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Al c~plirse veinte años de la desapa-

rición física de Sara de lbáñez, hemos


querido recordarl~ cubriendo un vacío
editorial: publicar una antología lo más ·S RA
amplia y abarcadora posible, aunque como
en toda selección. de esta índole, es impo-
de
sible separar la preferencia personal del
consenso general.
Jorge Arbeleche
-
IBANEZ
Esta obra, junto con el César Vallejo del
Estudio Crítico y AntologJa
Prof. Juan Francisco Costa, constituyen el
de
primer paso de Editorial SIGNOS para
Graciela Mántaras y Jorge Arbeleche
entregar a docentes, estudiantes y lectores
en ..general, · materiales de profunda
Apoyo a la Enseñanza
.elaboración que permitan el acercamiento
a los más importantes creadores.

Editorial SIGNOS
IDstituto N,acional del Libro
1991
SARA
de,..,
IBANEZ
Estudio Crítico y Antología
de
Graciela Mántaras y Jorge Arbeleche

Apoyo a la Enseñanza

Copyright: Edhorlal SIGNOS


AuspiCiado por Instituto Nacional del Libro · Editorial SIGNOS
111. Edición, 1991 Instituto Nacional del Libro
lmpr11110 en Uruguay-Prlnted In Uruguay 1991
A Galia Collazo Ibáñez.
Introducción
Al cumplirse veinte allos de la desaparición física de Sara de
l,báliez, hemos ,querido recordarla cubriendo un vacío editorial:
publicar una antología lo más amplia y abarcadora posible, aunque
como en toda selección de esta índole, es imposible separar la
preferencia personal del consenso general.
Es ésta una poesía de extraordinaria riqueza y que, a cada nueva
lectura se agiganta y crea nuevas perspectivas. Es así que la vemos,
ahora, cada vez más afinnada en una dimensión heroica y trágica:
el poeta es el héroe, el elegido. Y lo es en el sentido que Yung le daba
al arquetipo del héroe. Y que Campbell traduce así: "El héroe
abandona el mundo normal para aventurarse en un reino maravillo-
so, sobrenatural; aquí encuentra fuerzas fabulosas y obtiene una
victoria decisiva; luego regresa de su misteriosa aventura, dotado
del poder de difundir la felicidad entre los hombres". Es así que
Prometeo va al Olimpo y roba el fuego a los dioses y se lo regala a
los hombres; Eneas desciende al Hades, cruza el Aqueronte, habla
con su padre, retoma cargado de sabiduría, y funda Roma; Teseo
llega a Creta, penetra en ellalierinto, mata al Minotauro y salva a los
griegos. Es así que Sara de lbáñez oye el llamado, se siente el elegido
por un destino, viaja a la zona de lo sagrado, palpa el misterio, lucha
por captar el sentido último de la verdad a través de la palabra y
retoma al mundo del los hombres, no con el don de la felicidad sino
con el terrible mensaje de advertencia y cuidado, impregnado de ese
amor terrible que atraviesa los versos de Apocalipsis XX, donde su
poesía adquiere la perspectiva visionaria de los antiguos profetas.
Su poesía se nos presenta a través de tres dimensiones: la

5 1 j
primera, que vendría a ser la metafísica nos transporta a una EL CANTO EN LA POESIA DE SARA de IDAÑEZ
experiencia de mística moderna y sin religiosidad, la segunda nos
lleva a la zona cívica d¡: su obra con Canto a Montevideo, una zona La poesía de Sara de Ibáliez surge en 1940 con la publicación de
de Las estaciones y Artigas para culminar en el ya citado Apoca· Canto, una obra primera y ya definitiva. De rnaoera inmediata llamó
lipsis XX y la tercera, ya personal, que nos conduce a su peculiar la atención a todo el mundo literario de Latinoamérica. Surge Sara
intimidad con la muerte y es la que abarca todo el ámbito de Diario de Ibáliezen un país -Uruguay- reconocido por una nutrida y valiosa
de la muerte, Las tres perspectivas se integran en una unidad donde galería de mujeres poetas. Entre ellas y en orden más o menos
los contrarios se afirman, rechazan y confirman en un vaivén cronológico citaremos a María Eugenia V az Ferreira, Delrnira
dialéctico de hondo estremecimiento barroco. Agustini, Juana de lbarbourou, que precedieron a Sara.
Contemporáneas suyas y compañeras de generación podernos
considerar a Esther de Cáceres y Clara Silva, posteriores a ella
Jorge Arbeleche ubicarnos a Idea Vilariño, Ida Vitale, Arnanda Berenguer, Circe
Maia, Marosa de Giorgio, Gladys Castelvacchi, Matilde Bianchi.
Pero la poesía de Sara tiene poco a ninguna relación con sus
parientas líricas, uruguayas o americanas, ya que tampoco hay
conexiones con la poesía de Gabriela Mistral o de Alfonsina Stofl)i,
o .de Oiga Orozco por citar algunas de las más próximas en tiempo
y espacio.
Sí en cambio ae puede establecer una afinidad real con una
antecesora excepcional: Sor Juana Inés de la Cruz. Ya señalaba esta
cercanía espiritual entre las dos creadoras, Neruda, en el prólogo de
Canto. Más tarde en el libro Los estaciones y otros poemas ,de 1957,
la poeta titulará una sección entera "Tránsito de Sor Juana Inés';
qlie consta de catorce sonetos. La devoción de Sara por la monja-
poeta americana radica en su viva pasión intelectual que en la
uruguaya la hace profesar una verdadera devoción por las formas
clásicas: sonetos, liras, décimas, silvas.
Esta pasión formal no sigrufica en modo alguno una preferencia
fría y académica sino que hace manifiesta en ella su profunda
concepcijln de la estructura del mundo, de sus íntimas relaciones; el
universo está ligado pors\18 semejanzas y atañe a la poesía descubrir

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las correspondencias de los elementos. "Pueblo también la derrumbada esfera
Jorge Carrera Andrade, hablando de Sara, se ha referido a un y un viento de ceniza me suspende,
"neoculteranismo surrealista''. En ella se da, en prodigiosa profu- Borrado, ciego, en la ceniza canto
sión, un juego incesar\te de imaginación metafórica, pero esto de este modo recóndito a la muerte."
significa en la poeta no el moroso deleite sonoro verbal, sino un La poesía de Sara se inscribe por derecho propio en la tradición
exprimir la palabra hasta hacerle soltar todo su potencial estético y de la gran poesía española; en ella hay un deleitoso cultivo de la
expresivo. Su amor a la perfección formal, sostiene el crítico metáfora y la imagen. Su poesía tiende a una inefabilidad lírica y
español José Olivio Jiménez, no oculta sino trasciende a niveles de cuando toca la naturaleza, ésta será más una cristalización estética
pura poesía un íntimo torrente espiritual dominado por la desola- que un elemento real, exceptuando quizá dos instancias
ción, el dolor y la angustia del hombre, el desesperado sentimiento excepcio~ales como son su Canto a Montevideo(1941) y Artigas
de la desintegración universal, y los más amargos movimientos del (1952).
alma. Temas de su obra han sido, así, la obsesión de la muerte, el El crítico Anderson Imbert ha hablado, refiriéndose a Sara, de
imperativo de la poesía y el amor a la humanidad una "fusilería metafórica". Pero esta definición de su estética podría
A diferencia de muchas mujeres poetas, la poesía de Sara está llevar equivocadamente, a pensar en una poesía premeditadantente
exenta de erotismo. El erotismo se puede manifestar por presencia, hermética. Su poesía, si adopta la metáfora y la imagen como
carencia o sublimación del sentimiento como se da en el caso de elementos predominantes, ·no adopta jamás niveles de
Juana, María Eugenia o Delmira respectivamente. En Sara sencilla- inaccesibilidad ni de ininteligibilidad. Su poesía constituye una
mente no existe ninguna referencia a Eros. Más, en toda su obra, sólo forma de asumir el mundo, de aprehenderlo, entenderlo y devolver-
en el primer libro Canto hay una serie de poemas de amor que lo transfigurado en forma estética. Canto, dijo Jorge Ruffinelli,
componen una sección titulada: Itinerario; pero tampoco acá apare- manifiesta una actitud dirigida a los pais'\ies interiores, valorativa
ce el amor de la pareja humana con claros referentes reales, de ese íntimo momento en que lo real se transforma en imagen, en
Es más, en la poesía de Sara se percibe un rasgo distintivo muy poesía, y vuelve a ser real potencializado. En Hora ciega, la batalla
peculiar: muchas veces el yo poético se expresa bajo la es feroz y despiadada y el oído de la poeta percibe el fragor y la furia
manifestación masculina. Esto sucede más especialmente en las de esa hora aciaga de la humanidad. Es el momento de la segunda
obras de su última producción como son La Batalla (1967) y guerra mundial, y el libro refleja la terrible desolación de ese
Apocalipsis (1970), pero ya asomaba esta tendencia en algunos tiempo:
momentos de Hora ciega (1943) o de Pastoral (1948). Quizás esio "Luto para la rosa.
obedece a la necesidad de la creadora de trascender el propio lúnite Negra espina en su sien desventurada.
de su individualidad y sexo para expresar más ajustado y La flecha melodiosa
trágicamente la condición universal del hombre; del trigo, va enlutada
goteando noche hasta la mesa helada.

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Luto para la abeja
bajo el humo y la sal de la ceniza. cómo crec¡e y se derrama
Lastimada y petpleja sobre el planeta encogido
su rubia perla iza i la desatinada raza
entre el escombro que la martiriza, que quiebra su fuente y luego
llora la ausencia del agua."
Todo gira cortado
ciegoltperdido en sangre, en isla hun4ida. Su poesía, que abarca desde la mirada a los más recónditos
Bajo el canto cuajado paisajes interiores basta la perspectiva visionaria de Apocalipsis XX.
ruge la mala herida puede verse estructnrada sobre las variantes de una misma metáfora:
¡Cómo parar esta infeliz huida!" la de la batalla, la agonía, la lucha entre el hombre y la nada, entre
la vida y la muerte, entre el canto y el silencio. Sobre este tropo está
Esta preocupación de la autora por su circunstancia es una íntegramente estructnrado uno de sus libros más perfectos que lleva
constante que atraviesa toda sÍJ obra hasta desembocar en su libro justamente portítnlo: La Batalla. Dice Alejandro Paternain que este
último: Apocalipsis XX. A propósito de este volumen ella declaró: libro se abre y se muestra como una "poética". Allí se plasma la
"Es un libro diferente, empefiado en nueva búsqueda, En cuanto a denodada lucha del hombre contra el soplo de la nada que ha
estructuras principalmente, creo que he logrado innovar mi obra. hostigado al poeta a través de todo su itinerario creativo. La obra
Desde el punto de vista de la idea, en cambio, responde a mi entera se nos presenta entonces como una trágica aventura de
constante actitud ante el mundo, de ser eco de él, circunstancia develación del misterio. La función del poeta será la de percibir esa
temática siempre presente en mi poesía". Esta actitud estética y zona de oscuridad de la existencia y, transfigurada, hacérnosla
ética se manifiesta de manera total y plena en Las esraciones(l957) accesible, sin perder jamás su intrínseca zona de sombra. Pero será
donde la comulgación con la vida se toma más decididamente labor del poeta iluminarla y acercamos el eco de su resplandor.
manifiesta: Sara de Ibáfiez defmió .a la poesía como "un ejercicio del
misterio", caractenstica común a la poesía pero que en la suya se
"No puedo cerrar mis puertas aplica con ajustado rigor.
ni clausurar mis ventanas: Toda su obra se rige por el canto que en ella es sinónimo de vida
be de salir al camino Y manifestación de lo sagrado, al tiempo que es también una forma
donde el mundo gira y clama, de la armonía.
he de salir al camino Su canto está integrado por dos elementos, por un lado, la
a ver la muerte que pasa. palabra que es el elemento estrictamente lingüístico, y por otro, la
He de salir a mirar forma, a través de la cual accede a la armonía necesaria para la
existencia de su canto, qpe es reflejo, de algún modo, de la armonía
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11

