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ANTOLOGÍA POÉTICA

DE LOS
SIGLOS DE ORO

IEES SEVERO OCHOA. TÁNGER


Letra

Si osase decir mi boca


lo que siente el alma mía,
señora, tocar querría
donde la camisa os toca.
No es mucho no tener tasa
este temor de perderos,
pues, señora, en el quereros
de la misma suerte pasa:
desde el chapín a la boca
os adora el alma mía,
y sólo tocar querría
donde la camisa os toca.
Si os viese yo, mi señora,
y sin camisa os tocase,
y otro bien no desease
aquesta alma que os adora,
y entonces ojos y boca
tocase la boca mía,
lo demás yo tocaría
donde la camisa os toca.
Siento yo extrañamente
de ver que os está tocando,
y con morir deseando
lo que ella goza y no siente;
pues diferencia hay poca
de su tocadura y mía,
señora, tocar querría
donde la camisa toca.
Anónimo Siglo XVI
Juan Boscán (1490 – 1542)

A la tristeza
Tristeza, pues yo soy tuyo, Que el placer de verte en mí
tú no dejes de ser mía; no hay remedio para echallo.
mira bien que me destruyo, ¿Quién jamás estuvo así?
sólo en ver que el alegría Que de ver que en ti me hallo
presume de hacerme suyo. me hallo que estoy sin ti.
¡Oh tristeza! ¡Oh ventura!
que apartarme de contigo ¡Oh amor, que tú heciste
es la más alta crueza que el placer de mi tristura
que puedes usar conmigo. me quitase de ser triste!

No huyas ni seas tal Pues me das por mi dolor


que me apartes de tu pena; el placer que en ti no tienes,
soy tu tierra natural, porque te sienta mayor,
no me dejes por la ajena no vengas, que si no vienes,
do quizá te querrán mal. entonces vernás mejor.
Pero di, pues me places,
ya que estó en tu compañía: vete ya, que en tu ausencia
¿Cómo gozaré de ti, sentiré yo lo que haces
que no goce de alegría? mucho más que en tu presencia.

Capítulo
...Era este tu cuerpo, el cual yo viendo, No basta amor, ni bastan los amores,
tan grande era mi miedo y mi deseo a levantar tan alto mi sentido
que moría entre yelo y fuego ardiendo. que muy bajos no queden mis loores.

Pues ya de tu alma si escribir deseo, El saber de tu alma es infinido:


tanto he de andar por lo alto rodeando ¿cómo podré de vista no perdelle,
que habrá de ser perderme en el rodeo. con este mi entender que es tan finido?

Andaré pues, así como trazando harto será de lejos sólo velle;
las figuras por sí, sin las colores y aun este ver será en mí tan confuso
la obra por mis fuerzas conformando. que su bulto veré sin conocelle.
El cielo acá en el mundo te dispuso el bien que en él pusieron en ti puso...
con obra tal que, al tiempo que te hizo,

Como aquel que en soñar gusto recibe...


Como aquel que en soñar gusto recibe, Teme mi corazón de ir adelante,
su gusto procediendo de locura, viendo estar su dolor puesto en celada;
así el imaginar con su figura y así revuelve atrás en un instante
vanamente su gozo en mí concibe.
a contemplar su gloria ya pasada.
Otro bien en mí, triste, no se escribe, ¡Oh sombra de remedio inconstante,
si no es aquel que en mi pensar procura; ser en mí lo mejor lo que no es nada!
de cuanto ha sido hecho en mi ventura
lo sólo imaginado es lo que vive.

Dulce soñar
Dulce soñar y dulce congojarme, que alguna vez llegaba a despertarme.
cuando estaba soñando que soñaba; ¡Oh sueño, cuánto más leve y sabroso
dulce gozar con lo que me engañaba, me fueras, si vinieras tan pesado,
si un poco más durara el engañarme. que asentaras en mí con más reposo!
Dulce no estar en mí, que figurarme Durmiendo, en fin, fui bienaventurado,
podía cuanto bien yo deseaba; y es justo en la mentira ser dichoso
dulce placer, aunque me importunaba quien siempre en la verdad fue desdichado.

El ruiseñor que pierde sus hijuelos


Cual suele el ruiseñor entre las sombras llora la triste pajarilla entonces
de las ahojas del olmo o de la haya la noche entera sin descanso alguno,
la pérdida llorar de sus hijuelos, y desde allí, do está puesta en su ramo,
a los cuales sin plumas aleando renovando su llanto dolorido,
el duro labrador tomó del nido; de sus querellas hincha todo el campo.

En la huerta nasce la rosa...


En la huerta nasce la rosa: cómo cantabá. limones coge la virgo:
quiérome ir allá, quiérome ir allá,
por mirar al ruiseñor Por las riberas del río por mirar al ruiseñor
cómo cantabá. para ver al ruiseñor quiérome ir allá,
cómo cantabá. para ver al ruiseñor
Limones cogía la virgo cómo cantabá.
para dar al su amigo: Para dar al su amigo
quiérome ir allá, en un sombrero de sirgo:

Garcilaso, que al bien siempre aspiraste...


Garcilaso, que al bien siempre aspiraste,
y siempre con tal fuerza le seguiste, Bien pienso yo que si poder tuvieras
que a pocos pasos que tras él corriste, de mudar algo lo que está ordenado,
en todo enteramente le alcanzaste; en tal caso de mí no te olvidaras.

dime: ¿Por qué tras ti no me llevaste, Que, o quisieras honrarme con tu lado,
cuando desta mortal tierra partiste? o, a lo menos, de mí te despidieras,
¿Por qué al subir a lo alto que subiste, o si esto no, después por mí tornaras.
acá en esta bajeza me dejaste?

Gran tiempo fui de males tan dañado...


Gran tiempo fui de males tan dañado, Vime sano después en un momento,
por el dañado amor que en mí reinaba, y vueltos en placer los males míos;
que a sanos y a dolientes espantaba miraban todos esta salud mía
la vista de un doliente tan llagado.
con un maravillado sentimiento,
Conveníame andar siempre apartado, como al ciego miraron los judíos
según de mí la gente se apartaba, espantados de velle como vía.
y aquello en que más yo me reposaba
era hartarme de ser desdichado.

La ausencia
Quien dice que la ausencia causa olvido hallarse de su bien tan apartado
merece ser de todos olvidado. hace su desear más encendido.
El verdadero y firme enamorado
está, cuando está ausente, más perdido. No sanan las heridas en él dadas,
aunque cese el mirar que las causó,
Aviva la memoria su sentido; si quedan en el alma confirmadas.
la soledad levanta su cuidado;
Que si uno está con muchas cuchilladas,
porque huya de quien lo acuchilló,
no por eso serán mejor curadas.

Muy graciosa es la doncella...


Muy graciosa es la doncella, que las armas vestías,
¡cómo es bella y hermosa! si el caballo o las armas o la guerra
es tan bella.
Digas tú, el marinero
que en las naves vivías, Digas tú, el pastorcico
si la nave o la vela o la estrella que el ganadico guardas,
es tan bella. si el ganado o los valles o la sierra
es tan bella.
Digas tú, el caballero

Nunca de amor estuve tan contento...


Nunca de amor estuve tan contento, ¡Oh! vosotros que andáis tras mis escritos,
que en su loor mis versos ocupase: gustando de leer tormentos tristes,
ni a nadie aconsejé que se engañase según que por amar son infinitos;
buscando en el amor contentamiento.
mis versos son deciros: «¡Oh! benditos
Esto siempre juzgó mi entendimiento, los que de Dios tan gran merced hubistes,
que deste mal todo hombre se guardase; que del poder de amor fuésedes quitos».
y así porque esta ley se conservase,
holgué de ser a todos escarmiento.

Qué haré, que por quereros...


¿Qué haré, que por quereros ni puedo sufrir presente,
mis extremos son tan claros, señora, tan gran presencia.
que ni soy para miraros,
ni puedo dejar de veros? De suerte que, por quereros,
mis extremos son tan claros,
Yo no sé con vuestra ausencia que ni soy para miraros,
un punto vivir ausente, ni puedo dejar de veros.
Si el corazón de un verdadero amante...
Si el corazón de un verdadero amante,
y un continuo morir por contentaros, y si un tener mi razonar compuesto,
y un extender mi alma en desearos, en hablándoos, sin más, luego turbarme,
y un encogerme, si os estoy delante; con un grande embarazo y desvarío,

y si un penar con un sufrir constante, los accidentes son que han de llevarme
satisfecho y contento con miraros, con público pregón a morir presto,
y un derramar mis pasos por buscaros, la culpa es vuestra y el dolor es mío.
preguntando por vos a cada instante;
Cristóbal de Castillejo (1495 - 1550)

Canción
Aquí no hay que está en este corro Madre, un escudero
sino ver y desear; a cada vuelta que estaba en esta baila
aquí no veo hacíame del ojo. a cada vuelta
sino morir con deseo. Yo, como era bonica, asíame de la manga.
teníaselo en poco. Yo, como soy bonica,
Madre, un caballero teníaselo en nada.

Canción II
Aquel caballero, madre, mas en serlo contra él
como a mí le quiero yo, también lo soy contra mí.
y remedio no le dó.
De verle penar así
Él me quiere más que a sí, muy penada vivo yo,
yo le mato de crüel; y remedio no le dó.

Dame, Amor, besos sin cuento...


Dame, Amor, besos sin cuento, de muchos millares, tres;
asida de mis cabellos, y porque nadie lo sienta,
y mil y ciento tras ellos desbaratemos la cuenta
y tras ellos mil y ciento, y contemos al revés.
y después

Musas italianas y latinas...


Musas italianas y latinas, de tierras tan ajenas peregrinas?-
gentes en estas partes tan extraña,
¿cómo habéis venido a nuestra España -Don Diego de Mendoça y Garcilaso
tan nuevas y hermosas clavellinas? nos truxeron, Boscán y Luis de Raro
por orden y favor del dios Apolo.
O ¿quién os ha traído a ser vecinas
del Tajo, de sus montes y campaña? Los dos llevó la muerte paso a paso,
O ¿quién es el que os guía y acompaña Solimán el uno y por amparo
nos queda don Diego, y basta solo.

¿Quién no llora lo pasado?


¿Quién no llora lo pasado no sé cual remedio escoja;
viendo cual va lo presente?, bien y mal todo me enoja,
¿Quién es aquel que no siente ¡cuitado de quien lo siente!
lo que ventura ha quitado?
Tiempo fue y horas ufanas
Yo me vi ser bien amado, las que mi vida gozaron,
mi deseo en alta cima; donde tristes se sembraron
contemplar en lo pasado los simientes de mis canas.
la memoria me lastima.
Y pues si tiene por bueno,
Y pues todo me es ausente bien puedo decir así.

Soneto II
Garcilaso y Boscán siendo llegados y juzgando primero por el traje,
al lugar donde están los trovadores pareciéronles ser, como debía,
que en esta nuestra lengua y sus primores gentiles españoles caballeros;
fueron en este siglo señalados,
y oyéndoles hablar nuevo lenguaje,
los unos a los otros alterados mezclado de extranjera poesía,
se miran, demudadas las colores, con ojos los miraban de extranjeros.
temiéndose que fuesen corredores
o espías o enemigos desmandados;

Soneto IV
Si las penas que dais son verdaderas,
como lo sabe bien el alma mía, Mostradme este secreto ya, señora,
¿por qué no me acaban? y sería sepa yo por vos, pues por vos muero,
sin ellas el morir muy más de veras; si lo que padezco es muerte o vida;

y si por dicha son tan lisonjeras, porque, siendo vos la matadora,


y quieren retoçar con mi alegría, mayor gloria de pena ya no quiero
decid, ¿por qué me matan cada día que poder alegar tal homicida.
de muerte de dolor de mil maneras?

