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COMPOSICIÓN LITERARIA Y CONTEXTO

1. GÉNEROS LITERARIOS
El género literario es un sistema que permite la clasificación de obras literarias de
acuerdo con criterios semánticos, sintácticos, fonológicos, discursivos, formales,
contextuales, situacionales y afines. En la historia, ha habido varias clasificaciones de
los géneros literarios, por lo que no se puede determinar una categorización de todas
las obras siguiendo un criterio común.

Los géneros literarios son modelos de estructuración formal y temática de la obra


literaria que se ofrecen al autor como esquema previo a la creación de su obra. Los
géneros literarios son los distintos grupos o categorías en que podemos clasificar las
obras literarias atendiendo a su contenido. La retórica los ha clasificado en tres grupos
importantes: lírico, épico y dramático. A éstos debemos añadir el género didáctico.

a. Lírico:
Llamado también “género poético”, es aquel que logra la expresión artística por medio
de la palabra rítmica y musical. Dentro de la literatura infantil el género lírico, estamos
agrupando en torno a él todas las formas de creación literaria que, mediante un
tratamiento específico, rítmico y musical de la palabra, producen en el niño que las
escucha o lee, una diversión o un goce estético.

POESIA
a. Rimas infantiles
Llamadas entre nosotros “rimas” en España “estrofillas” y en Inglaterra “nonsense”,
estas composiciones poéticas tienen característica bien definida, que las diferencian
claramente del poema propiamente dicho.
Son pequeñas creaciones, muchas de una sola estrofa, a veces de apenas don líneas,
cuya finalidad fundamental es lograr un sonoro juego de palabras, atractivo para el niño.
Dirigidas especialmente a quienes no saben leer, las “rimas” carecen ordinariamente de
lógica, de sentido, de mensaje. Son esencialmente pura sonoridad, pura música.

b. Trabalenguas
Como su nombre lo dice, estas creaciones poéticas buscan introducir al niño en el
idioma, mediante un juego sonoro y difícil de palabras en donde, como en las rimas, lo
menos importante es que se entienda su sentido. Basta que sea agradable
musicalmente al oído y que tenga una difícil vocal que logre trabar la lengua de quien lo
pronuncia.

c. Retahílas
Composiciones en las que prevalece una repetición constante de algún sonido, que va
ligado con otras frases que pueden o no cambiar.

d. Poemas
El poema infantil propiamente dicho es, en esencia de las mismas características del
poema para el lector adulto. No obstante, como lo vimos al hablar de las propiedades
de la literatura infantil, este de llenar algunas exigencias, acordes con el tipo de lector al
cual se dirige.
La poesía expresa una gran variedad de sentimientos e ideas del ser humano y para
ello recurre a todo tipo de símbolos, referencia y asociaciones más o menos codificadas
mentalmente ente por cualquier adulto promedio.
Obviamente los poemas infantiles, si bien se dirigen a niños mayores, es decir a niños
que generalmente ya saben leer, deben tener en cuenta lo atrás expresado.
La poesía infantil no puede estar recargada ni de simbología, ni de asociaciones, ni de
referencias, pues desborda la comprensión de un niño normal.
Debe ser, precisamente, un camino: una iniciación hacia el limitado universo de poético,
así como las rimas y los trabalenguas son una introducir a la poesía infantil, pues llenan
el odio y el sentido del niño del ritmo y musicalidad. Solo de manera excepcional se
habla de poesía a niños muy pequeños.
CANCIONES
Composiciones poéticas elaboradas fundamentalmente para ser cantadas o
acompañadas con música o cualquier tipo de sonoridad rítmica como, por ejemplo, las
palmas.

a. De Cuna
Por tener la finalidad expresa de calmar al infante que debe dormir, estas canciones
son de una especial delicadeza y ternura.

b. Villancicos
Compuestas como recuerdo cristiano al advenimiento del Niño Dios, estas canciones se
interpretan fundamentalmente en la época de Navidad, para acompañar las oraciones
de la Novena de Aguinaldos o las celebraciones de Natividad.

c. Rondas
Canciones dedicadas a acompañar un juego o compuestas específicamente como
juegos infantiles.

d. Coplas
Composiciones que narran generalmente algún acontecimiento público. Tienen como
característica que van acompañadas por un estribillo, el cual es repetido después de
cada copla es decir, de manera intermitente y reiterativa.

Géneros mayores:
- La canción: poema admirativo y emocionado, generalmente de tema amoroso
aunque también puede versar sobre otros temas como la belleza, la naturaleza, la
amistad, Dios.
- El himno: canción muy exaltada: religiosa, nacional o patriótica; también: poemas
que celebran la unión y amistad de determinados grupos humanos.
- La oda: es similar a la canción, aunque menos exaltada; se trata de un poema más
reflexivo y meditativo en el que el autor expone su pensamiento con mayor
seguridad y ateniéndose más a la observación de la realidad; los sentimientos del
autor y su emoción expresados racionalmente, refrenados y contenidos por un
lenguaje menos exclamativo y desbordado.
- La elegía: (gr.: llanto funeral) expresa dolor por la muerte, pérdida, separación o
ausencia de un ser querido o por una desgracia nacional o colectiva; poema
meditativo y melancólico, habitualmente moralizante
- La égloga: exposición de sentimientos amorosos y de exaltación de la naturaleza
puesta en boca de pastores; se presenta en un ambiente bucólico o pastoril,
frecuentemente en forma dialogada
- La sátira: crítica burlesca y ridiculizadora de aspectos censurables, tanto
individuales como colectivos

Géneros menores:
- El madrigal: breve poema amoroso, dulce y amable, como un piropo en verso

- El epigrama: poema muy breve de tipo satírico - burlesco

- La letrilla: poema estrófico con estribillo habitualmente de metro corto compuesto


para ser cantado

GENERO NARRATIVO
Es la forma literaria que desarrolla la acción de relatar cualquier suceso o sentimiento,
mediante la utilización de la palabra en prosa.
Al igual que en el género poético, existen en el narrativo varias especies claramente
diferenciadas, que corresponden en términos generales a las mismas de la Literatura
Universal. Ellas pueden asignarse, según sus características, a las diversas edades de
la etapa infantil.

