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Historias oculta<
Dignidad y marginación
Colección «SERVIDORES Y TESTIGOS» Julián Ríos Martín
81

15 historias ocultadas
Dignidad y marginacion

Editorial SAL TERRAE


Santander
índice

Prólogo,
por José Ramón López de La Osa 7

1. Una justicia que descoloca y dignifica. . . 11


2. Los zapatos de tacón 14
3. Vagabundo del tiempo 21
4. Reconciliado con la vida 30
5. La silla de ruedas 43
6. La alianza y el reloj 52
© 2001 by Editorial Sal Terrae
Polígono de Raos, Parcela 14-1 7. Fe en la humanidad 60
39600 Maliaño (Cantabria) 8. Peter Pan y Caperucita 69
Fax: 942 369 201
E-mail: salterrae@salterrae.es 9. Distintas varas de medir 79
http://wvvw.salterrae.es 10. Frustrada libertad 93
11. La mirada furtiva 103
Con las debidas licencias
Impreso en España. Printed in Spain 12. Esperanza enlutada 113
ISBN: 84-293-1387-7 13. A pesar de todo, libertad 120
Dep. Legal: BI-10-01 14. El permiso 130
15. El poder de la disidencia 146
Cubierta: Siró López

Fotocomposición:
Y después...: Hay vida antes de la muerte,
Sal Terrae - Santander por «Josito» (José Luis Segovia) 159

Impresión y encuademación: Epílogo, por Javier Barbero 177


Grato, S.A. - Bilbao
Prólogo

Es difícil para cualquier persona decir algo acerca de


un buen amigo. Al menos para mí lo es. Hay cosas
que, en la reserva de una amistad, se dicen sin rubor
alguno; pero hablar de la experiencia vital de alguien
cercano a un lector desconocido supone superar una
situación en la que no es posible ver la cara y los ojos
del interlocutor, analizar su gesto y percibir con ello
el efecto de las propias reflexiones. En cualquier ca-
so, tomo el encargo de este prólogo como una mues-
tra de confianza y de afecto, pero nunca porque pien-.
se que haya nada que me autorice a hacerlo, salvo ese
anhelo común de objetivos, proyectos y utopías.
Hace 25 años que comparto piso y hago comuni-
dad con otras cinco personas de distintas edades. El
mayor de todos tiene 75 años, y eso le permite ver la
vida con distancia, experiencia y realismo. Cuando
vemos las tragedias colectivas o familiares que -a
través de los medios de comunicación o en nuestro
mismo barrio- la realidad nos ofrece con frecuencia,
él siempre dice lo mismo: «¡Hacia donde vamos con
este mundo...!» Hace tiempo que perdió la inocencia,
y nunca culpa a los protagonistas directos de los
acontecimientos, sino que aprendió a sentirse impli-
cado también él, asumiendo con ello la parte de res-
ponsabilidad que le toca en esta historia que todos
hacemos, con tanta gente «rara», olvidada y someti-
da a los vaivenes de un desamor caprichoso, intere-
sado en ocasiones y, con frecuencia, indiferente. No
quiero con esto hacer gala de una actitud pesimista
sin más -a lo que. por lo demás, no soy nada procli-
8 15 HISTORIAS OCULTADAS PROLOGO 9

ve-, sino resaltar el hecho de que la experiencia nos tro sorprendido ante un hecho que se repitió en diver-
muestra como algo difícil el esfuerzo de ver las cosas sas ocasiones cuando alguien que había leído el libro
con los ojos del afecto y de la propia implicación se mostraba más cautivado por la personalidad del
personal. Ésta es una tarea que lleva tiempo y a la escritor que por las historias allí contadas. Este no es
que hay que aplicarse, si uno desea verse madura- un libro escrito por una «persona ejemplar». En lo
mente modelado por ella. que a mí respecta, les confieso que los llamados
Todos conocemos biografías duramente castiga- «personajes ejemplares» nunca me interesaron mu-
das por las drogas, la enfermedad, el alcohol, la cár- cho, ni tampoco estoy seguro de que hayan sido muy
cel, la falta de cultura y de recursos básicos, la vio- felices. Como decía un buen escritor español, «a
lencia y los malos tratos en el hogar, etc. Y sabemos quienes nos los propongan como espejo en el que
que todas ellas son historias reales, con personas mirarse, que se miren ellos». Hacer de la propia vida
concretas como protagonistas y frente a las cuales no una biografía responsable lleva demasiado tiempo
sabemos muy bien cómo actuar. Pero, de hecho, no como para perderlo en imitar vidas ajenas. En el
es infrecuente que, cuando encontramos una razón fondo, nadie nos va a devolver la vida que perdamos
que «explica» el motivo y el origen de estos males, evitando la nuestra propia.
tendamos a descargar nuestra responsabilidad y Los verdaderos personajes ejemplares, y a través
nuestra conciencia. Pues bien, en este libro se cuen- de los cuales podemos leer aspectos de nuestras tra-
ta un puñado de historias reales, vividas por personas yectorias personales, son las «víctimas» de estos re-
concretas cuyas identidades no han pasado desaper- latos. Ellos nos muestran que las vías jurídicas y
cibidas ni han quedado en el anonimato. Son relatos penales del castigo son insuficientes; que la violencia
que nos muestran la violencia y el desamor que había en las vidas tempranas de las personas y en las inti-
en la base de todas ellas, pero contadas desde la con- midades del hogar son letales y escuelas de deses-
vicción de que la creatividad, el amor y la autonomía tructuración personal y humana; que la carencia con-
surgen también del mundo de las pasiones humanas tinuada de los recursos básicos necesarios para la
y son la alternativa al odio, la violencia, la indiferen- existencia no puede generar más que inseguridad y
cia y el dominio. No son relatos de tinte moral, sino desestabilización en la formación de los caracteres;
historias de acompañamiento que tratan de reducir el que la cultura, la educación y el fortalecimiento del
sufrimiento de las personas y hacer realidad algo que sistema escolar son aspectos fundamentales para la
ya afirmaba Luis Rojas Marcos: que todos llevamos mejora de nuestra vida, y que su carencia hace muy
dentro el potencial de la violencia, pero también te- difícil modelos sociales diferentes.
nemos el de la generosidad, la empatia y la abnega- Estos «personajes ejemplares» nos hablan a tra-
ción. La cuestión es saber mirar la vida con distancia, vés de la experiencia vital de otra persona, pero ellos
experiencia y realismo y, desde ahí, dejarnos mode- son los que le ponen la letra a la canción. En nuestras
lar humanamente por ella, optando por las segundas. manos está que su realidad pueda cambiar. Sólo ne-
Ahora bien, llegados a este punto, no piensen que cesitan un poco de acompañamiento.
les presento la vida de un personaje ejemplar. Cuan-
do Julián Ríos Martín escribió el libro Vientos de JOSÉ RAMÓN LÓPEZ DE LA OSA
libertad, publicado por esta misma Editorial, se mos-
1
Una justicia que «descoloca»
y dignifica

Miguel, 23 años... Pocos datos más podrían saberse


de él. Abandonado de pequeño, prácticamente no
conoció a sus padres. Su vida fue un ir dando tumbos
sin un norte claro. Caminaba siempre con un perrillo,
llevaba botas altas militares negras, desgastadas de
caminar, un vaquero deshilacliado y roto, y el pelo en
punta pintado de colores tan llamativos como la
expresión de su cara y de sus propias ideas. Llevaba
el rostro lleno de aros y pendientes plateados. Estaba
acusado de apropiarse con otros amigos de una barra
de pan y una cerveza en un supermercado. Al salir, el
vigilante jurado les llamó la atención, y ellos se
enfrentaron. Al final se enzarzaron en una pelea. El
juez que investigó los hechos decretó la prisión pro-
visional para los acusados, aunque todos ellos que-
daron en libertad al poco tiempo, excepto Miguel.
Vivía en la calle, de casa en casa, sin destino cierto,
pero con la certeza de que esa vida le concedía la
intensidad de vivir con plenitud. Lo que más le asus-
taba era que le retiraran su libertad; quizás a él, más
que a nadie, le podían privar de cosas, pero la liber-
tad era lo que más amaba.
Así, como él mismo era, llegó a la Audiencia
Provincial, conducido en un furgón de la Guardia
Civil. Subió esposado a la Sala. Le permitieron sen-
tarse mientras los abogados y el fiscal preparaban sus
papeles. Pronto los magistrados se percataron de que
el vigilante jurado no había acudido. Tras una rápida
consulta con la fiscal que estaba en Sala, decidieron
que los acusados fueran señalando domicilio fijo:
12 15 HISTORIAS OCULTADAS UNA JUSTICIA QUE «DESCOLOCA» Y DIGNIFICA 13

quedaban en libertad hasta nuevo señalamiento de Juez al ver entrar en su casa a su marido y al chaval.
juicio, al que inexcusablemente habría de compare- Esta mujer aceptó la decisión sin ser consultada pre-
cer la víctima. viamente, lo que ensalza su notable valor ético y cali-
Así lo fueron haciendo uno tras otro. Cuando, dad humana. Permaneció con ellos varios meses.
finalmente, le llegó el turno a Miguel, le acercaron a Comía con parsimonia, contemplando cada cucha-
la mesa a hablar con un magistrado. Le pidieron que rada con éxtasis. Convivió con todos, vistiendo su
fijase un domicilio para quedar en libertad en espera peculiar atuendo: la cresta, los colorines, los im-
de nuevo juicio. «No tengo; vivo en la calle», con- perdibles... Después de un tiempo, marchó a seguir
testó Miguel. En un intento de facilitar las cosas, le viviendo su vida, de acá para allá, con un futuro
dijeron: «Bueno, pues denos el domicilio de sus pa- incierto.
dres». «No tengo padres; hace mucho que vivo en la Alguien, sorprendido, preguntó al juez por qué lo
calle», contestó el acusado. «Está bien, dé usted el había hecho. El magistrado sólo acertaba a responder
domicilio de algún pariente, para que le podamos ci- que pocas veces había tenido tan claro que se trataba
tar». «Tampoco tengo», volvió a contestar el interpe- de una elección moral con dos términos tan claros
lado. Alguien en la Sala comentó: «Pues nada, nada, como antitéticos. O se enviaba a prisión al joven y se
que se decrete prisión hasta la fecha del juicio». arruinaba definitivamente su vida, o le acogía en su
Pero tampoco era justo. La suspensión del juicio propio domicilio y se evitaba el, de otro modo, ine-
no había sido por su culpa. Miguel era de la calle, vitable ingreso en prisión, y se le facilitaba el nor-
tenía muchos amigos, pero sus casas no tenían direc- malizar su vida en la medida en que voluntariamente
ción ni buzón de correos. Las cosas empezaban a lo aceptase. Lo tuvo clarísimo.
ponerse difíciles. Como es lógico, el juez se inhibió en esa causa de
En un momento dado, movido por no se sabe qué la que ya era parte. Nombrarían a otro para sustituir-
resortes, uno de los tres magistrados que formaban lo. Seguramente muchos compañeros de carrera co-
Sala y que le había reconocido como un amigo leja- mentarían que era una locura, una actuación poco
no de su hijo se despojó de la toga y, después de mu- profesional. Tal vez, desgraciadamente, muchos pro-
sitar unas palabras con sus compañeros («no podía fesionales de la justicia carecían de «perchas» donde
juzgarle, porque le conocía»), se bajó del estrado y le colgar la sorpresa, la dignidad rebosante y la profun-
entregó a Miguel un papel. Era la dirección de su da humanidad de esta persona-juez, que hizo tal vez,
domicilio particular. «¿Quieres venirte a vivir a mi como pocas veces en su dilatada carrera profesional,
casa?», preguntó el magistrado al acusado. un auténtico ejercicio de profesar justicia: eso de dar
Miguel quedó desconcertado, casi lo mismo que a cada uno lo suyo, lo que necesita, lo preciso para
el resto de las personas que estaban en la Sala. Al fin, salvaguardar su dignidad. Para muchos, se alejó de la
tímidamente, asintió. El Presidente ordenó a la Guar- función jurisdiccional; para otros, ciertamente más
dia Civil que quitasen las esposas a Miguel. Quedó pobres y menos importantes, la ennobleció como
en libertad. Todos contuvieron la respiración, pero pocos y, más allá de la crasa legalidad, se dignificó
una sensación de alivio recorrió la sala. como ser humano, y a todos nos dio un refrescante
Miguel marchó a vivir con el magistrado y su fa- salpicón de espontánea humanidad...
milia. Quien quedó más sorprendida fue la mujer del
t o s ZAPATOS DE TACÓN 15

ción al problema de toxicomanía que sufría, y fue


2 superando con gran esfuerzo cada etapa del proceso.
Los zapatos de tacón Debido a su delicado estado de salud, no pudo seguir
el ritmo de trabajo impuesto en el centro. Fue enton-
ces cuando se marchó a vivir a casa de su hermano.
En los primeros meses de convivencia, Fede ha-
bía encontrado con Pedro la tranquilidad suficiente
Fede había experimentado por primera vez un pro- para sobrellevar su delicado estado de salud. Para
fundo sentimiento de fragilidad física. Los continuos ello, su apuesta fue acompañarle con un profundo
ingresos en el hospital le habían obligado a encon- respeto desde su realidad y desde su historia de vida.
trarse con la realidad de su grave enfermedad y la Intentó romper con todo aquello que le había humi-
proximidad de su pronóstico letal. El respeto incon- llado y relegado a las oscuras calles, donde la afecti-
dicional que Pedro, su hermano, le transmitió desde vidad se alquilaba y la dignidad se diluía. La acepta-
que llegó a vivir a su casa permitió expresar una ción incondicional y el respeto eran los únicos
tarde la dolorosa aceptación de su enfermedad. medios de los que Pedro disponía para posibilitar que
Durante meses se había negado a admitir la grave Fede se reconociese como persona con identidad
situación física en que se encontraba. Parecía lógico. propia, única e irrepetible. Esta tarea le permitió co-
La palabra «aceptación» era para él algo desconoci- nocer el mundo interior de Fede, no exento de con-
do. Siempre le reprocharon su forma de ser, salvo los tradicciones, pero lleno de sensibilidad.
que eran tan inaceptados como él. Sus deseos de Una noche, charlando sobre una noticia del perió-
amar a un hombre y de verse reflejado en una mujer dico, Fede aprovechó para hacerle una propuesta; era
sólo encontraron espacio de expresión en lugares la expresión de un deseo contenido:
donde la ternura se confundía con la utilización. - Quiero vestirme de mujer, ir a un «pub» de los
Fede tuvo que alquilar su cuerpo a otros hombres que iba antes. Quiero verme en esos garitos en los
para comprar heroína y para no sentir el vacío de la que tantas noches he parado; necesito sentirme ahí, y
soledad. Con frecuencia sufría las sonrisas despecti- hacerlo en este momento de mi vida. Además, si no
vas de algunos viandantes mientras esperaba, aposta- te importa, quisiera que tú vinieses conmigo.
do en una esquina, el guiño cómplice de algún arren- Cuando llegó a vivir a casa de Pedro, éste le pro-
dador de servicios carnales. Desde que comenzó a metió que le apoyaría en todo aquello que le permi-
consumir drogas y a prostituirse, se vio envuelto en tiese recobrar su identidad; de manera que no sólo no
una espiral de exclusión que le impedía reconocerse quiso oponerse a que se vistiese de mujer, hecho que
como persona. Además, al sentir que a nadie le Fede siempre deseó, sino que apoyó abiertamente su
importaba su existencia, su identidad fue deteriorán- decisión. La verdad es que nunca pudo ponerse la ro-
dose tan intensamente que Fede desterró la palabra pa que deseaba con tanta libertad como en ese mo-
«aceptación» de su realidad vital. mento; antaño, la droga y el rechazo de los que le
Habían pasado dos años desde que comenzó una rodeaban se lo impedían. Pedro accedió a su pro-
nueva andadura en búsqueda de la identidad perdida. puesta, porque ello suponía aceptar a su hermano sin
Inició un programa de rehabilitación para dar solu- condiciones. Por otra parte, Pedro intuyó, tanto en
16 15 HISTORIAS OCULTADAS LOS ZAPATOS DE TACÓN 17

sus palabras como en su rostro, un intento de despe- dirección que debían tomar, y al llegar a la zona die-
dida de aquel entorno que durante años había marca- ron varias vueltas con el coche hasta que encontraron
do su vida. aparcamiento. Salieron y, cogidos del brazo, se enca-
Al día siguiente, por la tarde, salieron a comprar minaron calle abajo. De las pocas personas que aún
los vestidos. Buscaron en algunas tiendas de ropa de quedaban por la calle, unas les miraban con cara de
mujer. Llegaron a un local en el que todo estaba de- sorpresa, y otras con expresión de desprecio. Pero
sordenado. Había un montón de cajas con ropa re- daba igual. Compartir esos momentos era un privile-
vuelta, y fueron sacando vestidos uno a uno, entre gio para los dos.
carcajada y carcajada, hasta que dieron con el más Entraron en un bar pequeño. Era un lugar escon-
apropiado, pero no menos llamativo. Era de color dido donde los hombres expresaban con absoluta
naranja, de un sólo cuerpo. Pero, entre uno negro con libertad sus afectos. El local tenía una barra en forma
botones y otro azul largo, pensó que era el que mejor ovalada, con estantes llenos de botellas. Las paredes
le quedaba. Se lo probó, se dio un par de vueltas estaban decoradas con «posters» de hombres con tor-
sos desnudos, y alguno que otro mostrando con osa-
sobre sí mismo y, ante las miradas de sorpresa de día sus «partes nobles». Durante unos minutos, Pe-
algunas mujeres de mediana edad que compraban en dro, para situarse, recorrió el local con la mirada. Se
aquel lugar, decidió que la elección era la más ade- iba topando con algunos ojos dirigidos directamente
cuada. Fueron luego a comprar unos zapatos. hacia los suyos. Un señor de unos cincuenta años se
Tardaron bastante en encontrar unos tacones que se paseaba, con un vaso de ginebra en la mano, en busca
ajustasen al número de su pie. Después de recorrer de amistad. Su pretensión resultaba bastante proble-
tres zapaterías, ante el rubor de algunas personas, se mática, porque casi todos estaban emparejados. Al
probó unos zapatos negros de tacón que coincidían cabo de unos minutos, cuando agotó su copa, se mar-
con el número que calzaba; se puso en pie y dio un chó. Otros, en un rincón, conversaban animadamen-
corto paseo hasta el escaparate. Su desparpajo al te. El resto se entregaba a las caricias mutuas, expre-
caminar dejó atónitos a quienes allí se encontraban; sando sentimientos socialmente prohibidos.
parecía que toda la vida había andado sobre unos Durante muchos años, Fede había encontrado en
zapatos de esa clase. Al llegar a casa, se probó la ese lugar, y en otros similares, una forma de vivir.
ropa. Se sentía bien y se gustaba. Verle tan risueño le Fue más un refugio de supervivencia que algo libre-
dio a Pedro la certeza de que apoyarle había sido una mente deseado. La exclusión social motivada por su
decisión acertada. orientación sexual, la desesperación por conseguir
La noche siguiente dedicó bastante tiempo a arre- heroína, el vacío afectivo y la falta de referencias que
glarse; se pintó los ojos, se cepilló el pelo y se puso luvo desde su infancia por la muerte temprana de sus
las medias negras y el vestido naranja. Cuando ter- padres, la necesidad humana insatisfecha de sentirse
minó, salió de la habitación y se dirigió directamen- importante para alguien... le condujeron hasta allí.
te a un espejo que había en el pasillo. Se observó En algunos de esos lugares, sólo podía entregar
colocándose de todas las formas posibles y, en el clandestinamente su cuerpo a cambio de caricias,
cristal, consiguió ver reflejada su auténtica identidad. alecto o dinero para poder comprar drogas y utilizar-
Se colocó un chai negro sobre los hombros, y las con el único fin de escapar a tanta utilización y
salieron de casa hacia el coche. Fede le indicó la explotación.
18 15 HISTORIAS OCULTADAS LOS ZAPATOS DE TACÓN 19
Al cabo de una hora, una persona apareció en un La tarde siguiente, Pedro despejó sus dudas. Fede
pequeño decorado. Imitaba a Rocío Jurado. Comen- llamó a la puerta de su cuarto. Llevaba entre sus
zó a cantar y a lanzar ironías con inteligente picardía. manos una caja. Entró y se sentó en una de las viejas
Fede, sentado en una banqueta con las piernas cruza- sillas de mimbre.
das, reía. Se le iluminaban los ojos al soñar que él - Toma, tírala o escóndela. Ahí está una parte
podía estar cantando coplas en el mismo lugar. muy importante de mi pasado. Quería cerrar una
¡Cuántas veces había tarareado en casa «La bien etapa de mi vida que aún tenía entreabierta. Nece-
paga»! sitaba verme y sentirme allí.
Aquella noche, Fede volvía a estar en el mismo Pedro tomó la caja. La abrió, y allí estaban arre-
lugar que años atrás. En todo momento se comportó bujados el vestido naranja, las medias negras y los
con seguridad, dando muestras continuas de estar zapatos de tacón. En esa caja quedaban encerrados
familiarizado con el ambiente. Pero había algo parti- para siempre miles de minutos de soledad, cientos de
cular en su mirada y en sus gestos. La autoestima le horas de miseria y un sinfín de instantes y afectos
había devuelto la capacidad de mirar a los ojos a prohibidos.
quienes le rodeaban. Él era alguien para muchos que Pasaron cinco meses, durante los cuales ingresó
le querían. Posiblemente la dignidad recuperada fue en el hospital dos veces más, y en la última de ellas
suficiente para que percibiese la utilización de que le diagnosticaron un «sarcoma de Kaposi» (un cán-
había sido objeto en el pasado cada vez que alguien cer de piel asociado al VIH, pero con ramificaciones
alquilaba su cuerpo a cambio de droga o de dinero. en un pulmón). Permaneció un mes en casa, porque,
Esta noche ya no tenía que buscarse la vida como en principio, podía ser tratado ambulatoriamente.
antaño. Estaba disfrutando de todo lo que le rodea- Pero la tos que padecía no le desaparecía. Le hicie-
ba y, sobre todo, de expresar aquello que con su ima- ron pruebas y le diagnosticaron algo más grave:
gen quería decir a los demás. Era Fede, era diferen- tuberculosis. Inmediatamente le ingresaron, pero es-
te, era él. ta vez lo hicieron en un hospital de la sierra de Ma-
drid. Pedro y los demás hermanos iban a visitarle
Pasaron las horas. Acudieron a dos locales más. todos los días, pero no podían estar más de una hora.
En ellos reinaba el mismo ambiente, la misma nor- Quería vivir: tenía 25 años, era demasiado joven
malidad, similares formas de expresar sentimientos y aún le quedaba mucho por descubrir y por sentir.
socialmente ocultos. Cuando llegaron a casa, Fede Los dos hermanos llevaban muchos meses hablan-
estaba muy cansado. Había bebido, y en principio, do sobre la muerte; su proceso había pasado por
por motivos de salud, no debía hacerlo, pero las cir- momentos de rechazo, de aceptación y de duelo.
cunstancias lo facilitaron. De todas formas, y a pesar Pero, a pesar de ello, en la antesala de la despedida,
de haber compartido abiertamente cada minuto de se resistía abiertamente a perder la vida. A medida
aquella noche, Pedro se quedó algo preocupado, por- que transcurría el tiempo, su deterioro físico se acre-
que desconocía si Fede se estaba despidiendo de rea- centaba, hasta el punto de no poder moverse de la
lidades pertenecientes a su historia de vida o si esta- cama. Los médicos estaban muy preocupados por el
ba buscando una huida con el retorno a esos espa- intenso dolor que padecía y que no podía ser calma-
cios, ante su inminente final. do ni siquiera con elevadas dosis de morfina. Una
20 15 HISTORIAS OCULTADAS

tarde, en el ratillo que tenía de visita, expresó a Pedro 3


su deseo de morir. Lo hizo acompañado de una tre-
menda angustia ante lo desconocido que obstaculiza- Vagabundo del tiempo
ba su deseo de abandonar la vida.
- Fede, no tengas miedo, deja de sufrir, déjate ir.
En estos últimos dos años, ¿eres capaz de intuir todo
el cariño que nos has dado a todos? ¿Sabes lo queri-
dos que nos hemos sentido por ti? ¿No te das cuenta
de lo que te queremos? Fede, sé que lo sabes, sé que
eres consciente de que te hemos acogido y aceptado, Hay días en los que las horas transcurren dejando a
exactamente igual que tú nos has aceptado a noso- su paso un halo de inquietud y desasosiego. Nacho
tros. Te lo agradecemos profundamente. Lo has con- había dejado sobre la mesa, entre un montón de
seguido con tu esfuerzo y dedicación a nosotros. libros desordenados, una carta manuscrita en la que
También sabemos que podemos pedir a la vida más se despedía de sus amigos.
tiempo, pero tu cuerpo no puede más. Cada día va a Llevaba dos años viviendo en la casa de Miguel,
aumentar el sufrimiento. Fede, tú no eres tu cuerpo, un profesor de Instituto en Córdoba que, desde hacía
eres mucho más. Y necesitas ser libre de una vez. años, había decidido, junto a otros compañeros, com-
Miraba sin pestañear. Llenaron de palabras la partir su casa del barrio de «las palmeras» con per-
hora de que disponían. Recordaron todo lo bueno que sonas que salían de la cárcel, la calle y la droga.
habían vivido juntos y lo que había disfrutado con Durante ese tiempo, Nacho había pasado temporadas
todos y cada uno de los hermanos y sobrinos. Llegó de relativa estabilidad y crecimiento personal; pero
a expresar que había sido aceptado y que así lo su inmadurez y, sobre todo, su biografía vital le habí-
sentía. Fue especialmente emocionante cuando dijo an impedido conseguir el equilibrio emocional y
que en ocasiones se había sentido importante. Lo afectivo necesario para afrontar positivamente los
dijo esbozando una sonrisa, con ternura y con pleno acontecimientos que se le presentaban. Haber nacido
convencimiento. y crecido en una familia pobre, con ocho hermanos,
- Fede, vete, déjate ir. Se abre algo eterno. Quizás le había llevado, desde muy joven, a tener que bus-
ahora puedas fiarte. Lo que ahora viene es igual que carse la vida en la calle. Nadie se había preocupado
un viaje; al principio se presenta desconcertante, por de facilitar a sus padres los medios necesarios para
desconocido; pero cuando llegues al destino, podrás sacar adelante a los ocho hijos. Durante la infancia y
encontrar los espacios más bellos que jamás has la adolescencia, tuvo que sobrevivir en un entorno
podido soñar. ¿Te imaginas que ese espacio sea una hostil, sin las necesidades afectivas y materiales
experiencia infinita de amor? No lo sabemos ni tú ni cubiertas: ni cariño, ni colegio, ni formación...; sólo
yo, pero... ¿y si fuera así? Déjate ir, Fede, no sufras la calle por escuela. Quienes deberían haberle dado
más y ten confianza. seguridades básicas tampoco pudieron ponerle lími-
Al día siguiente llamaron desde el hospital. Fede tes. Lo demás llegó de manera inevitable. Un día
había fallecido al amanecer... aparecieron las drogas, y poco después, como límite
absoluto a su exclusión, la cárcel. Cumplidos los die-
22 15 HISTORIAS OCULTADAS VAGABUNDO DEL TIEMPO 23

ciocho, los jueces, en nombre de la sociedad, no cuando, se desencontrarían, y sólo Dios sabía cuán-
dudaron en imponerle varios años de condena entre do se volverían a reencontrar. Nacho luchó por parar
barrotes y muros por haberse apropiado de lo que no los minuteros y segunderos de todos los relojes del
era suyo. Nadie se preocupó de exigir responsabili- mundo. Su deseo era que marcasen cualquier hora, al
dades a la Administración por haber incumplido su antojo de cada cual. Para él, acostumbrado a sobre-
obligación de garantizar una mínima calidad de vida vivir a diario, sólo existía el presente. El pasado era
a aquella familia; tampoco se alzó ninguna voz con- demasiado cruel para recordarlo, y el futuro no exis-
tra «el mercado» y la publicidad, por haberle hecho tía. La soledad del ayer le había robado la capacidad
creer que lo robado le era imprescindible para ser de soñar en el mañana. El ahora, sin un después, le
feliz. hacía dormir cada noche sin un solo sueño. Estaba
Su adolescencia estuvo profundamente marcada obligado a sentir la esclavitud de sobrevivir ante lo
por la huella de la soledad. Era consecuencia del zar- inminente.
pazo que cada «pico» de heroína había dado a su Nacho se hizo querer. Con su osada rebeldía, su
cuerpo, a su mente y a sus sentimientos. Con veinti- inquieta sonrisa, su guitarra creadora de sueños, su
dós años había vivido las situaciones más espinosas tierna mirada, sincera unas veces, manipuladora
que se pueden imaginar: la calle y la crudeza de otras, había conseguido que le quisieran demasiado;
sobrevivir en ella sintiéndose como un paquete de bueno, en realidad, hablando de afectos, todo era
pañuelos en venta en un semáforo; las comisarías y poco. Habían pasado dos años compartiendo las
sus calabozos impregnados de indiferencia, soledad esperanzas y los fracasos, las risas y los llantos. Las
y violencia; la humillación de sentirse como un obje- horas de la convivencia se habían llenado de vida en
to sujeto por el tobillo a una gran bola de hierro, cada aquella casa de abrazos que siempre está abierta al
vez que se sentaba en el banquillo para ser juzgado; barrio para acoger, escuchar y denunciar la exclusión
y la cárcel, cuyo régimen de organización era capaz del débil.
de aniquilar cualquier mente. Se le privó no sólo de Una mañana se levantó con la intención decidida
la libertad, sino de la capacidad de conducir de forma de hacer realidad su sueño: ser un vagabundo. Sobre
ilusionada su propia vida. la mesa dejó escrita esta carta:
Nacho llegó a casa de Miguel al final del otoño. «Miguel, no importa que haga calor o frío cuando
A pesar del enriquecimiento personal que supuso tomas la segunda decisión más importante de tu vida; la
para todos compartir la vida con Nacho, lo que más primera fue dejar las drogas, y esta segunda creo que
les costaba era acompañar sus deseos de ser un vaga- una persona como tú merece saberla. Sí, me marcho.
bundo y acoger sus continuos cambios de imagen, ¿Adonde? No lo sé; pero, después de haberlo pensado,
motivados por sus inconstantes sentimientos -hoy mi corazón no me dice otra cosa. Soy libre realmente.
pelo largo, mañana corto; hoy pantalones enteros, No dependo de nada ni de nadie. He tenido en cuenta
mañana rotos; hoy con pendientes, mañana sin toda las razones del mundo para hacer una vida lo más
normal posible, pero creo que me vais a comprender.
ellos...-. El reloj se había parado la primera noche Me encuentro bien, no estoy pasando por ningún tipo
que llegó a casa. Para él no existía el tiempo. Hoy de crisis y soy consciente de lo que hago. Perdí mi
aquí, mañana allá; ahora así, después de otra mane- juventud mas plena, y es un error que nunca me he per-
ra; hoy se habían encontrado; algún día, no sabían donado. Razón de más para hacer lo que voy a hacer.
24 15 HISTORIAS OCULTADAS VAGABUNDO DEL TIEMPO 25

Únicamente siento un poco dejar el trabajo, pero te Al tercer día de su marcha, sobre las seis de la
puedo asegurar que un curro de martillo pilón se puede tarde, sonó el teléfono:
encontrar fácilmente. Con respecto a los amigos y a la - Soy Nacho... A los pocos segundos comenzó a
gente de casa, no tengo miedo, porque sé que les quie-
ro y que ellos me quieren, y ese amor confío en que no sollozar. Estoy hecho polvo... He vuelto a recaer; me
se difumine así como así. Dejo sitio a otra persona; ya he «puesto un pico»...
me has dado bastante, y no voy a dejar de quererte - ¿Dónde estás?, le preguntó Miguel.
nunca. Sólo te pido que me comprendas algún día. Os - En León. En la estación de trenes.
quiere: Nacho. Me llevo lo justo para vestir, reparte lo - Espéranos. Sobre las cuatro de la madrugada
demás». llegaremos.
Miguel y Rafa, otro compañero de casa, se pusie-
Transcurrieron dos días desde su marcha. En casa ron en camino. La conversación durante el viaje giró
se sentían tristes y un poco preocupados. Sabían que en torno a Nacho. A medida que se acercaban a
Nacho no se encontraba bien. Las emancipaciones León, les iba entrando cierta sensación de desasosie-
son siempre lentas y laboriosas: no era sencillo ni go. Después de tres años sin inyectarse heroína, una
rápido tener autonomía, estabilizar los sentimientos, recaída podía ser peligrosa; en estas situaciones, el
crear un núcleo de relaciones interpersonales, asumir riesgo de una sobredosis es mayor que cuando se
la responsabilidad de horarios, tareas y trabajos. La consume de forma continuada. Esto les generó más
marcha de Nacho no era una emancipación prepara- incertidumbre. No sabían si le iban a encontrar, ni en
da ni dialogada. Era una huida ante su dificultad para qué condiciones. Llegaron; dieron varias vueltas por
afrontar los obstáculos que se le habían presentado las calles, ya desiertas, hasta encontrar la estación de
para sobrevivir en una sociedad competitiva y exclu- trenes.
yente. Para él, al igual que para las personas que
habían sido adictas a las drogas, la forma de relacio- Hacía mucho frío. Al bajar del coche, vieron un
narse con el mundo cambiaba radicalmente; y cuan- cuerpo humano encogido sobre sí mismo dentro de
to más largo e intenso hubiese sido el proceso de un saco de dormir. Estaba tumbado en el suelo, junto
exclusión, tanto mayor era la dificultad para subsistir a una pared y una máquina de coca-cola. Era Nacho.
en la «normalidad». Se acercaron. Miguel le puso la mano sobre la cabe-
za y le invitó a marchar con ellos. Le agarraron de las
La sombra de la heroína se cernió nuevamente manos para ayudarle a se incorporarse. Lo hizo len-
sobre su vida. Miguel desconocía el momento en que tamente, moviendo el cuerpo de forma perezosa.
volverían a saber de él. Estaban acostumbrados a sus Recogieron el saco y la guitarra. Se subieron al co-
ritmos irregulares, aunque siempre había lugar para che y emprendieron la marcha hacia Madrid.
la esperanza. Sabían que volvería. Igual que el mar Al rato, rompió a llorar:
lanza a la orilla aquello que no es suyo, así también - Me he vuelto a ver en la mierda... ¡Otra vez con
una determinada forma de vivir, la de las cloacas, la chuta en el brazo...!
escupe de sus alcantarillas a quien ya no le pertene- Sus sollozos transmitían angustia y desengaño.
ce. Nacho ya no pertenecía a ellas, aunque en una de Cada lágrima era un resoplido de rabia contenida.
esas bajadas podía quedar atrapado para siempre. Comenzó a relatar lo que había sucedido:
26 15 HISTORIAS OCULTADAS VAGABUNDO DEL TIEMPO 27

- Al llegar a León, conocí a una chica. Me dijo cuatro camisas, dos pantalones, tres bolas de mala-
que consumía heroína, pero que se quería quitar. Y bares y una nariz de payaso. Abrió la puerta y salió
quise ayudarla. Ella me dijo que tenía que ponerse el con la cabeza mirando al suelo, la mochila en la
último pico. Compramos ropa para ella. Luego fui- espalda y la guitarra en la mano. Tan sólo habían
mos a un parque y preguntamos a unos chavales dón- pasado cuatro meses desde la última vez que aban-
de vendían heroína. Tuvimos que tomar un autobús donó la casa.
hasta el barrio que nos indicaron. Compramos dos Transcurrieron dos meses sin tener noticias
papelinas. Allí mismo, en el servicio de la casa, nos suyas. Una noche volvió a sonar el teléfono de casa.
pinchamos. Bajamos a un parque que había enfrente Como siempre, el aparato abrió a la sorpresa.
y nos quedamos dormidos. Cuando me desperté, la - Soy Nacho, os voy a pedir el último favor.
chica se había marchado, y yo volví a otro parque Estoy hecho polvo. Venid a por mí. No me dejéis.
que había cerca de la estación para pasar la noche. Estoy en la Plaza de San Francisco de Pamplona.
Esta mañana volví a comprar droga. Al rato de po-
nerme un pico, me quedé dormido. Cuando desperté, - No sé si iremos -le contestó Miguel, entre sor-
te llamé. No sé por qué, pero sentí que debía hacer- prendido y enfadado.
lo. De todas formas, hubiese preferido no volver a La llamada se interrumpió. Durante unos minu-
despertarme nunca más. tos, Miguel quedó confuso. Se alegró de volver a
Ya no volvió a hablar en lo que quedaba de cami- oírle, pero desconocía la finalidad de la llamada. No
no hasta Córdoba. Fue una noche muy intensa: atra- sabía si estaba motivada por una situación desespera-
vesaron una tormenta, miraron las estrellas, ganaron da o si era una prueba para ver hasta dónde estaba
los silencios, se expresó la rabia, la angustia, el arre- dispuesto a seguir con él. Ir a Pamplona o no. La
pentimiento... y se abrieron las expectativas. Lo más decisión parecía lógica. Si estaba consumiendo dro-
importante había sido que, aunque fuesen las cuatro gas -que, por otro lado, era lo más probable-, podría
de la madrugada, Nacho sabía que sus amigos estarí- haber guardado tres mil pesetas para el billete de
an allí, porque, ante la amistad, las horas del reloj vuelta a Córdoba. En este caso, la solución era no
enmudecerían. acudir a su llamada. Sería la forma de que aprendie-
Pasaron dos semanas hasta que se recuperó físi- ra que las personas no pueden estar disponibles a su
camente. La convivencia en casa le devolvió la son- antojo. Además, un viaje hasta Pamplona por la
risa. Comenzó a buscar trabajo, pero mientras lo noche era peligroso.
encontraba se dedicó a tocar la guitarra por las calles. Transcurrió una hora. Hablaron entre todos, y la
A las dos semanas, inició un curso de barro y le con- decisión de no acudir estaba tomada; pero su recuer-
trataron de peón en una obra. Esta finalizó en poco do y, sobre todo, un sentimiento de inquietud no les
tiempo, y volvió a estar en el paro. dejaron tranquilos. Volvieron a repensar la decisión.
La inestabilidad afectiva y emocional, que no le Lo educativo era no ir, pensaron. Que se hiciese res-
habían abandonado nunca, volvieron a su vida. Todo ponsable de una vez. Pero, por otro lado, él les espe-
ello, unido a un fracaso amoroso, hizo que volviera a raba. Lo pedagógico quedó reducido a la clase del
marcharse de casa. Esta vez lo hizo sin decir nada. día siguiente en el Instituto. En esta ocasión pesó
Una mañana organizó su mochila, introdujo en ella más la amistad y la sensación que les causaba pensar
28 15 HISTORIAS OCULTADAS VAGABUNDO DEL TIEMPO 29

que, si cualquiera de ellos estuviese en una situación tro de rehabilitación de acogida inmediata. Accedió.
parecida, desearían que acudiesen a su llamada. Por la mañana lo llevaron. Al mediodía les llamaron
Miguel y Rafa salieron hacia Pamplona. Llegaron para decirles que se había ido.
a las cuatro de la madrugada. Preguntaron por la No volvieron a saber nada de él. Cuando Nacho
plaza de San Francisco. Tras las indicaciones de una estaba por medio, el tiempo de los relojes no existía.
pareja de novios, no tardaron en encontrarla. Estaba Cada uno marcaba una hora distinta. La del reen-
vacía y tenuemente alumbrada por seis farolas. Los cuentro era impredecible.
barrenderos acababan de pasar regando las calles. Ese mismo verano, algunos de casa marcharon a
Estaban adornadas, porque comenzaban «los San- hacer una parte del camino de Santiago. El recuerdo
fermines». Nacho se encontraba en uno de los ban- de Nacho se hacía presente con mucha frecuencia,
cos. Estaba tapado hasta la cabeza con el saco de dor- porque el año anterior habían caminado juntos con él
mir. Sobresalían varios mechones de su larga y sucia por esos mismos parajes.
melena. Tenía la guitarra en el suelo y, junto a ella, El último día de camino llegaban muy fatigados a
una sucia mochila. En el banco contiguo, un hombre Burgos. Eran las tres de la tarde. Las dos últimas jor-
dormía; se levantó sigilosamente para que no le vie- nadas habían caminado más kilómetros de los que
sen. Cuando estuvo a unos metros de ellos, echó a estaban acostumbrados. Además, habían tomado un
correr. Les había confundido con policías secretas. atajo al entrar en la ciudad. Tenían unas ganas enor-
Nacho se despertó. Levantó la cabeza y se rascó con mes de llegar al albergue. En una calle junto a la
ambas manos. Con cierta tranquilidad, salió del saco. catedral, observaron que había un payaso haciendo
Sin mediar palabra, lo recogió y lo metió en la mo- mimo. Tenía la cara pintada de blanco, los labios de
chila. Se plantó delante de ellos. Estaba muy sucio. rojo y una marca de un beso en una mejilla. Un cla-
Calzaba unas zapatillas rotas sin calcetines; llevaba vel en la mano le servía para encandilar a los transe-
barba de varios días, y en el dorso de las manos se úntes y convencerles de que le dejasen una moneda.
veían claras marcas de los últimos picos. Les miró a Se acercaron. El payaso sonrió con una tierna y pro-
los ojos y acertó a expresar: funda mirada. No llevaba reloj, porque los encuen-
- Sabía que vendríais... tros, desencuentros y reencuentros eran impredeci-
De nuevo en casa. Nacho estuvo intentando pasar bles. Era Nacho. No pudieron más que alegrarse,
el síndrome de abstinencia. Pero esta vez tampoco sonreír, y aplaudir con entusiasmo su número. El
pudo ser. Coincidió con la mudanza de casa, ya que payaso, desde su errante forma de entender la vida,
se marchaban a vivir a otra del mismo barrio, pero emocionado, les dio un beso. Sólo por eso, la cami-
algo más grande. Aprovechando el desorden, se dedi- nata había merecido la pena.
có a remover todos los armarios y cajones, que esta-
ban en ese momento muy destartalados. Rebuscaba
en ellos cualquier cosa que vender. Cuando lo consi-
guió, sin que se diesen cuenta, aunque lo preveían, se
marchó. Apareció esa misma noche, otra vez puesto
de heroína. Le dejaron dormir en casa, a condición
de que a la mañana siguiente se marchara a un cen-
RECONCILIADO CON LA VIDA 31

