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Emily Dickinson

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CUANDO CUENTO LAS SEMILLAS...

Cuando cuento las semillas


sembradas allá abajo
para florecer así, lado a lado;

cuando examino a la gente


que tan bajo yace
para llegar tan alto;

cuando creo que el jardín


que no verán los mortales
siega el azar sus capullos
y sortea a esta abeja,
puedo prescindir del verano, sin queja.

EN MI JARDÍN AVANZA UN PÁJARO

En mi jardín avanza un pájarosobre una rueda con rayos -


de música persistentecomo un molino vagabundo -
jamás se demorasobre la rosa madura prueba sin posarseelogia al partir,

cuando probó todos los sabores -


su cabriolé mágico
va a remolinear en lontananzas -
entonces me acerco a mi perro,

y los dos nos preguntamos


si nuestra visión fue real -
o si habríamos soñado el jardín
y esas curiosidades -

¡pero él, por ser más lógico,


señala a mis torpes ojos -
las vibrantes flores!
¡Sutil respuesta!

SENTÍ UN FUNERAL EN MI CEREBRO

Sentí un funeral en mi cerebro,


los deudos iban y venían
arrastrándose -arrastrándose -hasta que pareció
que el sentido se quebraba totalmente -
y cuando todos estuvieron sentados,
una liturgia, como un tambor -
comenzó a batir -a batir -hasta que pensé
que mi mente se volvía muda -

y luego los oí levantar el cajón


y crujió a través de mi alma
con los mismos botines de plomo, de nuevo,
el espacio -comenzó a repicar,

como si todos los cielos fueran campanas


y existir, sólo una oreja,
y yo, y el silencio, alguna extraña raza
naufragada, solitaria, aquí -

y luego un vacío en la razón, se quebró,


caí, y caí -
y di con un mundo, en cada zambullida,
y terminé sabiendo -entonces -

QUE YO SIEMPRE AMÉ

Que yo siempre amé


yo te traigo la prueba
que hasta que amé
yo nunca viví -bastante-
que yo amaré siempre
te lo discutiré
que amor es vida
y vida inmortalidad
esto -si lo dudas- querido,
entonces yo no tengo
nada que mostrar
salvo el calvario

TAN LEJOS DE LA PIEDAD COMO LA QUEJA

Tan lejos de la piedad, como la queja


tan frío a la palabra -como la piedra
inconmovible a la revelación
como si mi oficio fuera de hueso
tan lejos del tiempo -como la historia
tan cerca de uno mismo hoy
como niños, a las bufandas del arco iris
a la puesta de sol a su juego amarillo
a los párpados en el sepulcro
¡cuán mudo yace el danzarín
cuando las revelaciones del color se rompen
y resplandecen las mariposas!

http://amediavoz.com/traducciones.htm

EUGENIO MONTALE
Para Annalisa Cima
Tu edad me asusta,
te defiende y me acusa; es el saberte igual
en un tiempo distinto lo que tal vez me entristece…
Un espacio de años nos separa,
mas un gesto tuyo anula la distancia.
En la puerta se perfila una aérea figura.
Héte aquí con el girasol de tus aureolas.
Ninguna presencia podrá turbar esta alegría
que me traes otra vez,
encanto regenerador que detiene el tiempo.
Una ligera brisa entre resplandores de luz levanta
nubes de arena y espuma.
Y lo que sale a flote
es que yo soy la musa y tú el cantor.
Agradable noticia, sentirse al mismo tiempo
maestro e inspirador.
CASI UNA FANTASÍA
Amanece de nuevo, lo presiento
por el albor de vieja
plata en las paredes:
las ventanas cerradas se vetean de un tenue resplandor.
Vuelve el advenimiento del sol
pero sin las difusas voces,
los acostumbrados estrépitos.
¿Por qué? Pienso en un día encantado
y de las justas de horas demasiado iguales
me resarzo.
Desbordará la fuerza que me inflamaba,
inconsciente mago, desde largo tiempo.
Ahora me asomaré, destruiré altas casas,
despojos viales.
Tendré ante mí un lugar de limpia nieve
mas tan ligero como el paisaje de un tapiz.
Resbalará un destello lento
entre el algodón del cielo.
Selvas y colinas llenas de invisible luz
me harán el elogio de los festivos retornos.
Alegre leeré sobre el blanco
los negros signos de las ramas
como un esencial alfabeto.
Todo el pasado de repente aparecerá delante.
No turbará sonido alguno esta alegría solitaria.
Cruzará el aire posándose sobre una estaca
algún gallito de Marzo.
Versión de: F.Ferrer Lerin

DOS EN EL CREPÚSCULO

Fluye entre tú y yo en el mirador


un claror submarino que deforma
perfiles de colinas y tu rostro.
Está en un fondo huidizo, cada gesto
tuyo es ajeno a ti; entra sin huella
y se esfuma, en el medio que cubre
cada estela, cerrándose a tu paso:
tú aquí conmigo, en este aire bajado
para sellar el sopor de las rocas.
Yo, caído
en el poder que pesa en torno, cedo
al sortilegio de no reconocer
de mí ya nada fuera de mí: si alzo
el brazo apenas, se me vuelve ajeno
mi acto, se parte en un cristal, ignota
y oscurecida su memoria, y ya
el gesto no me pertenece; si hablo,
yo escucho atónito aquella voz
descender a su gama más remota
o muerta en el aire que no la sostiene.
Así, en el punto que resiste a la última
consunción de la luz,
dura el desmayo; y luego un soplo eleva
los valles en frenético temblor
y arranca de las frondas un rumor
muy leve que se extiende
entre rápidos humos y las luces primeras
dibujan ya los muelles.
...las palabras
entre nosotros caen suaves. Te miro
en un blando reflejo. Yo no sé
si te conozco; sé que nunca estuve
de ti tan separado como en este tardío
retorno. Unos instantes han quemado
todo de nosotros: salvo dos rostros,
dos máscaras donde se graba una sonrisa
desganada.
Versión de Jesús López Pacheco

DÍA Y NOCHE
Hasta una pluma que vuela puede dibujar
tu figura, o el rayo que juega al escondite
entre los muebles, o el guiño del espejo
de un niño, desde los tejados. Sobre las murallas
jirones de vapor prolongan las agujas
de los álamos y, abajo, en la rueda se encrespa el loro
del afilador. Luego la noche agobiante
en la plazuela, y los pasos, y siempre esta dura
tarea de hundirse para resurgir iguales
de siglos, o de instantes, de íncubos que no logran
volver a dar con la luz de tus ojos en el antro
incandescente y aún los mismos gritos y los prolongados
llantos sobre la veranda
si retumba de pronto el golpe que te anuda
la garganta y quiebra las alas, oh inestable
anunciadora del alba,
y se despiertan los claustros y los hospitales
en un delirar de clarines.

VIENTO SOBRE LA MEDIA LUNA

El gran puente no llevaba hacia ti.


Te habría alcanzado hasta navegando
en las cloacas, a una orden tuya.
Pero ya las fuerzas, con el sol en los cristales
de los miradores, se iban agotando.
El hombre que predicaba bajo la Media Luna
me preguntó: "¿Sabes dónde está Dios?" Lo sabía
y se lo dije. Movió la cabeza. Desapareció
en un torbellino que arrastró a hombres y casas
y los alzó, muy altos, sobre la oscuridad.
Edimburgo

Versión de Jesús López Pacheco

LA ANGUILA
La anguila, la sirena
de los mares fríos que deja el Báltico
para llegar a nuestros mares,
a nuestros estuarios, a los ríos
que remonta por el fondo, bajo la crecida adversa,
de cauce a cauce, y después
de hilo a hilo, sutilizados,
cada vez más dentro, cada vez más en el corazón
del macizo, filtrándose
entre burbujas de fango, hasta que un día
una luz brotada de los castaños
le enciende brillos en charcos de agua muerta,
en los fosos que unen
los saltos de los Apeninos a la Romaña;
la anguila, antorcha, látigo,
flecha de Amor en tierra
que sólo nuestros barrancos o los resecos
arroyos pirenaicos devuelven
a paraísos de fecundación;
el alma verde que busca
vida sólo allí donde
muerde el ardor y al desolación,
la chispa que dice:
todo comienza cuando todo parece
carbonizarse, rama sepultada;
el iris breve, gemelo
de aquel que engarzas entre las pestañas
y haces brillar intacto entre los hijos
del hombre, inmersos en tu fango, ¿puedes tú
no creerla hermano?

Versión de Jesús López Pacheco

LA FORMA DEL MUNDO


Si tiene el mundo la forma del lenguaje
y el lenguaje la forma de la mente,
la mente son sus plenos y vacíos
no es nada o casi y no puede salvarnos.
Así habló Papirio. Ya era noche
y llovía. Pongámopnos a salvo,
dijo, y avivó el paso no advirtiendo
que era suyo el lenguaje del delirio.
Versión de: José Ángel Valente

REMEMORO TU SONRISA...
Rememoro tu sonrisa, y es para mí como el agua límpida
hallada al azar en la pedrera de un arenal,
exiguo espejo en el que mira una hiedra sus corimbos;
y encima el abrazo de un tranquilo cielo blanco.
Ese es mi recuerdo; no sabría decir, en la distancia,
si en tu rostro se expresa libre un alma ingenua,
o si verdaderamente eres un fugitivo que el mal del mundo
extenúa
llevando su sufrir consigo como un talismán.
Mas esto puedo decirte, que tu imaginada efigie
sumerge mis caprichosas inquietudes en una oleada de calma,
y que tu semblante se insinúa en mi gris memoria
sencillo como la copa de una joven palmera...
Versión de: F.Ferrer Lerin
EL OLOR DE LA HEREJÍA

¿Fue Miss Petrus, secretaria y hagiógrafa


de Tyrrell, su amante? Sí, fue la respuesta
del barnabita, y un movimiento gélido de horror
serpenteó entre los familiares, los amigos y otros
ocasionales huéspedes.

Yo, apenas un niño, permanecí indiferente


a la cuestión; el barnabita era
un discreto tapeur de pianoforte
y a cuatro manos, quizá a cuatro pies,
zapateamos o cantamos
«En esta tumba oscura» y otros varios
divertimientos.

Que desprendiera un tufo de herejía


parecía ignorarlo la familia. Muerto
y ya olvidada la persona, supe
que estaba suspendido a divinis y quedé boquiabierto.
¿Suspendido de qué? ¿De qué cosa y por qué?
¿A medio aire, en fin, sujeto con un hilo?
¿Sería lo divino un gancho o colgadero?
¿Entra por el olfato como cualquier olor?

Sólo más tarde comprendí el sentido


de la expresión y ya no me quedé
suspendido de aliento. Aún me parece ver
al viejo fraile en la pineda,
que ardió hace tiempo, inclinado sobre textos miasmáticos,
bálsamo para él. Y nada en el olor recuerda
lo demoniaco o lo divino, soplos de voz o pneumas,
de los que sólo queda huella en algunos papeles ilegibles.
Versión de: José Ángel Valente

MEDITERRÁNEO
Antiguo, estoy embriagado por la voz
que brota de tus bocas cuando se abren
como verdes campanas y se repelen
hacia atrás, disolviéndose.
La casa de mis veranos juveniles
-lo sabes- estaba a tu lado
allá en la tierra donde el sol calcina
y oscurecen el aire los mosquitos.
Hoy como entonces ante ti permanezco
inmóvil, mar, mas no me creo
digno ya de la solemne admonición
de tu aliento. Me dijiste primero
que el pequeño fermento
de mi corazón no era sino un instante
del tuyo, que en el fondo de mí
estaba tu arriesgada ley: ser enorme y diverso
y fijo al mismo tiempo,
para librarme así de toda suciedad,
como tú cuando arrojas a tus playas
entre estrellas de mar, corchos y algas
las inútiles sobras de tu abismo.
Versión de: L. S. R.

CORNO INGLÉS

En la tarde, sinfónicos los vientos


tocando están, con un fragor de olas,
su instrumental de árboles espesos.
Y el horizonte bruñen donde asoman
lampos como aquilones gigantescos:
muda borrasca de celestes frondas.
¡Claros reinos etéreos, nubes raudas,
ElDoradas mansiones entreabiertas!
Cambia color, escama por escama,
lívido el mar, y arroja a las arenas
una tromba de espinas irizada...
¡Oh! si en las horas que se hunden lentas,
murientes con el sol,
también a ti los vientos te pulsaran,
olvidado instrumento, Corazón!
Versión de: Carlos López Narváez

DOLOR DE VIVIR
Frecuentemente hallé el dolor: vivir
era el riochuelo estertoroso, agónico;
la llama retorciéndose en la pira;
el cabello en la ruta, inútil, roto.
Placer no conocí. Sólo el milagro
que obra la divina indiferencia:
la estatua erguida entre la somnolencia
tórrida, con la nube y el milano.
Versión de: Carlos López Narváez

POEMA 5
Del brazo tuyo he bajado por lo menos
un millón de escaleras
y ahora que no estás, cada escalón es un vacío.
También así de breve fue nuestro largo viaje.

El mío aún continúa, mas ya no necesito


los trasbordos, los asientos reservados,
las trampas, los oprobios de quien cree
que lo que vemos es la realidad.

He bajado millones de escaleras dándote el brazo


y no porque cuatro ojos puedan ver más que dos.
Contigo las bajé porque sabía que de ambos
las únicas pupilas verdaderas,
aunque muy empañadas eran las tuyas.

SIRIA

Decían en la Antigüedad que la poesía


es una escalera a Dios. Tal vez no lo sea
cuando me lees ahora. Pero lo supe el día
que por ti volví a encontrar mi voz, disuelto
en un rebaño de nubes y de cabras
revoltosas, que desde un risco acababan con las hojas
del ciruelo y la anea, y los rostros enflaquecidos
de la luna y del sol se fundían;
el motor estaba averiado y una flecha
de sangre sobre una roca señalaba
el camino de Alepo.

SESTEAR PÁLIDO Y ABSORTO...

Sestear pálido y absorto


junto a la ardiente tapia de un huerto.
Escuchar entre endrinos y zarzas
chasquidos de mirlos, rumores de ofidio.

En las grietas del suelo o la algarroba


acechar las hileras de rojas hormigas
que se entrecruzan o quiebran
en la cima de minúsculas gavillas.

Observar entre las frondas del lejano


palpitar de briznas marinas
mientras se elevan trémulos chasquidos
de cigarras desde pelados picos.

Y caminando entre el sol que deslumbra


sentir con triste maravilla
que la vida toda y su fatiga está
en este recorrer un muro
coronado por pinchos filosos de botella.

FELICIDAD LOGRADA

Felicidad lograda, caminamos


por ti sobre un filo de espada.
Para los ojos eres resplandor que vacila;
para el pie, tenso hierro que se raja;
que no te toque, pues, quien más te ama.

Si llegas a las almas invadidas


de tristeza, iluminándolas, tu mañana
es dulce y turbadora como nidos en las molduras.
Mas nada paga el llanto de ese niño
cuyo globo se escapa entre las casas.

TAL VEZ UNA MAÑANA...

Tal vez una mañana caminando bajo un aire de vidrio


árido, volviéndome, veré hacerse el milagro:
la nada a mis espaldas, el vacío detrás
de mí, con terror de borracho.

Luego, como en una pantalla, se detendrán de pronto


colinas casas árboles para el común engaño.
Pero será muy tarde; y yo me iré callado,
en medio de los hombres que no se vuelven, con mi secreto.
VIENTO SOBRE LA MEDIA LUNA

El gran puente no llevaba hacia ti.


Te habría alcanzado hasta navegando
en las cloacas, a una orden tuya.
Pero ya las fuerzas, con el sol en los cristales
de los miradores, se iban agotando.
El hombre que predicaba bajo la Media Luna
me preguntó: "¿Sabes dónde está Dios?" Lo sabía
y se lo dije. Movió la cabeza. Desapareció
en un torbellino que arrastró a hombres y casas
y los alzó, muy altos, sobre la oscuridad.
Edimburgo

Versión de Jesús López Pacheco


Paul celan
ALABANZA DE LA LEJANÍA

En el venero de tus ojos


viven las redes de los pescadores de la mar errabunda.
En el venero de tus ojos
el mar mantiene su promesa.
En ella arrojo yo,
un corazón que entre los hombres ha morado,
lejos de mí mis vestiduras y el resplandor de un juramento.
Más oscuro en lo oscuro, más desnudo estoy.
Tan sólo al desertar soy fiel.
Yo soy tú cuando soy yo.
En el venero de tus ojos
derivo y sueño un rapto.
En una red, una red queda apresada
y nos abandonamos enlazados.
En el venero de tus ojos
estrangula su cuerda un ahorcado.
Versión de José Ángel Valente

NOCHES DE UMBRÍA
Noches de Umbría.
Noches de Umbría con la plata del címbalo y de las hojas del olivo.
Noches de Umbría con el canto que hasta aquí trajiste.
Noches de Umbría con el canto.
Mudo cuanto ascendió a la vida, mudo.
Desocupa y vuelve a llenar los cántaros.
Cántaro de barro.
Cántaro de barro con el que creció la mano del alfarero.
Cántaro de barro que cerró para siempre la mano de una sombra.
Cántaro de barro con el sello de la sombra.
Cantos por doquier, cantos.
Deja que entre el borrico.
Borriquillo.
Borriquillo en la nieve que esparce la mano más desnuda.
Borriquillo ante el verbo que se cerró de golpe.
Borriquillo que come el sueño de la mano.
Brillo que a consolar no alcanza, brillo.
Los muertos, los muertos aún mendigan, Francisco.
Versión de Felipe Boso

CRISTAL
No busques en mis labios tu boca,
ni en la puerta al extraño,
ni en el ojo la lágrima.
Siete noches más arriba
pasa el rojo hacia el púrpura,
siete corazones más adentro
insiste la mano en la puerta,
siete rosas más tarde
se escucha el rumor de la cisterna.
De noche, cuando el péndulo del amor
oscila entre el siempre y el nunca jamás,
tu palabra derriba las lunas del corazón
y tu ojo azul -borrascoso-
le entrega el cielo a la tierra.
Desde una lejana arboleda
oscurecida por el sueño
llega hasta nosotros el aliento
y lo que perdimos transita inmenso
como un espectro del futuro.
Lo que ahora se hunde y se levanta
quiere lo sepultado en la entraña:
ciego como la mirada que cambiamos,
el tiempo lo besa en la boca.
Versión de José María Pérez Gay

CANCIÓN A UNA DAMA EN LA SOMBRA


Cuando la Taciturna llegue y decapite los tulipanes,
¿Quién saldrá ganando?
¿Quién saldrá perdiendo?
¿Quién se asomará a la ventana?
¿Quién pronunciará primero su nombre?
Alguien que es portador de mis cabellos.
Los lleva como se lleva a los muertos en las manos.
Los lleva como llevó el cielo mis cabellos aquel año en que amé.
Los lleva así por vanidad.
Ese saldrá ganando.
No saldrá perdiendo.
No se asomará a la ventana.
No pronunciará su nombre.
Es alguien que está en posesión de mis ojos.
Los tiene desde que se cierran los portones.
Los lleva en los dedos, como anillos.
Los lleva como añicos de fruición y zafiro:
era ya mi hermano en otoño;
y ya cuenta los días y las noches.
Ese saldrá ganando.
No saldrá perdiendo.
No se asomará a la ventana.
Pronunciará su nombre el último.
Es alguien que tiene lo que dije.
Lo lleva bajo el brazo, como un bulto.
Lo lleva como el reloj su peor hora.
Lo lleva de umbral en umbral, mas no lo arroja.
Ese no saldrá ganando.
Saldrá perdiendo.
Se asomará a la ventana.
Pronunciará su nombre el primero.
Será decapitado con los tulipanes.
Versión de Felipe Boso

SUEÑO Y SUSTENTO

El aliento nocturno es tu sábana,


la tiniebla se acuesta a tu lado.
Los tobillos te roza, las sienes;
te despierta a la vida y al sueño,
te rastrea en el verbo,
en el deseo, en las ideas,
duerme con cada una de ellas
y te atrae con halagos.
Te peina la sal de las pestañas,
te la sirve a la mesa,
les escucha a tus horas la arena
y la pone a tu alcance.
Y aquello que era cuando rosa era,
sombra y agua, te lo escancia.
Versión de Felipe Boso
COAGULA
También tu
herida, rosa.
Y la astada luz
de tus búfalos rumanos
en lugar de una estrella
sobre el lecho de arena,
en el émbolo que habla,
el superrojoceniciento.
Versión de Felipe Boso

SALMO

Ya nadie nos moldea con tierra y con arcilla,


ya nadie con su hálito despierta nuestro polvo.
Nadie.

Alabado seas, Nadie.


Queremos por tu amor
florecer
contra
ti.

Una nada
fuimos, somos, seremos,
floreciendo:
rosa de
nada, de nadie.

Con
el pistilo almalúcido,
cielo desierto el estambre,
la corola roja
de la palabra purpúrea que cantamos
sobre, o sobre
la espina.

Versión de José Ángel Valente

FUGA DE LA MUERTE

Negra leche del alba la bebemos al atardecer


la bebemos a mediodía y en la mañana y en la noche
bebemos y bebemos
cavamos una tumba en el aire no se yace estrechamente en él
Un hombre habita en la casa juega con las serpientes escribe
escribe al oscurecer en Alemania tus cabellos de oro Margarete
lo escribe y sale de la casa y brillan las estrellas silba a sus
mastines
silba a sus judíos hace cavar una tumba en la tierra
ordena tocad para la danza

Negra leche del alba te bebemos de noche


te bebemos en la mañana y al mediodía te bebemos al atardecer
bebemos y bebemos
Un hombre habita en la casa juega con las serpientes escribe
escribe al oscurecer en Alemania tus cabellos de oro Margarete
tus cabellos de ceniza Sulamita cavamos una tumba en el aire no
se yace estrechamente en él
Grita cavad unos la tierra más profunda y los otros cantad sonad
empuña el hierro en la cintura lo blande sus ojos son azules
cavad unos más hondo con las palas y los otros tocad para la
danza

Negra leche del alba te bebemos de noche


te bebemos al mediodía y la mañana y al atardecer
bebemos y bebemos
un hombre habita en la casa tus cabellos de oro Margarete
tus cabellos de ceniza Sulamita él juega con las serpientes
Grita sonad más dulcemente la muerte la muerte es un maestro
venido de Alemania
grita sonad con más tristeza sombríos violines y subiréis como
humo en el aire
y tendréis una tumba en las nubes no se yace estrechamente allí

Negra leche del alba te bebemos de noche


te bebemos a mediodía la muerte es un maestro venido de
Alemania
te bebemos en la tarde y la mañana bebemos y bebemos
la muerte es un maestro venido de Alemania sus ojos son azules
te hiere con una bala de plomo con precisión te hiere
un hombre habita en la casa tus cabellos de oro Margarete
azuza contra nosotros sus mastines nos sepulta en el aire
juega con las serpientes y sueña la muerte es un maestro venido
de Alemania
tus cabellos de oro Margarete
tus cabellos de ceniza Sulamita
Versión de José Ángel Valente

CORONA

En mi mano el otoño come su hoja: somos amigos.


Extraemos el tiempo de las nueces y le enseñamos a caminar:
regresa el tiempo a la nuez.
En el espejo es domingo,
en el sueño se duerme,
la boca dice la verdad.

Mi ojo asciende al sexo de la amada:


nos miramos,
nos decimos palabras oscuras,
nos amamos como se aman amapola y memoria,
nos dormimos como el vino en los cuencos,
como el mar en el rayo sangriento de la luna.

Nos mantenemos abrazados en la ventana, nos ven desde la calle:


tiempo es de que se sepa,
tiempo es de que la piedra pueda florecer,
de que en la inquietud palpite un corazón.
Tiempo es de que sea tiempo.

Es tiempo.
Versión de José Ángel Valente

SHIBBOLETH

Junto a mis piedras


crecidas bajo el llanto
tras las rejas,

me arrastraron
al medio del mercado,
allá,
donde se iza la bandera, a la que
no he prestado nunca juramento.

Flauta,
flauta doble en la noche:
piensa el sombrío
y doble rojo
en Viena y en Madrid.

Pon tu bandera a media asta,


recuerdo.
A media asta
hoy y para siempre.

Corazón:
dalo también aquí a conocer,
aquí, en medio del mercado.
Haz que resuene, el shibboleth,
en lo extranjero de la patria.
Febrero. No pasarán.

Unicornio:
sabes de las piedras,
sabes de las aguas,
van,
te llevo
hacia las voces
De Extremadura.
Versión de José Ángel Valente

MANDORLA

En la almendra -¿qué hay en la almendra?


La Nada.
La Nada está en la almendra.
Allí está, está.

En la Nada -¿quién está? El Rey.


Allí está el Rey, el Rey.
Allí está, está.

Bucle de judío, no llegarás al gris.

Y tu ojo -¿dónde está tu ojo?


Tu ojo está frente a la almendra.
Tu ojo frente a la Nada está.
Apoya al rey.
Así está allí, está.

Bucle de hombre, no llegarás al gris.


Vacía almendra, azul real.
Versión de José Ángel Valente

ESTAR

Estar a la sombra
de la llaga en el aire.
No-estar-por-nadie-ni-por-nada.
Incógnito,
solamente
por ti.

Con todo lo que cabe dentro,


sin lenguaje
también.
Versión de Felipe Boso

TARDÍO Y PROFUNDO

Maligna como palabra de oro esta noche comienza.


Comemos las manzanas de los mudos.
Hacemos un trabajo que bien puede dejarse a su fortuna;
en pie permanecemos en el otoño de nuestros tilos, como rojas
banderas pensativas,
como abrasados huéspedes del Sur.
Juramos por Cristo el Nuevo desposar el polvo con el polvo,
el pájaro con el zapato vagabundo,
el corazón con la escalera de agua...
Hacemos ante el mundo los santos juramentos de la arena,
juramos con gusto,
juramos en voz alta desde los techos del sueño sin imágenes
y agitamos la blanca cabellera del tiempo...

Ellos nos gritan: ¡Blasfemáis!

Desde hace tiempo lo sabemos.


Desde hace tiempo lo sabemos: ¿qué importa?
Vosotros moléis en los molinos de la muerte la blanca harina de
la Promesa
y la ofrecéis a nuestros hermanos y a nuestras hermanas.

Nosotros agitamos la blanca cabellera del tiempo.

Vosotros censuráis: ¡Blasfemáis!


Lo sabemos de sobra,
que venga sobre nosotros la culpa
que venga sobre nosotros la culpa de todas las señales de peligro,
que venga el mar burbujeante,
el viento acorazado del retorno,
el día de la medianoche,
que venga lo que no ha sido todavía.
Que venga un hombre de la tumba.
Versión de José Ángel Valente
CUALQUIER PIEDRA QUE LEVANTES

Cualquier piedra que levantes-


desnudas
a los que piden la salvaguardia de las piedras:
desnudos
renuevan el entramado desde hoy.

Cualquier árbol que abatas-


armas
el lecho en donde
las almas nuevamente se acumulan,
como si no temblase
a su vez este
eón.

Cualquier palabra que pronuncies-


das las gracias
a la corrupción.
Versión de José Ángel Valente

HABLA TAMBIÉN TÚ

Habla también tú
sé el último en hablar,
di tu decir.

Habla-
Pero no separes el No del Sí.
Y da a tu decir sentido:
dale sombra.

Dale sombra bastante,


dale tanta
cuanta en torno de ti tú sabes extendida entre
medianoche y mediodía y medianoche.

Mira en torno:
ve cómo alrededor todo se hace viviente
¡En la muerte! ¡Viviente!
Dice la verdad quien dice sombra.

Pero se estrecha ahora el lugar donde estás:


¿Adónde ahora, despojado de sombra, adónde?
Asciende. Tanteante, asciende.
Te haces más sutil, más irreconocible, más fino.
Más fino: un hilo
por el que quiere descender la estrella
para abajo nadar, al fondo,
donde se ve brillar: sobre móviles dunas
de palabras errantes.
Versión de José Ángel Valente

TENEBRAE

Estamos próximos, Señor,


próximos y apresables.

Ya apresados, Señor,
uno en otro enzarzados, como
si la carne de cada uno de nosotros fuese
tu carne, Señor.

Ora, Señor,
invócanos,
estamos próximos.

Ladeados por el viento íbamos,


caminábamos para inclinarnos
sobre la zanja y la oquedad.

Al abrevadero íbamos, Señor.

Era sangre, era


lo que tú has derramado, Señor.

Brillaba.

Nos arrojó tu imagen a los ojos, Señor.


Los ojos y las bocas tan abiertos están, tan vacíos, Señor.

Hemos bebido, Señor,


la sangre con la imagen que en ella estaba, Señor.

Ora, Señor.
Estamos próximos.
Versión de José Ángel Valente

HABÍA
Había tierra en ellos y
cavaban.
Cavaban y cavaban y pasaba así
el día y pasaba la noche. No alababan a Dios
que, según les dijeron, quería todo esto,
que, según les dijeron, sabía todo esto.

Cavaban y nada más oían;


y no se hicieron sabios ni inventaron un canto
ni imaginaron un lenguaje nuevo.
Cavaban.

Vino una calma y vino una tormenta


y todos los océanos vinieron.
Yo cavo y tú cavas e igual cava el gusano
y aquel remoto canto dice: cavan.

Oh uno, oh nadie, oh ninguno, oh tú:


¿Adónde iba si hacia nada iba?
Oh, tú cavas y yo cavo, yo me cavo hacia ti,
y en el dedo se nos despierta el anillo.
Versión de José Ángel Valente

TUBINGA, ENERO
A la ceguera per-
suadidos ojos.
Su -«un
enigma es
manantía pureza»- su
recuerdo de
flotantes hölderlinianas torres en
un vuelo circular de gaviotas.

Visitas de carpinteros ahogados con


estas
sumergidas palabras:

Viniera,
viniera un hombre,
viniera un hombre al mundo, hoy, llevando
la luminosa barba de los
patriarcas: debería,
si de este tiempo
hablase, de-
bería
tan sólo balbucir y balbucir
continua, continua-
mente.
(«Pallaksch, Pallaksch.»)
Versión de José Ángel Valente

EN LOS RÍOS
En los ríos, al norte del futuro,
tiendo la red que tú
titubeante cargas
de escritura de piedras,
sombras.
Versión de José Ángel Valente

CIÉGATE

Ciégate para siempre:


también la eternidad está llena de ojos-
allí
se ahoga lo que hizo caminar a las imágenes
al término en que han aparecido,
allí
se extingue lo que del lenguaje
también te ha retirado con un gesto,
lo que dejabas iniciarse como
la danza de dos palabras sólo hechas
de otoño y seda y nada.
Versión de José Ángel Valente

BISIESTOS SIGLOS
Bisiestos siglos, bisiestos
segundos bisiestos
nacimientos, novembreantes, bisiestas
muertes,
en automáticos panales archivados
bits
on chips

El poema-menorá de Berlín,

(¿inasilado, in-
archivado, in-
asistido? ¿En
vida?),

estaciones de lectura en la palabra tardía,


puntas de llamas vigilantes
en el cielo,

perfil de crestas bajo el fuego

sensaciones, tejidas
por la helada,

arranque en frío-
con hemoglobina.
Versión de José Ángel Valente

NO OBRES DE ANTEMANO
No obres de antemano,
no envíes nada fuera,
mantente
dentro:

transfundido de nada,
libre de cualquier
plegaria,
sutilmente acordado según
la pre-inscripción
insuperable,

yo te acojo
en lugar de toda
paz.
Versión de José Ángel Valente

UNA HOJA SIN ÁRBOL


Una hoja, sin arbol
para Bertold Brecht:
¿Qué tiempo es éste
en el que una conversación
es casi un crimen
porque incluye
tantas cosas explícitas?
Versión de José Ángel Valente

ALABANZA DE LA LEJANÍA
En el venero de tus ojos
viven las redes de los pescadores de la mar errabunda.
En el venero de tus ojos
el mar mantiene su promesa.
En ella arrojo yo,
un corazón que entre los hombres ha morado,
lejos de mí mis vestiduras y el resplandor de un juramento.
Más oscuro en lo oscuro, más desnudo estoy.
Tan sólo al desertar soy fiel.
Yo soy tú cuando soy yo.
En el venero de tus ojos
derivo y sueño un rapto.
En una red, una red queda apresada
y nos abandonamos enlazados.
En el venero de tus ojos
estrangula su cuerda un ahorcado.

LA ROSA DE NADIE

III
Las piedras claras
van por el aire, las clari-
blancas, portadoras
de luz

No quieren
descender, ni precipitarse,
ni dar en el blanco. Se
alzan
como las sencillas
zarzarrosas, así se abren,
se ciernen
sobre ti, tú, mi sosegada,
tú mi verdadera:

veo que las recoges con las


nuevas
manos de cada uno, las pones
en la claridad-de-una-vez-más, que nadie
necesita llorar ni nombrar

OÍ DECIR

Oí decir que en el agua


hay una piedra y un círculo
y sobre el agua una palabra,
que pone el círculo en torno a la piedra.

Yo miré mi álamo descender hacia el agua,


miré cómo su brazo se alargó hacia la hondura,
miré sus raíces vualtas al cielo implorando noche.

Yo no corrí tras ellas,


sólo recogí del suelo esa migaja
que tiene de tu ojo la figura y la nobleza,
te quité del cuello la cadena de los dichos
y con ella adorné la mesa donde yace la migaja.

Y ya no vi más a mi álamo.
Versión de Pablo Oyarzun

STRETTA

Deportado al campo
de la huella infalible.
Hierba escrita: dispersa. Las piedras,
blancas,
y las sombras de los tallos:
¡No leas más -mira!
¡No mires más -camina!
Camina, tu hora
no tiene hermanas, tú estás-
estás en tu casa. Una rueda gira,
lenta, desde sí misma; sus rayos
ascienden,
ascienden por el campo oscuro, la noche
no necesita estrellas, en ninguna parte
preguntan por ti.

En ninguna parte
preguntan por ti.
El lugar, donde estaban,
tiene un nombre -no
tiene ninguno. No estaban allí. Algo
estaba entre ellos.
No veían al través.
No veían, no,
hablaron de
palabras. Ninguna
despertó, el
sueño
se les vino encima.
Se les vino encima
En ninguna parte preguntan-
Soy yo, yo
estaba entre ellos,
abierto,
audible, yo les di la alarma, su aliento
obedeció, soy el mismo, todavía;
sí, ellos duermen.

Soy el mismo, todavía.

Años,
años, años, un dedo,
palpa abajo, arriba,
palpa alrededor:
suturas palpables, aquí
se abren, aquí
cicatrizan de nuevo -¿quién
las cubrió?

¿quién
las recubrió?
Venía, venía,
venía, una palabra, venía,
venía a través de la noche,
quiso resplandecer, quiso resplandecer.
Ceniza.
Ceniza, ceniza.
Noche.
Noche-y-noche. -Acude
al ojo, al húmedo.

Al ojo
acude,
al húmedo-
Huracanes.
Huracanes de siempre,
torbellinos de átomos; lo otro,
tú lo sabes,
lo leímos en el libro,
era era sólo apariencia.
Era, era
sólo apariencia. ¿Cómo
nos asimos -con estas manos?
Estaba escrito que.
¿Dónde? Tendimos
encima un silencio
nutrido con veneno, inmenso,
un
verde
silencio, una hoja como un cáliz,
una idea adherida a lo vegetal,
verde, sí,
adherida, sí,
bajo el cielo maligno.
Adherida, sí,
vegetal.
Sí.
Huracanes, torbellinos
de átomos: quedó
el tiempo, quedó,
de intentarlo en la piedra-,
ella fue hospitalaria,
no cercenó la palabra.
Qué holgadamente vivíamos:
Granulada,
granulada y fibrosa, cualiforme,
compacta;
ubiforme, irradiada, reniforme,
aplanada,
aglomerada, esponjosa, ramificada-:
no cercenó la palabra, habló,
habló suavemente a los ojos secos,
antes de cerrarlos.
Habló, habló.
Era, era.
Nosotros
no cedimos, estábamos
en medio, una estructura porosa,
y llegó.
Se nos vino encima,
se abrió camino, zurciendo
invisible, zurciendo
hasta la última membrana
y
el mundo,
un millar de prismas,
cristalizó, cristalizó.

Cristalizó, cristalizó.
Entonces-
Noches, sin mezcla. Círculos
verdes o azules, rojos
cuadrados: el mundo
pone su entraña
en juego
con las horas inéditas.- Círculos
rojos o negros, claros
cuadrados: no hay sombras
en vuelo,
planchetas, ningún almahumo
asciende y participa
en el juego.

Asciende
y participa en el juego.
Cuando huyen las lechuzas,
en la lepra petrificada,
en nuestras manos en fuga,
en la última abyección,
en la red caza balas
del muro derruido:
visibles de nuevo:
los surcos,
los coros antiguos,
los salmos. Ho, hosanna.
Entonces
hay aún templos en pie.
Una estrella
quizá da luz todavía.
Nada,
nada se ha perdido
Hosanna.
Cuando huyen las lechuzas, aquí,
el diálogo -gris como el día-
en las huellas del agua subterránea.

(Gris como el día,


en las huellas
del agua subterránea.
Deportado al campo
de la huella infalible:
Hierba.
Hierba, escrita: dispersa.)

QUIEN SE ARRANCA EL CORAZÓN DEL PECHO...

Quien se arranca el corazón del pecho en la


noche, quiere alcanzar la rosa.
Suya es su hoja y su espina,
a él le deposita la luz en el plato,
a él le llena los vasos de aliento,
a él le susurran las sombras del amor.

Quien se arranca el corazón del pecho hacia la


noche y lo lanza a lo alto,
ése no yerra el blanco,
ése lapida la piedra,
a él le suena la sangre del reloj,
a él le quita su hora con un golpe el tiempo de
la mano:
él puede jugar con pelotas más bellas
y hablar de ti y de mí.

Versión de Jesús Munárriz


POEMA PARA LA SOMBRA DE MARIANA

La hierbabuena del amor ha brotado como un dedo de ángel.

Créelo: de la tierra despunta, además, un brazo torcido de silencios,


un hombro abrasado por el calor de las luces apagadas,
un rostro con los ojos vendados por el negro velo de la mirada,
un ala grande de plomo y otra de hojas,
un cuerpo agotado en el reposo bañado por aguas.

Verlo flotar entre las hierbas con alas desplegadas,


ascender por una escalera de muérdago hacia una casa de cristal,
en la que deambula a grandes pasos una planta de mar.

Creer que es ahora el momento de hablarme entre lágrimas,


de ir descalzos a su encuentro, para que te diga lo que nos está
reservado:
el luto sorbido del vaso o el luto sorbido de la palma de una mano-
y la planta loca adormecerse al oír tu respuesta.

Suenan chocando en la oscuridad las ventanas de la casa,


confesándose también lo que saben, pero sin lograr comprender:
nos amamos o no nos amamos.

Versión de Andrés Sánchez Robayna

Rene char

BAILEMOS EN BARONNIES
Vestida con falda de olivo
la Enamorada
había dicho:
Cree en mi muy infantil fidelidad.
Y desde entonces,
un valle abierto
una cuesta que brilla
un sendero de alianza
han invadido la ciudad
donde el libre dolor se halla bajo las aguas vivas
Versión de Jorge Riechmann

BEBEDORA

Por qué seguir entregando las palabras del propio porvenir


ahora que toda palabra hacia lo alto es boca ladradora de
cohete, ahora que el corazón de cuanto respira es caída
hedionda?
Para que puedas exclamar en un soplo: "¿De dónde
vienes, bebedora, hermana con las uñas quemadas? ¿ Ya quién
satisfaces? Nunca hallaste albergue entre tus espigas. Mi guadaña
lo jura. No te denunciaré, yo te precedo."

Versión de Jorge Riechmann

BIENVENIDA

¡Ojalá vuelvas a tu desorden, y el mundo al suyo. La asimetría


es juventud. No se mantiene el orden más que el tiempo que se tarda
en odiar su carácter de mal. Entonces se avivará en ti el deseo del porvenir, y cada peldaño de tu escalera
desocupada y todos los rasgos inhibidos de tu vuelo te llevarán, te elevarán con un mismo sentimiento
gozoso. Hijo de la oda ferviente, abjurarás del gigantesco enmohecimiento. Los solsticios cuajan el dolor
difuso en una dura joya adamantina. El infierno a su medida que se habían esculpido los limadores de
metales volverá a bajar vencido a su abismo. Delante del olvido nuevo, la única nube en el cielo será el sol.
Mintamos esperanzados a quienes nos mienten: que la inmortalidad inscrita sea a la vez la piedra y la
lección.