Villancico
No pueden dormir mis ojos, se duermen que no lo siento,
no pueden dormir. que los hallo transportados;
pero los sueños pesados
Pero, ¿cómo dormirán no les quieren consentir
cercados en derredor que puedan dormir.
de soldados de dolor,
que siempre en armas están? Mas ya que duermen un poco,
Los combates que les dan, están tan desvanecidos,
no los pudieron sufrir, que ellos quedan aturdidos,
no pueden dormir. yo poco menos de loco;
y si los muevo y provoco
Alguna vez, de cansados con cerrar y con abrir,
del angustia y del tormento, no pueden dormir.

Visita de amor
Unas coplas muy cansadas, pues Garcilaso y Boscán,
con muchos pies arrastrando, las plumas puestas por asta
a lo toscado imitadas, cada uno es un Roldán,
entró un amador cantando, y, con todo, no le basta;
enojosas y pesadas. yo no alcanzo cuál engaño
Cada pie con dos corcovas, te hizo para tu daño,
y de peso doce arrobas, con locura y desvarío,
trovadas al tiempo viejo. meter en mi señorío
Dios perdone a Castillejo, moneda de reino extraño.»
que bien habló de esas trovas. «Con dueñas y con doncellas
Dijo Amor: ¿Dónde se aprende (dijo Venus), ¿qué pretende
ese metro tan prolijo, quien las dices sus querellas
que a las orejas ofende? en lenguaje que no entiende
Algarabía de allende: él, ni yo, ni vos, ni ellas?
el sujeto frío y duro, Sentencio al que tal hiciere
y el estilo, tan oscuro que la dama por quien muere
que la dama en quien se emplea lo tenga por cascabel,
duda, por sabia que sea, y que haga burla dél
si es requiebro o es conjuro». y de cuanto le escribiere».
«Ved si la invención os basta,
Garcilaso de la Vega (1501 - 1536)

Égloga III
Cerca del Tajo en soledad amena Movióla el sitio umbroso, el manso viento,
de verdes sauces hay una espesura, el suave olor de aquel florido suelo.
toda de yedra revestida y llena, Las aves en el fresco apartamiento
que por el tronco va hasta la altura, vio descansar del trabajoso vuelo.
y así la teje arriba y encadena, Secaba entonces el terreno aliento
que el sol no halla paso a la verdura; el sol subido en la mitad del cielo.
el agua baña el prado con sonido En el silencio sólo se escuchaba
alegrando la vista y el oído. un susurro de abejas que sonaba.

Con tanta mansedumbre el cristalino Habiendo contemplado una gran pieza


Tajo en aquella parte caminaba, atentamente aquel lugar sombrío,
que pudieran los ojos el camino somorgujó de nuevo su cabeza,
determinar apenas que llevaba. y al fondo se dejó calar del río.
Peinando sus cabellos de oro fino, A sus hermanas a contar empieza
una ninfa del agua do moraba del verde sitio el agradable frío,
la cabeza sacó, y el prado ameno y que vayan las ruega y amonesta
vido de flores y de sombra lleno. allí con su labor a estar la siesta.

Égloga I
Nemoroso: por donde no hallaba
Corrientes aguas, puras, cristalinas, sino memorias llenas de alegría.
árboles que os estáis mirando en ellas, 240 (…)
verde prado, de fresca sombra lleno, ¿Quién me dijera, Elisa, vida mía,
aves que aquí sembráis vuestras querellas, cuando en aqueste valle al fresco viento
hiedra que por los árboles caminas, andábamos cogiendo tiernas flores,
torciendo el paso por su verde seno: que había de ver con largo apartamiento 285
yo me vi tan ajeno venir el triste y solitario día
245 que diese amargo fin a mis amores?
del grave mal que siento, El cielo en mis dolores
que de puro contento cargó la mano tanto,
con vuestra soledad me recreaba, que a sempiterno llanto
donde con dulce sueño reposaba, 290
o con el pensamiento discurría 250 y a triste soledad me ha condenado;
y lo que siento más es verme atado solo, desamparado,
a la pesada vida y enojosa, ciego, sin lumbre, en cárcel tenebrosa.
SONETO XXIII

En tanto que de rosa y azucena el viento mueve, esparce y desordena;


se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto, coged de vuestra alegre primavera
enciende al corazón y lo refrena; el dulce fruto, antes que el tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre.
y en tanto que el cabello, que en la vena
del oro se escogió, con vuelo presto, Marchitará la rosa el viento helado,
por el hermoso cuello blanco, enhiesto, todo lo mudará la edad ligera,
por no hacer mudanza en su costumbre.

- XIII -
A Dafne ya los brazos le crecían,
y en luengos ramos vueltos se mostraban; Aquel que fue la causa de tal daño,
en verdes hojas vi que se tornaban a fuerza de llorar, crecer hacía
los cabellos que al oro oscurecían. el árbol que con lágrimas regaba.

De áspera corteza se cubría ¡Oh miserable estado, oh mal tamaño!


los tiernos miembros, que aún bullendo estaban; Que con llorarla crezca cada día
los blancos pies en tierra se hincaban la causa y la razón por que lloraba!
y en torcidas raíces se volvían.

- XVIII -
Si a vuestra voluntad yo soy de cera,
y por sol tengo sólo vuestra vista, y es, que yo soy de lejos inflamado
la cual a quien no inflama o no conquista de vuestra ardiente vista, y encendido
con su mirar, es de sentido fuera; tanto, que en vida me sostengo apenas.

de do viene una cosa, que si fuera Mas si de cera soy acometido


menos veces de mi probada y vista, de vuestros ojos, luego siento, helado,
según parece que a razón resista, cuajárseme la sangre por las venas
a mi sentido mismo no creyera;
Santa Teresa de Jesús (1515 - 1582)
Vivo sin vivir en mí...
(Versos nacidos del fuego del amor de Dios que en sí tenía)
Vivo sin vivir en mí, que muero porque no muero.
y de tal manera espero, Sólo con la confianza
que muero porque no muero. vivo de que he de morir,
Vivo ya fuera de mí porque muriendo, el vivir
después que muero de amor; me asegura mi esperanza.
porque vivo en el Señor, Muerte do el vivir se alcanza,
que me quiso para sí; no te tardes, que te espero,
cuando el corazón le di que muero porque no muero.
puse en él este letrero: Mira que el amor es fuerte,
que muero porque no muero. vida, no me seas molesta;
Esta divina prisión mira que sólo te resta,
del amor con que yo vivo para ganarte, perderte.
ha hecho a Dios mi cautivo, Venga ya la dulce muerte,
y libre mi corazón; el morir venga ligero,
y causa en mí tal pasión que muero porque no muero.
ver a Dios mi prisionero, Aquella vida de arriba
que muero porque no muero. es la vida verdadera;
¡Ay, qué larga es esta vida! hasta que esta vida muera,
¡Qué duros estos destierros, no se goza estando viva.
esta cárcel, estos hierros Muerte, no me seas esquiva;
en que el alma está metida! viva muriendo primero,
Sólo esperar la salida que muero porque no muero.
me causa dolor tan fiero, Vida, ¿qué puedo yo darle
que muero porque no muero. a mi Dios, que vive en mí,
¡Ay, qué vida tan amarga si no es el perderte a ti
do no se goza el Señor! para mejor a Él gozarle?
Porque si es dulce el amor, Quiero muriendo alcanzarle,
no lo es la esperanza larga. pues tanto a mi Amado quiero,
Quíteme Dios esta carga, que muero porque no muero.
más pesada que el acero,
Alma, buscarte has en mí...
Alma, buscarte has en Mí, viéndote tan bien pintada.
y a Mí buscarme has en ti.
Y si acaso no supieres
De tal suerte pudo amor, dónde me hallarás a Mí,
alma, en mí te retratar, No andes de aquí para allí,
que ningún sabio pintor sino, si hallarme quisieres,
supiera con tal primor a mí buscarme has en ti.
tal imagen estampar.
Porque tú eres mi aposento,
Fuiste por amor criada eres mi casa y morada,
hermosa, bella, y así y así llamo en cualquier tiempo,
en mis entrañas pintada, si hallo en tu pensamiento
si te perdieres, mi amada, estar la puerta cerrada.
Alma, buscarte has en mí.
Fuera de ti no hay buscarme,
Que yo sé que te hallarás porque para hallarme a mí,
en mi pecho retratada, bastará sólo llamarme,
y tan al vivo sacada, que a ti iré sin tardarme
que si te ves te holgarás, y a mí buscarme has en ti.

Aquellas palabras
Ya toda me entregué y di que es mi amado para mí,
y de tal suerte he trocado, y yo soy para mi amado.
que es mi amado para mí,
y yo soy para mi amado. Hirióme con una flecha
enherbolada de amor,
Cuando el dulce cazador y mi alma quedo hecha
me tiró y dejó rendida, una con su Criador,
en los brazos del amor
mi alma quedó caída. ya no quiero otro amor
pues a mi Dios me he entregado,
Y cobrando nueva vida y mi amado es para mi,
de tal manera he trocado y yo soy para mi amado.
Gutierre de Cetina (1520 - 1557)

Como garza real, alta en el cielo...


Como garza real, alta en el cielo,
entre halcones puesta y rodeada, las pasadas locuras, los ardores
que siendo de los unos remontada, que por otras sentí, fueron, señora,
de los otros seguirse deja el vuelo, para me levantar remontadores;

viendo su muerte acá bajo en el suelo pero viéndoos a vos, mi matadora,


por oculta virtud manifestada, el alma dio señal en sus temores
no tan presto será de él aquejada de la muerte que paso a cada hora.
que a voces mostrará su desconsuelo,

¿En cuál región, en cuál parte del suelo?


¿En cuál región, en cuál parte del suelo,
en cuál bosque, en cuál monte, en cuál poblado, Para curar el daño de la ausencia
en cuál lugar remoto y apartado, píntoos cual siempre os vi, dura y proterva;
puede ya mi dolor hallar consuelo? mas Amor os me muestra de otra suerte.

Cuanto se puede ver debajo el cielo, No queráis a mi mal más experiencia,


todo lo tengo visto y rodeado; sino que ya, como herida cierva,
y un medio que a mi mal había hallado, do quier que voy, conmigo va mi muerte.
hace en parte mayor mi desconsuelo.

Esta guirnalda de silvestres flores...


Sobre la cubierta de un libro donde iban
escritas algunas cosas pastoriles...
Esta guirnalda de silvestres flores, quiera jamás negar demanda honesta,
de simple mano rústica compuesta ruego, si bien el don tan bajo cuesta,
en los bosques de Arcadia, aquí fue puesta pueda este olmo gozar de mis sudores.
en honra del cantar de los pastores,
Que si algún tiempo con más docta mano
a los cuales, si Amor en sus amores las acierto a tejer como maestro,
guardando a los pasados el decoro, que el nombre pastoral del siglo nuestro
será tal cual fue ya en la Edad del Oro.
espero, y mi esperar no será en vano,

Horas alegres que pasáis volando...


Horas alegres que pasáis volando
porque a vueltas del bien mayor mal sienta; gallo que mi pesar has denunciado,
sabrosa noche que en tan dulce afrenta lucero que mi luz va oscureciendo,
el triste despedir me vas mostrando; y tú, mal sosegada y moza Aurora,

importuno reloj que, apresurando si en voz cabe dolor de mi cuidado,


tu curso, mi dolor me representa; id poco a poco el paso deteniendo,
estrellas con quien nunca tuve cuenta, si no puede ser más, siquiera una hora.
que mi partida vais acelerando;

Ojos claros, serenos...