- Estoy hecho una mierda. Me duele el pecho de


4 tanto toser. Tengo la garganta y la boca llena de can-
Reconciliado con la vida dida, y no puedo comer. Estoy tan débil que no soy
capaz de dar ni un solo paso sin apoyarme en la
pared. ¿Qué he sido, y qué soy? No me lo puedo
creer. Llevo desde los doce años buscándome la vida
en trabajos duros y mal pagados, porque no me ense-
ñaron ningún oficio. Con los trabajos sacaba lo sufi-
ciente para comprar las papelinas de heroína que
necesitaba, pero cuando me echaban tenía que ro-
El silencio dominaba en el incierto callejón del tiem- bar. He dormido en parques y pensiones; ¡qué pocas
po. Rafa parecía no oponer ningún tipo de resistencia veces he podido ir a una casa donde alguien me
ante su destino y se dejaba llevar por la propia e esperase! Sólo a la de mis hermanos, hasta que em-
imparable inercia del devenir de sus días. El pasado pecé a drogarme. Lo soporté todo. La incertidumbre
fue afectivamente efímero; pocos recuerdos agrada- de la calle, las inacabables noches de mono en los
bles merecían ser traídos al presente. El futuro se calabozos de las comisarías y de los juzgados... Aun-
presentaba tan terriblemente incierto que se mostra- que, a veces, era peor soportar los tortazos y golpes
ba incapaz de encender una pequeña chispa de ilu- de algunos policías. No me arrepiento de mi vida ni
sión. Soñaba con un mar de misterios, y una mezcla de lo que he hecho; no me dejaron otra oportunidad
de la impotencia y de rabia le obligaba a sumirse en para sobrevivir, pero me habría gustado vivir de
la nada para evitar el sufrimiento. Estaba pasando forma diferente.
por una mala racha en la evolución de su enferme- En estos momentos no soy capaz de dar un paso,
dad. El porcentaje de virus letales en la sangre había así es que, cuanto antes muera, mejor. Me siento
aumentado considerablemente, y el nivel de defensas inservible. No quiero encontrarme frente afrente con
había descendido. Tenía el rostro desfigurado, y los el sufrimiento y entrar en un círculo sin salida en el
labios extremadamente enrojecidos. Debajo de la que ya no pueda ni levantar la cabeza. Tengo mucho
lengua, tremendamente agrietada, podían observarse miedo. Antes que verme incapacitado, prefiero mo-
unas pequeñas llagas, y al fondo de la boca la piel rirme. El otro día pensé en ponerme un pico de hero-
estaba moteada por las blanquecinas manchas de ína y acabar de una vez. No pude hacerlo, no me
candidiasis. atreví. ¿ Por qué tengo que morir tan pronto ? Todo lo
Algunas noches necesitaba expresar su temible que he luchado no vale para nada. Llevo tres años
inquietud. Antes de dormir, solía encender una vela sin consumir ningún tipo de drogas. He acabado un
verde que le habían regalado. La habitación quedaba programa de rehabilitación en el que he trabajado
iluminada por una luz tenue y rojiza. La penumbra muy duro para recomponer y reconciliarme con mi
hacía casi imperceptibles a la vista los payasos de la pasado. Además, ya no tengo que ingresar más veces
pared, los trastos que llenaban la mesa, algunos en la cárcel, porque me han concedido un indulto
libros y las medicinas que estaban colocadas en las por la condena que aún me quedaba por cumplir. Me
estanterías de madera. he reconciliado con todos mis hermanos y he encon-
32 15 HISTORIAS OCULTADAS RECONCILIADO CON LA VIDA 33

trado amigos. Pero, después de todo esto, ¿qué? ... había confiado en él. La primera persona que lo hizo
¡la muerte! fue Carmen, una monja pelirroja que, sin pedir nada
El silencio, tan expresivo e intenso, ganó el pulso a cambio, ni subvenciones ni justificaciones para su
a las palabras. Ante tanta angustia e impotencia José, conciencia, le ayudó a salir de la cárcel de Ocaña. Lo
su hermano, que en esos momentos se encontraba hizo exclusivamente por él. Rafa, que se percató de
con él en la habitación, sólo podía callar y asentir. ello, sintió por primera vez que alguien apostaba por
Rafa no buscaba contestación. José, incapaz de en- su persona y su historia sin poner cuotas ni objetivos
contrar palabras para responder, se limitó a escuchar. de eficacia. Carmen lo llevó a su casa y, después de
Le asustó la expresión de «quitarse la vida con una muchas horas de charla, Rafa planteó la necesidad de
sobredosis de heroína», pero no le pareció una locu- abandonar el consumo de las drogas. Carmen hizo
ra, sino la única forma de evitar un final terrible. Era gestiones y consiguió una plaza en un centro de reha-
hermano suyo, pero creía no estar legitimado para bilitación. Hasta ese momento, Rafa desconocía las
indicarle la forma más humana de morir. José, desde consecuencias humanizadoras que generaban la con-
su vida y desde su historia personal, lucharía por fianza y el afecto. Ya no podía fallarle a Carmen:
morir sin drogas. Pero sus vidas, a pesar de haber si- sería fallarse a sí mismo. Desde ese momento quedó
do hermanos, habían seguido itinerarios muy distin- comprometido por el cariño que había despertado en
tos. Además, Rafa era lo bastante responsable para su corazón el amor gratuito de aquella mujer.
decidir personalmente su forma de morir. José sólo Una mañana propuso a José que le acompañase al
podía asegurarle que estaría junto a él todo el tiempo médico. Le había brotado una erupción rojiza por
que quisiera, hasta cuando fuese necesario, y siempre todo el cuerpo, pero, en vez de comentarlo, había
a su ritmo. Unos meses atrás, le propuso que fuese a decidido esperar unos días por si le desaparecía; sin
vivir a su casa. Rafa aceptó, pues una vez finalizado embargo, al final optó por ir al hospital. Podría ser
el tratamiento de rehabilitación no tenía dónde vivir. una reacción alérgica provocada por algún medica-
José, en una intuición llena de coherencia, hizo con mento de los muchos que tomaba. Llamó al derma-
su hermano lo que habría deseado que hiciesen con tólogo, y éste le citó en la consulta esa misma maña-
él, de estar en su situación. Este encuentro permitió na.
que sus vidas caminasen paralelas y que las heridas La sala de espera estaba llena de personas impa-
que la droga había abierto en su relación pudiesen cientes por ser atendidas, pero, por suerte, apenas
curar. tuvieron que esperar media hora. Salió la enfermera
Rafa vivió rápidamente. Durante su juventud, y les mandó pasar. Entraron en un pequeño despacho
apenas se detuvo en una carrera desenfrenada por en el que había dos estanterías llenas de botecillos
huir de sí mismo y de una sociedad que primero le con medicamentos. Era un despacho con mucha luz,
abandonó y luego le persiguió. Se refugió en la hero- y en él se encontraban el médico y varios jóvenes con
ína y en el mundo que la rodeaba. La mayoría de sus bata blanca; eran alumnos de la Facultad de Medici-
experiencias vitales estaban marcadas por la exclu- na. Le indicaron que se quitase la camisa. Observa-
sión, el desamparo y la angustia generada por el lado ron durante unos minutos las pequeñas manchas roji-
oscuro de este universo de supervivencia, escombre- zas. Hicieron comentarios empleando palabras tan
ra de injusticias. Hasta hacía poco tiempo, nadie técnicas que no se llegaban a comprender. Pero, al
34 15 HISTORIAS OCULTADAS RF.CONCILIADO CON LA VIDA 35

fin, el médico les dijo que no era alergia, sino una época del año cargada de simbología. Miles de hojas
complicación derivada del VIH. doradas alfombraban el césped y los caminos. Iban
Rafa se quedó muy disgustado, pues la enferme- cayendo para morir sobre el suelo; ya habían cum-
dad empezaba a deteriorar su imagen. Esto era, pre- plido su función durante la primavera y el verano.
cisamente, lo que menos deseaba. Si hubiese sido Morían dando belleza a los corazones despiertos que
una alergia a algún medicamento, podría curarse. habían decidido parar el tiempo y fijar su sensibili-
Pero, así las cosas, el diagnóstico era ya inevitable: dad en ellas. ¿Podríamos las personas transmitir be-
había aparecido otro síntoma de que la enfermedad lleza en el momento de la muerte?, se preguntaba.
se hallaba en la última fase de evolución. Inquieto, se Seguramente, pero ello dependería del rostro que se
puso rápidamente la camisa. El médico le recetó dos le hubiese mostrado al mundo durante la vida.
medicamentos, y fueron directamente a la farmacia Continuó paseando por el parque. Dos malabaris-
para comprarlos. tas movían sus mazas al ritmo de la música que toca-
Al llegar a casa, leyeron los prospectos. En ellos ban unos peruanos. A lo largo del paseo se encontra-
se describían varías contraindicaciones para las per- ban adivinadores de futuro, buscavidas, carteristas,
sonas aquejadas de dolencias hepáticas. El médico imitadores, patinadores, cantautores, echadores de
no había tenido en cuenta la hepatitis B y C que Rafa cartas, vendedores de barquillos, niños corriendo,
padecía. De un manotazo, y a impulsos de una ira parejas de enamorados detenidos en sus sueños...
motivada por la impotencia, arrojó los dos botes al José percibía que todo lo que se movía en esos ins-
suelo. tantes generaba y contagiaba ilusión y creatividad.
- ¡Eso no sirve de nada! ¡No hay nada que Esta podía ser una clave esencial para afrontar con
hacer! ¡Me da igual morirme! naturalidad la muerte; y pasaba, inevitablemente, por
Dicho esto, se volvió a tumbar boca abajo, con la haber afrontado con coherencia la historia vital.
almohada sobre la cabeza. Traer a la mente y al corazón todos los momentos
Los días pasaban, y él seguía sumido en el silen- amados que se hubiesen sentido al conquistarlos: la
cio; encogido, esperaba lentamente que las horas alegría derramada, la ilusión creada, la injusticia
fuesen pasando. Apenas se levantaba. Lo que más le denunciada, la casa compartida, el tiempo regalado,
inquietaba era convertirse en un ser inútil. No quería la profesión servida al explotado..., y así experimen-
verse abatido en una cama, transformado en un ser tar que el paso por este mundo habría tenido sentido.
inservible. Rafa había visto morir a otras personas de Pero ¿podría Rafa presentar ante sí momentos real-
la misma enfermedad en la cárcel y en el hospital. mente vividos, desde lo más humano, para encontrar
Sabía muy bien que el SIDA destruía los cuerpos y, en sentido a la vida que acababa?
ocasiones, las almas. No tardaría en llegar el día en José, consciente de esta realidad, consideró nece-
que tendrían que moverle, ponerle pañales y darle de sario expresar a Rafa lo importante que había sido su
comer. Pensar en todo esto le hacía cerrarse sobre sí existencia para sus hermanos y sus amigos, aunque
mismo para no sentir la herida que le provocaba cada eran escasas las experiencias gratificantes vividas en
minuto que transcurría. su juventud que podían ser traídas a este momento
Esa misma tarde, José fue a caminar al parque del vital. En cambio, el panorama había cambiado en los
Retiro. El otoño ya había hecho su aparición. Era una últimos tres años, justo desde el momento en que
36 15 HISTORIAS OCULTADAS RECONCILIADO CON LA VIDA 37

dejó de consumir drogas. Generó mucho cariño y No obstante, les comunicó que la situación era bas-
repartió alegría entre todas las personas que compar- tante preocupante.
tieron con él la vida y la sonrisa. Sabía cuidar de la Pasaron dos semanas sin muchos cambios. Rafa
gente. Había conseguido reconciliarse con todos sus tenía los ojos hundidos y el rostro hinchado. La tos y
hermanos, viviendo hacia ellos con unos intensos la fatiga apenas le dejaban respirar. Tenía muchas
niveles de afecto. Les hizo partícipes de su esfuerzo dificultades para andar. Era consciente del tiempo
por sacar la cabeza de las cloacas, salir de las alcan- que le quedaba por pasar en el hospital y se daba
tarillas de la droga y de la cárcel. Existían motivos cuenta de la gravedad de la situación. Apenas tenía
suficientes para que muriese con la tranquilidad que defensas, y el antibiótico que le pusieron no era lo
le otorgaba la dignidad recuperada. Así se lo hicieron bastante eficaz para detener la infección; era dema-
ver de diferentes formas. Lo que él había conseguido siado genérico para la neumonía que él padecía.
en los últimos tres años, a muchos les vino dado Rafa pasaba la mayor parte del tiempo tumbado,
desde que nacieron: seguridad, afecto, posibilidades encogido sobre la cama. Le costaba abrir los ojos.
de educación, de cultura... ¡Qué poco habían tenido Cuando lo hacía, su mirada se perdía en el techo o a
que llorar para poder sobrevivir! través de la ventana. El dorso de las manos presenta-
Terminaba el año. Tuvo que ingresar de nuevo en ba sendos moratones, provocados por las agujas uti-
el hospital. La fiebre, producto de alguna infección, lizadas para la administración de los medicamentos.
se había adueñado de su cuerpo, y no dejaba de toser. Tenía las piernas hinchadas. Le costaba mucho
Quería pasar las navidades en casa, pero no fue posi- esfuerzo conciliar el sueño, y su respiración era muy
ble. El día de Nochebuena, a las cinco de la madru- fatigosa y forzada, como si los pulmones estuvieran
gada, le llevaron al servicio de Urgencias del Hos- al máximo de sus posibilidades. Pero, a pesar de to-
pital «Gregorio Marañón». Le internaron en la Uni- do, de vez en cuando regalaba una sonrisa a sus her-
dad de Cuidados Intensivos. Desde ese momento manos y preguntaba por todos aquellos a quienes co-
quedó tumbado en una cama y conectado a dos bol- nocía. Era la virtud que le hizo ganarse durante estos
sas colgadas de un soporte metálico: una de suero y años el aprecio y el cariño de quienes le conocían.
otra de antibiótico. Los médicos hablaron con los hermanos y les
A los dos días apenas había mejorado, pero, para aconsejaron que alguno de ellos se quedase con él
su comodidad, lo trasladaron a la cuarta planta, a una durante la noche. Hicieron turnos entre todos para
habitación situada al final del pasillo. Estaba solo, y compartir los cuidados. La primera vela le tocó a
ello facilitaba que pudiese estar acompañado por la José, la segunda a Paqui, y la tercera a José. Esa
familia. La fiebre no había desaparecido. Sus herma- noche, pasadas las once, y después de cenar en casa,
nos tuvieron ciertas dificultades para poder hablar marchó José hacia el hospital. Como otros días, el
con el médico. Después de varios intentos lo consi- conserje volvió a poner dificultades dejarle para en-
guieron, y el médico les comentó, con cierta inquie- trar: que si es usted familiar, que si lleva tarjeta, que
tud, que le habían diagnosticado una neumonía in- si... Pero al final le convenció. La habitación estaba
tersticial. Esa misma mañana le iban a realizar unas cerrada. Al abrir la puerta, el cuerpo de su hermano
pruebas para detectar el tipo de virus causante de la se vislumbraba con el reflejo de luz que regalaba las
neumonía, con el fin de determinar el tratamiento. farolas de la calle y que entraba por la ventana. A
38 15 HISTORIAS OCULTADAS RECONCILIADO CON LA VIDA 39

pesar de la penumbra, se podía observar su abdomen de la madrugada, pero sabía que Josito estaba dispo-
moviéndose con mucha intensidad. Giró la cabeza. nible. De hecho, en apenas quince minutos entró por
Se levantó con una mano el aparato del oxígeno y, en la puerta con un casco de moto en la mano derecha y
voz baja, le saludó. En sus venas continuaban inyec- un libro en la izquierda. Comenzó a bromear con
tadas dos vías por las que penetraban en sangre los Rafa. Se colocó a su lado y, después de una breve
líquidos de tres botes que se hallaban colgados en conversación, le dijo:
una estructura móvil de hierro. Por encima de la - Rafa, ¿recuerdas el cuento del Principito? Lo
careta del oxígeno asomaban sus ojos transmitiendo esencial sólo se conoce con los ojos del corazón. En
impotencia y cierta angustia. José se sentó a su lado. el hondón del corazón, en lo más profundo de tus
- Llevo aquí veinte días; me duelen los huesos, el heridas, allí está, siempre paciente, siempre sonrien-
pecho, todo el cuerpo. No puedo respirar, tengo dia- te, el buen Dios. El, discreto, ha estado detrás de tu
rrea, el estómago hinchado... ¿Qué más puede lucha sostenida para vencer a la droga y superar las
pasarme? dificultades de la vida, para reencontrarte con tu
En esos momentos, José sólo pudo acoger sus gente y con todo eso tan querido que tú sientes. Y en
sentimientos e intentar transmitirle serenidad. Man- estos momentos tan difíciles Dios tiene mucho que
tuvo su mirada y respetó el silencio. En algunas oca- decir. Él sabe escucharnos. Te acoge junto a Él y te
siones, hace ya bastantes meses, habían hablado de regala ya paz, perdón, serenidad para afrontar con
Dios. De un Dios que reconciliaba, amigo de los alegría su abrazo cariñoso y definitivo.
excluidos y luchador infatigable contra la injusticia; Josito hablaba, y Rafa escuchaba con tranquili-
un Dios disidente contra el dolor y la explotación, dad. José volvió la cabeza y miró a la calle. Dos ba-
aunque posiblemente con muy poco poder para evi- rrenderos la limpiaban con una manguera. Cinco o
tar tales situaciones. Pensó que era el momento de seis coches pasaron rompiendo el espeso silencio de
volver a plantear el tema espiritual. Quizá de esa la noche. Eran momentos intensos que hacían creer
manera podría Rafa encontrar un poco de serenidad, en la esperanza. Rafa acariciaba la eternidad, mien-
reducir la angustia vital y sentir cierta tranquilidad tras el amigo sacerdote, con el dedo untado en óleo,
existencial al percibir una esperanza para después de hacía una cruz en su frente. Josito marchó. Toda la
la muerte. Le propuso llamar a Josito, su amigo cura, habitación quedó en silencio; sólo subsistía el ruido-
para que hablase con él. so respirar de Rafa.
- Rafa, ¿te acuerdas cuando hablábamos del Dios A las siete de la mañana, un débil resplandor
de la vida, de ese del que te fiabas porque Carmen y comenzó a entrar por la ventana: el mundo comenza-
yo creíamos en El? En estos momentos tan difíciles ba a desperezarse. A primera hora, José aprovechó
sería bueno volver a hablar de El. Sabes que está con para hablar con el médico. Le dijo que la enfermedad
nosotros, ahora y después. Si quieres, puedo llamar a había llegado a tal punto de evolución que era impa-
Josito. rable. El pronóstico le dejó desconcertado. Ante lo
El silencio se adueñó del instante. Rafa cerró los inevitable, planteó a Rafa si quería morir en ca-
ojos y, levantándose la careta de oxígeno, contestó sa, junto al mundo que durante dos años había cons-
afirmativamente. Inmediatamente fue José al teléfo- truido y que se manifestaba palpablemente en las
no, que se encontraba al final del pasillo. Era la una postales, fotos, cartas, pequeños detalles de viajes
40 15 HISTORIAS OCULTADAS RECONCILIADO CON LA VIDA 41

realizados y regalos que se esparcían por toda la que mantuvo durante meses y años. Había que acom-
habitación. Morir en el hospital era demasiado des- pañar el deseo de dejar de vivir. De nada serviría
personalizador. expresarle fuerza para que siguiese luchando, cuan-
Al mediodía volvieron a hablar con el médico. Le do ya percibía la muerte como cercana e inevitable.
plantearon la cuestión, y el médico no puso dificul- El silencio reinaba en los pasillos, mientras la
tad alguna para que lo trasladasen a casa, pero quería mayoría de los enfermos dormían. Paqui llegó a las
hacer un último intento para detener la infección. Les once. Resultaba extraño que Rafa no hubiese dejado
comentó que la neumonía, después de veinte días, de quejarse ni un solo instante. Tenía que estar bas-
aún no había podido ser tratada. Los primeros días le tante mal. El «septrim» podría haberle hecho reac-
pusieron un tratamiento con «pentamidina», un anti- ción. José y Paqui se colocaron a ambos lados de la
biótico que era demasiado genérico para la infección cama. Todo estaba a oscuras y en silencio. Su sofoco
que padecía, porque el «septrim», que era el apropia- se hacía cada vez más intenso. Comenzaba a delirar.
do, le causaba alergia y dañaba intensamente el hí- Su mente empezaba a estar ausente. Miraba, inquie-
gado. Ahora tenían que intentar tratarle con este to, de un sitio a otro. Balbucía algunas palabras que
antibiótico, a pesar de los graves efectos que podía se hacían casi imperceptibles. Levantaba el brazo, y
generar. sus hermanos le tendían sus manos, que él agarraba
Debido a las graves consecuencias que este medi- inmediatamente. Apenas hacía fuerza, pero intenta-
camento podía acarrear, hicieron firmar a los herma- ban transmitirle tranquilidad con suaves caricias
nos un documento por el que autorizaban su aplica- hechas con los dedos. Le pusieron otros botes de
ción. Le colocaron dos pequeños botes de medica- «septrim». No controlaba nada; se levantaba la más-
mento que comenzaron a filtrarse en sus venas. A su cara de oxígeno para ir al servicio. Eran las dos de la
lado se encontraban dos médicos con varias jeringui- mañana, y aún tuvo fuerzas para incorporarse.
llas que contenían un líquido para controlar cualquier A medida que el medicamento se introducía en su
reacción. A pesar de todo,Ja tarde transcurrió con cuerpo, el desasosiego aumentaba. Le acariciaban la
cierta tranquilidad. frente y le hablaban del caletón, del mar, del sol, de
Esa noche le iba a acompañar Paqui, su hermana. sus amigos de Mallorca, de Carmen... Seguía las pa-
Mientras llegaba, Rafa y José se quedaron solos. labras, y su mente parecía tranquilizarse. Los minu-
Como otros días, comenzó a quejarse: tos pasaban muy despacio. Su vientre se encontraba
- Estoy hecho una pena... Me duele todo; apenas muy hinchado, y él seguía resoplando. Volvía a
puedo respirar. Me quiero morir cuanto antes, nece- mirar, pero no sabían si les veía. Paqui le sujetaba
sito dejar de sufrir. Quiero que me incineren y que por los pies para que no se cayera. Tuvieron que
lleven las cenizas al caletón. Allí, en el agua y entre poner un sillón a un lado de la cama. Eran las tres de
mis rocas preferidas, quiero quedarme para siempre. la mañana. La enfermera comenzó a inquietarse.
La muerte le mostraba ya, sin pudor alguno, su Llamaron al médico de urgencia. Subió y leyó el
rostro. Su mundo se desvanecía por momentos. historial clínico. Lo auscultó, pero no facilitó ningu-
¿Merecía la pena seguir luchando? ¿Tenía sentido na información. Llamó al especialista de alergias. Le
mantener esa vida ante tanta angustia? Ya no quería sacaron sangre de las arterias para hacerle una gaso-
vivir. Comenzaba a abandonar el espíritu de lucha metría. Necesitaban saber la cantidad de oxígeno que
1 5 HISTORIAS OCULTADAS

lema en la sangre. Cuando llegaron los resultados, la 5


doctora les miró y dijo que la cosa estaba muy mal.
Apenas tenía fuerza para incorporarse. Optaron por La silla de ruedas
ponerle unos pañales y desnudarlo. Le taparon con
una sábana que le cubría hasta la cintura. A medida
que avanzaba la noche, empezó a tranquilizarse. José
aprovechó para ir a casa y anotar unos números de
teléfono para cancelar unas citas que tenía a la maña-
na siguiente.
Salió del hospital. Eran las cuatro de la madruga- No resultó fácil encontrar la habitación en la que mi
da. Hacía frío. Nadie andaba por las calles. No en- amigo Tomás estaba ingresado. El Hospital Central
contró coches. Pasaba los semáforos rápidamente. tiene una estructura bastante complicada. Para
Llegó a casa. Entró en el cuarto y encendió la luz. encontrar la puerta G del ala Sur, tuve que preguntar
Buscó los números de teléfono que necesitaba. Vol- varias veces al personal del hospital y leer detenida-
vió a subir al coche. Bajó por el paseo de la Caste- mente las indicaciones que me habían dado en un
llana. Giró hacía la calle de Joaquín Costa y llegó papel. Cuando conseguí llegar a la quinta planta,
hasta el hospital. Eran las cuatro y media. Aparcó. todo fue más fácil. A la altura de la mitad del largo
Enseñó la tarjeta amarilla al celador. Algo presentía. pasillo, vi a dos policías nacionales sentados frente a
No sabía lo que era, pero subió las escaleras de tres una puerta. Ésa era la habitación que buscaba. Les
en tres. Cuando llegó a la planta, las enfermeras le mostré mí documentación, y me permitieron la entra-
hicieron una señal. Se asomó a la puerta de la habi- da. Encontré a Tomás dormido sobre la cama, posi-
tación. Rafa estaba tranquilo. Pero ya no tenía la blemente por efecto de los calmantes. Tenía los dos
máscara de oxígeno. Por primera vez desde las últi- pies vendados. De uno de ellos salía un artilugio de
mas semanas, le veía plácidamente dormido. Ya esta- hierro que le unía a la tibia; era realmente aparatoso.
ba junto al Padre, había volado al cielo sin decir El otro estaba escayolado. En una semana había
adiós. A su lado estaba Paqui. ¡Qué importantes para sufrido tres operaciones para intentar recomponerle
su vida habían sido sus hermanos! Le cogieron las los huesos de los pies. Junto a la cama había una silla
manos, pero ya no las apretaba. Acariciaron su fren- de ruedas.
te y, aunque le hablaban del caletón, sus ojos ya no Conocí a Tomás en la prisión de Navalcarnero.
respondieron. El sueño se había hecho para él reali- Estaba cumpliendo varias condenas en la cárcel por
dad. La certeza de sentirse querido por sus hermanos diversos delitos de robo. Llevaba preso doce años. La
y amigos era más fuerte que la muerte. Definitiva- heroína le había hecho, como a tantos otros, una
mente, no puede haber muerte para quienes apuestan mala jugada. Esa sustancia temblé, rechazada por
decididamente por la vida y el amor. unos y buscada con anhelo por otros, había llevado a
Tomás a la cárcel, pues para conseguirla tuvo que
robar.
Una tarde, en el patio del módulo, se vio envuel-
to en una reyerta con otros presos. Le dieron tres
15 HISTORIAS OCULTADAS LA SILLA DE RUEDAS 45

navajazos en la espalda. Debido a la gravedad de las habitación hacia abajo. Sólo había tres pisos, unos
heridas, hubo que trasladarlo al hospital San Carlos, quince metros. Esperó a que los policías que le cus-
en el que ahora se encontraba. A la semana del ingre- todiaban desde la puerta de la habitación se despista-
so, ya se había curado de las heridas sufridas. Pero sen. Cuando estaba a punto de anochecer, se colocó
había una que aún le quedaba abierta: la de la liber- sobre el alféizar de la ventana, descolgó el cuerpo y
tad. Después de doce años de estar sometido al fé- se dejó caer. En La caída no le dio tiempo a separarse
rreo y despersonalizador régimen penitenciario, su- lo suficiente de la pared y, cuando estaba a punto de
frir con impotencia el humillante trato de algunos llegar al suelo, sus pies toparon con el saliente del
funcionarios, tener que formar tres o cuatro veces al alféizar de la ventana del primer piso. Cayó al suelo
día para ser recontado, soportar registros en su celda con los pies destrozados. Quiso arrastrarse para huir,
y en su propio cuerpo haciéndole desnudarse ínte- pero no pudo. Cuando se tocó los pies con las manos,
gramente, sentirse ignorado y solo, vacío de sí mis- lo sintió todo roto, como si tuviese una bolsa de nue-
mo, perdiendo el tiempo y la vida en la apatía de un ces entre las manos. Allí estuvo media hora, hasta
patio, y llorar en silencio por la angustia del incierto que lo encontraron. Llegó el personal de seguridad
y oscuro futuro, se encontraba atendido por enferme- del hospital, enfermeras y los dos policías que le cus-
ras que le preguntaban por su estado de salud, le cui- todiaban. Volvieron a detenerlo y le colocaron unos
daban, le respetaban y le daban afecto y conversa- grilletes en las manos.
ción. Después de doce años sin poder dar más de Al día siguiente comenzaron las operaciones qui-
doscientos pasos en línea recta ni ver el horizonte, rúrgicas. En el mejor de los casos, quedaría cojo para
porque un muro de hormigón se lo impedía, veía toda la vida, pero podría salvar al menos uno de los
ahora, desde la ventana de su habitación del hospital, pies. Tenía todos los huesos descolocados, y algunos
la Avenida de Séneca llena de estudiantes, el parque de ellos rotos.
del Oeste y unas preciosas puestas de sol. Cuando Me acerqué a verle. Cuando entré en la habita-
estaba preso, su madre podía visitarle una vez a la ción, se despertó, y comenzamos a hablar. Se encon-
semana en un locutorio, a través de unas rejas y un traba animado y tranquilo. No era muy consciente de
cristal; en cambio, ahora podía visitarle todos los la gravedad de la situación. La vida en la cárcel le
días a cualquier hora. ¡Tantos años sin ver a gente había enseñado que debía asumir la responsabilidad
normal andando por la calle! Y ahora observaba sor- de sus actos. En el salto se jugaba la libertad, y mere-
prendido a tantos familiares y amigos de otros enfer- cía la pena apostar. Perdió, pero podía haberlo con-
mos que pasaban por delante de su puerta, vestidos seguido y ahora estaría libre. Por eso, no se arrepen-
de mil formas diferentes. tía de nada. La vida le había enseñado a tener que
Cualquier persona -el panadero de la esquina, el asumir riesgos. Este era grande, pero también lo era
médico, la camarera o el juez- en la situación de tener que volver a la prisión, donde un ajuste de
Tomás emplearía toda su imaginación para salir para cuentas por la pelea que le llevó al hospital podría
siempre de esa habitación, porque la libertad es algo poner fin a su vida. Aún le quedaban ocho años de
tan inherente al ser humano como la dignidad. A condena. Demasiados minutos de soledad y sufri-
Tomás se le ocurrió lo mismo que posiblemente se miento. Prefirió decir «basta» a lo que desde su ju-
me habría ocurrido a mí. Miró desde la ventana de la ventud estaba padeciendo. Las consecuencias por el
I<> 15 HISTORIAS OCULTADAS LA SILLA DE RUEDAS 47

Milenio de luga, además de físicas, eran también - Ya, pero hay un turno que se va por la noche a
legales; ya no podría redimir condena por trabajo y tomar copas. Me despiertan y me dicen que se mar-
tendría que cumplir la pena íntegra día a día. chan. Como me ven así de cojo, se creen que no me
Además, se le había abierto un nuevo procedimiento puedo escapar. Mira, aquí tengo algo de dinero.
penal por un delito de quebrantamiento de condena. Nunca di mayor importancia a este comentario.
Algunas tardes pasaba por el hospital para visi- Pero una noche del mes de enero, cuando llegué a
tarle. Comentábamos algunos temas jurídicos que le casa, Alvaro me dijo que había llegado un chaval
quedaban por solucionar. Hablábamos de música, de vestido con un «chándal» en un taxi y que, cuando
libros, de las cosas de la calle, de fútbol y de todo lo bajaron a abrir la puerta, le habían encontrado senta-
que iba surgiendo. Una tarde, al entrar en la habita- do en la acera. Tomás, lo había conseguido. Había
ción, le vi en compañía de otra persona, sentado en esperado pacientemente el turno de los policías que
la silla de ruedas orientada hacia la ventana. Estaban se iban a tomar copas. Cuando se marcharon, se puso
admirando una puesta de sol preciosa: el cielo rojizo una gorra azul, tomó el dinero del cajón de la mesa
intenso se despedía del sol que se escondía entre los y, burlando con astucia el control de las enfermeras,
árboles del parque. Por su mente estaría vagando esa salió a la calle por la puerta de acceso a la zona de
sensación de placer con que la libertad se presenta a rehabilitación. Lo tenía todo planeado. Conocía per-
los seres humanos y con la que Tomás siempre soñó, fectamente por dónde tenía que salir; porque, cada
llegando a apostar sus piernas por conseguirla. Ob- vez que le trasladaban por el hospital para hacerle
servé sin decirles nada. Pensé en que Tomás algún alguna intervención quirúrgica o alguna cura, iba
día podría ser libre, pero en ese momento no lo era. fijándose bien en cada lugar. Una vez llegado a la
Dos policías se lo impedían. Miraba a la otra perso- puerta, pidió a un celador que le buscase un taxi.
na que le acompañaba; pensaba que éste sí podía Cuando llegó, él mismo le ayudó a acomodarse;
marcharse cuando desease, porque no estaba preso. incluso metieron la silla de ruedas en el maletero. De
Cuando advirtieron mi presencia, se dieron la vuelta ahí se dirigió a nuestra casa. Increíble, pero cierto. El
y quedé atónito cuando pude ver que al compañero anhelo de libertad se metió en el bolsillo del «chán-
de Tomás le faltaban las dos piernas y un brazo. dal» de Tomás, y entre los dos se convirtieron en un
Había intentado suicidarse arrojándose al metro, y deseo más poderoso que cualquier vigilancia que le
tuvieron que amputarle las piernas. Instantáneamente pudiesen poner.
recordé que esa noticia había salido en el periódico
un día de diciembre. Esa tarde, cuando marché del Cenó en nuestra casa. Le llevamos a casa de
hospital, salí muy triste, pero di gracias por lo afor- Miguel para que le diese tiempo a pensar qué salidas
tunado que era. tenía. Realmente, la situación era complicada. En
espera de su determinación, le administramos la me-
Durante mis últimas visitas, Tomás repetía a dicación que tenía prescrita para el dolor. Lo acosta-
menudo: mos como pudimos, llamamos a nuestro amigo José
- Me voy a escapar de aquí. Luis y dedicamos gran parte de la noche a buscar las
- ¿Y cómo? No podrás hacerlo. Hay dos policías soluciones más factibles para que él pudiese tomar la
en la puerta -le respondía yo. decisión más conveniente según sus propios intere-
48 15 HISTORIAS OCULTADAS LA SILLA DE RUEDAS 49

ses. Lo que dejamos claro es que no le íbamos a aceptó la condición. El fiscal no entendía cómo tan
abandonar, tomase la opción que tomase. alto funcionario no estaba enterado de un asunto tan
Tampoco podía estar viviendo durante mucho importante como era la fuga de un preso en una silla
tiempo en aquella casa, porque podríamos meter a de ruedas. O bien sus subordinados se lo habían
Miguel en un lío. Tenía un indulto concedido a con- ocultado, o bien los mecanismos de comunicación en
dición de que no cometiese ningún delito. Esto no lo Instituciones Penitenciarias fallaban. El fiscal tam-
era, porque el delito de encubrimiento no se puede bién llamó a un mando policial para comentarle el
aplicar a este supuesto; pero, de todas formas, era hecho de la entrega y advertirle que tuviese cuidado
mejor no arriesgar. Llamamos a Luis, un amigo de con los policías de custodia que iba a mandar al hos-
Miguel, y le trasladamos a su casa. Tomás nos indi- pital, por si se les ocurría hacer algún daño a Tomás
có que llamásemos a su madre. Hablamos con ella y para vengar a los compañeros burlados por aquél. El
la encontramos muy asustada, porque la policía esta- mando de la policía tampoco sabía nada del asunto.
ba controlando su domicilio. La situación se iba Éste se llevó una pequeña reprimenda del fiscal. Era
complicando. El pie se le iba hinchando cada vez inconcebible que se pudiese escapar un preso en una
más, y la medicación se estaba acabando. Tomás silla de ruedas y que ni el alto responsable de la
comenzó a intuir que lo que había hecho había sido Dirección General de Instituciones Penitenciarias ni
una locura. la jerarquía policial conociesen el hecho.
Le trasladamos a una casa que tenía su madre. La Tras haber realizado esta gestión, fuimos a la
medicación se había acabado definitivamente. Los casa donde Tomás estuvo viviendo los últimos días.
dos pies estaban muy hinchados, y uno de ellos esta- Le ayudamos a bajar y a introducirse en el coche.
ba adquiriendo un color oscuro. Tampoco podíamos Dimos el último paseo por la ciudad en dirección al
acompañarle a un hospital a curarle, porque, dado su hospital. Fue un adiós a la calle, a la gente y a toda
estado, pedirían antecedentes médicos, y no podía- aquella sensación de libertad que ahora tocaba a
mos decir el hospital en el que le estaban tratando; y su fin.
después, ¿qué? Se percató de la situación y nos plan- Al llegar al hospital, sacamos una silla de ruedas
teó la posibilidad de entregarse. La verdad es que no y pasamos por la puerta de acceso del servicio de
teníamos a nuestro alcance otras posibilidades, y él rehabilitación para que nadie nos pusiese pegas.
tampoco contaba con ningún otro medio material ni Fuimos directamente al bar. Mientras buscábamos al
personal. médico y a los policías para hacer la entrega, pedi-
Pensamos que lo más conveniente era ir a hablar mos unos cafés y le dejamos allí. Subimos a la plan-
con un fiscal de la Audiencia Provincial para expo- ta, y las enfermeras no querían saber nada de la situa-
nerle la situación e intentar pactar una entrega. La ción. La policía había estado interrogándolas duran-
condición que exigía era que no lo llevasen a la cár- te dos días. Todas eran sospechosas de haberle ayu-
cel de Navalcarnero, sino a la de Soto del Real. El dado en su fuga, porque creían incapaz a Tomás de
fiscal llamó a una persona muy importante de la marcharse en una silla de ruedas sin ningún tipo de
Dirección General de Instituciones Penitenciarias ayuda. Nos indicaron que la doctora encargada del
para consultarle. Éste, tras quedarse sorprendido por paciente estaba pasando consulta en la primera plan-
la noticia de la fuga de Tomás, la cual desconocía, ta. Tenía a mucha gente esperando, y nosotros tenía-
50 15 HISTORIAS OCULTADAS LA SILLA DE RUEDAS 51

mos mucha prisa. Optamos por escribir en un papel otras personas que mantienen el sistema penal: le
el nombre de Tomás y se lo dimos a la enfermera. La han condenado a más días de prisión y aplicado todo
doctora salió a los pocos segundos con cara de cir- el sufrimiento en dosis de soledad en una celda
cunstancias. Pasamos a la consulta y le explicamos. carcelaria.
Nos indicó que fuésemos a urgencias con él, y que La libertad, en el primer intento, quedó muy
ella iría a ver su estado de salud en cuanto pudiera. cerca: tan sólo a dos metros del suelo. La segunda
Al poco tiempo llegaron dos inspectores, nos presen- vez, Tomás la agarró con las manos y la colocó en el
tamos; les llevamos a Tomás, y ellos lo arrestaron. bolsillo de su pantalón para vagar juntos en una
Pensábamos que le dejarían de nuevo en el hos- aventura imposible: tuvo que soltarla para poder
pital, debido al estado de sus pies. Pero se deshicie- seguir caminando; de lo contrario, habría perdido las
ron de él. Le dieron el alta y quedó detenido. Lo con- piernas.
dujeron a comisaría, y allí le tomaron declaración. Le
asistí en la declaración, pero poco podíamos hacer:
los hechos estaban demasiado claros. Al terminar la
declaración, le llevaron a una celda. Tuvimos tiempo
de charlar un rato, hasta que el policía me indicó que
saliese, porque le iban a llevar a urgencias para que
le administrasen algún medicamento para el dolor.
La puerta de la celda era metálica, con unos agujeros
para ver el interior. Cuando me despedí de él y miré
a través de ellos, allí quedaba solo, encerrado. Tomás
había vuelto a perder.
Al día siguiente lo condujeron a la cárcel de
Navalcarnero, y al cabo de una semana, siguiendo el
pacto acordado con el Fiscal, a la de Soto del Real.
Por los intentos de fuga le condenaron a dos penas de
cuatro meses de prisión cada una. Le clasificaron en
primer grado y, aunque ahora se encuentra en la en-
fermería de la cárcel, el régimen de vida consiste en
estar encerrado en una celda veintidós horas diarias.
Lo único malo que hizo fue aceptar el reto de la
libertad rompiendo los barrotes de la opresión. La
cárcel ya le había destrozado bastante y le había qui-
tado suficiente vida. Se arrojó por la ventana, pero la
obligación de los policías era no haberle dejado solo.
También salió en silla de ruedas por la puerta del
hospital, pero la negligencia de los policías lo posi-
bilitó. Ahora, esos errores fueron corregidos por
LA ALIANZA Y EL RELOJ 53

