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DOCENTE
CARLOS OTALVARO
INTEGRANTES
PÉREZ RIVERO INDIRA PAOLA
POLO POLO LUZ NADIS
PORTILLO HERNANDEZ ALBA
UNIVERSIDAD DE CÓRDOBA
FACULTAD DE EDUCACIÓN Y CIENCIAS HUMANAS
DEPARTAMENTO DE PSICOPEDAGOGÍA
LICENCIATURA EN EDUCACIÓN INFANTIL
SEXUALIDAD INFANTIL
VII SEMESTRE
13 /MAYO/2020
MONTERÍA
INTRODUCCIÓN
La educación sexual es en realidad un proceso continuo que depende tanto de los modelos que
los progenitores les proporcionan a los hijos y de cómo respondan al creciente desarrollo de la
sexualidad del niño, como del suministro de información objetiva. La educación sexual impartida
en el hogar es una forma muy importante de proporcionarles a los hijos una estructura válida que
constantemente están aprendiendo cosas relacionadas con sus cuerpos y las realidades básicas de
la vida. Aprenden a conocer el mundo mediante juegos. Comienzan a formular preguntas acerca
de la procedencia de los bebés y son capaces de responder respuestas sencillas; no entienden las
ideas abstractas ni el comportamiento sexual de los adultos. Pueden aprender a realizar tareas
sencillas como conservarse sanos, lavarse las manos, bañarse, cepillarse los dientes, comer
con los demás, lo mejor que pueden hacer los progenitores cuando el niño o la niña están en la
etapa de infancia es crear la atmosfera propicia para que el niño se sienta con libertad de
La ultrasonografía ha facilitado indicios de que por espacio de varios meses antes del
nacimiento, el feto masculino tiene erecciones reflejas (Calderone 1983). Muchos recién nacidos
varones tienen asimismo erecciones a los pocos minutos del parto, a menudo antes de que se
haya procedido a cortar el cordón umbilical. Igualmente, las recién nacidas tienen lubricación
vaginal y erección clitórica en el transcurso de las primeras 24 horas (Langfeldt, 1981). de modo
que es evidente que los reflejos sexuales se producen ya desde el momento mismo del
Una fase importante de la sexualidad del bebé se asienta en la placentera intimidad entre los
padres y el pequeño, a través de los mimos, caricias y abrazos (Higham, 1980).este lazo entre los
padres y la criatura empieza al dar a luz la madre y se prolonga en el curso de operaciones tales
como lactancia, el baño, el vestir al pequeño y otras actividades que refuerzan este vínculo. Un
bebé que carezca de intimidad paterna y de afecto puede experimentar más tarde problemas
para establecer una relación afectiva estrecha con otras personas o, en un terreno más
especulativo, para sentirse a gusto con su sexualidad (Harlow y Harlow 1962; Ainsworth, 1962;
Los niños de muy corta edad responden de forma muy espontanea con señales de excitación
sexual a los múltiples focos de sensaciones físicas. Por ejemplo, es corriente que los bebes
varones tengan erecciones mientras la madre los amamanta, algunos padres se sienten alarmados
ante estos detalles y temen que pueda ser indicio de anomalías o perversidades precoces, pero lo
cierto es que la cálida y blanda proximidad del cuerpo de la madre y el intenso estímulo
neurológico que comporta la succión (en los labios confluyen abundantes terminaciones
nerviosas sensoriales) se conjugan para enviar mensajes al cerebro, que son interpretados como
placenteros y que activan los reflejos sexuales, suelen presentarse también al bañarse al bebé,
espolvorearlo, cambiarle los pañales, o cundo los padres retozan con él. No obstante es
importante darse cuenta que “el niño es demasiado pequeño para ser consiente de este contacto,
por lo que no puede decirse que se produzca un despertar erótico sociosexual” (Martinson, 1981)
Algunos padres reaccionan con tranquilidad ante esto transfiriendo al niño un mensaje de
aceptación referente al sexo mientras que aquellos que se sorprenden o reprueban el hecho
transmitirán sentimientos negativos al pequeño. Es sabido que los lactantes empiezan a tocarse o
frotarse los genitales tan pronto como son capaces de ejercer la obligada coordinación motora.