Ojos claros, serenos, no me miréis con ira,
si de un dulce mirar sois alabados, porque no parezcáis menos hermosos.
¿por qué si me miráis miráis airados? ¡Ay, tormentos rabiosos!
Si cuanto más piadosos, Ojos claros, serenos,
más bellos parecéis a aquel que os mira, ya que así me miráis, miradme al menos.

Qué aprovecha, Señor, andar buscando...


¿Qué aprovecha, Señor, andar buscando
hora el puerco montés cerdoso y fiero?, si va siempre tras vos vuestro cuidado,
¿qué aprovecha seguir ciervo ligero si en el alma lleváis el pensamiento,
ni con hierba crüel andar tirando?; si estáis asido dél cuando más suelto,

¿qué aprovecha, señor, ir remontando si traéis el pensar tan regalado


la garza con halcón muy altanero?, que donde estáis más libre y más contento
¿qué aprovecha, señor, tirar certero a las presas andáis con él envuelto.
allí una liebre, aquí un faisán matando?;

Soneto
Para ver si sus ojos eran cuales
la fama entre pastores extendía, Tenía, antes de os ver, por atrevidos,
en una fuente los miraba un día por locos temerarios los pastores
Dórida, y dice así, viéndolos tales: que se osaban llamar vuestros vencidos;

"Ojos, cuya beldad entre mortales mas hora viendo en vos tantos primores,
hace inmortal la hermosura mía, por más locos los tengo y perdidos
¿cuáles bienes el mundo perdería los que os vieron si no mueren de amores."
que a los males que dais fuesen iguales?

Soneto II
Vos sois todo mi bien, vois lo habéis sido;
si he dicho alguna vez, señora mía, Vos fuisteis, vos seréis mi buena suerte;
que habéis sido mi mal, no lo entendía: si el mal desvarïar me hace al cuanto,
hablaba con pasión o sin sentido. esta es mi voluntad libre y postrera.

Yo soy todo mi mal, yo lo he querido; Pues si, con verme al punto de la muerte,
de mí viene, en mí nace, en mí se cría; por ser por vos el mal lo tengo en tanto,
tan satisfecha de él mi fantasía, ¡ved que hiciera el bien si lo tuviera!
que el mal no piensa haber bien merecido.

Soneto III
Entre armas, guerra, fuego, ira y furores
que al soberbio francés tienen opreso, Digo llorando: "¡Oh dulce primavera!
cuando el aire es más turbio y más espeso, ¿Cuándo será que a mi esperanza vea,
allí me aprieta el fiero ardor de amores. verde, prestar al alma algún sosiego?"

Miro al cielo, los árboles, las flores, Más temo que mi fin mi suerte fiera
y en ellos hallo mi dolor expreso; tan lejos de mi bien quiere que sea
que en el tiempo más frío y más avieso entre guerra y furor, ira, armas, fuego.
nacen y reverdecen mis temores.
Gregorio Silvestre (1520 – 1569)

Con penas quiere Amor que me contente...


Con penas quiere Amor que me contente
y que perdiendo entienda que me gano, Del un extremo al otro extremo,
que tenga el corazón muriendo ufano, que no vale razón, ni ley, ni uso
que sienta y que no sienta lo que siente. para avisarme del error pasado.

Ni sé cuando estoy frío ni caliente, Y es mal de tantos males, que no temo


ni sé cuando es invierno ni verano; sino que todo reino en sí confuso
en mí lo más doliente es lo más sano en breve tiempo se verá asolado.
y es lo más sano en mí lo más doliente.

Silvia, por ti moriré...


Silvia, por ti moriré, disculpa verás en mí
y sólo quiero de ti si dices: «Yo le maté».
si preguntaren por mí Ambos ganamos victoria,
que digas: «Yo le maté». yo en darla y tú en ganalla:
Si tu confiesas la culpa ¿quién vio en tan corta batalla
bien mereces mi perdón, tantos misterios de gloria?
pues está en tu confesión En mí de constancia, y fe,
mi venganza y mi disculpa: en ti de matarme así,
venganza, yo sé de qué mayores en mí y en ti
pues todos huirán de ti: si dices: «Yo le maté».
Luis de Camoes (Portugal, 1524 - 1580)

Canción
Mote mas, muerto, volvé a mirarme,
Ojos heridos me habéis, porque me resucitéis.
acabad ya de matarme;
mas, muerto, volvé a mirarme, ¿Qué veré que me contente?
porque me resucitéis. Desque una vez yo miré,
señora, vuestra beldad,
Voltas jamás por mi voluntad
Pues me distes tal herida los ojos de vos quité.
con gana de darme muerte, Pues sin vos placer no siente
el morir me es dulce suerte, mi vida, ni lo desea,
pues con morir me dais vida. si no queréis que yo os vea,
Ojos, ¿qué os detenéis? ¿Qué veré que me contente?
Acabad ya de matarme;

Vos tenés mi corazón.( Verso ajeno)


Glosa
Mi corazón me han robado, mas, muerto, volvé a mirarme,
y Amor, viendo mis enojos, porque me resucitéis.
me dijo: -Fuete llevado
por los más hermosos ojos Vos tenéis mi corazón
que desque vivo he mirado. Mi corazón me han robado;
Gracias sobrenaturales y Amor viendo mis enojos,
te lo tienen en prisión. me dijo: "Fuete llevado
Y si maor tiene razón, por los más hermosos ojos
señora, por las señales, que desque vivo he mirado.
vos tenéis mi corazón. Gracias sobrenaturales
te lo tienen en prisión".
Mote Y si Amor tiene razón,
señora, por las señales,
Ojos, herido me habéis, vos tenéis mi corazón.
acabad ya de matarme;
Los Lusiadas

Canto Primero. (Fragmento)


I Más de trompa canora y belicosa,
Las armas y varones distinguidos, Que arde el pecho, y color al rostro muda:
Que de Occidente y playa Lusitana Canto digno me dad de la famosa
Por mares hasta allí desconocidos, Gente vuestra, á quien Marte tanto ayuda:
Pasaron más allá de Taprobana; Que se estienda por todo el universo,
Y en peligros y guerra, más sufridos Si tan sublime asunto cabe en verso. (…)
De lo que prometia fuerza humana, XI
Entre remota gente, edificaron Oíd, que no á los vuestros con hazañas
Nuevo reino, que tanto sublimaron: (…) Fantásticas, fingidas, mentirosas,
Vereis loar, cual hacen las estrañas
III Musas, de engrandecerse deseosas:
Callen del sabio Griego, y del Troyano, Las nuestras, no fingidas, son tamañas,
Los grandes viajes, conque el mar corrieron; Que á las soñadas vencen fabulosas,
No diga de Alejandro y de Trajano Y con Rugiero á Rodamonte infando
La fama las victorias que obtuvieron; Y, aun siendo verdadero, hasta á Rolando.
Y, pues yo canto el pecho Lusitano,
A quien Neptuno y Marte obedecieron, XII
Ceda cuanto la Musa antigua canta, Os daré en su lugar un Nuño fiero,
A valor que más alto se levanta. Que hizo al reino y al Rey alto servicio:
Un Égas y un Don Fúas; que de Homero,
IV Para ellos solos el cantar codicio;
Vosotras, mis Tajides, que creado Y por los doce Pares daros quiero,
En mí habéis un ingenio, nuevo, ardiente; Los doce de Inglaterra y su Magricio;
Si siempre, en verso humilde, celebrado Y os doy, en fin, á aquel insigne Gama,
Fue por mí vuestro rio alegremente., Que de Eneas también vence la fama.
Dádme ahora un son noble y levantado,
Un estilo grandílocuo y fluyente, XIII
Con que de vuestras aguas diga Apolo, Y si del Franco Cárlos en balanza,
Que no envidian corrientes del Pactolo. O de César queréis igual memoria,
Ved al primer Alfonso, cuya lanza
V Oscurece cualquiera estraña gloria:
Dádme una furia grande y sonorosa, Y á aquel que al nuevo reino aseguranza
Y no de agreste avena ó flauta ruda: Dejó, con grande y próspera victoria,
Y á otro Juan, siempre invicto caballero, (…)
Y al quinto Alfonso, al cuarto y al tercero.
Fray Luis de León (1527 - 1591)

A Felipe Ruiz
En vano el mar fatiga y Tántalo, metido
la vela portuguesa; que ni el seno en medio de las aguas, afligido
de Persia ni la amiga
Maluca da árbol bueno, de sed está; y más dura
que pueda hacer un ánimo sereno. la suerte es del mezquino, que sin tasa
se cansa ansí, y endura
No da reposo al pecho, el oro, y la mar pasa
Felipe, ni la India, ni la rara osado, y no osa abrir la mano escasa.
esmeralda provecho;
que más tuerce la cara ¿Qué vale el no tocado
cuanto posee más el alma avara. tesoro, si corrompe el dulce sueño,
si estrecha el nudo dado,
Al capitán romano si más enturbia el ceño,
la vida, y no la sed, quitó el bebido y deja en la riqueza pobre al dueño?
tesoro persiano;

Al salir de la cárcel
Aquí la envidia y mentira y con pobre mesa y casa,
me tuvieron encerrado. en el campo deleitoso
Dichoso el humilde estado con sólo Dios se compasa,
del sabio que se retira y a solas su vida pasa,
de aqueste mundo malvado, ni envidiado ni envidioso.

Amor casi de un vuelo me ha encumbrado...


Amor casi de un vuelo me ha encumbrado que lo que en breve sube en alto asiento,
adonde no llegó ni el pensamiento; suele desfallecer apresurado.
mas toda esta grandeza de contento
me turba, y entristece este cuidado, mas luego me consuela y asegura
el ver que soy, señora ilustre, obra
que temo que no venga derrocado de vuestra sola gracia, y que en vos fío:
al suelo por faltarle fundamento;
porque conservaréis vuestra hechura, y vuestro bien hará durable el mío.
mis faltas supliréis con vuestra sobra,

Contra un juez avaro


Aunque en ricos montones ni la esperanza buena en compañía
levantes el cautivo inútil oro;
y aunque tus posesiones del gozo tus umbrales
mejores con ajeno daño y lloro; penetrará jamás; ni la Meguera,
con llamas infernales,
y aunque cruel tirano con serpentino azote la alta y fiera
oprimas la verdad, y tu avaricia,
vestida en nombre vano, y diestra mano armada,
convierta en compra y venta la justicia; saldrá de tu aposento sola una hora;
y ni tendrás clavada
aunque engañes los ojos la rueda, aunque más puedas, voladora
del mundo a quien adoras: no por tanto
no nacerán abrojos del Tiempo hambriento y crudo,
agudos en tu alma; ni el espanto que viene, con la muerte conjurado,
a dejarte desnudo
no velará en tu lecho; del oro y cuanto tienes más amado;
ni huirás la cuita y agonía, y quedarás sumido
el último despecho; en males no finibles y en olvido.