6 Samuel esperó a que llegase María, para despe-


dirse de ella, que durante años le había cuidado. De
La alianza y el reloj alguna manera, eligió morir así. A pesar de saber que
se moría, había sido capaz de controlar los últimos
instantes de vida. Al mediodía nos expresó su deseo
de morir. No le dirigimos ningún mensaje de resis-
tencia, sino que, después de ayudarle a descubrir y
rememorar todos los momentos de coherencia que
La muerte se hace presente cada día. Pasa junto a había tenido durante su existencia, le transmitimos la
nosotros y quedamos sorprendidos de los instantes esperanza de un mundo mejor después de la muerte
de horror que habitualmente la anteceden, pero y, en consecuencia, acogimos su decisión de dejarse
seguimos viviendo como si nada hubiese ocurrido. morir.
Continuamos pensando y actuando como seres invul- Las maneras de estar ante la muerte son tan dis-
nerables, cuando lo realmente cierto es que somos tintas como lo son las personas y sus historias de
frágiles. Casi nadie se atreve a hablar de su propia vida. No obstante, habíamos percibido que varios
muerte, solamente de la ajena. Proseguimos nuestra amigos habían tenido comportamientos similares.
existencia sin mirar a la muerte cara a cara. De hacer- Solían realizar un resumen vital de la existencia, que
lo, posiblemente cambiaríamos nuestra forma de les conducía, bien a mantenerse en vida luchando
vivir. angustiosamente hasta el final, o bien, tras la inevita-
Samuel había muerto, pero antes se había despe- bilidad de la muerte y la aceptación serena de las
dido de su madre con una tierna mirada. María, que experiencias vividas con coherencia y sentido -aun-
acababa de entrar por la puerta, se acercó a su hijo y que no hubiese sido más que una sola-, a dejarse ir.
comenzó a llamarle desesperadamente. Instantes La coherencia y el sentido de la vida no es más que
después, perdió la consciencia. En ese momento, la experiencia de cariño, de compromiso, de gratui-
María nos llamó alarmada por teléfono. Alberto, dad, de haber sido querido, de haber luchado por
Jorge y yo nos dirigimos rápidamente hacia su casa. hacer la existencia más grata a los demás, de haber
Llegamos en tan sólo cinco minutos. Samuel se denunciado la injusticia... Estas experiencias ofrecen
encontraba tendido en la cama, con la mirada perdi- la oportunidad de afrontar la muerte con serenidad.
da en el techo. Movía la cabeza convulsivamente, Así, cuando el enfermo acepta el inminente final de
aunque cada vez con menos energía. A los tres minu- la existencia, no tiene sentido animarle a prolongar
tos, su rostro de angustia se mudó por una mueca que su presencia física, pues ello conlleva el aumento de
le devolvía la paz. María, desconsolada, rompió a sufrimiento; hay que respetar su decisión de abando-
llorar, intentamos serenarla, pero, evidentemente, fue nar el esfuerzo por sobrevivir. Ésta es la última deci-
imposible. No hay madre que encuentre un poco de sión personal que todos los seres humanos debemos
paz ante la muerte de un hijo. El proceso natural de asumir de forma inevitable, salvo quienes se ven des-
la vida debería haber llevado a la situación contraria: pojados violentamente de la vida por la decisión de
el hijo tendría que haber acompañado la muerte de la otros. Esta opción hace iguales a todos los hombres
madre. y mujeres, ricos y poderosos, pobres y excluidos.
54 15 HISTORIAS OCULTADAS I A ALIANZA Y EL RELOJ 55

Conocíamos a Samuel desde hacía dos años. muy difícil afrontar en silencio las últimas fases de
Estar cerca de él durante ese tiempo había servido su enfermedad: no poder llorar ni acompañado ni a
para que nos dejase compartir esta última e íntima solas, debido a su negativa a admitir la enfermedad;
decisión. Le encantaba el fútbol, y había sido arbitro no poder expresar el sentimiento de vacío, de sinsen-
durante varios años. Además, había organizado con lido, de impotencia; no poder buscar en compañía
todos los que vivíamos en casa un equipo de fútbol- espacios de reconciliación con el pasado, a fin de
sala para participar en el torneo del barrio; con noso- para afrontar con un mínimo de paz interior el incier-
tros jugaban Andrés, un amigo juez que nos acompa- to futuro... Silenciar un proceso de muerte es una
ñaba en las cenas, y Antonio, un fiscal que, además forma de ciega autodestrucción que sólo causa sufri-
de compartir en nuestra casa muchos momentos, iba miento, angustia y desesperación.
a las cárceles a visitar presos. Era curiosísimo ver Samuel sentía una especial predilección por un
cómo, vestidos con pantalón de deporte y compar- reloj y una sortija. En varias ocasiones le aconseja-
tiendo una misma mesa, la relación personal era po- mos que se los quitara para que nada le oprimiese el
sible, a pesar de que los roles y profesiones de cada cuerpo. Pero no hubo forma de conseguirlo. No
uno nos colocaban en posiciones antagónicas y prác- quiso despojarse ni de una cosa ni de la otra. Pero,
ticamente irreconciliables. Perdimos todos los parti- curiosamente, a los pocos instantes de su muerte nos
dos, pero sirvió, entre otras muchas cosas positivas, dimos cuenta de que en su dedo no tenía la alianza,
para conocerle bien, dejarnos querer por él y acom- ni en su muñeca el reloj. Quedamos sorprendidos.
pañarle tranquilamente en su proceso. ¿Dónde podían estar? Rebuscamos entre las sábanas,
En nuestra casa, la enfermedad que padecía se y allí los encontramos. Samuel se había desprendido
aceptaba con normalidad, porque varias personas de estos objetos instantes antes de morir: ¿por qué lo
que convivían en ella también la sufrían. Samuel se hizo entonces y no antes?
sentía bien con nosotros. Venía por las tardes a char-
lar y a echar una partida de cartas. Sólo dejó de visi- Pueden buscarse varias respuestas a este hecho.
tarnos cuando se encontraba tan deteriorado que no Yo, desde mis convicciones, encontré un atisbo de
podía salir de su casa. respuesta. Samuel había entrado en diálogo con Dios
Estaba enfermo de SIDA. En su entorno más pró- instantes antes de la muerte, en esos momentos en
ximo no se hablaba de esta enfermedad, porque ni en los que el moribundo sabe claramente que la existen-
su grupo de amigos ni en su familia parecía existir el cia se acaba. Dios quería a Samuel, pero sólo a él, sin
riesgo de contraerla: era gente «normal». Entre ellos ningún objeto material. Samuel no tenía bienes. En
no había drogodependientes ni homosexuales, aun- ese momento, no poseía más que un reloj y una alian-
que cabía la posibilidad de un contagio heterosexual. za, y se los quitó inmediatamente para poder marchar
No afrontaron con naturalidad la enfermedad y la al cielo libre, sin estorbos.
muerte de Samuel. Se asustaron ante la posible re- Esa noche dediqué más tiempo a la oración y
percusión que esta enfermedad podría tener entre los pedí a Dios por Samuel. Éste, casi sin permiso, se
allegados. introdujo en una vieja historia que recogía las creen-
Samuel calló hasta la mañana antes de su muerte. cias de los antiguos griegos sobre la muerte. Utili-
Nunca hablaba de lo que le pasaba. Tuvo que ser zaban como símbolo un lago y una barca, la de Ca-
56 15 HISTORIAS OCULTADAS I A ALIANZA Y EL RELOJ 57

ronte, que se encargaba de llevar las almas hacia el - Bueno, es que ellos tienen muchos bienes:
cielo. casas, joyas, dineros...
Samuel recorrió el camino que lleva hasta el lago - Pues que te paguen, y les llevas -replicó
de la muerte; fue para él una senda muy tortuosa. El Samuel.
sentimiento de no aceptación que propiciaban sus - No. Es todo lo contrario: aquí las riquezas no
allegados ante la enfermedad le hizo vendarse los valen nada. La barca se hundiría. Sólo puede con dos
ojos e ir dando traspiés, cayendo a cada paso. No cuerpos. Las joyas, las casas y las fortunas pesan
quiso conocer la muerte ni enfrentarse a la enferme- demasiado. Sólo la desnudez, la pobreza y la entrega
dad que padecía, y ello le llevó a avergonzarse de su durante la vida es lo que aquí tiene auténtico valor.
vida, la cual se le hizo insoportable. Sólo la entrega Aquéllos aún están apegados a sus bienes. La vida no
incondicional de su madre consiguió aliviar el sufri- les ha enseñado, o ellos no han querido aprender, que
miento de su cuerpo y la angustia de su corazón. tenían que haberse desprendido de todo lo material y
Una noche, Samuel llegó a la orilla del lago. Se repartirlo para que algunas personas más hubiesen
retiró la venda de los ojos. La vergüenza desapareció podido vivir dignamente. Sólo así, provistos de cohe-
de su vida, porque se había encontrado con la muer- rencia, este viaje se puede hacer rápidamente. De lo
te: un hermoso lago de aguas cristalinas que reco- contrario, hasta que se repartan las propiedades ten-
gían en su seno el reflejo rojizo y bello del atardecer. drán que seguir esperando. Si hubiesen tenido pre-
De haberlo sabido antes, nunca se habría puesto la sente que además de la vida existe la muerte, las
venda en los ojos. Habría hablado de esa hermosura cosas habrían cambiado. Algunos de ellos habrían
y de la belleza que se divisaba en la otra orilla, en la vivido con más coherencia.
del paraíso. ¡Qué sufrimiento más inútil había pade- En ese momento, Samuel se quitó el reloj y la
cido en el camino que le llevó hasta el lago! alianza. Su rostro cambió la expresión de padeci-
miento causado por el largo y solitario viaje que
En la orilla se encontraba esperándole Caronte, el
había hecho a ciegas hasta el lago; lleno de sereni-
barquero. Comenzó a hablar con quien debía condu-
dad, subió a la barca. Samuel se encontró con el
cirle hasta el cielo:
Padre, y se fundieron en un abrazo.
- Oye, ¿cuánto cuesta el viaje hasta la otra ori- Gracias a la muerte de Samuel, pude reflexionar
lla?, preguntó Samuel. sobre el valor del desprendimiento que hoy, en nues-
- ¿Cuánto tienes? tra sociedad, enlaza directamente con la coherencia.
- Nada, sólo esta alianza y este reloj. Llegar a ese momento final sin nada. Vacíos de todo
- Dámelos y sube a la barca. Dentro de unos objeto material y llenos de momentos eternos, de
minutos llegaremos al jardín más hermoso que jamás esos en los que hemos arriesgado tanto para amar
hayas podido imaginar. Todos los bienes hay que que ya existen para siempre. Coincidió que en aque-
dejarlos aquí, porque allí nada se puede comprar con llas fechas nos mudamos de casa para ir a un barrio
dinero. más humilde. En el traslado nos dimos cuenta de que
- Pero ¿y todas esas personas que están esperan- muchas cosas no nos servían. Decidimos depositar-
do en el embarcadero? -preguntó Samuel, sorprendi- las en unos contenedores que estaban situados deba-
do por la rapidez de su marcha. jo de la ventana del comedor. En cuanto las dejaba-
58 15 HISTORIAS OCULTADAS LA ALIANZA Y EL RELOJ 59

mos, llegaba alguien y se las llevaba. Nuestra basura mente, en la certeza de que su familia es universal.
servía a otros. ¡Qué penurias económicas no debe- No tienen más que dos pares de zapatos, porque con
rían de estar sufriendo...! ¡En qué condiciones esta- su dinero han comprado sandalias a otros que no las
rían viviendo...! Llegué a sentir malestar y una pro- tenían. Conozco a quien ha dejado su segunda casa a
funda incoherencia. Debido a ello y al símbolo del quien dormía en una pensión o en un albergue y no
reloj y de la alianza de Samuel, pude llegar a presen- le cobró alquiler. Tengo amigos que han abierto las
tir que, si consiguiésemos llegar al final de la vida sin casas en las que habitan a personas sin medios eco-
tener cosas acumuladas, significaría que durante nómicos, que comparten con ellas el dinero ganado
nuestra existencia habríamos repartido todos los bie- con su trabajo, viviendo para ellas y no de ellas,
nes que hubiésemos ido generando; ello habría con- como ocurre con cierta frecuencia.
tribuido a crear vida en muchas personas y a desen- Samuel nos dejó como legado el equipo de fút-
mascarar las estructuras sociales de injusticias camu- bol, el deporte que más ilusión y alegrías le produjo
fladas, que generan tanta hambre y tanta muerte. durante su vida. Sigue siendo un lugar de encuentro
Cada día se me hace más difícil comprender la entre personas con historias y profesiones irreconci-
tranquilidad con que se acumulan el dinero y los bie- liables en la vida diaria. Por eso cada semana segui-
nes. ¡Qué poco necesitamos realmente y, en cambio, mos recordándole, aunque sigamos sin ganar un
cuánto acaparamos...! Si una persona va un día ves- partido.
tida con ropas cuyo valor asciende a cien mil pesetas,
podría vestirse con trajes de diez mil, y con las otras
noventa mil podrían hacerlo otros que fuesen casi
desnudos. Si uno tiene siete pares de zapatos, podría
quedarse con dos, y con los otros cinco varias perso-
nas podrían no andar descalzas. Si una persona tiene
guardados veinte millones, está impidiendo que diez
familias sin medios económicos tengan dos millones
para poder vivir. ¿Tendrán la serenidad de haber vivi-
do la existencia cumpliendo con la misión de ser
corresponsables de la alegría de todos los miembros
de la especie humana? Creo que no, por mucho que
algunos se aferren a determinadas creencias religio-
sas. El camino que lleva a la muerte es el mismo para
todos; pero la forma de transitarlo depende del rostro
de coherencia que se haya mostrado durante la vida.
Esto puede sonar a demagogia, pero conozco a
personas, con nombres y apellidos, que viven así, y
la vida que crean es indescriptible. Sólo guardan lo
estrictamente necesario. No acumulan bienes para
dejarlos cuando fallezcan, porque los reparten diaria-
FE EN LA HUMANIDAD 61

un chaval con los problemas de José nos parecía a


7 todos impensable.
Fe en la humanidad Los amigos de «Apoyo» habían puesto en mar-
cha una experiencia piloto que se podía aprovechar.
Consistía en poner al habla al infractor y con su víc-
tima y tratar de poner remedio al conflicto con
menos violencia y molestias para todos que las que
acostumbra el sistema penal. No lo dudamos. La víc-
tima resultó al principio sorprendida. No es frecuen-
José Luis era un chaval con cierta deficiencia mental, te que nadie se preocupe por las personas que han
pero gracioso, entrañable y cariñoso como ninguno. sido objeto de delitos. El proceso se centra de tal
Si hubiera vivido en una familia «normal», con un manera en el castigo del culpable que se olvida de
ambiente adecuado, educación y estímulos, habría cosas elementales: escuchar y acoger a la víctima,
sido alguien perfectamente integrado, y sus discapa- reparar el daño, posibilitar que el infractor no reinci-
cidades habrían pasado casi inadvertidas. Sin embar- da, etc. Tras unos momentos de cierta tensión, des-
go, la mala fortuna le hizo nacer en una familia sin pués de relatar indignado que era el tercer robo de
padre, con una madre olvgofrénica, una hermana con coche en dos meses, se avino al encuentro con «su»
retraso mental y un hermano drogodependiente. Lo ladrón frustrado. José le contó por qué lo había
he defendido muchas veces. Siempre pequeños deli- hecho, y el estado tan deplorable en que se encontra-
tos, como la vez que lo pillaron dentro de una paste- ba aquella noche.
lería... comiendo bocaditos de nata, con la cara reple- - Sí, sí, lo que quieras... pero ¿te imaginas el
ta de ídem y sin habérsele ocurrido tocar la caja susto que me llevé cuando llamó a la puerta la Policía
registradora. Sin embargo, en aquella ocasión lleva- Nacional a las cuatro de la madrugada? ¿Quién me
ba su defensa Eva, otra compañera del colectivo quita ese disgusto? -inquiría con vehemencia
«Apoyo». Vicente, que así se llamaba la víctima.
El asunto cosa es que José se encontró con un - Yo..., yo... iba «tó puesto» y no sabía lo que
colega, no mucho más listo que él, y se empeñaron hacía... Lo siento de verdad, perdóneme.
en llevarse un coche que estaba aparcado en una calle - Sí, perdóneme, perdóneme... pero a toro pasa-
vallecana. Su inexperiencia en estas lides, la prisa do... -remachaba con retintín la víctima.
por rematar y unos cuantos «rohipnoles» de más hi- - Estoy dispuesto a empezar un tratamiento para
cieron el resto. Lo lanzaron calle abajo, el colega al que esto no vuelva a pasar... quiero desenganchar-
volante, y José, claro, empujando un coche que se me... -iba desgranando explicaciones, cabizbajo,
resistía a poner el motor en marcha. Tanto tardaron, José.
y tal escandalera habían montado, que les pilló la De vez en cuando intervenía Cuca, la mediadora,
Policía Nacional «in fraganti», alertada por los veci- para reconducir el diálogo. Nunca había presenciado
nos. Fue detenido, y se abrieron diligencias previas un encuentro así. La verdad es que es todo mucho
en el Juzgado. Como tenía antecedentes penales, la más sencillo y personalizador que esa temible má-
cosa se ponía fea, y aceptar la entrada en prisión de quina burocrática de la Justicia Penal, que acaba
62 15 HISTORIAS OCULTADAS FE EN LA HUMANIDAD 63

machacando a la vez al infractor y a la víctima, para, no implicara el ingreso en prisión de José y valoró
a la postre, no resolver más que su propia estéril per- muy positivamente este arreglo extrajudicial.
petuación. Finalmente, la cosa quedó en que durante A la vuelta, en el coche, comentaban Javi y Cuca,
tres fines de semana José tendría que lavar el coche que también habían asistido al juicio, cómo la gente
de Vicente y dejárselo «como una patena». Sólo es mucho mejor de lo que suponemos. Estamos tan
acudí a la primera limpiada. Pertrechado de cubo, acostumbrados a ver el lado negativo de las cosas
trapo y jabón, allí estaba nuestro José en el lu-gar que siempre esperamos del otro lo peor. De las vícti-
prefijado. Vicente fue con sus hijos. Dio comienzo la mas se espera el odio implacable hacia sus ofensores,
fiesta. Nunca mejor dicho, porque el pobre José, tan el deseo de castigo y la venganza. Pero no siempre es
poco hábil con la manguera como con el «puente», así. Más bien es al contrario, sobre todo cuando bus-
manchaba y empapaba más que otra cosa. Venció camos fórmulas que permiten drenar ese inevitable
nuestra paciencia. Al unísono, todos cogimos trapos primer sentimiento violento que a todos nos sube por
y, entre risas, nos aprestamos a dejar el coche relu- el cuerpo al experimentar que hemos sido injusta-
ciente. Así quedó. Para rematar la faena, la víctima mente tratados. Si facilitamos el encuentro sincero
nos invitó a todos a una caña. entre ofensor y ofendido, damos espacio y acogida a
Cuando llegó el día del juicio, el sorprendido fue los sentimientos más allá del «teatrillo» que supone
el Juez. No se creía lo que estaba pasando: la defen- el proceso y vamos eliminando violencia, al tiempo
sa de José la llevaba la víctima del delito: que buscamos soluciones efectivas, esas bajas pasio-
- Señoría, no quiero que José Luis (le llamaba nes se diluyen... En el fondo, todos anhelamos una
por su nombre) vaya a la cárcel. Yo ya me doy por explicación -¿por qué me robas?, ¿por qué me agre-
satisfecho, yo no quiero nada... des?...-, y muchas veces -decía Cuca, con bastantes
- Pero, bueno, ¿a usted le han intentado robar el mediaciones de experiencia- esa respuesta es la
coche o no? reparación que más pide la víctima, más incluso que
la devolución del dinero.
-Pues... pues...
- ¡Pues sí o pues no! Conteste usted de modo La alegría por el buen resultado del juicio y el
claro. perdón generoso de Vicente -también acabamos
- Bueno..., sí..., claro... digo yo que sí... conociéndolo por el nombre- nos devolvió un senti-
- Pues ya está -dijo con alivio el Juez-, eso es lo miento profundo de confianza en los seres humanos.
que yo quería saber; deje usted que yo resuelva des- Nuestro gozo se vio súbitamente interrumpido
pués en sentencia qué hacemos con el muchacho. por los siempre impertinentes pitidos del móvil de
El juicio fue una preciosidad. El desconcierto del Javi Baeza. Era Wensy, el chaval que vive con Josito.
Juez y del Fiscal contrastaba con la inoportuna cara Preguntaba si sabíamos algo de él. Había marchado
de satisfacción de José -ya sabemos cómo son estos de excursión el día anterior con un grupo de mucha-
mozos- y el cierto enfado de Vicente, que no acerta- chos -entre ellos, alguno que estaba haciendo el pro-
ba a entender por qué la Justicia tenía que cebarse en grama de mediación- y no llamó ni el día anterior ni
un conflicto que ya estaba resuelto de puertas de la en toda la mañana, como habían quedado en hacer.
Sala afuera. Al final, el Fiscal solicitó una pena que Sólo al día siguiente supimos la respuesta.
64 15 HISTORIAS OCULTADAS FE EN LA HUMANIDAD 65
Pretendían hacer una ruta espeleológica. Iban al tiempo, sobre todo lo último, ya casi a oscuras, y
pertrechados de frontales, linternas y más buena vo- ejecutado de la peor forma posible.
luntad que experiencia. Alguno, al poco de entrar en Quedó colgado en la menos ventajosa posición.
la cueva, decidió darse media vuelta, porque le entra- Después de unos largos minutos intentando buscar
ba claustrofobia. El espectáculo era alucinante, los puntos de apoyo, vio que era imposible salir sin
frontales iban iluminando las salas repletas de esta- ayuda. El abismo a sus pies y la oscuridad por do-
lactitas y estalagmitas, salteadas de diversas figuras quier. Había recorrido las cuevas bastantes veces,
que el agua y las sales iban configurando capricho- pero el resto del equipo era virgen. Lo mejor era salir
samente. A espacios amplios seguían pasillos autén- en busca de ayuda. Al cabo de media hora colgando
ticamente tortuosos por los que difícilmente cabía el en el vacío, empezó a notar los primeros efectos de
cuerpo. Quien ha salido con frecuencia a la montaña tan forzada posición. La caja torácica iba padeciendo
o a las cuevas, sabe que estos ámbitos naturales faci- las consecuencias de la presión de cerca de 100 kilos
litan una auténtica lección sin palabras sobre lo esen- muertos, y la respiración se le iba haciendo cada vez
cial: todos somos necesarios; si uno se detiene, se más trabajosa. Por otra parte, la cuerda no dejaba de
para toda la cordada; hay que seguir el ritmo del más presionarle bajo las axilas, con lo que, poco a poco,
débil; el más fuerte es el que más debe ayudar... O iba perdiendo la circulación y la sensibilidad. Se
sea, ¡lo mismito que en la vida política o económica! quedaron cerca de él dos muchachos, y los demás se
En algún momento cumplieron con el ritual. fueron en busca de ayuda urgente.
Apagaron los frontales y quedaron en silencio abso- A oscuras y en silencio, sólo roto por las risas
luto. Sabiendo que estás cientos de metros bajo tie- nerviosas de los acompañantes, el tiempo pasaba
rra, incomunicado con el resto del mundo, el silencio muy despacio. «El colgado» alternaba la oración con
absoluto impresiona. Los chavales no lo aguantan breves diálogos con quienes se habían quedado en el
demasiado tiempo y se ponen nerviosos. Quizá a túnel varios metros encima. Como un mantra, se
todos nos asusta encontrarnos a solas con nosotros repetía a sí mismo el manual de emergencias, la
mismos. importancia de mantener la sangre fría, la fortaleza
Los monos de los expedicionarios iban recu- psicológica, la necesidad de mínimos pero aliviantes
briéndose de barro, sobre todo después de atravesar cambios de postura... Todo parecía inútil para evitar
reptando varios túneles repletos de barrizales. un creciente tuteo con la muerte, que aguardaba a
Llegaron a la zona más dificultosa. Josito iba el pri- que un nudo atropelladamente hecho se deshiciera
mero; a dos metros, el siguiente..., y así hasta los para siempre, o que el cuerpo dejase de aguantar y se
ocho que entraron. Cuando estaba descendiendo por precipitara a la sima. Sólo quería silencio. Sin fuer-
un tubo peligroso, súbitamente se le fue la luz del zas, le agotaba hasta el monosílabo con que contes-
frontal. No tenía posibilidad de encenderla en la taba a las preguntas angustiadas de sus impotentes
complicada postura en que estaba. Intentó poner en amigos. No esperaba ningún milagro. Sólo pedía a
funcionamiento la linterna de reserva, y todo ocurrió Dios serenidad y fuerza. En varias ocasiones sintió
de golpe: se le cayó la linterna al abismo, perdió pie fuertemente la tentación de soltar el mosquetón que,
y consiguió asegurar un mosquetón a una cuerda paradójicamente, le unía a la vida, pero que le estaba
corta que llevaba. Ni él sabe cómo pudo ocurrir todo causando un dolor cada vez más insoportable. En
66 15 HISTORIAS OCULTADAS l'l<: EN LA HUMANIDAD 67

situaciones límite se vive con intensidad la contra- do por la otra entrada. Iban acompañados de otro de
dictoria condición humana. los muchachos. Los nuevos compañeros se limitaron
Tras varias horas, en un momento en que parecía a preguntar qué tal estaban todos y a echar un rápido
que las fuerzas cedían y el desenlace fatal era inmi- vistazo a las heridas y gafas rotas del accidentado.
nente, el chaval más próximo a la víctima inició una Al cabo de un buen rato, y como la marcha era
peligrosa maniobra, con el fin de arrancarle de una lenta, «el Cucus» dijo en voz alta:
fatal y segura caída. - Creo que deberíamos ir más ligeros, no sea que
- ¡No te muevas de tu sitio! ¡Basta con que se la se monte el follón con la Guardia Civil.
pegue uno! -remachó con algún taco, infrecuente en - Si ya está montado... -contestó alguien desde el
él, el fallido jefe de expedición, pretendiendo afirmar fondo.
con más autoridad sus palabras. - ¡Pero no vamos a hacer que venga la Guardia
- ¡No voy a dejar que mi Cucus -así le llaman los Civil!
chavales «silvestres», los de fuera de las verjas de la -Ya está aquí, dijo la misma voz.
parroquia- se caiga! - ¿Queeeé?
- ¡Te digo que no te muevas! - Que nosotros somos la Guardia Civil.
Inútil debate. Kiki -que se había incorporado a - Pero... ¿con estas trazas?
los expedicionarios de madrugada, después de des- - Hombre, no querrás que entremos aquí con el
pertar a medio pueblo, para soberano enfado del tricornio de charol.
cura-, a pelo, sin la cuerda de seguridad, aprove- Llevaba cada uno un casco con pegatinas, un
chando la cuerda de la que pendía el cuerpo -¡lo que mono de cada color. Todo menos uniformidad. Eran
aguantó aquel nudo!- y haciendo unos equilibrios tres hombres jóvenes que, durante más de una hora,
dignos de cualquier trapecista, consiguió, en arries- se confundieron con el resto de los expedicionarios.
gada maniobra, descolgarse por debajo y empujar el Se hacían llamar por el nombre de pila. Ni un rastro
cuerpo agotado de Josito hasta una posición que per- de jerarquía. Ni una pregunta. Ni un reproche. Pura
mitió engancharle un pie a una grieta y «descansar» camaradería. Nadie podría imaginar que aquellos
así, boca abajo, permitiendo que la sangre volviera a chicos eran guardias civiles. En la boca de salida, en
circular por los miembros superiores, que habían lo alto del monte, un helicóptero, el grupo de rescate
sufrido un forzado torniquete, y permitiendo que la en montaña, muchos guardias, estrictamente civiles
caja torácica pudiera expandirse. Ya sin ningún esta vez, sin más armas que las cuerdas y los mos-
soporte, puso su espalda contra la de Josito, y nadie quetones -era como un monte lleno de pinos verdes,
sabrá cómo este larguirucho mozo consiguió hacerlo describía gráficamente el muchacho infractor, que no
subir hasta un punto en el que pudo izarse por sí podrá olvidar fácilmente tan aventurados trabajos en
mismo. Acabaron extenuados, pero lograron descen- beneficio de la comunidad-. Todo acabó en una fra-
der a un nivel inferior, y durante más de una hora ternal chuletada. Los periódicos del día siguiente
quedaron tumbados, agotados y en silencio. dieron una versión novelada del rescate que protago-
Decidieron proseguir la marcha, en busca de la nizaron Kiki y el resto de compañeros.
otra salida. Iban lentos y cansados. Se encontraron No deja de ser curioso que las dos historias aca-
con otros espeleólogos que, al parecer, habían entra- ben de la misma forma. Fiesta final entre ladrón y
68 1 5 HISTORIAS OCULTADAS

víctima, chuletada de silvestres y beneméritos. ¡Mal- 8


ditas etiquetas! Cuando los seres humanos nos en-
contramos desde lo que somos, desde lo mejor de lo Peter Pan y Caperucita
que tenemos, cuando los prejuicios ceden el paso al
diálogo sincero, cuando definimos desde las posibi-
lidades y no sólo desde los problemas, cuando nos
encontramos con el otro no desde su necesidad sino
desde sus oportunidades, cuando abandonamos eti- La noche estaba muy avanzada. Teresa tenía por cos-
quetas, prejuicios y uniformes, ¡cuánto cambia todo! tumbre leer antes de dormir. Era una mujer que lle-
Aquel día, cuando, cansado, me zambullí entre vaba más de veinte años compartiendo su vida y su
las sábanas de mi cama, el recuerdo de estas dos his- casa con chavales y chávalas que no tenían lugar
torias me reconcilió con mi especie. Di gracias a donde crecer; también acogía a personas que salían
Dios por los seres humanos, por su capacidad para de la cárcel. Esa noche, todos parecían dormir; pero
perdonar y renacer, por la creatividad y la audacia entre la penumbra de su cuarto apareció, como un
que ilumina caminos inéditos no-violentos para reflejo de luz, una sonrisa inquieta en un cuerpo
resolver conflictos, por los brotes de generosidad que menudo: Jennifer. Traía un trozo de papel que había
les llevan a jugarse la vida por sus semejantes. Y, escrito con unas letras grandes colocadas en renglo-
antes de empezar a soñar, recordé que lo mejor de lo nes torcidos: «Mami, hoy dormimos en el colchón
que somos no es propiamente nuestro: se lo debemos para que tú descanses en la cama. Te queremos,
a otros. Nadie puede conquistar el título de hijo, Jimmito y Jennifer». En ese mismo papel había dibu-
nadie se construye a sí mismo... Debemos mucho a jado a su familia: papá, mamá y dos niños pequeños.
muchos de hoy y de ayer. ¡Qué bonito es saber pro- Junto a ellos pintó cuatro líneas rectas en forma de
nunciar la palabra «gracias», que nos recuerda que cuadrado, simulando una casa. Sobre el tejado había
no somos autosuficientes, que siempre estamos en escrito unas palabras: «triste casa». Jennifer percibía
deuda con otros...! Y me venció el sueño. que en su familia no había espacio para la alegría.
Todos estaban separados, y ella no llegaba a com-
prender los motivos; quizá sus siete años lo dificulta-
ban. En cambio, percibía con absoluta nitidez que su
madre sufría. Aquella noche había salido a trabajar, y
regresaría tarde. Intuyó que su madre llegaría cansa-
da y, por ello, le había dejado su cama. Jennifer tuvo
que dormir en el colchón que se encontraba tirado en
el suelo. Se despidió con un beso y salió del cuarto
con la misma sonrisa de inquietud con la que entró.
Jimmy había cumplido cinco añitos y acababa de
salir de la cárcel. Allí, junto a Diana, su madre, vivió
los cuatro primeros años de su vida. Sufrió los mis-
mos recuentos diarios y soportó los estruendosos y
70 1 5 HISTORIAS OCULTADAS l'I-THR PAN Y CAl'HRIICHA 71

desagradables ruidos que hacían las puertas de hierro nada se adaptaba a las necesidades específicas de las
de las celdas al cerrarse. No veía árboles, sino muros mujeres ni de los hijos que vivían con algunas de
de hormigón y alambre de espino. En vez de correte- ellas. Todo ello quedaba agravado por la aplicación
ar entre el alboroto infantil de un parque, retozaba indiscriminada de las medidas de control y vigilancia
entre mujeres de distintas etnias, países y culturas existentes en las prisiones de hombres, sin tener en
que habían sido condenadas por actuar como «corre- cuenta el escaso peligro real que las mujeres repre-
os» para transportar droga; la mayor parte de ellas lo sentan. Estos departamentos de población femenina
hacían engañadas; otras, bajo la amenaza de muerte e infantil, al encontrarse segregados dentro de una
a algún familiar, o por estricta necesidad. La extrac- prisión de hombres, provocaban que las mujeres
ción social, económica y cultural de estas mujeres tuviesen un acceso más restringido, cuando no eran
revelaba una auténtica explotación al servicio de excluidas del uso y disfrute de instalaciones comunes
redes eminentemente masculinas de tráfico de dro- de la prisión (polideportivo, biblioteca, salón de
gas, cuyos organizadores nunca eran detenidos. actos). Apenas había talleres productivos, y los exis-
Jimmy también jugaba junto a muchachas heroinó- tentes eran los más duros, los peor pagados, los que
manas, víctimas en su mayoría de la exclusión social, habían sido rechazados en los centros penitenciarios
de la desigualdad de oportunidades y del paro. Éstas de hombres. Tampoco había talleres formativos, y los
solían cumplir condena por robar para sufragarse el que existían reforzaban el papel doméstico (corte y
consumo de drogas. Jimmy no conocía la alegría. confección, peluquería, manualidades, cocina...), y
Tampoco la ternura de una madre risueña y tranqui- no se las preparaba para poder trabajar fuera del
la, porque la suya vivía llena de desconfianza, temor hogar cuando saliesen en libertad.
y agresividad. Aprendió a convivir entre la violencia El hijo y su madre llegaron a casa de Teresa la
y la soledad que presidía las relaciones humanas den- víspera de Nochebuena con varias bolsas llenas de
tro de la cárcel. Hoy, ya en libertad, se pone a tem- ropa. En cuatro años, eran las primeras Navidades
blar y comienza a llorar cuando ve a una mujer ves- que disfrutaban en libertad, sin recuentos, sin violen-
tida de azul, pues las confunde con funcionarías de cia, sin sumisión, con todas las posibilidades para
prisiones que quieren encerrarlo en la celda. No decidir por sí mismos sus actitudes, movimientos y
puede dormir con la puerta de la habitación cerrada actividades, y para poder ir de aquí allá, o a ningún
y tampoco puede escuchar el mido de un manojo de sitio.
llaves. El primer día de libertad, Jimmy acompañó a su
Diana y Jimmy habían salido de permiso para madre a la puerta de la cárcel para esperar a Emel, su
pasar las navidades en casa de Teresa. Los dos lo padre, que también se encontraba preso por el mismo
habían pasado muy mal. Diana, más consciente de la motivo que Diana. Cuando le vio, se le quedó miran-
situación, vio cómo su condición de mujer y madre do sorprendido. Le preguntó con cierta ingenuidad:
le fue arrebatada por la institución penitenciaria, y - Papi, ¿no te habías muerto?
cómo había sido convertida, poco más o menos, en Parecía una pregunta poco apropiada para brotar
una cifra de recuento. Estaba en un departamento de los labios de un niño de cuatro años. Disfrutaron
situado dentro de una cárcel habitada, construida y de los seis días de permiso navideño, transcurridos
pensada estructuralmenle para hombres y que en los cuales, tuvieron que volver a la cárcel. Rehicie-
72 15 HISTORIAS OCULTADAS I'ITKR PAN Y CAPERUCITA 73

ron las maletas, metieron los juguetes en bolsas de - Jennifer, las cárceles no tienen que existir, por-
plástico, y todo volvió a ser como antes. ¡Qué tor- que es una cosa que causa sufrimiento a las personas
mento y angustia debieron de soportar al oír cerrase que están dentro y a las familias que están fuera. No-
tras ellos el portón de la prisión! sotros no vamos a poner ninguna cárcel, porque no
A los tres meses, Diana y Jimmy salieron en régi- va a ser necesario. En cambio, vamos a poner una
men abierto. Fueron a vivir a casa de Teresa hasta panadería y algunos comercios para que todos los
que Diana encontrase un trabajo que le permitiese habitantes del reino tengan trabajo y puedan comer.
alquilar un piso, mientras esperaban que Emel que- Nombraremos a un rey que sea humilde, que le guste
dase en libertad. Diana fue pensando en reagrupar a servir a los ciudadanos. Tendrá que trabajar algunas
su familia; sólo quedaba una hija en Colombia. mañanas en la panadería despachando pan, para
Gracias a las gestiones de José Antonio, un amigo de conocer a la gente del pueblo. Deberá vivir en una
la familia que les ayudó mucho, pudieron traerla. Se casa sencilla, como los demás. Su sueldo será apro-
ximadamente el mismo que el de los habitantes del
trataba de Jennifer, una niña muy morena, con unos reino. No podrá acumular riquezas ni construir enor-
preciosos ojos negros, grandes y un poco tristes. Al mes monasterios. Repartirá los bienes entre quienes
llegar al aeropuerto, lo primero que hizo fue mirar a no tienen lo necesario para vivir. Las habitaciones
Diana y preguntarle: del castillo estarán abiertas para las gentes que no
- Mami, ¿por qué me abandonaste en Colombia tengan casa. Por eso, en nuestro reino no se necesita-
y te viniste solo con Jimmy? rán cárceles. Colocaremos muchas ventanas y
Diana no pudo responder. muchas puertas para que las personas puedan venir a
Jennifer no entendía nada de lo que estaba pasan- visitarnos cuando quieran y puedan marcharse cuan-
do desde hacía cuatro años. Cuando preguntaba por do prefieran, para que entre la luz y oigamos cantar a
sus padres, la contestación que le daban en Colombia los pájaros.
era siempre la misma: estaban trabajando. Pero ella Con esta conversación, Teresa tuvo la impresión
intuía algo distinto. Colocamos a la niña en la misma de que ella quería provocar que le hablase de su
habitación que su madre y Jimmy. padre y de su madre. Diana ya le había pedido ayuda
Preguntaba incesantemente por su padre. A la para contar a Jennifer todo lo ocurrido en aquellos
semana de llegar, fueron a verle a la cárcel donde su- cuatro años. Aceptó.
puestamente trabajaba. La comunicación fue sin ba- Al día siguiente entraron en su cuarto. Se senta-
rrotes, en una sala, pero al volver a casa pudieron ron en el sofá de colores, y Teresa hizo lo propio en
percibir que la niña no se creía lo que la habían con- la vieja silla de mimbre. Diana había traído a
tado; su padre no podía estar trabajando en un sitio Jennifer para contarle lo que estaba pasando. No
tan raro. Es más, cuando por la tarde Teresa y ella se sabía nada o, al menos, eso parecía. Todo le era des-
pusieron a construir un castillo con unas piezas de conocido. Comenzó a jugar con un cojín. Se lo tira-
plástico, dijo: ba. Se lo devolvía. Le hacía cosquillas. Sus ojillos
- Nos falta la cárcel; ¿por qué no la ponemos vivos y graciosos transmitían una enorme inquietud.
aquí? Diana, junto a ella, la miraba tiernamente. Había lle-
A pocos niños de siete años se les hubiese ocu- gado el momento, después de varios años, de que su
rrido hacer una pregunta así. hija se enterase de la verdad.
74 15 HISTORIAS OCULTADAS PETER PAN Y CAPERUCITA 75