Versión de Jorge Riechmann

CONSUELO
Por las calles de la ciudad va mi amor. Poco importa
a dónde vaya en este roto tiempo. Ya no es mi amor: el
que quiera puede hablarle. Ya no se acuerda: ¿quién en
verdad le amó?

Mi amor busca su semejanza en la promesa de las


miradas. El espacio que recorre es mi fidelidad. Dibuja
la esperanza y en seguida la desprecia. Prevalece sin
tomar parte en ello.

Vivo en el fondo de él como un resto de felicidad.


Sin saberlo él, mi soledad es su tesoro. Es el gran meridiano
donde se inscribe su vuelo, mi libertad lo vacía.

Por las calles de la ciudad va mi amor. Poco importa


a dónde vaya en este roto tiempo. Ya no es mi
amor: el que quiera puede hablarle. Ya no se acuerda:
¿quién en verdad le amó y le ilumina de lejos para que
no caiga?

CURSO DE LAS ARCILLAS

Mira, portero agudo, de la mañana a la mañana,


Largas, adujando su chorro, a las zarzas frenéticas,
Cómo la tierra nos acucia con su mirada ausente,
Cómo el dolor se embota, grillo de canto parejo,
Y cómo un dios no brota sino para aumentar la sed
De aquellos cuya palabra se dirige a las aguas vivas.

Por tanto alégrate, querida, del destino siguiente:


No clausura esta muerte la memoria amorosa.
Versión de Jorge Riechmann

DESHERENCIA

Antigua era la noche


Cuando la entreabrió el fuego.
Igualmente mi casa.

No se mata a la rosa
En las guerras del cielo.
Destierran a una lira.

Mi pena persistente
De una nube de nieve
Gana un lago de sangre.
La crueldad ama vivir.

Oh fuente que mentiste


A nuestros destinos gemelos,
Del lobo trazaré
Este único retrato pensativo.
Versión de Jorge Riechmann
DYNE

Dejando atrás al hombre extensible y al hombre traspasado


llegué ante la puerta de todos los júbilos, la del Verbo desellado
de sus restos mortales, formando lo nuevo, creando fuego
a partir de la verdad, y fortalecido por mi verde fe llamé.
Así llegarás tú al país lavado y desierto de tu desafío. Hasta
entonces, sin fechas fijas, lo irás edificando. ¡Severa vanidad!
¿Pero quién hubiera apostado y optado por ti, desde los parajes
inmemoriales hasta la lira fugitiva del padre?

Versión de Jorge Riechmann

EL BESO
Maciza lentitud, lentitud martillada;
Humana lentitud, lentitud forcejeada;
Desierta lentitud, desanda tus ardores;
Sublime lentitud, sube desde el amor;
Que la lechuza ha vuelto.
Versión de Jorge Riechmann
JUICIO DE OCTUBRE

Mejilla contra mejilla dos pordioseras en su desamparo rígido;


La helada y el viento no las han instruido, las han ignorado;
Niñas de intrahistoria
Caídas de las estaciones que dejan atrás, y allí apretadas de pie.
No hay labios que las traspongan, la hora pasa.
No habrá ni rapto ni rencor.
Y el caminante pasa sin mirada ante ellas, ante nosotros.
Dos rosas perforadas por un anillo profundo
Ponen en su extrañeza algo de desafío.
¿Se pierde la vida de otro modo que por las espinas?
Claro que sí: por la flor, los largos días lo supieron.
Y el sol ha dejado de ser inicial.
Una noche, el día bajo, todo el riesgo, dos rosas,
Como la llama a cubierto, mejilla contra mejilla con quien
la mato.
Versión de Jorge Riechmann

EL DESNUDO PERDIDO
Llevarán ramos aquellos cuyo aguante pueda desgastar la
noche nudosa que precede y sigue al relámpago. Su palabra
recibe existencia del fruto intermitente que la propaga
dilacerándose. Son los hijos incestuosos de la cortadura y del signo,
que alzaron hasta los brocales el círculo florido de la tinaja
de la adhesión. La furia de los vientos los mantiene aún desvestidos. Contra ellos vuela una pelusa de noche
negra.

Versión de Jorge Riechmann

EL REFUGIO MALTRATADO

Siempre me ha gustado la proximidad, sobre un camino de tierra,


de un hilillo de agua caída del cielo que viene y va persiguiéndose
a sí mismo, y la tierna torpeza de la hierba mediana a la que una carga
de piedras detiene -igual que un revés oscuro pone fin al pensamiento.
Versión de Jorge Riechmann

GOZO
¡Con cuánta ternura ríe la tierra cuando la nieve se despierta encima de ella! Día tras día, yacente besada,
llora y ríe. El fuego que la evitaba se casa con ella apenas desaparece la nieve.
Versión de Jorge Riechmann

HAMBRE ROJA

Estabas loca.

¡Qué lejos queda!

Moriste, con un dedo delante de los labios,


En noble movimiento,
Para atajar la efusión;
En el sol frío de un reparto verde.

Estabas tan hermosa que nadie se dio cuenta de tu muerte.


Más tarde, era de noche, te pusiste en camino conmigo.

Desnudez sin desconfianza.


Pechos podridos por tu corazón.
A sus anchas en este mundo circunstancial,
Un hombre, que te hab+ia estrechado entre sus brazos,
Se sentó a la mesa.
Estate bien, no existes.
Versión de Jorge Riechmann
LA COMPAÑERA DEL CESTERO

Yo te amaba.
Amaba tu rostro de manantial abarrancado por la tormenta y la cifra de tu dominio que cercaba mi beso. Hay
quien se confía a una imaginación redonda. A mí me basta ir.
He traído de la desesperación un cestillo tan pequeño, amor mío,
que ha sido posible trenzarlo con mimbre.

LA LUJURIA

El águila ve como se borran gradualmente las huellas de la


memoria helada
La extensión de la soledad hace apenas visible la presa que huye
A través de cada una de las regiones
Donde uno mata donde a uno lo matan libremente
Presa insensible
Proyectada indistintamente
Más acá del deseo y más allá de la muerte

El soñador embalsamado en su camisa de fuerza


Rodeado de utensilios efímeros
Figuras que se desvanecen apenas formadas
Su revolución celebra la apoteosis de la vida que declina
La desaparición progresiva de las partes lamidas
La caída de los torrentes en la opacidad de las tumbas
Los sudores y malestares que anuncian el fuego central
Y finalmente el universo con todo su pecho atlético
Necrópolis fluvial
Después del diluvio de los rabdomantes

Ese fanático de las nubes


Tiene el poder sobrenatural
De desplazar a considerables distancias
Los paisajes habituales
De romper la armonía acumulada
De tomar irreconocibles los lugares fúnebres
Al día siguiente de los homicidios provechosos
Sin que la conciencia originaria
Se cubra con el deslizamiento purificador del suelo.
De "Le Marteau Sans Maître"
Versión de Aldo Pellegrini

LAS MURALLAS Y EL RÍO

No querría marcharme precediéndote, semejante a una hierba


segada, a llamarte contra Thouzon desierto y su corazón
no destruido.
Versión de Jorge Riechmann

LIED DE LA HIGUERA
Heló tanto que las ramas lechosas
Importunaron a la sierra, se rompieron en las manos.
la primavera no vio verdecer a las graciosas.
La higuera pidió al amo del yacente
El arbusto de una fe nueva.
Pero la oropéndula, su profeta
-Su retorno calentaba al alba-,
Al posarse sobre aquel desastre
En vez de morir de hambre lo hizo de amor.
Versión de Jorge Riechmann

LOS PARAJES DE ALSACIA

¡Te he enseñado La Petite Pierre, la dote de su bosque, el cielo


que nace en las ramas,
La amplitud de sus pájaros cazadores de otros pájaros,
El polen dos veces vivo bajo la llamarada de las flores,
Una torre que se iza a lo lejos como la vela del corsario,
El lago que ha vuelto a ser la cuna del molino, el sueño de un
niño.

¡Allí donde me oprimió mi cinturón de nieve,


Bajo el saledizo de una roca moteada de cuervos,
He dejado la necesidad de invierno.
Nos amamos hoy sin más allá y sin prole,
Ardientes o difuminados, diferentes pero juntos,
Apartándonos de las estrellas cuya naturaleza estriba en
volar sin llegar a destino.

El navío se encamina hacia la alta mar vegetal.


Con todas las luces apagadas nos acoge a bordo.
Estábamos levantados desde antes del alba en su memoria.
Albergó nuestras infancias, lastró nuestra edad de oro,
El llamado, el hospedero itinerante, mientras sigamos
creyendo en su verdad.
Versión de Jorge Riechmann

LOS SOLES CANOROS

La desapariciones inexplicables
Los accidentes imprevisibles
Los infortunios quizá excesivos
Las catástrofes de todo orden
Los cataclismos que ahogan y carbonizan
El suicidio considerado crimen
Los degenerados intratables
Los que se enrollan en la cabeza un delantal
de herrero
Los ingenuos de primera magnitud
Los que colocan el féretro de su madre
en el fondo de un pozo
Los cerebros incultos
Los sesos de cuero
Los que ivernan en el hospital y conservan la embriaguez
de las ropas desgarradas
La malva de las prisiones
La ortiga de las prisiones
La higuera nodriza de ruinas
Los silenciosos incurables
Los que canalizan la espuma del mundo subterráneo
Los enamorados en éxtasis
Los poetas excavadores
Los que asesinan a los huérfanos tocando el clarín
Los magos de la espiga
Imperan temperatura benigna alrededor de los
sudorosos embalsamados del trabajo.
NI ETERNO NI TEMPORAL
¡El trigo verde en una tierra que todavía no ha sudado, que no ha
hecho más que tiritar! A distancia feliz de los soles precipitados
de los fines de la vida. Rasante bajo la larga noche. Saciado de agua
encima de su luminoso color. Como guardia y viático dos puñales
de cabecera: la alondra, el pájaro que se posa, el cuervo, el espíritu
que se graba.

Versión de Jorge Riechmann

PERMANENTE INVISIBLE

Permanente invisible de cazas codiciadas,


Cercano, cercano invisible tan cercano a mis dedos,
Oh presa mía distante la noche en que me inclino
Para un novel cuerpo a cuerpo.
Beber friolentamente, ser brutal restablece.
Sobre este jardín doble se redondea tu tapa.
Tienes la densidad de la rosa que se hará.
Versión de Jorge Riechmann

REDOBLE

Sobre la mediana de la tarde, el bamboleo intermitente, el


malecón iluminado de una dársena, y su rechazo del sueño.
El rostro de la muerte y las palabras del amor: el tálamo
de una playa interminable con olas que lanzan a ella guijarros
-interminablemente. Y la lluvia atemorizada haciendo puente,
para no apaciguar.

Versión de Jorge Riechmann

REMANENCIA

¿Qué te hace sufrir? Como si se despertara en la casa sin ruido


el ascendiente de un rostro al que parecía haber fijado un agri0 espejo. Como si, bajadas la alta lámpara y su
resplandor encima
de un plato ciego, levantaras hacia tu garganta oprimida la mesa antigua con sus frutos. Como si revivieras
tus fugas entre la bruma matinal al encuentro de la rebelión tan querida, que supo socorrerte y alzarte mejor
que cualquier ternura. Como si condenases, mientras tu amor está dormido, el pórtico soberano y el camino
que lleva a él.
¿Qué te hace sufrir?
Lo irreal intacto en lo real devastado. Sus rodeos aventurados
cercados de llamadas y de sangre. Lo que fue elegido y no fue tocado,
la orilla del salto hasta la ribera alcanzada, el presente irreflexivo que desaparece. Una estrella que se ha
acercado, la muy loca, y va a morir antes que yo.

Versión de Jorge Riechmann

TEXTOS EN COLABORACIÓN CON ANDRÉ BRETON Y PAUL ÉLUARD


PÁGINA BLANCA
El mármol de los palacios es hoy más duro que el sol
Primera proposición

La segunda es algo menos estúpida


El ayuno de los vampiros tendrá como consecuencia la sed que
alienta la sangre de ser bebida
La sed que tiene la sangre de desposar la forma de los arroyos
La sed que tiene la sangre de brotar en los lugares desiertos
La sed que tiene la sangre del agua fresca del cuchillo

El cuerpo y el alma se reúnen en un abrazo

Tercera proposición ésta de carácter deshonesto


Porque el cuerpo y el alma se comprometen juntos
Porque se sirven de excusa el uno al otro
Ralentur traveaux

*****

BAJO PALABRA
Hay llamas
Más vistosas que las manos que hacen rodar las pesadillas
Sobre la memoria

Se llega al sol por encantamiento


El amor tiene un acentuado sabor a vidrio
Es el coral que surge del mar
Es el perfume desaparecido que vuelve al bosque
Es la transparencia que paga su deuda
Es siempre esa cabeza
De labios deliciosamente entreabiertos
De este lado del muro
Y del otro lado quizás en la punta de una pica
Ralentir traveaux
Versión de Aldo Pellegrini

ÚLTIMO ESCALÓN

Almohada roja, almohada negra,


Sueño, con un seno de costado,
Entre la estrella y el cuadrado
¡Cuántas banderas en ruinas!

Cortar, acabar de una vez con vosotros,


Como el mosto se halla en la cuba
Esperando labios dorados.

Cubo del aire fundamental


Que endurece el agua de las marismas blancas,
Sin sufrir, sin sufrimiento al fin,
Admitido en el verbo friolento
Diré: "sube" al círculo cálido.
Versión de Jorge Riechmann

YVONNE

La sed hospitalaria

Quién la oyó nunca quejarse?

Nadie más que ella hubiera podido beber las cuarenta fatigas
sin morir,
Esperar, muy adelantada, a quienes venían después;
Desde el alba hasta el crepúsculo era su esfuerzo viril.

Quien ha excavado el pozo y sube el agua yacente


arriesga el corazón en la separación de sus manos.
Versión de Jorge Riechmann
EN LAS ALTURAS

Espera aún a que yo venga


A romper el frío que nos retiene.

Nube, en tu vida tan amenazada como la mía.

(Había un precipicio en nuestra casa.


Por eso hemos partido y nos hemos establecido aquí).

LA ROSA DE ROBLE

Cada una de las letras que componen tu nombre,


oh Belleza, en el cuadro de honor de los suplicios,
desposa la llana simplicidad del sol, se inscribe
en la frase gigante que cierra el cielo, y se asocia
al hombre encarnizado en engañar a su destino
con su contrario indomable: la esperanza.

ezra pound

LA ZAMBULLIDA

Querría bañarme en extrañeza:


estas comodidades amontonadas encima de mí,
me asfixian!
¡Me quemo, ardo en deseos de algo nuevo,
amigos nuevos, caras nuevas y lugares!
Oh, estar lejos de todo esto,
esto que es todo lo que quise...salvo lo nuevo.
¡Y tú,amor, la que mucho, la que más he deseado!
¿Acaso no me repugnan todas las paredes,
las calles, las piedras,
todo el barro, la bruma, toda la niebla,
todas las clases de tráfico?
A ti, yo te querría
fluyendo encima de mí como el agua,
¡oh, pero fuera de aquí!
Hierba y praderas y colinas y sol
¡oh, suficiente sol!
¡Lejos y a solas, en medio de gente extraña!

EL DESVÁN

Ven, apiadémonos de los que tienen más fortuna que nosotros.


Ven, amiga, y recuerda
que los ricos tienen mayordomos en vez de amigos,
y nosotros tenemos amigos en vez de mayordomos.
Ven, apiadémonos de los casados y de los solteros.

La aurora entra con sus pies diminutos


como una dorada Pavlova,
y yo estoy cerca de mi deseo.
Nada hay en la vida que sea mejor
que esta hora de limpia frescura,
la hora de despertarnos juntos.
Versión de Javier Calvo

ZAPATILLAS NEGRAS: BELLOTTI

En la mesa de más allá,


tras haberse quitado las zapatillas de ante,
con los pies enfundados en medias blancas
y cuidadosamente posados sobre una servilleta,
ella conversa:
«Connaissez-vous Ostende?».

La gorjeante dama italiana en la otra punta del restaurante


replica con cierta altivez,
pero yo espero pacientemente
a ver cómo Celestine vuelve a ponerse las zapatillas.
Se las pone con un gemido.
Versión de Javier Calvo
LA MUJER DEL MERCADER DEL RÍO: UNA CARTA
Cuando yo todavía llevaba el pelo cortado sobre la frente
jugaba en el portal delantero, recogiendo flores.
Tú viniste con zancos de madera jugando a los caballos,
caminaste junto a mi asiento, jugando con ciruelas azules
y seguimos viviendo en el pueblo de Chokan:
dos niños, sin aversión ni sospecha.

Con catorce años me casé con vos, mi señor.


Nunca me reía porque era tímida.
Bajaba la cabeza y miraba a la pared.
Aunque me llamaran mil veces, nunca volvía la cabeza.

Con quince años dejé de fruncir el ceño,


deseaba que mi polvo se mezclara con el tuyo
para siempre y para siempre y para siempre.
¿Para qué seguir vigilando?
Te fuiste cuando yo tenía dieciseis años,
te fuiste a la lejana Ku-to-yen, junto al río de los remolinos,
y has estado fuera cinco meses.
Los monos hacen un ruido muy triste por ahí arriba.
Cuando te fuiste arrastrabas los pies.
En el portal ahora ha crecido el musgo, musgos
distintos,
¡demasiado profundos para limpiarlos!
Los hojas caen pronto este otoño, por culpa del viento.
Las mariposas emparejadas ya amarillean en el agosto
sobre la hierba del jardín del oeste;
me duelen. Me hago vieja.
Si has de venir por los vados del río Kiang,
por favor, házmelo saber de antemano
y yo saldré a recibirte,
iré hasta Cho-fu-sa.

Por Rihaku
Versión de Javier Calvo
EL ENCUENTRO

Mientras ellos hablaban todo el tiempo de la nueva moral


ella me exploraba con sus ojos.
y cuando me levanté para marcharme
sus dedos fueron como el tejido
de una servilleta japonesa de papel.
Versión de Javier Calvo

CANTAR CXX

He intentado escribir el Paraíso.


Que no os mováis.
Dejad hablar al viento
ese es el Paraíso.

Que los dioses olviden


lo que he realizado.
A aquellos a quienes amo,
perdonen
lo que he realizado.

Versión de Javier Calvo

N.Y.

¡Ciudad mía, mi amor, blanca mía! ¡ah, esbelta,


óyeme! Oyeme y un alma te infundirá mi soplo.
Suavemente en el caramillo, ¡escúchame!

Ciudad mía, mi amada,


eras una doncella todavía sin pechos,
esbelta como un caramillo de plata.
¡Ahora óyeme, escúchame¡
y un alma con mi soplo te daré.
Versión de Javier Calvo
ENCARGO
Id, canciones mías, al solitario y al insatisfecho,
id también al desquiciado, al esclavo de las convenciones,
llevadles mi desprecio hacia sus opresores.
Id como una ola gigante de agua fría,
llevad mi desprecio por los opresores.

Hablad contra la opresión inconsciente,


hablad contra la tiranía de los que no tienen imaginación,
hablad contra las ataduras,
id a la burguesa que se está muriendo de tedio,
id a las mujeres de los barrios residenciales,
id a las repugnantemente casadas,
id a aquellas cuyo fracaso está oculto,
id a las emparejadas sin fortuna,
id a la esposa comprada,
id a la mujer comprometida.

Id a los que tienen una lujuria exquisita,


id a aquellos cuyos deseos exquisitos son frustrados,
id como una plaga contra el aburrimiento del mundo;
id con vuestro filo contra esto,
reforzad los sutiles cordones,
traed confianza a las algas y tentáculos del alma.

Id de manera amistosa,
id con palabras sinceras.
Ansiad el hallazgo de males nuevos y de un nuevo bien,
oponeos a todas las formas de opresión.
Id a quienes la mediana edad ha engordado,
a los que han perdido el interés.

Id a los adolescentes a quienes les asfixia la familia...


¡Oh, qué asqueroso resulta
ver tres generaciones reunidas bajo un mismo techo!
Es como un árbol viejo con retoños
y con algunas ramas podridas y cayéndose.

Salid y desafiad la opinión,


id contra este cautiverio vegetal de la sangre.
Id contra todas las clases de manos muertas.
Versión de Javier Calvo
IMAGEN DE D'ORLEANS

Esos jóvenes que cabalgan por la calle


en la rutilante estación que empieza
clavan las espuelas sin razón alguna,
haciendo saltar a sus corceles.

Y al paso que van,


las pezuñas herradas de sus caballos
hacen saltar chispas de los adoquines de la calle
en la rutilante estación que empieza.
Versión de Javier Calvo

CANTAR XLV

Con usura

Con usura no tiene el hombre casa de buena piedra


Con bien cortados bloques y dispuestos
de modo que el diseño lo cobije,
con usura no hay paraíso pintado para el hombre en los muros de su iglesia
harpes et lutz (arpas y laúdes)
o lugar donde la virgen reciba el mensaje
y su halo se proyecte por la grieta,
con usura
no se ve el hombre Gonzaga,
ni a su gente ni a sus concubinas
no se pinta un cuadro para que perdure ni para tenerlo en casa
sino para venderlo y pronto
con usura,
pecado contra la naturaleza,
es tu pan para siempre harapiento,
seco como papel, sin trigo de montaña,
sin la fuerte harina.
Con usura se hincha la línea
con usura nada está en su sitio (no hay límites precisos)
y nadie encuentra un lugar para su casa.
El picapedrero es apartado de la piedra
el tejedor es apartado del telar
con usura
no llega lana al mercado
no vale nada la oveja con usura.
Usura es un parásito
mella la aguja en manos de la doncella
y paraliza el talento del que hila. Pietro Lombardo
no vino por usura
Duccio no vino por usura
ni Pier della Francesca; no por usura Zuan Bellini
ni se pintó "La Calunnia”
No vino por usura Angélico; no vino Ambrogio Praedis,
no hubo iglesia de piedra con la firma: Adamo me fecit.
No por usura St. Trophime
no por usura St. Hilaire.
Usura oxida el cincel
Oxida la obra y al artesano
Corroe el hilo en el telar
Nadie hubiese aprendido a poner oro en su diseño;
Y el azur tiene una llaga con usura;
se queda sin bordar la tela.
No encuentra el esmeralda un Memling
Usura mata al niño en el útero
No deja que el joven corteje
Ha llevado la sequedad hasta la cama, y yace
entre la joven novia y su marido
Contra naturam
Ellos trajeron putas a Eleusis
Sientan cadáveres a su banquete
por mandato de usura.

Versión de Javier Calvo

FRANCESCA

Saliste de la noche
Con flores en las manos.
Vas a salir ahora del tumulto del mundo,
De la babel de lenguas que te nombra.

Yo que te vi rodeada de hechos primordiales,


Monté en cólera cuando te mencionaron
En oscuros callejones.
¡Cómo me gustaría que una ola fresca cubriera mi mente
Que el mundo se trocara en hoja seca,
O en un vilano al viento,
Para que yo pudiera encontrarte de nuevo
Sola!
ANDRE BRETON
A LA MIRADA DE LAS DIVINIDADES

«Un poco antes de medianoche cerca del desembarcadero.


«Si una mujer desmelenada te sigue no te preocupes.
«Es el azul. No tienes que temer nada del azul.
«Habrá un gran jarro claro en un árbol.
«El campanario del pueblo de los colores disipados
«Te servirá de punto de referencia. Tómate el tiempo,
«Recuérdalo. El oscuro geyser que lanza al cielo los brotes
de helecho
«Te saluda.»

La carta sellada de los tres ángulos de un pez


Pasaba ahora entre la luz de los suburbios
Como una enseña de domador.
Y al permanecer
La bella, la víctima, la que se llamaba
En el barrio la pequeña pirámide de reseda
Se descosía para ella sola una nube semejante
A un saquito de piedad.

Más tarde la blanca armadura


Que vacaba de los cuidados domésticos y demás
Tomando a sus anchas más fuerte que nunca
Al niño en la concha, el que debía ser...
Pero silencio.

Un brasero daba ya presa


En su seno a una encantadora novela de capa
Y espada.
En el puente, a la misma hora,
Así se entretenía el rocío con cabeza de gata.
Con la noche, se perderían las ilusiones.

He aquí a los blancos Padres que regresan de las vísperas


Con la inmensa llave por encima de ellos suspendida.
He aquí a los grises heraldos, por fin he aquí su carta
O su labio: mi corazón es un cuclillo para Dios.

Pero del tiempo que habla, no queda más que un muro


Golpeando en una tumba como un velo podrido.
La eternidad busca un reloj de pulsera
Un poco antes de medianoche cerca del desembarcadero.
Versión de Manuel Álvarez Ortega

AMOR APERGAMINADO

Cuando las ventanas, lo mismo que la mirada del chacal y el deseo, taladran la aurora, unas cabrias de seda
me levantan sobre las pasarelas del suburbio. Llamo entonces a una muchacha que sueña en la casita dorada;
se une a mí sobre el montón de musgo negro y me ofrece sus
labios, que son piedras al fondo de un río presuroso. Velados presentimientos descienden los escalones de
los edificios. Lo mejor es huir de los grandes cilindros cuando los cazadores cojean en las tierras
destempladas. Si se toma un baño en el muaré de las calles, la infancia regresa a la patria, galga gris. El
hombre busca su presa por los aires
y los frutos se secan entre las rejas de papel rosa, a la sombra de los nombres desmesurados por el olvido.
Las alegrías y las penas se esparcen por la ciudad. El oro y el eucalipto, de igual aroma, atacan los sueños.
Entre los frenos y los edelweis sombríos reposan formas subterráneas semejantes a corchos de perfumistas.

De "Claro de tierra"
Versión de Manuel Álvarez Ortega

CARTERO CHEVAL

Nosotros los pájaros que encantas siempre desde lo alto de esos


belvederes
Y que cada noche no formamos más que una rama florecida de
tus hombros a los brazos de tu carretilla bienamada
Que nos desprendemos más vivos que centellas de tu muñeca
Somos los suspiros de la estatua de cristal que se incorpora
cuando el hombre duerme
Y brechas brillantes se abren en su lecho
Brechas por las que pueden percibirse ciervos de cuernos de
coral en un claro del bosque
Y mujeres desnudas en lo profundo de una mina
Recuerdas te levantabas entonces descendías del tren
Sin una mirada para la locomotora presa de inmensas raíces barométricas
Que se queja en la selva virgen con todas sus calderas doloridas
Sus chimeneas con humo de jacintos y movida por serpientes azules
Te precedíamos entonces nosotros las plantas sujetas a metamorfosis
Que cada noche hacíamos signos que el hombre puede sorprender
Mientras su casa se desploma y se sorprende ante los engranajes singulares
Que busca su lecho con el corredor y la escalera
La escalera se ramifica indefinidamente
Conduce a una puerta de haces de heno se abre de pronto sobre
una plaza pública
Hecha de dorsos de cisnes una ala abierta para el pasamano
Gira sobre sí misma como si fuera a morderse
Pero se contenta con abrir bajo nuestros pasos todos sus escalones
como gavetas
Gavetas de pan gavetas de vino gavetas de jabón gavetas de espejos
gavetas de escaleras
Gavetas de carne con empuñaduras de cabellos
A la hora precisa en que millares de patos de Vaucanson
se alisan las plumas
Sin volverte tomabas la llana con que se hacen los senos
Te sonreíamos nos enlazabas por el talle
Y tomábamos las actitudes según tu placer
Inmóviles para siempre bajo nuestros párpados tal como la mujer
gusta de ver al hombre
Después de haber hecho el amor.

De "Le revolver à cheveux blancs

Versión de César Moro

DAME JOYAS AHOGADAS


Dame joyas de ahogadas
Dos pesebres
Una cola de caballo y una manía de modista
Después perdóname
No tengo tiempo de respirar
Soy un destino
La construcción solar me ha retenido hasta ahora
Y ahora sólo tengo que dejarme morir
Pide el baremo
Al trote con el puño cerrado sobre mi cabeza que suena
Un fanal en donde se abre una mirada amarilla
También se abre el sentimiento
Pero las princesas se agarran al aire puro
Tengo necesidad de orgullo
Y de algunas gotas comunes
Para calentar la marmita de las flores enmohecidas
Al pie de la escalera
Divino pensamiento en el cristal estrellado del cielo azul
La expresión de las bañistas es la muerte del lobo
Tenme por amiga
La amiga de los hogueras y los hurones
Te mira en dos veces
Lee tus penas
Mi remo de palisandro hace cantar tus cabellos...

EL ÁGUILA SEXUAL...
El águila sexual exulta una vez más va a dorar la tierra
Su ala descendente
Su ala ascendente agita imperceptiblemente los mangos de
la menta picante
Y el adorable desnudarse del agua
Los días están contados tan claramente
Que el espejo ha hecho sitio a un entramado de frondas
No veo del cielo más que una estrella
Alrededor de nosotros sólo existe la leche describiendo su
elipse vertiginosa
De donde la blanda intuición de párpados de ágata ojerosa
Se levanta a veces para clavar la punta de su sombrilla en
el fango de la luz eléctrica
Entonces unas extensiones echan el ancla se despliegan por
el fondo de mi mirada cerrada
Icebergs que irradian los hábitos de los mundos venideros
Nacidos de una partícula de ti de una partícula desconocida
y helada que emprende el vuelo
Tu existencia es el ramo gigante que se escapa de mis brazos
Mal atado abre los muros despliega las escaleras de las casas
Se deshoja en los escaparates de las calles
Con las noticias me voy continuamente con las noticias
El diario es ahora de cristal y si las cartas no llegan ya
Es porque el tren ha sido comido
La gran incisión de la esmeralda que dio origen al follaje
Está cicatrizada para siempre los aserraderos de nieve
cegadora
Y las canteras de carne zumban solas con el primer destello
Invertido en este destello
Adquiero la huella de la vida y de la muerte
En el aire líquido
De "El aire del agua" 1934

Versión de Manuel Álvarez Ortega

EL MARQUÉS DE SADE

El marqués de Sade ha vuelto a entrar en el volcán en erupción


De donde había salido
Con sus hermosas manos todavía ornadas de flecos
Sus ojos de doncella
Y ese permanente razonamiento de sálvese quien pueda
Tan exclusivamente suyo
Pero desde el salón fosforescente iluminado por lámparas de entrañas
Nunca ha cesado de lanzar las órdenes misteriosas
Que abren una brecha en la noche moral
Por esa brecha veo
Las grandes sombras crujientes la vieja corteza gastada
Que se desvanecen
Para permitirme amarte
Como el primer hombre amó a la primera mujer
Con toda libertad
Esa libertad
Por la cual el fuego mismo ha llegado a ser hombre
Por la cual el marqués de Sade desafió a los siglos con sus grandes árboles abstractos
Y acróbatas trágicos
Aferrados al hilo de la Virgen del deseo

De L'air de l'eau
Versión de Aldo Pellegrini

EL PENACHO

Si solamente hiciera sol esta noche


Si en el fondo de la Ópera dos senos claros y resplandecientes
Compusieran para la palabra amor la más maravillosa capitular viviente
Si el pavimento de madera se abriera sobre la cima de las montañas
Si el armiño mirara con gesto suplicante
Al sacerdote de vendas rojas
Que regresa de la prisión contando los coches cerrados
Si el eco lujoso de los ríos que atormento
Sólo arrojara mi cuerpo en la hierba de París
Que no se hiela en el interior de las joyerías
Por lo menos la primavera ya no me causaría miedo
Si solamente fuera una raíz del árbol del cielo
Por fin el bien en la caña de azúcar del aire
Qué ves tú hermosa silenciosa
Bajo el arco de triunfo del Carrusel
Si el placer gobernara bajo el aspecto de una eterna transeúnte
Estando las Cámaras surcadas sólo por la mirada violeta de los paseos
Qué no daría yo porque un brazo del Sena Se deslizara bajo la Mañana
Que está de todas formas perdida
No me resigno no a las salas acariciantes
Donde suena el teléfono de las multas de la noche
Al partir he prendido fuego a una mecha de cabellos
que es la mecha de una bomba
Y la mecha de cabellos excava un túnel bajo París
Si solamente mi tren Penetrara Por ese túnel
Versión de Manuel Álvarez Ortega

EN TU LUGAR DESCONFIARÍA

En tu lugar desconfiaría del caballero de paja


Esa especie de Roger que libera a Angélica
Leitmotiv aquí de las bocas del metropolitano
Dispuestas en hilera en tus cabellos
En una encantadora alucinación liliputiense
Pero el caballero de paja el caballero de paja
Te sienta en la grupa y os precipitáis por la elevada alameda
Cuyas primeras hojas perdidas ponen mantequilla en las rosas
rodajas de pan del aire
Adoro esas hojas al igual
Que todo ]0 supremamente independiente que hay en ti
Su pálida balanza
Para calcular violetas
Justamente l0 que se necesita para que se transparente en los más
tiernos pliegues de tu cuerpo
El mensaje indescifrable capital
De una botella que ha conservado mucho tiempo el mar
Y las adoro cuando se amontonan como un gallo blanco
Furioso en la escalinata del castillo de la violencia
En la luz desgarradora en la que ya no se trata de vivir
En el soto encantado
Donde el cazador apunta con un fusil de culata de faisán
Esas hojas que son la moneda de Danae
Cuando me es posible acercarme a ti hasta no verte más
Para abrazar en ti ese sitio amarillo devastado
El más resplandeciente de tu ojo
Donde los árboles vuelan
Donde los edificios comienzan a ser sacudidos por una alegría
de mala ley
Donde los juegos del circo continúan en la calle con lujo
desenfrenado
Sobrevivir
A gran distancia dos o tres siluetas se destacan
Sobre el apretado grupo flamea la bandera de parlamento.

De L'air de l'eau
Versión de Aldo Pellegrini

GIRASOL

A Pierre Reverdy

La viajera que atravesó les Halles a la caída del verano


Caminaba sobre la punta de los pies
La desesperación hacía girar en el cielo sus grandes yaros tan bellos
Y en el bolso de mano se hallaba mi sueño ese frasco de sales
Que únicamente aspiró la madrina de Dios
Los entorpecimientos se desplegaban como el vaho
En el Perro que fuma
Donde acababan de entrar el pro y el contra
La muchacha sólo podía ser vista por ellos mal y al sesgo
Tenía yo que vérmelas con la embajadora del salitre
O con la curva blanca sobre fondo negro que llamamos pensamiento
El baile de los inocentes estaba en su apogeo
Los farolillos se encendían lentamente entre los castaños
La dama sin sombra se arrodilló en el Pont au Change
Calle Gît-le-Coeur los timbres ya no eran los mismos
Las promesas de las noches por fin se cumplían
Las palomas mensajeras los besos de socorro
Se unían a los pechos de la bella desconocida
Lanzados bajo el crespón de las significaciones perfectas
Una granja prosperaba en medio de París
Y sus ventanas daban sobre la vía láctea
Pero nadie la habitaba aún a causa de los aparecidos
De los aparecidos que como se sabe son más devotos
que los desaparecidos
Algunos como esta mujer aparentan nadar
Y en el amor penetra un poco de su substancia
Ella los interioriza
Yo no soy el juguete de ninguna potencia sensorial
Y sin embargo el grillo que cantaba en los cabellos de ceniza
Una tarde cerca de la estatua de Etienne Marcel
Me hizo un guiño de entendimiento
André Breton me dijo pasa
Versión de Manuel Álvarez Ortega

HOTEL DE LAS CENTELLAS

La mariposa filosófica
Se posa en la estrella rosa
Y forma así una ventana del infierno
El hombre enmascarado está siempre de pie ante la mu.jer desnuda
Cuyos cabellos resbalan lo mismo que de mañana la luz de un farol
que han olvidado apagar
Los sabios muebles preparan la pieza que hace juegos de manos
Con sus rosetones
Sus rayos de sol circulares
Sus moliendas de vidrio
En cuyo interior azulea un cielo con precisión
En memoria del pecho inimitable
Ahora la nube de un jardín pasa por encima de la cabeza del hombre
que acaba de sentarse
Parte por la mitad a la mujer de busto mágico y ojos de Parma
Es la hora en que el oso boreal con gesto de gran inteligencia
Se estira y da cuenta de un día
Al otro lado la lluvia se encabrita sobre los bulevares de una gran ciudad
La lluvia entre la niebla con regueros de sol sobre las flores rojas
La lluvia y el diávolo de los viejos tiempos
Las piernas bajo la nube frutal rodean el invernadero
Sólo se percibe el pulso de una mano muy blanca representado
por dos minúsculas alas
El balancín de la ausencia oscila entre las cuatro paredes
Hendiendo las cabezas
De donde se escapan bandadas de reyes que en seguida se hacen la guerra
Hasta que el eclipse oriental
Turquesa en el fondo de las tazas
Descubre el lecho equilateral de sábanas color de esas flores llamadas
bola de nieve
Los veladores deliciosos las cortinas rasgadas
Al alcance de un librito con estas palabras estampadas
No hay mañana
Cuyo autor lleva un nombre extraño
En la oscura señalización terrestre
Versión de Manuel Álvarez Ortega

LA MUERTE ROSA

Los pulpos alados guiarán por última vez la barca cuyas


velas están hechas de ese solo día hora a hora
Es la velada única tras la cual sentirás subir por tus cabellos
el sol blanco y negro
De los calabozos rezumará un licor más fuerte que la muerte
Cuando se la contempla desde lo alto de un precipicio
Los cometas se posarán suavemente en los bosques antes
de fulminarlos
Y todo pasará dentro del amor indivisible
Si el motivo de los ríos nunca desaparece
Antes de que sea completamente de noche observarás
La gran pausa de la plata
Sobre un pescador en flor aparecerán las manos
Que escribieron estos versos y que serán husos de plata también
Y también golondrinas de plata sobre el oficio de la lluvia
Verás el horizonte abrirse y de pronto habrá acabado el
beso del espacio
Pero el miedo ya no existirá más y los cristales del cielo y del mar
Volarán por el viento con más fuerza que nosotros
Qué haré yo con el temblor de tu voz
Sonríe danzarina alrededor del único lustro que no caerá
Trampa del tiempo
Subiré los corazones de los hombres
Para una suprema lapidación
Mi hambre dará vueltas como un diamante demasiado tallado
Trenzará los cabellos de su hijo el fuego
Silencio y vida
Pero los nombres de los amantes se olvidarán
Como la adónica gota de sangre
En la luz enloquecida
Mañana engañarás a tu propia juventud
A tu gran juventud luciérnaga
Los ecos solos harán moldes de todos los lugares que existieron
Y en la infinita vegetación transparente
Te pasearás con la celeridad
Que se pide a los animales de los bosques
Acaso te desgranes entre mis despojos
Sin verlos lo mismo que uno se arroja sobre un arma fluctante
Pero yo perteneceré al vacío semejante a los Peldaños
De una escalera cuyo movimiento se llama muy penoso
Para ti los perfumes desde entonces los perfumes prohibidos
Lo angélico
Bajo el musgo esponjoso y bajo tus pasos que no existen
Mis sueños serán vanos y formales como el rumor de los
párpados del agua en la sombra
Me introduciré en los tuyos para sondear la profundidad
de tus lágrimas
Mis llamadas te dejarán dulcemente vacilante
Y en el tren hecho de tortugas de hielo
No tendrás que tirar de la señal de alarma
Llegarás sola a esta playa perdida
Donde una estrella descenderá sobre tus equipajes de arena
Versión de Manuel Álvarez Ortega

LOS ESCRITOS VUELAN

El satén de las páginas que se hojean en los libros modela


una mujer tan hermosa
Que cuando no se lee se contempla a esa mujer con tristeza
Sin atreverse a hablarle sin atreverse a decirle que es tan hermosa
Que lo que se va a saber no tiene precio
Esta mujer pasa imperceptiblemente entre un rumor de flores
A veces se vuelve en medio de las estaciones impresas
Para preguntar la hora o mejor aún simula contemplar unas
joyas bien de frente
Como no hacen las criaturas reales
Y el mundo se muere una ruptura se produce en los anillos de aire
Un desgarro en el lugar del corazón
Los diarios de la mañana traen cantantes cuya voz tiene el color de la
arena en las riberas tiernas y peligrosas
Y a veces los de la tarde dan paso a muchachas que conducen
animales encadenados
Pero lo más bello está en el intervalo de ciertas letras
Donde unas manos más blancas que el cuerno de las estrellas a mediodía
Saquean un nido de blancas golondrinas
Para que llueva siempre
Tan bajo tan bajo que las alas no puedan ya mezclarse
Unas manos por donde se sube hasta unos brazos tan leves
que el vapor de los prados en sus graciosas volutas por
encima de los estanques es su imperfecto espejo
Unos brazos que no se articulan más que con el peligro excepcional de un
cuerpo hecho para el amor
Cuyo vientre llama a los suspiros desprendidos de los matorrales
llenos de velos
Y que sólo tienen de terrestre la inmensa verdad helada de los trineos de
miradas sobre la extensión toda blanca
De lo que no volveré a ver más
A causa de una venda maravillosa
Que es la mía en el juego de la gallina ciega de las heridas
Versión de Manuel Álvarez Ortega

LUNA DE MIEL

¿En qué se basan las recíprocas inclinaciones? Hay unos celos más conmovedores que otros. Me paseo con
gusto entre esa oscuridad que supone la rivalidad de una mujer y un libro. El dedo en la sien no es el cañón
de un revólver. Creo que nos oíamos pensar, pero el maquinal
«En nada», que es la más audaz de nuestras negativas, no lo
pronunciamos en todo el viaje de bodas. No hay nada que mirar fijamente menos alto que los astros. En
cualquier tren es peligroso asomarse a la ventanilla. Las estaciones estaban claramente repartidas sobre un
golfo. El mar, que para la mirada humana no es nunca tan bello como el cielo, no nos abandonaba. En el
fondo de nuestros ojos se perdían bonitos cálculos orientados hacia el porvenir, como los de los muros de las
prisiones.
De "Los campos magnéticos"
Versión de Manuel Álvarez Ortega

MUNDO EN UN BESO...

