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UNIVERSIDAD ADVENTISTA DE CENTROAMÉRICA

Organización y Supervisión Escolar


III Cuatrimestre, 2017
Los colegios y las escuelas de iglesia
Capítulo 22
Libro: Testimonio para la iglesia Tomo 6

La obra de las escuelas de iglesia


La iglesia tiene una obra especial que hacer en lo que concierne a la educación y la disciplina de los
alumnos, de modo que en las clases o en grupos de compañeros no sientan la influencia de los
alumnos que están dominados por hábitos corrompidos. El mundo está lleno de iniquidad y
desprecio hacia los requerimientos de Dios. Las ciudades se han vuelto como Sodoma, y nuestros
hijos se ven diariamente expuestos a muchos males. A menudo, los que asisten a las escuelas
públicas se relacionan con otros que están en peor condición que ellos, a los cuales, aparte del
tiempo pasado en la clase, se les permite adquirir una educación callejera. Los jóvenes se
impresionan fácilmente, y a menos que el ambiente que los rodea sea el más apropiado, Satanás
usará a estos niños de carácter torcido para que ejerzan su influencia sobre los que fueron más
cuidadosamente enseñados. Así, antes que los padres observadores del sábado se percaten de los
estragos que está haciendo el mal, las lecciones de depravación se habrán aprendido y las vidas de
sus hijos se habrán contaminado con la corrupción. – {6TI 197.1}

Las iglesias protestantes han aceptado el falso día de reposo, herencia del papado, y lo han puesto
por encima del día santificado por Dios. La tarea que nos corresponde es explicar con claridad a
nuestros niños que el primer día de la semana no es el verdadero día de reposo, y que observarlo
después de habernos llegado la luz sobre el sábado, es una franca violación de la ley de Dios.
¿Obtienen nuestros niños, de parte de los maestros de las escuelas públicas, ideas que armonizan
con la Palabra de Dios? ¿Se les es presenta el pecado como una ofensa contra Dios? ¿Se les enseña
que la obediencia a los mandamientos de Dios es el principio de toda sabiduría? Enviamos nuestros
niños a la escuela sabática para que se los eduque acerca de la verdad, y luego, cuando van a la
escuela pública, les hacen aprender lecciones que encierran mentiras. Estas cosas confunden la
mente y no debieran suceder, pues si los hijos acogen ideas que pervierten la verdad, ¿cómo podrá
contrarrestarse la influencia de dicha educación? – {6TI 197.2}

¿Podremos, acaso, maravillarnos de que en tales circunstancias algunos jóvenes de entre los
nuestros no aprecien los beneficios religiosos? ¿Podremos maravillarnos de que se dejen arrastrar
hacia la tentación? ¿Podremos asombrarnos de que, habiendo vivido en el abandono que les ha
tocado, consagren sus energías a diversiones que ningún bien les reportan, que estén empobrecidas
sus aspiraciones religiosas y obscurecida su vida espiritual? La mente será de igual carácter que
aquello de que se alimenta; la cosecha, de igual naturaleza que la semilla sembrada. ¿No bastan
estos hechos para hacernos ver cuan necesario es amparar desde los primeros años la educación de
los menores? ¿No sería mejor para los menores crecer hasta cierto punto en ignorancia de lo que
comúnmente se acepta por educación, más bien que llegar a ser indiferentes a la verdad de Dios? –
{6TI 198.1}
Separación del mundo
Cuando los hijos de Israel fueron separados de entre los egipcios, el Señor dijo: “Pues yo pasaré
aquella noche por la tierra de Egipto... así de los hombres como de las bestias: y ejecutare mis
juicios en todos los dioses de Egipto. Yo Jehová... Y tomad un manojo de hisopo, y mojadlo en la
sangre que estará en un lebrillo, y untad el dintel y los dos postes con la sangre que estará en el
lebrillo; y ninguno de vosotros salga de las puertas de su casa hasta la mañana. Porque Jehová
pasará hiriendo a los egipcios; y cuando vea la sangre en el dintel y en los dos postes, pasará Jehová
aquella puerta, y no dejará entrar al heridor en vuestras casas para herir. Guardaréis esto por
estatuto para vosotros y para vuestros hijos para siempre”. Éxodo 12:12, 22, 24. La sangre puesta
sobre el dintel de la puerta simbolizaba la sangre de Cristo, el único que salvó a los primogénitos
hebreos de la calamidad. Todo hijo de hebreos hallado en una vivienda egipcia fue destruido. –
{6TI 198.2}