Cabe preguntarse ¿acaso el pequeño se limita a explorar su cuerpo y por lo mismo tiene iguales
probabilidades de palparse las partes accesibles, como el vientre, los codos, y los genitales por
ejemplo? O, por el contrario ¿hay en estos tocamientos un componente sexual que procura
curiosidad hacia las partes del cuerpo y la mayoría de los pequeños descubren (si aún no lo han
hecho) que la estimulación genital produce sensaciones placenteras. Primero el juego con los
genitales acaece en solitario pero más tarde resurge en juegos como: “enséñame los tuyos y yo
te mostrare los míos”, o bien en los pasatiempos además de frotarse el pene o el clítoris
manualmente, hay niños que se estimulan restregándose con una muñeca, una almohada, una
otras se pone caliente de verdad. (Nota: obsérvese que la niña llamaba gina a toda la región
genital y que se refería concretamente a la frotación manual del monte púbico y del clítoris,
cosa que hacía por lo menos 6 veces al día .De los dos años y medio a los tres y medio prefería
andar por casa con el trasero al aire, de forma que pudiera palparse fácilmente los genitales)
Un niño de tres años: ¡mira mi salchicha! puedo ponerla tiesa. La froto y se pone tiesa y me
gusta mucho. A veces solo la froto un poco y entonces siento un poco de gusto. [El niño en
cuestión estaba muy orgulloso de su “salchicha” y le gustaba mostrarla a las visitas. Sus padres
nos dijeron que se estimulaba el pene varias veces al día y que sabía a ciencia cierta que
Poco más o menos por esa misma época los niños también cobran conciencia de cuando los
padres desaprueban sus tocamientos; a veces se desconciertan cuando estos les dicen que se fijen
en su cuerpo pero con exclusión de los órganos genitales. Si bien es conveniente que los padres
eduquen a sus hijos dentro de las pautas socialmente aceptables por ejemplo decir al niño que no
debe exhibir o juguetear con sus genitales en público, hay algunos progenitores que frustran todo
conato de jugueteo sexual diciendo: “eso no se hace”, “no te toques ahí abajo”, o bien sin que
medien palabras, asiendo sencillamente la mano del pequeño y apartándola de los genitales. El
negativo impacto de estas actitudes puede constituir a la larga la causa primera de una disfunción
sexual (masters y Johnson, 1970; Calderone, 1978; Money, 1980) esta actitud acaba de asentarse
en virtud de la presunción, por parte de muchos niños y niñas, de que sus genitales son sucios, a
tenor de los juicios que captan de los mayores cuando se les enseña a controlar los esfínteres. A
pesar de lo que vamos a decir puede que vaya en contra de sus propios instintos, la mayoría de
los especialistas piensan que lo primero que deberían hacer los progenitores cuando ven a sus
hijos pequeños dedicados a la auto exploración sexual, es simplemente relajarse (Feitel, 1990).
Como lo expresa la célebre psicóloga Selma Fraiberg (1959) “La forma en como un niño se
siente con respecto a si mismo, como se valore, irá unido también a lo que sienta con respecto a
su propio cuerpo. El niño que descubre que sus juegos sexuales provocan aversión en sus
progenitores puede llegar a sentir que su cuerpo es malo y que él, como persona es mala. ”
Puesto que los niños pueden percibir la reacción negativa de sus progenitores por el tono de voz
que emplean, la expresión facial o cualquier otro lenguaje corporal lo mejor es que los padres
reaccionen de forma tranquila cuando se trate de temas de curiosidad sexual (Renshaw, 1988).
Esto no solo es aplicable al ejemplo del descubrimiento de los juegos sexuales de un niño, sino
por otras situaciones que también tienen una connotación sexual. Por ejemplo si un niño de tres
años entra en el baño cuando uno de los progenitores está saliendo de la ducha, las reacciones
exageradas ya sea del tipo de reprender duramente al niño (“¡sal de aquí! ¿No ves que estoy
desnudo?”) Y la de coger una toalla como si taparse constituyera un asunto de vida o muerte,
resultan inapropiadas. Este tipo de reacción le dice al niño que el padre o la madre se sienten
incómodos respecto a su cuerpo y lo más probable es que eso impulse al niño a repetir la
intromisión.
