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Epilogo 2
Este epílogo intenta desarrollar, bajo el falso propósito de explicar por qué se escribió este
libro, la idea de conocimiento histórico y la idea de práctica histórica que se tiene en
mente y que se espera, hayan guiado las interpretaciones y la invención del presente, de
nuestro autor.
*Razones teóricas
La realidad social, dado que es producción histórica y no evolución, no sólo es
incomprensible sin conocimiento historiográfico, también es inabordable. La ausencia de
conciencia historiográfica coloca a la realidad fuera del alcance de la acción humana,
como si fuese natural y no histórica. Dejar de lado la noción de la historia como producto
de las intervenciones de sujetos sobre estructuras, convertiría al conocimiento histórico en
irrelevante, porque se estaría ante una “maduración” y no una producción. En la medida
que la historia es producción, la historiografía adquiere valor. A través de sujetos
estructuralmente situados se puede convertir en saber activo en el proceso de producción
de historicidad.
*Razones históricas
Estas tienen más bien relación con la historia particular de esta sociedad con la historia
concreta de su subjetividad colectiva. Así, hay sociedades en que la conciencia
historiográfica se transforma en una necesidad vital por las propias características de su
devenir, por su experiencia vital. De un modo genérico puede decirse que es así en las
sociedades que han vivido cierto tipo de periodos trágicos. Como, por ejemplo: Chile,
Argentina, Uruguay, etc. A todos estos países les tocó vivir la experiencia del “terror
blanco”. Todo lo ocurrido en el periodo de dictadura en nuestro país, nos hace pensar que
si las acciones del gobierno derechista fueron acciones necesarias por el bien común o
fueron impuestas para el beneficio de los mismos grupos de elite del país. Siguiendo esa
línea, más bien esa obsesión, el objetivo de este libro ha sido reconstruir la “genealogía”
de la actualidad. Para ello fue necesario proponer una interpretación del presente y luego
observar su gestación, titubeante e incierta como todo proceso histórico.
*El papel de la conciencia histórica
Detrás del modo de cómo se plantea la relevancia del libro subyace una idea de matriz.
Ella es la noción de que el conocimiento historiográfico al impulsar o favorecer la
instalación no determinística de una conciencia histórica, puede convertirse en un
instrumento de la acción histórica. El análisis histórico pasa a ser un “arma” de cambio
social. Los objetivos o fines de la acción pueden ser: A) reproducir, esto es mantener las
fuerzas inerciales del sistema, B) adaptar al sistema a nuevas condiciones provenientes
del “exterior” o del “interior” produciendo un ajuste o un “transformismo” y C)
“revolucionar” el sistema, generando intervenciones en contra de las tendencias
autorreproductoras o de las estrategias de reproductibilidad o ajuste, generando crisis o
“desquiciamiento” para abrir espacio a transformaciones. Estas últimas acotaciones
resultan indispensables para entender el Chile actual. Este Chile proviene de una
revolución capitalista que surgió derrotando el proyecto de otra, “la vía chilena al
socialismo”. Pero lo Actual ha conseguido sacralizarse, ha sido consagrado como natura.
Esa operación nos niega el derecho al futuro, a realizar la alusión borgiana “ahora quiero
acordarme del porvenir”. Mientras permanezcamos allí, en ese punto cristalizado, en este
nuevo paganismo que considera lo social como sagrado, podremos tener historia (pues
ésta nunca termina) pero habremos renunciado a la historicidad. Habremos renunciado a
la esperanza del Nuevo Mundo.