universal. No es casual que el lenguaje de Sara de lbáflez, recree, por "Dios le ha visto frecuente en la batalla...
momentos, el del siglo de oro espallol, pues está inbuido del espíritu le ha visto andar en ráfagas de llanto
renacentista, buscador de la armonía del universo. la boca llena de canciones muertas
La temática es mat~ria moldeable bajo el imperio de la palabra, que no alcanzaron a heredar la espuma.
que se constituye en el vehículo para arribar a la armonía esencial, Le ha visto abrir a hueso delirante
condición y consecuencia de su canto. el bloque azul de la nocturna escarcha...
Este será el reflejo de la armonía cósmica y cuando ésta se Le ha visto fiel y ciego de inocencia ...
rompa, habrá entonces de prorrumpir en im,precaciones y denuncias. y muerto, al fin de espléndidas heridas."
La forma es para Sara, una manera de ser en el mundo, una
posibilidad de captarlo, de aprehenderlo y de expresarlo. No es sólo Su pnesía tiene origen más allá de las palabras. Remite a una
un valor estético, sino también ético. realidad de otras dimensiones y de otro orden que el poeta ordenará
Sara de lbáñezes un poeta absolutamente consciente del'valor de a través de la palabra y la forma.
la palabra como instrumento y de la finalidad de la misma. En ella Esa otra realidad no sólo la presiente, sino que la ve; de ahí el
toma el carácter esencial de eÍllace entre los hombres. La palabra carácter visionario de esta obra que logra quizá su culminación en
será entonces testigo, a<lomonición transmición y generador de el libro Apocalipsis XX (Montevideo 1970).
belleza y de verdad. Esa otra realidad aludida que puede estar referida a una
Canto es, en ella, sinónimo de poesía. Se constituye en una acto cpncepción de lo sagrado, podemos denominarla metapoesla,
vital, un acto de creación que se vincula con lo sagrado. Se puede porque proviene de zonas recónditas, que la palabra y la forma
apreciar aquí, una forma moderna de la mística sin religiosidad. aproximan, que hacen constantes referencias a esa dimensión de lo
La poesía se concibe como un destino que elige el pneta místico que se expresa por el elemento "fuego".
constituyéndose en una experiencia dolorosa y única, como la Ya en Canto (1940) en la Lira 1 decía: "amor secreto de la
mística. hoguera, cantas"; a través de este verso revelador apreciamos la
Ya es su libro inicial Canto, que prologara en forma entusiasta intima fusión entre el fuego, signo tradicional de la esencia divina,
Neruda, y que publicara la Editorial Losada de Buenos Aires, y la poesía.
hablaba ella de "mi isla seca en mitad de la batalla'inaugurando así La presencia de esa otra realidad, de esa dimensión del misterio,
la metáfora de la agonía del creador, que desarrollará a lo largo de al que se accede lingüísticamente, el poeta la traduce por
su obra hasta culminar en el libro "La batalla" (Losada, 1967), expn\síones sintácticamente no tradicionales: así dice en Hora ciega
donde se constituye en forma más explícita la parábola sobre el (Losada 1943): "estás. de río, depuro cedro, de azucena oscura";
Creador y la Creación. Se libran dos epopeyas: la del poeta y la del "Sería necesario . '
hombre; pero cuando se plasma la primera se fracasa en la segunda. morir de rosa, de sapiente espiga.
Dice en el pnema "Triunfo del guerrero" de La Batalla: Morir paloma, miel, brezo y honniga."

12 13
La plenitud de esta experiencia de ribetes casi místicos se Pero el canto, en Sara de lbáñez, no es sólo el vehículo de
percibe en versos como: acercamiento al misterio, sino que es también una aproximación
"qué secretos laureles rotunda al .mundo, a esta realidad.
el pecho me calcin¡m, Su poesía toda contituye una absoluta manifestación vital, una
qué celestiales flechas me adivinan!" permanente lucha contra la muerte. La función más importante de su
Vemos aquí algunos de los clásicos referentes de la poesía canto será la denunciatoria, la de advertencia al hombre ante el
mística como lo secreto, el fuego, lo celestial, la visión. horror y la destrucción. El canto es entonces eco de circunst,mcias.
La imagen, plásticamente, puede rec9rdar la figura de Sao En su denuncia el poeta ataca a los responsables: los poderosos y los
Sebastián. Se revela allí un sentido ascencional, vertical, con soberbios.
dirección hacia la plenitud del absoluto que puede ser la creación, El canto asume así una función social totalizadora:
como una manifestación de la divinidad y al mismo tiempo está la "Un rey alza llorando su corona
referencia al sufrimiento por el uso de términos como "flechas" y manchado con el polvo de la guerra,
"calcinados", y a la orilla del agua busca un sitio en el cielo
Existe en el libro Hora cieg;, (Losada, Buenos Aires 1943) una busca el último umbral de la plegaria".
sección titulada Los pálidd$. No traduce quienes son; provienen del dice en la Visión VII de Apocalipsis XX.
misterio. De ahí la sugerencia del título; son la esencia misma del El canto sirve también como aproximación de otras formas de la
misterio. Por eso no los nombra constituyen una presencia realidad, por ejemplo, la histórica. Así, en Canto a Montevideo.
constante; es la expresión verbal de esa metapoesía aludida, de esa propone la visión de la existencia original y casi edénica de nuestro
otra realidad que el poeta penetra, donde no existen las coordenadas suelo, mediante el canto de todos los elementos que lo integran,
temporales sino que se da la eternidad del Canto. como el océano, los ríos, los árboles, los pájaros.
"Vinieron a golpearme "Siguiendo los temblores de un pájaro en el viento
los pálidos golpearon en mi oído. donníao con el pecho cerrado las colinas,
Vinieron a llamarme firme bajo la hierba sq oscuro movimiento".
desde tan alto olvido,
con tanta luz su acento defendido, "El océano entraba por el este cantando,
que necesario fuera en lengua de algas frías y duros caracoles
morir y más morir, estar muriendo. en las blancas orillas reposaba temblaodo".
para coger la fiera
palabra que bullendo "Y el indio defendía su nube voladora,
viene a mí desde mares que no entiendo." sus peces, sus ñandúes, sus sauzales dormidos,
las difíciles mieses de su sierra sonora."

14 15
"'/
1
Creemos oportuno reproducir aquí las palabras augurales de porque la muerte espera."
Neruda en su prólogo a Canto: Como ya dijéramos, la foma es para Sara una maoera de ser en
1
"Sara de lbáfiez, graode, excepcional y cruel poeta ... el mundo, de captarlo, aprehenderlo y expresarlo, como lo hace con
Estructura y misteho, como dos líneas inalcaozables y gemelas, la suprema instaocia de su vida: su propia muerte.
tejíao de nuevo la vieja, temible y saogrienta rosa de la poesía... En Diario de la muerte se llega, por momentos, a un extremado
Quien conozca estos productos humaoos verá que esta mujer despojamiento de imágenes en la expresión traductora del misterio,
recoge de Sor Juao Inés de la Cruz un depósito hasta ahora perdido: que deviene así más tensa y dramática. El trabajo barroco está dado
el del arrebato sometido al rigor; el del estremecimiento convertido más hacia el conceptismo, lográndose versos de una rotundidad casi
en duradera espuma". t quevediaoa:
Quizá donde más claro se vea el concepto de crueldad atribuído "Temblorosa escritura en que se pierde
por Neruda, sea en la obra que se publicara después de su muerte y la maoo viva que muriendo escribe
que recogiera Roberto lbáfiez bajo el título de Canto p6stumo. cosas del vivo aodar entre los muertos
La palabra poética siempre es, y especialmente en estas páginas, cosas del muerto ser en lo que vive."
un testigo del mundo a la vez que se da a través de ella un minucioso Diario de la muerteestá construido sobre la base de una armazón
registro de lo circundaote. Pero nunca se produce la poesÍa de tipo barroca con ejemplares juegos de contrastes; se recrea una situación
confesional, ni aún en las estremecedoras páginas de Diario de la límite: el morir, a través de una marúfestación vital: la palabra.
muerte porque la escritora profesó por la palabra y la poesía tal Este Diario no es una crónica. diríase mejor un registro del
respeto, que instauró con ella una estética del pudor donde la crónica mundo y su permanente morir, el registro de la constaote frontera
individual cede paso aote el deslumbraote registro sonoro del entre la vida y la muerte.
mundo y de la vida, que es en síntesis su poesía. Hay un desgarrón afectivo, pero asumido bajo el signo del pudor
En sus páginas póstumas el poeta caotará con lucidez terrible, desde la raíz de la lúcida asunción de su condición humaoa y mortal,
pero con armonía siempre, la muerte y su propia muerte. pero trascendida a través de la poesía.
Pero más que una poesía de la muerte, diríamos que es una poesía Podríamos decir que, a pesar de todo, no hay pesimismo, pues
del morir, donde está ausente la crispación de la aogustia personal, por encima de la muerte quedará la palabra, expresión de la voz y de
ya que por todo el libro campea la sobriedad y el recato. Sara de la vida. Símbolo del hombre. De la poesía.
lbáfiez habla de la muerte pero no esperándola, ni presintiéndola, Jorge Arbeleche
porque ya la conoce. Lo hace desde la muerte observaodo la vida y
cantando: Nota: Agradezco muy especialmente la eficacísima
"la linda sin razón que las divide" colaboración de la profesora Leonor Saotamaría, que puso al
Todo habrá de formar una estremecedora unidad: servicio de esta tarea su sensibilidad, su talento y su laboriosidad.
"La vida está esperaodo J.A.

16 17
A PROPÓSITO DE LA POESÍA DE SARA DE IBÁÑEZ

l.
La Generación de 1930 o del Centenario compartió con la
precedente (del 15 o del 17 o del 20) la ausencia de conciencia
generacional. Nacida entre 1895 y 1910, se formó ya en el país
pequeño-burgués, mesocrático, laico, progresista, ilustrado, de
economía en crecimiento y estabilidad política que la obra del
batllismo ~aprovechando favorables circunstancias externas- hizo
posible.
Sabiéndose y queriéndose herederas de la Generación del 900-
alaqueadmiraron sin reservas- descartaron del legado la conciencia
y la actitud rebeldes, el sentido de una misión intelectual de alcance
comunitario, el sentimiento de constituir un grupo generacional.
Cumplieron su tarea bastante solitariamente o en pequeños núcleos
urúdos por afi.rúdades estéticas y/o personales. Fueron mucho más
artistas que pensadores, mucho más escritores que intelectuales.
Hasta el caso extremo que pudiera constituir probanza en contrario,
el de Emilio Oribe, no lo es. Basta advertir la distancia entre él y
Rodó o Vaz Ferreira, en cuanto a la índole de sus reflexiones y a sus
actitudes ante el receptor. El úrúco ejemplo de un intelectual cabal,
dotado además del sentido de la misión colectiva leudante de su
tarea, es el de Carlos Quijano (1900-1984).
En la medida en que la uruguaya era una sociedad en crecimien-
to, imbuida de la confianza en el progreso, que lograba conciliar y/
o enmascarar la pugna de los intereses opuestos, los escritores dell7
y del 30 encontraron apoyo oficial para sus trabajos. Habrá que
esperar que advenga la evidencia de la crisis y de sus consecuencias
sociales para que los escritores de una nueva generación (del40 o del
45 o de la "conciencia crítica") empiecen a tomar distancia con

19
relación al oficialismo. Pero la labor inicial para el cambio de n.
actitud será realizada por Quijano y por Juan Carlos Onetti (1909). La indudable multiplicidad y riqueza de nuestra poesía en las
Y a ella va a plegarse la mayoría de los mejores sobrevivientes del cuatro décadas primeras 'ctel siglo no había alcanzado a producir -
17 y del30. con excepción de Julio Herrera y Reissig (1875-1910), a quien le
La influencia cultural dominante para ambas promociones se- faltó tiempo de vida y con él hondura de experiencia- una de esas
guirá siendo la francesa, que a partir de los años 40 deja de ser figuras de poeta cuyo nombre y título merecen ser escritos con
central. En el terreno poético la figura señera es Paul Valéry y su mayúsculas. Pero bastó la aparición de Canto en 1940 para que se
teorización acerca de la poesía pura. Los poetas del30 estáu atentos supiera que había allí un grandísimo poeta. Ese primer libro fue ya
1ambién a la lírica espai\ola del Siglo de Oro, al Moderrus~o, a las entero y cabal, sin rastros de aprendizaje. Más aún, era un libro
vanguardia•. a Juan Ramón Jiménez, a su coetáneos espanoles del magistral' tanto por la organización del conjunto como por la
27. secuencia de cada una de sus seis partes; tanto por cada uno de sus
Dentro del grupo, Sara de lbáñez (1909-1971) resulta una textos como por la perfección en el manejo de estrofaq, versos,
"reservista", puesto que su libro inicial es de 1940. Lo mismo rimas, ·ritmos. Todos 'los libros posteriores -diversos en tonos,
acontece con Clara Silva ( 1905-1976), cuyo primer libro es de 1945. climas, ·sentimientos, motivos- continuaron y acrecentaron eJ jui-
No obstante, la obra de Clara Silva se distancia más de la de sus cio. Son muy pocos los poetas de la lengua que han logrado
coetáneos y, en parte, resulta más cercana a la poesía de algunos de manejarla con tanta opulencia verbal, tanta riqueza y exactitud en el
los poetaq de la Generación del 45. Sara, en cambio, se mantiene decir rotundo y en el ambiguo, tanto lujo metafórico, tanta riqueza
totalmente dentro del mundo espiritual de su generación. El rigor musical. "La única fiesta que acepta es la de las palabras"decía el
fom1al; el cuidado artesanal; la búsqueda metafórica; la índole y el poeta Jorge Carrera Andrade; y José Carner: "Nadie maneja hoy en
modo de elaboración de los símbolos; la concepción religiosa de la d(a la lengua española con más ciencia, felicidad, fluidez y me/o·
poesía y a la vez, tercamente individualista de la tarea creadora: todo diosa dulzura ... "
ello comparece en mayor o menor grado en las obras de Emilio La perfección en el manejo de todas las formas, codificadas o no,
Oribe (1893-1975), Carlos Rodríguez Pintos (1895-1985), se acrece con el uso de otros recursos aún no señalados, verbigracia,
Fernando Pereda (aproximadamente 1900), Esther de Cáceres las series de térruinos correlativos que pasaron de Petrarca a la lírica
(1903-1971), Susana Soca (1907-1959), Roberto Ibáñez (1907- española del Renacimiento y que estudiara Dámaso Alonso. Véanse
1978), Alvaro Figueredo (1908-1966), Pedro Picatto (1908-1944), como ejemplo, "Isla en la Tierra", "Isla en la Luz", Lira IV de Canto,
Juan Cunba (1910-1985). Dentro de la generación, sólo Selva Poema XV de Pastoral, "Puerta de los Endriagos" de Canto
Márquez (1903-1981), Líber Palco (1906-1955) y Serafín J.García Póstumo. (Igualmente, con excepción de la metáfora del fuego que
(1908-1985) escapan a la mayoría de aquellos rasgos. ha estudiado Alejandro Patemain, nos falta todavía el relevamiento
de otros símbolos, de su entrelazamiento, transformaciones y
correspondencias a lo largo de todos los libros).