De la misma forma dado que los niños pequeños se acarician con bastante frecuencia en
momentos que resultan incomodos para sus progenitores, resulta útil que estos últimos estén
preparados para situaciones semejantes. Por ejemplo si se encuentra usted en unos grandes
almacenes cuando la pequeña Susie se levanta las faldas y comienza a frotarse la entrepierna, en
lugar de decirle “No, no hagas eso”, limítese a darle un paquete para que cargue con él. Distraer
a un niño de lo que para usted constituye una actividad socialmente embarazosa, tiene la ventaja
de cambiar el comportamiento sin hacer una montaña del asunto o dar la impresión de que uno
está molesto.
En nuestra sociedad a los 4 años la mayoría de los niños empieza a preguntar de donde vienen
los bebés y como acontece el nacimiento (Martinson, 1980). A los 4 años el niño suele tener una
cigüeña sin interpelaciones, lo interpretan a su manera, así es corriente que en esta interpretación
de los temas sexuales se vea reflejada la visión concreta y literal que el pequeño tiene del mundo
y la vida en general. Los niños y niñas que van al jardín de infancia antes de la edad escolar
suelen afrontar muchas situaciones que tienen un contexto sexual. Así a Billy y Peter ambos de
4 años, se les tenía que repetir con insistencia que los niños no deben besarse mientras están
jugando. En la misma escuela de párvulos, Gerry se regocija culebreando detrás de una niña y
levantándole la falda (“para verle los calzoncillos, manifiesta entre risitas). Tanto los pequeños
como las niñas muestran considerable interés en costumbres que suelen alarmar más a los padres
que a los maestros. A los 5 años, edad en que la mayoría de niños acude a la escuela de
organizado, facilita el recato y los jugueteos sexuales son menos frecuentes. A esa edad los niños
disfrutan con el aprendizaje de términos alusivos a las partes del cuerpo que nunca habían
utilizado, a la vez empiezan a contar bromas sobre el sexo y las funciones genitales, casi después
de haberlas oído de un niño mayor, el pequeño de 5 años quizá no conozca el sentido de la broma
pero ríe con ganas para disimular su ignorancia; siempre que el niño no obtiene una información
directa y franca sobre el tema sexual las chanzas se convierten en la principal fuente de
educación sexual. Puesto que incluso los niños pequeños aprenden a distinguir rápidamente entre
un chiste decente o verde. También a esa edad los niños empiezan a formarse ideas sobre el sexo
basadas en la observación de las efusiones entre sus padres, como puede ser ver a mamá y papá
abrazándose y besuqueándose con evidente pasión, lo que es excelente indicador de los placeres
Por lo general, los niños de 6 y 7 años tienen ya un conocimiento cabal de las diferencias
anatómicas fundamentales entre ambos sexos y por lo general muestran un notable recato en lo
que concierne a la exposición de las partes del cuerpo. No cabe duda de que la actitud y las
costumbres de los padres en cuanto a exhibirse desnudos por la casa repercuten en la timidez del
niño, pero al mismo tiempo lo más seguro es que la natural curiosidad del pequeño salga a relucir
en juegos como “el hospital” que facilitan la exploración sexual. Estos pasatiempos pueden
La experimentación sexual comprende iniciativas tanto con niños del mismo sexo como del sexo
opuesto. Uno de los objetivos que se persiguen es el de averiguar cosas como: ¿soy muy
diferente de otros niños como yo? ¿Cuánta es la diferencia entre mí y personas del sexo
contrario? Otra de las finalidades que busca el niño es tantear lo prohibido para ver qué ocurre:
quien descubre algo especial, cual es la reacción de los demás, comprobar cómo se sale del paso,
etc. Aprender a partir de lo que se tiene prohibido es siempre más interesante que averiguar las
cosas por medios más fáciles y asequibles. Muchas veces las reacciones paternas ante los
pasatiempos sexuales de los niños en edad escolar resultan parciales y discriminatorias. A las
niñas se las suele prevenir con insistencia para que no se entreguen a juegos sexuales sobre todo
con los amiguitos. Por otro lado a los niños se les transfiere mensajes ambivalentes. Un
progenitor que sorprendió a su hijo solazándose con una chiquilla de su clase manifestó: “mejor
Las experiencias sexuales de niños ya crecidos tal vez sean poco frecuentes y menos importantes
que otros sucesos de su vida pero pueden incluir toda la gama imaginable de actos sexuales,
hace en privado o bien en parejas o grupos, tanto heterosexuales como homosexuales. También
se ha informado de actividades sexuales con animales y objetos. Para cuando el niño cumple los
8 o 9 años no cabe ya la menor duda de que es consciente del componente erótico que conllevan
excitación sexual no puede considerarse como una mera consecuencia incidental de esas
enardecimiento erótico puede ir acompañado de fantasías sexuales y hasta llegan a darse casos de
enamoramiento (Gadpaille, 1975; Tennov, 1979; Money, 1980). Por lo general estos contactos
enseñan al niño a relacionarse con los demás y tienen importantes repercusiones en su ulterior
Muchos padres desconocen que el juego homosexual entre los niños forma parte al igual, que los
escarceos heterosexuales, del normal desarrollo de sus hijos. Como norma estas actividades
homosexuales no significan que el niño llegado al estado adulto vaya a mostrar una orientación
homosexual, si bien son numerosos los padres que se muestran intranquilos a este respecto.