Mundo en un beso
El músico con baquetas de avellano cosidas en las mangas
Apacigua a un enjambre de jóvenes monos-leones
Que descendieron con gran estrépito de la cornisa
Todo se vuelve opaco veo pasar la carroza de la noche
Arrastrada por los ajolotes de zapatos azules
Que penetra resplandeciente por la violencia que conduce a la tumba
Pavimentada de párpados con sus pestañas
La ley del talión utiliza un pueblo de estrellas
Y tú te matizas para mí de un negro rocío
Mientras los horribles bornes mentales
Se hienden en el sentido de la longitud
Dando paso a unos penachos
Que miran al lago próximo
Los barrotes del espectáculo están maravillosamente retorcidos
Un largo huso de aire atestigua sólo la huida del hombre
De madrugada entre la ilustre alfalfa
La hora
Sólo es lo que hacen sonar las piezas de oro de la bohemia
En las aspas de coriaria
Una amazona de pie sobre un caballo tordo anaranjado al galope
Desde lejos los brazos están siempre en extensi6n lateral
El rombo polvoriento del forro me recuerda
La tienda decorada de bisontes azules
Por los indios de la almohada
Afuera el aire se prueba los guantes de muérdago
Sobre un mostrador de agua pura
Mundo en un beso limpio
Para mí las escamas
Las escamas de la gran tortuga celeste con vientre de hidrófilo
Que se debate cada noche en el amor
Con la gran tortuga negra la gigantesca escolopendra de raíces

Versión de Manuel Álvarez Ortega

NO HA LUGAR

Arte de los días arte de las noches


La balanza de las heridas que se llama Perdona
Balanza roja y sensible al peso de un vuelo de pájaro
Cuando las amazonas de cuello de nieve con las manos vacías
Empujan sus carros de vapor sobre los prados
Veo esa balanza sin cesar enloquecida
Veo el ibis de bellos modales
Que regresa del estanque atado en mi corazón
Las ruedas del sueño encantan a los espléndidos carriles
Que se elevan altísimos sobre las conchas de sus vestidos
Y el asombro salta de aquí para allá sobre el mar
Ve mi querida aurora no olvides nada de mi vida
Toma estas rosas que trepan en el pozo de los espejos
Toma los latidos de todas las pestañas
Toma hasta los hilos que sostienen los pasos de las marionetas
y de las gotas de agua
Arte de los días arte de las noches
Estoy en la ventana muy lejos de una ciudad llena de terror
Fuera unos hombres con sombrero de copa se persiguen a
intervalos regulares
Semejantes a las lluvias que amaba
Cuando hacía tan buen tiempo
«La ira de Dios» es el nombre de un cabaret al que entré ayer
Está escrito sobre la portada blanca con letras más pálidas
Pero las mujeres-marineros que se deslizan detrás de los cristales
Son demasiado hermosas para tener miedo
Aquí nunca el cuerpo siempre el asesinato sin pruebas
Nunca el cielo siempre el silencio
Nunca La libertad sino por la libertad
Versión de Manuel Álvarez Ortega

NUDO DE ESPEJOS

Las bellas ventanas abiertas y cerradas


Suspendidas de los labios del día
Las bellas ventanas en camisa
Las bellas ventanas de cabellos de fuego en la noche negra
Las bellas ventanas de gritos de alarma y de besos
Encima de mí debajo de mí detrás de mí están menos que en mí
En donde sólo forman un único cristal azul como los trigos
Un diamante divisible en tantos diamantes como se necesitarían para
bañar a todos los bengalíes
Y las estaciones que no son cuatro sino quince o dieciséis
En mí entre las cuales está aquella en donde el metal florece
Aquella cuya sonrisa es tenue como un encaje
Aquella cuyo rocío al atardecer une las mujeres y las piedras
Las estaciones luminosas como el interior de una manzana de la que se
hubiera desprendido un trozo
O como un barrio excéntrico habitado por seres que están en combinación con el viento
O como el viento del espíritu que de noche hierra de pájaros sin límites a
los caballos con ollares de álgebra
O como la fórmula

Tintura de pasionaria {aa 50 cent. cúbicos


Tintura de majuelo {aa 50 cent. cúbicos

Tintura de muérdago 5 cent. cúbicos


Tintura de escila 3 cent. cúbicos

que combate el ruido del galope

Las estaciones rehacen malla a malla su red que resplandece con el agua
viva de mis ojos
Y en esa red todo lo que he visto es la espiral de una fabulosa caracola
Que me recuerda la ejecución en recinto cerrado del emperador
Maximiliano
Y todo lo que he amado es la rama más alta del árbol de coral que será fulminado
Es la estilográfica del reloj de sol a las doce en punto de la noche
Lo que conozco bien lo que conozco tan poco que préstame tus garras
viejo delirio
Para alzarme con mi corazón a lo largo de la catarata
Los aeronautas hablan de la eflorescencia del aire en invierno

Versión de Manuel Álvarez Ortega


SILUETA DE PAJA

A Max Ernst

Dame joyas de ahogadas


Dos pesebres
Una cola de caballo y una manía de modista
Después perdóname
No tengo tiempo de respirar
Soy un destino
La construcción solar me ha retenido hasta ahora
Y ahora sólo tengo que dejarme morir
Pide el baremo
Al trote con el puño cerrado sobre mi cabeza que suena
Un fanal en donde se abre una mirada amarilla
También se abre el sentimiento
Pero las princesas se agarran al aire puro
Tengo necesidad de orgullo
Y de algunas gotas comunes
Para calentar la marmita de las flores enmohecidas
Al pie de la escalera
Divino pensamiento en el cristal estrellado del cielo azul
La expresión de las bañistas es la muerte del lobo
Tenme por amiga
La amiga de los hogueras y los hurones
Te mira en dos veces
Lee tus penas
Mi remo de palisandro hace cantar tus cabellos
Un sonido palpable abandona la playa
Negra por la cólera de las sepias
Y roja junto a la banderola
Versión de Manuel Álvarez Ortega

SUEÑO QUE TE VEO...

Sueño que te veo superpuesta indefinidamente a ti misma


Estás sentada sobre el alto taburete de coral
Delante de tu espejo siempre en su cuarto creciente
Dos dedos sobre el ala de agua del peine
Y al mismo tiempo
Regresas de un viaje te quedas la última en la gruta
Resumante de relámpagos
No me reconoces
Estás tendida en el lecho te despiertas o te duermes
Te despiertas donde te dormistes o en cualquier otra parte
Estás desnuda todavía rebota la bala de saúco
Mil balas de saúco murmuran sobre ti
Tan ligeras que en cada instante tú las ignoras
Tu aliento tu sangre salvados de la loca juglaría del aire
Atraviesas la calle los coches que sobre ti se lanzan no son
más que sombras
Y la misma
Niña
Presa en un fuelle de lentejuelas
Saltas a la comba
Bastante tiempo para que aparezca en lo alto de la escalera invisible
La única mariposa verde que frecuenta las cimas de Asia
Acaricio todo lo que fue tuyo
En todo lo que debe serlo aún
Oigo silbar melodiosamente
Tus brazos innumerables
Serpiente única en todos los árboles
Tus brazos en cuyo centro gira el cristal de la rosa de los vientos
Mi fuente viva de Sivas
Versión de Manuel Álvarez Ortega

TODO PARAÍSO NO ESTA PERDIDO

Los gallos de roca pasan dentro del cristal


Defienden el rocío a golpes de cresta
Entonces la divisa encantadora del relámpago
Desciende sobre la bandera de las ruinas
La arena no es más que un reloj fosforescente
Que da la medianoche
Por los brazos de una mujer olvidada
Sin refugio girando por el campo
Erguida en las aproximaciones y en los retrocesos celestes
Es aquí
Las sienes azules y duras de la quinta se bañan en la noche
que calca mis imágenes
Cabelleras cabelleras
El mal adquiere fuerzas muy cerca
Solamente se valdrá de nosotros

De "Claro de tierra" 1923


Versión de Manuel Álvarez Ortega

UN HOMBRE Y UNA MUJER ABSOLUTAMENTE BLANCOS

En el fondo de la sombrilla veo a las maravillosas prostitutas


Con su vestido un poco ajado junto al farol color de los bosques
Se pasean con un gran pedazo de papel mural
Como no se puede contemplar sin que se oprima el corazón
los viejos pisos de una casa en demolición
O una concha de mármol blanco desprendida de una chimenea
O una red de esas cadenas que detrás de ellas se enredan
El gran instinto de la combustión se apodera de las calles
donde ellas permanecen
Como flores asadas
Los ojos levantando a lo lejos un viento de piedra en los espejos
Mientras se abisman inmóviles en el centro del torbellino
Nada iguala para mí el sentido de su pensamiento desaplicado
La frescura del arroyo en el que sus botines mojan la sombra
de su pico
La realidad de esos puñados de heno cortado en donde desaparecen
Veo sus senos que ponen una punta de sol en la noche profunda
Donde el tiempo de inclinarse y erguirse es la única medida
exacta de la vida
Veo sus senos que son estrellas sobre olas
Sus senos en los que llora para siempre la invisible leche azul

Versión de Manuel Álvarez Ortega

UNIÓN LIBRE

Mi mujer de cabellera de llamas de leña


De pensamientos de relámpagos de calor
De talle de reloj de arena
Mi mujer de talle de nutria entre los dientes del tigre
Mi mujer de boca de escarapela y de ramo de estrellas
de última magnitud
De dientes de huellas de rata blanca sobre la tierra blanca
De lengua de ámbar y de cristal frotados
Mi mujer de lengua de hostia apuñalada
De lengua de muñeca que abre y cierra los ojos
De lengua de piedra increíble
Mi mujer de pestañas de palotes de escritura de niño
De cejas de borde de nido de golondrina
Mi mujer de sienes de pizarra de tejado de invernadero
y de vaho de cristales
Mi mujer de hombros de champán
Y de fuente con cabezas de delfines bajo el hielo
Mi mujer de muñecas de cerillas
Mi mujer de dedos de azar y de as de corazones
De dedos de heno cortado
Mi mujer de axilas de marta y de encinas
De noche de San Juan
De alheña y de nido de escalarias
De brazos de espuma de mar y de esclusa
Y de mezcla del trigo y del molino
Mi mujer de piernas de bobina
De movimientos de relojería y de desesperaci6n
Mi mujer de pantorrillas de médula de saúco
Mi mujer de pies de iniciales
De pies de manojos de llaves de pies de calafates qe beben
Mi mujer de cuello de cebada imperlada
Mi mujer de garganta de Valle de oro
De cita en el lecho mismo del torrente
De senos de noche
Mi mujer de senos de pinera marina
Mi mujer de senos de crisol de rubíes
De senos de espectro de la rosa bajo el rocío
Mi mujer de vientre de apertura de abanico de los días
De viente de zarpa gigante
Mi mujer de espalda de pájaro que huye vertical
De espalda de mercurio
De espalda de luz
De nuca de piedra rodada y de creta mojada
Y de caída de un vaso en el que se acaba de beber
Mi mujer de caderas de lancha
De caderas de lucerna y de plumas de flecha
Y de tallos de pluma de pavorreal blanco
De balanza insensible
Mi mujer de muslos de greda y de amianto
Mi mujer de muslos de lomo de cisne
Mi mujer de muslos de primavera
De sexo de gladiolo
Mi mujer de sexo de placer y de ornitorrinco
Mi mujer de sexo de alga y de bombones antiguos
Mi mujer de sexo de espejo
Mi mujer de ojos llenos de lágrimas
De ojos de panoplia violeta y de aguja inmantada
Mi mujer de ojos de llanura
Mi mujer de ojos de agua para beber en prisión
Mi mujer de ojos de leña siempre bajo el hacha
De ojos de nivel de agua de nivel de aire de tierra y de fuego
Versión de Manuel Álvarez Ortega

UNIÓN LIBRE (otra versión)

Mi mujer con cabellera de llamaradas de leño


con pensamientos de centellas de calor
con talle de reloj de arena
mi mujer con talle de nutria entre los dientes de un tigre
mi mujer con boca de escarapela y de ramillete de estrellas
de última magnitud
con dientes de huella de ratón blanco sobre la tierra blanca
con lengua de ámbar y vidrio frotados
mi mujer con lengua de hostia apuñalada
con lengua de muñeca que abre y cierra los ojos
con lengua de piedra increíble
mi mujer con pestañas de palotes escritos por un niño
con cejas de borde de nido de golondrina
mi mujer con sienes de pizarra de techo de invernadero
y de cristales empañados
mi mujer con hombros de champaña
y de fuente con cabezas de delfines bajo el hielo
mi mujer con muñecas de cerillas
mi mujer con dedos de azar y de as de corazón
con dedos de heno segado
mi mujer con axilas de marta y de bellotas
de noche de San Juan
de ligustro y de nido de escalarias
con brazos de espuma de mar y de esclusa
y de combinación de trigo y molino
mi mujer con piernas de cohete
con movimientos de relojería y desesperación
mi mujer con pantorrillas de médula de saúco
mi mujer con pies de iniciales
con pies de manojos de llaves con pies de pájaros en el
momento de beber
mi mujer con cuello de cebada sin pulir
mi mujer con garganta de Valle de Oro
de cita en el lecho mismo del torrente
con senos nocturnos
mi mujer con senos de montículo marino
mi mujer con senos de crisol de rubíes
con senos de espectro de la rosa bajo el rocío
mi mujer con vientre de apertura de abanico de los días
con vientre de garra gigante
mi mujer con espalda de pájaro que huye en vuelo vertical
con espalda de azogue
con espalda de luz
con nuca de canto rodado y de tiza mojada
y de caída de un vaso en el que acaban de beber
mi mujer con caderas de barquilla
con caderas de lustro y de plumas de flecha
y de canutos de pluma de pavo real blanco
de balanza insensible
mi mujer con nalgas de greda y amianto
mi mujer con nalgas de lomo de cisne
mi mujer con nalgas de primavera
con sexo de gladiolo
mi mujer con sexo de yacimiento aurífero y de ornitorrinco
mi mujer con sexo de alga y de viejos bombones
mi mujer con sexo de espejo
mi mujer con ojos llenos de lágrimas
con ojos de panoplia violeta y de aguja imantada
mi mujer con ojos de pradera
mi mujer con ojos de agua para beber en prisión
mi mujer con ojos de bosque eternamente bajo el hacha
con ojos de nivel de agua de nivel de aire de tierra y de fuego

De L 'Union libre
Versión de Aldo Pellegrini

VIOLETA NOZIÈRES

Todas las cortinas del mundo corridas sobre tus ojos


En vano
Delante de su cristal hasta el agotamiento
Estirarán el arco maldito de la ascendencia y la descendencia
Tú no te pareces a nadie vivo ni muerto
Mitológica hasta la punta de las uñas
Tu prisión es la boya a la que se intentan agarrar en su sueño
Todos vuelven ella los abrasa
Como se remonta al origen de un perfume en la calle
Dividen a escondidas tu itinerario
La bella alumna del liceo Fénelon que amaestraba murciélagos
en su pupitre
La nevadilla de la pizarra
Alcanza la morada familiar donde se abre
Una ventana moral en la noche
Los padres una vez más se santiguan por su hija
Han puesto el cubierto sobre la mesa de operaciones
El buen hombre es negro para mayor verosimilitud
Mecánico se dice de trenes presidenciales
En un país de miseria donde el jefe supremo del Estado
Cuando no viaja a pie por miedo a las bicicletas
Sólo tiene prisa en tirar de la señal de alarma para ir a retozar
en camisa sobre el talud
La excelente mujer ha leído a Corneille en el libro escolar de su hija
Mujer francesa lo ha comprendido
Lo mismo que su apartamento comprende un singular cuarto de desahogo
Donde brilla misteriosamente una prenda íntima
No es de las que se guardan riéndose veinte francos en la media
El billete de mil cosido en el dobladillo de su falda
Le asegura una rigidez precadavérica
Los vecinos están contentos
En todas las partes de la tierra
Contentos de ser vecinos
La historia dirá
Que el señor Nozières era un hombre previsor
No sólo porque había ahorrado ciento sesenta y cinco mil francos
Sino porque había elegido para su hija un nombre en cuya primera parte
se puede discernir psicoanalíticamente su programa
La biblioteca de cabecera quiero decir la mesilla de noche
No tiene después de eso más que un valor de ilustraci6n

Mi padre olvida algunas veces que soy su hija


El perdido
A la vez teme y sueña traicionarse
Palabras encubiertas como una agonía sobre el musgo
El que dice haberlas oído de tu boca desafía a todo lo que vale la pena
ser desafiado
Esta especie de ánimo es ahora lo único
Que nos compensa de un montón de rastrojo cerca de un
cenador de capuchinas
Que ya no existe
Cenador bello como un cráter

Pero qué auxilio


Otro hombre a quien tú dabas parte de tu angustia
En un lecho un hombre que te había pedido el favor
El don siempre incomparable de la juventud
Recibió tu confidencia entre tus caricias
Era necesario que fuera desconocido ese pasajero
Hacia ti sólo supo hacer volar una bofetada en medio de la blanca noche

Lo que abandonabas
Sólo podías perderlo en brazos del azar
Que hace tan fluctuantes los fines de siesta de París en torno a la mujeres
de ojos de cristal enloquecido
Entregadas al gran deseo anónimo
Al cual forma maravillosamente únicamente
Silenciosamente eco
Para nosotros el nombre que tu padre te dio y te arrebató

Resbalamos allí donde se posó tu alto tacón de azúcar

Es igual que tengan o no la apariencia de no estar conformes


Ante tu sexo alado como una flor de las Catacumbas
Viejos estudiantes periodistas podridos falsos revolucionarios curas jueces
Abogados vacilantes
Saben muy bien que toda jerarquía termina ahí

Sin embargo un muchacho te esperaba enigmáticamente en


una terraza de café
Ese muchacho que en el Barrio Latino vendía al parecer
entretanto La Acción francesa
Deja de ser mi enemigo puesto que tú le amabas
Hubiérais podido vivir juntos aunque sea tan difícil vivir con su amor
Te escribió al partir Malvada querida
Al menos es bonito
Hasta para el mejor informado el dinero infantil no es más que
la espuma de la ola

Mucho tiempo después de la caballería y de la caballería de los perros


Violeta
El encuentro no será poéticamente más que una mujer sola entre la
inhallable espesura del Champs-de-Mars
Sentada con las piernas en X sobre una silla amarilla
Versión de Manuel Álvarez Ortega

PABLO DE ROKHA –CHILENO


A LA MANERA DE ANTAÑO

Gran hogar patriarcal lleno de nidos,


de muérdagos y rémoras felices;
un pan de sal para los días idos
y un pan de mar para los días grises.

La proa afronta contra la ola ( heridos ),


a los corsarios sobre cien países,
o andamos por la aldea atardecidos
tragando sol o cazando perdices.

Le invade de chacales la retórica,


pero yo echo la orinada histórica
sobre sus catres de metales blandos.

Y aunque toda la horda nos acosa,


medio a medio de los caminos, rosa
de humo y piedra, la tribu está brillando.
"Dinamo" 1925

AUTORRETRATO DE ADOLESCENCIA

Entre serpientes verdes y verbenas,


mi condición de león domesticado
tiene un rumor lacustre de colmenas
y un ladrido de océano quemado.

Ceñido de fantasmas y cadenas,


soy religión podrida y rey tronchado,
o un castillo feudal cuyas almenas
alzan tu nombre como un pan dorado.

Torres de sangre en campos de batalla,


olor a sol heroico y a metralla,
a espada de nación despavorida.

Se escuchan en mi ser lleno de muertos


y heridos, de cenizas y desiertos,
en donde un gran poeta se suicida.

AVENTURERO

Oriente de cobre duro, fino y ensangrentado,


de tiempo a tiempo
tendido
de mundo a mundo.

¡Voluntad!

Soy el hombre de la danza oscura


y el ataúd de canciones degolladas;
el automovilista lluvioso,
sonriente de horrores, gobernando
la bestia ruidosa;
el tallador en piedra de catedrales hundidas:
el bailarín matemático y lúgubre.
coronado de rosas de equilibrio;
el vendedor de abismos, trágico,
dt cabellera de ciudades
y un canto enorme en la capa raída.

Tren nocturno
con ]as hojas marchitas y un vientre humoso.

¡Ay! cómo aúllan en la tierra cóncova y madura


mis leones muertos...
Voy de estrella en estrella
acariciándole los pechos violados a las guitarras.
con mi mano única;
¡oh! jugador,
agarro mi gran rueda de espanto,
despernancada,
y la arrojo contra las estrellas,
arriba del cielo, más arriba del cielo
que no existe.

Y suelo estarme cuatro y cincn mil lunarios,


como un idiota yiejo,
jugando con bolitas de tristeza,
jugando con bolitas de locura
que hago yo mismo manoseando la soledad;
entonces me río,
con mis 33 dientes,
entonces me río,
entonces me río,
con la risa quebrada de las motocicletas,
colgado de la cola del mundo.

La campana negra del sexo


toca a ánimas adentro de mi melancolía,
y una mujer múltiple y una
múltiple y una
como un triángulo de setenta lados y muchos claveles.
se desnuda multiplicando las heridas
sobre mis mundos quemantes y llenos de senos de mujeres estupefactas.

"Agonal" 1925

BALADA DE PABLO DE ROKHA

Yo canto, canto sin querer, necesariamente, irremediablemente, fatalmente, al azar de los sucesos, como
quien come, bebe o anda y porque sí; moriría si no cantase, moriría si no cantase; el acontecimiento popular
del poema estimula mis nervios sonantes, no puedo hablar, entono, pienso en canciones, no puedo hablar, no
puedo hablar; las ruidosas, trascendentales epopeyas me definen, e ignoro el sentido de mi flauta; aprendí a
cantar siendo nebulosa, odio, odio las utilitarias labores erradas, cuotidianas, prosaicas, y amo la ociosidad
ilustre de lo bello; cantar, cantar, cantar... he ahí lo único que sabes, Pablo de Rokha...

Los sofismas universales, las cósmicas, subterráneas leyes dinámicas, me rigen, mi canción natural,
polifónica se abre más allá del espíritu, la ancha belleza subconciente, trágica, matemática, fúnebre, guía mis
pasos en la obscura claridad; cruzo las épocas cantando como un gran sueño deforme, mi verdad es la
verdadera verdad, el corazón orquestal, musical, orquestal, dionisíaco, flota en la augusta, perfecta, la eximia
resonancia unánime, los fenómenos convergen a él, y agrandan su sonora sonoridad sonora, sonora; y estas
fatales manos van, sonámbulas, apartando la vida externa, —conceptos, fórmulas, costumbres, apariencias-;
mi intuición sigue los caminos de las cosas, vidente, iluminada y feliz, porque todo se hace canto en mis
huesos, todo se hace canto en mis huesos.

Pus, llanto y nieblas lúgubres, dolor, solo dolor mamo en los roñosos pechos de la vida, no tengo casa y mi
vestido es pobre; sin embargo, mis cantares dramáticos-inéditos, modestísimos suman el pensamiento, todo
el pensamiento de la raza y la voz del instante; soy un país hecho poeta, por la gracia de "Dios"; desprecio el
determinismo de las ciencias parciales, convencionales, pues mi sabiduría monumental surje pariendo
axiomas desde lo infinito, y su elocuencia errante, fabulosa y terrible crea mundos e inventa universos
continuamente; afirmo o niego, y mi pasión gigante atraviesa tronando el pueblo imbécil del prejuicio, la
mala aldea clerical de la rutina.
Atardeciendo me arrodillé junto a una inmensa y gris piedra humilde, democrática, trágica, y su oratoria, su
elocuencia inmóvil habló conmigo, en aquel sordo lenguaje cosmopolita e ingenuo del ritmo universal; hoy,
tendido a la sombra de los lagos, he sentido el llanto de los muertos flotando en las corolas; oigo crecer las
plantas y morir los viajeros planetas degollados igual que animales, el sol se pone al fondo de mis años
lúgubres, amarillos, amarillos, amarillos, las espigas van naciéndome, a media noche los eternos ríos lloran a
la orilla de mi tristeza y a mis dolores maximalistas se les caen las hojas... "buenos días, buenos días árbol",
dije al reventar la mañana sobre las rubias cumbres chilenas, y más tarde clamaba: "estrellas, sois estrellas,
¡oh prodigio!..."

Mis pensamientos hacen sonar los siglos contra los siglos; voy caminando, caminando, caminando
musicalmente y mis actos son himnos, cánticos naturales, completamente naturales; las campanas del tiempo
repican cuando me oyen sentirme; constituyo el principio y la razón primordial de todas las tonadas, el eco
de mis trancos restalla en la eternidad, los triángulos paradójicos de mi actitud resumen el gesto de los
gestos, el gesto, la figura del superhombre loco que balanceó la cuna macabra del orbe e iba enseñándole a
hablar.

Los cantos de mi lengua tienen ojos y pies, ojos y pies, músculos, alma, sensaciones, grandiosidad de héroes
y pequeñas costumbres modestas, simplisísimas, mínimas, simplisísimas de recién nacidos, aullan y hacen
congojas enormes, enormes, enormemente enormes, sonríen, lloran, sonríen, escupen al cielo infame o echan
serpientes por la boca, obran, obran lo mismo que gentes o pájaros, dignifican el reino animal, el reino
vegetal, el reino mineral, y son bestias de mármol, bestias, bestias cuya sangre ardiendo y triste-triste,
asciende a ellos desde las entrañas del globo, y cuyo ser poliédrico, múltiple, simultáneo está en los
quinientos horizontes geográficos; florecen gozosos, redondos, sonoros en octubre, dan frutos rurales a
principios de mayo o junio o a fines de agosto, maduran todo el año y desde nunca a desde nunca;
anarquistas, estridentes, impávidos, crean un individuo y una gigante realidad nueva, algo que antes, antes,
algo que antes no estaba en la tierra, prolongan mi anatomía terrible hacia lo absoluto, aún existiendo
independientemente; ¡tocad su cuerpo, tocad su cuerpo y os ensangrentareis los dedos miserables!...

Ariel y Calibán, Grecia, Egipto, Roma, el país judío y Chile, las polvosas naciones prehistóricas, Jesús de
Nazareth, los cielos, las montañas, el mar y los hombres más hombres, las oceánicas multitudes, ciudades,
campos, talleres, usinas, árboles, flores, sepulcros, sanatorios, hospicios u hospitales, brutos de piel terrosa y
lejano mirar, lleno de églogas, insectos y aves, pequeñas, armoniosas mujeres pálidas; el cosmos idiota,
maravilloso, maravilloso, maravilloso, orienta mis palabras, y rodaré sonando eternamente, como el viejo
del viejo, nidal en donde anidan todos los gorjeos del mundo!...

CÍRCULO

Ayer jugaba el mundo como un gato en tu falda;


hoy te lame las finas botitas de paloma;
tienes el corazón poblado de cigarras,
y un parecido a muertas vihuelas desveladas,
gran melancólica.

Posiblemente quepa todo el mar en tus ojos


y quepa todo el sol en tu actitud de acuario;
como un perro amarillo te siguen los otoños,
y, ceñida de dioses fluviales y astronómicos,
eres la eternidad en la gota de espanto.

Tu ilusión se parece a una ciudad antigua,


a las caobas llenas de aroma entristecido,
a las piedras eternas ya las niñas heridas;
un pájaro de agosto se ahoga en tus pupilas,
y, como un traje obscuro, se te cae el delirio.

Seria como una espada, tienes la gran dulzura


de los viejos y tiernos sonetos del crepúsculo;
tu dignidad pueril arde como las frutas;
tus cantos se parecen a una gran jarra obscura
que se volcase arriba del ideal del mundo.

Tal como las semillas, te desgarraste en hijos,


y, lo mismo que un sueño que se multiplicara,
la carne dolorosa se te llenó de niños;
mujercita de invierno, nublada de suspiros,
la tristeza del sexo te muerde la palabra.

Todo el siglo te envuelve como una echarpe de oro;


y, desde la verdad lluviosa de mi enigma,
entonas la tonada de los últimos novios;
tu arrobamiento errante canta en los matrimonios,
cual una alondra de humo, con las alas ardidas.

Enterrada en los cubos sellados de la angustia,


como Dios en la negra botella de los cielos,
nieta de hombres, nacida en pueblos de locura,
a tu gran flor herida la acuestas en mi angustia,
debajo de mis sienes aradas de silencio.

Asocio tu figura a las hembras hebreas,


y te veo, mordida de aceites y ciudades,
escribir la amargura de las tierras morenas
en la táctica azul de la gran danza horrenda
con la cuchilla rosa del pie inabordable.

Niña de las historias melancólicas, niña,


niña de las novelas, niña de las tonadas,
tienes un gesto inmóvil de estampa de provincia
en el agua de asombro de la cara perdida
y en los serios cabellos goteados de dramas.

Estás sobre mi vida de piedra y hierro ardiente,


como la eternidad encima de los muertos,
recuerdo que viniste y has existido siempre,
mujer, mi mujer mía, conjunto de mujeres,
toda la especie humana se lamenta en tus huesos.

Llenas la tierra entera, como un viento rodante,


y tus cabellos huelen a tonada oceánica;
naranjo de los pueblos terrosos y joviales,
tienes la soledad llena de soledades,
y tu corazón tiene la forma de una lágrima.

Semejante a un rebaño de nubes, arrastrando


la cola inmensa y turbia de lo desconocido
tu alma enorme rebasa tus hechos y tus cantos,
y es lo mismo que un viento terrible y milenario
encadenado a una matita de suspiros.

Te pareces a esas cántaras populares,


tan graciosas y tan modestas de costumbres;
tu aristocracia inmóvil huele a yuyos rurales,
muchacha del país, florida de velámenes,
y la greda morena, triste de aves azules.

Derivas de mineros y de conquistadores,


ancha y violenta gente llevó tu sangre extraña,
y tu abuelo, Domingo Sánderson fue un HOMBRE;
yo los miro y los veo cruzando el horizonte
con tu actitud futura encima de la espalda.

Eres la permanencia de las cosas profundas


y la amada geografía llenando el Occidente;
tus labios y tus pechos son un panal de angustia,
y tu vientre maduro es un racimo de uvas
colgado del parrón colosal de la muerte.

Ay, amiga, mi amiga, tan amiga mi amiga,


cariñosa, lo mismo que el pan del hombre pobre;
naciste tú llorando y sollozó la vida;
yo te comparo a una cadena de fatigas
hecha para amarrar estrellas en desorden.

Zig-Zag 1925

EL VIAJERO DE SÍ MISMO

Voy pisando cadáveres de amantes


y viejas tumbas llenas de pasado,
cubierto con cabello horripilante
del gran sepulcro universal tragado.

Acumulo mi yo exorbitante
y mi ilusión de Dios ensangrentado,
pues soy un espectáculo clamante
y un macho-santo ya desorbitado.

Mi amor te muerde como un perro de oro,


pero te exhibe en sus ancas de oro.
Wínétt, como una flor de extranjería.

Porque sin ti no hubiera descubierto


como una jarra de agua en el desierto
la mina antigua de mi poesía.

EPITALAMIO

Dios te ampare, mujer, inmaculada y triste como una flor que oliese a hojas caídas.

Universo, universo, universo, ave-niña, ilusión más ingenua, más ingenua aún, más ingenua que las cunas
azules cuando el sol clarea los pueblos fúnebres, melancólicos.

Tú que pastoreabas las palomas del lugar por cuatro reales...

Filosofando caminas sobre las tumbas del planeta-Winétt.

Reíste a los tres días de nacer, dulcemente de nacer, porque ya eras madre de lo creado y abuela de los
muertos.

Paz, sonora canción nacida de un tajo hecho en la tierra, sin héroes o niños divinos antes de ayer.
Y manas sangre de árbol-árbol con olor a surcos llenos de simiente.

Contigo el pánico florece y las tristezas dan frutos dulces.

E iluminas el camino hacia el hombre distante.

Desengañada te crees y tus días son cuentos para niños.

He aquí que eres máquina de nieve encendida.


Andas por los caminos de la vida y la muerte con el ritmo enorme que fluyen cantando a ciegas los
fenómenos, cantando a ciegas los fenómenos, cantando a ciegas los fenómenos.

Yo conozco, siento que tus raíces cándidas horadaron mi estupor...


Atardeciendo, cuando el farol invernal del crepúsculo alumbra lo melancólico, el porvenir de las tumbas
lluviosas e irremediables, la cara absurda del vacío, entonces, yo estoy, querida, deshojándote hoja a hoja...
hoja a hoja...
Ejemplo de mujer casada, niña de octubre y mariposa, mi corazón se está incendiando a tus pies.

El cataclismo universal de tu agonía me tronchará los huesos marchitos y sentiré que moriré llamándote.

Soy tuyo entero, encadéname con sollozos y alimenta con besos golosos al animal feroz que elegiste por
amo.

LA FORMA ÉPICA DEL ENGAÑO

El mundo no lo entiendo, soy yo mismo


las montañas, el mar, la agricultura,
pues mi intuición procrea un magnetismo
entre el paisaje y la literatura.

Los anchos ríos hondos en mi abismo,


al arrastrar pedazos de locura,
van por adentro del metabolismo,
como el veneno por la mordedura.

Relincha un potro en mi vocabulario,


y antiguas norias dan un son agrario,
como un novillo, a la imagen tallada.

Un gran lagar nacional hierve adentro,


y cuando busco lo inmenso lo encuentro
en la voz popular de tu mirada.

LA IDOLATRADA

Montaña de versos, brazada de sueños


ardiendo,

sobre mi sexo;
llaga de sol, llaga de miel, llaga de luz encima de las frutas clásicas,
incendio,
leña de pena...

Como camino polvoroso


de canciones,
como recuerdo polvoroso,
así
tu amor
embellece y alegra entristeciendo.

Viejo y negro pueblo de tórtolas crepusculares;


casa de los naranjos melancólicos
y las tejas lluviosas;
casona de herrumbre con gatos oblicuos y tristes;
con limoneros, solteronas y días domingos,
con villorrios y viajeros, con postinos de cansancio, con carretas de tonadas
en las vitrinas anacrónicas;
país de las provincias y los pianos ruinosos
bajo el poniente irremediable,
país de los sepulcros, los borrachos y las rutas de otoño,
yo.
y tú,
tú, pequeña, curiosa, morena, asomada en las ventanas...

Quiero la vida porque tú eres vida,


quiero la sombra porque tú eres sombra, mujer,
quiero la tierra porque tú eres tierra;
y tus besos como higos
como agua de fuentes rurales.
como uvas
llenas de mar, cantando desde las viñas cósmicas;
acepto la materia y la tristeza
porque tu carne es triste,
porque tu alma es triste
como la higuera de las parábolas.

Abierta
frente al universo
abierta,
eres cual una herida de la Tierra.
poblada de voces mundiales,
madura de goces fragantes...
¡palabras del siglo, muñeca con ojazos negros!...
panorama del hombre y del tiempo
cruzando mis huesos!...

Aventurero con espanto,


columpio mi gesto pirata,
como un fruto enorme y podrido,
entre la nada y la nada;
encima tú, como un beso en un mundo,
encima tú, temblando,
encima tú, como un canto en un muerto,
encima tú, como un nido en un árbol
estupendo,
paloma de las lindes últimas.

Eres clara como la muerte,


eres buena como la muerte
y profunda como la muerte;
dulce y triste como sol de invierno;
llena de nidos y frutos,
como un bosque inmenso o una humilde casa de campo:
arada por la maternidad,
los hijos te engrandecen como a la tierra el surco,
mujer, la idolatrada.
mujer, la idolatrada.

Hermana de la luna,
la pena,
la lluvia
y el destino de las cosas,
determinas el límite
de l0 absoluto y l0 infinito
con la rayita azul de tu existencia.

Embajadora de las golondrinas,


mujer, la idolatrada;
se enorgullece "Dios" de haberte hecho
y haberte mirado en los tiempos, haberte mirado en los mundos, haberte
mirado en los sueños
frente a la creación, adolorida;
bendita y amada
por
los siglos
de
los siglos...
¡coronada de pueblos y de niños!...

"Claridad" 1925

NIÑA DE LAS HISTORIAS MELANCÓLICAS...

Niña de las historias melancólicas, niña,


niña de las novelas, niña de las tonadas
tienes un gesto inmóvil de estampa de provincia
en el agua de otoño de la cara perdida
y en los serios cabellos goteados de dramas.
Estás sobre mi vida de piedra y hierro ardiente
como la eternidad encima de los muertos,
recuerdo que viniste y has existido siempre,
mujer, mi mujer mía, conjunto de mujeres,
toda la especie humana se lamenta en tus huesos.
Llenas la tierra entera, como un viento rodante,
y tus cabellos huelen a tonada oceánica,
naranjo de los pueblos terrosos y joviales,
tienes la soledad llena de soledades,
y tu corazón tiene la forma de una lágrima.
Semejante a un rebaño de nubes, arrastrando
la cola inmensa y turbia de lo desconocido,
tu alma enorme rebasa tus huesos y tus cantos,
y es lo mismo que un viento terrible y milenario
encadenado a una matita de suspiros.
Te pareces a esas cántaras populares,
tan graciosas y tan modestas de costumbres;
tu aristocracia inmóvil huele a yuyos rurales,
muchacha del país, florecida de velámenes,
y la greda morena, triste de aves azules.
Derivas de mineros y de conquistadores,
ancha y violenta gente llevó tu sangre extraña,
y tu abuelo, Domingo de Sánderson, fue un hombre;
yo los miro y los veo cruzando el horizonte
con tu actitud futura encima de la espalda.
Eres la permanencia de las cosas profundas
y la amada geográfica, llenando el Occidente;
tus labios y tus pechos son un panal de angustia,
y tu vientre maduro es un racimo de uvas
colgado del parrón colosal de la muerte.
Ay, amiga, mi amiga, tan amiga mi amiga,
cariñosa lo mismo que el pan del hombre pobre;
naciste tú llorando y sollozó la vida;
yo te comparo a una cadena de fatigas
hecha para amarrar estrellas en desorden.

NOCTURNO MUY OBSCURO

La noche inmensa no resuena, estalla


como un bramido colosal, retumba
con un tremendo estruendo de batalla
que saliera de adentro de una tumba.

Fué un pedazo de espanto que restalla


o una convicción que se derrumba,
una doncella a quien violó un canalla
y una montura en una catacumba.

