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3.1.3.

CULTURA, SUBCULTURA,
CONTRACULTURA Y ETNOCULTURA.
La cultura forma a los individuos, pero también los individuos creamos la
cultura, por eso cada integrante de la sociedad es importante en la construcción
de aquella. Actualmente podemos advertir algunos fenómenos que surgen de la
propia cultura, tales como la subcultura, contracultura y etnocultura, como
veremos a continuación:

1. Cultura. La palabra cultura tiene un inevitable doble sentido: por un lado, se


refiere a la noción de cultura de los etnólogos y de los sociólogos y, por otro
lado, a la noción de cultura jerárquica y normativa tal como la definen la
élite (gusto estético, sentido de los valores, etc.) la noción de cultura es, sin
duda, dentro de las ciencias sociales, la menos definida de todas las
nociones; a veces engloba todo fenómeno humano para oponerse a la
naturaleza y a veces es el residuo en el que se reúne todo lo que no es
político, ni económico ni religioso. De ahí que ciertos autores intenten
superar esta dificultad considerando que se deriva de la cultura todo
aquello que está cargado de sentido; así la cultura sería no tanto un sector
de la vida social, sino una dimensión omnipresente en ella.

Para Rosario Green, la cultura es "el conjunto de valores y creaciones


materiales que añade el hombre a su medio natural, basado en su experiencia
histórica y a través del cual responde a las condiciones de su existencia". Esta
definición, comenta Rosario, puede matizarse con la idea de que el proceso ópera
en dos sentidos: por una parte, el hombre está determinado por la cultura y, por la
otra, es él quien la determina.

2. Subcultura. Se entiende por subcultura un grupo de pautas de conducta


que guardan relación con la cultura propia de una sociedad, pero que no es
la misma, sin dejar de pertenecer a esa cultura en general. Abarca desde
asumir determinado comportamiento como la forma de hablar, de vestir o la
manera de relacionarse entre sí. En la actualidad el fenómeno de la
subcultura es muy común, por ejemplo, en la banda de jóvenes. Talcott
Parsons, el máximo representante de la sociología estructural funcionalista,
legítimo científicamente el surgimiento de una "cultura juvenil". Según este
sociólogo, el desarrollo de grupos de edad era la expresión de una nueva
conciencia generacional, que caracterizaba en una cultura autónoma e
interclasista centrada en el consumo hedonista. Uno de los efectos de la
modernización, definida como un proceso uniforme de cambio de la
sociedad agraria hacia la industrial, era la separación progresiva entre la
familia y el mundo institucional. Mientras que en la primera esfera
predominan los valores "particularistas" y solidarios, en la segunda son
hegemónicos los valores "universalistas" y normativos. La función de los
grupos intermedios (subculturas y movimientos juveniles) es precisamente
favorecer la transición entre las dos esferas, combinando relaciones de
solidaridad con valores universales y resolviendo los problemas de
integración social. La cultura juvenil, analiza como un todo homogéneo, era
creada por una generación que consumía sin producir, que al permanecer
en las instituciones educativas no sólo estaba alejado del trabajo, sino
incluso en la estructura de clases. El acceso nominal al "tiempo libre"
parecía cancelar las diferencias sociales, e incluso intentar una "nueva
clase ociosa" personalizada en los jóvenes. Eran teorías que, en el contexto
de la guerra fría, podían utilizarse como brillantes armas ideológicas.

3. Contracultura. Considera María Teresa Urreiztieta que con el surgimiento


de los nuevos movimientos globales asoman las nuevas luces de la
contracultura que emergen ante los nuevos malestares culturales
sembrados por esta modernidad reciente, tales movimientos nos hablan de
la emergencia de un nuevo tipo de sociedad que está rompiendo los viejos
paradigmas e interconectados con un nuevo sentido de lo colectivo, con
dimensiones planetarias cuyo poder anuncia nuevas formas de
resistencias, acciones y transformación de lo que entendemos por "lo
político", "la política" y el poder social en las democracias actuales.

