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Sesión 1

Análisis de videos:
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https://www.youtube.com/watch?v=RiOS6uVe3kU
https://www.youtube.com/watch?v=PLqXn2XvbGM

La interpretación

¿Qué es interpretar?

"Interpretar un texto significa explicar por qué esas palabras pueden hacer diversas
cosas (y no otras) mediante el modo en que son interpretadas". (Umberto Eco, 34)

La interpretación es la búsqueda de los sentidos más profundos y referencias ocultas o


difusas de un escrito.

Spinoza brinda unas reglas para comprender el texto: a) conocer la historia de la


lengua en que fue escrito el texto. La lengua es un objeto de estudio con una vida
propia.; b) el sentido de un signo se deduce a partir del modo como funciona dicho
signo en el texto.

La interpretación según Friedrich Ast.

La interpretación de un escritor comprende tres partes: 1) histórica, en relación


con el contenido de su obra que, o bien es artística y científica, o bien describe
cosas relacionadas con la época de la que emerge; 2) gramática, o sea,
vinculada a su forma y su lenguaje, tal como fluye en el discurso; 3) espiritual
(geistig), que tiene que ver con el Espíritu de cada escritor y de toda la época
antigua. La tercera forma d entender a un escritor, la espiritual, es la más
elevada y en ella se sintetiza lo histórico y lo gramatical. La comprensión
histórica se refleja a lo que forma el espíritu, la gramática a cómo lo forma, y la
espiritual conduce al ué y al cómo, a su originaria vida dentro del Espíritu.
(Citado por Lledó, 1997: 43)

El intérprete

El intérprete halla el sentido y objetivo de la obra mediante un marco metodológico, el


cual debe definir a partir de las características de la obra.

Las intenciones

- Intentio operis. La obra es fuente de sentido. Algunas obras, cuyos autores se


desconocen, permanecen en el tiempo; su sentido es difuso, por ello, es necesario
investigar hasta hallar el sentido del texto.
Los textos antiguos albergan contenidos filosóficos y religiosos, muchas veces
expuestos de un modo literario. Detrás de estos sonidos agradables, algo se oculta.
El texto es un estadio intermedio en la trasmisión de un mensaje, la cual ha sido fijada
en una frase, en cierto código que le ofrece ciertas posibilidades de expresión.
El texto literario busca permanecer en el tiempo. Con el transcurrir de los años,
décadas o siglos, las palabras han mudado su forma o significado. De este modo, se
genera una ambigüedad en la interpretación, lo que da origen a malos entendidos o a
"abusos de la interpretación"

- Intentio auctoris. El autor es fuente de sentido; esta concepción restringe a la


intentio operis.
- Lector modelo. Lector ideal del texto, corresponde al modo (con sentidos múltiples o
único) como se previó debía ser leído el texto.

Ejercicios

¿Cuál es el significado de las expresiones resaltadas?

«Pues, señor Gobernador


Mírelo bien por entero,
Que allá va el recogedor
Y acá queda el carnicero».

Y aquella del calor más competente


científica oficina
próvida de los miembros despensera,
que avara nunca v siempre diligente,
ni a la parte prefiere más vecina
ni olvida a la remota,
y, en ajustado natural cuadrante,
las cuantidades nota
que a cada cual tocarle considera,
del que alambicó quilo el incesante
calor en el manjar que medianero

Verde que te quiero verde.


Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar
y el caballo en la montaña.
Con la sombra en la cintura
ella sueña en su baranda,
verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Verde que te quiero verde.
Bajo la luna gitana,
las cosas la están mirando
y ella no puede mirarlas.
Semana 1 – sesión 2
¿Cuál es la intentio operis (manifiesta o encubierta) del siguiente dibujo?
“El eclipse”
Augusto Monterroso

Cuando fray Bartolomé Arrazola se sintió perdido aceptó que ya nada podría salvarlo.
La selva poderosa de Guatemala lo había apresado, implacable y definitiva. Ante su
ignorancia topográfica se sentó con tranquilidad a esperar la muerte. Quiso morir allí,
sin ninguna esperanza, aislado, con el pensamiento fijo en la España distante,
particularmente en el convento de los Abrojos, donde Carlos Quinto condescendiera
una vez a bajar de su eminencia para decirle que confiaba en el celo religioso de su
labor redentora.
Al despertar se encontró rodeado por un grupo de indígenas de rostro impasible que
se disponían a sacrificarlo ante un altar, un altar que a Bartolomé le pareció como el
lecho en que descansaría, al fin, de sus temores, de su destino, de sí mismo.
Tres años en el país le habían conferido un mediano dominio de las lenguas nativas.
Intentó algo. Dijo algunas palabras que fueron comprendidas.
Entonces floreció en él una idea que tuvo por digna de su talento y de su cultura
universal y de su arduo conocimiento de Aristóteles. Recordó que para ese día se
esperaba un eclipse total de sol. Y dispuso, en lo más íntimo, valerse de aquel
conocimiento para engañar a sus opresores y salvar la vida.
-Si me matáis -les dijo- puedo hacer que el sol se oscurezca en su altura.
Los indígenas lo miraron fijamente y Bartolomé sorprendió la incredulidad en sus ojos.
Vio que se produjo un pequeño consejo, y esperó confiado, no sin cierto desdén.
Dos horas después el corazón de fray Bartolomé Arrazola chorreaba su sangre
vehemente sobre la piedra de los sacrificios (brillante bajo la opaca luz de un sol
eclipsado), mientras uno de los indígenas recitaba sin ninguna inflexión de voz, sin
prisa, una por una, las infinitas fechas en que se producirían eclipses solares y lunares,
que los astrónomos de la comunidad maya habían previsto y anotado en sus códices
sin la valiosa ayuda de Aristóteles.

