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Para ingresar en el tema principalmente tenemos que entender que significa la autoestima. En
pocas palabras, la autoestima es la valoración que tenemos de nosotros mismos; un conjunto
de percepciones, pensamientos, evaluaciones, es el cómo nos sentimos con nosotros, cuánto
nos valoramos, la capacidad que tenemos cada uno de amarnos, de aceptarnos, con todo el
bagaje que tenemos y con las características que poseemos, que fuimos adquiriendo durante
nuestras vidas, que nos identifican y cuentan quienes somos.
La tendencia de comportamiento que dirigimos hacia nosotros mismos, hacia nuestra manera
de ser, de actuar, como nos comportamos, nuestro carácter, vendría a ser en pocas palabras
una evaluación de nuestro ser.
Nuestra historia personal, nuestras vivencias y las experiencias que transitamos a lo largo de la
vida influyen de una forma sumamente relevante en el desarrollo y formación de la autoestima.
¿Qué nos pasa cuando la autoestima baja? puede afectar de manera importante nuestras
vidas, en nuestro estado de ánimo, en nuestra voluntad para llevar adelante proyectos tanto
personales como profesionales.
Una persona con autoestima baja le costara mucho tomar decisiones, ya que lo hará dudando
o proyectando inseguridad en su decisión.
Las decisiones y acciones que tomas en tu vida están directamente ligadas con el nivel de
autoestima que tenes en ese momento.
Cuando poseemos una autoestima adecuada, con una actitud positiva demuestra seguridad, la
cual nos brinda confianza, nos permite ser aceptados socialmente, diferenciándonos del resto,
lo cual conlleva a ser una persona buscada en cualquier ambiente donde se mueva.
Cultivar una autoestima positiva es de suma importancia porque nos permite tomar mejores
decisiones, enfocándonos en la realidad en la cual vivimos y poder ser capaces de auto
valorarnos de forma considerada.
Dándonos una mirada objetiva de nosotros mismos lo que nos va a permitir de manera
saludable enfrentarnos con los problemas que se nos presentan a diario en nuestro entorno,
personal, laboral, la Familia y los amigos.
El poder de las palabras, el nivel de nuestra autoestima, afecta tanto nuestro mundo interno
como el externo. A veces decimos palabras como si no fueran nada y no somos concientes del
valor, la fuerza y el impacto que estas tienen y lo que generan en nuestras vidas y en la vida de
quienes nos rodean.
Las palabras que se utilizan para comprender, elevar, motivar, tienen un valor y un significado
que trasciende mas allá de letras enlazadas. Llevan consigo el poder de cambiar el estado de
como se siente una persona ya seamos nosotros mismos u otra persona. El alto impacto
emocional puede definir, cambiar o simplemente mejorar como se siente un individuo, las
palabras crean significado, el lenguaje crea acciones, donde podemos abrir o cerrar
posibilidades, oportunidades para nuestra vida y la de las personas que están a nuestro lado.
La autoestima juega un papel fundamental en la calidad de vida personal, está claro, pero en
este artículo nos centraremos en el papel que juega en la vida profesional.
Conocerse a sí mismo y tener una actitud positiva y segura hacia las propias competencias,
favorece en gran medida las relaciones personales en el ámbito laboral, algo que, tal como ya
hemos comentado en otros post, es decisivo para el trabajo en equipo, el liderazgo y la gestión
del cambio en las organizaciones. Hablamos, lógicamente, de la autoestima sana, equilibrada,
no de las personas que son incapaces de reconocer sus limitaciones y adoptan una actitud de
superioridad ante los demás.
¿Qué aporta a una organización una persona con una sana autoestima, como valor diferencial
respecto a la persona insegura, que no se valora a sí misma?
Una de las aportaciones que realiza la persona con autoestima en su entorno profesional es la
capacidad de asumir responsabilidades: no le importa reconocer un error, o su responsabilidad
en un tema que no ha salido todo lo bien que se esperaba, porque confía en sus competencias,
no se lleva el error a lo personal, sino que analiza lo que ha pasado, asume su parte y
aprovecha la oportunidad de aprender del error.
Otro aspecto del profesional con autoestima sería su capacidad de emitir juicios objetivos e
imparciales, ya que no necesita enmascarar la realidad ni los comportamientos propios o
ajenos para no tener que reconocer una equivocación. Esta actitud evita muchos conflictos en
las organizaciones.
Normalmente, la persona con una sana autoestima es íntegra, auténtica, porque se conoce y
se acepta, y genera en su entorno más próximo relaciones más positivas que las que suele
establecer una persona insegura y temerosa de equivocarse. No se pone a la defensiva y
escucha abiertamente a los demás.
Decíamos antes que la autoestima procede del autoconocimiento; por tanto, este tipo de
personas, al ser conscientes de sus fortalezas y debilidades, emprenderán acciones para
fortalecer sus áreas de mejora. También tendrán menor resistencia al cambio, ya que confiarán
en sus capacidades para afrontarlo, y buscarán recursos para que el impacto de sus carencias
sea menor.
La persona con autoestima no se compara, porque valora el concepto que tiene de sí misma, y
respeta a los demás porque también se respeta. Deja espacio a las necesidades de los demás
porque es consciente de las propias.
Por el contrario, las personas con baja autoestima suelen anticipar resultados negativos, y son
más competitivas y resentidas; su forma de relacionarse es también negativa, ya que se
comparan permanentemente con los demás y su inseguridad les lleva a no asumir su
responsabilidad cuando se generan problemas en los equipos de trabajo. Esta actitud pesimista
quita mucha energía, lo que puede afectar negativamente al trabajo.
Por tanto, tener empleados y directivos con una autoestima positiva favorece las relaciones
interpersonales, base del trabajo en equipo, permite reconocer los errores como forma de
aprendizaje y aporta una forma de resolución de conflictos más eficiente. Todo ello tiene una
clara repercusión en un buen desempeño profesional.
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La autoestima es la valoración que hacemos de nosotras mismas en cuestión de imagen, de
carácter, de valía, etc. Y esa valoración la vamos haciendo desde la infancia. Los problemas de
autoestima pueden ser producto de una sucesión de acontecimientos desafortunados, pero la
verdad es que las armas para luchar contra la baja autoestima deberían estar dentro de
nosotras. Y esas armas, esos recursos, deberían ser un legado familiar para la autoestima.
El resultado de esta valoración negativa por parte de la familia es una persona adulta insegura,
culpable y con una autoestima baja. De ahí a tener problemas para relacionarse con los demás
o incluso de establecer relaciones sentimentales tóxicas que perpetúen ese refuerzo negativo
no va más que un paso en falso.
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Un niño que crea su personalidad basándose en un refuerzo positivo por parte de su familia, es
un adulto seguro de sí mismo, responsable, decido y con la fuerza suficiente para hacer frente
a los problemas. Es por eso que la familia es el primer motor que impulsa el desarrollo de la
autoestima.
Esto no quiere decir que no se pueda superar esa influencia negativa de la familia en la
autoestima y convertirnos en personas seguras, decididas e independientes. Pero ciertamente,
nos va a costar más. De la misma forma que no llevamos adelante todo el aprendizaje de la
infancia, sino que vamos transformando los valores y las enseñanzas a lo largo de nuestra
vida, de esta misma manera debemos aprender a desarrollar nuestra autoestima al margen de
la familia.