Otro aspecto que se da con frecuencia en el comportamiento sexual de los niños en edad escolar
es el contacto erótico entre hermanos. Si bien ateniéndonos estrictamente a las definiciones esta
conducta podría tacharse de incestuosa –puesto que existe una relación de consanguinidad- parce
excesivo nombrar así la mera exploración visual entre un niño de 5 años y su hermana de 6 años,
con todo, puede resultar difícil determinar cuando existen factores que llevan a considerar los
contactos entre hermanos como un juego inocente, una variante de aprendizaje infantil o un
asunto que merece la adopción de medidas por parte de los padres. En un estudio realizado para
1989 se encontró que un 17% de 526 estudiantes universitarios declararon haber tenido algún
tipo de experiencia sexual con un hermano o hermana durante la infancia antes de los 13 años.
La edad media en la que tuvieron lugar dichas experiencias fue a los 8 años y los padres se
dieron cuenta de ello solo en un 18% de las ocasiones; Greenwald y Leitemberg no hallaron
impacto perjudicial sobre el posterior ajuste sexual, ni siquiera en los casos en los que se había
llegado a algún contacto genital. Sin embargo los padres que tengan que afrontar casos de esa
naturaleza han de aplicar el sentido común para evaluar la gravedad de los hechos. Así no es lo
mismo que una niña de 11 años toque los genitales a su hermano de 7 que se presta gustoso a
ello, que el caso de una sucesión de contactos entre hermanos cuya nota es la coerción o la
fuerza. Ahora bien, en tanto no medie agresión o coerción, no es probable que los episodios
Un número cada vez mayor de métodos de enseñanza se incluyen en los programas escolares de
la disciplina relativa a educación sexual, desde luego uno de los problemas más acuciantes es que
son pocos los padres que dan a sus hijos una información sexual apropiada a su edad y se debe
tener en cuenta que los niños se enfrentan a la temática del sexo mucho antes de lo que se cree,
-a través de la televisión, el cine, los libros y de otras mil maneras- Así pues, es particularmente
importante que aquellos que planifican los programas escolares lo hagan de una forma sensible y
equilibrada y que las personas que imparten cursos de educación sexual en la infancia no hagan
que el sexo parezca básicamente una cuestión de abusos o vergüenza. La educación sexual debe
cubrir los problemas que rodean a la sexualidad, pero también debe tratar otros aspectos del sexo
Por otra parte el término sexualidad se sigue asociando únicamente a la dimensión erótica y
genital, por lo que poco a poco se debe lograr la ampliación de su visión para comprender las
Organización Mundial de la Salud (2002): Un aspecto central del ser humano, presente a lo largo
de su vida.
Abarca el sexo, las identidades y los papeles de género; el erotismo; el placer; la intimidad, la
con la sexualidad infantil, porque las actitudes de los padres y maestros son la base de su
formación. La actitud de los adultos depende de su propia historia y de la aceptación que tienen
de su propia sexualidad.
Entender que la sexualidad es mucho más que tener relaciones sexuales permite aceptar que
desde antes de nacer la naturaleza humana es sexuada, así como que desde el nacimiento se
empieza a desarrollar la sexualidad y su expresión, y que los adultos son los acompañantes para
niños, niñas y adolescentes consiste la promoción de los límites y el autocontrol enseñando, con
sexualidad acorde con la edad, lo cual requiere la intervención del adulto para garantizar el
York, 1992.
Universidad de Antioquia.
WEBGRAFÍA
https://www.youtube.com/watch?v=d4DZ0zcumpI
https://www.youtube.com/watch?v=TF5kHF2G-j0