segunda categoría, si es un encargado de negocios será una legación de la principalmente, su estatuto jurídico y político es distinto del de las misiones diplo­
tercera categoría. máticas en sentido estricto. Se trata en todo caso de una calificación abierta, aplica­
Respecto a esta segunda categoría de misiones diplomáticas perm anentes, hay que ble a figuras de m uy diversa naturaleza que, en cada momento, puedan darse en la
señalar que en la práctica actual no se utiliza, toda vez que, com o consecuencia del práctica. Es, tam bién, una calificación discutida e incluso negada por quienes consi­
proceso de descolonización, cuando se establecen relaciones diplom áticas, se acuer­ deran que lo im portante no es el estatuto, sino la función que en efecto se ejerce, pero,
da siempre el envío de misiones de la primera categoría, debido a que los nuevos de este modo, estos m ism os vienen a reconocer, obviamente, que la diferencia for­
Estados, en virtud del principio de igualdad soberana, sólo van a aceptar, en princi­ mal existe y este aspecto es fundamental en derecho diplomático.
pio, enviar y recibir misiones diplomáticas del más alto nivel, rechazando, por tanto, Como m isiones paradiplom áticas pueden destacarse los siguientes casos:
como inadmisible la práctica tradicional, hasta entonces existente, de ser precisa­
mente las legaciones de esta segunda categoría las más numerosas, al reservarse el A) A unque en la actualidad poco frecuentes, hay que incluir aquellas Oficinas
envío de embajadas únicamente entre las primeras potencias de cada momento y, en consulares y las llam adas Representaciones comerciales o Representaciones consu­
algunos casos, poruña segunda potencia ante una de las primeras. lares y com erciales —estas dos últimas, principalmente, en las relaciones entre Es­
A la segunda categoría correspondían, también, las intcm unciaturas de la Santa tados «occidentales» y Estados del «bloque comunista»— que establecidas en las
Sede, actualmente inexistentes al ser suprimidas, como las pro-nunciaturas, en 1993 capitales de los Estados receptores en los que no hay misión diplomática, en general
por Juan Pablo II. porque no hay relaciones diplomáticas, se les atribuye la capacidad de realizar fun­
La tercera categoría, como se acaba de hacer mención, queda integrada, de manera ciones diplom áticas e incluso se les dota de status diplomático, tanto a ellas como a
general, por misiones denominadas legaciones, igual que las de segundo rango, en los los miem bros de su personal del más alto nivel. Se trata del que ha sido el grupo más
casos en los que el jefe de las mismas sea un encargado de negocios. Contrariamente a numeroso de m isiones paradiplomáticas y el que, en buena medida, dio origen a tal
lo dicho respecto a las legaciones de la segunda categoría, estas legaciones de la terce­ denominación.
ra categoría siguen existiendo en la práctica, no porque a este nivel se hayan estableci­ B) Las Representaciones de los movimientos de liberación nacional, que, salvo
do en el origen de las relaciones diplomáticas, sino porque a este nivel, y no al segun­ los casos excepcionales en que son reconocidas como misiones diplomáticas en sen­
do, es al que se rebaja una misión cuando se acude a esta medida como forma de reac­ tido estricto y form alm ente establecidas como tales, son, en general, reconocidas y
ción, entre otras posibles, en una situación de crisis de las relaciones entre el Estado establecidas com o representaciones sai generis, toda vez que no gozan de un estatuto
acreditante y el Estado receptor; por eso, en la práctica actual, siempre que se conozca uniforme, pues cada Estado puede acordar con cada movimiento de liberación tratos
la existencia de una legación, puede decirse, en principio, que entre ambos Estados hay diferentes, que pueden ser modificados en cualquier momento, y la «acreditación» de
una crisis aún no plenamente superada, pues en cuanto se considere resuelta se volve­ los miembros de estas representaciones no es ante el Estado receptor, en cuanto tal,
rá a restablecer la misión en su primera categoría. sino ante el gobierno, ante el partido único, en su caso, o ante el partido o los partidos
Todas estas denominaciones corresponden, dentro de las distintas categorías, a las en coalición en el poder. Estas representaciones no se pueden confundir con las que se
más generalizadas, utilizadas o arraigadas en distintos ámbitos, pero nada impide establecen por o con los Estados creados sobre la base del propio movimiento de libe­
que, en cada categoría —como ocurre sobre todo en la tercera de ellas— , los Estados ración (p. e., República Árabe Saharaui Democrática o Estado Palestino), porque si
den cualquier otra denominación específica a sus representaciones diplomáticas, bien estos Estados son reconocidos como tales por otros Estados, las representaciones
por razones de derecho interno, bien en razón de particulares relaciones entre ellos, diplomáticas entre ellos lo serán en sentido estricto. Tampoco se estará ante la figura
siempre que el Estado receptor lo acepte. de representación paradiplomática en los casos en que el representante de un movi­
Por otra parte, aunque no sean ahora objeto de estudio, conviene recordar aquí, miento de liberación nacional esté incorporado como agente diplomático de la misión
como ya se ha indicado, que también son misiones permanentes las que con tal carác­ diplomática de un Estado, pues, en tales casos, es ya miembro del personal diplomá­
ter se establecen ante las organizaciones internacionales en cuanto tales sujetos de tico de una m isión diplomática en sentido propio, aunque su cometido en la misión sea
derecho internacional, que dentro de las particularidades propias de diverso orden, se exclusivamente el de la representación del movimiento de liberación.
denominan de forma generalizada representaciones permanentes y que, asimismo, C) Los Servicios de pm tección de intereses en el extranjero, llamados, también,
en general, pueden ser de dos clases, aquellas cuyo jefe tiene categoría de embajador misiones diplom áticas de hecho —como se verá al estudiar la representación inter­
y las que el jefe no tiene tal categoría. nacional— se consideran, igualmente, misiones paradiplomáticas. Se trata, cij con­
174 CURSO DE DERECHO DIPLOM ÁTICO Y C O N S U L A R LA MISIÓN PERMANENTE 175

creto, de aquellos casos en los que la representación internacional, debido a la exis­ misiones paradiplomáticas las Delegaciones de la Comisión de las Comunidades
tencia de un importante volumen de intereses entre los Estados que han roto las rela­ Europeas en terceros Estados; pues si bien es cierto que en determinados casos las for­
ciones, cerrado o suspendido sus respectivas misiones, en lugar de ejercerse la repre­ mas de establecimiento y de nombramiento y acreditación de sus miembros —sobre
sentación por el Estado representante desde los locales de su misión diplomática y todo cuando su razón de ser es desarrollar una actividad política en general— se corres­
con su propio personal, van a mantenerse abiertos, en principio, los locales que habían ponden a los de una representación diplomática, sin embargo, la gran mayoría tiene un
sido de la misión diplomática del Estado representado y desde ellos, con el personal cometido técnico o básicamente técnico y tanto su establecimiento como el nombra­
técnico y administrativo y de servicio c incluso algún agente diplomático de la anti­ miento y acreditación de sus miembros se rigen por formas particulares; por otra parte,
gua misión, se va a realizar el trabajo correspondiente a la representación asumida con independencia de su denominación, no representan a un sujeto de derecho interna­
por el Estado representante bajo la cobertura de su misión diplomática. cional en su generalidad, o no está claro que asi sea, o que, tan sólo, a través de una de
D) En la situación actual, habrá que considerar, asimismo, como misiones para­
las Instituciones con competencias de representación exterior. De todos modos la cali­
diplomáticas —o quizá como caso aparte, porque, en principio, rechazan toda asimi­
ficación de estas delegaciones es dlcutiblc y hay autores que las consideran o las con­
lación diplomática, aunque de fa d o la acepten— las Oficinas Populares de Libia,
sideran más cercanas a misiones diplomáticas en sentido propio.
establecidas por este Estado en lugar de las misiones diplomáticas. Estas oficinas no
H) Las Oficinas de Información de las Comunidades Europeas que se estable­
son propiamente misiones diplomáticas, dado que, por voluntad del Estado libio, no
responden a sus específicas características formales. En efecto, tales oficinas están cen, por la Comisión, en aquellos Estados cuya solicitud de adhesión a las Comuni­
configuradas como el órgano administrativo del Comité Popular que se crea en cada dades ha sido aceptada y se haya acordado la apertura de las negociaciones. Estas
Estado como organización de los nacionales libios que en él se encuentren, siendo el oficinas y, cuando menos, su jefe disfrutan de un determinado status diplomático
presidente del comité —elegido entre los propios nacionales— el director de la ofi­ estipulado ad hoc y realizan de hecho actividades de contenido diplomático,
cina popular; en éstas existe un «personal técnico» y un secretario general que es el jfl IH \Etl c¡ ámbito de las relaciones entre organizaciones internacionales, se han
responsable y coordinador de la labor de este personal que de hecho ejerce funciones biliflgado como misiones paradiplomáticas las constituidas por los Observadores
consulares y otras de contenido diplomático. Pero hay que tener en cuenta que tanto enViádos por una organización internacional ante los órganos deliberantes de otra
el personal técnico como el secretario general de la oficina popular no están acredi­ organización, con derecho de voz y, también, los Agentes de Enlace enviados por
tados como agentes diplomáticos de Libia, sino que son enviados para ejercer dichas una organización ante órganos de carácter administrativo o técnico de otra organiza­
funciones en la oficina popular de que se trate, cuando el correspondiente comité ción internacional, en los que se preparan estudios y propuestas.
popular en el extranjero así lo crea necesario y lo solicite y han de ser personas acep­
tables para este comité. Si bien Libia no considera a las oficinas populares ni a su
personal técnico como misiones ni agentes diplomáticos y, desde luego, no se esta­ IV LA ORGANIZACIÓN DE LA MISIÓN DIPLOMÁTICA
blecen ni envían de conformidad con los pertinentes requisitos formales para que ten­
gan tal condición, en la práctica los Estados «receptores» vienen otorgando status Como todo órgano de la Administración del Estado, la misión diplomática perma­
diplomático a los locales de tales oficinas y al personal técnico, al menos al secreta­ nente se configura sobre la base de una ordenación por áreas de actuación y de una
rio general, que puede ser de alcance y contenido vario, al no tener que conformarse diversidad de categorías de los miembros de la misión que llevan a cabo la actividad
a las disposiciones del Convenio de Viena. de la misma. Sin duda la organización de cada misión diplomática varia según setratc
E) Las Delegaciones Apostólicas de la Santa Sede, aunque responden a una fina­ de la representación de grandes, medianos o pequeños Estados o ante Estados recep-
lidad diferente a la representación diplomática, pues es un órgano de representación lorcsllc estas distintas condiciones; también variará en función del volumen de inte1
de la Santa Sede ante las Iglesias particulares —en Estados con los que la Santa Sede
TEsés existentes enjrcjim bos Estados y del concreto carácter de los mismos. En todo
no tiene relaciones diplomáticas— y, por tanto, se trata de una representación inter­
cjsó^eLEstado acreditante tiene absoluta libertad —dentro, naturalmente, del respe-
na, sin embargo, se han calificado, como misiones paradiplomáticas, toda vez que,
to a su propio ordenamiento— para organizar, como crea conveniente, sus misiones
admitida su presencia por el Estado, realizan de hecho, al menos ocasionalmente o
diplomáticas ante cada especifica relación. Por ello, aunque no pueda hablarse pro­
en circunstancias concretas, gestiones de carácter diplomático.
piamente de una organización tipo, si puede y conviene diseñar los principales com­
F) En la doctrina más reciente se ha dado en considerar, también, órganos para­
diplomáticos las Oficinas de entes sitbestatules en el exterior, calificación, sin ponentes de una misión.
embargo, discutible y, desde luego, cuando exisla misión diplomática del propio
Estado; en todo caso, habrá que estar al contenido y ejercicio de las actividades que
le sean atribuidas por el Estado del que tales entes forman parte y a ia medida en A. ÁREAS DE ACTUACIÓN
que las mismas sean aceptadas por el sujeto ante el cual se establecen.
G) Aunque muy cercanas a una misión diplomática en sentido propio, particular­ Las distintas áreas de actuación de cada misión concreta van a desempeñarse a tra­
mente algunas de sus manifestaciones concretas, habrán de considerarse, también, vés de particulares secciones u oficinas que configuran la estructura de ia misma. Las
LA MISIÓN PERMANENTE 177
176 CURSO DE DERECHO DIPLOM ÁTICO Y C O N SU LA R

ral. Teniendo en cuenta la ftinción de operaciones.para la paz, que se viene enco­


principales y más generalizadas actualmente, en las relaciones entre Estados, son las
mendando a las Fuerzas Armadas de distintos Estados, el conocimiento y colabora­
siguientes:
ción entre ellos, a través de las oficinas militares, debería encaminarse, fundamen­
talmente, a conseguir la adecuada compenetración y articulación entre ellos para el
a cancillería. Es la unidad central o eje de la misión desde donde se realiza
mayor éxito y eficacia de tales operaciones en los posibles casos en que pudieran
dad general y se coordina todo el trabajo de la misma, de ahí que sea usual
coincidir en las mismas.
hablar de «la cancillería» para referirse a la misión como órgano o a sus locales prin­
d) La oficina comercial. Si bien ésta es la denominación tradicional, también se
cipales, frente a otras dependencias o a la residencia del jefe de la misión.
le denomina económica y comercial e incluso financiera, abarcando todos estos par­
La jefatura o dirección de la cancillería suele corresponder al agente diplomático
ticulares ámbitos; en otros casos existen oficinas específicas para cada uno de estos
de mayor categoría después del jefe de la misión, usualmente el ministro consejero o
el primer secretario (o único secretario). En las misiones que tengan ya un tamaño cometidos. Al frente de esta oficina está el agregado o consejero comercial o de la
mediano, la cancillería contará con otro personal diplomático, como consejeros, denominación específica que se le haya dado.
segundos y terceros secretarios, responsables de actividades específicas propias de la La oficina tiene como función el conocimiento del sistema económico del Estado
misma. Además del personal diplomático, la cancillería contará con el necesario per­ receptor y su estructura, la exploración de posibles mercados con vistas a la elabora­
sonal técnico y administrativo para su correcto funcionamiento, al frente del cual se ción de los oportunos tratados y la información sobre los mencionados ámbitos a ios
encuentra el canciller, que es el más alto funcionario administrativo de la misión distintos sectores económicos del Estado acreditante; asimismo informara a estos
diplomática. sectores del Estado receptor de las condiciones económicas y de las posibilidades de
b) La oficina ile prensa. La importancia e influencia de los medios de comuni­ comercio en el Estado acreditante y fomentará el desarrollo de las relaciones econó­
cación como instrumentos de transmisión y de formación de la opinión pública, hace micas entre ambos Estados.
conveniente, cuando no necesario, que las misiones diplomáticas tengan una oficina e) La oficina cultural. El ámbito de la cultura resulta particularmente propicio
de prensa para conocer, desarrollar y mantener las adecuadas y mejores relaciones para el fomento de las relaciones entre Estados, ya que constituye un medio apropia­
posibles con los medios de comunicación social del Estado receptor, tanto para obte­ do para el recíproco conocimiento de los Estados y que, en principio, no presenta
ner información para la misión como para trasladarla desde ella a la ciudadanía del especiales inconvenientes para su desarrollo. La oficina está a cargo del agregado o
Estado receptor. Esta oficina está a cargo de un agregado o consejero de prensa. consejero cultural.
Con independencia de lo que más adelante se considerará respecto a las relaciones La oficina cultural se ocupará en acercar y dar a conocer la propia cultura del
de la misión diplomática con los medios de comunicación social, la oficina de pren­ Estado acreditante en el Estado receptor, a través de la organización en este Estado
sa deberá preparar un boletín informativo, de carácter interno, para la propia misión de manifestaciones de las diferentes áreas culturales (artes plásticas, música, cine,
diplomática, en el que se recogerán las noticias y opinión aparecidas en los medios teatro, deportes, conferencias sobre características y formas de vida del Estado acre­
de comunicación social o producidas en otras publicaciones o actos en el Estado ditante, etc,), del establecimiento de instituciones y cursos para la enseñanza del pro­
receptor sobre temas que tengan un específico interés para la actividad de la misión, pio idioma, asi como la creación de centros de enseñanza (principalmente primaria y
así como, cuando se estime conveniente, editar otro boletín de carácter extemo, secundaria), de la promoción del intercambio de estudiantes y profesores o de la rea­
usualmente de distribución restringida, para dar información pertinente del Estado lización de proyectos conjuntos de investigación; preparará, también, los oportunos
acreditante a los medios de comunicación social y a aquellos ámbitos sectoriales del convenios culturales que faciliten el mejor desarrollo de estas relaciones,
Estado receptor correspondientes a la materia a que tal información se refiera.
c) La oficina militar. Actualmente la «representación» militar, antiguos agrega­ Además de estas oficinas básicas o más generalizadas en un tipo medio de misión,
dos de armas, puede configurarse de forma varia, bien de modo unitario como ofici­ pueden establecerse en una misión diplomática otras oficinas o secciones en función
na de defensa, para el conjunto de los distintos ejércitos del Estado acreditante, bien de los concretos ámbitos de relaciones que a los Estados les interese mantener o de­
de manera plural, existiendo entonces, según la práctica de los Estados, una oficina sarrollar. Entre ellas cabe señalarse la sección consular (también llamada cancillería
para cada uno de los ejércitos (militar propiamente dicha, naval y aérea) o una mili­ consular), que, sin ser una oficina consular en los términos del Convenio de Vicna de
tar (usualmcnte tierra y aire) y otra naval. El jefe de esta oficina es el agregado o con­ 1963 sobre Relaciones consulares, tiene la misma capacidad para realizar todas las
sejero de defensa o, en caso de no ser conjunta, lo serán los agregados específicos funciones consulares y estará a caigo del agente diplomático de la misión al que se
correspondientes. destine para tal función; la oficina laboral (o para las migraciones); la oficina de
El cometido de esta oficina es el conocimiento e información de la situación mili­ agricultura; la oficina de turismo; al frente de éstas está el correspondiente agrega­
tar del Estado receptor: instituciones militares, características de los ejércitos, capa­ do o consejero.
cidad de actuación y de reacción, armamento, etc.; la colaboración con las autorida­ Es función de todas las oficinas asesorar al conjunto de la misión y al jefe de la
des militares del Estado receptor para un mejor conocimiento mutuo de los respecti­ misma sobre las materias propias de su actividad, siempre que sea preciso o se le
vos Ejércitos; intercambio de información, organización y participación en manio­ requiera. Por otra parte, las oficinas técnicas, aunque dependan fimcionalmentc y
bras conjuntas o promoviendo contratos de armamento o de material militar en gene- puedan relacionarse directamente con sus respectivos departamentos ministeriales,
CURSO DE DERECHO DIPLOMÁTICO Y C ONSULAR
LA MISIÓN PERMANENTE 179
1 78

deben actuar coordinadamente con el conjunto de la misión, bajo la dirección del jefe to a su organización (art. 6), estas consejerías estarán constituidas por el consejero de
de la misma, de modo que sea conocida su actuación y se articule debidamente den­ defensa — que en las misiones permanentes ante Estados también podrá denominar­
tro de la actividad global de la misión, a efectos de su mayor eficacia y en cumpli­ se agregado— , si se requiere, por un viceconsejero y por consejeros adjuntos para
miento del denominado principio de unidad de acción en el exterior. áreas concretas de actividades, y contarán con un órgano de apoyo como entidad
En derecho español, estos aspectos orgánicos están regulados por el Real Decreto administrativa única.
632/1987, que en sus artículos 8,10 y 15 dispone: Por Real Decreto 240/2000, de 18 de febrero (BOE, de 19 de febrero de 2000), se
crean las consejerías de finanzas, como órganos técnicos de las misiones diplomáti­
Art. 8. Corresponde a los Jefes de Misión Diplomática [...] la coordinación de todos los cas para el apoyo del ejercicio de funciones correspondientes a las competencias
órganos de la Administración del Estado en el exterior, al objeto de garantizar, de acuerdo con encomendadas a la Secretaría de Estado de Presupuestos y Gastos, a la Agencia
el principio de unidad de acción, que sus actuaciones en el exterior sean acordes con las direc­ Estatal de Administración Tributaria y a la Subsecretaría de Economía y Hacienda,
trices de política exterior definidas por el Gobierno. así como, en su caso, en el ejercicio de dichas funciones en el exterior. En particular
Art. 10. 1. Las comunicaciones entre las Misiones Diplomáticas [...] y los órganos de
prestarán asesoramiento, asistencia técnica, información y funciones de apoyo a la
la Administración Central se canalizarán a través del Ministerio de Asuntos Exteriores. No misión diplomática en materia tributaria y aduanera, en materia presupuestaria y de
obstante, por razones de celeridad y eficacia en la gestión, las Consejerías y Agregadurías contabilidad, y en materia de control intemo y extemo, contratación pública, gestión
sectoriales podrán comunicarse directamente con los Departamentos M inisteriales de los que del patrimonio del Estado y gestión catastral (arts. 1 y 4).
dependan funcionalmente, o con los competentes en la materia de que se trate, y éstos con Para el caso específico de la Representación Permanente de España ante la Unión
aquéllas, debiendo en tales casos trasladarse simultáneamente la comunicación de que se trate
al Jefe de la Misión Diplomática, [...]. Europea, el Real Decreto 2.105/1996, de 20 de septiembre (BOE, de 21 de septiem­
bre de 1996), crea la Consejería para Asuntos Autonómicos, con competencia única
Art. 15. 1. Los Servicios de las Misiones Diplomáticas Permanentes se estructuran en para relacionarse con las Oficinas de las Comunidades Autónomas en Bruselas y
Oficinas Diplomáticas, que son: Cancillerías Diplomáticas y Consejerías y Agregadurías para canalizar la información hacia las Comunidades Autónomas. La Consejería
Sectoriales. dependerá fúncionalmente del Ministerio de Administraciones Públicas.
2. La Cancillería Diplomática desarrolla predominantemente funciones de naturaleza
política y de representación en el Estado receptor.
3. Se consideran Consejerías y Agregadurías Sectoriales las Oficinas que, sin estar inte­
gradas en la Cancillería Diplomática, desarrollan fundamentalmente tareas especializadas de B. M ie m b r o s d e l a m is ió n
carácter técnico.
Las Agregadurías y Consejerías Sectoriales mantendrán su actual dependencia funcional de El conjunto de personas que se integran en la misión, para realizar el diverso tra­
los Ministerios con competencia sectorial a los que corresponde su organización interna y dota­
ción presupuestaria, así como su inspección técnica y control, sin peijuicio de lo establecido en
bajo de la misma en sus distintos ámbitos y cometidos, son los miembros de la
el artículo 8 y de las competencias que corresponden al Ministerio de las Administraciones misión. Estos miembros pertenecen a tres categorías básicas: agentes diplomáticos,
Públicas en materia organizativa. personal administrativo y técnico y personal de servicio.
4. Los servicios y personal de carácter administrativo se articulan en la Cancillería admi­ Losjrgentes diplomáticos son aquellas, personasa las que se Ies otorga la capaci­
nistrativa. dad para ejercer las funciones diplomáticas y, por ello, actuar en nombre del Estado
personalizando la misión. Esta condición corresponde al jefe de la misión y al per-
Las consejerías de defensa están específicamente reguladas por el Real Decreto S5K5Tdiplomático/es" decir, al ministro o ministro-consejero, a los demás conseje-
916/2002, de 6 de septiembre (,BOE, de 7 de septiembre de 2002). Conforme al rosjgenéricós o sectoriales, a los primeros segundos y terceros secretarios y a los
mismo, sus funciones (art. 4) son asesorar e informar al jefe de la misión diplomáti­ agregados.
ca respecto a sus actividades y colaborar en el fomento de las relaciones con el El personal administrativo y técnico está integrado por las personas que se ocupan
Estado receptor o con la organización internacional; informar de tales actividades a de los asuntos administrativos, es decir, del trabajo y trámite administrativo en gene­
los órganos superiores y derectivos del Ministerio de Defensa; relacionarse con las ral, en las distintas áreas de actividad de la misión, y por las que tienen como come­
autoridades de defensa del Estado receptor o de las organizaciones internacionales tido trabajos específicos de carácter técnico que pueden ser de muy diverso alcance
para solicitarles información y para comunicarles información respecto a las posi­ y contenido.
ciones nacionales en materia de su competencia; prestar apoyo a las iniciativas y acti­ El personal de servicio lo componen las personas que realizan los trabajos subal­
vidades que el Ministerio de Defensa realice en el Estado receptor; apoyar a las dis­ ternos de la misión.
tintas delegaciones o misiones militares enviadas al Estado receptor para asuntos del El Convenio de Viena de 1961, en su artículo 1, define en los siguientes términos
Departamento. Respecto a su integración en la misión (arts. 1 y 2), se dispone que los miembros de la misión:
las consejerías de defensa forman parte de las misiones diplomáticas y representa­
ciones permanentes y dependen de los jefes de estas misiones a efectos de dirección* a) Por «Jefe de misión» se entiende la persona encargada por el Estado acreditante de
y coordinación, pero a los restantes efectos orgánicos y funcionales dependen del actuar con carácter de tal;
Ministro de Defensa y en los aspectos operativos del Jefe de Estado Mayor. En cuan-
180 CURSO DE DERECHO DIPLO M Á TIC O Y C O N S U L A R

b) Por «miembros de la misión» se entiende el Jefe de la misión y los miembros del per­
sonal de la misión;
c) Por «miembros del personal de la misión» se entiende los miembros del personal
diplomático, del personal administrativo y técnico y del personal de servicio de la misión;
d) Por «miembros del personal diplomático» se entiende los miembros del personal de CAPÍTULO XIV
la misión que posean la calidad de diplomático;
é) Por «agente diplomático» se entiende el Jefe de la misión o un miembro del personal
diplomático de la misión; L A V IDA DE LA MISIÓN DIPLOMÁTICA
J) Por «miembros del personal administrativo y técnico» se entiende los miembros del
personal de la misión empleados en el servicio administrativo y técnico de la misión;
g) Por «miembros del personal de servicio» se entiende los miembros del personal de la I. EL ESTABLECIM IENTO DE LA MISIÓN DIPLOMÁTICA
misión empleados en el servicio doméstico de ,1a misión;
El estab lecim ien to de m isiones diplomáticas permanentes entre Estados, princi­
palm ente a trav és d e u n a m isión residente, pero también por medio de la acreditación
m últiple v alién d o se de su s m isiones en un tercer Estado, constituye la form a más per­
fecta de m an ten er relacio n es diplom áticas. En todo caso el envío de las m isiones
diplom áticas, lo m ism o que el establecimiento de relaciones diplomáticas, ha de
hacerse p o r co n sen tim ien to m utuo de los Estados, tal como dispone el artículo 2 del
Convenio de V ien a d e 1961, que se concretará en un acuerdo recíproco entre los inte­
resados. L as d istin tas m o dalidades de acuerdos y de misiones y como ha de enten­
derse el carácter rec íp ro c o han sido ya considerados al estudiar en el Capítulo II los
presupuestos in m ed iato s para el establecimiento de las relaciones diplomáticas, así
como al tratar en el C ap ítu lo X III el rango y denominación de las m isiones diplomá­
ticas, p o r lo q u e a lo s m ism os se remite.
Interesa, sin em barg o, recordar aquí que, por las razones arriba indicadas, actual­
mente, cu an d o se en vía ex novo una misión diplomática — por establecimiento o res­
tablecim iento de relacio n es diplom áticas— , es siempre una misión del primer rango.
En p rin cip io y d e conform idad con la práctica generalizada de los Estados, la
misión d ip lo m ática se establecerá en la capital del Estado receptor o, en su caso, en
la ciudad d o nd e ten g a su sede el gobierno. El Convenio de Viena de 1961 completa
esta p ráctica, al disp o ner, en su artículo 12:

El Estado acreditante no podra sin el consentimiento previo y expreso del Estado receptor
establecer oficinas que formen parte de la misión en localidades distintas de aquella en que
radique la propia misión.

Se dan, sin em bargo, situaciones especiales en las que la misión diplomática no


está establecida e n la capital del Estado receptor, sino en otra ciudad o en otro Estado
y casos en que el je f e de la m isión, sin estar en acreditación múltiple, no reside en el
Estado receptor. E n otra ciudad, como en los casos debidos a situaciones temporales
por creación de u n a nueva capital (p. e., las misiones ante Brasil con sede en Río de
Janeiro, en tanto no se disponía de las instalaciones en Brasilia), a razones políticas
por no reco n ocim ien to d e ¡a nueva capital (p. e., las misiones ante Israel con sede en
Tel Aviv, en lu g ar de Jerusalén, por los Estados que no reconocen a ésta como tal), a
situaciones bélicas po r ocupación de la capital del Estado (p. e., las misiones ante
Francia con sede en B urdeos antes de la liberación de París, durante la Segunda Gue­
rra M undial); en otro E stado, como en los casos de gobiernos en el exilio, cuando
éste es el g ob ierno reconocido y se acreditan ante él, como representante legitimo del

1181]
182 CURSO DE DERECHO D IP L O M Á T IC O Y C O N S U L A R LA V ID A D E LA M ISIÓN DIPLOMÁTICA 183
Estado, a los representantes acreditados ante el Estado en el que se encuentran exi­ la m ism a u n e n c a rg a d o de n e g o cio s, hay que entender que se debe a la e x iste n cia de
liados; en relación específica con el jefe de la misión se dan casos en que éste man­ una situ ac ió n d e c risis, aú n n o superada, en las relaciones entre ellos, que d io lu g a r a
tiene su residencia habitual en el Estado acreditante (p. e., en los prim eros setenta, el una red u cc ió n d e l ra n g o d e la m isión, com o una form a de reaccion ar ante esa c risis,
Embajador del Reino Unido en Chad y, en los primeros años de la independencia de entre otras c o n tra m e d id a s p o sib les en m anos de los Estados. La transform ación h a c ia
Guinea Ecuatorial, el Embajador de Camerún en ese Estado). Una situación excep­ arriba só lo se h a rá ele v an d o la m isión al prim er rango, y tendrá lugar cuando se c o n ­
cional se da en el caso de la República Democrática del Congo y la República del sidere c o n v en ien te u n a v ez superada la crisis; tal transform ación tam bién s ig n ific a rá
Congo, cuyas misiones diplomáticas de uno en otro Estado están situadas en el terri­ que la c risis qu e c a u s ó la red u cció n del rango se da por term inada.
torio del correspondiente Estado acreditante, debido a que ambas capitales, Kinshasa En c u a lq u ie r c aso , n o es n ecesario — y puede ocurrir— que la tran sfo rm ació n de
y Brazzaville, se encuentran frente a las orillas del río Zaire/Congo; del mismo modo, la m isión, e n u n o u o tro se n tid o , no se produzca sim ultáneam ente, aunque así se a lo
es excepcional el hecho de que los respectivos Embajadores fuesen, en determinados usual, de m o d o q u e d u ra n te u n tiem po no sean del m ism o rango las c o rre sp o n d ie n ­
momentos, los propios Ministros de Relaciones Exteriores. tes m isiones d e u n E stad o en el otro.
La sede de la misión diplomática es, por tanto, la ciudad — capital del Estado
receptor— donde ha de establecerse la misión — cuando menos su cancillería— , no
lo es, en absoluto, los locales de la misión, sea la cancillería o la residencia del jefe III. LA S U S P E N S IO N
de la misión, como erróneamente, en ciertas ocasiones, se ha m antenido, llegando
sobre semejante base a consideraciones y conclusiones lamentables y necesariamen­ La su spen sión d e la m isió n diplom ática se produce cuando el E stado acreditante
te equívocas. Otra cosa es que en el lenguaje coloquial se hable de la sede para refe­ retira a to d o s lo s a g e n te s dip lo m ático s sin intención de proceder a acreditar a o tro s
rirse a los locales de la cancillería e incluso a la residencia del jefe de la misión. — ni siquiera e n fo rm a de acreditación m últiple— quedando sólo personal adm inis­
Los locales de la misión diplomática pueden ser propiedad del Estado acreditante trativo y técn ico y de serv icio o se cierra temporalm ente la misión. La figura de la su s­
o tenerlos en alquiler, lo que es irrelevante para su consideración como tales y a efec­ pensión es así u n a situ ac ió n que se encuentra a m edio cam ino entre la transform ación
tos del status diplomático que les corresponde, como se verá m ás adelante. Que se al últim o ra n g o de un a m isión diplom ática o la llam ada m isión a nivel reducido, en la
tengan a título de propietario o inquilino es algo que depende de la libre decisión del que, com o se verá, la presen cia de representantes diplom áticos se lim ita a un solo
Estado acreditante, según crea más oportuno o conveniente y de las posibilidades agente dip lo m ático c o m o e ncargado de negocios ad interím y la extinción de la m isión
existentes en el Estado receptor y de su ordenamiento jurídico que puede prohibir el diplom ática a la q u e se acerca en tanto que ambas dan lugar a ciertas consecuencias o
acceso de Estados extranjeros a la propiedad inmobiliaria. efectos co m u nes, c o m o , particularm ente, a la representación internacional.
En derecho español, en relación con el alquiler de locales en el extranjero, para La su sp en sió n c o n d u ce a la im posibilidad tem poral de su funcionam iento co m o
locales de la misión o para viviendas del personal de la misión, ha de tenerse en cuen­ tal, es decir, a no p o d e rse eje rce r la representación diplom ática del E stado acred itan ­
ta la Orden Circular del Ministerio de Asuntos Exteriores número 3.234, de 3 de te ante el E stad o recep to r, pero sin que se produzca la ruptura de relaciones d ip lo ­
junio de 1999 (BOMAE, de junio de 1999), sobre Alquileres de inmuebles en el exte­ máticas en tre ello s, subsistiendo, por tanto, estas relaciones.
rior y aspectos conexos, en la que se establecen los criterios a seguir para tales con­ / “'L a su spen sión p u e d e ten e r lugar por dos principales motivos: a) C uando, p o r ra z o ­
tratos de arrendamiento, que serán firmados en nombre del Estado español o del nes fácticas, la m isió n diplom ática no puede seguir ejerciendo sus funciones ante el
Reino de España por el jefe de la misión o por quien tenga competencia para ello, y gobierno leg ítim o del E stado receptor al tener que establecerse éste en el exilio, co m o
que, particularmente, incluirán la llamada «cláusula diplomática de rescisión», cuyo consecuencia de la ocu p ació n de su territorio por otro Estado, por lo que queda su s­
contenido es garantizar la posibilidad de rescindir el contrato antes de su termina­ pendida la activ id a d de la m isión y su cierre tem poral hasta que, finalizada la o c u ­
ción, sin penalización para el arrendatario ni, en su caso, para el usuario de la vivien­ h pación, p u e d a el g o b iern o reinstalarse en su sede ordinaria; situación que a c tu a l­
da, cuando se produzca bien el cierre de los locales de la misión o el traslado del mente no será p ro b ab le — aunque, p. e., sea cercana la ocupación de Kuw ait p o r Iraq
usuario a un nuevo destino. en 1990— , p ero q u e fue desgraciadam ente frecuente en la Segunda G uerra M undial.
6) Por razo n es de c ará cte r politico, cuando, como consecuencia de crisis en las rela-
ciones entre los E stados acreditante y receptor, se procede, com o m edida de reacció n
II. LA TRANSFORMACIÓN

Toda vez que en la práctica actual de los Estados no se utilizan más que el primer
y tercer rango de las misiones diplomáticas y que en el comienzo de las relaciones
diplomáticas sólo hay misiones del primero, la transformación o cambio de rango
sólo va a producirse con referencia a situaciones de crisis. En efecto, hoy día, cuan­
do entre Estados se mantengan relaciones diplomáticas a través de una misión del ter­
\
«
a la retirada de to d o s los agentes diplom áticos de la m isión, de m odo que se su sp en ­
de, desde luego, la actividad propiam ente diplom ática de la m ism a (fórm ula a la qu e
acudió la ex tin ta R epública D em ocrática Alemana respecto a su m isión diplom ática
'en España, en 1975) y hará que se acuda a la institución de la representación in ter­
nacional, en tanto no se norm alicen las relaciones con la incorporación de los ag en ­
tes d iplom áticos a la m isión.
En c u alq u ier caso, la suspensión, al no implicar ruptura de relaciones diplom áti-
cer rango, es decir, de una legación al frente de la cual se encuentre como titular de ■»*cas, cuando la m ism a se dé por term inada no hace falta ningún nuevo acuerdo entre
184 CURSO DE DERECHO DIPLOM Á TIC O Y C O N S U L A R
LA V IDA DE LA MISIÓN DIPLOMÁTICA 185
los Estados acreditante y receptor para reanudar la actividad de la m isión, basta con c) D e s a p a r ic ió n d e la p e r s o n a lid a d ju r íd ic o -in te r n a c io n a l d e u n o d e lo s
comunicar este hecho. De modo semejante, si se incorporan a la m isión diplom ática E stados. C u a n d o e l E s ta d o a c re d ita n te o el re c e p to r d e ja d e se r u n s u je to d e d e r e c h o
los mismos agentes diplomáticos que estaban ya acreditados en sus puestos anterio­ in tern acio n al n o c a b r á y a la e x is te n c ia d e relacio n es d ip lo m á tic a s y, p o r ta n to , la
m isión d e l E s ta d o a c r e d ita n te o an te el E stado receptor, q u e d e s a p a re c e n , s e e x tin ­
res, no necesitarán ser acreditados de nuevo, ni siquiera el jefe de la m isión tendrá
guirá. E s ta s itu a c ió n p u e d e p ro d u c irs e p o r la ab sorción d e u n E sta d o p o r o tr o , p o r la
que ser provisto de nuevas cartas credenciales, se trata sim plem ente de u n regreso a
co n stitu ció n d e u n n u e v o E s ta d o in teg rad o p o r otros an terio res, o p o r la c r e a c ió n d e
sus correspondientes destinos y volver a ejercer las funciones tem poralm ente inte­
nuevos E s ta d o s p o r la d e s m e m b ra c ió n d e otro anterior.
rrumpidas; sin embargo, en la práctica es raro que se dé este supuesto — salvo que la
Se e x tin g u irá , ta m b ié n , la m isió n en o tro s casos q u e, sin se r p ro p ia m e n te s u p u e s ­
suspensión sea de muy corta duración—, por lo que al reanudarse la activaidad habrá
tos de d e s a p a r ic ió n d e la p e rs o n a lid a d ju ríd ico -in tern acio n al, son a e lla a s im ila b le s ;
que proceder a las debidas acreditaciones de los nuevos agentes diplom áticos desti­
se trata d e lo s E s ta d o s q u e p a s a n a la c o n d ic ió n d e E stados p ro te g id o s, r e s p e c to a lo s
nados a la misión, lo que, también, habrá de hacerse cuando, aun tratándose de una
cuales el E s ta d o p r o te c to r a s u m e la rep re sen tació n ex terio r y d e lo s E sta d o s v a s a llo s ,
persona anteriormente destinada en la misión, se le envía ahora a un puesto o con
salvo q u e, c o m o se h a v is to , se le s m a n te n g a y reco n o zca el d erech o d e le g a c ió n . L a
categoría distintos.
extinción d e la m is ió n te n d r á lugar, asim ism o , en el caso de lo s E sta d o s f e d e r a d o s
Hay que tener, asimismo, en cuenta que en la práctica la suspensión, cuando tiene
que e je rc ie n d o el d e r e c h o d e le g ació n , p o r tenerlo reconocido en la c o n s titu c ió n f e d e ­
lugar como consecuencia de una crisis entre los Estados, y se dilata en el tiempo, ral, tal d e re c h o le s f u e s e p o r é s ta retirad o .
suele degenerar en ruptura de relaciones diplomáticas, no porque-así se declare for­ d) R u p tu r a d e r e la c io n e s d ip lo m á tic a s. Si bien es la cau sa m ás g ra v e d e e x tin ­
malmente, sino porque para normalizar las relaciones los E stados p roced en a la cele­ ción de la m is ió n d ip lo m á tic a , la ru p tu ra de las relaciones d ip lo m á tic a s, e s, p r o b a ­
bración de un acuerdo en el que expresamente se refieren al «restablecim iento» de blem ente, la m á s fre c u e n te y, p o r e llo , en tal sentido, la principal. L a ru p tu ra d e r e la ­
las relaciones diplomáticas y, por ello, entonces, es nccesario/icrcditar nuevam ente a ciones d ip lo m á tic a s e s , e n g e n e ra l, u n acto unilateral y d isc recio n al e n ta n to q u e n in ­
los agentes diplomáticos. gún E stad o q u e d a o b lig a d o a m a n te n e r tales relacio n es, p ero tien e e fe c to b ila te ra l y a
que co n d u c e a la e x tin c ió n ta n to d e la m isión del E stado qu e p ro c e d e a la ru p tu ra
como a la d e la m is ió n d e l o tro E stad o .
IV LA EXTINCIÓN L a ru p tu ra si b ie n e s u n in stru m e n to de reacció n p ro p io del d e re c h o d ip lo m á tic o ,
se acude a e lla , c o n m a y o r fre c u e n c ia , co m o una c o n tram ed id a m ás d e l d e re c h o in te r­
La misión diplomática puede extinguirse por diversas causas de distinta naturale­ nacional e n g e n e ra l q u e d e e s tric to d erech o diplo m ático. A sí, p o c a s v e c e s la ru p tu ra
za que suponen el cierre indefinido pero que no siempre im plican la ruptura de las de re lacio n es d ip lo m á tic a s v ie n e c a u sad a p o r v io lacio n es de n o rm a s d e d e re c h o
relaciones diplomáticas entre los Estados. Cabe destacar com o principales las diplom ático c o m e tid a s p o r la m isió n o los m iem bros de su p erso n al o c o n tra e lla o
siguientes: sus m iem b ro s; p o r e l c o n tr a rio , la g ran m ayoría de los caso s la ru p tu ra tie n e su c a u s a
en la v io la c ió n d e o tra s o b lig a c io n e s d e derech o in ternacional g e n e ra l o c o n v e n c io ­
a) Supresión. El Estado acreditante puede suprimir la m isión diplom ática, nal co m e tid a s p o r u n o u o tro E stad o o co m o consecuencia de u n a situ a c ió n d e c ris is
cerrándola y retirándola del Estado receptor, pero sin que ello produzca la ruptura de política g rav e e n la s re la c io n e s en tre ellos.
las relaciones diplomáticas, es decir, éstas se mantienen y el E stado acreditante A u n q u e la r u p tu ra se a o rd in a ria m e n te unilateral y d iscrecio n al, p u e d e p ro d u c irs e
podrá, si lo considera oportuno, acudir a la acreditación m últiple o a la representa­ por a cu erd o d e u n g r u p o d e E sta d o s en razón de esp ecífica s a fin id a d e s (p . e ., lo s
ción internacional. Usualmente la supresión se lleva a cabo por razones económ icas Estados c o m u n is ta s d e E u ro p a ro m p en con Israel en 1967 con m o tiv o d e la « g u e r ra
de carácter presupuestario y respecto a misiones diplom áticas establecidas en de los seis d ía s » y lo s E sta d o s á ra b e s rom pen con el R eino U n id o y E sta d o s U n id o s
Estados con los que no hay un volumen de intereses ni perspectivas de desarrollo de por el apo y o d a d o a Israel e n e sta g u erra) o p or resolución de una o rg a n iz a c ió n in te r­
las relaciones que justifique o compense mantener abierta la misión. nacional, u n iv e rsa l o re g io n a l, d en tro del ám bito de una acció n c o le c tiv a q u e la s
b) No reconocimiento de gobiernos. Si uno de los Estados, acreditante o recep­ m ism as te n g a n a tr ib u id a [así, p. e., el C onsejo de S eguridad de las N a c io n e s U n id a s ,
tor, no reconoce el gobierno del otro, por no considerarlo legítimo, cerrará y retirará dentro del C a p ítu lo V il d e la C a rta, tiene com petencia — según d isp o n e el art. 4 1 —
la misión diplomática, dado que al deber ser representativos los gobiernos con los para d ecid ir, e n tre o tr a s m e d id as, in star a los E stados m iem bro s a q u e ro m p a n r e la ­
que las misiones han de relacionarse en el ejercicio de su actividad d iplom ática y que, ciones d ip lo m á tic a s c o n el E stad o respecto al cual se estén a d o p ta n d o esa s m e d id a s
a su vez, las misiones son órganos del Estado en el exterior que dependen del gobier­ por a m e n a z a s a la p a z , q u e b ra n ta m ie n to s d e la paz o actos d e a g re sió n ; y la A s a m b le a
no y de él reciben las instrucciones, no será posible mantener o aceptar una misión ' G eneral p u e d e re c o m e n d a r e n las m ism as situaciones tal ru p tu ra, c o m o e n e fe c to
por falta de un interlocutor válido para la relación diplomática. En este caso no tiene hizo en la R e so lu c ió n 39 (1), de 12 d e diciem bre de 1946, resp ec to a E s p a ñ a c o n
por qué producirse necesariamente una ruptura de relaciones entre los Estados cuan­ m otivo d e la c o n d e n a d e l ré g im e n del general F ranco].
do se continúan a través de un gobierno en el exilio o del reconocim iento de belige­ C abe, ta m b ié n , la ru p tu ra d e relacio n es d iplom áticas co m o m e c a n is m o a u to m á ti­
rantes. Otros aspectos relativos a la relación entre reconocimiento y relaciones diplo­ co de p re sió n p o lític a p a ra im p e d ir el reconocim ien to d e un E stad o q u e , e n d e te rm i-
máticas se han considerado en el Capítulo II y a él se remite.
186 CURSO DE DERECHO DIPLOM ATICO Y C O N SU LA R
Í . A VIDA DE LA MISIÓN DIPLOMÁTICA 187

nadas circunstancias, es considerado lesivo a sus derechos por el Estado que adopta La representación internacional —a diferencia del significado de la representación
tal mecanismo (es, en particular, la actitud recíproca de los Estados divididos para como función diplomática— responde al concepto jurídico de representación, es
evitar el reconocimiento del otro, manifestada de manera explícita en la «Doctrina decir, exige y supone la presencia de tres sujetos: el representado que otorga su repre­
Hallstein», según la cual la República Federal de Alemania rompería automática­ sentación, el representante que asume esa representación y el tercero ante el cual se
mente las relaciones diplomáticas con los Estados que reconociesen a la República ejerce por el representante la representación que el representado le ha otorgado. En
Democrática Alemana, situación que duró hasta el Tratado Interalemán de 1972). el orden internacional supone, por tanto, la presencia, en esa relación, de tres sujetos-
La guerra, en cambio, ya no es, necesariamente, motivo de ruptura de las rela­ de derecho internacional y en nuestro caso implica que los Estados que se encuen-
ciones diplomáticas. La práctica actual desmiente el aforismo Cuando hablan los • tren en alguna de las situaciones indicadas, puedan encomendar a otro Estado que le.
cañones, calla la diplomacia, en referencia a la consiguiente ruptura de estas rela­ represente ante el Estado receptor. En tanto representación, significa, por consi­
ciones en caso de guerra; la apertura de hostilidades, con o sin declaración de gue­ guiente, que el Estado representante actúa por medio de sus propios órganos y agen­
rra, pero no siempre la sola declaración, implicaba la ruptura de relaciones diplo­ tes que llevan a cabo las actividades jurídicas objeto de la representación siguiendo
máticas, En general en los casos más recientes de guerra o si se quiere de conflic­ sus instrucciones, aunque por cuenta del sujeto representado, pero sin devenir en
tos armados, los Estados beligerantes no rompieron relaciones diplomáticas y han órganos y agentes del Estado representado bajo su autoridad, es decir, los actos que
mantenido abiertas las correspondientes misiones diplomáticas con todo su perso­ éstos realizan son propios del Estado representante, pero son imputados de manera
nal, salvo los agregados militares, durante todas las hostilidades o gran parte de ellas inmediata y directa al Estado representado en virtud del acuerdo de representación.
(p. e., la guerra entre Iraq e Irán de 1980 a 1988). Hoy, es cierto, la guerra al no exis­ El Convenio de Viena de 1961 contempla y posibilita los diversos supuestos seña­
tir jurídicamente, porque está prohibido el uso de la fuerza — excepto en las ajusta­ lados, en los artículos 45 y 46, en los siguientes términos:
das condiciones de legítima defensa y en los casos de acciones de seguridad colec­
tiva—, no puede procederse a la declaración formal de la misma que en sí seria ya Art. 45. En caso de ruptura de las relaciones diplomáticas entre dos Estados, o si se pone
un acto ilícito, y, en consecuencia, tampoco podrá dar lugar a la ruptura de relacio­ térm ino a una m isión de modo definitivo o temporal:
nes; sin embargo, no puede ser ésta la razón del mantenimiento de las relaciones a) [...];
diplomáticas porque ya en el derecho clásico la declaración de guerra no siempre b) El Estado acreditante podrá confiar la custodia de los locales de la misión, asi como
de sus bienes y archivos, a un tercer Estado aceptable por el Estado receptor,
existía ni se consideraba necesaria, por lo que hay que entender que se está ante una
c) El Estado acreditante podrá confiar la protección de sus intereses y de los intereses de
nueva práctica de los Estados respecto a la compatibilidad entre el hecho bélico y sus nacionales a un tercer Estado aceptable para el Estado receptor.
las relaciones diplomáticas.
Art. 46. Con el consentimiento previo del Estado receptor y a petición de un tercer
Estado no representado en él, el Estado acreditante podra asumir la protección temporal de
V. LA REPRESENTACIÓN INTERNACIONAL los intereses det tercer Estado y de sus nacionales.

El tratar en este capitulo la representación internacional se debe a que, si bien no La duración de la representación internacional tendrá, en principio, en el supuesto
es una situación más en la vida de la misión diplomática, sí es una institución que se del artículo 45, un carácter provisional, en tanto persista la situación de crisis que ha
muestra particularmente relevante en tanto que a ella pueden acudir los Estados, y así dado lugar a la misma; en el supuesto del articulo 46, podrá tener un carácter indefi­
usualmente lo hacen, en casos de suspensión o de extinción de la misión diplomáti­ nido, en tanto interese al Estado representado mantener la representación.
ca, o de ruptura de relaciones diplomáticas, como medio más adecuado para paliar Para la constitución de la representación internacional es necesario que los Estados
los efectos de estos casos en defensa de sus intereses y los de sus nacionales. Pero si que entran en esta relación realicen unos concretos actos de orden interno e interna­
bien son estos casos los de mayor utilidad e interés para los Estados, éstos pueden, cional.
igualmente, acudir a la representación internacional, y de hecho así ocurre, sin que En primer lugar, el Estado que ha de set representado debe elegir al Estado que
exista una situación de crisis, en los casos en los que un Estado que mantiene rela­ desearía que fuese su representante. Tal decisión es un acto discrecional de carácter
ciones diplomáticas con otros Estados sólo por razones políticas generales, pero sin político, para la que se tendrá en cuenta la calidad de las relaciones entre ambos y,
• particulares intereses, o por razones de prestigio no considera necesario establecer por tanto, se valorará, ante todo, la existencia de relaciones privilegiadas o particu­
una misión diplomática propia; asimismo, cabe la utilización de la representación larmente amistosas y la capacidad que tenga, el Estado que se elija, para llevar a cabo
internacional, dentro de este supuesto de inexistencia de crisis, por los Estados al la mejor defensa de los intereses a los que se refiera la representación; por este moti­
acceder a la independencia en tanto carecen de estructura y medios suficientes para vo, también ha de procurarse que la elección recaiga en un Estado que, cuando
establecer sus propias misiones; y, en realidad, en este caso se pensaba cuando se menos, mantenga unas relaciones correctas con el Estado receptor, de ahí que en la
introdujo la enmienda —que constituye el actual artículo 46 del Convenio de Viena decisión, ordinariamente, haya que buscar una solución de equilibrio entre los
de 1961— por iniciativa de Colombia, como expresamente manifestó su represen­ Estados cuya elección más interesaría al Estado que ha de ser representado y aque­
tante en la Conferencia de Viena. llos que más fácilmente puedan ser aceptados por el Estado receptor y realizar mejor
188 CURSO DE DERECHO DIPLOMÁTICO Y C ONSULAR LA VIDA DE LA MISIÓN DIPLOMÁTICA 189

la representación. En general los Estados actúan con total libertad para la elección, les y archivos, a la misión diplomática de otro Estado, la cual, sin embargo, deberá
sin que existan normas internas al respecto, si bien hay Estados que establecen crite­ obtener la aprobación de su propio gobierno, aunque en la práctica se le permitirá
rios de preferencia al respecto, aunque suelen ser amplios y prácticamente obvios, actuar en tanto no llegue esa respuesta, siempre que se dé el consentimiento del
por ejemplo, Siria habrá de encomendar su representación a un Estado árabe, islámi­ Estado receptor. Esta situación fáctica exigirá, naturalmente, la posterior constitución
co o amigo. Las dificultades con las que puede tropezar el Estado que ha de acudir a de la representación internacional, que podrá recaer o no en el Estado cuya misión
la representación, para encontrar un Estado que reúna las condiciones deseables para asumió provisionalmente la protección de los intereses extranjeros.
él mismo y para el Estado receptor, conduce a que con frecuencia sea encomendada El segundo caso tiene lugar cuando, en una situación de crisis grave de las rela­
a Estados neutrales o que tengan una política exterior neutralista, ya que, en princi­ ciones entre los Estados, el Estado acreditante prevé la ruptura de relaciones diplo­
pio, éstos son siempre aceptables para uno y otro Estado. También es posible, y de máticas con la inmediata salida de sus diplomáticos; ante tal posibilidad este Estado
hecho así sucede en ocasiones, que los Estados que han de hacerse representar el uno podrá preparar informalmente la representación internacional e instruir debidamente
en el otro, elijan a un mismo Estado como representante (p. e., España representó a a la misión diplomática del Estado que haya de asumir la representación, de modo
Egipto en Estados Unidos de América del Norte y a éste en Egipto, tras la ruptura de que, si se cumplen las previsiones, no haya más que obtener la aceptación del Estado
relaciones diplomáticas entre ambos en 1967). receptor y formalizar la representación.
En segundo lugar, elegido el Estado que se desea sea representante, se le solicita­ Constituida la representación en su forma ordinaria, se instruirá, por los agentes
rá formalmente que asuma tal representación, con indicación del Estado ante el cual diplomáticos del Estado representado, a la misión del Estado representante acerca de
se ha de ejercer y el contenido y alcance de la misma, es decir, los intereses a defen­ todos los aspectos o asuntos del contenido sobre el que se acordó la representación,
der y si abarcará sólo el ámbito diplomático o, también, el consular o sólo el consu­ la situación en que se encuentran y los resultados que en su gestión se desean obte­
lar, supuestos éstos posibles cuando por la misión diplomática desaparecida se ejer­ ner. Para que este traspaso se pueda realizar adecuadamente es posible que sea nece­
cían funciones consulares a través de una sección consular. saria la ampliación del plazo que se les haya concedido a los agentes diplomáticos
En tercer lugar, el Estado elegido deberá manifestarse acerca de su aceptación, del Estado representado para abandonar el Estado receptor, por lo que la solicitud en
que ordinariamente será positiva, pues previamente se habrá obtenido ya en conver­ tal sentido podrá ser la primera actuación del Estado representante en su condición
saciones informales, aunque podrá subordinarse a la aprobación del Estado receptor de tal. .
—o a saber informalmente que la dará—, pero que excepcionalmente puede ser El ejercicio de la representación en la práctica actual se puede realizar por medio
negativa, ante la imposibilidad o especial dificultad de asumir efectiva o adecuada­ de dos sistemas: a) El sistema tradicional, conforme al cual la representación inter­
mente la representación (p. e., por tener ya a su cargo cierto número de representa­ nacional se lleva a cabo plenamente por el Estado representante a través de su misión
ciones o tener varias ante el mismo Estado receptor). diplomática, desapareciendo oficialmente y de hecho la misión del Estado represen­
En cuarto lugar, el Estado que ha aceptado ser representante deberá solicitar y tado. b) El sistema de misión diplomática de hecho, conforme al cual el trabajo de la
obtener el consentimiento del Estado receptor, para que pueda ejercer la representa­ representación se llevará a cabo en mayor o menor grado por un servicio de protec­
ción, completándose así el proceso para garantizar la efectividad de la misma. En ción de intereses, bajo la cobertura y como parte de la misión diplomática del Estado
principio, este consentimiento es siempre otorgado, porque, como en el paso anterior, representante, constituido básicamente por la antigua misión del Estado representa­
también se habrá hecho una gestión informal sobre la aceptación; sin embargo, cabe do que desaparece oficialmente, pero se mantiene de hecho, aunque con otra organi­
suspenderse o condicionarse el consentimiento a una mayor concreción o informa­ zación y composición interna.
ción sobre el contenido y alcance de la representación e, incluso, puede denegarse, Teniendo en cuenta estos dos sistemas, la representación internacional se ejerce,
en cuyo caso habrá de reiniciarse el proceso con la elección de otro Estado represen­ en el sistema tradicional, respecto a los locales, desde los locales de la misión diplo­
tante. El consentimiento puede darse tácita o expresamente y, en ocasiones, es posi­ mática del Estado representante, aunque podrá hacerse, según las circunstancias,
ble que su solicitud se convierta, realmente, en una simple notificación de haber asu­ desde los antiguos locales de la misión del Estado representado o desde nuevos loca­
mido la representación.
les que el Estado representante adscriba a tales efectos, que en ambos casos tendrán
Concluido este proceso de constitución —casi siempre de muy corto tiempo— , los
la condición de locales de la misión de este Estado. En cuanto al personal, se llevará
Estados representado y representante formalizarán y fijarán el contenido y alcance
a cabo por el mismo personal de la misión del Estado representante, aunque si el
de la representación a través de un protocolo de asunción de intereses extranjeros que
volumen de trabajo así lo requiere, podrá aumentarse el personal administrativo o de
será la base jurídica para su ejercicio.
servicio para los específicos cometidos de la representación, pudiendo contratarse, a
Si bien éste es el procedimiento ordinario, en ciertos casos puede ser distinto, tanto
tales efectos, personal que ya lo era de la misión del Estado representado, incluso, si
debido a una situación particularmente urgente imprevisible o, contrariamente, por la
previsibilidad de una inmediata ruptura de relaciones. El primer caso es aquel en el fuese necesario, podrán incorporarse como miembros de esta misión, si así lo con­
que, tras la ruptura de las relaciones diplomáticas, se exige, imprevisiblemente, la siente el Estado receptor, uno o más diplomáticos del Estado representado en calidad
salida inmediata de los agentes diplomáticos; en tal supuesto se podrá encomendar, de técnicos o con un papel estrictamente consultivo.
por razón de urgencia y con carácter provisional, la protección, al menos de los loca­ El sistema de misión diplomática de hecho se basa, en principio, en el interés reci­
proco de los Estados que han de acudir a la representación internacional, cuando el
190 CURSO DE DERECHO DIPLOM A TICO Y C O N S U L A R

contenido de ésta ha de extenderse a un importante volum en de asuntos, y se concreta


a través de un acuerdo entre los respectivos Estados receptores y representantes, que
puede ser expreso —generalmente oral, pero también escrito— o tácito. E n este sis­ CAPÍTULO XV
tema la representación internacional se ejerce desde los antiguos locales de la misión
del Estado representado o desde nuevos locales asignados a tal fin , que, en cualquier
caso, tendrán el carácter de locales de la misión diplomática del E stado representan­ L A A CTIV I DA D DE LA MISIÓN DIPLOMÁTICA (I )
te. Respecto al personal, será, usualmente, el mismo de la antigua m isión diplomáti­
ca del Estado representado el que se ocupe de la representación, qu e a excepción del
jefe de la misión y los agregados militares podrá m antenerse en su totalidad, desem­ I. CON SIDERACIO NES GENERALES
peñando uno de sus miembros —que en la práctica será uno de los agentes diplomá­
ticos de la anterior misión diplomática del Estado representado— la jefatu ra de este La actividad de la m isión diplomática se concreta, básicamente, en sus relaciones
servicio de protección de intereses o misión diplomática de hecho, salvo que el con el Estado receptor, que constituye la relación diplomática en sentido estricto, y
Estado receptor exija que tal jefatura recaiga en un diplom ático nacional del Estado en sus relaciones con el propio Estado acreditante, de quien recibe las instrucciones
representante; los antiguos agentes diplomáticos podrán tener la condición de técni­ para su actuación y a quien ha de informar sobre sus resultados; pero además, como
cos o de consultores de la misión diplomática del Estado representante, com o ya se tal órgano representativo del Estado, merecen señalarse sus relaciones con las demás
ha señalado, o aceptárseles, por el Estado receptor, como agentes diplom áticós, tam­ misiones diplom áticas acreditadas ante el Estado receptor, que si bien, en principio,
bién de la misión dél Estado representante, adscritos al ejercicio de la representación; son de carácter protocolario y para adoptar acciones conjuntas, pueden, también, ser­
en este último caso, el Estado receptor podrá exigir, sin em bargo, que la relación for­ vir de cauce para conversaciones informales sobre temas que interesan a Estados que
mal con sus autoridades se realice a través de los agentes diplom áticos nacionales del no tienen entre sí relaciones diplomáticas; y las que, aunque sin carácter diplomáti­
Estado representante o que éstos acompañen a tales efectos a los agentes diplom áti­ co alguno, la m isión debe m antener con los medios de comunicación social, por la
cos nacionales del Estado representado. incidencia e influencia que éstos tienen en todos los ámbitos de la vida actual nacio­
nal e internacional.
En el ejercicio de su actividad, tanto estrictamente diplomática como de otro
orden, la m isión diplom ática — incluyendo, naturalmente, a los miembros de su per­
sonal— deberá observar determ inados principios u obligaciones básicas para que su
actuación sea correcta y aceptable y conduzca a su finalidad de fortalecer y estrechar
las relaciones entre el E stado acreditante y el receptor. Tales principios u obligacio­
nes son el respeto a la soberanía del Estado receptor y el respeto a su ordenamiento
jurídico.
El Convenio de V iena de 1961, en el articulo 41, se refiere a estas obligaciones
básicas en los siguientes térm inos;

1. Sin peijuicio de sus privilegios e inmunidades, todas las personas que gocen de esos
privilegios e inmunidades deberán respetar las Leyes y Reglamentos del Estado receptor.
También están obligadas a no inmiscuirse en los asuntos intemos de ese Estado.
2. [...]
3. Los locales de la misión no deben ser utilizados de manera incompatible con las fun­
ciones de la misión tal como están enunciadas en la presente Convención, en otras normas del
derecho internacional general o en los acuerdos particulares que estén en vigor entre el Estado
acreditante y el Estado receptor.

Obligaciones, am bas, que recuerda la Asamblea General de las Naciones Unidas,


en diversas resoluciones sobre el tema. Consideración de medidas eficaces para
aumentar la protección y la seguridad de las misiones y los representantes diplomá­
ticos y consulares, com o, por ejemplo, entre las más recientes la 55/149, de 12 de
diciembre de 2000.