- Jennifer, cuéntanos qué has hecho en Colombia - ¿Quieres que te lo cuente? ¿Quieres saberlo?
estos cuatro años -preguntó Diana con una sonrisa -preguntó Teresa.
en sus labios, intentando simular la tensión que tenía. - Sí, contestó.
- Iba al Colegio y jugaba mucho con mis amigui- En ese instante, la expresión de su rostro cambió.
tos. Algunos días iba a Serinsa con la abuela a ven- Dejó de sonreír, y sus ojos volvieron a encontrarse
der ropa y muñecas en un mercado ambulante. Pero con los de Teresa. Era el momento que estaba espe-
me lo pasaba muy bien. rando desde hacía mucho tiempo.
Estaba bastante nerviosa. Se estiraba las mangas - Mira, en Colombia, hace cuatro años, Jimmito
del jersey. Se movía continuamente. No paraba de se puso enfermo. Se cayó al suelo y se dio un golpe
reír y de quitarse la diadema roja que tenía entre su en la cabeza. La única forma de curarle era llevarle a
pelo negro. Diana no sabía cómo empezar. Las dos un buen médico que supiese operar la herida de tu
mujeres se miraron, y Diana dejó que fuera Teresa hermanito. Este médico, como era muy famoso,
quien diera la explicación. pedía mucho dinero.
- Escucha, Jennifer, Teresa te va a contar una - ¿Recuerdas si tus papas tenían dinero?
cosa... - No, muy poquito, como la abuela y la tía
Pero Teresa, en ese momento, pensó que habría Leonor.
preferido no estar allí. ¿Cómo debía empezar a con- - ¿Ves?, entonces, para que Jimmy pudiese curar-
tar que su padre estaba en la cárcel? ¿Qué era la cár- se, tus papas tenían que conseguir dinero. La única
cel? ¿Por qué estaba allí? ¿Qué habían hecho su forma era viniendo a España para ganarlo. Pero para
papito y su mamita? ¿Por qué no tenían una casa? ello tenían que hacer algo que no es bueno. Tenían
¿Por qué su madre había tardado tanto tiempo en que traer a España una cosa que se llama droga. Aquí
traerla junto a ellos? Me tocaba explicar todas las se vende muy cara, y en tu país cuesta poquito. Pero
respuestas. Comenzó de la mejor forma que pudo: la droga hace mucho daño a quien la toma, y por eso
- ¿Has preguntado alguna vez a mamita por está prohibida.
qué se fue un día y te dejó allí con tu abuela? -le - ¿Por traer medicamentos?, preguntó sorprendi-
preguntó. da; porque drogas en Colombia son medicamentos.
Sus grandes ojos negros se clavaron en los de - Sí, porque aquí en España no son buenas, y a
Teresa. Seguía riendo y jugando con la almohada. quien las trae o las vende lo castigan y lo meten en la
Cambió la mirada y la dirigió hacia su madre. cárcel. Cuando papito, mamita y Jimmy bajaron del
- No, no lo sé. Mamita, te he echado mucho de avión, la policía se dio cuenta de que la llevaban en
menos. El otro día, cuando llegué al aeropuerto, no la maleta y les llevaron a todos a la cárcel.
me acordaba de ti. Dije que me habían cambiado a - Pero la cárcel es para los malos -dijo.
mi mamita. Tampoco me acordaba de mi papito. Ahí ya no sabía qué contestar. Teresa miró a
Diana, estaba callada. Sus labios esbozaron una Diana, que estaba llorando con la cara oculta entre
mueca que dejó asomar una triste sonrisa. Sus ojos las manos.
estaban a punto de llorar. Agarró a Jennifer y la estre- - Mira, Jennifer, tus papas son buenos, porque
chó contra su pecho. vinieron a curar a Jimmy. Pero aquí, en España, lo
que hicieron está prohibido. Por eso les llevaron a la
76 15 HISTORIAS OCULTADAS PETER PAN Y CAPERUCITA 77

cárcel. Pero hicieron lo que tenían que hacer para - Mira Teresa, te voy a contar algo que me preo-
que Jimmy se curara; no podían hacer otra cosa. cupa enormemente. El otro día, en la cárcel, recibí
Teresa no podía explicar a la niña que las drogas una carta de Colombia en la que me amenazaban de
matan. Que muchos de los presos lo están por robar muerte. No sólo a mí, sino a toda la familia. La poli-
para conseguirla. Que los que están manejando todo cía, en algunas ocasiones, se suele quedar con algu-
el tráfico de drogas nunca van a la cárcel, porque no nas bolas de droga de las que hemos traído cuando
pueden descubrirlos o no quieren hacerlo. Que el llegamos al aeropuerto. Luego, los abogados que nos
problema no es una cuestión personal del que trae defienden y que son pagados por los grupos de trafi-
droga, sino que exige un enfoque macroeconómico cantes cuentan a la organización las cantidades que
en el que estén presentes no sólo estos países que la han sido descubiertas y las que faltan, porque en rea-
producen, sino los más industrializados y el Fondo lidad se las ha llevado la policía. De manera que nos
Monetario Internacional. Que ser delincuente no de- echan la culpa de que las hayamos perdido o escon-
pende tan sólo de la conducta delictiva, sino de que dido. Eso significa que, a cambio de que no nos ma-
le descubran a uno. Que la justicia penal no tiene en ten a alguno de nosotros, tenemos que devolver la
cuenta a las personas ni las situaciones, sino única-
mente los hechos. droga, pagarla o trabajar para ellos durante un tiem-
po hasta que obtengamos la cantidad que nos incau-
- Jennifer, cuando ayer fuiste a ver a papito, tó la policía. Cuando acabemos de cumplir la conde-
¿sabías que estaba en la cárcel? -preguntó Teresa na, nos harán volver a Colombia, porque hay orden
para explicar que su padre estaba en prisión. de que los extranjeros sean expulsados de España a
- No, porque en Colombia las cárceles son su país de origen para cumplir allí la libertad condi-
distintas. cional. Sólo algunos Jueces de Vigilancia penitencia-
- Pues mira, tu papito va a estar preso un año ria acceden a que algunas personas extranjeras se
más. Cada dos meses estará seis días con vosotros. queden. Con estas decisiones nos obligan a asumir el
Mamita ya está libre, y por eso está contigo. Dentro
de muy poco, podréis tener una casita alegre y toda riesgo de que nos maten o seguir delinquiendo. No lo
la familia junta. entiendo. Nunca permitiría que hicieran algo a algu-
- ¿De verdad? -preguntó abriendo los ojos no de mis hijos. Y lo peor es que en Colombia la vida
negros y esbozando una amplia sonrisa. no importa nada. Tiene un precio muy bajo. Es indi-
- De verdad. ferente matar hombres, niños o mujeres.
Ya había pasado todo. Diana se retiró las manos Teresa dejó que continuara hablando. Realmente,
de la cara. Llevaba mucho tiempo esperando decir la situación de Emel era angustiosa. De una decisión
todo esto y no había podido. Era algo que le remor- que no le correspondía tomar a él, sino a otras perso-
día constantemente por dentro. Se secó las lágrimas nas, dependía su vida, la de su familia y la de quie-
y abrazó a Jennifer. nes fuesen a consumir droga si Emel y Diana deci-
- Mamita, pero da igual. No llores. Yo los quiero dían seguir transportando esta sustancia de un lugar
mucho. a otro. En esta situación concreta, el funcionamiento
Esa misma tarde, Emel salió nuevamente de per- de las instituciones policiales y judiciales estaba fa-
miso. Teresa le notó un especial nerviosismo; su ros- voreciendo que estas personas volviesen a delinquir.
tro tenía una expresión de profunda preocupación. Planteó quién hace más daño realmente: si éstos o el
78 15 HISTORIAS OCULTADAS

propio engranaje del sistema penal y de la política de


extranjería. Se hace imposible llegar a comprender
9
estas situaciones tan injustas. Diana y Emel trajeron Distintas varas de medir
droga a España en unas circunstancias tan límite que
muchos habrían hecho lo mismo para salvar a su
hijo. Les juzgaron y les condenaron a ocho años de
prisión a cada uno. La familia se rompió, todos que-
daron separados. Emel en la cárcel de hombres de
Carabanchel, Diana y Jimmy en la de mujeres, y
Jennifer en Colombia. Encarcelaron al niño, porque Antonio se encontraba encerrado en la cárcel de Ca-
tenía que estar con la madre. Debe de ser bastante rabanchel. A través de una comunicación realizada
difícil soportar tanto dolor, angustia y sufrimiento. en los locutorios, exigió a su hermana, bajo la ame-
Entró la noche. Teresa estaba acabando de leer naza de quitarse la vida, que le metiera una papelina
las páginas de un libro cuando llamaron a la puerta de heroína en el dobladillo de una toalla. Su herma-
de su cuarto. na dudó, pero, ante la presión de su hermano y el
- ¿Se puede? -preguntó una vocecita. riesgo real de suicidio que intuía, accedió a la solici-
- Sí, entra -contestó Teresa. tud. María cosió una papelina de heroína en el dobla-
Era Jennifer. dillo de una toalla y la colocó en una bolsa de depor-
- Mira, Teresa, quiero contarle algo. Cuando mis te junto a otras ropas. Los funcionarios encargados
padres se fueron un día, lloré mucho. Por las noches de controlar que los paquetes de los familiares no
soñaba con ellos. Pero nadie quería decirme cuándo contuviesen ningún objeto prohibido detectaron una
les volvería a ver. Yo era muy pequeña. Cuando mi anomalía en la toalla. Descosieron el dobladillo y
mamita me llamó y me dijo que iba a venir a España, encontraron la papelina. Levantaron acta de los he-
me puse muy contenta. Y aunque no me acordaba de chos, vieron el nombre de la persona que había depo-
ella, la quiero mucho. sitado en el departamento de paquetes la bolsa de
- Ya lo sé Jennifer, ella también os quiere mucho. deporte y dieron cuenta al Juzgado de Guardia, pues
- Gracias, Teresa. tal conducta era constitutiva de un delito de tráfico de
Le dio un beso, y la sonrisa inquieta en aquel drogas.
cuerpo menudo volvió a salir de la habitación. Se inició un procedimiento penal contra María.
Lamentablemente, Peter Pan continúa en la celda Acudió al Juzgado a declarar y expresó con sinceri-
de aislamiento, y Micky Mouse enchironado. Cape- dad lo que había ocurrido, así como la situación en
rucita fue devorada, y el lobo feroz sigue campando que se encontraba su hermano. Transcurrieron los
a sus anchas por el patio de la cárcel... Este cuento meses, y el fiscal solicitó para ella una pena de cua-
comienza así para los niños que, inocentes de todo, tro años de prisión. María quedó muy angustiada por
siguen viviendo junto a sus madres entre rejas. ¿A la incertidumbre que se cernía sobre su vida. Nunca
quién le importa? había estado en la cárcel, fuera de las ocasiones en
que había ido a visitar a su hermano. Si era condena-
da, tendría que separarse de su hija, de su marido, de
80 15 HISTORIAS OCULTADAS DISTINTAS VARAS DE MEDIR 81

su madre y de sus amigos. De todas formas, lo que tonio durante varios años y le conocía bien. Los
más le angustiaba era la dificultad para sobrevivir en magistrados admitieron la prueba.
la cárcel. Sintió mucho miedo. El juicio tardó varios Llegó el día del juicio. Habíamos quedado en el
meses en celebrarse. Lo peor es que ella no entendía edificio de la Audiencia Provincial. Subimos hasta la
por qué le pedían tantos años de cárcel, cuando lo puerta de la Sala, pero tuvimos que esperar una hora
que hizo fue dar a su hermano una papelina para que y media hasta que comenzó la sesión. Las manos de
no se quitase la vida. María sudaban, y su rostro expresaba un intenso de-
La defensa de María no podía consistir en negar sasosiego. Por delante de nosotros pasó Antonio, es-
los hechos de la acusación, sino en alegar y justificar posado entre dos guardias civiles. Ni siquiera nos
que había metido la papelina a su hermano para que dejaron saludarle. Le metieron en la secretaría de la
no se suicidase. Entre el mal que causaba dándole Sala, en espera de que le llamaran para prestar decla-
una papelina de heroína, aunque esta conducta era ración como testigo.
constitutiva de delito, y lo que podía evitar, la muer- El agente judicial nos mandó pasar. Yo me colo-
te a través de un suicidio, optó por meterle droga en qué en la mesa de la izquierda, justo enfrente del fis-
la cárcel como la solución menos dañina. Antonio, cal. A María la obligaron a sentarse en una silla situa-
días antes, había intentado matarse en un par de oca- da delante de los magistrados.
siones. Una, cortándose las venas de un brazo, y otra, - Póngase en pie -dijo uno de los tres magistra-
tragándose dos pilas. La clave de la defensa para dos-. ¿Cosió usted en una toalla, el día 13 de febre-
conseguir la absolución era demostrar al Tribunal la ro de 1996, una papelina de 0,002 gramos de he-
existencia de un estado de necesidad. Para ello era roína para intentar introducirla en la cárcel y hacér-
imprescindible acreditar que la vida de Antonio esta- sela llegar a su hermano?
ba en peligro y que la única forma de evitar el suici- - Sí, contestó María, pero lo hice porque pensé
dio era metiéndole la droga. Justificar la gravedad y que se iba a suicidar. Me amenazó con quitarse la
veracidad de la amenaza del posible suicidio, podía- vida si no lo hacía.
mos hacerlo practicando el día del juicio una prueba - Está bien, dijo el magistrado, conteste a las pre-
pericial consistente en un informe psicosocial de la guntas del fiscal.
historia penitenciaria de Antonio. Solicitamos al Tri- Éste tomó la palabra.
bunal la comparecencia de Jesús Valverde, un psicó- - Con la venia, señoría. ¿Intentó usted meter una
logo que durante más de veinte años se venía dedi- papelina de heroína a su hermano?
cando a atender a muchachos de barrios con proble- - Sí, contestó María. Lo hice porque tuve miedo
mas de drogadicción. Su despacho no tenía mesa, de que mi hermano se matase. La semana anterior
pues en la mayoría de las ocasiones utilizaba los ban- había intentado quitarse la vida dos veces. Por eso lo
cos de los parques; también era profesor de la hice.
Universidad Complutense y había escrito varios - ¿No podía usted haber ido a hablar con el direc-
libros que son utilizados como instrumentos impres- tor de la cárcel o con el psicólogo para evitar el
cindibles de formación por muchas gentes que se de- suicidio?
dican a acompañar a personas en dificultades. Jesús - Pues ni lo pensé. Poder hablar con él es casi
había realizado el seguimiento psicológico de An- imposible; y, de habérselo dicho, pensé que podían
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sancionar a mi hermano y condenarlo al aislamiento - ¿Cuántas veces le han ofrecido algún trata-
o cambiarlo de cárcel. Por eso decidí meterle la miento de rehabilitación de drogodependencia en la
droga y no decir nada. cárcel?
El fiscal no hizo más preguntas. Llegó mi turno - Ninguna.
para preguntar, pero María ya había contestado lo - ¿Habla con frecuencia con el psicólogo de la
que nos interesaba para su defensa. prisión?
- Que entre el testigo, pidió el magistrado. - No. En la cárcel no se puede hablar con él. Te
El agente judicial salió de la sala, y a los pocos llama al principio de comenzar la condena, aunque
instantes apareció en la puerta un guardia civil pi- no hablas con él más de diez minutos, y luego rara
diendo permiso para entrar en la Sala. Condujeron a vez vuelves a verle.
Antonio hasta una silla que se encontraba justo al - ¿Ha tenido usted algún intento de suicidio?
lado de María. No le quitaron las esposas ni le deja- - Sí, varios. Antes de pedir a mi hermana la
ron sentarse. droga, intenté matarme dos veces. Me corté las venas
del brazo derecho, pero los funcionarios se dieron
- ¿Es usted Antonio Ferrer? cuenta, me llevaron a la enfermería y me cosieron. A
- Sí -respondió el aludido. los dos días me tragué dos pilas de radio.
- Pues conteste a las preguntas del Ministerio - No hay más preguntas, señoría.
Fiscal. No era conveniente seguir preguntando más. Se
- Con la venia, señoría. ¿Solicitó usted a su her- estaba poniendo muy nervioso. Sus contestaciones
mana que le metiese droga en una toalla? fueron muy breves, pero sirvieron para encauzar la
-Sí. declaración posterior del psicólogo.
El fiscal no quiso hacer más preguntas. Apro- Comenzó la prueba pericial. Llamaron a Jesús.
veché mi turno para ir mostrando a los magistrados Le invitaron a decir la verdad y a contestar con sin-
la historia de la vida de Antonio. ceridad a las preguntas que le hiciesen.
- ¿Es usted drogodependiente? - La defensa puede formular las preguntas que
-Sí. considere pertinentes -señaló el magistrado dirigién-
- ¿Desde cuando? dose a mí.
- Desde los catorce años. - Con la venia, de la Sala. ¿Puede describirnos
- ¿Cuántos años ha pasado usted en la cárcel? algunas características de la situación social en la
- Entré con 16 por primera vez. Tengo 33. Apro- que Antonio creció?
ximadamente, 14 años; pero, desde la última vez que - Sí, claro, respondió Jesús. Antonio nació hace
salí, 8. 33 años. Residía en el barrio de Vallecas. Vivió en un
- ¿Sigue usted consumiendo drogas en la cárcel? hogar poco acogedor y lleno de tensiones, motivadas
-Sí. por los frecuentes altercados. El padre, albañil de
- ¿ Pueden las personas en la cárcel consumir profesión, autoritario y bebedor habitual, maltrataba
drogas? a menudo a la mujer y a los hijos, de los que, por otra
- Sí, igual que fuera; a veces es más fácil encon- parte, apenas se ocupaba. A los nueve años, Antonio
trar la droga dentro de la cárcel. tuvo que saltar de un segundo piso para salvarse de
84 15 HISTORIAS OCULTADAS DISTINTAS VARAS DE MEDIR 85

una paliza del padre. Por tanto, su imagen paterna no por la policía y enviado a prisión por primera vez.
pudo servirle como modelo de identificación positi- Desde entonces entró once veces en la cárcel, con
va ni como punto de referencia para un adecuado pequeños y esporádicos períodos de libertad.
proceso de socialización. El padre acabó por aban- Jesús se interrumpió. Tenía yo que volver a pre-
donar a la familia. La madre era una mujer paciente, guntar, y ahora debía hacerlo sobre las consecuencias
generosa y complaciente con los hijos. Antonio que la cárcel había generado para Antonio. Miré los
siempre estuvo muy vinculado a ella, a pesar de que folios que tenía sobre la mesa y volví a preguntar:
trabajaba y estaba frecuentemente ausente del hogar. - ¿Podría relatarnos cuál fue y qué características
Su escolarización llegó hasta octavo de EGB. Pero se tuvo la primera experiencia penitenciaria de Antonio
adaptó mal a la escuela. Estudiaba poco. Era muy y cómo incidió en su proceso personal?
travieso. Se peleaba con los demás niños y faltaba - La primera prisión que conoció fue la de
mucho a clase. Pasaba muchas horas en la calle. A Daroca, en Zaragoza. Allí permaneció seis meses en
los catorce años comenzó a estudiar en la «Ciudad de régimen de aislamiento. Fue una experiencia horren-
los Muchachos» de Leganés. Nunca llegó a integrar- da, de la que él no quiere hablar. Esto les ocurre a
se plenamente, por su carácter tímido, por las difi- todos los que han vivido experiencias similares en
cultades que presentaba en sus relaciones con los campos de concentración o en campos de prisione-
demás y por sus actitudes de rebeldía. Finalmente, ros. No tenía con quien conversar y se pasaba el
fue internado en el Colegio del Sagrado Corazón. tiempo encerrado en su celda, a excepción de una
Luego, ya no volvió a vivir de un modo estable en hora diaria en que podía pasear. La celda estaba pin-
casa y comenzó una vida independiente. tada de verde, sin más mobiliario que el camastro y
Jesús había terminado de contestar a la primera el retrete, y sin más compañía que la de un pequeño
pregunta. Los magistrados y el fiscal le habían escu- transistor que, frecuentemente, debía apagar porque
chado con atención. Volví a dirigirme a él con una le aturdía demasiado. Pasaba las horas adormilado,
nueva pregunta: sin pensar en nada, sin imaginar nada y sin soñar
- ¿Coexistieron en Antonio circunstancias con- siquiera. Vivía vegetativamente, tal vez como defen-
cretas que le llevasen a consumir droga y a delinquir? sa contra la psicosis, contra la locura a la que temía
- Les explico -prosiguió Jesús-. Antonio mostró llegar. En las entrevistas que mantuve con Antonio
muy pronto curiosidad por los ambientes marginales, pude observar que dormía mucho, como queriendo
en los que las personas se drogaban y delinquían. De olvidarlo todo y no pensar en nada. Progresivamente,
esta forma, a los once años se inició en el consumo se iba sintiendo incapacitado para descansar, relajar-
de haschís, aunque hasta los dieciséis no consumió se y dormir placenteramente. Se ponía muy nervioso
heroína. Luego tomó cocaína y cuantas drogas en- por cualquier cosa. No percibía bien los estímulos
contraba, aunque su grado de adiccion nunca sería externos y no podía concentrar su mente en nada. Se
muy intenso. Para pagarse las sustancias que consu- sentía lento para pensar y coordinar ideas, desmoti-
mía, ya de muy joven cometía pequeños delitos que, vado, falto de mecanismos de protección y de auto-
inicialmente, la madre tapaba como podía. Desde control, con diversas molestias físicas. Se sentía in-
este momento, inició una carrera delictiva progresi- capaz de relacionarse satisfactoriamente con los
vamente creciente. A los diecisiete años fue detenido demás. A partir de esa experiencia en Daroca, An-
86 15 HISTORIAS OCULTADAS DISTINTAS VARAS DE MEDIR 87

tonio ya no pudo soportar más el aislamiento. Su per- la. La angustia, las fobias, y concretamente la claus-
sonalidad, en plena adolescencia, quedaría afectada trofobia, se hacen presentes de forma crónica.
y salpicada por continuos miedos y ansiedades. Por - ¿Sufrió Antonio otras experiencias penitencia-
ello, Antonio ni supo ni pudo estar mucho tiempo en rias con consecuencias graves para su personalidad?
libertad. - Sí; pero, para no extenderme, voy a hacer re-
Intenté yo profundizar un poco más en las conse- ferencia a dos que considero importantes -contestó
cuencias del aislamiento para comenzar a relacionar- Jesús; y prosiguió-: En el Centro Penitenciario de
lo con los intentos de suicidio. Para ello volví a hacer Preventivos de Madrid cumplió una condena de dos
otra pregunta a Jesús: años y ocho meses. Este último internamiento hizo
posible, estudiando el expediente que se encuentra
- Según su experiencia y sus conocimientos, en el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria Número 1
¿qué características presentan las personas que han de Madrid, seguir paso a paso la conflictiva carrera
sufrido aislamientos prolongados? de Antonio, su caída en una espiral de violencia, el
- Señores magistrados -comenzó Jesús interpe- progresivo empeoramiento de su conducta, así como
lándolos-, desde hace tiempo se conoce lo destructi- su abocamiento a una situación sin aparente salida.
vo que para cualquier persona resulta el aislamiento La cárcel le sancionaba implacablemente cualquier
prolongado. En las cárceles españolas existen unas comportamiento discordante. Las relaciones con los
setecientas personas en este régimen de vida. Pasan funcionarios le bloqueaban. No sabía reaccionar; lo
veintidós horas en una celda, dos horas de patio en hacía angustiándose, rebelándose con agresividad, a
solitario o con otro preso, siendo cacheados con des- la desesperada, para terminar perdiendo el control y
nudo integral al entrar y salir de la celda. En estos enloqueciendo. Antonio había sido trasladado al cen-
presos el sufrimiento aumenta hasta un máximo, a tro penitenciario de Madrid para asistir al entierro de
partir del cual decrece drásticamente, para caer en un una hermana suya que había fallecido en accidente
estado de indiferencia, apatía, embotamiento afecti- de tráfico. Se encontraba muy afectado y alterado.
vo, torpeza intelectual y autismo casi psicótico. El Para los funcionarios de la prisión, lo único impor-
efecto puede ser muy destructor para el psiquismo tante fue su comportamiento agresivo y desafiante,
humano. El sistema de referencias del sujeto que se por lo que fue conducido a una celda de aislamiento
había desarrollado en el mundo exterior se resque- e inmovilizado en la cama por prescripción facultati-
braja por completo. Los contornos se diluyen. El va, dadas sus amenazas de suicidio. Más tarde, el
espacio desaparece. Se pierde el sentido del tiempo. médico del centro emitía un informe en el que se
Se anula la voluntad y disminuye el sentimiento de la decía que el enfermo presentaba un cuadro de ner-
propia identidad. Se generan alteraciones cardíacas viosismo, estrechez de conciencia y obcecación en
y, además, tras la salida, se presentan cuadros de salir de prisión ese mismo día para ver a sus familia-
hipersensibilidad e hiperreactividad ante cualquier res. Le sujetaron con esposas. La Junta de Régimen
estímulo. La libertad es vivida como un nuevo encie- resolvió, por unanimidad, una sanción de diez días
rro, donde el tiempo queda detenido y los caminos de aislamiento por falta muy grave. Posteriormente
no conducen a ninguna parte. Se encuentran atrapa- fue trasladado a la prisión de Alcalá-Meco, para ser
dos en una vida limitada y sin fuerzas para cambiar- enviado más tarde a la de Herrera de la Mancha. En
88 15 HISTORIAS OCULTADAS DISTINTAS VARAS DE MEDIR 89

esta cárcel se le impuso una nueva sanción de siete complejo penitenciario de Carabanchel, donde el psi-
días de aislamiento. El día anterior, visiblemente quiatra le diagnosticó un «estado etílico con ligera
descontrolado, solicitó un cambio de celda, por no reacción de estrés por su situación penitenciaria, per-
llevarse bien con los compañeros. Le respondieron sonalidad psicopática y toxicomanía». El psiquiatra
que no había otra celda disponible, ante lo cual inten- le consideraba responsable de sus actos y lo devolvió
tó agredir a dos funcionarios, por lo que se le ordenó a prisión sin tratamiento alguno. Allí insistió de
pasar al departamento celular, teniendo que ser redu- nuevo en que le diesen pastillas, perdiendo el control
cido por la fuerza y esposado por sus amenazas de de sus nervios, gritando, insultando y amenazando
suicidio. En su defensa, Antonio respondió que todo con suicidarse, por lo que fue conducido a una celda
era cierto. Es evidente que se sentía derrotado, que de aislamiento, siendo sujetado a la cama con unas
no tenía nada que perder y que utilizaba la violencia esposas. Se pasó toda la noche dando gritos, moles-
como única forma de reafirmarse frente a los demás. tando a los compañeros y amenazando a los funcio-
Se sentía solo, no tenía amigos y no recibía apoyo de narios con ahorcarse.
nadie. Pero estaba claro que no soportaba el aisla- Jesús terminó de hablar, y yo aproveché para
miento. ¿Por qué lo provocaba? Probablemente para hacerle otra pregunta:
calmar una necesidad de autocastigo consecuente a - ¿Sirvió de algún modo la cárcel para solucionar
su incapacidad de autocontrolarse. Todo un círculo el problema de Antonio?
vicioso. Su situación se iba agravando hasta extre- - No -contestó tajante; y prosiguió-: En la cárcel
mos verdaderamente kafkianos, convirtiéndose poco nadie parecía tomar en consideración la angustiosa
a poco en un recluso-síntoma de la institución, cuya situación de este muchacho. Careció del más mínimo
Junta de Régimen parecía dispuesta a acabar para apoyo; y ante ello no encontraba más opción que la
siempre, y por medios expeditivos, con su «rebel- rebelión, la protesta y el recurso a las instancias judi-
día». A los dos meses, Antonio fue de nuevo sancio- ciales. Sus actitudes eran siempre evaluadas como
nado con catorce días de aislamiento por falta muy faltas disciplinarias, sin que se tuviese en cuenta la
grave, al haberse resistido a pasar el recuento de las imperiosa necesidad de someterlo a un cuidadoso
diez de la noche. Se había pasado toda la tarde, así tratamiento terapéutico. Así, se le fue llevando a un
como todo el día anterior, queriendo hablar con el callejón sin salida, a una situación de círculo vicioso
médico de la prisión o, en su defecto, con el Jefe de de la que él no podía salir por sí mismo, por los esca-
Servicios, sin conseguirlo. Decía sentirse nervioso, sos recursos psicológicos con que contaba.
porque en su galería le habían considerado como un - Por último -pregunté a Jesús-, ¿puede hacer
chivato, y temía las consiguientes represalias y pre- referencia a los dos intentos de suicidio que tuvo días
tendía que se le cambiase a otra galería. Por eso se antes de que amenazase a su hermana con quitarse la
negó al recuento hasta haber hablado con el Jefe de vida si no le metía una papelina en una toalla?
Servicios. Fue conducido a una celda de aislamiento. - Sí, en una celda de aislamiento. Antonio se au-
A los pocos días, sufrió una intensa crisis nerviosa, tolesionó, requiriendo varios puntos de sutura. Vol-
lo que motivó que la médico y la juez acudiesen a la vió a la celda en la que le mantuvieron esposado,
prisión. La doctora decidió trasladarlo al Hospital pues persistían sus amenazas de suicidio. A los dos
Psiquiátrico Penitenciario, ubicado en el mismo días fue trasladado al Psiquiátrico del Hospital
90 15 HISTORIAS OCULTADAS DISTINTAS VARAS DE MEDIR 91

General Penitenciario, donde se tragó dos pilas dio, en vez de introducir droga. En base a esta fun-
eléctricas. damentación, el fiscal entendía que no existía estado
- A su juicio, señor Val verde, ¿estaba fundada la de necesidad. Solicitó, de acuerdo con todo lo ex-
amenaza de suicidio que realizó ante su hermana? puesto, la pena de cuatro años de prisión.
- Es evidente el progresivo deterioro de Antonio Mi exposición fue también breve. El psicólogo
durante su permanencia en los distintos centros peni- había ofrecido suficiente argumentación. Quedaba
tenciarios. Lo acabo de explicar. Su comportamiento acreditado el intento de introducción de droga dentro
se ha ido haciendo cada vez más autista y autodes- de la cárcel. Pero más clara quedaba la adicción a las
tructivo. Está totalmente desorientado, desconfía de drogas de Antonio y su proceso de deterioro psíqui-
todo el mundo y carece de proyecto de futuro. En co provocado por el encierro carcelario. ¿Cómo iba a
este contexto, la amenaza podría ser seria y acudir María, o el mismo Antonio, a hablar con el
consistente. psicólogo de la prisión para evitar el suicido, después
El magistrado se dirigió al fiscal por si quería for- de tantos años de enfrentamiento con la cárcel?
mular alguna pregunta. No lo consideró conveniente. Seguramente, desde lo objetivo, es decir, desde nues-
Los fiscales, en general, a pesar de ser su obligación tras vidas, sobre todo de la del fiscal -porque desde
legal, no se interesan tanto por la persona y sus cir- la mía ya lo dudo-, hubiésemos acudido al psicólo-
cunstancias como por el hecho descontextualizado, go; pero ¿cómo acudir a quien ha provocado, o mejor
aunque aquéllas tengan consecuencias jurídicas dicho, la institución en que trabaja, los intentos de
directas en la capacidad de culpabilidad y en la deter- suicidio de Antonio? La argumentación de la situa-
minación de la pena. ción de necesidad era bien sencilla. Existía situación
El magistrado se dirigió al fiscal para que expre- de necesidad ante un peligro inminente, real y grave
sase la calificación definitiva sobre los hechos enjui- de quitarse la vida. Inminente, porque una semana
ciados, a la vista de todas las pruebas practicadas. anterior intentó suicidarse en dos ocasiones; real,
Mantuvo la misma calificación provisional, conside- porque así lo había manifestado el psicólogo en su
rando a María responsable de un delito de tráfico de declaración, después de detallar minuciosamente el
drogas por intentar introducir heroína en la cárcel. proceso de deterioro psicológico que Antonio había
En el mismo trámite procesal, nosotros nos mantuvi- padecido en la cárcel; y grave, porque el daño tenía
mos en la petición de libre absolución, en base a la como resultado perder la vida. Además, el otro requi-
concurrencia de la eximente completa de estado de sito exigido por la ley también concurría: el mal cau-
necesidad. sado, que consistía en dar una papelina de heroína a
El fiscal tomó la palabra para exponer a los una persona drogodependiente, era mucho menor
magistrados la justificación de su petición de conde- que el que se pretendía evitar: la muerte de su her-
na. Para él quedaba acreditado y probado el intento mano. En base a estos argumentos, solicitamos la
de introducir la droga en la cárcel. Respecto de la libre absolución.
única posibilidad de absolución basada en la concu- Cuando finalicé, dieron la palabra a María, por si
rrencia de un estado de necesidad, el fiscal entendía quería añadir algo más a lo que yo había expresado.
que no podía apreciarse, porque María habría podido Volvió a reiterar que intentó hacer llegar la droga a su
acudir al psicólogo de la cárcel para evitar el suici- hermano por miedo a que se suicidase.
92 15 HISTORIAS OCULTADAS