Este incidente de la historia de los israelitas se registró para la enseñanza de los que vivan en los
últimos días. Antes que el azote llegue como avenida de aguas sobre los habitantes de la tierra, el
Señor exhorta a todos los que son israelitas espirituales de verdad a prepararse para aquel suceso. A
los padres les hace llegar este grito de alarma: Juntad a vuestros hijos en vuestros hogares;
separadlos de aquellos que desprecian los mandamientos de Dios, que enseñan y practican lo malo.
Salid de las grandes ciudades tan pronto como os sea posible. Estableced escuelas de iglesia. Dad a
vuestros hijos la Palabra de Dios por fundamento de toda su educación. Ella está llena de hermosas
lecciones y si los alumnos la convierten en tema de estudio en el curso primario de esta vida,
estarán preparados para el curso superior en la por venir. – {6TI 199.1}

La Palabra de Dios nos habla así: “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué
compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿y qué
concordia Cristo con Belial? ¿o qué parte el creyente con el incredulo? ¿Y qué acuerdo hay entre el
templo de Dios con los ídolos? porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo:
Habitaré y andaré en ellos; y seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Por lo cual salid de en medio de
ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré, y seré para vosotros por
Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso”. 2 Corintios 6:14-18. ¿Dónde
están vuestros hijos? ¿Los estáis educando para que disciernan y eviten las corrupciones que
imperan en el mundo por la concupiscencia? ¿Estáis tratando de salvar sus almas, o por vuestra
negligencia estáis colaborando con su destrucción? – {6TI 199.2}

Los niños descuidados


En general, no se ha prestado suficiente atención a nuestros menores y adolescentes. Los miembros
de mayor edad de la iglesia no los han mirado con ternura y simpatía, con deseos de que progresen
en la vida santificada, y, por lo tanto, los menores han dejado de desarrollarse en la vida cristiana
como debieran haberlo hecho. Algunos miembros de la iglesia que en el pasado amaron y temieron
a Dios permiten ahora que sus negocios lo absorban todo y esconden su luz debajo de un almud. Se
han olvidado de servir a Dios y están haciendo de sus negocios la tumba de su religión. – {6TI
199.3}
¿Ha de permitirse que los adolescentes sean llevados de aquí para allá, que se desanimen y que
caigan en las tentaciones que por doquier los acechan para enredar sus incautos pies? La obra que se
halla más a mano de los miembros de nuestras iglesias es la de interesarse en nuestros jóvenes y con
bondad, paciencia y ternura enseñarles renglón tras renglón y precepto tras precepto. ¡Oh! ¿Dónde
están los padres y las madres de Israel? Debieran ser muchos los que, como dispensadores de la
gracia de Cristo, manifiesten por los jóvenes un interés especial, y no meramente casual. Muchos
debieran sentirse conmovidos por la situación lastimosa en que se encuentran nuestros jóvenes, y
darse cuenta de que Satanás se vale de toda artimaña imaginable para atraparlos en sus redes. Dios
pide definidamente que la iglesia se despierte de su letargo y discierna el servicio que se le exige en
este tiempo de peligro. – {6TI 200.1}

Los ojos de nuestros hermanos y hermanas deben ser ungidos con el colirio celestial a fin de que
vean las necesidades del momento. Los corderos del rebaño necesitan ser apacentados, y el Señor
del cielo observa para ver quién hace la obra que él quiere que se haga en favor de los niños y los
jóvenes. La Iglesia duerme y no se percata de la magnitud de este asunto. Alguien dirá: “¿Qué
necesidad hay de ser tan escrupuloso en educar a nuestros jóvenes de manera cabal? Me parece que
si unos cuantos de los que hayan decidido seguir alguna vocación literaria o alguna otra carrera que
exige cierta disciplina, reciben atención especial, es todo lo que se necesita. No es necesario que
todos nuestros jóvenes sean tan bien enseñados. ¿No bastará, acaso, la completa educación de unos
cuantos para todo requerimiento esencial?” – {6TI 200.2}