[191]
192 CURSO DE DERECHO DIPLOM ATICO Y C O N SU LA R
LA ACTIVIDAD DE LA MISIÓN DIPLOMÁTICA (0 193

El contenido del respeto a la soberania y al ordenamiento jurídico del Estado


nacional todas las medidas necesarias para evitar los abusos de las prerrogativas e
receptor se concreta, como señala M a r e s c a , en una serie de limites a la acción de la
inmunidades diplomáticas o consulares, en particular los de carácter grave, incluidos
misión diplomática. En primer lugar, implica el deber de no intervención en la polí­
los que entrañen actos de violencia».
tica interna del Estado receptor cuando la misma pueda considerarse, de alguna
Si éstas son las obligaciones que la misión diplomática ha de observar en su acti­
manera, como una interferencia ilícita en la vida política o jurídica interna del Estado
vidad en el Estado receptor y las medidas que éste puede adoptar en caso de ser
y, por ello, incompatible con la propia naturaleza jurídica de la misión diplomática.
incumplidas, por su parte el Estado receptor tiene, también, deberes respecto a la
En segundo lugar, significa el deber de abstenerse de cualquier declaración públi­
misión diplomática y sus miembros para hacer posible a ésta el ejercicio correcto de
ca que pueda deteriorar o perturbar las relaciones entre el Estado receptor y terceros
sus funciones. A tal fin, el Estado receptor ha de dar a la misión diplomática toda
Estados.
clase de facilidades que desde el comienzo y a lo largo de toda su actividad pueda
En tercer lugar, incluye el deber de no servirse de los locales para fines ajenos o
necesitar para ese ejercicio, bien a través de positivos tratos especiales, bien a través de
particularmente contradictorios con la razón de ser de la misión (p. e., la utilización
remoción de obstáculos que lo impidan. Por ello, además de respetar la totalidad
de los mismos como centro de reclutamiento de mercenarios o de propaganda sub­ de los particulares privilegios e inmunidades que específicamente regula el Convenio de
versiva). Viena de 1961, el Estado receptor, deberá, también, prestar a la misión diplomática
En cuarto lugar, supone, también, que la misión diplomática tiene el deber de estar y a sus miembros la asistencia pertinente, concediéndoles todas las facilidades que
vigilante a fin de evitar que sus miembros traten de ampararse en un uso ilícito de su legítima y razonablemente puedan necesitar para el desempeño de sus funciones, y
status, para llevar a cabo acciones que violen la soberanía o el ordenamiento jurídi­ que el propio Convenio prevé, de forma genérica, en el artículo 25 y particulariza
co del Estado receptor. expresamente en el artículo 21, respecto a los locales de la misión y alojamiento de
En quinto lugar, la misión diplomática debe cuidar que todas sus actuaciones revis­ sus miembros, y en el artículo 44, en relación con la salida de los miembros de la
tan una forma y estilo correctos de modo que en ningún caso la actuación misma misión del territorio del Estado receptor.
pueda ser considerada formalmente ofensiva por el Estado receptor.
Estos límites no quieren decir que la misión y los agentes diplomáticos no puedan
actuar, en su caso, con toda la firmeza y dureza necesaria — dentro de la debida cor­ n. LAS RELA C IO N ES CON EL ESTADO RECEPTOR
tesía— en el ejercicio de sus funciones para defender los intereses de su Estado o los
de sus nacionales, de conformidad con el derecho internacional, sin que ello consti­ Como se ha indicado, las relaciones con el Estado receptor son las propiamente
tuya una ingerencia en los asuntos intemos del Estado receptor, como observó la
diplomáticas dentro del conjunto de la actividad de la misión, ya que son las que tie­
CD1, y tampoco habrá tal ingerencia cuando así se actúe en defensa de intereses de
nen como contenido la actuación oficial y formal de la misión, en tanto órgano repre­
la sociedad internacional en su conjunto.
sentativo de su Estado acreditante, ante los órganos igualmente representativos del
Ante una actuación de la misión o de los agentes diplomáticos que no respete
Estado receptor, para tratar los asuntos que interesan a ambos Estados en sus rela­
tales límites, el Estado receptor, al considerar que se ha violado su soberanía u orde­
ciones iure imperii. Esta relación diplomática se desarrollará entre la misión diplo­
namiento jurídico, podrá reaccionar adoptando alguna de las diversas medidas de
mática y, ordinariamente, el ministerio de relaciones exteriores (cualquiera que sea
distinto alcance que el derecho pone a su disposición. Entre ellas cabe señalar, par­
su denominación concreta) del Estado receptor y con carácter extraordinario, aunque
ticularmente: a) reclamar formalmente a la misión diplomática, recabando de ella el
respeto a sus deberes; b) declarar la acción de la misión como absolutamente inad­ no infrecuente, con la presidencia del gobierno e incluso con la jefatura del Estado;
misible, sin entrar siquiera en la discusión del asunto, devolviendo, en su caso, la cabe, también, la posibilidad de relación, fáctica o formal, con otros ministerios,
nota diplomática a través de la cual se haya realizado tal acción; c) solicitar la reti­ cuando así lo tolere el Estado receptor en razón de la calidad de las relaciones con
rada del agente diplomático responsable de actividades que violan sus obligaciones cada Estado o lo autorice de una manera general y expresa o bien se acuerde, inclu­
respecto al Estado receptor; d) declarar persona non grata al agente diplomático so tácitamente, para determinados asuntos o en circunstancias concretas. A este res­
reincidente en violaciones o incurso en violaciones graves, invitándole, en conse­ pecto el artículo 41 del Convenio de Viena de 1961 dispone:
cuencia, a abandonar el Estado receptor en un tiempo determinado, procediéndose,
( f 2A Todos los asuntos oficiales de que la misión esté encargada por el Estado acreditante
en caso contrario, a su expulsión inmediata; e) proceder al enjuiciamiento de los harrde ser tratados con el Ministerio de Relaciones Exteriores del Estado receptor por con­
miembros de la misión que no gocen de inmunidad de jurisdicción, responsables de ducto de él o con el Ministerio que se haya convenido.
actividades ilícitas; f) como medida in extremis, en caso de violaciones de la misión
en su conjunto, de especial gravedad y transcendencia, el Estado receptor podrá Hay que sujetarse, por tanto, en principio, a la practica del Estado receptor o a
recurrir a la ruptura de las relaciones diplomáticas. lo que diga su derecho intemo, teniendo en cuenta que es práctica relativamente
La Asamblea General de las Naciones Unidas, en la arriba citada Resolución generalizada que se permita a los agregados sectoriales, particularmente a los milita­
55/149, concreta y completa resoluciones anteriores instando a los Estados a que, de res, relacionarse directamente, aunque sólo sea de hecho, con los ministerios técni­
conformidad con el derecho internacional, «adopten en los planos nacional e Ínter- cos correspondientes o autoridades competentes en las materias de su especialidad.
194 CURSO DE DERECHO DIPLOM Á TIC O Y C O N S U L A R L A A C T I V I D A D D E L A M IS IÓ N D IP L O M Á T IC A (I) 195

La relación ordinaria con el ministerio de relaciones exteriores tendrá lugar con mente, unas relacio nes deterioradas llevará a una reducción del nivel y a una dism i­
los servicios de protocolo para todos los asuntos generales relativos a la misión y al nución de los contactos, d) Las relaciones personales: las buenas relaciones entre
status diplomático, así como para el envió de las notas diplomáticas y la solicitud de funcionarios del m inisterio y agentes diplomáticos de la misión que trabajan en los
las audiencias ai menos a los más altos niveles del ministerio y del Estado. Para los mismos asuntos propicia la entrevista entre ellos, aunque no sea el nivel apropiado,
asuntos específicos, la relación se mantendrá con la división geográfica del minis­ porque, naturalm ente, facilitará un m ejor entendimiento.
terio que corresponda al lugar de situación del Estado acreditante, cuando sean de En tercer lugar, en orden a una m ayor eficacia y como planteamiento general, con­
contenido genéricamente «político» y se mantendrá, en cambio, con las divisiones viene que la au dien cia se concierte al más bajo nivel posible, dentro de las conside­
«técnicas», cuando el contenido del asunto a tratar corresponda a alguna de ellas raciones particulares, de m odo que aún puedan realizarse, en su caso, acciones en
(p. e., asuntos consulares, culturales, organizaciones y conferencias internaciona­ niveles superiores cuando no se obtuvo solución en los inferiores, evitando así el des­
les, relaciones económicas, etc.). gaste de los niveles m ás altos, lo que, especialmente interesa a la misión diplom áti­
La actuación oficial se realiza por medio de la entrevista y de las notas diplo­ ca que dispone de m enos niveles y en la que el jefe es el único interlocutor válido
máticas. para, en cam bio, diversos niveles en el Estado receptor. Sin embargo, acostumbra a
reservarse a los m ás altos niveles la audiencia cuyo objeto sea la comunicación de
noticias particularm ente gratas y satisfactorias para uno u otro Estado.
A. La e n t r e v is t a La solicitud o convocatoria de audiencia, salvo cuando ya se concierta directa­
mente entre quienes van a entrevistarse, suele concretar el nivel al que se desea tenga
La gestión diplomática oficial se lleva a cabo, en su forma originaria y básica, por lugar, pero pueden fijarse solam ente los niveles máximo y mínimo a los que se pre­
la acción de los agentes diplomáticos, personalizando a la misión en nombre del tende tener, sobre todo cuando se solicita, dejando la concreción al ministerio o,
Estado acreditante, a través de la entrevista que mantienen con las correspondientes menos usual, a la m isión.
personas representativas del Estado receptor en el curso de una audiencia que la Cuando es el E stado receptor el que convoca, el representante diplomático convo­
misión ha solicitado o a la que ha sido convocada por el Estado receptor. cado no puede m ás que aceptarla en los términos en que se haga. Sin embargo, si es
El marco de la audiencia formalmente solicitada y concedida o convocada es nece­ el jefe de m isión el convocado, hay casos en que por propia iniciativa o siguiendo ins­
sario para que la entrevista tenga carácter oficial y no se trate, por importante que trucciones de su gobierno, podrá delegar en un miembro del personal diplomático y
sea, de una conversación informal, pero ello no quiere decir que la concertación de así com unicarlo al m inisterio de relaciones exteriores; tal actitud, según la situación
la audiencia haya de revestir particulares formalismos o solemnidad, como ordina­ de las relaciones entre am bos Estados, podrá adoptarse como afrenta deliberada para
riamente sucede con las que se celebran con los jefes de Estado o de gobierno, de tal dejar constancia del m alestar por actuaciones del Estado receptor, o bien como una
modo que no siempre se exigirá la tramitación de la misma a través de los servicios forma de restar im portancia y dar por superado cualquier incidente entre ellos. Esta
de protocolo, sino que podrá acordarse oralmente, desde luego cuando existen unas reducción del nivel po r parte de la misión diplomática puede deberse a razones de
buenas relaciones personales o cuando la entrevista no se va a realizar, entre los nive­ orden protocolario, com o en el supuesto que la convocatoria se haga por un funcio­
les superiores del ministerio y de la misión. nario de nivel claram ente inferior al jefe de misión, si bien en tales casos lo mejor es
Para determinar el nivel al que se ha de celebrar la entrevista se han de tener en resolver am istosam ente la incorrección.
cuenta ciertos criterios y consideraciones; en primer lugar y con carácter básico, se Cuando es la m isión diplom ática la que solicita la audiencia, ésta debe ser conce­
ha de decidir si el criterio para fijar tal nivel será el tradicional o formal, o el fun­ dida en los térm inos de la solicitud y así suele ocurrir, pues es un derecho que tiene
cional, es decir, si los interlocutores han de ser de la misma categoría personal admi­ la misión para el adecuado ejercicio de sus funciones, sin embargo, podrá otorgarse
nistrativa, o si serán aquellos que ejercen las mismas funciones dentro de los rangos en otros térm inos, variando alguno de sus elementos, cuando el Estado receptor tenga
correspondientes del ministerio y de la misión. Aunque ambos criterios no se exclu­ razones para ello. Las alteraciones más usuales consisten en otorgar la audiencia a
yen, el seguir uno u otro o los dos según las circunstancias, dependerá del Estado otro nivel, norm alm ente inferior al solicitado o en retrasar la fecha de la audiencia;
receptor cuando tenga disposiciones o práctica constante al respecto. Sin duda, el cri­ tal proceder por el E stado receptor puede deberse a razones justificadas por su nece­
terio funcional es más flexible, permite una más fácil aplicación y, en definitiva, sidad o eficacia, o a razones de malestar por actuaciones incorrectas de la misión.
resulta más eficaz. Con carácter excepcional podría producirse la anulación de una audiencia ya conce­
En segundo lugar, particulares consideraciones de carácter vario deberán valorar­ dida, en cuyo caso, cuando haya que tomar tal decisión, se debe, por cortesía, infor­
se para establecer el nivel de la entrevista, entre ellas cabe señalar: a) La importan­ mar inm ediatam ente a la m isión, salvo que la anulación se adopte como medida de
cia relativa del asunto: una mayor importancia exigirá un nivel más elevado, b) La reacción y, entonces, tam bién se quiera ser descortés. Igualmente, es excepcional no
gravedad y urgencia del asunto: en estos casos el más alto nivel será el indicado, acceder a la concesión de la audiencia, es decir, rechazar la solicitud de la misma, sea
c) La calidad de las relaciones entre los Estados: habitualmente la existencia de unas de forma expresa o velada; esta actitud, no obstante, tan sólo es comprensible cuan­
relaciones amplias y amistosas facilitará la fluidez de los contactos y hará que la do la audiencia es solicitada a los más altos representantes del Estado — ministro de
entrevista se celebre al más alto nivel o a un nivel superior al apropiado y, contraria- relaciones exteriores, jefe del gobierno o jefe del Estado— con excesiva frecuencia,
196 CURSO DE DERECHO DIPLOMATICO Y CON SU LA R L A ACTIVIDAD DE LA MISIÓN DIPLOMÁTICA (I) 197

sin que sea necesario ni haya razones para que la audiencia tenga lugar a ese nivel, La nota diplomática tiene normalmente un carácter particular, es decir, se refiere
por ello la misión diplomática ha de ser comedida en el ejercicio de su derecho, aun­ a temas que interesan específicamente a un determinado Estado acreditante y al
que, por otra parte, tal actitud del Estado receptor puede generar protestas formales Estado receptor. Pero puede, también, responder a temas que interesan a la totalidad
o la adopción de medidas de reacción por el Estado acredítente. o a cierto número de los Estados acreditados ante un Estado receptor; en estos casos
En situaciones de normalidad la entrevista se celebrará en días laborables, den­ las misiones diplomáticas pueden proceder a remitir al ministerio de relaciones exte­
tro del horario usual de trabajo de la Administración del Estado receptor y, natu­ riores bien notas con idéntico contenido, bien con un contenido coordinado, previa­
ralmente, para esos días y horas se convocará o se concederá la audiencia. Sin mente acordado, o proceder conjuntamente a través de una nota colectiva.
embargo, excepcionalmente, en circunstancias especiales, la entrevista podrá tener La nota diplomática puede ser dirigida de órgano a órgano (la misión al ministe­
lugar en cualquier día y hora, lo que ocurrirá cuando haya que tratar asuntos de par­ rio o viceversa), en cuyo caso se redacta en tercera persona y no lleva firma o puede
ticular importancia y extremadamente urgentes y exigirá, cuando menos, la entre­ dirigirse de titular a titular de esos órganos (del jefe de la misión al ministro o vice­
vista del jefe de la misión con el ministro de relaciones exteriores; en una situación versa), redactándose, entonces, en primera persona y, claro está, con la firma del
de grave crisis ha de procurarse la posibilidad de comunicación directa entre el enviante.
ministro y el jefe de misión y su localización permanente. En otras ocasiones la La nota diplomática puede revestir las siguientes formas particulares: Ñola verbal,
entrevista en horas extemporáneas puede deberse a los hábitos de trabajo de los es la nota diplomática más típica y más frecuentemente utilizada en el desarrollo
jefes de Estado o jefes de gobierno y que la misión diplomática no tendrá más corriente de las relaciones entre el ministerio de relaciones exteriores del Estado
remedio que soportar (p. e., Churchill y Stalin recibían a avanzadas horas de la receptor y la misión diplomática; su denominación se debe a su origen como docu­
tarde o primeras de la noche y Mao Zedong recibía cartas credenciales a las 11 de mento que recogía lo que se había tratado oralmente en una entrevista anterior. En la
la noche). actualidad, aunque siga teniendo esa función, es también un documente indepen­
El lugar de la entrevista será el despacho oficial o, en su caso, la residencia ofi­ diente que se emplea para toda clase de asuntos sin necesitar un precedente de comu­
cial de la persona que concede o convoca la audiencia y nunca, en principio, en nicación oral. La nota verbal se redacta siempre en tercera persona, se cierra con una
los locales de la misión diplomática, en los que sólo excepcionalmente, por cir­ fórmula de cortesía y no se firma, basta con el sello del órgano enviante y a lo sumo
cunstancias de muy distinto signo, llega a celebrarse, como puede ocurrir, justifi­ se rubrica, según sea la práctica de los Estados. A través del canje de notas verbales
cadamente, en casos de urgencia y por imposibilidad física de desplazamiento del cabe concluir acuerdos que pueden revestir la forma de notas reversales, cuando tie­
jefe de la misión, si existe una especial amistad entre éste y la persona con la que nen un contenido concordante ya previsto y se remiten simultáneamente, o la de
se ha de tener la entrevista; y, en segundo lugar, injustificadamente, en contra de canje de notas en sentido estricto, cuando las notas son interdependientes, en el sen­
la dignidad nacional, como forma de pleitesía y de sometimiento a los dictados de tido que la segunda reproduce la primera, al acusar recibo de la misma, aceptando la
una gran potencia que se impone. Por otra parte, cabe también, en situaciones par­
propuesta cuyo contenido ha sido acordado.
ticulares, mantener una entrevista formal, en un tercer lugar no significado —que Nota firm ada, es más solemne que la nota verbal y se caracteriza por estar redac­
puede ser muy diverso— por razones de oportunidad práctica, de discreción o
tada en primera persona, dirigida al ministro de relaciones exteriores o al jefe de la
confidencialidad, para evitar toda publicidad y en el contexto de buenas relacio­
misión diplomática, firmada por la persona que la envia, ministro o jefe de misión, y
nes personales.
se cierra con la pertinente fórmula de cortesía personalizada. Como la nota verbal, la
nota firmada puede ser utilizada para proceder a un canje de notas en cualquiera de
B. L a s n o t a s d ip l o m á t ic a s
las modalidades indicadas.
Carta personal, al contrario de las notas diplomáticas anteriores, la carta personal
Dentro del vario conjunto de los documentos o instrumentos diplomáticos, se da se produce en el ámbito de las relaciones personales, amistosas, entre el ministro de
la denominación genérica de nota diplomática a los diversos medios escritos de relaciones exteriores (o altos funcionarios) y el jefe de la misión; no tiene, por ello,
comunicación oficial entre una misión diplomática y el ministerio de relaciones exte­ carácter oficial y, por tanto, no es realmente una nota diplomática en sentido propio,
riores del Estado receptor —-y también, aunque de menor interés y transcendencia, a al no ser un instrumento de relación que comprometa a los Estados. Su uso, aunque
los que se producen entre misiones de distintos Estados acreditadas ante el Estado a veces abusivo, puede resultar útil, precisamente por su informalidad, para tantear o
receptor que, junto a la entrevista, sirven para concretar las relaciones entre el preparar la discusión de determinados asuntos.
Estado acreditante y el receptor. Son documentos que manifiestan la voluntad unila­ Pro-memoria, es un documento más simple; no se trata de una declaración de
teral de cada Estado, si bien pueden servir, mediante intercambio de ciertas notas, voluntad, sino que sirve para resumir la situación o aspectos de un asunto que se está
para concluir un acuerdo, y han de sujetarse, en su redacción, a un determinado esti­ discutiendo entre el Estado acreditante y el receptor, a fin de facilitar su solución; se
lo diplomático. La nota diplomática puede abarcar, prácticamente, todo tipo de mate­ fijan los hechos y las consecuencias jurídicas y se expone el punto de vista del Estado
rias y tiene, fundamentalmente, por objeto una petición o una propuesta, una res­ que elabora y envía la pro-memoria. Aunque es un documento oficial, por su propio
puesta o una protesta. contenido, no compromete intemacionalmente el Estado que lo remite, en el sentido
198 C U R SO D E D E R E C H O D IP L O M Á T IC O Y C O N S U L A R L A A C TIV ID A D DE LA MISIÓN DIPLOMÁTICA (I) 199

que no constituye una obligación jurídica. Se dirige al m inisterio o a la m isión y no Como se indicó al principio, las notas diplomáticas son también utilizadas como
lleva firm a ni fórmulas de cortesía. medio de comunicación entre las misiones diplomáticas establecidas en un mismo
M emorándum , en cuanto a la forma es un docum ento fundam entalm ente igual a la Estado receptor. Estas notas pueden referirse a asuntos particulares entre concretas
pro-m em oria, pero de contenido más ámplio y com pleto. En él se recoge, además de misiones o tener un carácter de circular que se dirige a todas las demás representa­
los hechos, la evolución histórica del asunto, un análisis de sus aspectos político y ciones.
jurídico y una exposición de la postura política m antenida por el E stado que lo envía,
justificando jurídicamente sus pretensiones. Puede consistir en una pluralidad de
docum entos, destinados a tratar cada uno de ellos un punto particular del asunto obje­
to del memorándum. Si bien va dirigido al m inisterio o a la m isión, habitualm ente va
firm ado por el titular del órgano que lo envía, lo que da una especial importancia al
docum ento y refleja el carácter de compromiso que el m ism o puede significar en el
plano político, aunque no en el jurídico. El m em orándum se rem ite, tam bién, con fre­
cuencia a terceros Estados para explicarles las razones que asisten a quien lo elabo­
ra, buscando así su eventual apoyo.
Ultimátum, dentro de las notas diplomáticas, es la que reviste, por razón de su con­
tenido, mayor gravedad. En su origen es un docum ento dirigido por un Estado a otro
exigiendo un determinado comportamiento, en el sentido de aceptar la propuesta que
se le hace como último medio para la solución pacífica de un asunto que les enfren­
ta; en él se fija un plazo, normalmente muy breve, dentro del cual se ha de producir
tal comportamiento o, en caso contrario, se recurrirá a la guerra. En estos términos,
tradicionalmente, el ultimátum, en caso de no aceptarse la propuesta, era la última
acción diplomática posible en las relaciones entre Estados, sin em bargo, en la actua­
lidad, como ya se ha observado, la práctica de los Estados m uestra la posibilidad de
mantenimiento de relaciones diplomáticas a pesar de la apertura de hostilidades. Por
otra parte, al estar prohibido el uso de la fuerza, el contenido del ultim átum tampo­
co podrá ser el originario, sino tan sólo el de adoptar las m ás graves contramedidas
perm itidas en derecho internacional, como instrum ento legítim o de presión; cabrá,
sin embargo, un ultimátum en términos tradicionales por las Naciones Unidas como
última acción diplomática antes de acudir al uso de la fuerza, en el ejercicio de las
competencias del Consejo de Seguridad en materia de seguridad colectiva, a fin de
m antener o restablecer la paz y la seguridad internacionales; del m ism o modo, cual­
quier otra organización internacional podrá acudir al ultim átum , en la medida y
ámbito en que se le haya atribuido competencia para el ejercicio de la seguridad
colectiva.
Nota colectiva, en contraposición con todas las anteriores notas diplomáticas, la
nota colectiva, como refleja su denominación, no es una nota de carácter particular, es
decir, que se refiera a asuntos entre un Estado acreditante y el Estado receptor, sino
que se utiliza para tratar un asunto que afecta a varios o a la totalidad de los Estados
acreditantes o que sobre un determinado tema estos Estados desean hacer una comu­
nicación conjunta; es una nota especialmente solemne que se entrega al ministro de
relaciones exteriores y va firmada por todos los jefes de misión interesados. También
se calificará como colectiva la nota firmada por el decano del cuerpo diplomático, en
cuanto tal, en nombre del personal diplomático acreditado en el Estado receptor, res­ .1
pecto a un asunto de interés común. El mismo carácter colectivo de fondo, aunque no
de forma, tienen las notas idénticas, verbales o firmadas, enviadas por distintas misio­
nes con exacto contenido, así como las notas coordinadas en relación con un mismo
asunto, para obtener, por esta acción conjunta, el resultado deseado al respecto.
L A A C T I V I D A D D E L A M IS IÓ N D IP L O M Á T IC A (II) 201
forma de p ro d u c irse las instrucciones, que aunque no se excluya la form a tradicio­
nal, sólo ex cep cio n alm en te se acudirá a ella. En efecto, las instrucciones al p artir el
agente d iplo m ático a su destino, habitualm ente ya no serán escritas, sino orales y,
CAPÍTULO XVI
consecuentem ente, m u y generales y básicas, sobre la actitud cotidiana de la m isión
y sus co m p o n entes, p u e s ante cada asunto o situación concreta, bien podrá despla­
LA ACTIVIDAD DE LA MISIÓN DIPL OM Á TICA (I I ) zarse el je fe de la m isió n u otro agente diplom ático para recibir las instrucciones per­
tinentes o bien se po d rán ped ir y dar a través de los diversos medios de com unica­
ción en «tiem po re al» , siem pre con conocim iento de todos los datos que al respecto
III. LAS RELACIONES CON EL ESTADO ACREDITANTE existan en ese m o m e n to y deban ser tenidos en cuenta para una mayor eficacia de la
actuación d ip lo m ática; e n estos casos las instrucciones pueden ser orales o escritas,
La misión diplomática para ejercer debidamente su función deberá conocer, del según lo exijan las circunstancias en razón del asunto o del interés del m inisterio o
modo más amplio y preciso posible, la situación de las relaciones entre su Estado de la m isión.
acreditante y el Estado receptor y los resultados que su Estado pretende obtener de Esta p ráctica actual q u e en principio se m anifiesta como m ás flexible y segura para
esas relaciones en su conjunto o respecto a asuntos concretos, lo que exige que la la acción d ip lo m ática, al no se r las instrucciones tan porm enorizadas y poderlas soli­
misión tenga, cuando menos, instrucciones sobre la orientación general que ha de citar o recib ir an te c ad a situación concreta, no es, sin embargo, siempre mejor. En
guiar toda su actuación y sobre los mínimos irrenunciables en cada caso particular. efecto, las trad icio n a le s instrucciones tan completas y detalladas, tendentes a prever
Del mismo modo, la misión diplomática deberá informar a su Estado del desarrollo toda la actuación del enviado diplom ático que no podía contar con la posibilidad de
y resultados de su acción general y particular. ser instruido en tie m p o o p o rtuno ante cada caso, le permitían, en cam bio, actuar
^ Esta necesaria relación con el Estado acreditante se concreta en las instrucciones libremente, c o n fo rm e a su criterio, cuando las instrucciones no fuesen claras o se tra­
y en los informes y despachos diplomáticos. tase de asu n tos no previstos, teniendo en cuenta la política general de su Estado, las
orientaciones b á sicas de las instrucciones y el objeto de la m isión e incluso, ante nue­
vas circunstancias re sp ec to a un asunto, podía, con estos criterios, desviarse de las
A. La s in s t r u c c io n e s instrucciones re cib id a s p ara o btener unos resultados que estimase m ás ventajosos
para su E stado; p o r el contrario, en la práctica actual, dado que la m isión diplom áti­
Las instrucciones son las líneas generales o criterios básicos de actuación que el ca ha de p ed ir in stru cc io n es para los asuntos que no sean de trám ite ordinario, se pro­
° Estado acreditante da a la misión diplomática, o al jefe de la misma, sobre los obje­ ducen, con co n sid erab le frecuencia, situaciones de mayor inseguridad en la acción de
tivos a conseguir y modos de proceder, a las que ésta en su conjunto, en cuanto órga­ la misión, c u ando su g o bierno no contesta a tal petición o da instrucciones vagas u
no, o los agentes diplomáticos se han de ajustar en el ejercicio de su función. orales en aq u ello s c aso s en los que no tiene una posición clara al respecto, dejando
Tradicionalmente es el documento diplomático por el que, en palabras de PRA- toda la iniciativa al criterio de la m isión que ahora dispone de m enos elem entos de
DIER-FODÉRÉ, a los ministros públicos (agentes diplomáticos) se les da a conocer las decisión al c are ce r d e in strucciones básicas por escrito; en estos casos cabrá, desde
intenciones de su gobierno respecto a la misión o negociación de la que están encar­ luego, la p o sib ilid a d de a ctu a r ad referendum, no com prom etiendo así los intereses
gados, para que les guíen en la conducta a seguir para ejecutar su mandato, circuns­ del Estado a cre d ita n te h a sta que éste confirm e lo acordado. Por otra parte, aún hoy,
cribiendo sus plenos poderes. no sobran las in stru cc io n es precisas, particularm ente en la diplomacia ad hoc, de
Se daban tanto en el momento de partir el agente diplomático a su misión, como modo que se p u ed a n eg o ciar con adecuada fluidez, sin que haya que interrum pir ante
durante el desempeño de la misma y en ellas se exponía, de una manera m ás o menos cualquier nuevo p lan te am ie n to para pedir instrucciones.
sumaria, las relaciones entre los dos Estados y, en la medida que fuese necesario, las Las in stru ccio n es p o d rá n se r siem pre m odificadas, tanto en cuanto a su m ayor o
de ambos con terceros Estados; se trazaba la forma a seguir en las negociaciones de menor co n creció n c o m o en cuanto a su orientación, en el curso de la duración de la
toda naturaleza que pudieran tener lugar; se indicaban las tendencias políticas del misión d ip lo m ática.
propio gobierno y los intereses permanentes y temporales que se debían salvaguar­ Las in stru ccio n es se p ueden clasificar siguiendo distintos criterios, entre los que
dar; se recordaba los asuntos pendientes y recientemente terminados; y, en fin, todo cabe establecer lo s siguientes: a) Por su contenido, instrucción principal o general e
aquello que sirviera de orientación o regla para el éxito de la misión, así, la informa­ instrucciones a cc eso ria s, accidentales o especiales; la principal sería el conjunto de
ción sobre el sistema político, las tendencias políticas, las personas destacadas e recom endaciones b á sica s que se dan al jefe de la misión al com enzar la m ism a, que
influyentes, etc. han de o rien tar a la m isió n en su actividad oficial ordinaria; las accesorias serían las
A cálm ente, la rapidez de los medios de transporte y sobre todo la inmediatez de que, según las c irc u n stan c ias y respecto a asuntos particulares, contienen directrices
las comunicaciones, gracias al desarrollo de la tecnología, inciden de tal modo en la especiales q u e d e sa rro lla n la instrucción principal, bien por iniciativa del Estado
acreditante o , m ás prob ab lem en te, p o r solicitud de la misión diplom ática, b) Por su
[200]
conocim iento, in stru cc io n es secretas e instrucciones m anifiestas u ostensibles; las
202 CURSO DE DERECHO D IPLOM Á TICO Y C O N S U LA R L A A CTIV IDAD DE LA MISIÓN DIPLOMÁTICA (II) 203

instrucciones son, en principio, secretas, es decir, sólo las conocerá la misión diplo­ española se dispone que los informes deberán ser enviados como anejo a un des­
mática o únicamente, al menos en todos sus términos, el jefe de la misión, no son, pacho).
por tanto, para ser comunicadas; sin embargo, en determinados casos, si resulta Con estas salvedades se puede decir que los informes y despachos son aquellos
oportuno, podrán ser comunicadas confidencialmente, por iniciativa de la propia documentos diplomáticos que la misión diplomática envía a su ministerio de relacio­
misión, en las relaciones con un Estado amigo, pero se necesitará autorización del nes exteriores respecto a su actividad ordinaria o a acciones concretas que le haya
Estado acreditante si se trata de otros Estados; puede haber instrucciones dobles, encomendado particularmente, de modo que podrán revestir una u otra forma según
unas para ser comunicadas, si se da el caso, y otras secretas para uso exclusivo de las circunstancias y la práctica de los Estados.
la misión o su jefe, en tal caso, en aras de una actuación leal y conform e a la buena Los informes y despachos suelen clasificarse, en general, con arreglo a dos crite­
fe, no habrán de ser contradictorias, c) Por la forma, instrucciones escritas u orales, rios principales: a) Por su regularidad, ordinarios y extraordinarios; los ordinarios se
estas últimas, en la actualidad son, como se ha dicho, más usuales, pero sin que que­ refieren a la actividad cotidiana de la misión en el ejercicio de sus funciones y tienen
den excluidas las escritas, que se siguen utilizando cuando así se crea necesario o carácter periódico, con una frecuencia que variará en función de la importancia de la
conveniente. misión diplom ática y, por tanto, del mayor o menor desarrollo de las relaciones entre
En todo caso, cualquier clase de instrucción debe evitar la ambigüedad y, por su los Estados acreditante y receptor; los extraordinarios no tienen, naturalmente, perio­
parte, los agentes diplomáticos deben estudiar detenidamente sus términos y tener dicidad, enviándose cuando sean necesarios, y se refieren bien a particulares aconte­
claro las exigencias básicas de actuación que establecen, para lo que no deberán dejar cimientos producidos en el Estado receptor, de interés para el Estado acreditante y
de pedir las aclaraciones necesarias. que éste deba conocer inmediatamente, bien a asuntos concretos respecto a los cua­
Estas instrucciones a la misión diplomática o a su jefe, para que sean observadas les el Estado acreditante haya pedido una especial información, b) Por su contenido,
por el conjunto y todos y cada uno de los agentes diplomáticos, son dadas por el expositivos, descriptivos y valorativos, si bien tales aspectos los debe reunir siempre
ministerio de relaciones exteriores, que es de quien depende todo el servicio exterior cualquier inform e; también, por su contenido se les ha clasificado en generales y
del Estado, y constituyen las instrucciones diplomáticas propiamente hablando. Otra específicos, así com o en politicos y técnicos.
La realización de estos escritos ha de responder, como distingue CAHIER, a las
cosa, por importantes y necesarias que sean, son las instrucciones que los ministerios
características de oportuno, útil, completo y verídico, es decir, ha de tener un interés
técnicos den a sus agregados o consejeros de embajada correspondientes, que, en
real para el Estado acreditante y serle, efectivamente, aclaratorio. Para su elaboración
cualquier caso y en función de la unidad de acción exterior, deberán ser cumplidas u
se ha de trabajar sobre fuentes ciertas, es decir, que existan realmente, bien sean
observadas en consonancia con las instrucciones diplomáticas o, cuando menos, sin
escritas, orales, oficiales o no, primarias o secundarias; se debe disponer de ellas, es
contravenir las mismas.
decir, se han de poseer; deben ser seguras en cuanto a su contenido o, al menos, cono­
Además de las instrucciones en sentido estricto, los ministerios de relaciones exte­
cer su grado de fiabilidad; deben ser, por ello, verificadas y contrastadas de modo
riores dirigen a las misiones diplomáticas otras comunicaciones, en general de carác­
crítico para determ inar su veracidad. Su redacción debe hacerse observando ciertas
ter orgánico, básicamente en la forma genérica de circulares. Al respecto, en España
técnicas; así, deben tener unidad de materia o, si es un escrito general, deben sepa­
el Ministerio de Asuntos Exteriores, por la Orden Circular número 3.189, de 15 de
rarse, por medio de una rúbrica, las distintas materias a tratar; se ha de comenzar con
noviembre de 1993 (BOMAE, noviembre de 1993), relativa a Instrucciones sobre
una exposición de los hechos, en orden lógico y con rigor, abarcando lo que sea esen­
comunicaciones escritas, que se ocupa de las comunicaciones escritas entre Órganos
cial o relevante; se hará a continuación un análisis objetivo lo más profundo posible,
centrales del Ministerio y de las que se cursen en ambos sentidos entre el Ministerio
al menos con la suficiente profundidad que lo haga útil, y la relación de los hechos
y las Representaciones Diplomáticas y Consulares en el extranjero, establece tres
con otras materias; y se concluirá con un juicio o valoración del objeto del escrito,
clases de comunicaciones entre el Ministerio y estas Representaciones: Órdenes Cir­
teniendo en cuenta el contexto en el que se han producido los hechos y las opiniones
culares, que pueden ser Órdenes Circulares en sentido estricto o Instrucciones de a que los m ismos han dado lugar en los distintos ámbitos políticos, económicos y
Servicio; Órdenes; y Telegramas. sociales y en los medios de comunicación. Cabe la posibilidad de que el escrito se
cierre con una propuesta de recomendación, aunque la finalidad de estos escritos no
es tomar una decisión, que siempre corresponderá al Estado al que se envía, ni con­
B. LO S INFORMES Y DESPACHOS
vencer a su gobierno, sino orientarle proporcionándole los datos adecuados para la
fijación de la política y acción exterior del Estado.
En general, los medios más comunes y usuales de comunicación entre las misio­ Los escritos han de ser leales, en el sentido de no omitir los hechos de interés y
nes diplomáticas y su ministerio de relaciones exteriores, son los informes y despa­ redactados con un estilo claro y conciso. En principio van firmados por el jefe de la
chos, sin embargo, la práctica de los Estados es diversa en cuanto a la denominación misión y dirigidos al ministro de relaciones exteriores, aunque en la práctica actual
y contenido de estas comunicaciones, que a veces todas se incluyen bajo una misma sólo se hace con los más importantes, siendo los demás firmados o rubricados por el
denominación y no siempre responden al mismo contenido (p. e., Cahier señala que agente diplomático autor material del escrito y dirigidos a la división correspondien­
en lenguaje técnico los informes reciben el nombre de despachos y en la regulación te del ministerio, geográfica o técnica, en razón de la materia. En todo caso, en su
204 CURSO DE DERECHO D IPLO M Á TIC O Y C O N S U L A R L A A C T I V I D A D D E L A M IS IÓ N D IP L O M Á T IC A (II) 205
redacción se debe procurar tanto la concordancia interna, de escritos generales reali­ De esta m anera, en p rim er lugar, cada jefe de misión, tras la presentación de sus
zados en equipo, como la concordancia entre diferentes escritos específicos realiza­ cartas credenciales, com unicará a los demás el comienzo del ejercicio de sus funcio­
dos por distintos agentes diplomáticos, así como entre los enviados al m inisterio de nes, e igualm ente com unicará el término de las mismas y el nombramiento de encar­
relaciones exteriores y a los ministerios técnicos por los correspondientes consejeros gado de negocios ad interim en su ausencia o por terminar sus funciones; asim ism o
o agregados, aunque éstos no sean estrictamente docum entos diplom áticos. se com unicará a las dem ás m isiones la llegada o partida de miembros del personal
Desgraciadamente, como observa MOUSSA, los inform es ordinarios son poco leí­ diplomático. Tam bién, en este orden protocolario, están las visitas que el je fe de
dos y raramente tienen respuesta o son leídos por personal interm edio; de ahí que misión deberá h a ce r a los otros jefes de misión — actualmente no sólo a los de supe­
deba procurarse que sean documentos útiles para el futuro, sin p retender forzar que rior o igual categoría, sino, tam bién, a los de categoría inferior— con motivo de su
se les preste atención adecuada e inmediata enviándolos abusivam ente com o urgen­ llegada o de su p artid a — y devolver las recibidas en los mismos casos— com enzan­
tes, como carta personal o con carácter confidencial. do siempre p o r el D ecano del Cuerpo Diplomático, quien, en la primera visita, debe­
En España, la citada Orden Circular del Ministerio de A suntos E xteriores núme­ rá informarle de los u sos protocolarios en el Estado receptor y de la situación de las
ro 3.189, relativa a Instrucciones sobre comunicaciones escritas, dentro de las comu­ relaciones entre las distintas m isiones diplomáticas acreditadas ante el mismo.
nicaciones entre las Representaciones y el Ministerio, adem ás de referirse a los tele­ Por otra parte, las m isiones diplomáticas acostumbran a comunicarse los aconteci­
gramas (para información urgente e importante) y a las notas inform ativas (para mientos que tengan lugar en su Estado y afecten a las relaciones internacionales y a
ampliar la información contenida en un telegrama o para una inform ación no urgen­ manifestarse la solidaridad por acontecimientos fastos o nefastos que se produzcan
te y de poca extensión), distingue entre informes y despachos. R evestirán el carácter en los respectivos E stados y a asistir a los actos conmemorativos que cada misión
de informe las comunicaciones que contengan una inform ación m ás extensa que la organice con tales m otivos.
nota informativa —superior, por tanto, a tres páginas— y no urgente, sobre un deter­ Las m isiones diplom áticas se relacionarán entre ellas cuando estimen oportuno o
minado tema o sobre un aspecto concreto de un asunto y se enviarán com o anejo a conveniente realizar una acción conjunta — bien individualizada, bien canalizada a
un despacho a la dirección general principalmente com petente, pudiéndose incluir través del D ecano en nom bre de todas las misiones— relativa a asuntos de interés
copia para aquellas direcciones generales que, aju icio del jefe de la m isión, puedan común, ante el E stado receptor, como la defensa del status diplomático o acciones de
tener interés en el tema; los informes podrán estructurarse en la form a que se consi­ protesta o intercesión por actuaciones odiosas del Estado receptor.
dere más adecuada para una clara exposición del asunto, pero iniciándose siempre En segundo lugar, las relaciones entre las misiones diplomáticas tendrán un mayor
con una introducción que resuma la esencia del mismo y term inando con unas con­ contenido entre aquellas cuyos Estados mantienen particulares relaciones amistosas
clusiones que recojan, si es el caso, una valoración por parte del autor; los informes o pertenecen a una m ism a organización internacional de características especialmen­
referidos a Estados pueden ser informes básicos que contendrán datos relativos a la te diferenciadoras, lo que dará lugar a una verdadera colaboración en ámbitos espe­
población, extensión, historia y sistema político, a la situación económ ica y política, cíficos de interés com ún que puede consistir en trasladar determinada información,
a las relaciones exteriores y a las relaciones bilaterales, o inform es de coyuntura o de en celebrar reuniones periódicas para intercambiar opiniones o en realizar consultas
situación que contendrán las novedades de interés respecto a cada uno de los aparta­ respecto a la adopción de acciones concretas o para acordar actuaciones conjuntas
dos propios de los informes básicos. Las direcciones generales podrán regular, de ante el Estado receptor, com o sucede — como claro ejemplo— con la llamada «diplo­
acuerdo con las representaciones, la frecuencia y objeto de los inform es, pero, en macia grupal» llevada a cabo por las misiones diplomáticas de los Estados miembros
todo caso, éstas enviarán anualmente un informe básico. de la Unión Europea, establecidas ante terceros Estados.
Por su parte, tendrán carácter de despacho las comunicaciones no urgentes dirigi­ Una situación especial es la que se da entre misiones diplomáticas de Estados que
das a los órganos centrales del Ministerio de Asuntos Exteriores, que pueden ser des­ no se han reconocido o han roto relaciones diplomáticas; entre ellas no se dará nin­
pachos informativos, cuyo objetivo es dar cuenta de asuntos que no requieran ser gún tipo de relación form al, pero si sus miembros se encuentran en cualquier tipo de
objeto de telegramas o notas informativas y a los que se adjunta un inform e en los actos organizados po r el Estado receptor deberán conducirse con la adecuada correc­
términos arriba indicados; despachos administrativos, que se refieren a tem as admi­ ción y cortesía po r respeto a este Estado, ya que una actitud discordante sería ofen­
nistrativos y de personal; y despachos de remisión, que tienen p o r finalidad la estric­ siva para el m ism o e im plicaría una intromisión injustificable en sus decisiones polí­
ta remisión de documentos u objetos. ticas, como es la de m antener relaciones diplomáticas con los Estados que libremen­
te crea conveniente.
Además de las estrictas relaciones formales, entre los miembros de las misiones
IV LAS RELACIONES CON OTRAS MISIONES DIPLOM ÁTICAS
diplomáticas — y m ás allá de la existencia de relaciones entre sus respectivos
Estados— surgen siem pre relaciones personales, más frecuentemente entre quienes
Las misiones diplomáticas establecidas en un mismo Estado receptor mantienen
desempeñan las m ism as funciones en cada misión diplomática, lo que, sin duda, es
entre sí una serie de relaciones, unas ineludibles, de carácter protocolario, por razo­
un im portante m edio para un mejor entendimiento entre las misiones a la hora de sus
nes de cortesía y otras potestativas, de carácter diverso, basadas en las particulares
relaciones que puedan existir entre los Estados a los que estás m isiones representan.
relaciones form ales. Por último, las relaciones informales entre misiones de Estados
que no se reconocen entre sí, pueden servir para madurar e incluso preparar un fútu-
206 CURSO DE DERECHO DIPLOMÁTICO Y CONSULAR L A ACTIVIDAD DE LA MISIÓN DIPLOMÁTICA (II) 207

ro acuerdo sobre reconocimiento y establecimiento de relaciones diplomáticas entre lugar, las publicaciones de distinta periodicidad (semanal, mensual, etc.) de sectores
ambos. especializados, donde los temas que interesan al Estado acreditante sean tratados con
mayor profundidad; en segundo lugar, las publicaciones diarias, o de otra periodici­
dad, que sean exclusivamente o principalmente de opinión en esos mismos sectores
V. LAS RELACIONES CON LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN SOCIAL de interés para el Estado acreditante, a pesar de que, en general, al menos respecto a
los diarios, ninguno es exclusivamente de información o de opinión; en tercer lugar,
Para el ejercicio de sus funciones, en particular en relación con su función de las publicaciones — cualquiera que sea su periodicidad, especializadas, de informa­
observación e información, la misión diplomática ha de establecer y mantener bue­ ción general o de opinión— de ámbito local, en particular para tener un conocimiento
nas relaciones con los medios de comunicación social del Estado receptor. No es, sin cabal sobre acontecimientos que se produzcan en esos concretos ámbitos o cuando
embargo, una labor que atañe sólo al agregado o consejero de prensa, sino a todos los en ellos se encuentren o desarrollen las principales actividades sectoriales que inte­
miembros del personal de la misión, sobre todo a los agentes diplomáticos. resan al Estado acreditante; en cuarto lugar, las publicaciones que den mayor y mejor
En principio todos los medios de comunicación han de ser tomados en considera­ tratamiento a los temas de política exterior e internacional y, desde luego, aquellas
especializadas en política internacional con independencia de su difusión entre el
ción por la misión diplomática, cualquiera que sea su técnica de difusión, es decir,
gran público y del Estado en donde sean editadas.
tanto la forma escrita, la hablada y la audiovisual, todas ellas englobadas en términos
Teniendo en cuenta la clasificación de la prensa en seria, sensacionalista y de
profesionales bajo la denominación de prensa, que abarca tanto las publicaciones
humor, la misión diplomática seleccionará la prensa seria, aunque sin descartar, al
periódicas escritas como las agencias de noticias, la radio y la información visual,
menos en determinados casos, la sensacionalista cuando se basa en una buena infor­
sobre todo la televisión.
mación. Por otra parte, para una correcta o más acertada valoración y análisis de los
La misión diplomática debe tratar de conocer bien los distintos medios en sus
contenidos de la prensa, conviene que la misión diplomática conozca o trate de cono­
diversos aspectos para seleccionar cuáles serán, en general y ordinariamente, aque­
cer hasta donde sea posible, la propiedad de los distintos medios que si en buen
llos de los que ha de valerse, teniendo en cuenta su interés para la propia informa­
número de casos resulta notoria, como en los medios de propiedad pública, frecuen­
ción y para hacer llegar, en su caso, información a la ciudadanía del Estado receptor.
te en los medios audiovisuales —incluso únicos existentes— y en los hablados,
Se convierten, así, los medios de comunicación en un complemento necesario de la puede no ser clara o de muy difícil conocimiento cuando son de propiedad privada,
información que la misión obtiene a través de las relaciones oficiales y personales de como ocurre de forma más generalizada con la prensa escrita, aunque con lamenta­
sus agentes diplomáticos con instituciones, entidades y personas de los distintos ble frecuencia se encuentre mediatizada por el Estado. Interesa, también, saber cuá­
ámbitos sociales del Estado receptor. les son las vinculaciones o lazos que los medios tengan con organizaciones políticas,
De todos los medios de prensa, es la prensa escrita la que tiene un mayor interés, sociales o económicas, que sin participar en la propiedad puedan incidir o incidan
por presentar, en principio, en situaciones de normalidad democrática, una mayor efectivamente en la orientación de los mismos. En particular, en los casos de propie­
diversidad y autonomía, sobre todo en opinión; esto no quiere decir que se haya de dad privada, la última decisión sobre los medios corresponde a quien realmente los
desechar la prensa hablada y la audiovisual, que en determinadas situaciones serán financia, por lo que conocer la verdadera responsabilidad financiera es otra tarea de
un complemento conveniente o, incluso, en el caso de la radio, el único medio posi­ la misión diplomática a efectos de un mejor entendimiento de los medios de comu­
ble para hacer llegar información a amplios sectores de población. nicación del Estado receptor.
Para llevar a cabo la selección de la prensa escrita a manejar, la misión diplomáti­ Respecto a la financiación se acostumbra a hablar de tres categorías, blanca, gris
ca se regirá, como presupuestos básicos, por una parte, por el objetivo que persigue, y negra, según sea ésta conocida o transparente, oscura o de no difícil conocimiento,
según sea éste obtener información o conocer opinión, si bienam bos son, normal­ u oculta o de gran dificultad para conocerla. En esta situación se encuentran, en tér­
mente, necesarios para la actividad de la misión y, por otra parte, por la audiencia real minos generales, respectivamente, la prensa artesanal, la constituida en sociedad anó­
de cada publicación. De esta manera, ante todo, interesará a la misión la prensa dia­ nima y la que pertenece a grandes grupos empresariales con actividades diversifica­
ria de información general, de ámbito estatal y de mayor difusión, partiendo de que das. Todavía, en este ámbito de la financiación, habrá de tenerse en cuenta en qué
este tipo de prensa periódica será la que responda, en principio, a una más completa grado depende cada medio concreto de la publicidad y, por ende, la influencia que en
información generalizada, con un adecuado grado de opinión y una incidencia rele­ el mismo pueda tener.
vante en la ciudadanía, pues al ser leídos por un amplio número de personas impli­ Con los criterios y conocimientos señalados, la misión diplomática valorará y ele­
cará una aceptación y probablemente una coincidencia, al menos, básica, con los girá los medios que considere de mayor interés para el normal ejercicio de sus fun­
planteamientos y opinión de tales diarios. El cumplimiento de estos criterios podrá, ciones y procederá a establecer y desarrollar con ellos unas relaciones instituciona­
sin duda, en cada caso concreto, suponer la lectura no sólo de uno, sino de varios les y personales amistosas y de confianza recíproca —particularmente entre el agre­
diarios. gado de prensa y el director del medio y el jefe de la sección de internacional— que
Sin embargo estos criterios de selección no excluyen otros que harán que la misión propicien una fluida cooperación mutua y, llegado el caso, un trato y análisis favora­
tenga que contar con otras publicaciones. Así, no se pueden descartar, en primer ble o, cuando menos, correcto, respecto a los acontecimientos que se produzcan en
208 CURSO DE DERECHO DIPLOM ATICO Y C O N S U L A R L A A C T IV ID A D D E L A M IS IÓ N D IPLO M Á TIC A (II) 209

el Estado acreditante y a los que afecten a las relaciones entre am bos Estados, asi medios, e) H a d e ser enviado con antelación suficiente para su estudio, respecto a la
como a la información que desde la misión diplomática se envíe a esos medios de fecha o fech as en q ue se desee su publicación.
comunicación para conocimiento general de la ciudadanía del Estado receptor, lo que En prin cip io , e l com unicado d e prensa se enviará directamente por la misión diplo­
deberá redundar en un progresivo acercamiento y simpatía entre los pueblos de mática a los m edio s de com unicación seleccionados a tal fin. Sin embargo, puede
ambos Estados. ocurrir que el E stad o receptor no perm ita esta transmisión directa, sino que exija que
Aunque las misiones diplomáticas puedan editar boletines u hojas informativas, la m isión envíe el com unicado al ministerio de relaciones exteriores, quien lo hará
normalmente sin periodicidad, para dar a conocer o explicar al gran público deter­ llegar a los m edios a los que se dirija; cuando así sea, la misión habrá de tener en
minados acontecimientos, cuando así lo estimen conveniente, tal finalidad se consi­ cuenta si el m in isterio actúa com o sim ple instrumento de transmisión o si procede de
gue, sin embargo, mucho más eficazmente si se hace a través de los m edios de comu­ alguna fo rm a a in terven ir el docum ento, bien decidiendo sobre la pertinencia de
nicación del Estado receptor, bien utilizando escritos inform ales o a título personal enviarlo a to d o s los m edios a los que va destinado el comunicado, bien añadiendo o
de un miembro cualificado de la misión, bien utilizando el «Com unicado de prensa» cam biando a lg u n o de lo s destinatarios, en cuyo caso la misión valorará la utilidad
o la «Conferencia de prensa», con los que, de modo oficial, el Estado acreditante da o conveniencia de h acer el com unicado.
una información o expresa su opinión o postura respecto a los acontecim ientos en La C onferencia d e p rensa es ya un instrumento de uso excepcional que exige, en
consideración. principio, la au to rizació n del Estado acreditante, para ser convocada. Su razón de ser
El Comunicado de prensa es un instrumento extraordinario que podrá utilizar la viene dada p o r lo s m ism os m otivos y circunstancias que se señalaron para el comu­
misión diplomática, sobre cuya conveniencia ella misma decidirá sin tener que pedir nicado de prensa. P or su propia naturaleza, tiene mayor utilidad, pero a la vez un
autorización al Estado acreditante, aunque deberá notificarle que va a hacer uso del mayor riesgo q u e el com unicado al implicar, como tal conferencia, una ronda de pre­
mismo y de cuál será su contenido. Deberá reservarse para aquellos casos en los que guntas que h arán los periodistas a fin de completar y aclarar lo expuesto y que el con­
resulte realmente necesario, en interés del Estado acreditante, que la ciudadanía del ferenciante d eb e atend er adecuadam ente.
Estado receptor tenga una adecuada información u opinión sobre hechos, situaciones Los requisitos de fo ndo de la conferencia de prensa son los mismos que los del
o declaraciones, producidos en el Estado acreditante o respecto a concretos asuntos comunicado. En cuan to a la form a, cabe señalar los siguientes: a) Debe ser convoca­
de las relaciones bilaterales entre estos Estados. Su contenido puede ser, por tanto, de da con su ficiente antelación , con indicación del contenido y, por cortesía, recordarse
información o de opinión. su celebración veinticuatro o cuarenta y ocho horas antes, y lo mismo que respecto
El comunicado de prensa es un escrito que se envía a los m edios de comunicación, al com unicado de prensa, la convocatoria ha de hacerse a la persona responsable de
pertinentes en cada caso, para su reproducción íntegra o parcial y que, en su caso, dé la sección co m p eten te del m edio convocado, en razón de la materia, b) Debe ser dada
lugar a un comentario u opinión favorable o correcta por parte de tales m edios. por el je fe de la m isió n o su sustituto o, cuando menos, por el agregado de prensa.
Para que el comunicado sea considerado de interés y aceptado por los medios, ha c) En todo caso, q u ien la dé debe tener un amplio conocimiento del tema y estar en
de reunir tres características básicas: a) Actualidad, que se refiera a tem as de trata­ condiciones de p o d e r contestar a las preguntas que se le hagan, sin tener, en su con­
miento o discusión presente, b) Unidad de la materia, que en él se trate un solo asun­ junto, que eludirlas p o r desconocim iento o por razones de reserva o confidencialidad.
to. c) Utilidad periodística, que aporte elementos relevantes al asunto, como nuevos d) La conferencia, norm alm ente, tendrá lugar en los locales de la misión diplomática
elementos o datos sobre el mismo o un nuevo planteamiento o punto de vista; por eso y se celebrará en d ía y h ora apropiados para el trabajo de los medios de comunica­
un comunicado de información es más difícil que tenga utilidad que uno de opinión, ción social.
debido a la completísima información que suelen tener los m edios, salvo que la noti­ Para su b u en d esarro llo, la conferencia de prensa debe estar precedida por una
cia se origine en la misma misión o cuando el comunicado — sobre la base de unas
correcta recepción de los representantes de los medios, a los que es conveniente
relaciones privilegiadas y bajo el compromiso ético de que no trascienda antes del
entregarles, antes de com en zar la intervención del conferenciante, el texto de la con­
momento debido, denominado el «embargo»— tiene por finalidad adelantar el con­
ferencia p ara evitar riesg os sobre su contenido e interpretación. Al término de la con­
tenido de acontecimientos que tendrán lugar posteriormente (caso típico de los dis­
ferencia, tras la exposición del conferenciante y las preguntas de los periodistas, es
cursos que van a ser pronunciados en una visita oficial), para facilitar a los medios
oportuno, m anten er un diálogo, entre los agentes diplomáticos de la misión y los
un análisis detenido que pueda ser publicado en la edición inmediata a la fecha en la
que efectivamente se hayan producido. representantes de los m edios, a modo de conversación informal, o jf the record, que
Por otra parte, en cuanto a la forma, el comunicado debe sujetarse a las siguientes pueda facilitar un a m ejor com prensión del tema de la conferencia.
reglas para que sea atendido: a) Ha de dirigirse a nombre de la persona responsable La convocatoria p ara la conferencia la hará directamente la misión a los medios y
de la sección correspondiente del medio de que se trate, b) Ha de estar redactado en si se exige, p or el E stado receptor, que sea a través del ministerio de relaciones exte­
el idioma en el que se exprese cada uno de los medios a los que se envíe, c) Ha de riores, podrá, co m o se h a dicho respecto al comunicado, decidir sobre su convocato­
estar correctamente redactado y en estilo periodístico, sobre todo si se pretende y ria o no.
solicita su publicación íntegra, d) Obviamente, ha de ser correcto y respetuoso, en sus
expresiones, tanto con el Estado receptor y su ciudadanía como con los propios
E L N O M B R A M IEN T O Y ACREDITACIÓN DE LOS MIEMBROS.,. (I) 211

concreten las relaciones entre los Estados acreditante y receptor y en la medida nece­
saria para que pueda ejercer debidamente sus funciones. Esta limitación de propor­
cionalidad ha de referirse tanto al conjunto total de miembros de la misión como al
CAPÍTULO XVII número de componentes de cada una de las categorías del personal de la misión. El
artículo 11 del Convenio de Viena de 1961 establece, al efecto, como criterio preva-
EL NOMBRAMIENTO Y ACREDITACIÓN lente, que el número de los miembros de la misión sea acordado por los Estados acre­
DE LOS MIEMBROS DE LA MISIÓN DIPLOMÁTICA (I) ditante y receptor, lo que, si bien a priori, sólo excepcionalmente ocurre (p. e., en el
Acuerdo sobre establecimiento de relaciones diplomáticas entre España y la extinta
República Democrática Alemana, se limitaba a once el número máximo de miembros
I. ASPECTOS GENERALES de la misión con status diplomático pleno), sin duda, por acuerdo debe determinarse
tal número si surgiesen discrepancias por estimarlo excesivo el Estado receptor, lo
En el nombramiento y acreditación de los miembros de la misión diplomática, que, en términos del Convenio, podrá hacerlo si ese número no está «dentro de los
rige, en principio, la libertad del Estado acreditante para elegir a las personas que límites de lo que considere que es razonable y normal según las circunstancias y con­
considere más adecuadas para desempeñar las funciones concretas que se le enco­ diciones de ese Estado y las necesidades de la misión de que se trate», criterios que
mienden, dentro de cada particular clase de personal. La libertad de elección ha de serán los que sirvan de base para la negociación y fijación del número adecuado y,
entenderse extendida, también, con mayor razón, respecto al jefe de la misión, aun­ en su caso, como señala la CDI para la solución de la controversia por otros medios,
que el Convenio de 1961 se refiera, en su artículo 7, sólo al «personal de la misión» como el arbitral o judicial. Pero a falta de acuerdo o solución por olro medio, el
que, de conformidad con la definición del artículo 1, no incluye al jefe de la misión. Estado receptor podrá exigir al Estado acreditante, valorando unilatcralmente tales
Sin embargo, esta libertad de principio, no es absoluta, sino que se encuentra o puede criterios, que el número se ajuste a esos límites y retire los miembros que resulten en
encontrarse supeditada a diversas limitaciones. Aparte de específicas limitaciones o exceso, bien respecto a su totalidad, bien respecto a concretas categorías; de no ser
exigencias relativas a concretos miembros de la misión, que se estudiarán en su lugar así, el Estado receptor podrá imponer el número que considere adecuado, negándose
correspondiente, conviene ahora hacer referencia a las que tienen un carácter gene­ a aceptar o declarando persona non grata a los miembros del personal que estime
ral para todos los miembros o para una determinada clase de su personal. oportuno.
En primer lugar, hay que señalar que la libre designación del personal de la misión Aunque no estrictamente relativo al nombramiento de los miembros de la misión,
no supone la exención del requisito del visado cuando lo exija el Estado receptor y pero sí en directa relación con el mismo, el Convenio de Viena de 1961, en el artícu­
no exista, con el acreditante, acuerdo alguno sobre supresión de visados, cualquiera lo 10, establece la obligación de notificar al Estado receptor el nombramiento de los
que sea la clase de pasaporte con que el distinto persona] viaje. miembros de la misión, su llegada —que se ha de entender inicial— y su salida defi­
En segundo lugar, existe una limitación en razón de la nacionalidad de las perso­ nitiva o la terminación de sus funciones, así como la llegada y salida definitiva de las
nas. Con independencia de que en el derecho interno de los Estados se establezca la personas pertenecientes a la familia de un miembro de la misión o el hecho que una
obligación de que sus agentes diplomáticos sean nacionales suyos o se prohíba el persona entre a ser parte de una de estas familias o deje de serlo e, igualmente, la lle­
nombramiento de quienes no lo sean, el Convenio de Viena de 1961, en su artículo 8, gada o salida definitiva de los criados particulares de los miembros de la misión y
respecto al personal diplomático —que habrá de considerarse aplicable al jefe de cuando dejen de estar a su servicio; estas llegadas y salidas, en la medida de lo posi­
la misión—, establece que, en principio, ha de tener la nacionalidad del Estado acre­ ble, se deberán notificar con antelación. También se notificará la contratación y el
ditante, lo que significa que la norma convencional no impone necesariamente tal despido como miembros de la misión o como criados particulares que tengan
nacionalidad a este persona], pero que, salvo razones que lo justifiquen, debe ser así derecho a privilegios e inmunidades, de personas que sean residentes en el Estado
y en caso contrario el Estado receptor estará legitimado para no aceptar un nombra­ receptor.
miento. Por eso tal obligación se refuerza con la prohibición de elegir personal diplo­ Estos aspectos están regulados por el Convenio de Viena de 1961, en los artículos
mático entre quienes tengan la nacionalidad del Estado receptor, excepto con el con­ citados, del siguiente modo:
sentimiento de este Estado, que además tampoco le vincula indefinidamente, porque
Art. 7. Sin perjuicio de lo dispuesto en los artículos 5, 8 ,9 y 11, el Estado acreditante
podrá retirarlo en cualquier momento; del mismo modo el Estado receptor podrá nombrará libremente al personal de la misión. [...].
supeditar a su consentimiento, también revocable, la elección por el Estado acredi­
tante de personal diplomático que sea nacional de un tercer Estado, a no ser que tenga Art. 8. 1. Los miembros del persona! diplomático de la misión habrán de tener en prin­
a la vez la nacionalidad del Estado acreditante. cipio la nacionalidad del Estado acreditante.
En tercer lugar, el número de miembros de la misión debe ajustarse a la importan­ 2. Los miembros del persona! diplomático de la misión no podrán ser elegidos entre per­
sonas que tengan la nacionalidad del Estado receptor, excepto con el consentimiento de ese
cia de la misión diplomática, teniendo en cuenta el volumen de intereses en que se Estado, que podrá retirarlo en cualquier momento.
3. El Estado receptor podrá reservarse el mismo derecho respecto de los nacionales de
1210]
un tercer Estado que no sean al mismo tiempo nacionales del Estado acreditante.
212 CURSO DE DERECHO D IPLO M Á TIC O Y C O N S U L A R E L N O M B R A M I E N T O Y A C R E D IT A C IÓ N D E L O S M IE M B R O S ... ( I) 213
AH 11. 1. A falta de acuerdo explícito sobre el número de miembros de la misión, el Estas clases, sin em bargo, no implican diferencia ni distinción alguna en cuanto al
Estado receptor podrá exigir que ese número esté dentro de los límites de lo que considere
carácter o alcan ce de la representatividad de los jefes de misión, como, en cam bio,
que es razonable y normal según las circunstancias y condiciones de ese Estado y las necesi­
dades de la misión de que se trate. ocurría en el R eglam ento de Viena de 1815 que establecía que sólo los em bajadores,
2. El Estado receptor podrá también, dentro de esos límites y sin discriminación alguna, legados o n u ncios — que eran los de la primera clase— tenían carácter representati­
negarse a aceptar funcionarios de una determinada categoría. vo. La perten encia a una u otra clase ya no tiene más relevancia que a efectos de pre­
cedencia, cerem onia o protocolo en general.
Art. 10. 1. Se notificará al Ministerio de Relaciones Exteriores o al Ministerio que se La clase a la que haya de pertenecer el jefe de misión, que el Convenio de Viena
haya convenido del Estado receptor
a) El nombramiento de los miembros de la misión, su llegada y su salida definitiva o la de 1961 dispone que se determ inará por acuerdo entre los Estados, en realidad será
terminación de sus funciones en la misión; una consecuencia del rango de m isión diplomática que cada uno de ellos haya deci­
b) La llegada y la salida definitiva de toda persona perteneciente a la familia de un dido en el acu erdo para el establecimiento de las mismas y que, como ya se ha estu­
miembro de la misión, y, en su caso, el hecho de que determinada persona entre a formar parte diado, pueden ser de distinto rango, por lo que los jefes de misión podrán pertenecer
o cese de ser miembro de la familia de un miembro de la misión; a distinta clase, pero que, en la práctica actual, como también se ha dicho, no hay
c) La llegada y la salida definitiva de los criados particulares al servicio de las personas
a que se refiere el inciso a) de este párrafo, y, en su caso, el hecho de que cesen en el servi­
caso, porque cuando se establecen relaciones diplomáticas las misiones que se envían
cio de tales personas; son siem pre del p rim er rango, de modo que la disparidad sólo podrá producirse, en
d) La contratación y el despido de personas residentes en el Estado receptor como miem­ su caso, p o r reducción del rango de una misión como consecuencia de una situación
bros de la misión o criados particulares que tengan derecho a privilegios e inmunidades. de crisis en las relaciones entre los dos Estados.
2. Cuando sea posible, la llegada y la salida definitiva se notificarán también con an­ El Convenio de V iena de 1961 se ocupa de estos aspectos en los siguientes tér­
telación.
minos:
Art. 14. 1. Los jefes de misión se dividen en tres clases:
II. EL JEFE DE LA MISIÓN o) Embajadores o Nuncios acreditados ante los Jefes de Estado y otros Jefes de misión
de rango equivalente;
b) Enviados, Ministros o Internuncios acreditados ante los Jefes de Estado;
El nombramiento y acreditación del jefe de la misión diplomática, en tanto principal c) Encargados de negocio acreditados ante los Ministros de Relaciones Exteriores.
representante del Estado acreditante y responsable de la actividad de la misión, presenta 2. Salvo por lo que respecta a la precedencia y a la etiqueta, no se hará ninguna distin­
ciertas particularidades que le diferencian, individualizándolo, del resto de los miem­ ción entre los Jefes de misión por razón de su clase.
bros de la misión, incluso de los demás agentes diplomáticos. Por ello, para su estudio
Art. 15. Los Estados se pondrán de acuerdo acerca de la clase a que habrán de pertene­
conviene considerar separadamente las clases, el placet y las cartas de acreditación.
cer los Jefes de sus misiones.
a) Clases. Los jefes de misión permanente pueden ser de tres clases, que respon­
den a los tres rangos de misión existentes que ya han sido estudiadas. Pertenecen, b) El placel. L a institución del placel, es decir, la solicitud, por el Estado acredi­
así, a la primera clase, los embajadores como denominación general; los nuncios, tante al receptor, del consentim iento previo para proceder al nombramiento y acredi­
en la denominación de la Santa Sede; los altos comisarios en el ámbito de la Common­ tar ante él un agente diplom ático, es un trámite ya bien conocido y utilizado en la
wealth; y los altos representantes en el ámbito de la Comunidad Francesa; y los repre­ práctica cuando, en razón de la situación de las relaciones entre ambos, así lo consi­
sentantes permanentes, en el ámbito de las organizaciones internacionales, cuando se deraba conveniente el Estado acreditante o lo exigía el Estado receptor, especial­
les acredita con categoría de embajador. Si bien éstas son las denominaciones más mente para el nom bram iento de un jefe de misión. El Convenio de Viena de 1961 lo
usuales y relevantes, pertenecerán, también, a esta clase todos aquellos jefes de que hace es elevar esta práctica a norma jurídica al establecer la necesidad de que el
misión acreditados con este rango, cualquiera que sea su denominación. En el caso Estado acreditante obtenga del receptor el asentimiento previo respecto a la persona
aparte de las organizaciones internacionales gozarán de este rango los jefes de las que pretende n om brar y acreditar como jefe de misión; de tal modo que sin la solici­
representaciones permanentes acreditados con categoría de embajador. tud del placel o en tanto éste no se conceda y, naturalmente, si se deniega, no será
La segunda clase, aunque actualmene sin aplicación, está integrada por los enviados posible nom brar a un jefe de misión y en la hipótesis de que se realizase — aparte de
y los ministros como denominación general; los internuncios, que están expresamente la responsabilidad del Estado acreditante por la violación del Convenio—- el Estado
mencionados en el artículo 14 del Convenio de Viena de 1961, como denominación de receptor procederá, con toda seguridad, a declarar a tal jefe, así nombrado, persona
la Santa Sede dentro de esta clase, ya no existen debido a que las intemunciaturas, non órala, com o se verá m ás adelante, de modo que nunca llegaría a serlo efectiva­
como ya se ha indicado, fueron suprimidas por Juan Pablo II. Igualmente, cualquier mente.
otra denominación que se dé a un jefe de misión de este rango pertenecerá a esta clase. IT placel es un procedim iento teóricamente confidencial, es decir, no deben trans­
La tercera clase está constituida por los encargados de negocios como denomina­ cender los térm inos de la solicitud ni el nombre de la persona para quien se solicita
ción generalizada y, asimismo, por quienes con cualquier otra denominación sean ni los térm inos y el contenido de la contestación, que si bien, es obvio, se sabrá que
jefes de misión de este rango. ha sillo concedido cuando se conozca el nombramiento, se evitará, en cambio, que.
214 CURSO DE DERECHO DIPLO M Á TIC O Y C O N S U L A R
E L N O M B R A M IE N T O Y A C R E D IT A C IÓ N D E LO S M IE M B R O S ... (I) 215
genéricamente cartas de representación; respecto a los jefes de la tercera clase, este
en caso de ser denegado, resulte, por ello, dañado o petjudicado el prestigio u hono­ instrumento se denom ina, asimismo en general, cartas de gabinete.
rabilidad de la persona para quien se solicitó el placet. La contestación a la solicitud
Las cartas credenciales son un documento solemne, dirigido al jefe de Estado del
del placet no está sujeta a plazo alguno, aunque un retraso excesivo sobre el tiempo
Estado receptor por el jefe de Estado del Estado acreditante, firmado por éste y, en
que usualmente, existiendo unas relaciones normales, acostum bre a tardar el Estado
su caso, debidam ente refrendado por quien, en cada Estado, tenga al efecto la res­
receptor en contestar, podrá ser entendida por el Estado acreditante com o una actua­
ponsabilidad política, que en general es el ministro de relaciones exteriores; en el
ción contraria al principio de buena fe o como acto inamistoso —ju stificad o o no—
ámbito de la Commonwealth, entre los Estados que tienen como Jefe de Estado al
o simplemente que por el transcurso del tiempo no le interese ya nom brar a la per­
monarca del Reino Unido, por razones obvias, las cartas de comisión se dirigen al
sona para la que se pidió el placet y, en cualquiera de los casos, proceder a retirar la
primer m inistro del Estado receptor por el primer ministro del Estado acreditante.
solicitud del mismo. La denegación del placet no tiene por qué ser m otivada, de
modo que cada Estado puede actuar libremente de conform idad con su práctica en
Las cartas de gabinete se dirigen al ministro de relaciones exteriores del Estado
tales casos, bien oponiéndose a la concesión del mismo sin explicación alguna, bien receptor por el m inistro de relaciones exteriores del Estado acreditante.
dando las razones por las que toma tal decisión, o, incluso, según las circunstancias Cualesquiera de estas cartas de acreditación tienen como contenido comunicar el
concretas, proceder de una u otra forma. nombramiento y acreditar como jefe de misión a la persona a favor de la cual se
Una variante posible de la solicitud del placet, a la que algunos Estados acuden en . extienden, indicando, naturalmente, además de su nombre, sus cualidades particula-
casos particulares para evitar problemas y dilaciones innecesarias, es proponer una i res para el puesto; se solicita que se tenga efectivamente como de su gobierno cuan­
tema para que, de entre ella, sea el Estado receptor quien elija a la persona que pre­ to manifieste en nom bre del mismo, así como que se le acoja favorablemente, con­
fiere para ser acreditada ante él y le conceda el placet. cediéndole el trato correspondiente a su categoría; y se hacen votos para que su ges­
El placet no es, sin embargo, una institución referida sólo al nom bram iento y acre­ tión sirva para m ejorar las relaciones y estrechar los lazos de amistad entre ambos
ditación de los jefes de misión, sino que con carácter facultativo podrá el Estado Estados, por la ventura personal del destinatario y por la prosperidad del Estado
receptor exigir su solicitud, como es práctica frecuente, para el nom bram iento de los receptor.
agregados de defensa o específicamente para los agregados militares, navales o aéreos, De las cartas credenciales se hace una copia llamada copia o copias de estilo que,
como dispone el artículo 7 del Convenio de Viena, pero tam poco parece que la refe­ una vez notificada la llegada del jefe de misión, se entregan, en general, al ministe­
rencia exclusiva a tales agregados implique que tal exigencia no pueda establecerse rio de relaciones exteriores, pero que puede ser a otro ministerio o a la misma jefa­
respecto a otro personal diplomático, en particular a otros agregados o consejeros, tura del Estado según la práctica de cada Estado. Con posterioridad en el día y hora
como se desprende del debate producido al respecto en el seno de la Conferencia de señalados al efecto, el jefe de misión presentará las cartas credenciales al jefe del
Viena de 1961. Por el contrario, la institución del placet no es aplicable para el nom­ Estado receptor, quien las recibe en el denominado acto de presentación de cartas
bramiento y acreditación de los jefes de las representaciones perm anentes de los credenciales que tiene un carácter solemne y habrá de ser igual para los jefes de
Estados miembros ante las organizaciones internacionales. misión de cada clase. Generalmente el protocolo del Estado receptor incluye en este
El Convenio de Viena de 1961 se ocupa del placet en los siguientes términos: acto bien un discurso o palabras de presentación del jefe de la misión, o bien, una vez
presentadas las cartas, una breve conversación reservada, en lugar contiguo, entre
Art. 4. I. El Estado acreditante deberá asegurarse de que la persona que se proponga éste y el jefe del Estado (caso de España); en el primer caso, es costumbre enviar pre­
acreditar como Jefe de la misión ante el Estado receptor ha obtenido el asentim iento de ese
viamente al Estado receptor el texto del discurso o palabras que pronunciará el jefe
Estado.
2. El Estado receptor no está obligado a expresar al Estado acreditante los m otivos de su
de misión. En los Estados de la Commonwealth que tienen como Jefe de Estado al
negativa a otorgar el asentimiento. monarca del Reino Unido, los jefes de misión de terceros Estados presentan las car­
tas credenciales al representante de este monarca en el Estado de que se trate. Las
Art. 7. Sin perjuicio de lo dispuesto en los artículos 5, 8, 9 y 11, el Estado acreditante cartas de gabinete se entregan por el jefe de misión al ministro de relaciones exterio­
nombrará libremente al personal de la misión. En el caso de los agregados m ilitares, navales
res en una audiencia oficial concedida para ello.
o aéreos el Estado receptor podrá exigir que se le sometan de antem ano sus nom bres para su
aprobación. En el caso de los jefes de representaciones permanentes de los Estados miembros
en las organizaciones internacionales, el instrumento de acreditación usualmente se
c) Las cartas de acreditación. Una vez obtenido el placet el Estado acreditante denomina, sin más credenciales, pero respecto a los jefes de representación de terce­
procederá, de conformidad con su ordenamiento jurídico, al nom bram iento del jefe ros Estados suele mantenerse la denominación de cartas credenciales. Las creden­
de misión y, una vez cumplidos para ello los trámites administrativos o administrati­ ciales de los representantes permanentes se dirigen al secretario general o director
vo-políticos, expedirá a su favor el documento que a efectos jurídico-internacionales general de la organización y a él se presentan, y, en principio, pueden ser expedidas
le acredite como tal ante el Estado receptor. Este instrumento acreditativo recibe, en tanto por el jefe del Estado, como por el jefe del gobierno, o por el ministro de rela­
general, el nombre de cartas credenciales cuando se trata de jefes de m isión de la pri­ ciones exteriores e incluso, si la organización lo permite, por cualquier autoridad
mera o de la segunda clase, aunque caben otras denominaciones como, en particular, competente del Estado acreditante. En la Unión Europea el procedimiento de repre­
dentro de la primera clase, cartas de comisión en el ámbito de la Commonwealtli o sentación tiene aspectos singulares por el carácter de organización de integración de
216 CURSO DE DERECHO DIPLOMÁTICO Y C O N SU LA R E L N OM BRAM IENTO Y ACREDITACIÓN DE LOS MIEMBROS... 0 ) 217

