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Universidad Nacional de Colombia

FCH – Departamento de Filosofía


SFA – Debates helenísticos
Protocolo: Sesión 9 de octubre de 2018
Laura Catalina Cortés Sierra

El presente protocolo describirá el desarrollo de la sesión dedicada a los capítulos I-X del texto
Sobre el Destino de Alejandro de Afrodisia. Así pues, me dispongo a recoger los contenidos
tratados en clase siguiendo la división propuesta por la expositora, Jenny Contreras, quien se basó
en la versión en inglés de la obra. Primero, una breve introducción; segundo, la presentación de la
doctrina peripatética del destino; tercero, las dificultades de la posición determinista respecto al
azar; finalmente, las dificultades de la posición determinista en relación con la contingencia y la
posibilidad.

1. Introducción: capítulo I

Se tenía planeado comentar el primer capítulo brevemente puesto que tan solo consiste en el
encuentro entre Alejandro de Afrodisia y los emperadores. Según el texto, el propósito de
Alejandro era entregar a los emperadores el libro sobre la doctrina en torno al destino y lo que
depende de nosotros según Aristóteles. La expositora, no obstante, quiso detenerse en esa primera
parte para rescatar dos cosas: por un lado, la mención de la utilidad de esa doctrina y, por tanto,
su relación con el ámbito práctico y moral; por otro lado, el supuesto de que se puede descubrir
una verdad en esa doctrina. Sin embargo, se advirtió que estos serían aspectos desarrollados más
adelante en la obra.

Se trató enseguida la manera en que se formula el debate sobre el destino, es decir, qué
posiciones nos muestra el texto que se están enfrentando entre sí. Para ello, había que establecer
qué se entiende por destino y qué se entiende por lo que es destinado, según las posiciones que
están en juego y lo que cada una de ellas va a tratar de defender. Así pues, Alejandro va a
defender la doctrina aristotélica sobre el destino y, para efectos esclarecedores, nos va a presentar
la posición de otros personajes, como los estoicos, que discurren en contra de esa doctrina
aristotélica. De un lado, están aquellos que, como Alejandro, creen que “algunas cosas se dan
aunque no tengan en absoluto causas antepuestas para existir” (I, p.2). Del otro lado, están los
adversarios de Alejandro quienes sostienen la tesis según la cual “todo se da necesariamente y
según destino” (I, p.2). De acuerdo con el profesor, el problema con el texto es que, aunque es
una de las fuentes principales para conocer la posición estoica sobre el tema, no es muy claro qué
es propiamente estoico y qué es interpretación de Alejandro. En esta parte, hay cierta
manipulación de Alejandro en la tesis de acuerdo con la cual todo se da por necesidad. Más
adelante va a decirse que los estoicos no afirman esa tesis, pues conceden la existencia de cosas
que son posibles, de modo que si hay cosas posibles entonces no todo se da por necesidad. Pese a
esto, quedan aquí esbozadas las dos posiciones sobre el destino.

2. Presentación de la doctrina peripatética: capítulos II – VI

El punto de partida de la argumentación de Alejandro es asumir que hay algo llamado destino, de
ahí que su investigación sobre el tema no consiste en examinar si existe, sino en determinar qué
es y en cuales de las cosas está. Se llama destino a la explicación o al factor causal de una serie
de cosas; sin embargo, los problemas sobre este tema surgen más bien cuando se trata de
determinar cuál es propiamente la naturaleza de ese destino. Los problemas, entonces, son
ocasionados por disensos entre las opiniones sobre el destino, de ahí que la expositora plantea
una división de esas opiniones. Así, por un lado, hay dos grupos de pensadores: unos dicen que
todo se da por destino y otros niegan que todo se dé por destino. Por otro lado, hay un tercer nivel
de disensión en las opiniones que tiene que ver con la concepción individual: hay quienes a veces
les parece que todo se da según destino, particularmente cuando las cosas les son adversas, pero
que en otras circunstancias, especialmente de éxito, creen que son ellos mismos la causa de sus
logros. Así pues, afirmó la expositora, es debido a esa inconsistencia que Alejandro de Afrodisia
se dispone a investigar qué es el destino y cuáles son los usos apropiados de esa palabra.