20 21
Sara componía su obra trabajando simultáneamente series di- Emilio Oribe, Rodrígnez Pintos, convicciones bastante extendidas
versas, este sistema de pluricomposición fue también el de Herrera en aquellos años muy impregnados del magisterio de Valéry.
y Reissig y ha sido el de Idea Vilariño. Por ejemplo, en 1965, 1966 Alguna crítica ayuna de sensibilidad acusó a la poesía de Sara de
y 1967trabajó a la vdz en cinco series que darian otros tantos libros: frialdad y distancia causadas por su perfección: el pleito falso había
La Batalla, que se publicó al fin del trienio; Apocalipsis XX, editado sido despejado por Neruda en el Prólogo de Canto: "... esta mujer
en 1970 y tres que dejó inéditos: Diario de la Muerte, Baladas y recoge de Sor Juana Inés de la Cruz un depósito hasta ahora
Canciones y Gavilla .los que fueron editados por su marido, Roberto perdido: el del arrebato sometido al rigor, el del estremecimiento
lbáñez, bajo el título común de Canto Póstumo. convertido en duradera espuma''.
Se ha hablado de la 6scuridad de su poesía y es un error: la suya Ardorosa y ardiente esta poesía cuyo signo es el fuego y en la
es una poesía luminosa y muchas veces una poesía de la luz, tal como cual lo que Sara llamó "el mundo en tomo" tiene mucho más
puede afinnarse de la de Dante en el "Paraíso", o la de Góngora. Es, presencia de los que se ha concedido, tal cual lo señalara Patemain.
sí, una poesía difícil, especialmente por el modo de elaboración de En 1970 se conoció un libro tetrible y estremecedor: Apocalipsis
las metáforas y su frecuente conversión en símbolos. Es también una XX. Tema, tono y lenguaje bíblicos pone en juego la poeta para
poesía religiosa, aunque de índole particular. No la signa el agonis- anunciar el contemporáneo apocalipsis. Inventario del espanto,
mo de Clara Silva, ni la segura alabanza de Esther de Cáceres, ni el testimonio de doloroso amor, la obra es una de las de más alta poesía
goce de la unión mística de San Juan de la Cruz. Hellen Ferro que se haya escrito en castellano.
apuntó, en un juicio parcialmente compartible, que "en canto
gozoso y sin rubor, se entrega al cosmos y goza en el cosmos, por Graciela Mántaras Loedel.
pertenecer a Dios en medio de las cosas que por derecho son suyas
( ... ) en Sara de Ibáñez la sensación es de que no hay elementos
cristianos visibles en sus poemas porque todo está visto desde una
situación que mira desde el jard(n del Para(so al parafso terrenal.
Hay seguridad y ninguna vacilación en su fe" La presencia, la
patencia de lo sagrado es evidente en la poesía misma como
ejercicio y como resultado. La propia autora ha confesado entender
la poesía "como un ejercicio de misterio ( ... ) y en esto no hay
superstición. Quizá s( convicción religiosa ( ... ) Poes(a· es algo as(
como lo que nos queda en la voz después de haber estado a punto de
morir de la presencia divina" .El "ejercicio de misterio" que es la
poesía y la calidad sacerdotal del poeta son convicciones que. Sara
comparte con Roberto lbáñez, Fernando Pereda, Esther de Cáceres,

22 23
ISLA EN LA TIERRA

Al norte el frío y su jazmín quebrado.


Al este un ruisellor lleno de espinas.
Al sur la rosa en sus aéreas minas,
y al oeste un camino ensimismado.

Al norte un ángel yace amordazado.


Al este el llanto ordena sus neblinas.
Al sur mi tierno haz de palmas finas,
y al oeste mi puerta y mi cuidado.

Pudo un vuelo de nube o de suspiro


trazar esta finísima frontera
que defiende sin mengua mi retiro.

Un lejano castigo de ola estalla


y muerde tus olvidos de extranjera,
mi isla seca en mitad de la batalla.

de Canto (1939)

25
ISLA EN LA LUZ IV

Se abras~ la paloma en su blancura. Rama de alas en el aire muerta.


Murió la 'corza entre la hierba fría. Raíz de vuelos que la sangre anuda.
Murió la flor sin nombre todavía Librados nervios de guitarra muda
y el fino lobo de inocencia oscura. yacente bajo arena y mar desierta.

Murió el ojo del pez en la 011da dura. Tierno acero del agua, espada incierta,
Murió el agua acosada por el día. entre metal y flor, tembló desnuda.
Murió la perla en su lujosa umbría. Quebróla un eco, su batalla aguda,
Cayó el olivo y la manzana pura. antes de entrar por la encendida puerta.

De azúcares de ala y blancas piedras Enlutaron su oído hierba y ave ...


suben los arrecifes cegadores Dejóse en su arrayán morir la abeja,
en invasión:& lujuriosas hiedras. y el llanto pudo ser, halló su clave.

Cementerio de angélicos desiertos: Con espinas de sal quemó el rocío,


guarda entre tus dormidos pobladores y el mundo tuvo una sonrisa vieja.
sitio también para mis ojos muertos. Aquel grito tan nuevo no era el mío.
'
de Canto (1939) de Canto (1939)

26 27
V LIRAI

Torre dpode fui muro y habitante, Rosa, rosa escondida


entre a8edios de miel y golondrinas. -finísimo cometa de jardines-
Fue sobre una inocencia de neblinas que en mi carne aprehendida
su mentida experiencia de diamarite. cierran los querubines
con una lenta curva de violines.
¡Oh mi andar sin razón, cielo adelantel
La sangre, tan callada en las colinas, , Herida, herida vienes.
cerró el idioma de sus crueles minas ·. Tu sangre por mis venas adelantas;
a mi músico oído vigilante. en mi voz te sostienes,
y sobre aéreas plantas, , •
Uo día senú espadas en la boca amor secreto de la hoguera, cantas.
y me rodearon turbios cementerios...
Pisé mis ojos, ángeles caídos. El filo vigilante
del hielo te cercó por la negrura.
La luz me hirió como erizada roca, Atravesó el diamante
y busqué los tenaces cautiverios tu briosa frescura
sin pi~ de mis pájaros perdidos. y fue sólo un perfume tu armadura.

de Canto (1939) Tu vuelo sumergido


sorprendió la raíz de los desiertos.
Yo escuché tu latido

a través de los muertos
que aún tiene tu relámpago despiertos.

¿En mí vas a apagarte?


¿Voy a ser yo el silencio de tu fuego?
¿L9grará sujetarte
este círculo ciego,
,,-prisión amarga que te entrego?

28 29
r
LIRA ID

¿O soy ~o quien me fundo Pasan ciervos heridos


en una claridad desesperada, entre las acres brumas, jadeando,
y contigo me hundo por su sangre seguidos.
y ya voy libertada Pisan un cielo blando
sin comprenderte y en el sueño anclada? ya por aires sin patria respirando.

de Canto (1939) Pasa una golondrina


sobre flecha de sal y flor secreta,
y su cabeza fina,
llena de luz violeta,
al fiero cisne de la espuma reta.

Pasa el pez sorprendido


en el lunario fuego de su escama.
Nada en un mar huído
que de lejos reclama
la blanca herida de su aguda llama.

Pasa un reptil mordido


por una gran palabra con espinas.
Su corazón caído
deja escapar divinas
palomas engendradas en sus ruinas.

Pasan llorando nieve,


tan ~rca que me enfrían la mirada.
Mi boca no se atreve,
fija en su doble espada,
a detener la rueda disparada.

30 31
LIRA IV

Y a la lqz que me grita ¿Por qué me duele el cielo,


hurto el 'pecho, y tenaz desobedezco su luz de llaga que olvidó la muerte?
al ángel que me habita. ¿Por qué este oscuro duelo
En dura tierra crezco que mi lengua pervierte
y mirando mis huesos envejezco. y en mi propio verdugo me convierte?
/

de Cantl(l939) Voy a vivir la estrella,


voy a tocar su frente de alegría.
Voy a matar la huella,
Voy a estrenar el día.
Voy a olvidar la gran palabra fría .

. Voy con el agua entera


llena de pechos vivos y rumores;
la mansa, la viajera
de los largos temblores,
la de los infinitos ruisefiores.
{ ('
Voy por la savia oscura. . e
Voy a crecer con~!&' palmeras.
VC)y por la rosa pura,
por las enredaderas,
porlos pausados musgos de las eras.

Por la vena del oro


suelto tuis minerales sensitivos.
Gastaré mi tesoro,
mis panales altivos,
la sile¡¡cios~ luz de mis olivos.

32 ,33
LIRA V

Voy a Uorar sin prisa.


Voy a escapar... Ya siento Voy a llorar hasta olvidar el llanto
flotar mi gran raíz libre y desnuda!
y lograr la sonrisa
Pero no.~. Me arrepiento
sin cerrazón de espanto
y tuerzo el cel!o, ruda, que traspase mis huesos y mi canto.
amarga, amarga, amarga, amarga y muda.
Por el árbol inerme
de Canto (1939)
que un corazón de pájaro calienta
y sin gemido duerme,
y al gran silencio enfrenta
sin esta altiv-a lengua cenicienta.

Por el cordero leve


de la pezul!a tierua y belfo rosa;
por su vibrante nieve
que la tiniebla acosa
y al final de un relámpago reposa.

Por la hormiga azorada


que un bosque de cien hojas aprisiona;
por su pequefia nada
que al misterio no encona
y que la enorme muerte no perdona.

Por la nube que alcanza


los umbrales de un lirio sin semilla.
Lengua de la mudanza
sin éxtasis ni orilla,
que no sabe morirse de rodillas.

35
34
1
Siguiendo los temblores de un pájaro en el viento
Por la l,úerba y el astro. dormían con el pecho cerradO las colinas,
¿Cómo miden tus ojos, Dios oscuro? firme bajo la hierba su oscuro movimiento.
Por el más leve rastro
de sombra contra el muto, Entre tiernos arroyos y fragancias marinas,
mi llanto ha abierto su cristal maduro. las nubes vegetales alzaban guerreando
venas de fresco azúcar y saladas espinas.
de Canto (1939)
El océano entraba por el este cantando.
Su lengua de algas frías y duros caracoles
en las blancas orillas reposaba temblando.

Y los ardientes limos quemados por los soles


del Río de los Pájaros, flechas de llama lent~.
estremecida tierra de verdes tornasoles,

abriendo del estuario el secreto futuro,


la raíz de tus huesos, ciudad de hierba y canto,
fina.estrella de sflice y jazmín inseguro.

Te cruzaban los 'hombres sin sonrisa y sin llapto,


puros como las bestias que el cielo custodiaba.
Medían tus perfilea sus ojos sin espanto.

El amargo charrúa tus sienea calentaba


y la arisca inocencia de su sangre extinguida
con la más ardua rosa tu corazón fundaba.

Suya y de las gaviotas, de la nutria pulida,


de. las doradas liebres y las finas torcaces,

36 37
con águilas y plumas secretos compartida, cómo herida de tigre fue su primer camino.
fue la tierra en que te alzas. Y lo~' cielos fugaces, Abrasaba sus lomos la sombra de la vela,
y la llubia que henchía las pitangas sabrosas tendida sobre finos cardúmenes de acero
y mojaba las dulces raíces montaraces. que cruzaba sus rayos con la invasora estela.
1
la risa que meneaba las ramas olbrosas, El Paraná-Ouazú gemía prisionero
la sombra de los montes cortad~ sobre el río, y la mirando las canoas que sus aguas mimaban
sed de los pájaros, sus lenguas j~bilosas; encogerse en las llamas del arenal costero.
( l
las escarnas brillantes temblando en el rocío, En aquel Monte Vide tus cimientos volaban.
las talas y los molles, los ásperos juncales, Bajaste de los aires como nube o paloma
los torvos espinillos y el sarandí sombrío; a encerrarte en las verdes palmas que te esperaban.

los cactos agresivos, los turbados panales, Tu cerro niilo, arisco, Solís con preces doma
la roca sometida con dolor, laS hogueras y la sangre de Espaila bautiza tus gramillas.
y el olor de la tierra llena de manantiales, Huellas de pie calzado hienden su duro aroma.

suyos fueron; sus brasas, sus raíces guerreras Ya frente a frente luchan dos rosas sin rodillas,
salen para ceiiirte la afelpada cintura dos leones que mezclan uftas, alientos, venas,
con ojos de amapola acultos en las eras. dos ríos combatientes que mojan tus semillas,

Su aliento sepultado los maizales madura dos brazos que no saben calentar las cadenas,
y sube, por tus muros, la ceniza bravía dos centellas de sangre que se anulan el fuego,
que fue piel en sus pechos vírgenes de armadura. dos vivos remolinos abriendo tus arenas.