2. Las m odificaciones en las cartas credenciales de un Jefe de misión que no entrañen


las Comunidades Europeas; baste ahora indicar que los representantes permanentes
cam bio de clase no alterarán su orden de precedencia.
de los Estados miembros son nombrados por los gobiernos, pero no formalmente , 3. Las disposiciones de este artículo se entenderán sin perjuicio de los usos que acepte
acreditados; para los jefes de representación de terceros Estados que tienen especia­ el Estado receptor respecto de la precedencia del representante de la Santa Sede.
les relaciones convencionales con las Comunidades tampoco se requiere la acredita­
ción formal y se rigen, por procedimientos específicos, según cada relación concre­ En el derecho español la jefatura de las misiones diplomáticas permanentes será
ta. Por último, en esta somera referencia, para los jefes de representación de terceros desempeñada por un embajador o encargado de negocios, excluyéndose así la exis­
Estados, sin ninguna relación particular, rige el procedimiento diplomático gene­ tencia del segundo rango de misión diplomática y la segunda clase de jefe de misión,
ral. En cualquier caso el nombramiento o acreditación se dirige al Presidente de la que aún contempla el Convenio de Viena de 1961. El nombramiento de los embaja­
Comisión. dores se hace por Real Decreto a propuesta del Ministro de Asuntos Exteriores y son
El Convenio de Viena de 1961, respecto a la recepción de los jefes de misión, en acreditados por el Rey, que firma las cartas credenciales; los encargados de negocios
el artículo 18, dispone: son nombrados por acuerdo del Consejo de Ministros y acreditados por el Ministro
de Asuntos Exteriores, que firma las cartas de gabinete. Los embajadores represen­
El procedimiento que se siga en cada Estado para la recepción de los Jefes de misión será
tan a España y ostentan la máxima autoridad del Estado español ante el Estado recep­
uniforme respecto de cada clase.
tor y ejercen la jefatura superior de todo el personal de la misión, lo que habrá de
entenderse, igualmente, aplicable al encargado de negocios. El jefe de misión depen­
La presentación de las cartas o de las copias de estilo e incluso la notificación de
de jerárquicamente del Ministerio de Asuntos Exteriores y se le atribuye la represen­
la llegada del jefe de la misión, según la práctica de los Estados, no son meros actos
tación del conjunto de la Administración del Estado; en el ejercicio de sus funciones
de protocolo que se agotan en sí mismos sin otras consecuencias, sino que constitu­
le corresponde: a) impulsar y coordinar la actividad de los órganos de la Admi­
yen la referencia obligada para la determinación del comienzo de las funciones ofi­
ciales del jefe de la misión en el Estado receptor y para establecer la precedencia nistración del Estado en el exterior establecidos en el Estado receptor, b) informar a
entre ellos. Así, respecto al comienzo de las funciones, los Estados receptores esta­ los miembros de la misión diplomática sobre los asuntos relativos a sus particulares
blecerán el criterio que ha de regir a tales efectos y que, también, habrá de ser el funciones y recibir de ellos la debida información sobre su actividad, c) supervisar la
mismo para todos los jefes de la misma clase; a partir de ese momento el jefe de la actividad administrativa de las unidades que componen la misión en sus aspectos
misión podrá ya actuar formalmente en nombre de su Estado acreditante. Y, en cuan­ políticos, jurídicos y económicos, d) velar por el correcto cumplimiento de los debe­
to a las precedencias, el lugar correspondiente al jefe de misión de cada clase se man­ res de los funcionarios públicos, lo que habrá de entenderse, también, respecto del
tendrá durante todo el tiempo de ejercicio de sus funciones, aunque sus cartas de resto del personal que trabaja en la misión.
acreditación, por las circunstancias que sean, sufran modificaciones, salvo que éstas Estos aspectos vienen regulados en los artículos 13.1, 14, 7 y 9 del Real Decreto
impliquen un cambio de clase del mismo, en cuyo caso pasará a ocupar el lugar que 632/1987, sobre Organización de la Administración del Estado en el exterior y en la
le corresponda en la nueva clase a partir de la modificación o del momento que se Ley 6/1997, de Organización y funcionamiento de la Administración General del
determine. La condición de decano del cuerpo diplomático la tendrá el jefe de misión Estado, articulo 37. El Real Decreto, dispone:
más antiguo de la primera clase, excepto en aquellos Estados receptores que reserven Art. 13. 1. La Jefatura de las Misiones Diplomáticas Permanentes será desempeñada
tal condición al representante de la Santa Sede —naturalmente siempre que sea de la por un Em bajador o un Encargado de Negocios con cartas de gabinete, que será nombrado
primera clase— en cuyo caso éste será automáticamente el decano con independen­ por Real Decreto, a propuesta del Ministro de Asuntos Exteriores, y acreditado por S. M.
cia de su antigüedad y, por tanto, desde el momento del comienzo del ejercicio de sus el Rey.
funciones. 2. [...]

El Convenio de Viena de 1961, regula estos aspectos en los artículos 13 y 16, res­ Como se puede comprobar, esta redacción es desacertada y resulta engañosa, pues
pectivamente:
dé ella parece deducirse que el encargado de negocios también es acreditado por el
Art. 13. 1. Se considerará que el Jefe de la misión ha asumido sus funciones en el
Rey, lo que, como se ha indicado más arriba, no responde a la realidad de la prácti­
Estado receptor desde el momento en que haya presentado sus cartas credenciales o en que ca generalizada de los Estados ni a la española, en la que las cartas de gabinete no las
haya comunicado su llegada y presentado copia de estilo de sus cartas credenciales al firma el jefe del Instado, sino el ministro de relaciones exteriores.
Ministerio de Relaciones Exteriores o al Ministerio que se haya convenido, según la práctica
en vigor en el Estado receptor, que deberá aplicarse de manera uniforme. Art. 14. Los Embajadores representan a España y ostentan la máxima autoridad del
2. El orden de presentación de las cartas credenciales o de su copia de estilo se determi­ Estado español ante el Estado en el que hayan sido acreditados, ejerciendo la Jefatura supe­
nará por la fecha y hora de llegada del Jefe de la misión. rior de todo el personal de la Misión.

Art. 16. I. La precedencia de los Jefes de misión dentro de cada clase se establecerá Art. 7. Todos los Jefes de Misión Diplomática, [...], cada uno de los cuales representa al
siguiendo el orden de la fecha y hora en que hayan asumido sus funciones, de conformidad conjunto de la Administración del Estado, dependen jerárquicamente del Ministerio de
con el artículo 13. Asuntos Exteriores.
218 C U R S O D E D E R E C H O D IP L O M Á T IC O Y C O N S U L A R
E L N O M B R A M I E N T O Y A C R E D I T A C I Ó N D E L O S M IE M B R O S ... ( I ) 219
Art. 9. Para el cumplimiento de sus funciones, incumbe a los Jefes de Misión Cabe, además, la posibilidad, aunque el Convenio de Viena de 1961 no la recoja,
Diplomática, [...] lo siguiente: de que sea nombrado encargado de negocios ad interim un representante diplomáti­
a) Impulsar y coordinar la actividad de los distintos órganos de la Administración en el
co de un Estado amigo o un propio representante diplomático del Estado acreditan­
exterior en el Estado receptor, [...].
b) Informar a los miembros de la Misión Diplomática, [...] sobre los asuntos que afecten te, acreditado ante un Estado vecino, como se señaló en la Conferencia de 1961.
al desempeño de sus funciones y recibir puntual información sobre sus actividades. Para que el encargado de negocios ad interim pueda actuar como tal ante el Estado
c) Supervisar la actividad administrativa de todas las unidades integradas en la Misión receptor, es necesario que su nombre sea comunicado al ministerio de relaciones exte­
Diplomática, [...] en sus aspectos políticos, jurídicos y económicos. riores del Estado receptor — o al que, en su caso, se haya acordado— por el jefe de la
d) Velar por el estricto cumplimiento de sus deberes por parte de los funcionarios públi­
cos, y a tal efecto podrán ejercer las funciones a que se refiere el artículo 29.1 del Reglamento
misión, aunque, en la práctica generalizada de los Estados, suele ser la misión en cuan­
de Régimen Disciplinario de la Administración del Estado. to tal la que hace esta comunicación, como se puso de manifiesto en la Conferencia de
Viena de 1961, o bien el ministerio de relaciones exteriores del Estado acreditante.
Por su parte la Ley 6/1997, de modo semejante, pero en términos generales y en Si no hubiese en la misión personal diplomático o éste no fiiese de la categoría
relación con la política exterior del Estado —por tanto, de forma m ás cercana a lo adecuada, cuando así se requiera, podrá designarse, si lo consiente el Estado recep­
que establece el artículo 1.1 del Real Decreto 1.473/2000, sobre la estructura orgáni­ tor, a un miem bro del personal técnico y administrativo para que se haga cargo de los
ca básica del Ministerio de Asuntos Exteriores— , manifiesta: asuntos administrativos comentes, pero tal persona, por su condición, no puede tener
el carácter de encargado de negocios ad interim.
Art. 37. 1. Los Embajadores [...], representan al Reino de España en el Estado [...] ante El Convenio de Viena de 1961 se ocupa del encargado de negocios ad interim en
los que están acreditados. los artículos 19 y 5.2:
2. Dirigen la Administración General del Estado en el exterior y colaboran en la formu­
lación y ejecución de la política exterior del Estado, definida por el Gobierno, bajo las ins­
A lt. 19. 1. Si queda vacante el puesto de Jefe de misión o si el Jefe de misión no puede
trucciones del Ministro de Asuntos Exteriores, de quien funcionalm ente dependen, y, en su
desem peñar sus funciones, un encargado de negocios ad interim actuará provisionalmente
caso, del o de los Secretarios de Estado del Departamento.
com o Jefe de m isión. El nombre del encargado de negocios ad interim será comunicado al
3. Coordinan la actividad de todos los órganos y unidades administrativas que integran M inisterio de Relaciones Exteriores del Estado receptor o al Ministerio que se haya conveni­
la Administración General del Estado en el exterior, a efectos de su adecuación a los criterios do p o r el Jefe de la misión o, en el caso en que éste no pueda hacerlo, por el Ministerio de
generales de la política exterior definida por el Gobierno, de acuerdo con el principio de uni­ Relaciones Exteriores del Estado acreditante.
dad de acción del Estado en el exterior. 2. C aso de no estar presente ningún miembro del personal diplomático de la misión en
4. Son nombrados en la forma dispuesta en la norm ativa reguladora del Servicio el Estado receptor, un miembro del personal administrativo y técnico podrá, con el consenti­
exterior. m iento del Estado receptor, ser designado por el Estado acreditante para hacerse cargo de los
5. [...] asuntos adm inistrativos corrientes de la misión.

Con el mismo procedimiento que el de los embajadores son nombrados y acredita­ A rt. 5. 2. Si un Estado acredita a un Jefe de misión ante dos o más Estados podrá esta­
dos los representantes permanentes con categoría de embajador, y cuando no tienen blecer una m isión diplomática dirigida por un encargado de negocios ad interim en cada uno
de los Estados en que el Jefe de la misión no tenga su sede permanente.
esta categoría se sigue el procedimiento correspondiente a los encargados de negocios;
en cualquier caso representan a España en las organizaciones ante las que están acre­
En derecho español la figura del encargado de negocios ad interim está regulada
ditados y ejercen la jefatura y dirección de la representación y de todo su personal.
en el artículo 13.2 del Real Decreto 632/1987, en los siguientes términos:
c) El encargado de negocios ad interim. Cuando esté vacante la jefatura de la
misión o el jefe de la misma no pueda ejercer sus funciones, lo que particularmente A rt. 13. 2. En los casos de vacante del cargo y ausencia o imposibilidad de ejercicio de
ocurrirá cuando aún no las haya comenzado a ejercer o ya haya cesado o cuando esté su titular, la jefatura de la misión será desempeñada por el Ministro Consejero en calidad de
ausente del Estado receptor, se hará cargo de la misión, como jefe con carácter pro­ Encargado de Negocios ad interim. No habiendo Ministro Consejero, la sustitución corres­
visional, un encargado de negocios ad interim, que ha de ser un miembro del perso­ ponderé al funcionario diplomático que preste sus servicios en la Cancillería Diplomática de
la m isión y tenga mayor categoría administrativa, y en caso de igualdad, el más antiguo.
nal diplomático de la misión, ordinariamente el de mayor categoría tras el jefe de la
misión, excluidos, según la práctica frecuente de los Estados, los agregados y conse­
jeros sectoriales e incluso, en algunos casos (p. e., Venezuela), los terceros secreta­
III, LOS MIEMBROS DEL PERSONAL DE LA MISIÓN
rios de embajada. En el caso de las representaciones permanentes, en tales situacio­
nes se hará cargo de la misión el representante adjunto y, en su defecto, el agente
A diferencia del particular procedimiento exigido para el nombramiento del jefe
diplomático de mayor categoría.
de misión, el resto de los miembros del personal de la misma van a ser nombrados y,
Igualmente, se podrá acudir a la figura del encargado de negocios ad interim, en
en su caso, acreditados, en principio, a través de un procedimiento «simple», que ha
los casos en que el jefe de la misión diplomática no tenga su residencia permanente
de tener en cuenta las limitaciones o condicionamientos que se han expuesto al tra­
en el Estado receptor donde la misión está establecida, por estar acreditado como
tar los aspectos generales.
tal en otro o más Estados en acreditación múltiple.
220 C U R S O D E D E R E C H O D I P L O M Á T IC O Y C O N S U L A R

A) L o s m iem bros d e l p ersonal diplom ático. S erán n o m b ra d o s, e n térm in o s admi­


n istrativ o s in terno s, de conform idad con lo que al resp ec to esta b le z c a n las norm as de
c a d a co n creto ordenam iento jurídico y serán acred itad o s an te el E stad o receptor, sin
n ec e sid a d de aceptación previa, a través de un in strum ento « sim p le » d e acreditación, CAPÍTULO XVIII
e n g en eral em itido p o r el m inisterio de relaciones ex terio res, en el q u e se indica el
n o m b re de la p ersona y su cualificación, el puesto p ara el q u e se le no m b ra y acre­ EL NOMBRAMIENTO Y ACREDITACIÓN
d ita d en tro de la m isión y que, por su condición de ag en te d ip lo m ático , se le dé y res­ DE LOS MIEMBROS DE LA MISIÓN DIPLOMÁTICA (II)
p e te el sta tu s diplom ático que le corresponde. S in em b arg o , cab e la posibilidad,
c o m o y a se h a considerado y se reconoce exp lícitam ente en el artícu lo 7 del Con­
ven io de V iena de 1961, que respecto a los ag regado s del ám b ito m ilita r el Estado IV CASOS PARTICULARES DE ACREDITACIÓN
re c e p to r exija conocer previam ente el nom bre de q u ien es se p reten d e nom brar, para
q u e, si so n aceptados, puedan efectivam ente ser nom b rad o s y acred itad o s ante él. A. La a c r e d it a c ió n m ú l t ip l e
S o b re la base del instrum ento de acreditación, el E stado re c e p to r expedirá a los
m iem b ro s del personal diplom ático, igual que p ara el je fe de m isió n , la tarjeta de Se denom ina acreditación múltiple o plural las situaciones en las que un mismo
id en tificació n del cuerpo diplom ático, que es el docum ento que les servirá para acre­ agenté diplom ático es acreditado por dos o más Estados, como propio representante,
d itar en este E stado su condición de agentes d iplo m áticos d u ran te su estancia en el ante un m ism o Estado receptor y cuando, inversamente, un mismo agente diplomáti­
m ism o com o tales. co es acreditado ante dos o más Estados receptores por el mismo Estado acreditante;
El p ersonal diplom ático com enzará a ejercer sus funciones a p a rtir de la recepción estas dos m anifestaciones de la acreditación múltiple constituyen, respectivamente,
d e su instrum ento de acreditación p o r el m inisterio d e relacio n es exteriores, sin que la acreditación m últiple activa o común y la acreditación múltiple pasiva.
h aya op osición al m ism o.
A) La acreditación múltiple activa. Esta manifestación de la acreditación múlti­
B ) L o s m iem bros d e l p ersonal adm inistrativo y técnico. E n la p ráctica generali­ ple, tam bién denom inada común, se introduce en el Convenio de Viena de 1961
za d a son las personas que, con tal carácter, son destinadas p o r el E stado acreditante como consecuencia de una enmienda al artículo 5 del Proyecto de artículos (regula­
a la m isió n diplom ática o son contratadas en el E stado receptor, y en este caso pue­ dor de la acreditación múltiple pasiva), presentada por España y Países Bajos, que
d en se r b ien nacionales del Estado acreditante, bien n acionales del E stado receptor o pasó a convertirse en el actual artículo 6 del Convenio, con la siguiente redacción:
d e un tercer Estado y, en general, conform e al derecho del E stado receptor, desde
lueg o si son nacionales de este Estado; si se contrata al canciller, deberá tener, en A rt. 6. D os o m ás Estados podrán acreditar a la misma persona como Jefe de misión ante
p rin cip io , la nacionalidad del Estado acreditante. un terc e r Estado, salvo que el Estado receptor se oponga a ello.
El com ien zo de las funciones de este personal, al no te n e r carácter representativo,
se rá a p artir de su tom a de posesión si son funcionarios del E stado acreditante, o La enm ienda se basa en el artículo 5 del Convenio de La Habana de 1928 sobre
d esd e el m om ento que se disponga en el contrato si es personal contratado. En cual­ los funcionarios diplomáticos, adoptado en la VI Conferencia Internacional
q u iera de los casos el com ienzo de sus funciones deberá com unicarse al Estado Americana (que, a su vez, recogía el art. 108 del Proyecto de Código de Derecho
receptor. Internacional Público de 1911, del jurista y político brasileño Epitacio Pessoa) y en
las observaciones hechas por Luxemburgo al Proyecto de artículos de 1958 de la
C ) L os m iem bros del personal de servicio. H abitualm ente son personal contrata­ Comisión de Derecho Internacional. El hecho de que la CDI no incorporase esta
d o en el E stado receptor y por lo general nacionales de este E stado, aunque nada forma de acreditación múltiple en el Proyecto definitivo de artículos se debió a que
im p id e, en principio, y no es infrecuente, que sean nacionales del E stado acreditante no había práctica reciente — si bien tal acreditación ya es conocida y aplicada en
resid en tes en el E stado receptor. También el nom bre de estas perso n as al servicio de buen número de casos, al menos por los reyes medievales ibéricos, desde finales del
la m isió n diplom ática debe ser com unicado al Estado receptor. siglo xil, tanto entre ellos como ante reyes extrapeninsulares, por ejemplo, de
Francia, Ñapóles o Marruecos— y a que ni siquiera en el ámbito americano, a pesar
de estar prevista, se había llevado a la práctica; en la doctrina aunque V e r d r o s s
habla, en 1921, de «órganos comunes» como concepto aplicable a los casos en los
que, por distintos Estados, se da a las mismas personas una competencia determina­
da, R E U T E R , en cambio, emplea la expresión en referencia a las organizaciones inter­
nacionales com o «órganos comunes» a varios Estados. Sin embargo, la utilidad que

[221]
222 C U R S O D E D E R E C H O D IP L O M Á T IC O Y C O N S U L A R
E L N O M B R A M I E N T O Y A C R E D IT A C IÓ N D E L O S M IE M B R O S ...(ll) 223

esta forma de acreditación múltiple presentaba particularmente para los intereses de Para establecer la acreditación múltiple activa, cada Estado segundo proveerá al
los nuevos Estados que accedían a la independencia, condujo a la aprobación de la jefe de misión del Estado principal de las correspondientes cartas credenciales que
enmienda. serán presentadas en actos individualizados con el mismo protocolo y solemnidad
Entre Estados, la acreditación múltiple activa va a ponerse en práctica, moderna­ que las del Estado principal y se entregarán también, previamente, las respectivas
mente, en los años sesenta del siglo XX, precisamente por algunos Estados de nueva copias de estilo. En la hipótesis de que el jefe de la misión del Estado acreditante prin­
independencia, como los casos del Conseil de l 'Entente del Golfo de Guinea (Costa cipal, al llegar a su destino, ya esté provisto de cartas credenciales de uno o más
de Marfil, Alto Volta [actual Burkina Fasso], Dahomey [actual Benín], Níger y Togo) Estados segundos, presentará en primer lugar sus cartas como representante del
y de Barbados y Guyana. Estado principal y a continuación, en sucesivos actos formales, las de cada uno de los
La acreditación múltiple activa se articula en tomo a un F.stado receptor y dos o segundos Estados por el orden en que se las hayan otorgado. El jefe de misión
más Estados acreditantes de los cuales a uno se le denominará Estado principal y al comenzará a ejercer sus funciones como representante de cada Estado a partir de la
otro u otros se les llamará segundo o segundos Estados. El Estado acreditante prin­ presentación de las respectivas cartas o copias de estilo, según se ha visto. A partir
cipal es aquel que establece su misión diplomática en el Estado receptor y los segun­ de entonces se establecerá, también, la precedencia en cuanto representante de cada
dos Estados acreditantes son los que proceden a acreditar, también como propio jefe Estado, ocupando el lugar que le corresponda como representante del Estado princi­
de misión, al jefe de la misión del Estado principal o a otro agente diplomático, igual­ pal en todos aquellos actos que esté presente representando a todos los Estados que
mente, como propio representante. le han acreditado, porque las primeras cartas que presente serán siempre las del
En el caso de acreditación múltiple del jefe de misión (práctica del Conseil de Estado principal, pero en los casos en que el jefe de misión esté sólo en representa­
l ’Entente) el procedimiento se iniciará una vez que un Estado — Estado principal— ción de uno de los segundos Estados, ocupará el lugar que le corresponda como
nombra y acredita a una persona como jefe de misión y otro u otros Estados —segun­ representante de cada uno de ellos.
dos Estados— consideran que esa persona reúne las cualidades adecuadas para ser, El carácter personal de la acreditación múltiple activa implica que los segundos
asimismo, nombrada y acreditada como jefe de misión de cada uno de ellos. Estados acreditantes decidirán acudir o no a esta figura, en la medida en que con­
Para realizar esta acreditación se deberá, ante todo, obtener del Estado principal la sideren persona idónea, para la defensa de sus intereses, al jefe de la misión del
aceptación para que su jefe de misión sea acreditado como jefe de misión del segun­
Estado acreditante principal y, por lo mismo, la acreditación podrá ser retirada si
do Estado y también es necesario que el Estado receptor no se oponga a esa concre­
llegase el momento en que a tal persona se le dejase de considerar adecuada. Por
ta acreditación múltiple. Cumplidos estos requisitos se llevará a cabo el proceso ordi­ ello, también, el nombramiento de un nuevo jefe de misión por el Estado principal
nario para el nombramiento y acreditación de un jefe de misión. Hay que tener en
no trae como consecuencia que los segundos Estados que habían acreditado al ante­
cuenta, sin embargo, que la oposición del Estado receptor a la acreditación múltiple
rior, acrediten al nuevo, lo que, nuevamente, sólo harán si lo estiman persona cua­
puede manifestarse bien no aceptándola de principio, sin entrar, entonces, a conside­
lificada para la defensa de sus intereses, de lo contrario terminará la acreditación
rar la idoneidad de la persona para la que se ha de pedir el placel, bien, al menos en
múltiple.
hipótesis, como consecuencia de denegarse el placel como jefe de misión del segun­
El Estado principal no asume, sin embargo, ninguna obligación jurídica respec­
do Estado, lo que podría ocurrir por motivos sobrevenidos después de haber acepta­
to a los segundos Estados, manteniendo la exclusiva capacidad de decisión respec­
do la acreditación múltiple. Tampoco se puede descartar la oposición, tanto del
to a su misión diplomática. Es decir, no hay, en principio, o no se exige que haya
Estado acreditante principal como del receptor, a concretas acreditaciones múltiples
un acuerdo previo de Estados para acudir entre ellos a la acreditación múltiple acti­
cuando, debido al número de las ya existentes, no resulte adecuado aceptar más.
va, ni a cuál de ellos corresponderá, según los casos, ser el Estado acreditante prin­
A diferencia, por tanto, de la representación internacional —por la que un Estado
cipal; un Estado acreditante que aceptando la acreditación múltiple se convierta en
asume la representación diplomática de otro Estado— la acreditación múltiple acti­
Estado principal sigue siendo el único competente para organizar y dar instruccio­
va no es una institución de carácter «interestatal», sino de carácter «personal», por la
nes a su misión diplomática y a él corresponde su sostenimiento; la remoción del
cual los segundos Estados acreditantes mantienen una propia representación diplo­
jefe de misión acreditado por otro u otros Estados, así como el nombramiento de
mática a través de la persona que acreditan; en la representación internacional el
uno nuevo, puede hacerlo libremente el Estado principal sin necesidad de consulta
agente diplomático sólo lo es del Estado representante y únicamente de él recibe ins­
a los segundos Estados ni de su consentimiento, a quienes bastará con que se les
trucciones, en tanto que en la acreditación múltiple activa el agente diplomático es
notifique tales decisiones; también libremente el Estado principal podrá cerrar la
representante de los distintos Estados que le acreditan y de cada una de ellos recibe
misión diplomática. Por su parte, el Estado o los Estados segundos por el hecho de
las correspondientes instrucciones. Además, la acreditación múltiple activa supone e
implica siempre la existencia de relaciones diplomáticas entre los segundos Estados la acreditación del jefe de misión vienen a tener misión diplomática en el Estado
y el Estado receptor, mientras que, en cambio, aunque no sea condición necesaria, a receptor y figurarán específicamente en la Lista del Cuerpo Diplomático del
la representación internacional se acude, en los casos más habituales, como conse­ Estado receptor, aunque, claro está, coincidan los nombres de las personas acredi­
cuencia de producirse la ruptura de relaciones diplomáticas entre el Estado represen­ tadas y la dirección de la representación de los segundos Estados acreditantes con
tado y el Estado receptor. las del Estado principal.
224 C U R S O D E D E R E C H O D IP L O M Á T IC O Y C O N S U L A R E L N O M B R A M I E N T O Y A C R E D IT A C IÓ N D E L O S M IE M B R O S ...» !) 225

En cuanto al sostenimiento de la misión diplomática, si bien corre a cargo del habilidad, en el caso de misiones especiales que con carácter común puedan enviar
Estado principal, los segundos Estados, según se acuerde con el principal, podrán dos o más Estados ante un Estado receptor, tal como prevé el Convenio de Nueva
contribuir con una cantidad alzada anual —a veces realmente simbólica— o cos­ York de 1969, sobre las Misiones especiales, en su artículo 5,
teando los gastos por actos o actividades realizadas en el ejercicio de la acreditación En el ámbito, en cambio, de las conferencias diplomáticas y de las organizaciones
múltiple o asumiendo el pago de salarios al personal que, si fuere necesario, hubiese internacionales, la acreditación múltiple activa tiene más fácil aplicación y de hecho,
que aumentar para hacer frente a tal acreditación. en determinadas circunstancias, se acude a ella, sobre todo en conferencias diplomá­
El jefe de la misión, en tanto representante de los segundos Estados, actuará ticas, como hacen, por ejemplo, los Estados nórdicos o los integrantes del BENELUX.
siguiendo las instrucciones que respectivamente le dé cada uno de ellos. Cuando cesa
un jefe de misión en acreditación múltiple y mientras los segundos Estados no se B) La acreditación múltiple pasiva. A diferencia de la acreditación múltiple acti­
manifiesten, en tiempo razonable, sobre su intención de acreditar al nuevo jefe de la va, la acreditación múltiple pasiva, también denominada plural, simultánea o doble,
misión nombrado por el Estado principal, el Estado receptor puede aceptar de fado es una fórmula utilizada históricamente por los Estados y de uso continuado; pre­
que la misión del Estado acreditante principal atienda los asuntos de trámite de los senta, también, menos problemas y dificultades que la activa, al haber sólo un Estado
segundos Estados; transcurrido ese tiempo o si el Estado segundo se manifiesta en el acreditante. Como ya se ha indicado esta acreditación múltiple tiene lugar cuando un
sentido de no continuar con la acreditación múltiple, la misión del Estado principal Estado acredita a su jefe de misión u otro agente diplomático, que ya están acredita­
dejará de actuar en su nombre. dos ante un Estado receptor donde tienen su residencia —Estado receptor principal—,
Aunque el Convenio de Viena de 1961 sólo prevé la acreditación múltiple activa ante otro u otros Estados receptores —segundos Estados receptores—.
referida al jefe de la misión diplomática, en la Conferencia de Viena los Estados reco­ La acreditación múltiple pasiva requiere, también, de manera paralela a la activa,
nocieron la posibilidad de esta acreditación a favor de otros agentes diplomáticos y que los Estados receptores, principal y segundos, no se opongan a ella cuando el
expresamente así se entendía en el comentario que acompañaba a la enmienda pre­ Estado acreditante les notifique su intención de acudir a tai acreditación. La oposición
sentada por España y Países Bajos. Cabe, por tanto, que otro agente diplomático, dis­ a la misma puede, manifestarse, sin embargo, a raíz de la petición del placel, si se trata
tinto del jefe de la misión del Estado principal, sea genéricamente representante de de la acreditación del jefe de la misión, o del nombramiento, si se trata de la acredita­
un segundo Estado que podrá tener el carácter de un encargado de negocios. ción de otro agente diplomático; la oposición puede producirse, asimismo, no en rela­
En la práctica de Barbados y Guyana a raíz de sus independencias en 1966, en ción con la institución en sí, sino respecto a la persona concreta que se pretende acre­
la Embajada de Guyana en Washington Barbados incorporó un miembro de su servi­ ditar. En todo caso, el Estado acreditante para evitar la negativa del Estado receptor
cio exterior como propio representante diplomático, a la vez que era acreditado principal o del segundo o alguno de los segundos Estados receptores, deberá compro­
por Guyana como miembro del personal diplomático de su misión; en el Alto Co- bar que entre ellos existen relaciones diplomáticas, cuando menos, correctas. Por otra
misariado de Barbados en Ottawa fue Guyana quien incorporó a un miembro de su parte, en general, los segundos Estados serán limítrofes con el Estado principal, si bien
servicio exterior como propio representante diplomático, al que también acreditaba puede haber entre sus respectivas capitales una considerable distancia.
Barbados como miembro de su personal diplomático; en Londres, donde ambos La acreditación múltiple pasiva puede revestir diversas formas. En primer lugar la
Estados tenían su propio Alto Comisariado, el Alto Comisario de Guyana estaba, misión diplomática nominal. En esta forma se trata, usualmente, de la acreditación del
también, acreditado como Alto Comisario de Barbados. Nada impide tampoco que, jefe de misión ante uno o más segundos Estados receptores en los que el Estado acre­
también, puedan ser acreditados en acreditación múltiple activa agregados o conse­ ditante no tiene establecida fisicamente una misión diplomática, pero se considera que
jeros sectoriales, comunes a más de una misión diplomática. existe, si bien nominalmente, como consecuencia de tal acreditación y figurará en la
Estas características o modo de ser de la acreditación múltiple activa hacen nece­ Lista del Cuerpo Diplomático de los segundos Estados receptores, aunque con la
sario, para que pueda llevarse a cabo, que se den una serie de particulares circuns­ dirección correspondiente a la del Estado receptor principal, que es en donde tiene su
tancias, como son la existencia de especiales relaciones entre los Estados que deseen residencia la persona acreditada. Esta acreditación, además de nominal, puede tener
acudir a tal sistema; una política exterior de estos Estados básicamente coincidente o un carácter puramente simbólico, cuando el Estado acreditante no tiene intereses con­
muy semejante, al menos respecto al Estado receptor ante el que se va a establecer la cretos en los segundos Estados y la acreditación múltiple se realiza por razón de reci­
acreditación múltiple; unas relaciones del Estado principal y de los segundos Estados procidad o por genéricos motivos políticos. En este caso, el jefe de misión en acredi­
acreditantes con el Estado receptor de un mismo o semejante grado de cordialidad; tación múltiple se desplazará al segundo Estado receptor para presentar sus cartas cre­
y, en cuanto a la persona que va a ser acreditada en acreditación múltiple, debe tener denciales y, en general, no volverá al mismo más que una vez al año, con ocasión, por
unas cualidades que hagan que los segundos Estados estimen que puede defender ejemplo, de la fiesta nacional, o con motivo de algún particular acontecimiento, en los
adecuadamente sus intereses en el Estado receptor porque conoce bien la situación, que, por razones de prestigio y cortesia, deba estar presente.
la política interna y exterior, los problemas que tienen y, en general, las característi­ Otras veces la acreditación, aun siendo nominal, no es ya puramente simbólica,
cas de cada uno de esos segundos Estados que le acreditan. Todo ello hace que la como ocurre cuando en los segundos Estados receptores el Estado acreditante tiene
acreditación múltiple activa o acreditación común sea, en el ámbito de las relaciones ciertos intereses concretos que defender o que desea promover, pero que no justifi­
bilaterales entre Estados, escasamente utilizada y, aun así, tendrá lugar, con más pro- can o hacen necesario el establecimiento de una misión diplomática. En estos casos
226 C U R S O D E D E R E C H O D IP L O M A T IC O Y C O N S U L A R E L N O M B R A M I E N T O Y A C R E D IT A C IÓ N D E L O S M IE M B R O S ...(IJ) 227

el jefe de misión en acreditación múltiple se desplazará al Estado segundo no sólo una organización internacional, bien tenga su sede en ese Estado receptor, bien en
una vez al año o con motivo de acontecimientos especiales, sino, además, en todas otro Estado. Salvo oposición del Estado receptor, nada impedirá que la misma acre­
las ocasiones en que deba hacer gestiones oficiales en defensa o promoción de los ditación pueda tener lugar en órganos de organizaciones internacionales y en confe­
intereses de su Estado, o cuando se le requiera por el Estado segundo por razón de rencias diplomáticas, aunque no sea contemplada en el articulo 5 del Convenio de
tales intereses. También en esta modalidad de acreditación múltiple, el jefe de misión, Viena de 1961, cuya redacción es como sigue:
para realizar del mejor modo su cometido, deberá mantenerse informado de la situa­
ción en el segundo Estado receptor a través de los medios a su alcance, como pueden Art. 5. 1. El Estado acreditante podrá después de haberlo notificado en debida forma a
ser, además de los medios de comunicación, las relaciones con la misión diplomáti­ los Estados receptores interesados acreditar aun Jefe de misión ante dos o más Estados o bien
destinar a ellos a cualquier miembro del personal diplomático, salvo que alguno de los
ca del segundo Estado en el Estado receptor principal, con los miembros del cuerpo Estados receptores se oponga expresamente.
diplomático acreditado en el Estado principal que tengan información del segundo 2. Si un Estado acredita a un Jefe de misión ante dos o más Estados podrá establecer una
Estado, con las personalidades del segundo Estado que visiten el Estado principal, misión diplomática dirigida por un encargado de negocios ad interim en cada uno de los
pero, sobre todo —cuando existan— a través de la información que de manera con­ Estados en que el Jefe de la misión no tenga su sede permanente.
tinuada, le envíen las oficinas consulares del Estado acreditante en el segundo Estado 3. El Jefe de misión o cualquier miembro del personal diplomático de la misión podrá
representar al Estado acreditante ante cualquier organización internacional.
receptor, las cuales le podrán indicar al jefe de misión en acreditación múltiple la
conveniencia y el momento oportuno de sus desplazamientos al segundo Estado.
En segundo lugar la acreditación múltiple pasiva puede revestir la forma de misión
B. La a c r e d it a c ió n e s p e c ia l
diplomática a nivel reducido. Es el caso en que en el segundo o segundos Estados
receptores existe una misión diplomática del Estado acreditante, pero sin jefe de
Se entiende por acreditación especial una nueva acreditación de agentes diplomá­
misión ni personal diplomático residente o insuficiente. En esta situación se acredi­
ticos de una misión permanente, ante el mismo Estado receptor, para realizar come­
ta en acreditación múltiple, bien al jefe de misión, bien a éste y a otro u otros agen­
tes diplomáticos, según la composición de cada concreta misión diplomática a nivel tidos específicos. La aparición de esta figura se debe a que, si bien los agentes diplo­
máticos de una misión permanente tienen una acreditación general que les capacita
reducido. Cuando en esta misión haya agentes diplomáticos residentes, uno de ellos
tendrá la condición de encargado de negocios ad interim que dirigirá la misión, salvo para actuar válidamente, en el Estado receptor, respecto a cualquier asunto que afec­
en las ocasiones en que esté presente el jefe de la misma en acreditación múltiple. te a ambos Estados, se ha impuesto, sin embargo, la práctica que para los actos o
Teniendo en cuenta estas características y dado que las misiones diplomáticas, como actuaciones de particular relevancia se envíen misiones ad hoc, de las que, asimismo
se ha estudiado, sólo se establecen al más alto rango, mejor, más correcto y exacto según práctica constante, van a formar parte agentes diplomáticos de la misión per­
sería denominarlas «misiones con capacidacd reducida», lo que evitaría, además, manente — cuando ésta existe— , a través de una nueva acreditación específica como
posibles confusiones con las misiones de tercer rango al que se puede reducir el nivel miembros de la misión ad hoc.
de la misión existente como consecuencia de una crisis en las relaciones. En el ámbito bilateral esta situación se va a producir, básicamente, para la
La misión diplomática a nivel reducido puede tener su origen, bien porque así negociación de tratados y para la asistencia a celebraciones particulares en el
directamente se establece, bien por transformación de una oficina consular del Estado receptor, es decir, para los cometidos propios de las misiones especiales
Estado acreditante existente en el segundo Estado, bien por reducción de la misión que regula el Convenio de Nueva York de 1969. Ahora bien, aunque se trate de
diplomática «plena» u ordinaria, al ser retirado de la misma el jefe de misión o éste misiones especiales, el concepto de acreditación especial no es aplicable a todos
y algún otro diplomático, lo que puede ocurrir por razones presupuestarias o políti­ los agentes diplomáticos de las mismas, sino tan sólo a aquellos que estando ya
cas y como una forma de reacción en una situación de crisis en las relaciones entre acreditados ante el Estado receptor como miembros de la misión permanente, se
los Estados acreditante y receptor. les vuelve a acreditar como miembros de la misión especial; no se debe aplicar,
En tercer lugar, la acreditación múltiple pasiva se presenta a través de la práctica por tanto, a quienes se les acredita solamente ex novo para ios cometidos especí­
frecuente de los Estados de acreditación múltiple de agregados y consejeros secto­ ficos objeto de la misión especia), pues la denominación «especial» no viene de
riales en misiones diplomáticas «plenas», es decir, que existiendo en los segundos que la acreditación sea para una misión especial, sino de que se trata de una
Estados misiones ordinarias con jefe de misión y personal diplomático de cancillería segunda acreditación especial además de la general que ya se tiene ante el mismo
residentes, sin embargo, el Estado acreditante estima que uno o más ámbitos secto­ Estado receptor.
riales de las relaciones pueden ser atendidos debidamente, en varios Estados recep­ El Convenio de Nueva York de 1969 sobre las misiones especiales prevé esta acre­
tores, por un solo agregado o consejero de cada ámbito sectorial concreto y que ten­ ditación en el artículo 9.2, al disponer, respecto a la composición de la misión espe­
drá su residencia, según las circunstancias de cada caso, en uno u otro de ellos. cial, que:
La acreditación múltiple pasiva puede tener lugar, también, en relación con las
organizaciones internacionales, de modo que el jefe de la misión ante un Estado, u Art. 9. 2. Cuando miembros de una misión diplomática permanente [...] en el Estado
otro agente diplomático de la misma, puede ser acreditado como representante ante receptor sean incluidos en una misión especial [...].
228 C U R S O D E D E R E C H O D IP L O M Á T IC O Y C O N S U L A R
E L N O M B R A M IE N T O Y A C R E D IT A C IÓ N D E L O S M IE M B R O S ...(II) 229
En el ámbito multilateral, también se da este tipo de acred itación e n las organiza­
en la práctica— para la permanencia en cada puesto diplomático. También puede
ciones internacionales, cuando un agente diplom ático de la representación perma­
producirse el cam bio, sin el transcurso de ese tiempo, lo que particularmente ocurri­
nente es acreditado específicamente como m iem bro de u na delegación ante aquellos
rá cuando al agente diplom ático se le designe para prestar otros servicios o cuando
órganos de la misma organización que exigen una delegación a d hoc. A sí ocurre en
su actuación no sea satisfactoria para el Estado acreditante. Por otra parte, puede pro­
la práctica de los Estados y se recogía, aunque sólo referido al je fe de la representa­
ducirse, asim ism o, el cam bio, especialmente del jefe de misión, por discrepancias de
ción permanente, en el artículo 11.1 del «aparcado» Convenio de V iena de 1975,
carácter político respecto a las relaciones con el Estado receptor o porque haya lle­
sobre la Representación de los Estados en sus relaciones con las organizaciones inter­ gado al poder en el Estado acreditante un nuevo gobierno de distinto signo político
nacionales de carácter universal. que desee ten er al frente de determinadas misiones personas de mayor confianza y
La acreditación especial se hace a través de los m ism os in stru m entos que para la coincidencia política.
acreditación de cualquier agente diplomático como m iem bro de una m isión especial La term inación de la función de un jefe de misión puede deberse, además, a que
ante un Estado o de una delegación ante un órgano de una organización internacio­ las relaciones entre los dos Estados pasen por momentos de enfriamiento, por actua­
nal, que son las cartas credenciales especiales, si se trata de la acreditación del jefe ciones inam istosas del E stados receptor, que lleva al Estado acreditante a reaccionar,
de una misión especial de protocolo o ceremonia, o los plenos p od eres o poderes sim­ m ostrando su d e sag rad o y disconform idad, retirando al jefe de m isión y dejando
ples, si se trata de una misión especial para una n egociación b ilateral o de una dele­ al frente de la m ism a, en principio indefinidamente, a un encargado de negocios
gación ante una organización internacional. ad interim.
Cuando una acreditación especial recae en el jefe de la m isión o representación La retirada de un m iem bro de la misión diplomática se manifiesta de forma dis­
permanente, habitualmente se le acredita como jefe de la m isión especial o d e la dele­ tinta, respecto al E stado receptor, según se trate del jefe de la misión o de otro miem ­
gación, salvo que esta jefatura la ocupe un órgano central p ara las relaciones exte­ bro de la m ism a. C uando se retira al jefe de misión, en una situación de relaciones
riores o alguna otra alta personalidad del Estado que a tal efecto se nom bre; en estos correctas, se le provee, por el Estado acreditante, de las «cartas de cese» o «cartas de
casos la práctica es acreditar al jefe de la misión o de la representación permanente llamada» que ordinariam ente entregará al jefe del Estado, al despedirse en la audien­
como jefe alternativo, porque el órgano central o personalidad nom brada no suele cia privada que éste le concederá a tal fin. Estas cartas tienen un formato semejante
estar presente durante todo el tiempo de duración de la m isión especial o de la dele­ a las credenciales, firm adas por el jefe del Estado acreditante y dirigidas al jefe del
gación y, por tanto, no las presidirá en todo momento. Estado receptor, en las que se comunica que se da por terminada la misión de tal
Cuando se trata de la acreditación especial de cualquier otro ag ente diplom ático de representante diplom ático, indicándose los motivos de ello, o dando una genérica
la misión o representación permanente, es usual que se le dé un nivel superior al que razón oficial, cuando el jefe de misión sea retirado por indicación del Estado recep­
tiene en la misión o representación permanente. tor. En esta audiencia, si la actuación del jefe de la misión fue particularmente posi­
tiva para el d esarrollo de las relaciones entre los dos Estados y hacerlas más amisto­
sas, se le podrán entregar las «cartas recredenciales», dirigidas al jefe del Estado
acreditante y firm adas por el jefe del Estado receptor, que vienen a ser como una con­
V. TERMINACIÓN DE LA CONDICIÓN DE M IEM BRO D E L A M ISIÓ N
testación a las cartas credenciales y a las de cese, en las que se manifestará la satis­
DIPLOMÁTICA
facción por el acierto en el nombramiento del jefe de la misión y por su labor en la
mejora de las relaciones entre ambos Estados. Si el jefe de misión fue retirado estan­
Los miembros de la misión diplomática pueden term in ar sus funciones p o r diver­
do ausente del E stado receptor o su despedida tuvo lugar antes de recibir las cartas
sas causas, que, inversamente a lo que sucede con su nom bram iento, n o exigirán una
de cese, éstas serán entregadas por el nuevo jefe de misión, quien, en su caso, podrá
conjunción de voluntades entre el Estado acreditante y el receptor, sino que se debe­
recibir las cartas recredenciales de su antecesor. El jefe de misión se despedirá, tam ­
rán, principalmente, a decisiones unilaterales de uno u otro E stado, aunque, también,
bién, del m inistro de relaciones exteriores y de las altas personalidades, pertinentes,
puede deberse a decisiones personales o a hechos naturales.
del Estado receptor. En el caso en que la salida del jefe de misión se deba a ser decla­
rado persona non grata o com o consecuencia de la ruptura de relaciones diplomáti­
a) Por decisión del Estado acreditante. En principio, puede decirse que las cau­
cas, no habrá cartas de cese ni, probablemente, despedidas formales, sólo la notifi­
sas que originan la decisión del Estado acreditante de dar p or term inada la función
cación de la fecha de salida del Estado receptor.
de los miembros de su misión diplomática son las que tienen lugar en el desarrollo
Cuando se pone térm ino a las funciones de cualquier otro miembro de la misión,
normal de la vida de la misión, sin que incida en ella la situación en que se encuen­
basta con que la m isión diplom ática lo comunique al ministerio de relaciones exte­
tren las relaciones entre este Estado y el receptor. Tal decisión tiene com o base el
riores y si se trata de un agente diplomático, siempre que su retirada se produzca en
cumplimiento de las normas internas respecto a la organización de las m isiones y del
condiciones norm ales, deberá acudir, por cortesía, a este ministerio para despedirse.
servicio exterior en general o a razones políticas relevantes al efecto.
Entre estas causas cabe destacar, por ser la ordinaria, el cam bio de destino como
b) Por decisión del Estado receptor. Contrariamente al supuesto anterior, las
consecuencia del transcurso del tiempo que el Estado acreditante tenga fijado — o siga
causas que pueden d a r lugar a la decisión del Estado receptor de dar por terminadas
230 CURSO DE DERECHO D IP L O M Á T IC O Y C O N S U L A R E L N O M B R A M I E N T O Y A C R E D IT A C IÓ N D E L O S M IE M B R O S ...(II) 231
las funciones de un miembro de la misión diplom ática se deb en a u n a actuación inde­ parte, cu an d o se acu d e a tal declaración como reacción ante una situación de d e te ­
bida del mismo o como consecuencia de actos inam istosos u o d io so s producidos en rioro de la s re la cio n e s entre am bos Estados, difícilm ente se podrá m otivar la d ecla­
el Estado acreditante. Por ello, la decisión, en tal sentido, del E stad o recep to r no res­ ración de persona non grata de un agente diplomático concreto. Aunque la d ispo si­
ponde al desarrollo normal de la vida de la m isión, sino a un a situ ac ió n de deterioro ción expresa, d el a rtícu lo 9 del Convenio de Viena de 1961, de que el E stado re ce p ­
de las relaciones entre ambos Estados. tor no tie n e qu e e x p o n er los m otivos de su decisión para proceder a la declaración de
El derecho del Estado receptor a tomar tal decisión para g aran tizar el respeto del persona non grata, se debe a una enm ienda presentada por Francia, la verdad es que
derecho por el Estado acreditante, se concreta en la posibilidad q u e tien e de consi­ así se e n te n d ía y a e n el d erecho consuetudinario y respondía a la práctica de los
derar persona non grata a un agente diplomático o «no aceptab le» al resto de los Estados.
miembros de la misión. Una persona m iembro de la m isión d ip lo m ática podrá dejar
de ser grata o aceptable cuando ella o persona de su fam ilia realicen acto s que impli­ c) Por decisión personal del miembro de la misión. Cabe que el térm ino d e la
quen intromisión en la soberanía del Estado receptor o infrinjan d e m an era grave o función de u n m ie m b ro de la m isión se deba a la renuncia o dim isión del m ism o, en
reiterada su ordenamiento jurídico, violando asi la obligación de resp eto que, como cuyo caso, u n a v e z a ce p ta d a un a u otra por el Estado acreditante, producirá los efec ­
se ha visto, impone el artículo 41.1 del Convenio de V iena de 1961. tos co rresp o n d ien tes c u and o así se comunique al Estado receptor.
En estos casos, el Estado receptor podrá comunicar al E stado acreditante, a través I
de su misión diplomática, que determinado miembro de la m isió n ha dejado de ser
d) Por hechos naturales. E n fin, la terminación de las funciones en la m isión
persona grata o aceptable, indicándole que, en consecuencia, sea retirada o ponga fin
diplom ática p u e d e deb erse a la jubilación, forzosa o voluntaria, del m iem bro d e la
a sus funciones. Esta comunicación, que suele ser confidencial, p ara que la persona misión, p o r el cu m p lim ie n to de la edad establecida para ello en el Estado acreditan­
afectada pueda ser retirada o deje de prestar sus funciones sin su frir m enoscabo, debe
te, o al fa llec im ie n to del m ism o.
ser atendida en sus términos, por el Estado acreditante, en un plazo razonable, porque
Es obvio q u e, a d em ás de esto s m otivos individuales, la función de todos los m iem ­
en caso contrario el Estado receptor procederá a declararla form alm ente persona non
bros de la m isió n d ip lo m á tic a term inará por la ruptura de las relaciones diplom áticas
grata o no aceptable, lo que implicará que si no se le retira o no se pone fin a sus fun­
y por la e x tin c ió n d e la m isión, y se interrum pirá tem poralm ente en los casos de sus­
ciones en el plazo que se establezca en tal declaración, dejará de reconocérsele como
pensión de la m ism a.
miembro de la misión y, si no es nacional, será expulsada o considerada com o corres­
Por el contrario, el hecho del cam bio de gobierno en el Estado acreditante — aunque
ponda a cualquier persona extranjera sin status. Como se com prenderá, la distinción
sea de distinta orientación política que el anterior— o del jefe del Estado — aunque sea
entre «retirar» y «poner fin a las funciones» se hace, respectivam ente, en referencia a
a título de rey— no afectan en absoluto, por sí mismos, a la permanencia en el puesto
las personas enviadas desde el Estado acreditante, agentes diplom áticos o no, y a las
de los m iem bros de la m isión, ni siquiera al jefe de la misión diplomática cuyas cartas
acreditadas o contratadas en el propio Estado receptor, nacionales d e este E stado o que
credenciales firm a el je fe del Estado; cuando más, en este caso, puede procederse a la
tengan en él su residencia permanente cualquiera que sea su nacionalidad.
renovación de las m ism as firm adas por el nuevo jefe del Estado, lo mismo que cuando
La declaración de persona non grata puede hacerse en cualquier m om ento, no sólo
cambia el je fe d el E stad o receptor, que pueden redactarse unas nuevas cartas dirigidas
desde la llegada al Estado receptor de la persona que ha de ejercer sus funciones en la
misión diplomática o desde que ésta es nombrada, si ya se encuentra en este Estado por al nuevo je fe de E stado; pero esta renovación tampoco afecta a la precedencia del je fe
ser nacional del mismo o tener en él su residencia permanente, sino, incluso, aunque no de misión qu e seguirá m anteniendo la misma que en un principio.
haya llegado al Estado receptor. Y en este momento es posible, tam bién, tal declaración, El C onvenio d e V iena de 1961 se ocupa de la terminación de la condición de
respecto al jefe de misión o a aquellos otros agentes diplomáticos aunque para su nom­ miembro de la m isió n d ip lom ática en los artículos 43 y 9, en los siguientes térm inos:
bramiento y acreditación se exija la previa concesión del placel, pues no hay duda de
que puede ocurrir—y de hecho ocurre— que, después de la concesión del placel a una Art. 43. Las funciones del agente diplomático terminarán principalmente:
a) Cuando el Estado acreditante comunique al Estado receptor que las funciones del
persona, el Estado receptor llegue a tener conocimiento de hechos o circunstancias en
Agente diplomático han terminado;
relación con ella que hagan que ya no sea de su agrado o que, posteriorm ente a la con­ b) Cuando el Estado receptor comunique al Estado acreditante que de conformidad con el
cesión del placel, esa persona haya actuado o hecho declaraciones en form a o con con­ párrafo 2 del artículo 9 se niega a reconocer al Agente diplomático como miembro de la misión.
tenidos que el Estado receptor estima inoportunos e inaceptables; en estos casos no se
trata, por tanto, como a veces se dice, de una «retirada del placel», concepto que téc­ Art. 9. 1. El Estado receptor podrá en cualquier momento y sin tener que exponer los
nicamente no existe (el placet se concede o no), sino de una verdadera y propia decla­ motivos de su decisión comunicar al Estado acreditante que el Jefe u otro miembro del per­
ración de persona non grata a quien ya se le ha concedido el placet. sonal diplomático de la misión es persona non grata o que cualquier otro miembro del per­
En ningún caso se exige que la declaración de persona non gra ta o no aceptable sonal de la misión no es aceptable. El Estado acreditante retirará entonces a esa persona o
pondrá término a sus funciones en la misión, según proceda. Toda persona podrá ser declara­
haya que motivarla, el Estado receptor podrá hacerlo o no y ordinariam ente no lo
da non grata o no aceptable antes de su llegada al territorio del Estado receptor.
hace porque la declaración de persona non grata se debe siem pre a razones graves 2. Si el Estado acreditante se niega a ejecutar o no ejecuta en un plazo razonable las obli­
suficientemente conocidas y resulta más cortés no confirm arlas p o r escrito y, por otra gaciones que le incumben a tenor de lo dispuesto en el párrafo 1, el Estado receptor podrá
negarse a reconocer como miembro de la misión a la persona de que se trate.
VI. EL STATUS DIPLOMÁTICO