Cuento popular o tradicional


Es un relato de origen anónimo, transmitido en forma oral a nivel popular, que varia y se
enriquece a medida que se funde con los valores y las culturas de cada grupo humano.
Este tipo de narraciones es apropiado para niños que ya empiezan a manejar
autónomamente el lenguaje escrito es decir, para niños que empiezan a leer.
Generalmente tienen una estructura sencilla. Sus personajes son prototipos conocidos
por los niños, tales como el rey, la princesa, el ogro, la bruja, etc., con una sicología
simple y totalmente definida, sin ambigüedades. Tienen regularmente una sola trama y
un final claro y definitivo.
Son cuentos que nacieron con el mundo y que a través de todas las épocas se han ido
relatando de boca en boca, hasta llegar finalmente a su elaboración escrita y literaria a
mediados del siglo XVII.
Citemos tres tipos de cuentos tradicionales de amplio conocimiento:
a) Los relatos de Las Mil y Una Noche
b) Los cuentos recogidos y recreados literariamente por Charles Perrault:
Blanca Nieves, Caperucita Roja, El Gato Con Botas.
c) Los cuentos recopilados por los Hermanos Grimm: El Sastrecillo Valiente,
Hansel y Gretel.
Las características y ventajas fundamentales de estos cuentos, (que serán explicadas
detalladamente en otro modulo) son:
1) Buscan divertir, fundamentalmente.
2) Amplían el vocabulario infantil de manera natural y agradable.
3) Desarrollan la imaginación a niveles limitados, ya que ordinariamente
transportan al niño a espacios y sucesos remotos y totalmente desconocidos
para él.
4) Prestan una gran ayuda sicológica al menor, dado que las situaciones y los
personajes que trabajan son claros y definidos, sin ambigüedades, y permiten
otros mecanismos de asimilación.
5) Son motivadores del ámbito de la lectura en el menor.

Mitos
Los mitos son narraciones que tienen como origen remoto una creencia religiosa en
torno a un suceso o a un personaje.
El origen del mito hace que a medida que se va recreando literariamente, vaya
perdiendo sus primitivos contenidos y finalidades que son, generalmente los de hacer
énfasis en unos valores y en unas conductas de carácter ontológico o divino.
Los mitos, ordinariamente, tienen un carácter pesimista o trágico. El héroe es
definitivamente Dios o un ser de este mundo que por sus acciones o contactos con los
dioses, termina teniendo alguna o algunas de las cualidades de estos: un semi-dios,
sus metas, triunfos, premios o castigos no pertenecen a la realidad del ser humano,
sino a otros mundos, a otras vidas.
Por estas razones, los mitos no son narraciones que busquen en primer en primer
término divertir, sino dar explicaciones religiosas o filosóficas; por ello, no todos son
accesibles o apropiados para los niños.
No obstante, todas las culturas que explican su existencia por orígenes divinos, buscan
hacer llegar a sus menores la religión por medio de la re-creación de mitos.
Como ejemplo de mitos cercanos a nosotros, culturalmente, puede citarse la tradición
de la Mitología Griega en la que se sustenta toda la cultura occidental y que ha llegado
fundamentalmente a nuestra época, a través de libros milenarios como La Ilíada y La
Odisea.
Tales obras han sido adaptadas para niños, igual que muchas otras que no tuvieron esa
finalidad inicial.

Las leyendas
Cercanas al mito, fundamentalmente en tono pesimista, las leyendas se diferencian del
mito en que su origen se remonta a sucesos humanos reales, generalmente de carácter
histórico o social.
Ordinariamente toda leyenda tiene un héroe o un personaje con características muy
especiales, la mayor parte de las veces de naturaleza trágica.
La leyenda retoma la vida y las acciones de alguien y a medida que pasa el tiempo, las
va convirtiendo en fantasía, agregándoles con imaginación y las necesidades de quien
las cuenta, elementos que jamás tuvieron ocurrencia.
Al igual que el mito, la leyenda no busca precisamente divertir, aunque puede lograrlo.
Su fin primordial, en la mayoría de ellas, es instruir sobre algunos valores destacados
del héroe o formar y advertir sobre acciones o comportamientos que deben ser ejemplo
de vida.
Tienen pues, las leyendas, algo de moralizante ya por la ponderación de cualidades del
héroe, que generalmente muere y se convierte en ejemplo, ya por el rechazo a sus
acciones, que son castigadas con sufrimientos o condenas eternas.
Entre el grupo de las leyendas que pudiéramos llamar positivas, figuran las que versan
sobre algún personaje de la historia que, por su valor, gallardía o sabiduría, ofrece
como paradigma.
Entre las negativas podemos citar esa serie inmensa de relatos que versan sobre
personajes malignos, que son condenados a pagar eternamente sus errores y que
inundan la imaginación de los países latinoamericanos.
Tanto las positivas como las negativas, han sido adaptadas para niños, sin que sean
esencialmente apropiadas para ellos, ya que tanto por su tono didáctico, como por sus
características dramáticas. Si bien es cierto que su lección es ajena a la comprensión
natural del infante, no debemos olvidar que muchas de estas tradiciones son
valiosísimo legado, pasado de boca en nuestro país.

El cuento literario
A diferencia del popular o tradicional, el cuento literario es producto de la creación de un
autor determinado, cuyo nombre se conoce.
Es más libre y con mayores posibilidades de complejidad que el cuento tradicional. No
tiene ideas fijas ni tramas estereotipadas. Se sitúa en tiempos y espacios generalmente
definidos y a veces perfectamente identificables.
La anécdota debe ser en principio una sola, para que no haya dispersión, de la
atención. Son, además, parecidos a los de la vida real es decir, más cercanos al lector
en sus actitudes, pensamientos y comportamientos.
Esto hace que el cuento literario sea apropiado para niños de mayor edad, es decir,
para aquellos que empiezan a leer autónomamente. Su valor no depende solamente del
contenido, sino de la forma y manejo literarios que el autor les dé.
Por tales razones, este tipo de narraciones está destinado más a ser leída que
escuchada, ya que supone el lector una mayor comprensión del lenguaje, y el texto
mismo tiene tanto valor como la anécdota.
Debido a que no tiene límites ni en su temática ni en el tratamiento, se pueden
reconocer a manera de ejemplo, múltiples variedades de cuento, entre los que vale
destacar las siguientes:
- Románticos

- Folklóricos

- De animales

- Poéticos

- De aventuras

- Surrealistas

- Religiosos

- Políticos
Como el modulo dedicado al cuento vamos a dar una explicación a fondo sobre todas
las modalidades de este tipo de género narrativo y sus principales exponentes en lo que
toca a la literatura infantil, baste por ahora citar algunos de los cuentos más conocidos
para tener por lo menos una idea sobre el particular.
El patito feo; El soldadito de plomo; Los tres bandidos; El ruiseñor y la rosa, etc.

