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Juillerat 1
Escuela de Viena: Ludwig Wittgenstein
Porque este lunes leí en La Nación declaraciones de Filmus diciendo que ganó…
Lo que pasa es que acomoda la realidad al discurso que él quiere. De hecho le ganó al 3º por
ejemplo.
Eso es un problema papi, porque dicen una cosa, que ciertamente no es falsa pero la realidad es
otra… de hecho verificamos que perdieron.
Si es cierto, y esta relación entre lenguaje con la realidad fue lo que preocupó tanto a Wittgenstein.
¿Entendés?
Ludwig Wittgenstein
Ludwig Wittgenstein nació en 1889 en Viena. Su padre, Karl Wittgenstein, de ascendencia judía
fue uno de los negociantes pioneros de la industria del acero del Imperio Austrohúngaro. La madre
de Ludwig era católica y por eso fue bautizado en la Iglesia, de la que nunca se sintió parte.
Murió en Cambridge en 1951, tras negarse a recibir tratamiento médico contra el cáncer que sufría.
Círculo de Viena
disciplina científica de mayores avances (donde tuvieron gran influencia: la teoría de la relatividad
de Einstein y la física quántica de Planck).
La expansión de la Escuela en las distintas regiones de Europa y América fue favorecida por
la diáspora judía suscitada por las leyes nazistas, sobre todo a partir de 1933.
El criterio de prueba que atestigua la verdad de las proposiciones implica dos constataciones:
o Las leyes físicas son tratadas como proposiciones moleculares, de tal modo que sirven como
guías para la formación de las proposiciones que se refieren al mundo real.
o Toda proposición susceptible de prueba (con la experiencia o por reducción a otras
proposiciones fundadas en la experiencia) es verdaderamente “significativa”.
Por tanto, las proposiciones, que por definición trascienden la experiencia, como es el caso de
la causalidad (en definitiva la metafísica), son, no falsas o contradictorias como pensaba Hume,
Kant y el escepticismo clásico, sino “carentes de sentido”.
2.223 Para saber si la imagen es verdadera o falsa, debemos confrontarla con la realidad.
1
Gilson, Ettiene; Lingüística y filosofía; 203; 1974, Gredos
Martín E. Juillerat 4
Escuela de Viena: Ludwig Wittgenstein
Por eso tantos filósofos se complacen en crear un lenguaje que les sea propio, como si hablar de
otra manera y pensar de otra fuesen lo mismo. “No nos gustaría pensar que la realidad dada en la
experiencia, la misma para todos, puede ser correctamente dicha en términos tan diferentes. La
realidad contiene todo lo que sirve de base al lenguaje con que hablamos, pero no consta de
unidades elementales que se correspondan con los términos que usamos para hablar. Analizar el
lenguaje no es analizar la realidad que éste expresa”.2
Russel en su introducción al Tratactus… afirma: “Wittgenstein sostiene que todo aquello que es
propiamente filosófico pertenece a lo que sólo se puede mostrar, es decir: a aquello que es común al
hecho y a su figura lógica. Según este criterio se concluye que nada correcto puede decirse en
filosofía”3.
En rigor, no se puede decir que el lenguaje filosófico sea verdadero o falso, sino más bien
carente de sentido, porque no satisface las reglas del análisis lógico del lenguaje; la única forma
significativa del lenguaje se da cuando las proposiciones reflejan inmediatamente la realidad.
4.003 La mayor parte de las proposiciones y cuestiones sobre temas filosóficos no son falsas, sino
sin sentido… la mayor parte de las proposiciones y cuestiones de los filósofos no tienen otra razón
de ser que nuestra ignorancia de la lógica de nuestro lenguaje.
Esto nos interesa porque del hecho de que nada puede deducirse de una proposición atómica
puede aplicarse a la causalidad. En la lógica de Wittgenstein no puede haber nada semejante al nexo
causal. «Los acontecimientos del futuro», dice, «no podemos inferirlos de los del presente.
Superstición es la creencia en el nexo causal.» Que el sol vaya a salir mañana es una hipótesis. No
sabemos, realmente, si saldrá, ya que no hay necesidad alguna para que una cosa acaezca porque
acaezca otra. Por tanto el problema de la Causalidad 4 no es cuestión de ciencia y las demás
cuestiones metafísicas carecen de sentido.
Si bien puede sonar –y efectivamente, así ha sido interpretado por la Escuela de Viena – a una
crítica radical de la metafísica, propiamente no es sino la crítica de las metafísicas de tipo
idealista y del positivismo materialista.
2
Gilson, Ettiene; Lingüística y filosofía; 207; 1974, Gredos; Madrid.
3
Bertrand Russell; Introducción al Tractatus Logico-Philosophicus; 1922, Routledge & Kegan; London.
4
Cf. Tratactus Logicus-philosophicus… 5.1361 Los eventos futuros no pueden ser reducidos de los presentes. La fe en
el nexo causal es superstición.
