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evaluación de las
acciones de
capacitación
Estrategias y
Métodos de
Capacitación
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Monitoreo y evaluación de las
acciones de capacitación
La evaluación como proceso de diálogo, comprensión y
mejora
Esta importante visión de la evaluación entendida como diálogo,
comprensión y mejora ha sido desarrollada por el autor español Miguel
Ángel Santos Guerra (1996) y aporta varios aspectos para comprender la
evaluación como proceso, no sólo como mero resultado o impacto. A
continuación, nos basaremos en este autor especialmente, en el capítulo 2
de su obra denominado “La evaluación, un proceso de diálogo, comprensión
y mejora” (Santos Guerra, 1996) para abordar la evaluación desde esta
perspectiva.
La naturaleza de la evaluación
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sino que tiene por finalidad la mejora de programas a través de su
comprensión, a través del conocimiento de su
naturaleza, funcionamiento y resultados. (…)
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e) Poner los resultados de la evaluación al servicio de otros
intereses. (…)
f) Utilizar la evaluación como un arma arrojadiza contra quienes
actúan o piensan de forma distinta.”
Y respecto a los informes expresa nuestro autor que “... Hacer públicos los
informes es un modo de garantizar la democratización de la evaluación. De
esa manera el evaluador evitará ser utilizado al servicio de intereses
múltiples...” (Santos Guerra, 1996:52). Por ello es altamente conveniente
comprender y trabajar metodológicamente la evaluación como un proceso
de diálogo, comprensión y mejora
Para comenzar a desarrollar este punto el autor plantea que los juicios que
emanan de una acción evaluativa se completa y nutre del diálogo, la
discusión y la reflexión compartida de todos los implicados en la actividad
evaluada. Desde la apertura, la libertad y la actitud participativa que
sustenta un diálogo de calidad basado o en torno al conocimiento generado
por los resultados de una acción de evaluación de la capacitación de RRHH
(Santos Guerra, 1996:53).
La evaluación, a través del diálogo que genera entre todos los participantes,
expone preguntas sobre el sentido y el valor de las acciones, planes y
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realidades que son objeto de la evaluación. De allí la importancia de
alimentar el diálogo sobre lo que se evalúa, cómo se evalúa y qué beneficios
esta acción debe aportar a la organización.
Expresa el autor “…El diálogo se potencia discutiendo los criterios del valor
de las acciones educativas, se aviva explicitando los criterios éticos de la
evaluación. (…) Los evaluadores han de hacer viable el diálogo desde
actitudes tolerantes y compresivas. Son múltiples las plataformas en las que
se establece el diálogo y numerosos los niveles en los que tiene lugar y se
desarrolla:
1. “Pretensiones educativas
2. Necesidad
3. Destinatarios
4. Procesos que pone en marcha
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5. Resultados durante el mismo programa
6. Resultados a largo plazo
7. Efectos secundarios
8. Rentabilidad de los costes
9. Rentabilidad social
10. Relación oferta-demanda
11. Continuidad en el futuro
12. Contexto sincrónico y diacrónico.” (Santos Guerra, 1995:58-
59)
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comprensión, en qué consiste la auténtica mejoría de los programas (…) La
evaluación facilita la mejora al preguntar por el valor educativo del
programa, siendo la mejora de éste, de carácter inmediato o diferido. (…) La
conexión de la evaluación con la mejora puede potenciarse si existen unas
condiciones determinadas, a saber (…): i) si están sólidamente fundados los
juicios que se expresan en la evaluación y rigurosamente argumentadas las
interpretaciones y ii) si los evaluadores aportan sugerencias sobre la mejora
y la viabilidad de las mismas.” (Santos Guerra, 1996: 64-66).
Cinco funciones
Cinco sugerencias
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• Poner en tela de juicio la forma de evaluar: hay que poner en
cuestión qué es lo evaluado, por qué se evalúa así, con qué criterios se
realiza la evaluación… Si en el diseño no se interroga el instructor sobre el
lenguaje, las actitudes y las prácticas, se repetirán de forma casi mecánica.