La novela
Es conocida como el género mayor de la narrativa no porque sea más importante, sino
su tratamiento requiere una complejidad mayor que la del cuento literario.
Algunos estudios del tema, distinguen la llamada novela corta de la novela propiamente
dicha. Ya entraremos, en el modulo dedicado específicamente a este género, a
dilucidar ciertas diferencias.
Basta por ahora, relacionar las características más importantes de este género
especialmente dirigido a niños que están llegando a la adolescencia.
La primera, pero quizá la menos importante característica de la novela, es su extensión.
Por razones obvias el niño lector de corta edad, no tiene la capacidad de atención ni de
concentración para adentrarse en un texto de gran tamaño. A medida que se va
desarrollando no solo su inteligencia, sino su aptitud puramente física y sicológica,
puede dedicar con mayor facilidad su atención hacia una sola actividad y sacarle
provecho a sus mayores destrezas de lecturas.
Es por esto que la novela permite al escritor utilizar en primer lugar, espacios y tiempos
mayores para narrar que le interesan, captando la atención del lector.
Usualmente, la acción de la novela se desarrolla en una región geográfica determinada
o fácilmente determinable por referencias.
Así mismo el tiempo de la novela, salvo en excepciones muy curiosas, transcurre en
épocas precisas y precisables.
Mientras que el cuento, para que cumpla su objetivo, no debe tratar en principio más
que una anécdota o suceso, la novela permite que se cuenten diversos tipos de
historias que sin embargo, deben tener alguna relación o interdependencia.
Los personajes de la novela no necesitan ser planos y simples como los de los cuentos
para niños pequeños. Sicológicamente el lector de la novela infantil, el adolescente, ya
sufre en su propio desarrollo, una serie de procesos complejos, que a veces el mismo
no alcanza a dilucidar completamente. Esta circunstancia le permitirá comprender,
igualmente, que los personajes de la obra que lee, tengan problemas, actitudes y
sentimientos a veces contradictorios.
Esta misma situación del adolescente le hará posible encontrar en la novela, elementos
del lenguaje, del tratamiento y de la propia anécdota, que requieran hacer uso de
conocimientos, referencias y símbolos que ya tienen codificados su mente.
Es decir, que la novela, ya en esta etapa, supone del lector un trabajo mucho trabajo
que el que realiza el pequeño frente a un cuento.
Por estas mismas razones, la novela cumple una misión importante en el desarrollo de
la imaginación, del ánimo investigativo, del conocimiento del mundo y del ser humano,
en el lector adolescente que se acerca a ella.
A manera del ejemplo, citemos algunos títulos:
Alicia en el país de las maravillas; La isla del tesoro; David Copperfield; Mujercitas; Las
aventuras de Pinocho; La guerra de los botones, etc.
GENERO DRAMATICO
Se denomina dramático o drama, toda composición dialoga, escrita en prosa o en
verso, que tiene como finalidad fundamental ser representada por actores, en un teatro.
Si bien las obras de teatro para adultos que han sido, como todas las del genero,
concebidas para hacer llevadas a un escenario pueden ser gozadas en su simple
lectura, el teatro para niños en principio, salvo muy especiales excepciones, para ser
representado.
La característica que lo hace especial para niños, radica fundamentalmente en la
movilidad escénica de los personajes y en el dialogo atractivo, dinámico y entretenido
que debe tener.
Así como hemos distinguido en los géneros anteriores diversas clases, de la misma
manera en este, podemos citar algunas formas especiales de la modalidad dramática,
dedicadas prioritariamente a los niños:
 Teatro: es la representación en un escenario (ya sea en un local especialmente
dedicado a este tipo de actividades o en un sitio acondicionado o improvisado
para el fin) de una composición literaria, que imita –mediante personas que se
llaman actores- a los personajes de una historia que se relata en vivo.
 Teatro de títeres: esta modalidad de teatro para niños, que gusta mucho a los
menores, tiene la característica de que en el escenario no aparecen personas,
sino muñecos movidos por personas reales, mediante la manipulación de hilos a
distancia o de varas de regular extensión.
Así como no aparecen directamente las personas que los accionas, los muñecos
emiten igualmente sonidos que vienen de las voces de los titiriteros, sin que los
niños descubran a quienes pertenezcan realmente.
 Teatro de marionetas: también apropiado para niños pequeños, el teatro de
marionetas tiene en común con el anterior de títeres, que las personas que
hacen la representación tampoco aparecen presencialmente ante el auditorio,
sino que lo hacen a través de muñecos que accionan directamente con las
manos, introducidos en el cuerpo hueco del muñeco.
Al igual que en los títeres, la voz del muñeco de tipo marioneta, sale de la
garganta del mareómetro, que está colocado generalmente debajo del escenario
observado por el niño.
 El teatro de sombras: como su nombre lo dice esta delicada, difícil y bella
modalidad del teatro para niños, se basa fundamentalmente en la proyección de
figuras creadas a cierta distancia por sus realizadores y que llegan gracias a
efectos de luz y sombras, al lugar destinado para ello; generalmente es una
pared o un telón.
Puede ser sonoro o mudo el teatro de sombras, si bien el arte del mismo radica,
precisamente, en que sea la imagen la que mediante todo tipo valido de efecto
luminoso, exprese lo que se quiere comunicar al auditorio.