Calla con un lenguaje de volcanes,


como si un escuadrón de capitanes
galopara en caballos de basalto.

Porque el silencio es tan infinito


tan espantoso y grande como un grito
que cae degollado desde lo alto.

POEMA SIN NOMBRE


Como una gran niebla ardida
desde todas las distancias emergiendo
o lo mismo que el horizonte...

Te recuerdo y vienen piando


las hojas marchitas del atardecer,
hermana, amiga, esposa,
a cantar la tonada del viaje y las guitarras
en las cruces lluviosas de mi padecimiento.

Llegas desde la orilla de las congojas sumas


con la cara trizada de eternidad y cantos.

Mis pájaros de alambre triste


se ahogan en tus crepúsculos,
y yo gimo mamando nieblas.

Voy como los perros mojados


a la siga de tu recuerd0,
sujetándome las palabras.

Desde tu ausencia está lloviendo, mi hijita;


las rotas lágrimas
extienden una gran cortina de pájaros agonizantes
encima de mi sueño enorme;
y desde la abertura de las noches caídas
cantan los gallos humosos...

(El invierno te llena de canciones amarillas) .

Sé que todos los barcos que emigran van a fondear en tu corazón,


que las golondrinas saludan con su bandera azul,
la melancolía morena de tus actitudes deshojadas y vagabundas,
y voy edificando canciones
a la manera que grandes ciudades extranjeras.

¡Quién degolló las gaviotas claras de la alegría


debajo de los ríos eternos?...
¿Quién canta desde el Poniente, la canción de todas las tristezas?
¿Quién enluta de llanto la enrojecida soledad,
alargándola en lo obscuro, obscuramente obscuro,
extendiéndola en lo amargo amargamente amargo
como una gran cama de sangre tronadora y crepuscular
o una gran manta violenta?...

¡Ay! querida, el tiempo se ha parado como un águila en tu memoria.

Tú das al Universo este color rodante


y este rumor violeta cruzado de cigarras;
la inmensa bruma aquella viene de tus sollozos;
siento que se ha trizado la curva de la tierra
al peso colosal de tu pie entristecido.

Los cantos dorados del tiempo, o por mejor decirlo, los mundos
llovidos del tiempo
tiritan amontonados encima de mi angustia,
y una gran paloma negra se suicida en las arboladuras del occidente.

La pena cuadrada,
el dolor animal y rotundo, la llagadura horrenda de sentirse
¡medio a medio de la circunferencia!...
parado
¡medio a medio de la circunferencia!

Niña-Winétt!...
Y tu actitud de pájaro haciendo con besos la puntería a mi corazón.
De "Nuevos rumbos" 1925

POETA DE PROVINCIA

Parezco un gran murciélago tremendo,


lengua del mundo a una edad remota,
con un balazo en la garganta, ardiendo
y rugiendo de horror la forma ignota.

Provincias de polillas en lo horrendo


que se desangra en lluvias gota a gota,
y es una trial frazada del estruendo
o un piano negro con la lengua rota.

Definitivamente masculino,
me he de encontrar con el puñal talquino
en el desván de las calles malditas.

Sólo contra la luna, dificulto


que haya un varón en los antiguos cultos
con un cacho de heridas más bonitas.

RETRATO DE MUJER

Pequeña~pequeña y sutil, morenita como las esposas de "La Biblia" o los lirios
dilectos del Ganges, graciosa, melodiosa, misteriosa, llena de innumerables destinos augustos, egregios, y
pálidas adivinaciones, humilde en su virtud, humilde y humilde, grandes los negros ojos negros, chiquito el
pie, anda por las vías eternas acariciando los acontecimientos rientes, las desgracias que visten mortüorios
lutos amarillos, el gesto fluvial de los llantos, el gesto fluvial de los llantos, la montaña, y el insecto
maximalista, ácrata o filósofo, acariciando, acaparando la vida y los sepulcros con mimos de gatita joven.

En aquel montoncito de carnes sumisas, humanas, heróicas, florales, viajeras, canta el ilustre mar, la tierra
orlada de trigales intermitentes o sonoros nidos, los cándidos cielos musicales, Dios, Satanás, el viejo
instinto negro que sonríe a la nada desde los subterráneos del hombre y la materia.

Se parece a las banderas del pueblo: el modestísimo olor a gestos rurales, la religiosidad honrada y honesta
que diluye su ateísmo profundo
como las aguas eternas de las tumbas, su ateísmo, lo ensimismado, lo virtuoso, l0 tranquilo de las diarias
maneras exteriores, el sentido de la divinidad aureolando sus huesos a cada instante del a cada instante,
tienen un no sé qué tan evangélico que evoca, ¡oh!. que evoca la leyenda del lugar...

Diríase que viene saliendo de la escuela, seriecita y juguetona, juguetona y seriecita, seriecita y juguetona,
diríase que viene saliendo de la escuela con el hijo en los brazos precoces, pueriles... "nenito, peladito,
chucurrutito", así le dice a la guagua de meses... él contesta sonriendo, sonriendo: "a... gu... u... u..." y los
dos se conocen ha setenta mil años, por lo menos.

A orillas de los campos floridos, apostólicos, su actitud llena de árboles y agua se define ruidosamente; ¡qué
alegres van los zapatitos blancos por el camino real atardeciendo!... La silueta maravillosa, fina y triste, fina,
fina y triste, sus líneas intelectuales, imperial-ideales, dilectas, como de dulce y grave pastorcita ingenua que
fuese princesa ignorándolo, ilustran el tema agrario, sacratísimo, cual una flor el frac del héroe; ella adaptó
los últimos refinamientos a las yerbas honorables, burguesas, la elegancia del encaje albo sobre las túnicas
crepusculares al fervor doloroso del grande poema de la agricultura.

Süave, süave, süavemente süave, ambula como ola sonámbula insinuando apenas su alma enorme, palpa las
cosas, y las cosas vibran lo mismo que arpas naturales, pisa y el pie celeste roza los fenómenos cual una luz
la cara de un difunto, sonríe y se ilumina el turbio-mundo, piensa, y entonces un olor a violetas claras inunda
el universo, las figuras se hacen suavidad, los geométricos triángulos objetivos esconden las garras
estridentes, oblicuas, y unas canciones blancas, como arpas blancas, juegan alegremente con los pájaros
nuevos.

Mujercita al rojo es, mujercita al rojo; caldea el amor sus entrañas adolescentes, las menudas manos le
arden, el sangriento clavel de los labios calcina los vagos suspiros innumerables, ondula el vientre como
sementera, tiemblan los pechos cual floridas torres que se incendiasen al crepúsculo, las pupilas van
agrandando y van horadando la tierra y florecen lágrimas y besos, florecen, florecen; dos verdes ojeras
invaden su cuerpo anulándolo, borrándolo, eliminándolo y los pies, riendo al mar de libres cabellos
anochecidos, fluctúan por el aire minúsculos, precisos, minúsculos de minúsculos...

Un gigante ritmo sobrenatural preside sus actos e imágenes; asombra lo equilibrado de su espíritu, práctico y
romántico, romántico y práctico, artistísimo cantor de las pequeñas formas cuotidianas, y al que incendia los
huesos el fatal ensueño fatal, la vieja ilusión que viene saliendo de los manicomios con la verdad en un
trapito; ama lo lógico en las cosas, el inconmensurable absurdo local de las ideas y es prudente como las
golondrinas, porque realiza lo heroico.

EN PRIMERA PERSONA

Gabriel García Márquez (Visión personal del Bill Clinton)


Lo primero que llama la atención de William Jefferson Clinton es su estatura: un metro con ochenta y siete
centímetros. Lo segundo es un poder de seducción que infunde desde el primer saludo una confianza de
viejo conocido. Lo tercero es el fulgor de su inteligencia, que permite hablarle de cualquier asunto, por
espinoso que sea, siempre que se le sepa plantear. Sin embargo, alguien que no le quiere me previno:
"Lo peligroso de esas virtudes es que Clinton las usa para que crean que nada le interesa tanto como lo
que uno le dice".

Lo conocí en una cena que el escritor William Styron ofreció en su casa veraniega de Marta's Vineyard en
agosto de 1995. Clinton había dicho en la primera campaña presidencial que su libro favorito era Cien años
de soledad. Yo dije y se publicó en su momento que aquella frase me parecía una simple carnada para el
electorado latino. Él no lo pasó por alto: lo primero que me dijo después de saludarme en Marta's Vineyard
fue que su declaración había sido sincera.

Carlos Fuentes y yo tenemos razones para pensar que aquella noche vivimos un buen capítulo de nuestras
memorias. Clinton nos desarmó desde el principio con el interés, el respeto y el sentido del humor con que
trató cada una de nuestras palabras como si fueran oro en polvo. Su talante correspondía a su aspecto. Tenía
el cabello cortado como un cepillo, la piel curtida y la salud casi insolente de un marinero en tierra, y llevaba
una sudadera pueril con un crucigrama estampado en el pecho. Era, a sus cuarenta y nueve años, un
sobreviviente glorioso de la generación del 68, que había fumado marihuana, cantaba de memoria a los
Beatles y protestaba en las calles contra la guerra de Vietnam.

La cena empezó a las ocho y terminó a la media noche, con unos catorce invitados a la mesa, pero la
conversación se redujo poco a poco a una suerte de torneo literario entre el presidente y los tres escritores. El
primer tema fue la inminente reunión de la Cumbre de las Américas. Clinton quería que fuera en Miami,
como lo fue en realidad. Carlos Fuentes pensaba que Nueva Orleans o Los Angeles tenían más créditos
históricos, y él y yo los defendimos a fondo, hasta que se vio claro que el presidente no cambiaría de idea
porque contaba con Miami para la reelección.

"Olvídese de los votos, señor presidente", le dijo Carlos Fuentes. "Pierda la Florida y gánese la historia".

La frase marcó el tono. Cuando hablamos del narcotráfico el presidente oyó mi opinión con oídos benévolos:
"Los treinta millones de drogadictos de los Estados Unidos demuestran que las mafias norteamericanas son
muchos más poderosas que las de Colombia y mucho más corruptas sus autoridades". Cuando le hablé de las
relaciones con Cuba pareció aun más receptivo: "Si Fidel y usted pudieran sentarse a discutir cara a cara no
quedaría ningún problema pendiente". Cuando hicimos un repaso espectral de América Latina supimos que
su interés era mucho mayor de lo que suponíamos pero le faltaban datos esenciales. Cuando la charla
amenazó con volverse demasiado formal le preguntamos por su película favorita y contestó que era High
Noon (Solo ante el peligro), de Fred Zinnemann, a quien había condecorado días antes en Londres. Cuando
le preguntamos qué estaba leyendo lanzó un suspiro de alivio y mencionó un libro sobre las guerras
económicas del futuro, cuyo título y autor no reconocí. "Mejor lea el Quijote", le dije. "Ahí está todo".

La verdad es que ese libro único no se lee tanto como se dice, pero muy pocos admiten que no lo han leído.
Clinton demostró con dos o tres frases que lo conocía muy bien. Entusiasmado, nos preguntó por nuestros
libros preferidos. Styron le contestó que el suyo era "Huckleberry Finn" de Mark Twain. Yo hubiera
escogido "Edipo rey" de Sófocles, que es mi libro de cabecera desde los veinte años, pero preferí "El Conde
de Montecristo", sólo por razones técnicas que me costó mucho explicar. Clinton dijo que el suyo eran las
"Meditaciones" de Marco Aurelio, y Carlos Fuentes no vaciló por "Absalón Absalón", sin duda alguna la
novela estelar de William Faulkner, aunque otros preferimos "Luz de agosto" por gustos personales. Clinton,
como homenaje a Faulkner, se puso entonces de pie y con largas zancadas alrededor de la mesa recitó de
memoria el monólogo de Benji, que son las páginas más asombrosas pero también las más herméticas de "El
sonido y la furia". Faulkner nos llevó a preguntarnos una vez más sobre las afinidades entre los escritores del
Caribe y la pléyade de grandes novelistas del sur de los Estados Unidos. Nos parecieron más que lógicas, si
tomábamos en cuenta que el Caribe no es en realidad un área geográfica, circunscrita al mar, sino un espacio
histórico y cultural mucho más vasto, que abarca desde el norte del Brasil hasta la cuenca del Misisipí. Mark
Twain, William Faulkner, John Steinbeck, y tantos otros, serían entonces tan caribes por derecho propio
como Jorge Amado y Derek Walcott. Clinton -nacido y formado en la sureña Arkansas- celebró la
ocurrencia y proclamó con alegría su propia filiación caribe.

Entonces iban a ser las doce de la noche, y tuvo que interrumpir la charla para contestar una llamada urgente
de Gerry Adams, a quien autorizó desde aquel momento para recaudar fondos y hacer campaña en los
Estados Unidos a favor de la paz en Irlanda del Norte. Éste debió de ser el final histórico para una noche
inolvidable, pero Carlos Fuentes lo llevó más lejos cuando le preguntó al presidente a quiénes consideraba
sus enemigos. La respuesta fue inmediata y brutal: "Mi único enemigo es el fundamentalismo religioso de
derecha".

Dicho esto concluyó la cena. Las otras veces que lo vi, en privado o en público, me dejó la misma impresión
que la primera: Bill Clinton era todo lo contrario de la idea que los latinoamericanos tenemos sobre los
presidentes de los Estados Unidos.

Ahora bien: ¿sería justo que este raro ejemplar de la especie humana tuviera que malversar su destino
histórico sólo porque no encontró un rincón seguro donde hacer el amor?

Pues ése es el caso: el hombre con más poder sobre la tierra no ha logrado consumar sus ardores secretos por
el estorbo invisible de un servicio de seguridad que sirve mejor para impedir que para proteger. No hay
cortinas en las ventanas de la Oficina Oval ni un cerrojo de caridad en el baño reservado a las obras mayores
del presidente. El florero que se ve a sus espaldas en las fotografías de su escritorio ha sido denunciado por
la prensa como un escondite de micrófonos para consagrar en documentos de estado los misterios de las
audiencias. Más triste, sin embargo, es que el presidente sólo quiso hacer algo que el común de los hombres
han hecho a escondidas de sus mujeres desde el principio del mundo, y la estolidez puritana no sólo impidió
que lo hiciera sino que le negó hasta el derecho de negarlo.

La literatura de ficción la inventó Jonás cuando convenció a su mujer de que había vuelto a casa con tres
días de retraso porque se lo había tragado una ballena. Amparado en esa argucia atávica, Clinton negó ante
la justicia que hubiera tenido alguna relación sexual con Mónica Lewinsky, y lo negó con la cabeza en alto,
como todo infiel que se respete. A fin de cuentas, su drama personal es un asunto doméstico entre él y
Hillary, y ésta lo ha respaldado ante el mundo con una dignidad homérica.

Perfecto: una cosa es mentir para engañar y otra bien distinta es ocultar verdades para preservar esa instancia
mítica del ser humano que es su vida privada. Con todo derecho: nadie está obligado a declarar contra sí
mismo. De haber persistido en la negativa inicial, a Clinton lo habrían procesado de todos modos -pues de
eso se trataba- pero es mucho más digno ser perjuro en defensa del fuero interno que ser absuelto contra el
amor. Por desgracia, con la misma determinación con que negó la culpa la admitió más tarde, y siguió
admitiéndola por todos los medios impresos, visuales y hablados hasta la humillación. Error mortal de un
amante inconcluso cuya vida secreta no pasará a la historia por haber hecho mal el amor sino por haberlo
vuelto todavía menos eterno de lo que suele ser. Llegó hasta el escarnio de someterse al sexo oral mientras
hablaba por teléfono con un senador. Se suplantó a sí mismo con un cigarro frígido. Apeló a toda clase de
artificios elusivos para burlar a natura, pero cuanto más lo intentaba más motivos contra él encontraban sus
inquisidores, pues el puritanismo es un vicio insaciable que se alimenta de su propia mierda. Ha sido una
vasta y siniestra confabulación de fanáticos para la destrucción personal de un adversario político cuya
grandeza no podían soportar. Y el método fue la utilización criminal de la justicia por un fiscal
fundamentalista llamado Kenneth Starr, cuyos interrogatorios encarnizados y salaces parecían excitarlos
hasta el orgasmo.

El Bill Clinton que encontramos hace cuatro meses en la cena de gala que ofreció al presidente Andrés
Pastrana en la Casa Blanca, era un hombre distinto. Ya no era el universitario desprejuiciado de Marta's
Vineyard, sino un convicto enflaquecido e incierto, que no lograba disimular con una sonrisa profesional el
mismo cansancio orgánico que destruye a los aviones: la fatiga del metal.

Días antes, en una cena de periodistas con la señora Katherine Graham, la dama de oro del Washington Post,
alguien había dicho que a juzgar por el juicio de Clinton, los Estados Unidos seguían siendo el país de
Nathaniel Hawthorne. Aquella noche en la Casa Blanca lo entendí en carne viva. Se referían al gran
novelista norteamericano del siglo anterior, que denunció en su obra los horrores del fundamentalismo en la
Nueva Inglaterra, donde quemaron vivas a las brujas de Salem. Su novela capital, "La letra escarlata", es el
drama de Hester Pryme, una joven casada que tuvo un hijo secreto de un hombre que no era el suyo.
Un Kenneth Starr de la época le impuso el castigo de llevar de por vida una camisa de penitente con la letra
A del código puritano con el color y el olor de la sangre. Un agente del orden la seguía a todas partes con un
tambor batiente para que los transeúntes se apartaran a su paso. El desenlace, por cierto, podría quitarle el
sueño al fiscal Starr, pues el padre clandestino de la hija de Hester resultó ser el ministro del culto que la
martirizó hasta la muerte.

La técnica y la moral del procedimiento fueron en esencia las mismas. Cuando los enemigos de Clinton no
encontraron méritos para juzgarlo por lo que querían, lo acosaron con interrogatorios minados hasta que lo
pillaron por aquí y por allá en trampas secundarias. Entonces lo forzaron a acusarse en público a sí mismo, y
a arrepentirse incluso de lo que no había hecho, en vivo y en directo, a través de una tecnología de la
información universal que no es más que la versión trimilenaria de los tambores persecutorios de Hester
Prynne. Por las preguntas del fiscal, capciosas y concupiscentes, hasta los niños de pecho se enteraron de las
mentiras que sus padres les contaban para que no supieran cómo los habían hecho. Vencido por la fatiga del
metal, Clinton llegó hasta la locura imperdonable de castigar a sangre y fuego a un enemigo inventado a
cinco mil trescientas noventa y siete millas náuticas de la Casa Blanca, sólo para desviar la atención de su
desgracia personal. Tony Morrison, Premio Nobel de Literatura y gran escritora de este siglo agonizante, lo
resumió con una plumada genial: "Lo trataron como a un presidente negro".
GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ ( Colombia, 1928 )
Premio Nobel de Literatura 1982

EL SILENCIO DE LAS SIRENAS

Existen métodos insuficientes, casi pueriles, que también pueden servir para la salvación.
He aquí la prueba:
Para guardarse del canto de las sirenas, Ulises tapó sus oídos con cera y se hizo encadenar al mástil de la
nave. Aunque todo el mundo sabía que este recurso era ineficaz, muchos navegantes podían haber hecho lo
mismo, excepto aquellos que eran atraídos por las sirenas ya desde lejos. El canto de las sirenas lo
traspasaba todo, la pasión de los seducidos habría hecho saltar prisiones mas fuertes que mástiles y cadenas.
Ulises no pensó en eso, si bien quizá alguna vez, algo había llegado a sus oídos. Se confió por completo en
aquel puñado de cera y en el manojo de cadenas. Contento con sus pequeñas estratagemas, navegó en pos de
las sirenas con inocente alegría.
Sin embargo, las sirenas poseen un arma mucho más terrible que el canto: su silencio. No sucedió en
realidad, pero es probable que alguien se hubiera salvado alguna vez de sus cantos, aunque nunca de su
silencio. Ningún sentimiento terreno puede equipararse a la vanidad de haberlas vencido mediante las
propias fuerzas.
En efecto, las terribles seductoras no cantaron cuando pasó Ulises; tal vez porque creyeron que a aquel
enemigo sólo podía herirlo el silencio, tal vez porque el espectáculo de felicidad en el rostro de Ulises, quien
sólo pensaba en ceras y cadenas les hizo olvidar toda canción.
Ulises, (para expresarlo de alguna manera) no oyó el silencio. Estaba convencido de que ellas cantaban y
que sólo él se hallaba a salvo. Fugazmente, vió primero las curvas de sus cuellos, la respiración profunda,
los ojos llenos de lágrimas, los labios entreabiertos. Creía que todo era parte de la melodía que fluía sorda en
torno de él. El espectáculo comenzó a desvanecerse pronto; las sirenas se esfumaron de su horizonte
personal, y precisamente cuando se hallaba más próximo, ya no supo mas acerca de ellas.
Y ellas, más hermosas que nunca, se estiraban, se contoneaban. Desplegaban sus húmedas cabelleras al
viento, abrían sus garras acariciando la roca. Ya no pretendían seducir, tan sólo querían atrapar por un
momento más el fulgor de los grandes ojos de Ulises.
Si las sirenas hubieran tenido conciencia, habrían desaparecido aquel día. Pero ellas permanecieron y Ulises
escapó.
La tradición añade un comentario a la historia. Se dice que Ulises era tan astuto, tan ladino, que incluso los
dioses del destino eran incapaces de penetrar en su fuero interno. Por más que esto sea inconcebible para la
mente humana, tal vez Ulises supo del silencio de las sirenas y tan sólo representó tamaña farsa para ellas y
para los dioses, en cierta manera a modo de escudo

Franz Kafka, Praga, 1883 - Kierling, Austria, 1924

METAMORFOSIS DEL MAL

Otoño; negro caminar por el lindero del bosque; minuto de silenciosa destrucción; al asedio del leproso bajo
el árbol desnudo. Tarde vivida, que ahora muere sobre gradas de musgo; en noviembre. Suena una campana
y el pastor guía una manada de caballos negros y rojos a la aldea. Entre los avellanos el verde cazador
desolla un venado. Sus manos humean de sangre y bajo el follaje la sombra parda y silenciosa del animal
suspira en los ojos del hombre. Tres cornejas se dispersan. Su vuelo semeja una sonata, llena de acordes
marchitos y ruda melancolía; quedamente se disuelve una nube de oro. Los muchachos encienden un fuego
en el molino. El hermano del más pálido llama y aquel ríe sumido en su cabellera purpúrea; tal vez sea el
lugar de un crimen por donde pasa de largo un camino de piedras: los bérberos han desaparecido, bajo los
pinos algo sueña todo el año en el aire de plomo; angustia, verde oscuridad, el grito de un ahogado: en el
estanque estrellado un hombre captura un pez gigante, negro; su rostro se llena de crueldad y delirio. Se
escuchan las voces del cañaveral mezcladas con las de algunos combatientes y el pescador se balancea en su
roja barca por las grises aguas del otoño evocando las sombrías leyendas de su estirpe, mientras sus ojos
abiertos se petrifican sobre tinieblas y virginales apariciones. El mal.

¿Que te obliga a callar en los derruidos escalones de la casa paterna? Negrura de plomo. ¿Que alzas ante los
ojos con tu mano de plata para que los párpados desciendan como ebrios de blanca amapola ? A través del
muro de piedra ves el cielo estrellado, la Vía Láctea, Saturno; rojo. El árbol desnudo castiga furioso al muro
de piedra. Sobre derruidas gradas, tú: ¡árbol, estrella, piedra! Tú, un animal azul, que tiembla levemente; tú,
el pálido sacerdote que lo sacrifica en el negro altar. Es triste y maligna tu sonrisa en la oscuridad, como un
niño que palidece en su sueño. Una llama roja huyó de tu mano y una mariposa nocturna ardió en ella. Oh, la
flauta de la luz; oh, la flauta de la muerte. ¿Qué te obligó a callar en los derruidos escalones de la casa
paterna? Abajo, en la puerta, golpea un ángel con dedos de cristal.

Oh, el infierno del sueño; oscuro sendero, pardo jardín. En la tarde azul irrumpe la figura del muerto. Verdes
flores giran para mirarlo pero él ha sido despojado de su rostro y se inclina pálido sobre la fría frente de su
asesino en lo oscuro del recinto; adoración, llama púrpura de la voluptuosidad. Y el durmiente, moribundo,
se precipitó sobre las gradas de la oscuridad.

Alguien te abandonó en el cruce y tú miras con persistencia hacia atrás. Paso plateado en la sombra de
manzanos abatidos. Purpúreo brilla el fruto en las ramas negras y en la hierba cambia de piel la serpiente.
Oh, lo oscuro; el sudor, que mana de la frente helada y los sueños tristes del vino, en la taberna de la aldea
bajo el pórtico sombrío. Tú, aún lugar silvestre entre rosadas islas encantadas nubladas de tabaco, encuentras
en el interior ese salvaje grito de aquel caudal que por los negros almendros del mar incita la tempestad y el
hielo.
Tú, un metal verde con rostro de fuego en su interior, que desea huir para cantar los tiempos del terror en la
colina de osamentas y la caída ígnea del ángel. Oh, desesperación, que con mudo grito cae de rodillas.

Un muerto te visita. Corre la sangre del corazón vertida por la propia mano y en la negra ceja anida un
instante indescriptible; el más oscuro encuentro. Tú -púrpura luna- cuando en la verde sombra del olivo él
aparece seguido por una noche inmortal.
GEORG TRAKL (Austria, 1887 - 1914)
Versión de Helmut Pfeiffer "Revelación y Caída" Común Presencia Editores

BAJO UNA PEQUEÑA ESTRELLA


Wislawa Szymborska

Que me disculpe la coincidencia por llamarla necesidad.


Que me disculpe la necesidad, si a pesar de ello me equivoco.
Que no se enoje la felicidad por considerarla mía.
Que me olviden los muertos que apenas si brillan en la memoria.
Que me disculpe el tiempo por el mucho mundo pasado por alto a cada segundo.
Que me disculpe mi viejo amor por considerar al nuevo el primero.
Perdonadme, guerras lejanas, por traer flores a casa.
Perdonadme, heridas abiertas, por pincharme en el dedo.
Que me disculpen los que claman desde el abismo el disco de un minué.
Que me disculpe la gente en las estaciones por el sueño a las cinco de la mañana.
Perdóname, esperanza acosada, por reírme a veces.
Perdonadme, desiertos, por no correr con una cuchara de agua.
Y tú, gavilán, hace años el mismo, en esta misma jaula,
inmóvil mirando fijamente el mismo punto siempre,
absuélveme, aunque fueras un ave disecada.
Que me disculpe el árbol talado por las cuatro patas de la mesa.
Que me disculpen las grandes preguntas por las pequeñas respuestas.
Verdad, no me prestes demasiada atención.
Solemnidad, sé magnánima conmigo.
Soporta, misterio de la existencia, que arranque hilos de tu cola.
No me acuses, alma, de poseerte pocas veces.
Que me perdone todo por no poder estar en todas partes.
Que me perdonen todos por no saber ser cada uno de ellos, cada una de ellas.
Sé que mientras viva nada me justifica porque yo misma me lo impido.
Habla, no me tomes a mal que tome prestadas palabras patéticas y que me esfuerce
después para que parezcan ligeras.
WISLAWA SZYMBORSKA (Polonia, 1923)
Premio Nobel de Literatura 1996
Versión en español de Abel.A. Murcia

VERSOS DE ORO
Pitágoras

Honra, en primer lugar, y venera a los dioses inmortales,


a cada uno de acuerdo a su rango.
Respeta luego el juramento, y reverencia a los héroes ilustres,
y también a los genios subterráneos:
cumplirás así lo que las leyes mandan.
Honra luego a tus padres y a tus parientes de sangre.
Y de los demás, hazte amigo del que descuella en virtud.

Cede a las palabras gentiles y no te opongas a los actos provechosos.


No guardes rencor al amigo por una falta leve.

Estas cosas hazlas en la medida de tus fuerzas,


pues lo posible se encuentra junto a lo necesario.

Compenétrate en cumplir estos preceptos, pero atiénete a dominar


ante todo las necesidades de tu estómago y de tu sueño,
después los arranques de tus apetitos y de tu ira.

No cometas nunca una acción vergonzosa,


Ni con nadie, ni a solas:
Por encima de todo, respétate a ti mismo.

Seguidamente ejércete en practicar la justicia, en palabras y en obras,


Aprende a no comportarte sin razón jamás.

Y sabiendo que morir es la ley fatal para todos,


que las riquezas, unas veces te plazca ganarlas y otras te plazca perderlas.

De los sufrimientos que caben a los mortales por divino designio,


la parte que a ti corresponde, sopórtala sin indignación;
pero es legítimo que le busques remedio en la medida de tus fuerzas;
porque no son tantas las desgracias que caen sobre los hombres buenos.

Muchas son las voces, unas indignas, otras nobles, que vienen a herir el oído:
Que no te turben ni tampoco te vuelvas para no oírlas.
Cuando oigas una mentira, sopórtalo con calma.

Pero lo que ahora voy a decirte


es preciso que lo cumplas siempre:
Que nadie, por sus dichos o por sus actos,
te conmueva para que hagas o digas nada que no sea lo mejor para ti.

Reflexiona antes de obrar para no cometer tonterías:


Obrar y hablar sin discernimiento es de pobres gentes.
Tú en cambio siempre harás lo que no pueda dañarte.

No entres en asuntos que ignoras,


mas aprende lo que es necesario:
tal es la norma de una vida agradable.

Tampoco descuides tu salud,


ten moderación en el comer o el beber,
y en la ejercitación del cuerpo.
Por moderación entiendo lo que no te haga daño.
Acostúmbrate a una vida sana sin molicie,
y guárdate de lo que pueda atraer la envidia.

No seas disipado en tus gastos


como hacen los que ignoran lo que es honradez,
pero no por ello dejes de ser generoso:
nada hay mejor que la mesura en todas las cosas.

Haz pues lo que no te dañe, y reflexiona antes de actuar.


Y no dejes que el dulce sueño se apodere de tus lánguidos ojos
sin antes haber repasado lo que has hecho en el día:
"¿En qué he fallado? ¿Qué he hecho? ¿Qué deber he dejado de cumplir?"
Comienza del comienzo y recórrelo todo,
y repróchate los errores y alégrate los aciertos.

Esto es lo que hay que hacer.


Estas cosas que hay que empeñarse en practicar,
Estas cosas hay que amar.
Por ellas ingresarás en la divina senda de la perfección.
¡Por quien trasmitió a nuestro entendimiento la Tetratkis,
la fuente de la perenne naturaleza.

¡Adelante pues! ponte al trabajo,


no sin antes rogar a los dioses que lo conduzcan a la perfección.
Si observares estas cosas
conocerás el orden que reina entre los dioses inmortales y los hombres mortales,
en qué se separan las cosas y en qué se unen.

Y sabrás, como es justo, que la naturaleza es una y la misma en todas partes,


para que no esperes lo que no hay que esperar,
ni nada quede oculto a tus ojos.

Conocerás a los hombres,


víctimas de los males que ellos mismos se imponen,
ciegos a los bienes que les rodean, que no oyen ni ven:
son pocos los que saben librarse de la desgracia.
Tal es el destino que estorba el espíritu de los mortales,
como cuentas infantiles ruedan de un lado a otro,
oprimidos por males innumerables:
porque sin advertirlo los castiga la Discordia,
su natural y triste compañera,
a la que no hay que provocar, sino cederle el paso y huir de ella.

¡Oh padre Zeus! ¡De cuántos males no librarías a los hombres


si tan sólo les hicieras ver a qué demonio obedecen!

Pero para ti, ten confianza,


porque de una divina raza están hechos los seres humanos,
y hay también la sagrada naturaleza que les muestra y les descubre todas las cosas.
De todo lo cual, si tomas lo que te pertenece,
observarás mis mandamientos,
que serán tu remedio, y librarán tu alma de tales males.

Abstienete en los alimentos como dijimos,


sea para las purificaciones, sea para la liberación del alma,
juzga y reflexiona de todas las cosas y de cada una,
alzando alto tu mente, que es la mejor de tus guías.

Si descuidas tu cuerpo para volar hasta los libres orbes del éter,
serás un dios inmortal, incorruptible,
ya no sujeto a la muerte.
PITÁGORAS Isla de Samos, Grecia, h 572 a.c. - h 497 a.c.
Biografía
Poeta español nacido en 1929 en Orense, donde pasó su infancia y adolescencia.
Inició estudios de Filología Romántica en Santiago de Compostela y los terminó en Madrid. Fue profesor de
literatura en la Universidad de Oxford y funcionario de varios organismos internacionales en diversos países.
Además de poeta fue ensayista y traductor. Es una de las voces más representativas de la poesía española.
Premio Adonais en 1955, Premio de la Crítica en 1960, Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 1988,
Premio Nacional de Poesía en 1993 y Premio Reina Sofía en 1998.
Su poesía se caracteriza por una gran exigencia verbal.
Falleció en el año 2000.
AHORA, AMIGA MÍA...

ANÁLISIS DEL VIENTRE

CAE LA NOCHE

CERQUÉ, CERCASTE...

EL ADIÓS

EL AMOR ESTÁ EN LO QUE TENEMOS

EL ÁNGEL

EL CÍRCULO

EL DESEO ERA UN PUNTO INMÓVIL...

EL FULGOR

EL PECADO

EL TEMBLOR

EN MUCHOS TIEMPOS

ESTA IMAGEN DE TI

GRAAL

HAY UNA LEVE LUZ...

HOY ANDABA

ILUMINACIÓN

LA ADOLESCENTE

LA BLANCA ANATOMÍA DE TU CUELLO...

LA MUJER ESTABA DESNUDA...

LA VÍSPERA

LATITUD

LUEGO DEL DESPERTAR


MATERIAL, MEMORIA, III

MUERTE Y RESURRECCIÓN

NO ME DEJES VIVIR...

OCTUBRE

ODA A LA SOLEDAD

PERO TÚ NUNCA

POEMA

POR DEBAJO DEL AGUA

PROHIBICIÓN DEL INCESTO

SÉ TÚ MI LÍMITE

SIETE CANTIGAS DE MÁS ALLÁ

SÓLO EL AMOR...

TODA LA NOCHE...

Puedes escuchar al poeta en: LA VOZ DE LOS POETAS

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AHORA, AMIGA MÍA...


Ahora, amiga mía
que una flor de papel preside el aire,
que el aire se deshace en dulces pétalos
de jadeante miel en tus rodillas,
ahora que no hablamos del otoño
ya nunca más
para no tropezar con tu mirada,
ahora que te adentras por la vida,
ligera, según dices,
desposeída al fin de prejuicios,
ideas recibidas, tiempo estéril,
incomprensibles normas y principios,
ay -ahora
que la virginidad navega todavía
como un barco vacío por oscuros telares,
por intactos desvanes y sueños sin sentido,
qué hacer en medio de la tarde,
cómo entregarse sin terror de pronto
y cómo confesar que detrás de tu lecho
odiosa la inocencia,
inservibles los claros pensamientos,
traicionan palabras aprendidas
en revistas de moda, tópicos de vanguardia,
digo, tópicos que tan libre te hacen,
aunque no de ti misma,
aunque no de tu vientre inopinado
donde súbito baja,
feroz y sofocante, el duro golpe
del corazón.
Qué tierna insensatez la de estar solos,
la del estremecimiento vergonzoso
ante la voz del hombre
Y el no estar a la altura de las propias palabras
con esfuerzo aprendidas,
pues ahora
bien sencillo sería el acto del amor
sin aquel eco
soez de sumergidas tradiciones
no expurgadas a tiempo,
ahora que la misma indiferencia
de las frases audaces y ante oídas
del loro varonil tan propicia parece,
si la conversación no fuera ya pretexto,
argumento de un miedo mal oculto
a no saber qué hacer en este trance.
Demasiado tarde vuelves
a recaer en frases y agudezas,
mientras escondes el temblor que sube,
absurdamente provinciano y burdo,
de niña de agua dulce,
desusada y antigua, hasta tus labios,
mientras repites al pic-up la misma
canción francesa que nos gusta tanto,
que nos hace sentir más al corriente,
casi no necios ni burgueses tristes.
Qué fácil fuera ahora desnudarse,
dejar caer el velo simplemente
sin el terror oscuro que te ata
a los núbiles senos,
qué fácil fuera acaso si no fuera
por la flor jadeante de papel amarillo
que preside la tarde,
por el desasosiego súbito que oprime
hasta el dolor tu tímida cintura
por la imposible confesión aciaga
de tu añeja inocencia,
por el urbano gesto
de loro aclimatado a otras regiones
con que el varón disfraza su animal procedencia,
por los pasos de alguien que se acerca,
por el timbre que suena
como un ángel guardián ( te ruboriza
sin poder evitarlo el pensamiento )
y la ocasión disuelve, mientras tú más segura
recuperas ingenio y frases hechas,
piensas que, al fin y al cabo, volverá a repetirse,
prefabricada como es, y entonces
no dudarás en entregarte,
entonces-
es decir, sin que llegue
el deseo a pasión ni la pasión a amor
ni el hálito terrible del amor
al abrasado borde de tu cuerpo.

ANÁLISIS DEL VIENTRE

Aquel vientre era para ser observado con lupa,


pues bajo el cristal cada pequeño pliegue,
cada rugosidad se hacía
multiplicado labio.

El amor, demasiado brutal,


jamás repararía,
el petulante de la viril pasión
que el aire agota de un solo trago inútil
jamás repararía.

Mas nosotros, mi amiga, analicemos


con la frialdad habitual a la que sólo
el poema se presta
la difícil pasión de lo menos visible.

CAE LA NOCHE
Cae la noche.
El corazón desciende
infinitos peldaños,
enormes galerías,
hasta encontrar la pena.
Allí descansa, yace,
allí, vencido,
yace su propio ser.

El hombre puede
cargarlo a sus espaldas
para ascender de nuevo
hacia la luz penosamente:
puede caminar para siempre,
caminar...
¡Tú que puedes,
danos nuestra resurrección de cada día!

"Poemas a Lázaro" 1960

CERQUÉ, CERCASTE....
Cerqué, cercaste,
cercamos tu cuerpo, el mío, el tuyo,
como si fueran sólo un solo cuerpo.
Lo cercamos en la noche.
Alzose al alba la voz
del hombre que rezaba.
Tierra ajena y más nuestra, allende, en lo lejano.
Oí la voz.
Bajé sobre tu cuerpo.
Se abrió, almendra.
bajé a lo alto
de ti, subí a lo hondo.
Oí la voz en el nacer
del sol, en el acercamiento
y en la inseparación, en el eje
del día y de la noche,
de ti y de mí.
Quedé, fui tú.
Y tú quedaste
como eres tú, para siempre
encendida.

EL ADIÓS

Entró y se inclinó hasta besarla


porque de ella recibía la fuerza.

(La mujer lo miraba sin respuesta.)

Había un espejo humedecido


que imitaba la vida vagamente.
Se apretó la corbata,
el corazón,
sorbió un café desvanecido y turbio,
explicó sus proyectos
para hoy,
sus sueños para ayer y sus deseos
para nunca jamás.

(Ella lo contemplaba silenciosa.)

Habló de nuevo. Recordó la lucha


de tantos días y el amor
pasado. La vida es algo inesperado,
dijo. (Más frágiles que nunca las palabras.
Al fin calló con el silencio de ella,
se acercó hasta sus labios
y lloró simplemente sobre aquellos
labios ya para siempre sin respuesta.

"A modo de esperanza" 1955


EL AMOR ESTÁ EN LO QUE TENEMOS

El amor está en lo que tendemos


(puentes, palabras ).

El amor está en todo lo que izamos


(risas, banderas).

Y en lo que combatimos
(noche, vacío)
por verdadero amor.
El amor está en cuanto levantamos
(torres, promesas).

En cuanto recogemos y sembramos


(hijos, futuro).