Noche serena
Cuando contemplo el cielo «Morada de grandeza,
de innumerables luces adornado, templo de claridad y hermosura,
y miro hacia el suelo el alma, que a tu alteza
de noche rodeado, nació, ¿qué desventura
en sueño y en olvido sepultado, la tiene en esta cárcel baja, escura?
el amor y la pena ¿Qué mortal desatino
despiertan en mi pecho un ansia ardiente; de la verdad aleja así el sentido,
despiden larga vena que, de tu bien divino
los ojos hechos fuente; olvidado, perdido
Loarte y digo al fin con voz doliente: sigue la vana sombra, el bien fingido?
El hombre está entregado y cómo otro camino
al sueño, de su suerte no cuidando; prosigue el sanguinoso Marte airado,
y, con paso callado, y el Júpiter benino,
el cielo, vueltas dando, de bienes mil cercado,
las horas del vivir le va hurtando. serena el cielo con su rayo amado;
¡Oh, despertad, mortales! -rodéase en la cumbre
Mirad con atención en vuestro daño. Saturno, padre de los siglos de oro;
Las almas inmortales, tras él la muchedumbre
hechas a bien tamaño, del reluciente coro
¿podrán vivir de sombra y de engaño? su luz va repartiendo y su tesoro-:
¡Ay, levantad los ojos ¿Quién es el que esto mira
aquesta celestial eterna esfera! y precia la bajeza de la tierra,
burlaréis los antojos y no gime y suspira
de aquesa lisonjera y rompe lo que encierra
vida, con cuanto teme y cuanto espera. el alma y destos bienes la destierra?
¿Es más que un breve punto Aquí vive el contento,
el bajo y torpe suelo, comparado aquí reina la paz; aquí, asentado
con ese gran trasunto, en rico y alto asiento,
do vive mejorado está el Amor sagrado,
lo que es, lo que será, lo que ha pasado? de glorias y deleites rodeado.
Quien mira el gran concierto Inmensa hermosura
de aquestos resplandores eternales, aquí se muestra toda, y resplandece
su movimiento cierto clarísima luz pura,
sus pasos desiguales que jamás anochece;
y en proporción concorde tan iguales; eterna primavera aquí florece.
la luna cómo mueve ¡Oh campos verdaderos!
la plateada rueda, y va en pos della ¡Oh prados con verdad frescos y amenos!
la luz do el saber llueve, ¡Riquísimos mineros!
y la graciosa estrella ¡Oh deleitosos senos!
de amor la sigue reluciente y bella; ¡Repuestos valles, de mil bienes llenos!»

Oda a la vida retirada


¡Qué descansada vida la del que huye el mundanal ruido
y sigue la escondida de que es siempre seguido
senda por donde han ido el que al ajeno arbitrio está atenido.
los pocos sabios que en el mundo han sido!
Vivir quiero conmigo,
Que no le enturbia el pecho gozar quiero del bien que debo al cielo
de los soberbios grandes el estado, a solas, sin testigo,
ni del dorado techo libre de amor, de celo,
se admira, fabricado de odio, de esperanzas, de recelo.
del sabio moro, en jaspes sustentado.
Del monte en la ladera
No cura si la fama por mi mano plantado tengo un huerto,
canta con voz su nombre pregonera, que con la primavera,
ni cura si encarama de bella flor cubierto,
la lengua lisonjera ya muestra en esperanza el fruto cierto.
lo que condena la verdad sincera.
Y como codiciosa
¿Qué presta a mi contento, por ver y acrecentar su hermosura,
si soy del vano dedo señalado, desde la cumbre airosa
si en busca de este viento una fontana pura
ando desalentado hasta llegar corriendo se apresura.
con ansias vivas, con mortal cuidado?
Y luego sosegada,
¡Oh monte, oh fuente, oh río! el paso entre los árboles torciendo,
¡Oh secreto seguro, deleitoso! el suelo de pasada
Roto casi el navío de verdura vistiendo,
a vuestro almo reposo, y con diversas flores va esparciendo.
huyo de aqueste mar tempestuoso.
El aire el huerto orea
Un no rompido sueño, y ofrece mil olores al sentido,
un día puro, alegre, libre quiero; los árboles menea
no quiero ver el ceño con un manso rüido
vanamente severo que del oro y del cetro pone olvido.
de quien la sangre ensalza o el dinero.
Ténganse su tesoro
Despiértenme las aves los que de un falso leño se confían:
con su cantar sabroso no aprendido, no es mío ver el lloro
no los cuidados graves de los que desconfían
cuando el cierzo y el ábrego porfían.
Y mientras miserable
La combatida antena mente se están los otros abrasando
cruje, y en ciega noche el claro día con sed insacïable
se torna, al cielo suena del no durable mando,
confusa vocería, tendido yo a la sombra esté cantando
y la mar enriquecen a porfía.
A la sombra tendido,
A mí una pobrecilla de hiedra y lauro eterno coronado,
mesa de amable paz bien abastada puesto el atento oído
me basta, y la vajilla al son dulce, acordado
de fino oro labrada del plectro sabiamente meneado.
sea de quien la mar no teme airada.

¡Oh, cortesía, oh, dulce acogimiento...


¡Oh, cortesía, oh, dulce acogimiento,
oh, celestial saber, oh, gracia pura, Quien tiene en sólo vos atesorado
oh, de valor dotado y de dulzura, su gozo y vida alegre, y su consuelo,
pecho real, honesto pensamiento! su bienaventurada y rica suerte,

¡Oh, luces, del amor querido asiento, cuando de vos se viere desterrado,
oh, boca donde vive la hermosura, ¡ay!, ¿qué le quedará sino recelo,
oh, habla suavísima, oh, figura noche y amargor y llanto y muerte?
angelical, oh, mano, oh, sabio acento!
Fernando de Herrera (1534 - 1597)

Amor, en un incendio no acabado...


Amor, en un incendio no acabado
ardí del fuego tuyo, en la florida No más, baste, cruel, ya en tantos años
sazón y alegre de mi dulce vida, rendido haber al yugo el cuello yerto,
todo en tu viva imagen transformado. y haber visto en el fin tu desvarío.

Y ahora, oh vano error, en este estado, Abra la luz la niebla a tus engaños,
no con llama en cenizas escondida, antes que el lazo rompa el tiempo y muerto
mas descubierta, clara y encendida, sea el fuego del tardo hielo mío
pierdo en ti lo mejor de mi cuidado.

Esta desnuda playa, esta llanura...


Esta desnuda playa, esta llanura
de astas y rotas armas mal sembrada, Venció otomano al español ya muerto,
do el vencedor cayó con muerte airada, antes del muerto el vivo fue vencido,
es de España sangrienta sepultura. y España y Grecia lloran la vitoria,

Mostró el valor su esfuerzo, mas ventura pero será testigo este desierto
negó el suceso y dio a la muerte entrada, que el español muriendo, no rendido,
que rehuyó dudosa, y admirada llevó de Grecia y Asia el nombre y gloria.
del temido furor, la suerte dura.

Soneto I
Yo voy por esta solitaria tierra, lugar, solo principio de mi guerra.
de antiguos pensamientos molestado,
huyendo el resplandor del sol dorado, Tanto bien presenta la memoria,
que de sus puros rayos me destierra. y tanto mal encuentra la presencia,
que me desmaya el corazón vencido.
El paso a la esperanza se me cierra; ¡Oh crüeles despojos de mi gloria,
de una ardua cumbre a un cerro vo enriscado, desconfïanza, olvido, celo, ausencia!;
con los ojos volviendo al apartado ¿por qué cansáis a un mísero rendido?
Trenzas que en la serena y limpia frente...
Trenzas que en la serena y limpia frente
de anillos de oro crespo coronadas Vos, mis hermosos cercos, anudado
formais lucientes vueltas y lazadas, teneis mi cuello, y nunca espero el día,
donde el mayor Vulcano espira ardiente, principio a libertad, fin a la pena.

el Sol, o que aparezca en Orïente Porque alegre en el mal de mi cuidado,


con las puntas de llamas dilatadas, de la prisión huir no pienso mía;
o que las junte, de subir cansadas, ni los lazos romper de esta cadena.
se rinde a vuestra luz resplandeciente.

Yo vi unos bellos ojos, que hirieron...


Yo vi unos bellos ojos, que hirieron
con dulce flecha un corazón cuitado, Yo veo que se asconden ya mis ojos
y que para encender nuevo cuidado y crece mi dolor y llevo ausente
su fuerza toda contra mí pusieron. en el rendido pecho el golpe fiero.

Yo vi que muchas veces prometieron Yo veo ya perderse los despojos


remedio al mal, que sufro no cansado, y la membrana de mi bien presente
y que cuando esperé vello acabado, y en ciego engaño de esperanza muero.
poco mis esperanzas me valieron.
Francisco de la Torre (Hacia 1534 - ?)

La blanca nieve y la purpúrea rosa...


La blanca nieve y la purpúrea rosa,
que no acaba su ser calor ni invierno, los lazos de oro donde estoy atado,
el sol de aquellos ojos, puro, eterno, el cielo puro donde tengo el mío,
donde el amor como en su ser reposa; la luz divina que me tiene ciego;

la belleza y la gracia milagrosa el sosiego que loco me ha tornado,


que descubren del alma el bien interno, el fuego ardiente que me tiene frío,
la hermosura donde yo discierno yesca me han hecho de invisible fuego.
que está escondida más divina cosa;

Ésta es, Tirsis, la fuente do solía...


Ésta es, Tirsis, la fuente do solía
contemplar tu beldad mi Filis bella; En esta cueva deste monte amado
este el prado gentil, Tirsis, donde ella me dio la mano y me ciñó la frente
su hermosa frente de su flor ceñía. de verde hiedra y de violetas tiernas.

Aquí, Tirsis, la vi cuando salía Al prado y haya y cueva y monte y fuente


dando la luz de una y otra estrella; y al cielo desparciendo olor-sagrado,
allí, Tirsis, me vido; y tras aquella rindo de tanto bien gracias eternas.
haya se me escondió y ansí la vía.

Al silencio de la noche
Sigo, silencio, tu estrellado manto
de transparentes lumbres guarnecido, Tú, que sabes mi mal, y tú, que fuiste
enemiga del sol esclarecido, la ocasión principal de mi tormento,
ave nocturna de agorero canto. por quien fui venturoso y desdichado,

El falso mago amor con el encanto oye tú solo mi dolor, que al triste
de palabras quebradas por olvido a quien persigue cielo vïolento,
convirtió mi razón y mi sentido; no le está bien que sepa su cuidado.
mi cuerpo no, por deshacelle en llanto.
Francisco de Figueroa (1536 - 1617)

Esta niña se lleva la flor...


Esta niña se lleva la flor, No lava la cara
¡que las otras no! Arcos son sus cejas con el alcanfor
Esta niña hermosa con que hiere Amor, porque avergonzado
cuyos rizos son con tan linda vista de verla quedó.
la cuna en que el día que a ninguno erró. Y en sus descuidillos
se recuesta al sol, Canela y azúcar siempre confió
cuya blanca frente sus mejillas son, como en los cuidados
la aurora nevó y quien las divide, de mi tierno amor.
con bruñidos copos de leche y arroz. Pues si canto, canta,
de su blanco humor. No es nada la boca, llora cuando yo,
Pues en cuerpo y manos pero allí encontró ríe cuando río
tal mano le dio sus perlas la aurora, y baila a mi son.
de carmín nevado su coral el sol. Esta niña se lleva la flor,
cual nunca se vio. Esta niña se lleva la flor, ¡que las otras no!
Esta niña se lleva la flor, ¡que las otras no!
¡que las otras no!

Perdido ando, señora, entre la gente...