GENERO DIDACTICO
Hemos visto como en todos los géneros hasta aquí anotados, se puede dar la
intención didáctica, ya que siempre que un adulto se dirige a un niño, cualquiera
que sea el camino literario o extraliterario que utilice, va a tener la tendencia a
enseñarle lo que supone no conoce el menor.
Existe, sin embargo, un género llamado didáctico propiamente dicho, para el cual
el aspecto literario es tan solo un instrumento encaminado a dar al niño toda
suerte de enseñanzas o comportamientos formativos.
Utilizando un lenguaje literario, el género didáctico tiene, como los otros géneros
ya analizados formas diversas de expresión, que por estar especialmente
consagradas a enseñar son fundamentalmente apropiadas para niños pequeños.
a) La Fabula: utilizada fundamentalmente para educar, la fabula es una
composición en prosa o en verso, que pretende darle al lector una
enseñanza de tipo moral.
Mediante el recurso de poner a hablar o a actuar a los animales como si
fueran seres humanos, la fabula es a veces inapropiada para niños muy
pequeños, que no tienen las referencias necesarias para entender las
comparaciones de donde surge la moraleja.
Esta moraleja o conclusión de valor formativo, es por esta razón y en
numerosos caso, descrita de manera directa al final de la fabula.
En otros caso surge directamente del texto o se desprende de la fabula.
En otros casos surge directamente del texto o se desprende de él.
b) La Adivinanza: composiciones alegres y muy divertidas, principalmente
en verso que proponen al niño que las lee o escucha, la solución de un
acertijo o el descubrimiento de un “truco”, mediante claves que de él
relato.
c) Los Refranes: sencillamente elaboraciones literarias que buscan, a partir
de una sola frase, dar alguna pequeña enseñanza o consejo vital.
Todas las culturas los tienen, pero en algunas regiones son especialmente
usados, como sucede entre nosotros, en zonas como Boyacá y Antioquia.

2. ¿PARA QUÉ LE SIRVE AL NIÑO LA LITERATURA?

ES RECREATIVA
Le da la posibilidad de descansar agradablemente de las labores escolares cuando ya
es un estudiante y de gastar su tiempo en actividades diferentes al juego, cuando aún
no es escolar.

DA ACCESO A LA PALABRA
La literatura lo sumerge en el universo de la palabra y el lenguaje, formas
fundamentales de comunicación entre los seres humanos, ayudándoles desde los
primero años a utilizarlos de manera precisa y bella.

LO PONE EN CONTACTO CON EL ARTE


La literatura, por la amplitud de sus temáticas y tratamientos, introduce al niño en el
conocimiento de lo estético, no sólo desde el punto de vista de lo artístico-literario, sino
en relación con todas las formas Arte, que tienen íntima relación con la literatura: la
música, la pintura, la escultura, el teatro.
Este contacto empieza a crear en él, aún sin que se dé cuenta, un gusto estético que va
a ser fundamental en su proceso de formativo y en su vida, ya que la vivencia estética
es una de las necesidades del ser humano, tan válida e importante como las demás.
(Toda persona, desde el más humilde peón hasta el más sofisticado artista, enfrenta
cada día un problema estético que comienza con la manera de vestirse, de hablar, de
gustar de los colores del mundo y la naturaleza, de decidir el sentido de los objetos que
lo rodean, de seleccionar de la manera más agradable, con qué y cómo goza de su
trabajo y de sus horas de descanso).

DESARROLLA SU IMAGINACION
La literatura permite al niño desarrollar, de manera ilimitada, la imaginación, puede
darle acceso a todo lo que existe, pero fundamentalmente a lo que no existe. Aquí
radica especialmente la importancia de permitir a los niños, desde sus más cortos años,
poner a volar la imaginación y concebir cualquier tipo de realidad, por imposible que
ésta sea.
Esa capacidad de crear en la mente, es precisamente la que años más tarde gesta las
grandes ideas y no sólo en el campo de lo artístico, sino en el científico y social.

PROPORCIONA CONOCIMIENTO DEL MUNDO


La literatura como tal, no debe siempre tratar de enseñar. No es menos cierto, que la
literatura va introduciendo al menor en el conocimiento del mundo, físico, geográfico y
social, y en el conocimiento del ser humano.
El niño va captando, lentamente, pero de manera segura a través de sus lecturas, los
diversos tipos sociológicos con los cuales, más adelante, va a tener que entenderse.

AYUDA EN LA CREACIÓN DEL HÁBITO DE LA LECTURA


Finalmente, la literatura va creciendo en el niño la necesidad de leer, si en ella ha
encontrado cosas interesantes, y diferentes a las lecciones de la escuela.
La literatura, por ser agradable y por enseñarle al niño numerosas cosas sin la
obligatoriedad del texto escolar, le hace tomar cariño a la lectura y desarrollar de esta
manera, un ánimo investigativo. Si éste se complementa con una adecuada tarea
formativa, el lector acudirá al libro para consultar cualquier duda, comprobar cualquier
afirmación no convincente y confrontar cualquier idea que no esté de acuerdo con la
verdad que se haya formado acerca del mundo, la sociedad o el pensamiento.
El buen lector será un adulto autónomo en sus conceptos y maduro en sus decisiones.
Las ideas extrañas a él lo van a convencer o no, pero jamás a manipular.
El hábito lector es una manera importante de formar seres con vocación de libertad.

