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Bol, SEA, 920 (1997): 513, Los Artrépodos y el Hombre Introduccién La redaccién de un prblogo sensato 2 una enciclopedia o diccionario general es tune tarea imposible, Son obras de contenido tan vaste y, al misma tiempo, tan frag- mertado e independiente, que sificimente puede encontrarse una pusrta de entrada, tun acceso comun por el que invita al lactor a si interiox. Aigo de esto acurre con la Introduccién al presente volumen, No insinde que este numero monogréfico dol Boletin SEA pueda ser una ‘enciclopedia seria pretencioso por nuestra parte, ademés de radicalmento falso. Pero si hemos de reconocer que la variedad de temas tratados, la diversidad de conexiones entre los artrépodes y el hombre, asf como las mcltiples disciplines involucrads en esa relacion as tan grande que el asunto, efectivamente, bien podria merecer una densa y nutrida enciclopedia. Mas nadie tema nada. Este Boletin es, todo él, una simple, aunque extensa, introduccién y no la recopilacién cexhaustiva de todo el saber acumulado a propésito del tema propuesto, lo que, por cierto, posibiemente constituye un nuevo obstaculo a la redacsién de estos prolegé: menos: Zcomo se escrbe la Introduccion de una Introduccion? Pese a todo, sigamos adelante, Nuestro objetivo ha sido ofrecer una visién ‘general del conjunto de interrolaciones entre los que bien pueden ser considerados ‘aunque por motivos bien distintos- los dos grupos de organismos mas poderosos de! Planeta: hombres y artrépodos. Y hacerlo, siguiendo espaciaimente fa norina habitual de nuestros monogréticas: el echazo a cualquier tipo de limitacin o frontera entre la dif rentes ciscipinas que conforman el ‘Saber Humano'. La especializacin, inevitable y sin ‘duda necesaria en el érea estrictamente cientfice, posiblemente resuta ompobrace {dora en un ambite més ganeral.Sien nuestro anterior volumen (nf 18, diiembre 1997) mezclamos entomologia y paleontologia, en éste, hemos llevado las cosas todavia mas Iojos haciendo de la promiscuidad fintelectuall nuestra divisa. Somos conscientes de ue tal planteamiento enciera un grave riesgo: la de convert este volurnen en un rom. pecabezas jlegible en que les piezes no casen, un puzzle desariculada y cadtico cuya constuceién no permite apreciar fa imagen final con nitdez. Puede ser; pero es un riesgo que esumimos con gusto. No existe, de todos modes, otra forma de abordar la cusstion de las conexiones HombreArirpodo que desde una perspective multiiscipinar y por clo no hemos respetedo fas tedicionalos distinciones entre entomologia bésica y apl- cada y, ni siquiara, las logicas entre entornologia y medicina, arte, etimologia o religion, por ejemplo. Todo lo artrénodo, en tanto que vinculado con lo hurmano, tiene cabida en este litxo, ya sea sistemstica, ecologia, mitologa o psiquatra, Ast, forenses, cineastas, jueces, ingenieros agrénomes, invastigadoces genéticos, catedrétioos de universidad coleccionistas de insectos, homedpatas, arqueslogos,lterstos, gourmets, conservacio- ristas, veternerios, histericores y, por supuesto, bidlopes, tienen, entre muchos otros, ‘espacio en este volumen y son, junto a todo aquel que tenga un minimo interés en los artropodes, en el hombre o en ambos, sus destinatarios naturales. AMelie A corto plazo, la historia es siompro oscrita por las vencedores. De este modo, la razén incluso los ‘hechos’, son una funcién del padero bélico y de la capacidad de destruccién. No es extrafo, bajo esta perspective, que la humana se considere especio ‘dominante (ED) del Pianeta. El argumente 3 simple: ninguna otra especie o conjunto cde especies tiene la capacidad de modificar tan deasticarnante las condiciones do la vida en este Planeta, argo plezo, todos los tiranos, imperios y dioses terminan por sucumbir y la his: teria no tarda en ser reescrita por los supervivientos (sucederé también con la humana, ‘al menos metaféricamente) ubicando con mayor abjativided aquellos hechos, razones ¥ periodos superedos en una perspective més acorde con su autertice importancia en ‘al ontramado histérico global thabituelmente, un par de pérrafos en la enciclopedia correspondiente bajo una fotografia que pronta parece extrantamente descolorica) A escala geoldgica, nica medida temporal razonable del Pianeta, la especie hhumene es, esencialmente, nada. ¢Alguien recuerda cuando padecis