Perdido ando, señora, entre la gente,
sin vos, sin mí, sin ser, sin Dios, sin vida: sin vida, porque ya que haya vivido,
sin vos, porque no sois de mí servida; cien mil veces mejor morir me fuera
sin mí, porque no estoy con vos presente; que no un dolor tan grave y tan extraño.

sin ser, porque de vos estando ausente ¡Que preso yo por vos, por vos herido,
no hay cosa que del ser no me despida; y muerto yo por vos d'esta manera,
sin dios, porque mi alma a dios olvida estéis tan descuidada de mi daño!
por contemplar en vos continuamente;
San Juan de la Cruz (1542 - 1591)

Cántico
¿Adónde te escondiste, de oy más ya mensajero
Amado, y me dexaste con gemido? que no saben dezirme lo que quiero.
Como el ciervo huyste
haviéndome herido; Y todos quantos vagan
salí tras ti clamando, y eras ydo. de ti me van mil gracias refiriendo,
y todos más me llagan,
Pastores, los que fuerdes y déxame muriendo
allá por las majadas al otero, un no sé qué que quedan balbuziendo.
si por ventura vierdes
aquél que yo más quiero, Mas, ¿cómo perseveras,
decilde que adolezco, peno y muero. ¡o vida!, no viviendo donde vives,
y haziendo porque mueras
Buscando mis amores, las flechas que recives
yré por esos montes y riberas; de lo que del Amado en ti concives?
ni cogeré las flores,
ni temeré las fieras, ¿Por qué, pues as llagado
y passaré los fuertes y fronteras. aqueste coraçón, no le sanaste?
Y, pues me le as robado,
¡O bosques y espesuras, ¿por qué assí le dexaste,
plantadas por la mano del Amado!, y no tomas el robo que robaste?
¡o prado de verduras,
de flores esmaltado!, Apaga mis enojos,
dezid si por vosotros ha passado. pues que ninguno basta a deshazellos,
y véante mis ojos,
Mil gracias derramando pues eres lumbre dellos,
pasó por estos sotos con presura; y sólo para ti quiero tenellos.
y, yéndolos mirando,
con sola su figura Descubre tu presencia,
vestidos los dejó de hermosura. y máteme tu vista y hermosura;
mira que la dolencia
¡Ay!, ¿quién podrá sanarme? de amor, que no se cura
Acaba de entregarte ya de vero; sino con la presencia y la figura.
no quieras embiarme
¡O christalina fuente, ¡Oh ninfas de Judea!,
si en esos tus semblantes plateados en tanto que en las flores y rosales
formases de repente el ámbar perfumea,
los ojos deseados morá en los arrabales,
que tengo en mis entrañas dibuxados! y no queráis tocar nuestros humbrales.

¡Apártalos, Amado, Escóndete, Carillo,


que voy de buelo!. y mira con tu haz a las montañas,
Buélvete, paloma, y no quieras dezillo;
que el ciervo vulnerado mas mira las compañas
por el otero asoma de la que va por ínsulas estrañas.
al aire de tu buelo, y fresco toma.
A las aves ligeras,
Mi Amado las montañas, leones, ciervos, gamos saltadores,
los valles solitarios nemorosos, montes, valles, riberas,
las ínsulas estrañas, aguas, ayres, ardores,
los ríos sonorosos, y miedos de las noches veladores:
el silbo de los ayres amorosos,
Por las amenas liras
La noche sosegada y canto de sirenas os conjuro
en par de los levantes del aurora, que cessen vuestras yras,
la música callada, y no toquéis al muro,
la soledad sonora, porque la esposa duerma más siguro.
la cena que recrea y enamora.
Entrado se a la esposa
Caçadnos las raposas, en el ameno huerto desseado,
questá ya florescida nuestra viña, y a su sabor reposa,
en tanto que de rosas el cuello reclinado
hazemos una piña, sobre los dulces braços del Amado.
y no parezca nadie en la montiña.
Debajo del mançano,
Detente, cierzço muerto; allí conmigo fuiste desposada;
ven, austro, que recuerdas los amores, allí te di la mano,
aspira por mi huerto, y fuiste reparada
y corran sus olores, donde tu madre fuera violada.
y pacerá el Amado entre las flores.
Nuestro lecho florido,
de cuevas de leones enlazado, haremos las guinaldas,
en púrpura tendido, en tu amor florescidas
de paz edifficado, y en un cabello mío entretexidas.
de mil escudos de oro coronado.
En solo aquel cabello
A çaga de tu huella que en mi cuello volar consideraste,
las jóvenes discurren al camino, mirástele en mi cuello
al toque de centella, y en él presso quedaste,
al adobado vino, y en uno de mis ojos te llagaste.
emissiones de bálsamo divino.
Quando tú me miravas,
En la interior bodega su gracia en mí tus ojos imprimían;
de mi Amado beví, y, quando salía por esso me adamavas,
por toda aquesta bega, y en esso merecían
ya cosa no sabía, los míos adorarlo que en ti vían.
y el ganado perdí que antes seguía.
No quieras despreciarme,
Allí me dio su pecho, que si color moreno en mí hallaste,
allí me enseñó sciencia muy sabrosa, ya bien puedes mirarme,
y yo le di de hecho después que me miraste,
a mí, sin dexar cosa; que gracia y hermosura en mí dexaste.
allí le prometí de ser su esposa.
La blanca palomica
Mi alma se a empleado, al arca con el ramo se a tornado,
y todo mi caudal, en su servicio; y ya la tortolica
ya no guardo ganado, al socio desseado
ni ya tengo otro officio, en las riberas verdes a hallado.
que ya sólo en amar es mi exercicio.
En soledad vivía,
Pues ya si en el egido y en soledad a puesto ya su nido,
de oy más no fuere vista ni hallada, y en soledad la guía
diréis que me e perdido, a solas su querido,
que, andando enamorada, también en soledad de amor herido.
me hice perdediza y fui ganada.
Gozémonos, Amado,
De flores y esmeraldas, y vámonos a ver en tu hermosura
en las frescas mañanas escogidas, al monte y al collado,
do mana el agua pura; aquello que me diste el otro día.
entremos más adentro en la espesura.
El aspirar de el ayre,
Y luego a las subidas el canto de la dulce filomena,
cabernas de la piedra nos yremos el soto y su donayre
que están bien escondidas, en la noche serena,
y allí nos entraremos, con llama que consume y no da pena.
y el mosto de granadas gustaremos.
Que nadie lo mirava,
Allí me mostrarías Aminadab tampoco parescía,
aquello que mi alma pretendía, y el cerco sosegava,
y luego me darías y la cavallería
allí tú, vida mía, a vista de las aguas descendía.

Canciones de el alma que se goza de aver llegado


al alto estado de la perfectión, que es la unión con Dios,
por el camino de la negación espiritual
En una noche escura más cierto que la luz de mediodía
con ansias en amores inflamada adonde me esperava
¡o dichosa ventura! quien yo bien me savía
salí sin ser notada en parte donde naide parecía.
estando ya mi casa sosegada.
¡O noche, que guiaste!
Ascuras y segura ¡O noche amable más que la alborada!
por la secreta escala, disfraçada, ¡oh noche que juntaste
¡o dichosa ventura! amado con amada,
a escuras y en celada amada en el amado transformada!
estando ya mi casa sosegada.
En mi pecho florido,
En la noche dichosa que entero para él solo se guardaba
en secreto que naide me veýa, allí quedó dormido
ni yo mirava cosa y yo le regalaba
sin otra luz y guía y el ventalle de cedros ayre daba.
sino la que en el coraçón ardía.
El ayre de la almena
Aquésta me guiava quando yo sus cavellos esparcía
con su mano serena el rostro recliné sobre el amado;
en mi cuello hería cessó todo, y dexéme
y todos mis sentidos suspendía. dexando mi cuydado
entre las açucenas olbidado.
Quedéme y olbidéme

Canciones de el alma en la íntima communicación de unión de amor de Dios


¡O llama de amor viva, ¡O lámparas de fuego,
que tiernamente hyeres en cuyos resplandores
de mi alma en el más profundo centro! las profundas cabernas del sentido
pues ya no eres esquiva, que estava obscuro y ciego
acava ya, si quieres; con estraños primores
rompe la tela de este dulce encuentro. calor y luz dan junto a su querido!

¡O cauterio suave! ¡Quán manso y amoroso


¡O regalada llaga! recuerdas en mi seno
¡O mano blanda! ¡O toque delicado, donde secretamente solo moras
que a vida eterna save y en tu aspirar sabroso
y toda deuda paga!, de bien y gloria lleno
matando muerte en vida la as trocado. quán delicadamente me enamoras!

Coplas hechas sobre un éstasis de harta contemplación


Entréme donde no supe Estava tan embebido
y quedéme no sabiendo, 2 tan absorto y ajenado
toda ciencia tracendiendo. que se quedó mi sentido
De paz y de piedad de todo sentir privado
1 era la sciencia perfecta, y el espíritu dotado
en profunda soledad de un entender no entendiendo
Yo no supe dónde entraba, entendida vía recta toda sciencia tracendiendo.
pero cuando allí me vi era cosa tan secreta
sin saver dónde me estaba que me quedé balbuciendo 4
grandes cosas entendí toda sciencia trascendiendo.
no diré lo que sentí El que allí llega de vero
que me quedé no sabiendo 3 de sí mismo desfallesce
toda sciencia trascendiendo. quanto sabía primero
mucho baxo le paresce 6 que la puedan emprender
y su sciencia tanto cresce quien se supiere vencer
que se queda no sabiendo, Este saber no sabiendo con un no saber sabiendo,
toda sciencia tracendiendo. es de tan alto poder yrá siempre tracendiendo.
que los sabios arguyendo
5 jamás le pueden vencer 8
que no llega su saber
Cuanto más alto se suve a no entender entendiendo Y si lo queréis oýr
tanto menos se entendía toda sciencia tracendiendo. consiste esta summa sciencia
que es la tenebrosa nuve en un subido sentir
que a la noche esclarecía 7 de la dibinal esencia
por eso quien la sabía es obra de su clemencia
queda siempre no sabiendo, Y es de tan alta excelencia hazer quedar no entendiendo
toda sciencia tracendiendo. aqueste summo saber, toda sciencia tracendiendo
que no ay facultad ni sciencia
.

Coplas de el alma que pena por ver a Dios


Vivo sin vivir en mí y assí es contino morir El pez que del agua sale
y de tal manera espero hasta que viva contigo. aun de alibio no caresce
que muero porque no muero. Oye mi Dios lo que digo que en la muerte que padesce
que esta vida no la quiero al fin la muerte le vale.
1 que muero porque no muero. Qué muerte abrá que se yguale
a mi vivir lastimero
En mí yo no vivo ya 3 pues si más vivo más muero?
y sin Dios vivir no puedo
pues sin él y sin mí quedo Estando ausente de ti 5
éste vivir qué será? qué vida puedo tener
Mil muertes se me hará sino muerte padescer Quando me pienso alibiar
pues mi misma vida espero la mayor que nunca vi? de verte en el Sacramento
muriendo porque no muero. Lástima tengo de mí házeme más sentimiento
pues de suerte persevero el no te poder gozar
2 que muero porque no muero. todo es para más penar
por no verte como quiero
Esta vida que yo vivo 4 y muero porque no muero.
es privación de vivir
6 7 8

Y si me gozo Señor Sácame de aquesta muerte Lloraré mi muerte ya


con esperança de verte mi Dios y dame la vida y lamentaré mi vida
en ver que puedo perderte no me tengas impedida en tanto que detenida
se me dobla mi dolor en este lazo tan fuerte por mis pecados está.
viviendo en tanto pabor mira que peno por verte, ¡O mi Dios!, quándo será
y esperando como espero y mi mal es tan entero quando yo diga de vero
muérome porque no muero. que muero porque no muero. vivo ya porque no muero?

Oras de el mismo a lo divino.