No, respondo, y lo recalco enérgicamente. ¿Qué selección podríamos hacer entre nuestros jóvenes?
¿Cómo podríamos decir nosotros quién habría de ser el más promisorio, quién habría de rendir a
Dios el mejor servicio? Con nuestro juicio humano, haríamos lo que hizo Samuel, quien, al ser
enviado en busca del ungido del Señor, miró a la apariencia exterior. Pero el Señor le dijo: “No
mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo
que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el
corazón”. 1 Samuel 16:7. A ninguno de los hijos de Isaí, de parecer noble, aceptaba el Señor; mas
cuando David, el hijo menor, un simple pastor de ovejas, fue traído del campo y pasó ante Samuel,
el Señor dijo: “Levántate y úngelo, que este es”. ¿Quién podría determinar cuál joven miembro de
una familia, resultaría un eficiente servidor en la obra de Dios? Se debe permitir a todos los jóvenes
gozar de los beneficios y privilegios de la educación en nuestras escuelas, a fin de que reciban
estímulo para ser colaboradores de Dios. – {6TI 201.1}

Se necesitan escuelas de iglesia


Muchas familias que con el objeto de educar a sus hijos se trasladan a los lugares donde están
establecidas nuestras escuelas principales prestarían mejor servicio al Maestro si se quedaran donde
se encuentran. Debieran animar a la iglesia de la cual son miembros a establecer una escuela de
iglesia donde los niños que habiten dentro de sus confines puedan recibir una educación cristiana
perfecta y práctica. Sería muchísimo mejor para sus hijos, para ellos mismos y para la causa de
Dios, si se quedaran en las iglesias más pequeñas, donde más se necesita su ayuda; en lugar de ir a
las más grandes, donde, a causa de que no se les necesita, existe la constante tentación a caer en la
inercia espiritual. – {6TI 201.2}
Dondequiera que haya unos cuantos observadores del sábado, los padres deben unirse para habilitar
un lugar destinado a una escuela de iglesia donde sus menores y los adolescentes puedan ser
enseñados. Deben emplear a un maestro cristiano que, como consagrado misionero, eduque a los
niños de manera que los encamine hacia la vocación misionera. Se deben contratar maestros que
impartan una educación apropiada en los ramos comunes, haciendo de la Biblia el fundamento y el
centro de todo estudio. Los padres deben ceñirse la armadura, y mediante su propio ejemplo enseñar
a sus hijos a ser misioneros. Deben trabajar mientras dure el día; porque “la noche viene, cuando
nadie puede trabajar”. Juan 9:4. Si quieren hacer esfuerzos abnegados, enseñando con perseverancia
a sus hijos a llevar responsabilidades, el Señor obrará con ellos. – {6TI 201.3}

Algunas familias de observadores del sábado viven aisladas o muy separadas de otras de la misma
fe. Ocasionalmente han enviado a sus hijos a nuestras escuelas de internos, donde recibieron
marcado beneficio, regresando después para ser una bendición en su propio hogar. Pero algunas no
pueden enviar a sus hijos lejos del hogar para que se eduquen. En tales casos, los padres deben
hacer lo posible por emplear a un maestro de vida religiosa ejemplar, para quien sea agradable
trabajar por el Maestro en cualquier actividad y que esté dispuesto a cultivar cualquier porción de la
viña del Señor. Los padres y las madres deben cooperar con el maestro, trabajando fervorosamente
por la conversión de sus hijos. Procuren ellos mantener vivo y lozano el interés espiritual en el
hogar y criar a sus hijos en la disciplina y amonestación del Señor. Consagren una parte de cada día
al estudio, haciéndose estudiantes con sus hijos. De esta manera pueden convertir la hora destinada
a la educación en momentos de quietud y provecho, y aumentará su confianza en este método para
obtener la salvación de sus hijos. Los padres hallarán que su crecimiento personal será más rápido a
medida que aprendan a trabajar en favor de sus hijos. Al trabajar con humildad, desaparecerá la
incredulidad. La fe y la actividad impartirán una confianza y satisfacción que aumentarán de día en
día, a medida que continúen tratando de conocer al Señor y haciendo que otros lo conozcan. Sus
oraciones se volverán fervientes, porque tendrán algún objeto definido por el cual orar. – {6TI
202.1}