por primera vez la ‘gripe? Tal vez la afeccicn torné una forma viulenta o se presentaron complicaciones y, seguramente, durante unos dias, fue necesario quardar cama. Sin embargo, salvo algin privlegiado de memoria prodigiosa, nadie recuerda exactamente las condiciones coneretas en quo transcurré, cémo y qué sintomas se presentaron o las dolencias que padecid, Pues bien, ls presencia de la especie humana sobre este planeta (2 millones de anos sobre 4,600 = 0,044%6) representa, en términas de tiempo, algo asi como une Primera gripe en le vide de una persona de 60 aftos de edad (10 dias = 0,045). Paro las coincidencias tal vez van mds alls del guarismo porsentual. Si en lo peor de la enter: ‘medad, el virus que provocé la gripe, se hubiera sentido vencedor del organismo invadido, habria hecho el mismo ridiculo que la especie humana cuando se considera, Por activa 0 por pasiva, propietaria de este Planeta Y ee que el futuro se reiré de noso- tyos, por que @ diferencia de los virus, los humanos somos propensos a dejar testimonio de nuestras‘razones', anhelos y ereencias,olvidande que la humana es, en {al mejor de fos casos, sélo la EPD del Planeta, es deci, la Especie Provisions Dominante. Nada extraordinario. Pero ni siquira ello es seguro. Es suficiente con echar un vistazo al curriculum de los artréoodes y compararlo con el de los humanos. Aparecieron 650 millones de ‘afios antes que nosotros (mas un plus de unos 60 millones de afos, si contamos a los ‘oniedtoros); forman la mayor coleccién de formas Viventes que ha vivido -y vive- sobre cl Planeta a lo largo de tod su historia y especialmente en comparacién al reducido {grupo de los cordados; presentan, a partir de un modelo comin, una veriedad inerelble de modifcaciones y edaptaciones a todo tipo de condiciones, madios y habitats; lentre otras cosas, son mucho mas numerosos que nasetros. De hacho, un célaulo bes tante simple (y posiblemente, prudente en exceso), indica que existen sobre la Terra, fen todo momento, 200 millones de insectos por persona, Si consideramos que la vide ‘media de un artrépodo cualquiera bien podria establecerse en un tio y que la humane onde is 60 atios, la elacién adecuada entre el nimero de artrépados/persona se sitia en la escandslosa proporcién de 12 mil millones a 1. Los dominantes, sin embargo, parece ser que somos nosotros. Pero hay una cuestién mas importante que el niimero (de lo contario, el grupo ‘realmente dominante serian protozoos y hacterias). Se tvata de la importancia relatva {que jvege cada grupo taxonsémico en la Biosfera. O en otros términos més simples sei el Planeta igual sin los srtrOpodos? clo seria sin los humancs? No hay forma de responder con seguridad a la primera pregunta, pero todo hace pensar qua no. La Segunda es mas féci sin duda alguna. De hecho, durante el Terciario (que incluye los Lltimcs 65 millones de afos) el Planeta ya era bisicamente el que es desde mucho antes de que apareciera el hombre hace unos 2 millones de aes. Asi que, en resumen, como en las sociedades humanas, nuestre especie slo tiene un argumento para consierarse dueria del Planeta (a corto plazo, dinica escala ut- lizada por la humanidad): su capacidad do destuccién, Las demés estén a favor de los artropodos. ‘Aceptemos, no cbstante, la hipétesis de que el hombre es efectivemente a E°D eintentemos determinar la relaciones que mantione con los artrépodos. Les clésicos, {con un pragmatismo cercano a las categories del hombre grimitivo (Me come’, “LO ‘como’, Separafon fos organismos en ‘nocivos’,‘itles'e initles’.Castficar es ordener elementos sobre la base de alguna de sus caracteristics. Asi, la anterior, es una clasi- ficacién tan vélda -y tan actual como cualquiera de ls utlizadas par los sistematcos. Existe, no obstante, una gran diferencia entre alls: la ultima intonta establecer lntreduccién cordenaciones objetivas entre los elementos (olaciones flagenéticas, por ejemplo) sin embargo, la primera ordena a los elementos baséndose en uns perspective subjetiva el benefico © perjuicio directo e indirecto que produce en el status quo de la espacie humana. Y ésta es, sin lugar a dudas, la clasificacién qve utiliza la sociedad en materia tentomolégica, No es extrafio qus los artrépados sean paco valorados por esa sociedad. ‘Al margen de unas poces especies productoras de sustancias evaluables en délares USA, las restantes