CAPÍTULO XIX

' ASPECTOS GENERALES DEL STATUS DIPLOMÁTICO

I. NOCIÓN DE STA TUS DIPLOMÁTICO

Por status diplomático se entiende el conjunto de tratos particulares que, se deben


aun sujeto de derecho internacional para llevar a cabo, a través de los órganos y per­
sonas competentes para ello, el adecuado desarrollo de su actividad diplomática,
quien podrá exigirlo como consecuencia necesaria del acuerdo sobre establecimien­
to de misiones diplomáticas, de conformidad con las normasjurídico internacionales
en las que el status tiene su base y regulación. Por extensión, aunque imprecisamen­
te, se incluye, también, el status que corresponde a los demás miembros del personal
de lamisión que no tienen la condición de agentes diplomáticos e, igualmente, el que
pueda corresponder a las familias de cualesquiera miembros de la misión.
Estos tratos se concretan en una diversidad de inmunidades, privilegios y facilida­
des genéricas que reciben, también, la denominación general de estatuto privile­
giado o privilegios e inmunidades diplomáticas, pero que, en sentido estricto, son
de distinta naturaleza y contenido, integrando todos ellos el status diplomático.
H a m m a r s k j ó LD considera, al respecto, que los privilegios se deben en razón del
prestigio, mientras que las inmunidades responden a la concesión de garantías.
En este sentido estricto, las inmunidades son exenciones, que consisten en la ina-
plicabilidad de normas del ordenamiento jurídico, del sujeto que esté obligado a con­
ceder el status, a aquellos órganos y personas que tengan carácter diplomático, que,
ano ser por esta condición, les serían aplicables como, al menos en principio, a cua­
lesquiera otros órganos y personas que se encuentren en el territorio de tal sujeto. Así
la inmunidad de coerción o inviolabilidad, la inmunidad dejurisdicción o la inmuni­
dad fiscal, que implican no poder actuar coactivamente respecto a las representacio­
nes y representantes diplomáticos, que no puedan ser llevados ante los tribunales ni
, admitir éstos querellas o demandas contra tales representaciones y representantes, o
que a unas y otros no se les pueda gravar con los impuestos previstos en el sistema
tributario.
Los privilegios no son una exención o un no sometimiento al ordenamiento del
sujeto obligado a otorgar el status, sino que son concesiones específicas a favor de
las representaciones y representantes diplomáticos, consistentes en una prestación
directa o en posibilitarles o reconocerles el ejercicio de determinadas facultades.
Tienen tal carácter la especial placa de matricula de los vehículos con las siglas CD
y distinto color que el ordinario, la asignación de puestos preferentes en ceremonias
[2 3 3 ]
234 C U R S O D E D E R E C H O D IP L O M Á T IC O Y C O N S U L A R
A S P E C T O S G E N E A L E S D E L S T A T U S D I P L O M Á T IC O 235

oficiales o la reserva permanente en las tribunas de las cámaras parlamentarias, así debate en la Conferencia de Viena de 1961 —aunque hubo expresas manifestaciones
como la facultad de telegrafiar en lenguaje cifrado, la de enviar y recibir la corres­ en sentido contrario— se trata, sin embargo, de un artículo pensado básicamente para
pondencia u objetos de uso oficial por medio de la llamada valija diplomática, o la situaciones excepcionales de alteración o anormalidad en el Estado receptor, inclui­
de poder utilizar públicamente los símbolos identificativos del Estado acreditante das las de conflicto armado que también puede ser con el Estado acreditante, pues en
(bandera, escudo, lemas). M a r e s c a distinguirá, dentro de los privilegios, los que lo situaciones de normalidad no tiene sentido tener que salir «lo más pronto posible»;
son en sentido restringido que serían los primeros señalados, consistentes en una por otra parte, el artículo viene a afirmar la persistencia del status en tales casos.
prestación directa y las prerrogativas que serían los privilegios consistentes en el
ejercicio de determinadas facultades, señalados en segundo íugar.
Por último, el status abarca todo tipo de facilidades genéricas que implican la II. FUNDAMENTO DEL STATUS
remoción de todo tipo de obstáculos, por el sujeto obligado al status, a fin de que la
misión y los agentes diplomáticos puedan ejercer correctamente sus funciones; por El status diplomático tiene su razón de ser, desde luego, en el interés recíproco de
tanto, las facilidades han de ser necesarias para tal ejercicio y su solicitud, como los sujetos de derecho internacional directamente afectados, pero también en el de la
señala la CDI, ha de ser razonable, es decir, no serán exigibles por mera comodidad sociedad internacional en su conjunto, tal como observó GUGGENHEIM al justificar­
o capricho. Tales facilidades que podrán ser de muy diverso contenido a lo largo de lo «en interés colectivo de las relaciones internacionales»; igualmente el TIJ, en su
la vida de la misión, no están, obviamente, reguladas específicamente por el Conve­ sentencia sobre el Asunto relativo al personal diplomático y consular de los Estados
nio de Viena de 1961, como ocurre con las inmunidades y los privilegios, si bien Unidos en Teherán, señaló, de modo general, que «las obligaciones impuestas a los
están reconocidas de forma general en el artículo 25 y sólo particularizadas en dos Estados por los dos convenios de Viena son de una importancia capital para el man­
concretos supuestos: para obtener locales para la misión y vivienda para sus miem­ tenimiento de las buenas relaciones entre Estados en el mundo interdependiente de
bros, que contempla el artículo 21 y para la salida del Estado receptor de los miembros hoy»; y, asimismo, la Asamblea General de las Naciones Unidas en diversas resolu­
de la misión que disfruten de status, que contempla el artículo 44. Estos artículos se ciones, sobre el tema «Consideración de medidas eficaces para aumentar la protec­
pronuncian en los siguientes términos: ción y la seguridad de las misiones y los representantes diplomáticos y consulares»,
particularmente en las básicas 35/168, de 15 de diciembre de 1980, la 42/154, de 7
Art. 25. El Estado receptor dará toda clase de facilidades para el desempeño de las frui­
de diciembre de 1987 y en la más reciente 55/149, de 12 de diciembre de 2000, rei­
ciones de la misión.
teradamente manifiesta que «el respeto de los principios y las normas del derecho
A rt 21. 1. El Estado receptor deberá facilitar la adquisición en su territorio de confor­ internacional que rigen las relaciones diplomáticas y consulares, constituye un requi­
midad con sus propias leyes, por el Estado acreditante, de los locales necesarios para la sito básico para la marcha normal de las relaciones entre los Estados y para la reali­
misión o ayudar a éste a obtener alojamiento de otra manera. zación de los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas» y que la
2. Cuando sea necesario ayudará también a las misiones a obtener alojamiento adecua­
do para sus miembros.
transgresión de la inviolabilidad de las misiones y de los representantes diplomáticos
y consulares es «una grave amenaza [...] para el mantenimiento de relaciones inter­
Art. 44. El Estado receptor deberá, aun en caso de conflicto armado, d ar facilidades para nacionales normales y pacíficas, que son necesarias para la cooperación entre los
que las personas que gozan de privilegios e inmunidades y no sean nacionales del Estado Estados». Así que, para el correcto y adecuado ejercicio de la actividad diplomática
receptor, asi como los miembros de sus familias, sea cual fuere su nacionalidad, puedan salir de las representaciones diplomáticas y de sus miembros, en tanto que son los instru­
de su territorio lo más pronto posible. En especial deberá poner a su disposición, si fuere nece­
sario, los medios de transporte indispensables para tales personas y sus bienes. mentos para la actuación de los sujetos, como tales, en el exterior, es necesario que
estén a cubierto de acciones contra ellos que puedan dificultar o impedir de forma
Respecto al artículo 21, aunque la CDI, en su comentario al correspondiente directa o indirecta esa actividad. De ahí la existencia de las normas de derecho inter­
artículo del Proyecto definitivo de artículos, excluía la obligación de facilitar aloja­ nacional que se concretan en los tratos especiales —el status privilegiado— que el
miento a los miembros de la misión, por considerarla una carga demasiado grande, sujeto titular de la obligación ha de conceder al sujeto titular del derecho.
no hubo, sin embargo, prácticamente discusión en la Conferencia de Viena para Con independencia de las diversas teorías que han tratado de explicar a lo largo de
incorporar el actual párrafo segundo, sobre la base de una enmienda de Venezuela. la historia el fundamento del status, entre las que caben destacarse, por su mayor
Pero, en todo caso, esta obligación del Estado receptor se ha de entender desde el res­ éxito, la del carácter representativo del agente diplomático y la de la extraterritoria­
peto a su derecho interno, de modo que, si bien ha de facilitar la obtención de loca­ lidad, en la actualidad y claramente desde el período de entre guerras, la teoría que
les a la misión, no se le exige que posibilite la adquisición en propiedad cuando su le sirve de fundamento es la denominada de la necesidad o interés de la función, com­
ordenamiento jurídico tenga prohibida la propiedad territorial o inmobiliaria a pletada o acompañada por la de la reciprocidad; es decir, el status se establece por­
extranjeros. que es necesario para ejercer la función diplomática y es exigible sólo en la medida
El artículo 44, a pesar de su redacción «aun en caso de conflicto armado» y, por en que sea necesario para ello, pero puede modificarse, en las relaciones concretas,
tanto, aplicable en todo caso, la verdad es que según se desprende del conjunto del por acuerdo entre los interesados concediéndose un mejor trato recíproco. Enunciada
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y a en el siglo x v m p o r V a t t e l , la teoría del interés de la fu n ció n se im p o n e de forma te no puede exigir la reciprocidad al Estado receptor por el mero hecho de que éste
g en eralizad a en la jurisprudencia y en la práctica de los E stad o s tra s se r reconocida tenga previsto en su ordenamiento intemo, bien en términos genéricos, bien concre­
co m o im perante p o r el Instituto de D erecho Internacional en su se sió n de Viena de tando su contenido, la posibilidad de conceder mejores tratos a cambio de reciproci­
1924, po r el Subcom ité de Expertos de la S ociedad de N acio n es en 1926, por la dad, es decir, los posibles mejores tratos no quedan en manos y a discreción e interés
H arv ard Law School en su proyecto de cod ificación sobre las in m u n id ad es y privile­ del Estado acreditante, si no que hace falta el consentimiento específico del Estado
g io s diplom áticos de 1932 y, en fin, es la que inspira el C onvenio d e V iena de 1961, receptor. Siendo así el mecanismo de la reciprocidad, es obvio que ésta no pueda ser
com o no p odia ser de otro m odo, que la incorpora en el p árra fo c u a rto de su preám­ más que de contenido positivo, pues los Estados no van a crear una costumbre o lle­
b u lo cu an d o expresa: «Reconociendo que tales inm unidades y p riv ileg io s se conce­ gar a un acuerdo para darse un trato peor que al que están obligados por la norma
d en n o en beneficio de las personas, sino con el fin de g aran tizar el desem peño efi­ general, con independencia de que frecuentemente se haga referencia a ella con un
caz d e las funciones de las m isiones diplom áticas en calid ad d e rep resen tan tes de los contenido negativo respecto a medidas de reacción o autotutela.
E stados». La reciprocidad desempeña, por tanto, un papel de primer orden en la fijación del
E n el orden de los principios y en correspondencia c o n estas te o ría s justificativas, status y de ahí que se le considere fundamento del mismo, completando la teoría
el sta tu s viene regido por el principio ne im pediatur legatio y p o r el principio de la del interés de la función.
n o d iscrim inación q ue preside el conjunto de las relaciones diplo m áticas, com o esta­ El artículo 47 del Convenio de Viena de 1961 se expresa en los siguientes tér­
b lece el artículo 47 del Convenio de Viena de 1961. El p rim e ro , resu m e y form ula la minos:
n ecesid ad de evitar y rem over los obstáculos que im pidan el ejercicio libre, seguro y
d igno de las funciones diplom áticas. 1. En aplicación de las disposiciones de la presente Convención el Estado receptor no
El principio de no discrim inación exige tratar por igual, sin d istin ció n alguna, en hará n in gu na discrim inación entre los Estados.
cu alq uier aspecto de las relaciones diplom áticas y, p o r tanto, en m ateria de status, a 2. Sin em bargo, no se considerará como discriminatorio:
a) Q ue el Estado receptor aplique con criterio restrictivo cualquier disposición de la pre­
to do s los Estados con derecho al m ism o, com o una co n secu en cia d e la igualdad de sente C onvención porque con tal criterio haya sido aplicada a su misión en el Estado acredi­
lo s E stados. Sin em bargo, el alcance de este prin cip io h a de se r m atizado, en cuanto tante;
a su alcance, para su correcto entendim iento, to d a vez que p u ed en ex istir tratos desi­ b) Q ue po r costum bre o acuerdo los Estados se concedan recíprocamente un trato más
g u ales sin que por ello se produzca una discrim inación v ioladora del principio. En favorable que el requerido en las disposiciones de la presente Convención.
efecto, no habrá discrim inación cuando el E stado receptor aplique restrictivamente
un a n orm a a un Estado que hace una interpretación restrictiva o m ás restrictiva de la
m ism a y con tal criterio la aplica. Esta situación se produce, co m o b ie n se compren­ III. TITULARIDA D DEL STATUS
derá, en los casos en que el Estado receptor aunque haga una interpretación más
am p lia de una norm a que la que hagan concretos E stados acred itan tes, a éstos les Se trata de determ inar ahora a quién se debe el status y quién debe concederlo, es
ap licará, sin em bargo, tal norm a en esos m ism os térm inos m ás restringidos. decir, quién es el titular del derecho o sujeto activo del status y quién el titular de la
T am poco resultará violado el principio de no discrim inación cu an d o los Estados obligación o sujeto pasivo del status, por tanto, quién puede exigirlo y a quién se le
p ro ced an a concederse po r reciprocidad un m ejor trato entre ellos. L a reciprocidad puede exigir. Para ello, como príus necesario, hay que tener presente que el status es
h a d e entenderse de contenido positivo y de carácter co nsuetudinario o convencional, una institución de derecho internacional y, en consecuencia, sólo los sujetos de este
p u es no de otro m odo cabe interpretar, en rig or técnico ju ríd ico , el prin cip io de reci­ derecho pueden ser titulares del mismo.
procidad, con independencia de que en sentido am plio sea utilizado co n otros conte­ En prim er lugar, el titular del derecho es sólo el Estado acreditante o si se quiere,
n ido s, ya que el ofrecim iento de u n m ejor trato, sobre la base del derecho interno, se en térm inos generales, el sujeto de derecho internacional que envía la misión y sus
h ace siem pre a reserva de reciprocidad y ésta puede concretarse p o r un a costumbre miembros. De m odo que este sujeto es el único al que se le debe el status, el que
o, en la práctica m ás generalizada, por acuerdo entre los E stados interesados. Ello puede reclam arlo y el que puede renunciar a él. Por consiguiente, no son titulares del
sig n ific a que los E stados obligados al status no pueden gracio sam en te, sin vulnerar derecho, porque no son sujetos de derecho internacional, ni los órganos ni las perso­
el p rin cip io de igualdad, conceder un trato m ás favorable — que a su vez pudiera ser nas á través de los cuales los sujetos ejercen la actividad diplomática, aunque sí son
d iferen te entre sí— a determ inados Estados po r existir p articulares relaciones entre los beneficiarios, en tanto que en ellos se concreta el derecho del titular; tal condi­
e llo s (recuérdese, p. e., que ya el Reglam ento de 1815 de categorías entre los agen­ ción jurídica es reconocida por el Convenio de Viena de 1961 al declarar en el párra­
te s diplom ático s excluía, a efectos de precedencia, la relevancia d e los lazos de fo cuarto del preám bulo «Reconociendo que tales inmunidades y privilegios se con­
p aren tesco , de alianzas entre las fam ilias reinantes o de alianzas p olíticas y se esta­ ceden no en beneficio de las personas, sino con el fin de garantizar el desempeño efi­
b lecía u n sistem a uniform e para la recepción de los diplom áticos de cad a clase); por caz de las funciones de las misiones diplomáticas en calidad de representantes de los
co n sig u ie n te , un m ejor trato unilateral lícito sólo sería posible en la hipótesis de que Estados», carácter que confirma el TIJ —si bien en referencia a los ministros de rela­
fu era igual p ara to dos los Estados, lo que, aparte de ser im pensable en la práctica, ciones exteriores— en la sentencia sobre el Asunto relativo al auto de prisión de II
n a d a ten d ría q u e ver con la reciprocidad. Tam bién im plica, que el E stad o acreditan- de abril de 2000; asimismo también se reconoce expresamente por el Convenio la
A S P E C T O S G E N E A L E S D E L S T A T U S D IP L O M Á T IC O 239
238 C U R S O D E D E R E C H O D IP L O M Á T IC O Y C O N S U L A R

3. Los terceros Estados concederán a la correspondencia oficial y a otras comunicacio­


titularidad del status en el articulo 32, al disponer que la renuncia al mismo —en la nes oficiales en tránsito, incluso a los despachos en clave o en cifra, la misma libertad y pro­
medida en que se contempla esta posibilidad— corresponderá al Estado acreditante. tección concedida por el Estado receptor. Concederán a los correos diplomáticos a quienes
En segundo lugar, el titular de la obligación es, en cambio, plural. Desde luego, es hubieren otorgado el visado del transporte si tal visado fuere necesario, así como a las valijas
titular de la obligación el Estado o sujeto receptor, ante el cual se envía la misión y diplom áticas en tránsito, la misma inviolabilidad y protección que se haya obligado a prestar
el Estado receptor.
sus miembros. Pero, además, están, también, obligados a la concesión del status cier­
4. Las obligaciones de los terceros Estados en virtud de los párrafos 1, 2 y 3 de este
tos terceros Estados ajenos a la estricta relación diplomática, como son: artículo serán también aplicables a las personas mencionadas, respectivamente, en esos párra­
fos, así como a las comunicaciones oficiales y a las valijas diplomáticas que se hallen en el
a) Los Estados de tránsito, esto es, aquellos por cuyos territorios hayan de pasar territorio del tercer Estado a causa de fuerza mayor.
los distintos bienes y medios de comunicación de una misión, con destino u origen en
una misión o en el Estado acreditante, y los miembros de la misma para incorporar­ b) Los Estados anfitriones. Aunque sea situación propia del ámbito de la diplo­
se a su puesto desde donde se encuentren y regresar del mismo al Estado acreditan­ macia ante una organización internacional o en sus órganos o en una conferencia
te, incluyéndose todos los viajes en ambas direcciones durante el tiempo que dure el diplomática, conviene dejar ya aquí constancia de que estos terceros Estados son,
destino en la misión; es decir, a estos efectos son Estados de tránsito tanto los que se también, titulares de la obligación de conceder el status a las misiones o delegacio­
han de cruzar desde el Estado acreditante hasta el Estado receptor como aquel en el nes acreditadas en tales ámbitos, porque, como es obvio, tanto las organizaciones
que uno pueda encontrarse y desde el cual haya de incorporarse a su puesto y los que, como las conferencias carecen de territorio. Por ello, y tal como lo reconoce el TIJ
en tal caso, hayan de cruzarse, situación ésta que se dará, particularmente, cuando un en su dictamen sobre la Aplicación de la obligación de arbitraje en virtud del artícu­
miembro de una misión ha cesado en ella y desde el mismo Estado, en el que acaba lo 21 del Acuerdo de 26 de junio de 1947 relativo a la sede de la Organización de las
de terminar sus funciones, ha de salir para su nuevo puesto; también todos los Naciones Unidas, en virtud de los acuerdos de sede con cada concreta organización
Estados por los que hayan de pasar comunicaciones entre las distintas misiones y también sobre la base de los convenios sobre privilegios e inmunidades de las mis­
diplomáticas del Estado acreditante y entre éstas y las diversas oficinas consulares mas o bien de conformidad con los acuerdos ad hoc celebrados entre el Estado anfi­
del mismo en otros Estados receptores, como consecuencia de lo dispuesto en el trión y los participantes en una conferencia, los Estados sede de las organizaciones o
artículo 27 del Convenio de Viena de 1961, sobre la libre comunicación de la misión. aquellos en cuyo territorio se celebre una sesión de uno de sus órganos o una confe­
Igualmente son Estados de tránsito, que han de asumir las mismas obligaciones del rencia diplomática, van a asumir la obligación de la caiga del status a pesar de ser
status, aquellos en los que se puedan encontrar bienes o medios de comunicación de terceros en la relación diplomática que se establece, ya que ante ellos no están acre­
la misión o miembros de la misma por causa de fuerza mayor mientras ésta perdure ditadas tales misiones.
y los Estados por los que, desde tal Estado, hayan de pasar para llegar a su punto de c) Un caso particular de tercer Estado obligado al status, es el que se establece
destino. En cualquier caso, salvo fuerza mayor, sólo se podrán atravesar terceros en el Tratado de Letrán, de 11 de febrero de 1929, entre Italia y la Santa Sede, por el
Estados, que lo permitan o que no lo prohíban y, cuando así se exija, con la autori­ que Italia asume la concesión del status a las representaciones acreditadas ante la
zación correspondiente, como puede ser la necesidad de visado. El status que han de Santa Sede, toda vez que, dada la exigüidad del territorio del Estado de la Ciudad del
conceder los Estados de tránsito corresponde a ellos decidirlo, pero ha de abarcar Vaticano, que se crea por el propio Tratado, estas representaciones han de residir en
todos los tratos, propios del mismo, que sean necesarios para facilitar a los miembros
territorio italiano. No se trata, por tanto, de un caso de Estado anfitrión, como el ante­
de la misión el tránsito por su territorio, en cambio, respecto al status de los medios
rior, ya que la Santa Sede no se encuentra en territorio del Estado italiano, sino en el
de comunicación, los Estados de tránsito no tienen autonomía para decidirlo (al
propio de la Ciudad del Vaticano, por lo que Italia es un tercero en la relación diplo­
menos el mínimo exigible), toda vez que habrán de concederles aquel al que esté
mática y de ahí el carácter especial de esta situación.
obligado a otorgar el Estado receptor.
d) Por último, los Estados ocupantes, con independencia de la responsabilidad
E¡ artículo 40 del Convenio de Viena de 1961 prevé, así, esta obligación de los ter­
internacional en que hayan incurrido por la comisión de un acto ilícito de tal grave­
ceros Estados:
dad o, si se quiere, por ello con mayor razón, están, asimismo, obligados a respetar
1. Si un agente diplomático atraviesa el territorio de un tercer Estado que le hubiera otor­ el status de las misiones y de sus miembros acreditados en el Estado ocupado. Al res­
gado el visado del pasaporte si tal visado fuese necesario o se encuentra en él para ir a tomar pecto la Resolución 667 del Consejo de Seguridad de (las Naciones Unidas, de 16 de
posesión de sus funciones, para reintegrarse a su cargo o para volver a su país, el tercer Estado septiembre de 1990, en relación con la «Crisis del Golfo», como consecuencia de la
le concederá la inviolabilidad y todas las demás inmunidades necesarias para facilitarle el ocupación de Kuwait por Iraq, condenó «los actos de agresión perpetrados por el Iraq
tránsito o el regreso. Esta regla será igualmente aplicable a los miem bros de su familia que
gocen de privilegios e inmunidades y acompañen al agente diplomático o viajen separada­
contra los locales diplomáticos en Kuwait y su personal, entre ellos el secuestro de
mente para reunirse con él o regresar a su país. nacionales extranjeros que se encontraban en esos locales» y exigía a Iraq que garan­
2. En circunstancias análogas a las previstas en el párrafo 1 de este artículo, los terceros tizase la protección inmediata de la seguridad y bienestar de los locales diplomáticos
Estados no habrán de dificultar el paso por su territorio de los miem bros del personal ad­ y consulares en Kuwait y que no emprendiera acción alguna que impidiese a las
ministrativo y técnico, del personal de servicio de una misión o de los miembros de sus fa­ representaciones diplomáticas y consulares el desempeño de sus funciones, entre
milias.
240 C U R S O D E D E R E C H O D IP L O M Á T IC O Y C O N S U L A R A S P E C T O S G E N E A L E S D E L S T A T U S D IP L O M Á T IC O 241

ellas el acceso a sus nacionales y la protección de sus personas e intereses. El situaciones en las que el tiempo razonable puede ser un plazo fijado a priori, lo
Consejo de Seguridad adoptó tal Resolución «habida cuenta de las graves transgre­ mismo que ocurre cuando se expulsa a un miembro de la misión. Transcurrido el
siones del derecho internacional y de las Convenciones de Viena sobre relaciones tiempo razonable termina el status y el Estado receptor podrá actuar, si hubiese lugar
diplomáticas y relaciones consulares que ha perpetrado el Iraq al ingresar por la fuer­ a ello, contra los elementos de la misión y sus miembros porque perderán su condi­
za en los locales de las Embajadas de Francia y de otros países en Kuwait y secues­ ción de tales; no obstante, el status perdurará en lo que respecta a la actuación de los
trar a diplomáticos y nacionales extranjeros que se encontraban en ellos». miembros de la misión en el ejercicio de sus funciones, pues en tal caso el responsa­
ble es realmente el Estado acreditante en cuyo nombre se actúa.
El status se mantiene aun después del fallecimiento del miembro de la misión, de
IV DURACIÓN DEL STATUS modo que su familia, con derecho al mismo, seguirá disfrutando de él durante un
tiempo razonable para que pueda abandonar el país; e incluso continuará, en la medi­
Desde luego no habrá duda de que al status diplomático se tiene derecho y ha de da que le corresponda, respecto a una persona fallecida de la familia de un miembro
concederse a lo largo de todo el tiempo que exista la misión y sus locales, bienes y de la misión. También, por último, en estos casos, la familia y los bienes del miem­
medios de comunicación estén afectados a la actividad diplomática y sus miembros bro de la misión fallecido o de la persona de la familia fallecida gazarán de status en
estén en el ejercicio de sus funciones. Pero si esto es cierto, no es toda la verdad, pues los Estados de tránsito de regreso al Estado acreditante.
el status tiene una duración más amplia que antecede al establecimiento de la misión El artículo 39 del Convenio de Viena de 1961, se ocupa de la duración del status
y de sus miembros y continúa con posterioridad a la extinción de la misión y al tér­ en los siguientes términos:
mino del ejercicio de las funciones de sus miembros, de tal modo que, en principio,
salvando situaciones particulares, el status comienza desde que se sale del territorio 1. Toda persona que tenga derecho a privilegios e inmunidades gozará de ellos desde que
penetre en el territorio del Estado receptor para tomar posesión de su cargo o, si se encuentra
del Estado acreditante y acaba al entrar en el mismo de regreso del Estado receptor ya en ese territorio, desde que su nombramiento haya sido comunicado al Ministerio de
o, quizá con más precisión, desde que se entra en espacios bajo la jurisdicción o sobe­ Relaciones Exteriores o al Ministerio que se haya convenido.
ranía de otros Estados, hasta que se sale de ellos en los trayectos pertinentes para la 2. Cuando terminen las funciones de una persona que goce de privilegios e inmunidades,
incorporación o regreso a/de una misión diplomática. tales privilegios e inmunidades cesarán normalmente en el momento en que esa persona salga
del país o en el que expire el plazo razonable que le haya sido concedido para permitirle salir
En efecto, como se acaba de ver, el status es debido ya por los terceros Estados en
de él, pero subsistirán hasta entonces aun en caso de conflicto armado. Sin embargo, no cesa­
tránsito y ha de concederlo el Estado de destino (receptor, anfitrión) desde el momen­ rá la inmunidad respecto de los actos realizados por tal persona en el ejercicio de sus funcio­
to en que se llegue físicamente a su territorio, por tanto antes de entrar jurídicamen­ nes como miembro de la misión.
te en el mismo y de estar los distintos elementos de la misión a su servicio o de que 3. En caso de fallecimiento de un miembro de la misión, los miembros de su familia con­
los miembros de la misión tomen posesión de su puesto; y si se trata de personas que tinuarán en el goce de los privilegios e inmunidades que les corresponda hasta la expiración
de un plazo razonable en el que puedan abandonar el país.
se encuentran, al ser nombradas, en el territorio de tal Estado, el status comenzará, 4. En caso de fallecimiento de un miembro de la misión que no sea nacional del Estado
entonces, a partir del momento en que a este Estado se le haya comunicado el nom­ receptor ni tenga en él residencia permanente, o de un miembro de su familia que forme parte
bramiento. de su casa, dicho Estado permitirá que se saquen del país los bienes muebles del fallecido,
El status se mantendrá, huelga decirlo, durante la existencia de la misión y la afec­ salvo los que hayan sido adquiridos en él y cuya exportación se halle prohibida en el momen­
tación a la misma de locales, bienes y demás elementos y durante el ejercicio de las to del fallecimiento. No serán objeto de impuestos de sucesión los bienes muebles que se
hallaren en el Estado receptor por el solo hecho de haber vivido allí el causante de la suce­
funciones de sus miembros. Pero el status no acabará aquí, sino que continuará des­ sión como miembro de la misión o como persona de la familia de un miembro de la misión.
pués, a lo largo de un tiempo razonable para proceder a la desafectación de los dis­
tintos elementos de la misión o para enviarlos al Estado acreditante o en tanto no que­
den bajo la protección de otro Estado cuando se acuda a la representación interna­
cional e, igualmente, para que los miembros de la misión, tras su cese, puedan aban­
donar el Estado receptor. Este tiempo razonable es un concepto de valor que ha de
entenderse de manera flexible y, por tanto, a determinar ante cada caso concreto que
variará en función del volumen de los intereses entre los Estados acreditante y recep­
tor y, por ello, de la importancia de la misión y respecto a los miembros según su
categoría en la misión, es decir, a mayor volumen de intereses O categoría de los
miembros el tiempo razonable será mayor; por otra parte, en situaciones ordinarias,
tampoco es un tiempo que se fije a priori, sino que se considerará a posteriori en el
transcurso de la utilización del mismo. El status se mantendrá durante este tiempo,
tanto en el caso de ruptura de relaciones diplomáticas como de conflicto armado,
E L S T A T U S D E L A M IS IÓ N D IPLO M Á TIC A (I) 243
por el T IJ en su senten cia de 1980, sobre el Asunto relativo al personal diplomático
y consular de los Estados Unidos en Teherán.
En cuanto a la m isió n — ahora objeto de estudio— la inviolabilidad se concreta,
CAPÍTULO XX irincipalm ente, en la inviolabilidad de los locales, la inviolabilidad de los bienes y la
nviolabilidad de los archivos.
EL STATUS DE LA MISIÓN DIPLOMÁTICA (I ) V

A. LA INVIOLABILIDAD DE LOS LOCALES


Para el estudio particularizado y un mejor entendimiento de los principales tratos
especiales en los que se concreta el status, es conveniente distinguir, siguiendo la sis­ Com o se p uso de relieve de m anera unánime por las delegaciones en la Conferencia
temática del Convenio de Viena de 1961, entre los que benefician a la misión diplo­ de Viena de 1961 que adoptó el Convenio sobre Relaciones diplomáticas, la inviola­
mática y los que benefician a los miembros de la misma, que aun siendo, en buena bilidad de los locales de la m isión diplomática es una de las manifestaciones m ás anti­
parte, conceptualmente los mismos, se manifiestan en cada caso con un diferente guas y b ásicas del status, indispensable para el mantenimiento de relaciones norm ales
alcance. Se considerarán, así, primero, los relativos a la misión y, después, los refe­ entre E stados y q ue, com o señaló la CDI en el correspondiente comentario al Proyecto
rentes a sus miembros. definitivo de artículos, no resulta de la inviolabilidad del jefe de la misión, sino que es
atributo del E stado acreditante.
Por locales de la m isión se ha de entender, de conformidad con el artículo 1.i) del
I. LA INMUNIDAD DE COERCIÓN O INVIOLABILIDAD Convenio de V iena d e 1961:

La inmunidad de coerción, usualmente denominada inviolabilidad, significa que i) lo s e d ific io s o las partes de los edificios, sea cual fuere su propietario, utilizados para
el Estado receptor no sólo no podrá aplicar, a los beneficiarios del status, normas las fin a lid a d e s d e la m isió n incluyendo la residencia del Jefe de la m isión, así com o el terre­
n o d e s tin a d o al s e rv ic io d e esos edificios o de parte de ellos.
compulsivas de su ordenamiento jurídico ni ejercer sobre ellos acciones de tal
carácter, sino que, además, deberá establecer las disposiciones y lleVar a cabo las
actuaciones necesarias que garanticen su protección. La inviolabilidad se mani­ Ello q u iere d ecir q u e gozarán de inviolabilidad todos los locales adscritos a la
fiesta, así, en dos aspectos uno pasivo y otro activo: el aspecto pasivo implica la misión — en su caso, co n las zonas ajardinadas y aparcamiento— , desde los cuales
obligación del Estado receptor de abstenerse de actuar, a través de sus agentes, con­ se ejercen las fun cion es diplom áticas propias de la misma y además la residencia del
tra la misión o sus miembros; y el aspecto activo responde a la obligación del jefe de la m isió n q u e, a diferencia de la de los demás agentes diplomáticos, tiene
Estado receptor de proteger, con sus fuerzas de seguridad, a la m isión y a sus miem­ carácter o ficial.
bros de toda acción que contra una u otros pueda intentar cualquier persona o grupo La inviolabilidad de lo s locales de la misión se concreta, en su aspecto pasivo, en
de personas. el deber del E stado recep to r de abstenerse de realizar actos de autoridad en estos
La obligación de respetar la inviolabilidad no podrá quedar afectada ni siquiera por locales, no p u dien do, p o r tanto, sus agentes, penetrar en los mismos ni llevar a cabo
la adopción de contramedidas por el Estado receptor respecto al acreditante y así se en ellos nin gú n registro, requisa, embargo o medida de ejecución, ni siquiera por
reconoce en el Proyecto definitivo de artículos sobre la Responsabilidad del Estado mandato ju d icial; esta abstención se ha de entender que abarca, también, la prohibi­
por hechos internacionalmente ilícitos, aprobado por la CDI en su 53.° período de ción de notificar, en los locales de la misión, cualquier tipo de citación o de com uni­
sesiones (año 2001), cuyo artículo 50, bajo la rúbrica «Obligaciones que no pueden car em plazam iento alguno no sólo por alguacil, sino incluso, a pesar del com entario
ser afectadas por las contramedidas», en su párrafo 2 .b) dispone: de la CDI en sentido contrario, por medio del correo, por lo cual toda citación o
em plazam iento a la m isión, en caso de que hubiere lugar a ello, sólo podrán hacerse
El Estado que tome contramedidas no quedará exento del cum plim iento de las obligacio­ a través del m inisterio de relaciones exteriores del Estado receptor. Con mayor razón,
nes que le incumban:

b)
.
«) [ ];
De respetar la inviolabilidad de los agentes, locales, archivos y docum entos diplomá­
como bien puede com prenderse, será una actuación particularmente grave la entrada
en los locales de la m isión de agentes o fuerzas del Estado receptor contra la prohi­
ticos y consulares. bición expresa del je fe de la misma, aunque sea bajo el pretexto de proteger a los
m iem bros de la m isión cuando sus locales han sido asaltados. Únicamente será posi­
Lo que, no obstante, como ya se ha estudiado, no quiere decir que el Estado recep­ ble entrar en tales locales con el consentimiento del jefe de la misión — o de perso­
tor no pueda adoptar otras medidas de reacción, específicas del derecho diplomático, na con responsabilidad en ella, que tenga capacidad para darlo— , que puede otor­
contra las representaciones extranjeras, cuya validez es afirmada, como se ha visto, garse bien p o r propia iniciativa, solicitando la intervención de los agentes de la auto­
ridad, com o consecuencia de producirse determinados hechos en los locales de la
[2 4 2 ]
m isión qu e req uieran su presencia, bien a petición del Estado receptor, también como
244 C U R S O D E D E R E C H O D IP L O M Á T IC O Y C O N S U L A R
E L S T A T U S D E L A M IS IÓ N D IP L O M Á T IC A (I) 245

consecuencia de hechos por los cuales se considera que sería necesario entrar en esos y aceptado por los Estados, si bien es cierto que, en tanto receptores, en tales situa­
locales. Así, sólo este consentimiento habilita para la entrada en los locales de la ciones critican la regulación actual de la inviolabilidad, manifestándose a favor de la
misión y no existe excepción ni presunción alguna que lo excluya como, en cambio, restricción de la misma y anunciando una propuesta formal para su modificación, no
ocurre en el Convenio sobre Relaciones consulares y en el Convenio sobre las es menos cierto que, hasta hoy, no se ha producido, y, en tanto acreditantes, no dudan
Misiones especiales, que lo presumen en caso de incendio o de otra calamidad que en exigir la plena observancia del status actual, por lo que, si se puede hablar de cri­
ponga en serio peligro la seguridad pública. El carácter absoluto de la inviolabilidad sis de la inviolabilidad, no lo es tanto de la norma consuetudinaria y convencional,
de los locales de la misión, excluyendo todo tipo de excepciones, fue defendido por como de la falta de respeto a las representaciones extranjeras —que ahora son con­
la generalidad de los Estados en la Conferencia de Viena de 1961, que se opusieron sideradas como idóneos amplificadores de particulares protestas o reivindicacio­
a cualquier restricción a la misma, por delimitada que fuera, porque siempre podría nes— y de la ineficacia de los Estados receptores para evitar los graves atentados
dar lugar a actuaciones indeseables del Estado receptor, o a que éste provocase las contra ellas.
circunstancias que permitiesen la presunción del consentimiento; de modo que era La protección de los locales de la misión va, por consiguiente, más allá del deber
preferible el posible abuso del derecho a la inviolabilidad por el Estado acreditante, general de mantener el orden público, a través de los medios ordinarios de seguridad
al más grave peligro de que el Estado receptor haya de apreciar si existen las cir­ ciudadana o de una ad hoc vigilancia policial más bien simbólica, debiendo llegar a
cunstancias excepcionales que le permitan penetrar en los locales de la misión sin ser una específica y eficaz protección cuando circunstancias especiales así lo acon­
consentimiento del jefe de la misión. Sin embargo, este alcance de la inviolabilidad sejen o exijan; tiene, por tanto, un carácter gradual. En cuanto a la protección ordi­
no excluye la obligación, cuando menos moral, del Estado acreditante de colaborar naria, el Estado receptor la prestará desde el momento en que le sean comunicados
con el Estado receptor, o de no oponerse indebidamente, para facilitar su legítima por la misión la dirección de los locales diplomáticos. En caso de circunstancias
actuación en casos de peligro público real que incluso pueda acarrear la destrucción especiales, la protección debe ser solicitada por la misión al ministerio de relaciones
o graves daños de los locales de la misión, así como en casos de ordenación urbana, exteriores, si éstas no son ya conocidas por el Estado receptor, para que sea propor­
legalmente acordada, cuya ejecución prevea la expropiación de los locales de la cionada de manera específica, bien como medida preventiva (p. e., por celebrarse en
misión, si bien en tal supuesto deberá ofrecerse una adecuada compensación por el los locales de la misión actos con presencia de altas personalidades del Estado acre­
Estado receptor y llegarse a un acuerdo entre ambos Estados. Del mismo modo, ditante o estar éstas alojadas en la residencia del jefe de la misión), bien como medio
efectivo para evitar acciones contra los locales y garantizar el trabajo de la misión en
habrá de considerarse que si debido a una situación de excepcional urgencia y gra­
la forma debida, cuando vayan a tener lugar ante ellos manifestaciones pacíficas o se
vedad, no provocada interesadamente por el Estado receptor, es necesario la adopción
prevea o haya certeza de que se pretenda llevar a cabo graves acciones hostiles de ata­
inmediata de medidas de protección que supongan entrar en los locales de la misión
que o asalto de los mismos; cuando no se conozcan previamente las fechas en las que
para evitar un peligro público o daños graves en los mismos, y no se pueda obtener,
puedan producirse estos hechos, la solicitud podrá hacerse al hilo del desarrollo de
en tiempo pertinente, el consentimiento del jefe de la misión, el Estado acreditante,
los acontecimientos e igualmente deberá ser atendida por el Estado receptor.
aunque pueda hacer una protesta pro-forma para mantener el principio del status, La obligación de protección no conoce límites y el Estado receptor será siempre
deberá comprender la necesidad de tal actuación, en aras de la obligación de colabo­ responsable de los actos lesivos contra los locales de la misión, tanto por no haberse
rar con el Estado receptor e incluso en interés propio, y renunciar a la posible repa­ empleado los medios adecuados, como aun habiendo dispuesto de todos los posibles;
ración o ser flexible en su exigencia. es una obligación que no puede rehuir como consecuencia del acuerdo para estable­
En el aspecto activo, la inviolabilidad de los locales se concreta en la obligación cer la misión diplomática, de tal modo que sólo quedará exonerado de tal obligación,
del Estado receptor de garantizar el trabajo de la misión en los mismos en debidas y de la consiguiente responsabilidad, en la hipótesis que se considerase incapaz de
condiciones de libertad, dignidad y tranquilidad, evitando cualquier intromisión o cumplir con la misma —debido, p. e„ a graves alteraciones internas por la acción de
daño en ellos, para lo cual deberá protegerlos con todos los medios de que disponga movimientos armados que escapan a su control— y así lo comunicase formalmente
y tomar las medidas oportunas; pero ha de entenderse que esta obligación —como a los Estados acreditantes que, entonces, podrán optar entre retirar las misiones o
señaló el representante de Bélgica en la Conferencia de Viena— no es sólo de com­ correr el riesgo de asumir los posibles ataques a sus locales y miembros; pero ¿qué
portamiento, sino de resultado, es decir, que, aun habiendo dispuesto de todos los Estado está dispuesto a reconocer tal situación?, quizá tan sólo en casos rayanos con
medios posibles y adoptado las medidas pertinentes, el Estado receptor será respon­ su descomposición, en que el gobierno carece de toda autoridad efectiva, como hizo
sable si no se obtiene el resultado de una protección efectiva y eficaz de los locales Líbano en los momentos más agudos de la ocupación de su territorio y de luchas
de la misión y no queda enervada, sino que, por el contrario, es especialmente exigi­ internas entre las distintas fuerzas en la década de 1980.
óle en situaciones de alteración o desórdenes públicos, de modo que si el Estado La práctica generalizada por la que el Estado acreditante se procura la vigilancia y
receptor —en palabras del representante de Suecia— «no logra aplacar las manifes­ protección de los locales de determinadas misiones diplomáticas con sus propias
taciones populares ni refrenar la propaganda que las inspira, tiene que asumir toda la fuerzas de seguridad (que, desde luego, en ningún caso deberían vestir uniforme), y
responsabilidad por los daños y peijuicios que se infieran». Este alcance de la invio­ en ocasiones llega a convertirse en eficaz medio de defensa, no es más que una situa­
labilidad, a pesar de las graves vulneraciones de la misma, sigue siendo reconocido ción anómala, si se quiere «patológica», debido a concretas circunstancias especia-
246 C U R S O D E D E R E C H O D IP L O M Á T IC O Y C O N S U L A R E L S T A T U S D E L A M IS IÓ N D IP L O M Á T IC A (I) 247

les, que los Estados receptores toleran conscientes de la posibilidad de que se gene­ Asimismo, porque no hay extraterritorialidad, los actos y hechos (desde un naci­
ren acciones graves contra los locales de las misiones diplomáticas o contra sus miento hasta una defunción), que se realicen o se produzcan en los locales de la
miembros, en momentos, para ellos, que podría hacerles muy difícil el cumplimien­ misión se realizan o producen en el Estado receptor y no en el acreditante y, por ello,
to efectivo de su obligación de protección; pero esta tolerancia no exime al Estado salvo que sean propios del ejercicio de las funciones oficiales o tengan un particular
receptor de la obligación de protección ni de la correspondiente responsabilidad. Por trato en razón del status, les será aplicable la legislación del Estado receptor. En el
tratarse de una situación tolerada, puede darse por terminada en cualquier momento, ámbito penal, hay que tener en cuenta que los delitos que se cometan en los locales
en particular cuando las circunstancias especiales desaparezcan y, por otra parte, el de la misión se cometen, igualmente, en el Estado receptor y, excepto si son cometi­
uso de esos medios por las misiones diplomáticas debe valorarse detenidamente en dos por quienes tengan status diplomático, serán juzgados, de conformidad con su
cada caso concreto, pues mientras en unos casos podría aceptarse si se considera efi­ legislación, por sus tribunales, debiendo el Estado acreditante cooperar con el recep­
tor entregando, sin más, al autor del delito, lo mismo que deberá hacer con el autor
caz y adecuado, en otros podría ser inaceptable por excesivo y resultar contraprodu­
de un delito cometido fuera de estos locales que se refugie en ellos, pues en ningún
cente si se concreta en actuaciones que rebasan el ámbito cubierto por el status y
caso se está fuera del Estado receptor y no ha lugar a acudir a un procedimiento de
manifiestamente violan el ordenamiento interno e interfieren en la soberanía del
extradición.
Estado receptor creando una situación más grave que la que se trataba de evitar, por El Estado receptor, como consecuencia de su responsabilidad, cuando resulte vul­
lo que éste podrá excluir su responsabilidad y exigir, en cambio, la del Estado acre­ nerada la inviolabilidad de los locales de una misión diplomática, queda obligado,
ditante. Es decir, en tanto esas fuerzas se ocupen de mantener el orden y la protec­ como forma básica de satisfacción —en aras de la reparación debida—, a perseguir,
ción en el interior de los locales, con simples medios disuasorios, sin que su actua­ juzgar y condenar a los culpables de los actos ilícitos, tanto si son agentes de la auto­
ción transcienda al exterior, muy probablemente el Estado receptor la tolerará, pero ridad que hayan actuado por cuenta propia o que hayan incumplido las órdenes reci­
si se utilizan medios agresivos (muy claramente armas de fuego), aunque sea como bidas para garantizar esa inviolabilidad, como si son particulares que hayan podido
reacción defensiva, y la actuación transciende al exterior y se producen daños o lesio­ realizar tales actos por falta de una efectiva protección; el cumplimiento de esta obli­
nes o se altera gravemente el orden público, el Estado receptor no tolerará tal actua­ gación implica que el Estado receptor ha de tener tipificadas tales conductas, en su
ción, que dará lugar a la responsabilidad internacional del Estado acreditante y será ordenamiento jurídico, como hechos punibles; y, cuando se trata de tipos delictivos
causa de exclusión de su propia responsabilidad que, de otro modo, nacería de la falta ordinarios, como generalmente ocurre, la práctica de los Estados es prever la impo­
de garantía efectiva de la inviolabilidad. sición de la pena en sus grados superiores, en los casos en que el delito cometido vul­
La protección de los locales de la misión ha de realizarse de tal manera que no se nere la inviolabilidad de los locales de la misión. La reparación podrá abarcar, tam­
convierta, contrariamente a su razón de ser, en una forma de vigilar la actividad de la bién, en su caso, la restitución en especie o la indemnización y, desde luego, las dis­
misión, por lo que, dentro de la necesaria eficacia, las fuerzas destinadas a tal efecto culpas y las seguridades y garantías de que no se repetirán de tales hechos.
deberán mantenerse a una distancia prudente y no proceder a controles indebidos de La Asamblea General de las Naciones Unidas en sus resoluciones sobre la protec­
personas u objetos que se dirijan a la misión. ción y la seguridad de las misiones y los representantes diplomáticos, en particular la
Decaída la teoría de la extraterritorialidad como justificativa de la concesión del 42/154 y la 55/149, ya citadas, expresa:
status, la inviolabilidad de los locales de la misión no convierte a los mismos en terri­ D e sta can d o el d eb e r de los Estados de tomar todas las medidas que procedan según el
torio del Estado acreditante, lo que de modo alguno puede admitirse sobre la base de derech o intern acion al para:
la teoría del interés o necesidad de la función, que actualmente justifica el status, y a) P ro teg er los locales de las misiones diplomáticas [...],
teniendo en cuenta la práctica de los Estados. No hay duda de que los locales de las b) Im p ed ir ataq u es contra los representantes diplomáticos (...],
c ) A p reh en d e r a los infractores y hacerlos comparecer ante la justicia
misiones diplomáticas están en territorio del Estado receptor, son territorio del
(R es. 4 2 /144).
Estado receptor y están sujetos a su derecho; por eso el Estado acreditante no puede
realizar en ellos ni desde ellos actos de autoridad en ejercicio de la propia de sobe­ In sta a los E stados a que observen, apliquen y hagan cumplir estrictamente los principios y
ranía y menos invadiendo la soberanía del Estado receptor. La inmunidad diplomáti­ las n o rm as d el d erecho internacional que rigen las relaciones diplomáticas y consulares y, en
particu lar, a que, de conform idad con sus obligaciones internacionales, velen por la protección
ca significa, precisamente, que el Estado receptor deja en suspenso la aplicación de
y la seg u rid ad d e las misiones, los representantes y [...] que se encuentren oficialmente en los
parte de su legislación —o dicta normas especiales— a favor de los Estados acredi­ territo rio s bajo su jurisdicción, incluso adoptando medidas prácticas para prohibir en sus terri­
tantes respecto a sus representaciones y representantes, de la que se benefician los torios las actividades ilícitas de personas, grupos y organizaciones que alienten, instiguen,
locales diplomáticos, tanto sean propiedad del Estado acreditante, los tenga en alqui­ o rganicen o com etan actos contra la seguridad de tales misiones, representantes [...];
ler o sean habitaciones de hoteles. Sin embargo, a pesar de la inmunidad, dado que Insta tam bién a los Estados a que tomen todas las medidas necesarias en los planos nacional
e internacional para prevenir cualesquiera actos de violencia contra las misiones, representantes
los locales están en el territorio del Estado receptor, su compra, alquiler o construc­ y [...] a que, con la participación de las Naciones Unidas en los casos en que proceda, velen por
ción se hará conforme a la ley de este Estado, ya que los bienes inmuebles se rigen que eso s actos se investiguen exhaustivamente con miras a enjuiciar a los infractores;
por la ley del país en que radiquen. (R es. 55/149).
248 C U R S O D E D E R E C H O D IP L O M Á T IC O Y C O N S U L A R
E L S T A T U S D E L A M IS IÓ N D I P L O M Á T IC A (I ) 249

En suma, la responsabilidad internacional del Estado receptor respecto a la inviola­ expuesto que debe ser hoy entendida, hace ahora innecesario cualquier otro comen­
bilidad, y particularmente a la de los locales de la misión diplomática, es absoluta, en tario.
tanto que incurrirá en ella aunque no pueda imputarse culpa o negligencia a sus auto­ En cuanto a las disposiciones del Código penal, si bien son conformes al derecho
ridades. El Estado receptor sólo quedará exonerado de responsabilidad — aparte del internacional, sería deseable mayor concreción y desarrollo de las mismas. Los
ya indicado reconocimiento de su incapacidad para cumplir con su obligación de artículos 605.3 y 606.2 integran, bajo la rúbrica «Delitos contra el Derecho de gen­
garantizar el status— cuando quien sufre el daño es responsable del mismo o de su tes», el Capítulo Primero del Título XXIV, dedicado a los «Delitos contra la Comu­
agravación, lo que sucederá cuando el Estado acreditante, a través de su misión o de nidad Internacional»:
sus representantes, no ha cumplido con su deber de respetar la soberanía y legislación
del Estado receptor o ha actuado sobrepasando el alcance del status diplomático. Art. 605. 3. Cualquier otro delito cometido contra [...], o contra los locales oficiales
Con carácter absoluto se regula, también, en el Convenio de Viena de 1961 por la [...], será castigado con las penas establecidas en este Código para los respectivos delitos, en
su mitad superior.
terminante redacción de los párrafos 1 y 2 del artículo 22:
Art. 606: 2. Cuando los delitos comprendidos en este artículo y en el anterior no ten­
Art. 22. 1. Los locales de la misión son inviolables. Los Agentes del Estado receptor gan señalada una penalidad recíproca en las leyes del país a que correspondan las personas
no podrán penetrar en ellos sin consentimiento del Jefe de la misión. ofendidas se impondrá al delincuente la pena que sería propia del delito, con arreglo a las dis­
2. El Estado receptor tiene la obligación especial de adoptar todas las medidas adecua­ posiciones de este Código, si la persona ofendida no tuviese el carácter oficial mencionado
das para proteger los locales de la misión contra toda intromisión o daño y evitar que se turbe en el apartado anterior [que se refiere a las personas intemacionalmente protegidas].
la tranquilidad de la misión o se atente contra su dignidad.
3. Los locales de la misión, [...], no podrán ser objeto de ningún registro, requisa, embar­
go o medida de ejecución. Los artículos 615 y 616 interesan en tanto constituyen el Capítulo IV, «Disposicio­
nes comunes», del mencionado Título.
En el derecho español, las disposiciones básicas en relación con la inviolabilidad
Art. 615. La provocación, la conspiración y la proposición para la ejecución de los deli­
de los locales y las obligaciones estatales al respecto, se encuentran en la Ley de
tos previstos en este Título, se castigarán con la pena inferior en uno o dos grados a la que
Enjuiciamiento Criminal, artículos 559 y 560, y en el Código penal, artículos 605 y correspondería a los mismos.
606 y 615 y 616. Las disposiciones de la Ley de Enjuiciamiento Criminal no han sido
modificadas desde la promulgación de la ley, el 14 de septiembre de 1882, y son hoy Art. 616. En el caso de cometerse cualquiera de los delitos comprendidos en este Título
no sólo obsoletas, sino manifiestamente contrarias al derecho internacional vigente, y en el anterior por una autoridad o funcionario público, se le impondrá, además de las penas
por lo que no podrán aplicarse y, si se aplican, el Estado incurrirá en responsabilidad señaladas a ellos, la de inhabilitación absoluta por tiempo de diez a veinte años; si fuese un
internacional, porque violará la norma jurídica internacional. Dicen así los artícu­ particular, los Jueces o Tribunales podrán imponerle la de inhabilitación especial para empleo
o cargo público por tiempo de uno a diez años.
los 559 y 560:

Art. 559. Para la entrada y registro en los edificios destinados a la habitación u oficina
de los representantes de las Naciones extranjeras acreditadas cerca del Gobierno de España, B. L a in v i o l a b i l i d a d d e l o s b ie n e s y d e l o s a r c h iv o s y d o c u m e n t o s
Ies pedirá su venia el Juez, por medio de atento oficio, en el que Ies rogará que contesten en
el término de doce horas.
Los bienes, en general, de la misión diplomática y de forma particular sus archi­
Art. 560. Si transcurriere este término sin haberlo hecho, o si el Representante extranje­ vos gozan, también, de inviolabilidad. Por bienes de la misión se entenderá todos
ro denegare la venia, el Juez lo comunicará inmediatamente al M inistro de Gracia y Justicia, aquellos, cualquiera que sea su Índole, afectados a la misma y necesarios para su ade­
empleando para ello el telégrafo, si lo hubiere. Entretanto que el Ministro no le comunique su cuada instalación y funcionamiento. Desde luego, estos bienes serán inviolables en
resolución, se abstendrá de entrar y registrar en el edificio; pero adoptará las medidas de vigi­ tanto se encuentren dentro de los locales de la misión, en virtud de la inviolabilidad
lancia a que se refiere el artículo 567.
de los locales, pero su inviolabilidad es propia e independiente, como se manifiesta
en determinadas situaciones y respecto a ciertos bienes.
El artículo 567, al que se hace remisión, dispone:
Entre los bienes de la misión cabe destacar el mobiliario e instalaciones, las cuen­
Desde el momento en que el Juez acuerde la entrada y registro en cualquier edificio o lugar
tas corrientes y los medios de transporte de la misma; su inviolabilidad implica que
cerrado, adoptará las medidas de vigilancia convenientes para evitar la fbga del procesado o no pueden ser objeto de acciones coercitivas, ni siquiera por mandato judicial —sal­
la sustracción de los instrumentos, efectos del delito, libros, papeles o cualesquiera otras vo las excepciones que en su momento se verán—, consistentes en registro, requisa,
cosas que hayan de ser objeto del registro. embargo o medida de ejecución, tanto con fines cautelares como para dar cumpli­
miento a la ejecución de sentencias. De los bienes indicados, si bien, ordinariamen­
La evidente contradicción existente entre estas disposiciones y las obligaciones te, el mobiliario e instalaciones se encontrarán en los locales de la misión, y clara­
que, para el Estado receptor, implica el respeto a la inviolabilidad, tal como se ha mente protegidos por su inviolabilidad, no dejarán de gozar de ésta en las situaciones
250 CURSO DE DERECHO D IPLOM Á TICO Y C O N S U L A R
E L S T A T U S D E L A M ISIÓ N DIPLO M Á TIC A (I) 251
en que los muebles se encuentren fuera de ellos, cuando llegan al Estado receptor con Los archivos y docum entos de la misión, aun siendo, genéricamente, bienes de la
destino a la misión o cuando hayan de ser trasladados al Estado acreditante por cie­ misión y su inviolabilidad sea, desde luego, la misma que la de éstos y, por tanto,
rre de la misión, aunque sea como consecuencia de la ruptura de las relaciones diplo­ resulte, en parte, cubierta por la de los locales de la misión, gozan, sin embargo, de
máticas o incluso de conflicto armado. De la misma inviolabilidad gozarán los bie­ una inviolabilidad reforzada que, como señala la CDI, se ha querido regular espe­
nes que nunca se encontrarán en los locales de la misión o su razón de ser no sea el cialmente en razón de su importancia para las funciones de la misión. Por ello, el
encontrarse en ellos, como son, respectivamente, los casos de las cuentas corrientes Convenio de V iena de 1961, les dedica específicamente el artículo 24, disponiendo
de la misión y de sus medios de transporte. que:
Respecto a las cuentas corrientes su inviolabilidad es reconocida por la jurispru­
L os a rch iv o s y docum entos de la misión son siempre inviolables, dondequiera que se
dencia de los Estados, desde luego cuando están destinadas exclusivamente a los hallen.
fines de la misión, como considera la sentencia de la Cámara de los Lores, de 12 de
abril de 1984, o, incluso, aunque sirvan, también, a operaciones comerciales del De esta m anera, habrá de entenderse, a pesar de las reticencias de algunos
Estado acreditante, como estiman el Tribunal Constifucional Federal de la República Estados expuestas en la C onferencia de Viena de 1961, que se trata de excluir cual­
Federal de Alemania, en sentencia de 13 de diciembre de 1977 y el Tribunal
quier hipotética excepción a la inviolabilidad de los archivos y documentos,
Constitucional de España, en la sentencia 107/1992,de 1 de julio, en la q u e expresa­ haciéndola ab so lu ta, to d a vez que, como se acaba de ver, la inviolabilidad de los
mente manifiesta que las cuentas corrientes de las embajadas y oficinas consulares, bienes en general, tiene ya un amplio alcance. La inviolabilidad de los archivos y
aunque puedan ser utilizadas con fines comerciales, son inembargables tanto por el documentos se m antiene, así, en cualquier local en que se encuentren y en cual­
carácter único e indivisible del saldo, como por la imposibilidad de investigar las quier m om ento, transm itiéndola, incluso a los muebles que los contengan y proba­
operaciones y destinos de los fondos. blemente a los locales — espacio físico cerrado— exclusivamente destinados a su
En cuanto a los medios de transporte —cuya inclusión en el articulo se debió a guarda, aunque no sean locales de la misión. Cuando se encuentren fuera de los
una enmienda de España—, no hay duda de que el concederles inviolabilidad tiene locales de la m isión, sin que sea un requisito para su inviolabilidad — como pre­
su origen y razón de ser para que gocen de ella en tanto circulan, aunque haya de exten­ tendían en su enm ienda conjunta Francia e Italia—, sí sería conveniente que los
derse a todo momento. En principio, habrá de considerarse que sólo gozarán de archivos y d ocum entos estén claramente identificados como tales, para garantizar
inviolabilidad aquellos a los que se les haya concedido y circulen con la placa CD, mejor su inviolabilidad. E n los supuestos de documentos de la misión en manos de
o, al menos, tengan reconocida la inviolabilidad y conste su identidad al Estado personas no au to rizadas, cuyo tratamiento se debatió en la Conferencia de Viena
receptor, pues no será aceptable que cualquier vehículo o un núm ero ilimitado de con posturas d iscrepantes en cuanto a su inviolabilidad, entiendo que los docu­
ellos puedan tener inmunidad. La inviolabilidad de los medios de transporte se con­ mentos gozarán de inviolabilidad, pues el Convenio se la otorga «dondequiera que
creta, principalmente, en que, en puridad, no pueden imponerse multas a la misión se hallen» y si perso nas no autorizadas son personas que los tienen en su poder ilí­
diplomática por infracciones de circulación en general, ni sus vehículos pueden ser cita o ilegítim am ente, no por ello perderán la inviolabilidad, aunque no estén cla­
retirados por aparcamiento indebido y conducidos a los particulares depósitos al ramente identificab les, sino, m uy al contrario, la obligación de protegerlos será,
efecto y, desde luego, no se le podrá exigir los pagos que conlleva la recuperación precisamente, tratar de rescatarlos de las manos de tales personas y ponerlos a dis­
del vehículo. Sin embargo, esto no significa, naturalmente, que un medio de trans­ posición de la m isión.
porte que goce de inviolabilidad no pueda ser retirado de un lugar inadecuado que La inviolabilidad de los locales, así como la de los bienes y archivos de la misión,
dificulte o ponga en peligro la seguridad de la circulación, cuando no se haya podi­ persiste aun cuando se haya extinguido la misión de modo definitivo o temporal, aun­
do comunicar en tiempo oportuno con la misión diplomática para que traslade el que sea debido a la ruptura de relaciones diplomáticas, e, incluso, en caso de con­
vehículo a un lugar adecuado; pero en tal caso el vehículo debería ser situado en el flicto arm ado entre los Estados. En estas situaciones, habrá de entenderse que la
lugar más próximo posible y puesto en conocimiento de la misión. En otro orden de inviolabilidad durará el tiempo que se considere razonable para que los locales sean
cosas, los medios de transporte no se podrán equiparar a los locales de la misión a desafectados al uso de la misión y los bienes y archivos sean trasladados al Estado
efectos de asilo diplomático en la hipótesis de quererlos utilizar para procurar la acreditante o, en su caso, destruidos, o bien, unos y otros, queden bajo la protección
salida del Estado receptor de un perseguido político; tal actuación ha de considerar­ de un Estado representante; entretanto, el Estado receptor ha de asumir sus obliga­
se exorbitante y podrá dar lugar a medidas justificadas de reacción por parte de este ciones respecto a la inviolabilidad, incurriendo, de lo contrario, en responsabilidad
Estado. internacional. El Convenio de Viena de 1961, en el artículo 45.a), prevé, al respecto,
El artículo 22.3 del Convenio de Viena de 1961, en su párrafo 3, junto a los loca­ lo siguiente:
les de la misión, dispone:
E n caso de ruptura de las relaciones diplomáticas entre dos Estados, o si se pone térm ino
3. [ - ] su mobiliario y demás bienes situados en ellos, así como los m edios de transpor­ a u n a m isió n d e m odo definitivo o temporal:
te de la misión, no podrán ser objeto de ningún registro, requisa, embargo o m edida de eje­ a ) El Estado receptor estará obligado a respetar y a proteger, aún en caso de conflicto
cución. arm ad o, los locales de la misión, asi como sus bienes y archivos.
E L S T A T U S DE LA MISIÓN DIPLOMÁTICA (1) 253
252 CURSO DE DERECHO DIPLOMÁTICO Y CON SU LA R

el asilo religioso es incompatible con el pleno ejercicio de la soberanía y que, ade­