El hijo de tu ausencia desnudo combatía mespailol traía envainando en un ruego


·y entraba humildemente al polvo repentino, el filo de su espada, su hambre conquistadora
con un pájaro abierto sobre su frente fría. y el róstro de su dios sobre su pecho ciego.

Del Paraná-Ouazú la blanca espáda vino. Y el indio defendía su nube voladora,


Su inmaculada espuma quebró la carabela: sus peces, sus ilandúes, sus sauzales dormidos,

38 39
VD
las difíciles mieles de sus sierra sonora.
Hablas de nacer con los dientes crecidos, Desde todos los campos el Uruguay te inclina
como ul) ángel mestizo de jaguar y de espuma perezosos senderos, lazos enternecidos
que se mira bramando los costados heridos que atan a tu cintura el valle y la colina.

y sumerge las hierbas sin que se le consuma Llegan a acariciarte los varones curtidos
la corriente bravía que en los huesos le crece que se arrugan colmando tus crecientes gnmeros
y le llena la boca con encendida bruma. y te acercan fragancias de maizales y nidos.
(

Sobre la blanca frente de Zabala ámanece Llegan a proveerte los rudos caballeros
tu pequelio relámpago, cachorro combatido. sobre las bestias húmedas de sudor y relente
Ubre de leche amarga tu quijada endurece. que traen en los ojos los últimos luceros.

Siete hogares alumbran tu pan recién nacido. Los rubios bueyes tumban la cabeza paciente
En tus muros de barro, la libertad alzada. sobre la rumorosa Plaza de las Carretas,
Clavado en cada puerta, su escudo amanecido. donde el trigo pregona su promesa caliente.

Creciste resistiendo a la mano enguantada. Mojan Jos anchos cascos frescos zumos violetas
Sus caricias pesaban en tus hombros pujantes de tallos macerados sobre la tierra dura,
y apenas pudo ser su curva gobernada. con el primer rumor de las brisas inquietas.

Era tu sangre joven, herencia de gigantes: Aquí viene a volcarse la cosecha segura:
adulta como el mar y la pampa naciste las verdes hortalizas que ilumina el rocío,
sacudiéndote el beso y las sedas fragantes. el espumoso aroma de la avena madura.

De tu orgullosa madre las voces desoíste: Hormiguean los frentes de chato caserío.
en tus mismas entralias trazaste las fronteras Los ponchos hacen alas en los hombros cuadrados
y el rostro amenazado pero libre volviste y gira en las espuelas un gran lucero frío
para mostrar al cielo tus flamantes banderas. que ilumina los pies de los gauchos callados.

de Canto a Montevideo de Canto a Montevideo


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40
HORA CIEGA
Cayó el león ofendido.
Luto para la rosa. Lamió con triste lengua su frontera.
Negra espina en su sien desventurada. En el círculo hendido
La flecha melodiosa la ceniza guerrera
del trigo, va enlutada, alza su rosa elástica y espera.
goteando noche hasta la mesa helada.
Entre el viento y la tierra
Luto para la abeja fué el terco golpear, el hambre dura,
bajo el humo y la sal de la ceniza. el cielo que se cierra
Lastimada y perpleja como una concha oscura
su rubia perla iza y el pecho padeciendo su negrura.
entre el escomb~o que la martiriza.
Ya fué el pausado día
Luto para la rama de inventar paraísos duraderos.
del cerezo y la luna en los vellones. Ya mostró la alegría
Luto para la llama sus calientes graneros,
de los melocotones. y guardaron los hombres sus corderos.
Luto para el rumor de las canciones.
' Y ya.fué el día ciego.
Porque llegó la hora No rompe el ojo su gastado nudo;
de la huída y el rumbo entre los muertos. el balbuciente fuego
¡Volver ala roedora cada vez más agudo
boca de los desiertos sale del torpe huevo más desnudo.
cuando el río y la miel est6n abiertos!
Fué la aurora de hierro.
Cayó la bestia pura; ¡Custodias de metales calcinados!
su dócil sangre aún en los aires ·canta, Fundido fue el encierro.
y de su blanca hondura Los cantos comenzados.
temblando se levanta Las palomas y el mar fueron hallados.
y otra vez en el musgo hunde la planta.
J;lué Dios ainaneciendo.
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a la hierba asomaron
La flor ardió en el llanto, entró en las venas. el rostro quebradizo,
La tierra fué sintiendo ·y el receloso mármol se deshizo.
un dolo~ de colmenas.
Y fué la espuma sobre las arenas. La flor del hombre, alerta,
subió contra la nieve y el gemido;
Pué la niebla de oro y la sangre despierta,
subiendo de la viña y del manzano. desde su seco olvido
Y equilibrado el coro vino a nutrir el germen defendido.
del laurel y del grano,
su estrella intacta descubrió la mano. ¡Ah, tocar el aliento
que mueve las colinas y abre el dial
El monte hasta su nieve, Enamorar al viento
el agua hasta sus mágicos furores; con una melodía,
la nube hasta su leve Yno temblar de pecho que se enfría.
respiración de flores;
la selva hasta su sol de ruiseñores, ¿Qué huracán de miseria
qué nube de embozada p~dredumbre
crecieron y crecieron. ha quebrado su arteria
Creció la frente hasta habitar el frío. sobre la heroica lumbre
Los oídos crecieron Yahoga Yhiende al áng~l en la cumbre!
hasta escuchar el río
que corre entre la hormiga y el estío. ¿Qué sordera furiosa
nubla el sagrado acento de la llama?
Hecha fué la sonrisa Su palabra amorosa
como el ramaje lento del secreto. sobre escarchas derrama
El color de la brisa
el labio amargo que a lo lejos clama.
su material escueto;
relámpagos de azúcar, su esqueleto.
Porque todo está herido
y entre dientes y lágrimas transita.
Los ángeles hablaron Madura el alarido
con briznas de crepúsculo y granizo;

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de la bestia infinita SITUACION
que su antigua tiniebla ne<7sita.
Veo el trigo
Los ángeles hablaron: creciendo.
el aire aún quiere defender las voces Levantando su nube que arquean tenúsimas flechas.
que túnidas cruzaron · Veo al trigo buscando su agotúa a la luz de las venas.
sus arroyos veloces,
entre amenazas de perdidas hoces. Veo el trigo
confuso.
Vuelven la cara austera Su espes~ra de oro jadeante, su futuro de alientos y brazos;
comida por el rayo y la desgracia, extendido hacia el túnel de sangre que cubre su canto.
y cierran su frontera
con una pluma lacia. Veo al árbol
Mana el de~erto a espaldas de su gracia abierto,
' extrayendo su entrafia segura, su luz sin fatiga,
Todo gira cortado, sus nupciales azúcares lentos, su muerte tranquila.
ciego, perdido en sangre, en isla hundida.
Bajo el canto cuajado Veo al agua
ruge la mala herida. esculpiendo
' esta infeliz bufdal
¿Cómo parar su fragante vigilia, tumultos de flor en su lengua.
Trepadora, minada de bocas, urgida por pechos y hierbas.
de Hora Ciega
Veo al agua
turbada,
construyendo rafees, alumbrando sus pueblos de islas.
Sometida a la rueda del germen su oscura alegría.

Veo al campo
gritando.
Reclamando las viílas, las manos, la avena, las hoces.
Pies desnudos, felices andares, calientes rumores.

46 47
CAIN
Veo el haz
de la tierra. I
La gotita de agua que enciende los tallos del trino.
La fiuísima hojuela que aguarda los blandos hocicos. (EL MAR)

Agujeros El pecho derramado,


y ramas. huyéndose castiga las riberas.
Las cortezas, las tiendas del limo, las secretas montallas, Cuaja en gaviotas de ateridos huesos,
el viento. su amarga lengua.
Caracoles, alondras y pumas que no lloran sus hambres Ceflido está, Clavado en su secreto.
al cielo. La muerte vela.

Veo, sufro, Alguien corta la espuma.


atestiguo: Su nácar suspirado se destrenza.
cae la herida manchando azucenas, mordiendo los huesos. Su delgado panal el fuego atisba
¡lofelices criaturas que lamen la piel del acero! por las banderas.
El horno iuvade su ágil geometría.
Desertoras La muerte vela.
criaturas,
con el beso difunto, desiertos pastores de aullidos, Peces despavoridos
enterrando en el fúnebre estiércol los panes y el viuo. gimiendo eluden la voraz tormenta,
la sucia nube, el extranjero rayo
Sólo, sólo que la gobiernan.
vosotras Cultivan ebrios su temblor salado.
erunendando a la muerte, torciendo la luz de su rostro. La muerte vela.
¡-¿Para siempre el temblor, para siempre, guerreros siu ojos?-!
Pegsdos a su cara
.de Hora Ciega y abll'lill!llido el silencio de sus venas,
con un racimo cruel de verdes besos
[dormidos yerran.
48
49
CAIN

m
Quiso el alba tocarte
y no reconoció, Caín, tu cara.
Le buscabas los dientes a tu estrella.
Dormidos sin querer manchan el cielo. No viste el alba.
La muerte vela. Estrenaba, tu sangre sin tormentas,
{
uflas y alas.
Alza su crespo grito
erizado de conchas y de hierbas. Tu pie quemaba el aire.
Lleno está el viento de mordidos ayes, Tu armadura animal golpeaba el cielo
de sangre lenta. y hundías en las vísceras del monte
Clama el mar por sus viejas soledades. tu ajado aliento.
La muerte vela. Asomado a las nubes y a los bordes,
ibas despierto.
de Hora Ciega
Es que tu lengua hacía
los duros nervios de su lis rabiosa.
La flor ahogada su violento polen
cuajó en tu boca.
Se turbaron las médulas del roble.
Calló la alondra.

Los cedros sorprendidos


que en el espejo de tu piel se amaban,
vieron sangrar las puntas de sus hojas
en tu mirada.
De pronto, abiertas como heridas sordas,
te iluminaban.

51
50
LOSPALIDOS

Ya andaba tu cabeza Vinieron a decirme:


por las altas espinas combatiendo. ahora que eres de sal y dura nieve,
La corona del trigo quebrantaba nube y espiga firme
tu paso nuevo que a padecer se atreve
y sobre el resplandor de tus sandalias el huracán que nuestro aliento mueve.
lloraba el heno.
Ahora que estás de río,
de Hora Ciega de puro cedro, de azucena oscura,
y costumbres de frío
dice tu piel madura,
vas a tocar el rayo que perdura.

Vinieron a golpearme:
los pálidos golpearon en mi oído.
Vinieron a llamarme
desde tan alto olvido,
con tanta luz su acento defendido,

que necesario fuera


morir y más morir, estar muriendo,
para coger la fiera
palabra que bullendo
viene a mí desde mares que no entiendo.

Sería necesario
morir de rosa, de sapiente espiga,
agotar el ovario

52 53
LOSPALIDOS

vn
de la exacta enemiga. En mi luz se concentran
Morir paloma, miel, brezo y hormiga. pueblos de nácar, gérmenes marinos.
Los seres que no encuentran
Por estrellas tan crueles, sus cuetpos cristalinos
qué temblores de hojas me asesinan. trazan entre m\s venas sus caminos.
Qué secretos laureles
el pecho me calcinan. Se fatiga la rosa.
¡Qué celestiales flechas me adivinan! Cede su ámbito tierno a los metales.
Donde la mariposa
de Hora Ciega quemaba sus caudales
empieza a abrir el cuarzo sus panales.

Al diamante resumo.
Entro en el rayo de espumoso frío.
Toda mi sangre sumo,
corroboro su río,
y lo renuncio en su perfecto brío.

Mi partida se fragua
donde comienza el ramo de los mares.
Con la boca del agua
diré a los olivares
los informes secretos seculares.

Me tocan las raíces.


Viajan hacia mi pecho las orillas.
Las hierbas infelices

54 55
PASION Y MUERTE DE LA LUZ

Hierba, di tú mi signo y mi tormenta.


estrechan mis rodillas Modélate en mi voz, grano de trigo.
y si las miro brotan las semillas. Liberta en oro y aire al enemigo
que el más secreto pez de sangre enfrenta.
Nazco secretamente:
el colorde las hojas me revela. Monstruo de miel cerrada me alimenta
Se dividen mi frente y la inconclusa flor crece conmigo.
el trigo y la gacela, Esperando la muerte sin testigo
y en quebrado rumor mi lengua vela. tocar los huesos de la luz intenta.

de Hora Ciega Tradúceme esta llaga sin salida,


escritura del mar o movimiento
de cristalinos gajos en huida.

