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Jonathan Cortes ID 658633

Aprender sobre aprender, para aprender a enseñar.

Aprender es algo inevitable, es un proceso natural de cualquier ser vivo para adaptarse, usted y yo
aprendimos a caminar para no vivir arrastrándonos, aprendimos a hablar para poder comunicarnos y
expresar deseos o necesidades, aprendimos a comer para no morir de hambre, y así, de seguro
seguiremos aprendiendo toda la vida, desde cosas tan triviales como freír un huevo en la cocina, hasta
conocimientos tan específicos como las divisiones del sistema nervioso central, siempre que
consideremos necesario ese aprendizaje. En este breve ensayo veremos a dos autores, Jean Piaget y
Jerome Bruner, quienes han encaminado sus esfuerzos para responder el gran interrogante ¿cómo
aprende el ser humano?

Por un lado, tenemos a Piaget, quien propone unas etapas del desarrollo cognitivo que van de forma
escalonada, adicional a dos conceptos claves en su teoría “asimilación y acomodación”. Los que nos
dedicamos a procesos formativos (padres, docentes, tutores), de Piaget aprendimos que cada niño
tiene unos aprendizajes en su vida asociados a unas etapas específicas, no podemos pretender
enseñar a armar un rompecabezas de 200 piezas a un niño durante su etapa sensorio-motora, ni
esperar que un niño en su etapa pre-operacional domine el Teorema de Pitágoras, debe haber
congruencia entre los contenidos de enseñanza y los aprendizajes posibles en la etapa del desarrollo
del niño. En entornos educativos esto ha llevado a que los docentes sean cada vez más específicos en
los contenidos y resultados de aprendizaje de sus alumnos, en especial en educación a la primera
infancia, niñez y adolescencia, pues si ya se tiene el criterio de qué es lo que debería saber un alumno
en cierto momento de su vida, así mismo el docente establece sobre qué resultados va a medir y
evaluar el proceso de aprendizaje. Todo positivo hasta ahora en la teoría de Piaget, brillante en su
génesis e impecable en su pragmatismo, no obstante, nos deja con unos vacíos para la comprensión
del aprendizaje y el desarrollo desde la adultez temprana o ¿será que el desarrollo y los procesos de
aprendizaje terminan en la etapa de operaciones formales?

Frente a los vacíos o terrenos poco explorados por Piaget (como la enseñanza en procesos de
andragogía) tenemos la propuesta de Bruner, quien retoma postulados de Piaget y Vygotsky para dar
una visión más integral del aprendizaje. Si por Piaget comprendimos cuándo se deben aprender
ciertas cosas, por Bruner comprendemos cómo se aprenden, pues algo trascendental en su teoría fue
la propuesta de sus tres modelos aprendizaje. Ahora bien, ¿cómo se aplica la teoría de Bruner a los
procesos de enseñanza-aprendizaje? Bruner nos da tres modelos que a diferencia de las etapas de
Piaget no están ligados a un momento específico de la vida y funcionan tanto de manera situacional
como cronológica, por ejemplo, en la enseñanza del funcionamiento del cerebro, una disección es la
esencia pura del aprendizaje enactivo, el alumno está haciendo algo con sus propias manos en la
búsqueda de un resultado de aprendizaje, la enseñanza del mapeo cerebral por medio de maquetas o
elementos visuales hace referencia a un aprendizaje icónico, y las analogías, metáforas o discursos
del tema comprenderían la base del aprendizaje simbólico de Bruner, quien dio mucha importancia al
lenguaje y la palabra. Ahora, si usted le consulta a un alumno de medicina o psicología cómo sus
docentes le enseñaron el funcionamiento del cerebro es probable que le mencione por lo menos dos
de tres, o hasta las tres vías que acabo de mencionar, ¡haga la prueba! Este ha sido el impacto de
Bruner en el proceso de la nueva enseñanza-aprendizaje.

Piaget nos dejó como legado a los educadores cuándo enseñarle a un niño ciertas habilidades,
mientras que Bruner nos aportó el cómo se puede enseñar desde la forma de aprender. Se queda
mucho en el tintero, imposible de condensar en una página, ya nos encontraremos en otro escrito.

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