Ahora bien, en el primer capítulo se caracterizaba al destino como lo que es necesario, mientras
que en el segundo capítulo se afirma que el destino es una causa “inalterable e ineludible” (II,
p.3). A partir de esto, el profesor propuso poner en relación la primera caracterización con la
segunda. Tenemos, entonces, que aquel que admite que todo se da por destino tiene que rechazar
que algo esté en nuestro poder o dependa de nosotros. Asimismo, quien admite que todo se da por
destino entonces acepta que todo se da por necesidad. Y quien reconoce que todo se da por
destino y por necesidad entonces debe admitir que todo tiene una causa antepuesta. Por el
contrario, aquel que no admite que todo se da por destino entonces no admite que todo se da por
necesidad y, por tanto, acepta la contingencia. Asimismo, quien sostiene que no todo se da por
destino tiene que admitir que hay cosas contra destinadas. Y quien admite que hay cosas contra
destinadas y que no todo se da por necesidad, entonces acepta que no todo se da por causas
antepuestas. De esta manera veíamos cuáles eran los puntos que se debaten las dos posiciones
enfrentadas.

Se hizo la precisión de que la tesis según la cual no todo se da por destino es diferente a decir que
hay cosas que no son causadas. De acuerdo con Aristóteles y Platón, el surgimiento mismo de la
filosofía consistió en que un hecho banal se convirtió en un hecho que merecía una explicación
porque causó un asombro que llevó a un sujeto a investigar y buscar explicaciones. Si admitimos
que hay cosas sin causa estamos aceptando, en términos generales, que hay un misterio que no se
puede resolver o no se puede explicar. Por tanto, decir que hay algo sin causa significa decir que
hay algo que no se puede entender y, por ello, es una negación de la racionalidad. En ese sentido,
es muy dudable que Alejandro quiera sostener una postura de acuerdo con la cual hay cosas que
no tienen causa; lo que más bien parece decir Alejandro es que no todo tiene cierto tipo de causa.

Según Alejandro, hay conductas diferentes entre quienes creen en el destino y quienes no, por
ello se pasó a examinar las implicaciones morales que este asunto implica. Lo más importante es
que los que creen que todo está destinado se absuelven de responsabilidad moral. Que algo esté
destinado significa que está motivado desde afuera y todo lo que se haga será en vano, como en la
tragedia griega. En Edipo Rey, Layo, rey de Tebas, es advertido por un oráculo de que su hijo, al
crecer, lo asesinaría y se quedaría con su esposa. Previniendo que esto pudiera pasar, Layo
expulsa a su hijo del reino. Sin embargo, Edipo sobrevive, regresa al crecer, asesina a su padre y
se casa con su madre. Así pues, podrían haber dos actitudes frente al determinismo: por un lado,
quienes obran a pesar del destino, aunque todo sea en vano y, por otro lado, quienes no creen que
haya razón para hacer algo ya que todo está determinado.

Avanzando en el texto, Jenny expuso que dado que el destino es una causa, el propósito de
Alejandro es determinar qué tipo de causa es y, para ello, se basa en la clasificación de causas de
Aristóteles. Las causas son de cuatro tipos: eficiente, material, formal y, la principal, final. Por
analogía, Alejandro clasifica el destino como una causa eficiente. Sin embargo, Jenny se
preguntaba por qué sería una causa eficiente y no formal o final. A esto, el profesor aclaró que el
esquema cuatripartito de causas no supone que haya exclusión entre ellas, como en el ejemplo de
la estatua. Para Aristóteles, la causa formal y la final suelen ser muy cercanas, pues la forma de
un objeto, por lo general, apunta a la función de dicho objeto. Para el profesor, si se sitúa al
destino como causa eficiente es porque la noción de causa típicamente estoica es la de causa
eficiente; según los estoicos el destino es “agente de” o la causa del movimiento de algo. Con
esto Alejandro parece estar concediendo algo importante a sus adversarios. Así las cosas, la
responsabilidad recae en el destino por ser la causa y principio, pero la responsabilidad de los
individuos se acaba. Lo que es claro que propone Alejandro, es que un agente hace las cosas con
miras a un propósito, es decir, hay que suponer una causa final. Se propuso, además, que la
clasificación del destino como causa eficiente conlleva decir que el destino es causa de un cierto
tipo de cosas, pero no de todas las cosas porque hay otros tipos de causa. Sin embargo, los
deterministas podrían admitir otros tipos de causa. Por ejemplo, según ellos el destino actúa a
través de nosotros para producir cierto tipo de efectos y eso puede interpretarse como una causa
material y, por tanto, el reconocimiento de otras causas.