Y en las ruinas de lo que abatimos


(desposesión, mentira)
por verdadero amor.
"Breve son" 1968

EL ÁNGEL
Al amanecer,
cuando la dureza del día es aún extraña
vuelvo a encontrarte en la precisa línea
desde la que la noche retrocede.
Reconozco tu oscura transparencia,
tu rostro no visible,
el ala o filo con el que he luchado.
Estás o vuelves o reapareces
en el extremo límite, señor
de lo indistinto.
No separes
la sombra de la luz que ella ha engendrado.
EL CÍRCULO
Estaba la mujer con sus dos senos,
su única cabeza giratoria,
la longitud de su sonrisa, el aire
de estar y de alejarse sabiamente fingido.
Estaba rodeada de sí misma,
de admiración opaca y compartida,
bajo la oscura luz de las miradas.
La complacencia del estar henchía
de estólida ternura los objetos cercanos.
Estaba en pie sumándose a su cuerpo.
Las palabras sonaban conllevando sentidos
superfluos y crasos.

Giraba la mujer.
Rebasaba su órbita
como un pronunciamiento
de todo lo que es bello,
vacío, ritual, sonoro, triste.

EL DESEO ERA UN PUNTO INMÓVIL...


Los cuerpos se quedaban del lado solitario del amor
como si uno a otro se negasen sin negar el deseo
y en esa negación un nudo más fuerte que ellos mismos
indefinidamente los uniera.
¿Qué sabían los ojos y las manos,
qué sabía la piel, qué retenía un cuerpo
de la respiración del otro, quién hacía nacer
aquella lenta luz inmóvil
como única forma del deseo?

EL FULGOR

XXVI

Con las manos se forman las palabras,


con las manos y en su concavidad
se forman corporales las palabras
que no podíamos decir.
XXXIII

Ya te acercas otoño con caballos heridos,


con ríos que rebasan el caudal de sus aguas,
con sumergidos párpados y vientres sumergidos,
con jardines que bajan descalzos hasta el mar.

Ya llegas con tambores enormes de tiniebla,


con largos lienzos húmedos y manos olvidadas,
con hilos que deshacen en aire la mañana,
con lentas galerías y espejos empañados,
con ecos que aún ocultan lo que ha de ser voz.

Y de sí desatado el cuerpo envuelto en oros


desciende oscuro al fondo oscuro de tu luz.

XXXVI

Y todo lo que existe en esta hora


de absoluto fulgor
se abrasa, arde
contigo, cuerpo,
en la incendiada boca de la noche.
EL PECADO

El pecado nacía
como de negra nieve
y plumas misteriosas que apagaban
el rechinar sombrío
de la ocasión y del lugar.

Goteaba exprimido
con un jadeo triste
en la pared del arrepentimiento,
entre turbias caricias
de homosexualidad o de perdón.

El pecado era el único


objeto de la vida.

Tutor inicuo de ojerosas manos


y adolescentes húmedos colgando
en el desván de la memoria muerta.
EL TEMBLOR
La lluvia
como una lengua de prensiles musgos
parece recorrerme, buscarme la cerviz,
bajar,
lamer el eje vertical,
contar el número de vértebras que me separan
de tu cuerpo ausente.
Busco ahora despacio con mi lengua
la demorada huella de tu lengua
hundida en mis salivas.
Bebo, te bebo
en las mansiones líquidas
del paladar
y en la humedad radiante de tus ingles,
mientras tu propia lengua me recorre
y baja,
retráctil y prensil, como la lengua
oscura de la lluvia.
La raíz del temblor llena tu boca,
tiembla, se vierte en ti
y canta germinal en tu garganta.

EN MUCHOS TIEMPOS
En muchos tiempos
tu cabeza clara.

En muchas luces
tu cintura tibia.

En muchos siempres
tu respuesta súbita.
Tu cuerpo se prolonga sumergido
hasta esta noche seca,
hasta esta sombra.

ESTA IMAGEN DE TI
Estabas a mi lado
y más próxima a mí que mis sentidos.
Hablabas desde dentro del amor,
armada de su luz.
Nunca palabras
de amor más puras respirara.
Estaba tu cabeza suavemente
inclinada hacia mí.
Tu largo pelo
y tu alegre cintura.
Hablabas desde el centro del amor,
armada de su luz,
en una tarde gris de cualquier día.
Memoria de tu voz y de tu cuerpo
mi juventud y mis palabras sean
y esta imagen de ti me sobreviva.

GRAAL

Respiración oscura de la vulva.

En su latir latía el pez del légamo


y yo latía en ti.
Me respiraste
en tu vacío lleno
y yo latía en ti y en ti latían
la vulva, el verbo, el vértigo y el centro.

HAY UNA LEVE LUZ...


Hay una leve luz caída
entre las hojas de la tarde.
Dame
tu mano y cruza
de puntillas conmigo
para nunca pisarla,
para no arder tan tenue
en sus dormidas brasas
y consumirte lenta
en el perfil del aire.
(Octubre)

HOY ANDABA
Hoy andaba debajo de mí mismo
sin saber lo que hacía.

Hoy andaba debajo de la pena


con risa inexplicable.

Hoy andaba debajo de la risa


con todo el llanto a cuestas.

Hoy andaba debajo de las aguas


sin que fuese milagro comparable.
Hoy andaba debajo de la muerte
y no reconocía sus cimientos.
Andaba a la deriva por debajo del cuerpo
confundiendo los dedos con los ojos.

Hoy andaba debajo de mí mismo


sin poder contenerme.

"Breve son"1968

ILUMINACIÓN
Cómo podría aquí cuando la tarde baja
con fina piel de leopardo hacia
tu demorado cuerpo
no ver tu transparencia.
Enciende sobre el aire
mortal que nos rodea
tu luminosa sombra.
En lo recóndito
te das sin terminar de darte y quedo
encendido de ti como respuesta
engendrada de ti desde mi centro.
Quién eres tú, quién soy,
dónde terminan, dime, las fronteras
y en qué extremo
de tu respiración o tu materia
no me respiro dentro de tu aliento.
Que tus manos me hagan para siempre,
que las mías te hagan para siempre
y pueda el tenue
soplo de un dios hacer volar
al pajarillo de arcilla para siempre.

LA ADOLESCENTE
ya baja mucha luz por tus orillas,
nadie recuerda la invasión del frío.
Ya los sueños no bastan para darle
razón de ser a todos los suspiros.
Tú cantas por el aire.
Ya se ponen de verde los vestidos.
Ya nadie sabe nada.
Nadie sabe
ni cómo ni por qué ni cuándo ha sido.

LA BLANCA ANATOMÍA DE TU CUELLO...


La blanca anatomía de tu cuello.
Subí a la transparencia.
Tallo de soberana luz, tu cuello.
Podría estar exento,
ser sólo así en la naturaleza,
tallo de una cabeza no existente.
Cuello. Tallo de luz. Exento.
Para inventar de nuevo
tu mirada y tu irrealidad.
Para soñar de nuevo el mismo sueño.
LA MUJER ESTABA DESNUDA...
La mujer estaba desnuda.
Llegó un hombre,
descendió a su sexo.
Desde allí la llamaba
a voces cóncavas,
a empozados lamentos.
Pero ella
no podía bajar
y asomada a los bordes sollozaba.
Después, la voz, más tenue
cada día,
ya se iba perdiendo en remotos vellones.
La mujer sollozaba.
Tendió grandes pañuelos
en las lámparas rotas.
Vino la noche.
Y la mujer abrió de par en par
sus inexhaustas puertas.

LA VÍSPERA

El hombre despojóse de sí mismo,


también del cinturón, del brazo izquierdo,
de su propia estatura.

Resbaló la mujer sus largas medias,


largas como los ríos o el cansancio.

Nublóse el sueño de deseo.


Vino
ciego el amor
batiendo un cuerpo anónimo.
De nadie
eran la hora ni el lugar
ni el tiempo de los besos.

Sólo el deseo de entregarse daba


sentido al acto del amor,
pero nunca respuesta.

El humo gris.
El abandono.
El alba
como una inmensa retirada.
Restos
de vida oscura en un rincón caídos.
y lo demás vulgar, ocioso.
El hombre
púsose en orden natural, alzóse
y tosió humanamente.
Aquella hora
de soledad. Vestirse de la víspera.
Sentir duros los límites.
Y al cabo
no saber, no poder reconocerse.

LATITUD
No quiero más que estar sobre tu cuerpo
como lagarto al sol los días de tristeza.
Se disuelve en el aire el llanto roto,
al pie de las estatuas
recupera la hiedra
y tu mano me busca
por la piel de tu vientre
donde duermo extendido.
El pensamiento melancólico
se tiende, cuerpo, a tus orillas,
bajo el temblor del párpado, el delgado
fluir de las arterias,
la duración nocturna del latido,
la luminosa latitud del vientre,
a tu costado, cuerpo, a tus orillas,
como animal que vuelve a sus orígenes.
LUEGO DEL DESPERTAR....
Luego del despertar
y mientras aún estabas
en las lindes del día
yo escribía palabras
sobre todo tu cuerpo.
Luego vino la noche y las borró.
Tú me reconociste sin embargo.
Entonces dije
con el aliento sólo de mi voz
idénticas palabras
sobre tu mismo cuerpo
y nunca nadie pudo más tocarlas
sin quemarse en el halo de fuego.

MATERIAL, MEMORIA, III


El encuentro fugaz de los amantes
en las furtivas camas del atardecer
y ya el adiós como de antes casi
de empezar el amor
y el jadeante amor
bebiendo entre tus ingles
el vientre azul de tu primer desnudo,
tus párpados
y el súbito
pulso roto de un tiempo inmemorial
largando amarras hacia adentro del tiempo.

Tú decías será de noche, amor.


Y ya caía
la luz,
mas era igual, como era igual
igual a igual
y nunca a siempre, jamás a todavía
en la sola estación
solar
de tu mirada.
MUERTE Y RESURRECCIÓN

No estabas tú, estaban tus despojos.

Luego y después de tanto


morir no estaba el cuerpo
de la muerte.
Morir
no tiene cuerpo.
Estaba
traslúcido el lugar
donde tu cuerpo estuvo.

La piedra había sido removida.

No estabas tú, tu cuerpo, estaba


sobrevivida al fin la transparencia.

NO ME DEJES VIVIR
No me dejes vivir.
Ahógame en lo alto.
Sobre tu cuerpo enfurecido.
No me dejes vivir...
Hay navíos que abaten en el largo descenso
su arboladura amarga.

OCTUBRE

Hay una leve luz caída


entre las hojas de la tarde.
Dame
tu mano y cruza
de puntillas conmigo
para nunca pisarla,
para no arder tan tenue
en sus dormidas brasas
y consumirte lenta
en el perfil del aire.

ODA A LA SOLEDAD

Ah soledad,
Mi vieja y sola compañera,
Salud.
Escúchame tú ahora
Cuando el amor
Como por negra magia de la mano izquierda
Cayó desde su cielo,
Cada vez más radiante, igual que lluvia
De pájaros quemados, apaleado hasta el quebranto,
y quebrantaron
Al fin todos sus huesos,
Por una diosa adversa y amarilla
Y tú, oh alma,
Considera o medita cuántas veces
Hemos pecado en vano contra nadie
Y una vez más aquí fuimos juzgados,
Una vez más, oh dios, en el banquillo
De la infidelidad y las irreverencias.
Así pues, considera,
Considérate, oh alma,
Para que un día seas perdonada,
Mientras ahora escuchas impasible
O desasida al cabo
De tu mortal miseria
La caída infinita
De la sonata opus
Ciento veintiséis
De Mozart
Que apaga en tan insólita
Suspensión de los tiempos
La sucesiva imagen de tu culpa
Ah soledad,
Mi soledad amiga, lávame,
como a quien nace, en tus aguas australes
y pueda yo encontrarte,
descender de tu mano,
bajar en esta noche,
en esta noche séptuple del llanto,
los mismos siete círculos que guardan
en el centro del aire
tu recinto sellado.

PERO TÚ NUNCA
Soledad, sí
pero tú nunca.
Ausencia,
pero tú nunca:
inmóvil luz sin término
bajo la luna fría
de la falta de amor.

POEMA

Sentí real el pálpito


de tu oscura impresencia.

Supe que estabas.


Te busqué.
Ardía lento el fuego en los rincones
más secretos del ciego laberinto.

No busqué la salida, la imposible


salida.
Te buscaba.

Manifiéstate,
dije, sintiendo repentino
que ya lo habías hecho en el latido
de lo no manifiesto.

(el dios) 1° de mayo de 1997


POR DEBAJO DEL AGUA
Por debajo del agua
te busco el pelo,
por debajo del agua,
pero no llego.
Por debajo del agua
de tu cintura:
tú me llamas arriba
para que suba.
Para que suba al aire
de tu mirada;
mi corazón me enciende,
luego se apaga.
Te busco el pelo
por debajo del agua,
pero no llego.

PROHIBICIÓN DEL INCESTO

Piedra cuadrangular.
El búho reposa
en la lubricidad del pensamiento.

Igual en el secreto envoltorio del vientre.

El cuerpo de la mujer se quiebra así


en dos formas sangrientas.
Recuerdo el parto al amanecer
como lleno de aire salino
y la fatiga de haber corrido mucho por los arenales.

Piedra cuadrangular.
El tiempo roto
en cuerpos que eran antes
y que serán después,
mientras el amante recién engendrado
entra en el cuerpo de la mujer madre
con el alarido de la posesión.
Y el mismo rito.
Y el mismo cuerpo.
Y la prohibición solar
de amar lo que hemos engendrado.

SÉ TÚ MI LÍMITE
Tu cuerpo puede
llenar mi vida,
como puede tu risa
volar el muro opaco de la tristeza.
Una sola palabra tuya quiebra
la ciega soledad en mil pedazos.
Si tu acercas tu boca inagotable
hasta la mía, bebo
sin cesar la raíz de mi propia existencia.
Pero tú ignoras cuánto
la cercanía de tu cuerpo
me hace vivir o cuánto
su distancia me aleja de mí mismo
me reduce a la sombra.
Tú estás, ligera y encendida,
como una antorcha ardiente
en la mitad del mundo.
No te alejes jamás:
Los hondos movimientos
de tu naturaleza son
mi sola ley.
Retenme.
Sé tú mi límite.
Y yo la imagen
de mí feliz, que tú me has dado.

SIETE CANTIGAS DE MÁS ALLÁ

I
Amarillea amargo el tiempo
y no hay tiempo
para más desdecir la muerte.

Marinero que llevas


la barca del pasar,
el pájaro en la jarcia
dice aún su cantar.

Lo escucho más allá del tiempo.

II
Anhelo.

El verbo crea el movimiento


de la luz en el fondo
de las amargas aguas.

Mañana,
no poses todavía
tus pájaros dorados
sobre mi pecho herido.

III
Escucha, madre, he vuelto.
Estoy en el atrio
donde aquel día el gran cuerpo
de mi abuelo quedó.
Aún oigo el llanto.
Volví. Nunca había partido.
Alejarme tan sólo fue el modo
de quedar para siempre.
IV
El verbo.
Recomponer el mundo
para ir añadiendo
sobre una muerte otra
hasta alcanzar el tiempo
que se va por el ojo
de la luz del puente.
Banderas sumergidas.
Noche
y soledad.
Palpita el verbo.
V
Cerqué, cercaste,
cercamos tu cuerpo, el mío, el tuyo,
como si fueran sólo un solo cuerpo.
Lo cercamos en la noche.
alzose al alba la voz
del hombre que rezaba.

Tierra ajena y más nuestra, allende, en lo lejano.

Oí la voz.
Bajé sobre tu cuerpo.
Se abrió, almendra.
Bajé a lo alto
de ti, subí a lo hondo.

Oí la voz en el nacer
del sol, en el acercamiento
y en la inseparación, en el eje
del día y de la noche,
de ti y de mí.
Quedé, fui tú.
Y tú quedaste
como eres tú, para siempre
encendida.

VI

Fomos ficando sós


o Mar o barco e mais nós.
MANOEL ANTONIO.

Despiértate en la tarde.
Fuimos
un modesto fenómeno de antaño.

Ahora se echa el viento, hermano.

No sé si fuimos.
Pues así
quedamos olvidados
de nosotros, vacíos ya
enteramente de nosotros
y sea éste al fin para nosotros
el solo tiempo de la verdad.

VII
Palidecen los sueños,
cae la noche en la noche.
Ya no hay luz que no sea
la blancura de tus senos.

Aíslame en el hálito.
Que pueda oír aún,
como Alexander Blok,
el chillido de las galaxias
cuando brille en el cielo la encendida cola
del cometa Halley y cuando todas
las señales del fin
hayan sido juntadas.
Vamos
hacia la tarde, amor, del siglo
sin saber si aún habrá
ventura saecula
o si el rostro del enigma no será
nuestro rostro en el espejo
y si todas las palabras
no se habrán,
sin saberlo nosotros, por sí mismas cumplido.

De "Siete cantigas de más allá"

SÓLO EL AMOR...
Cuando el amor es gesto del amor y queda
vacío un signo sólo.
Cuando está el leño en el hogar,
mas no la llama viva.
Cuando es el rito más que el hombre.
Cuando acaso empezamos
a repetir palabras que no pueden
conjurar lo perdido.
Cuando tú y yo estamos frente a frente
y una extensión desierta nos separa.
Cuando la noche cae.
Cuando nos damos
desesperadamente a la esperanza
de que sólo el amor
abra tus labios a la luz del día.
TODA LA NOCHE...
Toda la noche me alumbres
redonda en el silencio.
Toda la noche, luna,
alúmbresme en el cielo.
Toda la noche me alumbres,
escudo de mi pecho,
escudo de verdad
firme en el cielo negro.
Toda la noche me alumbres
desnudo contra el sueño:
con la luz que reluces
hazme más verdadero.
Con la luz que reluces
toda la noche me alumbres.

PROYECTOS DE POEMAS

1. Una A pintada sobre una bola de billar.

2. Recitar poemas con unas gafas en la boca.

3. Con un sello pegado en los labios meter la cabeza en un saco


y contar hasta cien.

4. Hacer sombras chinescas con una letra pintada en cada mano.

5. Ponerse un brazalete amarillo y fumar un cigarro; ponerse


un brazalete rojo y beber un vaso de agua.

6. Dibujar en una pared un paraguas abierto y titularlo Diana;


dibujar una flecha clavada en una diana y titularla Paraguas.

7. Escribir un poema sirviéndose de mondadientes para formar


las letras.

8. Arrancar una hoja de un libro de poemas y quemarla,


concentrando sobre ella los rayos del sol con una lupa.

9. Comenzar la proyección de una película con luz de día de


modo que durante la proyección transcurra el crepúsculo y se
haga noche cerrada.

10. Asomados al balcón recortar las letras de un soneto una


por una.
11. Iniciar en voz alta la lectura de un poema largo sabiendo que
un compañero, desde otra habitación, va a cortar la corriente
eléctrica de un momento a otro.
12. Dispasrar un cohete, dibujarse un ojo en el ombligo y destruir
una jaula.
Joan Brossa ( Barcelona 1919-1998)
Versión de Andrés Sánchez Robayna

BOTELLA AL MAR PARA EL DIOS DE LAS PALABRAS


Intervención de Gabriel García Márquez en el Congreso de Zacatecas, abril de 1997

A mis 12 años de edad estuve a punto de ser atropellado por una bicicleta. Un señor cura que pasaba me
salvó con un grito: «¡Cuidado!»
El ciclista cayó a tierra. El señor cura, sin detenerse, me dijo: «¿Ya vio lo que es el poder de la palabra?» Ese
día lo supe. Ahora sabemos, además, que los mayas lo sabían desde los tiempos de Cristo, y con tanto rigor
que tenían un dios especial para las palabras.

Nunca como hoy ha sido tan grande ese poder. La humanidad entrará en el tercer milenio bajo el imperio de
las palabras. No es cierto que la imagen esté desplazándolas ni que pueda extinguirlas. Al contrario, está
potenciándolas: nunca hubo en el mundo tantas palabras con tanto alcance, autoridad y albedrío como en la
inmensa Babel de la vida actual. Palabras inventadas, maltratadas o sacralizadas por la prensa, por los libros
desechables, por los carteles de publicidad; habladas y cantadas por la radio, la televisión, el cine, el
teléfono, los altavoces públicos; gritadas a brocha gorda en las paredes de la calle o susurradas al oído en las
penumbras del amor. No: el gran derrotado es el silencio. Las cosas tienen ahora tantos nombres en tantas
lenguas que ya no es fácil saber cómo se llaman en ninguna. Los idiomas se dispersan sueltos de madrina, se
mezclan y confunden, disparados hacia el destino ineluctable de un lenguaje global.

La lengua española tiene que prepararse para un oficio grande en ese porvenir sin fronteras. Es un derecho
histórico. No por su prepotencia económica, como otras lenguas hasta hoy, sino por su vitalidad, su
dinámica creativa, su vasta experiencia cultural, su rapidez y su fuerza de expansión, en un ámbito propio de
19 millones de kilómetros cuadrados y 400 millones de hablantes al terminar este siglo. Con razón un
maestro de letras hispánicas en Estados Unidos ha dicho que sus horas de clase se le van en servir de
intérprete entre latinoamericanos de distintos países. Llama la atención que el verbo pasar tenga 54
significados, mientras en la República de Ecuador tienen 105 nombres para el órgano sexual masculino, y en
cambio la palabra condoliente, que se explica por sí sola, y que tanta falta nos hace, aún no se ha inventado.
A un joven periodista francés lo deslumbran los hallazgos poéticos que encuentra a cada paso en nuestra
vida doméstica. Que un niño desvelado por el balido intermitente y triste de un cordero dijo: «Parece un
faro». Que una vivandera de la Guajira colombiana rechazó un cocimiento de toronjil porque le supo a
Viernes Santo. Que don Sebastián de Covarrubias, en su diccionario memorable, nos dejó escrito de su puño
y letra que el amarillo es «la color» de los enamorados. ¿Cuántas veces no hemos probado nosotros mismos
un café que sabe a ventana, un pan que sabe a rincón, una cerveza que sabe a beso?

Son pruebas al canto de la inteligencia de una lengua que desde hace tiempo no cabe en su pellejo. Pero
nuestra contribución no debería ser la de meterla en cintura, sino al contrario, liberarla de sus fierros
normativos para que entre en el siglo venturo como Pedro por su casa. En ese sentido me atrevería a sugerir
ante esta sabia audiencia que simplifiquemos la gramática antes de que la gramática termine por
simplificarnos a nosotros. Humanicemos sus leyes, aprendamos de las lenguas indígenas a las que tanto
debemos lo mucho que tienen todavía para enseñarnos y enriquecernos, asimilemos pronto y bien los
neologismos técnicos y científicos antes de que se nos infiltren sin digerir, negociemos de buen corazón con
los gerundios bárbaros, los qués endémicos, el dequeísmo parasitario, y devuélvamos al subjuntivo presente
el esplendor de sus esdrújulas: váyamos en vez de vayamos, cántemos en vez de cantemos, o el armonioso
muéramos en vez del siniestro muramos. Jubilemos la ortografía, terror del ser humano desde la cuna:
enterremos las haches rupestres, firmemos un tratado de límites entre la ge y jota, y pongamos más uso de
razón en los acentos escritos, que al fin y al cabo nadie ha de leer lagrima donde diga lágrima ni confundirá
revólver con revolver. ¿Y qué de nuestra be de burro y nuestra ve de vaca, que los abuelos españoles nos
trajeron como si fueran dos y siempre sobra una?

Son preguntas al azar, por supuesto, como botellas arrojadas a la mar con la esperanza de que le lleguen al
dios de las palabras. A no ser que por estas osadías y desatinos, tanto él como todos nosotros terminemos por
lamentar, con razón y derecho, que no me hubiera atropellado a tiempo aquella bicicleta providencial de mis
12 años.

GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ ( Colombia, 1928 )


Premio Nobel de Literatura 1982

ACERCA DE LA INMIGRACIÓN EN EL ESTRECHO DE GIBRALTAR


Que tire la primera piedra quien nunca haya tenido manchas de emigración en su árbol genealógico... Así
como en la fábula del lobo malo que acusaba al inocente cordero de enturbiar el agua del arroyo de donde
ambos bebían, si tú no emigraste, emigró tu padre, y si tu padre no necesitó mudar de sitio fue porque tu
abuelo, antes, no tuvo otro remedio que ir, cargando la vida sobre la espalda, en busca de la comida que su
propia tierra le negaba. Muchos portugueses (¿y cuántos españoles?) murieron ahogados en el río Bidasoa
cuando, noche oscura, intentaban alcanzar a nado la otra orilla, donde se decía que el paraíso de Francia
comenzaba. Centenas de millares de portugueses (¿y cuántos españoles?) tuvieron que adentrarse en la
llamada culta y civilizada Europa de allá de los Pirineos, en condiciones de trabajo infame y salarios
indignos. Los que consiguieron soportar las violencias de siempre y las nuevas privaciones, los
supervivientes, desorientados en medio de sociedades que los despreciaban y humillaban, perdidos en
idiomas que no podían entender, fueron poco a poco construyendo, con renuncias y sacrificios casi heroicos,
moneda a moneda, céntimo a céntimo, el futuro de sus descendientes. Algunos de esos hombres, algunas de
esas mujeres no perdieron ni quisieron perder la memoria del tiempo en que padecieron todos los vejámenes
del trabajo mal pagado y todas las amarguras del aislamiento social. Gracias sinceras les sean dadas por
haber sido capaces de preservar el respeto que debían a su pasado. Otros muchos, la mayoría, cortaron los
puentes que los unían a aquellas horas sombrías, se avergonzaron de haber sido ignorantes, pobres, a veces
miserables, se comportaron como si la vida decente, para ellos, sólo hubiera comenzado verdaderamente y
por fin el día felicísimo en que pudieron comprar su propio automóvil. Esos son los que estarán siempre
dispuestos a tratar con idéntica crueldad e idéntico desprecio a los emigrantes que atraviesan ese otro
Bidasoa más largo y más hondo que es el Estrecho de Gibraltar, donde los ahogados abundan y sirven de
pasto a los peces, si la marea y el viento no prefirieron empujarlos a la playa, hasta que la guardia civil
aparezca y se los lleve. A los supervivientes de los nuevos naufragios, a los que pusieron pie en tierra y no
fueron expulsados, les espera el eterno calvario de la explotación, de la intolerancia, del racismo, del odio a
la piel, de la sospecha, del envilecimiento moral. Aquel que antes fue explotado y perdió la memoria de
haberlo sido, acabará explotando a otro. Aquel que antes fue despreciado y finge haberlo olvidado, refinará
su propia capacidad de despreciar. Aquel a quien ayer humillaron, humillará hoy con más rencor. Y helos
aquí, todos juntos, tirándole piedras a quien llega hasta esta orilla del Bidasoa, como si ellos nunca hubieran
emigrado, o los padres, o los abuelos, como si nunca hubieran sufrido de hambre y desesperación, de
angustia y de miedo. En verdad, en verdad os digo, hay ciertas maneras de ser feliz que son simplemente
odiosas.
JOSÉ SARAMAGO Portugal, 1922
Premio Nobel de Literatura 1998
EL VERBO SER

Conozco la desesperación a grandes rasgos. La desesperación no tiene alas, no se sienta necesariamente a


una mesa quitada en una terraza, de noche, a la orilla del mar. La desesperación es y no es el retorno de una
serie de pequeños hechos como semillas que al caer la noche dejan un surco por otro. No es el musgo sobre
una piedra o el vaso de beber. Es un barco plagado de nieve, si queréis, como los pájaros que mueren y su
sangre no tiene el más mínimo espesor. Conozco la desesperación a grandes rasgos. Una forma muy
pequeña, delimitada por joyas de pelo. Es la desesperación. Un collar de perlas para el que no se sabría
encontrar broche y cuya existencia no pende siquiera de un hilo, eso es la desesperación. Del resto no
hablemos. Acabaríamos por desesperarnos si comenzáramos. Yo desespero del tragaluz hacia las cuatro,
desespero del abanico hacia las doce, desespero del cigarrillo de los condenados. Conozco la desesperación a
grandes rasgos. La desesperación no tiene corazón, la mano permanece siempre ante la desesperación
jadeando, ante la desesperación que los espejos jamás nos dicen si ha muerto. Vivo de esa desesperación que
me encanta. Me gusta esa mosca azul que vuela por el cielo a la hora en que las estrellas canturrean.
Conozco a grandes rasgos la desesperaci6n de los largos y frágiles asombros, la desesperaci6n de la
soberbia, la desesperación de la ira. Me levanto todos los días como todo el mundo y extiendo los brazos
sobre un papel de flores, no me acuerdo de nada, y siempre descubro con desesperaci6n los bellos árboles
desarraigados de la noche. El aire de la habitaci6n es bello como unas baquetas de tambor. Forma un tiempo
de tiempo. Conozco la desesperaci6n a grandes rasgos. Es como el viento que me ayuda. ¡Se tendrá idea de
semejante desesperación! ¡Fuego! Ah, vendrán otra vez... ¡Socorro! Helos ahí cayendo por la escalera... Y
los anuncios de periódico, los letreros luminosos a lo largo del canal. A grandes rasgos la desesperación
carece de importancia. Es un incordio de estrellas que de nuevo va a formar un día de menos, es un incordio
de días de menos que de nuevo va a formar mi vida.
ANDRÉ BRETÓN ( Francia, 1896 - 1966 )

Versión en español de Manuel Álvarez Ortega

UN AUTOMÓVIL DE ACERO INEXORABLE

Al atardecer de un día de verano, con su traje blanco y su maletín negro, el señor Alcón, poderoso financiero
de mucho fuste y lustre -y digo esto no sólo porque fuera corpulento y lustroso, sino atendiendo al enorme
prestigio profesional que transpiraba su persona: era, digamos, un auténtico tiburón de las finanzas-, volvía
muy contento a su gran mansión conduciendo su automóvil, después de dar por concluida una provechosa
jornada de suculentas reuniones y voraces firmas. Cuando se disponía a entrar en el jardín, observó junto a la
verja de hierro, en la tapia encalada y erizada de vidrios que protegía sus dominios, un graffiti hecho
toscamente con spray negro y letras muy grandes que decía:

NO APARCAR SE LLAMA A LA GRÚA

Sentado en la acera, debajo de esa inscripción, un niño con las manos todavía negruzcas, sonriente y
pobremente vestido, miraba fijamente al señor Alcón. Lleva unas gastadas sandalias de goma y una camiseta
como una telaraña. No tendría los doce años, ni la piel muy blanca ni el pelo muy sedoso ni la nariz
respingona ni pecas ni nada de eso que distingue a los niños graciosos en los cuentos graciosos, pero en sus
grandes ojos negros bailaba una luz vivísima y en su sonrisa morena una convicción extraña y feliz.
Pegada a la tapia no había ninguna placa reglamentaria, ni municipal ni privada, que garantizara la
pertinencia y legalidad de la prohibición de aparcar, y aunque la tapia le pertenecía, el señor Alcón nunca
había aparcado allí su coche ni pensaba hacerlo, ya que tenía su propio garage en la finca. Así que terminó
de cruzar la verja, dejó el coche en el garage y regresó andando a la calle para encararse al niño sentado
debajo del aviso. Llevaba en la mano el maletín negro.
-¿Tú has escrito eso, muchacho.
-Sí, señor. Nadie puede aparcar su coche aquí, señor. Si usted lo hace, llamaré a la grúa.
-¿Ah sí. ¿Y quién eres tú para decirme eso. ¿Cómo te llamas?
-Me llamo Ahmed, y vengo del desierto.
-¿Y a qué juegas, pequeño mamarracho. Has ensuciado la tapia de mi jardín. ¿Qué te propones?
-Es un aviso de vado permanente, señor, y está ocupado. ¿Es que no lo ve?
-¿No veo qué.
-Mi automóvil. Está aparcado aquí, junto al bordillo -Ahmed señaló el aire frente a él-. Aquí mismo. Mire
cómo brilla la carrocería. ¿Le gusta?
-Yo no veo aquí ningún automóvil -gruñó el señor Alcón.
-Usted no quiere verlo. Es un Lincoln Continental de 1945 de color azul celeste -insistió Ahmed-, y está
fabricado con planchas de acero inexorable.
-Querrás decir inoxidable, niño ignorante -resopló el financiero.
-¡Quiero decir lo que he dicho! -protestó Ahmed-. Tóquelo y comprobará que es acero inexorable.
¡Acérquese más y fíjese bien, hombre!
El señor Alcón avanzó dos pasos con el maletín en la mano y algo en él empezó a rechinar. El señor Alcón
era uno de esos financieros muy bien empaquetados que al andar crujen por algún lado, como hacen las
botas ortopédicas, compactas y lustrosas. Se paró, dejó el maletín en el suelo y fijó la mirada en la nada:
donde Ahmed decía que había un automóvil aparcado, él no veía absolutamente nada. Bueno, sí, había unas
manchas de grasa en el asfalto y el aire allí parecía oler a gasolina quemada. -¡Muchacho, tú sufres
alucinaciones! -dijo encarándose con Ahmed-. ¡Tú eres un redomado embustero!
Ahmed no le hizo caso. Con su dedo negro de pintura señalaba el coche invisible.
-Pierde un poco de aceite, mire. Y me han roto un cristal -se lamentó-. Pero es nuevo de trinca.
-¡Deja ya de soltar embustes y fantasmadas! ¡Aquí no hay ningún coche ni nada de nada!
En realidad algo sí había, pero las pequeñas pupilas depredadoras del señor Alcón no iban más allá de la
nada aparente. De ir un poco más allá, habrían captado una hilera de hormigas diminutas que se cruzaban
compulsivamente con otra hilera igual de compulsiva; avanzaban por entremedio de miles de fisuras de
cristales que cubrían el asfalto como un manto de nieve. Por rutas distintas, ambas procesiones de hormigas
se dirigían a la mancha de aceite.
-Usted, señor, no sabe mirar -dictaminó Ahmed.
-Bueno, vamos a ver -dijo conciliador el hombre de negocios-. Si me limpias el muro que has ensuciado, te
daré una buena propina.
¿Cuánto?
-Un euro con cincuenta céntimos.
-No me basta, señor -dijo Ahmed-. Necesito mucho más, porque tengo siete hermanos al cuidado de mi
abuela en un campo de refugiados saharaui, y lo están pasando muy mal. Por eso he decidido vender el
automóvil de acero inexorable. ¿Me lo compra?
-¡Muchacho, tú estás loco! ¡Lárgate, o llamaré al guardia municipal!
Furioso, el señor Alcón cogió su maletín negro, dio media vuelta y se internó en el jardín.
Al día siguiente, al dirigirse nuevamente a sus asuntos, vio a Ahmed sentado tranquilamente en el mismo
sitio, la espalda apoyada en la tapia con la inscripción, que ahora era más explícita:

SE PROHIBE APARCAR (LLAMO A LA GRÚA)


SE VENDE ESTE LINCOLN CONTINENTAL

A lo largo de la calle desierta, en este barrio tan distinguido de las afueras de la ciudad, nunca se veían
coches aparcados, y menos al socaire de los altos muros del jardín, de modo que el orondo hombre de
negocios no se extrañó al no ver ni rastro del automóvil azul que Ahmed insistía en señalar con su dedo
sucio:
-Buenos días, señor. Aquí lo tiene. Suba y pruebe las marchas. Porque usted me va a comprar el coche, a que
sí.
Con su tensa sonrisa barnizada, el señor Alcón miraba a Ahmed con recelo.
-Nunca compro nada sin antes verlo, pesarlo o catarlo.
-Estupendo, hay que ser precavido -dijo Ahmed.
-Yo hago negocios con petróleos lejanos, ¿sabes, y siempre lo pruebo antes de comprarlo.
-Claro, señor. Le dejo tocar mi coche.
-¡Y dale! ¿Cómo quieres que toque algo que no se ve?
-Suba al coche y póngase el cinturón de seguridad. Si hace lo que le digo, lo verá.
-Yo nunca me pongo el cinturón de seguridad -dijo el magnate de petróleos lejanos.
-Allá usted, señor. Entonces, cierre los ojos y no los abra hasta que yo le diga.
Muy a pesar suyo, el señor Alcón se sentía intrigado. Y a regañadientes, cerró los ojos y casi en el acto oyó
el ruido de un motor poniéndose en marcha suavemente, como una seda rasgándose.
-¿Lo oye. -dijo Ahmed-. Ahora ya puede mirar.
Pero aunque oía perfectamente el ruido del motor -lo traería el viento desde alguna otra parte, de otro
vehículo, pensó el señor Alcón-, el coche al que apuntaba el dedo de Ahmed seguía siendo invisible.
-¡Bah! -exclamó el hombre decepcionado-. ¡Quédate con tu automóvil inexorable, yo tengo mucho trabajo!
¡Y no quiero verte cuando vuelva!
Sin embargo, al regresar aquel mismo día de sus lances financieros con su impoluto traje blanco y su maletín
negro, Ahmed le esperaba en el mismo sitio con su fantástico coche impalpable. Nuevamente, el muchacho
le explicó que necesitaba urgentemente vender el automóvil para ayudar a sus siete hermanos y a su abuela
en el campo de refugiados Saharaui.
-Si me lo compra, lo verá en el acto -insistió Ahmed-. Debe usted creerme, señor.
-No me hagas reír, chico -dijo el señor Alcón, y se metió en su casa sin querer oír nada más del asunto.
Pero esa noche durmió mal, con pesadillas: veía un coche que se estrellaba una y otra vez contra el muro de
su jardín. Al día siguiente, por primera vez en cincuenta años, el señor Alcón no fue al trabajo. Ocurrió que,
al salir de casa muy temprano, no vio a Ahmed en su sitio de costumbre, y le entró de pronto un desasosiego
desconocido. ¿Qué le habría pasado al pequeño embustero. Le esperó todo el día, sentado en el bordillo de la
acera con su maletín negro lleno de dinero, y cuando Ahmed apareció era ya de noche. Venía con la cabeza
gacha y vendada y el brazo en cabestrillo y se sentó muy triste en la acera.
-Para que vea que el coche existe, me he estrellado con él, mire las señales en la tapia -le explicó-. ¿Me lo
compra, sí o no. La reparación ya está hecha, si quiere verlo no tiene más que probar las marchas y encender
los faros y la radio.
Con cara de asombro, el señor Alcón hizo un último intento de razonamiento:
-Nadie puede estrellarse con un coche que no existe...
-Eso cree usted, señor dijo Ahmed-. Un niño amigo mío acaba de morir en el sur de Gaza de una bala que
aún no ha sido disparada de un fusil que todavía no ha sido fabricado.
-¡Está bien, basta! -dijo el hombre de negocios dándose por vencido.
El tesón y la fe inquebrantable que el chico mostraba acerca de la existencia real del automóvil habían
acabado por conmoverle-. Ya vale. Coge mi maletín y vete.
-Gracias, señor. Súbitamente, la luz cegadora de unos faros cayó sobre el señor Alcón y sobre Ahmed
sentados bajo la inscripción de la tapia, y el Lincoln Continental de color azul estaba allí frente a ellos,
perfectamente visible con sus formas estilizadas y elegantes.
Con el maletín en la mano, sopesando los dineros que habrían de paliar las penalidades de su familia y de
sus amigos en el campo de refugiados, Ahmed abrió sus grandes ojos chispeantes y sonrió al incrédulo
financiero.
-¿Lo ve ahora, señor.
-Sí -dijo el señor Alcón serenamente-. No sé por cuánto dinero me lo habrías vendido, muchacho, pero te
diré una cosa...
-Sé lo que me va a decir, señor, -lo interrumpió Ahmed-, que un automóvil de acero inexorable como este,
no tiene precio. Y dando media vuelta, Ahmed desapareció en la noche.
Juan Marsé, España, 1933

