Вы находитесь на странице: 1из 7

Contenido

Inmunidad frente a Helmintos........................................................................................................1


Inmunidad innata.............................................................................................................................1
Inmunidad adaptativa:....................................................................................................................2
Inmunidad humoral.........................................................................................................................3
Los eosinófilos y la destrucción de los parásitos............................................................................4
Inmunidad mediada por células......................................................................................................7
Evasión de la Rta inmune por parte de los Helmintos...................................................................7

Inmunidad frente a Helmintos


En el mayor de los casos la enfermedad se desarrolla a causa de la reacción del organismo
por la infección, o porque el parásito realizó algún dañ significativo involuntariamente. Los
parásitos bien adaptados no cometen estos errores, pues han evolucionado de tal manera
que apenas se advierte su presencia en el hospedador, del que aprovechan los recursos sin
causar un daño irreparable o estimular una respuesta defensiva eficaz. Así, las infecciones
parasitarias causadas por protozoos o helmintos se pueden detectar únicamente por pérdidas
en la producción. De hecho, en muchos casos la presencia de parásitos se hace patente solo
cuando están presentes en un número inusualmente elevado o cuando ocasionan
accidentalmente un daño en un órgano crítico.
Sin embargo, la característica común a todas las infestaciones parasitarias es que bloquean
o retrasan significativamente las defensas innatas y adquiridas del hospedador, de manera
que pueden persistir en el mismo el tiempo suficiente para reproducirse. Algunos parásitos
pueden sencillamente retrasar su destrucción hasta que completan un ciclo vital, mientras
que otros parásitos bien adaptados pueden sobrevivir durante toda la vida de su hospedador,
protegiéndose del ataque inmunológico mediante estrategias evasivas específicas
sofisticadas.
Al contrario que las infecciones agudas y de corta duración causadas por bacterias y virus,
las infecciones por parásitos protozoos o helmintos son de larga duración. Un parásito
eficiente regulará las respuestas inmunes del hospedador, suprimiéndolas para permitir su
propia supervivencia y al mismo tiempo desarrollará otras respuestas en el organismo para
no contraer otras infecciones.

Inmunidad innata
Las respuestas a los helmintos parásitos son claramente de tipo Th2, con la activación de
macrófagos por la vía alternativa (células M2). Entre las moléculas producidas por estas
células se encuentra la arginasa-1, que actúa sobre su sustrato, la L-arginina, produciendo
L-ornitina, que posteriormente es metabolizada en L-prolina, poliaminas y urea. La síntesis
de L-arginasa es una característica habitual de las infecciones por helmintos, y la prolina y

1
las poliaminas son sustratos para la síntesis de colágeno y pueden inducir la proliferación
de fibroblastos. Los granulomas que se desarrollan alrededor de los helmintos patógenos,
como los esquistosomas, parecen ser estimulados por la producción de arginasa-1 por parte
de las células M2. Esta enzima también parece reducir la disponibilidad local de arginina,
lo que puede suprimir la función de los linfocitos T y ejercer un efecto antiinflamatorio. Las
quitinasas son las enzimas que degradan la quitina, que es abundante en las cutículas de los
helmintos y en los exoesqueletos de los artrópodos, por lo que estas enzimas participan en
la resistencia a estos parásitos. Las quitinasas son sintetizadas por los mastocitos, los
macrófagos y los neutrófilos. Algunos miembros de la familia de las quitinasas de
mamíferos pueden carecer de actividad enzimática, a pesar de lo cual se pueden unir a las
cutículas de los helmintos y actuar como opsoninas o quimioatrayentes.

Inmunidad adaptativa:
Los helmintos representan un reto para el sistema inmune. A diferencia de las bacterias o
los protozoos, los vermes parásitos tienen una gruesa cutícula extracelular que protege la
membrana plasmática hipodérmica del nematodo. Algunos nematodos también tienen una
cubierta holgada que pueden eliminar fácilmente cuando son atacados, asegurando que no
puedan ser dañados gravemente por las defensas inmunes convencionales. Las cutículas de
los helmintos no pueden ser perforadas por el complejo de ataque a la membrana del
complemento o por las perforinas de los linfocitos T. Si el sistema inmune pretende
combatir eficazmente a los helmintos, debe utilizar células que puedan destruir su cutícula
intacta o atacarlos a través de los puntos débiles de su superficie, como el tracto digestivo.
Las formas adultas de los vermes parásitos del intestino resisten una variedad de
mecanismos que son eficaces frente a otros patógenos: se encuentran bañadas por enzimas
producidas por el hospedador, IgA y mucina, al tiempo que su poro oral y su tracto
digestivo entra en contacto con células efectoras, citoquinas, anticuerpos y complemento.
Así pues, los mecanismos inmunitarios frente a los helmintos deben ser diferentes de los
que controlan a otros patógenos.
En general, los vermes parásitos inducen una potente respuesta de tipo Th2 caracterizada
por la producción de altos niveles de IL-4, anticuerpos de clase IgE y un elevado número de
eosinófilos y mastocitos. Esta variabilidad es el resultado de las actividades relativas de las
distintas poblaciones de linfocitos T.
Por ejemplo, un estudio en ratones ha demostrado una predisposición a la infestación en
ratones no endogámicos reinfestados con Trichuris trichiura después de la curación de una
primera infección por un tratamiento con antihelmínticos. Los ratones que inicialmente
tenían una baja carga parasitaria volvieron a adquirir pocos parásitos, y los que tenían una
carga alta readquirieron también un alto número. Estas diferencias son el resultado de las
respuestas de los linfocitos T colaboradores desarrolladas por cada animal: los ratones que
expulsaron sus parásitos generaron una respuesta con predominio de Th2, mientras que los
que no pudieron controlar su carga parasitaria y quedaron infectados crónicamente
desarrollaron una respuesta de tipo Th1.