3. HISTORIA DE LA LITERATURA INFANTIL

PRIMERAS OBRAS DE LITERATURA INFANTIL


A través de la historia del Mundo siempre ha habido niños, curiosamente muchos siglos
no hubo literatura infantil.
Los adultos no se preocuparon del niño, desde el punto de vista literario, sino hasta
hace trescientos años, a mediados del siglo XVII.
En 1658 apareció en el centro de Europa, el primer libro dedicado especialmente a los
niños.
Se llamó Orbis pictus (Mundo pintado) y la intención de su autor fue enseñar a los
pequeños mediante imágenes y textos que superaban las severísimas y secas formas
de educación del momento, muchas cosas sobre el mundo.
Cuarenta años más tarde, los niños del mundo tuvieron por primera vez un libro
dedicado exclusivamente a ellos. Hasta entonces, habían tenido por tradición oral
desde tiempos milenarios.
En 1697 Charles Perrault, publicó en Francia un libro considerado como la primera obra
de literatura infantil. En sus Historias y cuentos de tiempos pasados Perrault recogió
muchas de las leyendas y tradiciones llegadas a Europa desde Oriente y las re-creó de
manera poética.
Gracias a este hombre importante para todos los niños del mundo, conocemos a
Caperucita Roja, a la Bella Durmiente, a la Cenicienta, al Gato con Botas.
Perrault comprendió que los niños tienen un universo diferente al de los adultos y que,
como ellos, tienen derecho a divertirse con sus historias y relatos.
Europa tiene muchos autores infantiles importantes en este siglo. Citaremos solo
algunos.
En 1719 la obra de Daniel Defoe se convirtió en clásico infantil, a pesar de que no fue
escrita para niños. El éxito de Robinson Crusoe se debió, fundamentalmente, a que
narraba las aventuras de un náufrago en una isla desierta, con tal lujo de detalles,
exactitud e ingeniosidad, que los niños, seducidos por ella, podrían disponerse a salvar
en su vida todos los obstáculos que Robinson Crusoe había superado en la isla. Tal fue
su trascendencia que, desde ese primer Robinson, se han escrito multitud de
imitaciones, incluso de un Robinson espacial.
La literatura infantil del siglo XVIII fue bastante pobre, ya que la sociedad de entonces
pensaba que había que escribir para los niños, pero para darles todo tipo de
información.
Los viajes de Gulliver, del irlandés Jonathan Swift, lograron la atención de los niños por
cuanto retrata los mundos preferidos por la fantasía infantil: lo minúsculo y lo
gigantesco; muchas fueron la ediciones baratas que se conseguían en los mercados o
que ofrecían vendedores ambulantes de la época. Los viajes de Gulliver, se hicieron
otro clásico de la literatura infantil y juvenil.
Llega el siglo XIX y con él, la llamada Edad de Oro de la literatura para niños y jóvenes.
En 1815 dos filólogos e historiadores alemanes, los hermanos Grimm, recogen con un
especial tono poético y candor todas las historias, leyenda y relatos que han recopilado
por años, mientras recorren todo el territorio alemán. Nacen allí, para la posterioridad,
las inolvidables historias de Hansel y Gretel; el Sastrecillo valiente; Pulgarcito y otras ya
elaboradas por Perrault pero con un nuevo tono infantil. Además del elemento lirico, los
cuentos de los hermanos Grimm, con atractivos porque introducen en la narración
elementos de carácter musical; entornos del paisaje encantado en donde todo puede
suceder; personajes buenos que triunfan siempre sobre los malos; gentes humildes que
aparecen como seres de grandiosa calidad ética.
En Dinamarca, en 1835, Cuentos para niños de Hans Christian Andersen, el mayor de
los cuentistas infantiles inicia la era de los cuentos modernos para niños. El patito feo,
El nuevo traje del emperador, Los cisnes salvajes y La sirenita son modelo de cuentos
donde la nostalgia y el paisaje nórdico lleno de misterios, armonizan con su agudo
humor, su alegría de vivir y su sátira a la sociedad de entonces.
Cuatro escritores norteamericanos contribuyen también al gran panorama de la
literatura infantil de este siglo XIX.
James Fenimore Cooper, con El último mohicano narra la lucha de un jefe indio por
mantener la vigencia de su raza, frente a la agresión inglesa y francesa de
Norteamérica.
Louisa M. Alcott, toma el camino de la literatura y publica en la segunda mitad del siglo,
dos obras célebres: Mujercitas y Hombrecitos. Recurriendo a sus recuerdos de
adolescentes, la Alcott reconstruye con gran dramatismo la vida de una familia
norteamericana de su época, en el marco de la gran Guerra de Secesión.
Mark Twain, considerado como el más espectacular escritor norteamericano de su
siglo, re-crea en sus novelas para jóvenes, Las aventuras de Tom Sawyer y
Huckleberry Finn, las enseñanzas y el lenguaje que escuchó en su niñez y juventud al
lado del río Mississipi. Maestro del humor y de la aventura, las obras de Twain, son un
tratado de humanismo vertido en narraciones llenas de peripecias y peligros.
Por último, Jack London aporta sus dos obras más conocidas: El llamado de la selva, la
historia de un perro maravilloso en las selvas de Alaska y Colmillo blanco, dentro del
género de aventuras para jóvenes.
A mediados del siglo se publica en Francia la primera obra de Julio Verne, Cinso
semanas en globo, con la que este escritor fecundísimo habría de iniciar una vida
dedicada por entero a la literatura de aventuras, siendo en esta modalidad el más
imaginativo y premonitorio de cuantos han existido. Los libros de Verne, inauguran el
mundo de la ciencia ficción. A partir de conocimientos rudimentarios, llegó a crear un
universo de posibilidades científicas que, en su época, nadie consideraba más que
locuras, pero que con el tiempo han sido llevadas a la realidad por el hombre. Esta
visión de Verne capaz de intuir los grandes desarrollos de la tecnología del siglo XX al
lado de las aventuras que viven sus personajes, son lecturas obligadas para jóvenes;
de entre la obra e Verne, hay que destacar: veinte mil leguas de viaje submarino; Viaje
al centro de la tierra; Los hijos del Capitán Grant; De la Tierra a la Luna.
En Inglaterra, Charles Dickens, uno de los más profundos novelistas del idioma inglés,
escribe Oliver Twist, Cuento de Navidad, Historia de dos ciudades y David Copperfield,
entre otras. Son ejemplo de indagación sobre el alma humana y emblema del realismo
literario. Dickens supo retratar, magníficamente, los problemas de la sociedad inglesa
de su época, con consecuencia del nacimiento de la Revolución Industrial.
Al realismo desbordante de Dickens, siguió la fantasía ilímite de Lewis Carrol. Autor del
libro más importante de la literatura infantil inglesa, Carrol logró con Alicia en el país de
las maravillas escapar de la severa educación victoriana de su tiempo y creó un cosmos
lirico pocas veces alcanzado en la literatura. A partir de su inmersión en el universo de
la fantasía, Carrol inicia un viaje del cual ningún niño quisiera volver. Con el inteligente
recurso del sueño, Carrol hace decir a Alicia cosas que de otra manera no hubieran
sido aceptadas por la sociedad de su tiempo.
Robert Louis Stevenson con su Isla del tesoro, ahonda en el suspenso, para captar la
atención del joven lector en una trama salpicada de piratas, donde no acude a
malabarismos técnicos, sino a la más pura y convincente descripción literaria.
Sir James Barrie, con su inolvidable Peter Pan, transporta a la niñez al reino del Nunca
Jamás, en el que habitan todo tipo de personajes maravillosos: pieles rojas, piratas,
hadas y animales salvajes. Peter Pan es una obra para la más ingenua diversión
apropiada para la etapa en la que todo es fantasía.
Nacido en la India el inglés Rudayard Kipling, logró en su famosa obra El libro de la
selva, trascender el esquema clásico de las fabulas de Esopo y Fedro. En las fábulas
tradicionales, los animales cumplen una misión exclusivamente didáctica, estereotipada
y moralista. Kipling, con un lenguaje ágil y realista no exento de poesía, transforma a
los animales en seres con alma, apasionados y profundamente vitales.
Los italianos irrumpen, a fines del siglo, con tres obras clásicas en el género.
Collodi escribe la historia de Pinocho, un muñeco de madera, travieso y desobediente.
Magistral en el tratamiento del realismo fantástico, acaba con la moralista idea del niño
bueno y tranquilo.
D’Amicis publica Corazón, que cala rápidamente en la mente juvenil y que a pesar del
tono sensiblero de algunas de sus páginas, está envuelto por un universo de ternura y
humanismo. Fue escrita como un gran canto patriótico, en momentos en que la Italia de
su autor acababa de sellar su unidad política.
El gran maestro de la aventura juvenil es Salgari. Sus personajes, entre los que se
destacan Sandokan y el Tigre de Monpracen, se convirtieron rápidamente en héroes de
fama universal.
El siglo XX no ha sido ajeno al género infantil. Algunos más importantes que han
llegado traducidos son:
Selma Lagerloff inaugura la centuria con un clásico sueco: El maravilloso viaje de Nils
Holger a través de Suecia. Esta escritora, ganadora del premio Nobel en 1909, cumple
con este libro el proyecto docentes de enseñar humanismo a laos jóvenes, son
concesiones estéticas.
El género infantil tiene en Waldemar Bongels, un gran exponente de la tematica animal.
Su obra más conocida es la famosa Abeja Maya, escrita a principios del siglo en
Alemania.
Otro clásico es Bambi, del escritor austríaco Feliz Salten, quien logró un cuadro de
realismo poético de gran acogida entre los pequeños lectores.
Los franceses René Guillot y Jean de Brunhoff son los creadores de dos personajes
animales de gran ascendencia entre los niños, Sama príncipe de los elefantes y Babar,
el elefantico.
En Inglaterra, Alexandre Milne toma el tema de los juguetes, escribiendo un libro para
niños pequeños, basado en la aventura de un osito, ya famoso universalmente, Winnie
The Pooh.
Keneth Graham, con su poetico Viento de los sauces; Pamela Travers con Mary
Poppins; Richmal Crompton con las conocidísimas aventuras de Guillermo; Roger
Green autor de Robin Hood y Caballeros de la Mesa Redonda y Sir Arthur Connan
Doyle, padre del perspicaz detective Sherlock Holmes, son los más importantes
nombres británicos de este siglo en lo que a la literatura infantil y juvenil se requiere.
Faltan, para completar el cuadro europeo de este género, citar clásicos de los últimos
20 años.
El español José María Sánchez Silva, conocido por Marcelino pan y vino; el italiano
Giani Rodari, autor de Cipollino y de Cuentos por teléfono y el alemán Michel Ende,
creador de Mono y La historia interminable.
Estos tres autores son ganadores de la más importante distinción que para los cultores
del género infantil y juvenil existente actualmente: el Premio Hans Christian Andersen.
Otorgado por la IBBY (Organización Mundial de Literatura Infantil). Este galardón se
entrega cada dos años y está considerado como Nobel de la literatura infantil.
Lyman Frank Baum es el autor norteamericano, del Mago de Oz obra en la que se creó
un mundo fantástico de extravagantes personajes. Hugh Lofting, famoso también como
ilustrador, escribió el exclusivo personaje del Doctor Do-Little, que tuvo gran éxito y lo
llevo a desarrollar una serie.
Jean Webster, madre de la novela romántica juvenil norteamericana, es la autora de
Papaíto piernas largas.
Finalmente Scott O’Dell autor de La isla de los delfines azules y Maurice Sendak con su
Donde viven los mostruos, ambos Premio Andersen, el primero como escritor y el
segundo como ilustrador, cierran el panorama de la literatura infantil norteamericana
actual, de las más prolíficas del mundo.