DIOS ESTABA EN LA PUERTA


Dios estaba en la puerta. Cuidaba de no envejecer. Pudriéndose de belleza, ausente en su presencia, a la
cabeza de los ruidos, podía quedarse la duración infinita de la ciudad al crepúsculo. Oscuro peatón, irradiaba
al asumir la sola luz de la noche. La sombra amada de sus piernas se bañaba en la marejada y sus pies
pisaban el corazón inocente del prodigio. Su presencia borrosa, cegadora de evidencia, no servía sino a
alumbrar mejor la llama de vincapervinca en los ojos de los que pasaban sin verle pero que, desde siempre,
hubieran deseado verle en su puesto, ante la puerta, tal una proa hendiendo los rompientes del crepúsculo.
Dios esclavo dominando con su desnudez esencial el remolino de la muchedumbre ausente bañada por los
esplendores reales de la domesticidad divina. Dios Padre, joven en su vejez de vigilante saurio emergiendo
de la sombra a la sombra. Su cabeza parda alumbrada de negro resplandecía de un rubio sordo e infernal. Su
belleza no podía ser sino de este mundo: con su calor suave su bondad era la frialdad misma, ¿acecharía,
indiferente, a una víctima? ¿Quién era su víctima? ¿Había, existía una víctima? ¿Existió nunca la víctima?
Todas estas preguntas sin resolver delante de Dios a su puerta y que ahora hacen juegos malabares en sus
manos con una simplicidad desprovista de toda respuesta porque no había habido nunca preguntas, nada más
que el suplicio, la extorsión, la confesión por la tortura, la ausencia en el instante mismo de la pregunta y la
respuesta porque, apenas planteada, esa se perdía en el humo espeso de contestaciones ya inexistentes, ya
caducas, inactuales ante la vejez, la inactualidad feroz de las preguntas.
Y supe entonces cuán cálida y minúscula es la eternidad, manejada como un reloj de bolsillo apto para todos
los usos desde jabón matinal hasta pelambre de gato. Humana en su más sórdida acepción, cómoda,
intercambiable, que paga en moneda de burla, en especies tangibles, buena para pagar cualquier cosa y
también para engañarse con preguntas metafísicas, preguntas como éstas: ¿qué hora será dentro de ciento
cincuenta años? O ¿cuál es la palabra para hacer jabonar la barba a las moscas?
Pero Dios probablemente ha permanecido a la puerta, a su puerta, ignorándose a sí mismo e ignorando todo
de esa puerta porque la suprema inteligencia no es sino el vacío absoluto, la ausencia cálida de inteligencia,
la nada volcándose sobre sí misma, proyectando de todas partes sus lentejuelas de amianto invisibles a
todos.
Y sólo yo he podido ver por toda la eternidad a Dios ante su puerta, que no era tal detrás de él, que tampoco
lo era.
CÉSAR MORO
Perú, 1903-1956

De "Amour à mort" 1957

ES QUE SOMOS MUY POBRES

Aquí todo va de mal en peor. La semana pasada se murió mi tía Jacinta, y el sábado, cuando ya la habíamos
enterrado y comenzaba a bajársenos la tristeza, comenzó a llover como nunca. A mi papá eso le dio coraje,
porque toda la cosecha de cebada estaba asoleándose en el solar. Y el aguacero llegó de repente, en grandes
olas de agua, sin darnos tiempo ni siquiera a esconder aunque fuera un manojo; lo único que pudimos hacer,
todos los de mi casa, fue estarnos arrimados debajo del tejaván, viendo cómo el agua fría que caía del cielo
quemaba aquella cebada amarilla tan recién cortada.
Y apenas ayer, cuando mi hermana Tacha acababa de cumplir doce años, supimos que la vaca que mi papá
le regaló para el día de su santo se la había llevado el río.
El río comenzó a crecer hace tres noches, a eso de la madrugada. Yo estaba muy dormido y, sin embargo, el
estruendo que traía el río al arrastrarse me hizo despertar en seguida y pegar el brinco de la cama con mi
cobija en la mano, como si hubiera creído que se estaba derrumbando el techo de mi casa. Pero después me
volví a dormir, porque reconocí el sonido del río y porque ese sonido se fue haciendo igual hasta traerme
otra vez el sueño.
Cuando me levanté, la mañana estaba llena de nublazones y parecía que había seguido lloviendo sin parar.
Se notaba en que el ruido del río era más fuerte y se oía más cerca. Se olía, como se huele una quemazón, el
olor a podrido del agua revuelta.
A la hora en que me fui a asomar, el río ya había perdido sus orillas. Iba subiendo poco a poco por la calle
real, y estaba metiéndose a toda prisa en la casa de esa mujer que le dicen la Tambora. El chapaleo del agua
se oía al entrar por el corral y al salir en grandes chorros por la puerta. La Tambora iba y venía caminando
por lo que era ya un pedazo de río, echando a la calle sus gallinas para que se fueran a esconder a algún
lugar donde no les llegara la corriente.
Y por el otro lado, por donde está el recodo, el río se debía de haber llevado, quién sabe desde cuándo, el
tamarindo que estaba en el solar de mi tía Jacinta, porque ahora ya no se ve ningún tamarindo. Era el único
que había en el pueblo, y por eso nomás la gente se da cuenta de que la creciente esta que vemos es la más
grande de todas las que ha bajado el río en muchos años.
Mi hermana y yo volvimos a ir por la tarde a mirar aquel amontonadero de agua que cada vez se hace más
espesa y oscura y que pasa ya muy por encima de donde debe estar el puente. Allí nos estuvimos horas y
horas sin cansarnos viendo la cosa aquella. Después nos subimos por la barranca, porque queríamos oír bien
lo que decía la gente, pues abajo, junto al río, hay un gran ruidazal y sólo se ven las bocas de muchos que se
abren y se cierran y como que quieren decir algo; pero no se oye nada. Por eso nos subimos por la barranca,
donde también hay gente mirando el río y contando los perjuicios que ha hecho. Allí fue donde supimos que
el río se había llevado a la Serpentina la vaca esa que era de mi hermana Tacha porque mi papá se la regaló
para el día de su cumpleaños y que tenía una oreja blanca y otra colorada y muy bonitos ojos.
No acabo de saber por qué se le ocurriría a La Serpentina pasar el río este, cuando sabía que no era el mismo
río que ella conocía de a diario. La Serpentina nunca fue tan atarantada. Lo más seguro es que ha de haber
venido dormida para dejarse matar así nomás por nomás. A mí muchas veces me tocó despertarla cuando le
abría la puerta del corral porque si no, de su cuenta, allí se hubiera estado el día entero con los ojos cerrados,
bien quieta y suspirando, como se oye suspirar a las vacas cuando duermen.
Y aquí ha de haber sucedido eso de que se durmió. Tal vez se le ocurrió despertar al sentir que el agua
pesada le golpeaba las costillas. Tal vez entonces se asustó y trató de regresar; pero al volverse se encontró
entreverada y acalambrada entre aquella agua negra y dura como tierra corrediza. Tal vez bramó pidiendo
que le ayudaran. Bramó como sólo Dios sabe cómo.
Yo le pregunté a un señor que vio cuando la arrastraba el río si no había visto también al becerrito que
andaba con ella. Pero el hombre dijo que no sabía si lo había visto. Sólo dijo que la vaca manchada pasó
patas arriba muy cerquita de donde él , estaba y que allí dio una voltereta y luego no volvió a ver ni los
cuernos ni las patas ni ninguna señal de vaca. Por el río rodaban muchos troncos de árboles con todo y raíces
y él estaba muy ocupado en sacar leña, de modo que no podía fijarse si eran animales o troncos los que
arrastraba.
Nomás por eso, no sabemos si el becerro está vivo, o si se fue detrás de su madre río abajo. Si así fue, que
Dios los ampare a los dos.
La apuración que tienen en mi casa es lo que pueda suceder el día de mañana, ahora que mi hermana Tacha
se quedó sin nada. Porque mi papá con muchos trabajos había conseguido a la Serpentina, desde que era una
vaquilla, para dársela a mi hermana, con el fin de que ella tuviera un capitalito y no se fuera a ir de piruja
como lo hicieron mis otras dos hermanas, las más grandes.
Según mi papá, ellas se habían echado a perder porque éramos muy pobres en mi casa y ellas eran muy
retobadas. Desde chiquillas ya eran rezongonas. Y tan luego que crecieron les dio por andar con hombres de
lo peor, que les enseñaron cosas malas. Ellas aprendieron pronto y entendían muy bien los chiflidos, cuando
las llamaban a altas horas de la noche. Después salían hasta de día. Iban cada rato por agua al río y a veces,
cuando uno menos se lo esperaba, allí estaban en el corral, revolcándose en el suelo, todas encueradas y cada
una con un hombre trepado encima.
Entonces mi papá las corrió a las dos. Primero les aguantó todo lo que pudo; pero más tarde ya no pudo
aguantarlas más y les dio carrera para la calle. Ellas se fueron para Ayutla o no sé para dónde; pero andan de
pirujas.
Por eso le entra la mortificación a mi papá, ahora por la Tacha, que no quiere vaya a resultar como sus otras
dos hermanas, al sentir que se quedó muy pobre viendo la falta de su vaca, viendo que ya no va a tener con
qué entretenerse mientras le da por crecer y pueda casarse con un hombre bueno, que la pueda querer para
siempre. Y eso ahora va a estar difícil. Con la vaca era distinto, pues no hubiera faltado quien se hiciera el
ánimo de casarse con ella, sólo por llevarse también aquella vaca tan bonita.

La única esperanza que nos queda es que el becerro esté todavía vivo. Ojalá no se le haya ocurrido pasar el
río detrás de su madre. Porque si así fue, mi hermana Tacha está tantito así de retirado de hacerse piruja. Y
mamá no quiere.
Mi mamá no sabe por qué Dios la ha castigado tanto al darle unas hijas de ese modo, cuando en su familia,
desde su abuela para acá, nunca ha habido gente mala. Todos fueron criados en el temor de Dios y eran muy
obedientes y no le cometían irreverencias a nadie. Todos fueron por el estilo. Quién sabe de dónde les
vendría a ese par de hijas suyas aquel mal ejemplo. Ella no se acuerda. Le da vueltas a todos sus recuerdos y
no ve claro dónde estuvo su mal o el pecado de nacerle una hija tras otra con la misma mala costumbre. No
se acuerda. Y cada vez que piensa en ellas, llora y dice: "Que Dios las ampare a las dos."
Pero mi papá alega que aquello ya no tiene remedio. La peligrosa es la que queda aquí, la Tacha, que va
como palo de ocote crece y crece y que ya tiene unos comienzos de senos que prometen ser como los de sus
hermanas: puntiagudos y altos y medio alborotados para llamar la atención.
-Sí -dice-, le llenará los ojos a cualquiera dondequiera que la vean. Y acabará mal; como que estoy viendo
que acabará mal.
Ésa es la mortificación de mi papá.
Y Tacha llora al sentir que su vaca no volverá porque se la ha matado el río. Está aquí a mi lado, con su
vestido color de rosa, mirando el río desde la barranca y sin dejar de llorar. Por su cara corren chorretes de
agua sucia como si el río se hubiera metido dentro de ella.
Yo la abrazo tratando de consolarla, pero ella no entiende. Llora con más ganas. De su boca sale un ruido
semejante al que se arrastra por las orillas del río, que la hace temblar y sacudirse todita, y, mientras, la
creciente sigue subiendo. El sabor a podrido que viene de allá salpica la cara mojada de Tacha y los dos
pechitos de ella se mueven de arriba abajo, sin parar, como si de repente comenzaran a hincharse para
empezar a trabajar por su perdición.

JUAN RULFO (México, 1918 - 1986 )

DECÁLOGO MÁS UNO PARA ESCRITORES PRINCIPIANTES

I
No busquen ser originales. El ser distinto es inevitable cuando uno no se preocupa de serlo.
II
No intenten deslumbrar al burgués. Ya no resulta. Éste sólo se asusta cuando le amenazan el bolsillo.
III
No traten de complicar al lector, ni buscar ni reclamar su ayuda.
IV
No escriban jamás pensando en la crítica, en los amigos o parientes, en la dulce novia o esposa.
Ni siquiera en el lector hipotético.
V
No sacrifiquen la sinceridad literaria a nada. Ni a la política ni al triunfo. Escriban siempre
para ese otro, silencioso e implacable, que llevamos dentro y no es posible engañar.
VI
No sigan modas, abjuren del maestro sagrado antes del tercer canto del gallo.
VII
No se limiten a leer los libros ya consagrados. Proust y Joyce fueron despreciados cuando
asomaron la nariz, hoy son genios.
VIII
No olviden la frase, justamente famosa: 2 más dos son cuatro; pero ¿y si fueran 5?
IX
No desdeñen temas con extraña narrativa, cualquiera sea su origen. Roben si es necesario.
X
Mientan siempre.
XI
No olviden que Hemingway escribió: "Incluso di lecturas de los trozos ya listos de mi novela,
que viene a ser lo más bajo en que un escritor puede caer."
JUAN CARLOS ONETTI Uruguay, 1909 - 1994

MADRIGALES

Música de Monteverdi

Ahi! Cara e dolce lingua!

1 -El placer
Qué bien qué vapuleo qué bahía o rasguño transparente qué cintura vibrátil y cieno convertido en bestia pura
Qué cuchara o saliva (se hace la boca agua) qué limpia artillería qué aderezo qué vientre sibilino qué cometa
inicial y final evohé de tantos siglos Qué incienso (o cielo inmenso) qué victoria qué sangre derramada
(víctimas inocentes) qué potro y qué culpables qué diosa y qué pujanza qué invención de galopes (apenas
iniciados) Qué alborada qué pasmo qué inocencia qué espina Qué mágico ascendiente qué descendencia
nula qué aplicación de ceros qué gracia de infinitos... Qué labio no ultrajado qué perdón qué anagoge qué
logaritmo rosa perdurable qué perfección de sábanas Qué tragedia (o puñales pudorosos) qué punta o
aguijón qué prueba o expulsión del paraíso qué pasillos perdidos que además qué no hay más que
fingimiento y fallos de verdad (todo cabe sin fm en el instante) qué alfombra extenuada

2- Morir de amor
Silenciemos el muro la pared amorosa y sin pensar lancemos nuestros brazos hacia la servidumbre de un
pozo de influencia negativa

Recitemos las sílabas sobrantes de rodillas dibujadas en la hierba lisa esplendor genuino que acierta con sus
pájaros cruzando las horas más cargadas de ambición al revés y aburrimiento

No digamos palabras oscuras suficientes que puedan descifrar las clavijas de un sueño o cancionero donde
un cuerpo desnudo resulta inevitable

Quedémonos aparte en rincones poderosos y aislados de carne y universo rincones inmorales con eterna
dicción de polvo recogido en las bombillas apagadas

Derrochemos el agua que resbala y aprende la ignorancia certera de mozuela que esquiva todas las
proyecciones de familia arrugada con su eficaz primicia de nana y corazón

Dejémonos morir de almenas indefensas situando el placer en el lugar profundo que dará nacimiento a una
estrofa final encuadernada en plata de pequeños mosaicos
Luis Felipe Vivanco, España, 1907 - 1975

Tomado de "Prosas Propicias", Ed. Plaza y Janés, Barcelona, 1976

EL ARTE DE AMAR

I
¿ES EL AMOR UN ARTE?

¿Es el amor un arte? En tal caso, requiere conocimiento y esfuerzo. ¿O es el amor una sensación placente-ra,
cuya experiencia es una cuestión de azar, alga con lo que uno "tropieza" si tiene suerte? Este libro sé basa en
la primera premisa, si bien es indudable que la mayoría de la gente de hoy cree en la segunda.
No se trata de que la gente piense que el amor carece de importancia. En realidad, todos están sedientos de
amor; ven innumerables películas basadas en historian de amor felices y desgraciadas, escuchan centenares
de canciones triviales que hablan del amor, y, sin embargo, casi nadie piensa que hay que aprender acerca
del amor.
Esa peculiar actitud se basa en varias premisas que, individualmente o combinadas, tienden a sustentarla: ,
Para la mayoría de la gente, el problema del amor consista fundamentalmente en ser amado, no en amar,
no en la propia capacidad de amar.
De ahí que para ellos el problemas sea como lograr que, se los ame cómo ser dignos de amor. Para alcanzar
ese objetivo, siguen varios caminos. Uno de ellos, utilizado en especial por los hombres, es tener éxito, ser,
tan poderoso y rico como lo permita el margen social de la propia posición. Otro usado particularmente por
las mujeres, consiste en ser atractivas. por medio del cuidado del cuerpo, la ropa, etc. Existen otras formas
de hacerse atractivo, que utilizan tanto los hombres como las mujeres, tales como tener modales agradables
y conversación interesante, ser útil, modesto, inofensivo. Muchas de las formas de hacerse
querer son iguales a las que se utilizan para alcanzar el éxito, para “ganar amigos a influir sobre la gente".
En realidad, lo que para la mayoría de la gente de nuestra cultura equivale a digno de ser amado es, en
esencia, una mezcla de popularidad y sexappeal.
La segunda premisa que sustenta la actitud de que no hay nada que aprender sobre el amor, es la
suposición de que el problema del amor es el de un objeto y no de una facultad. La gente cree que amar es
sencillo y difícil encontrar un objeto apropiado para amar para ser amado por él. Tal actitud tiene varias
causas, arraigadas en el desarrollo de la sociedad moderna. Una de ellas es la profunda transformación que
se produjo en el siglo veinte con respecto a la elección del "objeto amoroso". En la era victoriana, así como
en muchas culturas tradicionales, el amor no era generalmente una experiencia personal espontánea que
podía llevar al matrimonio. Por el contrario, el matrimonio se efectuaba por un convenio entre las
respectivas familias o por medio de un agente matrimonial, o también sin la ayuda de tales intermediarios; se
realizaba sobre la base de consideraciones sociales, partiendo de la premisa de que el amor surgiría después
de concertado el matrimonio. En las últimas generaciones el concepto de amor romántico se ha hecho casi
universal en el mundo occidental. En los Estados Unidos de Norteamérica, si bien no faltan consideraciones
de índole convencional, la mayoría de la gente aspira a encontrar un "amor romántico", a tener una
experiencia personal del amor que lleve luego al matrimonio. Ese nuevo concepto de la libertad en el amor
debe haber acrecentado enormemente la importancia del objeto frente a la de la función.
Hay en la cultura contemporánea otro rasgo característico, estrechamente vinculado con ese factor. Toda
nuestra cultura está basada en el deseo de comprar, en la idea de un intercambio mutuamente favorable. La
felicidad del hombre moderno consiste en la excitación de contemplar las vidrieras de los negocios, y en
comprar todo lo que pueda, ya sea al contado o a plazos. El hombre (o la mujer) considera a la gente en una
forma similar. Una mujer o un hombre atractivos son los premios que se quiere conseguir. "Atractivo"
significa habitualmente un buen conjunto de cualidades que son populares y por las cuales hay demanda en
el mercado de la personalidad. Las características específicas que hacen atractiva a una persona, dependen
de la moda, de la época, tanto física como mentalmente. Durante loas años que siguieron a la Primera Guerra
Mundial, una joven que bebía y fumaba, emprendedora y sexualmente provocadora, resultaba atractiva; hoy
en día la moda exige más domesticidad y recato. A fines del siglo XIX y comienzos de éste, un hombre
debía ser agresivo y ambicioso -hoy tiene que ser sociable y tolerante- para resultar atractivo. De cualquier
manera, la sensación de enamorarse sólo se desarrolla con respecto a las mercaderías humanas que están
dentro de nuestras posibilidades de. intercambio. Quiero hacer un buen negocio; el objeto debe ser deseable
desde el punto de vista de su valor social y, al mismo tiempo, debo resultarle deseable,
teniendo en cuenta mis valores y potencialidades manifiestas y ocultas. De ese modo, dos personas se
enamoran cuando sienten que han encontrado el mejor objeto disponible en el mercado dentro de los límites
impuestos por sus propios valores de intercambio. Lo mismo que cuando se compran bienes raíces, suele
ocurrir que las potencialidades ocultas susceptibles de desarrollo desempeñan un papel de considerable
importancia en tal transacción. En una cultura en la que prevalece la orientación mercantil y en la que el
éxito material constituye el valor predominante, no hay en realidad motivos para sorprenderse de que las
relaciones amorosas humanas sigan el mismo esquema de intercambio que gobierna el marcado de bienes y
de trabajo.
El tercer error que lleva a suponer que no hay nada que aprender sobre el amor, radica en la confusión entre
la experiencia inicial del “enamorarse” y la situación permanente de estar enamorado, o mejor dicho de
“permanecer” enamorado. Si dos personas que son desconocidas la una para la otra, como lo somos todos,
dejan caer pronto la barrera que las separa, y se sienten cercanas, se sienten uno, ese momento de unidad
constituye uno de los más estimulantes y excitante para la vida. Y resulta aún más maravilloso y milagroso
para aquellas personas que han vivido encerradas, aisladas sin amor. Ese milagro de súbita intimidad suele
verse facilitado si se combina o inicia con la atracción sexual y su consumación. Sin embargo, tal tipo de
amor es, por su misma naturaleza, poco duradero. Las dos personas llegan a conocerse bien, su intimidad
pierde cada vez más su carácter milagroso, hasta que su antagonismo, sus desilusiones, su aburrimiento
mutuo, terminan por matar lo que pueda quedar de la excitación inicial. No obstante, al comienzo no saben
todo esto: en realidad, consideran la intensidad del apasionamiento, ese estar “locos” el uno por el otro como
una prueba de la intensidad del amor, cuando sólo muestra el grado de su soledad anterior.
Esa actitud -que no hay nada más fácil que amar- sigue siendo la idea prevaleciente sobre el amor, a pesar de
las abrumadoras pruebas de lo contrario. Prácticamente no existe ninguna otra actividad o empresa que se
inicie con tremendas esperanzas y expectaciones, y que, no obstante, fracase tan a menudo como el amor. Si
ello ocurriera con cualquier otra actividad, la gente estaría ansiosa por conocer los motivos del fracaso y por
corregir sus errores -o renunciaría a la actividad-. Puesto que lo último es imposible en el caso del amor, sólo
parece haber una forma adecuada de superar el fracaso del amor, y es examinar las causas de tal fracaso y
estudiar el significado del amor.
El primer paso a dar es tomar conciencia de que el amor es un arte, tal como es un arte el vivir. Si deseamos
aprender a mar debemos proceder en la misma forma en que lo haríamos si quisiéramos aprender cualquier
otro arte, música, pintura, carpintería o el arte de la medicina o de la ingeniería.
¿Cuáles son los procesos necesarios para aprender cualquier arte?
El proceso de aprender un arte puede dividirse convenientemente en dos partes: una, el dominio de la teoría;
la otra el dominio de la práctica. Si quiero aprender el arte de la medicina, primero debo conocer los hechos
relativos al cuerpo humano y a las diversas enfermedades.
Una vez adquirido todo ese conocimiento teórico, aún no soy en modo alguno competente en el arte de la
medicina. Sólo llegaré a dominarlo después de mucha práctica, hasta que eventualmente los resultados de mi
conocimiento teórico y los de mi práctica se fundan en uno, mi intuición, que es la esencia del dominio de
cualquier arte. Pero aparte del aprendizaje de la teoría y de la práctica un tercer factor es necesario para
llegar a dominar cualquier arte – el dominio del arte deber ser de fundamental importancia: nada en el
mundo debe ser más importante que el arte. Esto es válido para la música, la medicina. La carpintería y el
amor. Y quizás radique ahí el motivo de que la gente de nuestra cultura, a pesar de sus evidentes fracasos,
sólo en tan contadas ocasiones trata de aprender ese arte. No obstante el profundo anhelo de amor, casi todo
lo demás tiene más importancia que el amor: éxito, prestigio, dinero, poder; dedicamos casi toda nuestra
energía a descubrir la forma de alcanzar esos objetivos, y muy poca a aprender el arte del amor.
¿Sucede acaso que sólo se consideran dignas de ser aprendidas las cosas que pueden proporcionarnos dinero
o prestigio, y que el amor, que "sólo" beneficia al alma, pero que no proporciona ventajas en el sentido
moderno, sea un lujo por el cual no tenemos derecho a gastar muchas energías? Sea como fuere, este estudio
ha de referirse al arte de amar en el sentido de las divisiones antes mencionadas: primero, examinaré la
teoría del amor - lo cual abarcará la mayor parte del libro, y luego analizaré la práctica del amor, si bien es
muy poco lo que puede decirse sobre la práctica de éste como en cualquier otro campo.

ERICH FROMM ( Alemania, 1900 - 1980 )

EL DIARIO DE UN PERRO:

Semana 1:
Hoy cumplí una semana de nacido, ¡Qué alegría haber llegado a este mundo!

Mes 01:
Mi mamá me cuida muy bien. Es una mamá ejemplar.

Mes 02:
Hoy me separaron de mi mamá. Ella estaba muy inquieta y con sus ojos me dijo adiós, esperando que mi
nueva "familia humana" me cuidara tan bien como ella lo había hecho.

Mes 04:
He crecido rápido; todo me llama la atención. Hay varios niños en la casa que para
mí son como "hermanitos". Somos muy inquietos, ellos me jalan la cola y yo les muerdo jugando.

Mes 05:
Hoy me regalaron. Mi ama se molestó porque me hice "pipí" dentro de la casa; pero nunca me habían dicho
dónde debo hacerlo. Además duermo en la recámara... y ya no me aguantaba!

Mes 06:
Soy un perro feliz. Tengo el calor de un hogar; me siento tan seguro, tan protegido. Creo que mi familia
humana me quiere y me consiente mucho.
Cuando están comiendo me convidan. El patio es para mí solito y me doy vuelo escarbando como mis
antepasados los lobos, cuando esconden la comida.
Nunca me educan. Ha de estar bien todo lo que hago.

Mes 12:
Hoy cumplí un año. Soy un perro adulto. Mis amos dicen que crecí más de lo que ellos pensaban. ¡Qué
orgullosos se deben de sentir de mí!

Mes 13:
Qué mal me sentí hoy. "Mi hermanito" me quitó la pelota. Yo nunca agarro sus juguetes. Así que se la quité.
Pero mis mandíbulas se han hecho muy fuertes así que lo lastimé sin querer. Después del susto, me
encadenaron casi sin poderme mover al rayo del sol. Dicen que van a tenerme en observación y que soy
ingrato. No entiendo nada de lo que pasa.

Mes 15:
Ya nada es igual... vivo en la azotea. Me siento muy solo, mi familia ya no me quiere. A veces se les olvida
que tengo hambre y sed. Cuando llueve no tengo techo que me cobije.

Mes 16:
Hoy me bajaron de la azotea. De seguro mi familia me perdonó y me puse tan contento que daba saltos de
gusto. Mi rabo parecía reguilete. Encima de eso, me van a llevar con ellos de paseo. Nos enfilamos hacia la
carretera y de repente se pararon. Abrieron la puerta y yo me bajé feliz creyendo que haríamos nuestro "día
de campo". No comprendo por qué cerraron la puerta y se fueron. "¡Oigan, esperen!" Se... se olvidan de mí.
Corrí detrás del coche con todas mis fuerzas. Mi angustia crecía al darme cuenta, que casi me desvanecía y
ellos no se detenían: me habían olvidado.

Mes 17:
He tratado en vano de buscar el camino de regreso a casa. Me siento y estoy perdido. En mi sendero hay
gente de buen corazón que me ve con tristeza y me da algo de comer. Yo les agradezco con mi mirada y
desde el fondo con mi alma. Yo quisiera que me adoptaran y sería leal como ninguno. Pero solo dicen
"pobre perrito", se ha de haber perdido.

Mes 18:
El otro día pasé por una escuela y vi a muchos niños y jóvenes como mis "hermanitos". Me acerqué, y un
grupo de ellos, riéndose, me lanzó una lluvia de piedras "a ver quien tenía mejor puntería". Una de esas
piedras me lastimó el ojo y desde entonces ya no veo con él.

Mes 19:
Parece mentira, cuando estaba más bonito se compadecían más de mí. Ya estoy muy flaco; mi aspecto ha
cambiado. Perdí mi ojo y la gente más bien me saca a escobazos cuando pretendo echarme en una pequeña
sombra.

Mes 20:
Casi no puedo moverme. Hoy al tratar de cruzar la calle por donde pasan los coches, uno me arrolló. Según
yo estaba en un lugar seguro llamado "cuneta", pero nunca olvidaré la mirada de satisfacción del conductor,
que hasta se ladeó con tal de centrarme. Ojalá me hubiera matado, pero solo me dislocó la cadera. El dolor
es terrible, mis patas traseras no me responden y con dificultades me arrastré hacia un poco de hierba a
ladera del camino.

Mes 21:
Tengo 10 días bajo el sol, la lluvia, el frío, sin comer. Ya no me puedo mover. El dolor es insoportable. Me
siento muy mal; quedé en un lugar húmedo y parece que hasta mi pelo se está cayendo. Alguna gente pasa y
ni me ve; otras dicen: "No te acerques". Ya casi estoy inconsciente; pero alguna fuerza extraña me hizo abrir
los ojos. La dulzura de su voz me hizo reaccionar. "Pobre perrito, mira como te han dejado", decía... junto a
ella venía un señor de bata blanca, empezó a tocarme y dijo: "Lo siento señora, pero este perro ya no tiene
remedio, es mejor que deje de sufrir." A la gentil dama se le salieron las lágrimas y asintió. Como pude,
moví el rabo y la miré agradeciéndole me ayudara a descansar. Solo sentí el piquete de la inyección y me
dormí para siempre pensando en por qué tuve que nacer si nadie me quería.

***

La solución no es echar un perro a la calle, sino educarlo. No conviertas en problema una grata compañía.
Ayuda a abrir conciencia y así poder acabar con el problema de los perros callejeros. Las mascotas te lo
agradecerán.

LA FORMA DE VER EL MUNDO

Cinco judíos cambiaron


la forma de ver y definir el mundo:
Moises dijo: La ley es todo.
Jesús dijo: El amor es todo.
Marx dijo: El dinero es todo.
Freud dijo: El sexo es todo.
Einstein dijo: Todo es relativo.

Traducción de Bruno Kampel

EL DECÁLOGO DE AUGUSTO MONTERROSO:


1. Cuando tengas algo que decir, dilo; cuando no, también. Escribe siempre.
2. No escribas nunca para tus contemporáneos, ni mucho menos, como hacen tantos, para tus
antepasados. Hazlo para la posteridad, en la cual sin duda serás famoso, pues es bien sabido
que la posteridad siempre hace justicia.3. En ninguna circunstancia olvides el célebre dictum: «En
literatura no hay nada escrito».
4. Lo que puedas decir con cien palabras dilo con cien palabras; lo que con una, con una.
No emplees nunca el término medio; así, jamás escribas nada con cincuenta palabras.
5. Aunque no lo parezca, escribir es un arte; ser escritor es ser un artista,
como el artista del trapecio, o el luchador por antonomasia, que es el que
lucha con el lenguaje; para esta lucha ejercítate de día y de noche.
6. Aprovecha todas las desventajas, como el insomnio, la prisión, o la pobreza; el primero hizo a
Baudelaire, la segunda a Pellico y la tercera a todos tus amigos escritores; evita pues, dormir
como Homero, la vida tranquila de un Byron, o ganar tanto como Bloy.
7. No persigas el éxito. El éxito acabó con Cervantes, tan buen novelista hasta el Quijote. Aunque
el éxito es siempre inevitable, procúrate un buen fracaso de vez en cuando para que tus amigos
se entristezcan.
8. Fórmate un público inteligente, que se consigue más entre los ricos y los poderosos. De esta
manera no te faltarán ni la comprensión ni el estímulo, que emana de estas dos únicas fuentes.
9. Cree en ti, pero no tanto; duda de ti, pero no tanto. Cuando sientas duda, cree; cuando creas, duda.
En esto estriba la única verdadera sabiduría que puede acompañar a un escritor.
10. Trata de decir las cosas de manera que el lector sienta siempre que en el fondo es tanto o más
inteligente que tú. De vez en cuando procura que efectivamente lo sea; pero para lograr eso
tendrás que ser más inteligente que él.
11. No olvides los sentimientos de los lectores. Por lo general es lo mejor que tienen; no como tú,
que careces de ellos, pues de otro modo no intentarías meterte en este oficio.
12. Otra vez el lector. Entre mejor escribas más lectores tendrás; mientras les des obras cada vez
más refinadas, un número cada vez mayor apetecerá tus creaciones; si escribes cosas para el
montón nunca serás popular y nadie tratara de tocarte el saco en la calle, ni te señalara con el dedo
en el supermercado.

Augusto Monterroso, Guatemala, 1944 - 2003

EPITAFIOS CON HUMOR


Los epitafios, esas inscripciones que se escriben en las lápidas de las tumbas, pueden dar mucho juego,
desde el clásico y minimalista R.I.P. a algunos que son auténticos ejercicios de ingenio.
Se expone a continuación una extensa colección de ellos. Se han seleccionado los que de alguna manera
pueden resultar originales, curiosos, llamativos, graciosos, etc.
La mayor parte de ellos han aparecido en periódicos y revistas como ciertos. Otros son de algunos
humoristas españoles y los menos son inventados.
¡Que nunca muera el humor!
-En la tumba de Groucho Marx: "Disculpe que no me levante, señora".
-En la tumba de Oscar Welles: "No es que yo fuera superior, es que los demás eran inferiores".
-Lo escribió un marido en la tumba de su suegra: "Aquí yaces y yaces bien, tú descansas y yo también".
-En la tumba de Miguel de Unamuno: "Solo le pido a Dios que tenga piedad con el alma de este ateo".
-En una tumba del cementerio de Guadalajara: "A mi marido, fallecido después de un año de matrimonio.
Su esposa, con profundo agradecimiento".
-Necesité toda una vida para llegar hasta aquí".
-En la tumba de Johann Sebastián Bach: "Desde aquí no se me ocurre ninguna fuga".
-Lo escribió el marido en la tumba de la esposa: "Pronto estaré contigo". Tras morir el marido, un
conocido, al ver las fechas tan distantes de fallecimiento, escribió debajo: "Creí que no venías".
-Un marido en la tumba de su suegra: "Tanta paz encuentres, como tranquilidad me dejas".
-En el cementerio de la Almudena de Madrid: "Aquí estoy con lo puesto, y no pago los impuestos".
-Lo escribió en la lápida unos días antes de morir: "Os dije que estaba enfermo".
-En Viareggio, en la tumba del célebre transformista Leopoldo Fregoli, fallecido en 1936:
"Aquí Leopoldo Fregoli llevó a cabo su última transformación."
-En el cementerio de Minnesotta: "Fallecido por la voluntad de Dios y la ayuda de un médico imbécil."
-Sobre una lápida del cementerio municipal de Detroit: "Aquí yace Joseph Barth, cuya vida fue breve,
pero plena de alegría, gracias a su fiel compañera, Angélica que a la edad de veinticinco años escondió
su dolor en el 7 de Elmer Street, Teléfono 2-13-18-15".
-Ya os decía yo que este médico no era de fiar.
-Lo escribió un marido sobre la tumba de su mujer: "Aquí yace mi mujer, fría como siempre".
-Lo escribió una mujer sobre la tumba de su marido:"Aquí yace mi marido, al fin rígido".
-En una tumba de un cementerio de Paria: "Luisa C. (1835-1867), ven pronto a mi lado". Debajo: "Vengo
enseguida. Pedro, (1831-1907). Es decir al cabo de cuarenta años.
-En la tumba de una ancianita en el cementerio de Ithaca (EE.UU). "En la tierra yo era coja y sin
bastón, ahora me encuentro bien sin operación".
-En una lápida mortuoria de California: "Aquí yace Jane Smith, esposa de Thomas Smith,
marmolista. Este monumento fue erigido por su esposo en memoria suya y como modelo. Sólo
cuesta trescientos dólares".
-Lo escribió un marido en la tumba de su suegra: "Señor, recíbela con la misma alegría que yo te la
mando".
-En la tumba de Amin Dadá: "¡Como me levante...!"
-Lo escribió un marido en la tumba de su suegra: "RIP, RIP, ¡HURRA!
-Inscripción en la puerta de un cementerio catalán:"Levantaos, vagos, que la tierra es para quien
la trabaja".
-En un cementerio de un pueblo de Ávila: "Aquí yace Isabelita, que por ser tan buena y no querer,
se fue para la otra vida con muy poquito placer."
-En otro cementerio de otro pueblo de Ávila: "A los 9 días cansado de vivir ha subido al cielo Pepin."
-En un cementerio de Middlebury, en una lápida erigida por la suegra al yerno: "Descansa hasta
que volvamos a encontrarnos".
-Aquí yace Mariana que murió 30 días antes de ser condenada".
-En la tumba del marido: "La próxima vez te haré caso".
-En la tumba de un médico:"Aquí yace uno por quien yacen muchos en este lugar".
-En la tumba de un ludópata en lugar de R.I.P. ponía: "GAME OVER".
-En la tumba de Miguel Gila, podría estar este: "Es la muerte?...que se ponga".
-En la tumba de una fea, fea, feísima: "Al fin polvo".
-Aquí yacen Bill Smith y cuatro balas del calibre 44".
-En el cementerio de la Almudena de Madrid: "Aquí yacen los polvos de mi querida, que los tuvo
maravillosos en su vida".
-En San Salvador en la matrícula de un monumento coronado por un automóvil destrozado: "Esto
significa: alcohol, velocidad y distracción.
-Epitafio de un fumador: "Fumar adelgaza".
Tomado de: "EL PROGRESO" Lugo, España.

FRASES CÉLEBRES
"Existen dos mundos: El primero es el mío, el segundo es el verdadero".
Sabahudin Hadzialic ( Bosnia, 1960 )

"Un matrimonio feliz es una larga conversación que siempre parece demasiado corta."
André Maurois

"La amistad es más difícil y más rara que el amor. Por eso, hay que salvarla como sea."
Samuel Becket
"Es difícil saber quien nos hace las peores jugadas, si los enemigos con las peores intenciones
o los amigos con las mejores."
Lord Lytton
"La felicidad es darse cuenta que nada es demasiado importante."
Bernard Shaw

"El que tiene un porqué para vivir sabe soportar el cómo."


Schopenhauer

"La vida es maravillosa si no se le tiene miedo."


Charles Chaplin

"Pensar no hace daño."


Giovannino Guareschi

"La imaginación sirve para viajar y cuesta menos."


Curtis George William

"Divorciarse sólo porque no amas a un hombre es casi tan necio como casarse porque lo amas."
Zsa Zsa Gabor

"El fracaso es la oportunidad de empezar de nuevo, más inteligentemente."


Henry Ford

"Si para salvar la vida de un enfermo se pueden donar los órganos, para salvar la vida de quien muere de
hambre, ¿no se podrían donar las proteínas? "
Anónimo

"Sólo los grandes hombres pueden tener grandes defectos."


François de la Rochefoucauld

"Nadie es tan grande que no pueda aprender, ni tan pequeño que no pueda enseñar."
Pindaro

"El secreto de la felicidad es caer en las tentaciones."


Oscar Wilde

"Los hombres no serán virtuosos si no se les permite ser viciosos."


Frank Meyer

"El sexo es una de las nueve razones para reencarnar... Las ocho restantes no tienen importancia."
Henry Miller

"Mientras menos tenemos, más damos. Parece absurdo, pero ésta es la lógica del amor."
Madre Teresa di Calcutta
"No doy limosnas. No soy bastante pobre para darlas."
Friedrich Wilhelm Nietzsche

"Siempre me han sorprendido las vueltas absurdas que tienen que dar los ríos para poder pasar
por debajo de todos los puentes."
Beppe Grillo

"La causa principal de los divorcios es el matrimonio."


Groucho Marx (Julius Henry Marx)

"Como cuerpo cada uno es individual, como alma, jamás."


Hermann Hesse

"Los viejos lo creen todo, los adultos todo lo sospechan, mientras que los jóvenes todo lo saben."
Oscar Wilde

"El recuerdo de la alegría ya no es alegría; el recuerdo del dolor sigue siendo dolor."
Lord Byron

"Si amas lo que haces, nunca será un trabajo."


Confucio

"Si tienes miedo de la soledad, no te cases."


Anton Chekhov

"¿También en el deporte hay que convivir con la mafia? "


Aviso publicado en "Le Monde"

"El secreto del éxito es la sinceridad. ¡Si logras fingirla, ya lo lograste!"


Arthur Bloch

"Las personas que no se ríen nunca, no son serias."


Dac Pierre

"Cuidado con lo que deseas porque de pronto lo consigues".


Bernard Shaw
"Si vives bastante, verás que toda victoria se convierte en derrota."
Simone de Beauvoir
"Lo irritante del amor es que se trata de un crimen para el que hace falta un cómplice."
Charles Baudelaire
"Feliz aquel que no espera gratitud, porque no será desilusionado."
José Zorrilla
"Amor es lo que queda en una relación cuando se ha prescindido de todo el egoísmo."
Cullen Hightower
"La confidencia corrompe la amistad, el mucho contacto la consume, el respeto la conserva."
Confucio
"¿Qué es un envidioso? Un ingrato que detesta la luz que le alumbra y le calienta."
Victor Hugo
"Ten tus ojos abiertos antes del matrimonio, y medio cerrados después de que te cases."
Benjamin Franklin

"Si deseas saborear tu virtud, peca de vez en cuando".