2
La respuesta Th2 se asocia con la producción de IL-4, IL-10 e IL-13, conduciendo a la
movilización de los eosinófilos, la acumulación intestinal de mastocitos y finalmente la
síntesis de IgE. La expulsión de los vermes está acompañada por una infiltración de la
mucosa por mastocitos, eosinofilia intestinal, elevados niveles séricos de IgE y altos niveles
de IgG1 específicas frente al parásito. Las citoquinas Th2 también tienen un efecto directo
sobre las poblaciones parasitarias.
El hecho de que un animal desarrolle una respuesta de tipo Th1 o Th2 depende de las
células dendríticas que procesen el antígeno, lo que a su vez parece influido por la forma en
que el antígeno contacte con las células dendríticas y por el grupo de receptores tipo Toll
activados por el antígeno.
¿Es posible que algunos vermes estimulen respuestas DC1 y otros induzcan respuestas
DC2? Sabemos que las distintas cepas de parásitos difieren en su capacidad para estimular
respuestas Th1 y Th2, lo que puede ser debido a la manipulación de la respuesta inmune
por cada parásito. Por ejemplo, Trichuris muris en los ratones de estudio puede sintetizar
una molécula relacionada con el IFN-G que suprime las respuestas Th2, aumentando la
supervivencia del parásito. Estas diferencias también pueden deberse a la dosis parasitaria,
de manera que infestaciones con bajas cantidades de Trichuris muris estimulan una
respuesta Th1 y los parásitos persisten, pero si se administran altas dosis de parásitos, los
ratones desarrollan una respuesta Th2 y los parásitos son expulsados.

Inmunidad humoral
Debido a que los nematodos inducen respuestas de tipo Th2, los niveles de IgE y el
recuento de eosinófilos es normalmente elevado en los animales parasitados. Muchas
infestaciones por helmintos se asocian a los signos típicos de la hipersensibilidad de tipo I,
incluyendo eosinofilia, edema, asma y dermatitis urticante. Por ejemplo, los cerdos
infestados con Ascaris suum muestran reacciones cutáneas alérgicas a los antígenos
parasitarios inyectados, así como una desgranulación de los mastocitos de la mucosa
intestinal.
La producción de IgE mediada por linfocitos Th2 es esencial para el control de la carga
parasitaria.
Vamos a colocar un ejemplo de cómo actuaría el sistema inmune cuando ingresa un
Nemátodo (Haemonchus contortus) al organismo de un ovino. Este parásito ingresa al
tracto intestinal y allí están embebidos en la mucosa del intestino o el abomaso, los
parásitos secretan antígenos (Figura 1). La combinación de estos antígenos helmintos con
la IgE ligada a los mastocitos induce la desgranulación mastocitaria y la consiguiente
liberación de moléculas vasoactivas (Histamina, heparina), citoquinas y proteasas, que
estimulan la contracción del músculo liso y el aumento de la permeabilidad vascular.
La citoquina IL-13 derivada de los linfocitos Th2 promueve la expulsión del parásito por la
estimulación de la proliferación de las células intestinales, y parece que la rápida
renovación de estas células epiteliales actúa como un «ascensor epitelial» que colabora en

3
la expulsión de los parásitos, es decir los hace ascender del epitelio intestinal para que
queden en la luz y al estar desprendidos del epitelio podrán ser expulsados por las heces.
Las violentas contracciones de la musculatura intestinal y el incremento de la
permeabilidad de los capilares intestinales, que producen la extravasación de fluido hacia la
luz intestinal, pueden ocasionar el desprendimiento y la expulsión de muchos parásitos.
(Este proceso es conocido como autocuración) : Figura 1

Figura 1: Mecanismos implicados en la reacción de autocuración contra los helmintos intestinales.


En esencia, el animal desarrolla una respuesta alérgica frente a los antígenos salivales de los
nematodos adheridos. La inflamación aguda resultante causa el desprendimiento de los parásitos de
la pared intestinal y su expulsión con las heces.
En ovejas que acaban de sufrir una autocuración, los niveles de anticuerpos de tipo IgE son
altos y la administración experimental de antígenos helmintos ocasionará una anafilaxia
aguda, confirmando el papel de la hipersensibilidad de tipo I en este fenómeno.
Los macrófagos y los eosinófilos poseen FcER (CD23), por lo que estas células se pueden
unir a los parásitos recubiertos por IgE, activándose y destruyéndolos. Por este motivo, los
gatos infectados por la filaria Brugia pahangi con altos niveles de IgE específicas del
parásito pueden destruir a las filarias adultas, pero los gatos que no han desarrollado una
fuerte respuesta de IgE permiten su supervivencia. Los macrófagos que se unen a las larvas
de los helmintos a través de la IgE se convierten en células M1, con el consiguiente
aumento de las enzimas lisosomales, producción de oxidantes, IL-1, leucotrienos,
prostaglandinas y factor activador de plaquetas (PAF). El efecto neto de todos estos
factores es la mayor eficacia para destruir al parásito.