Por su relevancia, podemos analizar el caso específico de la contracultura


escolar. El conflicto en las teorías de la resistencia y la producción cultural lo
encontramos en los estudios realizados por Willis, quien explica el resultado de la
producción cultural en la que se inserta y reproduce culturalmente la clase obrera,
creándose está su identidad y, de alguna manera, contribuyendo generación tras
generación a reproducir el fracaso escolar, asumido "voluntariamente" como una
forma de apropiación e identificación, e incluso de resistencia. Willis señala como
los procesos de autoinducción hacia el proceso laboral subordinado fluye en un
aspecto de regeneración de la clase obrera en muchos casos por instituciones
como es el sistema educativo: la escuela ha favorecido cierta resistencia al trabajo
mental y una inclinación hacia el trabajo manual este último por lo menos está
afuera del dominio de la escuela el trabajo mental exige demasiado e invade, igual
que la escuela, con demasiada profundidad aéreas que son crecientemente
adoptadas como suyas, como privadas e independientes. De alguna forma, la
correspondencia existente entre el mundo laboral, la familia patriarcal y la propia
organización del sistema escolar imposibilitan que los jóvenes de la clase obrera
consigan trabajo que no sean de la clase obrera. Willis intenta analizar cómo se
lleva a cabo la reproducción cultural de la fuerza de trabajo en las escuelas y para
ello utiliza el concepto de "contracultura escolar", equivalente al término gramciano
contra hegemonía. Para Gramsci, toda relación de hegemonía es una relación de
dominación, pero éstas son ante todo relaciones ideológicas interiorizadas en la
dominación pedagógica ejercida por los intelectuales de modo similar, Willis
considera que los alumnos pertenecientes a la clase obrera en la renuncia al
trabajo intelectual y en su elección de trabajos manuales un éxito personal que, en
cierta manera, según ellos, erosiona la forma cultural dominante de la clase
burguesa. Willis invita a los maestros a que reflexionen sobre el papel que
desempeña en la producción cultural, como posibles vías de cambio.

Willis concibe al sistema educativo como un sistema de dominación


establecido e inalterable donde "los agentes, la historia y la diversidad han sido
desterrados de la historia". Tal parece como si los desposeídos no tuviera ningún
tipo de cultura, ya que se asimila "cultura" con "cultura burguesa", lo que en última
instancia imposibilita cualquier atisbo de acción contracultura o contra
hegemónica. En consecuencia, se entiende que, en la cultura proletaria, la
económica desempeña todos los papeles. Dada esa ausencia en el proletariado
de una producción cultural específicamente cultural que sea relativamente
independiente de la vida material de trabajo, no existe una base teórica para una
política del cambio, para la producción de una conciencia colectiva alternativa o
radical.

Por su parte, Urreiztieta se refiere a una fuerza antitética como contracorriente


y contracultura emergente, malestar que genera a su vez nuevas formas de acción
colectiva y nueva resistencia al nuevo desorden mundial que está surgiendo
sostiene que estamos contemplando la aparición de nuevas experiencias políticas
y socioculturales que irrumpen en el escenario global como respuesta a los
desafíos actuales de éste mundo globalizado. A la "sociedad de individuos" se
está contraponiendo la "sociedad de ciudadanos", de actores sociales organizados
y en conexión más allá de las fronteras de los Estados nacionales y de sus límites
geográficos naturales, gracias al uso de las nuevas tecnologías, revitalizados en el
ejercicio del nuevo protagonismos social, actores que, al articularse en red en
escala planetaria, están conformando las bases de la sociedad-red. Tal sociedad
prefigura las posibilidades del poder transformador de una sociedad civil global
que sueña con otro tipo de globalización, sustentada en los valores de la
solidaridad, la igualdad, la justicia y la paz, que anuncian los cimientos de un
humanismo revisitado para nueva era global.

4. Etnocultura. En términos generales, las características etnoculturales que


permiten afirmar que un individuo determinado es miembro de cierto grupo
etnocultural se basa en que comparten una misma lengua, unas mismas
costumbres, una historia, una relación con el territorio, una religión, etc. ello
permite cierto grado ubicación, que por sus características identifica a un
individuo como perteneciente a una nación determinada.

México se encuentra conformando por un gran mosaico cultural, con una


diversidad de lenguas, costumbres y tradiciones que le proporcionan enorme
riqueza cultural. Aún cuando ha habido una fuerte influencia, a través de los
medios de comunicación, para imponer costumbres, modas, religiones, etc., en
algunos casos se sigue conservando el interés en preservar la etnocultura a la
cual pertenecen algunos grupos para ello, cuenta mucho la capacidad de los
individuos de elegir los grupos a los cuales quiere pertenecer. Además, la
pertenencia a una determinada etnocultura es legítimamente un bien fundamental
para individuo, que le da derecho a preservar y fomentar políticamente la
etnocultura de la que forma parte.

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