Asume, zarza, el pálido lamento.


Y tú, rosa del agua, distraída,
desmenuza este rostro por el viento.

de Hora Ciega

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PASION Y MUERTE DE LA LUZ TIEMPO ni

X XI

El verano se agota en el racimo. Agrio está el pan en el zurrón angosto.


Ni avena, ni cigarra, ni amapola. La flor candeal en negra espuma hundida
Ni el alga haciendo velas en la ola, y en la cuerna de miel, dafiado el mosto.
ni las úmidas ranas en el limo.
Mayo abejea en la zampoña herida
Ni la corteza que hasta el llanto opriJÍto y en el sauzal un pálido zureo
entre la tierna muchedumbre, sola, usurpa mi garganta enmudecida.
hecha de sangre y labios la aureola
donde me corro~oro y me lastimo. Ceflido en lumbre por la ahincada fiesta,
doblado en risa y llanto me paseo.
Ni la centella que la liebre rubia Por zarzas y tomillos huroneo
mueve entre los primores del rocío, con castigado muslo y sangre enhiesta.
ni la humilde fragancia de la alubia.
El cándido manjar con hambre alejo
Ni el caballo de sal que adiestra el río, y niego al vino la transida boca.
ni la múftiple espada de la lluvia, Mayorazgo de amor, gozo y me quejo.
dirán tu arisca huella, idioma frío.
La vida entre mis manos desemboca
dt! Hora Ciega y de aciago poder, morir me dejo.

58 59
TIEMPO m V

u La luz redonda que el cerezo fragua.


La fuga de las víboras sin dueño.
En la bullente luz de la majada El entornado párpado del agua.
quejas de caracoles y zorzales.
Caramillos de miel. Flauta salada. La nube anclada en su primor islet\o.
El recental que endulza la colina
Rozan mi pecho júbilos bor~ales. y el huevecillo que me comba el sueño.
Rumor de selva aguda y ventisqueros
entre el caliente andar de los erales. La azorada vigencia de la nieve.
La brusca llaga que el clavel me inclina
Cruje una orquíd~a en las boscosa llama. y el humilde cristal de la resina
Silban los are11ales prisioneros. que enclaustra cedros en mi mano breve.
Y sobre el leve olear de los corderos
un pálido bramido se derrama. Tndo me espera desde el hueso hundido
donde crece el racimo de mi llanto
A la intemperie sin orilla ofrezco y acendra la ceniza su latido.
puro el oído en mi llagada vela.
Brisas in<kgo, ráfagas padezco· todo en la sangre se me vuelve canto,
fiesta sin miedo y árbol sorprendido.
Yhundido en la profunda pastorela
muriendo a briznas, en el ángel crezco. de Pastoral

de Pastoral

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60
·s¡---
.
.1

xm EL GUERRERO SECRETO
Sea la luz dijeron al abrirse
Un hijo te oye, te contempla, te ama.
mis ojos y la luz vistióse el mundo
Un claro niño que los soles miman.
y en ella fue mi sangre a confundirse.
Tu idioma en sus oídos se derrama.
Con su latido tus latidos rimao.
Es la luz, soy con el hervor jocundo
Su rostro reluce tu escondida llama
que mece al mar, empuja las praderas
y su callado corazón aoimao
cría la exacta miel y el pez fecundo.
el soplo que frecuenta a los maozaoos
y el aliento cereal que hinche tus llaoos.
No pido, acuden a mis limpias manos
las ardientes espumas de las eras.
Un hijo ausculta tu soleado pecho,
Inventan mis caricias las corderas
palpa tu resplandor, toca tus venas,
y mi hambre alegre fundao los maozaoos.
en tu rítmica hierba hace su lecho,
su pie desnudo esculpe tus arenas.
N o me fatiga el curso de la rosa,
Alegre mide tu recinto estrecho
ni me impacienta la sazón del fruto.
caliente de trigales y cohnenas,
Salta puntual mi lágrima preciosa.
y el claro infaote, con oscura ciencia,
vago laurel inclina a tu obediencia.
Me esgrimen viento y llanto y no discuto
porque me ignoro y soy la luz copiosa.
Sobre el corcel que tierno ollar dilata
y crespa nube al aire duro fía,
de Pastoral
en diamantino trebolar desala
elástico galope al alba fría.
Un silvestre clarín truena su plata
y el espolazo en el ijar porfía.
Secreta diaoa que a la saogre acude
y al guerrero recóndito sacude.

Ojos de recia estirpe matutina


a través de las águilas pulsados.

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En las vertientes de la luz marina la Patria adulta en su sonrisa asoma,
y en primavera mineral cuajados. encerrada en un vuelo de paloma.
Sobre la 'faga tierra columbina
en sigiloso cielo disparados, Sufre el trébol de pálida garganta
miran y ven, de sangre y pensamientos, la huella del bridón, sus remos de oro,
nuestra flor, nuestra espiga, nuestro viento. que en los seguros donde el agua canta
cri.stales izan en ardiente coro.
Sobre la crespa sierra el potro duro Y el galope que al suefio se adelanta
el embridado cuello al sol arquea. descubre y turba el íntimo tesoro
La peña enciende con el casco puro que en muelle brega la erunelada umbría
y entre zarzales vírgenes flamea. para las ciervas amorosas crías.
Reto de espuma, por el flanco oscuro,
luce su flor la montaraz marea Allí donde la nutria se pasea
que azuza y doma, en íntimo entrevero, en lustroso vaivés de bronce vivo;
la diestra del pausado caballero. donde en turbio juncal la garza albea,
y el aire enciende al puma sensitivo
La bestia amarga en la humildad emboza con la noticia que en su voz alea,
su erizado vigor, el joven fuego allí la sombra del jinete altivo
que la cándida entrafia le alboroza hlerve de aromas entre el agua pura
y desmandado en el riesgoso juego, y el florido olear de la espesura.
ya por las lindes de su piel retoza
en lidia rosa y en secreto riego, Donde un gozo frutal de leclúguana
cuando el fresco rumor de una pradera dora la sierra y encabrita al viento.
comenta en verde trueno la carrera. Donde en arbóreos tremolares mana
la verde fuente de trinado aliento
Sumando valles, arrugadas crestas, que sobre el rizo de la grey emana
finos alcores rubios de flechilla, chisporrotea su gemado cuento,
abras de seda y espinosas cuestas, y ojos de aguda lumbre y miel serena
el arriscado ¡nol de una cuclúlla, en el guazuvirá, remota, estrena.
y el hurafio ademán de las florestas
que al escondido campeador se humilla,

64 65
Donde instrumenta su caudal la brisa LA MUERTE
en los copihues y las pasifloras,
donde su queja celestial se irisa Sol amargo, agua amarga, amargo viento
rozando helechos, esculpiendo moras, y amarga sangre para siempre amarga.
y a la sutil orquestación sumisa Vencido y solo en carne y pensamiento,
silbos, destila en lágrimas creadoras, y el sueilo antiguo por tesoro y carga.
allí cultiva el Héroe su futuro, Quiso callado y solo y sin lamento
nombm a la Patria y permanece oscuro. sorbo a sorbo agotar su fuente larga.
Miserable señor de su destino,
de Artigas de espaldas a la aurora abrió el camino.

De espaldas a su Oriente y a su gloria,


y hueso adentro una centella vaga,
mordió el seco laurel de su victoria
y nunca fue curado de su llaga.
Terco aguijón de luto su memoria,
en toda miel ejercitó su plaga.
Y entre las brumas del silencio agrario
fue una lenta sonrisa su calvario.

Pero entre sus espigas y sus flores,


cuando la muerte le entreabrió las puertas
el guerrero de blancos resplandores
dianas oyó por las borradas huertas.
¡Mi caballo!, gritó: y en los alcores
resonaron angélicos alertas.
¡Mi caballo! Montó el corcel sombrío,
y tendió su galope sobre el frío.

de Artigas

66 67
Mucha sangre está corriendo
NO PUEDO de las hendas cerradas,
mucha sangre está corriendo
No puedb cerrar mis puertas por el ayer y el matlana,
ni clausurar mis ventanas: y un gran ruido de torrente
he de salir al camino viene a golpear en el alba.
donde el muOdo gira y clamá;
he de salir al camino Salgo al camino y escucho,
a ver la muerte que pasa. salgo a ver la luz turbada;
un cruel resuello de ahogado
'1 He de salir a mirar sobre las bocas estalla,
'1
cómo crece y se derrama y contra ,el cielo impasible
1
sobre el planeta encogido se pie~ en nubes de escarcha.
la desatinada raza.
1.1\ que quiebra ~!l fuente y luego Ni en el fondo de la noche
llora la auserlcia del agua. se detiene la ola amarga,
,¡' llena de nillos que suben
:·11,1 He de salir a esperar con la sonrisa cortada,
el turbión de las palabras ni en el fondo de la noche
:·.:, que sobre ,J.a tierra ,cruza queda una paloma en calma.
:1 y en flor los cantos arrasa,
i ,, he de salir a escuchar No puedo cemrr mis puertas
i,l el fuego entre nieve y zarza. ni clausurar mis ventanas.
A mi diestra mano el sueilo
1'· No puedo cerrar las puertas mueve una iracunda espada
,¡\\ ni clausurar las ventanas, y echa rodaodo a mis pies
el laúd en las rodillas .una rosa mutilada.
ij y de esfinges rodeada,
puliendo azules respuestas 'rengo los brazos caídos
1 [., a sus preguntas en namas. convicta de sombra y nada;
¡::n,. ~ olvidado perfume

!d 69
¡ ¡:', 68
;:
!\''1
muerde mis manos extrafias, PLEGARIA
pero no puedo cerrar
las puertas y las ventanas, Si .tú estás allí, en lo oscuro,
y he de :salir al camino selior sin rostro y sin pausa;
a ver la muerte que pasa. si tú eres toda la causa
y yo tu espejo inseguro.
de Las Estaciones Si soy tu suelio, y apuro
sombras de tu suelio andando,
pronuncia un decreto blando:
líbrame de no pensar,
y echa mi polvo a vagar
eternamente pensando.

de Las Estaciones

71
70
HOY ¿?

Yo no sé, cuándo nací Dejóme Dios ver su cara


ni cuándó me moriré; cuando entre paloma y flor
no he sabido ni sabré sobre aquel cielo mayor
del límite allá o aquí. brotó una blanca almenara;
Rodeándome siempre, vi dejóme Dios ver su cara?
la abierta noche, azorada,
y mi razón desmandada Me miraba Dios acaso
sólo a explicarme se atreve cuando en la noche sin mella
como un paréntesis breve dejaron lirio y centena
entre la nada y la nada. testimonio de mí paso;
me miraba Dios acaso?
de Las Estaciones
El rostro de Dios veía
cuando en el desdén profundo,
tenaz ausente del mundo
por mi propia sangre huía,
el rostro de Dios veía?

Me contempla Dios, me ve
ir de la ceniza al fuego
en un iracundo juego
la muerte quitándome;
me contempla Dios, me ve?

O yo me estoy descubriendo
los ojos con que algún día
veré lo que no sabía
que en suefios estaba haciendo?

de Las Estaciones
72 73
---
1

NADA
LA PAGINA VACIA
, A Stéplume Mallorml
. Cerrado estaba el jardín,
Cómo atiever esta impura y dentro una rosa abierta.
cerrazón de sangre y fuego, Cerrado estaba el jardín,
esta urgencia de astro ciego sellada la puerta.
contra tu feroz blancura.
Ausencia de la criatura Toda la luz de la rosa,
¡: que su nacimiento espera; gozo encumbrado del fuego.
de tu nieve prisionera Toda la luz de la rosa
y de mis venas deudora, y el ámbito ciego.
en el revés de la aurora
y el no de la primavera. Fuera andaban las abejas;
zumbaba un viento de oro.
de Las Estacith,es Fuera andaban las abejas
1 en limpio coro.

Dentro, en el jardín cerrado,


qué muerte tan muerte aquélla.
Dentro, en el jardín cerrado,
ni flor, ni polvo, ni buella.
'
; ' de Las Estaciones
''

74 75
'
[.''
·~
1
XIV IX

En custodio panal de la agonía Te escucho andar, paloma de las nieves,


trocada fuiste, galardón de abejas. que el rubor de los iris apacientas.
Y en el terreno paraíso espejl\8 Nácar que el ñublo de un suspiro ostentas,
la flor que abrasa en el cristal que enfría. a la intemperie del amor te atreves.

Tu sangre en Dios confusa, en Dios ardía, Tll, que los sismos de la miel promueves
y en Dios buscaba sus raíces viejas. en la mística rosa que frecuentas,
Eras el instrumento de sus quejas que en la truje del rayo te alimentas
que a la desnuda miel se convertía. y que en el sueño de diamante bebes,

Del canto a la plegaria consumiste descubres ¡ay! el tenebroso huerto,


mujer y arc~gel en melado fuego la cruel espiga que tu sangre apura,
y de gemela muerte renaciste. la fuente que te absorbe en tu desierto,

Orar te oyó cantando el mundo ciego. la sombra que en su vena te inaugura


Y Dios, en la poesía que sufriste, y el llanto, el llanto y el espejo muerto
y en éxtas,is caudal, bebió tu ruego. que no supo mirarse en tu blancura.