En algunos países, la ley obliga a los padres a enviar sus hijos a la escuela. En esos países se
debieran establecer escuelas en las localidades donde haya iglesias, aun en el caso en que hubiera
sólo seis niños para asistir a cada una de ellas. Trabajad para impedir que vuestros hijos se ahoguen
en las influencias viciosas y corruptoras del mundo, como si estuvierais trabajando por vuestra
propia vida. – {6TI 203.1}

Estamos muy atrasados en el cumplimiento de nuestro deber en este importante asunto. En muchos
lugares hace años que debieran estar funcionando escuelas. Muchas localidades habrían tenido así
representantes de la verdad que podrían haber proyectado una mejor imagen del carácter de la obra
del Señor. En vez de concentrar tantos edificios imponentes en unos pocos lugares, habría sido
mejor establecer escuelas en muchas localidades. – {6TI 203.2}

Establézcanse ahora dichas escuelas con sabia dirección para que los niños y jóvenes sean educados
en sus propias iglesias. Es una hiriente ofensa contra Dios el hecho de que haya existido tanto
descuido en esto, cuando la Providencia nos ha concedido tan abundantes facilidades para trabajar.
Pero, aunque en el pasado no hemos hecho lo que debíamos en favor de nuestros jóvenes y niños,
arrepintámonos ahora y redimamos el tiempo. El Señor dice: “Venid luego... y estemos a cuenta: si
vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos: si fueren rojos como
el carmesí, vendrán a ser como blanca lana. Si quisiereis y oyereis, comeréis el bien de la
tierra”. Isaías 1:18, 19. – {6TI 203.3}

El carácter de las escuelas de iglesia y sus maestros


El carácter de la obra efectuada en nuestras escuelas de iglesia debe ser lo más elevado. Jesucristo,
el Restaurador, es el único remedio para una educación incorrecta y las lecciones enseñadas en su
Palabra debieran presentarse siempre a los jóvenes en la forma más atrayente. La disciplina escolar
debe completar la enseñanza doméstica, y tanto en el hogar como en la escuela es necesario
conservar la sencillez y la piedad. Se hallará a hombres y mujeres de talento para trabajar en estas
escuelas pequeñas, pero que no pueden hacerlo con ventaja en las más grandes. Al practicar las
lecciones bíblicas; obtendrán para sí mismos una educación del más elevado valor. – {6TI 203.4}

Al escoger maestros, es indispensable proceder con extrema precaución, sabiendo que éste es un
asunto tan solemne como el de escoger personas para el ministerio. Hombres entendidos, capaces
de discernir el carácter, deben hacer la elección; porque se requiere el mejor talento que pueda
obtenerse para educar y amoldar las inteligencias de los jóvenes. Asimismo para llevar a cabo con
éxito los múltiples aspectos de labor en que será necesario que el maestro se ocupe en nuestras
escuelas de iglesia. No debiera ponerse al frente de estas escuelas a persona alguna de miras
intelectuales inferiores o estrechas. No se ponga a los niños bajo la dirección de maestros jóvenes e
inexpertos que carezcan de capacidad administrativa; pues sus esfuerzos se inclinarán a la
desorganización. El orden es la primera ley del cielo, y cada escuela debe ser en este respecto un
trasunto del cielo. – {6TI 204.1}

Poner a los niños bajo la dirección de maestros altivos y adustos es una crueldad. Un maestro de
esta clase perjudicará mucho a los que están desarrollando rápidamente su carácter. Si los maestros
no se someten a Dios, si no tienen amor por los niños a ellos confiados, o si demuestran parcialidad
por los que concuerdan con sus ideas y manifiestan indiferencia hacia los que son menos atractivos
o por los que son inquietos y nerviosos, no deben ser empleados; pues el resultado de su trabajo será
una pérdida de almas para Cristo. – {6TI 204.2}