LITERATURA LATINOAMERICANA JUVENIL


Sin comentarios, podemos afirmar, que se conoce más lo norteamericano y europeo en
nuestros países latinoamericanos, que lo propio latinoamericano.
Los nombres que citamos a continuación son solamente los más representativos de
cada nación. Seguramente la primera novela juvenil latinoamericana es El periquillo
Sarniento, escrita por el mexicano Fernández de Lizardi, en 1816. Primera novela
americana picaresca, y a la vez realista, es una versión fiel del México de fines del siglo
XVIII.
Vale también la pena destacar en América Latina a dos grandes del género, que fueron
en cierto modo sus precursores: Domingo Faustino Sarmiento en Argentina a mediados
del siglo pasado, quien fomentó la literatura infantil y José Martí en Cuba, quien con su
revista “La Edad de Oro” subrayó la importancia de este género, en el Continente.
Viene luego nombres importantísimos como los de Horacio Quiroga en Uruguay y el
Primer Nobel Latinoamericano, la chilena Gabriela Mistral. Los Cuentos de la Selva, de
Quiroga y los poemarios de la Mistral, son modelos de aventura, ternura y belleza.
María Elena Walsh, argentina, clásica en el género y conocida en Europa, es famosa
por sus aportes poéticos y musicales al género con sus “Canciones para mirar”,
“Canciones para mí” y su bello libro “Tutú Maramba” de estirpe folclórica.
José Murillo, también argentino y dedicado a la literatura infantil, es el autor de El tigre
de Santa Bárbara, Renancó, los últimos Huemules y Cinco patas en el que rescata para
los jóvenes, aspectos importantes del sentimiento latinoamericano, mediante la
aventura, el humor y la relación con animales del Continente.
Carmen Lyra de Costa Rica con Los cuentos de mi tía Panchita re-creación del folclor
centroamericano; su compatriota Joaquín Gutiérrez, famoso en el género juvenil en su
país y en Europa por Cocorí, poética novela en la que un niño parte en busca de una
rosa maravillosa, pasando toda suerte de aventuras; Carlota Carvallo de Nuñez con sus
personajes peruanos Oshta, Timoteo Inga y Rutsí, y la mexicana Blanca Lidia Trejo,
famosa por sus Leyendas mexicanas para niños, son otros nombres destacados del
género en el Continente.