A las dos semanas recibimos la sentencia: libre


absolución. Pero aquí no acabó todo. El fiscal no
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quedó conforme y recurrió la sentencia ante el Tri- Frustrada libertad
bunal Supremo. Al año, aproximadamente, María
recibió la notificación de una nueva sentencia. El
Tribunal Supremo acababa de estimar el recurso del
fiscal y había revocado la resolución de la Audiencia,
utilizando los mismos argumentos. Se basaba en que
la situación de necesidad no existía, porque había
otros medios para haber evitado el suicidio; entre El padre de Rebeca estaba preocupado, porque hacía
ellos, podía haber acudido al psicólogo de la cárcel. varios días que no tenía noticias suyas. Marta, la
María quedaba condenada a la pena de cuatro años dueña de la casa en la que trabajaba, estaba algo
de prisión. inquieta porque últimamente llegaba tarde y con un
Sin embargo, por sorprendente que parezca, se aspecto muy descuidado. Rebeca llamó a nuestra
había cometido un error. A mí no me dieron la posi- casa antes de Navidad. El tono de su voz no nos
bilidad de impugnar el recurso del fiscal. Fui a la causó buena impresión.
Sala y comprobé que ésta había nombrado un aboga- Se encontraba en la fase de reinserción de un pro-
do de oficio para el recurso. No se habían dado cuen- grama terapéutico. No consumía drogas desde el día
ta de que yo estaba designado por María. Pensaron en que un Juez permitió, a cambio de no ir a la cár-
que la defensa ante la Audiencia la hice porque me cel por el robo que cometió, que cumpliera la conde-
designaron de oficio. Presenté ante el Tribunal Su- na en un centro de rehabilitación de toxicómanos.
premo un recurso de nulidad de actuaciones por Desde aquel momento habían pasado dos años. Su
indefensión. Todos los ciudadanos tenemos derecho proceso de rehabilitación fue lento y complicado.
a ser defendidos por abogados de nuestra confianza. Rebeca había sobrevivido demasiados años entre la
María lo tenía, por lo que no deberían haber nom- prostitución y la droga. Su personalidad estaba mar-
brado uno de oficio. A los cuatro meses, el Supremo cada por la huella de la soledad y la desconfianza.
admitió el recurso, anuló su resolución y ordenó que Desde las primeras visitas a la cárcel hasta el día en
me pasaran las actuaciones para impugnar o adherir- que le comuniqué la decisión del Juez, compartimos
me al recurso del fiscal. Hice el escrito y lo presenté. con cierta intensidad su vida. Salió de la prisión e
Tuvimos suerte, porque había correspondido a otros ingresó en el centro de rehabilitación. Durante los
magistrados la resolución del recurso, ante lo que las dos años que duró el programa, estuvimos cercanos,
posibilidades de absolución eran mayores. Al mes y en la fase de reinserción vino a vivir a nuestra casa.
siguiente, recibimos la nueva sentencia. Desestima- El verano acababa de comenzar. Pasamos el mes de
ron el recurso del ministerio fiscal y, en consecuen- agosto en casa de Nadal, el cura de Mallorca, junto a
cia, mantuvieron la libre absolución de María, que- otros amigos que en ese momento vivían en nuestra
dando definitivamente en libertad. casa.
Con el tiempo y la cercanía, conocí lo suficiente
a Rebeca como para seguir confiando en que sería
94 15 HISTORIAS OCULTADAS FRUSTADA LIBERTAD 95

capaz de vivir sin drogas y, así, evitar todas las difi- pasibilidad disimulaba el desprecio de que era obje-
cultades personales que aquéllas le habían causado to al ser convertida en una cosa a cambio de dinero.
durante su vida. Ahora bien, cuando hablábamos de El semáforo se puso verde, y arrancamos. Recorri-
sus ilusiones de futuro, me hacía dudar. Se callaba. mos la calle varias veces. Algunos cuerpos parecían
No era capaz de anticipar un futuro sin drogas. desvanecidos en espera de droga, esa sustancia que
Durante el verano nos reveló que salía con José, un en apenas unos minutos conducía del paraíso a la
muchacho al que había conocido en la comunidad y agonía más intensa. Sólo deseaban que algún coche
que había abandonado el programa de rehabilitación se detuviese y aceptase el precio por sus servicios.
sin finalizarlo. Había vuelto a consumir. El sentido La mayoría únicamente necesitaba dinero para qui-
común y la experiencia nos decían que, si Rebeca no tarse el mono.
renunciaba a esa relación, aumentarían las posibili- Esa noche la búsqueda de Rebeca resultó infruc-
dades de recaer; pero la libertad en la toma de de- tuosa. A la semana siguiente volvimos a probar suer-
cisiones es tan importante que exige ser escrupulo- te. Eran las dos de la madrugada. Giramos por la
samente respetada, a pesar de que en ocasiones, calle Sor Ángela de la Cruz y subimos por Capitán
desde nuestra historia de vida, tomaríamos caminos Haya. Las mismas mujeres. Unas, medio agachadas,
contrarios. se pintaban los ojos y los labios utilizando los espe-
A pesar de haber compartido con intensidad el jos de los coches. Al doblar la esquina, nos topamos
verano, dejamos de tener noticias suyas durante el con otra que se tambaleaba bruscamente; hacía poco
otoño. Sólo llamó un par de veces para que la ayudá- tiempo que habría utilizado el dinero obtenido.
semos a buscar trabajo. La llamada de su padre y la Detrás de ella, otra muchacha terminaba de fumar
información de Marta nos habían alarmado. Era pro- heroína en un papel de plata. Al final de la calle, una
bable que hubiese vuelto a engancharse y a buscarse niña de color, con unos quince o dieciséis años,
la vida en la calle. Habría incumplido la promesa que coqueteaba entre los automóviles.
una tarde hizo de no volver a alquilar su cuerpo para Entre dos mujeres había una que tenía unas ca-
meterse heroína en las venas. Esto no era imprevisi- racterísticas similares a las de Rebeca. Pasé a su altu-
ble, porque su novio, al que no había renunciado, ra y, efectivamente, era ella. Puse el intermitente, y
seguía drogándose. Era conveniente acercarse a ella nos detuvimos unos metros más adelante. Ella vio el
simplemente para acompañarla y charlar. coche, pero no sabía que era el nuestro. Miré por el
A principios de enero, decidimos salir a buscarla retrovisor: se dirigía directamente hacia nosotros.
por la zona en la que presentíamos que podría encon- ¿Qué pensaría cuando nos viese? Parecía estar en-
trarse. Dimos varias vueltas con el coche. Eran las vuelta en una coraza. Iba con un jersey de color rojo
dos de la madrugada. La calle aparecía adornada por chillón que hacía juego con sus labios. Estaba más
una hilera de chicas esperando ser alquiladas, como pálida que otros días. Con una sonrisa forzada, paso
si de muñecas se tratase. Al detenernos ante el semá- a paso, se acercaba hacia el coche. En breves
foro en rojo, una muchacha se asomó a través del momentos pasaron por mi mente muchas imágenes:
cristal. Pudimos ver su rostro resignado e insensible. la última visita a la cárcel para comunicarle la deci-
Para ella, el maquillaje era inútil: los gestos provoca- sión del Juez, las tardes de inquietudes compartidas,
tivos no eran capaces de ocultar su tristeza. Con im- los días que aquel verano habíamos pasado junto a
96 15 HISTORIAS OCULTADAS FRUSTADA LIBERTAD 97

amigos comunes... ¡Qué cantidad de momentos! En la misma solicitud. La única posibilidad para evitar
un segundo, todos se vieron resquebrajados por la el ingreso en la cárcel era que volviera al centro de
desazón y la impotencia que en esos momentos sen- rehabilitación.
tía. Allí estaba, junto a la puerta del coche, ofrecién- Este hecho nos obligó a buscar de nuevo a
dose sin saber que quien estaba dentro era yo. Rebeca. Tendríamos que hablar con ella y plantearle
Abrí la puerta y salí. Quedamos separados por un el problema en que nos encontrábamos, para que
metro de distancia. Reaccionó. fuese consciente de la gravedad de la situación y,
- ¿Tú?, preguntó incrédula. ante los nuevos acontecimientos, tomase una deci-
- Sí, yo. Llevo una semana buscándote por aquí. sión. Llamé a Aurora, una amiga de Rebeca, para que
No te he encontrado. ¿Quieres subir al coche y me acompañase. De encontrarnos con ella, le pro-
vamos a tomar algo? pondríamos ir a casa de Aurora y Rafa a pasar el sín-
- No. No me voy. Vete de aquí, ¡vete de aquí! drome de abstinencia y, al cabo de unos días, volver
-dijo elevando la voz. al centro de rehabilitación.
-Venga, Rebeca, sube... Eran las doce y media. Quizá demasiado pronto.
- No. ¿Sabes cómo me siento viéndote aquí? Dimos varias vueltas, pero al rato, entre dos coches,
Vete, Julián, todos te están mirando. nos encontramos con ella. Nos detuvimos a su lado.
- Me da igual -contesté. En cuanto bajé, se puso muy nerviosa.
La verdad era que tres chicas que estaban al lado - Vete; he dicho que no quiero que vengas aquí.
parecían algo alarmadas. Dos hombres de mediana ¿Sabes cómo me siento cada vez que te veo?
edad que se encontraban apoyados en otro coche - ¿Y yo? -respondí con otra pregunta. No dijo
estaban siguiendo la conversación con impaciencia. nada.
Lo más conveniente fue respetar su decisión. - Rebeca, vamos a tomar un café, porque tengo
- Te llamo mañana, te lo prometo; pero vete. que comentarte algo importantísimo. Venga, sube.
Un coche que estaba aparcado junto al nuestro - ¡No! -fue tajante.
quería salir. Su conductor, impaciente, comenzó a No supe reaccionar y subí al coche. Menos mal
tocar el claxon. Rebeca se acercó, me dio un beso y que Aurora tomó la iniciativa y descendió del vehí-
comenzó a llorar. Mi presencia le había dolido. Subí culo. Al verla, Rebeca se puso a llorar. Se dieron un
al coche y cerré la puerta. Allí se quedó. beso, hablaron, me di cuenta de que no nos iba a
Rebeca no llamó al día siguiente. Lo imaginaba. dedicar ni cinco minutos, porque estaba con mono y
Pero un acontecimiento nuevo había ocurrido duran- necesitaba «trabajar». Aurora le ofreció ir a comprar
te esa mañana. Rebeca tenía pendiente de cumplir unas papelinas. Aceptó, subió y nos fuimos hacia la
una condena de cuatro años. Habíamos solicitado un calle de la Montera. Allí apenas quedaba gente, sólo
indulto para evitar su ingreso en prisión cuando se un grupo de chicas esperando un coche para ir a
encontraba en «Proyecto Hombre». Pero aquel mis- pillar heroína al vertedero. Dos calles más abajo, nos
mo día llamaron del Ministerio de Justicia para que encontramos con dos personas dispuestas a vender-
presentásemos un informe actualizado de su evolu- nos un par de papelinas. Rebeca las compró, se pre-
ción en el programa. También la fiscalía, antes de paró un pico, se lo puso y, evidentemente, se quedó
informar sobre la concesión o denegación, nos hizo más tranquila. Se acababa de quitar el mono.
98 1 5 HISTORIAS OCULTADAS
FRUSTADA LIBERTAD 99
Nos dirigimos de nuevo hacia la Plaza de ella a las ocho de la tarde del día siguiente. Al menos
Castilla. La conversación estaba siendo fluida. Nos existía una pequeña esperanza.
contó el pésimo estado en que se encontraba, el A la hora acordada, acudimos a la plaza de
camino que había seguido hasta verse de nuevo en la Castilla. Hacía mucho frío. El termómetro de la plaza
calle. Hablamos de Rafa, un amigo común que vivía marcaba dos grados bajo cero. Apareamos frente a la
en nuestra casa y que estaba a punto de morir. puerta de los juzgados. Salimos a la calle. La gente
Recordamos lo que habíamos vivido juntos y nos iba muy abrigada y caminaba apresuradamente. Eran
centramos en los momentos más intensos. Dieron las los últimos que salían de trabajar. Las ocho y cuarto.
cinco de la madrugada. Lloró mucho. Sabíamos que Andábamos de un lado hacia el otro contando los
se sentía muy mal. Quería hacernos caso, pero había pasos. Para aplacar nuestra impaciencia íbamos dan-
algo que se lo impedía. Se trataba del chico con el do vueltas a la cabeza: se habría retrasado; era nor-
que salía: no había dejado de consumir heroína. mal; podría haber ido a comprar heroína y llegaría
Quizá debería haber dejado esa relación. Al final tarde... Pero, si viniese drogada, ¿qué deberíamos ha-
ocurrió lo que presentíamos. Rebeca volvió a consu- cer? Nos diría que no llevaba nada, pero cuando lle-
mir. Se había enganchado, y quitarse de la droga lo gásemos a casa volveríamos a hablar. Una muchacha
veía como una tremenda gesta, imposible de conse- joven cruzaba la calzada; parecía ella. Pero no, no era
guir en aquellos momentos. Ni siquiera la presencia ella. Las ocho y media. No importaba, llegaría.
cercana de la cárcel era motivación o amenaza sufi- La verdad es que éramos optimistas a pesar de
ciente para dejar la droga. Vivía al día o, mejor dicho, todo. Llegaron las nueve menos cuarto. El termóme-
al momento. El mañana no suponía ninguna amena- tro había descendido a tres grados bajo cero. Una
za, porque no existía. Esta forma de sobrevivir, entre mujer que llevaba un ratito esperando se acababa de
la droga y la prostitución, le había robado a Rebeca ir. Nos quedamos solos en la plaza. Eran las nueve y
la capacidad de soñar con el futuro, posiblemente cuarto. Había transcurrido mucho tiempo. Era impo-
para mantener la existencia a cualquier precio. sible que viniese. Contamos por última vez la distan-
Dentro del coche, con los cristales absolutamen- cia en pasos del recorrido que aquella noche estába-
te opacos por el vaho, estábamos perdiendo toda mos haciendo: 145 hacia arriba y 145 hacia abajo.
esperanza. Montamos en el coche y nos fuimos.
- Bueno, mañana a las ocho espérame en la puer- Perdimos toda esperanza. Estaba claro que en
ta de los juzgados. Voy con mis cosas y nos vamos a aquel momento era incapaz de salir adelante, de de-
tu casa a pasar el mono -dijo Rebeca sin mucho con- cir no a la droga y a todo lo que la rodeaba. Suponía-
vencimiento, y movida más por el deseo de salir del mos que nos llamaría cuando hubiese tomado la
coche que por convicción propia. decisión de abandonar ese mundo, quizá cuando es-
tuviese peor o en cualquier momento de lucidez que
- Mañana no te vas a acordar de nada, te vas a le permitiera vislumbrar el abismo por el que cami-
poner un pico y te va a dar igual -objetó Aurora-. Así naba. Por lo pronto, para Rebeca ni la crueldad de la
es que vente a casa ahora. cárcel ni la soledad de la calle compensaban los efec-
Al final asentimos: no había otra salida, aunque tos que en ella generaba la heroína. ¡Qué difícil era
nuestro deseo habría sido lo contrario. Iríamos a por para nosotros aceptar sin poder hacer nada efectivo.
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apostar por lo ineficaz...! Sólo podíamos estar dis- La conversación se interrumpió, y un tono dis-
puestos a volver a acogerla si cambiaba de decisión. continuo comenzó a sonar a través del teléfono.
¡Cuántas veces nos había pasado esto...! Se buscaban Pasaron varios meses desde aquel día; no volvió
los medios, tarea nada fácil. Cuando todo estaba pre- a llamar. El indulto se resolvió sin los informes que
parado, el centro encontrado y con posibilidades rea- nos habían pedido. Lo denegaron. El Tribunal dictó
les de evitar la cárcel, la decisión personal última era una orden de busca y captura contra Rebeca. En sep-
la contraria: continuar drogándose y caminar por los tiembre llamaron del Colegio de Abogados para que
senderos que, en la mayoría de las ocasiones, condu- asistiese a su declaración. Había sido detenida.
cen a una muerte repentina y cierta. Rebeca no era En ese momento, después de pasar meses detrás
capaz de anticipar el futuro. Había sobrevivido día a de ella para evitar su ingreso en la cárcel, se acorda-
día, y si la cárcel llegaba, seguramente en su mente ba de nosotros. Era evidente, ahora nos necesitaba.
nunca se haría presente, o tal vez aparecieran los sen- Pero lo hacía cuando las posibilidades de evitar la
timientos de reproche o de melancolía respecto del prisión se habían agotado. Ella imaginaba que nunca
pasado; la droga se encargaría de ocultarlos y hacer- iba a suceder, pero ocurrió. La calle y la droga sola-
los desaparecer. mente la dejaban sobrevivir en el presente. Ella des-
Dejamos transcurrir quince días. Los trámites del conocía que la justicia penal era una máquina sin
indulto estaban muy avanzados, y si no hablaba con alma, imparable. Cerré los puños con rabia, y una
ella para que se comprometiese a volver al centro de sensación de impotencia me invadió. Era su libertad,
rehabilitación, no podíamos pedir el informe de evo- mediatizada por la situación; pero, al fin y al cabo,
lución para remitirlo al Ministerio ni a la fiscalía. su libertad. A pesar de las consecuencias, debía ser
Nos quedábamos sin tiempo. El ingreso en la cárcel respetada.
era casi inevitable. Camino de la comisaría, iba pensando mi reac-
La semana siguiente llamó desde una cabina. ción cuando estuviese ante ella. Llegué a la comisa-
- Soy yo, Rebeca. ría y pregunté al agente que se encontraba en la puer-
- ¿Qué tal te encuentras? ta. Entró en una oficina y, al momento, salió acom-
- Bien, estoy en la Gran Vía. pañado de otro, vestido de paisano. Me indicó que le
- ¿Qué haces allí? acompañase. Pasamos entre varias personas que es-
- ¿Tú qué crees? Oye, no habéis vuelto a venir a peraban junto a una puerta para poner una denuncia.
verme. Bajamos unas escaleras y, tras atravesar un pequeño
- No, esperé a esta llamada. No podemos hacer pasadizo, llegamos a la zona de los calabozos. Allí
nada sin que tú quieras y lo pidas. otro policía abrió la puerta de una celda, de la que
- Queremos desengancharnos juntos mi novio y salió una mujer extremadamente delgada, con un
yo. ¿Podéis encontrar algún sitio donde nos dejen «chándal» negro, despeinada, demacrada, cabizbaja;
estar? llevaba un día detenida y estaba en pleno mono. Una
- Rebeca, sabes que dos juntos nunca pueden persona a la que la noche había arrancado, día tras
pasar un mono. Y difícilmente habrá un centro en el día, gran parte de su dignidad. Una mujer con ojos
que os dejen estar juntos. De todas formas, llámanos muy tristes y con unos labios descoloridos y sedien-
mañana y veremos si se puede hacer algo. tos. Era Rebeca.
102 1 5 HISTORIAS OCULTADAS

Se iba acercando. Ante la sorpresa de los dos 11


policías, me dio dos besos. Busqué sus ojos, pero ella
no fue capaz de levantar la mirada. Nos hicieron La mirada furtiva
pasar a una pequeña sala donde se tomaban las decla-
raciones; como era una detención para ingreso en
prisión, solamente hubo que rellenar los datos. Des-
pués nos dejaron solos, frente a frente.
- ¿Por qué no me dijiste que estaba en busca y
captura? ¿Por qué no hablas con el Juez para que me
deje cumplir la pena en un centro de rehabilitación? La primavera estaba a punto de comenzar. Andrés
Al final era incapaz de asumir su responsabilidad. acababa de llegar a casa para vivir con nosotros.
Me fue imposible contenerme, no pude: Había tenido problemas con las drogas y había pasa-
- Pero ¿qué te has creído? ¡Llevo meses inten- do varios meses en un centro de rehabilitación. Tenía
tando evitar este momento, he hablado con jueces y treinta años. Era alto, bastante delgado, con tez blan-
fiscales para conseguir tu indulto, pero tú no has quecina y algo demacrado. Hacía unos días, Pilar, su
hecho nada de las condiciones que me pusieron! He novia, había llamado para comentarnos que Andrés
perdido la cuenta de las noches que he pasado en la no tenía un sitio donde estar. Como sabía que en casa
calle, ¿y ahora tienes la cara de lanzar reproches? vivían chavales en la misma situación, se atrevió a
Rebeca, lo siento, pero legalmente no se puede hacer plantear la posibilidad de que viniese a vivir con
absolutamente nada por evitar la cárcel, nada, nada, nosotros.
¿entiendes? Esa misma tarde quedé con ellos. Llegaron a pri-
Comenzó a llorar. Al cabo de unos minutos, ya mera hora. Bajé a abrir. Ella subió delante, y él se
más serenos, hablamos durante un buen rato, hasta quedó tímidamente rezagado, a pesar de que ya nos
que un policía asomó la cabeza por la puerta. Enton- conocíamos del día en que tuvimos el juicio de Pilar.
ces nos incorporamos de las sillas, nos acercamos y Les ofrecí un café y les pregunté sobre la situación
nos dimos sendos besos. No levantó la mirada del en que se encontraban.
suelo. Anduve unos pasos en dirección al pasadizo - Mira, no tengo ningún sitio donde vivir, comen-
por el que había entrado y me di la vuelta; ya habían zó hablando Andrés. Mis hermanos no me aceptan en
metido a Rebeca en el calabozo. Se acabó toda espe- sus casas. Tienen miedo de que se la vuelva a jugar
ranza. Durante cuatro años, los muros de la cárcel de nuevo. Paso todo el día dando vueltas por la calle
se encargarían de encerrar sus pasos y de matar sus sin nada que hacer. Me da miedo la posibilidad de
sueños. recaer. Pilar me ha contado que a lo mejor puedo
vivir con vosotros...
- Tienes que esperar una semana hasta que Jorge,
que está de permiso penitenciario, se marche. Ahora
somos cinco. Aguarda un poco, ven por las tardes, y
dentro de unos días te instalas definitivamente. Creo
que eso será lo más conveniente. Además, en estos
104 15 HISTORIAS OCULTADAS LA MIRADA FURTIVA 105

días puedes ver si te encuentras cómodo. Sólo te tontería si se entera, y más si dejo de salir con ella.
pongo como condición que no consumas droga, que ¿Qué puedo hacer?
convivas compartiendo lo mejor de ti y que pongas - Andrés, creo que, ante todo, debes ser honesto.
los medios para recuperar tu vida. Lo demás ya lo No sólo con Pilar, sino también contigo. Si quieres a
iremos viendo juntos. Marta, díselo; y si reanudáis la relación, cuentaselo a
Comenzó a venir por las tardes hasta la hora en Pilar, aunque le haga daño. Peor es el silencio y el
que Pilar salía de la academia donde estudiaba el gra- engaño. Ahora bien, sé responsable con tu decisión.
duado escolar. A la semana, cuando Jorge volvió a la Esa misma noche, Pilar llamó a casa:
prisión, Andrés se instaló definitivamente. Al día - Andrés ha cortado conmigo. Me siento sola y
siguiente vino con una bolsa de deporte con algo de traicionada. Además, pienso que me ha utilizado para
ropa. Conseguimos un armario pequeño para él y le meterse en tu casa. Estoy segura de que no habría
instalamos en una de las habitaciones. pasado esto de no haber estado viviendo con voso-
Los primeros días se mostró extremadamente in- tros. Ahora, como ya tiene un lugar seguro, puede
trovertido. Le costaba comunicarse, circunstancia pasar de mí. Me duele mucho, porque le quiero.
que inquietaba a los demás. Pero era una actitud ha- - Pilar, contra eso no podemos hacer nada. Los
bitual durante los primeros días de permanencia en sentimientos no se pueden controlar. Marta ha estado
casa. Para nadie resultó sencillo encontrar el espacio con Andrés ocho años, y tienen una niña juntos. No
en el que desenvolverse, ni tampoco el papel a de- me parece descabellada la idea de que haya vuelto
sempeñar en la convivencia comunitaria. con ella -le dije.
Era pintor de brocha gorda, pero no tenía trabajo.
Como esta profesión es autónoma, hicimos unas oc- - Sí, ¿y yo qué hago?
tavillas con propaganda y las rapartimos en el metro - No lo sé. ¿Tienes gente con la que salir?
y en las paradas de autobús. La verdad es que fue una - Bueno, algunos chicos de clase y del programa.
buena idea, porque así Roberto y Alvaro, que tampo- - Pues, ánimo; no puedo decirte más.
co estaban trabajando, podían hacerlo con él. Nos Sabía que mis palabras no podían consolar a una
pusimos manos a la obra y diseñamos un cartelillo chica que desde los catorce años se había dedicado a
donde se ofrecían trabajos de pintura. No tardaron en la prostitución. Los hombres siempre la habían utili-
aparecer los primeros clientes. zado. ¿Cómo no iba a sentirse igual con Andrés? La
Una tarde, antes de ir a buscar a Pilar, se acercó situación era absolutamente comprensible.
al despacho: Desde que Andrés comenzó a salir con Marta, lle-
- Tengo que hablar contigo. gaba bastante tarde a casa. Estaba con ella hasta las
- Muy bien, cuéntame. doce de la noche, por lo que no llegaba hasta la una
- Mira, he vivido muchos años con una chica que más o menos. Coincidió, además, que su antiguo
se llama Marta. Con ella tengo una niña que se llama socio le ofreció trabajo, y él lo aceptó. De esta mane-
Susana. Todas las semanas voy con Pilar a verla, ra, casi ni le veíamos. Uno de los fines de semana en
pero me he enterado de que Marta ha dejado al chico que vinieron los dos a comer, les noté algo extraño en
con el que salía, y yo sigo enamorado de ella. Tengo la forma de hablar. Pero la verdad es que no le di más
mucho miedo, porque Pilar puede hacer cualquier importancia.
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A la semana siguiente, cuando Marta se fue a la - Andrés, puedes irte a un centro de rehabilita-
sierra con sus padres, Andrés seguía llegando muy ción o a otro sitio, el que tú quieras, pero en casa no
tarde. Eso ya nos alertó definitivamente. Gori, uno de puedes quedarte durante una temporada. Tienes un
los muchachos que vivían en casa, ya estaba también problema de drogas que deberías solucionar, porque,
atento. Desde que Andrés llegó a casa, me decía que de lo contrario, sabes que puedes volver a estar tira-
estaba consumiendo algo. Yo no lo creí, porque An- do en la calle, viviendo exclusivamente para buscar-
drés me enseñó un certificado de un médico en el que te la vida y drogarte.
constaba que tenía alergia al polen y se le irritaban Comenzó a llorar.
los ojos. Pero una noche, cuando llegué a casa, me - Ahora no llores y sé honesto; ¿por qué no me
dijeron que habían encontrado papel de plata en la miras a los ojos cuando hablamos?
cartera de Andrés. Todo hacía pensar que había vuel- Pero no lo hacía, sino que desviaba su mirada
to a fumar heroína. hacia la ventana.
Sentí cierta indignación, porque el exceso de - Te prometo que no lo haré más. Sólo he consu-
ingenuidad me había cegado a la evidencia. Pero era mido un par de veces -se justificó-. No quiero ir a un
la forma de aprender a confiar en las personas. Si centro de rehabilitación.
algún día llego a pensar que ya nadie me engaña, - No creo que sólo hayas consumido dos veces.
posiblemente me esté engañando a mí mismo. Se me ¿Por qué me sigues mintiendo? Tienes que irte de
planteaba un dilema. Evidentemente, no podía per- casa durante todo el verano. Te lo piensas bien, y el
mitir que en casa consumiese drogas, pero tampoco uno de septiembre llamas y nos dices si estás dis-
podía echarle a la calle sin ninguna alternativa. Lo puesto a vivir sin drogas. Tómate esta semana para
hablé con mi amigo Josito y con los compañeros de hablar con tus hermanos y buscar una casa donde
casa. Al final, la decisión que adoptamos fue decirle vivir.
que se marchase hasta el día uno de septiembre, Pasó el verano, y Andrés volvió a casa. Física-
fecha en la que podría volver sin consumir ni drogas mente estaba bastante deteriorado, pero aseguraba
ni pastillas. Le llamé al despacho. que no estaba consumiendo. Teníamos nuestras du-
- Andrés, estás consumiendo -afirmé con das, pero tampoco podíamos demostrar que lo hicie-
rotundidad. ra. Le pedimos que ingresara en un CAD, para que
- No, ¿cómo voy a estar consumiendo? tuviera un seguimiento y pudiera someterse a contro-
- ¿Por qué nos engañas? les con analíticas. Comenzó el proceso, pero en esos
- De verdad que no... momentos lo más complicado era la nueva situación
- Nos has pedido ayuda, te hemos ofrecido nues- de Marta, su novia. Se había quedado embarazada.
tra casa, nuestra amistad, nuestro apoyo, lo que tene- Estaba de tres meses y medio. Los médicos le ha-
mos... y tú sigues negando lo evidente. bían dicho que, dado el avanzado estado de la enfer-
Calló. No contestó. Fui diciéndole todos los indi- medad -es enferma de SIDA, con muy pocas defensas
cios que me habían hecho sospechar de su consumo. y una carga viral muy elevada-, lo más conveniente
Los horarios de llegada a casa, el papel de plata, su era que interrumpiese el embarazo.
voz entrecortada, la coloración de sus ojos... Lo evi- En el hospital le dijeron que por la sanidad públi-
dente sólo se podía demostrar con indicios. ca tenía que esperar tres meses más, porque había
108 15 HISTORIAS OCULTADAS LA MIRADA FURTIVA 109

lista de espera para poder practicarle la interrupción la que no podía imponer mis criterios morales, sólo
del embarazo. Éso era muy complicado, porque Mar- acompañar la dramática decisión que tomara, fuese
ta estaba mal; lo más rápido, dada la urgencia de la cual fuese. Quedé cuestionado por haber llegado
situación, era buscar una clínica privada. En cuanto hasta este punto. Había sentido la tentación de echar-
me plantearon la situación, intuí que me tocaría pa- me hacia atrás, pero la no decisión también tenía
gar la operación. No me lo habían pedido, pero lo consecuencias graves. Siempre es más cómodo verlo
preveía. Andrés iba a pedir a su jefe un adelanto del desde fuera y sin implicarse, pero la solidaridad
sueldo, pero... ya veríamos. De todas formas, lo más exige jugar fuerte, jugar contra los propios intereses.
conveniente era esperar. Hablé con Luis y Sara, dos amigos. Se prestaron
Me costaba mucho aceptar que tenía que poner el para acompañar a Marta. Llamaron a una clínica y
dinero si me lo pedían. Para mí era colaborar en con- les dieron hora -las nueve de la mañana del día
tra de mis principios. Siempre había creído en la siguiente- para la intervención. Pero aún no me ha-
vida, y en ese momento iba a colaborar a interrum- bían pedido dinero. Llamé a Sara por la tarde, y me
pirla. Mi conciencia había entrado en conflicto. La dijo que había hablado con Marta y que el jefe de
contradicción afloró en mi interior. Por un lado, mi Andrés no podía dejarles la cantidad que necesita-
principio de no colaborar en un aborto con mi dine- ban. Me lo pedirían. Bueno, menos mal que con el
ro. Pero, por otro, tenía que apoyar la decisión autó- tiempo fui adquiriendo cierta capacidad de previsión.
noma de Marta y prever las consecuencias que para Sólo quedaba que Andrés me lo pidiera.
su salud se derivarían de mi decisión. El término Llegaron las doce, la una, la una y media de la
«colaborar» no presentaba límites nítidos: ¿había di- madrugada... y, por fin, Andrés llegó a casa. Dejé
ferencia entre el apoyo personal y el material? Esto entreabierta la puerta de la habitación y se asomó.
era algo que tenía que discernir. - Julián, tienes que dejarme sesenta mil pesetas
Si seguía mis principios, me quedaría relativa- para lo de Marta. Mi jefe no ha podido dármelas.
mente tranquilo, pero perdería la confianza de Marta. Me quedé mirándole fijamente, con una expre-
Pensé en las consecuencias de no colaborar. El niño sión de rabia contenida.
viviría un mes y medio más, pero, en cualquier caso, - Pero ¿sabes lo que me estás pidiendo? ¿Te has
no iba a nacer. Marta tendría que llevar al niño unos creído que soy un banco para tener tanto dinero en
meses más, con lo que suponía de riesgo para su siete horas? Es impresentable lo que me estás dicien-
salud. Evidentemente, habría más peligro para ella a do. ¿No has podido decírmelo antes o, por lo menos,
los cinco meses que ahora, a los tres. Pasé dos días no has podido llamarme esta tarde? ¡No entiendo
enteros dándole vueltas a la cabeza, pero no era como tienes tanta cara! Además, sabes que estoy en
capaz de ver una solución clara. José Ramón y José contra de esas cosas. No me estás dando tiempo para
Luis me dieron un poco de luz. Decidir en estos pensar. Estoy muy cabreado.
casos entre el bien y el mal era ficticio, porque cual- Como otras veces, desvió la mirada hacia la ven-
quiera de las decisiones era mala. En la frontera y en tana. No se atrevía a mirarme a los ojos. Le insistía
el límite, casi todas las decisiones son morales. Se en que me mirase, pero no lo hacía. Tampoco tenía
trataba de apoyar la decisión de una persona en con- ya muchas opciones. Me vestí, fui al cajero automá-
diciones extremas de salud en una situación límite en tico y nos encaminamos a llevar el dinero a casa de
110 15 HISTORIAS OCULTADAS LA MIRADA FURTIVA 111

Luis y Sara. Aproveché en el coche para intentar - ¡Pero no es verdad! -contestó.


poner algunos límites a ciertos comportamientos de - Andrés, has vuelto a consumir o, mejor dicho,
Andrés. Eran las dos y media de la madrugada, y no has dejado de consumir nunca. Coge tus cosas y
apenas circulaban coches por la M-30. vete de casa.
- Andrés, cómo el viernes no hayas ido al CAD, Ya no pudo negarlo, su silencio le delataba.
¡te vas de casa! Además, ¿por qué no pides cita para - Yo no quiero consumir, haré lo que sea.
el médico? ¿No te das cuenta de que estás hecho - Quiero que te vayas. Has roto todo lo que te
polvo? ¿Qué estás haciendo con tu vida? hemos dado, has negado tu palabra. Te dije, cuando
Apenas tenía ocasión de hablar con él. Llegaba viniste a vivir a casa, que lo único que te pedía es
todos los días muy tarde. Se pasaba la mayor parte que, si consumías, lo dijeses para buscar alguna al-
del día trabajando, y el resto con Marta. No se cui- ternativa; y no lo has hecho. Llevas meses consu-
daba nada, le daba todo igual. Apenas comía y no miendo y sabes que toda la gente que vive aquí está
seguía los controles médicos del VIH. A medida que luchando por salir de la droga. No quiero tratarte
le iba hablando, miraba el asfalto de la carretera. No como a un niño; te hablo de adulto a adulto.
podía decirme nada. Le exigí que el dinero me lo El silencio volvió a adueñarse de la situación. En
devolviera en tres meses. Llegamos a casa de Luis, esos instantes mi cabeza quería encontrar una solu-
les dimos el dinero, nos tomamos un vaso de leche y ción rápida. Si le decía que se fuese a la calle, desde
volvimos a dormir a nuestra casa. Eran ya las tres y luego que existían muchas posibilidades de que se
media de la madrugada. enganchase definitivamente; y si ahora le marcaba
La intervención de Marta fue bien. A las dos del límites, era posible que tirase para adelante. Estoy
mediodía había salido de la clínica. Marta se encon- convencido de lo positivo que es creer en las perso-
traba aparentemente tranquila, porque en su casa no nas y en sus posibilidades de crecimiento humano y
se habían enterado. madurez personal. Acoger y ofrecer alternativas a las
Andrés ya no pudo dar más largas y fue al CAD personas con dificultades, hasta un número razona-
dispuesto a hacerse las analíticas de orina. A media ble de veces, es una opción necesaria en determina-
mañana llamó el médico y nos dijo que Andrés había dos espacios. Pero en algunas situaciones la confian-
estado consumiendo, según él, unas pastillas que se za y el engaño toman el mismo camino. Tras el enga-
llamaban «Contugesil», que contenían opiáceos en ño, de nuevo la confianza, y así, hasta que el engaño
idéntica cantidad que la heroína. De manera que los es tan grande que la confianza se ahoga sobre sí
controles iban a dar positivos. En cuanto me comen- misma. Pero la amistad exige estar siempre, para vol-
tó esto, ya intuí lo que había ocurrido. Andrés había ver a intentarlo una vez más, aun sabiendo que nos
estado consumiendo y ahora, para no reconocerlo, se podemos hacer trampas, porque en las relaciones
había inventado lo de las pastillas. Cuando llegó al cortas el corazón llega a anular a la razón y, en oca-
mediodía, no le dije nada. Preferí esperar a la noche. siones, al sentido común.
Entró en mi habitación, se sentó y me quedé mirán- Cerré los puños con enfado y le ofrecí de nuevo
dole a los ojos: otra alternativa.
- Andrés, me has vuelto a engañar por tercera -Andrés, prefiero que te vayas; pero, si te some-
vez. Coge tus cosas y vete de casa. tes a lo que diga el CAD, a las normas y controles de
112 15 HISTORIAS OCULTADAS

orina que te impongan, si respetas el proceso tera- 12


péutico de Marta, podemos empezar a replantear el
tema de que puedas vivir aquí. Esperanza enlutada
- Lo que sea. Te prometo que no vuelvo a fallar.
Continuó viviendo en casa. Tuvo momentos muy
buenos, en los que dejó de consumir definitivamente.
Al año siguiente, alquiló un piso y se marchó a vivir
con Marta, que ya había acabado un programa de
rehabilitación.
La muerte rondaba con impaciencia por la habitación
de un hospital donde una persona en plena agonía era
custodiada por guardias civiles armados con subfusi-
les. Se trataba de Pablo, un amigo que llevaba cinco
años encerrado en la cárcel por robar dinero a dos
chicos amenazándoles con una navaja. Como ocurre
en la mayoría de los casos, con el dinero obtenido
compró droga.
Era seropositivo. Se contagió del virus del SIDA
por ignorancia. Cuando era joven, desconocía las
consecuencias de consumir droga con la misma
jeringuilla que otros habían utilizado previamente.
Cuando le metieron en la cárcel, se reinfectaba del
virus cada vez que utilizaba la misma aguja que otros
presos habían usado para inyectarse una dosis de
heroína. En la prisión era fácil conseguir droga. La
mayoría de los presos la fumaban usando papel de
plata, pero otros muchos seguían inyectándosela con
la misma jeringuilla. Este objeto estaba prohibido, y
su tenencia era sancionada; por ello, solamente había
una o dos por galería. Se alquilaba junto a la dosis,
de manera que con la misma podían consumir varios
presos.
Llegó un momento en que el cuerpo de Pablo no
aguantó más. Había superado varias infecciones de
las llamadas «oportunistas», esas que van asociadas
al VIH. El deterioro físico llegó al punto de que la
esperanza de vida era ya muy débil. Habíamos soli-
citado la libertad condicional para que pudiese morir
114 15 HISTORIAS OCULTADAS ESPERANZA ENLUTADA 115

en su casa, pero el retraso ocasionado por la burocra- de vida. Nos preguntaba si no se podía hacer algo
cia lo impidió. Este trámite legal, que podía resol- para que los dos guardias civiles que estaban a la
verse en una semana, generalmente venía a tardar puerta de la habitación se marchasen de allí. Me diri-
entre dos y tres meses. Ni los funcionarios de la cár- gí rápidamente hacia el hospital para compartir con
cel ni los del juzgado llegaban a percatarse de lo que ella tan difícil situación.
se traían entre manos: los presos no son simples
expedientes judiciales, ni un montón de folios colo- Al entrar en el pasillo, quedé sorprendido. Varios
cados en una carpeta numerada. Son vidas humanas, guardias civiles y policías nacionales custodiaban las
con sus sentimientos y sus ilusiones. Cada expedien- puertas de las habitaciones. Una madre gritaba de
te olvidado en el armario es una persona que vive dolor entre los uniformes verdes y los subfusiles.
angustiada ante la incertidumbre de morir libre o Pensé que era Consuelo, pero no. Me acerqué a un
dejar la vida entre cuatro paredes de la celda en el señor mayor que sollozaba en silencio, apoyado en la
más absoluto de los olvidos. Cada vez tengo más pared. Le pregunté cómo se encontraba. Me contestó
claro que la capacidad de sentir dolor ante el dolor de que no había podido ver vivo a su hijo. Lo acababan
los demás nos hace indignarnos; sólo esta indigna- de sacar de la cárcel, y había muerto antes de que
ción hace que nos rebelemos contra lo injusto evita- ellos llegaran. Seguramente, de esta forma no pasaría
ble y reconozcamos a los otros como seres humanos. a engrosar las listas de muertos por enfermedad
-estadísticas- dentro de la cárcel. La responsabili-
Ante la tardanza en la tramitación del expediente, dad, de nadie. Todos los que intervenían acababan
la dirección de la cárcel decidió trasladar a Pablo al justificándose. Unos aludirían al juez de vigilancia
hospital de Móstoles. Tuvo suerte, porque otros pre- penitenciaria, otros al juez que le condenó; la mayo-
sos morían en sus celdas o en la ambulancia, camino ría dirigirían la responsabilidad hacia la libertad del
del hospital. condenado por haber delinquido o, sencillamente, a
Lo llevaron a una habitación, donde quedó custo- la ley hecha por el legislador; y éste, a la sociedad,
diado por dos guardias civiles. Estaba tan grave que que en realidad somos todos y nadie a la vez. ¿Cómo
apenas podía hablar ni abrir los ojos. La muerte, ya es posible que las personas que tienen poder para
muy cercana, sonreía a la necedad de algunos hom- evitar estas situaciones carezcan de sensibilidad para
bres que pretendían no sólo apresar cuerpos enfer- percibir tan terrible situación y acaben justificando
mos y mentes aniquiladas por la tortura psicológica su omisión?
que causaban los barrotes y los muros de hormigón
de las cárceles, sino también continuar custodiando e La última vez que aquéllos vieron a su hijo fue a
impidiendo la libertad a seres humanos agonizantes. través de los barrotes y del frío cristal de un minús-
¿No deberían permitir que las personas presas que- culo locutorio. No pudieron recibir ni una sola expre-
dasen libres para morir, con independencia de los sión de sus labios. Sólo su mirada lanzada desde una
actos delictivos que en su día hayan podido cometer? silla de ruedas; sus ojos perdidos en los rostros de
Eran las dos de la madrugada. La madre de Pablo aquellos que habían estado durante años a su lado.
llamó a casa muy angustiada desde el hospital de De aquellos que, a pesar de las traiciones que les
Móstoles: su hijo había entrado en estado de coma y, había hecho cuando estaba enganchado a la droga,
según había comentado el médico, le quedaban horas aún seguían allí, en cada cárcel, en cada hospital,
116 15 HISTORIAS OCULTADAS ESPERANZA ENLUTADA 117