Tras de un amoroso lance 2 y abatido me hallava
y no de esperança falto dixe: No abrá quien alcance.
volé tan alto tan alto Quanto más alto suvía Abatíme tanto tanto
que le di a la caça alcance. deslumbróseme la vista que fuy tan alto tan alto
y la más fuerte conquista que le di a la caça alcance.
1 en escuro se hazía
mas, por ser de amor el lance 4
Para que yo alcance diesse di un ciego y oscuro salto
a aqueste lance divino y fuy tan alto tan alto Por una estraña manera
tanto bolar me convino que le di a la caça alcance. mil buelos pasé de un buelo
que de vista me perdiesse porque esperança de cielo
y con todo en este trance 3 tanto alcança quanto espera
en el buelo quedé falto esperé solo este lance
mas el amor fue tan alto Cuanto más alto llegava y en esperar no fuy falto
que le di a la caça alcance. de este lance tan subido pues fuy tan alto tan alto,
tanto más baxo y rendido que le di a la caça alcance.
Miguel de Cervantes Saavedra (1547 - 1616)

Al túmulo del rey que se hizo en Sevilla...


«¡Voto a Dios que me espanta esta grandeza por gozar este sitio, hoy ha dejado
y que diera un doblón por describilla!; el cielo, de que goza eternamente!»
porque, ¿a quién no suspende y maravilla
esta máquina insigne, esta braveza? Esto oyó un valentón y dijo: «¡Es cierto
lo que dice voacé, seor soldado,
¡Por Jesucristo vivo, cada pieza y quien dijere lo contrario miente!»
vale más que un millón, y que es mancilla
que esto no dure un siglo, ¡oh gran Sevilla, Y luego encontinente
Roma triunfante en ánimo y riqueza! caló el chapeo, requirió la espada,
miró al soslayo, fuese, y no hubo nada.
¡Apostaré que la ánima del muerto,

El que subió por sendas nunca usadas...


«Este soneto hice a la muerte de Fernando de Herrera;
y, para entender el primer cuarteto, advierto que él celebraba
en sus versos a una señora debajo deste nombre de Luz.
Creo que es de los buenos que he hecho en mi vida»
El que subió por sendas nunca usadas
del sacro monte a la más alta cumbre; aquél a quien invidia tuvo Apolo
el que a una Luz se hizo todo lumbre porque, a par de su Luz, tiene su fama
y lágrimas, en dulce voz cantadas; de donde nace a donde muere el día:

el que con culta vena las sagradas el agradable al cielo, al suelo solo,
de Helicón y Pirene en muchedumbre vuelto en ceniza de su ardiente llama,
(libre de toda humana pesadumbre) yace debajo desta losa fría.
bebió y dejó en divinas transformadas;

Ovillejos
¿Quién menoscaba mis bienes? ¿Y quién prueba mi paciencia?
¡Desdenes! ¡Ausencia!
¿Y quién aumenta mis duelos? De ese modo en mi dolencia
¡Los celos! ningún remedio me alcanza,
pues me matan las esperanzas, amor, fortuna y el cielo.
desdenes, celos y ausencia.
¿Quién mejorará mi suerte?
¿Quién me causa este dolor? ¡La muerte!
¡Amor! Y el bien de amor, ¿quién le alcanza?
¿Y quién mi gloria repugna? ¡Mudanza!
¡Fortuna! Y sus males, ¿quién los cura?
¿Y quién consiente mi duelo? ¡Locura!
¡El cielo! De ese modo no es cordura
De ese modo yo recelo querer curar la pasión,
morir deste mal extraño, cuando los remedios son
pues se aúnan en mi daño muerte, mudanza y locura.

Soneto de Gelasia en la Galatea


¿Quién dejará, del verde prado umbroso,
las frescas yerbas y las frescas fuentes? por seguir los incendios, los temores,
¿Quién de seguir con pasos diligentes los celos, iras, rabias, muertes, penas
la suelta liebre o jabalí cerdoso? del falso amor que tanto aflige al mundo?

¿Quién, con el son amigo y sonoroso, Del campo son y han sido mis amores,
no detendrá las aves inocentes? rosas son y jazmines mis cadenas,
¿Quién, en las horas de la siesta, ardientes, libre nací, y en libertad me fundo.
no buscará en las selvas el reposo,
Bartolomé Leonardo de Argensola (1561 – 1631)

A una mujer que se afeitaba y estaba hermosa


Yo os quiero confesar, don Juan, primero, belleza igual de rostro verdadero.
que aquel blanco y color de doña Elvira
no tiene de ella más, si bien se mira, Mas ¿qué mucho que yo perdido ande
que el haberle costado su dinero. por un engaño tal, pues que sabemos
que nos engaña así Naturaleza?
Pero tras eso confesaros quiero
que es tanta la beldad de su mentira, Porque ese cielo azul que todos vemos,
que en vano a competir con ella aspira ni es cielo ni es azul. ¡Lástima grande
que no sea verdad tanta belleza!

Soneto V
"Dime, Padre común, pues eres justo, gima a los pies del vencedor injusto?
¿por qué ha de permitir tu providencia,
que, arrastrando prisiones la innocencia, Vemos que vibran vitoriosas palmas
suba la fraude a tribunal augusto? manos inicas, la virtud gimiendo
del triunfo en el injusto regocijo."
¿Quién da fuerzas al brazo, que robusto
hace a tus leyes firme resistencia, Esto decía yo, cuando, riendo,
y que el celo, que más las reverencia, celestial ninfa apareció, y me dijo:
"¡Ciego!, ¿es la tierra el centro de las almas?"
Lupercio Leonardo de Argensola

-V -
Quien voluntariamente se destierra,
y deja por el oro el patrio techo, no tiene corto fin el pecho humano,
y aquel que apenas queda satisfecho que como en ambición su gusto funda,
con cuanto trigo en África se encierra; siempre está cosas nuevas deseando.

el que para usurpar la mar y tierra Dichoso quien camina por el llano,
le parece que tiene capaz pecho, sin pedir a la suerte otra segunda,
y enmudece las leyes y el derecho ni bien mayor que obedecer amando.
con el estruendo y máquinas de guerra;

- XXVI -
Descuidado del lauro que ennoblece,
en una choza pobre se aposenta, Ni le aflige el oráculo dudoso,
con mesa no dorada se sustenta ni el envidiado cetro considera
y de pequeños bienes se enriquece. si lo ha de arrebatar violenta Parca.

Los miembros al descanso alegre ofrece, ¡Oh, cien veces, Amiclas, más dichoso
y de solas sus redes tiene cuenta; que quien imaginó que obedeciera
ni la bélica trompa la amedrenta, el mar a su fortuna y a tu barca!
ni el temor del suceso le entristece.

Imagen espantosa de la muerte


Imagen espantosa de la muerte,
sueño cruel, no turbes más mi pecho, El uno vea el popular tumulto
mostrándome cortado el nudo estrecho, romper con furia las herradas puertas,
consuelo sólo de mi adversa suerte. o al sobornado siervo el hierro oculto.

Busca de algún tirano el muro fuerte, El otro sus riquezas, descubiertas


de jaspe las paredes, de oro el techo, con llave falsa o con violento insulto,
o el rico avaro en el angosto lecho, y déjale al amor sus glorias ciertas.
haz que temblando con sudor despierte.
- XXVII -
A una dama bizca
Vista la redondez del hemisferio
y que un gobierno sólo no bastara, porque así como el mundo fue decente,
dividieron el cetro y la tiara, para tener los súbditos delante, 10
y en dos partes partieron el imperio. repartir las potencias y la gente,

Este partir, que no fue sin misterio, 5 así, señora, es bien que en un instante
hermosísima bizca, nos declara con el un ojo mires al poniente
la perfección que vemos en tu cara, y con el otro mires al levante.
ocupada en diverso ministerio;
Luis de Góngora y Argote (1561 - 1627)

SOLEDAD PRIMERA (PARTE I)


Era del año la estación florida del Océano, pues, antes sorbido,
en que el mentido robador de Europa y luego vomitado
-media luna las armas de su frente, no lejos de un escollo coronado
y el Sol todos los rayos de su pelo-, de secos juncos, de calientes plumas
luciente honor del cielo, -alga todo y espumas-
en campos de zafiro pace estrellas, halló hospitalidad donde halló nido
cuando el que ministrar podía la copa de Júplter el ave.
a Júpiter mejor que el garzón de Ida,
-náufrago y desdeñado, sobre ausente-, Besa la arena, y de la rota nave
lagrimosas de amor dulces querellas aquella parte poca
da al mar; que condolido, que le expuso en la playa dio a la roca;
fue a las ondas, fue al viento que aun se dejan las peñas
el mísero gemido, lisonjear de agradecidas señas.
segundo de Arïón dulce instrumento.
Desnudo el joven, cuanto ya el vestido
Del siempre en la montaña opuesto pino Océano ha bebido
al enemigo Noto restituir le hace a las arenas;
piadoso miembro roto y al Sol le extiende luego,
-breve tabla- delfín no fue pequeño que, lamiéndole apenas
al inconsiderado peregrino su dulce lengua de templado fuego,
que a una Libia de ondas su camino lento lo embiste, y con suave estilo
fió, y su vida a un leño. la menor onda chupa al menor hilo.

Fábula de Polifemo y Galatea


7 y al grave peso junco tan delgado,
que un día era bastón y otro cayado.
Un monte era de miembros eminente 8
este que -de Neptuno hijo fiero-
de un ojo ilustra el orbe de su frente, Negro el cabello, imitador undoso
émulo casi del mayor lucero; de las oscuras aguas del Leteo,
Cíclope a quien el pino más valiente al viento que lo peina proceloso
bastón le obedecía tan ligero, vuela sin orden, pende sin aseo;
un torrente es su barba impetuosa, su pecho inunda- o tarde, o mal, o en vano
que -adusto hijo de este Pirineo- surcada aun de los dedos de su mano.
A una rosa
Ayer naciste, y morirás mañana. Ya besando unas manos cristalinas,
Para tan breve ser, ¿quién te dio vida? ya anudándose a un blanco y liso cuello,
¿Para vivir tan poco estás lucida?
Y, ¿para no ser nada estás lozana? ya esparciendo por él aquel cabello
que Amor sacó entre el oro de sus minas,
Si te engañó su hermosura vana, ya quebrando en aquellas perlas finas
bien presto la verás desvanecida, palabras dulces mil sin merecello,
porque en tu hermosura está escondida
la ocasión de morir muerte temprana. ya cogiendo de cada labio bello
purpúreas rosas sin temor de espinas,
Cuando te corte la robusta mano, estaba, oh, claro sol invidïoso,
ley de la agricultura permitida, cuando tu luz, hiriéndome los ojos,
grosero aliento acabará tu suerte.
No salgas, que te aguarda algún tirano; mató mi gloria y acabó mi suerte.
Si el cielo ya no es menos poderoso,
dilata tu nacer para la vida, porque no den los suyos más enojos,
que anticipas tu ser para tu muerte. rayos, como a tu hijo, te den muerte.

Ilustre y hermosísima María...


Ilustre y hermosísima María,
mientras se dejan ver a cualquier hora antes que, de la edad Febo eclipsado
en tus mejillas la rosada Aurora, y el claro día vuelto en noche obscura,
Febo en tus ojos y en tu frente el día, huya la Aurora del mortal nublado;

y mientras con gentil descortesía antes que lo que hoy es rubio tesoro
mueve el viento la hebra voladora venza a la blanca nieve su blancura:
que la Arabia en sus venas atesora goza, goza el color, la luz, el oro.
y el rico Tajo en sus arenas cría;

Mientras por competir con tu cabello...