Ugo Ojetti

"Un hombre bueno es inteligente, y uno malo es, además, imbécil".


Jorge Luis Borges

"Son muchas las cosas que se tirarían si no fuera por el temor de que otro las pueda recoger".
Oscar Wilde

"Podemos detenernos cuando subimos, pero nunca cuando descendemos".


Napoléon Bonaparte

"Siempre hay un modo correcto y un modo equivocado, el modo equivocado siempre parece más
razonable".
George Moore

"A menudo se deja en paz a quien ha producido el incendio y se castiga a quien ha dado la alarma".
Nicolas de Chamfort

"Los demás no te dejarán vivir como deseas, pero si eres lo suficientemente ágil y fuerte, al menos no
deberás vivir como ellos desean".
Andrew H. Vachss

"No vemos nunca lo que ya se ha hecho sino lo que queda por hacer".
Marie Curie

"Al siglo veinte se le puede perdonar todo, incluso las dos guerras mundiales y las sucesivas, incluso los
desfiles de moda y las carreras de fórmula uno, pero no el pecado de haber sacrificado el cinematógrafo
a la televisión".
Luigi Pintor

"No puedo vivir con alguien que no pueda vivir sin mí".
Nadine Gordimer

"Si he escrito esta carta tan larga, ha sido porque no he tenido tiempo para hacerla más corta".
Blaise Pascal

"No tengo tiempo para tener prisa".


John Wesley

"Los que escriben como hablan, por bien que hablen, escriben muy mal".
Georges-Louis Leclerc, Comte de Buffon

"Un hombre es infeliz cuando no sabe que es feliz".


Fedor Michailovich Dostoevski
"Muchos serían cobardes si tuvieran suficiente valentía".
Thomas Fuller

"Morir es tremendo, pero la idea de tener que morir sin haber vivido es insoportable":
Erich Fromm

"No hay dos personas que lean el mismo libro".


Edmund Wilson

"No hay nada repartido más equitativamente que la razón: todos están convencidos de tener suficiente".
René Descartes

"No puedo tener ningún tipo de consideración con los traductores, porque si comenzara a tenerla acabaría
escribiendo una lengua global y plana, inodora e insípida".
Günter Grass

FRASES BIEN DICHAS

"Nunca me volví a casar, porque no tuve necesidad de ello. En casa tengo tres animales que hacen la misma
función de un marido: tengo un perro que refunfuña todas las mañanas, un loro que dice barbaridades toda la
tarde y un gato que llega tarde todas las noches"...Marie Corelli, novelista.
"Antes del matrimonio, un hombre se pasará la noche sin dormir pensando en algo que dijiste; después del
matrimonio, se queda dormido antes de que termines de decirlo"...Helen Rowland, escritora
"Muchas personas que piensan que el divorcio es el remedio ideal para todo, descubren, cuando lo prueban,
que el remedio es peor que la enfermedad"...Dorothy Dix, feminista
"La única vez en que una mujer tiene éxito en cambiar a un hombre es cuando le cambia los pañales, cuando
todavía es un bebé"...Natalie Wood, actriz
"Las mujeres son tan jóvenes como sus rodillas"...Mary Quant, diseñadora
"Seré una autócrata; ese es mi negocio, y que Dios me perdone; ese es el negocio de Él"...Catalina de Rusia
"Cuando las mujeres están deprimidas, se ponen a comer o se van de compras. Los hombres, cuando se
deprimen, invaden otro país. Es una manera diferente de pensar"...Elayne Boosler, comedianta

ME ENCANTA DIOS
Me encanta Dios. Es un viejo magnífico que no se toma en serio. A él le gusta jugar y juega, y a veces se le
pasa la mano y nos rompe una pierna o nos aplasta definitivamente. Pero esto sucede porque es un poco
cegatón y bastante torpe de manos.

Nos ha enviado algunos tipos excepcionales como Buda, o Cristo, o Mahoma, o mi tía Chofi, para que nos
digan que nos portemos bien. Pero esto a él no le preocupa mucho: nos conoce. Sabe que el pez grande se
traga al chico, que la lagartija grande se traga a la pequeña, que el hombre se traga al hombre. Y por eso
inventó la muerte: para que la vida -no tú ni yo-, la vida, sea para siempre.
Ahora los científicos salen con su teoría del Big Bang....Pero ¿qué importa si el universo se expande
interminablemente o se contrae? Esto es asunto sólo para agencias de viajes.
A mí me encanta Dios. Ha puesto orden en las galaxias y distribuye bien el tránsito en el camino de las
hormigas. Y es tan juguetón y travieso, que el otro día descubrí que ha hecho -frente al ataque de los
antibióticos- ¡bacterias mutantes!
Viejo sabio o niño explorador, cuando deja de jugar con sus soldaditos de plomo de carne y hueso, hace
campos de flores o pinta el cielo de manera increíble.
Mueve una mano y hace el mar, y mueve otra y hace el bosque. Y cuando pasa por encima de nosotros,
quedan las nubes, pedazos de su aliento.
Dicen que a veces se enfurece y hace terremotos y manda tormentas, caudales de fuego, vientos desatados,
aguas alevosas, castigos y desastres. Pero esto es mentira. Es la tierra que cambia -se agita y crece- cuando
Dios se aleja.
Dios siempre está de buen humor. Por eso es el preferido de mis padres, el escogido de mis hijos, el más
cercano de mis hermanos, la mujer más amada, el perrito y la pulga, la piedra más antigua, el pétalo más
tierno, el aroma más dulce, la noche insondable, el borboteo de la luz, el manantial que soy.
A mí me gusta, a mí me encanta Dios. Que Dios bendiga a Dios.

JAIME SABINES ( México, 1926-1999 )

DELIRAR EN VOZ ALTA


Mensaje de Eduardo Galeano para América Latina
Cartagena de Indias, Julio de 1997
Si el mundo está patas arriba y cabeza abajo ¿por qué no delirar que el mundo vuelva a estar como él quiso
cuando todavía no era?
Así que se me ocurrió imaginar ese mundo posible.
Delirar, soñar en voz alta:
En las calles los automóviles serán pisados por los perros, el aire estará limpio de los venenos de las
máquinas y no tendrá más contaminación que la que emana de los miedos humanos y de las humanas
pasiones.
La gente no será manejada por el automóvil, ni será programada por la computadora, ni será comprada por el
supermercado, ni será mirada por el televisor.
El televisor dejará de ser el miembro más importante de la familia y será tratado como la plancha o el
lavarropas.
La gente trabajará para vivir en lugar de vivir para trabajar.
En ningún país irán presos los muchachos por no prestar el servicio militar; sólo irán quienes quieran
hacerlo.
Los economistas no llamarán nivel de vida al nivel de consumo, ni llamarán calidad de vida a la cantidad de
compra.
Los cocineros no creerán que a las langostas les encanta que las cocinen vivas.
Los historiadores no creerán que a los países les encanta ser invadidos y los políticos no creerán que a los
pobres les encanta comer promesas.
El mundo ya no estará en guerra contra los pobres sino contra la pobreza. La industria militar no tendrá más
remedio que declararse en quiebra por siempre jamás.
Nadie morirá de hambre porque nadie morirá de indigestión. Los niños de la calle no serán tratados como si
fueran basura porque no habrá niños de la calle. Los niños ricos no serán tratados como si fueran dinero
porque no habrá niños ricos.
La educación no será privilegio de quienes pueden pagarla, ni la policía será la maldición de quienes no
puedan comprarla.
La justicia y la libertad, hermanas siamesas condenadas a vivir separadas, volverán a juntarse, bien
pegaditas, espalda contra espalda.
Una mujer negra será presidenta del Brasil y otra mujer negra será presidenta de los Estados Unidos; una
mujer india gobernará a Guatemala y otra a Perú.
En Argentina las "Locas de la Plaza de Mayo" serán un ejemplo de salud mental porque ellas se negaron a
olvidar, en el tiempo de la amnesia obligatoria.
La Santa Madre Iglesia corregirá algunas erratas en las piedras de Moisés: El sexto mandamiento ordenará:
"festejarás tu cuerpo". El noveno que desconfía del deseo, lo declarará sagrado. La Iglesia también dictará el
undécimo mandamiento que se le había olvidado al Señor: "amarás a la naturaleza de la que formas parte."
Todos los penitentes serán celebrantes y no habrá noche que no sea vivida como si fuera la última, ni un día
que no sea vivido como si fuera el primero.
EDUARDO GALEANO ( Uruguay, 1940 )

MI DELIRIO SOBRE EL CHIMBORAZO ( SIMÓN BOLÍVAR )


Yo venía envuelto con un manto del iris, desde donde paga tributo el caudaloso Orinoco al dios de las aguas.
Había visitado las encantadoras fuentes amazónicas, y quise subir al atalaya del universo. Busqué las huellas
de la Condamine y Humboldt; seguílas audaz, nada me detuvo; llegué a la región glacial; el éter sofocaba mi
aliento. Ninguna planta humana había hollado la corona diamantina que puso las manos de la eternidad
sobre las sienes excelsas del denominador de los Andes. Yo me dije: este manto del iris que me ha servido
de estandarte ha recorrido en mis manos regiones infernales, surcado los ríos y los mares y subido sobre los
hombros de los Andes; la tierra se ha allanado a los pies de Colombia, y el tiempo no ha podido detener la
marca de la libertad. Belona ha sido humillada por el resplandor del iris, ¿ y no podré yo trepar sobre los
cabellos canosos del gigante de la tierra? Sí podré; y arrebatado por la violencia de un espíritu desconocido
para mí que me parecía divino, dejé atrás las huellas de Humboldt empañado los cristales eternos que
circuyen el Chimborazo. Llegó como impulsado por el genio que me animaba, y desfallezco al tocar con mi
cabeza la copa del firmamento; tenía a mis pies los umbrales del abismo.
Un delirio febril embargaba mi mente; me siento como encendido por un fuego extraño y superior, ERA EL
DIOS DE COLOMBIA QUE ME POSEÍA.
De repente se me presenta el tiempo, bajo el semblante venerable de un viejo cargado con los despojos de
las edades; ceñudo, inclinado, calvo, rizada la tez, una hoz en la mano....
"Yo soy el padre de los siglos; soy el arcano de la fama y del secreto; mi madre fue la eternidad; los límites
de mi imperio los señala el infinito; no hay sepulcro para mí, porque soy más poderoso que la muerte; miro
lo pasado; miro lo futuro, y por mi mano pasa lo presente. ¿Por qué te envaneces niño o viejo, hombre o
héroe? ¿Creéis que es algo, vuestro universo? ¿Que levantaros sobre un átomo de la creación es elevaros?
¿Pensáis que los instantes que llamáis siglos pueden servir de medida a mis arcanos? ¿Imagináis que habéis
visto la santa verdad? ¿Suponéis locamente que vuestras acciones tienen algún precio a mis ojos? Todo es
menos que un punto a la presencia de lo infinito que es mi hermano".
Sobrecogido de un terror sagrado, ¿cómo ¡oh tiempo! respondí, no ha de desvanecerse el mísero mortal que
ha subido tan alto? He sobrepasado a todos los hombres en fortuna porque me he elevado sobre la cabeza de
todos. Yo domino la tierra con mis plantas; llego al eterno con mis manos; siento las presiones infernales
bullir bajo mis pasos; estoy mirando junto a mí rutilantes astros; los soles infinitos; mido sin asombro el
espacio que encierra la materia; y en tu rostro leo la historia de lo pasado y los pensamientos del destino.
Observa, me digo: aprende, conserva en tu mente lo que has visto, dibuja a los ojos de los semejantes el
cuadro del universo físico, del universo moral, no escondas los secretos que el cielo te ha revelado; di la
verdad a los hombres....el fantasma desapareció.
Absorto, yerto, por decirlo así, quedé exánime largo tiempo, tendido sobre aquel inmenso diamante que me
servía de lecho. En fin, la tremenda voz, la tremenda voz de Colombia me grita, resucito, me incorporo, abro
con mis propias manos mis pesados párpados, vuelvo a ser hombre y escribo mi delirio.
SIMÓN BOLÍVAR ( 1783-1830 )
CANONICEMOS A LAS PUTAS
Santoral del sábado: Betty, Lola, Margot, vírgenes perpetuas, reconstruidas, mártires provisorias llenas de
gracia, manantiales de generosidad.
Das al placer, oh puta redentora del mundo, y nada pides a cambio sino unas monedas miserables. No exiges
ser amada, respetada, atendida, ni imitas a las esposas con los lloriqueos, las reconvenciones y los celos. No
obligas a nadie a la despedida ni a la reconciliación; no chupas la sangre ni el tiempo; eres limpia de culpa;
recibes en tu seno a los pecadores, escuchas las palabras y los sueños, sonríes y besas. Eres paciente,
experta, atribulada, sabia, sin rencor.
No engañas a nadie, eres honesta, íntegra, perfecta; anticipas tu precio, te enseñas; no discriminas a los
viejos, a los criminales, a los tontos, a los de otro color; soportas las agresiones del orgullo, las asechanzas
de los enfermos; alivias a los impotentes, estimulas a los tímidos, complaces a los hartos, encuentras la
fórmula de los desencantados. Eres la confidente del borracho, el refugio del perseguido, el lecho del que no
tiene reposo.
Has educado tu boca y tus manos, tus músculos y tu piel, tus vísceras y tu alma. Sabes vestir y desvestirte,
acostarte, moverte. Eres precisa en el ritmo, exacta en el gemido, dócil a las maneras del amor.
Eres la libertad y el equilibrio; no sujetas ni detienes a nadie; no sometes a los recuerdos ni a la espera. Eres
pura presencia, fluidez, perpetuidad.
En el lugar en que oficias a la verdad y a la belleza de la vida, ya sea el burdel elegante, la casa discreta o el
camastro de la pobreza, eres lo mismo que una lámpara y un vaso de agua y un pan.
Oh puta amiga, amante, amada, recodo de este día de siempre, te reconozco, te canonizo a un lado de los
hipócritas y de los perversos, te doy todo mi dinero, te corono con hojas de yerba y me dispongo a aprender
de ti todo el tiempo.
JAIME SABINES ( México, 1926-1999 )

GOL DE NILTON
Fue en el mundial del 58. Brasil iba ganando 1 a 0 contra Austria.
Al comienzo del segundo tiempo, avanzó desde su campo Nilton Santos, el hombre clave de la defensa
brasileña, llamado la Enciclopedia por lo mucho que sabía de fútbol. Nilton abandonó la retaguardia, pasó la
línea central, eludió a un par de rivales y siguió camino. El técnico brasileño, Vicente Feola, corría también
por la orilla de la cancha, pero del lado de afuera. Sudando a mares, gritaba: -¡Vuelve, vuelve!
Y Nilton, imperturbable, continuaba su carrera hacia el área rival. El gordo Feola, desesperado, se agarraba
la cabeza, pero Nilton no pasó la pelota a ningún delantero: hizo la jugada él, solito, y la culminó con un
golazo.
Entonces Feola, feliz, comentó:
-¿Vieron? ¿No les dije? ¡Este sí que sabe!
EDUARDO GALEANO ( Uruguay, 1940 )
Tomado de "El fútbol a sol y sombra"

GRAVE PROBLEMA ARGENTINO :


Usted se reirá, pero es uno de los problemas argentinos más difíciles de resolver. Dado nuestro carácter
(problema central que dejamos por esta vez a los sociólogos) el encabezamiento de las cartas plantea
dificultades hasta ahora insuperables. Concretamente, cuando un escritor tiene que escribirle a un colega de
quien no es amigo personal, y ha de combinar la cortesía con la verdad, ahí empieza el crujir de plumas.
Usted es novelista y tiene que escribirle a otro novelista; usted es poeta, e ídem; usted es cuentista. Toma
una hermosa hoja de papel, y pone: "Señor Oscar Frumento, Garabato 1787, Buenos Aires." Deja un buen
espacio (las cartas ventiladas son más elegantes) y se dispone a empezar.
No tiene ninguna confianza con Frumento; no es amigo de Frumento; él es novelista y usted también; en
realidad usted es mejor novelista que él, pero no cabe duda de que él piensa lo contrario. A un señor que es
un colega pero no un amigo no se le puede decir: "Querido Frumento". No se le puede decir por la sencilla
razón de que usted no lo quiere a Frumento. Ponerle querido es casi lascivo, en todo caso una mentira que
Frumento recibirá con una sonrisa tetánica. La gran solución argentina parece ser, en esos casos, escribir:
"Estimado Frumento". Es más distante, más objetivo, prueba un sentimiento cordial y un reconocimiento de
valores. Pero si usted le escribe a Frumento para anunciarle que por paquete postal le envía su último libro, y
en el libro ha puesto una dedicatoria en la que se habla de admiración ( es de lo que más se habla en las
dedicatorias ), ¿cómo lo va a tratar de estimado en la carta? Estimado es un término que rezuma indiferencia,
oficina, balance anual, desalojo, ruptura de relaciones, cuenta del gas, cuota del sastre. Usted piensa
desesperadamente en una alternativa y no la encuentra; en la Argentina somos queridos o estimados y
sanseacabó.
Hubo una época ( yo era joven y usaba rancho de paja ) en que muchas cartas empezaban directamente
después del lugar y la fecha; el otro día encontré una, muy amarillita la pobre, y me pareció un monstruo,
una abominación. ¿Cómo le vamos a escribir sin identificarlo ( Frumento ) y luego calificarlo ( querido/
estimado ) ? Se comprende que el sistema de mensaje directo haya caído en desuso o quede reservado
únicamente para esas cartas que empiezan que empiezan: "Un canalla como usted, etc.", o "Le doy 3 días
para abonar el alquiler", cosas así.
Más se piensa, menos se ve la posibilidad de una tercera posición entre querido y estimado; de algo hay que
tratarlo a Frumento, y lo primero es mucho y lo segundo "frigidaire". Variantes como " apreciado" y
"distinguido" quedan descartadas por tilingas y cursis. Si uno lo llama "maestro" a Frumento, es capaz de
creer que le está tomando el pelo. Por más vueltas que le demos, se vuelve a caer en querido o estimado.
Che, ¿no se podría inventar otra cosa?
Los argentinos necesitamos que nos desalmidonen un poco, que nos enseñen a escribir con naturalidad:
"Pibe Frumento, gracias por tu último libro", o con afecto: "Ñato, qué novela te mandaste", o con distancia
pero sinceramente: "Hermano, con las oportunidades que había en la fruticultura", entradas en materia que
concilien la veracidad con la llaneza. Pero será difícil, porque todos nosotros somos estimados o queridos, y
así nos va.

JULIO CORTAZAR ( Argentina, 1914-1984 )


Tomado de "La vuelta al día en ochenta mundos"

DESDE LOS AFECTOS


Cómo hacerte saber que siempre hay tiempo?

Que uno tiene que buscarlo y dárselo...


Que nadie establece normas, salvo la vida...
Que la vida sin ciertas normas pierde formas...
Que la forma no se pierde con abrirnos...
Que abrirnos no es amar indiscriminadamente...
Que no está prohibido amar...
Que también se puede odiar...
Que la agresión porque sí, hiere mucho...
Que las heridas se cierran...
Que las puertas no deben cerrarse...
Que la mayor puerta es el afecto...
Que los afectos, nos definen...
Que definirse no es remar contra la corriente...
Que no cuanto más fuerte se hace el trazo, más se dibuja...
Que negar palabras, es abrir distancias...
Que encontrarse es muy hermoso...
Que el sexo forma parte de lo hermoso de la vida...
Que la vida parte del sexo...
Que el por qué de los niños, tiene su por qué...
Que querer saber de alguien, no es sólo curiosidad...
Que saber todo de todos, es curiosidad malsana...
Que nunca está de más agradecer...
Que autodeterminación no es hacer las cosas solo...
Que nadie quiere estar solo...
Que para no estar solo hay que dar...
Que para dar, debemos recibir antes...
Que para que nos den también hay que saber pedir...
Que saber pedir no es regalarse...
Que regalarse en definitiva no es quererse...
Que para que nos quieran debemos demostrar qué somos...
Que para que alguien sea, hay que ayudarlo...
Que ayudar es poder alentar y apoyar...
Que adular no es apoyar...
Que adular es tan pernicioso como dar vuelta la cara...
Que las cosas cara a cara son honestas...
Que nadie es honesto porque no robe...
Que cuando no hay placer en las cosas no se está viviendo...
Que para sentir la vida hay que olvidarse que existe la muerte...
Que se puede estar muerto en vida..
Que se siente con el cuerpo y la mente...
Que con los oídos se escucha...
Que cuesta ser sensible y no herirse...
Que herirse no es desangrarse...
Que para no ser heridos levantamos muros...
Que sería mejor construir puentes...
Que sobre ellos se van a la otra orilla y nadie vuelve...
Que volver no implica retroceder...
Que retroceder también puede ser avanzar...
Que no por mucho avanzar se amanece más cerca del sol...

Cómo hacerte saber que nadie establece normas, salvo la vida?


MARIO BENEDETTI ( Uruguay, 1920 )

DESPEDIDA

Yo me voy porque en los "subways" no crecen los bejucos;


porque ya no huele el aire prisionero de las calles
a azafrán, ni a tomillo, ni a hembra en primavera.
Me voy porque a los parques les pusieron mordazas.
Me voy porque aquí ya no se puede reír a carcajadas;
porque los crepúsculos se compran enlatados;
porque agonizaron, inermes, los últimos rebeldes.

Me voy porque hasta los besos se encuentran censurados.


Me voy porque ya ordenaron investigar a la alegría;
porque a los niños les raptaron sus hadas;
porque a los libros los encerraron en la cárcel.
Me voy porque a la muerte la están vendiendo en cápsulas.
Me voy porque a las mujeres les rondaron el sexo;
porque al alcohol le editaron sus sueños;
porque en lugar de saúcos se cultivan barrotes.
Porque soltaron, todos, los diques del pavor.
Me voy porque en las calles tan sólo ríe el miedo.
Luis Zalamea, Colombia, 1921

LA CHILENA
Ramón Unzaga inventó la jugada, en la cancha del puerto chileno de Talcahuano: con el cuerpo en el aire, de
espaldas al suelo, las piernas disparaban la pelota hacia atrás, en un repentino vaivén de hojas de tijera.
Pero esta acrobacia se llamó "la chilena" unos cuantos años después, en 1.927, cuando el club Colo-Colo
viajó a Europa, y el delantero David Arellano la exhibió en los estadios de España. Los periodistas españoles
celebraron el esplendor de la desconocida cabriola, y la bautizaron así porque de Chile había venido, con las
fresas y la cueca.
Después de varios goles volanderos, Arellano murió en aquel año, en el estadio de Valladolid, por un
encontronazo fatal con un zaguero.
EDUARDO GALEANO ( Uruguay, 1940 )
Tomado de " Fútbol a sol y sombra "
PENSÁNDOLO BIEN
Me dicen que debo hacer ejercicios para adelgazar, que alrededor de los 50 son muy peligrosos la grasa y el
cigarro, que hay que conservar la figura y dar la batalla al tiempo, a la vejez.
Expertos bien intencionados y médicos amigos me recomiendan dietas y sistemas para prolongar la vida
unos años más.
Lo agradezco de todo corazón, pero me río de tan vanas recetas y tan escaso afán.
( La muerte también ríe de todas estas cosas.)
La única recomendación que considero seriamente es la de buscar mujer joven para la cama, porque a estas
alturas, la juventud sólo puede llegarnos por contagio.
JAIME SABINES ( México, 1926- 1999 )
GOL DE PUSKAS
Fue en 1.961. El Real Madrid enfrentaba, en su cancha, al Atlético de Madrid.
No bien comenzó el partido, Ferenk Puskas metió un gol bis, como había hecho Zizinho en el mundial del
50. El atacante húngaro del Real Madrid ejecutó una falta, al borde del área, y la pelota entró. Pero el árbitro
se acercó a Puskas, que festejaba con los brazos en alto: -Lo lamento, -se disculpó-, pero yo no había pitado.
Y Puskas volvió a tirar. Disparó de zurda, como antes, y la pelota hizo exactamente el mismo recorrido: pasó
como bala de cañón sobre las mismas cabezas de los mismos jugadores de la barrera y se coló, como el gol
anulado, por el ángulo izquierdo de la meta de Madinabeytia, que saltó igual que antes y no pudo, como
antes, ni rozarla.
EDUARDO GALEANO ( Uruguay, 1940 )
Tomado de "El fútbol a sol y sombra".

VENTANAS
VENTANA SOBRE LA UTOPÍA
Ella está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se
corre diez pasos más allá. Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré. ¿Para qué sirve la utopía? Para eso
sirve: para caminar.
VENTANA SOBRE EL CUERPO
La Iglesia dice: El cuerpo es una culpa.
La ciencia dice: El cuerpo es una máquina.
La publicidad dice: El cuerpo es un negocio.
El cuerpo dice: Yo soy la fiesta.
VENTANA SOBRE EL MIEDO
El hambre desayuna miedo.
El miedo al silencio aturde las calles.
El miedo amenaza:
Si usted ama, tendrá sida.
Si fuma, tendrá cáncer.
Si respira, tendrá contaminación.
Si bebe, tendrá accidentes.
Si come, tendrá colesterol.
Si habla, tendrá desempleo.
Si camina, tendrá violencia.
Si piensa, tendrá angustia.
Si duda, tendrá locura.
Si siente, tendrá soledad.
EDUARDO GALEANO ( Uruguay, 1940 )
Tomado de "Palabras Andantes"

¡ADIÓS FANNY!
De Simón Bolívar a su prima Fanny. Ella fue su novia cuando él tenía 20 años. Esta carta la escribió El
Libertador, en su lecho de enfermo, Santa Marta, Colombia, el 6 de diciembre de 1.830
Falleció once días más tarde.
Querida prima:
¿Te extraña que piense en ti al borde del sepulcro? Ha llegado la última aurora: tengo al frente el mar
Caribe, azul y plata, agitado como mi alma, por grandes tempestades; a mi espalda se alza el macizo
gigantesco de la sierra con sus viejos picos coronados de nieve impoluta como nuestros ensueños de 1.805;
por sobre mí, el cielo más bello de América, la más hermosa sinfonía de colores, el más grandioso derroche
de luz...
Tú estás conmigo, porque todos me abandonan; conmigo en los postreros latidos de la vida, en las últimas
fulguraciones de la conciencia. ¡Adiós Fanny!
Esta carta llena de signos vacilantes, la escribe la misma mano que estrechó la tuya en las horas del amor, de
la esperanza, de la fe; esta es la letra escritora del decreto de Trujillo y del mensaje al Consejo de Angostura.
No la reconoces, ¿verdad? Yo tampoco la reconocería si la muerte no me señalara con su dedo despiadado la
realidad de este supremo instante. Si yo hubiera muerto sobre un campo de batalla, dando frente al enemigo,
te daría mi gloria, la gloria que entreví a tu lado, a los campos de un sol de primavera.
Muero despreciable, proscrito, detestado por los mismos que gozaron mis favores; víctima de intenso dolor,
presa de infinitas amarguras. Te dejo mis recuerdos, mis tristezas y las lágrimas que no llegaron a verter mis
ojos. ¿No es digna de tu grandeza tal ofrenda? Estuviste en mi alma en el peligro; conmigo presidiste los
consejos de gobierno; tuyos fueron mis triunfos y tuyos mis reveses; tuyos son también mi último
pensamiento y mi pena postrimera. En las noches galantes del Magdalena vi desfilar mil veces la góndola de
Byron por los canales de Venecia, ¡en ella iban grandes bellezas y grandes hermosuras, pero no ibas tú:
porque tú has flotado en mi alma mostrada por níveas castidades!
A la hora de los grandes desengaños, a la hora de las íntimas congojas, apareces ante mis ojos moribundos
con los hechizos de la juventud y de la fortuna; me miras, y en tus pupilas arde el fuego de los volcanes; me
hablas, y en tu voz oigo las dianas inmortales de Junín.
Simón Bolívar
cuando está apagada no se puede leer.

On the road

Letreros y señales
casuchas como pequeños altares
donde se recuerdan
unas pequeñas tragedias.
Supuestamente llegaremos a algún lado
si seguimos adelante.

Nunca me he sentido tan feliz


viajando esta mujer y yo
por las carreteras.
No temo, a ella el miedo
se le cuela despacio por la nuca.
Va tan silenciosa, tan atenta
que a voces olvido que existe:

-Sabes -dice ahora- para no estropear


las cosas enterraremos a esos perros
que aparecen siempre al costado de la ruta.
Lo haremos con bastante ceremonia,
nos vestiremos de negro
diremos oraciones
y habrá flores de esas "ojo de perro".

Muy apropiado -pienso-. Lloraremos


lo que la razón permita.
Y si además llueve despacio
yo lamería sus manos y todo
sería perfecto.

El centro del desastre


I

Y ahora vienes a mí
ni siquiera en carne
en cuerpo en manos
en esa sombra apenas
que ni alcanza a preguntar
menos a saber
que ni palabra es
ni llamado al lecho:
hija ven
bajando la frente
levantando las manos
apartando esos tubos de hospital
y los monitoreos y susurros
y ojos furtivos y voces acarameladas.
Ven.

II

Querido caballo:
¿Te acuerdas de mí?
¿sientes todavía mi peso en tu espalda
mis manos cerradas en tu cuello
la nuca entre mis muslos flacos?
¿Ibas a dejarme caer? ¿Ibas a dejarme caer?
¿Sabías que ibas a dejarme caer?

Y ahora vienes a mí
¿acaso no te has muerto ya?
¿acaso no me he muerto?
Inclinando la cabeza a un lado y a otro
como las bestias para comprender.
se derrumban lentamente ante los ojos, viajan
al fondo de la tierra. Está probado.
Y no hay filosofía que compense
tanta obra inútil tanto desamparo.

Allí, en el centro del desastre


estos últimos 100 años
entre automóviles y rutas y tanta
ruina humana organizada:
pasé años sin ver a mi padre.
Menos años (pero años)
que ni siquiera pensé en él y hoy
(fiel a su naturaleza)
me sorprende por la espalda.

II
Ayer, mientras llovía, después de tanto tiempo
recordé mis manos pequeñas atadas a un árbol.
¿te volveré a encontrar, lívido y quieto
en la calle, bajo esa horrible luz?
¿Veré el límite, el ángulo, la puerta?
¿te llamaré para que me sostengas?
Porque vienen esas piedras a besarme la frente
(como los padres o los judas)
y estos pobres huesos de pájaro se quebrarán
(te lo aseguro)
Es que soplan aquellos vientos
que también derrotan al dolor.
Entonces, te sacas la muerte
de la boca y nos alimentas.
Eso no está bien y si de nuevo
me preguntas por tu nombre,
por si haces lo correcto
tendré que decirte la verdad:
matar a los padres / comerse a los hijos
Eso no está bien.

Cicuta

Rodeados del cuerpo de todos los días


con la sed y el hambre de todos los días y la muerte
pendiente acostumbrada sobre toda cabeza
Inventamos nombres, carne ajena
inventamos ríos por inventar ciudades.
Buscamos lo que no encontramos.
Por ejemplo yo busco palabras
palabras y formas en las nubes.
Pero cada esfuerzo es un engaño a la conciencia
Sócrates (otro ejemplo) es mortal
y ser mortal viene antes que el veneno.

Wallace Stevens

La casa estaba en silencio y el mundo en calma

La casa estaba en silencio y el mundo en calma.


El lector convirtióse en el libro; y la noche estival

Era como el ser consciente del libro.


La casa estaba en silencio y el mundo en calma.

Las palabras fueron dichas como si no hubiese libro,


fuera de que el lector inclinado sobre la página

deseaba inclinarse, deseaba ser


el erudito para el cual su libro es real, para el cual

la noche estival es como una perfección del pensamiento.


La casa estaba en silencio porque debía estarlo.

La quietud era parte del significado, parte de la mente:


el acceso a la perfección de la página.
Y el mundo estaba en calma. La verdad en un mundo en calma,
donde no existe otro significado, él mismo

es calma, él mismo es verano y noche, él mismo


es el lector inclinándose hasta tarde y leyendo allí.

Humanidad hecha de palabras

¿Qué seríamos nosotros sin el mito sexual,


el humano ensueño o el poema de la muerte?

Castrados en un amasijo hecho de luna. La vida consiste


en proposiciones acerca de la vida. El humano

ensueño es una soledad en la cual


componemos estas proposiciones, desgarrados por los sueños,

por los terribles sortilegios de las derrotas


y por el miedo a descubrir que derrotas y sueños son uno.

La raza entera es un poeta que escribe


las excéntricas proposiciones de su destino.

Estudio de dos peras


I
Oposculum pedagogum.
Las peras no son violones,
desnudos o botellas.
No se parecen a ninguna otra cosa.

II
Son formas amarillas
compuestas de curvas
combándose hacia la base.
Son toques rojos.

III
No son superficies planas
de curvados perfiles.
Son redondas,
ahusadas en el vértice.

IV
Tal como están modeladas
hay porciones de azul.
Una tiesa hoja seca cuelga
del vástago.
V
El amarillo resplandece,
brilla en distintos amarillos,
limones, verdes y naranjas
que florecen en la piel.

VI
Las sombras de las peras
son burbujas sobre el verde mantel.
Las peras no se ven
como el observador quiere.
Trece modos de contemplar a un mirlo

I
Entre veinte nevados montes
lo único móvil
era el ojo del mirlo.

II
Yo era de tres opiniones,
como un árbol
sobre el que se posan tres mirlos.
III
Giraba el mirlo con los vientos otoñales.
Era su breve papel en la pantomima.
IV
Un hombre y una mujer
son uno.
Un hombre y una mujer y un mirlo
son uno.
V
Yo no sé qué preferir,
si la belleza de las cadencias
o la belleza de las alusiones,
el silbido del mirlo
o lo que sigue.
VI
Los carámbanos cubrían la amplia ventana
de cristales bárbaros.
La sombra del mirlo
la atravesaba, de un lado a otro.
El estado de ánimo
trazó en la sombra
un motivo indescifrable.
VII
Oh tenues hombres de Haddam,
¿por qué imagináis a pájaros dorados?
¿No véis cómo el mirlo
anda entre los pies
de las mujeres que os rodean?
VIII
Yo sé de nobles acentos,
y lúcidos, inevitables ritmos;
pero sé, también,
que el mirlo está implicado
en lo que sé.
IX
Cuando el mirlo se perdió de vista
señaló los límites
de uno de los muchos círculos.
X
A la vista de los mirlos
volando en una luz verde,
aun los alcahuetes de la eufonía
gritarían agudamente.
XI
Viajó por Connecticut
en un coche de cristal.
Una vez el miedo lo traspasó,
al confundir la sombra de su equipaje
con mirlos.
XII
El río se mueve.
El mirlo debe estar volando.
XIII
La tarde entera fue ocaso.
Nevaba
y seguía nevando.
El mirlo se posaba
en las ramas del cedro.

El vaso de agua
Que el vaso en el calor se fundiría
Y que el agua en el frío se volvería hielo,
Demuestran que este objeto es tan sólo un estado,
Uno de muchos, entre dos polos.
También lo metafísico posee esos dos polos.

El vaso está en el centro. La luz


Es un león que ha bajado a beber. Allí,
Y en ese estado, el vaso es una charca.
Tiene rojos las garras y los ojos
Cuando la luz desciende a humedecer su quijada espumosa.

Y en el agua se mueve la cizaña arrancada.


Y allí y en otro estado –los reflejos,
La metaphysica, la zona plástica de los poemas,
Estallan en la mente. Pero, gordo Jocundo,
Que no te inquieta el vaso sino el centro.

En el centro de nuestras vidas, este tiempo y día,


Es un estado, primavera entre políticos
Que juegan a las cartas. En un pueblo de indígenas
Uno quisiera descansar. Entre perros y estiércol
Seguiría luchando con las propias ideas.
La casa estaba callada y el mundo estaba sereno

" La casa estaba callada y el mundo estaba sereno,


el lector se convirtió en libro; y noche de verano.
Era como el ser consciente del libro.
Las palabras eran habladas como si hubiese libro,
excepto que el lector se reclinaba sobre la página,
quería reclinarse, quería tanto ser
el escolar para quien el libro es verdad, para quien
la noche de verano es como una perfección del pensamiento.
La casa estaba callada porque debía estarlo,
el silencio era parte del significado, parte de la mente,
el acceso de perfección a la página,
y el mundo estaba sereno. La verdad en un mundo sereno,
en el cual no hay otro significado, el mismo
está sereno, el mismo es verano y noche, el mismo
es el lector reclinado tarde y leyendo ahí "

Re-Declaración, de Romance

" La noche no conoce de los encantos de la noche,


es lo que es como yo soy lo que soy,
y al percibir esto me percibo mejor a mi mismo,
y a ti. Sólo los dos podemos intercambiarnos
el uno en el otro lo que cada uno tiene para dar.
Sólo nosotros dos somos uno, no tú y la noche,
no la noche y yo, pero tú y yo, solos,
tan solos, tan profundamente por nosotros mismos,
mucho más allá de las soledades casuales,
esa noche es sólo el panorama de nosotros,
supremamente verdaderos cada uno a si mismo,
en la pálida luz que cada uno sobre el otro dirige. "

Soliloquio final, de El amante interior

" Fuera de esta misma luz,


fuera de la mente central,
nosotros hacemos una morada en el aire del anochecer,
en el que estar ahí juntos es suficiente. "
.

Liliana Lukin
Selección de poemas

Liliana Lukin nació en 1951 en Buenos Aires. Se graduó como Licenciada en Letras en la Universidad de
Buenos Aires. Fue asesora literaria de la Fundación Noble del Diario Clarín, donde organizó los Encuentros
de Escritores que posteriormente compiló bajo la Edición Narrativa Argentina. De su autoría son los
siguientes libros:
Abracadabra, 1978;
Malasartes, 1981;
Descomposición, 1986;
Cortar por lo sano, 1987;
Carne de tesoro, 1990;
Cartas, 1992;
Las preguntas, 1998;
Retórica erótica, 2002;
Construcción comparativa, 2003;
y un estudio sobre la literatura amorosa epistolar desde el siglo XII al XX.
De Malasartes

PARAÍSO PERDIDO

Estamos condenados.
No supimos crear el olvido.

VISITANTE

La señora, la bella señora


de la ventana
está como encendida.
La señora aletea
esta mañana
contra el vidrio de la oscuridad:
una mariposa en celo.
Los ojos que la ven se extrañan
de sus cabellos al viento
porque todo está calmo
como su cuerpo desnudo,
sólo se mueven los ojos
que la ven
y lloran
porque la señora
está tan transparente
en la mañana
y hace daño.

CARNE VIVA

Estaban aquí.
Reían hacían sombra
eran reconocidos
por sus pisadas
su voz despertaba
ecos
más o menos profundos
ahora
sus pasos
nunca más
desde el fondo
la incertidumbre
devora
lo que nos queda
de ellos
nombres ahora
sonoros
como una música
impensable
como una sal
lo que nos queda
de ellos
penetra en heridas
que no sangran ni cierran
ni hacen dolor
están ahí
donde ellos
sin sospechar
hacían sombra
reían
eran
reconocidos
encontrados
puestos a
desaparecer.