Como el destino es una causa eficiente y va de la mano con la causa final, se habló de la
distinción de las cosas que se dan: 1) las que se dan en vista de algo, es decir, con un fin y 2) las
que se dan en vista de nada, es decir, las cosas que no tienen sentido. Lo que se da en vista de
algo se divide en tres: por razón, por naturaleza y por azar o espontáneo. Según razón, las cosas
que se dan pueden elegirse y se producen por una causa externa. En naturaleza fue importante
distinguir el tipo de naturaleza del que se habla, ¿acaso era un tipo de Naturaleza por encima de
nosotros? ¿o la naturaleza de cada uno? Aristóteles afirma que el ámbito natural es el de las cosas
que tienen el principio del movimiento en sí mismos, eso quiere decir que para las cosas naturales
no hay que suponer un agente externo. No habría que entender, entonces, una Naturaleza externa,
sino que cada uno de los objetos naturales tiene en sí mismo todo lo que explica su cambio. No
obstante, se planteó que Naturaleza y naturaleza en particular podrían bien ser lo mismo. A
continuación, se objetó que Alejandro quiere identificar destino y naturaleza, pero naturaleza es
una causa formal y no eficiente porque tiene en si misma el principio y causa de su generación,
no requiere de un agente externo que la ponga en movimiento. En este punto parecen haber dos
cosas: que se están fusionando causa formal y eficiente, y que necesitaríamos hablar de
Naturaleza en tanto que algo externo. Pese a esto, fue un buen problema que se dejó abierto.

Ahora bien, Alejandro busca clasificar al destino dentro de esta última división de causas
eficientes. Como es absurdo que el destino sea una causa en vista de nada, entonces es parte de lo
que se da en visa de un fin, y así, puede ser por razón o por naturaleza. Pero no puede ser por
razón porque eso implicaría admitir posibilidades alternativas y lo que se hace según destino no
admite posibilidades alternativas. Según Alejandro, la noción de destino excluye posibilidades
alternativas, pero no implica necesidad, es decir, no es alterable e ineludible. Lo que quiere decir
el destino puede ser obstaculizado, de manera que solo es un asunto de altos índices de
probabilidad o estadística. Así pues, en el caso de la naturaleza y el destino necesitamos suponer
que los efectos se producen la mayor parte de las veces, pero se pueden interrumpir. Pese a lo
problemático que esto resultara, el punto es que se buscaba identificar destino con naturaleza y
aceptar que el destino no implica necesidad porque lo natural también admite excepciones.