(Tránsito de Sor Juana lnls) (Tránsito de Sor Juana lnls)


de Las Estaciones. de Las EstacioneS.

76 77
~
1

VD ATALAYA
A Dios r~spira con amor violento Sobre este muro frío me han dejado
y en el duro ejercicio resplandece, con la sombra ceftida a la garganta
porque la brasa original crece donde oprime sus brotes de tormenta
su cuerpo vivo en ofertorio lento. un canto vivo hasta quebrarse en ascuas.
Yo aquí mientras el suefto los despoja
¡Cómo abreviar el tránsito opulento y en sueftos comen su mentida baya
que en la proeza celestial florece, para erguirse en las venas de la aurora
por gozar la sonrisa que padece pábulo gris de su sonrisa vana;
plural eclipse en el divino invento! yo aquí mientras los sabios inocentes
y los tranquilos de crujiente casa
Sopla del monte, sopla del majuelo durmiendo abajo, y aprendiendo el frío
de la garganta que su sal gotjea, de sus angostos mármoles descansan;
del guijarro, del pan, del asfodelo. yo aquí volteado por el viento negro
que el olor de la noche desampara,
Sopla el salmo sutil que a Dios corea, los cabellos fundidos en raíces
y ella, paloma entre jardín y cielo, que van abriendo turbulentas lamas;
suspendida y sin lágrimas alea. yo solo entre planetas condenados
que en busca de sus huesos se desmandan
(Trán.sito de Sor Juana Inés) -la edad del mundo en esta pobre sangre
de Las Estaciones. que entre las qúiebras de su historia clama-
yo aquí turbado por la paz bravía
que con sagaces témpanos me aplaca,
sintiendo entre las médulas ausentes
el duro frenesí de las espadas;
yo aquí velando, los desiertos ojos
quemados por el soplo de la nada,
bis negras aves y los negros campos
v.acíos de sus oros y sus lacras.
Yo aquí temblando en la vigilia ciega

78 79
APOTEOSIS

rodeado por un sueño de cien alas, La túnica del fuego se levanta


vestido por mi llanto me arrodillo como si el puño blanco del infierno
mientras vuela mi sangre· en nieve airada. la hendiese cielo arriba, y se repliega
en torneada tromba, erecta palma
Sobre este muro frío me recobran. de donde cae en gotas el desierto.
Oigo el rumor de los medidos pasos.
Cauta la noche en fuga por mi muerte, Largas arenas y cenizas caen,
y el alba sale de mi rostro blanco. cenizas de oro caen, llanto duro.
Comó un león en fuga por sus llamas
de La Batalla
cae la sed; la ráfaga del yermo
·Se despeña cuajada por la muerte,
del erizado borde en las alturas
contra el negro remoto, un pozo frío
a donde asoman rostros iracundos,
y entre Jos burbujeos de la sombra
plumas quemadas en celeste clave,
rescoldos de salterios y de flautas.
Yo cintura del sismo, luzco indemne
mi corona de espuma y adelanto
bajo un escudo de apuradas nieblas
el pecho más buscado de las llamas.
Oh, hueco, ausencia de raíz y espacio,
hueco del hueco, rabia de la nada,
sordera de la forma, yerta huida
de flor llorada en un no ser sin tregua.
Cae mi sangre, por fin, en las fastuosas
purpúreas ramas donde muere el viento
y desenvuelven su llagado brlo
las dalias ciegas que la noche entonan.

80 81
TRIUNfO DEL GUERRERO

Dios le ha visto frecuente en la batalla,


Caigo sil\ fm, asido a un dulce duelo tan ligero el caudal de su alegría
como el tránsito agudo de la rosa, que antes de ser ·corola se abre en nube,
y bajo mis rodillas abolidas y antes de nube en sueño se desliza.
estallan los Oasis, y los labios
corean mi retomo; los oídos Le ha visto andar en ráfagas de llanto,
abiertos en mitad de una pradera la sangre a rastras en la sombra dura,
labrada en oro musical, escuchan: la boca llena de canciones muertas
-las flores suben sin temor- escuchan que no alcanzaron a heredar la espuma.
un solo son, y para siempre escuchan.
Le ha visto abrir a hueso delirante
de lA Batalla el bloque azul de la nocturna escarcha,
y el oleaje animal de las honduras
donde 'el silencio rompe las quijadas.

Le ha visto fiel y ciego de inocencia


donde el iris estalla clausurado
en un redondo vértido de flores,
detenido en un dédalo de rayos;

queriendo huir por un cristal continuo,


bramando de coléricas espinas,
disparado en las médulas del fuego
y muerto, al fin, de espléndidas heridas.

de La Batalla

83

..
·1' .•. '
ALERTA
1
El raposo, el raposo ... entre sucios relámpagos jadean.
¡Alerta, centinelas! Acida sajadura
El raposo da saltos amarillos viene haciendo en la noche su marea.
alrededor de la celeste huerta. Desde los blancos muros
Proteged esas rosas que el sitio amadu de los dioses cierran
que en al)fasado cónclave decretan dejad caer la muerte sin usura, '
el color de la aurora, honrad a la amapola y a la abeja.
guardad las flores, enterrad las perlas, Los raposos, ya vienen los raposos ...
esconded las palomas, ¡Alerta, centinelas!
que el fúnebre raposo hace chasquear su lengua.
Ni razas del rocío de Lq Batalla
ni estirpes de lillélulas.
Clausurad los perfumes,
cubrid los manantiales y las gemas;
corren peligro tudas
las criaturas bellas.
El raposo, el raposo ...
¡Alerta, centinelas!
Tras él vendrán. tras el hediondo rastro
vendrán los otros con picantes lenguas,
con malas uñas, con oblicuas hambres,
a sitiar la encumbrada ciudadela,
Pulid vuestros venablos,
encended las hogueras,
la transparente espada
rigor del cielo en vuestra mano sea. 1
Y a vienen; gana, hocico, 1

torcidos ojos en la salada brega;


cruzan brincando entre tinieblas verdes,

84 85
CLAMOR GUERRERO VISIOND

Que me quiten esta annadura El aire entristecido de una lejana muert¡l de palomas
lejana flor, pobre corteza, soplaba un lento pffano de nieve.
polvo del fuego sojuzgado, Yo era un árbol de antenas
lama que el infierno alimenta, entre torres cerradas,
que me quiten esta annadura y !()s pálidos trenos de la noche
fina piltrafa de la guerra. apagaban espumas en mi oído.
Yo estaba solo 'entre las torres frías
Que me arranquen esta coraza y la hoguera del mundo me zumbaba en lps 1\uesos.
donde un borrado bosque suena, Era una honda cisterna,
y con garganta sibilina un sumergido estuario,
a mi triste furor se apega. y el mundo se arrojaba en mis entrallas
Auxilio, dioses, si podéis, por un millón de solapados ríos.
reconocedme en esta niebla.
Apareció de pronto, como fuente
Tanto tiempo duró el combate, que escupe en el silencio sus helados lin~:~otps,
tanta fatiga me flagela palmera de las lágrimas,
con un turbión de ajados rayos huso gris de la lluvia,
que ya no quiero el alba nueva. ~spejo inapelable que doblaba mi rostro,
Quitadme al punto piel y sangre, lllis cabellos, mis manos,
romped los huesos que me encierran, y mi respiro de ankal celeste
que mi desnudo brille frío, cilsi a medio morir, precipitado
y se acrecienten las arenas. en un pozo de sangre.

de La Batalla I.,evántate, me dijo, no te resistas, oye:


la llaga viva cantará en tu lengua,
al:loijones de sal en tu garganta
cluplicarán el musgo del infierno,
y has de parir palabras de martirio
'1 has de quebrar las lámparas som~

86 87
que entre tus pies de arena aiza-lamuerte.
Me levanté y atravesé temblando VISIONIV
una verde espesura de centellas: '
'l oculta en el nocturno de mi sangre La luz era rosada,
una sonrisa de linajes crueles verúa de un tranquilo firmamento
me desgarró como pausada rosa donde colgaban astros
que hace estallar un témpano al abrirse. como cuelgan los frutos del otodo.
.
Tendí mis manos para asir las manos Dos altares humeaban:
1,
!

del ya indeciso, mudo compaftero. dos hombre se inclinaban ante el fuego sagrado
Y entonces vino a mí como fantasma en que se derrumbaron las gavillas
que retoma a su cuerpo abandonado: y los blancos lechales.
vi mi aliento en su boca sumergirse,
entró en mí como espectro y fui su carne, Dos altares ardían: en uno las mazorcas
y ya fui solo, par¡t siempre solo. se volvieron de pronto amoratadas
y el fuego alzó su lívida columna
Miré y estaba solo: la fragancia parecida al pavor de una palmera.
de los 'lirios del campo en mis cabellos,
el corazón, pequeda flor del rayo, m aire se llenó de alas marchitas- -
luciérnaga dertiemo paraíso, que empadaron los hombros de la aurora
a través de mi piel resplandecía. '}entre las brasas lúgubres cayeron
Estaba solo, sin mi amargo espejo, como pájaros muertos las plegarias.
borrado en mí como la luz la llama,
sin el ordenador de verbo oscuro m otros altar bullía con un dulce
que me cortó los cíngulos del polvo. chisporroteo, y una nube esbelta
se alzaba, pedestal de la alegría,
La muerte huía entre alamedas grises oráculo de espumas en el viento.
con sus negras farolas
y el huracán plegado Una oblicua mirada
como una marlp9sa entre los dedos. se disparó como incendiado puente,
y por él la palabra sumergida
de Apoéa/ipsis XX hizo chasquear su cauda de aguijones;
88
89
VISIONVII

Se lanzó con sus lazos, con sus redes Un rey alza llorando su corona
de fraterrio rumor enmascarados, manchada con el polvo de la guerra,
y elpolvo, seca fuente de los días, y a la orilla del agua busca un sitio en el cielo,
bebió la amarga sangre que DO calla. busca el último umbral de la plegaria.
Las rodillas desnudas
La muerte apenas emplum~da abría se clavan en la arena; el rey se encoge
como uD pichón el desmallado pío como un duro sanniento del verano,
en su nidal de hierba y de frescura, y al ruido de la mar rompe en espumas
cuando el jardín tembló por vez primera. la salada oración entre sus venas.
Lejos arde el palacio en la más alta
la muerte se esponjaba cresta de la ciudad; los densos muros
todavía en su vúelo enmadejado; erizan crepitantes musgos de oro,
~on tierno pico aún cortaba flores y el vaho de un zumbido de panales
bajo entreabiertas lágrimas caídas. riza las barbas del gran sol que ríe.
Los serenos ejércitos reclinan
La muerte estaba en su jardín tranquilo, lujosas llagas y sudór secreto
tan joven hambre, tan desnuda historia, por los muelles rincones de la fiesta.
y repentinamente Los ojos de los dioses
fue un costroso dragón de cien quijadas, tras el humoso altar la piedra enftían;
y repentinamente y las mujeres al mover sus manos
su paso hizo crujir la oscura tierra. entre las rosas que los aires quiebran,
desatan el arroyo de la sangre
que duerme en las arrugas del desierto.
d< Apocalipsis XX Por las vastas colinas
late el gusano en abrasadas cuencas,
y los ojos descienden ante el pudor del cielo
a pudrirse en honduras,
de donde nunca se alzará una hierba
que se lleve en el pico una paloma.

90 91
VISIONXV
El rey sabe que el sol caerá en su trono
y ha vuelto las espadas a las torres; Electra, entre alaridos, come un gajo del iris
sentada en la espiral del torbellino:
, ha bajado a la arena,
mastica las espinas del índigo irritado,
se ha quitad,o la pálida corona
la flor de amarillo mancha su boca airada,
y se ha muerto llorando de rodillas.
las bayas encendidas del azul saborea,
de Apocalipsis XX
la piel del rosa engulle, sorbe el licor del verde.
Se eriza su violenta
lívida cabellera de medusa,
zarzal de la ponzot!a
coronando de lenguas bifurcadas;
sus ácidos relámpagos
de vidrio encrespa alrededor del rostro,
lÓ cubte, lo enmarat!a el remolino
que en los gemados huesos huronea.
Pero los ojos ¡ayl, los duros ojos
cortados en la almendra de la ira,
rayos -de hirsuta fuente,
traspasan la convulsa enredadera
y cuajan la inocente, abierta sangre
en blancos monólitos del olvido,
en escrituras de la nieve, en vuelos
de paloma en su luz cristalizada,
en árboles de leche, en pan de mármol,
en témpanos de trigo sin orillas,
en lámparas de sal, riscos de abejas
caídas en los páramos del alba.

Vestida de luciérnagas feroces


Electra salta de su torre en olas,

92 93
lii
!1!

