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Para otros usos de este término, véase Sirena (desambiguación).

Sirena

Pintura de una sirena por John William Waterhouse

Datos

Mitología Clásica

Tipo Criatura mitológica

Subtipo Criaturas terrestres

Criaturas similares Nereidas, Tritón

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Las sirenas (en griego antiguo: Σειρήν - Seirēn; pl.: Σειρῆνες - Seirēnes, «las que atan y
desatan/encadenan», quizá relacionado con el semítico Sir, «canto», y con el griego Χίμαιρα -
Khimaira, «quimera») son criaturas marinas mitológicas pertenecientes a las leyendas y al
folclore.
Figura antropomorfa creada a partir de una raya disecada y recortada. Museo de Mashhad, (Irán).

Originalmente, en la Antigüedad clásica, se las representaba como seres híbridos con rostro o
torso de mujer y cuerpo de ave (similares al Ba de la mitología egipcia) que habitaban en una
isla rocosa; a partir de la Edad Media adquirieron apariencia pisciforme: hermosas mujeres
con cola de pez en lugar de piernas que moraban en las profundidades. En ambos casos se
les atribuía una irresistible voz melodiosa con la que atraían locamente a los marineros.
Las sirenas son doncellas marinas que engañan a los navegantes con su gran belleza y la dulzura de su canto; de la
cabeza al ombligo tienen cuerpo de virgen y forma semejante al género humano, pero poseen una escamosa cola de pez,
que siempre ocultan en el mar.1

Debido a esa doble forma con que se han presentado a lo largo de la historia, muchas lenguas
no latinas distinguen la sirena clásica mujer-ave (inglés siren, alemán Sirene) de la sirena con
cola de pez (inglés mermaid, alemán Meerjungfrau) sirenas de mako

Índice

 1Sirenas en la mitología griega y romana


 2Sirenas de otras mitologías
 3Las sirenas y la fe cristiana
 4Tipología
 5Las sirenas en la literatura
 6Atractivo de las sirenas
 7Sirenas en cine y televisión
 8Véase también
 9Referencias
 10Bibliografía
 11Enlaces externos

Sirenas en la mitología griega y romana[editar]

Estatua funeraria de sirena, c. 370 a. C., Museo Arqueológico Nacional de Atenas.

Miniatura rusa del siglo X en la que aparece una sirena representada a la manera de la Antigua Grecia,
con cuerpo de ave y rostro de mujer.