De Descomposición

PANDORA HUELE

una palabra
si se guarda mucho tiempo
larga heces
materias hirientes
al ojo y al oído
humedades
hace
sangre por varias de sus partes

no se pudre
dada su condición
de testigo de cargo

pero apesta

LA BOCA

el silencio que has hecho


hondo y dulce
deja babas
sangre seca
sobre la curva
de lo callado
que hunde y no
penetra
el silencio que haces
hondo
deja babas
envuelve
con delicadeza
no da paz

UN NÁUFRAGO ACABA DE NACER

parecen cuervos
esos dedos
agitándose
sobre el agua
anclas mordiendo
esos círculos hondos
que miran el oleaje

nada
hace pensar
en un ahogado

pero nadie
tiene olor
a tierra
junio, 1982

las aguas que los muertos


dejaron de beber
corren más lentas

los muertos que no están en su lugar

tanto silencio
descompone

II
al tacto asco será
inútil será
tocar no da exhumar no es
todo
alrededor tierra
pedacitos que sucumben aún
no hacen final
hablan

alrededor de lo vaciado
pierna en pedacitos
manto de / ojos que no ven / corazón
los que no están

en su lugar descomponen

De Cortar por lo sano

si yo hubiera visto
la retina dejaría de ser
un instrumento
ahora habría en ella una marca
el hueco que su cuerpo imprime
en la pulida lente

despojar de palabras —es la idea—


estos despojos que no se ven
que aquí no quede nada
nada nada
salvo esa costra alrededor
de la figura —en la córnea—
la materia torturada
que un deseo
pueda conservar

debe haber caído: la mano abierta


guardando en el centro asco de sí
saliva de la costumbre alrededor

debe haber visto


la miseria del acto
que no mejoraba la vida
una pierna arqueada levemente
cayendo según
la gravedad
habrá modificado las sombras
el testimonio
que la superficie ofrece

la tristeza: un esfuerzo inútil


sobre la pequeñez de las formas
donde las palabras ensayan componer

la historia es
un cuerpo sin explicación sobra la escena
su carne expuesta
al amor y la duda

El Lugar

que engendrará leyendas


en relación inversa a la posibilidad
de tocar su rostro por última vez

había pronunciado palabras


que tomaron cuerpo en otro paisaje
y su sombra proyectaba en mí
la posible memoria de estos días

él pronunciaba y yo recuerdo
y ese gesto nada significa
a la luz de los hechos:
hasta la disposición de los objetos
inocua y en el fondo del cuadro
es ahora un vago color
el volumen que modula mi sabiduría
acerca del pasado

había pronunciado es una idea


en realidad él dijo
y yo me alimentaba de esas aguas
con un deseo sin paz que ya olvidé

él pronunciaba y yo recuerdo

y ésta es la cuestión de la muerte


De Carne de tesoro

cumple

cayendo en tul de plumetí


la serpentina
sarcófago de la tarde esas cuatro torres
y en el medio: patio de leche ornado por la fiesta

serpentinas papel crepé guirnalda el aire


un techo de figuritas huecas sobre el juego

agudo jirón de piernas tristes y


esa mancha escondida en el charol
media de puntillas y el vacío del cuerpo:
algo de ya estar solos en la hebilla

la madre se afana el padre mira


tocados de cotillón para reinar la mesa:
utilería de canapés el reino

simulacros la condición:
alegría alegría

risitas murmullan gritos gritan


ay se nombra el goce
pozo de la piedad esas cuatro paredes

los hermanos bailan posando delgadeces


de edad: ausencias
sobre escenografía dísnei a la témpera
según pasan los años
cartulinas que tapan el descascare de la cal

cayendo en serpentina sobre el patio

que los cumplas feliz

Espina

esa tarde de castigo espiando


el juego de otros hace virutas
fino polvillo de amor en la penitencia
que de lo recordado ensucia márgenes:
el vano de una puerta
medio ojo en la pena y medio
en la sombra de la madre
vista desde adentro inclina
lo recordado hacia la luz: los otros
en risa de movimientos
(vida sin pausa ante ese ojo)
mientras allí en el ojo crece
la carne de un tesoro atroz

un cuerpo dócil a la disciplina


se preserva en la ensoñación
de chiquito hace virutas del amor
polvillo fino hace
y tararea

El Sueño

persigue lento
su dulce objetivo que está en vida

hace sombra donde se apoya


la madre al parir huele
el deseo: una orina vieja
que a nadie
dará de beber

él sabe y persigue
con amor no exento de mentira:
olores quedan cuando lo real
gobierna en pie
royendo

falta que hace: su gangrena


anotando amorosa
lo que no despierta: ¿lugar?
¿superficie del cuerpo?
¿cultivo: no rosa ni ortiga eneldo?

obesidades de la memoria
secretan
jugos que a nadie dan paz
úlceras en lo liso
apetitos: soñar más
la misma secreción:

allí se vive
drenando
una condena que a nadie
dará de comer

De Cartas

CARTA II

mi querida: me dije algún poema tiene que haber


porque hay tanto ruido en el país
y en estos días las metáforas se cumplen

ya casi no hablamos más


que de nosotras: metonimias de un paisaje de guerra
o pequeños predios donde cultivar imágenes de sí

querida: se disuelve mi dogma a medida que amo


y aunque mi dogma sea de una especie razonable
padezco los efectos de esta fatal transformación:

no sé nada ya de aquello que era


pero no olvido tampoco cómo era aquello ser

una foto de otra época me muestra como a una muchacha


a la que he conocido: mi nostalgia de ella es infinita
aunque me diga que todo está muy bien y
aunque sea cierto que todo está (muy bien) ahora

algún poema tiene que haber me dije: en lugar


de una certeza siempre hay un poema
y en lugar de un poema siempre estoy
escribiendo cartas como un náufrago al revés:
no corro peligro más que de mí y el mundo
es una isla en la que sólo puedo sumergirme

mi querida en estos días


en que la filosofía es un murmullo de la edad
sos el ruido de un país en predios secos
donde un poema sería agua de beber

CARTA XV

mi querida: cada hombre pide otra cosa


y me pregunto si al repartirse como el pan
una no está en el mejor lugar: la boca de otros

ese hombre me ha pedido una carta:


¿ necesita o sólo pide para gozar de mí?
estar en la boca de otros mientras una
no está más que en su cueva rumiando
(he sido herida por un ojo pequeño en la luz
pequeños roces del amor diverso que se arma
relatos que no abandonan ni cuerpo ni cabeza
siempre la herida es lo que parpadea)

cada hombre pide otra cosa y una no está


para estos trotes una está para una
manera de repartirse como el pan: endurecida
por la exposición al aire el tiempo que hace

y ese hombre ahora ha pedido una carta:


yo le escribo ésta para vos donde está ausente
y espero de la escritura un buen camino
yo le escribo y me pregunto si al repartirse
como el pan masticada y nutricia
una no está en boca de todos que es el mejor lugar

CARTA XVI

mi querida: los hombres nos envidian el penetrante


juego de intimidades sucesivas: los ensordece
el murmullo de palomas que cambiamos
insomnes y ligeras por sobre toda obligación

envidian la obscenidad de nuestros juegos


contar y llorar como hijas de la misma madre
(que hubiéramos compartido los baños y las camas)
o como madres a punto de parir (casi desnudas
y hablando de un dolor parecido)

los hombres es sabido nos envidian


el impenetrable clima de las risas oblicuas
(como de amiguitas a la siesta en el zaguán)
y esa falta de vergüenza al mostrarnos las llagas
o hacerse vestir o acariciar el alma una por otra

ellos no saben cómo hacer para podernos


distraer de nosotras llamarnos la atención
es su pasión y su calvario: tan fuertes
somos en nuestro pacto el motivo de su deseo

desesperan de nosotras pobrecitos


y amados como el otro de nosotras sospechan:
la insuficiencia de ese modo de amar
ellos quisieran ser una más y nos envidian
lo impenetrable (el resto de adolescente que se deja
tocar sin perder nada) ese poder de ubicuidad
que nos concilia con el infierno en un salón del paraíso

en esta lucha por el amor de cada día


ellos no saben de nuestra necesidad y nos envidian
y aunque les juremos que nos son imprescindibles
sabrán que en esa frase hay una trampa:

ser el otro de nosotras es poca cosa


y ellos siempre querrán ser una más

CARTA XXXII

mi querida: en los hombres no se puede


confiar
ellos en una ciudad desconocida
no sabrían cómo encontrarnos
en cambio nosotras
persistentes y sin resignación
haríamos de la búsqueda un destino

De Las preguntas

la vida como un gasto: dilapidación gozosa


¿una poética del derroche para los que quieren garantía?

¡ah! los avales que demanda la conciencia ajena


para la que todo gasto es una pérdida
y todo exceso pide reparación

¿es que no han entendido nada de la vida? ¿aún?


¿y temen más de lo que disfrutan todavía?

veamos ¿acaso hay algo más comunicante


que la ternura de los cuerpos? ¿acaso
“no es bastante ser la fiesta de otro”?

¿y la alegría del hacer no es la misma


al escribir que al acariciar?

2
¿son restos de nuestra cena debajo de la mesa?
¿sobre mi alfombra tu pan descansa de nosotros hoy
tan lejos de lo que decías —querido de mí— de ti?

¿cómo entonces? como entonces mi plato acompañada ahora


de las migajas y sonrío a esa imagen: ella me provee
acude a mí a cambio de la verdadera tristeza y así
es mejor para saber dónde estás

de mí te lo he mostrado todo lo que podías esperar


y aún lo que no he podido (porque no podías) sabés ya
que está a la espera ¿qué más? ¿cómo entonces? ¿dónde
ser para que tu libertad no se divida? ¿debajo de la mesa?

“querido lo sé todo aquello que va hacia ti pero


para muchas cosas es demasiado temprano. Algo en ti debe aún
acostumbrarse a mí” ¿eso?
¿y si demasiado temprano es a poco demasiado? tarde puede
tu pan caer sobre mi cena amor tarde puede ser en la noche

¿tan lejos de lo que decías querido de mí es posible estar?


¿o no he escuchado bien por la alegría? ¿cómo entonces allí
estaba tanta? ¿qué hacer sino escribir? ¿darte la mano?
¿darte la mano y escribir? si quisieras ah si quisieras
lo que decías de ti otro cantar sería en verdad

debajo de la mesa se cruzaban anoche nuestros pies


hoy miro la imagen que he escrito más arriba: ella provee
para mi tristeza un lugar donde posarse ¿es suficiente para mí?

¿y qué si ellos no saben leer


y nada adivinan que haga de su inocencia un don?

¿esperar otra vez que los tiempos den frutos


y detener el gusto de morder allí
donde una verdadera pulpa
se ofrece sólo a nuestros ojos?

¿trabajar en contra del movimiento


no creará una paciencia que oxide
la articulación de la alegría?

De Retórica erótica*
* Retórica erótica está diseñado con los poemas caligrafiados por la autora, y fotografías de mujeres
desnudas de entre 1858 y 1940, sobre las que se escribieron los textos. (Nota del editor)
1

Cuando el don arde en el espejo


ella es ambas para él,
que la ha tomado en su ser de granada,
que la ha sabido tomar sólo viéndola
desgranar su vocación igual al
sueño. Ella es ambas para él, una
de cada lado de la vida. El las toma
sin saber cuál es el lado en que esa
danza tiene lugar, no tiene lugar.
Como no sabe, poco pregunta y así,
aún teniendo todo el ser, ella no estalla,
él hace que cierre esas bocas, alas,
el estar doble, el estar desplegada.
El la toma sin saber quién es.
Como ya no sabe, decide no saber,
para tomarla más. Ella no sabe de él más
que eso, ignora, entonces, tanto como él.
Pero no es algo que haya decidido.
Es la ley del Don.

El declive de su pecho es una figura


que su ánimo convoca para el sesgado
equilibrio de la cabeza: así el collar
circunda y cae sin dañar su fragil
idad: la fuerza.
De mirarla mirar: atrevimiento, le
dice, atrevida, y ella sabe que el crimen
se paga.
En lo breve de un anillo que desliza de
su dedo en el de él: el dedo en el anillo
como él en ella, simultáneos...en lo
breve del doble anillo, doble misterio
desenmascarado, su condena se cumple.
Tanto cuerpo y tan poco,dice ella,y lo mira
espiándole el nacimiento del lenguaje.
El no tiene, allí, más que una leve
septicemia de infelicidad.
Curaría ella su gravedad, haría de la
gracia el acto que entrara uno en otro,
como el anillo en el dedo elegido.
Atrevida en su falta de miedo, disfraza
la falta, se disfraza, a cambio de nada,
del fuego de la infancia, de nada, del
ardor y la risa sobre la piel desnuda.
en tanto, el cuerpo y la palabra son uno
para ella: dice dolor, y no puede
soportarlo y amor dice y se le hace
agua la boca.
Atrevida, dice él, adorando lo oblicuo
a la altura de sus ojos, la cintura
con que ella le funda un lugar.

De Construcción comparativa

Como un instrumento musical


pequeño —una armónica—
cabe entre las manos
y es el calor del aliento
el suave aliento pasando
lo que le dibuja melodías

así brillante en huecos alineados


según la simetría de un panal
se desordena y posa
la idea de la cosa
que es mi cuerpo
cuando supone amar.

Como una armónica


que imprevisible gime
latiendo más alto
de lo que se espera escuchar
y desciende —hiende— al murmullo
del deseo de una música

así en el hueco de las manos


—los labios penetrando en el metal—
vibro del aire porque no es sólo aire
y el temblor de los dedos
y la presión de las palmas
hacen de mi carne carne
y de mi respiración dulzura
soplos en el silencio
que buscan no desamparar

III
Como una constelación
que vista desde la tierra supone
brillo y quietud - destello y suspensión
pero hormiguea y gira
acomodando su sonido
a un disimulado frenesí
así: clarísima y autónoma
sin detener nunca
cuerpo ni pensamiento
—el pensamiento del cuerpo—
actuando sobre un espacio
de sombra y luz
para sostener en el vacío
la consistencia
de polvillo
su carne estelar: piedra
en el aire
fuego en el centro
de la piedra
equilibrio para dibujar
a la mirada formas
y mitos a la imaginación

como una constelación


inventa su plenitud
en la armonía así
deviene ella misma su estar
en la órbita de astros y satélites

ni necesaria ni inútil
su belleza no es otra
que la que figura una lente
(a miles de kilómetros) al ojo
deslumbrado:
una nueva
combinación de cristales
donde lo real —otra vez—
brilla por su ausencia.

XX

Como una esclava


en el tobillo
de una mujer libre
adorna y sólo marca
el contorno del brillo
pero es
el cuchillo del deseo
para el dueño
de un deseo de tobillo

así ella
dueña de su contorno
brilla en el adorno

y en la doble
esclavitud
de su ajorca y su tobillo
está su libertad
como una esclava.

María Negroni
Poesías

María Negroni
nació en Rosario, en 1951. El conjunto de su obra poética comprende: De tanto desolar (1985); La jaula bajo
el trapo (1991); Islandia (1994); El viaje de la noche (1994); Diario Extranjero (2000); Camera delle
Meraviglie (2002), La ineptitud (2002). Sus ensayos publicados son: Ciudad Gótica (1994), Museo Negro
(1999), El testigo lúcido: La obra de sombra de Alejandra Pizarnik (2003). Editó también la novela El sueño
de Ursula (Seix-Barral, Biblioteca Breve, 1998) y un libro en colaboración con el artista plástico argentino
Jorge Macchi, Buenos Aires Tour (2004). Tradujo, entre otros, a Louise Labé, Valentine Penrose, Georges
Bataille, H.D. y Charles Simic. Obtuvo la beca Guggenheim en poesía (1994), la beca Fundación
Rockefeller (1998) y la beca de la Fundación Octavio Paz (2002). Su libro Islandia recibió el premio del
PEN American Center al mejor libro de poesía en traducción del año (Nueva York, 2001). Actualmente
enseña Literatura Latinoamericana en Sarah Lawrence College, Nueva York.

DE TANTO DESOLAR

ESCASO MARGEN
duele-la-cabeza o puño-en el estómago
a la que intenta ser
centella
se atolondra
habría que cortar de cuajo
té-de-boldo ojos-de-lince

ya no sirven conciliábulos
pura batahola
lo que duerme
en un estuche
para violín o fuelle

INOCENCIA: SEGUNDA ÉPOCA

cambiar
cristales para mirar
lo tan revuelto
abrir compuertas
entonces manos
sobre talón figura
sobre cadera cuellos
empaste del cual
fugarse
que es como decir
mentiras
a lo niñito de uno
desprevenido
tan cantando

DE TANTO DESOLAR

de tanto desolar tus ojos


atan cabos
bajo palabra cosa
bajo cosa qué
si apenas ven
no consuelan tampoco
cuerpito frío ajeno
harto de girar
bajo palabra qué
si no ven
van como enaguas
pegadas a las cosas
atan cabos
tus ojos
de tanto desolar

IMAGO MUNDI

a Marguerite Duras

con el correr del tiempo los actos sus despojos


infracciones de quién
hacen ruido en las habitaciones

todo es provisorio
a menos que un
portazo
devuelva el calor del caos

el hilo (el golpe)


no importa a qué
conduzca
ni quién lo manipule
importa la danza en círculos
como cuervos

SIMULACRO

algún lugar que duele pero dónde


la miro vertical por las agallas
qué no diera
por bajar
la guardia y la
dulzura quieta y
entrarla
sin que tropiece o caiga
lo rotundo
(su incúbito dolor)
sólo a medias
huyéndome

DE PURA HUMANIDAD

acabado el miedo qué


cómo saberse
sin muñón o
desespero
si esto que
crezco que
descreo
no más que pedazos
del mundo sin coser
qué certeza deja atrás
esta miseria
vagamente igual
a mí

Sandro Barrella es poeta, periodista cultural y librero. Ha publicado "El álbum de Pascal" (Ultimo Reino,
1996) y, próximamente, Ediciones de la Danza editará los poemas de "El golf".

PALABRAS PRELIMINARES
Sobre mi poesía
a. Como alguien dijo -alguien seguramente conocido y ya muerto-, "todo está dicho y llegamos demasiado
tarde". De ahí que hablemos por boca de otros y sobreescribamos un poema infinito que nadie alcanzará a
leer sino de a pedazos. ¿No es esa la primera limitación que debemos asumir? Lo nuestro es escribir entre
comillas, citar, aún no sabiendo que citamos: "una cita es una cigarra, no calla nunca, retiene el aire y no lo
suelta" decía.... Extraña cosa es que encontremos placer en una charla, siempre interrumpida, fragmentaria e
incompleta, pero ¿no es eso el lenguaje poético: interrupción y reinicio? Entablamos un diálogo que se había
roto por siglos o instantes, cambiamos de dirección hacia el silencio, desalentados, satisfechos, metafísicos o
simplente triviales, y con todo ello, alimentamos esa larga amistad, esa "pura alegría" horneada en el fuego
lento del dolor. Masoquismo literario y generosidad complacida ante el espejo del poema. Y siempre, una
ruta de inicio, una ilusión desvanecida de la belleza, que da trabajo imaginar ante lo que no logramos. Ahí
me reconozco y "soy otro".

b. La tarea del poema conduce muy lentamente –toda una vida- a una relación particular con las cosas, un
modo de tratarlas y, sobre todo, de sentirlas y pensarlas: "Esa inteligencia ardiente" que "puede tomar y
consumir una zona de la realidad e iluminarla"... Nunca hubiera sido posible ese mundo sin el texto. El
poema devuelve una experiencia de la que no sabíamos del todo, o mejor aún, es la experiencia misma en
perpetua aproximación. Y ¿si algo se aproxima, no es que hay una distancia y "la distancia no es la belleza
del alma"? Es ahí, ahora, que "el creador legítimo tiende a ponerse a un costado de lo creado", y toma
distancia. El pronombre vos en lugar de tú, la mirada asombrada y no el aburrimiento ante lo cotidiano, la
ironía como resistencia contra la resignación, la naturaleza tan lejana en el vecino gorrión... Todo esto se
aproxima al lugar del que el autor se aleja. Y ocurre que, otra vez, Titiro y Melibeo hablan de Roma...

c. "Un terremoto contínuo o una fiebre eterna" no permiten ni siquiera el pulso para afeitarse tranquilo. Por
eso mismo, no es cierto que el sentimentalismo concesivo, ni las pequeñas diferencias narcisistas puedan
considerarse una emoción poética legible: esa posibilidad del poema -a veces de un solo verso- de sacarnos
de nuestro lugar, de destrozar todos los refugios. El trabajo transpirado con las ideas y con el lenguaje
artesanal –por más realista o surrealista que fuere- necesitan de una inteligencia serena. "Es peligroso dejar
escrito lo que está mal escrito".

d. La época y la poesía, el lenguaje y la historia, la naturaleza y el hombre son problemas, no temas.


Aparecen desdibujados sobre una constelación de percepciones que empujan a hablar, pero no siempre se
concilian con las exigencias del poema. "Poesía/ es lo que se está viendo". Pero las primeras palabras de lo
que se ha visto no siempre quedan al principio del poema. Estuvieron en el final de una contemplación y en
el inicio de una meditación, pero se desplazan irremediablemente hacia otros lugares del poema, o apenas
son su evocación. Buscan siempre su "forma orgánica" entramadas a una ambigüedad que llamamos
técnicamente metáfora, imagen, metonimia, fraseo métrico, tono, música de las ideas, etc. Y la ambigüedad
es una paradoja: no cesa de aproximarnos a la extensión elástica de lo interpretable.

e. La poesía es "una complicidad que sobrevive". Resiste a pesar de todo y gracias a ese pesar. Pero también,
ríe, se burla y juega, sin que le duelan los siglos. No vale de nada solemnizarla. Ella hasta nos disculpa la
infamia de escribir.
DATOS BIOBIBLIOGRÁFICOS
Osvaldo Picardo nació en la ciudad de Mar del Plata, Buenos Aires, el 22 de noviembre de 1955.
Actualmente reside en esa ciudad, donde enseña literatura y dirige la revista y colección La Pecera de
Editorial Martin.
Libros publicados
• Apenas en el mundo, 1988
• Poemas con tu altura, Mar del Plata
• Letras en una esfera armilar, 1991
• Dejar sin ventanas la verdad, 1993
• Quis quid ubi : Poemas de Quintiliano, 1997, reeditado en 1998
• Una complicidad que sobrevive, 2001
Premios y distinciones
Fue becado por el Instituto de Cooperación Iberoamericana de Madrid, para realizar estudios en poesía
contemporánea, durante el año 1995.
Premio del Fondo Nacional de las Artes del año 2000, por Una complicidad que sobrevive, 2001
Traducciones
Tradujo en col, 2001.
Publicaciones
Ha escrito artículos y ensayos publicados en revistas culturales y periódicos del interior y de afuera del país.
Otras actividades
Fue secretario de redacción de la revista "Propuesta", del CM de Mar del Plata, entre los años 1988 y1991.
La misma volvió a editarse, bajo su dirección, desde 1997 a 1999, período en el que coordinó las actividades
del Foro Cultural del Centro Médico de Mar del Plata. Produjo y dirigió el programa radial "El Otro Lado:
diario de poesía", en 1994. Organizó el 1er. Encuentro Nacional de Poetas, Mar del Plata 1998, auspiciado
por la Secretaría de Cultura de la Presidencia de la Nación. De esa experiencia, surgió el proyecto Mapas de
Poesía Argentina, del que fue editado con subvención del Fondo Nacional de las Artes, el "Primer Mapa de
Poesía Argentina: Solicitudes y urgencias : Carpa y Tarja", con estudio preliminar del autor y antología de
dichos movimientos del noroeste argentino en el período comprendido entre 1943 y 1957.
________________________________________
Osvaldo Picardo
________________________________________
picardo@mdp.edu.ar

POEMAS
Del libro "Quis Quid Ubi", 1998

PICAFLORES
Antes de correr la cortina frente a las calas
la velocidad se congeló en el aire.
Primero fue uno borroneando las alas
en el hilo desatado ante un gladiolo.
El otro cayó al lado en rebote pausado
y giraron trenzando el tallo de la tarde.

No los habías visto hasta entonces.Luego


leíste/ que tienen corazones enormes
para el tamaño diminuto de sus cuerpos.
Y también
que mueren de quietud durante el sueño.

UN GALPÓN FRENTE A UN JARDÍN


El moscardón de panza amarilla
hace un firulete sobre una rosa
y se aquieta en un botón abrochando pétalos
con sus patas.
Aquí está el nudo fuerte, eterno.
Sujeta la densidad
de la menta.
El viejo sabe por aquel signo promiscuo
que es época de anchoita y de vientos.
En el jardín flota la página arrugada
en que a la hora de la siesta escribe
injertos y guías, márgenes del color:
tallo de lentitud.
Me escondo en el galpón entonces
para ver y escuchar.
Láminas de la luz de la mañana caen
desde los entresijos
de un techo de ruberoide
en el reino mismo de las sombras.

Las cosas estaban ahí


al fondo
frente a un jardín cuidado.
Anidaban oscuramente felices.
De tan viejas, en aspecto y ser,difícilmente
pudieran pertenecernos.
Cacerolas negras, muñecos con un resorte
flotando; agujas oxidadas en la medusa
calva de geniol; hornallas vesubianas
de la cocina económica; herramientas
con usos imposibles; botellas de Mr. Hyde
a medio llenar;
y la bicicleta

Oigo su voz
en un orden de macetas
y paisajes cambiantes:
Se inclina sobre las azucenas,
viene hacia la hoja lustrosa del limonero,
y se detiene junto a la pasionaria.
Con este viento -murmura-, la menta
no se puede dejar sin atar.

El moscardón de panza amarilla despega


de la quietud de la rosa,
planea decididamente mi cabeza de ahora
y se espanta
zigzagueando
en la densidad histórica de las cosas.

EN UN VIEJO LABORATORIO DE FOTOGRAFIA


Hay una suma de cosas en la sombra que las ventanas clausuradas
dejan crecer desde hace años. Además del piletón, la ampliadora,
el abrillantador, los frascos de ácido y la luz inactiva.Hay además
ese presentimiento, el mismo de la primera revelación
cuando la inexistencia tuvo un colapso y mil partículas
se concentraron en la historia de una sonrisa .
No es algo nuevo sino todo lo contrario, apenas si es algo.
Se parece a los bares oscuros del puerto entre putas
y algún extranjero. No se trata de palabras ni de costumbres,
hay una suma de cosas flotando como cadáveres
que nadie podrá identificar.

TERRITORIO ANIMAL EN EL JARDÍN DEL EDIFICIO


La has visto detrás de los vidrios del hall
tejiendo sus idas y venidas en el paisaje de las estaciones,
un movimiento
acompasando el otro,
sutilmente relacionados.
Poco sabés acerca de esa tarea diaria con que organiza el mundo aquel,
ignorando la propiedad privada del jardín y los oficios temporales del jardinero.
Sabés
que deja a la vista una red de senderos uniendo puntos distantes
donde bebe furtiva,se rasca obscena y defeca con prolijidad.
Sabés también
que oculta su memoria detrás del revés de sí,
anterior al espacio mismo en que la ves moverse.
Contiene -suponés, te lo impone- el secreto del universo, el big bang
de las estrellas que de noche persigue.

Decidiste un día,para tu perdición, darle de comer y desde entonces,


por razones inciertas te reconoce entre los demás,
muestra una forma descortés de gratitud
con la que te culpa de algo,
maulla detrás del ventanal al verte, como si te esperara desde mucho antes
y escapa de tu mano luego de provocar
el tacto desconcertante del deseo.
Otras veces, mientras esperás un taxi,observás su sueño,
su eternidad indiferente ahuecando la tierra.
Ese mismo lugar donde regresa desde la noche y desde el celo
con los ojos escapados hacia una contemplación sin límites.
Repite con todo eso -podrías asegurarlo-
un destino invisible
que a ella no le interesa anticipar en lo más mínimo.

Del libro "Una complicidad que sobrevive", 2001

ÚLTIMAS NOTICIAS
¿Para quién he inventado la resolana
del amarillo mar?
O ¿la carretera aburrida a través de los montes
y el baile apurado de tu pelo
con la música de una ventanilla abierta?
O ¿las hélices inverosímiles del colibrí
inverosímil?
O ¿el encuentro arrugado de violeta
en el papel metálico del amanecer?

¿Para mí solo en el parloteo infinito


de los detalles dudosos?

Persistirán después -estoy tan seguro-


las causas reveladas
en el ojo en vuelo de un empecinado insecto.
La flor apenas abierta, la basura al sol
y el deseo renovado.
¿Por qué creer en un parpadeo
y soportar algo tan viejo e innecesario?

"Te amo"me oigo decir a tu oído.


Y me veo inventando de nuevo
el mar, el amanecer, el colibrí.
O algo mejor:
una complicidad
que sobrevive.

A TURTLE´S DREAM
"And I can swim the ocean
and it´s deep and wide
and in the house above me abide"
Abby Lincoln
Como el de la tortuga es este sueño
y puedo nadar en el océano tan lentamente
ancho y profundo.
Y lo pienso y me sorprendo
de cómo ha venido a suceder.
En la lentitud habito mientras tanto,
y me hundo:
debajo está mi casa.
En las gordas burbujas que me reflejan
entre corales y fulgores sólo yo me veo.
Para ningún otro existo.

Apretado en el silencio de un puño


vacío curioseo en las cuevas. Busco
tesoros escondidos conociendo
que no existen. Algas como piernas
y elástica presunción
del revés de las aguas.
Lo demás no lo entiendo: sólo pasa.
Podría algún día soportar otro sueño
y no de esta manera
en que me olvido flotando en tus manos
la prehistórica coraza de un conciliado
reptil que bucea. Soñarme, por qué no,
pulpo ligero o calamar en su tinta.
Y si hay hambre, sopa de cangrejos
o langosta en la trágica cacerola.

No es más que abandono


enrollado
a tu almohada y hundida mi cabeza.
Verosimilitud cursi de otro reino,
insoportable de tan real e inútil.

Pero como la tortuga nadar puedo


lentamente en lo profundo y ancho.
Decir, imperdonable, por ejemplo:
naufrago dulcemente en este mar
y dejar que sólo vos me veas
tan ridículo poeta
soñando en seco.

UNA CASA
"Once it held laughter
Once it held dreams
Did they throw it away
Did they know what it means..."
T. Waits
La sala había sido construida
con las geometrías impalpables
de los cuatro vientos. Con un vestíbulo
chiquito, una escalera
de un par de peldaños y a cada lado
una pieza.
La casa fue desenterrada en Tell Madhur.
Había restos de madera carbonizada
una noche de invierno
de hace casi seis mil quinientos años.
Dos ollas pintadas, un mortero tallado,
una cuchara abandonada sobre una mesa,
una azada que hablaba del campo
amarillo de trigo.
Y esa urna debajo de la cama
con los huesos de un niño.

Habrías visto aquí una razón para vivir,


con una ventana igual a esa
a través de la cual llega el olor áspero
del agua salada con su grabado de olas.
Y enterrada como la casa, ella
-como lo sabe hacer- se habría llevado
lo escrito y lo aún sin escritura,
apretando tus piernas con sus piernas.

Hubieran reido juntos y llorado


alguna vez junto al fuego de la cocina
o ante la puerta cerrada
y sabrían lo que significa esa urna
debajo de la cama.

SAGRADAS ESCRITURAS
Un graffiti cursi en cal sobre piedra
dice "Marisol te amo".
Otro encierra
en un corazón de escudo el nombre
Florencia y...
la y de una pausa desmedida.
Se supondrá la pelea o el apuro
con que huyeron el escriba
anónimo y su amante
a las selvas del silencio.

Con las nochecitas de verano,


en los paseos enredados a la costa,
es apropiado escribir en las piedras
el testimonio durable de una situación
inconstante.
Se enfrían, al mismo tiempo,
los filamentos de la luz de las calles
cuando amanece
y también los sonidos de sus voces.
Los de esos nombres escritos
quedan largamente demorados
detrás del que oía y ahora no oye.
Lo mismo fue sobre la piel de un becerro,
el pergamino de una oveja,
el rollo de papiro o el libro,
desde el considerando,
el habida cuenta y el archívese:
Una imperfección que anda con lentitud
los caminos ligeros del momento.

Con las nochecitas de verano,


mientras el mundo, al fondo,
se vuelve una escritura repetida,
algunos, sin pensarlo, desatan la diferencia.
Una boca repite y otra besa.

ZORZAL
Los despierta o les recuerda algo
enredado en los hilos de una almohada.
Monótono de silbos, invisible
en las copas tupidas.
Se hace costumbre tanto
que ya se lo espera.
Lo ves cruzar como una serpiente
desde un tiempo anterior, brumoso,
y volvés a pensarte en la persistencia
con que el viento ensaya sin fin.
La ciudad también, con él, se hunde
entre pliegues de metal fundido y chispas.
Suelta ese olor a mar fuerte del sudeste
que te excita y repele desde que eras un chico
y lamías la sal de tu brazo
sin imaginarlo demasiado tuyo.

Desde más alto sólo verías un mapa en azul


brillando contra una mancha negra.
Una partitura. Él verá una partitura
llena de notas y rincones inapelables
donde no figuran tu cuerpo
de pie junto a la ventana
ni el de ella saliendo del baño
con la bata suelta. El vestigio de ayer,
hoy ni mañana.

Él retoma su eco. Lo vuelve a iniciar


cortito y feliz. Una y otra puntada de aire
en la costura infinita del silencio.
Sísifo. Sísifo. Sísifo
con un fondo de motores, sirenas y palabrerío.
Oye, busca al otro, puntada sin hilo,
respondiendo. Y a veces no sabe si no es él
su misma respuesta.

Inéditos

OTRA VEZ VENECIA


Por todas partes, iglesias y palacios
de un lujo descascarado que mucho importa a esta hora.

Las mareas respiran en el sembradío de los palotes


y las góndolas se acuestan recordando sobre el barro púrpura.

Una red de cosas viejas retiene chismes, pasos, agua


que va, chasquidos de dentadura en una mesa de la Piazza.

En el arco voltaico de la noche hay una trampa,


en agonía romántica se hunde la unidad flotante.

Hay una continua despedida que deshiela los puentes


y se disuelve en el gesto de un oriente imaginario.

No es el futuro, más irreal que nunca, que nos separa:


una lancha iluminada cruza el canal y el sueño.

¿A dónde se irán las imágenes de los espejos?


No es ésta tu desnudez de ayer con la quietud de una llama

tampoco hay mayor sorpresa cuando el mundo se hunde.


Venecia, 1996

TARAB DE AUSENCIA
Voló entre las cortinas al sólo lugar por vos visto,
al punto que se volvió encuentro.

Antes -que es siempre- con los ojos que te conocieron,


leyó o preguntó a los otros viajeros:
A Ziryab el pájaro negro
a Abur Bakr al Turtusi y a las no menos
enigmáticas siete mil cautivas de Barbastro.

Demoró su mano con Ben Ammar jugando


"lo blanco a lo blanco y lo negro a lo negro"
en una partida de amor desesperado.
No faltó un ciego Muqaddam de Cabra
con su collar de perlas, ni las escritas paredes
ni los ágiles acróbatas del agua,
presos en las páginas de la Alhambra.

En el salario ridículo de las palabras


dejó caer el espejo fugitivo de su lengua
en la noche blindada de la berenjena
y la dormida lujuria del damasco,
en la armadura falsa del alcaucil
y la curiosa minucia del azafrán.

Al viento, sin objeto ni camino,


en las callecitas enredadas de la Córdoba Omeya
y en los campos beduinos del Yemen
una y mil veces buscó tu cara
sin encontrarte ni perderte.

Ningún pájaro supo recordarlo


y todos, sin embargo, allá volaban.
Melilla, 1995 -1999

BLUES DE SEPTIEMBRE
es donde por vez primera me enamoré de la irrealidad
L. Ferlinghetti
Fue en este mes, en el puerto, que la viste
entrar a un café que demolieron hace años.
“En realidad no sé” respondiste cuando preguntó
por una dirección que vos conocías demasiado bien.
Y salieron juntos, caminaron por la banquina,
y cayeron en el vórtice de una irrealidad
Repitieron una ficción en que la única certeza
fue su cuerpo llenando tu boca al nombrarla.
Sin el café, pero como entonces, el mes se parece.
Sobre la cubierta de madera hecha piedra por la sal
el lobo de mar abre una noche filosa en su otra boca
y por su piel de aceite resbala la modorra del puerto.
Un barco también espera fuera del agua la reparación
hasta desaparecer entre latas y recuerdos.
Dos términos en una múltiple metáfora y un hecho sólo.
Un ahora y un ayer haciéndose el amor entre las ruinas.

UN BLUES DESPUES DE LA FIESTA


Alguien debe estar lavando todo eso, debe ahora blanquear
pisos y manteles, quitar manchas que parecían de sangre,
callar las voces de los borrachos, ordenar cubiertos
y aceptar las cosas como se presentan hasta que vuelvan
a presentarse como fueron aceptadas.
En esa clase de fiestas las huellas deberían delatar a sus invitados,
como una sombra independiente de su luz,
deberían volver del vacío de su final, entre sobras de comida,
botellas vacías y dispepsias del día que aún no amanece.
Pero en el silencio de la madrugada están apareciendo
bandadas de teros que cruzan largamente la ciudad
y también un hombre negro y sin edad
que saca algo luminoso de su maletín.
A esas horas todas las ciudades entran en la eternidad
y en la radio del taxi del que él bajó hace apenas un instante,
se oye todavía a Parsons en medio de un “time is flowing like a river”.
Es un momento después de la fiesta,
cuando todas las fechas de una vida dejan de importar como antes
y el negro apoya sus codos sobre la baranda, mira el Río de la Plata,
enciende un cigarrillo y puede ser que diga:

Siempre he sido uno de los grandes, antes que esos tipos listos que escriben
libros lo supieran y también después de que hayan dejado de decirlo, y si me
muero mañana, no encontrarás en mis bolsillos dinero suficiente para pagar
mi entierro. Pero soy Billy Swann, y cuando yo me muera no habrá nadie en
el mundo que haga sonar esa trompeta como lo hago yo

Podría decirlo pero no lo dice (está escrito en una novela de cierta fama).
El prefiere desnudar el saxo en la bruma de la costanera
y tocar como lo haría Parker o Coltrane, esta vez, sólo para sí mismo,
porque la fiesta terminó y la música sigue,
surge de una germinación de cadáveres bailando en el río
mientras los invitados duermen y la ciudad se vuelve
un cementerio sin flores.

EN UN VIEJO LABORATORIO DE FOTOGRAFÍA


Hay una suma de cosas en la sombra que las ventanas clausuradas
dejan crecer desde hace años. Además del piletón, la ampliadora,
el abrillantador, los frascos de ácido y la luz inactiva. Hay además
ese presentimiento, el mismo de la primera revelación
cuando la inexistencia tuvo un colapso y mil partículas
se concentraron en la historia de una sonrisa .
No es algo nuevo sino todo lo contrario, apenas si es algo.
Se parece a los bares oscuros del puerto entre putas
y algún extranjero. No se trata de palabras ni de costumbres,
hay una suma de cosas flotando como cadáveres
que nadie podrá identificar.

ÚLTIMAS NOTICIAS
¿Para quién he inventado la resolana
del amarillo mar?
O ¿la carretera aburrida a través de los montes
y el baile apurado de tu pelo
con la música de una ventanilla abierta?
O ¿las hélices inverosímiles del colibrí
inverosímil?
O ¿el encuentro arrugado de violeta
en el papel metálico del amanecer?

¿Para mí solo en el parloteo infinito


de los detalles dudosos?

Persistirán después -estoy tan seguro-


las causas reveladas
en el ojo en vuelo de un empecinado insecto.
La flor apenas abierta, la basura al sol
y el deseo renovado.
¿Por qué creer en un parpadeo
y soportar algo tan viejo e innecesario?

“Te amo” me oigo decir a tu oído.


Y me veo inventando de nuevo
el mar, el amanecer, el colibrí.
O algo mejor:
una complicidad
que sobrevive.
Del libro “Una complicidad que sobrevive” (2001)

VARIACIONES SOBRE UNA BIOGRAFÍA DE ONETTI


I
Onetti recorre Memphis
Te dijeron que ahí estaba la tumba de Faulkner,
pero era en otra ciudad llamada también Memphis.

Te dijeron o lo leíste
que volaban demonios sobre una cruz blanca
en un prado verde y que habría otros nombres
como en Spoon River.

Lo leíste o te dijeron que estaba muerto


pero a vos te consta -nadie te lo contó- no había tumba.
Un artista es una criatura impulsada por demonios.

Lo leiste y en la lectura solitaria -qué otra cosa-


mezclado a un nombre egipcio y a un país raro
caminaste equivocado una mañana
buscando a otro desaparecido.
II
(la vida imita a la literatura)
onetti nos destroza
“...nos hace llorar, nos pone tristes”
dice una boca de cereza de la University of Berkeley.

A veces, el tema tiene la belleza de una estatua griega,


tiene esa emoción que endulza
como un beso de bolero
y tiene esa mentira
que no es sino un recurso desesperado
con que puede tragarse el fondo más amargo.

A veces y entonces, un tipo dentro, un demonio


se sube a la mano que antes acariciaba
y desgarra y viola y asesina.

Y dice:
“es así la literatura”.

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