Los eosinófilos y la destrucción de los parásitos


Los eosinófilos son atraídos a los sitios de la invasión por helmintos mediante las moléculas
quimiotácticas liberadas por la desgranulación de los mastocitos. Las citoquinas, como la

4
IL-5 producida por los linfocitos Th2, también movilizan la reserva de eosinófilos de la
médula ósea, con la liberación de un elevado número de estas células a la circulación. Otras
moléculas quimiotácticas para los eosinófilos son muchas quimioquinas. (Figura 2)

Figura 2: Factores implicados en la activación de los eosinófilos. Como resultado de esta


activación, las funciones antiparasitarias de estas células se hacen más eficaces.

Los parásitos pueden inducir dos oleadas de migración de eosinófilos, la primera provocada
por mastocitos o productos derivados de los parásitos y la segunda por IL-5 y otras
citoquinas de los linfocitos Th2.
Los eosinófilos destruyen a los vermes parásitos. Debido a que tienen receptores Fc (Los Fc
son los receptores de unión de los Ac con las células), se pueden unir a los parásitos
recubiertos, produciéndose su desgranulación y liberando el contenido de sus gránulos
directamente sobre la cutícula del verme. (Figura 3). Este contenido granular incluye
oxidantes, óxido nítrico y enzimas líticas, como lisofosfolipasa y fosfolipasa D. La proteína básica
principal, la proteína catiónica y la neurotoxina de los eosinófilos son ribonucleasas letales para los
helmintos. Es importante señalar que los eosinófilos pueden no ser efectivos contra todos los
parásitos, y que probablemente su actividad sea mayor sobre las larvas en los tejidos.

5
Figura 3: Algunas de las moléculas liberadas por los eosinófilos que causan un daño en la cutícula
de los parásitos helmintos

Aunque es probable que la respuesta dependiente de IgE mediada por eosinófilos sea el
mecanismo más importante de resistencia a las larvas de helmintos, otras inmunoglobulinas
también pueden tener una función protectora. Los mecanismos implicados incluyen la
neutralización de las proteasas larvarias mediada por anticuerpos, el bloqueo de los poros
anal y oral de las larvas por los inmunocomplejos.
Los anticuerpos frente a la enzima glutatión-S-transferasa protegen a las ovejas frente a
Fasciola hepatica, y otras enzimas también se pueden bloquear por la acción de anticuerpos
que actúan contra los parásitos adultos, interrumpiendo la producción de huevos, o
interfiriendo con el desarrollo del parásito. (Figura 4)

Figura 4: Algunos efectos de las respuestas inmunes en los diferentes estadios de desarrollo de un
helminto.

6
Inmunidad mediada por células
Como se ha señalado previamente, los antígenos parasitarios estimulan preferentemente
respuestas de tipo Th2, siendo normalmente las respuestas Th1 de escaso efecto protector.
No obstante, los linfocitos T citotóxicos pueden atacar a los helmintos que están
profundamente embebidos en la mucosa intestinal o sometidos a migración tisular.
Los quistes vivos de Taenia solium inducen una respuesta de tipo Th2, con la consiguiente
producción de IgE. Sin embargo, una vez que el quiste muere, estimula una respuesta Th1 y
la formación de un granuloma. Las biopsias muestran IL-12, IL-2 e IFN-G asociados con
los granulomas que rodean los quistes parasitarios muertos. Así, puede ocurrir que la
respuesta Th1 se desarrolle solo cuando el parásito ya no pueda modular la respuesta
inmune del hospedador.
Los linfocitos T sensibilizados atacan a los helmintos mediante dos mecanismos. Primero,
el desarrollo de hipersensibilidad retardada atrae a células mononucleares al sitio de la
invasión larvaria y vuelve el ambiente local inapropiado para el crecimiento o la migración.
Segundo, los linfocitos citotóxicos pueden causar la destrucción larvaria.

Evasión de la Rta inmune por parte de los Helmintos


Aunque los animales pueden resistir las infecciones por helmintos mediante múltiples
mecanismos, es obvio, incluso para un observador ocasional, que estas respuestas no son
muy efectivas. Los parásitos helmintos bien adaptados pueden sobrevivir y desarrollarse en
presencia de un sistema inmune del hospedador totalmente funcional. Varias estrategias
desempeñan un papel importante en esta adaptación, incluyendo la pérdida de antigenicidad
por mimetismo molecular, por la absorción de antígenos del hospedador, variación
antigénica, despojamiento del glucocálix, bloqueo de los anticuerpos y tolerancia.

Вам также может понравиться