son ‘remendamente’ nocivas 0 inexplicablemiente indtiles. Es la ‘ctitud tipica del vencedor sobro el vencido: explotacién brutal de sus recursos, aplas- ‘tamiento de todo conato de rebeliin y desprecio absoluto por cualquier otra manifestacién de su icfosinerasta, Llevamos al menos 10.000 afios haciéndolo entre nosotros zoémo no hacerlo respecto a orgenismes ‘inferiores'? Por nuestra parte, no vamos a contestar este plantaamiento. Al contrario, vamos 18 seuilo paso a paso. Los artropodos son tratades en este volumen desde la pers- pectiva de su utlidad o nocividad para con el ser hurnano, si bien llevaremos el asunto bastante ms ald de lo que tradicionaimente podria ser considerado ol objeto de la “entomologia splcada’. Nos interesan los beneficios y pérdidas producidas directa- ‘mente por los ertropods, pero tambian tados aquellos aspectos mucho mas suties fen ocasiones, mucho més importantes que representen un servicio 0 un dafio indi: recto @ la humanidad, Esta vision puede ser tachada de maniquea, 93:0 pronto Se veré ‘que tod cara tiene su cruz y que toda luz tiene su sombra (y con frecuencia, que fexisten demasiads cleroscuros en los que no resulta fécilasignar un saldo positive o negative al conjunte). Homos dividico el volumen en nueve dreas tematicas que inctuyen un total de &5 articulos, Las agrupaciones son un tanto atificiales y, con frecuencia, un mismo art ‘culo poctia ubicarse sin esfuerzo en mas de un bloque tematico. No obstante ponsames que la presente dlstrbucién ofrece una adocuada panorémica de las rit ples relaciones entre fos artrSpodos y el hombre. En sintesis, las éreas son las siguiontos: | Compartiendo el Planeta. Biosfera, ecosistemas, hombres y artrépodos ‘A posar de los avances cientificas y de los logros de le técnica, le supervivencia del hombre sigue dependiendo de la Biosfera, De olla obtiene alimentos y recursos directos, pero también una serie de servicios ecolégicos sin los cuales estarla rere diablemente condenado 8 la extincién. En otras palabras, la suerte de la especie ‘humana asta directamente rslacionada con el correcto funcionamiento de los ecosis- ‘temas el cual, a su voz, depende estrechamente de la biocenosis © conjunto de ‘orgenismos que lo habita y de la forma en que éstes interactian entre siy con el propio medio. Exprasado en estos términos el asunto puede parecer mas propio de un lisro ‘sobre conservacién de algin paraje que un terns a tratar en este volumen feminente- mente pragmstica, coro ya hemos advertido). Sin embargo, nada mas lejos de la realidad. El principal valor de los artrépodos para l especie humana racica en su part cipacién en la ejecucién de las funciones ecolégices desarroladas por los ecosistemas. Esa participacién, teniencio en cuenta su nlimero en individuos o si se prefiers, su bio- masa relativa, no es en absolute desdefiable, como tamipoco puede sero la principal propiadad de las biocenosis planetarias: su sorprendente diversidad. Es hora de que ‘omiencemos a valorar en su justo trmino esas aportaciones que regulan la atmésters, el clima 0 el agua del Planeta, la erosién y fa formacién de suelos, el raciclado de nutriontes, la polinizacién de las plantas o el tratamiento de residuos, antre muchas otras, La conservacién de los ecosistemas es algo més que una obligacion de carécter bioético © una accién romantica de valoracién estética: es uns cuestion de supervi- vvencia y, por tanto, de sentido ‘practice’. Pero preservar ecosistemas es, en asenc mantener su Biodiversidad y ello, teniendo en cuenta su composici6n, no os atte cosa que conserva artr6podos, Los primeras cuatro articulos de este bloquo se ocupan de estas cusstiones. El trabajo firmado por Ribera y Melic pretende efectuar una aproximacién ala valorecién ‘econémica de los servicias ecol6gicos prestados a le especie humana por los ecosis- temes y sus organismos, con especial atencién a aquellos en que fos artrépodos juegan un papel signficativamenta importante, Martin Piera aborda la problematica asociada a la definicion, medicion y factores causales o generadores de la biodiversidad, con un Bourtine A. Molle capitule final centrado en las dificuttades particulares que plantes el estudio y conser- vvacion de! grupo mas diverso sobre la Titra: los insectos. Galante y Marcos Garcia nos introducen en uno de los maitiples ejemplos en que se demuestra ol papol esencial {ue