Se necesitan maestros, especialmente para los niños, que sean apacibles y bondadosos; y que
manifiesten indulgencia y amor precisamente por aquellos que más lo necesiten. Jesús ama a los
niños; los considera como los miembros más jóvenes de la familia del Señor. Él siempre los trató
con bondad y respeto, y los maestros han de seguir su ejemplo. Debieran poseer el verdadero
espíritu misionero; pues los niños deben prepararse para ser misioneros. Los maestros deben sentir
que el Señor les ha confiado, en solemne custodia, las almas de los niños y jóvenes. – {6TI 204.3}

Nuestras escuelas de iglesia necesitan maestros que tengan elevadas cualidades morales; maestros
en quienes se pueda confiar; que sean de fe sana y tengan tacto y paciencia; que anden con Dios y
se abstengan de toda apariencia de mal. En su trabajo habrá nubes y oscuridad, borrascas y
tempestades. Tendrán que afrontar prejuicios provenientes de padres que tienen ideas incorrectas
respecto al carácter que deben adquirir sus hijos; pues hay muchos que aseveran creer en la Biblia al
paso que dejan de sembrar sus principios en la vida doméstica. Con todo, si los maestros son
alumnos perseverantes en la escuela de Cristo, estas circunstancias no los vencerán. – {6TI 205.1}

Busquen los padres al Señor con fervor intenso, para que no sean piedras de tropiezo en el camino
de sus hijos. Desalójense del corazón la envidia y los celos y que la paz de Cristo venga a
reemplazarlos para unir a los miembros de la iglesia en verdadera comunión cristiana. Ciérrense las
ventanas del alma a los ponzoñosos miasmas de la tierra y ábranse hacia el cielo, para recibir los
rayos sanadores del sol de la justicia de Cristo. Mientras que el espíritu de crítica y suspicacia no
sea desalojado del corazón, el Señor no podrá hacer por la iglesia lo que él anhela conseguir en lo
que se refiere a abrir el camino para el establecimiento de escuelas. Mientras no haya unión, el
Señor no obrará en aquellos a quienes confió recursos y capacidad para hacer adelantar esta obra.
Los padres deben alcanzar una norma más elevada, seguir el camino del Señor y practicar la justicia
para ser portadores de luz. Debe haber una transformación completa de la mente y del carácter. Un
espíritu de desunión, albergado en el corazón de unos pocos, se transmitirá de por sí a otros y
destruirá la buena influencia que podría ejercer la escuela. Si los padres no están bien dispuestos y
ansiosos de cooperar con el maestro para la salvación de sus hijos, tampoco estarán preparados para
que haya una escuela entre ellos. – {6TI 205.2}

Resultado de la obra de las escuelas de iglesia


Debidamente dirigidas, las escuelas de iglesia serán los medios de levantar el estandarte de la
verdad en los lugares donde se establezcan; pues gracias a ellas los niños que estén recibiendo una
educación cristiana serán testigos de Cristo. Así como Jesús aclaró en el templo los misterios que
sacerdotes y príncipes no habían discernido; en la obra final de esta tierra los niños que hayan sido
debidamente educados pronunciarán, en su sencillez, palabras que asombrarán a quienes ahora
hablan de “educación superior”. Así como los niños cantaron en los atrios del templo “¡Hosanna!
Bendito el que viene en el nombre del Señor”, en estos últimos días las voces infantiles se elevarán
para dar el último mensaje de amonestación a un mundo que perece. Cuando los agentes celestiales
vean que no se permite más a los hombres presentar la verdad, el Espíritu de Dios descenderá sobre
los niños y ellos harán la proclamación de la verdad, una labor que los obreros de más edad no
podrán hacer, por cuanto su camino estará cerrado. – {6TI 206.1}

Nuestras escuelas de iglesia han sido instituidas por Dios con el fin de preparar a los niños para esta
gran obra. En se debe educar los niños en las verdades especiales para este tiempo y en la obra
misionera práctica. Ellos han de alistarse en el ejército de obreros, para auxiliar a los enfermos y a
los que sufren. Los niños pueden tomar parte en la obra médica misionera y mediante sus “jotas y
tildes” pueden contribuir a llevarla adelante. Sus aportes podrán ser pequeños, pero todo poquito
ayuda, sin embargo, por medio de sus esfuerzos muchas paersonas serán ganadas para la verdad.
Por su intermedio se hará notorio el mensaje de Dios y su salud salvadora para a todas las naciones.
Por lo tanto, preocúpese la iglesia de los corderos del rebaño. Sean los niños educados y preparados
para servir a Dios, pues ellos son la heredad del Señor. – {6TI 206.2}
*****
Hace años que debieran haberse levantado edificios apropiados para escuelas de iglesia, donde los
niños y jóvenes puedan recibir verdadera educación. – {6TI 207.1}
*****