Mientras por competir con tu cabello, mientras con menosprecio en medio el llano
oro bruñido al sol relumbra en vano; mira tu blanca frente el lilio bello;
mientras a cada labio, por cogello, antes que lo que fue en tu edad dorada
siguen más ojos que al clavel temprano, oro, lirio, clavel, cristal luciente,
y mientras triunfa con desdén lozano
del luciente cristal tu gentil cuello, no sólo en plata o viola troncada
se vuelva, más tú y ello juntamente
goza cuello, cabello, labio y frente, en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.
Félix Lope de Vega (1562 - 1635)

A una calavera de mujer


Esta cabeza, cuando viva, tuvo
sobre la arquitectura de estos huesos aquí la estimativa, en quien tenía
carne y cabellos, por quien fueron presos el principio de todo movimiento;
los ojos que mirándola detuvo. aquí de las potencias la armonía.

Aquí la rosa de la boca estuvo, ¡Oh hermosura mortal, cometa al viento!


marchita ya con tan helados besos; En donde tanta presunción vivía
aquí los ojos, de esmeralda impresos, desprecian los gusanos aposento.
color que tantas almas entretuvo;

Soneto
Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo, huir el rostro al claro desengaño,
alentado, mortal, difunto, vivo, beber veneno por licor süave,
leal, traidor, cobarde y animoso; olvidar el provecho, amar el daño;

no hallar fuera del bien centro y reposo, creer que un cielo en un infierno cabe,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo, dar la vida y el alma a un desengaño;
enojado, valiente, fugitivo, esto es amor, quien lo probó lo sabe.
satisfecho, ofendido, receloso;

Esparcido el cabello por la espalda...


Esparcido el cabello por la espalda Mas cuando ya desamparó la playa,
que fue del sol desprecio y maravilla, «Mal haya, dijo, el agua, que, tan poca
Silvia cogía por la verde orilla con su sal me abrasó pies y vestidos».
del mar de Cádiz conchas en su falda. Yo estaba cerca y respondí: «Mal haya
El agua, entre el hinojo de esmeralda, la sal que tiene tu graciosa boca,
para que entrase más el curso humilla; que así tiene abrasados mis sentidos».
tejió de mimbre una alta canastilla
y púsola en su frente por guirnalda.
¡Oh, engaño de los hombres, vida breve...
¡Oh, engaño de los hombres, vida breve,
loca ambición al aire vago asida!, Dos partes tu mortal sujeto encierra:
pues el que más se acerca a la partida, una que se derriba al bajo suelo,
más confiado de quedar se atreve. y otra que de la tierra te destierra;

¡Oh, flor al hielo!, ¡oh, rama al viento leve tú juzga de las dos el mejor celo:
lejos del tronco!, si en llamarte vida si el cuerpo quiere ser tierra en la Tierra,
tú misma estás diciendo que eres ida, el alma quiere ser cielo en el Cielo.
¿qué vanidad tu pensamiento mueve?
Francisco de Quevedo y Villegas (1580 – 1645)

Amor constante más allá de la muerte...


Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra que me llevare el blanco día, Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
y podrá desatar esta alma mía venas que humor a tanto fuego han dado,
hora a su afán ansioso lisonjera; medulas, que han gloriosamente ardido,

mas no de esotra parte en la ribera su cuerpo dejarán, no su cuidado;


dejará la memoria en donde ardía: serán cenizas, mas tendrán sentido;
nadar sabe mi llama la agua fría, polvo serán, mas polvo enamorado.
y perder el respeto a ley severa.

Definiendo el amor
Es hielo abrasador, es fuego helado, Es una libertad encarcelada,
es herida que duele y no se siente, que dura hasta el postrero parasismo,
es un soñado bien, un mal presente, enfermedad que crece si es curada.
es un breve descanso muy cansado.
Éste es el niño Amor, éste es tu abismo:
Es un descuido que nos da cuidado, mirad cuál amistad tendrá con nada
un cobarde con nombre de valiente, el que en todo es contrario de sí mismo.
un andar solitario entre la gente,
un amar solamente ser amado.

A una nariz
Érase un hombre a una nariz pegado,
érase una nariz superlativa, Érase un espolón de una galera,
érase una nariz sayón y escriba, Érase una pirámide de Egipto;
érase un pez espada muy barbado. las doce tribus de narices era.

Era un reloj de sol mal encarado, Érase un naricísimo infinito,


érase una alquitara pensativa, muchísimo nariz, nariz tan fiera,
érase un elefante boca arriba, que en la cara de Anás fuera delito.
era Ovidio Nasón más narizado
Fue sueño ayer, mañana será tierra...
Fue sueño ayer, mañana será tierra.
¡Poco antes nada, y poco después humo! Ya no es ayer, mañana no ha llegado;
¡Y destino ambiciones, y presumo hoy pasa y es y fue, con movimiento
apenas punto al cerco que me cierra! que a la muerte me lleva despeñado.

Breve combate de importuna guerra, Azadas son la hora y el momento


en mi defensa, soy peligro sumo, que a jornal de mi pena y mi cuidado
y mientras con mis armas me consumo, cavan en mi vivir mi monumento.
menos me hospeda el cuerpo que me entierra.

A Dafne, huyendo de Apolo


"Tras vos, un alquimista va corriendo,
Dafne, que llaman Sol, ¿y vos tan cruda? Buhonero de signos y planetas,
Vos os volvéis murciégalo sin duda, viene haciendo ademanes y figuras,
pues vais del Sol y de la luz huyendo. cargado de bochornos y cometas."

Él os quiere gozar, a lo que entiendo,


Esto la dije; y en cortezas duras
si os coge en esta selva tosca y ruda:
de laurel se ingirió contra sus tretas,
su aljaba suena, está su bolsa muda;
y, en escabeche, el Sol se quedó a escuras.
el perro, pues no ladra, está muriendo.

¡Ah de la vida!" ... ¿Nadie me responde?


¡Ah de la vida!" ... ¿Nadie me responde? Ayer se fue; mañana no ha llegado;
¡Aquí de los antaños que he vivido! hoy se está yendo sin parar un punto;
La Fortuna mis tiempos ha mordido; soy un fue, y un será y un es cansado.
las Horas mi locura las esconde.
En el hoy y mañana y ayer, junto
¡Que sin poder saber cómo ni adónde, pañales y mortaja, y he quedado
la salud y la edad se hayan huido! presentes sucesiones de difunto.
Falta la vida, asiste lo vivido,
y no hay calamidad que no me ronde.
Miré los muros de la patria mía...
Miré los muros de la patria mía,
si un tiempo fuertes, ya desmoronados, Entré en mi casa; vi que, amancillada,
de la carrera de la edad cansados, de anciana habitación era despojos;
por quien caduca ya su valentía. mi báculo, más corvo y menos fuerte.

Salíme al campo; vi que el sol bebía Vencida de la edad sentí mi espada,


los arroyos del yelo desatados, y no hallé cosa en que poner los ojos
y del monte quejosos los ganados, que no fuese recuerdo de la muerte.
que con sombras hurtó su luz al día.

Letrilla satírica
Madre, yo al oro me humillo; poderoso caballero
él es mi amante y mi amado, es don Dinero.
pues, de puro enamorado,
de contino anda amarillo. Son sus padres principales,
Que pues, doblón o sencillo, y es de nobles descendientes,
hace todo cuanto quiero porque en las venas de Oriente
poderoso caballero todas las sangres son reales.
es don Dinero. Y pues es quien hace iguales
al duque y al ganadero
Nace en las Indias honrado, poderoso caballero
donde el mundo le acompaña; es don Dinero.
viene a morir en España,
y es en Génova enterrado. Mas ¿a quién no maravilla
Y pues quien le trae al lado ver en su gloria, sin tasa,
es hermoso, aunque sea fiero, que es lo menos de su casa
poderoso caballero doña Blanca de Castilla?
es don Dinero. Pero pues da al bajo silla
y al cobarde hace guerrero
Es galán y es como un oro, poderoso caballero
tiene quebrado el color es don Dinero.
persona de gran valor,
tan cristiano como moro. Sus escudos de armas nobles
Pues que da y quita el decoro son siempre tan principales,
y quebranta cualquier fuero que sin sus escudos reales
no hay escudos de armas dobles. poderoso caballero
Y pues a los mismos robles es don Dinero.
da codicia su minero,
poderoso caballero Nunca vi damas ingratas
es don Dinero. a su gusto y afición,
que a las caras de un doblón
Por importar en los tratos hacen sus caras baratas.
y dar tan buenos consejos, Y pues las hace bravatas
en las casas de los viejos desde una bolsa de cuero,
gatos le guardan de gatos. poderoso caballero
Y pues él rompe recatos es don Dinero.
y ablanda al juez más severo,
poderoso caballero Más valen en cualquier tierra
es don Dinero. (mirad si es harto sagaz)
sus escudos en la paz
Y es tanta su majestad que rodelas en la guerra.
(aunque son sus duelos hartos) Y pues al pobre le entierra
que con haberle hecho cuartos, y hace propio al forastero,
no pierde su autoridad. poderoso caballero
Pero pues da calidad es don Dinero.
al noble y al pordiosero,
Feliciana Enríquez de Guzmán (1580 - 1639)

Madrigal
Dijo el Amor, sentado a las orillas tened por cosa cierta
de un arroyuelo puro, manso y lento: que no habéis de ser flores
"Silencio, florecillas, en viendo sus colores,
no retocéis con el lascivo viento; ni yo de hoy más Amor, si ella me mira".
que duerme Galatea, y si despierta, ¡Tan dulces flechas de sus ojos tira!

Romance amoroso
A lágrimas y a silencios atiende, Elisio, a mis ojos,
reducida, Elisio, el alma, pregúntales lo que pasa.
modo le falta a la queja, Mas el corazón te envían,
de referirse mis ansias. no saben decirte nada;
No tiene la voz acento, no es mucho que aquesta vez
no encuentra el labio palabras; le falten lenguas al agua.
todo la pena lo oprime, Mi afecto, amigo, te explique
todo el dolor lo embaraza. la desdicha más extraña,
La causa, ¡ay de mí!, es tan triste, que si ha de volver al pecho
es tan fuerte la desgracia, no importa del pecho salga.
que no mata padecida No para buscarme alivios,
porque mate imaginada. para negociarme lástimas
Los suspiros desde el pecho dispensa mi mal conmigo;
tiernísimamente exhalan que en razones mal formadas
fuego, que a los ojos míos yo propio, ¡Ay, cielo!, te informe;
comunica en vivas llamas. valor y aliento me falta,
Estos de mis sentimientos que expiró, ¡terrible lance!,
verás y extremos declaran; la generalmente amada.

López de Zárate
LA ROSA.
Esta a quien ya se le atrevió el arado, con púrpura fragante adornó el viento,
y negando en la pompa su elemento porque llegó al ocaso en el oriente;
bien que caduca luz, fue sol del prado.
¡oh tú, cuanto más rosa y más triunfante,
Tuviéronla los ojos por cuidado, teme, que la belleza son colores
siendo su triunfo breve pensamiento; y fácil de morir todo accidente!
¿quién sino el hierro fuera tan violento
de la ignorancia rústica guiado?

Aún no gozó de vida aquel instante


que se permite a las plebeyas flores,

Hernando de Acuña
Dígame quién lo sabe: ¿cómo es hecha
Dígame quién lo sabe: ¿cómo es hecha
la red de Amor, que tanta gente prende? Y si dicen que es niño, ¿cómo viene
¿Y cómo, habiendo tanto que la tiende, a vencer los gigantes? Y si es ciego,
no está del tiempo ya rota o deshecha? ¿cómo toma al tirar cierta la mira?