LITERATURA INFANTIL EN COLOMBIA


Sin más antecedentes en el terreno de la creación literaria para niños que la literatura
europea que en los siglos XVIII yXIX inundó al país, no es extraño que no exista una
tradición del género en Colombia.
No obstante, como ha pasado en otras latitudes, obras no dedicadas a los jóvenes y
escritas en el siglo pasado por famosos autores, pueden citarse como propias para la
juventud.
Eugenio Díaz y su Manuela; José Manuel Marroquín y El Moro; José Caicedo Rojas, El
duende en un baile; José Joaquín Borda, Dos veces muerto; José Isaacs y su
conocidísima novela romantica juvenil, modelo de su género en el Continente, La
María; José Manuel Groot, Un sueño de dos colores; José María Vergara, Las tres
tazas; José David Guarín; Mi cometa; Manuel Pombo, La niña Agueda y Rafael Eliseo
Santander, Historia de unas viruelas, merecen destacarse entre los más importantes del
siglo pasado.
Se puede citar otro grupo de autores no dedicados al género especialmente, que
crearon son embargo algunos poemas, cuentos y fabulas dedicados a los niños,
considerados como clásicos a nivel nacional. José Eustasio Rivera (El ciervo, El
cóndor); José Asunción Silva (Los medros de San Juan); Porfirio Barba Jacob (Los
niños y La parábola del retorno); Rafael Mallarino Holguín (Gata Nanita); Víctor Eduardo
Caro (El zapatico, el Pollo Chiras); José Manuel Marroquín) La perilla y El tire y el
conejo); Santiago Pérez Triana (El avaro y El envidioso).
Entre los autores del siglo pasado se destaca como pionero de las creaciones para
niños Rafael Pombo, quien plasmó en su obra la feliz idea de divertir con el juego de
palabras, transmitiendo a los pequeños ideas y valores de forma ágil y amena. Las
expresiones sonoras de los versos infantiles de Pombo, a veces sin sentido pero de
mucho sabor, son colocadas en boca de personajes que parecen ser muy colombianos
y que han llegado a ser parte de nuestro vocabulario cotidiano. Realmente muchos de
los poemas de Pombo son apropiaciones de materiales norteamericanos e ingleses,
pero logradas con tal maestría que sus Cuentos pintados y Cuentos morales para niños
formales tienen importancia a nivel continental.
El escaso material escrito en Colombia para niños, de fines de siglo continuó teniendo
un tono didáctico y moralizador (que refleja el concepto que de educación se tenía para
entonces). La mayor parte de las obras “infantiles” de la época no son tales, sino
escritos que recuerdan o añoran la infancia, ensayos sobre la niñez, que no son
propiamente juveniles. Nuestros niños en las primeras décadas de este siglo
continuaron leyendo traducciones de novelas extranjeras, cuentos escritos y publicados
en otros países. Aún hoy en día la mayor parte de los libros infantiles en el comercio
son importados, de autores extranjeros y producidos en países de habla hispana con
fuertes industrias editoriales: Argentina, México, España.
Junto con el auge de modernas tendencias en la educación, con su masificación y con
la apertura de salas infantiles en las bibliotecas urbanas (la primera en 1936), hacen su
aparición escritores que redactan específicamente para niños. Entre ellos se destacan
Oswaldo Díaz Díaz (quien se dedico al teatro infantil), Rafael Jaramillo Arango
(cuentos) Eduardo Caballero Calderón (historia para niños), José Agustín Pulido Téllez
(con grabaciones especiales para niños, desde la Radiodifusora Nacional). La
producción nacional no es abundante, y los escritores costumbristas siguen siendo
ampliamente destinados como la lectura para jóvenes: la obra de Tomás Carrasquilla
(cuentos), Epifanio Mejía (El arriero antioqueño); las recopilaciones para adultos de los
cuentos populares: Euclides Jaramillo Arango (Los cuentos de Tío Conejo), Agustín
Jaramillo (Cosecha de cuentos del folklore de Antioquia) y transcripciones de
tradiciones orales.
En las últimas dos décadas ha cobrado auge la producción nacional para niños y
jóvenes. Los nuevos autores se inclinan más por el relato en prosa y el teatro, tal vez
reflejando el presente florecimiento de la literatura colombiana en estos géneros. La
producción de poesía es más limitada, aunque hay excelentes y prolíficos autores:
Fanny Osorio, Carlos Castro Saavedra, Hernando García mejía. Aparecen con
frecuencia interesantes incursiones en los libros de historia novelada, de autores como
Elisa Mujica (La Expedición Botánica contada a los niños), Pilar Tafur (Historia de los
barcos), Eduardo Caballero Calderón (Bolívar, una historia que parece un cuento), Flor
Romero de Nohra (La ruta del Dorado), y otros.
Otros autores recurren a la temática del cuento popular o describen la vida y aventuras
del niño indígena y campesino; por ejemplo Jairo Aníbal Niño (Zoro), Gonzalo Canal
Ramírez (Relatos para muchachos). No todos los autores se circunscriben a una sola
temática y la producción nacional –hoy más abundante que hace dos décadas– incluye
obras de estilo moderno, de desbordante fantasía (Dalia y Zazir, de Jairo Aníbal Niño) o
novelas infantiles que tocan la problemática social con gran sensibilidad (Catalino
Bocachica, de Luis Darío Bernal Pinilla). Esta búsqueda de temas más próximos a
nuestra realidad se concreta y resulta en el perfeccionamiento de una producción
nacional que va paulatinamente abandonado las pretensiones didácticas, los
diminutivos e infantilismos, las tramas moralizantes y condescendientes, el
rebuscamiento y paternalismo, para ganar un lenguaje apropiado, tramas interesantes,
verosimilitud, coherencia interna y, sobre todo, calidad literaria.
LOS PERSONAJES Y LAS SITUACIONES MÁS CARACTERÍSTICAS EN LA
LITERATURA INFANTIL