APOSTROFE TI

rompe el meollo gris de la tonnenta No lo toques: él labra su viña.


y esparce el río de la quemadura Déjalo en paz: él sabe urdir el trigo.
en el ríspido anillo de su danza Vuélvete: él conduce los ganados.
que estrangula los tuétanos del cielo. Retírate: él gobierna en las entraílas
La llama esponja su heredad crujiente de su madre la tierra, un imperio.
donde una primavera desbocada Aparta: el mar le ha ofrecido cantando
se ahoga'en el furor de la vendimia las llaves del trueno y de la espuma.
que los luctuosos átomos devoran. Cállate: él usa un habla de panales
La muerte se acurruca y sabe más del sol que de los cardos.
en su espectro de fuego solapado ¿Quién eres tú que llegas para hacerle
bajo el temblor de la desierta aurora, odiosos el racimo y la espiga,
y nunca, nunca, nunca más las flores. los árboles, los peces, los corderos,
los minerales, la miel, las alas?
de Apocalipsis XX ¿Quién eres tú, cerebro encapuchado,
corazón de átomos feroces,
quién eres tú con un fusil al hombro
y en las manos la espesa cadena?
No vengas a romperle las carótidas,
murciélago de diente electrónico
para atiborrar tú teórico vientre
sobre la frágil silla del déspota
y eructar la palabra libertad
basta morir ahíto de sangre,
basta morir de la inocencia airada
de su sangre revuelta en tus huesos.
No lo toques, no quiebres sus fronteras
o ecba al mar tu cadena maldita,
arroja tus caínicos fusiles;
déjalo en paz o ciñe tus lomos

94 95
APOSTROFE IV

para alzar las mazorcas, los racimos, Abrid los ojos turbios, restregaos
para Catl)'b'tarte en peces, en panes, los ciegos ojos en la virgen brasa;
para ser torre de harina y de lana miraos en el fondo de los huesos,
para sudar el carbón, la perla, sacad al aire médulas y llagas.
para hundirte en la sal y en el estiércol Asomaos a un trueno de balcones,
para cruzar su arena y su nieve, haced un sismo de atrios y plazas,
para gozar su lámpara de musgo quitaos el pellejo de las torres
para cortar la flor de su llanto izad la lengua en crepitantes llamas
para sufrir su amor hasta borrarte y abrasad las colinas y las sierras
en los surcos que se lo devoran. gritando basta, basta, basta, basta!
N o te tragues su cuerpo irrepetible, Abandonemos a la muerte, es hora
su irrepetible tiempo de polvo, de arrojar su librea amoratada.
su modo irrepetible de encerrarse Dejémosla que invente sus senderos
en el ser pertinaz de la aurora. no volvamos la tierra de su arada;
Quita de aW tu sabiondo fantasma que riegue sola el surco tenebroso,
con hilos en los pies y en la lengua: que sola ampara su semilla amarga;
déjalo elegir a su dios sin prisa no empuí!emos el rayo de sus hoces,
y entra con él sonriendo en la muerte. no aderecemos su manjar sin pausa.
No más esclavos de podrida sangre
de Apocalipsis XX con sus negras bandejas en las palmas:
Dios conduzca sus pasos y sus suefios,
limite Dios sus trojes y sus viandas.

de Apocalipsis XX

96 97
CASTIGOS m

Aquí está¡t en la última ribera sólo a las secas cáscaras del fruto,
donde el sueilo de Dios se desvanece sin sed para una gota de su en tralla.
en su blanca espiral de frío y sombra. ¿Cómo llorar sin ojos el borrado
Aquí están en la ráfaga, disueltos. rostro del mundo, cómo?
Perdieron para siempre Y para qué el insomne pensamiento.
los dulces cuerpos, sus resurrecciones
de maíz o de nardo, de crótalo o de hormiga. S.obre el desnudo mar chisporrotea
Perdidos son, perdidos ' un gran rumor de oro.
en una eterna, vibradora cárcel Sin oídos lo oirán, ya sin oídos,
obediente al unánime secreto, en la muerte sin pausa:
dura matriz cerra<)a para siempre: es la risa divina,
comedora de bjjos. "la inextinguible risa de los dioses"
Aquí están eAstigados con la ausencia
de Apocalipsis XX
del antiguo dolor de carne y hueso.
Aquí están, en la orilla, anonadados,
en la última orilla
donde el oleaje negro se levanta;
sin boca entre los átomos nocturnos,
y para qué el insomne pensamiento.
Detrás brilla la inmensa pradera giratoria
las formas centelleantes
en que el divino sueilo se recrea;
las formas vivas que se derrumbaron
en la muerte sin pausa.
Aquí están, desterrados, los que andaban
en frenéticos trajes noche y dfa,
con premura espacial, con hambre estéril,
hortelanos inútiles,
pegados a las cáscaras del cosmos

98 99
CASTIGOS IV

f)alen loqos armados de cólera y mandíbula, Un viento repentino


lentamente se arrancan de las sulfúreas cuevas; de pradera polar hecha sus flores
bocas moradas por la codicia, sobre el temblor violeta del castigo,
dientes crecidos en larga luz hambrienta. y a su blanca prisión vuelven los hombres.

Los selialados quiebran el sitio de la nieve Allí están, esperando,


que alrededor de su ardiente desnudo lobos al borde hediondo de sus cuevas.
marchita sin cesar un llanto estéril Y éste es el punto exacto
derrumbado en espinas de mercurio. en que el crujir de dientes recomienza.
Como orugas que rompen la costra planetaria
surgen de un fuego sacro de Apocalipsis XX
a la vida y a la muerte mutiladas
de un anillo imimal y sin descanso.
Los lobos trazan la velluda curva
de un salto, cogen las finnes gargantas,
y la sangre, de eléctricas espumas
surte al re,vés, en lluvia ajusticiada.
Se crispa la frontera de los cu\>¡pos
convulsa, a punto de extinguit su sombra,
cuando regresa con furor cetrero, '
multiplicado halcón, la lluvia sorda.
Ulias y picos, dardos
batidos en los yunques del pQniente,
se lanzan en su nube soslayados
y acribillan las pieles,
hurgan el laberinto de los huesos
sorteando en cada herida
los riscos de la muerte, y el destello
burlón de su recóndita sonrisa.

100 101
T

VISIONXX PROLOGO

En su tqmo de estiércol Este libro que es diario de la muerte


un rey está sentado: es diario de la vida en que se mide
el agrio bordoneo de las moscas con polvo de alas y con sangre en vuel~
le cifie la cabeza en negro rayo. la linde sin razón que las divide.
1
Sobre el trono de estiércol Temblorosa escritura en que s~pide
crece uná hirsuta sombra de payaso, la mano viva que muriendo ese ·
y un torrente feroz de cascabeles · cosas del vivo andar entre los uertos,
aplasta los jardines y los campos. cosas del muerto ser en lo qúe vive.

Verde veneno salta de Canto P6stumo


de los hinchados labios
y un aliento de pólvora sumerge
las olorosas crestas del verano.

Pigmeos diligentes
tafien melosas cítaras de estafio.
La sucia historia encuentra
su sonoro sepulcro cortesano.

Lejos, en las llanuras


sube un trigo de sangre, encadenado,
y el cielo mira la curvada espalda
sobre el pozo del llanto.

Lejos, en las ciudades,


sonríen muertos ante el pan llagado.
Los muertos comen, aman;
el pudridero alza un hedor lozano.
de Apocalipsis XX

1C2 103
UNDIAMAS ... ¿PUEDO, VERDAD?

Un día más, un rayo Puedo llorar ¿verdad? hasta quedanne


que se ~be1
otra gota de m1. sangre. como una fuente seca,
Un pío más en la ventana, un vuelo como un árbol de sal resquebrajado,
que entre mis ojos y la muerte caba. lleno de agudas larvas de centellas.
Un soplo más que entre las hojas grises
me empuja con secreto distraído. Puedo perderme, ahogarme
Un día más, sin hambre, en la negra espiral de los gemidos.
sin sed, sin cielo, sin furor, vacío. Puedo ¿verdad? borrarme la garganta
y no ser más que niebla de mi grito.
de Car1to Pdstumo
Puedo morir, morirme cuando quiera,
¿verdad?, pero si sólo me detengo,
si pregunto: ¿Por qué, por qué este llanto?
¿Por qué esta muerte sin respiro velo?,

ni un soplo me responde, ni una hoja


del cielo o de la tierra tiembla y cae
sobre este polvo de rodilla herida
para darme una sella de mi padre.

de Canto Póstumo

104 105
EL MUNDO EN TORNO HOY
Hoy que todo está vivo
Tanta tiQiebla, tanta.
De reperite el sol muerto, como un sol que madruga
y el viento es mar de cantos
y sus crueles escorias
cuajando entre mis pies jardines negros. Yel mar no tiene arrugas;
fresco rumor de abejas
Tanta sombra rampante,
el verano rezuma,
y una sangre con alas
dislocada, caída,
pájaros ciegos, musgos, larvas, hojas, por la alta luz circula.
llevándose en el aire mis mejillas. Hoy que todo comienza
para no acabar nunca,
y un latido compacto
Compacto mundp, espeso
cielos y tierra junta;
corazón de la.llaga.
¡Ah muerte:voladora, todo huele entre tantos espejos
como un bosque podrido en mis palabras! coino Dios me asegura,
sólo una imagen negra,
de Canto P6stumo
sólo una imagen muda,
co¡¡ ojos en que toda
la muerte se vislumbra;
sólo mis ojos andan
lejanos, en la bruma,
cargados con su muerte
como bayas maduras.

de Caluo P6stumo

106 107
MUERTOS HOY
Arboles muertos, rocas muertas Hoy que todo está vivo
y pensamientos destruidos, como un sol que madruga
cosas a medio andar su ruta Yel viento es mar de cantos
entre podredumbre y olvido; y el mar no tiene arrugas;
a veces un hálito tierno, fresco rumor de abejas
una ráfaga de tomillo; el verano rezuma,
a veces labios sin tiniebla: Y una sangre con alas
que orillan rumores divinos; por la alta luz circula.
a veces un rayo que croza Hoy que todo comienza
los huesos .de Dios y los míos; para no acabar nunca
instantes que rompen en nieve, y un latido compacto'
promesas de flor y alarido; cielos y tierra junta;
y muertos y tÍiuertos y muertos entre tantos espejos
danzando en el polvo con brío, cotno Dios me asegura,
ciflendo con alas marchitas sólo una imagen negra,
mi ronco y dorado martirio; sólo una imagen muda,
y muertos,que miran temblando con ojos en que toda
con ojos de miel y frío, la muerte se vislumbra;
construyen extraflas florestas sólo mis ojos andan
y labran praderas de armifio. lejanos, en la bruma,
No se fueron, jamás se fueron, cargados con su muerte
Yo prolongo su estar hundido: como bayas maduras.
por un túnel de tersas llamas
viene su oído a mis oídos, de CaÍito P6srumo
viaja en espina por mi carne
la desnudez de su latido;
a veces con mano de greda
toco los pífanos del vino,
del fondo del mar se levanta

108
1tn
.""~"""

MUERTOS
su ceniza con mi respiro;
Arboles muertos, rocas muertas y rozo el dédalo del fruto
y pensamientos destruidos, con un tacto desconocido.
cosas a medio andar su ruta No se fueron, jamás se fueron.
entre podredumbre y olvido; Me emparedan con cuarzo y libro,
a veces un hálito tierno, me sofocan con muselinas
una ráfaga de tomillo; y con cabellos amarillos;
a veces labios sin tiniebla rocas, árboies, pensamientos,
que orillan rumores divinos; lágrimas, pétalos, vestidos;
a veces un rayo que cruza la hora radiante, el tiempo absorto
los huesos de Dios y los míos; que en su espiral intacta miro,
instantes que rompen en nieve, gira en mis antros como un cielo
promesas de flor y alarido; en sus galaxias suspendido,
y muertos y muertos y muertos tQdo me vive en su ancha muerte
danzando en el polvo con brío, y en llaga lúcida lo vivo.
cifiendo con alas marchitas
mi ronco y dorado martirio; de Cqnto P6stumo
y muertos,que miran temblando
con ojos de miel y frío,
construyen extrafias florestas
y labran praderas de armifio.
No se fueron, jamás se fueron.
Y o prolongo su estar hundido:
por un túnel de tersas llamas
viene su oído a mis oídos,
viaja en espina por mi carne
la desnudez de su latido;
a veces con mano de greda
toco los pífanos del vino,
del fondo del mar se levanta

109
108
GUUAS IX

La niña estaba allí sentada al borde blanco, PARA LA MUERTE


los pies sobre la arena, mirando hacia la hondura,
y el fragor de la aurora llenaba sus oídos. Porque ella dijo una palabra sola,
un verbo virgen en que el rayo estalla
Desde el fondo del agua subieron a sus ojos cautivo desde Dios, quebróse el cielo,
las guijas en un vuelo de centellas moradas se hizo una noche de violeta y llanto,
y le estallÍUon frías en la raíz del llanto; pero antes en la ráfaga y el trueno
todo subió a su límite y fue puro
En el fondo del agua sonreía la muerte y maduro por fin para la muerte.
sentada entre las piedras y los dorados limos,
la cabellera ardiendo de abejas sumergidas. de Canto P6stumo

La muerte acariciaba las imperfectas formas:


a veces en su mano brillaba un guante de oro,
otras, un guante verde moteado de amatista.

de Canto Póstumo

110 111
XI BALADA DE LA EXTRAÑA FUENTE

TESTAMENTO 1
La reina estaba donnida.
Lego esta fiebre conductora El rey estaba despierto.
de hojas azules, de alas negras, Entre la reina y el rey
este sapiente escalofrío abrió la fuente en secreto.
con que preludian las tonnentas.
{
Llenaba el rey copa de oro
Lego esta fría aristocracia y la reina la ofrecía.
de lloro agudo y escondido, Ella se inclinaba en sueños
esta altivez de lobo y raso al claro cristal sumisa.
para las artes del suplicio.
Bebió el rey, bebió la reina,
Lego mi pánico celeste él despierto, ella dormida.
para que Dios medre en la sombra Sobre amargos resplandores
y el frágil vuelo de los hombres el camino los unía.
en su sonrisa amarga esconda.
11
Lego esta pálida sonrisa El rey estaba despierto.
que siento arder sobre mi cara La reina estaba donnida.
en raíz de sombra infinita, Entre palomas y acacias
en doble pétalo de escarcha. la fresca fuente bullía.