juegan los artrépodos en el funcionsmiento de cualquier ecosistema; en concreto «el de los detritivoros, incluyende insectos copréfagos y necréfagos. Por titimo, José A Barrientos, plantea una visién critica, poco ortedoxa pero certera, de la actitud de la sociedad on materia de conservecién y proteccién de artrépodos. Realmante -comno formula el titulo de su artculo- get hombre ha pasado de perseguir a proteger a los artrépodos? Il. Compartiendo los recursos. De ta dependencia a la competencia Uno de los servicios ecolégicos mis importantes prestados por os ecosistemas ‘a que nos referlamos en los pérrafos previos es la polinizacién do las plantas. Sin esta funci6n, desarrollade mayoritariamente por los insectos, la especie humana vendria ‘oblgads a alimentarse de la caza, recoleccién de frutos silvestres y una ganaderia redu- ida, €s dec, que jemés habria alcanzado una poblacién de 5.000 millones, pues no habria alimentos para tal nimero de personas, Al mismo tempo, la polinizacin entornégama es, an sentido amplo, una forma de fitofagiay ésta presenta también su cruz; la pxncipal, la competencia feroz por los recursos vegetales. Hombres y artrépodos llevamos mas de 10.000 afios poleando sin ‘vegua ni cuartel por els sin que, de momento, pueda definrse un venicedor claro, He: e reconocer que siempre me ha llamado la atancidn esta cuestién. Una plage podria {efinirse como una situacién en la que la poblaci6n de un orgarismo aleanza un tamatio desproporcionado y rompe el equilbrio interno del ecosistema. En la Naturaleza, eexisten mecanismos de autocontrol que devusiven el estado del sistema ala situacién ‘de equilrio. Por ejemplo, si una planta multiplica su poblacién a consecuencia de fa0- totes climéticos excepcionales u otras causas, las poblaciones de insectos fitétegos ‘aumentarén inmeciatemente su tamaho [asi come los depredadores de estos) limi- {ando el crecimiento de la planta, El fit6fego controla a fa planta y el daprededor at fitofago. Baséndose en estos hechos fa modema entomologia aplicada utiliza deprede- ores, parasites y parasitoides en el control biolégico de plagas de fitéfagos. Sin ‘embargo, el Control Bioldgico, que pretende repraducir los mecanismos de autoregu lacién de los ecosistemas equilbrados, encierra an su aplicacién une tremenda Paradoja. Un monocultvo atacado por una plaga de fitbfegos presenta siempre dos plegas: ls de fitéfago y a de la propia planta cultivada. Erracieer la plaga do ftéfagos _manteniendo la plaga de la planta implica mantener una situacién de desequlitrio con solidade utilzando pare ello mecanismos propios de sistemas equilirados. En resumen: las plagas de fitcfagos son la respuesta natural de los mecanismos autore- uladores de los ecosistemas frente a la aparcicn de plagas de plantas cultivadas. Las actividades agricolas son ‘consideradtas’ por la Biosfera una situacion nociva -una plaga- que debe ser erredicads, pare lo cuel envia a sus hordas de fitsfagos, El hombre los ‘combate con todos los medios @ su alcance, incluidos sus predsdores naturales y huego ‘se pregunta por qué, @ pesar de vencerlas, las plagas terminen siempxe por volver... sin comprender -u olvdando- que @ quien se enfrenta no es al fitéfago sino a las mismas eyes que regulan el funcionamiento de las eoosistomas y de la propia Biosfera Los nueve articules siguientes abordan directamente cuestiones relacionadas con estas materias, Abe la seccién ol articulo de Viejo Mentasines y Omosa Gallego ‘sobre los insectos polinizadores. Las plagas (de ftéfages, no de plantas cultvadas) son tratadas en tres articulos consecutivos. J. Selfa y JL. Anento efectian una introduc- cidn general las plages agricolss y forestales; M, De los Mozos Pascual se ocupa de las plagas de los productos almacenados y J. L. Yela revisa las especies de un tipo de plagas muy peculiar y dabiemente grave porque los productos atacados no son repro ducibles: el de los insectos causantes de darias al patrimonio hist6rio y cultural La lucha contra plagas es el motive de los cinco articulos restantes. J. A. Dominguez analiza uno de los efectas secundarios ino escribimos residuales pra no hacer un chiste faci de la lucha quimica contra los artrépodas: el efecto contaminante {de os insecticidas a largo plazo. Son los ‘paisajes después de la batalla’. I. Pérez, espe-

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