Estereotipos sobre los personajes más comunes de la literatura infantil


Sin duda, el cuento infantil, sea de la época que sea, lleva implícito en cualquiera de
sus personajes toda una serie de estereotipos que reflejan aspectos culturales y
tendencias de la época del que proviene, actualizados continuamente a lo largo de los
siglos.
Cada personaje se identifica con rasgos o valores que el narrador quiere destacar como
representantes del bien o del mal, como ejemplo a imitar o a repudiar: no en vano ya se
ha dicho que el cuento, entre otras cosas, tiene un gran carácter moralizador.
Por supuesto, estos valores cambian con el tiempo, se adaptan a las estructuras socio-
culturales del momento, tienen un determinado significado o dejan de tenerlo según la
época y lugar en que estemos hablando.
Así, el héroe y el villano de los cuentos de Perrault o de los Grimm poseen cualidades o
defectos distintos de los que hoy en día se considera como tales.
También es preciso destacar que en el cuento se encubren, a través de los distintos
personajes, determinados instintos, disfrazados de fantasía (violencia, sexo, temor,
maternidad, crueldad...) expuestos de la forma más natural: el fantástico mundo de los
cuentos está lleno de escenas cotidianas, de situaciones reales, donde no se escatiman
ciertamente ni sexo ni violencia.
He aquí algunos de esos personajes comunes, y su posible interpretación:
 El HADA: representa la magia “blanca”, los espíritus sobrenaturales femeninos, la
madre protectora, (hada madrina). El Hada protege al héroe (el príncipe), a la niña
inocente ( “La Bella durmiente”), contra el poder destructor de la bruja o el mago.
La BRUJA: representa el poder del mal que ha de ser combatido y destruido,
representa la parte regresiva de todo ser humano. Es villana permanente en los cuentos
de hadas.
El OGRO: representa la maldad, la violencia (el ogro de “Pulgarcito” degüella a sus
hijas por error...)
El LOBO: simboliza el miedo a la noche, a la oscuridad. Es el animal salvaje que más
veces aparece como villano en los cuentos. (“Caperucita”, “Los tres cerditos”)
La MADRASTRA: representa la destrucción de la vida familiar, la pérdida de la
seguridad que ampara al niño. Su intervención en el cuento siempre da lugar a la
aparición de la heroicidad en el niño o la niña desamparado.
La PRINCESA: simboliza generalmente a la niña mimada, inútil y caprichosa que ha de
ser protegida por el héroe (generalmente pobre, de status inferior) quien ha de luchar
contra el villano o contra la adversidad para obtenerla como premio.
LA NIÑA DESAMPARADA: viene a representar el instinto maternal, (cuida de sus
hermanos pequeños), su actividad es la imagen de una mal interpretado rol femenino,
ya que ha de ocupar el lugar de una madre que no existe ante sus hermanos  en
aquellas labores que se supone que ha de asumir: las del ama de casa. Es una heroína
“sumisa”
El NIÑO DESAMPARADO, por contra, también cuida de sus hermanos menores, pero
respecto a defenderles contra los villanos de turno, con valentía y arrojo. Es un héroe
“de acción”.

La literatura infantil colombiana:

La literatura infantil colombiana se ha ido tejiendo lentamente en un devenir de súbitos


estertores y largos períodos de silencio y olvido. No es, ni ha sido nunca, una expresión
cultural fuerte. Es decir, en ningún momento de su panorama histórico podríamos ubicar
un movimiento, una escuela o una manifestación que nos permita hablar de una época
dorada.

La escritura de textos literarios para niños en Colombia es, sobre todo, un asunto de
individuos solitarios que por diversas razones —afectivas, pedagógicas o estéticas—
han elegido al niño como el destinatario principal de sus obras. Son pocos y muy
específicos los momentos históricos en los cuales nuestra literatura infantil ha logrado
manifestarse como reflejo de un imaginario social que considere al niño un lector
independiente, capaz de disfrutar una obra como sujeto cultural, más allá de las
intenciones de los adultos.

Un primer momento podría ubicarse entre finales de los años veinte y la década de los
treinta, cuando de la mano de los procesos de modernización de la sociedad
colombiana se piensa en la infancia como un sector al cual hay que atender de manera
específica. Es una época de reformas educativas influenciadas por las corrientes de la
escuela activa, que comienzan a considerar en sus programas pedagógicos las
diferentes etapas de desarrollo del niño.

De esta época cabe destacar la revista Chanchito, creada y dirigida por Víctor Eduardo
Caro, y a través de la cual los niños colombianos tuvieron la oportunidad de conocer y
deleitarse con lo mejor de la literatura infantil universal. De finales de los años veinte
datan los cuentos de la escritora Eco Nelly, los cuales dan inicio a una literatura de
carácter realista que recrea el mundo injusto y desamparado de los niños de la calle.

En esta época se inicia también una corriente que podría llamarse histórica y que,
aunque tenga como fin último dar a conocer a los jóvenes lectores los acontecimientos
más relevantes de la historia nacional, logra inscribirse en el universo literario por su
tono narrativo y por la puesta en ficción de los hechos históricos. En esta corriente
podemos mencionar Vida de Simón Bolívar para los niños de Simón Latino, seudónimo
de Carlos H. Pareja (1930); los Retazos de historia de Guillermo Hernández de Alba,
(1938), divulgados con anterioridad a través de la revista Chanchito; El romancero de la
conquista y la colonia de Ismael Enrique Arciniega (1938), y Cuentos tricolor de
Oswaldo Díaz Díaz.

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