Lego este bárbaro diamante Llenó el rey su copa de oro


que en su centella me deshoja, y a la reina la ofrecía.
lego este tiempo de rocío La copa tocó los labios
que alza mi lengua entre las rosas, y le quebró la sonrisa.
lego este sueño que mi sangre
sostuvo apenas unas horas. Bebió el rey, bebió la reina,
él despierto, ella donnida;
de Canto Póstumo

112 113
l
'

su rostro una flor del aire BALADA DE LAS SEÑORAS DE LAS NIEVES
donde la sangre se oía.
Sentada en la roca fría
m donde comienza la muerte,
Juntos cruzaron arenas, olvido a su sombra pide
campos, mentes, aguas, villas, la Sefiora de las Nieves.
bebiendo la misma copa,
él despierto, ella donnida. Un prado con lirios guarda
bajo los párpados leves
La flor olvidó su brillo. -y en él una flor perdida-
Cayó la fruta sombría, la Sefiora de las Nieves.
y el tiempo labró con nieve
las pulcras man(\S amigas. Y en la flor perdida el mundo
con sus torres y sus fuentes,
Alza lloi'Bil(fo la reina y en su soledad perdida,
su copa llena de frío. la Sefiora de las Nieves.
La reina bebe despierta
pero el rey está donnido. Por su soledad andando
llegó a ser su propia ausente:
de Canto P6stumo ya nada puede perder
la Sefiora de las Nieves.

Sentada en la roca fría


donde se acaba la muerte,
en su antigua flor despierta
la Sellora de las Nieves.

Voces del nublado mundo


que una extrafia flor sostiene,
sufre entre obstinadas flores
la Sefiora de las Nieves.

114 liS
SONETO A MARTI

Templado a trigo y lágrima creciste,


Y aquelencendido prado andante ruisefior de fuego oscuro.
que en la vaga sangre duerme Trenzaste el huracán al trébol puro.
escucha entreabrirle el pecho Tu sangre fue la espada que blandiste.
la Sefiora de' las Nieves.
Bntrafla sin arrugas, mereciste
Memoria a su estatua pide las estacior;¡es del dolor maduro.
y en su.blancura de pierde Un pueblo en cada llaga te hizo duro
-su rostro una flor intacta- y resplandor a resplandor venciste.
la Seflora de las Nieves.
Islefio derramado en continente.
Por su soledad andando Genuina sal del cielo conmovido
llegó a ser su propia ausente.. rizaba tu garganta transparente.
Blanca en laS blancas fronteras
la Sefiora de las Nieves. Hombre, padre del hombre, hijo del hombre.
Arrodille su miel y su gemido
de Canto P6stumo hasta ganarte, el labio que te nombre.

Junio 23 de 1943

de Canto Pdstumo

117
1\6
EL POZO
1
l
Muros erectos de cristal burlado,
muros de ácida roca eu la nevada,
Los muros son de sombra y pulsaciones, muros de tierra y sangre, sombra y lumbr~.
los murOs son de sangre clausurada, muros con recias lluvias como brasas,
los muros son de viento y flor de nube, muros mojados por el hielo antiguo,
los muros son de hojas y de alas, muros crespos de hierba en la borrasca,
los muros son de llanto sin memoria, muros tenues, translúcidos, huidos,
los muros son de fuentes virginadas, muros de quebradura en la mirada;
los muroS son de espino y piedra verde, muros de m;mantiales en espera,
los muros son de lunas y campanas, muros de sal y arrulladora escarcha,
los muros son de oro en crisantemos, muros del aire en flor y olor de olvido,
los muros son de ardor y espigas blancas, muros rizados por adelfas blancas,
los muros son de ensimismados rostros, muros tibios de pechos giratorios
los muros son de flecha y madrugada, de santos y de órganos y flautas.
los muros son de manos divididas,
muros de santos y órganos y flautas. De sueiio desgarrado a toda herida,
de evaporados higos entre adioses,
Son de sonrisas, de guitarras tensas, de jacinto enlutado en ronca fuga,
son de floridas márgenes de río, de am~yanes en negras apoteosis,
son de peces en humo desaguados, de pájaros dormidos en su canto,
son de altares y patios y racimos, de incienso gris, de búfalos y alciones,
son de higueras y monjes musicantes, de sangre embanderada con jardines,
son de majadas, cántico y membrillo, de cenicientos párpados insomnes,
son del duelo solar de la retama, de lagos y praderas sonreídos,
son de caballos en la brisa hundidos, de offdicas arenas y oraciones,
son de pastores y ángeles de leche, de aniquiladas máscaras de azúcar,
son vértigo de pámpanos y anillos, de corrompido memorial de voces,
son dientes de la miel y del espliego, de púrpura polar espeluznada,
son brotes del insomnio y del delirio, y derdos y demonios entre flores.
son estaciones de galope lento,
fugas son de un infierno matutino. 4# Ca•to 1'6stumo

118 1')9
1
SOLO LA VOZ

Atrás la tierra, el aire, el fuego, el agua. desértame el rumor con que te nombro,
Adiós vi~ja catástrofe del polvo, no estorbes ni en la muerte de las juncias.
juguete antiguo de los dioses,,huye
del peje, la mandrágora y el oso; Atrás la tierra, el agua, el fuego, el aire:,
niégate al ser de tus feroces nubes, dejad que diga el pensamiento solo
quita al cansado mundo tus amarras, la flor sin cuerpo de mi voz desnuda.
no peses' en mi lengua ni en mis ojos.
de Canto Póstumo
Adiós el aire, tus airadas torres,
nupcial obrero de los prados, frágil
arquitecto de sombras y de vuelos;
deja al alisio en su anillada clave,
bórrate de oleajes y veleros:
no perturbes las plumas de la noche
y estanca los andares de mi aliento.

Atrás el fuego, burlador divino:


desiste de tus bélicos jardines,
deja el rayo, la sangre, las colmenas,
vacía los paraísos que ofreciste
de tu sinuosa fábula de gemas;
déjame ver sin ti, falaz amigo,
el perfecto color de las tinieblas.

Adiós el agua y tus floridos coros:


renuncia al mar, al vuelo de las fuentes,
sepárate del canto de las lluvias,
del mullido diamante de las nieves;
quiebra la sed redonda de las uvas,

120 121
Ir

]
LA PALABRA
Bajo las piedras cristalinas
De pronto el viento que movía bellos demonios verdes braman
las vestiduds y las alas y entre los árboles de humo '
borra en un suefio de ala inmóvil gemas agónicas estallan.
su rumorosa torre de alas.
Las soledades se han quebrado:
Cada mujer y cada hombre. se llena el aire de ventanas.
solo en su sola huella marcha, Rechinan dientes en lo oscuro.
y se ignoran secretamente La miel del llanto se dispara.
en el desnudo de la plaza.
Corren venenos amarillos
Todos esperan, convocados por las venas de los fantasmas.
por un silencio de campanas; Fuentes suicidas se clausuran, ·
todos esperan, sombra a sombra, y desiertos su arena mascan.
que por sus ojos hable el alba.
Se arrodillan vivos y muertos
Bo cada gota de la sangre en sus túnicas solidarias,
preludia,uo mar de lenta escama, porque hay uno, entre todos uno,
y el peso antiguo de la nieve que fue mordido de la llama.
las vigilantes lenguas cuaja.
Los dulces pies del alcanzado
Todos tiemblan y nada saben: lumbre en la tierra azul derraman.
algo se triza, algo se alza. La ciudad hunde sus raíces
Todos escuchan ateridos, en la tersa furia del alba.
un rumor de médulas blancas.
Hasta esa boca mensajera
¿Quién se detiene y es cruzado sube una flor desesperada.
por mil heridas destelladas? Todo el jardfn de Dios se encoge
¿Quién ha medido ya su m¡¡erte tironeado por las eotrafias.
sobre las losas de la plaza?

12'
122
T
Porque hay uno, entre todos uno, BIBLIOGRAFIA DE SARA DE IBAÑEZ
glorioso pasto de la llaga.
Rey sin ventura. El inocente: Canto. Prólogo de Pablo Neruda. Edit. Losada. Buenos Aires.
el que ha traído la palabra. 1940.
Canto a Montevideo. Impresora uruguaya. Montevideo. 1941
de Canto Pósrumo Hora ciega. EdiL Losada. Buenos Aires. 1943.
Pastoral. Cuadernos Americanos. México. 1948.
Artigas. Impresora uruguaya. Montevideo. 1952.
Las estaciones y otros poemas. Fondo de Cultura Económica.
México. 1957.
La balálla. EdiL Losada. Buenos Aires. 1967.
Apocalipsis XX. Edit. Monte Avila. Caracas. 1970.
Canto p6stumo. EdiL Losada. Buenos Aires. 1973.
Antologfa. EdiL Siglo XXI. México. 1974.

124 125
lndice
Introducción ................................................................ 5
mCanto en la Poesía de Sara de lbáliez ...................... 7
. A propósito de la poesía de Sara de Ibáñez .................. 19
Isla en la Tierra ............................................................ 25
Isla en la Luz ................................................................ 26
IV (de Canto) ........... :................ ;................................. 27
V (de Canto) ................................................................ 28
Lira I ,.......................................................................... 29
Lira m ....................................................................... 31
Lira IV ........................................................................ 33
Lira V .......................................................................... 35
I (de Canto a Montevideo) ............................................ 37
VII (de Canto a Montevideo) ....................................... .41
· Hora Ciega .................................................................. 42
Situación ...................................................................... 47
Caín I (m Mar) ............................................................. 49
Caíniii ........................................................................ 51
Los Pálidos I ................................................................ 53
Los Pálidos VII ...............:............................................ 55
Pasión y Muerte de la Luz l. ......................................... 57
Pasión y Muerte de la Luz X ........................................ 58
Tiempo m XI ............................................................ 59
Tiempo III Il .............................................................. 60
V (de Pastoral) ............................................................ 61
XIII (de Pastoral) .......................................................... 62
m Guerrero Secreto ...................................................... 63
La Muerte .................................................................... 67 IX Para la Muerte ...................................! .................... 111
No Puedo .........................................................;.......... 68 XITest;unelllo .............................................................. ll2
Plegaria ............... ,; ..................................................... 71 Balada de lá Extraña Fuente ........................................ 113
Hoy ............................................................................ 72 Balada·de la Seilora de las Nieves ................................ 115
? ...........................\ .................................................... 73 Soneto a Martí ....................................... l ...................... 117
La Página Vacía ........................................................... 74 EIPozo ........................................................................ 118
Nada ................. ;............................. ~ ........................... 75 Solo la Voz .................................................................. 120
XIV (Tránsito de Sor Juana Inés) ................................ 76 La Palabra ................:...............:................................... 122
IX (Tránsito de Sor Juana Inés) .................................... 77
Vll (Tránsito de Sor Juana Inés) .................................. 78
Atalaya .............:: ......................................................... 79
ApOteOSiS ooooo•ooooooooooooooooyoooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo 81
Triunfo del Guerrero .................................................... 83
Alerta .....................i: ................................................... 84
Clamor Guerrero .......................................................... 86
Visión 11 ...................................................................... 87
Visión N .................................................................... 89
Visión Vll ........ v........................................................ 91
Visión XV .................................................................. 93
Apostrofe 11 ... ,............................................................ 95
Apostrofe N ................................................................ 97
Castigos m .................................................................. 98,
Castigos N .......:.......................................................... loo
Visión:XX .................................................................. 102
Prólogo ........................................................................ 103
Un día más... .............................................................. 10~
Puedo, verdad?': ..........................................................; 10'
El Mundo en tomo ...................................................... 106
Hoy ................,............................................................ 107
Muertos ........................................................:.............. 108
Guijas .......................................................................... í 10
Este libro se terminó de imprimir en los Talleres GrMicos
de Editorial SIGNOS, Lucss Obes 934, Montevideo, R.O.U.,
en el mes de abril de 1991.
Edición amparada en el Art. 79 de la Ley 13.349.
D.L 244.423

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