C. EL ASILO DIPLOMÁTICO
más, anima a la criminalidad, proceden a abolir su reconocimiento en el orden civil,
ya que no sólo no obtienen de los papas la supresión del mismo, sino que, a finales
Particular manifestación de la inviolabilidad de los locales de la misión es la figu­ de este siglo, el Papa Gregorio XIV —como todavía lo hará, en el siglo XVIII,
ra del asilo diplomático. Nace el asilo cuando el Estado acreditante se niega a entre­
Benedicto XIII— considerará sacrilegos e incursos en excomunión lalae sententiae
gar a una persona perseguida que se ha refugiado en los locales de su misión diplo­
a quienes violen el asilo; no obstante, a lo largo del siglo XVlll varios papas estable­
mática; como consecuencia de la imposibilidad de que los agentes del Estado recep­
cen sucesivas limitaciones para que una persona pueda acogerse al asilo, particular­
tor puedan entrar en esos locales, sin el permiso del jefe de la misma, esa persona
mente Benedicto XIV dispone que no se conceda el asilo más que a aquellos que no
resulta asi amparada por el Estado acreditante frente a la acción del Estado receptor
hayan cometido voluntaria e intencionalmente crímenes de derecho común; en el
que no podrá actuar contra ella.
siglo xix, en vísperas de la unificación de Italia, Pío IX, en 1869, todavía declara que
Es cierto, como se ha expuesto, que, dado que no existe extraterritorialidad, todo
tiene el derecho de excomulgar a quienes violen el derecho de asilo y el Código de
lo que ocurre en los locales de la misión tiene lugar en el Estado receptor y las misio­
derecho canónico de 1917 aún regula el asilo, aunque ya sin referencia a la excomu­
nes diplomáticas, sin perjuicio de su inviolabilidad, están obligadas a colaborar con
nión. El asilo religioso en la Iglesia Católica dejará de aplicarse en la práctica a par­
éste, sin obstaculizar el ejercicio de sus derechos soberanos y, por tanto, a entregar a
tir de 1929 como consecuencia de la expansión generalizada del régimen bilateral
quienes traten de escapar de la acción de la justicia bajo la cobertura de la inviolabi­
establecido en el Tratado de Letrán, que, aunque lo mantiene como principio, prevé
lidad de sus locales. Sin embargo, cuando la persona refugiada en los locales de la
que se acuerde la entrega de los refugiados, pero no desaparecerá formalmente hasta
misión es perseguida por delitos políticos o por motivos políticos, entonces, por razo­
nes humanitarias y de defensa de derechos humanos, el Estado acreditante podrá el vigente Código de derecho canónico, de 1983, que ya no lo incluye. En otros ámbi­
tos religiosos distintos del católico, cabe señalar que durante el Mandato de Palestina
denegar su entrega, sin que ello sea contrario al principio de no intervención ni impli­
se reconoció como lugar de asilo la mezquita de Ornar en Jerusalén y que los Sijs
que abuso del status ni contravención de sus obligaciones respecto al Estado recep­
siguen considerando sus templos como lugar de asilo, si bien India, desde mediados
tor. La concesión del asilo corresponde en un primer momento, desde luego ante una ■
situación de urgencia, al jefe de la misión diplomática o a quien sea responsable de del siglo XX, se opone a reconocerles tal carácter. La abolición efectiva por los
Estados no siempre coincide con las primeras disposiciones formales en tal sentido,
la misma, conforme a su inmediata calificación del caso, y, en definitiva, al gobier­
no del Estado acreditante, el cual, una vez informado de la concesión, si no la cree sino que, en la mayoría de los casos, va a perdurar hasta el siglo XVlll o el XIX, como
en el caso de España, Italia y los Estados latinoamericanos.
correcta u oportuna, ordenará a su misión la entrega del asilado; si el asilo fuese soli­
citado con cierta antelación, porque quien lo solicita prevé tener que acudir a él, El asilo diplomático puede decirse que nace con la diplomacia permanente, para­
lelamente, por tanto, a la abolición civil del asilo religioso, y, como éste, se acepta a
entonces lo más adecuado es que la misión diplomática informe a su gobierno de las
características del caso, para que le dé las instrucciones pertinentes y evitar así que favor de los delincuentes comunes, excluyéndose a los delincuentes políticos, carác­
ter que se mantiene, tanto por la doctrina como en la práctica (es bien conocido y
se produzcan discrepancias de criterio.
representativo el caso del político español duque de Ripperdá que, al caer en desgra­
El origen o precedente del asilo diplomático, lo mismo que del asilo territorial, es
cia en 1726, se refugia en la residencia del embajador de Inglaterra, pero el Consejo
el asilo religioso que ya en los pueblos de la Antigüedad se reconocía a los lugares
de Castilla decide que no ha lugar al asilo, por el carácter politico de su persecución,
sagrados, como eran, por ejemplo, ciertos bosques, templos, monumentos a dioses y
y se le puede sacar incluso por la fuerza), hasta que se imponen las ideas democráti­
reyes, o tumbas de héroes, de modo que las personas que se acogían a ellos, por el
cas, a finales del siglo XVlll, con el triunfo de la Revolución Francesa; a partir de este
motivo que fuese, quedaban bajo la protección de los dioses y no podían ser arreba­
momento, lo mismo que ocurre con el asilo territorial, el asilo diplomático única­
tadas ni se podía actuar contra ellas por los hechos objeto de su persecución. El
mente se reconocerá para los llamados delitos políticos, debido a que ahora sólo se
mundo cristiano mantuvo esta tradición y sus templos, monasterios y determinados considera legítimo que una persona pueda reclamar protección cuando sea persegui­
edificios eclesiásticos fueron lugares de asilo (es particularmente representativa, en
da por hechos que serían lícitos si se respetasen las libertades democráticas.
los primeros siglos del cristianismo, la Homilía en defensa de Eutropio, pronunciada
El asilo diplomático puede tener lugar bajo dos formas: el asilo diplomático de
por San Juan Crisóstomo, en 399, en la iglesia metropolitana de Santa Sofía de hecho y el derecho de asilo diplomático. El asilo diplomático de hecho se produce
Constantinopla como consecuencia de haberse asilado en ella este ministro del empe­ por la situación fáctica de haberse refugiado una persona —fundamentalmente y en
rador Arcadio, caído en desgracia y acogido a su protección); el asilo religioso es res­ la práctica nacional del Estado receptor, pero, en principio, no necesariamente— en
petado y reconocido por el poder civil que lo incorpora a su propio ordenamiento, los locales de una misión diplomática, al considerarse perseguida por motivos o deli­
siempre en relación con los delitos que hoy llamamos comunes, si bien, ya en el si­ tos políticos y, al compartir esta razón, el Estado acreditante entiende que no está
glo XII, Graciano, en el Corpus Inris Canonici excluía del asilo ciertos delitos consi­ obligado a entregarla y decide protegerla al amparo de la inviolabilidad de los loca-
derados particularmente graves y Urbano V, en el siglo XIV, reprimía el abuso de que le'íde su misión y como acción humanitaria y de defensa de los derechos humanos.
muchos lugares que no eran iglesias gozasen peligrosamente del privilegio de asilo. Sin embargo, este asilo no genera ningún derecho del Estado acreditante ni de la per­
Es a partir del siglo XVI, como consecuencia de la constitución del Estado moderno, sona asilada exigible al Estado receptor, quien podrá detener al perseguido si sale de
que no reconoce superior en el orden temporal, cuando los monarcas, al entender que
254 CURSO DE DERECHO DIPLOMÁTICO Y C ONSULAR E L S T A T U S DE LA M ISIÓN DIPLOMÁTICA 0 ) 255
esos locales, en tanto no prescriba el delito o, en su caso, la pena ya impuesta por poco terminará y los asilados saldrán con los representantes diplomáticos o podrán
delitos politicos (es particularmente representativo de esta situación el caso del car­ ser entregados a la protección de la misión de otro Estado que sea parte del mismo
denal húngaro Mindszenty que permaneció asilado quince años, de 1956 a 1971, en tratado que sirve de base a la concesión del asilo e incluso, si esto no es posible,
la legación de Estados Unidos de América en Budapest, de la que salió para la Ciudad podrán entregarse a un Estado que no sea parte en ese tratado y que acepte mantener
del Vaticano, tras un acuerdo ad hoc entre Hungría y Estados Unidos). Este asilo de el asilo, lo que deberá respetar el Estado receptor. Se discute, en cambio —no sólo
hecho, no se basa, por tanto, en norma específica alguna, ni consuetudinaria ni con­ por el hecho de no estar establecido en los tratados de 1933 y de 1939—, el alcance
vencional, sino en práctica o uso de los Estados que, en las circunstancias indicadas, del requisito que sólo se pueda conceder el asilo en casos de urgencia y por el tiem­
decidan otorgar el asilo, pero que podrán hacerlo o no y, desde luego, no se les podrá po estrictamente indispensable para que el asilado pueda alcanzar de alguna otra
exigir. manera una situación de seguridad frente a la persecución que sufre y que ha de ser
El derecho de asilo diplomático, aunque respondiendo a los mismos motivos y rea­ garantizada por el Estado receptor; la urgencia habrá de entenderse no sólo en los
lidad material, que el asilo de hecho se diferencia de él en que la situación que se casos de persecución por una multitud enfurecida o por unos tribunales revoluciona­
crea, por la concesión del asilo, da lugar a que la persona asilada tenga derecho a rios de facto o irregularmente constituidos, sino también en periodos de alteración
obtener un salvoconducto del Estado receptor y a que el Estado acreditante pueda política o de anormalidad constitucional —aunque se hayan suspendido legítima­
exigirlo, para que ésta pueda abandonar el asilo y marchar a otro Estado —aquel al mente las garantías constitucionales— y, desde luego, cuando el régimen establecido
que expresamente se convenga, cualquiera que sea la forma de determinarles- sin ser en el Estado receptor no esté legitimado democráticamente o, en cualquier caso, no
detenida al salir de los locales de la misión diplomática; no se refiere, por tanto, a un respete y garantice los derechos humanos, aunque haya tranquilidad social, pues, en
derecho de las personas a ser asiladas y ni a una obligación de la misión diplomática estas situaciones siempre hay un riesgo latente de persecución por motivos o delitos
de conceder el asilo. Esta forma del asilo diplomático se configura como una insti­ políticos; en cuanto a la limitación temporal, es muy relativa y no está, realmente, en
tución, la del derecho de asilo diplomático, que constituye una derogación de la sobe­ manos del Estado asilante, pues la posibilidad de que el asilado abandone el asilo con
ranía territorial y se basa en el derecho convencional, como dejó sentado el TIJ en la garantías de su seguridad — que, en la práctica, se concreta en la entrega del salvo­
sentencia sobre el Asunto del derecho de asilo de 1950. conducto— sólo depende del Estado receptor, ya que seria absurdo y carecería de
La institución de! derecho de asilo diplomático es de carácter convencional y no es base jurídica que el Estado asilante, existiendo las garantías adecuadas para la segu­
de reconocimiento y ejercicio universal, sino que sólo está establecida en el ámbito ridad del asilado, persistiera en mantener el asilo, pero éste podrá continuar mientras
de los Estados latinoamericanos, únicos entre los que hay tratados que regulan el el Estado asilante sostenga las razones que justifican la concesión del mismo y, en su
asilo diplomático como derecho de asilo, en los términos indicados. Estos tratados caso, en tanto no se llegue a una solución de la controversia que muy probablemen­
son los siguientes: Tratado de derecho penal internacional, de Montevideo, de 23 de te se producirá por la disparidad de criterios sobre la interpretación de la norma con­
enero de 1889, que regula el asilo diplomático en el artículo 17; Convención sobre vencional que sirva de base al asilo.
asilo, de La Habana, de 20 de febrero de 1928; Convención sobre asilo politico, de El TIJ, en las mencionadas sentencias, aunque erráticas y poco clarificadoras, en
Montevideo, de 26 de diciembre de 1933; Tratado sobre asilo y refugio político, la primera, Asunto del derecho de asilo, niega la existencia de una costumbre parti­
de Montevideo, de 4 de agosto de 1939; y Convención sobre asilo diplomático, de cular latinoamericana que establezca el derecho de asilo diplomático, por lo cual sólo
Caracas, de 28 de marzo de 1954. Por otra parte, para el entendimiento del derecho puede ejercerse sobre la base de alguno de los tratados que lo regulan (en el caso con­
de asilo diplomático, habrá de tenerse en cuenta, especialmente, la mencionada sen­ creto, la Convención sobre el asilo, de La Habana, de 1928); manifiesta que es evi­
tencia del TIJ, sobre el Asunto del derecho de asilo, dé 20 de noviembre de 1950, dente que corresponde al representante diplomático apreciar si el asilo debe ser o no
sobre el asilo del político peruano Raúl Haya de la Torre en la embajada de Colombia otorgado y tiene competencia para calificar el delito que se le imputa al refugiado,
en Perú, así como la sentencia interpretativa de la misma, Asunto Haya de la Torre, pero que, por ello, el Estado territorial no queda privado de su derecho de impugnar
dictada por el propio Tribunal el 13 de junio de 1951. la calificación; y reconoce que no se discute que el derecho de asilo pueda ser acor­
En estos tratados, salvando las particularidades de cada uno de ellos, se prevé la dado con fines humanitarios para proteger a los criminales políticos contra la acción
posibilidad de la concesión del asilo, en los locales de las misiones diplomáticas violenta y desordenada de elementos irresponsables de la población. Sin embargo, la
extranjeras, a las personas perseguidas por motivos o delitos políticos y el respeto de línea argumental para la interpretación de la Convención de La Habana es discutible
esa concesión por el Estado receptor, en los términos que los mismos tratados esta­ y lleva al Tribunal a un fallo poco coherente, si no contradictorio; frente a las pre­
blezcan; todo Estado acreditante tiene el derecho a otorgar el asilo y, en tal caso, debe tensiones de Colombia, en primer lugar, el Tribunal niega la existencia de un derecho
informar de ello al Estado receptor para iniciar el procedimiento previsto en el con­ consuetudinario americano al respecto y rechaza el derecho de Colombia de calificar
venio que sea de aplicación, pero no está obligado a otorgarlo ni a motivar su dene­ unilateralmente la naturaleza del delito, de forma definitiva y obligatoria para Peni,
gación; la calificación del carácter político de la persecución corresponderá al Estado y, en segundo lugar, rechaza la obligación de Perú de otorgar las garantías necesarias
que otorga el asilo; el hecho del cese del agente diplomático que ha concedido el para que el refugiado salga del País respetando la inviolabilidad de su persona; fíen­
asilo, a causa de las discusiones sobre su conformidad al correspondiente tratado, no te a las pretensiones de Perú, el Tribunal rechaza que la concesión del asilo a Haya
pone fin al asilo; si se produce la ruptura de las relaciones diplomáticas, el asilo tam- de la Torre se haya realizado violando lo dispuesto en el artículo 1.1 de la Convención
256 CURSO DE DERECHO DIPLOMATICO Y C ONSULAR EL S T A T U S DE LA MISIÓN DIPLOMÁTICA (I) 257

de La Habana —«No es lícito a los Estados dar asilo en legaciones, [...], a personas Japón). En segundo lugar, el gran número de personas asiladas que, en el momento
acusadas o condenadas por delitos comunes, [...]»—, y, en segundo lugar, declara que de mayor volumen, a principios de 1937, llega a haber, probablemente, cerca de
la concesión del asilo a Haya de la Torre no ha sido efectuado de conformidad con lo 7.500 asilados reales, es decir, efectivamente alojados en locales diplomáticos, aun­
dispuesto en el articulo 2.2, inciso primero de la Convención de La Habana — «El que el número de asilados teóricos o legales que resultan de las listas que las repre­
asilo de delincuentes políticos en legaciones, [...]. será respetado en la medida en que, sentaciones presentan al Ministerio de Estado, asciende a 11.000, porque, con fre­
como un derecho o por humanitaria tolerancia, lo admitieren el uso, las convencio­ cuencia, se incluían en estas listas a numerosas personas, que no estaban realmente
nes o las leyes del país de refugio y de acuerdo con las disposiciones siguientes: [...]. asiladas, a los únicos efectos de que pudieran beneficiarse de las expediciones de
2.° El agente diplomático, [...], inmediatamente después de conceder el asilo, lo evacuación al extranjero; en tercer lugar, por la razón anterior, buen número de repre­
comunicará al Ministro de Relaciones Exteriores del Estado del asilado [...]»— . sentaciones ante la insuficiencia de capacidad de sus locales se encontraron en la
En la segunda sentencia —interpretativa—, Asunto Haya de la Torre, el Tribunal necesidad de habilitar otros locales diplomáticos para poder alojar a todos los asila­
declara, en primer lugar, que son inadmisibles las conclusiones a las que llegan las dos, así, con tal fin, aparecieron y fue aceptada la existencia de los llamados «ane­
partes en el litigio, acerca del sentido en que pueda interpretarse y ejecutarse la sen­ xos». En tercer lugar, las negociaciones para la evacuación al extranjero de los asila­
tencia, y, en segundo lugar, respecto a las pretensiones de ambas, declara, por una dos, aspecto clave para poder resolver el difícil sostenimiento de las que se denomi­
parte, que Colombia no está obligada a entregar a Haya de la Torre a las autoridades naron «colonias de asilados», como consecuencia del asilo masivo, y finalidad desea­
peruanas y, por otra parte, que el asilo otorgado a Haya de la Torre debería haber da tanto por las personas asiladas como por las representaciones diplomáticas; en
cesado después de pronunciarse la sentencia de 1950 y debe terminar. Ante este fallo efecto, dado que se trataba de asilo diplomático de hecho, el Estado español no terna
incoherente e impracticable, Colombia y Perú llegaron a una solución del caso a tra­ ninguna obligación jurídica de facilitar la salida de los asilados, como ocurre en los
vés de negociaciones entre ellos, que culminaron en el Acuerdo de Bogotá de 22 de casos de derecho de asilo, pero mantener el asilo en tales condiciones se hacía impo­
marzo de 1954, conforme a cuyas estipulaciones Haya de la Torre pudo-salir-de la sible; de ahí que la única solución fuese negociar ad hoc la salida y, por tanto, las con­
Embajada de Colombia con destino a México. ____ " diciones en que ésta pudiera tener lugar garantizando la libertad y seguridad de los
/ El asilo diplomático, en su manifestación básica, tiene lugar para dar refugio ais- asilados, lo que se llevó a cabo sobre unos criterios generales adoptados tras las pro­
I ladamente a personas destacadas de la vida política de su Estado, entendida ésta en puestas del cuerpo diplomático y del gobierno español, que llegaron a debatirse en el
' un sentido amplio —normalmente conocidas por las representaciones extranjeras— seno de la Asamblea y del Consejo de la Sociedad de Naciones, concretados en nego­
/ que son perseguidas en situaciones de alteración social o cambios políticos bruscos ciaciones bilaterales entre cada Estado asilante y el Estado español, en las que se fija­
precisamente por su condición y actividad política, aunque bajo la acusación de deli- ban el total de personas a evacuar, teniendo en cuenta sus características y determi­
¡ tos comunes. Sin embargo, la práctica del asilo conoce concesiones masivas en casos nando los medios y modos de evacuación y lugares de destino.
\v de alteraciones particularmente graves, como revoluciones o guerras civiles, en los Aunque el caso español sea el más significativo, por su mayor alcance, de conce­
"que las garantías individuales son muy débiles o insuficientes o incluso desaparecen sión masiva del asilo diplomático, no es la primera ni la única, ya en 1868 la Legación
de forma casi absoluta por falta de una autoridad efectiva capaz de controlar la acción de Estados Unidos en Haití concedió asilo a unas 150 personas. Posteriormente se pro­
de partidas armadas u organizaciones paramilitares que actúan por su cuenta contra dujeron otros casos, como, por ejemplo, en 1946, en Bolivia, durante la rebelión que
ciudadanos o grupos de ciudadanos que no comparten los planteamientos ideológi­ depuso al presidente Villarroel, donde también se llevó a cabo una actuación conjun­
cos o políticos de la autoridad política a favor de la cual dicen actuar. Se trata en estos ta del cuerpo diplomático; en 1954, en Guatemala, con motivo del golpe militar que
casos de dar asilo a numerosas personas que, sin desempeñar o haber desempeñado derrocó a Arbenz que ocasionó unos 800 asilados; o en Cuba, en 1959, con la llegada
puesto político alguno o mínimamente relevante, se refugian o solicitan el asilo en al poder de Castro, donde llegaron a asilarse unas 1.500 personas.
los locales diplomáticos, porque son perseguidos o se sienten seriamente amenaza­
dos por tales partidas u organizaciones, por las razones indicadas.
Esta forma o manifestación del asilo diplomático tiene como caso más representa­
tivo la situación creada durante la guerra civil española de 1936 a 1939 y a raíz de
su terminación al instalarse en Madrid el gobierno de los vencedores. Como caracte­
rísticas principales de su aplicación, cabe señalar —siguiendo a Javier RUBIO, en la
más rigurosa y mejor documentada obra sobre la materia— : en primer lugar, que los
representantes diplomáticos, desde los primeros momentos de la guerra, actuaron
corporativamente constituidos en cuerpo diplomático y dirigiéndose, a través del
decano del mismo, al gobierno, de modo que el decano era quien actuaba en nombre
de los jefes de misión que acordaron una actitud común (todas las representaciones
a excepción, por distintas razones, de las de Estados Unidos, Reino Unido y la Unión
Soviética, que rechazaron frontalmente el asilo, así como las de Ecuador, Irlanda y
EL S T A T U S DE LA MISIÓN DIPLOMÁTICA (II) 259

envío de notas diplomáticas— , respecto a los cuales carece de competencia el Estado


receptor y, por ello, se trata realmente de ausencia de jurisdicción de los tribunales
de este Estado, más que de verdadera inmunidad de jurisdicción. Asimismo, la
CAPÍTULO XXI misión realiza actos regidos por el propio derecho interno del Estado acreditante y en
aplicación del mismo —como la distribución de cometidos en la misión, la adopción
EL STATUS DE LA M ISIÓ N D IP L O M Á T IC A (II) de medidas disciplinarias o, en su caso, el ejercicio de (unciones consulares—, res­
pecto a los cuales tampoco tiene competencia el Estado receptor, lo que implica, tam­
bién, como en el caso anterior, la ausencia de jurisdicción de los tribunales de este
II. LA INMUNIDAD DE JURISDICCIÓN Estado. Además, la misión diplomática realiza otros actos regidos por el derecho
interno del Estado receptor y en el que van a producir sus efectos —como el alqui­
La misión diplomática, dado que su razón de ser y su naturaleza es la de órgano ler, compra o edificación de locales para su instalación, la compra de bienes o la con­
específico para la representación de los sujetos de derecho internacional en sus rela­ tratación de servicios para su uso y fines— respecto a los cuales no hay duda deque es
ciones oficiales y formales entre sí, goza de inmunidad de jurisdicción en el Estado competente el Estado receptor y sus tribunales tienen jurisdicción para conocer de los
receptor, es decir, no puede quedar sometida, por demanda alguna, a los tribunales mismos; sin embargo, por tratarse de actos que la misión realiza en el ejercicio de sus
del Estado donde está establecida, y ello porque, en el ejercicio de sus funciones, funciones, o mejor que necesita realizar para el ejercicio de sus funciones, quedan
viene a ser el Estado mismo quien actúa. excluidos de la jurisdicción de los tribunales del Estado receptor, loque significa que
Sin embargo, la inmunidad de jurisdicción de la misión diplomática no fue regu­ es para estos casos para los que hay, en sentido estricto, inmunidad de jurisdicción y
lada por el Convenio de Viena de 1961. Esta ausencia-viene a remitir su regulación si ésta ha de existir será precisamente para tales actos, pues de no ser así en absolu­
al derecho consuetudinario, toda vez que, de conformidad con el preámbulo del pro­ to cabria referir la inmunidad de jurisdicción a la misión, dado que respecto a sus
pio Convenio, «las normas del derecho internacional consuetudinario han de conti­ otros actos se trata de ausencia de jurisdicción, como se acaba de indicar. En conse­
nuar rigiendo las cuestiones que no hayan sido expresamente reguladas en las dispo­ cuencia, en sentido amplio, cabe decir que la misión diplomática goza de inmunidad
siciones de la presente Convención»; y, por otra parte, reconduce, también, el tema a de jurisdicción en relación con cualesquiera actos que realice en el ejercicio de sus
las normas —en tanto resulten aplicables— relativas a la inmunidad de jurisdicción funciones, toda vez que, en definitiva, se trata del propio Estado que actúa a través
de los Estados, que son la razón por la que la CDI no se ocupó de la inmunidad de del órgano específico para sus relaciones internacionales oficiales y formales, que
jurisdicción de la misión diplomática en el Proyecto sobre relaciones diplomáticas y per se no tiene personalidad jurídica, representándole en tanto sujeto de derecho
que tampoco se incluyera en el Convenio, ya que, en definitiva, aunque se hable del internacional.
status de la misión diplomática, éste es realmente el del Estado que se concreta en la En segundo lugar, y precisamente, en cuanto al ejercicio de «sus funciones»por la
misión como órgano representativo del mismo. Aun así, hubiera sido un acierto que misión diplomática, éstas han de entenderse que abarcan tanto los actos que una
el Convenio dejara establecido el contenido y alcance de la inmunidad de jurisdic­ misión realiza en su acción oficial, bajo el derecho internacional —y los que realiza
ción respecto a los actos realizados por la misión diplomática, lo que evitaría un buen bajo el propio derecho intemo— como los que puede o ha de realizar en o para el
número de dudas actuales. desarrollo adecuado de su específica actividad representativa, bajo el derecho inter­
El estudio de la inmunidad de jurisdicción exige que se hagan, en todo caso, cier­ no del Estado receptor, de modo que en tales funciones quedan incluidos tanto los
tas precisiones para su adecuado entendimiento y siempre partiendo de que, para actos estrictamente oficiales como aquellos que hacen posible que éstos puedan lle­
determinar su existencia, se ha de tener en cuenta, como señala el TIJ en su senten­ varse a cabo en la forma debida. Respecto a estos últimos, si bien la práctica de los
cia, de 14 de febrero de 2002, sobre el Asunto relativo al auto de prisión de 11 de Estados y la jurisprudencia interna es diversa y, por tanto, no concluyente, a efectos
abril de 2000 (República Democrática del Congo v. Bélgica), que hay que distinguir de la inmunidad de jurisdicción de la misión, podría considerarse, sobre la base del
entre las reglas que rigen la competencia de los tribunales nacionales y las que rigen análisis de SALMON y SUCHARITKUL, que la misión, en cuanto tal, nunca actúa iure
las inmunidades jurisdiccionales, de modo que: «La competencia no implica ausen­ gestionis porque su intrínseca y única razón de ser es la de instrumento para las rela­
cia de inmunidad y la ausencia de inmunidad no implica la competencia».
ciones iure imperii entre los Estados, para lo cual, desde una postura finalista, tanto
En primer lugar, hay que tener presente que bajo la inmunidad de jurisdicción se
sirve la doctrina del «acto privado por su forma, pero iure imperii por su finalidad»,
incluyen tanto los casos de inmunidad en sentido propio, como los de ausencia de
como la de «no entorpecer la actividad de la misión», basada en la regla ne impedia-
jurisdicción de los tribunales del Estado receptor. En efecto, la misión diplomática
tur legado. Por otra parte, sobre una argumentación a fortiori, si está establecida la
realiza actos en el estricto ejercicio de la acción internacional del Estado al que repre­
inmunidad de jurisdicción del agente diplomático por sus actos como personas par­
senta, en tanto órgano para sus relaciones exteriores, que están regidos por el dere­
ticulares — como, en efecto, se dispone en los convenios codificadores— con más
cho internacional y en él producen sus efectos —como la actividad negociadora o el
razón debe ser reconocida a la misión diplomática por los actos realizados para su
[258] funcionamiento adecuado.
260 CURSO DE DERECHO DIPLOMÁTICO Y CONSULAR E L S T A T U S DE LA MISIÓN DIPLOMÁTICA 0 0 261

En tercer lugar, hay que señalar que la inmunidad de jurisdicción de la misión 1. Los presentes artículos se entenderán sin peijuicio de los privilegios e inmunidades de
que goza un Estado según el derecho internacional en relación con el ejercicio de las fun­
diplomática respecto a los tribunales del Estado receptor no significa la imposibi­
ciones:
lidad absoluta de recurrir sus actos en tanto actos del Estado al que representa y en a) de sus m isiones diplomáticas, sus oficinas consulares, sus misiones especiales, sus
nombre del cual actúa. Dejando aparte los actos realizados en el ejercicio de la pro­ m isiones ante organizaciones internacionales o sus delegaciones en órganos de organizacio­
pia actividad internacional, sujetos al derecho internacional, para los cuales la nes internacionales o en conferencias internacionales; y
inmunidad respecto a los tribunales internos es absoluta o permanente, no ocurre b) de las personas adscritas a ellas.
lo mismo con los demás actos realizados por el Estado a través de sus misiones
diplomáticas. Así, en cuanto a los actos realizados por la misión conforme al dere­ Señalando, el comentario al artículo, que los términos «misiones» y «delegaciones»
cho interno del Estado acreditante, cabe recurrirlos ante los tribunales competen­ comprenden las misiones permanentes de observación y las delegaciones de obser­
tes de este Estado, demandando, eso sí, no a la misión que no tiene personalidad vación en el sentido del Convenio de Viena sobre la Representación de los Estados
jurídica, ni, desde luego, como también suele suceder, al jefe de la misión diplo­ en las organizaciones internacionales de carácter universal, de 1975.
mática que, obviamente no actúa por si mismo, sino al propio Estado acreditante. En el caso concreto de los contratos laborales, tanto el Convenio de Basilea como
En cuanto a los actos realizados conforme al derecho interno del Estado receptor, el Proyecto de artículos de la CDI, se pronuncian de modo semejante, en el artícu­
caso propio de inmunidad de jurisdicción, ésta puede ser temporal y reactivarse, lo 5 y en el artículo 11, respectivamente. Así, el articulo 5 del Convenio, al excluir,
por tanto, la competencia de los tribunales de este Estado, en el supuesto de que los en el párrafo 1, la inmunidad de jurisdicción del Estado en relación con un procedi­
actos que haya realizado la misión dejasen de referirse al cumplimiento de sus fun­ miento respecto a un contrato de trabajo celebrado entre el Estado y una persona
ciones (p. e., en relación con la propiedad o el alquiler de unos locales que ya no física, siempre que el trabajo deba realizarse en el territorio del Estado del foro,
estén afectados al uso de la misión), aunque en tales casos no se tratará ya de una señala que:
situación respecto a la misión diplomática, sino de una simple relación entre
Estados consecuencia de actos realizados iure gestionis; además, nada impediría, 2. El párrafo 1 no se aplica:
a) cuando la persona física tenga la nacionalidad del Estado que ofrece el empleo en el
en principio, que, en estos casos, pueda demandarse al Estado acreditante, ante sus momento de la presentación de la demanda;
propios tribunales. b ) cuando en el momento de la conclusión del contrato, esa persona no tuviera la nacio­
En el supuesto específico de los contratos laborales de miembros del personal de nalidad del Estado del foro, ni tuviera su residencia habitual en el territorio de ese Estado; o
la misión, debido al particular carácter tuitivo y proteccionista de la legislación labo­ c) [...]
ral, cuando la persona contratada sea nacional del Estado receptor y el contrato se rija
por el derecho intemo de éste, sí podrían conocer los tribunales del Estado receptor, Y el artículo 11 del Proyecto, bajo la rúbrica «Contratos de trabajo», tras excluir,
pero siempre que se demande al Estado acreditante y se actúe de forma que no se en el párrafo 1, la inmunidad de jurisdicción del Estado en relación a un proceso
obstaculice la actividad de la misión. En los demás supuestos —contratación confor­ sobre un contrato de trabajo entre el Estado y una persona natural respecto a un tra­
me a la legislación del Estado acreditante o nacionalidad de este Estado de la perso­ bajo ejecutado o que se haya de ejecutar total o parcialmente en el territorio de otro
na contratada— los recursos deberán ser deducidos contra el Estado acreditante ante Estado, en el párrafo 2, dispone:
sus propios tribunales.
2. Lo dispuesto en el párrafo 1 no se aplica:
En el derecho convencional, hay que destacar el Convenio de Basilea sobre á) si el trabajador ha sido contratado para desempeñar funciones estrechamente relacio­
Inmunidad de los Estados, de 16 de mayo de 1972, en el ámbito regional del Consejo nadas con el ejercicio del poder público;
de Europa y único vigente en este momento, cuyo artículo 32, respecto a la inmuni­ b) [...]
dad de jurisdicción de la misión diplomática, establece: c) si el trabajador no era nacional ni residente habitual del Estado del foro en el momen­
to de concertarse el contrato de trabajo;
d) si el trabajador es nacional del Estado empleador en el momento de incoarse el pro­
Ninguna disposición del presente convenio impedirá los privilegios e inmunidades relati­
ceso; o
vos al ejercicio de las funciones de las misiones diplomáticas y de las oficinas consulares, asi
como a su personal. e) [.-]

Las redacciones, explicación y comentario de estos textos sirven para confirmar o,


Concretándose, en el Rapport explicatif del Convenio, que el término «impedirá» cuando menos, para apoyar la postura expuesta de inmunidad de jurisdicción de la
ha de entenderse «directa e indirectamente». misión diplomática respecto a todos los actos realizados por ella en el ejercicio de sus
En el ámbito universal no se cuenta, todavía, más que con el Proyecto definitivo funciones, entendidos en el sentido amplio indicado.
de artículos, preparado por la CD1, sobre las inmunidades jurisdiccionales de los En el derecho español, aparte de la genérica disposición del artículo 21.2 de la Ley
Estados y de sus bienes, aprobado definitivamente en su 43.° período de sesiones Orgánica 6/1985, de 1 de julio, del Poder Judicial (BOE, de 2 de julio de 1985), que
(1991), que se ocupa del tema en el artículo 3.1, bajo la rúbrica «Privilegios e inmu­ exceptúa de la jurisdicción de los juzgados y tribunales españoles los supuestos de in­
nidades no afectados por los presentes artículos», en los siguientes términos: munidad de jurisdicción establecidos por las normas de derecho internacional públi-
262 CURSO DE DERECHO D IPLO M Á TIC O Y C O N S U L A R E L S T A T U S D E L A M IS IÓ N D IPLO M Á TIC A (II) 263
co, la única norma que se ocupa de esta materia, de una m anera directa, es el Real incom pleta, al n o ap reciar las excepciones para poder estimar el recurso declarando
Decreto 1.654/1980, de 11 de julio (BOE, de 16 de agosto de 1980), sobre el Servicio la com petencia d e la ju risd icció n española.
de lo contencioso del Estado en el extranjero. Destinado a regular las situaciones con­
tenciosas y para-contenciosas del Estado en el extranjero, la propia existencia y deno­
minación del Real Decreto, viene a reconocer la posibilidad de enjuiciam iento del 111. LA INM UNIDAD DE EJECUCIÓN
Estado por tribunales extranjeros y, por tanto, la inexistencia de inm unidad respecto
a los actos que realice iure gestionis, es decir se recoge, si bien sujeta a m uchas cau­ La in m u n id ad d e ejecu ción de la m isión diplomática significa que el Estado recep­
telas, la tesis de la inmunidad relativa del Estado. Expresam ente, el Real Decreto, tor no p o d rá ad o p ta r n i llevar a cabo contra ella medida alguna, tanto estrictamente
manifiesta, en la exposición de motivos, que «la doctrina de la inm unidad absoluta ejecutivas, p a ra el cu m plim iento de una sentencia, como precautorias o cautelares,
de jurisdicción puede considerarse ya en su etapa final» y que «hoy día la mayor consistentes en lo s diversos m odos de actuación sobre bienes o derechos. La inmu­
parte, si no la totalidad, de los Estados aceptan la teoría restringida de inmunidad de nidad d e e jecu ció n tien e, adem ás, entidad propia, diferenciada de la inmunidad de
jurisdicción», valoración subrayada sin paliativos en la Orden Circular del Ministerio jurisdicción, p o r con sig u ien te no implícita en ésta; puede haber, por tanto, inmuni­
de Asuntos Exteriores número 3.229, de 26 de enero de 1999 (BO M AE de enero de dad de e jecu ció n a u n q u e no la haya de jurisdicción y, aun en los casos en que se haya
1999), que complementa el Real Decreto, dando instrucciones para su aplicación, en renunciado a ésta, la inm unidad de ejecución se mantiene salvo que, también, se haya
la que se dice que: «Al objeto de mejorar el tratamiento de que vienen siendo objeto renunciado a ella, tal co m o se reconoce, si bien indirectamente, sobre una argumen­
las cuestiones litigiosas derivadas de la actividad privada del Estado en el extranjero, tación a fo r tio r i, en el artícu lo 32.4 del Convenio de Viena de 1961, en relación con
respecto de las que, en general, no suele prosperar la invocación de inmunidad de los agentes dip lo m ático s y, directam ente, respecto a la inmunidad del Estado, en el
jurisdicción [...]». Sin embargo, el Real Decreto en la propia exposición de motivos artículo 18.2 del P royecto de artículos de la CDI sobre inmunidades jurisdiccionales
de los E stad os y d e su s bienes. Artículos que, respectivamente, disponen:
añade: «Por su peculiar naturaleza, se dejan fuera de la presente regulación los liti­
gios internacionales entre Estados cuando éstos actúan en ellos com o sujetos de dere­ A rt. 3 2 . 4. L a re n u n c ia a la inmunidad de jurisdicción respecto de las acciones civiles
cho internacional público y que se suscitan ante Tribunales Internacionales». De con­ o a d m in istra tiv a s n o h a d e entenderse que entraña renuncia a la inmunidad en cuanto a la eje­
formidad con tales declaraciones, el artículo 1 dispone: c u c ió n d e l fa llo , p a ra lo cual será necesaria una nueva renuncia.

A rt. 18. 2 . E l co n sen tim ie n to en el ejercicio de jurisdicción a que se refiere el artícu­


Ámbito de aplicación. Quedan sujetos a la presente disposición los asuntos civiles, mer­
lo 7 n o e n tra ñ a rá co n sen tim ie n to en la adopción de medidas coercitivas a tenor del párrafo 1,
cantiles, laborales, criminales, administrativos y financieros de que conozca o pueda conocer
p a ra lo c u a l s e rá n e c esa rio u n consentim iento separado.
cualquier jurisdicción extranjera, en los que sea parte la A dm inistración Central del Estado o
sus Organismos autónomos. No están comprendidos en la p resente regulación los litigios
internacionales entre Estados cuando éstos actúen en ellos com o sujetos de D erecho interna­ La in m u n id ad d e ejecu ció n se explica y justifica fundamentalmente sobre las
cional público y que se susciten ante Tribunales internacionales. m ism as b ases q u e la inm u n id ad de jurisdicción, pero es más fuerte como conse­
cuencia de la in v io lab ilid ad de los locales y de los bienes de la misión, de tal forma
En cuanto a la jurisprudencia, si bien, a partir del Real Decreto de 1980, tiene en que viene a resu ltar, prácticam ente, absoluta, aun desde el planteamiento de la
cuenta la distinción entre actos iure imperii y iure gestionis, no resulta todavía con­ inm unidad de eje c u c ió n del E stado, pues aunque ésta es también actualmente rela­
cluyente en cuanto a la calificación de unos y otros respecto a los actos realizados tiva o restrin g id a, e x iste n m ás cautelas y limitaciones a la hora de determ inar la
por una misión diplomática, quizá por la necesidad de una apoyatura m ás completa posibilidad de eje c u c ió n sobre los bienes del Estado. Así, como ya se ha visto ante­
en su argumentación. En tal sentido hay que mencionar las sentencias de la Sala 6.a riorm ente, el artíc u lo 22.3 del Convenio de Viena sobre Relaciones diplom áticas
excluye d e to d a m ed id a de registro, requisa, embargo o medida de ejecución, los
del Tribunal Supremo 10 de febrero y de I de diciembre de 1986. En la primera, en
locales de la m isió n , su m obiliario, los demás bienes situados en ellos y los m edios
un caso de despido de un ciudadano español contratado por la Embajada de Guinea
de transp orte d e la m isión.
Ecuatorial, el TS estima el recurso por entender que al Estado dem andado no se le
En el ám b ito d e la inm unidad de los Estados, el Convenio de Basilea de 1972, se
puede extender la inmunidad absoluta respecto a reclamaciones que le dirijan espa­ ocupa de la inm un idad de ejecución, si bien en términos bastante genéricos, en los
ñoles contratados para prestar servicios en España y que no puede, por ello, inhibir­ artículos 23 y 26:
se del conocimiento de tal demanda. En la segunda sentencia, respecto al despido de
una ciudadana estadounidense, residente en España, contratada por la Embajada de A rt. 2 3 . N o p o d rá procederse en el territorio de un Estado contratante a ninguna m edida
Sudáfrica conforme al derecho sudafricano, aunque teniendo en cuenta la legislación p rev e n tiv a ni de e je c u c ió n sobre los bienes de otro Estado contratante, salvo en los casos y en
española y dada de alta en nuestro régimen de seguridad social, el TS trae a colación la m e d id a e n q u e este ú ltim o haya consentido expresamente p o r escrito.

las disposiciones relativas a los contratos de trabajo del Convenio de Basilea de 1972 A rt. 26. A p e sar d e las disposiciones del artículo 23, una sentencia dictada contra un
y el Proyecto de artículos de la CD1, aunque considero que de m anera errónea, por E sta d o c o n tra ta n te en u n proceso relativo a una actividad industrial o comercial ejercida por
264 CURSO DE DERECHO DIPLOM ÁTICO Y C O N SU LA R
EL S T A T U S DE LA MISIÓN DIPLOMÁTICA 0 0 265
el Estado de la misma manera que una persona privada, podrá ser ejecutada en el Estado del
foro sobre los bienes, utilizados exclusivamente para tal actividad, del Estado contra el que toda una serie de precauciones que se han de tomar antes de aceptar la ejecución de
dictó la sentencia, si: una sentencia firm e dictada contra el Estado por un tribunal extranjero, disponién­
a) [...] [remite a las diversas condiciones que se han de cum plir para que puedan actuar dose en el artículo 16, párrafos tercero, cuarto y quinto, lo siguiente:
los tribunales del foro].

Si la sentencia fuera firme, la Abogacía del Estado del Ministerio de Asuntos Exteriores
En consecuencia, contrario sensu, quedan excluidos de medidas de ejecución elaborará un inform e en el que se valorarán las posibilidades de ejecución de la sentencia, por
aquellos bienes del Estado afectados a su actividad iure imperii, como son los desti­ vía ju d icial, en España, a la vista del Derecho Convencional y de la Legislación interna espa­
nados a la actividad diplomática, toda vez que son, en expresión de los clásicos, ins- ñola; se valorarán, igualmente, las posibilidades de ejecución de la sentencia en el extranje­
ro; y se concluirá el informe con propuestas concretas referentes a las modalidades de ejecu­
trumentum legati. ción de la m isma. [...].
Por su parte el Proyecto de artículos de la CDI sobre Inmunidades jurisdiccionales E n todo caso, mientras la autoridad española competente no ordene la ejecución del fallo,
de los Estados y de sus bienes, en el artículo 18, regula la «Inmunidad del Estado res­ los Abogados del Estado del Ministerio de Asuntos Exteriores velarán por el máximo respe­
pecto de medidas coercitivas», determinando en que condiciones éstas serán posibles to a la inm unidad de ejecución del Estado Español en el extranjero.
Si la A bogacía del Estado del Ministerio de Asuntos Exteriores estimara que la sentencia
contra los bienes de un Estado en relación con un proceso ante un tribunal de otro extranjera es manifiestamente contraria a los derechos que el orden jurídico internacional
Estado. En el artículo 19, bajo la rúbrica «Clases especiales de bienes», avanza, res­ otorga a los Estados en materia de inmunidad de jurisdicción o si se pretendiera la ejecución
pecto al Convenio de Bruselas, en el camino hacia la concreción de los bienes exclui­ de la m ism a en contra del derecho a la inmunidad generalmente admitido en esta materia, se
dos de medidas de ejecución, al especificar cuáles son los que se entenderán afecta­ com unicará inmediatamente al Ministro de Asuntos Exteriores, con el fin de exigir por vía
diplom ática, en su caso, previo informe de la Asesoría Jurídica Internacional, él respeto a tales
dos a un servicio público, aunque la relación que en él se hace tenga un carácter ilus­
derechos.
trativo, como se manifiesta en el comentario al artículo en relación con la expresión
«en particular».
En el ámbito jurisprudencial, el Tribunal Supremo, en la mencionada sentencia de
1 de diciembre de 1986, si bien estimaba el recurso fallando a favor de la jurisdic­
A rt 18. La inmunidad del Estado respecto de medidas coercitivas. 1. No podrán
adoptarse contra bienes de un Estado, en relación con un proceso ante un tribunal de otro ción española, advierte, sin embargo —aunque con remisión errónea al Real Decreto
Estado, medidas coercitivas, como las de embargo y ejecución, sino en los casos y dentro de 1.650/1980, que se refiere a sentencias dictadas contra España—, que «de pronun­
los limites siguientes: ciarse sentencia condenatoria, ante la posibilidad de la existencia de una inmunidad
a) [...] cuando el Estado haya consentido expresamente en tales m edidas, haya destinado en la ejecución, procede que el Magistrado de instancia, antes de que acuerde cual­
bienes a los fines del proceso que se siga contra él, o cuando se trate de bienes utilizados o quier medida concreta de ejecución forzosa, deberá recabar, exponiendo las modali­
destinados a fines que no sean un servicio público no comercial y se encuentren en el terri­
torio del Estado del foro.
dades de ejecución que la parte sugiera, informe [...], para que en la referida ejecu­
ción se observen los acuerdos bilaterales y usos y prácticas internacionales vigen­
Art. 19. Clases especiales de bienes. 1. No se considerarán bienes utilizados o desti­ tes sobre el particular». El Tribunal Constitucional afronta, principalmente, el tema
nados a ser utilizados específicamente por el Estado para fines que no sean un servicio públi­ de la ejecución en las sentencias 107/1992, de 1 de julio, 292/1994, de 27 de octu­
co no comercial conforme a los dispuesto en el apartado c) del párrafo 1 del artículo 18, en bre, 18/1997, de 10 de febrero y 176/2001, de 17 de septiembre; en ellas, aunque en
particular, los bienes de un Estado de las siguientes clases:
supuestos diversos, se sostiene el carácter relativo de la inmunidad de ejecución, pero
a) los bienes, incluida cualquier cuenta bancaria, que sean utilizados o estén destinados
a ser utilizados para los fines de la misión diplomática del Estado o de sus oficinas consula­
se afirma que los bienes de las misiones diplomáticas y de las oficinas consulares son
res, sus misiones especiales, sus misiones ante organizaciones internacionales o sus delega­ absolutamente inmunes a la ejecución, en virtud de lo dispuesto en el artículo 22.3
ciones en órganos de organizaciones internacionales o en conferencias internacionales; del Convenio de Viena de 1961 sobre Relaciones diplomáticas y en el artículo 34 del
b) [...]. Convenio de Viena de 1963 sobre Relaciones consulares, del mismo modo que tam­
bién son inm unes a la ejecución los demás bienes de los Estados extranjeros que
Respecto a la referencia concreta a las cuentas bancarias, el comentario de la CDI, estén destinados a actividades iure impertí, pero no los destinados a actividades iure
entiende, de conformidad con la orientación actual de la jurisprudencia, que están geslionis, distinción que le corresponderá determinar en cada caso al juez ejecutor,
excluidas de embargo, tanto las cuentas destinadas exclusivamente al uso de los fines teniéndose en cuenta que, como expresamente declara la sentencia 18/1997, «No es
de la misión, como las «cuentas mixtas» que a nombre de la misión puedan ser tam­ necesario que los bienes objeto de la ejecución estén destinados a la misma actividad
bién utilizadas para otros fines. iure geslionis que provocó el litigio, pues otra cosa podría hacer ilusoria la ejecu­
En derecho español, se admite, también, el carácter relativo de la inmunidad de ción». Respecto al caso concreto de la cuentas bancadas, la sentencia 107/1992
ejecución de sentencias dictadas contra el Estado en el extranjero y se hace en los declara sin paliativos la inembargabilidad de las cuentas corrientes «de titularidad del
mismos términos de la postura generalizada de mantenerla con mayor amplitud que Estado extranjero en bancos situados en el territorio nacional afectados al desenvol­
la de jurisdicción y como inmunidad diferenciada de ésta. Así, en el citado Real vimiento de la actividad ordinaria de las misiones diplomáticas y consulares», lo que
Decreto sobre el Servicio de lo contencioso del Estado en el extranjero, se establece constituye una práctica internacional generalizada, incluso cuando las cantidades
266 C URSO DE D ERECHO D IP L O M Á T IC O Y C O N S U L A R

depositadas «puedan servir para la realización de actos en los que no está empeñada
la soberanía del Estado extranjero» y ello debido tanto al «carácter único e indivisi­
ble del saldo de la cuenta corriente», como a la «imposibilidad de una investigación
de las operaciones y de los fondos y destinos de los mismos en una cuenta corriente CAPÍTULO XXII
adscrita a una misión diplomática, lo que supondría una interferencia en la actividad
de la misión diplomática, contraria a las reglas del Derecho internacional público»; EL STATUS DE LA MISIÓN DIPLOMÁTICA (III)
y esta postura la mantiene el Tribunal a pesar de ser consciente de las dificultades que
tal inembargabilidad pueda acarrear, porque «la razonabilidad de la inmunidad en
estos casos, en atención a la soberanía e igualdad de los Estados, conduce indefecti­ IV LA IN M U N ID A D FISCAL
blemente a la conclusión de que el embargo de una cuenta corriente de una Embajada
es un acto prohibido por el artículo 21.2 LOPJ». La in m u n id a d fis c a l c o n siste en la exención del pago de los tributos, im puestos u
otro tipo d e g ra v á m e n e s , q ue el E stado receptor tenga establecidos en su ordena­
miento ju ríd ic o ; e s d ecir, en nuestro caso, la misión diplomática no está sujeta a las
norm as trib u ta ria s d el E stad o receptor.
El alcan ce d e la in m u n id a d fiscal se concreta, en primer lugar y principalm ente, en
la exención d el E stad o a cred itan te del pago de cualquier clase de tributos, sean esta­
tales, reg io n ales o m u n ic ip a le s, tanto reales o personales como directos o indirectos,
que recaig an so b re los lo c a le s de su m isión diplom ática de los que sea propietario o
inquilino y en ra z ó n d e e sto s títulos. Esta inm unidad fiscal, en relación con los loca­
les de la m isió n , al e x ten d erse , tam bién, por el Convenio de Viena de 1961, al je fe de
la m isión, h a b rá d e e n ten d erse que, éste queda, igualmente, eximido del pago de
cualquier trib u to re sp e c to a los locales de la m isión, no sólo a título personal, sino
tam bién fu n cio n al, en ta n to responsable de la misma y máximo representante del
Estado ac re d ita n te en el receptor, y, desde luego, consiguientemente, de tal inm uni­
dad se b e n e fic ia rá n o só lo el je fe de m isión que haya concluido en el Estado recep­
tor, en n o m b re d el ac re d ita n te , los negocios o actos jurídicos relativos a esos locales,
sino, tam b ién , a lo s su c esiv o s je fe s de m isión, en cuanto tales.
En relació n co n la ex en ció n fiscal de los locales de la misión en alquiler, hay que
precisar qu e el C o n v e n io al regu lar la inmunidad fiscal en tales casos, por una parte,
trata de g a ra n tiz a rla en aq u ello s Estados receptores en los que exista un im puesto de
inquilinato cu y o su je to pasivo sea el inquilino, eximiendo del pago al Estado acredi­
tante o al je fe de la m isió n arrendatario en su nombre; pero, por otra parte, es distin­
to el p lan team ien to cu an d o — com o sucede en general— el sujeto pasivo del im pues­
to es el p ro p io arre n d ad o r, entonces el Convenio lo que hace es garantizar al E stado
receptor el c o b ro del im puesto, porque, en estos casos, no es aplicable la inm unidad
fiscal al no se r el E stad o acreditante o el jefe de la misión los obligados al pago, sino
el arrendador, q u ien n o podrá alegar la exención sobre la base de haber contratado
con un en te o p e rso n a q u e goza de inm unidad fiscal, ni siquiera en el supuesto de que
el im puesto fu ese traslad ab le o repercutióle al arrendatario y no poderse efectuar por
la particu lar co n d ició n de éste, lo que, sin embargo, no impide que el arrendador, al
no poder tra sla d a r el im pu esto, alquile por un precio que cubra la cuantía del m ism o.
En tal sen tido, la C D I, en su com entario al articulo correspondiente, señalaba ya, que
la disposición no era d e aplicación en el caso en que el propietario del local alquila­
do estipule en el co n trato que los impuestos los pagará la misión, porque en tal caso
los im p u esto s dejan de ser tales y pasan a formar parte del precio del alquiler. Sobre

[2671
268 CURSO DE DERECHO D IP L O M Á T IC O Y C O N S U L A R E L S T A T U S D E L A M I S I Ó N D I P L O M Á T I C A ( II I ) 269
esta base, en la Conferencia de Viena se aprobó una enmienda de M éxico que añade de a qu ello s q u e in te g ra n in sep arab lem en te el precio de las cosas, sean se rv icio s o
un nuevo párrafo al artículo del Proyecto, quedando la redacción del actual artícu­ m ercancias, sa lv o a c u e rd o o trato recíproco, y, desde luego, cuando se trate de c o m ­
lo 23 del Convenio, en los siguientes términos: pras al p o r m e n o r d e m e rc a n c ía s de b ajo precio, pues, en térm inos reales, es difícil
pensar q u e e l E s ta d o re c e p to r p u e d a articular la exención de tales im puestos.
1. El Estado acreditante y el Jefe de la misión están exentos de todos los impuestos y gra­
En se g u n d o lu g ar, la m isió n d iplo m ática goza, tam bién, de inm unidad fiscal re s­
vámenes nacionales, regionales o municipales sobre los locales de la misión de que sean pro­
pietarios o inquilinos, salvo de aquellos impuestos o gravámenes que constituyan el pago de pecto a to d a s la s c a n tid a d e s q ue, b a jo cualquier concepto, deba percibir p o r actos re a ­
servicios particulares prestados. lizados e n e l e je rc ic io d e su s fun cio n es, norm a universalm ente reconocida y e sp e ­
2. La exención fiscal a que se refiere este artículo no se aplica a los impuestos y gravá­ cialm ente p a te n te e n re la c ió n c o n el ejercicio de funciones consulares, cuando so n
menes que conforme a las disposiciones legales del Estado receptor estén a cargo del parti­ ejercidas p o r la m is ió n d ip lo m á tic a; gravar tales cantidades supondría u n a in tro m i­
cular que contrate con el Estado acreditante o con el Jefe de la Misión.
sión en el o rd e n a m ie n to ju ríd ic o del E stado acreditante, que es el regulador de eso s
actos y en e l q u e se van a p ro d u c ir sus efectos, por eso, propiam ente, no es tanto un
Este segundo párrafo que, con la única diferencia de añadir «gravám enes», repro­ caso de in m u n id a d fis c a l c o m o u n a falta de com petencia de regulación tributaria del
duce el texto de la enmienda de México, al estar redactado de form a genérica, sin Estado recep to r. E l C o n v e n io de V iena de 1961 recoge esta m anifestación de la in m u ­
referencia a contrato alguno, ni siquiera al de arrendamiento que es su razón de ser, nidad fiscal e n el a rtíc u lo 28:
adquiere un alcance general de aplicación a cualesquiera contratos que, en relación
con los locales de la misión, celebre el Estado acreditante o el jefe de la misma; por Los derechos y aranceles que perciba la misión por actos oficiales están exentos de todo
consiguiente, en estos casos, de ningún modo, podrá el particular trasladar a la impuesto y gravamen.
misión—Estado acreditante o jefe de la misión— los impuestos, de los que él sea el
sujeto pasivo obligado al pago, que graven cualquier obra o servicio que contrate con En m ate ria d e c a m b io d e m o n ed a, aunque nada dice expresam ente el C onvenio de
la misma. Viena, CAHIER, a p o y á n d o se e n el artículo 25 — que, com o se ha visto, genéricam en­
De la inmunidad fiscal de los impuestos sobre los locales de la misión, quedan te dispone q u e el E sta d o re c e p to r dará toda clase de facilidades para el desem peño de
excluidos únicamente, como se recoge en el artículo transcrito, aquellos que sean las funciones d e la m isió n — se ñ a la que, si en el Estado receptor existen diferentes
calificados por cada Estado como pagos por servicios particulares prestados, es decir, tipos de c am b io , la s m isio n e s diplom áticas se beneficiarán del m ás alto, y cuando
los que corresponden a servicios que en el Estado receptor se dan no de manera gene­ exista c o n trol d e c a m b io las m isio n es no estarán som etidas a él.
ral a toda la población, a cargo de los presupuestos generales del ente que los facili­ En el d e rec h o e sp a ñ o l la inm un idad fiscal de las m isiones diplom áticas extranje­
te, sino que su prestación se hace a cargo de un gravamen específico. El problema ras, para d a r c u m p lim ie n to a la obligación jurídico-internacional de cada E stado de
que plantea esta excepción es que no hay identidad en los ordenamientos jurídicos de adoptar las n o rm a s a d ec u ad a s y establecer los m ecanism os pertinentes, de conform i­
los Estados en cuales son los servicios que tienen el carácter de particulares, de tal dad con su siste m a trib u ta rio , p a ra hacer efectiva tal inmunidad, está prevista y a rti­
modo que servicios que en un Estado son calificados como servicios particulares en culada en d istin ta s d isp o sic io n e s legales, entre las que, po r su carácter principal o
otros no, situación que conduce a que por un mismo servicio un Estado acreditante básico, cab e d estacar:
esté exento del pago de impuestos en un Estado receptor, porque el servicio corre a
cargo de los presupuestos del ente que lo preste, y en otro Estado receptor esté obli­ a) L a L ey 2 3 0 /1 9 6 3 , d e 28 de diciembre, General tributaria (BOE, de 31 de
gado al pago del impuesto, porque ese servicio sea calificado como servicio particu­ diciembre d e 1963), la cu al de form a general, en el articulo 22, dispone:
lar prestado. Esta discrepancia presenta sus rasgos más conflictivos, en las relaciones
entre dos Estados, cuando no coinciden los servicios que en uno y otro tienen el El ámbito de aplicación de las Leyes tributarias españolas, en cuanto se refieran a los actos
carácter de particulares prestados; en estos casos resultará que, en tanto Estados acre­ realizados por extranjeros, a los rendimientos o utilidades por éstos percibidos, o a los bienes
ditantes, cada uno estará obligado al pago de los correspondientes impuestos por y valores que les pertenezcan, podrá ser modificado por Decreto a propuesta del Ministro de
unos servicios que el otro no paga, porque en uno son particulares prestados y en el Hacienda:
a) Por requerirlo la aplicación de acuerdos internacionales celebrados por nuestro pais o
otro no; en estos casos los Estados acostumbran a acudir a la práctica de celebrar a los que España se haya adherido.
entre ellos un acuerdo de mejor trato recíproco, concediéndose la exención del pago b) Por resultar procedente de la aplicación del principio de reciprocidad internacional.
de los impuestos por servicios particulares prestados, de modo que se elimina la dis­
paridad de trato que, por los mismos servicios, venia a producirse, ampliándose, asi, b) La L ey 8 /198 9, de 13 de abril, de Tasas y precios públicos (BOE, de 15 de
en la concreta relación bilateral, el status minimo establecido por el Convenio de abril de 1989), que e n su artícu lo 18 sobre las «Exenciones y bonificaciones», esta­
Viena de 1961. blece:
Aunque el artículo 23 no hace ninguna otra excepción, habrá de entenderse que,
en cuanto a los impuestos indirectos, la misión diplomática no estará exenta del pago Sin perjuicio de lo previsto en el articulo 8 [referente a la capacidad económica de quie­
nes estén obligados al pago], no se admitirá, en materia de tasas, beneficio tributario alguno,
E L S T A T U S D E L A M IS IÓ N D IP L O M Á T IC A (III) 271
270 CURSO D E DER EC H O D IP L O M Á T IC O Y C O N S U L A R

b) Los vehículos de representaciones diplomáticas, oficinas consulares, agentes diplo­


salvo a favor del Estado y los demás Entes territoriales o in stitu c io n a le s o c o m o consecuen­ máticos y funcionarios consulares de carrera acreditados en España, que sean súbditos de los
cia de lo establecido en los Tratados o Acuerdos In tern acio n ales. respectivos países, externamente identificados y a condición de reciprocidad en su extensión
y grado.
c) La Ley 39/1988, de 28 de diciembre, reguladora de las H aciendas locales c) [...]
(BOE, de 30 de diciembre de 1988), reformada por Ley 51/2002, de 27 de diciembre
( BOE, de 28 de diciembre de 2002), con carácter general, además de declarar en el Por últim o , la L ey de H aciendas locales, prevé, también, exenciones en relación
artículo 1.3 que la misma «se aplicará sin peijuicio de los Tratados y Convenios con el «Im p u esto so b re el increm ento del valor de los terrenos de naturaleza urbana»,
Internacionales», dispone en el artículo 9.1: tributo d irecto q u e g rav a el increm ento del valor que experimenten dichos terrenos,
puesto de m a n ifie s to a consecuencia de la transmisión de la propiedad de los mismos
1. No podrán reconocerse otros beneficios en los trib u to s lo ca le s q u e lo s expresam ente o de la c o n stitu c ió n o tran sm isió n de cualquier derecho real de goce sobre ellos, limi­
previstos en las normas con rango de ley o los derivados d e la a p lic a c ió n d e lo s T ra ta d o s inter­
tativo del d o m in io ; así, de fo rm a general, el artículo 106.2.e), exime a:
nacionales.

é) Las personas o entidades a cuyo favor se haya reconocido la exención en tratados o


En relación con las «Contribuciones especiales», calificadas como tales aquellas convenios internacionales.
que tienen como hecho imponible la obtención por el sujeto pasivo de un beneficio
o de un aumento de valor de sus bienes como consecuencia de la realización de obras d) L a L ey 3 7 /1 9 9 2 , de 28 de diciembre, del Impuesto sobre el valor añadido
públicas o del establecimiento o ampliación de servicios públicos, el artículo 32.2, ( BOE, de 29 d e d icie m b re de 1992). Su artículo 2.2 reconoce, de modo general, la
señala que: exención de la m is ió n dip lo m ática del pago de este impuesto, de naturaleza indirec­
ta que recae so b re el co n su m o y grava las entregas de bienes y prestaciones de ser­
2. En el supuesto de que las Leyes o Tratados In te rn ac io n a le s c o n c e d a n b e n e fic io s fis­
vicios realizadas p o r em p resario s o profesionales, las adquisiciones intracomunita-
cales, las cuotas que puedan corresponder a los b en eficiario s n o se rá n d istrib u id a s entre los
demás contribuyentes.
rias de bien es y las im p o rtacio n es de bienes, al disponer:

2. En la aplicación del impuesto se tendrá en cuenta lo dispuesto en los Tratados y


En cuanto al «Impuesto sobre bienes inmuebles», definido como tributo directo de Convenios Internacionales que formen parte del ordenamiento intemo español.
carácter real, que grava el valor de los bienes inmuebles, y cuyo hecho imponible es
la titularidad de derechos sobre los bienes inmuebles rústicos y urbanos o la titulari­ En térm in os co n cre to s, e n el artículo 22, relativo a «Exenciones en las operacio­
dad de una concesión administrativa sobre los propios inmuebles o sobre los servicios nes asim iladas a las ex p o rtacio n es» , en el número ocho, dispone:
públicos a los que estén afectados, o de un derecho real de superficie o de usufructo,
o de un derecho de propiedad, el articulo 63. Le) exceptúa, entre otros inmuebles: Ocho. Las entregas de bienes y prestaciones de servicios realizadas en el marco de las
relaciones diplomáticas y consulares, en los casos y con los requisitos que se determinen
é) Los inmuebles a los que sea de aplicación la exención en v irtu d d e c o n v e n io s interna­
reglamentariamente.
cionales en vigor y, a condición de reciprocidad, los de los G o b ie rn o s e x tra n je ro s destinados
a su representación diplomática, consular, o a sus organism os o fic iale s. Y, en el a rtícu lo 6 0 , relativo a «Im portaciones de bienes en régimen diplomático o
consular», a su v ez, declara:
En relación con el «Impuesto sobre actividades económicas», tributo directo de
carácter real, cuyo hecho imponible es el ejercicio en territorio nacional de activida­ Estarán exentas de Impuesto las importaciones de bienes en régimen diplomático o con­
sular cuando gocen de exención de los derechos de importación.
des empresariales, profesionales o artísticas, el artículo 83.1.6) exceptúa:

h) Los sujetos pasivos a los que les sea de aplicación la ex en ció n e n v irtu d d e tratados o
e) El R eal D e cre to 3.485/2000, de 29 de diciembre, sobre Franquicias y exen­
convenios internacionales. ciones en rég im en diplom ático, consular y de organismos internacionales, y de mo­
dificación d el R eg lam en to general de vehículos, aprobado por el Real Decreto
Y, en el párrafo 2, el mismo artículo dispone: 2.822/1998, de 23 de diciem bre (BOE, de 30 de diciembre de 2000). De sus disposi­
ciones interesa re co g e r ah o ra las siguientes:
2. Los sujetos pasivos a los que se refieren los párrafos a), d), g ) y h) del a p a rta d o ante­
rior no estarán obligados a presentar declaración de alta en la m atricu la d e l im puesto.
Art. 1. Objeto y ámbito de aplicación. 1. Las franquicias aduaneras y fiscales a la
importación, las exenciones en las entregas y adquisiciones intracomunitarias de bienes y
prestaciones de servicios en la fabricación de productos objeto de los Impuestos Especiales y
Respecto al «Impuesto sobre vehículos de tracción mecánica», impuesto directo en la matriculación de determinados medios de transporte, en régimen diplomático, consular
que grava la titularidad de tales vehículos, aptos para circular por las vías públicas, y de los organismos internacionales, se aplicarán con el alcance y condiciones y siguiendo el
el artículo 94.1.6) exime, entre otros: procedimiento establecido en el presente Real Decreto.
E L S T A T U S D E L A M IS IÓ N D IP L O M Á T IC A (III) 273
272 CURSO DE DERECHO DIPLOM Á TICO Y C O N S U L A R
d o c o n l o d i s p u e s t o e n e l a rtíc u lo 2 d e l p re s e n te R eal D e c re to (q u e se r e fie re a las f ra n q u ic ia s
a la im p o r ta c i ó n , c o m o s e v e rá m á s a d e la n te).
2. Las exenciones en el Impuesto sobre Transm isiones P atrim oniales y A cto s Jurídicos
Documentados, modalidad de transmisiones patrimoniales onerosas, e n rég im en diplom ático,
consular y de los organismos internacionales, se aplicarán de acu erdo co n lo establecido en el £ n el á m b ito e sp e c ífic o de los automóviles:
apartado B.l del apartado 1 del artículo 45 del texto refundido de la L ey del Im puesto sobre
Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos Docum entados, a p rob ad o p o r R eal D ecreto A r t. 12. A lc a n c e d e las fra nq u icia s y exenciones. 1. S e a d m itirá c o n fra n q u ic ia o
Legislativo 1/1993, de 24 de septiembre. e x e n c i ó n d e t o d a c la s e d e d e re c h o s e im p u e sto s, la im p o rta c ió n , e n tre g a o a d q u is ic ió n in tra -
c o m u n i t a r i a d e lo s s ig u ie n te s v e h íc u lo s:
Art. 3. Exenciones del Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA) en las entregas de bienes, a) A u t o m ó v il e s q u e s e im p o rte n o a d q u ie ra n p o r el E stad o e x tra n je ro c o rre s p o n d ie n te ,
prestaciones de servicios y adquisiciones intracomunitarias. 1. E starán exentos del q u e s e a n r a z o n a b l e m e n te p r e c is o s p a ra las n ecesid ad es d e la M isió n o d e la s o fic in a s c o n s u ­
Impuesto sobre el Valor Añadido: la r e s d e c a r r e r a , d e n tr o d e lo s lím ite s d e ap lic a ció n del p rin c ip io d e rec ip ro c id a d . E sto s a u to ­
a) Las entregas de bienes cuya importación hubiese estado exenta de ac u erd o con lo m ó v il e s d e b e r á n d e d ic a r s e e x c lu s iv a m e n te al se rv ic io o ficial.
dispuesto en los párrafos a), b), c) y d) del apartado 1 del a rtícu lo 2 d e l p resente Real
b) [...]
Decreto [que regula las franquicias a la importación; véase el sig u iente e p íg ra fe «Inm unidad j) A u t o m ó v il e s q u e s e a d q u ie ra n p o r las perso n as o en tid ad es a q u e se re fie re n lo s p á rr a ­
aduanera»]. f o s a n te r io r e s d e e s te a p a rta d o , a c re d ita d a s o con sede e n o tro E stad o m ie m b ro y q u e j u s t if i ­
b) Las entregas y los arrendamientos de edificios o parte de los m ism o s y d e los terre­ q u e n la c o n c e s i ó n p o r la s a u to rid a d e s c o m p e te n te s del E stad o d e d e stin o d e l d e re c h o a a d q u i­
nos anejos, adquiridos o arrendados por Estados extranjeros para ser utilizad os com o sede de
r ir lo s m e n c i o n a d o s a u to m ó v ile s c o n exen ción .
sus representaciones diplomáticas u Oficinas consulares o com o residen cia del Jefe de la
2. L a p r im e r a m a tr ic u la c ió n d e fin itiv a e n E spaña d e los a u to m ó v ile s a q u e se r e fie re n lo s
Misión diplomática o Jefe de la Oficina consular cuando, en este últim o caso , se trate de fun­
p á r r a f o s a ), ó ) , c ) , d ) y e ) d e l a p a rta d o 1 a n te rio r e stará exen ta s ie m p re q u e se c u m p la n las
cionarios consulares de carrera.
c o n d ic i o n e s p r e v i s ta s e n el m is m o , de l Im pu esto E special so b re D e te rm in a d o s M e d io s d e
Se entenderá que forman parte de la sede [sic] de una representación d ip lo m ática u O ficina
T r a n s p o r t e s . A e f e c t o s d e e s te a p a rta d o se en ten derá p o r a d q u isic ió n c u a lq u ie r a c to o n e g o ­
consular los locales destinados a albergar los servicios u o ficinas que la integran.
c io j u r í d i c o q u e p e r m i ta la m a tric u la c ió n d e dich os a u to m ó v ile s a n o m b re d e las p e rs o n a s o
La exención se extiende a las ejecuciones de obra, con o sin a p o rtació n de m ateriales,
e n tid a d e s c ita d a s e n e l a p a rta d o 1 anterior.
directamente formalizadas entre el correspondiente Estado extranjero y el con tratista, que ten­
3 . L a s p e r s o n a s o e n tid a d e s b e n e fic ia ría s d e las ex en cio n es p rev ista s e n e ste a rtíc u lo no
gan por objeto la construcción, reforma, ampliación o rehabilitación de los ed ificios a que se
refiere el párrafo anterior, así como a los trabajos de reparación o c o n servación de los mis­ p o d r á n s e r t it u la r e s d e a u to m ó v ile s q u e se ac o ja n al rég im en d e im p o rta c ió n tem poral.
mos edificios cuando su importe, referido a cada operación a isla d a, ex c ed a d e 125.000
pesetas. Los artículos 10, 13 y 14 regulan el procedimiento a seguir para obtener la aplica­
c) Las entregas de material de oficina para uso oficial cuando el im porte total de las ción de las ex encion es correspondientes a los impuestos de referencia.
documentadas en cada factura exceda de 50.000 pesetas.
f) La L ey 38/1 9 9 2 , d e 28 de diciembre, de Impuestos especiales (BOE, de 29 de
d) Los suministros de agua, gas, electricidad y com bustibles, así com o la prestación de
servicios de comunicación telefónica y radiotelegráfica efectuados para los locales de las
diciembre de 1992) y su R eglam ento aprobado por el Real Decreto 1.165/1995, de 7
representaciones diplomáticas u Oficinas consulares, así como de la residencia del Jefe de la de julio (BOE, de 28 de ju lio de 1995), que, como tributos de naturaleza indirecta,
Misión diplomática o del Jefe de una Oficina consular, cuando, en este últim o caso, se trate regulan los « Im p u esto s especiales de fabricación», que incluye los impuestos espe­
de un funcionario consular de carrera. ciales sobre el alcohol y las bebidas alcohólicas (sobre la cerveza, el vino y bebidas
2. Las exenciones del apartado 1 anterior quedarán condicionadas a la existencia de reci­ ferm entadas, p ro d u c to s interm edios y alcohol y bebidas derivadas), el impuesto
procidad.
sobre hid ro carburos, el im puesto sobre las labores del tabaco y el impuesto sobre la
3. [...]
A efectos de la aplicación de lo previsto en Convenios o Tratados internacionales que sólo
electricidad; y el « Im puesto especial sobre determinados medios de transporte» (que
reconozcan la exención del impuesto en el supuesto de operaciones q ue se califiquen como grava la p rim era m atriculación definitiva de determinados vehículos automóviles,
importantes, se entenderá que reúnen este requisito aquellas cuya base im ponible sea igual o em barcaciones y buques de recreo o de deportes náuticos, y aeronaves, avionetas y
superior a 50.000 pesetas. demás aeronaves).
4. Estarán exentas las entregas de bienes o prestaciones de servicios regulados en el apar­
La Ley, en el a rtícu lo 3.2, respecto al conjunto de los impuestos especiales de
tado 1 de este artículo que se entiendan realizadas en el territorio de aplicación del impuesto,
cuando los destinatarios de dichos bienes o servicios sean las personas o entidades a que se
fabricación, co n sid era el derecho convencional como base general de excepción, al
refiere el artículo 2 del presente Real Decreto, acreditadas o con sede en o tro E stado m iem ­ declarar:
bro y justifiquen la concesión por las autoridades competentes del Estado de destino del dere­
cho a adquirir los mencionados bienes o servicios con exención. 2 . L o d i s p u e s to e n el a p a rta d o a n te rio r se entend erá sin p erju icio de lo e s ta b le c id o e n
5. Están exentas del Impuesto sobre el Valor Añadido las adquisiciones intracom unita­ C o n v e n io s y T r a ta d o s In te rn a c io n a le s y d e los regím enes tribu tarios e s p ec ia le s p o r raz ó n del
rias de bienes cuya importación o entrega en el territorio de aplicación del im puesto hubiera te r r ito rio .
estado, en todo caso, no sujeta o exenta, de acuerdo con lo dispuesto en los apartados ante­
riores y en el artículo 2 del presente Real Decreto. De m anera co ncreta, tam bién para el conjunto de tales impuestos, el artículo 9,
dedicado a las exenciones, dispone:
A rt 5. Exención de los Impuestos Especiales de Fabricación en operaciones interiores.
Estará exenta de los Impuestos Especiales de Fabricación la fabricación de productos objeto
1. S i n p e r j u i c i o d e lo e s ta b le c id o e n los a rtíc u lo s 21, 2 3 , 4 2 , 5 1 , 61 y 6 4 d e e s ta L ey,
de dichos impuestos cuando su importación hubiese estado exenta de los m ism os, de acuer-
e s ta r á n e x e n ta s , e n la s c o n d ic io n e s q u e reg la m e n ta ria m e n te se e s ta b le z c a n , la fa b ric a c ió n
^r

274 C U R S O D E D E R E C H O D IP L O M Á T IC O Y C O N S U L A R
EL STATUS DE LA MISIÓN DIPLOMÁTICA OH) 275

e im p o rta c ió n d e p ro d u cto s o b jeto de los im p u esto s e s p e c ia le s d e fa b ric a c ió n q u e se des-


hólicas, sobre labores del tabaco y sobre hidrocarburos, la norma reguladora es la Orden
tin e n :
a) A ser entregados en el m arco d e las relaciones diplom áticas y consulares. del Ministerio de Hacienda, de 24 de mayo de 2001, por la que se establecen los limites
b) [...] de las franquicias y exenciones en régimen diplomático, consular y de organismos inter­
2. R eglam entariam ente p odrá establecerse que las exencio nes a q ue se re fie re el a p arta­ nacionales a que se refiere la disposición final primera del Real Decreto 3.485/2000, de
do a nterior se concedan m ediante la devolución d e los im puestos p rev iam en te satisfechos, así 29 de diciembre (BOE, de 26 de mayo de 2001). Por su concreto carácter de fijación por­
c om o que la cuota a devolver se determ ine com o u n porcen taje del p rec io d e ad q u isició n , en
menorizada de los distintos módulos, aunque sea una norma de necesaria referencia
función de los valores alcanzados p o r tales cuotas y precios en p e ríodos anteriores.
inmediata en la práctica, no viene al caso hacer transcripción de su contenido.
h) Por últim o, en esta consideración de las principales normas tributarias, el Real
En la regulación específica de los impuestos sobre el alcohol y bebidas alcohóli­
Decreto Legislativo 1/1993, de 24 de septiembre, por el que se aprueba el texto refun­
cas, sobre el alcohol y bebidas derivadas, sobre hidrocarburos, sobre las labores del
dido de la Ley del impuesto sobre transmisiones patrimoniales y actos jurídicos
tabaco y sobre electricidad, los artículos 2 1 ,42, 51, 61 y 64.quinto, respectivamente,
docum entados (BOE, de 20 de octubre de 1993), en el artículo 45.I.B), dispone que
además de remitirse a las exenciones del artículo 9, pormenorizan otras concretas
estarán exentas:
operaciones exentas, con independencia del marco de las relaciones diplomáticas y
consulares; en relación con el impuesto especial sobre determinados medios de trans­ 1. L as transm isiones y demás actos y contratos en que la exención resulte concedida por
porte, el artículo 66 de la misma Ley particulariza la exención en el ámbito de estas T ratados o C onvenios Internacionales que hayan pasado a formar parte del ordenamiento
relaciones, en los siguientes términos: interno.