junto a él: sus padres. Era una mirada de despedida, centros de rehabilitación, en la ilusión y confianza de
de agradecimiento, de cariño y de impotencia. que todo podía cambiar, en las largas colas de entra-
En el último momento, los muros de la prisión da a las cárceles que durante muchos años le ence-
escupieron al exterior el cuerpo de su hijo. Los barro- rraron... Siempre la madre formando parte de su hijo,
tes y las alambradas no quieren cuerpos a los que ya y siempre éste dando sentido a su vida.
no puedan someter o infligir dolor. El hormigón pro- A muchas personas, que compartimos la difícil
voca la muerte o, al menos, la facilita. Sólo cuando tarea de buscar justicia desde similares presupuestos
el preso enfermo va a expirar, lo dejan libre. Libre de humanidad y disidencia, nos indigna ver la cruel
para morir cuando ya le han arrebatado todo, hasta la irracionalidad del sistema penal. Somos gentes y
dignidad. Pero lo que más impotencia y amargura grupos que, desde la apuesta incondicional por las
nos provoca es saber que ni los muros ni los barrotes personas más machacadas, interpretamos cada es-
ni el cemento tienen capacidad de decidir sobre la tructura de poder para desentrañar la lógica violenta
libertad de los presos, sino que son personas, seres que tanto degrada y destruye. Estos compañeros,
humanos, quienes poseen dicha capacidad. Éstos dedicados al acompañamiento de personas presas,
parecen no darse cuenta de que, cada vez que arreba- viven en conflicto continuo con la administración
tan la dignidad a uno de sus semejantes, pierden tam- penitenciaria y con la de justicia; utilizan la denuncia
bién ellos una cuota proporcional de la suya. Menos legal, social y pública para defender los derechos de
mal que todavía hay personas que, en similares posi- quienes se encuentran privados de libertad y digni-
ciones de poder, lo ejercen con humanidad. Jueces dad, y cuestionan abiertamente el funcionamiento de
que han sabido bajarse de los estrados; que, antes de este sistema de justicia, estérilmente vengador mu-
juzgar, intentan comprender la complejidad de los chas veces, que pocos conflictos soluciona y en el
comportamientos humanos, para aplicar la ley bus- que, en cambio, muchos ciudadanos creen errónea-
cando alternativas a la prisión. mente ver la única y exclusiva solución a su insegu-
Encontré la habitación en la que estaba Pablo. ridad. Pero la percepción cambia cuando las perso-
Tenía la mirada perdida en el techo. No conocía ni nas se ven, por azar de la vida o por pobreza, atrapa-
reaccionaba a ningún estímulo. Una mascarilla le das en esta máquina dosificadora de sufrimiento. Si
tapaba la mitad de una cara marcada por la angustia todos los ciudadanos supiésemos o padeciésemos tan
y el dolor. De sus brazos salían dos tubos. Uno hacia dolorosos efectos, pediríamos su abolición o modifi-
un bote de medicación, y el otro hacia uno de suero. cación. Pero muchos tienen la certeza equivocada de
Junto a él estaba Consuelo, su madre, que vivía la que a ellos nunca les va a tocar. Ojalá tengan esa
muerte de su hijo con impotencia, indignación y suerte, porque, en el fondo, de eso se trata. Aunque a
sufrimiento contenido. Entró la enfermera y retiró la algunos, desde que nacieron, les hayan tocado más
sábana para quitarle los pañales. Los huesos se adi- papeletas en esta tómbola de la vida.
vinaban perfectamente. Consuelo comenzó a llorar. Hasta en el momento de la muerte, la violencia
Cada lágrima era la expresión del sufrimiento com- del sistema tiene que estar presente. Los gritos de
partido con su hijo. Recordaba en silencio los últi- desesperación dolorosa de las madres tienen que
mos años. Siempre a su lado: en la frustración de las convivir con los verdes uniformes y las armas. En
recaídas, en la esperanza de las remontadas en los bastantes ocasiones, el sistema impone que la perso-
118 15 HISTORIAS OCULTADAS ESPERANZA ENLUTADA 119

na presa tenga que morir encerrada. Me pregunto por principal de la cárcel. Agarró un bote de pintura roja,
qué. ¿Por qué los políticos que legislan no se atreven una brocha y una escalera y, en medio del silencio
a pasar alguna vez por los pasillos del dolor? ¿Por nocturno, bajo el brillo de unas cuantas estrellas, el
qué la juez y el fiscal encargados de esta cárcel no se canto de los grillos y la presencia de la luna llena,
dan una vuelta entre las miradas de padecimiento escribió un mensaje sobre el manto aterciopelado de
que, en el umbral de la muerte, tienen sus presos? la oscuridad, que sólo podrían leer aquellos que tení-
Esto no es demagogia, sino la cruel realidad pro- an poder: «Cuando las personas esclavizadas por la
vocada por la negligencia e insensibilidad de algunos decisión y las leyes de algunos hombres encuentran
jueces y responsables penitenciarios, que permiten la muerte, sus conciencias, que siempre fueron in-
que Pablo y cientos de personas presas que cada año controlables e insometibles, sonríen eternamente.
mueren en idénticas condiciones, lo hagan en medio Estoy un poco triste, porque tengo que ser yo de
del olvido, la soledad y la indiferencia. Me tranquili- nuevo quien tenga que dar libertad cuando quien
za saber que la juez podía haber sido Consuelo; que tenía que hacerlo está durmiendo plácidamente.
el desgarrador dolor ante la muerte de un hijo preso Quizá, cuando quienes aplican tan arbitrario poder
también lo podía haber sentido ella, y que esto, sin me encuentren, su conciencia quedará presa para
duda, habría hecho que su apatía para resolver el siempre en el reproche infinito de la soledad».
expediente se transformase en una mayor diligencia. Cuando, el viernes siguiente, acudí a la cárcel de
También me reconforta pensar que el fiscal podía Navalcarnero, me di cuenta de algo en lo que nunca
haber sido Pablo y haber mudado su toga negra por me había fijado: justamente junto al lugar donde dejé
el padecimiento anónimo. Pero la distinta suerte de el coche, unas finas hierbas verdes habían crecido en
nacer en uno u otro contexto social había configura- el asfalto del aparcamiento y habían empezado a
do de esta manera la realidad. invadir metros de grisácea prepotencia. Incluso en
Pablo atemorizó durante dos minutos a las perso- medio del hormigón, empezaba a brotar, aunque
nas a las que robó. Se llevó diez mil pesetas. El cas- enlutado, un símbolo de esperanza.
tigo al que había sido condenado le causó un dolor
inenarrable e infinitamente más largo que el que pro-
vocó. Los responsables de la aplicación de la ley
generan, en muchas ocasiones, un sufrimiento más
intenso que el causado por el propio delito.
A los dos días, Pablo murió. Todo lo ganó con la
muerte, porque ya nadie pudo encerrar su alma entre
barrotes. Esa noche aprendí que la muerte no podía
ser vigilada ni reprimida, porque el último suspiro
que devolvió la paz al cuerpo de Pablo y la libertad a
su alma sonrió a la noche, voló por toda la ciudad y
subió al cielo.
Esa noche la muerte mostró su cara burlona. Se
colocó una nariz de payaso y se marchó a la puerta
A PESAR DE TODO, LIBERTAD 121

13 su padre; y en las mujeres, desde que su madre le


transmitió su oficio. Últimamente había rebuscado
A pesar de todo, libertad las semillas de la confianza y de los sentimientos en
su mente y en su corazón. No encontró en su historia
de vida un solo momento de seguridad. Sólo existía
un hoy inseguro, porque el pasado era demasiado
triste para recordarlo, y el futuro era más incierto
todavía. No cubrió las necesidades de pertenencia a
una familia, porque ésta nunca existió. No consiguió
Andrea había nacido en el lado oscuro del mundo. La ninguna experiencia de logro, de autoestima, de res-
separación de sus padres al tiempo en que ella nacía, peto, porque siempre se sintió un objeto. La autorre-
los malos tratos del padre, con quién se quedó a vivir alización quedó en la cuneta de su vida.
los primeros años de su vida, la falta de escolariza- Desde el programa de rehabilitación se exigía
ción y la reaparición de su madre cuando ella conta- que asumiera la responsabilidad de unos horarios,
ba con trece años, para enseñarle el único oficio que unas tareas y un trabajo. Que se relacionase con ami-
conocía, lo propiciaron. Desde esa edad aprendió en gos sin utilizarlos y sin ser utilizada. Que descubrie-
Barcelona a resignarse a que otras personas alquila- ra cuáles eran los sentimientos que iban pasando por
sen su cuerpo a cambio de unos gramos de heroína, ella. Que no se drogara. Que fuese capaz de iniciar
o a que otras la escupiesen a la cara. En esas calles, una relación de pareja desde la honestidad y la auten-
la dignidad era robada a golpe de prostitución. ticidad, no desde la sumisión...
Andrea se hizo amiga de la soledad, no sólo por- La apuesta era muy difícil, pero Andrea lo inten-
que cada noche le hurtaban su sonrisa, sino también tó. Encontró un trabajo consistente en limpiar casas
porque cayó presa de una sustancia letal: la heroína. a cambio de un mísero sueldo; trabajaba todo el día,
El desamparo se adueñó de ella y la lanzó al camino pero no tenía contrato. Se había marchado de casa de
del sufrimiento. Un día, cansada de vagar, se encon- su padre, con quien había intentado retomar la rela-
tró con una persona que la puso en contacto con un ción, pero no habían encontrado puntos de encuen-
centro de rehabilitación de drogas, y consiguió dejar tro; quizás el pasado se hizo presente, y los reproches
de consumir. mutuos abrieron la herida de su infancia. Los amigos
Con gran esfuerzo terminó, después de dos años, no aparecían, porque no le resultaba fácil entablar
el proceso de rehabilitación que había iniciado. Tenía relaciones. Lo que sí apareció fue una sensación de
que volver al mundo libre, y debía hacerlo sin las desánimo y de desamparo que comenzaba a abrirse
seguridades que durante aquel tiempo le había dado como un abismo insalvable.
el programa. Tenía que relacionarse con el mundo de Una noche, en un bar, se encariñó de un camare-
forma diferente de como lo había hecho hasta ese ro y se marchó a vivir con él. El encuentro fue tan
momento. Pero no era fácil. El amor nunca había rápido como los que había tenido durante años en su
existido para ella. Alguna noche, la utilización sexual vida. La nueva relación que había iniciado era
se disfrazaba de ternura, pero nada más. Su confian- inquietante. ¿Cómo una persona a la que conocía de
za en los hombres desapareció desde que conoció a una noche podía invitarla a vivir en su casa? ¿No iría
122 15 HISTORIAS OCULTADAS A PESAR DE TODO, LIBERTAD 123
a pedir algo a cambio? De nuevo, la utilización dis- acogerla en su casa. Era una solución temporal.
frazada de ternura apareció en su vida. A la semana Comprendieron la urgencia y aceptaron la propuesta,
siguiente, llamó a casa de Migueli, un músico que porque podían atenderla, ya que en ese momento
compartía las notas de su guitarra, su vida y gran sólo vivía con ellos otra muchacha con un bebé.
parte de su tiempo con personas que buscaban moti- Andrea llegó a casa de Migueli y, después de
vos para vivir en medio de laberintos sin aparente charlar un buen rato con éste, fueron ambos a reco-
salida. Andrea había pasado una temporada viviendo ger las cosas que se había dejado en casa del cama-
en su casa y había encontrado en él a una persona fiel rero. Roberto, un amigo de casa, les acompañó. Era
en la que poder confiar. medianoche; llegaron a una calle estrecha y mal
- Migueli, soy yo, Andrea. Me encuentro muy alumbrada por seis farolas; dieron una vuelta para
mal. ¿Te acuerdas del camarero con quien me fui a aparcar, pero no encontraron sitio, por lo que Mi-
vivir la semana pasada? Pues esta noche me ha que- gueli se quedó esperando en el coche. Tardaron diez
rido violar, me ha pegado y me ha dicho que mañana minutos, pero no tuvo tiempo para aburrirse, pues un
mismo me vaya de su casa. ¿Por qué la gente quiere señor de mediana edad, tambaleándose como el vino
siempre aprovecharse de mí? ¡Y todo ha sido porque de una botella en manos de un borracho, llegó hasta
no quería acostarme con él! ¡Siempre igual, toda la el portal. Allí estuvo cinco minutos intentando intro-
vida igual...! ducir la llave en la cerradura, pero su estado etílico le
- Tranquila, Andrea; vente a casa y pensamos qué impedía atinar. Un vecino, que llegó en ese momen-
podemos hacer. Ya te dije yo que no parecía una to, le solucionó la papeleta. No tardaron en bajar con
buena salida ir a vivir a casa de ese muchacho; pero, la «casa» de Andrea a cuestas. Andrea llevaba dos
bueno, lo hecho, hecho está. Vente pronto, para que mochilas que la habían acompañado media vida, por-
nos dé tiempo a buscar alguna solución. que la otra media cabía en un pequeño bolso. Car-
La situación era bastante complicada, porque, garon el equipaje en el maletero del coche y marcha-
además de la dificultad material de falta de vivienda, ron a casa de Chiqui y Marga.
rondaba sobre ella una intensa sensación de desa- Cuando llegaron, se llevaron una sorpresa. Allí
liento y renuncia. Daba tres pasos hacia adelante y estaba Manolo. Era un amigo de Chiqui a quien Mi-
dos hacia atrás; pero cada retroceso implicaba traer gueli conocía de un concierto que había dado en la
al presente la inseguridad del pasado y reabrir con cárcel de Badajoz. Llevaba preso allí ocho años
impotencia heridas mal cerradas. La autoestima y el seguidos, pero desde los dieciséis no había dejado de
afecto seguían siendo sus asignaturas pendientes. entrar y salir. Apenas había tenido oportunidad de
Migueli no podía llevarla a vivir a su casa, porque disfrutar su juventud como él pretendía. Todo co-
en ese momento vivían con él cuatro chavales, y la menzó siendo un juego, donde la calle era sinónimo
situación no permitía una mínima intimidad para de libertad, espacio en el que cada momento se vivía
ella. Pero intuitivamente, como esas ocasiones en las con intensidad. El colegio no le aportó ninguna expe-
que uno encuentra la salida sin esperarlo, se le vinie- riencia gratificante, y lo abandonó. Con sus amigos
ron a la cabeza Marga y Chiqui, una pareja que, comenzaron los primeros escarceos con la heroína.
desde la coherencia, había abierto su casa a personas De su mano llegaron los primeros robos, el riesgo,
en dificultades. Les llamó y les preguntó si podrían las pistolas, las piras (huida de la policía), las prime-
124 15 HISTORIAS OCULTADAS A PESAR DE TODO, LIBERTAD 125

ras detenciones, los primeros ingresos en el reforma- Manolo asintió rápidamente. Andrea se quedó en
torio y en la cárcel... Su carrera desenfrenada le había casa de Chiqui y Marga. De nuevo la vida les regaló
llevado desde muy pequeño a estar encerrado la otra persona a la que acompañar y con quien com-
mitad de su vida entre los elevados muros de cemen- partir. Manolo comenzó a dormir en el comedor de
to de las cárceles. Su vida se había limitado a un cír- casa con los chavales que iban de permiso los fines
culo formado por la calle, la droga, la policía, la cár- de semana. Pasaba bastante tiempo hablando con
cel, las pistolas, las piras y los robos. Con todo ello Migueli. Sin duda, las garras de la cárcel habían
había ocultado toda la inseguridad que sentía y que dejado muy hondos zarpazos en la mente de Manolo.
había sido provocada por un cúmulo de carencias Calculaba con mucha dificultad, cuando cruzaban la
fruto de la exclusión social. carretera, la distancia a la que venían los coches.
Tuvo que salirse del metro en la primera estación,
Manolo había quebrantado el permiso penitencia- porque no podía aguantar los túneles. En aquellos
rio de seis días que el Juez le había concedido. El día ocho años, todo había ido tan rápido que se había
anterior tenía que haber vuelto a la cárcel y no lo quedado atrás, como si el tiempo en la cárcel se
hizo. No quería volver. La libertad, después de ocho hubiera detenido.
años de ausencia, era tan atrayente que Manolo se
hizo su amigo. El sentimiento era tan fuerte que deci- A Migueli le costaba ponerse en su lugar. Pero la
dió echar un pulso a la ley. En su barrio no podía única forma de mantener viva su libertad consistía en
estar, porque la policía le conocía. Tampoco podía estar junto a él para enseñarle lo más rápidamente
trabajar, porque nunca lo había hecho y porque, al posible una forma de sobrevivir en la sociedad. La
estar en busca y captura, lo detendrían con mucha dificultad aumentaba porque sus sentidos se habían
facilidad. Si lo agarraban, tendría que cumplir el deteriorado en la cárcel y porque sus recursos de
resto de la condena. Le quedaban dos años y medio, relación y de comunicación eran muy escasos.
además de un juicio pendiente en el que le pedían Manolo no era amigo de la paciencia, pero ambos
ocho años por tener una escopeta con los números de sabían que una solución legal a su situación pasaba
fabricación borrados. Una alternativa que se podría por resistir en busca y captura durante casi ocho
plantear pasaba por irse a vivir a casa de Migueli. Su años; tiempo que sería suficiente para pedir un indul-
conciencia tuvo que decidir entre respetar la ley o la to. Además, intentaba hacerle ver que el proceso de
libertad de Manolo. Para Migueli, la ley de los hom- aprendizaje iba a ser muy lento. Todas las tardes sa-
bres podía esperar. lían a correr. Al principio le daba vergüenza ponerse
los pantalones cortos, porque tenía las piernas llenas
Si lograra que aprendiera habilidades personales de tatuajes. El ejercicio físico le ayudaba a reducir su
y sociales suficientes, podrían pasar años sin que la ansiedad. Día a día se iban notando sus progresos en
policía le detuviese. Podría ganarse la vida y garan- la forma de relacionarse con las personas que iban
tizar a la sociedad que no volvería a cometer delitos por casa. La confianza que iba tomando le ayudaba a
en el futuro. Era la apuesta por un hombre que lo ver desde otra posición su situación.
tenía todo en contra, incluso la ley. La apuesta mere-
cía la pena. Migueli, tras una breve reflexión, le invi- Una noche, a las tres de la madrugada, sonó el
tó a vivir en su casa. teléfono:
126 15 HISTORIAS OCULTADAS A PESAR DE TODO, LIBERTAD 127

- Migueli, soy Manolo, ¿puedo quedarme esta Migueli se daba cuenta de que Manolo buscaba
noche fuera de casa?; pero, tranquilo, si no quieres, que él legitimase su comportamiento. De todas for-
vuelvo ahora mismo. mas, comenzaba a estar preocupado. Manolo no lle-
- Pero, Manolo, me tenías preocupado; ¿con gó a casa hasta las cinco de la tarde del día siguien-
quién estás? te. Entró muy nervioso y con arañazos en los brazos.
- Con Andrea; hemos dado un paseo. - Manolo, ¿dónde te has metido?
- Pero ¿ha llamado ella a casa de Chiqui? - Me ha perseguido la policía. Estaba esperando
- No, va a llamar ahora. en el Parque del Oeste a que Andrea saliese de traba-
- Mira, Manolo, si te encuentras bien, quédate jar. Dos policías vestidos de paisano se han acercado
con ella. Mañana hablaremos. a un grupo de chavales que estaban junto a mí y, de
paso, me han pedido la documentación. He dado un
A la mañana siguiente, cuando Manolo llegó,
hablaron: empujón a uno de ellos y he echado a correr. Me he
tenido que meter entre unos arbustos y saltar una
- Me podías haber dicho algo de Andrea, ¿no? tapia. No veas, casi me mato.
-le espetó. - Pero, Manolo, ¿no te das cuenta de que estás
- Perdona, pero es que llevo tantos años preso... jugando con fuego?
- Ya. Pero sabes que muchas pensiones están - Sí; lo siento.
controladas por la policía y que corres un gran ries- -¡No me digas lo siento! ¿No podrías hacer algo
go estando por la noche en la calle. Manolo, te estás para evitar o reducir las situaciones de riesgo?
jugando demasiado; estás poniendo en peligro tu - Mira, esta tarde Andrea va a venir a buscarme.
libertad. - Muy bien. Esta tarde hablaremos.
- Lo siento, me duele haberte fallado -dijo Cuando Andrea llegó a casa, se juntaron en el
tímidamente. comedor.
- A mí, no me fallas. Pero el precio de tu libertad - Os estáis comportando de forma arriesgada.
está por encima de todo -le replicó. Vais a dormir a pensiones que controla la policía.
La verdad es que le comprendía. Manolo llevaba Paseáis por lugares en los que os pueden pedir la
muchos años sin estar con una mujer. Migueli tam- documentación. ¿No te das cuenta, Manolo, de que
poco era quién para entrometerse en su vida. Sus te estás jugando tu libertad?
necesidades y la exclusiva existencia del presente le - Andrea, prefiero que no nos veamos más -dijo
habían llevado a olvidarse de los riesgos del mañana. Manolo tras un breve silencio.
A la noche siguiente volvió a llamar por teléfono: Andrea rompió a llorar. Se levantó y se marchó.
- ¿Me puedo quedar con Andrea? Migueli se quedó con una mala sensación. No sabía
- Manolo, son las dos de la mañana; estamos si lo que había hecho era lo que debía; pero, si no
todos durmiendo, haz lo que quieras... hacía algo, Manolo volvería a la cárcel con toda
- De verdad, no quiero fallarte. Si no lo ves, vuel- seguridad.
vo a casa... Estaban apostando demasiado fuerte el uno por el
- Manolo, no veo nada, es de noche -le contestó otro. Pero ¿qué habían hecho durante toda su vida,
con un tono frío y distante. sino caminar en los límites del riesgo? Migueli, por
128 15 HISTORIAS OCULTADAS A PESAR DE TODO, LIBERTAD 129
momentos, dudó de su legitimidad para cuestionar Se quedó en silencio. Migueli pensó que Mano-
estas formas de vida, tan distintas de la suya. Habla- lo iba a eludir su mirada; pero no: la afrontó con
ba desde su sentido común, pero no desde el de ellos. sinceridad.
Andrea llamó por teléfono a la media hora de - Lo que más me duele es haberos fallado. No me
marcharse de casa. Quedaron de nuevo. Esa noche lo puedo perdonar. Estoy jodido porque he tenido
ocurrió lo mismo que las pasadas. La misma llama- una oportunidad, y otra vez estoy aquí; pero no dejo
da. Durante dos días, no hubo noticias suyas. Andrea de pensar en vosotros y en que he incumplido mi
se encontró con Chiqui y se excusó por no volver a palabra. Lo siento, de verdad.
casa, porque había roto su palabra. Prefería buscarse Migueli intentó animarle, pero no conectó con su
la vida en la calle, aunque ello entrañase grandes sentimiento. Debía de estar sintiendo su vida arrui-
posibilidades de ser detenida. No pudo resistirse a nada. Pero, seguramente, en ese momento no podía
disfrutar del presente a todo ritmo, con toda la in- ser de otra manera. Lo único que quedaba era acoger
tensidad posible. No tenía capacidad para antici- su sentimiento. Estuvieron recordando todas las ex-
par los riesgos del futuro ante la satisfacción de lo periencias positivas que habían vivido durante el mes
inminente. pasado. Por unos momentos, Manolo retrocedió en
Comenzaron a vivir en un coche, en cuyas venta- su memoria hasta la libertad.
nas tuvieron que poner cartones para poder dormir. Pasaron los minutos. Aferrado a los barrotes, los
Al mes, Migueli y Chiqui se enteraron de que ambos apretaba con firmeza y resignación. Vivía de aquellos
habían vuelto a consumir drogas. Ella estaba prosti- días. Los pasaba por su mente como si de una pe-
tuyéndose en la calle, y él se buscaba la vida como lícula se tratase.
sabía y podía. Andrea había tirado por la borda dos Volvió a sonreír. Con el paso de los minutos, su
años de programa de rehabilitación y toda una espe- rostro reflejaba más tranquilidad. Migueli le ayudó a
ranza de vivir sin drogas. Manolo, por su parte, había desculpabilizarse y le ofreció apoyo para el futuro,
firmado una sentencia de muchos años de cárcel. aunque éste no existiese para él.
La mala noticia no tardó en llegar. A la semana - Manolo, estaremos siempre junto a ti, si tú
siguiente, los padres de Manolo llamaron para comu- quieres. Te prometo que seguiremos a tu lado aunque
nicarles que le habían detenido y que estaba de nuevo pases aquí los años.
en prisión. Se había acabado la arriesgada apuesta Se encaminó hacia la puerta y se inclinó señalan-
por la libertad. do sus zapatos.
- ¿Recuerdas cuando fuimos a comprarlos?
Por la tarde, Migueli fue a verle a la cárcel. Tras - Sí, claro, ¿cómo no? -respondió Migueli.
pasar los rastrillos, esperó sentado en el locutorio Cerró la puerta del locutorio y volvió a despedir-
que le habían asignado. A los cinco minutos se abrió se haciendo gestos con las manos. Su sonrisa era una
la puerta. Entró y, tras unos instantes de silencio, expresión de libertad encerrada. Vivió rápido, con un
sonrió con una mueca triste. ritmo casi vertiginoso. Ahora sólo quedaba esperar.
- Lo siento, Migueli.
- Tranquilo Manolo, cuando salgas lo volvere-
mos a intentar.
EL PERMISO 131

14 pétente, y así se hizo, efectivamente; pero fue dene-


gado, porque, según rezaba en la resolución adminis-
El permiso trativa, aun reuniendo los requisitos legales y llevan-
do cumplidos veinte años de condena, existían altas
probabilidades de que el solicitante no volviese a la
cárcel después del permiso. Pero ¿y si, de haber con-
seguido el permiso, hubiese regresado?
En cualquier caso, la decisión de la prisión nos
pareció inaceptable y suponía un atentado contra los
La primera vez que vi a Carlos fue a través de un principios de humanidad y de reinserción social que,
cristal y de unos barrotes de hierro. Se encontraba en según la Constitución, deberían presidir la aplicación
la cárcel de Ocaña li, aunque había estado encerrado de las normas penitenciarias en el cumplimiento de
en más de quince prisiones. Nos había escrito una las penas de prisión. Estábamos convencidos de que
carta más bien corta, supongo que sin mucha espe- los organismos competentes (o incompetentes, según
ranza de ser respondido, en la que nos preguntaba si se mire) de la cárcel -Junta de Régimen- o, en todo
podríamos dejarle vivir en nuestra casa durante un caso, los organismos judiciales -juez de vigilancia
permiso penitenciario. Había conseguido nuestra penitenciaria, Audiencia Provincial- tenían que asu-
dirección a través de otro preso que había estado mir el riesgo de tomar la decisión de conceder a
unos días con nosotros. Carlos reunía todos los Carlos varios días de libertad para que tomase con-
requisitos legales para que la cárcel le concediese un tacto con la sociedad, porque «sólo» le quedaban dos
permiso, pero, al igual que a otros muchos reclusos, años para cumplir la condena y salir de la prisión
se le denegaba porque no tenía casa ni arraigo fami- definitivamente. Aunque, para las personas e institu-
liar. Necesitaba un compromiso nuestro, por escrito, ciones que en esos momentos eran responsables de
que garantizara que nos haríamos cargo de él duran- tomar la decisión sobre la libertad de nuestro amigo
te los días de permiso que le concediesen y que en preso, si éste delinquiese una vez que fuese excarce-
ningún caso podían ser más de seis. lado al cumplir la condena, harían recaer la respon-
En apenas diez líneas escritas nos hizo la pro- sabilidad exclusivamente sobre él, pues, según ellos,
puesta. Una cifra nos llevó a acceder a su petición: su comportamiento sería fruto de su propia libertad
llevaba veinte años de cárcel cumplidos de forma in- de actuar. Se le aplicaría la agravante de reinciden-
interrumpida. ¡Veinte años...! Fue a visitarle Antonio cia, le impondrían más pena y lo mandarían a la cár-
del Moral, un buen amigo que nos echa una mano cel nuevamente; además, en ningún caso se cuestio-
yendo a la cárcel a charlar con algunos presos cono- naría a las instituciones o personas que tuvieron
cidos. Habló un buen rato con él y le comunicó nues- legalmente la responsabilidad de ofrecerle alternati-
tra decisión. vas para que no volviese a delinquir: los centros
Redactamos un escrito, en el que plasmamos penitenciarios.
nuestro compromiso, y lo remitimos a la trabajadora Le comunicaron la denegación del permiso, pero
social de la prisión de Ocaña n. El permiso iba a ser Carlos había aprendido a no ilusionarse o, dicho de
estudiado a la semana siguiente por el órgano com- otro modo, la vida en la cárcel le había hecho desa-
132 15 HISTORIAS OCULTADAS EL PERMISO 133

prender que las personas necesitamos soñar el futuro los barrotes; ante mí se hallaba una persona mayor,
y que el presente sólo se construye si somos capaces con síntomas de agotamiento físico, consumida por
de vivir el hoy como la antesala de un mañana posi- la cárcel. Era alto, bastante delgado y con las faccio-
ble. Gracias a este desaprendizaje, Carlos no quedó nes del rostro muy marcadas. Estaba ante un hombre
excesivamente contrariado ante la denegación; senci- de pocas palabras y de mirada huidiza. Me presenté,
llamente, no esperaba el permiso. Posiblemente, so- le pregunté por su estado general, le relaté la conver-
ñar con un paseo en libertad después de veinte años sación con la jueza y le aseguré que el permiso esta-
y, luego, no conseguirlo sería autoinfligirse gratuita- ba concedido. No expresó alegría ni entusiasmo; sen-
mente una nueva dosis de dolor. cillamente, no hizo ningún ademán que exteriorizase
Exteriorizábamos indignación a borbotones. La su estado de ánimo. Con bastante probabilidad, la
única posibilidad que nos quedaba de conseguir el incredulidad era su sentir permanente, una forma de
permiso consistía en presentar un recurso ante el protegerse emocionalmente dentro de la prisión; era
Juzgado de Vigilancia Penitenciaria de Ocaña. Soli- un mecanismo de defensa que había aprendido para
citamos una cita a la jueza y fuimos a hablar con ella. poder sobrevivir. Carlos sabía que, mientras no tras-
La conversación fue larga. Le explicamos la tarea pasase la última puerta de la prisión, podía suceder
que desarrollábamos con las personas cuando salían cualquier cosa: desde meterse en algún jaleo con fun-
de la cárcel y le dimos la seguridad de que asumiría- cionarios o con otros presos, lo que conllevaría la
mos responsablemente el compromiso de acompañar revocación del permiso, hasta que el fiscal recurriese
a Carlos durante el permiso; responsabilidad que la decisión de la jueza y la Audiencia provincial lo
incluía facilitarle casa, comida, actividades de ocio, denegase. Cuentan los presos que los días antes del
relaciones interpersonales..., y todo ello desde la cer- permiso no duermen, por la tensión que supone la
canía propiciada por el encuentro personal. Previa- eventual e incierta salida hacia la libertad.
mente compartimos los temores de la jueza ante la Llegó el día en que nos indicaron que fuésemos a
responsabilidad a la que se enfrentaba cuando deci- buscarlo. Eran las cinco de la tarde de uno de los pri-
día conceder permisos en contra de la opinión de los meros días de septiembre. Salió con una bolsa de
«profesionales» de la cárcel. Fue una conversación deporte en la mano. Su rostro transmitía una expre-
fluida que nos permitió, poco a poco, explicar los sión de ánimo muy diferente de la del día en que le
dictados de la experiencia y del sentido común. Car- conocí, aunque, por otro lado, tenía un considerable
los iba a terminar la condena en dos años y, cuando enfado con el funcionario que le acompañaba, dado
menos, era imprescindible que pudiésemos estable- que éste no le podía cambiar los billetes de curso
cer con él un encuentro personalizador que le diese legal dentro de prisión por dinero real, porque la
la confianza suficiente para facilitar nuestro acompa- administración estaba cerrada; propusieron llamar
ñamiento en el momento de la salida definitiva. al administrador, que vivía cerca, pero preferimos
La jueza accedió a concederle un permiso de tres no esperar: cada minuto de libertad de aquellos tres
días de duración. Inmediatamente después de salir días valía mucho más que el dinero que le fuesen a
del Juzgado, me acerqué a la cárcel, donde le conocí cambiar.
por vez primera. Apareció en los locutorios, entre la Subimos al coche y salimos en dirección a
suciedad de los cristales y la separación que causan Madrid. Nos detuvimos en Navalcarnero para tomar
134 15 HISTORIAS OCULTADAS EL PERMISO 135

una cerveza en un bar, y allí comenzamos a charlar. y no había salido, porque fuera del establecimiento
Me relató su vida y todo lo que le había ocurrido había varios policías municipales que le observaban
durante tantos años: cárcel, aislamientos, peleas, al- y le querían detener. En realidad, nadie le quería
gún que otro curso o tarea realizada, conducciones, molestar; ni siquiera habían reparado en su presen-
drogas, cacheos, alguna paliza, humillaciones y, so- cia, pero la sensación de sentirse vigilado, acosado,
bre todo, soledad a raudales. Asimiló lo que él era observado permanentemente durante veinte años, le
como persona, con la identidad que le había asigna- había llevado a confundir la realidad con una falsa
do la institución en la que llevaba veinte años ence- percepción. Esta situación era muy habitual en todas
rrado. Lo terrible era que Carlos se estaba presentan- las personas que salían de la cárcel.
do como persona, pero lo hacía exclusivamente co- Esa tarde se quedó en casa, no quiso salir. La
mo recluso, posiblemente porque él, fuera de la pri- mañana del segundo día la pasó con Antonio dando
sión, no era nadie, puesto que ya no recordaba otra un paseo por el parque del Retiro y zonas cercanas.
forma de vivir ni de sentir más que lo vivido y senti- Para él todo estaba absolutamente cambiado. Obser-
do dentro de la prisión. De manera casi inconsciente, vaba los coches, que eran de marcas muy distintas de
cambiamos de conversación. Era un contrasentido las que había a finales de los setenta; los conocía por
estar libre y seguir hablando de la cárcel. A partir de la televisión, pero la impresión de verlos al natural
ese momento nos dedicamos a observar en silencio a era muy diferente. Miraba a las personas con des-
la gente que deambulaba por delante de nosotros. confianza y le sorprendían algunas formas de vestir,
De camino a Madrid, repitió en un tono pues las ropas habían cambiado notablemente en las
inquietante: formas y en los colores. El tiempo del castigado no
- ¡No me lo puedo creer, no soy capaz de sentir es el tiempo de la sociedad: es el tiempo que queda
que estoy en libertad!; ¡sigo preso, no siento que para cumplir el castigo; por eso se detiene. El tiem-
estoy libre, sigo preso...! po del reloj se había detenido para Carlos en 1980,
Aun estando libre, la angustia iba en aumento. año en el que ingresó por última vez en la cárcel y
Desconocía algunas carreteras de acceso a la ciudad, volverá a correr cuando quede libre. En estos mo-
y no recordaba otras. Mostraba serias dificultades de mentos se encontraba en el año en que ingresó, por-
percepción al calcular las distancias de los coches que el aislamiento social e individual de la vida en
que circulaban delante de nosotros. Más de una vez prisión le había impedido madurar y evolucionar per-
pensó que no nos daría tiempo a frenar. Esa misma sonal y socialmente; para los reclusos el presente no
percepción la tuvo al ir a atravesar una calzada del es el tiempo de la historia, del trabajo, de la creación,
pueblo en el que habíamos estado. No fue capaz de del esfuerzo con otros hombres y con las cosas, sino
cruzar, aunque el automóvil más cercano se encon- un paréntesis fuera del mundo. En cambio, la socie-
traba a cincuenta metros. dad con la que se estaba encontrando había evolucio-
La primera noche no durmió; según él, porque se nado nada menos que veinte años. Esta enorme dis-
encontraba nerviosísimo. Salió a la calle muy de función temporal impedía a Carlos percibir la reali-
mañana y volvió a la hora de comer. Llegó bastante dad tal como era y sentirse parte de ella.
asustado y contrariado, porque toda la gente le mira- Por la tarde salió con una mujer con la que lleva-
ba; se había metido en un bar en el centro de Madrid ba escribiéndose más de quince años, un buen ejem-
136 15 HISTORIAS OCULTADAS EL PERMISO 137

pío de fidelidad. Llegó a casa de madrugada y tam- - Y si tienes problemas con otra persona presa,
poco durmió. Estuvimos hablando, y comentaba con ¿se pueden solucionar? -le pregunté.
pesadumbre que no había sabido relacionarse con su - Sí, claro, «empalmándote» y yendo al «tigre»
amiga y que tampoco era capaz de hacerlo con la (agarrando un pincho y retando al otro en el retrete
gente de casa. Intenté tranquilizarle diciéndole que del patio). No puede quedar uno por debajo, porque
eso nos pasaba a todos los humanos y que era una a la siguiente baza volverán a aprovecharse de ti. En
sencilla cuestión de práctica. estos lugares, al final, lo único esencial es uno mis-
- Carlos, si yo entrase en la cárcel mañana, mo: «debo vivir, debo vivir, contra todo; si el mundo
¿sabría cómo relacionarme? se hunde, igualmente viviré». Para sobrevivir, uno se
- Seguro que no, me dijo. concentra tanto en la naturaleza del propio cuerpo
- Pues lo mismo ocurre cuando sales a la calle. que se vuelve una bestia.
La forma de relacionarse fuera es muy distinta de - Carlos -le dije-, en la calle, aunque no siempre,
como se hace dentro. Vamos a ver, ¿se puede confiar muchas personas resuelven sus problemas desde el
en las personas que conoces en el patio de una diálogo. Es verdad que esta forma de hacerlo es cada
cárcel? vez menos frecuente, porque también se suele recu-
- No, nunca; todo el mundo va a utilizarte, a rrir a la violencia; pero lo más inteligente es dialogar
sacar algo de provecho, aunque a veces sólo sea un -le dije para terminar esta charla con él.
cigarro.
- Pues mira -le dije-, en la calle, aunque también La angustia que Carlos sentía ante las breves rela-
en ocasiones hay que desconfiariTlas relaciones per- ciones que había mantenido en aquellos dos días era
sonales de amistad, que son las que nos van a hacer consecuencia de las pautas de relación aprendidas en
sentir cierta gratificación, se construyen desde la la cárcel y que eran motivadas por la violencia que
confianza. preside todo tipo de relación interpersonal vivida en
un pequeño espacio totalmente cerrado y controlado,
en el que las personas dejan de ser consideradas
- Otra cosa, ¿en la cárcel es bueno comportarse como tales para convertirse en cifras, en números
tal como uno es?; ¿se puede mostrar la parte vulne- de recuento diario. Las personas presas tienen que
rable que todos tenemos? protegerse generando permanentemente actitudes y
- ¡Ni hablar; hay que echarle imagen! Cuanto comportamientos que imposibilitan el establecimien-
más duro aparenta ser uno, mejor; menos problemas to de vínculos basados en la confianza y en la empa-
vas a tener. Allí todos hemos atracado bancos, y yo te tia. Al quedar en libertad, por lo general de forma
digo que no hay tantos bancos en España como atra- inconsciente, estas personas tienden a utilizar a quien
cadores en la cárcel -dijo Carlos en son de mofa. se pone a su lado para acompañar, ayudar o comen-
-Pues fíjate -objeté-, cuando las personas mos- zar una amistad, deteriorando los lazos que se hayan
tramos nuestra parte más vulnerable es cuando esta- podido crear, rompiendo las relaciones y dificultan-
mos comenzando a dejar que nos quieran por lo que do con ello la posible integración social. Por otro
somos y no por lo que aparentamos. lado, la baja autoestima que muchos poseen, al ser
tratados en la cárcel como cosas y no como personas,
138 15 HISTORIAS OCULTADAS EL PERMISO 139