En el marco de la mitología clásica, las sirenas son criaturas ligeramente difusas debido al
remoto trasfondo de su origen, probablemente ligado al mundo de los muertos. Se trataba de
seres con cuerpo de pájaro y rostro o torso de mujer, poseedores de una voz musical
prodigiosamente atractiva e hipnótica con la que embrujaban a los navegantes que pasaban
junto a sus costas y los conducían a la muerte. La tradición las hacía habitar en una isla
rocosa del Mediterráneo frente a Sorrento, en el litoral de la Italia meridional (en ocasiones
identificada con la isla de Capri).
Distintos relatos las hacen descender de los dioses fluviales Aqueloo —una versión las hacía
proceder de su sangre cuando ésta fue derramada por Heracles— o Forcis, sea sin
intervención femenina o con la de las musas Estérope, Melpómene o Terpsícore, relacionadas
con el canto y el baile. Su número es también impreciso, contándose entre dos y cinco. Los
nombres registrados incluyen Agláope (la de bello rostro), Telxiepia (de palabras aclamantes)
o Telxínoe (deleite del corazón), Pisínoe (la persuasiva), Parténope (aroma a
doncella), Ligeia (empleado luego por Edgar Allan Poe para el célebre cuento homónimo
sobre una mujer de mortal belleza), Leucosia (ser puro), Molpe (la
musa), Radne (mejoramiento) y Teles (la perfecta). En ocasiones se les atribuye el uso de
instrumentos musicales como la flauta o la lira además de la voz.
El primer testimonio escrito que se tiene de ellas es su mención en la Odisea de Homero, pero
ya figuraban en representaciones artísticas de antigüedad mucho mayor, a menudo en
monumentos y ofrendas funerarios. Se presume así su vínculo con el otro mundo, siendo muy
plausible que al principio representaran iconográficmente a los espíritus de los difuntos y/o
que se las considerara encargadas de transportar las almas al Hades (función que
posteriormente asumiría el dios Hermes en su papel de psicopompo).
Su fama deriva principalmente del célebre episodio que protagonizan con Odiseo (Ulises) en
el citado poema homérico: el héroe aqueo, durante el periplo de regreso a su patria Ítaca y
prevenido por la maga Circe, pasa junto a su isla y logra salir indemne del peligro de su canto,
gracias a que se hace atar al mástil de su barco mientras que el resto de la tripulación usa
tapones de cera para no sucumbir al hechizo. Con todo, las sirenas también figuran en otros
episodios míticos, muchas veces con reminiscencias de ese anterior papel como
deidades ctónicas de la otra vida: algunas versiones narran que acompañaban
a Perséfone cuando fue raptada por Hades y que su apariencia bestial fue el castigo impuesto
por Deméter por no proteger a su hija del dios del inframundo; en otras, el cuerpo alado es un
don de Zeus para permitirles perseguir al raptor, y aun en otras es una pena impuesta
por Afrodita por resistirse a la voluptuosidad o por envidia de su gran belleza. También se
cuenta que perdieron sus plumas como castigo por retar a las Musas a una competición de
canto que perdieron, aunque esta anécdota supone obviar su ascendencia materna.
Desde el asentamiento mismo del mito según esta acepción, es costumbre firmemente
aceptada el asumir que las sirenas embelesaban a los marineros para que se estrellaran
contra los escollos cercanos y así poder devorarlos, ya que Homero describe cómo las orillas
aparecen repletas de huesos humanos. No obstante, nunca se menciona expresamente que
el objetivo de estas criaturas sea el asesinato y la antropofagia, y se detalla que esos huesos
todavía tienen la piel adherida que "se pudre al sol". Unido a que (según el texto de la Odisea)
el contenido de la canción de las sirenas es la invitación al placer y al conocimiento, no pocos
estudiosos apuntan que cabría la posibilidad de que se limitaran a atraer a los viajeros y éstos
acabaran por morir de inanición en la isla, absortos en el éxtasis de esas subyugantes voces
que les hacían olvidar todo lo demás. En cualquier caso, la naturaleza de las sirenas está
siempre imbuída de cierta perfidia seductora.
Los antropólogos que suscriben el parentesco de las sirenas con el más allá plantean una
hipótesis: en paralelo con arquetipos de otras culturas, quizá estos seres fueran inicialmente
genios que guardaban el paso hacia las Puertas de la Muerte. Puertas que muy bien podrían
estar simbólicamente emparentadas con el paso de Escila y Caribdis, al que las sirenas están
próximas geográficamente según las fuentes. Eurípides, en una estrofa del coro de Helena
(verso 168) las llama παρθηνικοι κοραι parthenikoi korai, ‘jóvenes doncellas’; en este
fragmento se apoyan Laurence Kahn-Lyotard y Nicole Loraux para incluirlas dentro de las
figuras del Más Allá, identificándolas con las cantoras de las Islas de los
Bienaventurados descritas por Platón.
En cuanto a su desaparición, la versión más extendida es que, cumpliéndose un oráculo de la
diosa Gea, cuando Odiseo (u Orfeo en el caso de las Argonáuticas) se resistió al efecto de sus
voces, las sirenas cayeron al mar y se convirtieron en riscos o perecieron. En esta última
variante, el cadáver de una de ellas, Parténope, fue arrastrado por las olas hasta tierra firme y
en torno a su sepulcro se fundó la actual ciudad de Nápoles.
Sirenum scopuli
Una sirena esperando en una roca.

Según el poeta griego Hesíodo, las sirenas habitaban la isla llamada Antemoesa ("rica en
flores"), donde aguardaban en solitario en un prado florido a la espera de divisar las naves
para las que entonaban su canto. Según los poetas romanos Virgilio (en la epopeya Eneida)
y Ovidio, vivían en los Sirenum scopuli o escollos de las sirenas, tres pequeñas islas
rocosas.
La localización exacta de esta isla ha sido variada, pero siempre dentro de una misma zona.
Según la Odisea de Homero, se encontraba entre Eea y el estrecho de Mesina (lugar de
morada del monstruo Escila). A menudo se ha situado en el mar Tirreno, frente a las costas
del suroeste de Italia, cerca de la ciudad de Paestum o entre Sorrento y Capri (en ocasiones
identificándose con ésta, como por ejemplo hizo el ensayista y guionista inglés del siglo
XVIII Joseph Addison2). Otras tradiciones apuntan a las islas de Punta del Faro y/o Islas de Li
Galli, cuyo nombre tradicional es Sirenuse y cuyo nombre "Los Gallos" hace referencia a la
forma de pájaro de estos seres.
Todas estas ubicaciones tienen en común el ser lugares rodeados de acantilados y rocas.

Sirenas de otras mitologías

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