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Escuela de Viena: Ludwig Wittgenstein
Así, la orientación fundamental que Wittgenstein dio a la Escuela de Viena, como se ha visto,
según el principio de que toda “proposición significativa” debe ser reducida, si quiere ser tal, a
“proposiciones elementales”, no solo aniquila la metafísica, sino también a la ciencia natural:
tampoco las leyes naturales se pueden lógicamente reducir a proposiciones elementales de
experiencia, ni las teorías pueden verificarse por vía empírica. El “método inductivo” puro es
abandonado en cuanto pretende remontarse de los principios particulares a universales y de los
hechos a los principios. Se le sustituye por la “metódica deductiva de la prueba”.
Semejante método procede de este modo. A diferencia tanto del racionalismo que procede por
deducción de los principios abstractos, (Kant) como del viejo positivismo, (Hume) que apela a la
inducción empírica, Wittgenstein defiende el método de la comprobación o verificación; las
conclusiones se deducen por la vía lógico-deductiva de la coincidencia, de la hipótesis, etc. A esas
mismas conclusiones se las confrontan entre sí hasta establecer qué relaciones lógicas (por ej. De
equivalencia, de derivabilidad, de integración, de contradicción) pueden darse entre ellas.
a. La confrontación lógica de las proposiciones entre sí. (para ver que no haya contradicción).
También este último paso es deductivo, ya que se debe establecer si el elemento nuevo que la
teoría afirma puede mantenerse en práctica, bien con los experimentos científicos o distintas
aplicaciones técnicas.
Este principio metódico (de que la realidad se reduce a los datos sensibles de la experiencia
actual) termina negando el concepto y la objetividad de una realidad objetiva.
más que se intente prescindir del observador y de ver, más allá del mismo y de su medición, algo
real independiente de él.
Esta actitud del “Círculo de Viena” ha sido sobre este punto demasiado drástica y resuelta, ya
que como vemos termina negando la existencia de una realidad en sí. Las críticas sobre este punto
crucial donde la investigación científica exige la separación de la metafísica, fueron surgiendo,
incluso dentro de la misma escuela.
Es verdad que la ciencia tiene por objeto el mundo de los sentidos, las impresiones que entran
en la conciencia a través de los órganos de la vista, el oído, del tacto… partiendo de estas
impresiones el hombre ha ido formando, a través de los siglos y con enormes fatigas, el edificio de
la ciencia. Lo que significa que nuestro conocimiento procede del exterior al interior de las cosas y
que no se funda en el conocimiento científico ni se reduce al conocimiento inmediato sin más, como
pretendiera Wittgenstein.
Planck afirma con energía que la posición de realidad metafísica, en la que entra el principio de
Causalidad, más que ser extraña y nociva a la ciencia, es requerida y convalidada por la ciencia
contemporánea; más allá del mundo real de la experiencia inmediata está el mundo todavía más
real. Así como “detrás de” toda impresión sensorial se halla un objeto, así “detrás de” todo dato real
de la experiencia hay una realidad metafísica.
Y a la objeción de los neopositivistas de que decir aquí “detrás” no tiene sentido, porque decir
detrás de la experiencia es salirse del campo de la ciencia, responde Planck que aquí “detrás”
significa “en”; Lo real metafísico no está detrás del dato experimental, sino que constituye su
núcleo central.
Y frente al principio cardinal del neopositivismo, según el cual “toda proposición tiene sentido
sólo si es verificable” (y de forma inmediata por la experiencia), Planck nos sostiene que el hombre
no es el autor de las leyes físicas, sino únicamente su descubridor. A este propósito el fundador de
la física quántica recuerda el fenómeno de la desviación de los rayos luminosos a través de un
medio transparente, por ejemplo el agua. Sabiamente se revela la sencilla razón del fenómeno, en
cuanto la luz en el agua se propaga más lentamente que en el aire. Así también “la curvatura” de los
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rayos luminosos, que parten por ejemplo, de una estrella, para llegar hasta nosotros realiza el
camino más breve, a fin de emplear así el menor tiempo. Podemos concluir que los fotones del rayo
luminoso se conducen como una especie de naturaleza racional: entre todas las curvas posibles,
eligen siempre la que les lleva más pronto al fin.
Concluye Planck que mediante este principio físico, se introduce en el concepto de causalidad
una idea enteramente nueva; a la causa eficiente, que desde el presente influye en el futuro y explica
las situaciones subsiguientes como condicionadas por las precedentes, se suma la causa final, que
por el contrario, presupone un fin determinado a que tender.
Hay que admitir, por tanto, que los progresos más sorprendentes de la física moderna han
llevado inesperadamente a una formulación de la causalidad física de carácter expresamente
teleológico, pero sin introducir por ello algo nuevo o en contraste con las leyes de la naturaleza.
Vemos por tanto, la importancia de la causalidad en el ámbito científico. He aquí el punto donde
confluyen metafísica y ciencia.
Para el hombre religioso, Dios, está al comienzo de su conducta; para el científico, al fin de sus
reflexiones. Allí es el fundamento, aquí el coronamiento. Pero siempre el mismo Dios, causa
primera de todo lo creado.