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El año 1824 Simón Rodríguez es nombrado «director de la Educación Pública, Ciencias, Artes

Físicas y Matemáticas» y «director de Minas, Agricultura y Vías Públicas» de Bolivia.

Creando así la escuela que dé a todos la igualdad de condiciones para el aprendizaje, esto exigiría la
extinción de circunstancias deshonrosas como la esclavitud del niño negro, y de tareas y costumbres
que afectaban al infante pardo. Intentando construir la libertad personal y el derecho de propiedad,
para vivir independientes en medio de la sociedad y para convertir la usurpación en posesión.

Esta escuela configuraría el plan de aprendizaje con una rigurosa formación moral y ciudadana
destinada a afirmar el principio de la igualdad en la sociedad. Sin embargo, los grandes propietarios
de tierra y sectores urbanos pudientes, además del sector ultraconservador del clero de entonces se
unirían para hacerla fracasar con sus violentas campañas de opinión.

Luego durante el mismo año, en Bogotá establece la primera de las escuelas-talleres que luego
replica en los otros países adonde se traslada en los años siguientes.

El libertador Bolívar le escribe desde Quito al vicepresidente Santander, recomendándole aquél


como “el Sócrates de Caracas”, y pidiéndole que lo auxiliase económicamente.

Bolívar, quien captaba en toda extensión la valía del Maestro, brinda a éste completo apoyo en sus
proyectos de regeneración social desde la escuela. La originalidad de Simón Rodríguez para
impulsar los procesos de educación colectiva y su talento innovador quedan comprobados en su
visión profundamente humanista de la política y la escuela. Una educación que integre sus dos
dimensiones, la manual y la intelectual, mediante la cual el párvulo debía ser formado para un oficio
y a la vez para el ejercicio académico permanente, ejercitando en el estudio a lo largo de la
existencia.

Una educación que posibilite dar a conocer potencialidad integral y corresponsable, de esta forma
despertando desde muy temprano la vocación por hacer preguntas y de explorar en los caminos de
la vida con conciencia moral.

Rodríguez rechazaba la discriminación y el orden de castas y privilegios, una educación, pública y


gratuita, que debía ser concedida a todos los hijos del país por el Estado, Luchando por la inclusión
y defensa de la mujer dentro de la sociedad venezolana de la época.

La mujer necesitaba ostentar en igualdad de derecho un trabajo remunerado con derecho a la


instrucción para así, solicitar su inclusión social dentro del sistema familiar, cultural y socio-
económico.
Las relaciones socio afectivas familiares con la atención y el cuidado institucional que debía
dispensar el Estado como elemento sustantivo de la protección social. Donde se presenta como
fundamental tomar en consideración los aspectos socio-familiares y educativos.  La educación y la
protección, tanto de la madre como del niño, se inscriben en los preceptos sociales, y, por lo tanto,
se les debe garantizar un ambiente socialmente armonioso según su naturaleza. Esto igualmente le
garantiza a la sociedad la convivencia social y un ritmo de desarrollo humano consistente.

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