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natural que los objetos terrestres cayeran, mientras que también era natural que los
no hay diferencia esencial entre la materia terrestre y la celeste. Esto suponía, claro
está, que los objetos celestes, como la luna, deberían caer, pero durante mucho
intuición, Newton vio que la manzana cae como lo debe hacer la luna, y como lo
hace cualquier otro objeto. Así llegó a la teoría de la gravitación universal, en la que
todos los objetos se consideraron como cayendo hacia diferentes centros (por
ejemplo, la tierra, el sol, los planetas, etcétera). Esto constituía una nueva forma de
mirar a los cielos, en la que los movimientos de los planetas no se veían ya según el
Más bien se consideraban estos movimientos según el modo de caer de toda materia,
celeste y terrestre, hacia diferentes centros, y cuando se veía algo que no se había
previsto que cayera así, se buscaban y a menudo se descubrían planetas nuevos hacia
los que caían los objetos celestes (demostrándose así la relevancia de este modo de
observar).
La forma newtoniana de observar funcionó muy bien durante varios siglos, pero
últimamente (como les había ocurrido a las intuiciones griegas que la habían
precedido) condujo a unos resultados muy poco claros cuando se quiso extender a
(la teoría de la relatividad y la teoría cuántica). Éstas dieron una imagen del mundo
todavía válida, por supuesto, pero en un campo limitado). Si suponemos que las
teorías nos dan verdadero conocimiento, que corresponde a «la realidad tal como
es», tendremos que concluir que la teoría newtoniana fue verdadera hasta
aproximadamente el 1900, después de cuyo año se convirtió súbitamente en falsa,
No se producirá una conclusión tan absurda, sin embargo, si decimos que todas las
teorías son modos de observar que no son verdaderos ni falsos, sino más bien claros
en ciertos campos y nada claros cuando se extienden más allá de estos campos. Esto
significa, no obstante, que no debemos identificar teorías con hipótesis. Como indica
la raíz griega de la palabra, una hipótesis es una suposición, es decir, una idea que se
«pone debajo» de nuestro razonamiento como una base provisional sobre la cual
muy bien, no puede existir una prueba experimental concluyente que demuestre lo
cierto o lo falso de una hipótesis general que se propone abarcar toda la realidad.
Más bien, con lo que uno se encuentra (por ejemplo, con los epiciclos de
relatividad y la teoría cuántica) es con que las antiguas teorías se van haciendo cada
vez menos claras cuando uno intenta usarlas para obtener datos en campos nuevos.
Generalmente, una atención cuidadosa acerca de lo que está ocurriendo será la clave
principal que nos llevará a nuevas teorías que, después, constituirán nuevas formas
de observación.
Así pues, en vez de suponer que las teorías antiguas se han hecho falsas en un
continuamente nuevas formas de observación, que son claras hasta cierto punto y
que después tienden a hacerse confusas. En esta actividad no hay razón evidente
para suponer que hay o que habrá una forma final de observación (correspondiente a
Más bien, por la naturaleza del caso, se puede esperar un desarrollo sin fin de nuevas