Cinco dificultades
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• La rutinización organizacional: es tan fácil como peligroso
mecanizar las prácticas profesionales, en este caso de capacitación y de
evaluación de la capacitación, en las organizaciones.
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Razones para la evaluación.
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2. Decidir si se continúan o no los planes de formación: muchas
organizaciones se avocan a realizar acciones formativas de mayor actualidad
como Delegación, Creación de Equipos.
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Otra forma de comprender conceptualmente los niveles es mediante un
sinónimo que se le puede asignar a cada nivel:
Nivel 1: Reacción
Nivel 2: Aprendizaje
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aprendizaje ha tenido lugar cuando ocurre uno o más de los siguientes
factores: i) el conocimiento se ha incrementado, ii) las habilidades han
aumentado y iii) las actitudes se han cambiado. Se espera que el aprendizaje
produzca uno o más de estos cambios o modificaciones.
Fuente: Adaptado de Kirkpatrick, D. L. y J. D. Kirkpatrick (2007), Pág. 44.
Nivel 3: Conducta
Nivel 4: Resultados
Los resultados pueden definirse como los resultados finales que ocurren
debido a que los participantes han asistido a un curso de formación. Los
objetivos finales de la acción formativa deben estar estipulados,
Fuente: Kirkpatrick, Donald L. y James D. Kirkpatrick (2007), Pág. 48.
i. Evaluación de la Reacción
“…Evaluar la reacción es lo mismo que evaluar la satisfacción del cliente.
Evaluar la reacción es importante en primer lugar, porque brinda
información valiosa para evaluar la acción formativa, así como comentarios
y sugerencias para mejorar acciones formativas futuras. En segundo lugar,
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indica a los participantes que los formadores están allí para ayudarles a
hacer mejor su trabajo y que necesitan su retroalimentación para
determinar su eficacia. Y en tercer lugar, los cuestionarios de reacción
pueden proporcionar información cuantitativa relacionada con la acción
formativa, que se puede utilizar para establecer estándares de
desempeño…” (KIRKPATRICK, Donald; KIRKPATRICK, James; 2007: 51-52)
A continuación se detallan algunas directrices que ayudan a los formadores
a obtener el máximo beneficio de los cuestionarios de reacción:
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1. Hacer un cambio (medios, materias o alguna otra cosa)
2. Modifique la situación.
3. Aprenda a vivir con
una situación insatisfactoria.
4. Cambie el estándar si
las condiciones cambian.
Todas las reacciones que se puedan tabular deberían tabularse y todas las
puntuaciones deberían calcularse. En relación con los comentarios, los
formadores pueden registrar todos los comentarios en una hoja de resumen
o resumir los que sean pertinentes.
8. Comunique las reacciones según corresponda: después del
análisis de los cuestionarios de reacción, se debe mostrar o dar un resumen
de las respuestas. En relación al deseo del personal de formación de
comunicar las reacciones, la cuestión es determinar la frecuencia con la que
se debe comunicar y con qué detalle.
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de control es facilitar mayores pruebas de que los cambios han tenido lugar.
La diferencia entre el grupo de control y el experimental se puede explicar
por el aprendizaje que tuvo lugar a causa de la acción formativa.
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2. Deje pasar cierto tiempo para que tenga lugar el cambio de
conducta: aun si un participante tiene la oportunidad de transferir el
aprendizaje al puesto de trabajo, se deberá dejar transcurrir cierto tiempo
para que esta transferencia se realice.
3. Evalúe antes y después de la acción formativa, si es posible:
al comparar las conductas observadas antes y después de la acción
formativa, usted puede determinar cualquier cambio que haya tenido lugar.
4. Encueste o entreviste a una o más de las siguientes personas:
participantes, su supervisor inmediato, sus subordinados, y a otras personas
que puedan observar su conducta.