Los libros de texto que se emplean en nuestras escuelas de iglesia deben ser de naturaleza tal, que
llamen la atención hacia la ley de Dios. De esta manera, la luz, la fuerza y el poder de la verdad
serán magnificados. Jóvenes procedentes del mundo, y hasta algunos cuyas mentes se habían
depravado, se unirán a estas escuelas y en ellas se convertirán. Su testimonio en favor de la verdad
podrá ser obstaculizado por algún tiempo por las falsas teorías acariciadas por algunos padres, pero
al fin la verdad triunfara. Se me ha dado instrucción para que diga que esta clase de obra misionera
tendrá una influencia eficaz en cuanto a difundir luz y conocimientos. – {6TI 207.2}
*****

¡Cuán importante es que las familias que se radican donde hay una escuela, sean buenas
representantes de nuestra fe! – {6TI 207.3}
*****

Las iglesias con escuelas, pueden temblar al ver cómo se les confiaron responsabilidades morales
demasiado grandes para que se puedan expresar en palabras. ¿Habrá de fracasar o languidecer por
falta de obreros consagrados esta obra que se inició tan noblemente? ¿Hallarán cabida en esta
empresa, proyectos y ambiciones egoístas? ¿Permitirán los obreros que la falta de piedad y el amor
a la ganancia y a la comodidad destierren a Cristo de su corazón y le excluyan de la escuela? No lo
permita Dios. La obra ya ha progresado mucho. En los asuntos educativos todo está en orden para
que se realice una reforma ferviente en favor de la educación más eficaz y verdadera. ¿Aceptará
nuestro pueblo este cometido santo? ¿Se humillará a sí mismo al pie del Calvario, dispuesto a todo
sacrificio y servicio? – {6TI 207.4}

Los padres y maestros deben procurar con todo fervor la sabiduría que Jesús está siempre dispuesto
a darles; porque están tratando con mentes humanas en el momento más interesante e impresionable
de su desarrollo. Deben procurar cultivar de tal manera las preferencias de los jóvenes, para que en
cada etapa de su vida puedan representar la belleza natural propoia de ese período, algo que se
desarrollará gradualmente, como lo hacen las plantas y las flores en el jardín. – {6TI 208.1}
La dirección e instrucción de los niños es la obra misionera más noble que cualquier hombre o
mujer pueda emprender. Mediante el debido empleo de objetos, deben hacerse muy claras las
lecciones, a fin de que puedan dirigir las mentes de la naturaleza, al Dios de la naturaleza. Debemos
tener en nuestras escuelas personas que posean tacto y habilidad para realizar esta labor y sembrar
así las semillas de verdad. Únicamente el gran día de Dios podrá revelar el bien que logrará esta
obra. – {6TI 208.2}
*****

Debe emplearse maestros con talento especial en la educación de los pequeñuelos. Muchos ponen el
pesebre a cierta altura, y dan alimento a las ovejas; pero es asunto más difícil poner el pesebre más
bajo y apacentar a los corderos. Esta es una lección que necesitan aprender los maestros de escuela
primaria. – {6TI 208.3}
*****

Es necesario educar el ojo de la mente, o el niño hallará placer en la contemplación del mal. – {6TI
208.4}
*****

A veces los maestros deben participar en los deportes y juegos de los niños pequeños, y enseñarles
a jugar. De esta manera estarán en situación de refrenar los sentimientos y los actos desprovistos de
bondad, sin aparentar criticar ni censurar. Este compañerismo vinculará los corazones de maestros y
alumnos, y la escuela proporcionará deleite a todos. – {6TI 208.5}
*****

Los maestros deben amar a los niños porque son los miembros más jóvenes de la familia del Señor.
El Señor les preguntará a ellos de igual manera que a los padres: “¿Dónde está el rebaño que te fue
dado, tu hermosa grey?” Jeremías 13:20. – {6TI 209.1}

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