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El tema de la carrera notarial ha venido inquietando a algunos sectores de la opinión;

especialmente quienes se alinderan en la posición del funcionario o empleado público han


presentado sus tesis orientadas hacia la conclusión de que no existe la carrera notarial, si se
afirma que este funcionario no es un empleado público sino un profesional del derecho, un
particular que realiza funciones públicas.

Es entonces bien importante analizar la situación del notario a la luz de las disposiciones
legales vigentes, a la voluntad del gobierno y de la comisión designada por el Ministro de
Justicia y el Derecho para este efecto.

En el texto legal vigente, decreto 960 de 1970, en su artículo 145, para hablar de la
organización del notariado señala que los notarios pueden ser de carrera o de servicio, y
desempeñar el cargo en propiedad, en interinidad o por encargo .

Las normas siguientes determinan las modalidades de acceso al cargo, el régimen de


concursos, la estabilidad en el desempeño del cargo, la cual para quienes estén en la carrera
puede extenderse hasta el retiro forzoso.

Lo anterior significa que es la propia ley la que determina la carrera notarial, vale decir se
trata de una norma especial, diferente de todas aquellas que le dan fundamento a la carrera
administrativa, al comportamiento de los funcionarios públicos, a los empleados del Estado
en sus diferentes niveles y categorías.

La Constitución Nacional, al regular la función pública, determina que los empleos en los
órganos y entidades del Estado son de carrera (Art. 125) y más adelante agrega cuáles son
las excepciones a esta norma. En el Art.131 de la Carta se defiere a la ley la reglamentación
del servicio público que prestan notarios y registradores y se eleva a rango constitucional el
nombramiento por concurso de los notarios en propiedad. También es la Constitución
Nacional la que señala que es la ley la que determinará el aporte especial de las notarías
para la administración de justicia y la definición del régimen legal de los empleados del
notario.

No sobra agregar que siendo el notariado por definición constitucional un servicio público
(Art. 131), este se puede prestar por particulares (Art. 365 C. N.) En el proyecto de ley
083/94 que se está discutiendo en el Congreso, en la comisión primera de la Cámara de
Representantes, tanto el gobierno, como la comisión designada por el ministro de Justicia y
el Derecho, coinciden en reiterar esta posición, vale decir de la existencia de la carrera
notarial como una norma especial puesto que es muy singular también la consideración
jurídica que se desprende del ejercicio de la función notarial por particulares.

Veámoslo: El decreto le ley 960 de 1970, si bien no define la situación jurídica del notario,
indica que la función notarial es incompatible con el ejercicio de autoridad o jurisdicción,
indica pormenorizadamente la competencia de los notarios, cómo ellos sólo podrán ejercer
sus funciones a solicitud de los interesados, y no a la manera de los funcionarios públicos,
por el hecho de serlo; cómo los servicios del notario son retribuidos por las partes que
intervienen en los negocios jurídicos que se crean ante él; cómo el notario es autónomo en
el ejercicio de sus funciones, está al servicio del derecho y no de ninguna de las partes,
señala además las incompatibilidades a que está sometido el notario en el ejercicio de sus
funciones de manera que sea un cargo de dedicación exclusiva, con la sola excepción de la
limitada cátedra o actividad docente o de beneficencia.

Naturalmente le está vedado participar en política a excepción del sufragio y, naturalmente,


no puede, de ninguna manera, ejercer su profesión de abogado. A ninguna persona o cargo
se le han fijado por la ley tantas inhabilidades, de tal manera que siendo un particular, su
independencia está recortada, no es en realidad de verdad un profesional independiente , es
más bien un particular de dedicación exclusiva que solamente puede consagrarse, en
términos generales, al ejercicio de la función notarial.
Ciertamente para los particulares independientes no existe carrera alguna. Ello sería extraño
al comportamiento libre e independiente del particular, pero obsérvese cómo ha sido de
riguroso el legislador al establecer un régimen de inhabilidades, incompatibilidades y
exigencias a ese especial particular que nada puede hacer distinto del ejercicio de la función
fedataria, autenticadora, certificante e impulsadora de la libertad contractual.

Ello significa que la ley, para que el notario realice su misión, ha querido que no sea un
funcionario público, que tenga autonomía, que no tenga funciones jurisdiccionales ni de
autoridad, que el ejercicio de su actividad se considere como servicio público, pero que
actúe como un particular especial por encomienda del Estado.

En el proyecto de ley 083/94 , se propone la creación del Consejo Nacional del Notariado
para administrar los concursos y la carrera notarial.

Hay, pues, por determinación legal (Art. 145, Decreto 960 de 1970) y autorización
constitucional (Art. 130, inciso final, Constitución Nacional), carreras especiales, diferentes
de las que constituyen el marco rector del ejercicio de la función del Estado. Por ello la
carrera de que hace parte el notario es diferente de aquella que cobija a los empleados
públicos; por ello también los notarios no hacen parte de la llamada carrera administrativa,
es decir de las contenidas en el Art. 125 de la Constitución Nacional.

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