3. Dificultades de la posición determinista (azar y espontaneidad): capítulos VII – VIII

La primera anticipación que se hizo fue que, según Aristóteles, lo azaroso tiene que ver con la
acción humana, mientras que lo espontáneo se refiere a la naturaleza. En este punto, Alejandro
denuncia que los deterministas preservan la palabra azar, pero le dan otros significados. De
acuerdo con Alejandro, lo azaroso o espontáneo son cosas que se dan en vista de un fin, pero
cuyo resultado es diferente al que se propuso inicialmente. Es decir, dentro de una cadena causal
determinada de repente resulta algo distinto al fin propuesto que no se integra dentro de la cadena
causal. Así pues, tenemos algo llamado causa principal y lo azaroso o espontáneo es lo que se
produce distinto de la causa principal; pero esto no significa que no sea causado. Alejandro
quiere rescatar que no es un evento inexplicado, pues se está en condiciones de decir por qué
pasó. En efecto, como en los ejemplos, si se encontró un tesoro era porque se estaba cavando o si
se recuperó de deuda fue porque esa persona fue hasta el Ágora. Es decir, se supone algo como
un tipo de condiciones suficientes y necesarias para llegar a ese evento. Por su parte, los
deterministas entienden por azar una causa oscura para el entendimiento. Para ellos, no es
suficiente, por ejemplo, decir que se encontró un tesoro porque se estaba cavando, aunque se
estuviera buscando un hueso. Según ellos, hay que suponer una cadena causal propia que nos
lleve al evento, aunque la persona desconozca dicha cadena. Por tanto, apelar al desconocimiento
no tiene el estatus de azaroso, sino el estatus de aquello que se ignora.

4. Dificultades de la posición determinista (contingencia y posibilidad): capítulos IX–X

En este punto Alejandro hace una crítica a los deterministas por eliminar la contingencia y la
posibilidad. En primer lugar, se caracteriza lo contingente como aquello que resulta de una
manera u otra. Si los deterministas eliminan la contingencia es porque lo necesario es aquello que
no puede resultar de otra manera. Para demostrar la contingencia, Alejandro distingue dos tipos
de seres y el siguiente paso que da es ponerlos en relación con la necesidad. Hay tipos de seres,
como el fuego, que no pueden recibir su contrario o dejarían de existir; el fuego, por tanto, es
caliente por necesidad. Hay otros tipos de seres, como el agua, que son capaces de recibir su
contrario; decimos que el agua puede estar contingentemente caliente o fría. No obstante, un
determinista podría objetar que aunque el agua admita calor y frío no quita el hecho de que si el
agua esta caliente, por ejemplo, es porque detrás hay una causa que necesariamente la calentó. En
este punto, se pensó en distinguir que si algo puede estar en el estado X o no X es porque es un
accidente con respecto a ese algo, pero si algo solo puede estar en el estado X es porque X es su
esencia. Sin embargo, lo que se concluyó es que la noción de necesidad de Alejandro no es
completamente clara.

En segundo lugar, sobre la posibilidad, Alejandro acusa a sus adversarios de infantiles por
sostener que a pesar que todo es destinado no se elimina ni lo posible ni lo contingente. Para esto,
había que esclarecer cuál era la noción de lo posible que Alejandro estaba manejando. Según los
deterministas, lo posible es aquello que aunque no se dé, nada impide que se dé. Esto fue lo que
se dio y es según destino, pero lo que llamamos posible es lo que no se dio aunque nada impedía
que se diera. La clave era entender la noción de impedimento: que algo no sea imposible, que no
sea contradictorio ni contra lo razonable. Lo posible son cosas contra destino porque no se dieron,
pero no hay nada que impida que se den o se hubieran dado. Es decir, se trata de algo que
perfectamente pudo haber entrado dentro de la cadena causal. Para el determinista, la necesidad
consiste en que si se está sentado, por ejemplo, es porque se tiene cierta posición o ciertas
condiciones para estar sentado. Según los deterministas, desconocemos cuál es el impedimento
de que algo no se dé y por eso debemos suponerlo solo como posible. La crítica de Alejandro, sin
embargo, es que nuestro desconocimiento nada tiene que ver con la existencia o inexistencia de
los hechos. Sin embargo, por lo oscuro que fue el último capítulo, la discusión se detuvo ahí y se
acordó continuar la siguiente sesión.
Bibliografía
- Sharples, R.W. Alexander of Aphrodisias On Fate. London: Duckwoth editions,1983.
- Alejandro de Afrodisia. Sobre el destino. Introducción, traducción y notas de José Molina Ayala
y Ricardo Salles. México D.F.: Universidad Autónoma de México, 2009.
- Sófocles. Tragedias completas. Madrid: Ediciones Cátedra, 2015.

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