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Oscar Ichazo:
Nombre: Ego-melancolía
Fijación: Melancolía
Pasión: Envidia
Idea Santa: Santo origen
Virtud: Ecuanimidad
Claudio Naranjo:
Subtipos:
Riso-Hudson
El deseo de tener lo que tiene el otro no es un deseo cuyo fin sea obtener
precisamente lo que el otro posee, sino más bien la única posibilidad de estar en
relación con él: «mientras sea carente, tengo la posibilidad de estar contigo y en el
mundo». Ser de pendiente del otro o de sus cualidades devuelve al E4 la ilusión de
que a través de la carencia podrá escapar de la ineluctable separación. La falsa
carencia es sufijación.
Tiene mucho contacto con su deseo de ser amado y reconocido, e idealiza esta
realización en un modo tan totalizante que nada podrá satisfacerlo. Esta paradójica
búsqueda de la infelicidad es como un hogar siempre encendido a la espera de que,
quien se ha ido, vuelva.
Ser apasionados envidiosos significa, de alguna manera, ser niños eternos con la
mirada demandante dirigida hacia el otro. Pero, dado que la envidia es una
necesidad neurótica, el objetivo es mantener siempre el estado de espera y
carencia.
Es muy emotivo y empático con el sufrimiento de los demás, empatía cuya función
es la de subrayar el propio sufrimiento.
Envidia
La envidia es la expresió n emocional de este cará cter. La carencia de afecto en su infancia se
generaliza en una voracidad y una avidez. Desde ahí busca ser llenado por lo otros. Sin
embargo, la voracidad aparece como una auto frustració n de su deseo de ser llenado,
aumentando la sensació n de carencia.
Autoimagen pobre
Vive a través de un sentimiento de inadecuació n, incliná ndose a la vergü enza, el sentido de
ridículo, sentimiento de ser poco inteligente, feo, repulsivo, podrido, venenoso.
Concentración en el sufrimiento
Este tipo de cará cter usa el dolor como venganza y una esperanza inconsciente de obtener
el amor mediante el sufrimiento. Estos factores hacen que sean sensibles, intensos,
apasionados y romá nticos, sino que también tienden a sufrir de soledad y pueden albergar
un sentimiento trá gico de su vida o de la vida en general.
Necesidad de conmover
A través del dolor logran manipular el mundo para obtener el cuidado y reconocimiento
que se siente incapaces de darse a sí mismo.
Prodigalidad
Tienen una orientació n a preocuparse por el cuidado de lo otros y a ser generoso. Se
consideran generalmente atentas, comprensivas, muy dispuestas a pedir perdó n, tiernas,
amables, cordiales, sacrificadas, humildes y, en ocasiones, agasajadoras.
Emocionalidad
La cualidad de emocionalidad intensa se refiere no só lo a los sentimientos romá nticos, a la
dramatizació n del sufrimiento y a las características de adicció n al amor y dedicació n a los
demá s, sino también a la expresió n de ira. Las personas envidiosas sienten el odio
intensamente y sus gritos son de lo má s impresionante. Tienen gran plasticidad para
modular y representar emociones.
Arrogancia competitiva
Relacionada con la emocionalidad del odio, a veces existe una actitud de superioridad junto
a -y en compensació n de-una mala autoimagen. Aunque el individuo pueda estar hirviendo
de auto desprecio y odio hacia sí mismo, su actitud hacia el mundo externo es la de una
«prima- donna» o, al menos, la de una persona muy especial. Cuando esta demanda de ser
especial es frustrada, puede verse complicada por un papel victimista de «genio
incomprendido».
Refinamiento
Hay una inclinació n hacia el refinamiento (y su correspondiente aversió n a la grosería)
manifiesta en descriptores tales como «con estilo», «delicado», «elegante», «con gusto»,
«artístico», «sensible» y, algunas veces, «dá rselas de artista», «afectado», «amanerado» y
«presuntuoso». Pueden entenderse como esfuerzos por parte de la persona para compensar
una pobre autoimagen
Intereses artísticos
La característica inclinació n del eneatipo IV hacia el arte está sobredeterminada: al menos
una de sus raíces reside en el rasgo de refinamiento del cará cter envidioso. También se basa
en la disposició n de este eneatipo, centrado en el sentimiento. Otros componentes son la
posibilidad de idealizar el dolor mediante el arte e, incluso, de transmutarlo hasta el punto
de que se convierte en un elemento en la configuració n de la belleza.
Fuerte superego
El ideal es má s estético que ético. Este superego lo hace propenso a la vergü enza, la culpa y
la auto denigració n.