¿Y cómo es hecho el arco que Amor flecha, Y si, como se escribe, siempre tiene
pues hierro ni valor se le defiende? en una mano el arco, en otra el fuego,
¿Y cómo y dónde halla, o quién le vende, ¿cómo tiende la red y cómo tira?
de plomo, plata y oro tanta flecha?

Juan de Tasis, Conde de Villamediana


Nadie Escuche Mi Voz
Nadie escuche mi voz y triste acento
de suspiros y lágrimas mezclado, Juntóse con el cielo a perseguirme,
si no es que tenga el pecho lastimado la que tuvo mi vida en opiniones,
de dolor semejante al que yo siento. y de mí mismo a mí como en destierro.

Que no pretendo ejemplo ni escarmiento Quisieron persuadirme las razones,


que rescate a los otros de mi estado, hasta que en el propósito más firme:
sino mostrar creído, y no aliviado, fue disculpa del yerro el mismo yerro.
de un firme amor el justo sentimiento.
Determinarse Y Luego Arrepentirse
Determinarse y luego arrepentirse; En las resoluciones detenerse;
empezar a atrever y acobardarse; hallada la ocasión no aprovecharse,
arder el pecho y la palabra helarse; y perdido de cólera encenderse.
desengañarse y luego persuadirse.
Y sin saber por qué, desvanecerse:
Comenzar una cosa y advertirse; efectos son de amor; no hay que espantarse,
querer decir su pena y no aclararse; que todo del amor puede creerse.
en medio del aliento desmayarse,
y entre el amor y el miedo consumirse.

Gabriel Bocángel
Como enfermo que anhela en lecho ardiente
Como enfermo que anhela en lecho ardiente médicas ondas de templada fuente:
alcanzar con excesos mejoría,
y su engaño no más, o su porfía, tal, esclavo de amor, herido el pecho,
le alivia, con que crece el accidente; buscaba yo reparo en el ausencia;
busqué la fuente contra el dardo esquivo.
y como el ciervo, que la flecha siente,
huye en vano de sí la noche y día, Hizo después amor, a mi despecho,
para ver si le dan lisonja fría lo que hace el exceso en la dolencia
y el señor con esclavo fugitivo.

Francisco de Aldana
¿Cuál es la causa, mi Damón, que estando
-¿Cuál es la causa, mi Damón, que estando y que el vital aliento ambos tomando
en la lucha de amor juntos trabados en nuestros labios de chupar cansados,
con lenguas, brazos, pies, y encadenados en medio a tanto bien somos forzados
cual vid que entre el jazmín se va enredando llorar y suspirar de cuando en cuando?
-Amor, mi Filis bella, que allá dentro que no pudiendo, como esponja el agua,
nuestras almas juntó, quiere en su fragua pasar del alma al dulce amado centro,
los cuerpos ajuntar también tan fuerte llora el velo mortal su avara suerte.

Mil veces callo que romper deseo


Mil veces callo que romper deseo
el cielo a gritos, y otras tantas tiento No halla la memoria o la esperanza
dar a mi lengua voz y movimiento, rastro de imagen dulce y deleitable
que en silencio mortal yacer la veo. con que la voluntad viva segura:

Anda cual velocísimo correo cuanto en mí hallo es maldición que alcanza,


por dentro el alma el suelto pensamiento muerte que tarda, llanto inconsolable,
con alto y de dolor lloroso acento, desdén del cielo, error de la ventura.
casi en sombra de muerte un nuevo Orfeo.

En fin, en fin, tras tanto andar muriendo


En fin, en fin, tras tanto andar muriendo,
tras tanto varïar vida y destino, hallo, en fin, que ser muerto en la memoria
tras tanto de uno en otro desatino, del mundo es lo mejor que en él se asconde,
pensar todo apretar, nada cogiendo; pues es la paga dél muerte y olvido;

tras tanto acá y allá, yendo y viniendo y en un rincón vivir con la vitoria
cual sin aliento, inútil peregrino; de sí, puesto el querer tan sólo adonde
¡oh Dios!, tras tanto error del buen camino es premio el mismo Dios de lo servido.
yo mismo de mi mal ministro si endo,
Calderón de la Barca (1600 – 1681)
Cuentan de un sabio, que un día...
Cuentan de un sabio, que un día «más pobre y triste que yo?»
tan pobre y mísero estaba, Y cuando el rostro volvió,
que sólo se sustentaba halló la respuesta, viendo
de unas yerbas que cogía. que iba otro sabio cogiendo
«Habrá otro», entre sí decía, las hojas que él arrojó.

De "A secreto agravio, secreta venganza"


Cuando la fama en lenguas dilatada Vos sola a vos podéis acreditaros;
vuestra rara hermosura encarecía, ¡dichoso aquel que llega a mereceros,
por fe os amaba yo, por fe os tenía, y más dichoso si acertó a estimaros!
Leonor, dentro del alma idolatrada. Mas, ¿cómo ha de olvidaros ni ofenderos?
Cuando os mira, suspensa y elevada Que quien antes de veros pudo amaros,
el alma que os amaba y os quería, mal os podrá olvidar después de veros.
culpa la imagen de su fantasía
que sois vista mayor que imaginada.

De "La vida es sueño" II


¡Ay mísero de mí! ¡Ay infelice! ¿qué más os pude ofender. ¿tengo menos libertad?
Apurar, cielos pretendo, para castigarme más? Nace el bruto, y con la piel
ya que me tratáis así, ¿No nacieron los demás? que dibujan manchas bellas,
qué delito cometí Pues si los demás nacieron apenas signo es de estrellas
contra vosotros naciendo; ¿qué privilegios tuvieron -gracias al docto pincel-,
aunque si nací, ya entiendo que yo no gocé jamás? cuando atrevido y cruel,
qué delito he cometido; Nace el ave, y con las galas la humana necesidad
bastante causa ha tenido que le dan belleza suma, le enseña a tener crueldad,
vuestra justicia y rigor, apenas es flor de pluma. monstruo de su laberinto:
pues el delito mayor ramillete con alas, ¿y yo, con mejor instinto,
del hombre es haber nacido. cuando las etéreas salas tengo menos libertad?
Sólo quisiera saber, corta con velocidad, Nace el pez, que no respira,
para apurar mis desvelos negándose a la piedad aborto de ovas y lamas,
(dejando a una parte, cielos, del nido que deja en calma; y apenas bajel de escamas
el delito de nacer), y teniendo yo más alma sobre las ondas se mira,
cuando a todas partes gira, entre las flores se quiebra, quisiera arrancar del pecho
midiendo la inmensidad cuando músico celebra pedazos del corazón:
de tanta capacidad de las flores la piedad ¿qué ley, justicia o razón
como le da el centro frío; que le da la majestad negar a los hombres sabe
¿y yo, con más albedrío, del campo abierto a su huida; privilegio tan süave,
tengo menos libertad? y teniendo yo más vida, exención tan principal,
Nace el arroyo, culebra tengo menos libertad? que Dios le ha dado a un cristal,
que entre flores se desata, En llegando a esta pasión, a un pez, a un bruto y a un ave?
y apenas, sierpe de plata, un volcán, un Etna hecho,

Éstas que fueron pompas y alegría...


Éstas que fueron pompas y alegría, A florecer las rosas madrugaron
despertando al albor de la mañana, y para envejecerse florecieron;
a la tarde serán lástima vana, cuna y sepulcro en un botón hallaron.
durmiendo en brazos de la noche fría. Tales los hombres sus fortunas vieron:
Este matiz que al cielo desafía, en un día nacieron y expiraron;
iris listado de oro, nieve y grana, que, pasados los siglos, horas fueron.
será escarmiento de la vida humana:
¡tanto se emprende en término de un día!
Sor Juana Inés de la Cruz (México 1651 – 1695)

Al que ingrato me deja, busco amante...


Al que ingrato me deja, busco amante; Si a éste pago, padece mi deseo;
al que amante me sigue, dejo ingrata; si ruego a aquél, mi pundonor enojo:
constante adoro a quien mi amor maltrata; de entrambos modos infeliz me veo.
maltrato a quien mi amor busca constante.
Pero yo, por mejor partido, escojo
Al que trato de amor, hallo diamante, de quien no quiero, ser violento empleo,
y soy diamante al que de amor me trata; que, de quien no me quiere, vil despojo.
triunfante quiero ver al que me mata,
y mato al que me quiere ver triunfante.

Hombres necios que acusáis...


Hombres necios que acusáis y en la posesión, Lucrecia. que vuestro gusto refiere,
a la mujer sin razón, bien haya la que no os quiere
sin ver que sois la ocasión ¿Qué humor puede ser más raro y quejaos en hora buena.
de lo mismo que culpáis: que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo, Dan vuestras amantes penas
si con ansia sin igual y siente que no esté claro? a sus libertades alas,
solicitáis su desdén, y después de hacerlas malas
¿por qué queréis que obren bien Con el favor y desdén las queréis hallar muy buenas.
si la incitáis al mal? tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal, ¿Cuál mayor culpa ha tenido
Cambatís su resistencia burlándoos, si os quieren bien. en una pasión errada:
y luego, con gravedad, la que cae de rogada,
decís que fue liviandad Siempre tan necios andáis o el que ruega de caído?
lo que hizo la diligencia. que, con desigual nivel,
a una culpáis por crüel ¿O cuál es más de culpar,
Parecer quiere el denuedo y a otra por fácil culpáis. aunque cualquiera mal haga:
de vuestro parecer loco la que peca por la paga,
el niño que pone el coco ¿Pues como ha de estar templada o el que paga por pecar?
y luego le tiene miedo. la que vuestro amor pretende,
si la que es ingrata, ofende, Pues ¿para qué os espantáis
Queréis, con presunción necia, y la que es fácil, enfada? de la culpa que tenéis?
hallar a la que buscáis, Queredlas cual las hacéis
para pretendida, Thais, Mas, entre el enfado y pena o hacedlas cual las buscáis.
Dejad de solicitar, de la que os fuere a rogar. que lidia vuestra arrogancia,
y después, con más razón, pues en promesa e instancia
acusaréis la afición Bien con muchas armas fundo juntáis diablo, carne y mundo.
A Jesús Crucificado
Santa Teresa de Jesús / Fray Miguel de Guevara

No me mueve mi Dios, para quererte,


El cielo que me tienes prometido,
Ni me mueve el infierno tan temido
Para dejar por esto de ofenderte.

Tú me mueves Señor, muéveme el verte,


Clavado en esa cruz y escarnecido,
Muéveme el ver tu cuerpo tan herido,
Muéveme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme en fin tu amor y en tal manera


Que aunque no hubiera cielo yo te amara
Y aunque no hubiera infierno, te temiera.

No me tienes que dar porque te quiera,


Pues aunque lo que espero no esperara,
Lo mismo que te quiero, te quisiera.
Índice de la antología de poesía barroca de Anaya

+Góngora
+Lope de Vega
+Quevedo
Villamediana
Sor Juana Inés de la Cruz
Flores Varias: José Valdivieso
Lupercio Leonardo de Argensola
Bartolomé Leonardo de Argensola
Conde de Salinas
Francisco de Medrano
Rodrigo Caro
Andrés Fernández de Andrada
A Cristo Crucificado
Francisco de Rioja
Pedro Soto de Rojas
Luis Carrillo de Sotomayor
Calderón
Antonio Enríquez Gómez
+Gabriel Bocángel

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