1. E stará exenta del im puesto la p rim era m atriculación defin itiv a de los siguientes
m ed io s de transporte:
e) L os vehículos autom óviles m atriculados con p la c a d iplom ática o co n su la r a nom bre
V. LA INMUNIDAD ADUANERA
de las representaciones diplom áticas y oficin as consulares, d e los m iem bros del C uerpo
D iplom ático extranjero y de los funcionarios consulares de carre ra extranjeros acreditados en La exención del pago de derechos arancelarios o de aduana, franquicia aduanera o
E spaña. inmunidad aduanera, se configura específicamente, con independencia de la inmuni­
J) [..] dad fiscal, en tanto manifestación particular de ésta. Esta exención, que, en general,
2. [...]
L a aplicación de la exención a que se refiere la letra e) del apartado an te rio r requerirá la
como observa la CDI, se considera que es una norma de derecho consuetudinario, se
previa certificación d e su procedencia p o r el M inisterio d e A suntos E xteriores. establece respecto a los objetos destinados al uso oficial de la misión diplomática y
[...] abarca los impuestos y gravámenes tanto en concepto de importación como conexos
a ellos, pero se exceptúan los gastos relativos a almacenaje, acarreo y servicios aná­
El Reglamento, en el artículo 130, relativo al procedimiento para la aplicación de logos, que, por tanto, habrán de ser abonados por la misión diplomática. En cambio,
determinadas exenciones, respecto al impuesto sobre la electricidad, dispone: los impuestos sobre la exportación, que la CDI, con una redacción más general del
artículo, consideraba incluidos en la inmunidad aduanera, postura compartida, en
1. Para la aplicación de las exenciones en el m arco d e las relaciones internacionales a principio, por buen número de Estados en la Conferencia de Viena, y, expresamente
que se refieren los párrafos a \ b) y d) del apartado 1 del artículo 9 de la Ley, los interesados en sus enmiendas por Francia y Japón, quedaron, sin embargo, excluidos en el
presentarán ante el M inisterio de Asuntos E xteriores una solicitud com prensiva de la electri­
Convenio, al aprobarse la enmienda de Estados Unidos que concretaba el alcance de
cidad, expresada en kilovatios hora (kW h), que precisan que les sea sum inistrada al am paro
de la exención. Las solicitudes podrán abarcar los consum os de un año o los correspondien­ la inmunidad a la importación, precisamente con el fin de evitar su extensión a la
tes al período de aplicación del beneficio, si éste fuera m enor. El M inisterio de A suntos exportación, a la que este Estado entendía que no debía aplicarse la inmunidad adua­
Exteriores, una vez com probado el cum plim iento de las condiciones fijadas en los respecti­ nera. En todo caso la exención de los impuestos aduaneros se llevará a cabo de con­
vos C onvenios internacionales incluido, en su caso, el de la reciprocidad, trasladará dicha soli­ formidad con las normas que al efecto dicte el Estado receptor.
citu d al centro g esto r para su resolución. El centro gestor expedirá, en su caso, la autorización La obligación de los Estados de hacer efectiva esta inmunidad, a través de la regu­
p ara la aplicación de la exención respecto del sum inistro de energía eléctrica que se conside­
re adecuad o a las necesidades d e consum o justificadas.
lación pertinente, con independencia de la articulación técnica ajustada a cada siste­
C uand o se produzca un aum ento sobrevenido, debidam ente ju stific ad o , de las necesidades ma fiscal, no impide ni es incompatible con que, como es habitual, se establezcan
de consum o en función de las cuales se expidió la autorización para la aplicación de la exen­ restricciones respecto a la cantidad de mercancías importadas o al plazo en que éstas
ción, el cen tro g esto r podrá am pliar dicha autorización en la cuantía correspondiente al refe­ puedan importarse con la exención de los derechos arancelarios o venderse en régi­
rid o aum ento. men de tal exención, y ello, básicamente, porque la inmunidad fiscal sólo se estable­
[...i ce en relación a los objetos destinados al uso oficial de la misión, por tanto no exi-
gible para aquellos otros objetos que el Estado receptor entienda que no son propios
g) En relación con los módulos aplicables, tanto para el caso de los automóviles, de este uso o no lo son más que en una determinada cantidad y en plazos determina­
como para los productos objeto de impuestos especiales sobre el alcohol y bebidas alco- dos o dentro de plazos concretos.
EL STATU S DE L A MISIÓN DIPLOMÁTICA (III) 27 7
276 CURSO DE DERECHO DIPLOMÁTICO Y CONSULAR
4. L a s fran q u icias reguladas en los párrafos a), c) y e) del apartado 1 anterior, con excep­
c ió n d e las relativ as al personal administrativo y técnico de los organismos internacionales,
Además de la inmunidad aduanera propiamente dicha, es decir, de la exención del
q u e d a rá n c o n d ic io n a d as a la existencia de reciprocidad.
pago de los derechos arancelarios a la importación, hay que entender aplicable a la 5. L a s fran q u icias y exenciones reguladas en el apartado 1 anterior y en el artículo 3 del
misión diplomática, sin que tampoco implique una limitación de la inmunidad, la p re s e n te R eal D ecreto, relativas a los vehículos automóviles, se regirán por lo dispuesto en el
prohibición de introducir en el Estado receptor o sacar de él, bienes cuya importación a rtíc u lo 12.
o exportación esté prohibida por la legislación de este Estado o hayan de someterse
a cuarentena, pues aunque tales prohibición y cuarentena se establecen en el A rt. 12. Alcance de las franquicias y exenciones. 1. Se admitirá con franquicia o
Convenio de Viena de 1961 en relación con la inmunidad aduanera de los agentes ex e n ció n d e to d a cla se d e derechos e impuestos, la importación, entrega o adquisición intra-
co m u n ita ria d e los siguientes vehículos:
diplomáticos, no hay razón alguna y seria absurdo que la misión pudiera introducir o a) A u to m ó v ile s q u e se importen o adquieran por el Estado extranjero correspondiente,
sacar libremente los bienes sujetos a esas normas, teniendo en cuenta que semejante q u e sea n razo n ab le m e n te precisos para las necesidades de la misión y de las oficinas consu­
regulación se basa y tiene como finalidad la protección de intereses legítimos del lare s d e c a rre ra , d entro de los límites de aplicación del principio de reciprocidad. Estos auto­
Estado receptor —moralidad, seguridad, sanidad, medio ambiente, patrimonio cultu­ m ó v ile s d e b e rá n ded icarse exclusivamente al servicio oficial.
ral u orden público— obviamente, resultarían igualmente dañados tanto fuesen intro­ b) [...]
ducidos por los agentes diplomáticos como por la misión diplomática. J) A u to m ó v ile s que s e adquieran por las personas o entidades a que se refieren los párra­
fo s a n te rio re s d e este apartado, acreditadas o con sede en otro Estado miembro y que justifi­
El artículo 36 del Convenio de Viena de 1961 regula, así, la inmunidad aduanera:
q u en la c o n c esió n p o r las autoridades competentes del Estado de destino del derecho a adqui­
rir lo s m en c io n a d o s autom óviles con exención.
1. El Estado receptor, con arreglo a las Leyes y R eglam entos q ue prom ulgue, permitirá
2 . L a prim era m atriculación definitiva en España de los automóviles a que se refieren los
la entrada, con exención de toda clase de derechos de aduana, im puestos y gravám enes cone­
p á rra fo s a), b ), c), d) y e) del apartado 1 anterior estará exenta, siempre que se cumplan las
xos, salvo los gastos de almacenaje, acarreo y servicios análogos:
c o n d ic io n e s p rev istas en el m ism o, del Impuesto Especial sobre Determinados Medios de
a) De los objetos destinados a! uso oficial de la misión;
T ra n sp o rtes. A efectos de este apartado se entenderá por adquisición cualquier acto o nego­
ó) [...]
cio ju ríd ic o q u e p erm ita la matriculación de dichos automóviles a nombre de las personas o
2. El Agente diplomático estará exento de la inspección de su equipaje p ersonal, a menos
que haya motivos fitndados para suponer que contiene objetos no com prendidos en las exen­ en tid ad e s citad a s en el apartado 1 anterior.
ciones mencionadas en el párrafo 1 de este articulo u objetos cu ya im portación o exportación 3 . L as p erso n as o entidades beneficiarias de las exenciones previstas en este artículo no
esté prohibida por la legislación del Estado receptor o som etida a sus reglam entos de cuaren­ p o d rá n s e r titu la re s d e autom óviles que se acojan al régimen de importación temporal.
tena. En este caso la inspección sólo se podrá efectuar en p resencia del A gente diplom ático o
de su representante autorizado. A efectos del procedimiento para la aplicación de estas exenciones, se han de tener
en cuenta, como se ha dicho, los artículos 10,13 y 14 del Real Decreto,
En el derecho español las normas básicas que regulan la inmunidad en esta mate­ c) Es también de aplicación la Orden del Ministerio de Hacienda, de 24 de mayo
ria, son las siguientes: de 2001, que establece los límites de las franquicias y exenciones en régimen diplomá­
tico, consular y de organismos internacionales, y que, como ya se ha indicado respec­
a) La Ley 37/1992, del Impuesto sobre el valor añadido, cuyo artículo 60 to a la inmunidad fiscal, hace una fijación pormenorizada de los distintos módulos.
«Importaciones de bienes en régimen diplomático o consulan), dispone:
Estarán exentas del Impuesto las im portaciones en régim en diplom ático o consular cuan­
do gocen de exención de los derechos de importación.

b) El Real Decreto 3.485/2000, sobre Franquicias y exenciones en régimen


diplomático, consular y de organismos internacionales, y de modificación del
Reglamento General de Vehículos, aprobado por Real Decreto 2.822/1998, de 23
de diciembre, cuyos artículos 2 y 12, a los efectos que ahora interesan, estable­
cen:
Art. 2. Franquicias a la importación. 1. Se adm itirá con franquicia o exención de
toda clase de derechos e impuestos a la importación de los siguientes bienes:
a) Bienes necesarios para uso oficial de las M isiones diplom áticas acreditadas y resi­
dentes en España y de las Oficinas consulares de carrera.
b) [...]
2. La franquicia de derechos e impuestos a la importación regulada en el presente Real
Decreto no comprenderá los gastos de almacenaje, acarreo y servicios análogos.
3. No podrán introducirse en este régimen los objetos y artículos cu y a entrada esté prohi­
bida en España.
EL STATUS DE LA MISIÓN DIPLOMÁTICA (IV) 279

contemplado en el comentario de la CDI al correspondiente artículo del proyecto,


quedó incorporada, tras el debate habido en la Conferencia, al articulado del
Convenio de Viena de 1961 que, bajo ciertas cautelas, pero sin permitir una prohibi­
C A P ÍT U L O X X I I I
ción injustificada y discriminatoria por el Estado receptor, prevé la posibilidad de la
misión diplomática de instalar una emisora de radio, de modo que, manteniéndose el
EL STATUS DE LA MISIÓN DIPLOMÁTICA (IV ) principio de no imponer restricciones a las mismas, su instalación requiere el con­
sentimiento del Estado receptor; ello, porque aun respetando los reglamentos inter­
nacionales sobre telecomunicaciones, que consagran la libertad de comunicación, la
VI. LA LIBERTAD DE COMUNICACIÓN aplicación de los mismos hace necesario el cumplimiento de ciertas condiciones para
evitar los riesgos inherentes a la utilización de tales emisoras, por lo que, tampoco,
. El ejercicio de la función diplomática hace necesario que la misión diplomática ese consentimiento puede considerarse incompatible con la libertad de comunicacio­
pueda comunicarse libremente, a través de cualquier medio, no sólo con el gobierno nes de la misión, pues tanto el Estado acreditante como el receptor están obligados a
y la administración del propio Estado, sino también con los demás órganos de repre­ respetar las obligaciones internacionales al respecto. En este sentido, el derecho
sentación del Estado acreditante en el exterior, es decir, con sus misiones diplomáti­ internacional exige a los Estados establecer las normas pertinentes para controlar la
cas en otros Estados y sus oficinas consulares establecidas tanto en el mismo Estado instalación de una emisora, lo que implica la concesión de frecuencias dentro del
receptor como en otros Estados, e, incluso, como entiende la CDI, con sus propios espectro asignado a cada Estado — en nuestro caso al Estado receptor— para que
nacionales, con las misiones diplomáticas y oficinas consulares de otros Estados o haya un funcionamiento correcto y evitar perturbaciones e ingerencias en otros ser­
con organizaciones internacionales; en consecuencia, dentro de la condición básica vicios de telecomunicación; en consecuencia la misión diplomática que tenga la
de que la utilización de los medios sea para los fines oficiales de la misión, el Estado intención de instalar una emisora de radio deberá notificarlo al Estado receptor, reca­
receptor ha de facilitar y garantizar a la misión diplomática el uso eficaz de los mis­ bando su consentimiento e indicándole las características generales de la misma a fin
mos para toda comunicación, por ella o a ella dirigida, sin ningún tipo de limitación, de que le sea concedida la frecuencia adecuada. Por otra parte, ha de entenderse que
salvo muy concretos requisitos respecto a determinados medios, porque de lo con­ la instalación de una emisora de radio sólo será para su utilización, por la misión,
trario se estaría obstaculizando la actividad diplomática y, por tanto, violando el prin­ como medio de telecomunicación directa en el ejercicio de sus funciones, excluyén­
cipio ne impediatur legado. dose su uso para comunicaciones en general o para emisiones radiofónicas cualquie­
Con esta consideración general, en primer lugar, hay que señalar que la libre ra que sea su contenido, particularmente con fines de propaganda. Por último, hay
comunicación, a través de los medios postal, telegráfico y telefónico, implica la obli­ que señalar que en caso de uso indebido de una emisora de radio, como correctivo a
gación del Estado receptor de dar prioridad o preferencia a la salida o reparto de la la falta de notificación o de consentimiento o por utilización con fines excluidos, el
correspondencia de o para la misión diplomática, siempre que claramente conste que Estado receptor siempre podrá suspender su uso o acudir a cualquier otra medida de
tiene tal origen o destino y para la concesión y tendido de líneas e instalación, en su reacción reconocida por el derecho diplomático, como declarar persona non grata al
caso, de los aparatos pertinentes, según los medios de que se trate; además, respecto jefe de la misión o a cualquier otro agente diplomático e, incluso, en caso de una
al telégrafo, permitirá su uso para el envío y recepción de mensajes cifrados. En todo grave violación de la soberanía o del ordenamiento jurídico del Estado receptor,
caso el Estado receptor asegurará la inviolabilidad de estos medios, de modo que no infringiendo el artículo 41.1 del Convenio de Viena de 1961, proceder a la ruptura de
pueden ser objeto de interferencia alguna —sea apertura de la correspondencia o relaciones diplomáticas; si la utilización indebida produce resultados dañosos para el
intervención del telégrafo o del teléfono— no sólo en situaciones de normalidad Estado receptor o sus nacionales el Estado acreditante incurrirá, entonces claramen­
constitucional en el Estado receptor, sino incluso si en éste se suspenden — aunque te, en responsabilidad internacional por la que se le podrá reclamar la reparación per­
sea legítimamente— las garantías constitucionales, es decir, tal suspensión no podrá tinente.
ser aplicada a las comunicaciones de la misión diplomática; en este punto, sin En tercer lugar, aunque no estén expresamente contemplados por el Convenio de
embargo, no se puede dejar de observar que respecto al telégrafo, particularmente en Viena de 1961, nada impide, en principio, que la misión emplee otros posibles
cuanto al lenguaje cifrado, los servicios de «inteligencia» del Estado receptor se afa­ medios de comunicación, toda vez que el Convenio antes de la referencia a medios
nan por descifrar la cifra de la misión, sobre todo de ciertos Estados acreditantes, por concretos, a modo enunciativo, dispone que «la misión podrá emplear todos los
lo que éstos, a su vez en relación con determinados Estados receptores, proceden, medios de comunicación adecuados», si bien para su utilización pueda necesitarse el
incluso con alta frecuencia, a cambiar las claves (una semana, quince días), para no consentimiento del Estado receptor; entre estos medios, por su uso generalizado,
dejar tiempo a que sean descifradas. merece particular consideración la informática. En efecto, se puede decir que no hay
En segundo lugar, especial consideración ha de hacerse respecto a la instalación, misión diplomática que no sólo tenga instalados elementos informáticos para su sim­
por la misión diplomática, de una emisora de radio. La utilización de este medio, sólo ple utilización como procesadores de textos, lo cual podrá hacer con absoluta liber­
[278] tad, sino que, en general, bien tienen instalado un propio sistema informático auto-
280 CURSO DE DERECHO DIPLOM ÁTICO Y C O N SU LA R EL S T A T U S DE LA MISIÓN DIPLOMÁTICA (IV) 281

nomo, normalmente conectado al sistema del ministerio de relaciones exteriores del 2 ) se entiende por «valija diplomática» los bultos que contienen correspondencia oficial
y documentos u objetos destinados exclusivamente al uso oficial, acompañados o no por un
Estado acreditante y a los demás que existan en otros órganos de este Estado en el correo diplomático, que se utilizan para las comunicaciones oficiales mencionadas en el
exterior, o bien forma parte de un único sistema cuya unidad central está en el minis­ artículo I y que llevan signos exteriores visibles indicadores de su carácter de:
terio de relaciones exteriores y constituido por todas las unidades que se encuentran a) valija diplomática en el sentido de la Convención de Viena sobre relaciones diplomá­
en los diversos órganos del Estado acreditante en el exterior; en cualquiera de estos ticas, de 18 de abril de 1961;
casos la utilización del sistema informático supone tanto un medio de comunicación b) valija consular en el sentido de la Convención de Viena sobre relaciones consulares,
de 24 de abril de 1963; o
como de obtención, elaboración, transmisión y circulación de datos por toda la red y c) valija de una misión permanente, una misión permanente de observación, una delega­
de acceso directo a la información contenida en los distintos archivos del sistema. ción o una delegación de observación en el sentido de la Convención de Viena sobre la repre­
Este uso integral de la informática, al que, sin duda, pueden acudir las misiones sentación de los Estados en sus relaciones con las organizaciones internacionales de carácter
diplomáticas en tanto medio adecuado de comunicación de las mismas — tal como universal, de 14 de marzo de 1975.
ocurre en la práctica—, requerirá, sin embargo, con mayor razón que la instalación
de una emisora de radio, el consentimiento del Estado receptor y no podrá ser dene­ Por tanto, la valija diplomática para ser considerada tal y serle debidos los tratos
gado si las misiones diplomáticas cumplen con las normas internas e internacionales especiales que configuran su específico status, debe estar adecuadamente identifica­
que en el Estado receptor regulen la instalación y utilización de un sistema informá­ da en todos y cada uno de los elementos que la constituyan, y su contenido ha de ser
tico, tanto en relación a los aspectos técnicos como a los estrictamente jurídicos (rela­ documentos oficiales u objetos para el uso oficial de la misión. Sin embargo, este
tivos a la obtención, elaboración, transmisión y seguridad de los datos, particular­ segundo requisito que podría considerarse como el esencial y sustantivo para la cali­
mente respecto a los de carácter personal), según el alcance de la aplicación del sis­ ficación de valija diplomática no lo es de modo real y absoluto, toda vez que ése es
tema; su utilización indebida, bien por no respetarse la legislación interna o las nor­ el contenido que se presume respecto a los bultos identificados como valija, si bien
entendido con cierta flexibilidad; en efecto, aunque los Estados acreditantes y sus
mas internacionales, bien por realizarse actividades distintas a las funciones propias
misiones diplomáticas han de velar porque la valija sólo contenga documentos y
de la misión, podrá dar lugar a que el Estado receptor adopte las mismas medidas de
objetos oficiales, hay una cierta flexibilidad en tanto que no pierde su carácter por el
reacción indicadas en relación con las emisoras de radio, pudiendo dar lugar, igual­
hecho de contener, como es tan frecuente, alguna correspondencia particular, y por­
mente, a la responsabilidad internacional.
que la valija mantiene incluso su condición aunque haya motivos fundados para sos­
pechar que es utilizada para fines distintos de los previstos, especialmente para trans­
portar artículos cuya importación o exportación está prohibida y, en particular, si
VII. LA VALIJA Y EL CORREO DIPLOMÁTICOS contiene armas, divisas, estupefacientes o propaganda subversiva, ya que aun en este
caso, si bien cabe la posibilidad de ser abierta, se requerirá la autorización del minis­
El medio específico, más típico y originario de comunicación entre el Estado acre­ terio de relaciones exteriores del Estado receptor y la de la misión diplomática y
ditante y sus representaciones exteriores y de éstas entre sí, es la valija diplomática, habrá de realizarse ante un representante de ésta, de otro modo, sin estos requisitos
acompañada o no por un correo diplomático. El Proyecto definitivo de artículos la valija, si no se permite su entrada, sólo podrá ser devuelta a su procedencia. Se
sobre el Estatuto del correo diplomático y de la valija no acompañada por un correo consagra, así, el tradicional principio de la inviolabilidad de la valija diplomática que
diplomático, aprobado en el 41.° período de sesiones (1989), de la CDI, juntamente debe mantenerse para que ésta siga siendo un verdadero medio de libre comunica­
con dos Protocolos de firma facultativa, el primero relativo a esta materia respecto a ción —como señaló la Unión Soviética—, partiendo de la consideración —manifes­
las misiones especiales y el segundo referido a la misma en el caso de las organiza­ tada de forma generalizada por las Delegaciones en la Conferencia diplomática de
ciones internacionales de carácter universal, en su artículo 1, dice que el correo y la Viena— de que es preferible admitir la posibilidad de eventuales abusos de la valija,
valija diplomáticos sin carácter grave, que siempre serán menos peligrosos que el que podría cometer el
Estado receptor si tuviese derecho a inspeccionar libremente el contenido de la vali­
[...] son empleados para las comunicaciones oficiales de un Estado con sus misiones, ofíci- ja en caso de sospechas fundadas sobre su utilización, con lo que se evita, además, el
ñas consulares o delegaciones, dondequiera que se encuentren, y para las comunicaciones
oficiales de estas misiones, oficinas consulares o delegaciones con el Estado que envía o
nacimiento de innecesarias disensiones entre los Estados. Por otra parte, se garantiza
entre sí. la posibilidad de evitar que se introduzcan en ella objetos prohibidos, porque no hay
duda de que, en caso de un abuso grave, si no hay autorización para abrir la valija,
La valija diplomática, puede definirse, en los términos de la CDI en su comenta­ aparte de que sea rechazada, el Estado receptor podrá hacer la protesta pertinente y
rio al Proyecto definitivo de artículos sobre relaciones e inmunidades diplomáticas, tomar las medidas adecuadas respecto al Estado acreditante e, incluso, proceder a
base del Convenio de 1961, como «saco, bolsa, sobre o cualquier otro embalaje que declarar persona non grata a quien sea responsable directo de tal utilización.
contiene documentos y/u objetos destinados a fines oficiales», o, de modo semejan­ La valija diplomática debidamente identificada es, así, inviolable dondequiera que se
te, en los términos del artículo 3.1.2) del Proyecto definitivo de artículos sobre el encuentre, lo que implica que no podrá ser abierta ni retenida y tampoco podra ser ins-
Estatuto del correo diplomático y valija diplomática no acompañada, que dispone:
282 CURSO DE DERECHO DIPLOMÁTICO Y CO N SU LA R E L S T A T U S ,D E LA MISIÓN DIPLOMÁTICA (IV) 283

peccionada directamente o por medios electrónicos u otros medios técnicos, como com­ encomendada a un comandante de aeronave o capitán de un buque. El correo diplo­
pleta y aclara el artículo 28 del Proyecto definitivo de artículos sobre el Estatuto del mático es aquella persona encargada de llevar la valija desde el punto de origen al de
correo diplomático y valija no acompañada. Esta protección o status de la valija ha de destino y que goza, para este cometido, de un propio status distinto del de la valija
ser respetada en todo caso, tanto sea acompañada por un correo diplomático, encomen­ sin que ambos se confundan ni excluyan, y que puede tener carácter ordinario o pro­
dada a un comandante de aeronave o capitán de buque, como sea enviada por correo o fesional o ad hoc. El Proyecto sobre el Estatuto del correo diplomático y valija no
cualquier otro medio de transporte; en todo caso, pero particularmente en estos dos últi­ acompañada, en el artículo 3.1.1), define al correo diplomático en los siguientes tér­
mos, el Estado receptor y, en su caso, el de tránsito procurarán que la valija se expida minos:
con seguridad y rapidez, tratando de remover cualquier entorpecimiento indebido.
1) se entiende por «correo diplomático» una persona debidamente autorizada por el
En aras de la realidad, hay que reconocer, sin embargo, que la inviolabilidad de la vali­ Estado que envía, con carácter permanente o para un caso especial en calidad de correo ad
ja diplomática, cuando no va acompañada o portada por un correo diplomático, puede hoc, como:
ser fácilmente vulnerada, y quizá frecuentemente, por el Estado receptor, sin que sea a ) correo diplomático en el sentido de la Convención de Viena sobre relaciones diplo­
posible, en buen número de casos, demostrar semejante actuación, quedando, en defini­ máticas, de 18 de abril de 1961;
tiva, el respeto al status de la misma en manos del recto y responsable cumplimiento, por b) correo consular en el sentido de la Convención de Viena sobre relaciones consulares,
de 24 de abril de 1963; o
este Estado, de sus obligaciones. Esta situación se produce al someterse la valija a una c ) correo de una misión permanente, una misión permanente de observación, una dele­
inspección a través de medios electrónicos o técnicos o por medio de animales rastrea­ gación o una delegación de observación en el sentido de la Convención de Viena sobre la
dores, que no dejan ninguna huella de violencia física, pero que sin duda implican su representación de los Estados en sus relaciones con las organizaciones internacionales de
violación, por lo que se prohíben expresamente en el proyecto de artículos sobre su esta­ carácter universal, de 14 de marzo de 1975;
a quien se confía la custodia, el transporte y la entrega de la valija diplomática y quien se
tuto, tratando de conseguir, al menos, que el Estado acreditante pueda acusar la respon­
emplea para las comunicaciones oficiales mencionadas en el artículo 1.
sabilidad del Estado receptor, hacer la reclamación y exigir la reparación correspon­
diente, cuando, a posteriori, por la actuación de este Estado, haya razones fundadas para
El correo diplomático, ordinario o ad hoc, aunque, en principio, habrá de tener la
deducir que la valija ha sido violada, si bien la prueba nunca será fácil; con la simple
nacionalidad del Estado acreditante, será nombrado libremente, bien por este Estado,
sospecha o aun certeza moral el Estado acreditante no podrá más que resignarse y adop­
bien por cada concreta representación exterior; para que le sea reconocida su condi­
tar la medidas que estime oportunas para evitar tales formas de violación.
ción y pueda disfrutar del status que le corresponde, ha de estar provisto de la docu­
El Convenio de Viena de 1961, en el artículo 27.3 y 4, dispone:
mentación adecuada que le identifique como tal, también llevará consigo la «guía»
3. La valija diplomática no podrá ser abierta ni retenida. de la valija, es decir, el documento en el que consten los datos de identificación de la
4. Los bultos que constituyan la valija diplomática deberán ir provistos de signos exte­ valija, como origen, destino, número y tipo o características de los bultos que la inte­
riores visibles indicadores de su carácter y sólo podrán contener docum entos diplomáticos u gran.
objetos de uso oficial. Las funciones del correo diplomático son hacerse cargo de la valija, custodiarla,
transportarla y entregarla a su destinatario; pero se entenderá que éstas se están ejer­
Por su parte, el Proyecto definitivo de Estatuto del correo diplomático y valija no
ciendo no sólo en tanto, en sentido estricto, se estén cumpliendo esos concretos
acompañada, en los artículos 24, 25 y 28.1, prevé:
cometidos, caso del correo diplomático ad hoc, sino también que comienzan cuando
Art. 24. Identificación de la valija diplomática. 1. Los bultos que constituyan la vali­ el correo se traslada para hacerse cargo de la valija y que no terminan hasta que el
ja diplomática deberán llevar signos exteriores visibles de su carácter. correo regrese al lugar de origen, después de entregar una valija, caso del correo ordi­
2. Los bultos que constituyan la valija diplomática, si no van acompañados por un correo nario. Las funciones del correo ordinario terminarán, igualmente, cuando el Estado
diplomático, deberán llevar también indicaciones visibles de su destino y su destinatario. acreditante lo releve del ejercicio de las mismas o cuando el Estado receptor deje de
reconocerlo como tal, si no es retirado por el Estado acreditante en un tiempo razo­
Art. 25. Contenido de la valija diplomática. 1. La valija diplom ática sólo podrá con­
tener correspondencia oficial y documentos u objetos destinados exclusivam ente al uso nable, tras ser declarado persona non grata o no aceptable.
oficial. El correo diplomático goza de status en el ejercicio de sus funciones, entendido en
2. El Estado que envía adoptará las medidas adecuadas para impedir que se expidan por los términos arriba indicados. Abarca la obligación del Estado receptor de facilitarle
su valija diplomática cosas distintas de las mencionadas en el párrafo 1. la entrada en su territorio y, salvo las zonas de acceso prohibido o reglamentado, le
garantizará la libertad de circulación y de tránsito por el mismo, así como el poder
Art. 28. Protección de la valija diplomática. 1. La valija diplom ática será inviolable
dondequiera que se encuentre; no podrá ser abierta ni retenida y estará exenta de inspección, comunicarse con el Estado acreditante y sus representaciones en el exterior, donde­
directamente o por medios electrónicos u otros medios técnicos. quiera que se encuentren, y, si fuera necesario, le facilitará el alojamiento en su terri­
torio; goza, también, de inviolabilidad, no pudiendo, por tanto, ser objeto de deten­
La valija diplomática puede ser enviada por cualquier medio usual de transporte ción, de arresto ni de registro personal, aunque, como señala la CD1 en el comenta­
de correspondencia, pero puede ser, también, portada por un correo diplomático o rio al Proyecto del Estatuto, no estará exento del control por detectores de metales por
284 CURSO DE D ERECHO D IPLO M Á TIC O Y C O N S U L A R E L S T A T U S D E L A M IS IÓ N D IP L O M Á T IC A (IV ) 285
razones de seguridad, deberá ser protegido para que pueda ejercer debidam ente sus ticularm ente en los aeropuertos, no siempre es posible o no siem pre se posibilita la
funciones, y su alojamiento, si bien con determinadas excepciones que dejen siem­ entrega o la recogida d e la valija en tales condiciones, bien debido al volum en de la
pre a salvo su inviolabilidad y la de la valija, es igualmente inviolable; asimismo, en m ism a, que fácticam ente no puede recibirla en sus m anos el com andante, bien debi­
el desempeño de sus funciones, goza de inmunidad de jurisdicción, salvo respecto a do a extrem as razones de seguridad, que no perm itan al correo el libre acceso a la
responsabilidad por daños causados por accidente de vehículo y no sean cubiertos aeronave; en tales situaciones suele entregarse al com andante la docum entación de
por un seguro, asi como de inmunidad de ejecución, y no está obligado a prestar tes­ la v alija e igualm ente recibirla de él — en principio en la sala de tripulaciones— y la
timonio sobre asuntos relacionados con el ejercicio de sus funciones; por último, el valija se entrega o recoge en una sala destinada al efecto, pero, en todo caso, el
correo diplomático, en el ejercicio de sus funciones, gozará de inm unidad fiscal res­ com andante deberá responsabilizarse de la valija y hacerse form alm ente cargo de
pecto a toda clase de impuestos, excepto de los indirectos incluidos en el precio de ella, com probando qu e es conform e con su docum entación, tanto al recibirla com o al
los bienes y servicios y de los correspondientes a determ inados servicios prestados, entregarla y asegurándose de que se halla a bordo en form a y lugar adecuado, debi­
y estará exento del pago de los derechos de aduana en relación co n los objetos desti­ dam ente localizada y separada de cualquier otro tipo de equipajes o m ercancías;
nados a su uso personal, así como del registro e inspección de su equipaje personal, com o puede com prenderse, dándose estas circunstancias, el m ayor problem a es el
a no ser que haya motivos fundados para suponer que contiene objetos no destinados , riesgo que corre la valija de ser som etida a inspecciones prohibidas, lo m ism o que
a su uso personal o cuya importación o exportación esté prohibida. El Estado acre­ cuando se envía por m edios ordinarios de transporte, al no estar acom pañada por un
ditante podrá renunciar, en situaciones concretas, a los correspondientes contenidos correo diplom ático, com o quedó señalado más arriba.
específicos del status del correo diplomático. El Convenio de V iena de 1961 se ocupa de la valija acom pañada en los párrafos 5,
Los Estados de tránsito, lo mismo que respecto a la valija diplom ática, han de con­ 6 y 7 del artículo 27, en los siguientes términos:
ceder a los correos diplomáticos la totalidad del status al que tienen derecho y en los
5. El co rreo diplom ático, que debe llevar consigo u n docum ento o ficial en el q u e cons­
términos que obliga al Estado receptor. te su co n dició n d e tal y el n úm ero de bultos que constituyan la valija, estará protegido en el
El transporte de la valija diplomática puede ser, también, encom endado al capitán desem p eñ o de su s funciones por el E stado receptor. G ozará de inviolabilidad personal y no
de un buque o al comandante de una aeronave, siendo, este últim o, el medio por el p o d rá ser o bjeto de ninguna form a d e detención o arresto.
que, en la actualidad, se envía ordinariamente la valija; sin em bargo, ni el capitán ni 6. El E stad o acreditante o la m isión podrán desig n ar co rreos diplom áticos ad hoc. En
tales caso s se aplicarán tam bién las disposiciones del párrafo 5 d e este artículo, p ero las inm u­
el comandante tendrán la condición de correos diplomáticos, salvo en la hipótesis nidades en él m en cion ad as dejarán de ser aplicables cuando dicho correo haya entregado al
que, como observa la CDI en el comentario el Proyecto de artículos para el Convenio destin atario la v alija diplom ática que se le haya encom endado.
de Viena, sea el correo diplomático el que pilote un avión especialm ente destinado al 7. L a valija diplom ática podré ser confiada al C om andante de una aeronave com ercial
transporte de valijas diplomáticas, pues no deja, por ello, de ser prevalentem ente un que hay a d e ate rriz a r en u n aeropuerto d e entrada autorizado. El C om andante deberá llevar
co n sigo un d o cu m en to o ficial en el que conste el núm ero d e bultos q u e constituyan la valija,
correo diplomático, como cuando conduce un automóvil en el que lleva la valija; ade­
p ero no po drá s e r considerado com o correo diplom ático. L a m isión podré enviar a uno de sus
más, cabe la posibilidad, que señala la CDI en su comentario al Proyecto de artículos m iem bro s a to m a r posesión directa y librem ente d e la valija diplom ática d e m anos del
del Estatuto del correo y valija no acompañada, que la valija se encom iende, según C o m andante de la aeronave.
práctica de varios Estados, a un miembro de las correspondientes tripulaciones, bien
como responsables directos de ese cometido, bien por delegación del capitán o En el Proyecto definitivo de artículos sobre el Estatuto del correo diplom ático y
comandante. La utilización de estos medios está reconocida en el Proyecto de valija no acom pañada p o r correo diplomático, los aspectos generales al respecto, que
Estatuto sobre el correo y la valija no acompañada, aunque el Convenio de Viena sólo aquí interesan ahora, están regulados en los artículos 8, 10, 11, 16, 20, 21 y 23, en
se refiere al comandante de aeronave; en ambos casos, para con fiar la valija diplo­ los que se dispone:
mática a los responsables de la navegación marítima o aérea, se ha de tratar de un
buque o aeronave comercial de línea regular, que tenga su destino en un lugar de A rt. 8. Documentación del correo diplomático. E l co rreo diplom ático d e beré llevar
consigo un docu m en to oficial en el que consten su calidad de tal y sus principales d a to s per­
entrada autorizado y, en principio, por razones de seguridad y conform e a la prácti­ sonales, en p articu lar su nom bre y, cuando proceda, su cargo o categoría ofic ial, así c om o el
ca, se ha de entender que sean de bandera del Estado acreditante. La persona a quien núm ero d e bu ltos que constituyan la valija diplom ática p o r él acom pañada y la id en tificación
se le encomienda la valija ha de estar provista de la docum entación o «guía» de la y el destino de ésta.
valija, del mismo modo que ocurre con los correos diplom áticos. La entrega de la
A rt. 10. Funciones del correo diplomático. Las funciones del c o rre o diplom ático con­
valija diplomática al capitán o comandante o la entrega por éstos a quien haya de sisten en hacerse cargo de la valija diplom ática que se le haya co nfiad o, transportarla y entre­
recogerla ha de estar garantizada por el Estado receptor para que se realice «directa garla a su destinatario.
y libremente», palabras que deben interpretarse, como afirm a la C D I, literalm ente en
el sentido «de las manos del comandante a las del funcionario designado y vicever­ A rt. 11. Terminación de lasJunciones del correo diplomático. Las funciones d el correo
diplom ático term inarán, en particular:
sa, sin injerencia de ningún intermediario», para lo que, con tal fin, ha de facilitarse
a) cuando éste las hubiere cum plido o regrese al p a ís d e origen;
el libre acceso al buque o aeronave. A pesar de este «deber ser», es sabido que, par-
286 CURSO DE DERECHO DIPLOMÁTICO Y C ONSULAR
EL S T A T U S DE LA M ISIÓN DIPLOMÁTICA (IV) 287
b) cuando el Estado que envía notifique al Estado receptor y, en su caso, al Estado de
tránsito que ha sido relevado de sus funciones; En el derecho español el régimen de la valija diplomática está regulada por la
c) cuando el Estado receptor notifique al Estado que envía que, de conform idad con el Orden Circular número 3.209 del Ministerio de Asuntos Exteriores, de 24 de enero
párrafo 2 del artículo 12 [por no ser retirado si es declarado persona non grata], deja de reco­ de 1995, sobre Normas para la utilización de la valija diplomática y confección de
nocerlo como correo diplomático. pliegos (BOMAE, de enero de 1995) y la Instrucción de Servicio anexa a la misma,
91/1995, de febrero de 1995 (BOMAE, de febrero de 1995). A efectos de calificación
Art. 16. Protección e inviolabilidad personal. El correo diplom ático estará protegido
en el desempeño de sus funciones por el Estado receptor y por el Estado de tránsito. Gozará de la valija, interesa recoger aquí, por su carácter básico, los artículos 1,2,10 y 21:
de inviolabilidad personal y no podrá ser objeto de ninguna forma de detención o arresto.
Art. 1. La valija diplomática española es el medio de comunicación que garantiza la
Art. 20. Exención de registro e inspección. 1. El correo diplom ático estará exento de inviolabilidad de la correspondencia oficial de la Administración Central del Estado y sus
registro personal. Representaciones en el exterior.
2. El correo diplomático estará exento de la inspección de su equipaje personal, a menos
que haya motivos fondados para suponer que contiene objetos no destinados al uso perso­ Art. 2. Las valijas diplomáticas, según sus características y medio de transporte utiliza­
nal del correo diplomático u objetos cuya importación o exportación esté prohibida por las do, pueden ser de las siguientes clases:
leyes del Estado receptor o del Estado de tránsito o sometida a sus reglamentos de cuarente­ a) Conducidas, bien por personal de vía aérea de bandera nacional española, o por per­
na. En este caso, la inspección se ejecutará en presencia del correo diplomático. sona designada como portadora.
b) Facturadas:
Art. 21. Principio y fin de los privilegios e inmunidades. 1. El correo diplomático i) Por vía aérea.
gozará de privilegios e inmunidades desde que entre en el territorio del Estado receptor o del ii) Por vía marítima.
Estado de tránsito para desempeñar sus funciones o, de encontrarse ya en el territorio del Es­ iii) Por vía terrestre.
tado receptor, desde que comience a desempeñar sus funciones. c) Postales (confiadas al correo ordinario en virtud de Acuerdos Internacionales).
2. Los privilegios e inmunidades del correo diplomático cesarán en el momento en d) Por su periodicidad, pueden sen
que salga del territorio del Estado receptor o del Estado de tránsito o en que expire el plazo i) Ordinarias, con transporte y días señalados.
razonable que le haya sido concedido para ello. No obstante, los privilegios e inmunida­ ii) Extraordinarias, cuando por urgencia o volumen se precise otro transporte o
des del correo diplomático ad hoc que sea residente en el Estado receptor cesarán en el calendario.
momento en que haya entregado al destinatario la valija diplom ática que se la haya enco­
mendado. Art. 10. 1. El contenido de las valijas queda exclusivamente limitado al correo diplo­
3.. No obstante lo dispuesto en el párrafo 2, la inmunidad subsistirá respecto de los actos mático y oficial, con las salvedades que se indican en esta Orden Circular, es decir, los docu­
realizados por el correo diplomático en el desempeño de sus funciones. mentos procedentes del Ministerio de Asuntos Exteriores y dirigidos a las Representaciones
Diplomáticas y Consulares de España en el extranjero y viceversa, o que procedan de otros
Art. 23. Estatuto del comandante de un buque o una aeronave a l que se haya confiado Ministerios u Organismos estatales y cuya remisión se solicite oficialmente.
la valija diplomática. 1. La valija diplomática podrá ser confiada al comandante de un 2. Se podrá remitir por valija los objetos de uso oficial, material de oficina e informáti­
buque o una aeronave comerciales de línea regular que tenga su destino en un punto de entra­ co y cuanto sea necesario para el normal funcionamiento de las Representaciones de España
da autorizado. en el extranjero.
2. El comandante deberá llevar consigo un documento oficial en el que conste el núme­
ro de bultos que constituyan la valija que se le haya confiado, pero no será considerado como Art. 21. La valija estará formada por una o varias sacas precintadas, o uno o varios
correo diplomático. sobres-tela lacrados. Cada saca llevará sujeta con una cartera, o adherida en sitio visible, una
3. El Estado receptor permitirá a un miembro de una misión, una oficina consular o una etiqueta con el sello del Ministerio de Asuntos Exteriores o de la Representación de proce­
delegación del Estado que envía el libre acceso al buque o la aeronave para tom ar posesión dencia y la indicación «Valija Diplomática». Las Valijas Diplomáticas sólo podrán tener
de la valija de manos del comandante, o para entregársela, directa y libremente. como destinatario al Señor Ministro de Asuntos Exteriores, los Jefes de Misión Diplomática
o los Titulares de una Oficina Consular. Los envíos efectuados por otros Departamentos o
destinados a otros cargos, aun dentro del propio Ministerio de Asuntos Exteriores, carecen de
La obligación de los Estados de tránsito de conceder el status correspondiente tal carácter y, en consecuencia, no son considerados como valija por las aduanas españolas o
a la valija diplomática y al correo diplomático, queda establécida por el Conve­ extranjeras.
nio de Viena de 1961, en los párrafos 2 y 3 del artículo 40, en los siguientes tér­
minos:
VIII. EL USO DE LOS SÍMBOLOS DEL ESTADO ACREDITANTE
3. Los terceros Estados [...]. Concederán a los correos diplomáticos a quienes hubieren
otorgado el visado del transporte si tal visado fuere necesario, así como a las valijas diplo­
máticas en tránsito, la misma inviolabilidad y protección que se halla obligado a prestar el
La misión diplomática, en tanto órgano del Estado acreditante que lo hace presen­
Estado receptor. te en el Estado receptor, tiene derecho a utilizar los símbolos de identificación del
4. Las obligaciones de los terceros Estados en virtud de los párrafos 1, 2 y 3 de este mismo, como son particularmente la bandera y el escudo nacionales, pero, también,
artículo serán también aplicables a las personas mencionadas, respectivamente, en esos párra­ cualquier otro tipo de contraseña como el sello, los lemas o simplemente los colores
fos, así como a las comunicaciones oficíales y a las valijas diplomáticas que se hallen en el nacionales. Su uso implica que puedan ser exhibidos públicamente y figurar en los
territorio del tercer Estado a causa de fuerza mayor. documentos oficiales de la misión, y ser colocados tanto en los locales de la misión
288 CURSO DE DERECHO DIPLOMÁTICO Y C ONSULAR

—cancillería, oficinas y residencia del jefe de la misión— como en los medios de


transporte del jefe de la misma.
Si bien, en principio, el uso de los símbolos del Estado acreditante es un derecho
que podrá ejercerse libremente y que el Estado receptor ha de respetar, no cabe duda CAPÍTULO XXIV
que la misión diplomática no ha de usarlos indebidamente, sobre todo respecto a la
exhibición externa de la bandera nacional. En efecto, en la práctica cada misión EL STATUS DE LOS MIEMBROS
diplomática acostumbra a observar los usos del Estado receptor y del conjunto de las DE LA MISIÓN DIPLOMÁTICA (I)
demás misiones en él establecidas, en cuanto a la utilización de los símbolos del
Estado, particularmente de la bandera, lo que, a última hora, puede considerarse ajus­
tado al deber general de respeto al ordenamiento jurídico del Estado receptor que se 1. EL STATUS DÉ LOS AGENTES DIPLOMÁTICOS (I)
dispone en el artículo41 del Convenio de 1961. Es cierto, como señala la CDI en el
comentario al Proyecto de artículos del Convenio de 1961, que en algunos Estados Los agentes diplomáticos, al igual que la misión diplomática, son beneficiarios
existen restricciones al uso de la bandera y escudos nacionales de los Estados extran­ del status diplomático, cuya titularidad —como ya se ha estudiado— corresponde
jeros, pero, precisamente porque entiende que no son conformes a derecho interna­
al Estado acreditante. En este caso, sin embargo, hay que tener presente que el sta­
cional, se excluyó, del correspondiente proyecto de artículo, toda referencia de suje­
tus no sólo le es debido a los agentes diplomáticos en el ejercicio de sus funciones
ción al derecho intemo del Estado receptor para el uso de tales símbolos; por la
actuando en nombre del Estado, personalizando la misión, en cuyo caso quien real­
misma razón no prosperaron las enmiendas presentadas por Italia y por Filipinas pro­
mente actúa es la misión y en definitiva el Estado, sino también, respecto a su
pugnando la inclusión de esa referencia.
actuación en tanto personas particulares que se encuentran en el Estado receptor,
La diversidad de prácticas va desde el izado de la bandera las veinticuatro horas
pero que no dejan de ser agentes diplomáticos ante él acreditados. Por ello, dejan­
del día, hasta únicamente en fechas concretas conmemorativas de acontecimientos de
do ya sentado el status de los agentes diplomáticos en el ejercicio de sus funciones
especial importancia para el Estado acreditante o, por cortesía, en fechas del mismo
en tanto actuación de la misión, ahora se tratará del que les corresponde en tanto
significado para el Estado receptor.
particulares.
En cualquier caso, el Estado receptor está obligado a garantizar la protección de
Por otra parte, aunque resulte obvio, conviene tener presente que las concretas
los símbolos del Estado acreditante, de forma que se evite cualquier tipo de ataque a manifestaciones del status coincidentes con las que corresponden a la misión diplo­
los mismos, lo que, por su propia condición, implicaría un ataque al Estado que sim­
mática, responden a la misma noción y concepto, pero aplicadas a los agentes di­
bolizan.
plomáticos.
Por último, conviene observar que si la utilización de los símbolos del Estado, par­
ticularmente de la bandera, facilita al Estado receptor el respeto al status y puede ser­
vir —y, desde luego, sirvió— como elemento disuasorio de acciones contra los loca­
I. LA INMUNIDAD DE COERCIÓN O INVIOLABILIDAD
les y medios de transporte de las representaciones extranjeras, actualmente (ya a
partir de los años sesenta del siglo XX), con lamentable cierta frecuencia, se convier­
Como ya se ha mencionado al considerar la evolución y el concepto de diploma­
ten, inversamente, en objetivos de ocupación y ataques varios por parte de muy diver­
cia, la inviolabilidad del agente diplomático es la más antigua manifestación del sta­
sos grupos sociales para hacerse oír y presionar en defensa de sus reivindicaciones
tus diplomático que acompaña a la misma institución desde su nacimiento, por enten­
sociales o políticas. Por ello, además de las razones ya expuestas, las misiones diplo­
derse que sin ella no es posible el ejercicio de la diplomacia y porque el representante
máticas harán bien en tener en cuenta el grado de estabilidad política y social del
tiene el mismo carácter sagrado del principe que le envía a hablar en su nombre,
Estado receptor a fin de, si la situación lo aconseja, ser prudentes en el uso de los
como su longa manu; así se establece desde la Antigüedad en los libros jurídico-reli­
símbolos del Estado, sobre todo en los medios de transporte, reservándolo para los
giosos de las más importantes culturas y entre ellos sin ser los más antiguos, los hoy
casos imprescindibles de actos oficiales de especial solemnidad o relevancia, y evi­
'ta n significativos como, la Biblia y el Corán.
tarle, así, además, al Estado receptor posibles problemas e incidentes diplomáticos.
t La inmunidad de coerción o inviolabilidad, referida a los agentes diplomáticos,
El Convenio de Viena de 1961 regula esta materia, en el artículo 20, del modo
¡ presenta, también, los dos aspectos propios de ésta, es decir, el aspecto pasivo y el
siguiente:
| aspecto activo de respetar y hacer respetar la persona del agente diplomático, que
La misión y su Jefe tendrán derecho a colocar la bandera y el escudo del Estado acredi­
implican, respectivamente, la obligación del Estado receptor de no ejercer medidas
tante en los locales de la misión incluyendo la residencia del Jefe de la misión y en los medios de coacción directa contra un agente diplomático por sus propios agentes, y la de pro-
de transporte de éste. l tegerle de toda actuación contra él por otras personas, como tajantemente dispone el
\articulo 29 del Convenio de Viena de 1961, «la persona del agente diplomático es
E L S T A T U S DE LOS MIEMBROS DE LA MISIÓN DIPLOMÁTICA (I) 291
290 CURSO DE DERECHO DIPLOMÁTICO Y CONSULAR

inviolable». La inviolabilidad se refiere, también, a la residencia del agente diplo­ tes de la autoridad podrán, no obstante, proceder a la comprobación de la autentici­
mático, a sus bienes y a su correspondencia. dad y de la validez de dicha tarjeta, consultando con sus superiores y éstos, a su vez,
con el ministerio de relaciones exteriores, si así lo estimasen necesario, ya que, en
hipótesis, podría tratarse de la identificación de quien ya no está acreditado ante el
A. L a INVIOLABILIDAD DEL AGENTE DIPLOMÁTICO Estado receptor o que, por diversas razones posibles, no goza o ya no goza de status.
En cuanto a la identificación de agente diplomático acreditado hay que tener en cuen­
Considerando los dos aspectos de la inviolabilidad, el aspecto pasivo se concreta ta que, en principio, no es suficiente ni sirve a tal fin, la simple exhibición de un
en que el agente diplomático no puede ser objeto de ningún tipo de detención o arres­ pasaporte diplomático.
to, sin embargo, tal prohibición no ha de entenderse en términos absolutos, pues nada El aspecto activo, como en relación con la misión, se concreta en la obligación del
impide, en aras de principios superiores del derecho, que el Estado receptor tome las Estado receptor de proteger a los agentes diplomáticos, de modo que resulte garanti­
medidas pertinentes para evitar que un agente diplomático cometa cualquier tipo de zada la integridad de su persona, su libertad y su dignidad, a fin de que, en todo
infracciones o delitos, como señala la CDI en su comentario al Proyecto de artículos momento, pueda ejercer debidamente sus funciones, lo que implica que, en circuns­
sobre relaciones e inmunidades diplomáticas. Asi, no hay duda de que los agentes de la tancias concretas, como grave deterioro de las relaciones bilaterales o específicas
autoridad podrán y deberán actuar para que no prosiga o no se realice una infracción amenazas, el Estado receptor haya de tomar las medidas pertinentes para una eficaz
o acción delictiva por un agente diplomático, procediendo, si es necesario, a adoptar protección de los agentes diplomáticos que evite cualquier ataque contra ellos. Lo
las medidas coactivas, si bien limitadas al tiempo estrictamente imprescindible, para mismo que se veía respecto a la misión diplomática, la protección de los agentes
evitar la comisión del hecho ilícito; medidas que podrán tener el carácter de reten­ diplomáticos podrá garantizarse sin más que con los medios ordinarios para la segu­
ción o genéricamente de obstaculización temporal y que deberían ser inmediatamen­ ridad ciudadana o podrá exigir la adopción de medidas particulares de mayor o menor
te comunicadas al ministerio de relaciones exteriores para su traslado a la misión alcance, según sea la situación que se produzca en cada caso, que pueden llegar hasta
diplomática. Tal sentido del alcance de la inviolabilidad es confirmado por el TIJ, en una permanente escolta policial.
su sentencia de 1980 sobre el Asunto relativo ai personal diplomático y consular de Ahora bien, aunque el Estado receptor está obligado a evitar cualquier ataque con­
los Estados Unidos en Teherán, al declarar que: «Naturalmente la observación de este tra un agente diplomático, si el atentado se produce en legítima defensa, como reac­
principio (se refiere al de la inviolabilidad de las personas de los agentes diplomáti­ ción a una ilicita acción previa del agente diplomático, entonces ese ataque, que no
cos y de los locales diplomáticos) no quiere decir [...] que un agente diplomático sor­ pudo impedirse, no constituirá una violación del status diplomático y, en consecuen­
prendido en el acto de cometer un delito de agresión o de otra infracción no pueda, cia, el Estado receptor no tiene la obligación de perseguir a la persona que actuó en
en ciertas circunstancias, ser brevemente detenido por la policía del Estado receptor legítima defensa ni el Estado acreditante le podrá exigir que lo haga.
para prevenir la comisión de tal delito». La responsabilidad del Estado receptor, si se vulnera la inviolabilidad de los agen­
La adopción y el cese oportuno de las medidas preventivas no excluye las que, a tes diplomáticos, entendida en los términos indicados, es de carácter absoluto, en
su vez, pueda tomar el Estado receptor en el orden jurídico-diplomático, como, por tanto que incurrirá en ella aunque no pueda imputarse culpa o negligencia a las auto­
ejemplo, llamar la atención o hacer una protesta formal al Estado acreditante, o soli­ ridades del mismo y, por ende al Estado, encargadas de garantizar tal inviolabilidad;
citar la retirada de los agentes diplomáticos presuntamente responsables de los por tanto, el Estado receptor sólo resultará exonerado de su responsabilidad si decla­
hechos ilícitos o, directamente expulsarlos, según la gravedad que tenga o se dé al rase formalmente su incapacidad para hacer frente a sus obligaciones respecto al
caso. status o si el agente diplomático ha actuado incumpliendo su obligación de respetar
En la práctica, como es fácil comprender, en una situación de altercado público, la soberanía y el ordenamiento jurídico del Estado receptor o sobrepasando el alcan­
bien en la vía pública, bien en locales cerrados, en los que se encuentre inmerso un ce de su status diplomático, tal como se indicó respecto a la inviolabilidad de la
agente diplomático, sea o no participante activo en el mismo, su condición de tal no misión. La responsabilidad del Estados receptor implica, también, la obligación de
se sabrá —salvo casos excepcionales de diplomáticos particularmente conocidos— éste de perseguir, juzgar y condenar a los culpables de actos ilícitos contra los agen­
hasta que las fuerzas de seguridad hayan procedido, en su caso, a la identificación de tes diplomáticos que vulneren su inviolabilidad, asi como tener tipificadas penal­
quienes puedan estimarse como implicados; entretanto, por consiguiente, puede mente tales conductas y castigarlas con las penas previstas en sus grados superiores.
resultar detenido o, cuando menos, retenido un agente diplomático, que, desde luego, En fin, asimismo, como se dijo para la inviolabilidad de la misión, el Estado recep­
deberá ser puesto inmediatamente en plena libertad —aunque pueda ser el principal tor ha de proceder, en su caso, a dar la reparación pertinente y, desde luego, a pre­
responsable de los hechos, pues en esto consiste la inmunidad— en el momento en - sentar las disculpas, seguridades y garantías de que no volverán a producirse tales
que acredite su carácter diplomático a través de la «Tarjeta de Identificación del hechos.
Cuerpo Diplomático», que el ministerio de relaciones exteriores del Estado receptor El Convenio de Viena de 1961 regula la inviolabilidad del agente diplomático,
expide a favor de cada agente diplomático acreditado ante él, y en la que consta el en el articulo 29, de la siguiente forma, clara y concisa, que no ha sido controver­
Estado acreditante y el puesto que el diplomático desempeña en la misión. Los agen- tida:
292 CURSO DE DERECHO DIPLOMÁTICO Y C O N SU LA R EL S T A T U S DE LOS MIEMBROS DE LA MISIÓN DIPLOMÁTICA (I) 293

La persona del agente diplomático es inviolable. N o puede ser objeto de ninguna forma de
La residencia del agente diplomático, aunque tenga carácter particular a diferencia de
detención o arresto. El Estado receptor le tratará con el debido respeto y adoptará las medi­
das adecuadas para impedir cualquier atentado contra su persona, su libertad o su dignidad.
la del jefe de la misión que tiene carácter oficial, goza de la misma inviolabilidad que
los locales de la misión y, por tanto, que la del jefe de la misión. Por consiguiente, en
En el derecho español, la regulación básica a tener en cuenta, respecto a la invio­ este punto, es de aplicación lo dicho respecto a la inviolabilidad de los locales de la
labilidad del agente diplomático, es la que el Código penal hace en los artículos 605 misión, en sus aspectos pasivo y activo, si bien con exclusión de la posibilidad de que
en la residencia del agente diplomático pueda concederse asilo diplomático, precisa­
y 606 y 615 y 616, los primeros integrantes de la rúbrica «Delitos contra el Derecho
mente por su condición de residencia particular, toda vez que tal concesión de asilo exce­
de gentes» que constituye el Capítulo Primero del Título XXIV «Delitos contra la
dería al fundamento y razón de ser de la inviolabilidad de esta residencia, establecida en
Comunidad Internacional», y los últimos de la rúbrica «Disposiciones comunes»,
función y para completar y perfeccionar la inviolabilidad del agente diplomático.
Capítulo IV del mismo Título.
El Convenio de Viena de 1961, en el artículo 30.1 dispone, de forma clara y abso­
Art. 605. 1. El que matare [...], o a otra persona intemacionalmente protegida por un
luta, que:
Tratado, que se halle en España, será castigado con la pena de prisión de veinte a veinticinco
años. Si concurrieren en el hecho dos o más circunstancias agravantes se impondrá la pena de 1. La residencia particular del agente diplomático goza de la misma inviolabilidad y pro­
prisión de veinticinco a treinta años. tección que los locales de la misión.
2. El que causare lesiones de las previstas en el artículo 149 [que se refiere a la pérdida
o inutilidad de un órgano o miembro principal y a otras graves consecuencias de las lesiones] En derecho español, la regulación básica respecto a la inviolabilidad de la resi­
a las personas mencionadas en el párrafo anterior, será castigado con la pena de prisión de dencia del agente diplomático se encuentra, por una parte, en los artículos 559 y 560
quince a veinte años. de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, si bien no podrán ser de aplicación, dado su
Si se tratara de alguna de las lesiones previstas en el artículo 150 [que se refiere a la pér­
dida o inutilidad de un órgano o miembro no principal] se castigará con la pena de prisión de
carácter obsoleto y contrario al derecho internacional vigente, tal como se indicó al
ocho a quince años, y de cuatro a ocho años si fuera cualquier otra lesión. estudiar la inviolabilidad de los locales de la misión, y, por otra parte, en los artícu­
3. Cualquier otro delito cometido contra las personas mencionadas en los números pre­ los 605.3 y 606.2 y 615 y 616 del Código penal.
cedentes, [...], será castigado con las penas establecidas en este Código para los respectivos Se recuerda que la regulación de los artículos 559 y 560 de la Ley de Enjui­
delitos, en su mitad superior. ciamiento Criminal, es la siguiente:
Art. 606. 1. El que violare la inmunidad personal [...] o de otra persona intemacio­
Art. 559. Para la entrada y registro en los edificios destinados a la habitación u oficina
nalmente protegida por un Tratado, será castigado con la pena de prisión de seis meses a
de los representantes de las Naciones extranjeras acreditadas cerca del Gobierno de España,
tres años.
les pedirá su venia el Juez, por medio de atento oficio, en el que les rogará que contesten en
2. Cuando los delitos comprendidos en este artículo y en el anterior no tengan señalada
el término de doce horas.
una penalidad recíproca en las leyes del país a que correspondan las personas ofendidas, se
impondrá al delincuente la pena que sería propia del delito con arreglo a las disposiciones de
Art. 560. Si transcurriere este término sin haberlo hecho, o si el Representante extranje­
este Código, si la persona ofendida no tuviese el carácter oficial m encionado en el apartado
ro denegare la venia, el Juez lo comunicará inmediatamente al Ministro de Gracia y Justicia,
anterior.
empleando para ello el telégrafo, si lo hubiere. Entretanto que el Ministro no le comunique su
resolución, se abstendrá de entrar y registrar en el edificio; pero adoptará las medidas de vigi­
Art. 615. La provocación, la conspiración y la proposición para la ejecución de los deli­
lancia a que se refiere el artículo 567.
tos previstos en este Título se castigarán con la pena inferior en uno o dos grados a la que
correspondería a los mismos.
El artículo 567, al que se hace remisión, dispone:
Art. 616. En caso de cometerse cualquiera de los delitos comprendidos en este Título y
en el anterior por una autoridad o funcionario público, se le impondrá, además de las penas Desde el momento en que el Juez acuerde la entrada y registro en cualquier edificio o lugar
señaladas en ellos, la de inhabilitación absoluta por tiempo de diez a veinte años; si fuese un cerrado, adoptará las medidas de vigilancia convenientes para evitar la fuga del procesado o
particular, los Jueces o Tribunales podrán imponerle la de inhabilitación especial para empleo la sustracción de los instrumentos, efectos del delito, libros, papeles o cualesquiera otras
o cargo público por tiempo de uno a diez años. cosas que hayan de ser objeto del registro.