impide que muchos puedan entablar relaciones de marchado. Había decidido no volver a la cárcel. Eran
amistad. las doce y media, y a las dos, aproximadamente, te-
Cuando los seres humanos están aislados en es- níamos que volver a Ocaña. Marché a casa sin mucha
pacios en los que no existe la cultura, ni la naturale- esperanza de verle. Efectivamente, Carlos no apare-
za, ni la capacidad de creación, ni el trabajo, no están ció. Había decidido no volver a encerrarse, pero
en el mundo. Entonces, ¿qué le queda a uno? Le ¿volvería al menos a casa?
queda su propio cuerpo y la palabra pensada. Pero la Transcurrió el domingo, y no tuvimos noticias
palabra no vale para nombrar lo que no se tiene, casi suyas. El lunes por la mañana llamé a la trabajadora
ni para comunicarse; el agua no es el agua, es la social de la prisión para decir que había quebrantado
humedad; el sonido es el golpeo de las puertas y can- la condena y que se había marchado de casa horas
celas de hierro; la luz es la que el ojo inventa en la antes de la vuelta a Ocaña. «Ya nos lo imaginába-
oscuridad, y las imágenes las que crea en las man- mos», repuso. Posteriormente llamé a la jueza. Se
chas de las paredes. Los olores son los del animal. El puso muy nerviosa, porque, según ella, la habíamos
cuerpo no sirve ni para trabajar ni para el placer. Pero defraudado; al parecer, había confiado y arriesgado
en la palabra están los recuerdos, las ilusiones, las demasiado. Por nuestra parte, y por motivos diferen-
preguntas incontestadas, lo que se hizo mal, lo que tes, quedamos muy preocupados. Carlos no tenía
no se hizo y lo que se debió haber hecho. Pero, en el muchos recursos para buscarse la vida. Tendría que
límite, la palabra machacada, aplastada, inventa una robar, pues era lo único que podía y sabía hacer, pe-
vocecita que vuelve a inventar los colores, los soni- ro los métodos que actualmente hay que utilizar
dos, los olores agradables, las amables voces conoci- son muy diferentes de los que se usaban veinte años
das. Entonces la palabra vuelve a ser la salvación, atrás; las posibilidades de conseguir cometer deter-
vuelve a crearlo todo: los pájaros cuyo nombre nunca minados delitos sin ser detenido eran muy escasas;
conoció, una puesta de sol de la infancia, los árboles por otro lado, sus reflejos se habían deteriorado bas-
y su sombra, un gol que se vio hacer al jugador favo- tante. Todos esperábamos que nos llamasen desde al-
rito... Todo vuelve a ser, a existir, por el poder del guna comisaría. Para los funcionarios de la cárcel
que, no teniendo nada, descubre otra vez que posee sería una reafirmación de su resolución inicial en la
la palabra que todo lo crea. que denegaban el permiso y, posiblemente, agravada
Carlos enlazó esa noche con la mañana del sába- por la comisión de un nuevo delito. Para él, una
do, su último día. Cuando me levanté, lo encontré nueva condena y un montón más de años de dolor.
sentado en su cama, llorando. Le pregunté qué le Pero esa misma tarde de lunes, Carlos volvió a
ocurría, pero no era capaz de expresar nada. Po- casa. No se atrevía a subir, lo hizo tímidamente. Se-
siblemente sería fruto de la angustia que le motivaba gún él, no podía dejarnos mal ante la jueza: había-
la vuelta a la cárcel. A media mañana le propuse que mos dado nuestra palabra, y él no quería que nadie
me acompañara al hospital a ver a una amiga; acep- nos echara en cara su incumplimiento. Para nosotros,
tó. Se quedó en la cafetería mientras yo hacía la visi- en cambio, lo importante era él y su futuro. Le hici-
ta. Al cabo de una hora, cuando fui a recogerle, ya no mos ver que no teníamos muchas opciones. Que, si
estaba. Busqué por los alrededores, esperé nueva- optaba por no volver, le acogeríamos en casa, pero
mente, hasta que caí en la cuenta de que se había sabiendo que en cualquier momento le podían pedir
140 15 HISTORIAS OCULTADAS EL PERMISO 141

el carné de identidad y le detendrían. Ello supondría El informe explicaba muy bien la reacción de
una nueva pena por cometer un delito de quebranta- huida de Carlos. Estaba redactado de la siguiente
miento de condena, una sanción grave que implicaba forma:
una sanción de aislamiento, la denegación de futuros
permisos y además, si volvía a delinquir, más años de
cárcel. La otra opción era volver a la cárcel, pues ha- INFORME
bían pasado tan solo cuarenta y ocho horas. Podía-
mos presentarnos ante la jueza para explicar lo que Relativo a: Carlos
había pasado y, así, intentar que en el futuro volvie- Profesional: Javier
se a confiar en nosotros. Seguramente el comporta- Dirigido a: Juzgado de Vigilancia Penitenciaria N° 2 de
miento de Carlos tendría una explicación psicológi- Castilla - La Mancha.
ca, y desde ahí podríamos justificar el retraso. Le
propuse ir a ver a Javier, un buen psicólogo amigo,
para hacer ese informe y, al día siguiente, presentar- Introducción
nos en el juzgado de Ocaña. Accedió.
D. Julián Ríos Martín, responsable del Piso de Acogida
Era tarde, pero nuestro amigo Javier nos recibió para Personas Presas de la Asociación «Apoyo» nos
en su casa. Nos acogieron cálidamente y nos manda- solicita -dada la urgencia del caso- valorar e informar
ron pasar al despacho de trabajo. Entramos en una acerca de la situación psicológica de D. Carlos M.
habitación espaciosa y muy bien iluminada, con es- Aunque éste no está relacionado con el mundo del VIH,
tanterías llenas de libros, una mesa y cuatro asientos accedemos a la petición del Sr. Ríos, dada la estrecha
que parecían muy cómodos. Javier y Pilar, su mujer, vinculación y colaboración mutua que mantenemos
que también es psicóloga, se pusieron a trabajar. en relación a otros presos afectados directamente por
Mantuvieron una entrevista con Carlos durante dos el VIH.
horas. Entre cigarrillo y cigarrillo, Carlos pudo expli- D. Carlos, de 55 años de edad, ingresó por prime-
carse a su ritmo, con sus palabras. Se desahogó pro- ra vez en prisión a los 16 años. Posteriormente, el
fundamente; expresó miedos, temores, angustias, tiempo más prolongado y seguido en el que disfrutó
situaciones vividas... Según él, ningún psicólogo de de libertad fueron 4 años (1976-1980). A partir de
todos los que había visto a lo largo de su vida, que entonces hasta ahora ha estado preso, con la excep-
habían sido varios, le había escuchado ni la mitad de ción de 9 días en 1985, año en el que obtuvo un per-
tiempo que Carlos y su mujer. Después de trabajar, miso y quebrantó durante esos días.
nos invitaron a cenar con sus dos hijas, Marta y Lau-
ra. Carlos no salía de su asombro. Nunca había cono-
cido a personas que fuesen capaces de dedicarle Los hechos y su valoración
tiempo a él sin pedir nada a cambio y que, además,
le invitasen a cenar. Le dieron el mejor regalo: la D. Carlos M. comenzó a disfrutar de un permiso de 3
posibilidad de participar de una sencilla cena en días el miércoles día 1 de septiembre, a las 17 horas.
familia. Tenía que volver el sábado 4 a las 17 horas.
142 15 HISTORIAS OCULTADAS EL PERMISO 143

El comportamiento de Carlos durante los días de ción de confianza y fidelidad mutua, en la que Carlos
permiso ha sido excelente. Así lo ratifican sus compa- entiende que vale la pena intentar hacer bien las cosas
ñeros de piso durante esos días. De hecho, Carlos se cuando alguien confía en ti.
presentó -como se puede comprobar en la comisaría
de Tetuán- del día 1 al 3, tal y como ordenó Su Señoría.
No había en él ninguna intención de quebrantar lo Sugerencias de intervención
pactado.
El día 4, sábado, día EN que tenía que presentarse Inevitablemente, D. Carlos M. ha sufrido las secuelas
en la prisión, Carlos comienza -como lo confirman sus psicológicas propias de un ingreso en prisión de cerca
explicaciones sintomatológicas y la del responsable de 20 años. Su proceso de adaptación a la libertad, que
del piso- con claros síntomas de ansiedad: labilidad es también responsabilidad del sistema penitenciario
emocional acompañada de llanto, palpitaciones car- (art. 25.2 de la Constitución y art. 1 de la LOGP), puede
díacas, temblor en las piernas, astenia pronunciada, hacerse de dos maneras:
miedo a perder el control..., acompañado todo ello de
a) manteniendo actitudes de desconfianza hacia él,
una intensa confusión. En un momento determinado,
privándole de permisos y de otros beneficios peniten-
sale a la calle y toma un taxi. Una clara respuesta de
ciarios, limitándole al máximo el contacto con grupos y
intento de escape a la vivencia de ansiedad y de evita-
espacios terapéuticos de incorporación social, etc. Es-
ción del estímulo fóbico que la produce (el pensa-
to llevará, por el principio psicológico de «profecía
miento de vuelta a la prisión). Como es habitual en
autocumplida», al fracaso en su integración social;
este tipo de cuadros -fobia específica (aislada) CIÉ
F40.2-, imaginar la situación fóbica desencadena una b) facilitando un contacto paulatino con esos gru-
ansiedad anticipatoria. Fue una conducta no premedi- pos y espacios terapéuticos, posibilitando en libertad
tada, claramente impulsiva. Muy típico de aquellas per- aprendizajes intermedios que incrementen su autoes-
sonas con largos internamientos en prisión, donde una tima y su autoconcepto, etc. Obviamente, esta segun-
institución como la cárcel, que controla externamente da opción es compatible con controles razonables, con
los tiempos, los espacios y la vida de las personas, pro- el objetivo de seguridad.
voca una disminución significativa de las pautas de
autocontrol. Carlos M. está comenzando muy despacio, pero
El día 6, al mediodía, Carlos vuelve al piso de aco- de manera firme, a controlar aspectos importantes de
gida. Expresa el conflicto que ha vivido entre el deseo su vida. De hecho, han sido los valores (léase fidelidad
de libertad y la necesidad racional de hacer bien las al Sr. Ríos Martín, etc.), y no los impulsos, los que le
cosas para no recibir más daño del que ya tiene acu- han hecho presentarse voluntariamente en este Juzga-
mulado. Carlos, fuera ya de la crisis de ansiedad men- do de Vigilancia. En términos psicológicos, aunque
cionada, tuvo capacidad de reflexionar y de mirar a de manera muy incipiente, está comenzando a pasar
largo plazo. de la indefensión -evidentemente adquirida- a la
Considero muy importante destacar que la deci- controlabilidad.
sión de Carlos de volver a hablar con el Sr. Martín viene Por último, me comprometo -si Su Señoría lo ve
producida porque se ha generado entre ellos una rela- oportuno- a mantener seguimiento terapéutico como
144 1 5 HISTORIAS OCULTADAS EL PERMISO 145

psicólogo con D. Carlos M. en los próximos permisos También le dimos una copia del informe psicológico
que pudiera disfrutar. El Sr. M. acepta la oferta de que hizo Javier. A los cinco minutos, salió el mismo
seguimiento. funcionario que la semana anterior había sacado a
Quedo a disposición de este Juzgado para cual- Carlos hasta la puerta. En breves momentos, varias
quier aclaración. preguntas se agolparon en mi pensamiento: ¿volvería
a salir?; ¿cuándo?; ¿qué sentiría cuando le llevasen a
la celda de aislamiento?; ¿cómo recordaría todo lo
A la mañana siguiente, marchamos hacia Ocaña. ocurrido?; ¿había sido mínimamente positiva su sali-
Carlos estaba intranquilo, pero no exteriorizaba tanta da?... El funcionario rompió tanto cuestionamiento.
angustia como en los días anteriores. Nos dirigimos Con un tono brusco y seco, le indicó que le acompa-
hacia el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria. Antes ñase hacia el interior. Carlos se dio la vuelta, nos
de entrar, nos tomamos un café en el bar de al lado. dimos un prolongado abrazo y entró. De una mano
Nos hicieron esperar, porque la jueza estaba despa- llevaba una bolsa de deporte; de la otra, nuestra
chando unos asuntos en otro juzgado. Mientras, sali- amistad.
mos a un antiguo patio del palacio en el que se en-
contraba este juzgado. Transcurrió una hora, y por
una de las esquinas del patio apareció su señoría.
Cuando nos vio, su rostro mostró una gran sorpresa;
nos saludó y nos invitó a pasar a su despacho. Le
expliqué lo ocurrido y todos los pasos que habíamos
dado. Le dimos una copia del informe psicológico.
Posteriormente, se dirigió a Carlos y comenzó a
charlar con él. Estuvieron hablando aproximadamen-
te durante media hora. Llegó a decir que comprendía
su actitud, pero que la ley le impedía volver a conce-
derle permisos hasta que pasasen al menos seis
meses. Sin embargo, una vez transcurridos, se los
volverían a conceder. Carlos quedó más tranquilo,
aunque también le preocupaban las provocaciones
que los funcionarios le fuesen a hacer al entrar, pero
ella le dio la seguridad de que intentaría evitarlo ha-
blando con el director de la cárcel.
Poco después, marchamos directamente hacia la
prisión. Al llegar, nos encontramos de frente con el
director, que salía en esos momentos. Se encaró con
Carlos y apenas nos dio tiempo a explicarle todo lo
ocurrido. Pero, en cuanto mencionamos que había-
mos hablado con la jueza, cambió su actitud.
EL PODER DE LA DISIDENCIA 147

15 había dejado las huellas de sus zarpazos: una grave


enfermedad y la posibilidad de ingresar en la cárcel
El poder de la disidencia para permanecer encerrado durante muchos años.
Tenía varias causas penales pendientes por delitos de
robo. Pudimos solucionar todas, menos una. Le ha-
bían condenado a una pena de cuatro años, dos me-
ses y un día de prisión por apoderarse de unas joyas
en un chalet. Existían escasas posibilidades de evitar
el ingreso en prisión. La última opción que nos que-
Las manos de Jaime eran enormes, tan grandes como daba era pedir un indulto al Consejo de Ministros
su capacidad para superar las situaciones que amena- para que le perdonaran la condena. Así lo hicimos.
zaban con destruir su vida. Hacía varios años que Simultáneamente, solicitamos al Tribunal que le con-
había olvidado la forma de ponerse un «pico» de denó que no ordenase su encarcelamiento hasta que
heroína. Unos meses internado en un centro de reha- la petición de indulto quedase resuelta. Cuando
bilitación para drogodependientes y una tremenda transcurrió un año, el indulto fue denegado. Volvi-
fuerza de voluntad bastaron para conseguirlo. No es mos a pedir otro y a realizar la misma petición de
fácil dejar la droga. En cualquier momento puede suspensión de la condena al Tribunal sentenciador.
mostrar su atrayente pero letal rostro. Jaime superó Tuvimos suerte: se volvió a admitir a trámite y vol-
estas tentaciones. Decidió aprender a relacionarse vieron a suspender la condena. Esta vez, cuando sólo
con la vida de forma distinta de como lo había hecho habían pasado seis meses, el indulto fue nuevamente
hasta entonces. Esto le permitió mantenerse firme en denegado.
su decisión de desterrar para siempre la heroína de Jaime vivía con Nuria, dos perros y un gato. Tra-
sus venas. Comenzó a querer a los amigos por ellos bajaba en una fabrica de tornillos, pero estaba a
mismos y no porque le proporcionaran droga. Esto le punto de dejar el trabajo, porque su estado de salud
permitió dejar de utilizar a aquellos a los que llama- no le permitía demasiados esfuerzos. Era seropositi-
ba «amigos. De esta manera, abrió las manos a una vo, y la enfermedad se encontraba en una fase bas-
auténtica amistad y pudo recobrar parte de la digni- tante avanzada. ¿Para qué tenía que entrar Jaime en
dad perdida. Decidió asumir la responsabilidad de un la cárcel? Por más respuestas que busqué, no encon-
trabajo, al darse cuenta de que ya no debía vivir de tré ninguna racional ni eficaz, y las que llegué a in-
los demás: ni pidiendo, ni robando. Poco a poco, fue tuir eran todas de una cruel inhumanidad. El delito se
iniciándose en el difícil arte de descifrar los enigmas había cometido diez años atrás. Había devuelto lo
de los sentimientos que brotan ante las personas y las robado a su dueño. Además, Jaime ya no era la mis-
situaciones cotidianas. Su vida comenzó a llenarse ma persona. Se había reconciliado con la víctima al
de sentido, porque desde hacía cinco años era capaz reparar el daño causado, y también consigo mismo al
de sentirse alguien para sí mismo y para los demás. rehacer su vida al margen de la heroína.
Como les ocurre a muchas personas, la decisión Si entraba en la cárcel, ya no podría besar a
de vivir sin drogas era la mejor que Jaime había podi- Nuria. No podría pasear a sus perros por el parque, ni
do adoptar. Pero la tomó un poco tarde. La heroína tomar una cerveza en la terraza de un bar o ir al cine
148 15 HISTORIAS OCULTADAS EL PODER DE LA DISIDENCIA 149
con sus amigos. Tampoco podría acariciar un amane- con la certeza de que la única posible era que Jaime
cer. Ni hacer esas pequeñas cosas cotidianas que dan no ingresase en prisión. Hablamos de una justicia
cierto sentido a la vida: levantarse junto a la persona solucionadora de conflictos, reparadora del daño
que se quiere y oler a café recién hecho, observar a causado a la víctima, creadora de alternativas de vida
la gente mientras espera a que llegue el metro, pre- para la persona que delinque y, en último extremo,
pararse la comida, preguntar por una calle que se equilibradora de asimetrías sociales. Había percibido
desconoce y no encontrarla, comprar un periódico, que la ley era siempre legal, pero en algunas situa-
mojarse cuando llueve y correr a refugiarse en un ciones era también tremendamente injusta. En vez de
portal, caminar entre el ruido y la prisa de la ciudad dar solución al delito como problema humano y
o, sencillamente, percibir el aroma a libertad que se social, optaba por aumentar el sufrimiento de las per-
hace presente, día a día, cada vez que tomamos esas sonas. Esta situación exigía una opción: o presentar
pequeñas decisiones que en último extremo enmar- a Jaime en la cárcel y esperar que le concediesen el
can nuestro destino. régimen abierto o, por el contrario, adoptar medidas
Por el contrario, entre los muros de hormigón y de presión social para que le concediesen el indulto,
las rejas de hierro de la cárcel toda esperanza de vivir a pesar de ser el tercer intento, y, durante la espera de
dignamente quedaría desvanecida a golpes de chi- la resolución, darle cobijo y esconderlo. Esta opción
rriantes cerrojazos de soledad. Una pequeña celda, nos colocaba en el límite del espacio marcado por la
posiblemente compartida con alguien a quien no ley, en un ámbito reservado a la disidencia. Había
conocía de nada, se encargaría de ahogar los sueños, aprendido de muchos amigos que desobedecer, en
los paseos por el parque, las caricias, los abrazos y ciertos casos, se convertía en una exigencia ética irre-
besos, las ilusiones del futuro, los colores, la belleza nunciable, no sólo para intentar conseguir que la ley
y todo ese universo sagrado que somos las personas. fuese más justa y humana, sino también para po-
Cada minuto se tornaría en un golpe de locura col- der recuperar la dignidad perdida por causa de la
mando el vacío y el sinsentido. Jaime ya no podría corresponsabilidad que tenemos con los seres huma-
decidir el momento de realizar cualquier actividad, nos a los que día tras día se les arrebata a golpes de
por insignificante que pudiera ser, ni el lugar donde injusticia.
estar físicamente. Tampoco podría optar con quién Por otro lado, nos resultaba imposible decir que
relacionarse, ni siquiera la forma de hacerlo. Se le Jaime era nuestro amigo y, a la vez, acatar una ley
impediría llorar en soledad, porque en la cárcel no que le conducía directamente a la cárcel. Había que
hay espacio físico para ello. Posiblemente olvidaría agotar todas las posibilidades legales e ilegales, y no
cómo se besa y qué se siente cuando se tiene a un callar. No podíamos quedarnos inertes observando
amigo entre los brazos. cómo un ser humano iba a ser privado de libertad
Dedicamos mucho tiempo a pensar sobre la difí- cuando ya no tenía ningún sentido esa medida.
cil situación en la que nos encontrábamos. La solu- Recordé un conocido poema de Bertolt Brecht:
ción no podía estar dentro de la legalidad, porque «Primero se llevaron a los negros, pero a mí no me
habíamos agotado todos los recursos previstos en las importó, porque yo no lo era. Después se llevaron a
leyes. Solamente quedaba situarse fuera del espacio los judíos, pero a mí no me importó, porque yo no lo
marcado por la ley para conseguir una solución justa, era. Más tarde detuvieron a los curas, pero, como yo
150 15 HISTORIAS OCULTADAS EL PODER DE LA DISIDENCIA 151

no soy religioso, tampoco me importó. Luego apre- A última hora del día comenzamos a perfilar las
saron a los comunistas, pero, como tampoco soy claves que debería tener la medida adoptable: buena
comunista, tampoco me importó. Ahora me llevan a capacidad de legitimación social, para lo cual debía
mí, pero es demasiado tarde». Tras varios años de estar basada en la no violencia, en el esfuerzo perso-
experiencia en los Tribunales y de compartir la vida nal y en una intensa racionalidad. Además, tendría
con quienes han sufrido la cárcel, hemos aprendido que ser una opción abierta a muchas personas, no
que nadie está exento de entrar en la máquina de la sólo para ofrecer la posibilidad de una amplia res-
justicia penal y, por tanto, de recibir grandes dosis puesta social, sino también para generar una cierta
de sufrimiento y dolor en forma de castigo carcela- sensibilización de conciencias. Esa noche, desperté,
rio por determinados comportamientos ilícitos y y en momentos de insomnio encontré la respuesta:
prohibidos. una huelga de hambre hasta la concesión del indulto
Muchas personas piensan que la justicia penal es o la suspensión de la condena durante su tramitación.
ajena a ellos, que es para los que salen en la televi- Se lo propondría a los jóvenes estudiantes del Cole-
sión con caras desencajadas, miradas frías y pelos gio Mayor «Loyola», donde yo trabajaba. Lo consul-
largos. Para los navajeros y callejeros. En parte es té con Josito y José Ramón. Ellos lo vieron claro.
verdad, porque las cárceles casi siempre están llenas Los tres comenzamos a diseñar la operación.
de pobres y de personas que han sufrido la exclusión A la noche siguiente reunimos a todos los cole-
y la desigualdad social; de hombres y mujeres que giales en la capilla. Vicente Pascual, el cura del Cole-
han tenido y tienen graves problemas de socializa- gio, nos ayudó. Les explicamos la situación personal
ción. Pero no debemos engañarnos. Cualquiera de y judicial de Jaime y les ofrecimos la posibilidad de
nosotros puede ir allí. Desconocemos cuáles pueden su participación. No sólo se trataba de una cuestión
ser nuestras reacciones ante determinadas situacio- de eficacia práctica para salvar a Jaime, sino también
nes. Sólo hay que observar los tremendos y aberran- de una opción de conciencia que cuestionaba la lega-
tes comportamientos de muchos ciudadanos en las lidad. Al mismo tiempo, volveríamos a pedir por ter-
guerras civiles -asesinatos, violaciones...- o conocer cera vez un indulto y la suspensión de la condena al
a personas involucradas en algún homicidio pasional. Tribunal. Tras varias horas de diálogo, la mayoría de
Tampoco hay que olvidarse de aquellos ciudadanos los estudiantes accedieron a compartir un ayuno. Nos
inocentes que han sido confundidos con los verdade- encerraríamos en la capilla hasta que el Consejo de
ros autores de delitos y, posteriormente, condenados. Ministros concediese el indulto. La apuesta era difí-
El proceso penal es cuestión de prueba. Los testigos cil, pero merecía la pena intentarlo.
pueden equivocarse y, de hecho, con alguna frecuen- Preparamos las directrices que íbamos a seguir.
cia lo hacen. Nuestra coherencia como seres huma- Entre otras cuestiones de estrategia, la prensa era lo
nos nos impedía conocer esto y guardar un silencio más importante, pero también lo más delicado. Con-
legitimador de aquella injusta situación. ¡Qué impor- tactamos con un periodista de «Diario 16» y le des-
tante era tener a Josito, Enrique, Javi, José Ramón, cribimos la situación. Entrevistó a Jaime y prometió
Miguel, Jorge y otros amigos y grupos como compa- que el lunes lo sacaría en el periódico. Todos nos
ñeros de quienes aprender continuamente el ejercicio pusimos manos a la obra. Pintamos unas grandes
de la disidencia...! pancartas en las que rezaba: «Indulto para Jaime»;
152 15 HISTORIAS OCULTADAS EL PODER DE LA DISIDENCIA 153

«Hace ocho años, un delito; hoy, una vida. La cárcel comunicación interior nos unía con las personas en
¿para qué?». Caían desde el tejado hasta el suelo. La nombre de las cuales estábamos ayunando. Se suma-
mañana del viernes acertó a pasar un periodista de ron sesenta personas: colegiales, compañeros de fati-
«El País». Vio las pancartas y sacó la noticia el do- gas, amigos solidarios. Ningún alimento apareció
mingo. Cuando nos quisimos dar cuenta, las radios, por el lugar. Llenamos la capilla de colchones. La
las televisiones y la prensa escrita estaban en el Co- mayoría de los colegiales apoyaban la historia, a
legio. Aún no habíamos empezado, y la respuesta de pesar de que estaban en época de exámenes. Muchos
los medios de comunicación fue desmesurada. El llamaron a sus casas para explicar lo que estaba pa-
lunes la noticia salió en los telediarios del mediodía; sando. Algunos padres se habían alarmado al ver a
«Telecinco» abrió con ella. sus hijos en la televisión.
Tuvimos la sensación de que todo se nos venía Nos llamaron del Ministerio de Justicia. Nos dije-
encima debido a la enorme difusión de la noticia. No ron que podrían conceder el indulto después del ve-
quedó más remedio que seguir adelante. Al día si- rano. Aprovecharon, además, para reprocharnos el
guiente, presenté el indulto y anunciamos el encierro alboroto que habíamos montado. A los cuatro días
para la semana siguiente si el Consejo de Ministros tuvimos la certeza de que el Tribunal no iba a dar
de ese viernes no lo concedía. Lo más complicado marcha atrás retirando la orden de busca y captura.
era suspender la condena hasta la resolución del El Ministerio de Justicia ya nos había dado muchas
indulto, porque el Tribunal ya la había suspendido en esperanzas sobre la concesión del indulto. Muchos
dos ocasiones. Josito y yo fuimos a hablar con el pre- ciudadanos ya habían escuchado el mensaje de soli-
sidente de la Sala. Conseguimos que nos recibiera. daridad con las personas que sufren situaciones
La entrevista resultó ser un monólogo, porque el injustas. La conciencia disidente no violenta de algu-
magistrado ni nos miró ni abrió la boca para saludar- nos de nosotros había despertado, y los exámenes
nos. Todo transcurrió sin respuesta alguna. Su seño- finales habían comenzado. En consecuencia, decidi-
ría miraba continuamente unos papeles que tenía so- mos dar por finalizado el ayuno.
bre la mesa. Salimos decepcionados por el trato y Ahora sólo quedaba esperar. Jaime podría perma-
por la respuesta. Nos denegaron la suspensión de la necer en busca y captura durante la tramitación del
condena. indulto hasta el momento procesal, en que el fiscal
A la entrada del Colegio, en la calle, en las facul- tenía la obligación de dar su opinión acerca de la
tades, colocamos varias mesas para firmas. Muchas concesión o denegación. Si en ese momento Jaime
personas que habían visto la televisión y habían oído no estaba a disposición del Tribunal, la solicitud de
la radio fueron pasando por el Colegio. Mientras, indulto se archivaría y, por tanto, se denegaría. Estu-
Jaime permanecía escondido, porque el Juez había vimos atentos a todos los trámites procesales. Des-
dictado orden de busca y captura. Hacíamos las pués de cinco meses, a mediados de octubre, la soli-
entrevistas con los medios de comunicación en nues- citud de indulto llegó al fiscal para informe.
tra casa. A partir de ese día, Jaime tenía que entrar en pri-
Como el viernes no se concedió el indulto, el lu- sión o permanecer en busca y captura indefinida-
nes siguiente comenzamos la huelga. Fue una expe- mente. Esa noche llamé a Jaime y a Nuria para que
riencia de solidaridad muy intensa, donde un halo de cenasen en casa. Fuimos a mi cuarto. Nos sentamos.
154 1 5 HISTORIAS OCULTADAS EL PODER DE LA DISIDENCIA 155

Apenas había luz en la habitación. Puse un poco de A la mañana siguiente se iba a entregar ante el
música, con el fin de intentar atemperar la noticia, Tribunal. Vinieron a buscarme a El Escorial. Acabé
pero dio igual. Ambos se miraron con un nudo en la las clases en la Universidad y les esperé junto al Mo-
garganta. Les comenté las posibilidades que tenía- nasterio. Risas y juegos. Un grupo de niños bullicio-
mos de que concediesen el indulto. Eran ellos los que sos correteaban detrás de una pelota de plástico. A su
tenían que decidir: entrar en la cárcel y arriesgarse a lado, unas niñas formaban un corro contando lo su-
que en un par de meses saliese libre, o esconderse cedido en clase. Más a la derecha, unos «locos baji-
hasta que la enfermedad diese a Jaime la libertad tos» de preescolar saltaban y reían libremente con
definitiva con la muerte. Nuria se puso muy triste. absoluta naturalidad. Otros intentaban esconderse
Jaime supo disimularlo más. Optaron por el ingreso inútilmente detrás de un muro, para no ser descu-
en la cárcel. biertos por el compañero al que le había tocado bus-
Había llegado el día. Volvería a ser encerrado en- carles. Al fondo, tres niñas hacían danzar una cuerda
tre los muros de la prisión. De esta forma, el sistema sobre la que saltaban cantando. ¡Qué expresión de
irracional e impersonal de la justicia penal había con- ingenuidad del ser humano...! Entre tanta inocencia y
seguido su objetivo: una justicia que no conoce per- tanta alegría, vi llegar a una pareja triste y cabizbaja,
sonas, ni sentimientos, ni recuperaciones personales; para la que acababa de nacer un infierno de incerti-
una justicia que es analfabeta acerca del futuro y de dumbre. Eran Jaime y Nuria, cogidos de la mano. Pa-
los infatigables esfuerzos que muchas de las perso- saban entre los niños que jugueteaban ajenos al
nas que están entre los muros de las cárceles hacen drama. Ojalá, dentro de unos años, cuando sean ma-
para sobrevivir. yores, se den cuenta de que hay muchas cosas qué
Todas las ilusiones se desmoronaron. El tesón y cambiar en esta sociedad para conseguir que, en vez
el esfuerzo que nuestro amigo había puesto en su re- de dolor, se genere esperanza; en lugar de tristeza,
cuperación personal se quebró. La sonrisa se apagó. nazcan sonrisas, y surja una paz que ahogue tanta
La mirada se nubló, y los sonidos se callaron ante el violencia camuflada de justicia.
enorme vacío interior que la imagen de la cárcel
imponía ante nosotros. Ese tremendo monstruo de Nuestro viaje de vuelta fue muy difícil. El paisa-
piedra que ahoga tantos quereres, que da muerte a je otoñal era precioso. Pero todo estaba en contra.
tantas ilusiones, que fuerza tantas separaciones, iba a Cada minuto, cada árbol, nos colocaba más cerca de
descargar sobre Jaime toda su energía destructora la cárcel. La belleza de la libertad nos mostraba los
por encargo de un juez que se limitaba a aplicar la colores ocres de los árboles a medida que el coche
ley. Decisión que había descifrado su incapacidad avanzaba por la carretera.
para reconocer a las personas como tales, en vez de Llegamos a casa. Decidimos ir al Tribunal en el
simples hojas de papel escritas a máquina. ¿Qué sen- Metro. Al llegar, Josito nos esperaba en la calle.
tido tenía ahora el ingreso en prisión? Solamente la Nuria se abrazó a Jaime y le dio un beso. Un abrazo
represión y una posible muerte. entre dos personas que en ese momento eran una. No
Bajamos al Colegio. Reunimos a todos los cole- acababa de acostumbrarme a esas situaciones. Mi
giales, y Jaime se despidió de ellos. Les agradeció corazón se volvía a dar la vuelta y se encogía ante
todo el esfuerzo que habían hecho. tanta angustia.
156 15 HISTORIAS OCULTADAS EL PODER DE LA DISIDENCIA 157

Subimos a la secretaría del Tribunal. Todos los libertad había podido superar con creces la desespe-
que trabajaban allí se quedaron perplejos. No acerté ranza. El esfuerzo de muchas personas estaba espe-
a adivinar lo que decían sus rostros, pero estaban rando una respuesta: la libertad de Jaime. Escribimos
impresionados. ¡Allí llegaba el famoso Jaime...! Seis de nuevo a la prensa y a los políticos con los que con-
meses fugado de la justicia, desafiando desde la tele- tactamos en su día.
visión al Tribunal, y ahora se presentaba... Al mo- El penúltimo viernes del mes de diciembre sonó
mento subió la guardia civil. Le colocaron las espo- el teléfono. Era del Ministerio para comunicarnos
sas y se lo llevaron. Antes nos dimos un abrazo, y al que el expediente de indulto estaba en el Consejo de
salir, con una mirada cómplice, nos hizo un guiño de Ministros. Iba informado favorablemente. Por fin, lo
esperanza. habíamos conseguido. Era imposible que se lo dene-
Al día siguiente fui a verle a la cárcel. Apareció gasen. Nada más colgar el teléfono, llamé a Nuria y
rápidamente. Su rostro reflejaba resignación. Con marchamos rápidamente a la cárcel. Teníamos que
sus enormes manos agarró férreamente los barrotes, comunicarle la noticia y devolver la sonrisa a su ros-
y comenzamos a hablar. Me preguntó por todos los tro. Podíamos robar unas pocas horas de encierro a
de casa. Le fui contando, intentando introducir vida los muros que le impedían la libertad. Subimos al co-
entre los cristales que nos separaban. Mientras ha- che y nos encaminamos hacia la cárcel. Teníamos
blaba, su imagen parecía haber sido vivida ya en mi unas ganas inmensas de llegar a Carabanchel. Todos
memoria en alguna ocasión de desaliento. los automóviles nos entorpecían el camino. Hoy íba-
Pasaron tres semanas. Jaime continuaba en pri- mos a dar una buena noticia y aprovechábamos cada
sión. Cada vez que iba a verle, me miraba y se enco- metro, cada kilómetro. Se nos vino a la mente todo lo
gía de hombros, transmitiendo conformidad y resig- que durante meses habíamos hecho. Aquella huelga
nación. Se acercaban las Navidades, y no sabíamos si de hambre, la solidaridad compartida en torno a su
podríamos conseguir el esperado indulto antes de causa, la televisión, la prensa, la recogida de firmas,
esas fechas. El escepticismo iba en aumento. Un la incertidumbre del futuro, tanta ilusión derrochada,
viernes y otro. Cada vez que iba a la cárcel y le veía nuestra conciencia inconformista... íbamos recordan-
entre los barrotes que le separaban de la vida, au- do y saboreando cada momento del recuerdo, que en
mentaba mi impotencia. ¿Era realmente tan difícil ese momento y más que nunca se había transforma-
enviar un expediente de indulto al Ministerio y resol- do en esperanza y en vida. Todo el esfuerzo había
verlo? Les debía de dar igual que las personas per- quedado saldado con una palabra: libertad. Además,
maneciesen encerradas conviviendo en la celda con todos habíamos recuperado un poco más la nuestra
su angustia. Nuria también lo estaba pasando propia, en esa corresponsabilidad que tenemos entre
muy mal. los seres humanos.
Sólo quedaba un viernes para Nochebuena y Nuria esperó fuera. Fui directamente a la venta-
Navidad. Si no se concedía en esa reunión del Con- nilla donde se enseña el carnet de abogado y el vo-
sejo de Ministros, habría que esperar hasta el año lante para poder pasar. Allí esperé unos minutos,
siguiente. Pero había algo dentro de nosotros que nos mientras el funcionario atendía a dos señoras de
decía que tenía que salir. Se lo merecía. La lucha mediana edad que iban a comunicar con sus hijos.
había sido constante y dura. La ilusión puesta en la Entré rápidamente, me abrieron la primera cancela,
158 ] 5 HISTORIAS OCULTADAS

luego el rastrillo que me permitía acceder al locuto- Y después...:


rio de abogados. Di al funcionario el nombre de
Jaime y me fui a comunicar al departamento de in- Hay vida antes de la muerte
gresos. Allí volví a correr el enorme cerrojo para
abrir la puerta de hierro. Sería la última vez que la
abriera para ver dentro a Jaime. Cuando bajó, entró
en el pequeño locutorio. Su mirada estaba triste,
como otros días. La resignación le había invadido y
ya aceptaba cualquier noticia. A Patricia S. R., Osear M. L., Miguel Ángel C. F., y
- ¿Qué tal Jaime? a tantos que salieron apresuradamente de esta vida,
- Bien. Lo voy sobrellevando; y tú, ¿qué tal? in memoriam. A María Dolores R., y a todas las
«madres coraje» capaces de descubrir que el sentido
-me dijo. de la vida no se acabó con la pérdida de sus hijos,
- Un poco cansadillo como siempre. Ya sabes: sino que empezó dolorosamente -como todo parto-
entre unas cosas y otras, no paro. En casa todos con nuevas presencias de otros que sufren. En la
van bien. esperanza feliz de la otra orilla.
- Julián ¿y lo mío? -se atrevió a preguntar por
fin.
- Bien, hoy te han indultado; por lo demás, nada El comienzo del título bien pudiera parecer una apa-
interesante -le dije, sin dar importancia a la noticia. rente obviedad, una tautología. Sin embargo, repre-
- ¡Repítelo! senta toda una invitación a reflexionar sobre el senti-
- No, que todo va muy bien y que todos vamos a do de la vida desde la vida misma. Algo así como un
estar juntos en Navidad. ejercicio arriesgado de mirar «desde la otra orilla»
- ¡No, eso no, lo que has dicho antes! -me recri- este lado de la vida. Una especie de canto a la vida,
minó con los ojos abiertos. prescindiendo, en principio, de la respuesta que se dé
- ¡Que te han indultado! al enigma de la muerte. Con todo, nos será difícil ha-
Me miró fijamente con sus expresivos ojos rebo- cer caso omiso de una evidencia palmaria: la muerte
santes de alegría. Sus manos se aferraron a los barro- forma parte indisoluble de la vida. Cada día apunta-
tes. Colocó la frente entre ellos, sobre el frío cristal. mos una cruz en el marcador de ésta, y cada día, al
Volvió a levantar la cabeza y sonrió. tiempo, inexorablemente, se lo sumamos al haber de
- ¿De verdad? la cada vez más cercana «hermana muerte». Somos
- Sí, de verdad. los únicos seres vivos que sabemos que tenemos que
Puse la mano en el cristal, y él hizo lo propio. morir, que la muerte es inexorable, y esto mismo es
Había acabado tanto sufrimiento y tanta espera. La un indicador de humanidad. Pero ¿qué podrá medir
vida volvió a sonreír para todos. el sentido de la vida desde la muerte? No, desde
Esa tarde, el preso encargado de comunicar por la luego, el siempre cicatero lapso de tiempo que trans-
megafonía de la prisión las libertades gritó: curre desde que nacemos hasta que se extingue nues-
-JAIME GÓMEZ: ¡LIBERTAD! tra vida, absolutamente despreciable en el macro-
tiempo del cosmos y aun de la historia.
160 15 HISTORIAS OCULTADAS Y DESPUÉS...: HAY VIDA ANTES DE LA MUERTE 161

