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La Escuela de Frankfurt representó uno de los más importantes paradigmas en el estudio de las

ciencias sociales. Sus miembros se caracterizaron por llevar a cabo trabajos con una visión crítica y
culturalista de los fenómenos sociales más importantes de su tiempo. Esta corriente de pensamiento
surgió en el Instituto de Investigaciones Sociales, afiliado a la Universidad de Frankfurt, fundado en
1923 por Felix Weil, pero fue su segundo director, Max Horkheimer, quien la posicionó como el
centro más importante de investigación basado en el pensamiento marxista y quien logró reunir a
muchos intelectuales cuyas ideas tuvieron mucha transcendencia en el estudio de la sociedad de
masas, algunos de ellos fueron Theodor Adorno, Erich Fromm, Walter Benjamin, Herbert Marcuse,
Norber Elias, y en tiempos más recientes, Jurgen Habermas.
La base del pensamiento de la Escuela de Frankfurt se encuentra en el materialismo histórico de
Marx, en la fenomenología de Hegel y en la teoría del psicoanálisis de Freud. Sin embargo, sus
ideas se alejan del marxismo como ideología política, pues lo que en su mayoría buscaban era
plantear un orden social y crítico en cuanto a política, por lo que distaban de aceptar el socialismo
estricto, el cual había derivado en regímenes totalitarios y represivos que no agradaban a los
frankfortianos por atentar contra la cultura y las libertades humanas.
Los miembros de la Escuela criticaron el capitalismo y el consumo irracional, por lo que muchas
veces se opusieron al funcionalismo norteamericano, con el que tuvieron que convivir muy de cerca
debido a que cuando se instaló en Alemania el régimen nazi junto con sus políticas antisemitas,
muchos de sus miembros tuvieron que refugiarse en Estados Unidos debido a que pertenecían a la
etnia judía. Sin embargo, fueron bien recibidos y apoyados por universidades estadounidenses
como Columbia o California.
Al término de la guerra algunos de los miembros y colaboradores de Frankfurt regresaron a Europa,
por lo que en 1950 se reabre el instituto en Alemania respetando los mismos principios con los que
fue fundado. Sin embargo, Erich Fromm y Herbert Marcuse dos de sus miembros fundadores más
importantes siguieron trabajando en América.
A finales de la década de los sesenta, las ideas de la Escuela de Frankfurt cobrarían importancia a
nivel mundial, pues los movimientos estudiantiles de 1968 tendrían al pensamiento de sus teóricos
dentro de las bases de la protesta contra el materialismo y los autoritarismos. Este movimiento
marcaría el principio de la segunda generación de la Escuela, cuyo máximo exponente sería Jürgen
Habermas, quien partió de un enfoque diferente al de los miembros fundadores, el cual se centra
principalmente en la ética discursiva y en la fundamentación argumentativa. Otros miembros de la
segunda generación de Frankfurt fueron Franz Neumann, Oskar Negt y Albretch Wellmer.
Actualmente, el Instituto de Investigaciones Sociales de Frankfurt aún existe y reúne a pensadores
de varios países que convergen con la ideología crítica, y a pesar de que su producción intelectual
ya no es la misma que en sus primeros años, aún se distingue como un importante centro de
investigación social y conserva su misma orientación, la cual ha tenido que adaptarse al contexto
actual, en donde el criticismo de Frankfurt ha tenido que abrirse un poco a aceptar planteamientos
de otras corrientes y dejar atrás el divorcio total que anteriormente existía entre los frankfurtianos y
los funcionalistas, debido a que los problemas de nuestros días requieren de la coexistencia de
muchos enfoques, pues cada uno arroja información y respuestas necesarias para distintos
problemas que afectan a la sociedad.

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