En cuanto al Código penal, el artículo 605.3 dispone:


B. LA INVIOLABILIDAD DE SU RESIDENCIA, DE SUS BIENES
Art. 605. 3. Cualquier otro delito cometido [...], o contra [...], la residencia particular
Y DE SUS DOCUMENTOS Y CORRESPONDENCIA
[...] de dichas personas [se refiere a las personas intemacionalmente protegidas], será castiga­
do con las penas establecidas en este Código para los respectivos delitos, en su mitad superior.
Como consecuencia de la inviolabilidad del agente diplomático o mejor, si se quie­
re, con fundamento en tal inviolabilidad, son, también, inviolables su residencia, sus Para los demás artículos véase su redacción en la transcripción que acaba de hacer­
bienes y sus documentos y correspondencia. se más arriba en relación con la inviolabilidad del agente diplomático.
294 CURSO DE DERECHO DIPLOMÁTICO Y CONSULAR E L S T A T U S D E LO S M IEM BROS DE LA MISIÓN DIPLOMÁTICA (I) 295

Los bienes, documentos y correspondencia del agente diplomático son, también, El Convenio de Viena de 1961, en el artículo 30.2, se refiere a la inviolabilidad de
inviolables. Respecto a los bienes, han de entenderse, en general, todos aquellos de los bienes, documentos y correspondencia del agente diplomático, en los siguientes
uso del agente diplomático necesarios para el normal desarrollo de su vida ordinaria, términos:
por tanto, no sólo los bienes muebles, sino también, por ejemplo, las cuentas corrien­
tes y los medios de transporte; por otra parte, la inviolabilidad se extiende tanto a los 2. Sus documentos, su correspondencia y, salvo lo previsto en el párrafo 3 del artícu­
bienes que se encuentran en la residencia del agente diplomático, que ya resultarían lo 31 [que exceptúa la inviolabilidad de los bienes en relación con los casos en los que el
agente diplom ático no tenga inmunidad de jurisdicción], sus bienes, gozarán igualmente de
protegidos por la inviolabilidad de la misma, como a los que estén fuera de ella.
inviolabilidad.
Como ya se ha visto con relación a la misión diplomática, esta inviolabilidad de los
bienes implica que no pueden ser objeto de ningún tipo de registro, requisa, embar­
En el derecho español, el Código penal hace referencia expresa a los delitos come­
go o medida de ejecución; sin embargo, no gozarán de inviolabilidad y podrá, por
tidos contra los medios de transporte, en el artículo 605.3, y en el mismo podrán,
consiguiente, actuarse sobre ellos en los casos en que, como se verá más adelante, el
también, considerarse incluidos los cometidos contra sus documentos y correspon­
agente diplomático no goce de inmunidad de jurisdicción, a efectos cautelares o eje­
dencia, si se entiende en un sentido amplio la expresión «Cualquier otro delito come­
cutivos.
tido contra las personas mencionadas en los números precedentes [...]». Al ser de
En el caso de las cuentas corrientes, gozarán de inviolabilidad las destinadas a los
aplicación a todo el Título XXIV, sobre «Delitos contra la comunidad internacional»,
ingresos de los haberes que como tal perciba el agente diplomático o, cuando menos,
habrán de tenerse, también, en cuenta, en tanto «Disposiciones comunes» al mismo,
aquellas cantidades que en una cuenta corriente correspondan a tales ingresos. Pero,
los artículos 615 y 616, repetidamente citados y anteriormente ya transcritos.
desde luego, no tendrán inmunidad las cuentas corrientes abiertas con fines relacio­
El artículo 605.3 del Código penal, dispone:
nados con actividades de carácter profesional, cuando asi se le permita, o con inver­
siones que el agente diplomático pueda realizar en el Estado receptor. 3. Cualquier otro delito cometido contra las personas mencionadas en los números pre­
En el caso de los medios de transporte, como se indicó en relación con los de la cedentes [se refieren a las personas intemacionalmente protegidas], o contra [...] los medios
misión diplomática, gozarán de inviolabilidad aquellos a los que se les haya conce­ de transporte de dichas personas, será castigado con las penas establecidas en este Código
dido y circulen con placa CD o, aunque sin ella, se les haya reconocido la inmunidad para los respectivos delitos, en su mitad superior.
y conste debidamente su identificación. Del mismo modo que lo dicho entonces, no
se pueden imponer multas a los agentes diplomáticos por infracciones de circulación Por su parte, el Ministerio de Asuntos Exteriores, para el caso concreto de la impo­
en general ni sus vehículos pueden ser retirados por aparcamiento prohibido ni se les sición de multas por infracciones de circulación, dictó la Orden Circular número
podrá exigir el pago para recuperar su vehículo si ha sido llevado a un depósito; cuan­ 3.124, de 22 de diciembre de 1988 (.BOMAE, de diciembre de 1988), sobre Abono de
do haya que trasladar de lugar un medio transporte por dificultar o poner en peligro las multas de tráfico y aparcamiento, en la que se recomienda a todos los miembros
la seguridad de la circulación, se procurará localizar al agente diplomático para que de las representaciones de España con status, que:
él mismo conduzca el vehículo a un lugar adecuado, y si esto no ha sido posible debe­
1. Dentro del respeto a las Leyes y Reglamentos del Estado receptor, el más puntual
ría ser aparcado en el lugar más cercano posible y ponerlo en su conocimiento o, al cumplimiento de su normativa de tráfico y de estacionamiento de vehículos.
menos, en el de la misión diplomática. En cualquier caso, el Estado receptor siempre 2. Cuando se produzca alguna infracción de esta normativa, el abono de la correspon­
podrá llamar la atención a la misión diplomática para que recuerde a sus agentes diente multa, que, cuando sea posible, ha de ser efectuado con la expresa declaración de su
diplomáticos la obligación que tienen de respetar el ordenamiento jurídico de este voluntariedad y de que no representa renuncia ni abandono de la correspondiente inmunidad
diplomática o consular. Por supuesto, a juicio de V E. [se refiere a los jefes de misión a los
Estado y, por consiguiente, las normas de circulación; y nada impedirá, tampoco, que que se dirige la Orden circular] y según sean las circunstancias concretas de ese país, este
el Estado receptor, ante graves y reiteradas violaciones de estas normas por un agen­ abono puede realizarse por el propio funcionario interesado de modo individual y directo,
te diplomático, solicite que sea retirado o, de no ser así, proceda a declararle perso­ caso por caso, o de modo agrupado por medio de los Servicios de Protocolo del Ministerio
na non grata. de Asuntos Exteriores del Estado receptor.
Por último, y según el buen criterio de V E., cuando la realidad específica del Estado
Respecto a los documentos y correspondencia, su inviolabilidad consiste, asimis­ receptor no aconsejase este abono, puede V E. no efectuar la segunda recomendación, limi­
mo, en que no pueden ser objeto de intervención, consulta o interferencia, en los tér­ tándose por tanto al señalamiento de la primera.
minos señalados en relación con la misión diplomática, y entiendo que ni siquiera en
los asuntos en los que el agente diplomático no goza de inmunidad de jurisdicción,
podrán los tribunales exigirle la aportación o exhibición de sus documentos o corres­ II. LA EXENCIÓN DE PRESTACIONES PERSONALES
pondencia de interés para el asunto, pues, por otra parte —como señaló la Delegación Y CARGAS MILITARES
de la URSS en la Conferencia diplomática de Viena, de 1961— el agente diplomáti­
co ya exhibirá, por propio interés, los documentos que estime pertinentes para ganar En directa vinculación y como consecuencia de la inviolabilidad del agente diplo­
el juicio. mático a éste no se le podrá exigir ningún tipo de prestación personal ni ninguna
296 CURSO DE DERECHO DIPLOMÁTICO Y C ONSULAR
EL S T A T U S DE LOS MIEMBROS DE LA MISIÓN DIPLOMATICA (I) 2 97

carga de carácter militar, porque necesariamente tal exigencia supondrá una acción
decisión se basa en la interpretación que el Estado hace de la disposición convencio­
coactiva contraria a la inviolabilidad personal del agente. La exención de prestacio­
nal; otra cosa es que los Estados acreditantes que respeten el libre tránsito y se sien­
nes personales es una manifestación de la inviolabilidad que tiene su razón de ser en
tan lesionados por decisiones de ese tipo, con independencia de que hagan una pro­
previsión de las situaciones de urgencia o emergencia que puedan producirse en el
testa formal, no acostumbran a hacer de ello un asunto de particular gravedad y
Estado receptor y que permite a sus autoridades requerir coactivamente la colabora­
resuelven el problema adoptando, en represalia —y no como retorsión, si se parte de
ción de toda persona que pueda prestar una ayuda útil, sobre la base de una obliga­
que se trata de la violación de una norma— idénticas medidas respecto a los agentes
ción o deber cívico general, pero que no podrá imponerse a los agentes diplomáticos. diplomáticos de los correspondientes Estados receptores. No obstante, en estas situa­
Esta exención alcanza, también, con mayor razón, a cualquier contribución personal ciones limitativas los Estados receptores prevén, en general, la posibilidad de que los
que, de modo ordinario, toda persona o determinadas categorías de personas tengan agentes diplomáticos extranjeros se desplacen y circulen más allá del radio restricti­
obligación de hacer como prestación social o servicio público durante un determina­ vo, si se les concede un permiso específico o un salvoconducto; para ello, la prácti­
do periodo de tiempo. ca usual es que la misión diplomática solicitará la autorización de! desplazamiento,
La exención de cargas militares —cuya referencia expresa en el Convenio, fue indicando el lugar o lugares de destino, motivo del desplazamiento y agente o agen­
incluida por enmienda de la Delegación de Bélgica— implica que no se puede exigir tes diplomáticos que han de viajar, y el Estado receptor podrá pedir aclaración o
a los agentes diplomáticos ciertas prestaciones a los ejércitos del Estado receptor que ampliación de datos y autorizar —o no— sin más o de forma condicionada lo solici­
lleguen a necesitar en el ejercicio de acciones armadas e incluso, si así fuese preciso, tado y expedir el permiso o salvoconducto pertinente.
en el desarrollo de maniobras militares. Estas cargas, de las que se ha de eximir al La distinción entre zonas de acceso prohibido o reglamentado, al tener, en ambos
agente diplomático, se concretan usualmente en requisiciones y alojamientos milita­ casos, que responder su creación a razones de seguridad nacional, no es más que de
res, que, por el contrario, le podrán ser impuestas a cualquier otra persona. grado en función de la posibilidad de acceso a las mismas. En las primeras, esta posi­
El Convenio de Viena de 1961, en el articulo 35, establece, así, tales exenciones: bilidad realmente no existe y la entrada en ellas está reservada a los empleados o res­
ponsables directos de la zona o a altos responsables políticos; en las segundas, podrá
El Estado receptor deberá eximir a los Agentes diplomáticos de toda prestación personal, permitirse el acceso a concretas categorías de personas o en particulares circunstan­
de todo servicio público cualquiera que sea su naturaleza y de cargas militares, tales como las cias, es decir, la entrada en ellas es condicionada, sujeta a una determinada regula­
requisiciones, las contribuciones y los alojamientos militares.
ción. Respecto a estas zonas de acceso reglamentado, los agentes diplomáticos o
mejor —normalmente— ciertos agentes diplomáticos, como el jefe de la misión, en
general, o los específicos agregados o consejeros sectoriales, para las zonas corres­
111. LA LIBERTAD DE TRÁNSITO pondientes a sus respectivos cometidos, podrán, en principio, acceder a tales zonas,
en las condiciones que se establezca y previa solicitud al efecto hecha por la misión
Los agentes diplomáticos para el correcto ejercicio de la función de observación e diplomática.
' información, propia de la misión diplomática, y también como consecuencia de la El Convenio de Viena de 1961, en el articulo 26, regula esta materia en los siguien­
obligación del Estado receptor de facilitar el ejercicio de las funciones diplomáticas, tes términos:
han de poder desplazarse y circular libremente por todo el territorio del Estado recep­
tor, en respeto de una vieja norma de derecho diplomático. Sin embargo, en aras de Sin perjuicio de sus leyes y reglamentos referentes a zonas de acceso prohibido o regla­
las modernas exigencias de los Estados hay que aceptar unas necesarias —aunque mentado por razones de seguridad nacional, el Estados receptor garantizara a todos los miem­
bros de la misión la libertad de circulación y de tránsito por su territorio.
hayan de ser minimas— excepciones; de esta manera los Estados podrán establecer,
por razones de seguridad nacional, zonas en las que la entrada esté excluida o res­
tringida, pero, en cualquier caso, estas zonas no deberán ser tan numerosas o amplias
que lleguen a convertir en ilusoria o vaciar de contenido la libertad de tránsito.
Teniendo en cuenta lo dispuesto por el artículo 26 del Convenio de Viena de 1961,
de cuya redacción se deduce que su finalidad es garantizar el respeto al derecho de
libre tránsito, habrá de entenderse que, salvo particulares razones históricas —como
pueden ser las alegadas por Arabia Saudí respecto a las ciudades sagradas de La
Meca y Medina, basadas en motivos religiosos— sólo verdaderas razones de seguri­
dad nacional justificarían la creación de dichas zonas. Por ello la norma o práctica,
relativamente extendida, por la que ciertos Estados prohíben el libre desplazamiento
de los agentes diplomáticos más allá de un determinado radio de la ciudad sede de la
misión diplomática (p. e., 50, 75, 100 kilómetros) debe ser considerada como una
violación del derecho vigente y no cabe aceptar como argumento justificativo que tal
E L S T A T U S D E L O S M IE M B R O S D E L A M IS IÓ N D IP L O M Á T IC A (II) 299

Pero la inm unidad de jurisdicción penal no significa impunidad por los delitos que
se hubieran com etido, cualquiera que fuese su gravedad, com o expresamente mani­
CAPÍTULO XXV fiesta el T IJ en el Asunto relativo al auto de prisión de 11 de abril de 2000. El inte­
rés superior de la justicia exige que no haya delito sin perseguir y, por ello, el Estado
EL STATUS DE LOS MIEMBROS acreditante queda obligado a enjuiciar a su agente diplomático, requiriendo de la
autoridad com petente que inste o inicie el correspondiente proceso; y el Estado
DE LA MISIÓN DIPLOMÁTICA (I I ) receptor podrá, asim ism o, actuar ante el acreditante, por vía diplomática, para que,
en efecto se inicie el proceso y podrá seguir su desarrollo para procurar su correcta
conclusión, en la m edida en que no suponga intromisión directa en el proceso ni
1. EL STATUS DE LOS AGENTES DIPLOMÁ TICOS (II) interferencia en la independencia judicial. No obstante, el Estado acreditante no ten­
drá obligación de enjuiciar a su agente diplomático, ni podrá hacerlo, cuando su
IV LA INMUNIDAD DE JURISDICCIÓN legislación penal no considere constitutivos de delito los hechos de los que le acusa
el E stado receptor — aunque a causa de ello haya sido retirado el agente diplomático
La inmunidad de jurisdicción de los agentes diplomáticos, que regula el Convenio para no deteriorar innecesariam ente las relaciones bilaterales y evitar la mala conno­
de Viena de 1961, está referida a éstos, como concreción del status debido al Estado tación de ser expulsado— , sobre todo teniendo en cuenta que, en la casi totalidad de
acreditante, por su condición de representantes extranjeros, pero en relación con sus estos casos, se trata de hechos que sólo son calificados como delictivos en Estados
actos como personas particulares, por tanto al margen de sus funciones oficiales en no dem ocráticos que no garantizan las libertades fundamentales y que no respetan ni
las que actúa en nombre y por cuenta del Estado acreditante, personalizando la garantizan plenam ente los derechos humanos.
misión diplomática. En tanto inmunidad de jurisdicción, im plica que los agentes La inmunidad en los demás ámbitos de la jurisdicción, que el Convenio de Viena
diplomáticos, por tales actos, no podrán ser llevados ante los tribunales del Estado incluye bajo la denom inación de inmunidad de jurisdicción civil y administrativa, se
receptor, es decir, no podrán ser objeto de querella o dem anda alguna ante estos tri­ establece com o principio general, pero caben excepciones en relación con determi­
bunales, aunque ello no significa ni impide que el agente diplom ático pueda ser él,
nadas acciones, respecto a las cuales el agente diplomático no podrá alegar su inmu­
en cambio, querellante o demandante ante los mismos tribunales.
nidad de jurisdicción, y los tribunales podrán admitir las correspondientes demandas
La inmunidad de jurisdicción del agente diplomático alcanza a todos los ámbitos
que se les presenten. Se reconocen así, las siguientes excepciones:
de la misma, haya o no unidad de jurisdicción y, por tanto, a todos los tribunales ordi­
En prim er lugar, en relación con los bienes inmuebles. No habrá inmunidad res­
narios o especiales que puedan existir en el Estado receptor. Pero, a diferencia de la
pecto a acciones reales relativas a inmuebles que, a título personal, tenga el agente
inmunidad de jurisdicción por actos realizados en el ejercicio de sus funciones que
diplom ático en el Estado receptor; esta pertenencia ha de entenderse en concepto de
tiene carácter absoluto —ya que al actuar en nombre del Estado acreditante no cabrá
propietario o de poseedor con la intención o convencimiento de dueño, pues no en
nunca plantear una querella o demanda contra él— , esta inmunidad p o r los actos rea­
otra calidad podría deducirse contra él una acción real, y, por tanto, así ha de inter­
lizados como particular es relativa, es decir, con independencia de lo que se verá más
pretarse lo dispuesto por el artículo 31 del Convenio de Viena de 1961. Por ello, al
adelante respecto a excepciones y correctivos, la jurisdicción del Estado receptor
para estos actos del agente diplomático renace si éste perm anece, ya sin status, en el agente diplom ático arrendatario de un inmueble no le es aplicable la excepción y, por
Estado receptor o regresa a él sin tal condición, siempre que, todavía, no haya pres­ tanto, goza de inmunidad de jurisdicción, porque por el arrendamiento el arrendador
crito la acción y quepa, por tanto, presentar la querella o dem anda correspondiente tan sólo cede el uso del inmueble al arrendatario que no es jurídicamente un posee­
contra el agente diplomático. dor, de ahí que la acción contra él sea una acción personal y no real, que es la que se
Dentro de tales parámetros, la inmunidad de jurisdicción penal, es total, el agente contem pla en la excepción. Por eso también hay que rechazar la argumentación, en
diplomático en ningún caso podrá ser objeto de una querella por hechos delictivos defensa de la posibilidad de deducir demanda contra el agente diplomático arrenda­
cometidos en el Estado receptor mientras mantenga su condición diplom ática y la tario, sobre la base de que dicho artículo 31 al establecer la excepción a la inmuni­
comisión de tales hechos no implica, p er se, la pérdida de esta condición, por lo que dad dice, en su segunda parte, «al menos que el agente diplomático los posea [los bie­
seguirá disfrutando plenamente de su status que el Estado receptor deberá garantizar. nes inmuebles] por cuenta del Estado acreditante para los fines de la misión», ale­
Sin embargo, no hay duda de que ante la comisión de delitos graves o de reincidencia gando que como el agente diplomático no posee el inmueble con tal carácter ni fina­
en delitos menores, el Estado receptor reaccionará solicitando al Estado acreditante lidad, sino por sí y a título particular, no goza de inmunidad; tal argumentación, sin
embargo, resulta falaz al no tener en cuenta la primera parte de la disposición, que es
la retirada del agente diplomático y en el caso de que así no se hiciere será declara­
la que realmente establece la excepción en los casos de «acción real sobre bienes
do persona non grata y expulsado del Estado, aunque hasta el m om ento de salir de
inmuebles particulares», la cual no es posible deducir contra un arrendatario, ya que
su territorio el Estado receptor deberá respetar y garantizarle su status.
la acción arrendaticia es personal, porque, como se acaba de indicar, el arrendador no
[298] posee, a pesar de la incorrecta expresión del Convenio (la posesión como la propie-
300 CURSO DE DERECHO DIPLOM Á TICO Y C O N S U L A R E L S T A T U S D E L O S M IE M B R O S D E L A M IS IÓ N D IPL O M Á T IC A (II) 301

dad, en buena técnica jurídica, no cabe tenerse por cuenta de otro); aun en los casos de su E stado acreditante, y cuando no exista tal prohibición, aun así deberá contar
en que el Estado acreditante sea quien arriende las viviendas para uso de sus agentes con el consentim iento del Estado acreditante respecto a la actividad concreta a de­
diplomáticos, éstos gozarán, también, de inmunidad de jurisdicción, porque, entonces sarrollar y, desde luego, deberá obtener la autorización del Estado receptor, es decir,
la acción, aunque seguiría sin ser real, habría de dirigirse contra el Estado acreditan­ el agente diplom ático nunca podrá ejercer actividad particular alguna, sin más, por
te, que es el arrendatario, y siempre que tal arrendamiento fuese calificado com o acto propia decisión, siendo, sin duda, la decisión del Estado receptor la definitiva, sin que
iure gestionis. quepa reclam ación alguna contra ella si es negativa; el consentimiento del Estado
En segundo lugar, en relación con las herencias. No habrá inm unidad respecto a acreditante, lo m ism o que la autorización del receptor, dependerán tanto del estado
las acciones sucesorias relativas a herencias a las que sea llamado, bajo cualquier de las relaciones entre ellos com o de la actividad concreta que el agente diplomático
condición, el agente diplomático a título particular. A estos efectos es irrelevante, al pretenda desarrollar, en función, precisamente, de como se encuentren estas relacio­
menos en principio, cuál sea la nacionalidad del de cuius, donde se abra la herencia nes. Entendido así el artículo 42, resulta compatible con la excepción del artículo 31,
o donde radiquen y qué clase de bienes integran la herencia, basta que el tribunal del adem ás de que ésta sea aplicable a los miembros de la familia del agente diplomáti­
Estado receptor, ante el que se ejerce la acción sucesoria, sea competente para cono­ co, a quienes no afecta el artículo 42, aunque hayan de tener permiso para el ejerci­
cer de la demanda. El agente diplomático puede ser demandado cualquiera que sea cio de una actividad profesional, en los términos que se verán m ás adelante.
su relación con la herencia, en razón de su concreta condición, tanto sea la de velar Por otra parte, por actividad profesional o comercial ha de entenderse una activi­
por la misma o por el cumplimiento de las disposiciones testamentarias, como admi­ dad ejercida de m odo ordinario, permanente, con ingresos regulares y sujeta a las
nistrador, albacea, partidor, etc., como la de destinatario de bienes, sea a título de norm as del Estado receptor que regulen su ejercicio. Por ello, no se considerarán acti­
heredero, de legatario, fideicomisario, usufructuario, etc. vidades profesionales, en sentido propio, las de carácter científico, literario o cultu­
En tercer lugar, en relación con el ejercicio de una actividad profesional. No habrá ral en general, que, com o es frecuente, desarrollan los agentes diplomáticos, de modo
inmunidad respecto a las acciones que puedan deducirse contra un agente diplomáti­ temporal u ocasional, gratuitam ente o por una pequeña remuneración, como confe­
co como consecuencia de alguna actividad profesional que ejerza fuera de sus fun­ rencias, cursos breves o sem inarios, por lo que su realización queda excluida de la
ciones oficiales. Esta excepción requiere, sin embargo, particulares observaciones en prohibición del artículo 42.
cuanto a su razón de ser y alcance. En cuanto a las acciones relativas a inversiones que el agente diplomático haga,
Por una parte, hay que tener en cuenta que la generalidad de los Estados conside­ como particular, en el Estado receptor, aunque no se mencionen expresamente en el
ra incompatible la función diplomática con el ejercicio de una actividad profesional artículo 31 y no se trate de una actividad propiamente profesional, por lo que tam­
e incluso lo prohíben expresamente a sus agentes diplomáticos y si es el Estado poco está específicam ente prohibida al agente diplomático ni éste requiere autoriza­
receptor quien no consiente tales actividades a los representantes extranjeros, en el ción para ello — salvo lo que el Estado receptor tenga dispuesto en las normas gene­
caso de que las ejercieran podría exigir el cese inmediato en ellas, solicitar que sean reti­ rales sobre inversión extranjera— , habrá que entender que el agente diplomático, res­
rados o proceder a declarar persona non grata al agente diplomático por incumpli­ pecto de estas acciones, no goza de inmunidad de jurisdicción, pues se refieren a una
miento de la obligación que tiene de respetar el ordenamiento jurídico del Estado actividad particular voluntaria y, además, tal consideración resulta de una interpreta­
receptor; pero, todavía más, al considerarse que ésta es la situación general, por ción concordante con la excepción a la inmunidad fiscal que el artículo 34, del
enmienda presentada por Colombia, se aprueba un nuevo artículo en la Conferencia mismo Convenio de Viena, establece para esas inversiones.
de Viena, el actual artículo 42 del Convenio de 1961, que prohíbe expresamente al En cuarto lugar, en relación con las acciones reconvencionales. Si bien el artícu­
agente diplomático el ejercicio de toda actividad profesional o comercial en prove­ lo 31 del Convenio de Viena de 1961 recoge como excepciones a la inmunidad de juris­
cho propio. ¿Qué utilidad tiene, entonces, la excepción a la inmunidad del artículo 31 dicción civil y administrativa únicamente las tres que se acaban de examinar, entien­
y cómo se compatibilíza ésta con el artículo 42? Colombia, en efecto, proponía, tam­ do que también se ha de incluir como excepción — posibilidad que la propia CD1
bién, como consecuencia del nuevo artículo, la supresión de la excepción del artícu­ admitía en su comentario al Proyecto definitivo de artículos— lo dispuesto por el
lo 31, pero esta enmienda no fue aprobada por la Conferencia, quizá porque en el párrafo 3 del artículo 32 respecto a la reconvención directamente ligada a una acción
fondo la nueva prohibición del artículo 42 no es valorada por todos los Estados como principal ejercida por el agente diplomático. Se trata del supuesto en el que el agen­
verdaderamente absoluta y, además, como se puso de manifiesto en la Conferencia, te diplomático actúa como demandante — lo que, como ya se ha visto, es posible y
porque la excepción es aplicable a los miembros de la familia del agente diplomáti­ no queda excluido por la inmunidad— y, con relación a los mismos hechos objeto de
co que formen parte de su casa, a los que, en cambio, no les es aplicable la prohibi­ la demanda, el demandado considera que es él quien ha de ejercer acción, reconven­
ción del artículo 42. En definitiva, cabe concluir que el artículo 42 establece la prohi­ ción, contra el agente diplomático, como consecuencia de la exposición de esos
bición con carácter general, como declaración de principio, pero que no se impondrá hechos; no es posible, en cambio, que el demandado reaccionase presentando, a su
a los Estados acreditantes o receptores que permitan el ejercicio de actividades pro­ vez, contra el agente diplomático una demanda por hechos distintos a los de la
fesionales; de esta manera, entiendo que el agente diplomático, como es obvio, no demanda presentada por éste, porque en este caso no seria reconvención y el agente
podrá ejercer actividad distinta a sus funciones si lo tiene prohibido por la legislación diplomático gozará de inmunidad.
E L S T A T U S DE LOS M IEM BROS DE LA M ISIÓN DIPLOM ÁTICA (II) 303
302 CURSO DE DERECHO DIPLOMÁTICO Y CONSULAR

El artículo 32, aunque está destinado a regular la renuncia a la inmunidad de juris­ drá que volver a decidir sobre ella, sin que decisiones anteriores le vinculen a tener
dicción de los agentes diplomáticos, no puede conducir a entender el párrafo 3 como que renunciar. Por otra parte, la renuncia a la inmunidad de jurisdicción no afecta al
un caso de renuncia implícita como consecuencia de haber sido el agente diplomáti­ resto del status, se mantienen, por tanto, todas las demás inmunidades y privilegios
co quien hubiera iniciado el juicio. Es cierto que en la redacción del Proyecto defi­ que corresponden al agente diplomático, incluso, si es el caso, la misma inmunidad
nitivo de artículos se distinguía entre la renuncia en el ámbito penal y en el ámbito de jurisdicción en relación con otros asuntos en que estuviese implicado, respecto a
civil y administrativo, exigiéndose la renuncia expresa, para el primero, pero admi­ los cuales no se hubiese renunciado. En fin, la renuncia, en cambio, como no podía
tiéndose que pudiera ser también implícita, para el segundo, lo que se presumía en ser de otra manera, afectará a la totalidad del proceso en cualesquiera de las instan­
los casos en que el agente diplomático, sin alegar la inmunidad, compareciera enjui­ cias en que se pueda seguir, es decir, si se renuncia a la inmunidad de jurisdicción en
cio como demandado; y no podría alegar la inmunidad de jurisdicción respecto a las primera instancia no podrá ya alegarse la inmunidad en caso de apelación en otras
reconvenciones ligadas a la demanda principal. Sin embargo, conforme a la redac­ instancias.
ción del Convenio, aprobada tras la aceptación de la enmienda presentada por En el ámbito penal, la renuncia a la inmunidad de jurisdicción es muy difícil que
Polonia, que establece de modo absoluto que la renuncia ha de ser siempre expresa, se haga; prácticamente no se da, porque el Estado acreditante prefiere retirar a su
agente diplomático y que sean sus propios tribunales quienes lo juzguen, antes que
suprimiendo la distinción entre el ámbito penal y el civil y administrativo, no cabe ya
un juicio en el Estado receptor o que, si no es así, éste le declare persona non
presumir, en este último, la renuncia implícita por el agente diplomático, de modo,
grata. Cosa distinta a la renuncia es el caso, desde luego excepcional y en relación
que la inexistencia de inmunidad respecto a las acciones reconvencionales no puede
con crímenes internacionales o delitos de derecho internacional, en que el Estado
entenderse más que como una cuarta excepción a la inmunidad de jurisdicción; esta
acreditante lo que hace es desposeer, de su condición de tal, por pérdida de la cuali-
conclusión resulta, además, reforzada toda vez que el titular del derecho al status es
ficación necesaria, a su agente diplomático perseguido por la comisión de alguno de
el Estado acreditante y sólo él puede renunciar al mismo y nunca el agente diplomá­
esos crímenes o delitos, si considera que hay fundadas razones para su enjuicia­
tico como particular.
miento, mostrando, así, su repulsa por tales hechos y a la vez el pleno respeto a las
La inmunidad de jurisdicción, en ningún caso, es una especie de «patente de
correspondientes normas juridico-intemacionales. En estos casos, a diferencia de lo
corso» que conduce a la impunidad, en modo alguno es ésta su razón de ser y por eso
que ocurre con la renuncia, el agente diplomático, al perder su acreditación, no es
existen diversos medios que tratan de «corregir» la inmunidad y evitar la impunidad.
más que un particular sin ningún tipo de status, sobre el cual puede ejercer toda su
Entre ellos hay que destacar la renuncia a la inmunidad y la actuación ante los tribu­
autoridad y competencias el Estado receptor.
nales del Estado acreditante.
La actuación ante los tribunales del Estado acreditante. Si bien en razón de la
La renuncia a la inmunidad. Teniendo en cuenta que el status diplomático se fun­
inmunidad, salvo los supuestos exceptuados, no cabe presentar, contra un agente
damenta en el interés de la función diplomática, el Estado acreditante puede renun­
diplomático, querellas o demandas ante los tribunales del Estado receptor y éstos, si
ciar al mismo y debería renunciar, aunque no tiene ninguna obligación jurídica, en
se da el caso, no deberán admitirlas, ello no impide a las personas afectadas, lesio­
los casos en que la renuncia no afecte al ejercicio de la función diplomática, sin
nadas o perjudicadas por el agente diplomático, ejercer contra él las acciones perti­
embargo, el Convenio de Viena de 1961 sólo se refiere a ella respecto a la inmuni­
nentes ante los tribunales del Estado acreditante. En general, y en principio, esta
dad de jurisdicción del agente diplomático en tanto particular y demás miembros de
posibilidad o correctivo a la inmunidad deberá ser eficaz, sin más inconvenientes o
la misión que gocen de status. La renuncia habrá de hacerla siempre el Estado acre­
dificultades que las propias de actuar ante tribunales extranjeros, hoy, por lo demás,
ditante, como único titular del status, y usualmente lo hará en su nombre el jefe de la
disminuidas al ser tal actuación práctica frecuente debido al intenso tráfico jurídico
misión diplomática, si bien respecto a sí mismo lo más correcto será que renuncie el
internacional. Los problemas podrán surgir, sin embargo, por una parte, en aquellos
propio ministerio de relaciones exteriores, para evitar que sea la misma persona la
casos en los que el Estado acreditante no tenga atribuida a sus tribunales competen­
que decida sobre la renuncia a su inmunidad. La decisión sobre si se renuncia o no cia personal respecto a sus nacionales por delitos cometidos o actividades realizadas
se tomará sobre la base del interés del Estado acreditante y la valoración que se haga en territorio extranjero; y, por otra parte, en relación con la determinación del tribu­
de su conveniencia u oportunidad no es, por tanto, relevante, en principio, la volun­ nal competente, cuando el Estado acreditante no tenga establecido un domicilio
tad del agente diplomático o persona afectada por la renuncia, es decir, el Estado nacional de sus agentes diplomáticos en el extranjero o no haya designado un tribu­
acreditante podrá decidir renunciar o no, según convenga a sus intereses, aun contra nal competente para conocer de los juicios contra ellos, aunque, en estos casos,
la voluntad del afectado. podría, quizá, presumirse como domicilio el ministerio de relaciones exteriores del
La renuncia ha de ser siempre expresa, lo que ordinariamente, para su m ejor cons­ Estado acreditante. En la hipótesis de que el agente diplomático sea nacional de un
tancia, conllevará el ser escrita; no puede presumirse hecha tácitamente. La renuncia tercer Estado y no tenga residencia habitual en el Estado acreditante, en el caso más
se ha de hacer para cada caso concreto, es decir, que el hecho de haberse renunciado probable de que éste no tenga competencia, habrá de entenderse que, en los mismos tér­
en una ocasión a la inmunidad de jurisdicción no supone que en casos sucesivos, ni minos que se acaban de indicar respecto a los tribunales del Estado acreditante, serán
siquiera simultáneos, aunque sean supuestos semejantes o respecto al mismo agente competentes los tribunales del Estado del que es nacional ese agente diplomático y
diplomático, pueda sobreentenderse la renuncia, sino que el Estado acreditante ten­
304 CURSO DE DERECHO DIPLOMÁTICO Y CONSULAR EL S T A T U S DE LOS MIEMBROS DE LA MISIÓN DIPLOMÁTICA (II) 305

ante ellos se habrán de presentar las querellas o demandas pertinentes contra el En derecho español, de manera general, la inmunidad de jurisdicción del agente
mismo. diplomático hay que entenderla incluida en la disposición genérica del artículo 21.2
Además de estos dos correctivos específicos de la inmunidad de jurisdicción del de la Ley Orgánica del Poder Judicial, que, tras establecer la competencia de los juz­
agente diplomático, la persona que resulte perjudicada por la misma podrá, en cual­ gados y tribunales españoles en el párrafo 1, exceptúa de la misma los casos de
quier momento, pero particularmente antes de actuar judicialmente, acudir a la inmunidad de jurisdicción previstos por las normas de derecho internacional públi­
misión diplomática para hablar con el jefe de la misión y solicitarle que intervenga co. La competencia de los tribunales españoles sobre causas civiles o penales, pro­
para procurar la solución del asunto que le enfrenta con el agente diplomático; si esta movidas contra sus agentes diplomáticos, por hechos producidos en el Estado recep­
gestión no da resultado, podrá, entonces, dirigirse al ministerio de relaciones exte­ tor, puede considerarse basada, de modo general, en el mismo artículo 21, párrafo 1,
riores del Estado receptor, para que actúe ante la misión diplomática interesándose al atribuirles competencia para conocer de juicios entre españoles y entre españo­
por el asunto y tratar de conseguir un arreglo adecuado. En términos generales, tam­ les y extranjeros con arreglo a lo establecido en la propia Ley y «en los tratados
bién habrá de tenerse presente la ya estudiada obligación de los agentes diplomáticos y convenios internacionales en los que España sea parte», incorporándose así la dis­
de respetar las leyes y reglamentos del Estado receptor y de no inmiscuirse en sus posición del párrafo 4 del artículo 31 del Convenio de Viena, arriba transcrito, que
asuntos internos. la inmunidad de jurisdicción del Estado receptor no exime de la del Estado acredi­
Por último, interesa dejar constancia de que en la Conferencia diplomática de Viena tante; en el ámbito penal, tal competencia se reconoce en el artículo 23.2, que la
de 1961 hubo un importante debate en tomo a la conveniencia de incluir una nueva establece para los hechos previstos en las leyes penales españolas, aunque no fuesen
excepción a la inmunidad de jurisdicción civil — sobre la base de una enmienda de cometidos en territorio español, si el responsable de los mismos fuese español y si,
Países Bajos—, en relación con las acciones por daños y perjuicios con motivo de un entre otros requisitos, a) el hecho fuese punible en el lugar de ejecución, lo que se
accidente de circulación producido por un agente diplomático; sin embargo no pros­ concreta en el artículo 65.l.e) que otorga a la Audiencia Nacional el conocimiento,
peró, entre otras razones, por la irregularidad que supondría el quedar tales acciones entre otros, de los delitos cometidos fuera del territorio nacional cuando su enjui­
desvinculadas de la acción penal respecto al accidente que origina los daños y per­ ciamiento corresponda a los tribunales españoles. Por último, para la determinación
juicios, ya que, en todo caso, permanece la inmunidad total de la jurisdicción penal, del tribunal competente en otros órdenes judiciales, el párrafo segundo de artícu­
y por las dificultades y anomalías que surgirían al tenerse que distinguir entre la lo 40 del Código civil establece que el domicilio de los agentes diplomáticos, en el
comisión del accidente por el agente diplomático en el ejercicio de sus funciones, en ejercicio de sus funciones en el extranjero, será el último que hubieren tenido en
cuyo caso se mantendría la inmunidad y la comisión del mismo fuera de tal ejerci­ España; a estos efectos, será, por tanto, indiferente que ese domicilio fuese una
cio, supuesto en el que tendría lugar la excepción. vivienda en propiedad o en arrendamiento, que siga siendo ocupada por su familia,
El Convenio de Viena de 1961 regula la inmunidad de jurisdicción del agente esté ocupada por otras personas o simplemente esté desocupada; como respecto a
diplomático en los artículos 31.1 y 4 y 3 2 .1 ,2 y 3 : los tribunales de su Estado el agente diplomático no goza de inmunidad, todas las
resoluciones judiciales relativas al juicio que se siga contra él le serán notificadas
Art. 31. 1. El Agente diplomático gozará de inmunidad de la jurisdicción penal del por los medios establecidos para estos casos por los acuerdos multilaterales o bila­
Estado receptor. Gozará también de inmunidad de su jurisdicción civil y administrativa excep­ terales, en que sean parte España y el Estado receptor, no obstante, tales notifica­
to si se trata:
ciones se harán prácticamente siempre al procurador del agente diplomático, bien
a) De una acción real sobre bienes inmuebles particulares radicados en el territorio del
Estado receptor, a menos que el Agente diplomático los posea por cuenta del Estado acredi­ porque, en razón de la clase del juicio, se exija legalmente la representación por
tante para los fines de la misión; medio de procurador, o bien porque voluntariamente el agente diplomático haya
b) De una acción sucesoria en la que el Agente diplomático figure, a título privado y no optado por ser así representado.
en nombre del Estado acreditante, como ejecutor testamentario, administrador, heredero o En cuanto al ejercicio, por el agente diplomático, de actividad profesional en el
legatario; Estado receptor, el Reglamento Orgánico de la Carrera Diplomática, aprobado por
c) De una acción referente a cualquier actividad profesional o comercial ejercida por el
Agente diplomático en el Estado receptor fuera de sus funciones oficiales.
Decreto de 15 de julio de 1955 {BOE, del 24 de julio de 1955), parcialmente en vigor,
[...] en el artículo 73, prohíbe tal posibilidad a los representantes españoles.
4. La inmunidad de jurisdicción de un Agente diplomático en el Estado receptor no le Las distintas normas citadas se expresan en los siguientes términos:
exime de la jurisdicción del Estado acreditante. Ley Orgánica del Poder Judicial:
Art. 32. 1. El Estado acreditante puede renunciar a la inmunidad de jurisdicción de sus Art. 21. 1. Los Juzgados y Tribunales españoles conocerán de los juicios que se susci­
Agentes diplomáticos y de las personas que gocen de inmunidad conforme al artículo 37. ten en territorio español entre españoles, entre extranjeros y entre españoles y extranjeros con
2. La renuncia ha de ser siempre expresa. arreglo a los establecido en la presente Ley y en los tratados y convenios internacionales en
3. Si un Agente diplomático o una persona que goce de inmunidad de jurisdicción con­ los que España sea parte.
forme al artículo 37 entabla una acción judicial, no le será permitido invocar la inmunidad
de jurisdicción respecto de cualquier reconvención directamente ligada a la demanda prin­ Art. 21. 2. Se exceptúan los supuestos de inmunidad de jurisdicción y de ejecución
cipal. establecidos por las Normas de Derecho Internacional Público.
306 CURSO DE DERECHO DIPLOMÁTICO Y CONSULAR EL S T A T U S DE LOS MIEMBROS DE LA MISIÓN DIPLOMÁTICA (II) 307

Art. 23. 2. Asimismo, conocerá [se refiere a la jurisdicción española] de los hechos a menos que el agente diplomático los posea por cuenta del Estado acreditante para fines de
previstos en las leyes penales españolas como delitos, aunque hayan sido cometidos ñiera del la misión» diplomática; mientras que en el proceso a quo se había ejercitado por la actora una
territorio nacional, siempre que los criminalmente responsables fueren españoles o extranje­ acción personal, derivada de un contrato de arrendamiento.
ros que hubieren adquirido la nacionalidad española con posterioridad a la comisión del (Fundamento jurídico 4, párrafo primero).
hecho y concurrieren los siguientes requisitos:
a) Que el hecho sea punible en el lugar de ejecución. Ello se confirma, además, si se examina la jurisprudencia de otros Estados [...], pues ésta
es conforme en reconocer que dicha excepción no comprende las acciones contra Agentes
Art. 65. La Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional conocerá: diplomáticos derivadas de un contrato de arrendamiento [...].
l.° Del enjuiciamiento, salvo que corresponda en primera instancia a los Juzgados (Fundamento jurídico 4, párrafo tercero).
Centrales de lo Penal, de las causas por los siguientes delitos:
a) [...] En efecto, si el titular de la inmunidad tiene el deber de respetar las leyes y reglamentos del
e) Delitos cometidos fuera del territorio nacional, cuando conforme a las leyes o a los
Estado receptor (art. 41.1 del mencionado Convenio) de ello se deriva que en un supuesto
tratados corresponda su enjuiciamiento a los Tribunales españoles.
como el presente el arrendador tiene la posibilidad de poner en conocimiento del Ministerio de
En todo caso, la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional extenderá su competencia al
Asuntos Exteriores el incumplimiento del pago de la renta pactada, para que dicho órgano soli­
conocimiento de los delitos conexos con todos los anteriormente reseñados.
cite del Estado acreditante bien que compela al Agente diplomático a cumplir dicha obligación
o bien que renuncie a la inmunidad de jurisdicción civil (art. 32.1 del mismo Convenio). Pues
Código civil: si el Estado acreditante no accede a ello, podrá comunicarle que el Agente diplomático es con­
siderado persona non grata en España, lo que entrañará la retirada o el termino de las funcio­
Art. 40, párrafo segundo. El domicilio de los diplomáticos residentes por razón de su nes diplomáticas de éste, acordada por el Estado acreditante, y, caso de no acordarla, el Estado
cargo en el extranjero, que gocen del derecho de extraterritorialidad, será el último que hubie­ receptor podrá negarse a reconocerlo como miembro de la misión (art. 9.1 y 2 del mismo
ren tenido en territorio español. Convenio). De suerte que si existe una conducta diligente del particular y ésta va seguida de la
acción del Estado receptor frente al Estado acreditante, ello puede permitir que quede expedi­
to para el arrendador el acceso a la jurisdicción civil en nuestro país. Debiendo señalarse, asi­
El Reglamento Orgánico de la Carrera Diplomática: mismo, que si los poderes públicos no adoptaran las medidas adecuadas para proteger los dere­
chos e intereses del particular, por ejemplo no ejerciendo la protección diplomática cuando la
Art. 73. Se prohíbe a los funcionarios de la Carrera Diplomática que desempeñen cargos misma sea procedente (STC 107/1992, fundamento jurídico 3), pese a haberla solicitado, éste
en el extranjero, ejercer comercio, profesión o industria en el país en el que estén destinados. podrá eventualmente ejercitar una petición indemnizatoria ante los Juzgados y Tribunales espa­
ñoles por la lesión sufrida en sus bienes y derechos (art. 106.1 CE). Lo que también posibili­
En el derecho español hay que hacer, además, particular referencia a la Sentencia ta, aunque indirectamente, la satisfacción judicial de los derechos e intereses de los particula­
del Tribunal Constitucional 140/1995, de 28 de septiembre de 1995 (BOE, de 14 de res por esta vía, pese a que no esté exenta de desventajas para aquellos.
(Fundamento jurídico 10, párrafo primero).
octubre de 1995), en relación con la inmunidad de jurisdicción del agente diplomáti­
co, en concreto respecto a la interpretación de la excepción por acciones reales sobre [...] tampoco cabe olvidar que el reconocimiento de la inmunidad jurisdiccional del Agente
bienes inmuebles, que establece el artículo 31 del Convenio de Viena de 1961. Dictada diplomático no priva al particular con el que contrata el arrendamiento de la protección judi­
en recurso de amparo por un juicio de desahucio seguido contra un agente diplomáti­ cial, ya que el artículo 31.4 del Convenio de Viena de 1961 ha determinado un Tribunal com­
petente para hacer valer su pretensión, aun cuando éste sea el de otro Estado, al disponer que
co por el alquiler de su vivienda, la sentencia del Tribunal Constitucional — en con­ «La inmunidad de jurisdicción de un Agente diplomático en el Estado receptor no le exime de
sonancia con la jurisprudencia de otros Estados— confirma, acertadamente, la inmu­ la jurisdicción del Estado acreditante». Lo que implica, en las circunstancias del presente caso,
nidad de jurisdicción del agente diplomático respecto a las relaciones arrendaticias y que la recurrente de amparo pudo hacer valer su pretensión dirigida al pago de la renta ante los
la corrección de las sentencias dictadas en primera instancia y en apelación que esti­ Tribunales italianos. Y aunque pudiera alegarse que ello genera inconvenientes o cargas para
el demandante, no es menos cierto que tal alegación carece de contenido constitucional, como
maron tal inmunidad. En ella se afirma que las acciones sobre arrendamientos no pue­ se dijo en la STC 43/1986, fundamento jurídico 8. Y esa carga del demandante no es distinta
den incluirse en la excepción a la inmunidad del artículo 31.1 .á), porque se ejerce una de la que se produce en otros muchos supuestos en los que la litis se entabla por un nacional
acción personal y no real, pero, también, declara que los particulares afectados por la contra un extranjero [...]. Lo que lleva a estimar, en suma, que el obstáculo que se deriva del
inmunidad no están desprovistos de protección y en situación de indefensión, porque artículo 31.1 del Convenio de Viena de 1961 no es desproporcionado o excesivo para el parti­
cular, dado que éste puede lograr en ciertos supuestos el acceso a los órganos jurisdiccionales
pueden acudir al Ministerio de Asuntos Exteriores para que actúe ante la misión diplo­ españoles y, en todo caso, puede recurrir a los del Estado acreditante del Agente diplomático.
mática, puede producirse la renuncia a la inmunidad, el agente diplomático puede per­ (Fundamento jurídico 10, párrafo segundo).
der su condición, y, en fin, cabe recurrir ante los tribunales del Estado acreditante.
Sobre estos puntos el TC se pronuncia en los siguientes términos: También, respecto a la renuncia, en una referencia explicativa, afirma:

[...] ha de tenerse presente que los órganos jurisdiccionales cuyas resoluciones se impug­ [Y ello permite explicar] [...] que el Agente diplomático, aun siendo titular de la inmuni­
nan, tras recabar informe del Ministerio de Asuntos Exteriores, han interpretado que el dad jurisdiccional, no pueda renunciar voluntariamente a la misma cuando es demandado por
supuesto no quedaba comprendido en la excepción del apartado a) del artículo 31.1 del un particular y sí pueda hacerlo el Estado acreditante, como se establece en el articulo 32.1
Convenio de Viena de 1961 dado que esta excepción se limita al supuesto de ejercicio «de una del referido Convenio de Viena de 1961.
acción real sobre bienes inmuebles particulares radicados en el territorio del Estado receptor, (Fundamento jurídico 7, párrafo tercero).
308 CURSO DE DERECHO DIPLOMÁTICO Y CONSULAR EL S T A T U S DE LOS M IEM BROS DE LA MISIÓN DIPLOMÁTICA (II) 309

V. LA EXENCIÓN DE PRESTAR TESTIMONIO Art. 411, párrafo segundo. También están exentos del deber de declarar los Agentes
Diplomáticos acreditados en España, en todo caso, [...].

El agente diplomático no está obligado a declarar como testigo en juicios que se Art. 415. Serán invitadas a prestar su declaración por escrito las personas mencionadas
sigan en el Estado receptor. Sin embargo, esta exención no excluye el deber del agen­ en el párrafo segundo del artículo 411 [...], remitiéndose al efecto al Ministerio de Justicia,
te diplomático de colaborar con la justicia del Estado receptor, aunque no pueda ser con atenta comunicación para el de Asuntos Exteriores, un interrogatorio que comprenda
obligado a ello. Con este planteamiento general habrá que entender que, desde luego, todos los extremos a que deban contestar, a fin de que puedan hacerlo por vía diplomática.
el agente diplomático está exento de prestar testimonio respecto a asuntos en relación
con sus funciones o de los que tiene conocimiento a través del ejercicio de las mis­
mas y que, respecto a cualquier otro asunto, podrá excusarse de comparecer en jui­ VI. LA INMUNIDAD DE EJECUCIÓN
cio para declarar, pero nada impide, en principio, que, en relación con estos otros asun­
tos, pueda hacer una declaración por escrito, que no sólo conste en autos, sino que, Como consecuencia de su inviolabilidad el agente diplomático goza de inmunidad
incluso, sea leída ante el tribunal cuando el derecho del Estado receptor así lo exige de ejecución y no podrá actuarse sobre su persona ni sobre sus bienes, ni cautelar-
o permite; de todos modos la hipotética distinción entre la no obligación de compa­ mente ni en cumplimiento de un fallo judicial, caso éste del que se trata ahora. La
recer, pero sí la obligación de testificar, no se puede, sin más, sostener sobre la base inmunidad de ejecución es, en principio, distinta e independiente de la inmunidad de
del Convenio de Viena de 1961 que no hace ninguna distinción al eximir de la obli­ jurisdicción, aunque en los casos mencionados de excepción a la inmunidad de juris­
gación de prestar testimonio, ni tampoco generalizar, teniendo en cuenta que hay dicción en los ámbitos civil y administrativo, tampoco habrá inmunidad de ejecución,
Estados que no admiten más prueba testifical que por comparecencia ante el tribunal pudiéndose proceder sobre los bienes del agente diplomático para ejecutar el fallo de
o que permiten que así pueda ser exigido por las partes, por lo que, en ambos casos, una sentencia que le condene, lo que entiendo que deberá ser aplicable no sólo a los
queda excluida la declaración escrita. tres supuestos de excepción del artículo 3 1 del Convenio de Viena de 1961, a los que
En consecuencia, hay que afirmar la no obligación de testificar por cualquier expresamente el mismo artículo hace referencia, sino también, al supuesto de las
medio que sea, pero que, para cumplir con su deber de colaborar con la justicia, acciones reconvencionales del artículo 32, toda vez que ha sido considerado como
el agente diplomático debería acceder a deponer como testigo — si bien lo puede una excepción a la inmunidad de jurisdicción y no como una hipotética renuncia
hacer por escrito, cuando esta forma esté permitida— desde luego en aquellos implícita. Sin embargo, aun en estos casos, la ejecución sobre los bienes del agente
asuntos que no tengan vinculación alguna con el ejercicio de sus funciones; en diplomático no podrá prevalecer sobre la inviolabilidad de su persona ni de su resi­
tal caso el tribunal le enviará la lista de preguntas a contestar, a través del minis­ dencia, con lo que, sin duda, queda reducida la posibilidad de llevarse a cabo, ya que
terio de relaciones exteriores, nunca directamente por un alguacil, pues el agen­ sólo se podrá realizar respecto a bienes que se encuentren fuera de su residencia y sin
te diplomático podría oponerse a recibirla, y por la misma via éste se la remitirá, que afecte a su persona; de tal modo, en la práctica, la ejecución únicamente se podrá
en el plazo prudencial que se le indique. El agente diplomático puede también concretar actuando sobre cuentas corrientes, siempre que queden a salvo cantidades
colaborar con la justicia, particularmente en asuntos penales de los que tenga suficientes para que el agente diplomático pueda mantener el nivel de vida y rela­
conocimiento, dando la información que tenga, oralmente o por escrito, a las auto­ ciones que requiere su condición, sobre títulos valores, sobre propiedad inmobiliaria,
ridades competentes, fuera del proceso judicial. Conviene, no obstante, hacer siempre que no se trate de la vivienda del agente diplomático, o sobre los vehículos,
notar que, aunque el Convenio de Viena de 1961 no contemple expresamente la siempre que no se encuentren en su residencia o se consideren necesarios para su
renuncia respecto a la no obligación de testificar, bien puede considerarse que actividad, como, normalmente, los autorizados a circular con placa CD.
será posible en tanto que está prevista para la inmunidad de jurisdicción, y, en ese La inmunidad de ejecución, dado que es distinta a la de jurisdicción, en los ámbi­
caso, tal renuncia habrá de hacerla el Estado acreditante, en los términos ya estu­ tos civil y administrativo, si se ha de renunciar a ella, requiere una renuncia especí­
diados y, por tanto, sin que sea, en principio, relevante la voluntad del agente fica, pues no resulta implícita en la renuncia a la inmunidad de jurisdicción y el
diplomático; y aun si no se trata formalmente de una renuncia, muy probablemen­ hecho de renunciar a ésta tampoco obliga a renunciar a la de ejecución; otra cosa es
te el agente diplomático no accederá a testificar si no es con el consentimiento que haya que pensar, y usualmente ocurra, que cuando se renuncia a la inmunidad de
del Estado acreditante, por si éste considera que la declaración testifical, en jurisdicción el agente diplomático va a respetar el fallo, aunque le sea desfavorable,
y lo cumpla voluntariamente o a instancias del jefe de la misión diplomática, pero,
razón del asunto, pudiera afectar, de algún modo, a sus intereses.
de no ser así, no será posible la ejecución si no se renuncia a esta inmunidad, que, en
El Convenio de Viena de 1961, en el artículo 31.2, dispone escuetamente:
tal caso, habrá de hacerla, nuevamente, el Estado acreditante, siendo irrelevante,
2. El Agente diplomático no está obligado a testificar. como ya se sabe, la voluntad del agente diplomático. No parece, en cambio, —a pesar
de lo que algunas delegaciones manifestaron en la Conferencia diplomática de
1961— que pueda exigirse al Estado acreditante, si no renuncia a la inmunidad de
En derecho español sólo la Ley de Enjuiciamiento Criminal se ocupa de esta mate­
ejecución, que adopte las medidas oportunas para garantizar la ejecución del fallo ni
ria, en los artículos 411, párrafo segundo y 415, que, en términos conformes con el
que asuma la obligación de realizar consultas con el Estado receptor con tal fin, pues,
derecho internacional, disponen lo siguiente:
310 CURSO DE DERECHO DIPLOMÁTICO Y CONSULAR

en el primer caso, la adopción de esas medidas no corresponde, en principio, al eje­


cutivo, salvo que se considere entre ellas la presión que se pueda ejercer sobre el
agente diplomático para cumplir el fallo, y, en el segundo caso, aunque puedan acor­ CAPÍTULO XXVI
darse las consultas no hay base jurídica general para imponerlas. Lo que sí será, en
principio, siempre posible, a pesar de las dificultades propias de tales procedimien­
tos, solicitar la ejecución del fallo a los tribunales del Estado acreditante, una vez
EL STATUS DE LOS MIEMBROS
concedido el exequátur a la sentencia dictada por el Estado receptor. DE LA MISIÓN DIPLOMÁTICA (III)
En el orden penal, por el contrario, la renuncia a la inmunidad de jurisdicción ha
de entenderse que abarca la renuncia a la inmunidad de ejecución, pues, de no ser así,
no tendría mucho sentido, toda vez que al renunciarse a la inmunidad de jurisdicción 1. EL STATUS DE LOS AGENTES DIPLOMÁTICOS (III)
el agente diplomático podría ya ser objeto de medidas precautorias para evitar su
fuga e, incluso, detenido o puesto en prisión preventiva, aunque chocaría con su VII. LA INMUNIDAD FISCAL
inviolabilidad personal que debería prevalecer, y porque, por otra parte, el párrafo 4
del artículo 32 del Convenio de Viena de 1961 tiene su razón de ser para establecer, El agente diplomático como particular goza, también, de inmunidad fiscal distin­
a modo de excepción, que la renuncia a la inmunidad de jurisdicción civil y admi­ ta de la de la misión diplomática, salvo la que disfruta el jefe de la misión que, en
nistrativa no implica la renuncia a la inmunidad de ejecución, así que, contrario cuanto tal, en relación a los locales de la misión de los que sea propietario o inquili­
sensu, la renuncia a la inmunidad de jurisdicción penal sí implicará la renuncia a la no, como se estudió en su momento, es la misma que la de la misión diplomática;
inmunidad de jurisdicción. De ahí que, entre otras razones, —como se señaló ante­ pero fuera de este caso, que básicamente se reduce a su residencia oficial, al jefe de
riormente— sea tan difícil que se renuncie a la inmunidad de jurisdicción penal, pre­ la misión, dado que es un agente diplomático, le es aplicable la inmunidad fiscal que
firiéndose, en casos excepcionales y particularmente graves, desposeer al agente corresponde a los agentes diplomáticos. En principio, el agente diplomático está
diplomático de su acreditación. exento de todo tipo de impuestos reales o personales, directos e indirectos, estatales,
Lo mismo que respecto a la inmunidad de jurisdicción, podrá, en todo caso, lle­ regionales o municipales, y el Estado receptor por cualesquiera vías o mecanismos,
varse a cabo la ejecución de un fallo dictado contra un agente diplomático, mientras de conformidad con su propio sistema tributario, queda obligado a garantizar que se
no se haya producido la prescripción, si éste permanece en el Estado receptor o regre­ produzca tal exención; pero hay una serie de excepciones que obligan al agente diplo­
sa a él sin tener ya su condición de tal y, por tanto, sin gozar de inmunidad. mático a pagar el impuesto pertinente. Estas excepciones a la inmunidad fiscal, salvo
El Convenio de Viena de 1961, se ocupa de la inmunidad de ejecución en los la relativa a los impuestos indirectos, se establecen siguiendo un claro paralelismo
artículos 31.3 y 32.4, en los siguientes términos: con las situaciones que dan lugar a las excepciones a la inmunidad de jurisdicción del
agente diplomático.
Art. 31. 3. El Agente diplomático no podrá ser objeto de ninguna medida de ejecución, Así, se exceptúan de la inmunidad fiscal y, por tanto, han de ser pagados por el
salvo en los casos previstos en los incisos a), b) y c) del párrafo 1 de este artículo (se refiere agente diplomático, en primer lugar, los impuestos indirectos que se integran en el
a las excepciones a la inmunidad de jurisdicción) y con tal que no sufra menoscabo la invio­
labilidad de su persona o de su residencia.
precio de las mercaderías o servicios formando parte inseparable del mismo; se trata,
sin embargo, de una excepción que, dada su redacción por el Convenio de Viena,
Art. 32. 4. La renuncia a la inmunidad de jurisdicción respecto de las acciones civiles resulta imprecisa, y da lugar a diversas interpretaciones en cuanto a su alcance. En
o administrativas no ha de entenderse que entraña renuncia a la inmunidad en cuanto a la eje­ efecto, el Convenio de Viena, tras establecer de modo general la inmunidad fiscal del
cución del fallo, para lo cual será necesaria una nueva renuncia.
agente diplomático en el párrafo primero del artículo 34, dispone: «[...] con excep­
ción: a) De los impuestos indirectos de la índole de los normalmente incluidos en el
precio de las mercaderías o servicios»; esta disposición se ha considerado que abar­
ca la total excepción de los impuestos indirectos a la inmunidad fiscal, al entenderse
que la expresión «de la Índole de los normalmente incluidos en el precio de las mer­
caderías o servicios», no es una referencia o concreción relativa a una clase determi­
nada de impuestos indirectos —como bien podría interpretarse al no haber coma des­
pués de «impuestos indirectos»—, sino una aclaración o explicación genérica de cuá­
les son tales impuestos, lo que implica que éstos, cualesquiera que sean, deben ser
pagados en todo caso por el agente diplomático, tanto si se considera que integran
inseparablemente el precio como si son separables del mismo y pueden facturarse
[311]
312 CURSO DE DERECHO DIPLOMÁTICO Y CONSULAR EL S T A T U S DE LOS MIEMBROS DE LA MISIÓN DIPLOMÁTICA (III) 313

separadamente, salvo que, por trato recíproco o acuerdo de reciprocidad, los Estados hacerse sin que sufra menoscabo la inviolabilidad de su persona o de su residencia,
concedan la exención. La redacción de semejante aclaración — incorporada por la lo que en la práctica viene a resultar de difícil realización, pero, aun así, no supondrá
CDI en el Proyecto definitivo de artículos, sobre la base de una observación del más que una suspensión del ejercicio del derecho del Estado receptor, que podrá
Gobierno de Luxemburgo— no es, aparte de lo que se acaba de indicar, la más afor­ hacerlo efectivo exigiendo todas las cantidades adeudadas por el impago del impues­
tunada a tal fin, pues, como manifestaba la Delegación de Checoslovaquia en la to en cuanto el agente diplomático cese en sus funciones y termíne su status o deje
Conferencia de Viena de 1961, ¿qué es «lo normal» y quien decide esta normalidad de utilizar el inmueble de su propiedad como residencia.
para calificar a un impuesto de indirecto?; dado que es cada Estado quien califica el Distinto sería el supuesto en que el inmueble fuese propiedad particular del jefe de
carácter de los impuestos, hubiera sido mejor no añadir tal frase explicativa, de modo la misión y por cualquier circunstancia, de acuerdo con su Estado acreditante, lo
que, sin más, quedasen exceptuados de la inmunidad fiscal los impuestos que sean habitase, en tanto tal jefe de misión, como residencia oficial, por lo que tendría el
calificados como indirectos por los distintos Estados; y, por otra parte, si el Convenio carácter de local de la misión diplomática y gozaría del status propio de los locales
hubiese querido exceptuar determinados gravámenes bajo la calificación de impues­ de la misión, lo que implicaría, entonces, la inmunidad del impuesto sobre ese
tos indirectos, debería haber establecido de forma precisa que se entendería por tales inmueble durante el tiempo que estuviese utilizado con tal destino a los fines de la
a efectos del Convenio. misión —y, en cierto modo, por cuenta del Estado acreditante— y que, por consi­
Sentado, en cualquier caso, que, en principio, no hay inmunidad fiscal para los guiente, que el impuesto no pueda hacerse efectivo posteriormente por el Estado
impuestos indirectos, es, no obstante, un hecho que la generalidad de los Estados tie­ receptor con respecto a las cantidades que corresponderían a este período, Por el con­
nen establecido en su ordenamiento interno la exención, a favor de los agentes diplo­ trario, como señaló la Delegación de Francia en la Conferencia de Viena de 1961, los
máticos, de un buen número de impuestos indirectos, que se otorga por acuerdo o por inmuebles adquiridos o alquilados por el Estado acreditante con el fin de alojar a los
trato recíproco, básicamente cuando son los que pueden facturarse separadamente del miembros de la misión, incluidos por tanto los agentes diplomáticos, no gozarán de
precio de la mercadería o del servicio (en particular los impuestos del tipo sobre el inmunidad fiscal y el Estado acreditante deberá pagar el impuesto correspondiente
valor añadido), como sucede, más frecuentemente, con los relativos a la importación sobre bienes inmuebles, debido a que están destinados a un uso particular.
y exportación, hidrocarburos, bebidas alcohólicas, labores del tabaco, transportes e En tercer lugar, se exceptúan de la inmunidad fiscal los impuestos sobre sucesio­
• impuestos de fabricación. En la práctica, a través de unos u otros mecanismos viene nes, que se abran en el territorio del Estado receptor, a las que esté llamado el agen­
a producirse con una considerable amplitud la inmunidad fiscal del agente diplomá­ te diplomático como particular, de modo que una vez aceptada la herencia o no
tico respecto a los impuestos indirectos. rechazada, cualquiera que sea el titulo por el que acceda a la misma, habrá de pagar
En segundo lugar, se exceptúan de la inmunidad fiscal los impuestos que gravan el impuesto que le corresponda. Unicamente el agente diplomático estará exento del
los bienes inmuebles cuando el agente diplomático los posea a título de dueño o impuesto sobre sucesiones, a las que sea llamado como particular, cuando se trate de
como propietario, con carácter privado, en tanto particular, es decir, que no los posea la sucesión de miembros de su familia que formen parte de su casa, pues bien se
por cuenta del Estado acreditante y para los fines de la misión, en cuyo caso se man­ podría considerar que se trata de una sucesión abierta en el Estado acreditante, pero
tendrá la inmunidad fiscal, porque, entonces, es obvio, no se está ante la inmunidad aun así, la inmunidad será restringida a los impuestos sucesorios que graven los bie­
fiscal del agente diplomático, sino de la misión diplomática. Esta excepción obliga nes muebles de la persona fallecida —obviamente que se encuentren en el Estado
al agente diplomático al pago inexcusable de tales impuestos aun en el caso que uti­ receptor, ya que de lo contrario no habría lugar al impuesto— toda vez que respecto
lice el inmueble de su propiedad como su vivienda durante el tiempo que permanez­ a los que graven los bienes inmuebles de la herencia sitos en el Estado receptor, el
ca acreditado en el Estado receptor, lo que deberá hacer voluntaria y puntualmente, agente diplomático no puede alegar inmunidad, lo que, por otra parte, resulta con­
sin que pueda alegar esa utilización como vivienda para considerarse eximido del cordante y es consecuente con la excepción a la inmunidad fiscal respeto a los bie­
impuesto, pues las viviendas de los agentes diplomáticos tienen carácter de residen­ nes inmuebles que el agente diplomático posea en el Estado receptor.
cia particular, como expresamente manifiesta el artículo 30 del Convenio, y, por con­ En cuarto lugar, y paralelamente con las excepciones a la inmunidad de jurisdic­
siguiente, no pueden calificarse como locales de la misión diplomática ni aplicárse­ ción, como los dos casos anteriores, el agente diplomático tendrá que pagar los
les la inmunidad fiscal que corresponde a éstos, aunque gocen de la misma inmuni­ impuestos que graven las actividades profesionales o comerciales que, cuando pueda
dad de coerción o inviolabilidad, por lo que no resulta defendible la postura de la ser posible, ejerza al margen de sus funciones oficiales, en las condiciones y térmi­
Delegación de la URSS en la Conferencia de Viena de 1961, entendiendo que la nos que han sido expuestos al tratar la inmunidad de jurisdicción. Del mismo modo,
el agente diplomático habrá de pagar los impuestos que de una u otra forma graven
inmunidad fiscal habría de extenderse a todas las viviendas ocupadas por diplomáti­
cualquier tipo de inversiones que, como particular, haga en el Estado receptor, así
cos e incluso si tuvieran más de una. Otra cosa es que, ante la falta de pago del
como aquellos que graven cualesquiera ingresos que, a título privado, obtenga en este
impuesto, el Estado receptor, mientras eí agente diplomático habite su propiedad, y Estado.
teniendo en cuenta el juego concordante de los artículos 34.6), 30.2 y 31.3 del En quinto lugar, el agente diplomático tampoco está exento de los impuestos que
Convenio de Viena de 1961, no pueda proceder contra él por vía ejecutiva o que, si correspondan a servicios particulares prestados, como no podía ser de otro modo,
se entendiese tal actuación teóricamente posible sobre ciertos bienes, sólo pueda
EL STATU S DE LOS MIEMBROS DE LA MISIÓN DIPLOMÁTICA (III) 315
314 CURSO DE DERECHO DIPLOMÁTICO Y CONSULAR