5. Consigan el cien por cien de respuesta o una muestra: el
mejor enfoque es medir el cambio de conducta en todos los participantes,
lo que en muchos casos no es práctico.
6. Repita la evaluación en los momentos adecuados: cada
organización tiene que tomar la decisión por sí misma, teniendo en cuenta
la clase de conducta, el clima laboral y otros factores significativos, únicos
para la situación.
7. Tenga en cuenta la relación coste-beneficio: se deberá
comparar el coste de evaluar el cambio de conducta con los beneficios que
puede reportar dicha evaluación.
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Al decidir sobre el lapso de tiempo antes de realizar la evaluación, el
formador debe considerar todos los factores que se hallan implicados.
3. Evalué antes y después de la acción formativa, si es posible :
esto es más fácil de hacer cuando se evalúan resultados que cuando se
evalúan cambios en la conducta.
4. Repita la evaluación en los momentos apropiados : cada
organización debe decidir con cuánta frecuencia y en qué momento evaluar.
Además, le corresponde al profesional de la formación determinar la
influencia de la formación en los resultados.
5. Tenga en cuenta la relación coste-beneficio: En términos
generales, no es tan costoso como evaluar el cambio en la conducta. Cuanto
más alto sea el valor de los resultados potenciales y más veces se imparta la
formación, más tiempo y dinero deberían emplearse en la evaluación. El
valor de los resultados reales debería ser comparado entonces con el coste
de la acción formativa.
6. Confórmese con los indicios si no es posible obtener pruebas:
los profesionales de Recursos Humanos necesitan saber lo que espera y/o
exige de ellos la alta dirección, y evaluar de acuerdo a ello, dado que existen
diferencias en las diversas organizaciones.
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La evaluación de la capacitación desde la difusión temática en los medios de
comunicación
Para Denisse Ferreira, de la consultora Size, entre los factores que explican
esta carencia están los vinculados con “la naturaleza de las personas que
gestionamos Recursos Humanos, que no somos muy amigas de las
mediciones y los indicadores. Pero por otro lado, desde la dirección de las
organizaciones que recurren a esta alternativa desde una posición de
necesidad, el interés por la evaluación de los resultados recién sobreviene
cuando se descubre su incidencia sobre el presupuesto “. María Alejandra
Marsilli, socia de Ferreira, observa que la falta de evaluación se nota cuando
“no hay experiencia en capacitación o profesionalismo en la gestión.
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allá de los beneficios para el personal, estas actividades de capacitación
suelen redundar en un valor agregado que hace al desarrollo integral de la
organización.
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medir el nivel de calidad y de satisfacción, tanto del alumno como del
instructor o de los niveles de aprendizaje, pero se avanza hacia un modelo de
evaluación más complejo.
De aquí surge que las acciones de capacitación pueden ser tanto un gasto
como una inversión. Es un gasto cuando su finalidad es sostener situaciones
que garanticen la continuidad de su funcionamiento actual, en esos casos, la
capacitación cumple funciones de “mantenimiento”. El mantenimiento
requiere una evaluación de eficacia y eficiencia: necesitamos saber si hemos
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aplicado bien los recursos disponibles. En cambio, puede considerarse una
inversión cuando su objetivo es incorporar nuevos conocimientos y “Know
how”, con los cuales se modificará la forma actual de funcionamiento
organizacional para lograr un incremento o cambio sustancial en las
capacidades actuales de la organización. Cuando estamos frente a una
actividad formativa, hay que plantearla como un proyecto de inversión, con
el correspondiente cálculo de retorno. En ambos casos, se debe realizar un
análisis antes de implementar la capacitación, para que responda a
necesidades u oportunidades reales y no a meras demandas.
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Referencias
Ferreyra, Denise (2008). Evaluar la capacitación “in company”. La Voz del Interior,
02-11-08.
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