Procuraremos aproximarnos a una respuesta asistencia de la muchachada, poco dada al moralis-


intentando recorrer el mayor trecho posible con el no mo o a los grandes principios abstractos. Aquélla
creyente, capaz también de ofertar un sentido nada vivía, seguro, en su interior, lo que supo expresar tan
trivial a su existencia. A pesar de las limitaciones, tal bien Lamartine en parecida ocasión: «Uno sólo desa-
vez este ejercicio de despojamiento de verdades ayu- parece, y el mundo entero parece vacío». Éstos, ami-
de a no espiritualizar vanamente el lenguaje, a no gos del finado, venían arrastrando sus propias cruces
secuestrar aquello que la vida tiene de dramática y veían en el muerto un triste presagio de la maldita
ambigüedad, de inquietante perplejidad, de irresolu- suerte que podía presentárseles al doblar cualquier
ble duda y de trágico fracaso para demasiados. Qui- esquina.
zá, sólo así, despojados de verdades, podamos acer- Sin tener bien perfiladas las ideas, finalizadas las
carnos más a la Verdad; desasidos de falsas segurida- lecturas, me dirigí a la madre: «Mariola, ¿qué le po-
des, nos aproximaremos más al Misterio que tras- dremos decir al buen Dios después de tanto dolor y
ciende nuestras pobres respuestas; y precisamente, de tanta lucha?, ¿qué querrá decirnos Él esta tarde?».
por cargados de inquietantes preguntas y alejados de Tras un instante de silencioso pudor, espeté: «¡Que
toda forma de ataraxia, podremos anhelar, con tanta nos quiten lo bailao!». Su asentimiento y el asomo de
pasión como relativización de las propias provisorias una tímida sonrisa confirmaron el acierto de la ex-
conclusiones, su contestación definitiva. presión. La mujer, con otros tres hijos a cuestas,
había visitado innumerables comisarías, había inten-
tado rescatar a su hijo con toda clase de tratamientos
«¡Que nos quiten lo bailao!» y había sufrido las tropelías a que nos malacostum-
bran los mozalbetes cuando yerran el camino: todo
Cuando se nos mueren chavaletes cercanos, por el un rosario de intentonas frenéticas por detener una
SIDA, las sobredosis o la desatención carcelaria, al- caída imparable al abismo. Con todo, no parecía
mas compasivas y bien-pensantes se nos acercan y, arrepentirse de ninguno de sus titánicos esfuerzos
con cierta lástima -por nosotros, no por el muerto, por alcanzar algo que una muerte dolorosamente in-
como sería el caso-, susurran: «Pobrecillos, tanto tempestiva parecía desdecir.
esfuerzo y, al final, esto... ¡tanto fracaso...! No mere- En efecto, «¡que nos quiten lo bailao!» era la res-
ce la pena...». La respuesta herida, espontánea, ful- puesta sucesiva a las dos preguntas planteadas a la
minante y directa es la que encabeza estas líneas. madre. Con ella estaba apuntando a que, por más que
En una de esas ocasiones difíciles -se había ahor- la mala muerte se empeñara en lo contrario, la vida
cado un zagal, con problemas con las drogas, de adquiere sentido desde la lucha por intentar gober-
poco más de 20 años-, andaba yo dando vueltas y narla, la porfía por dignificarla, el empeño por lograr
más vueltas a las emociones y a las sinrazones que se la felicidad no sólo para sí -a modo de auto-realiza-
me agolpaban para iluminar en el funeral un trance ción solipsista-, sino, sobre todo, para el otro. A la
tan poco explicable, tan parco en argumentos creí- postre, lo que cuenta no son los logros ni el cómpu-
bles. Para complicar las cosas, al dolor de su madre, to de éxitos siempre fugaces. Lo que dignifica son las
viuda y aún joven, pero desgastada por varios de intentonas. Ni siquiera canoniza la ausencia de caí-
años de lucha sin éxito, se unía la más que previsible das, sino el esfuerzo en recomponer la figura y vol-
162 15 HISTORIAS OCULTADAS Y DESPUÉS...: HAY VIDA ANTES DE LA MUERTE 163

ver a levantarse. Lo que permite llevar la cabeza mí- compartida, es capaz de superar el miedo paralizante
nimamente alzada no es el logro efímero de unos a la extinción definitiva y a su suerte de anticipo en
objetivos, la efectividad de unos resultados mal con- un cuerpo que inevitablemente se aja y reseca, por
tados, sino el paso firme del caminante y su empeño más desesperados intentos de lifting y gym fitness
voluntarioso en avanzar inquebrantable hacia la me- que realice.
ta. Sin duda, ésta orienta el camino y al caminante;
pero, bien mirado, nada significa sin ambos.
En efecto, la pregunta última por la meta sólo «Somos lo que nos han querido»
cobra sentido en la medida en que lo adquieren los
cuestionamientos acerca del camino y de la suerte de Si algo es capaz de dar sentido a la existencia huma-
los que por él transitan. Respondidos éstos -en el na, téngase la cosmovisión que se tenga, es la fuerza
sentido de «responsabilizado cada cual de éstos»-, del amor. Tanto que, en verdad, «quien no ama per-
aquélla aparecerá bien orientada, cualesquiera que manece en la muerte» (1 Jn 3,14). En definitiva, vivir
fueren los matices que la respuesta, siempre incom- es llenar la propia existencia de rostros, de gestos, de
pleta, adquiera. Que el camino merece la pena por sí ternura, de pequeños detalles, de hechos discretos
mismo, es algo que nos recuerdan de modo creíble pero sublimes; de hacer realidad, en suma, aquella
transeúntes de la vida no creyentes, profundamente súplica de Casaldáliga: «Cuando me presente ante ti,
comprometidos e ilusionados con ella. Que el modo Padre, quiero llegarme con las manos vacías y el co-
de afrontar el camino y la relación con los caminan- razón lleno de nombres». Y es que, en definitiva, no
tes predetermina las actitudes vitales más que la con- sólo existimos por amor; somos por amor. De ahí que
figuración mental de la meta, es una evidencia que se propiamente podamos afirmar que somos lo que nos
impone cuando nos descubrimos caminando gozosos han querido.
con compañeros de peregrinaje con otra fe diferente, Decía un ilustre agnóstico que ciertamente hay
pero apasionados por dejarlo mejor que lo encontra- vida antes de la muerte si, y sólo si, vivimos instala-
ron y comprensivos con quienes «tropiezan, se can- dos en la finitud. Pero convendremos con el Viejo
san y retroceden». Por el contrario, desde imagina- Profesor en que sólo cabe tal asentamiento en lo fini-
rios de la meta más aproximados, pero con ocupa- to si vamos dotados de una mínima impedimenta de
ciones y pre-ocupaciones más diversas en el camino, cariño, aceptación, reconocimiento y capacidad de
surgen a veces más serias divergencias. soportar las frustraciones del vivir cada día. Sólo
En definitiva, lo que queremos expresar es que la desde ahí se puede hacer frente a la prometeica tarea
felicidad, a modo existencial, es posible cuando, al de dar sentido a muchas cosas que parecen no tener-
margen de las metas, se cubren etapas con sentido, si lo. En ausencia de experiencias de cariño, y desde
pronunciadas en primera persona del plural. Éste este presupuesto, se entenderán las escasas posibili-
tiene matriz comunitaria, como los cumpleaños: sólo dades de dotar de sentido a su vida a personas como
existen si los celebramos con otros. Naturalmente, el Francisco, que afirma «no haberse sentido querido
paladeo de este sentido, no es incompatible con por nadie jamás», después de sucesivos abandonos
amargos sorbos de hiél. Pero sólo una vida bailada de madre biológica y padres adoptivos, o de Juan
con otros, al son acompasado de la entrega y la lucha Pedro, con nulas posibilidades de salir en libertad
164 15 HISTORIAS OCULTADAS Y DESPUÉS../. HAY VIDA ANTES DE LA MUERTE 165

hasta el 2045, y eso sin tener delitos de sangre. Sin Otra madre lo expresa mucho mejor en una carta
un mínimo de cariño acumulado, sin posibilidad de que autoriza a reproducir:
modificar el entorno -y modificarse-, resulta difícil
encontrar sentido a la propia existencia en un tal con- «El inexplicable dolor por la pérdida de un hijo no debe
texto de desespero, nulas expectativas y continuas hacernos perder de vista que el mundo esta totalmente
invitaciones a la autodestrucción. repleto de seres humanos que necesitamos y nos necesi-
tan, y que ese dolor, como dolor líquido que nos recorre,
En definitiva, nuestra identidad y, con ella, el sen- será más llevadero si somos capaces de trascender nues-
tido de nuestra vida vienen condicionados por el tra individualidad. La ausencia permanecerá siempre y
amor que hemos recibido y por el que somos capaces para siempre, pero desde el conocimiento y asunción de
de dar. Somos los pedazos de cariño y ternura que nuestro dolor seremos capaces de acercarnos y ayudar al
dolor del otro...» (M. D. R.).
han dejado marcas indelebles en nosotros: los de
nuestra familia, los de los maestros recordados y los
olvidados, los de los amigos... todo lo que va dejan-
do mella en nuestra existencia y la va configurando, Quizá brote esa compasión solidaria de un senti-
porque la tierra se va haciendo firme, y valoramos miento profundo de agradecimiento a lo vivido, aun-
aquello que pisamos cuando vamos pertrechados de que haya sido efímero, aunque haya sabido a poco y
amor. Paradójicamente, también somos los amores quede el regusto amargo de una dicha pasajera. Y es
que vamos dejando en el camino. Así, la vida es un que, en efecto, el agradecimiento como actitud vital
continuo ir diciendo hola y adiós, una continua aper- facilita no sólo la búsqueda, sino el encuentro de sen-
tura a la novedad y un ir reformulando duelos y des- tido mismo. Nos sabemos debidos a otros, no sólo
pedidas por lo que de nosotros va quedando en la rea- porque portamos un código genético que nos es da-
lidad y, sobre todo, en los demás. De alguna forma, do, sino porque vivimos gracias al médico, al depen-
éstos resucitan en nosotros, se perpetúan en nosotros, diente, al técnico de ordenadores, al fontanero...
y nosotros perduramos en los demás y en lo que de Abrir el grifo, encender la luz, son pequeños mila-
nuestro queda en otros. Así, desde los amores dados gros siempre debidos a otros... Sólo alguien capaz de
y recibidos -o sus carencias y traumas- se construye saberse debido será capaz de generosidad hasta el fi-
nuestra identidad, nuestras consistencias compor- nal, de amar sin fronteras... Por eso, la ingratitud, en
tamentales y nuestra interpretación y vivencia del decir de San Ignacio, «es cosa de las más indignas y
mundo. Una vez más se cumple la máxima evangéli- abominables».
ca:«Allí donde está tu tesoro, está tu corazón». Así las cosas, resulta que el otro deja de ser un
infierno para constituirse en condición necesaria para
Finalmente, tampoco debemos olvidar que el ser vivir bajo el paraguas de un disfrute salutífero,
humano no es sólo un ser de necesidades, sino tam- siquiera inmanente, de sentido existencial antes de la
bién de posibilidades. De ahí que la posibilidad de muerte.
amor futuro, la eventualidad de lo no sucedido, pero
aún posible, constituya otra fuente de contenidos de
honda significación, incluso para aquellos que pre-
sentan serios déficits amorosos.
166 15 HISTORIAS OCULTADAS Y DESPUÉS...: HAY VIDA ANTES DE LA MUERTE 167

Violentando la «ley natural» "algo"? Para sorpresa nuestra, al poco empezaron a mul-
tiplicarse los chupetes. Sí, ha leído el lector bien, chupe-
Estamos convencidos de que sólo se encuentran tes. Según nuestros "expertos asesores", se trataba de
razones últimas para vivir cuando se han encontrado evitar la desagradable falta de control sobre la mandíbu-
la inferior producida por la ausencia de tono de los mús-
razones importantes por las que morir, motivos últi- culos maxilares debida a las anfetaminas» (Revista
mos por los que merezca la pena arriesgar la vida. Crítica, septiembre-octubre 2000).
Sólo así, ésta deja de ser una sucesión «dilettante» de
instantes, siempre pasajeros, para rellenarse de espe- Los cachorros de nuestra especie, fieles herede-
sa intensidad. Quizá sea ésta una de las heridas de ros de lo peor de sus papas, carentes de razones por
nuestro momento. Ayunos de razones por las que dar las que dar la vida, la preservan con mimo egoísta
la vida, no acabamos de encontrar sus razones. Se (nunca tantos gimnasios, tanto cultivo narcisista de la
vuelve tediosa y aburrida. Si la muerte en sí no es apariencia). Superficialmente sociales, no soportan
sino una forma de silencio, la más absoluta, no es de la soledad, pero tampoco la comunicación en serio.
extrañar que, ajenos a profundidades, nuestros con- Intuyen que la vida se les escapa con la misma prisa
temporáneos tengan pavor a cualquier forma de si- que la juventud, y tratan compulsivamente de expri-
lencio y de encuentro con uno mismo. En el fondo, mir el tiempo, su tiempo, el de la noche, de jueves a
late un miedo profundo a bucear dentro de sí, a domingo, para desembocar, hechos polvo, en el
encontrarse con las ultimidades o, al menos, con las tedioso lunes de los adultos. Rodeados de tecnología
preguntas acerca de ellas. De ahí tanto pavor al abu- punta, pero vacíos de sentido. A pesar de estar tantos,
rrimiento. Éste no es sino una forma de compañía, tan juntos, se sienten más profundamente solos y
gravosa si se quiere, con uno mismo. Para ilustrar huérfanos que nunca.
una forma torpe de abandonar esa compañía y que- Nuestros contemporáneos urbanitas, jóvenes y
dar, al final, en la soledad más absoluta, no me resis- adultos, inundados de ofertas publicitarias, se mues-
to a reproducir un trocito de un curioso testimonio, tran incapaces de hacerse con el sentido de la exis-
recogido de una macrofiesta juvenil de música tencia. Claro, éste tampoco se da gratis. Se adquiere
«bakalao»: contra la ley natural: la que procura la propia super-
vivencia por encima de todo, la que genera que el pez
«Un par de horas más tarde, acostumbrados por comple-
to al ruido y cogido sin mucha dificultad el truquillo al grande se coma al chico, la que, generación tras
baile -pumba, pumba, dale, dale...-, empezamos a ver generación, asegura una suerte de selección, también
gente "mareada". Bastantes con la cara acartonada, ojos «natural», en la que los individuos más débiles son
de buho y moviéndose de modo desgarbado... Otros los que desaparecen, y los más dotados los que se
cuantos recostados por las gradas, con cara de no muy reproducen y se perpetúan en la siguiente genera-
buen cuerpo. Algunos empezaron a bailar, portando car- ción. Por eso, sólo una apuesta por los excluidos y
tulinas, a modo de anuncios humanos con carteles "revo- por los vencidos de la historia será capaz de dotar de
lucionarios": "Toma que dale" (sic), "Buen rollo". "Ma-
radona: estamos contigo", y algunos otros ilegibles. Por
sentido a ésta; sólo un posicionamiento valiente y
supuesto, nadie se molestaba en leerlos, ni el que los descarado por los últimos, capaz de quebrantar la ley
portaba parecía mostrar la más mínima incomodidad por natural de la selección y sustituirla por la de la dig-
ello. ¿Sería un intento desesperado de comunicar nificación y la defensa rabiosa de los más vulnera-
168 15 HISTORIAS OCULTADAS Y DESPUÉS...: HAY VIDA ANTES DE LA MUERTE 169

bles, tendrá capacidad para insuflar de contenidos Cuando emerge el «quién»,


éticos una realidad tan carente de horizontes como desaparece el «porqué»
las elocuentes pancartas que portaban nuestros jóve-
nes «bakalas». La búsqueda del sentido de la vida es una especie de
Todo ello reclama, entre otras muchas cosas: el continuo ejercicio de interrogatorio solipsista, una
pago de la deuda, pasar por el peaje de la crítica, la afanosa búsqueda de porqués dadores de sentido, un
propia y la ajena, el ejercicio de la compasión, la camino, a veces torturante y tormentoso, tras un sig-
práctica de la ciudadanía y la participación democrá- nificado capaz de llenar de contenido la experiencia
tica. En definitiva, arriesgar -¿no conlleva cierta vital. La respuesta a esa infatigable búsqueda no
forma de fe toda apuesta arriesgada?- y romper la viene dada tanto por una respuesta cuanto por la apa-
ley natural de la autoprotección, de la supervivencia rición de un «quién». En efecto, sólo se diluyen las
personal a toda costa. Hay cosas que objetivamente preguntas sin respuesta cuando aparecen las razones
merecen la pena, causas que reclaman atención y son liberadoras. Encontradas éstas, las preguntas van
valiosas en sí mismas. Lo mismo se diga de sacar quedando sin eco interior. Estas razones liberadoras,
del armario palabras como «esfuerzo», «disciplina», que vienen de la mano de un sujeto, un «quién», son
«sacrificio», «mortificación» -¿o no es la vida un ir capaces de provocar una adhesión incondicionada e
muriendo a cosas para renacer en otras mejores?-, incondicional a una causa capaz de llenar de sentido
imprescindibles en el diccionario de cualquier pere- la vida de la persona. Estas opciones liberadoras pue-
grino de la vida que quiera ser algo más que domin- den surgir desde unos «quiénes concretos inmanen-
guero. Del mismo modo, habrá que combatir la ten- tes -por ejemplo, descubrir al culpable de la «desa-
dencia natural al olvido y rescatar la memoria histó- parición» forzada de un hijo, luchar para que otros
rica, preservar del adormecimiento colectivo y recu- no caigan en la droga etc.-; en todo caso, remite la
perar la vigilia y la capacidad de soñar, romper «la pregunta y aparece dulcemente el sentido cuando se
malicia de la historia», lo que ésta tiene de injusta, y produce el descentramiento de un yo autista y se da
acoger lo que tiene de provocativa y apeladora. lugar al diálogo con otros. El paso siguiente viene
Por último, no dejaremos de observar que, para- dado. Lo decía Nietzsche: «Cuando se tiene en la
dójicamente, mientras se producía el olvido de lo vida un porqué, se vive sin dificultad el cómo».
religioso, de modo simultáneo se ha ido generando Cuando el otro empieza a importar tanto como la
un pretencioso sentimiento de inmortalidad en los propia vida, el ser humano ha descubierto, casi sin
humanos. ¿Qué duda cabe de que vivimos como si darse cuenta, no poco de su sentido. Se ha dado de
fuéramos inmortales? Alejados de Dios, vivimos una bruces con auténticas razones liberadoras. Por eso es
especie de autotrascendencia omnipotente que pron- tan difícil que una cultura tan narcisista como la
to encontrará inequívocas razones para desandar tan nuestra -tan centrada en el yo que condena al otro
peligroso camino, denunciado ya desde las primeras diferente- sea capaz de encontrar sentido a la exis-
páginas del Génesis. Quizá en el camino de vuelta tencia. Sólo en la medida en que dé paso al otro con-
podamos abrirnos humildemente más al misterio que creto, desde el encuentro personalizador, el descen-
a lo misterioso, más al sentido que a lo sensiblero. tramiento, la apertura disponible a abrazar «causas»,
podrá poner límite a la cascada de «porqués» que
170 1 5 HISTORIAS OCULTADAS Y DESPUÉS...: HAY VIDA ANTES DE LA MUERTE 171

brota en cualquier ser humano. Sólo en la medida en un singular defensor de causas perdidas, tras los rei-
que me sienta responsable de la suerte de mi herma- terados fracasos de éste por defender frente al poder
no, encontraré mi propio camino. a unos pobres vecinos desahuciados.
En definitiva, sólo la fe, en sentido lato, es capaz Si el tiempo es la sustancia de que estamos he-
de sacar al ser humano de la encerrona en que le chos, esa sustancia sólo se hace vida significativa no
introducen preguntas sin respuesta desde sí mismo. sólo cuando se vive pletórica de amores dados y de
Fe es la adhesión inquebrantable a un Quién, o a afectos recibidos, sino, sobre todo, cuando deja hue-
unos quiénes, o a los dos juntos, en una causa por la co a esa sólida mansión de la dignidad humana que
que se empeña la vida. Ayunos de causas por las que es la coherencia. Nos referimos a esa inevitable -no
dar la vida, no es lo «light» el terreno más fértil para porque no se pueda evitar, sino porque no se debe
el cultivo de la fe ni de ningún pensamiento fuerte. eludir- tensión entre aquello que somos y lo que
No es casual que hayamos trasmutado las causas por estamos llamados a ser, entre lo que hacemos u omi-
las ONGS, la militancia por el voluntariado, la razón timos y lo que éticamente estamos compelidos a rea-
por la emoción, la ética por la estética, la fe por el lizar, entre lo que debiéramos gritar y lo que cobar-
ritualismo y la norma. demente silenciamos. Esa morada profunda de la
Ayudaría no poco al retorno de lo serio el cultivo dignidad es la coherencia. Es el soporte básico de la
del maravillamiento y la disidencia. La capacidad de felicidad más honrada, del sentido más profunda-
dejarse sorprender, de admirarse y contemplar -o mente dignificante del propio vivir. No sólo es com-
sea, de mirar en profundidad, más allá, de «cerrar los patible con el llanto, el fracaso, la incomprensión o
ojos para ver mejor» (Martí), «la responsabilidad de la burla, sino que, muy probablemente, los exige
tener ojos cuando otros los han perdido» (Sara- como marchamo de autenticidad. Aunque reside en
mago). El lugar del maravillamiento no es sólo la el hondón más profundo del alma humana, no forma
naturaleza. El ser humano es también historia y re- su juicio sólo desde sí, sino que está en continuo diá-
creación. El sentido debe ser buscado con actitud de logo-interpelación con el entorno. No es autista o
ingenua admiración en el bullicio del mercado, en la intemporal, sino dialógica, relacional e incluso
parada del autobús, en las colas de espera del médi- comunitaria. Es la que permite construir el presente
co de la Seguridad Social y en las del desempleo y, perpetuo de aquella dignidad que se conquista -no la
sobre todo, en el empeño dignificante de los que se que viene en el lote por nacer humanos-, de la que
empeñan en decir «no» y mantener una pugna inso- uno se hace acreedor porque otros -sobre todo los
bornable contra lo injusto, lo indigno y lo inhumano, más otros- restañan. Sólo los caídos al borde del
por pequeño que fuere. Ya sabemos que, a la postre, camino, los ignominiosamente expulsados de sus
«quien es fiel en lo poco, lo será en lo mucho». rápidas autovías, tienen capacidad para devolver esa
dignidad perdida a tanto precipitado conductor
«Por dignidad, comadre, por dignidad...» encapsulado.
Ninguna maldad humana puede sernos ajena. Su-
Al final de la película La estrategia del caracol, el pone un salivazo de indignidad a nuestro intento de
vapuleado abogado acaba contestando de este modo construirla desde la coherencia. Si bien la muerte es
a una anciana, interpelada por el renovado coraje de personalísima e intransferible, no todas las muertes
172 15 HISTORIAS OCULTADAS Y DESPUÉS...: HAY VIDA ANTES DE LA MUERTE 173

son iguales. La muerte rodeada de afecto y cercanía, so, demasiada muerte inútil, cruelmente gratuita, de-
en compañía, es el tránsito más deseable a una vida masiado sufrimiento sin sentido, demasiadas pregun-
vivida en idéntica dirección. Por eso, hasta la muerte tas para tan precarias respuestas... Ya sabemos que el
deseable es de algún modo comunitaria. Pero hay sentido inmanente es compatible con la lágrima y la
formas miserables de morir que patentizan formas herida, pero a veces el lloro arrecia y la hemorragia
indignas de vivir. ¿De qué habla, si no, la muerte en ahoga. No es tan fácil, entonces, «instalarse en la
un W.C de un adolescente con un arpón letal en el finitud», o al menos hay que reconocer la ausencia de
antebrazo? ¿O la de la abuelita a la que sólo el pútri- comodidades para ello.
do olor de semanas delata como ausente? Ambas Volviendo al principio de estas líneas, recorda-
reclaman del resto de los humanos, como condición mos a la pobre madre del pobre hijo suicidado. El
para sostener la propia tambaleante dignidad, com- «¡que nos quiten lo bailao!», con no ser poco, no
pasión para ponernos efectivamente en el lugar del arrancó más que una sonrisa provisoria. La irrepeti-
otro y santa indignación para sublevarnos afectiva- ble singularidad de cada ser humano no facilita las
mente ante lo evitable. proyecciones. La dignidad está muy bien, pero no
rescata de las garras de la muerte los «quiénes» que
se han extinguido para siempre. Romper la ley natu-
Goles en la prórroga ral de la selección y de la exclusión de los débiles
está también muy bien, sobre todo mirando al futuro;
Venimos haciendo un ejercicio intencionado de hu- pero ¿qué ocurre con los muertos olvidados, con las
manismo agnóstico. No le costará demasiado al avi- víctimas anónimas, con los ya vencidos de todas las
sado lector completar, con lo que encaja sin esfuerzo guerras y con los perdedores de todas las causas?
ni violencia alguna, las intuiciones que barruntába- Tras las primeras palabras, recordé aquel cómic
mos. El intuitivo creyente habrá sabido encontrar en de Cortés. Lo resumo sin dibujos: Un joven suicida,
ese aparente silenciamiento de Dios, más que lejanos con la cuerda todavía enroscada al cuello, llama al
ecos de trascendencia, un auténtico vocerío divino. cielo. Pedro, entrañablemente cabezón y brutote, le
No podía ser, a ojos creyentes, de otro modo. La niega la entrada pretextando un sin fin de normas y
verdad es que, aun encontrando no pocas razones por preceptos incumplidos por tan irregular candidato a
las que vivir, el tema de la muerte frustra no pocas de la gloria. Cuando nuestro protagonista está a punto
las expectativas. Son muchos, y muy admirados y de retirarse, alarmado por la algarabía, acierta a pasar
queridos compañeros y compañeras de fatigas, los por allí el Dios todocariñoso. Pedro, cargado de razo-
que expresan su desazón por no dar con ese valioso nes, le explica la situación. Pero el buen Dios, en
tesoro de la fe y tropezarse aparatosamente con la batín y zapatillas de andar por casa, le espeta: «¿Có-
limitación y la definitividad del fracaso existencial. mo que al infierno, Pedro? ¿No ves que de donde
Sobre todo, porque una existencia humana, por ple- viene es precisamente de allí? Ábrele corriendo las
tórica que haya sido -y no parece ser el caso con las puertas del cielo».
tres cuartas partes del planeta bajo el umbral de la Los creyentes tenemos el privilegio, no siempre
pobreza-, es un espacio cortísimo de tiempo abusi- valorado y agradecido, de sabernos mimados, arru-
vamente repleto de frustraciones. Demasiado fraca- llados y acunados por el Todocariñoso. Un ser perso-
174 15 HISTORIAS OCULTADAS Y DESPUÉS...: HAY VIDA ANTES DE LA MUERTE 175

nal que nos sale al encuentro en todo acto de amor, ganar, lo que se dice ganar, se ocupa, al final, Él en
de belleza y de verdad (si son auténticos, van uni- la prórroga.
dos), dispuesto al regalo y a la fiesta más que al es- Repensando la vida desde la conciencia cierta de
carbe de la curiosidad malsana, bastante más empe- la muerte, el peregrino en su última estación se sabe
ñado en salvar que en juzgar, más proclive a cerrar no sólo caminante de la vida, que no es poco, sino,
misericordiosamente los ojos que a meter inquisito- sobre todo, buscador incansable de la meta. Confun-
rialmente el dedo en los ajenos. Alguien no excesi- dido, perplejo y solo, cuando, perdido, el caminante
vamente dado a intervencionismos facilones, pero se siente seguro ocupando con pie tembloroso las
presto a sobrevolar de continuo con su ternura y su huellas firmes que un día perpetuo dejó El Peregrino.
fuerza. Éste, por cierto, no aparece adornado de éxitos y rea-
Caer en la cuenta de todo ello es, probablemente, lizaciones intrahistóricas. Más bien todo lo contrario.
el momento culmen de la experiencia religiosa. Sa- Quizá para, desde ahí, cargar con nuestras limitacio-
bernos hijos deseados -no nacimos de penalty- nos nes, fracasos y muertes.
lleva a «tratar de amor con quien sabemos nos Con la que está cayendo, mientras inevitable-
ama»... ¡Ah! Y además no somos «hijos únicos» que mente «se nos va haciendo de noche» (Le 24,13),
puedan reclamar exclusividades de trato, sino que estamos ciertos de que esto no es el prólogo de nin-
venimos, cierto que a portes pagados, pero con Libro gún ocaso, sino la antesala de un encuentro festivo
de Familia Numerosa. Los hijos mayores lo saben con risas, pan, pescado y fuego chisporroteante de
bien: a hacer de albacea y evitar repartos abusivos de campamento.
herencia. Todo esto no enjuga todas las lagrimas ni
cierra todas las heridas, pero pone en ellas el bálsa- «JOSITO» (José Luis Segovia)
mo de la esperanza e introduce en la cabeza lo que ya
el corazón barrunta: no hay muerte definitiva para los
que apuestan por la vida.
En efecto, además de «no quitarnos lo bailao»,
Dios regala pasodobles extra con orquesta sin fin.
Sobre todo cuando, como es el caso, no se ha podido
o no se ha sabido bailar, y la vida fue una continua
marcha fúnebre de fracasos. En definitiva, el mismo
Dios no intervencionista, que respeta la marcha del
partido, se reserva el tiempo de prórroga. Nada nos
quita la responsabilidad de jugar bien. Él no jugará
por nosotros, pero sí lo hará con nosotros.
En este partido de la vida no se cumple la máxi-
ma de aquel famoso entrenador: «No sirve para nada
jugar bien; lo único que importa es ganar». Pues no.
En la vida lo importante es jugar con dignidad; de
Epílogo

En los libros de historia y en las novelas, se suele dis-


tinguir al autor de los protagonistas. No es éste el
caso. Estamos ante un libro en el que los protagonis-
tas de las historias (Fede, Carlos, Andrea, Rafa...)
son los autores de las mismas. Lo único que ha hecho
Julián ha sido prestar su oído y su palabra para que
esas biografías salgan del anonimato, convirtiéndose
así en un sutil narrador, sin pretensiones de objetivi-
dad, que pacientemente -con la paciencia que tienen
los que realmente aman- observa de una manera
peculiar la vida que le acompaña. En definitiva, da
voz a aquellos a quienes se la hemos robado. Su
papel, casi de amanuense, tiene mucho de traductor
en este libro, y me consta que Julián es consciente de
aquello de «traduttore, traditore».

Julián no cae en la tentación del anecdotario mor-


boso; recoge el detalle significativo, pero lo trascien-
de, porque tiene la capacidad de revelarnos la para-
dójica grandeza de la pequenez de lo cotidiano.
Quizá porque estamos ante un narrador atípico. Sus
párrafos no son un registro aséptico -ni lo preten-
den-, sino que nos hablan de un Julián «observador
participante», que dirían los metodólogos; alguien
que también forma parte de la historia, porque com-
parte, acompaña, pero teniendo claro quiénes son los
protagonistas. Eso sí, al observar participa; y al in-
tervenir, observa. La realidad no pasa de puntillas a
su lado.
178 15 HISTORIAS OCULTADAS EP1LOGO 179

Éste es un libro singular, precisamente porque sales, más o menos mediatos, que han ido produ-
habla de la singularidad de cada ser humano que por ciendo esas experiencias tan rotas. La historia suele
él transita. No obstante, las historias que aquí se na- producir pocas casualidades. Los protagonistas de
rran tienen todas un denominador común, profunda- estas páginas son, muchos de ellos, hijos del desen-
mente dialéctico: en ellas aparece experiencia de canto, de la falta de alternativas, de modelos cerca-
sufrimiento, pero también de esperanza; en mayor o nos aversivos y de modelos maravillosos inalcanza-
menor medida, a veces muy descompensadas, pero bles; hijos de la derrota y de la desilusión; hijos del
en todas aparecen ambas, aunque en ocasiones haya desamor. Su vida no es casualidad. Como tampoco es
que rascar en demasía para percibir algo de lo segun- casual que Julián se les haya encontrado o, mejor
do. No en vano, el sufrimiento llega a veces a tal dicho, que haya salido a su encuentro...
intensidad que puede acabar con la experiencia vital, El ciudadano medio normalmente no se encuen-
biológica o no, del ser humano. tra a Rafa, a Pedro, a Andrés, a Rebeca... Viven en
La palabra «intensidad» tiene aquí una significa- mundos distintos; sus espacios vitales, sus lugares de
ción especial. En las historias de este libro se densi- encuentro, sus referentes personales, son diferentes y
fica la vida; ésta no acontece sin más, se masca; no alejados... pero reales. Estos ciudadanos, cuyos nom-
hay espacio para la rutina mortecina, se vive al lími- bres administrativos no aparecen en los diplomas
te, quizá demasiado al límite. Las explicaciones pue- universitarios, sino en los certificados de penales,
den ser muchas, pero intuyo que la intensidad y el acaban convirtiéndose en subproductos ocultos del
límite batallan cuando se está permanentemente a sistema, en los estratos más profundos (al margen, en
caballo entre la vida y la muerte, entre la salud y la las zonas de exclusión) del entramado social. La
enfermedad, entre la libertad y la prisión, entre el «España que va bien» les sigue tratando como espa-
delito y la ley, entre la soledad y el acompañamiento cio residual hacia el que, en todo caso, si alguien
y, en último término, como decíamos, entre el sufri- quiere vincularse, sólo se le dejará -y al final de
miento y la esperanza. modo patológico- como beneficencia, que no como
Otra de las características típicas de estos relatos justicia.
es que son, propiamente, historias; no se trata de Y Julián sale a su encuentro para convertirse en
fotos fijas, sino de procesos dinámicos que tienen un un inesperado compañero de viaje. Conozco a Julián
antes y suelen tener un después. Estas historias, que hace años y sé que sale por pura coherencia con su
no son cuentos de hadas con necesario final feliz, han mundo de valores y creencias; pero intuyo que aquí
de ser reveladas, yo diría que «des-veladas»; han de funcionan también otras variables. Julián pide a las
salir a la luz, quitado el velo de la pretendida igno- personas a las que acompaña que no huyan de su rea-
rancia, para reivindicar el nombre frente al anonima- lidad, y por eso él pretende hacer lo mismo, recor-
to, para convocar así la responsabilidad frente a la dándonos de paso, a los que compartimos con él, que
indiferencia. el mundo de los sin techo, de los drogodependientes,
Estos relatos pueden ser muy variados, describen de las prostitutas, de los presos... sigue siendo tan
«historietas» muy diversas que, no obstante -lo de- real como el nuestro propio. Y la realidad sólo se
cíamos antes- tienen mucho en común. De hecho, el transforma, como condición necesaria, aunque no
relator suele dejar entreverados algunos factores cau- suficiente, desde el reconocimiento y el encuentro.
180 15 HISTORIAS OCULTADAS EPILOGO 181
La experiencia de Julián -y así nos lo relata des- En segundo lugar, este libro nos recuerda que el
cribiendo estas historias- es que el encuentro trans- acompañamiento tiene sentido y que, afortunada-
forma cuando es real, cuando integra la pulsión, los mente, podemos escribir y repensar otros parámetros
valores, la racionalidad y la historia; cuando no huye del éxito. Nuestro objetivo en el acompañamiento no
de las heridas del otro, pero tampoco de sus capaci- es, ni quizá deba ser -como dirían los filósofos-, de
dades; cuando es capaz de descubrir en el otro su ros- tipo «material», en contraposición a objetivos «for-
tro más humano, una vez cuestionadas las máscaras, males». Nuestro objetivo no podrá ser que Rafa,
los espejismos y las apariencias. Precisamente cuan- Andrea y compañía alcancen las variables y niveles
do, en el acompañamiento, caen mutuamente los de bienestar que esta sociedad burguesa define como
estereotipos, es cuando Samuel, Carlos, Andrea y tales. Y no lo digo porque pudieran ser necesaria-
compañía pueden sacar lo mejor de sí mismos, y mente irrealizables o porque a ellos no les pertenez-
todos percibimos maravillas. Y si Julián sigue, es ca la posibilidad teórica de buscarlos y conseguirlos,
porque al lado de tanta frustración y muerte también sino porque el acompañamiento, en realidad, lo que
recibe mucho objetivo cumplido y mucha vida. ha de buscar es que la persona descubra, recree,
Estas historias no hablan sólo del cuerpo a cuer- incorpore su propio mundo de valores y no los tenga
po relacional, de un contacto que pretende ser pro- permanentemente sepultados, porque bastante tiene
fundamente terapéutico. Lo que se transcribe en este con satisfacer sus necesidades básicas en lo cotidia-
libro tiene mucho más calado. no. Si la dinámica del día a día es defenderse (del
Primero, el relato de las constancias estructurales medio, de sí mismo...) y sobrevivir, difícilmente
que una y otra vez aparecen (familias con vínculos podrá vivir desde los valores.
fragilizados, valores no consolidados para el acceso La sorpresa, la maravillosa sorpresa, es que con
al empleo, accesibilidad crónicamente restringida a muy poquito de contención y de acogida los valores
los bienes culturales, etc., etc.) no son fruto de la pueden empezar a surgir. Muchos de los protagonis-
casualidad, decíamos. tas de este libro le están diciendo a Julián, día a día,
La exclusión tiene itinerarios conocidos y claves: que su máximo objetivo es sentirse respetados, vivir
la precariedad en el acceso al mundo laboral, la con la experiencia de saberse queridos, compartir sus
desestructuración de los ámbitos micro y mesocomu- últimas monedas de la pensión no contributiva con
nitarios (familias, asociaciones...) y la pérdida de sig- quien menos tiene, recibir una carta de amor desde
nificaciones básicas (la confianza, el sentido, etc.). una celda, visitar a un compañero en la planta de
Ni estos jóvenes que aparecen son excepción ni han infecciosos del hospital, etc., etc. Paradó-jicamente,
caminado por esos derroteros (¿vendrá de «derro- en las «situaciones límite de lo cotidiano» es donde
ta»?) por pura y libre decisión. Julián (¡afortunada- se pueden vivir las experiencias cumbre.
mente!) es un narrador con ideología, que no preten- Acompañando sabemos que el sentido está en el
de contar sin desvelar. De todos es sabido que detrás camino y no sólo en la meta.
de mucho discurso pretendidamente neutral se En tercer y último lugar, el libro nos recuerda no
esconden muchos planificadores de la indiferencia. sólo que el acompañamiento tiene sentido, sino que,
Todos somos responsables, en mayor o menor medi- en la práctica, es posible hacerlo. Y por personas de
da, de los aconteceres de estas personas. carne y hueso. No existe un San Julián ni un brillan-
182 1 5 HISTORIAS OCULTADAS EPIEOGO 183

te profesor emérito del acompañamiento. Existe un quieto; deseo que, aun sin respuestas, no te quedes
ser humano, Julián -eso sí, más tierno que el día de sin preguntas; deseo que desde tu espíritu libre pue-
la madre-, que es capaz de mirar, sin huir, a otro ser das optar o seguir optando por descubrir en estas per-
humano. Lo que destilan estas páginas es que el rela- sonas la dignidad que ya tienen -les pertenece- y
tor -compañero de viaje- no huye de las miserias que, a base de excluir, en tantas ocasiones les hemos
ajenas ni tampoco de las propias, no se esconde -ne- sepultado.
gando- de las exigencias de sus propias capacidades, A Rafa, Pedro, Pede, Andrés, Andrea, Samuel,
pero tampoco se aparta, porque las potencia, de cada Antonio, Pablo, Carlos, Rebeca, José Luis... y a tan-
una de las virtuosidades que descubre en el otro. Es tos otros que aquí disimuladamente aparecen: ¡gra-
la apuesta por el encuentro a fondo, por el cuerpo a cias por la dignidad regalada en estas páginas!
cuerpo, por la persona y no por el personaje, por des-
velar lo esencial -¡que es invisible a los ojos!-, por JAVIER BARBERO
rebatir la ideología imperante, que invita a ir exclu-
yendo a los que él acompaña y cuida. Este libro es un
maravilloso excursus sobre una antropología del cui-
dar para nada paternalista.
Ir un poco más allá de los detalles de cada relato
nos pone en contacto con nuestras propias contradic-
ciones: ¿cuáles son los mínimos morales exigibles
ante las personas en situación de exclusión?; ¿sim-
plemente votar cada cuatro años y pagar los impues-
tos puntualmente para que se hagan cargo los servi-
cios sociales? ¿Hasta dónde acoger, cuál es el límite?
¿Podemos seguir admitiendo la disociación entre
vida privada, vida profesional y vida solidaria o de
voluntariado, desde algunas posturas creenciales co-
mo la experiencia cristiana? ¿Hasta dónde confrontar
a las personas que acompañamos? ¿Hasta'que haya
coincidencias con nuestro mundo de valores? ¿Dón-
de está la diferencia entre el respeto a las decisiones
críticas de un ser muy vulnerable y la dejación de
responsabilidades?
No son cuestiones fáciles de contestar. Ahora
bien, por lo menos, cuando no haya respuesta, que
haya presencia...
A ti, lector, te pido que, después de releídos estos
relatos, le preguntes a tus emociones y también -se-
paradamente- a tus valores. Deseo que termines in-

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