dado que los mismos se exceptúan incluso de la inmunidad fiscal de la misión diplo­ operaciones asimiladas a las exportaciones; y artículo 60, en cuanto a las importa­
mática, y cuyo contenido y alcance serán los entonces considerados. ciones de bienes en régimen diplomático o consular.
Por último, en sexto lugar, en relación con los bienes inmuebles, el agente diplo­ Igualmente será de aplicación el Real Decreto 3.485/2000, de 29 de diciembre,
mático deberá pagar los derechos de registro, aranceles judiciales, hipoteca y timbre, sobre Franquicias y exenciones en régimen diplomático, consular y de organismos
a no ser que el jefe de la misión diplomática, en tanto agente diplomático que es, o internacionales, y de modificación del Reglamento general de vehículos, aprobado
cualquier otro agente diplomático, los posea o disfrute en nombre del Estado acredi­ por el Real Decreto 2.822/1998, de 23 de diciembre, artículo 1, en cuanto al objeto
tante y para los fines de la misión, salvedad ésta que estimo es el alcance que debe y ámbito de aplicación; articulo 3, relativo a la exención del impuesto sobre el valor
darse a la expresión del Convenio cuando, en la letra J) del artículo 34, dice «salvo añadido en las entregas de bienes, prestaciones de servicios y adquisiciones intraco-
lo dispuesto en el artículo 23», interpretando el artículo 23 conjuntamente con la le­ munitarias; artículo 5, sobre exención de los impuestos especiales de fabricación en
tra b) del propio artículo 34. operaciones interiores; artículo 12, referido al alcance de las franquicias y exencio­
El Convenio de Viena de 1961 regula la inmunidad fiscal del agente diplomático, nes, para el ámbito específico de los automóviles, en los términos transcritos al
en el artículo 34 y en el artículo 39.4, en los siguientes términos: estudiar la inmunidad fiscal de la misión diplomática, y en particular el párrafo Le)
que establece las franquicias y exenciones para:
Art. 34. El Agente diplomático estará exento de todos los impuestos y gravámenes per­
sonales o reales nacionales, regionales o municipales, con excepción:
c) Automóviles que se importen o adquieran en el número de unidades que se fije por el
a) De los impuestos indirectos de la índole de los normalmente incluidos en el precio de
Ministerio de Hacienda, por los agentes diplomáticos y por los funcionarios consulares de
las mercaderías o servicios;
carrera para su uso y el de su cónyuge e hijos, siempre que convivan y dependan económica­
b) De los impuestos y gravámenes sobre los bienes inmuebles privados que radiquen en
el territorio del Estado receptor, a menos que el Agente diplomático los posea por cuenta del mente del titular, no ejerzan ninguna actividad lucrativa en España y estén debidamente acre­
Estado acreditante y para los fines de la misión; ditados y documentados por el Ministerio de Asuntos Exteriores.
c) De los impuestos sobre las sucesiones que corresponda percibir al Estado receptor,
salvo lo dispuesto en el párrafo 4 del artículo 39; También se han de tener en cuenta los artículos 10, 13 y 14 que regulan el proce­
d) De los impuestos y gravámenes sobre los ingresos privados que tengan su origen en
dimiento a seguir para obtener la aplicación de las exenciones correspondientes a los
el Estado receptor y de los impuestos sobre el capital que graven las inversiones efectuadas
en Empresas comerciales en el Estado receptor; impuestos objeto del Real Decreto.
é) De los impuestos y gravámenes correspondientes a servicios particulares prestados; Asimismo, rigen la inmunidad fiscal del agente diplomático la Ley 38/1992, de
J) Salvo lo dispuesto en el artículo 23, de los derechos de registro aranceles judiciales, 28 de diciembre, de Impuestos especiales, y su Reglamento aprobado por el Real
hipoteca y timbre cuando se trate de bienes inmuebles.
Decreto 1.165/1995, de 7 de julio, que regulan los impuestos especiales de fabrica­
Art. 39. 4. [...]. No serán objeto de impuestos de sucesión los bienes muebles que se ción, donde se incluyen los impuestos sobre el alcohol y las bebidas alcohólicas, el
hallaren en el Estado receptor por el solo hecho de haber vivido allí el causante de la suce­ impuesto sobre hidrocarburos, el impuesto sobre las labores del tabaco y el impues­
sión como miembro de la misión o como persona de la familia de un miembro de la misión. to sobre la electricidad; y el impuesto especial sobre determinados medios de trans­
porte que incluye el impuesto sobre la matriculación definitiva de los mismos. La
En el derecho español la Inmunidad fiscal de los agentes diplomáticos es regula­ ley establece la norma general de exención en el articulo 3.2 y en el articulo 9 la
da, en general, conjuntamente con la de la misión diplomática. Por ello, salvo dispo­ exención en términos concretos para el conjunto de los diversos impuestos; en cuan­
siciones referidas únicamente a los agentes diplomáticos, cuyo texto será transcrito, to a cada impuesto en particular la exención se establece en los artículos 21,42,51,
tan sólo se hará ahora una referencia —como recordatorio— a las normas regulado­ 61, 64.quinto y 66. El Reglamento en el articulo 130 desarrolla el procedimiento
ras de esta materia, remitiéndose para su contenido al Capítulo XXII correspondien­ para la aplicación de determinadas exenciones, entre ellos el relativo al impuesto
te a la inmunidad fiscal de la misión diplomática. De tal modo, son de aplicación al sobre la electricidad.
respecto, la Ley 230/1963, de 28 de diciembre, General tributaria, artículo 22, en La concreción de los módulos aplicables, en relación con los automóviles y pro­
relación con el ámbito de aplicación de la Ley. La Ley 8/1989, de 13 de abril, de
ductos objeto de impuestos especiales sobre el alcohol y bebidas alcohólicas, sobre
Tasas y precios públicos, artículo 18, relativo a exenciones y bonificaciones. La Ley
labores del tabaco y sobre hidrocarburos, está regulada, como para la misión diplo­
39/1988, de 28 de diciembre, reguladora de las Haciendas locales, articulo 9.1, sobre
mática, por la Orden del Ministerio de Hacienda, de 24 de mayo de 2001, que esta­
beneficios tributarios en general; artículo 32.2, en relación con las contribuciones
blece los limites de las franquicias y exenciones en régimen diplomático, consular y
especiales; artículo 63.l.e), relativo al impuesto sobre bienes inmuebles; artículo
de organismos internacionales a que se refiere la disposición final primera del Real
83.1 .A) y 2, respecto al impuesto sobre actividades económicas; artículo 94.1.6), en
Decreto 3.485/2000, de 29 de diciembre.
cuanto al impuesto sobre vehículos de tracción mecánica; y artículo 106.2.g), en rela­
A esta referencia a las principales normas tributarias que contemplan la inmunidad
ción con el impuesto sobre el incremento del valor de los terrenos de naturaleza urba­
diplomática, hay que añadir el Real Decreto Legislativo 1/1993, de 24 de septiembre,
na. La Ley 37/1992, de 28 de diciembre, del Impuesto sobre el valor añadido, artícu­
por el que se aprueba el texto refundido de la Ley del Impuesto sobre transmisiones
lo 2.2, respecto a la exención general; artículo 22, relativo a las exenciones en las
316 CURSO DE D ERECHO DIPLOM ÁTICO Y C O N SU LA R E L S T A T U S D E L O S M IE M B R O S D E L A M IS IÓ N D IP L O M Á T IC A (III) 317

patrimoniales y actos jurídicos documentados, que establece una excepción en tér­ tar en aduana, com o los de alm acenaje, acarreo y semejantes. Por otra parte, en cuan­
minos generales en su artículo 45.I.B), to a la so licitud de la franquicia aduanera, ésta deberá hacerse por el jefe de la misión
Por último, son de aplicación exclusiva a las personas naturales la Ley 40/1998, de d iplom ática — com o o bservó la Delegación de Venezuela en la Conferencia de Viena
9 de diciembre, del Impuesto sobre la renta de las personas físicas y otras norm as tri­ de 1961— tal com o ocurre en la práctica y que adem ás se ajusta a la norma que atri­
butarias (BOE, de 10 de diciembre de 1998) en cuyo artículo 5, dispone: buye la titularidad del status al Estado acreditante, en cuyo nombre actúa el jefe de
la m isión. L a franquicia aduanera, de conformidad con la duración en general del sta­
Lo establecido en la presente Ley se entenderá sin peijuicio de lo dispuesto en los tratados tus, tam poco term in ará con el cese de las funciones del agente diplomático, por lo
y convenios internacionales que hayan pasado a formar parte del ordenam iento interno, de
tanto, co m o puso de m anifiesto la CDI, la exención, respecto a los derechos de expor­
conformidad con el artículo 96 de la Constitución Española.
tación, se m antendrá durante el tiempo razonable de que dispone el agente diplomá­
tico para abandonar el Estado receptor, y respecto a los derechos de importación,
Además, en relación con este impuesto habrá de tenerse en cuenta la Resolución
de la Dirección General de Gestión Tributaria del Ministerio de Econom ía y tam bién se m antendrá la exención para aquellos bienes que hayan sido pedidos por
Hacienda, de 20 de noviembre de 1990, por la que se determina la com posición del el agente diplom ático antes de conocer su cese y lleguen al Estado receptor cuando
Número de Identificación Fiscal de las personas físicas que, careciendo de naciona­ el m ism o y a se haya producido, pero durante ese tiempo razonable en el que al agen­
lidad española, están excluidas del ámbito de aplicación de la Ley Orgánica sobre te diplom ático le está perm itido perm anecer en este Estado.
extranjería (BOE, de 22 de noviembre de 1990). E n relación con el equipaje personal del agente diplomático, en principio, aunque
no en térm in os absolutos, se considerará que está exento de inspección, de modo que
ésta sólo podrá realizarse en circunstancias especiales y con determinados requisitos.
VIII. LA INMUNIDAD ADUANERA Por equipaje personal del agente diplomático se entiende el que contiene sus efectos
personales, pero no sólo el que viaja con él acompañándole, sino también el que viaja
En términos semejantes a los de la inmunidad aduanera de la misión diplomática, separadam ente po r otros m edios, como particularmente ocurre cuando el agente
el agente diplomático está exento del pago de derechos arancelarios, cuya regulación diplom ático se incorpora por primera vez a su puesto o cuando definitivamente lo
se hace de forma paralela por el mismo artículo 36 del Convenio de Viena de 1961 y abandona al term inar su función, casos en los que, usualmente, debido al traslado de
como manifestación particular de la inmunidad fiscal. La exención del pago de los la totalidad de sus bienes, el agente diplomático sólo lleva consigo los de más inme­
derechos de aduana se aplica a los objetos destinados al uso personal del agente diato y necesario uso personal, enviando todos los demás por los medios más ade­
diplomático y de los miembros de su familia, tanto respecto a los pertinentes para su cuados para ello, bien con anterioridad o bien con posterioridad a su propio viaje.
instalación como los que vaya necesitando a lo largo de su estancia en el Estado Para que el equipaje de un agente diplomático pueda ser inspeccionado, será nece­
receptor. Este trato a los agentes diplomáticos aunque no era una norm a de derecho sario que haya m otivos fundados para suponer que, en cualquiera de los bultos que
consuetudinario a la hora de la codificación, si era práctica generalizada basada en la lo com pongan, contiene objetos que, por su propia identidad o por su número en
cortesía internacional, de ahí que fuese elevada a norma por el Convenio. Ahora bien, exceso, no pueden beneficiarse de la inmunidad aduanera, es decir, que no puedan
para evitar posibles abusos de esta inmunidad, el Estado receptor podrá regular los considerarse destinados a su uso personal o al de su familia, aun incluyéndose los
términos en los que han de hacerse las importaciones, como fijar la cantidad de mer­ destinados a su instalación. Paralelamente, podrá dar lugar a la inspección del equi­
caderías que se pueden importar o que se pueden importar dentro de determinados paje, si hay, igualm ente, motivos fundados para suponer que se pretende introducir
plazos, el plazo para la importación de los objetos destinados a la instalación o el en el E stado receptor o sacar de él objetos cuya importación o exportación esté prohi­
plazo dentro del cual no se permita la venta de los objetos importados con exención bida p o r el ordenam iento jurídico de este Estado o sometida a medidas de cuarente­
de derechos aduaneros; todas las restricciones de este tipo no implicarán la violación na, debido a razones de protección de sus intereses legítimos, como moralidad, segu­
de las normas relativas a la inmunidad aduanera a las que está obligado el Estado ridad, sanidad, m edio ambiente, cultura u orden público; tal prohibición o cuarente­
receptor, es decir, como dispone el Convenio de Viena de 1961, la obligación es fina­ na ha de entenderse que, también, puede afectar, como es tan frecuente, a especies de
lista, se ha de producir la exención de acuerdo con el ordenamiento interno del flora y de fauna. En cualquiera de los dos supuestos, la inspección ha de hacerse en
Estado receptor. En todo caso, quedan excluidos de la inmunidad los bienes que el presencia del agente diplomático o de persona debidamente autorizada para repre­
agente diplomático importe para el ejercicio de una actividad profesional que, con sentarle; sin esta presencia no cabrá la apertura del equipaje, lo mismo que en la hipó­
carácter particular, pueda ejercer al margen de su función oficial, dado que no están tesis de que el agente diplomático se opusiese a la apertura, en cuyos casos entiendo
destinadas a su uso personal. que deberá aplicarse la norma relativa a la valija diplomática, en tanto que al no
La inmunidad aduanera abarca, lo mismo que respecto a la de la m isión diplomá­ poderse abrir, tam poco el equipaje podrá ser retenido, no quedando más alternativa
tica, no sólo los estrictos impuestos aduaneros, sino también los impuestos y gravá­ que ser devuelto a su origen. Para la apertura del equipaje no será, en cambio, nece­
menes a ellos conexos, y deben entenderse tanto los relativos a la importación como saria ni podrá exigirse la presencia de un funcionario del ministerio de relaciones
a la exportación, pero no alcanza a los gastos por otros servicios que se pueden pres- exteriores del Estado receptor, como proponía la Delegación de Guatemala en la
E L S T A T U S D E L O S M IE M B R O S D E L A M IS IÓ N D IPLO M Á TIC A (III) 319
318 CURSO D E DERECHO DIPLOM Á TICO Y C O N S U L A R

4. L as franquicias reguladas en los párrafos a \ c) y e) del apartado 1 anterior, con excep­


Conferencia de Viena de 1961, dada la dificultad de asegurar tal presencia en todos ció n d e las relativas al personal administrativo y técnico de los organismos internacionales,
los casos debido a los diferentes puntos de entrada posibles y a que, en buen núm e­ q u edarán co ndicionadas a la existencia de reciprocidad.
ro de Estados, se encuentran a considerable distancia de la capital sede del m iniste­ 5. L as franquicias y exenciones reguladas en el apartado 1 anterior y en el artículo 3 del
rio, como puso de manifiesto la Delegación de la URSS en la m ism a Conferencia. p resen te Real Decreto, relativas a los vehículos automóviles, se regirán p or lo dispuesto en el
artícu lo 12.
Por último, conviene señalar que el régimen específico que se da al equipaje perso­
nal, diferenciado de la inviolabilidad que corresponde a los bienes del agente diplo­ A rt. 12. Alcance de las franquicias y exenciones. 1. Se adm itirá con franquicia o
mático, se debe a las particulares razones que se acaban de indicar, que lo individua­ exen ción d e toda clase d e derechos e impuestos, la importación, entrega o adquisición intra-
lizan sustancialmente respecto de los demás bienes; de ahí que no se aceptasen las pro­ c o m u n itaria de lo s siguientes vehículos:
puestas de la Federación Malaya y de Filipinas, en la Conferencia de Viena de 1961, c ) A utom óv iles que se im porten o adquieran en el número de unidades que se fije por el
M inisterio de H acienda, por los Agentes diplom áticos y por los funcionarios consulares de
encaminadas a suprimir el régimen específico del equipaje personal p o r considerar ca rre ra p ara su u so y el d e su cónyuge e hijos, siempre que convivan y dependan económica­
que estaba en contradicción con el trato establecido de m odo general para los bienes m en te del titular, no ejerzan ninguna actividad lucrativa en España y estén debidamente acre­
del agente diplomático, que es el que, sin más, debería aplicarse. ditado s y docum entados p o r el M inisterio de Asuntos Exteriores.
El Convenio de Viena de 1961, en su artículo 36 regula la inm unidad aduanera del d) [...]
J) A utom óviles que se adquieran por las personas o entidades a que se re fe re n los párra­
agente diplomático, en los siguientes términos:
fo s an teriores de este apartado, acreditadas o con sede en otro Estado miembro y que ju stifi­
quen la concesión por las autoridades competentes del Estado de destino del derecho a adqui­
1. El Estado receptor, con arreglo a las Leyes y Reglam entos que prom ulgue, perm itirá rir los m encionados autom óviles con exención.
la entrada, con exención de toda clase de derechos de aduana, im puestos y gravám enes cone­ 2. L a prim era m atriculación definitiva en España de los autom óviles a que se re fe re n los
xos, salvo los gastos de almacenaje, acarreo y servicios análogos: p árrafos a ), b), c), d) y e ) del apartado 1 anterior estará exenta, siem pre que se cumplan las
a) [...] condicio nes p revistas en el m ismo, del Impuesto Especial sobre Determ inados M edios de
b) De los objetos destinados al uso personal del Agente diplom ático o de los m iem bros Transportes. A efectos d e este apartado se entenderá por adquisición cualquier acto o nego­
de su familia que formen parte de su casa, incluidos los efectos destinados a su instalación. cio ju ríd ic o que perm ita la m atriculación de dichos autom óviles a nom bre de las personas o
2. El Agente diplomático estará exento de la inspección de su equipaje personal, a m enos en tid ad es citadas en el párrafo 1 anterior.
que haya motivos fundados para suponer que contiene objetos no com prendidos en las exen­ 3. Las personas o entidades beneficiarías de las exenciones prev istas en este artículo no
ciones mencionadas en el párrafo 1 de este artículo u objetos cuya im portación o exportación podrán ser titulares de autom óviles que se acojan al régim en de importación temporal.
esté prohibida por la legislación del Estado receptor o som etida a sus reglam entos de cuaren­
tena. En este caso la inspección sólo se podrá efectuar en presencia del A gente diplom ático o A rt. 15. Despacho de equipajes personales. I. Los Agentes diplom áticos y los fun­
de su representante autorizado. cio narios consulares d e carrera acreditados en España, así com o los funcionarios de
O rganism os internacionales con sede u oficina en España que tengan estatuto diplom ático,
estarán exentos d e la inspección de su equipaje personal a m enos que haya motivos fundados
En el derecho español las disposiciones básicas sobre la inm unidad aduanera del p ara suponer que contienen objetos sujetos al pago de derechos, aunque se trate de los inclui­
agente diplomático se establecen en las siguientes normas: d o s en las franquicias previstas, u objetos cuya entrada o salida esté prohibida por la legisla­
La Ley 37/1992, del Impuesto sobre el valor añadido, en los térm inos generales del ció n españ o la o som etidas a norm as especiales. En esos casos el reconocim iento sólo podrá
artículo 60, respecto a las «Importaciones de bienes en régimen diplom ático o con­ e fe c tu arse e n p rese n c ia de la persona directam ente interesada o de su representante auto­
rizado.
sular», de forma común a la misión diplomática, tal como se indicó entonces. 2. Si en los equipajes se encuentran artículos distintos de los efectos personales, inclui­
El Real Decreto 3.485/2000, sobre Franquicias y exenciones en régim en diplom á­ d o s los com prendidos en las franquicias previstas, el despacho en régim en de franquicia se
tico, consular y de organismos internacionales, y de m odificación del Reglamento realizará en la form a prevista en el párrafo a) del apartado 1 del artículo 10 del presente Real
General de Vehículos, aprobado por Real Decreto 2.822/1998, de 23 de diciem bre, y, D ecreto.

en particular, los artículos 2, 12 y 15 que disponen:


Com o repetidam ente se ha señalado, se han de tener, también, en cuenta los artícu­
A rl 2. Franquicias a la importación. 1. Se admitirá con franquicia o exención de los 10, 13 y 14, de este Real Decreto, relativos al procedimiento.
toda clase de derechos e impuestos la importación de los siguientes bienes: Igualm ente, es de aplicación la citada Orden del Ministerio de Hacienda, de 24 de
c) Bienes en las cantidades que se fijen por el M inisterio de H acienda c o m o necesarias mayo de 2001 sobre los límites de las franquicias y exenciones y fijación de los
para el uso y consumo personal de los Agentes diplomáticos y los funcionarios consulares de m ódulos.
carrera, así como de los miembros de su familia que form en parte de su casa, incluidos los
efectos destinados a su instalación.
d) [...]
IX. E L RÉGIM EN DE SEGURIDAD SOCIAL
2. La franquicia de derechos e impuestos a la importación regulada en el presente Real
Decreto no comprenderá los gastos de almacenaje, acarreo y servicios análogos.
3. No podrán introducirse en este régimen los objetos y artículos cuya entrada esté prohi­ Com o se expuso al tratar las características generales del Convenio de 1961 en el
bida en España. Capítulo VIII relativo a la codificación del derecho diplomático, la regulación del
320 CURSO DE DERECHO DIPLOMÁTICO Y CONSULAR EL STATU S DE LOS MIEMBROS DE LA MISIÓN DIPLOMÁTICA (III; 321

régimen de segundad social es quizá la única norma del Convenio plenamente ex rado como excepción a los mismos y tampoco cabe considerarlo incluido en ningu­
novo, en los términos más estrictos y, por ello, claramente de desarrollo progresivo na de las excepciones a la inmunidad de jurisdicción ni de ejecución que expresa­
del derecho internacional. Su razón de ser se debe a la necesidad de garantizar la ade­ mente establece el Convenio de Viena de 1961 en el artículo 31.
cuada cobertura social, en el diverso conjunto de sus aspectos, que ba de proporcio­ Hay que señalar, sin embargo, que esta regulación del régimen de seguridad social
narse a lo largo de su vida a toda persona que trabaja por cuenta ajena, y que se mani­ en relación con el agente diplomático tiene, en cualquier caso, carácter subsidiario,
fiesta ya como una exigencia de los derechos humanos; ahora bien, esta obligación toda vez que serán de aplicación preferente los tratados sobre seguridad social, tanto
protectora ha de concordarse con las exigencias del status diplomático. A estos bilaterales como multilaterales, en la medida en que se ocupen de estos aspectos, y
fines, el Convenio de Viena de 1961 regula, en el artículo 33, el régimen respecto a de los que sean parte los Estados acreditante y receptor, tanto respecto a los ya exis­
la seguridad social de forma bastante detallada, en la que se prevén distintos supues­ tentes como a los que se celebren con posterioridad a la entrada en vigor del
tos, siguiendo básicamente la redacción propuesta por enmienda de la Delegación de Convenio de Viena de 1961.
Austria en la Conferencia de 1961 y matizaciones hechas por la Delegación de En cuanto a los empleados domésticos al servicio del jefe de la misión como tal,
Estados Unidos de América del Norte. El cambio profundo de la redacción, en rela­ es decir, al servicio de la residencia oficial de éste, creo que por tal específico come­
ción con los términos presentados por la CDI en el Proyecto definitivo de artículos, tido y porque, por ello, están retribuidos por el Estado acreditante, no son estricta­
no implica, sin embargo, una discrepancia de fondo, sino un desarrollo del texto ori­ mente personas al servicio doméstico particular de un agente diplomático —criados
ginario para subsanar deficiencias del mismo. particulares, en terminología del Convenio—, sino que deben ser considerados como
En definitiva, el régimen de seguridad social, en relación con el agente diplomáti­ personal de servicio de la misión, de modo que las obligaciones para con ellos y sus
co, se concreta atendiendo a una serie de supuestos, en estos términos: Al agente derechos laborales podrán ser reclamados en los términos indicados al tratarse las
diplomático no le será aplicable la legislación del Estado receptor sobre seguridad inmunidades de jurisdicción y de ejecución de la misión diplomática.
social por el ejercicio de su actividad como tal representante al servicio y por cuen­ Por último, caso distinto a tener en cuenta es el de las personas que el agente
ta del Estado que le acredita. Respecto a las personas empleadas por el agente diplo­ diplomático pueda tener contratadas como empleadas al servicio de una actividad
mático para su particular servicio doméstico, gozarán, también, de la exención de las profesional que, con carácter privado, ejerza al margen de su función diplomática,
normas del Estado receptor sobre seguridad social, y, por tanto, el agente diplomáti­ cuando, como ya se ha estudiado, esté autorizado para ello; en este supuesto, será, en
co no estará obligado a darlas de alta en el régimen de seguridad social de este principio, de aplicación la legislación laboral del Estado receptor y habrá de consi­
Estado, cuando tales personas sean nacionales del Estado acreditante o de un tercer derarse que el agente diplomático, de conformidad con la excepción a la inmunidad
Estado que no tengan su residencia en el Estado receptor y estén inscritas en el régi­ de jurisdicción establecida respecto a tales actividades, no gozará de inmunidad de
men de seguridad social del Estado acreditante o de un tercer Estado. Por el contra­ jurisdicción en relación con las acciones que puedan deducir contra él esas personas
rio, cuando estas personas, al servicio particular del agente diplomático, sean nacio­ con motivo de su relación laboral.
nales del Estado receptor o, aun siendo nacionales del Estado acreditante o de un ter­ La regulación que, de esta materia, hace el Convenio de Viena de 1961 en el artícu­
cer Estado, no hayan sido inscritas en los respectivos regímenes de seguridad social, lo 33, dice:
o cuando tengan su residencia permanente en el Estado receptor, será, entonces, de
aplicación la legislación de este Estado y, por ello, han de estar necesariamente dadas 1. Sin perjuicio de las disposiciones del párrafo 3 de este artículo, el Agente diplomáti-
co estará en cuanto a los servicios prestados al Estado acreditante exento de las disposiciones
de alta en el régimen de seguridad social del mismo, es decir, en estos casos el Estado sobre seguridad social que están vigentes en el Estado receptor.
receptor atrae para si, de forma exclusiva, la competencia en materia de seguridad 2. La exención prevista en el párrafo 1 de este artículo se aplicará también a los criados
social; en consecuencia, al agente diplomático, en tanto empleador, le serán aplica­ particulares que se hallen al servicio exclusivo del Agente diplomático, a condición de que
bles las normas de seguridad social del Estado receptor que establecen las obligacio­ a) No sean nacionales del Estado receptor o no tengan en él residencia permanente; y
b) Estén protegidos por las disposiciones sobre seguridad social que estén vigentes en el
nes de los empleadores, como son, básicamente, la de inscribir o dar de alta en la Estado acreditante o en un tercer Estado.
misma a la persona por él empleada y la de pagar las cuotas que en tal condición le 3. El Agente diplomático que emplee a personas a quienes no se aplique la exención pre­
correspondan. Por otra parte, aun en los casos en que el régimen de seguridad social vista en el párrafo 2 de este artículo habrá de cumplir las obligaciones que las disposiciones
aplicable sea el del Estado acreditante o el de un tercer Estado, queda abierta, ade­ sobre seguridad social del Estado receptor impongan a los empleadores.
4. La exención prevista en los párrafos 1 y 2 de este artículo no impedirá la participación
más, la posibilidad del empleado de participar voluntariamente en el régimen del voluntaria en el régimen de seguridad social del Estado receptor, a condición de que tal par­
Estado receptor si éste así lo permite. ticipación esté permitida por ese Estado.
Sí el agente diplomático no cumple con las obligaciones respecto a la legislación 5. Las disposiciones de este artículo se entenderán sin peijuicio de los acuerdos bilate­
sobre seguridad social del Estado receptor, a las que puede resultar sometido como rales o multilaterales sobre seguridad social ya concertados y no impedirán que se concierten
en lo sucesivo acuerdos de esa índole.
empleador de personas a su servicio doméstico, sólo será posible actuar contra él en
los términos expuestos en relación con los supuestos en que el agente diplomático En el derecho español, si bien no hay norma que se ocupe específicamente del
goza de inmunidad de jurisdicción y de ejecución, dado que este supuesto de las obli­ ámbito de aplicación del artículo 33 que se acaba de transcribir —agentes diplomó-
gaciones del agente-empleador que ahora se trata, no está específicamente conside­
322 CURSO DE DERECHO DIPLOMÁTICO Y CONSULAR

ticos y personal doméstico a su servicio—, teniendo, sin embargo, en cuenta que este
articulo es, también, aplicable por remisión del artículo 37 al personal administrati­
vo y técnico de la misión, puede ya mencionarse aquí, y quizá sea el lugar más opor­
CAPÍTULO XXVII
tuno en aras de la claridad, el Real Decreto 2.234/1981, de 20 de agosto, por el que
se regula la Seguridad Social del personal al servicio de la Administración Pública en
el extranjero (BOE, de 6 de octubre de 1981), ampliado en lo relativo al alcance de EL STATUS DE LOS MIEMBROS
las prestaciones por el Real Decreto 1.124/2001, de 19 de octubre (BOE, de 30 de DE LA MISIÓN DIPLOMÁTICA (IV)
octubre de 2001). Ambos Reales Decretos, aunque tienen un alcance mayor que el
relativo al personal administrativo de las misiones diplomáticas, obviamente, son de
aplicación a este personal, al que, además, expresamente se refieren; el articulo 1 del 2. EL STATUS DEL PERSONAL TÉCNICO YADMINISTRATIVO
Real Decreto 2.234/1981, que es el que ahora interesa, dispone:
Aparte de los agentes diplomáticos que son quienes —junto con la misión diplo­
Uno. El personal español contratado al servicio de la Administración española en el mática— se benefician propiamente del status diplomático, incluidos los particula­
extranjero y, por ello, no residentes en territorio nacional, quedarán incluidos en el Régimen
res tratos que en aspectos concretos corresponden sólo al jefe de misión —diferen­
General de Seguridad Social, de acuerdo con lo establecido en las normas del presente Real
Decreto, disposiciones que lo desarrollen y, en lo no previsto, por las propias del Régimen ciados de los de su condición de agente diplomático— los demás miembros de la
General de Seguridad Social, todo ello sin peijuicio de lo dispuesto en los Tratados misión disfrutan, también, en mayor o menor grado, de ciertos tratos especiales que
Internacionales concluidos por España. son propios del status diplomático. Así, gozan de status el personal técnico y admi­
Dos. No obstante lo establecido en el número anterior, las Misiones diplomáticas y nistrativo y el personal de servicio, e, incluso, aunque en mínimo grado, los criados
Oficinas consulares españolas en el extranjero, así como las oficinas en el extranjero de la
Administración del Estado que no formen parte de las citadas Misiones diplomáticas y con­
particulares a pesar de no ser realmente personal de la misión.
sulares, solicitarán la afiliación a la Seguridad Social local del personal al que se refiere el El status que el Convenio de Viena de 1961 establece a favor del personal técnico
número anterior, que tenga nacionalidad española y opte por dicha Seguridad Social, siempre y administrativo no es pacifico, sino el resultado de una importante discusión en el
que ello resulte posible en virtud de las normas de Derecho Internacional o internas apli­ seno de la CD1 y, sobre todo, de un controvertido debate en la Conferencia de Viena
cables. de 1961. Ello debido a que, en efecto, el status del que, en la práctica, venia disfru­
Tres. Cuando, cualquiera que sea la causa, no resulte posible la afiliación a la Seguridad
Social local del personal a que se refiere el presente Real Decreto, éste será afiliado a la
tando este personal, no respondía a una norma consuetudinaria, sino a acuerdos entre
Seguridad Social Española a través del Departamento ministerial, Organismo o dependencia los Estados, por lo que, además de no haber norma general, tampoco existia un régi­
del que perciban sus haberes, que tendrán la consideración de empresa frente a la Seguridad men uniforme, y, en todo caso, no iba más allá de la concesión de status en el ejer­
Social, a todos los efectos. cicio de las funciones. La CDI, al decidir la conveniencia de regular el status de este
personal, se planteó el hacerlo bien a partir de un mínimo necesario a desarrollar en
particulares convenios bilaterales o multilaterales, bien por la adopción de una norma
de aplicación general y uniforme que estableciese un régimen razonable ajustado a
las exigencias de la realidad existente, criterio éste que fue el seguido, teniendo en
cuenta, además, no concretas actividades de determinados funcionarios técnicos o
administrativos, de especial relevancia o confidencialidad, sino considerando, de
manera general, el valor de la función del personal técnico y administrativo en rela­
ción con toda la actividad de la misión como tal órgano, que abarca, ahora, cometi­
dos que en el pasado correspondían exclusivamente a los agentes diplomáticos; de
ahí que la regulación del Convenio establezca para el personal técnico y administra­
tivo, en una clara manifestación de desarrollo progresivo del derecho internacio­
nal, un status más elevado que el que, en la práctica anterior, se acordaba entre los
Estados acreditante y receptor, al equipararlo ahora, en gran medida, al propio de
los agentes diplomáticos.
En concreto, tras el debate de la Conferencia de Viena de 1961, y, principalmente,
sobre la base de la enmienda conjunta presentada por Birmania (actual Myanmar),
Ceilán (actual Sri Lanka) y Federación Malaya (actual Malasia) y las presentadas por
Brasil y por Canadá, el Convenio de Viena de 1961, en su artículo 37, concede, por re-
[323]
324 CURSO DE DERECHO DIPLOMÁTICO Y CONSULAR EL S T A T U S DE LOS MIEMBROS DE LA MISIÓN DIPLOMÁTICA (IV) 325

misión, a los miembros del personal técnico y administrativo, el mismo status que para los agentes diplomáticos e igualmente aplicable a los miembros del personal téc­
a los agentes diplomáticos en cuanto a la inviolabilidad personal, la de su residencia, nico y administrativo, tal como se ha expuesto. En cuanto a la posibilidad de la
documentos, correspondencia y bienes, salvo cuando, respecto a los bienes, se trate renuncia, por el Estado acreditante, a la inmunidad de jurisdicción respecto a este
de actuar sobre ellos como consecuencia de acciones civiles o administrativas dedu­ personal, que, por remisión, se prevé en el articulo 32 del Convenio de Viena, hay que
cidas contra tales personas; en cuanto a la inmunidad de jurisdicción penal y la no hacer las mismas salvedades, sobre su ejercicio real, que se indicaron en el punto
obligación de prestar testimonio; en cuanto a las exenciones previstas en materia de anterior en relación con el personal técnico y administrativo.
seguridad social, respecto a ellos mismos y como empleadores; en cuanto a la inmu­ El Convenio de Viena de 1961, además de la disposición ya transcrita del artícu­
nidad fiscal; y en cuanto a la exención de prestaciones personales, servicios públicos lo 32.1, en materia de renuncia a la inmunidad de jurisdicción, se ocupa del status de
y cargas militares. Por el contrario, el personal técnico y administrativo tiene un sta­ los miembros del personal de servicio en el artículo 37.3, en estos términos:
tus específico en cuanto a la inmunidad de jurisdicción civil y administrativa que sólo
gozan de ella por actos realizados en el ejercicio de sus funciones; y en cuanto a la Art. 37. 3. Los miembros del personal de servicio de la misión [...] gozarán de inmu­
inmunidad aduanera que sólo disfrutan de ella respecto a la importación de los obje­ nidad p o r los actos realizados en el desempeño de sus funciones, de exención de impuestos y
gravámenes sobre los salarios que perciban por sus servicios y de la exención que figura en
tos para su primera instalación. En relación con la renuncia a la inmunidad de juris­
el artículo 33 [que es la referente a la seguridad social].
dicción, el Estado acreditante podrá también hacerla respecto a los miembros del per­
sonal técnico y administrativo, lo mismo que respecto a los agentes diplomáticos, y
a la que expresamente se refiere el Convenio de Viena de 1961 en el artículo 32;
4. EL STATUS DE LAS PERSONAS DEL SERVICIO DOMÉSTICO
ahora bien, teniendo en cuenta que el personal técnico y administrativo sólo se bene­
ficia de inmunidad civil y administrativa por los actos realizados en el ejercicio de DE LOS MIEMBROS DE LA MISIÓN
sus funciones, la renuncia únicamente podrá tener lugar en los casos de inmunidad
de jurisdicción penal, pues, en principio, habrá de entenderse que no se producirá res­ Si bien es cierto que estas personas no son propiamente miembros de la misión y,
pecto a hipotéticos juicios contra miembros de tal personal por su actividad oficial, por tanto, no forman parte del personal de la misma, de ellas se ocupa, sin embargo,
que, por otra parte, deberían ser deducidos contra el Estado acreditante en nombre el Convenio de Viena de 1961 en relación con determinadas situaciones. En primer
del cual actúan. Con estas matizaciones y particularidades, para el estudio del conte­ lugar, con respecto al régimen de seguridad social del Estado receptor, para estable­
nido y alcance del status de los miembros del personal técnico y administrativo, se cer en que circunstancias ha de estar en él inscrito, conforme a los términos del
remite a los Capítulos correspondientes al status de los agentes diplomáticos. artículo 33, que ya han sido estudiados al tratar el status del agente diplomático. En
Los artículos 37.2 y 32.1, del Convenio de Viena de 1961, en lo que ahora intere­ segundo lugar, en la regulación, del status de los miembros de la misión diplomáti­
sa, se expresan así: ca, distintos de los agentes diplomáticos; en este ámbito general, los criados particu­
lares, tal como los denomina el Convenio, que estén al servicio doméstico de un
Art. 37. 2. Los miembros del personal administrativo y técnico de la misión, [...], miembro de la misión, estarán exentos de los impuestos que puedan gravar el salario
gozarán de los privilegios e inmunidades mencionados en los artículos 29 a 35, salvo que la por su trabajo como tales, pero no disfrutarán de ningún otro trato especial propio del
inmunidad de la jurisdicción civil y administrativa del Estado receptor especificada en el
status, más que en la medida en que se lo reconozca el Estado receptor, lo que, en
párrafo 1 del articulo 31, no se extenderá a los actos realizados fuera del desempeño de sus
funciones. Gozarán también de los privilegios especificados en el párrafo 1 del artículo 36, principio, sólo sucederá por acuerdo de reciprocidad con el Estado acreditante; el
respecto de los objetos importados al efectuar su primera instalación. Estado receptor, respecto a estas personas, únicamente estará obligado a un trato
deferente en los casos en que ejerza sobre ellas su jurisdicción, de modo que lo haga
Art. 32. 1. El Estado acreditante puede renunciar a la inmunidad de jurisdicción de sus
sin que resulte indebidamente entorpecido el desempeño de las funciones de la
Agentes diplomáticos y de las personas que gocen de inmunidad conforme al artículo 37.
misión; entorpecimiento que, en la práctica, muy probablemente sólo podrá produ­
cirse en relación con el servicio doméstico de la residencia oficial del jefe de la
3. EL STATUS DEL PERSONAL DE SERVICIO misión, pero este servicio, como se ha señalado, en tanto sea costeado por el Estado
acreditante, como es lo usual, ya no tiene propiamente la condición de criados parti­
Los miembros del personal de servicio, disfrutan de un particular status elevado culares, sino más bien, al menos en cuanto a su régimen, la de personal de servicio
también, por el Convenio de Viena, que les otorga, en general, la inmunidad para cua­ de la misión.
lesquiera actos realizados en el ejercicio de sus funciones, que en la práctica queda­ El Convenio de Viena de 1961 se ocupa del status de las personas al servicio par­
rá básicamente reducida a la inviolabilidad y a la inmunidad de jurisdicción; y, de ticular de los miembros de la misión en el articulo 37.4, en la siguiente forma:
forma específica, les concede la exención de impuestos sobre los salarios que por su
4. Los criados particulares de los miembros de la misión [...] estarán exentos del impues­
trabajo como miembros de la misión les abone el Estado acreditante, así como la to y gravámenes sobre los salarios que perciban por sus servicios. A otros respectos sólo goza­
exención del régimen de la seguridad social con el mismo alcance que el establecido rán de privilegios e inmunidades en la medida reconocida por dicho Estado. No obstante, el
326 CURSO DE DERECHO DIPLOMÁTICO Y CONSULAR
E L STATU S D E LOS M IEMBROS DE LA MISIÓN DIPLOMÁTICA (IV) 327

Estado receptor habrá de ejercer su jurisdicción sobre esas personas de modo que no estorbe
indebidamente el desempeño de las funciones de la misión.
la misión o su cónyuge sean los titulares de las correspondientes instituciones de pro­
tección; e) como señalaba la CDI, en su comentario arriba transcrito, podrán, tam­
bién, ser incluidos como miembros de la familia otros parientes de los miembros de
5. EL STATUS DELAS FAMILIAS DE LOS MIEMBROS DE LA MISIÓN la misión que formen parte de su casa, y quizá, incluso, en circunstancias concretas,
parientes del cónyuge que, asimismo, formen parte de su casa.
Además de los miembros de la misión diplomática, en sus distintas clases, gozan, Todavía, respecto a la noción de familia a efectos de la concesión del status, hay
también, de status, cabria decir por extensión, las familias de los miembros que se que hacer alguna precisión más en el caso de las calificadas parejas de hecho, cuan­
benefician de un status más allá del ejercicio de sus funciones, es decir, en tanto per­ do por su carácter estable los Estados acreditantes, de un modo u otro, les reconocen
sonas particulares y, por ello, aplicable a sus familias, en los mismos términos y determinados derechos recíprocos. En esta situación entiendo que podrá pedirse al
alcance que el de los propios miembros; conforme a la práctica existente entre los Estado receptor la concesión del status para la pareja y éste podrá concederlo, si no
Estados, la CDI estimó oportuno conceder a las familias los mismos tratos especia­ resulta contrario a su orden público y muy probablemente lo concederá si él mismo
les que corresponden a los miembros de la misión a título personal. En consecuen­ reconoce, también, tal situación con efectos jurídicos.
cia, disfrutan de status las familias del jefe de misión, de los demás agentes diplo­ El status de las familias de los miembros de la misión diplomática, se les debe
máticos y del personal técnico y administrativo. durante todo el tiempo que el mismo corresponde al miembro de la misión; por tanto,
Ahora bien, ¿qué se entiende por familia?; en principio, según el Convenio de no sólo en tránsito al viajar por primera vez al Estado receptor, o al abandonarlo defi­
Viena de 1961, se considera tal a quienes formen parte de la casa del miembro de la nitivamente, sino también, en todas las ocasiones que salgan o regresen al Estado
misión, es decir, a quienes vivan habitualmente con él; esta calificación general se receptor y, obviamente, siempre que se encuentren en este Estado; igualmente, duran­
debe a que la CDI consideró —como manifiesta en su comentario al articulo corres­ te el tiempo razonable en el que el miembro de la misión goza de status después de
pondiente del Proyecto definitivo de artículos— que no era oportuno precisar más el haber cesado en sus funciones; e, incluso, aun habiendo fallecido el miembro de la
sentido de la expresión miembros de la familia, ni tampoco fijar un límite de edad misión, tendrán status durante el tiempo razonable que necesiten para, en su caso
para los hijos, si bien estima que, al menos, el cónyuge y los hijos menores de edad trasladar el cadáver y abandonar el Estado receptor, como expresamente se dispone
son universal mente reconocidos como miembros de la familia; no obstante, recono­ en el articulo 39 del Convenio de Viena de 1961.
ce que en determinados casos se puede considerar miembro de la familia a otros En todo caso hay que tener en cuenta que las personas de la familia del miembro
parientes que formen parte de la casa, exigencia ésta que, en todo caso, implica que de la misión diplomática sólo disfrutarán de status si no son nacionales del Estado
han de existir lazos estrechos y condiciones especiales que «pueden darse cuando un receptor o si no tienen en él su residencia permanente, entendiéndose por tal la resi­
pariente, aunque su parentesco no sea muy cercano, regente el hogar de un embaja­ dencia habitual; es decir, si son nacionales del Estado receptor o aun siéndolo del
dor o cuando un pariente lejano haya vivido con la familia durante tantos años que le Estado acreditante o de un tercer Estado, tienen en el Estado receptor su residencia
haya convertido efectivamente en parte de la misma». permanente, no tendrán status alguno. Aunque el artículo 37 del Convenio de Viena
No hay duda de que el concepto de familia es controvertido y no uniforme, enraiza­ de 1961, al establecer el status de la familia del agente diplomático sólo menciona
do en los concretos ámbitos culturales, dependiente de circunstancias específicas y su exclusión para los miembros de la familia que sean nacionales del Estado recep­
momentos históricos; no es aquí, obviamente, el lugar de su estudio, pero a efectos tor, ha de entenderse que tampoco tendrán status cuando tengan en él su residencia
de lo que ahora interesa, es preciso hacer algunas matizaciones. Desde luego, habrá permanente, dado que esta situación sí se menciona, junto a la de la nacionalidad del
de mantenerse, en principio, el requisito de que la persona de la familia forme parte Estado receptor, respecto a las familias del personal técnico y administrativo, en el
de la casa del miembro de la misión diplomática, entendiendo por tal una persona que mismo articulo 37, y porque, aunque no sea lo usual, el agente diplomático puede
vive habitualmente con él y de él depende. Entre estas personas, dejando aparte al tener la nacionalidad del Estado receptor —como se ha estudiado y prevé el artícu­
cónyuge, cuya relación no es (o, en su caso, no sólo es) de dependencia, habrán de lo 8, del propio Convenio— y la familia que forme parte de su casa, residirá, al
incluirse: a) los hijos menores no emancipados, respeto de los cuales el miembro de menos en principio, en este Estado, pero pueden algunos de sus miembros no tener
la misión ejerza la patria potestad, bien sean sólo suyos, comunes con el cónyuge e la nacionalidad del Estado receptor —particularmente el cónyuge— y, por ello, se
incluso sólo del cónyuge y con él convivan; b) hijos mayores de edad, en cualesquiera les deberá aplicar la exclusión del status por residencia permanente; además, tal
de los supuestos anteriores, que no puedan valerse por si mismos, en razón de minus­ debe ser el criterio, toda vez que, como se verá más adelante, el status del agente
valías, y convivan con sus padres; c) los padres del miembro de la misión o de su cón­ diplomático si es nacional del Estado receptor o tiene en él su residencia perma­
yuge que por cualquier motivo dependan necesariamente de ellos y vivan habitual­ nente, se reduce a concretos tratos en el ejercicio de sus funciones.
mente con ellos; d) los hermanos menores de edad, no emancipados, tanto del miem­ Queda, en fin, considerar la posibilidad de que personas de la familia de miembros
bro de la misión como de su cónyuge, cuando sobre ellos tengan atribuida la patria de la misión diplomática puedan ejercer una actividad profesional remunerada. Del
potestad y vivan con ellos e, incluso, hermanos mayores de edad de uno u otro que mismo modo que en relación con el ejercicio de actividad profesional del agente
no se puedan valer por sí mismos, convivan con ellos y, si es el caso, el miembro de diplomático, hay que señalar que tal posibilidad ha de estar, desde luego, permitida
328 CURSO DE DERECHO DIPLOM ÁTICO Y C O N S U LA R E L S T A T U S D E L O S M IE M B R O S D E L A M IS IÓ N D IP L O M Á T IC A (IV ) 329

o no prohibida y aceptada en cada caso por el Estado acreditante y, de ser así, auto­ A cuerdo sobre el lib re ejercicio de actividades rem uneradas para fam iliares depen­
rizada, a su vez, por el Estado receptor, el cual tendrá en cuenta el tipo de actividad d ientes del perso n al dip lo m ático , consular, adm inistrativo y técnico de M isiones
que se pretende realizar y establecerá, en su caso, los requisitos para su ejercicio; D ip lo m áticas y C o n su lares, de 7 de m arzo de 2000 (B O E , de 26 de diciem bre de
además de este juego de los derechos internos respectivos, el ejercicio de actividades 2000); V enezuela, A cu erd o sobre el libre ejercicio de actividades rem uneradas para
remuneradas por esas personas puede basarse y estar regulada por convenios a d hoc fam iliares dep en d ien tes del personal diplom ático, consular, adm inistrativo y técnico
entre ambos Estados. El status de quienes ejerzan tales actividades quedará reducido de M isio n es D ip lo m áticas y C onsulares, de 7 de m arzo de 2000 (BO E, de 26 de di­
en términos semejantes al mismo supuesto respecto a los agentes diplom áticos, es ciem bre d e 2000); E cuador, A cuerdo sobre el libre ejercicio de actividades rem une­
decir, básicamente, no gozarán de inmunidad de jurisdicción civil y adm inistrativa ni radas para fam iliares d ep endientes del personal diplom ático, consular, adm inistrativo
de inmunidad fiscal e, incluso, de la específica aduanera, por los actos en relación con y técn ico de M isio n es D ip lo m áticas y O ficinas C onsulares, de 7 de m arzo de 2000
esas actividades y quedarán sujetos a las normas de seguridad social del E stado recep­ (BO E, de 23 de n o v iem b re de 2001); A rgentina, A cuerdo sobre el libre ejercicio de
tor; en cuanto a la jurisdicción penal, a diferencia de lo que ocurre respecto a los agen­ actividades rem u n erad as p ara fam iliares dependientes del personal diplom ático, con­
tes diplomáticos, el Estado receptor podrá excluir la inmunidad por actos delictivos sular, ad m inistrativo y técn ico de las m isiones diplom áticas y o ficinas consulares, de
cometidos en el ejercicio de tales actividades o se podrá establecer la renuncia a la 9 de m ayo de 2001 (B O E , de 2 de m arzo de 2002).
misma por el Estado acreditante, aunque no implique la renuncia a la inm unidad de A n tes de en trar en su co ntenid o , n o se puede dejar de criticar, en estos tratados,
ejecución. cierta term in o lo g ía in d eb ida, no aju stad a a la establecida po r los convenios codifica­
El Convenio de Viena de 1961 regula el status de las fam ilias de los m iem bros de dores, co m o la d en o m in ació n de «em pleados» de m isiones diplom áticas y oficinas
la misión diplomática en el artículo 37.1 y 2 y en el artículo 39.3: consulares (tratad o s con C a n ad á y E stados U nidos) para incluir a los agentes diplo­
m áticos, a los fu n cio n ario s co nsulares y al respectivo personal adm inistrativo y téc­
Art. 37. 1. Los miembros de la familia de un Agente diplom ático que form en p arte de
nico e, incluso, al de serv icio — para la fam ilia del cual, adem ás, no será probable,
su casa gozarán de los privilegios e inmunidades especificados en los artícu lo s 29 a 36, siem ­
pre que no sean nacionales del Estado receptor. en prin cip io , la ap licació n del tratado po r no gozar de sta tu s— sólo es correcta para
2. Los miembros del personal administrativo y técnico de la m isión, c o n los m iem bros el personal adm in istrativ o y técnico de las oficin as consulares; y la denom inación de
de sus familias que formen parte de sus respectivas casas, siem pre que n o se an n a c ionales del «m isión», esp ecífica de lo s órganos diplom áticos, para designar a las oficinas con­
Estado receptor ni tengan en él residencia permanente, gozarán de los priv ileg io s e inm uni­ sulares (tratados con U ruguay, Perú y V enezuela).
dades mencionados en los artículos 29 a 35, salvo que la inm unidad de la ju ris d ic c ió n civil y
administrativa del Estado receptor especificada en el párrafo 1 del a rtículo 31, n o se exten­ En cuanto a su co n ten id o , los ocho tratados, a p esar de las variaciones en su deno­
derá a los actos realizados fuera del desempeño de sus funciones [...]. m inación, son d e aplicació n a todas las personas d ependientes d e los m iem bros de las
m isio n es dip lo m áticas p erm an entes entre E stados, de los de las oficinas consulares y
A rt 39. 3. En caso de fallecimiento de un m iem bro de la m isión, los m ie m b ro s de su de los de las rep resen tacio n es perm anentes en organizaciones internacionales y todos
familia continuarán en el goce de los privilegios e inmunidades que les c o rre sp o n d a n ha sta la
ellos reg u lan los m ism o s asp ecto s de form a prácticam ente idéntica, con m uy concre­
expiración de un plazo razonable en el que puedan abandonar el país.
tas p articu larid ad es. D e esto s aspectos, interesa d estacar los siguientes: á) La solici­
tu d d e autorización, para q u e esas p ersonas puedan ejercer una actividad profesional,
En el derecho español, si bien no hay normas de carácter general respecto al sta ­
se hará p o r la rep resentació n diplom ática al m inisterio d e relaciones exteriores del
tus de las familias de los miembros de la misión diplomática, sí, en cam bio, en el
E stado receptor, en la q u e se acreditará la relación fam iliar de la persona interesada
ámbito concreto del ejercicio de actividades profesionales por personas de estas
con el m iem b ro de la rep resen tació n y la actividad que d esee desarrollar, b) L a auto­
familias, han de tenerse en cuenta los siguientes tratados, celebrados hasta este
rizació n será co ncedida siem p re que la persona reúna las condiciones necesarias para
momento, con: Canadá, Convenio sobre el libre ejercicio de actividades rem uneradas
ello, y, en caso de que se trate de una actividad que exija un a especial cualificación,
por personas a cargo de empleados de Misiones diplomáticas, O ficinas consulares o
esa p erso n a cum pla con la m ism a, c) L a autorización p odrá denegarse cuando la acti­
Representaciones permanentes ante Organizaciones internacionales, d e 8 de febrero
de 1990 (BOE, de 2 de agosto de 1990); Estados Unidos de Am érica, A cuerdo sobre v id ad cuyo ejercicio se solicita esté reservada p o r razones d e seguridad a nacionales
el libre ejercicio de actividades remuneradas por personas a cargo de em pleados de del E stad o receptor; el C onvenio con Canadá, dice, sin m ás, que podrá denegarse la
Misiones Diplomáticas, Oficinas Consulares o Representaciones P erm anentes ante au to rizació n p o r razones de orden público; y el A cuerdo co n E stados U nidos sim ple­
Organizaciones Internacionales, de 25 de julio de 1990 (BOE, de 8 de agosto de 1990); m ente disp o n e que, si una de las partes alega «un desequilibrio grave entre el núm e­
Uruguay, Acuerdo sobre el libre ejercicio de actividades rem uneradas p ara fam iliares ro de auto rizacio n es d e trab ajo solicitado p o r la otra parte y el núm ero d e solicita­
dependientes del personal diplomático, consular, administrativo y técnico de M isio­ dos p o r ella m ism a, se celebrarán consultas con vistas a red ucir dicho desequilibrio»
nes Diplomáticas y Consulares, de 7 de febrero de 2000 (BOE, de 6 d e abril de 2 0 0 1); (art. 3.5). el) La actividad autorizada se podrá ejercer librem ente, en las m ism as con­
Australia, Convenio de trabajo remunerado para familiares dependientes del perso­ dicio n es que los nacionales y podrá ser por cuenta propia o ajena, com o expresa­
nal diplomático, consular, administrativo y técnico de M isiones D iplom áticas y m ente se dice en los tratad o s con C anadá y E stados U nidos y habrá de entenderse en
Oficinas Consulares, de 6 de marzo de 2000 (BOE, de 13 de ju n io d e 2001); Perú, los dem ás, al no hacerse en ellos ninguna distinción y tal com o resulta de la práctica.
330 CURSO DE DERECHO DIPLOMÁTICO Y C ONSULAR E L S T A T U S D E L O S M IE M B R O S D E L A M IS IÓ N D IPLO M Á TIC A (IV) 33 1

e) La autorización expirará cuando cesen las funciones del miembro de la m isión, si El hecho de que quepa la posibilidad que haya representantes del Estado acredi­
bien los tratados con Argentina, Australia, Ecuador, Perú y Uruguay perm iten que tante que sean nacionales del Estado receptor si éste consiente en ello, como prevé el
pueda ejercerse la actividad hasta un plazo máximo de dos meses desde la fecha del artículo 8 del Convenio de Viena de 1961, trae como consecuencia la necesidad de
cese y, en particular, el Acuerdo con Estados Unidos, además de establecer la expi­ fijar, en tal caso, el status que les corresponda. En este punto ni la postura de los
ración en la fecha de dicho cese, prevé la posibilidad de que la autorización pueda Estados ni las opiniones de la doctrina son uniformes, como señaló la CDI en su
expedirse y renovarse por períodos conforme a la legislación interna del Estado com entario al Proyecto definitivo de artículos y quedó de manifiesto en la Con­
receptor. J) Por personas a cargo de un miembro de las distintas representaciones, ferencia de Viena de 1961; así, hay Estados que consideran que el agente diplomáti­
para las cuales se puede pedir la autorización para el ejercicio de una actividad remu­ co ha de gozar siem pre de la plenitud del status aunque sea nacional del Estado
nerada, se entiende aquellas de su entorno más inmediato y, por tanto, reducido si se receptor, a m enos que éste hubiera formulado reserva al consentir en tal acreditación;
tiene en cuenta todas las personas que se podría considerar que forman parte de su otros niegan ya la posibilidad de que sus nacionales sean acreditados como repre­
casa; en concreto son el cónyuge, los hijos solteros menores de 21 años a cargo de sentantes de otro E stado porque en su derecho interno se prohíbe la concesión de cua­
sus padres o menores de 23 que cursen estudios en centros de enseñanza superior (los lesquiera inm unidades y privilegios a sus nacionales; y hay, también, la posición
tratados con Canadá y Estados Unidos añaden que los estudios sean a tiempo com­ interm edia de los que sostienen que el status de los agentes diplomáticos que sean
pleto), los hijos solteros que vivan a cargo de sus padres y tengan alguna incapacidad nacionales del Estado receptor será el que expresamente les conceda este Estado.
física o mental. El Convenio de Viena de 1961, sobre el Proyecto de la CDI, con las precisiones de
El status de estas personas al ejercer una actividad remunerada, queda reducido en las enm iendas de Francia y de Australia, optó por una via intermedia estableciendo
los siguientes términos: a) No gozarán de inmunidad de jurisdicción civil y adminis­ para los agentes diplom áticos nacionales del Estado receptor — naturalmente en el
trativa por los actos relacionados con la actividad (los tratados con Argentina y Perú caso en que se acepte tal posibilidad— solamente la inmunidad de jurisdicción o
especifican relacionados «directamente»), ni de inmunidad fiscal y estarán sujetos a inviolabilidad por los actos oficiales realizados en el ejercicio de sus funciones,
las normas de seguridad social del Estado receptor, b) Respecto a la inmunidad de régim en que se aplicará, igualmente, al agente diplomático que, aun no siendo nacio­
jurisdicción penal, el Estado acreditante renunciará a ella por los actos delictivos que nal del Estado receptor, tenga en él su residencia permanente, entendida como la resi­
esas personas cometan en el ejercicio de su actividad profesional, salvo que este dencia habitual. U n mayor status sólo lo tendrán en la medida en que el Estado recep­
Estado estime que la renuncia resulta contraria a sus intereses; los tratados con tor les conceda otros privilegios e inmunidades, que, en principio, no se otorgarán
Argentina, Canadá y Estados Unidos no establecen la obligación de renunciar, sino m ás que por acuerdo o trato recíproco. Si, en cambio, el agente diplomático es nacio­
que el Estado acreditante «estudiará muy seriamente» la petición escrita que en tal nal de un tercer Estado, sin serlo a la vez del Estado acreditante, aunque sea necesa­
sentido le haga el Estado receptor, añadiendo los de Argentina y Estados Unidos la ria su aceptación por el Estado receptor — según dispone el articulo 8— dándose
reserva indicada para el caso que la posible renuncia sea contraria a sus intereses. ésta, el status que le corresponde es el pleno, igual que si fuera nacional del Estado
c) En cuanto a la inmunidad de ejecución penal, la renuncia a la inmunidad de juris­ acreditante, pues a esta conclusión hay que llegar al no incluirse tal supuesto en la
dicción penal no implica la relativa a la ejecución, para la que se necesitará una nueva lim itación del status y haber sido, además, rechazadas en la Conferencia las enmien­
renuncia específica, que, en este caso no hay obligación de hacer, sino tan sólo que das que proponían esta limitación para todos los casos en que el agente diplomático
el Estado acreditante la «estudiará seriamente»; los tratados con Argentina, Canadá no fuera nacional del Estado acreditante.
y Estados Unidos no dicen nada respecto a la inmunidad de ejecución penal, por lo E n relación con los demás miembros de la misión, es decir, del personal técnico y
que habrá de entenderse que ésta se mantiene, teniendo en cuenta que, precisamente, adm inistrativo y del personal de servicio, así como respecto a los domésticos priva­
son estos tratados los que ni siquiera establecen la obligación de renunciar a la inmu­ dos no gozarán de ningún status cuando sean nacionales del Estados receptor o ten­
nidad de jurisdicción penal. gan en él su residencia permanente, pero no deberá haber limitación alguna cuando
sean nacionales de un tercer Estado, lo mismo que se acaba de indicar para los agen­
tes diplom áticos. Todas estas personas no podrán tener, por tanto, otro status que el
6. EL STATUS DE LOS MIEMBROS DE LA MISIÓN DIPLOMA TICA Y D E SU que, en su caso, acepte el Estado receptor, el cual solamente estará obligado, cuando
SERVICIO DOMÉSTICO CUANDO SEAN NACIONALES DEL ESTADO tenga que ejercer su jurisdicción sobre ellas, a que en su actuación no estorbe inde­
RECEPTOR O TENGAN EN ÉL SU RESIDENCIA PERMANENTE bidam ente el desempeño de las funciones de la misión, con lo que, en realidad, no es
tanto un trato debido a estas personas, sino a la misión.
Todo el status que en sus concretas manifestaciones se ha venido estudiando es el El Convenio de Viena de 1961 regula estas particulares situaciones en el articu­
que corresponde a los distintos miembros de la misión y al servicio particular siem­
lo 38, de la siguiente forma:
pre que no sean nacionales del Estado receptor ni tengan en él su residencia perm a­
nente o habitual, pero cuando alguno de estos supuestos se dé, entonces el contenido 1. Excepto en la m edida en que el Estado receptor conceda otros privilegios e inmuni­
y alcance del status varía radicalmente. dades, el Agente diplom ático que sea nacional de ese Estado o tenga en él residencia perma-'
332 CURSO DE DERECHO DIPLOMÁTICO Y CONSULAR

nente sólo gozará de inmunidad de jurisdicción o inviolabilidad por los actos realizados en el
desempeño de sus funciones.
2. Los otros miembros de la misión y los criados particulares que sean nacionales del
Estado receptor o tengan en él su residencia permanente gozarán de los privilegios e inmuni­
dades únicamente en la medida en que lo admita dicho Estado. No obstante, el Estado recep­ BIBLIOGRAFÍA
tor habrá de ejercer su jurisdicción sobre esas personas de modo que no estorbe indebida­
mente el desempeño de las funciones de la misión.
1. O B R A S G E N E R A L E S D E D ER E C H O D IPLO M Á TIC O Y CONSULAR

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