Ladrón de sábado
Gabriel García Márquez
Hugo, un ladrón que sólo roba los fines de semana, entra en una casa un sábado por la
noche. Ana, la dueña, una treintañera guapa e insomne empedernida, lo descubre in
fraganti. Amenazada con la pistola, la mujer le entrega todas las joyas y cosas de valor,
y le pide que no se acerque a Pauli, su niña de tres años. Sin embargo, la niña lo ve, y él
la conquista con algunos trucos de magia. Hugo piensa: «¿Por qué irse tan pronto, si se
está tan bien aquí?» Podría quedarse todo el fin de semana y gozar plenamente la
situación, pues el marido -lo sabe porque los ha espiado- no regresa de su viaje de
negocios hasta el domingo en la noche. El ladrón no lo piensa mucho: se pone los
pantalones del señor de la casa y le pide a Ana que cocine para él, que saque el vino de
la cava y que ponga algo de música para cenar, porque sin música no puede vivir.
A Ana, preocupada por Pauli, mientras prepara la cena se le ocurre algo para sacar al
tipo de su casa. Pero no puede hacer gran cosa porque Hugo cortó los cables del
teléfono, la casa está muy alejada, es de noche y nadie va a llegar. Ana decide poner
una pastilla para dormir en la copa de Hugo. Durante la cena, el ladrón, que entre
semana es velador de un banco, descubre que Ana es la conductora de su programa
favorito de radio, el programa de música popular que oye todas las noches, sin falta.
Hugo es su gran admirador y. mientras escuchan al gran Benny cantando Cómo fue en
un casete, hablan sobre música y músicos. Ana se arrepiente de dormirlo pues Hugo se
comporta tranquilamente y no tiene intenciones de lastimarla ni violentarla, pero ya es
tarde porque el somnífero ya está en la copa y el ladrón la bebe toda muy contento.
Sin embargo, ha habido una equivocación, y quien ha tomado la copa con la pastilla es
ella. Ana se queda dormida en un dos por tres.
A la mañana siguiente Ana despierta completamente vestida y muy bien tapada con
una cobija, en su recámara. En el jardín, Hugo y Pauli juegan, ya que han terminado de
hacer el desayuno. Ana se sorprende de lo bien que se llevan. Además, le encanta
cómo cocina ese ladrón que, a fin de cuentas, es bastante atractivo. Ana empieza a
sentir una extraña felicidad.
En esos momentos una amiga pasa para invitarla a comer. Hugo se pone nervioso pero
Ana inventa que la niña está enferma y la despide de inmediato. Así los tres se quedan
juntitos en casa a disfrutar del domingo. Hugo repara las ventanas y el teléfono que
descompuso la noche anterior, mientras silba. Ana se entera de que él baila muy bien
el danzón, baile que a ella le encanta pero que nunca puede practicar con nadie. Él le
propone que bailen una pieza y se acoplan de tal manera que bailan hasta ya entrada
la tarde. Pauli los observa, aplaude y, finalmente se queda dormida. Rendidos,
terminan tirados en un sillón de la sala.
Para entonces ya se les fue el santo al cielo, pues es hora de que el marido regrese.
Aunque Ana se resiste, Hugo le devuelve casi todo lo que había robado, le da algunos
consejos para que no se metan en su casa los ladrones, y se despide de las dos mujeres
con no poca tristeza. Ana lo mira alejarse. Hugo está por desaparecer y ella lo llama a
voces. Cuando regresa le dice, mirándole muy fijo a los ojos, que el próximo fin de
semana su esposo va a volver a salir de viaje. El ladrón de sábado se va feliz, bailando
por las calles del barrio, mientras anochece.
Semana 1 – sesión 3
https://www.youtube.com/watch?v=ldL5OBOFp0k

¿Cuál fue la intentio operis y la intentio auctoris de la presentación de la Torre Eiffel en 1889?

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