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Ordena que todo “todo joven que se encuentre sin una boleta que acredite
alumno de alguna escuela o colegio, sea en castigo, tomado para el
servicio público o de las armas”. Se preocupa por la educación femenina,
en cuzco en 1825 decreta la creación de un colegio, en el cual se admitiran
a las niñas de cualquiera clase social que esten en aptitud de recibir la
educación, considerando que “la educción de las niñas es la base de la
moral de la familia”, En el Congreso de Angostura dijo: “Sin moral
republicana, no puede haber gobierno libre. Para afirmar esta moral he
inventado un cuarto poder que críe a los hombres en la virtud y los
mantenga en ella”.
“La educación popular debe ser el cuidado primogénito del amor paternal
del Congreso. Moral y luces son los polos de una república; moral y luces
son nuestras primeras necesidades. Tomemos de Atenas su areópago, y
los guardianes de las costumbres y de las leyes; tomemos de Roma sus
censores y sus tribunales domésticos; y haciendo una santa alianza de
estas instituciones morales, renovemos en el mundo la idea de un pueblo
que no se contenta con ser libre y fuerte, sino que quiere ser virtuoso.
Tomemos de Esparta sus austeros establecimientos, y formando de estos
tres manantiales una fuente de virtud, demos a nuestra República una
cuarta potestad cuyo dominio sea la infancia y el corazón de los hombres,
el espíritu público, las buenas costumbres y la moral republicana.
Constituyamos este areópago para que vele sobre la educación de los
niños, sobre la instrucción nacional; para que purifique lo que se haya
corrompido en la República; que acuse la ingratitud, el egoísmo, la frialdad
del amor a la patria, el ocio, la negligencia de los ciudadanos; que juzgue
de los principios de corrupción, de los ejemplos perniciosos; debiendo
corregir las costumbres con penas morales, como las leyes castigan los
delitos con penas aflictivas, y no solamente lo que choca contra ellas, sino
lo que las burla; no solamente lo que las ataca, sino lo que las debilita; no
solamente lo que viola la Constitución, sino lo que viola el respeto público.
La jurisdicción de este tribunal verdaderamente santo, deberá ser efectiva
con respecto a la educación y a la instrucción, y de opinión solamente en
las penas y castigos. Pero sus anales, o registros donde se consignan sus
actas y deliberaciones; los principios morales y las acciones de los
ciudadanos, serán los libros de la virtud y del vicio. Libros que consultará el
pueblo para sus elecciones, los magistrados para sus resoluciones, y los
jueces para sus juicios. Una institución semejante que más que parezca
quimérica, es infinitamente más realizable que otras que algunos
legisladores antiguos y modernos han establecido con menos utilidad del
género humano.”
Art. 4º.- Estimulará a los sabios y a todos a que escriban y publiquen obras
originales sobre lo mismo, conforme a nuestros usos, costumbres y
gobiernos.
Art. 5º.- Como la Cámara misma recogerá dentro de poco tiempo mejor que
nadie todos los datos y conocimientos necesarios para semejantes obras,
compondrá y publicará alguna que sirva a la vez de estímulo para que se
ocupen otros de este trabajo, y de ilustración para todos.
Art. 10.- Cada colegio estará bajo la dirección inmediata de un institutor que
será nombrado por la Cámara, escogiéndolo entre los hombres más
virtuosos y sabios, cualquiera que sea el lugar de su nacimiento. La mujer
del institutor será la institutriz inmediata del de las niñas, aunque bajo la
dirección de su marido. Este empleo será el más considerado, y los que lo
ejerzan serán honrados, respetados y amados como los primeros y más
preciosos ciudadanos de la República.
Art. 12.- Todos los años publicará la Cámara tablas o estados exactos y
circunstancias de los niños nacidos y muertos, de su constitución física, de
su salud y enfermedades, de su adelantamiento, inclinaciones, cualidades y
talentos particulares. Para hacer todas estas observaciones se servirá de
los institutores, de los curas, de los médicos, de los agentes
departamentales, de los ciudadanos ilustrados, y de todas las autoridades,
que empezando por el mismo Presidente, le obedecen todas en materia de
educación.
Así se deja ver a su paso por Lima, en la que reformó la vida académica de
su Universidad, lo mismo se manifiesta en la reorganización de los estudios
universitarios de la Universidad de Bogotá, como lo dispone el siguiente
decreto:
“Es mi voluntad – dice en esa última voluntad- que las dos obras que
me regaló mi amigo el señor general Wilson, y que pertenecieron
antes a la biblioteca de Napoleón, titulados El Contrato Social de
Rousseau y El arte militar de Montecucull, se entreguen a la
universidad de Caracas…”
SIMÓN BOLÍVAR
Libertador Presidente…
DECRETO
Articulo 1°. Cesa desde hoy la prohibición que impone los antiguos
estatutos de la Universidad de Caracas de elegir para el Rectorado de la
Universidad a los doctores en Medicina a los de estado regular.
Artículo 2°. Cesa también la obligación de que alternen en dicho Rectorado
un doctor secular y un eclesiástico.
Sobre este aspecto citamos una vez más al historiador Salcedo Bastardo quien
nos expone que con esa nueva Constitución para esa institución, “se derogaron
normas arcaicas, se remozó y modernizó debidamente la institución, se sentaron
las bases de un nuevo orden que bien podría estimarse como punto de partida
para una reforma universitaria. Gracias a las nuevas reglas, la Universidad
consolidó su autonomía, se le adjudicaban bienes y rentas propias para atender
de modo independiente a sus requerimientos. En esa Constitución Bolivariana se
proclama una política universitaria de puertas abiertas; enfáticamente se establece
que en calidad de asistente “no se impedirá a ninguno a oír las lecciones de un
catedrático”. A los estudiantes se le reconoce participación en el comando del
instituto disponiendo que “además de las visitas que el Rector hará a las clases
cuando se lo sugiera su celo, elegirá en cada bimestre dos estudiantes de cada
clase, para que informen sobre la conducta del catedrático”.
En beneficio a los estudiantes se consigna categóricamente la exención del
servicio militar y de cualquier tarea que los aleje de su función específica. Los
estudiantes son solidariamente responsables con los profesores del prestigio del
instituto; en los actos públicos llamados “certámenes” junto a cada profesor
participaran obligatoriamente en un número de dos, “ninguno de los cuales podrá
excusarse”, para que enteren al país de “los progresos que hacen los jóvenes y el
estado que tienen los estudios en la Universidad”. Se abre la vía para un sistema
justo de equivalencias y reválidas que unifique a las diversas universidades; se
reconoce la igualdad de títulos con todas las universidades de Colombia. Para la
provisión de cátedras se consagra el sistema de libres concursos de oposición, y
se recuerda expresamente a los jurados “obrar con justicia sin afición ni pasión”.
A los profesores los quiere como maestros integrales, les prescribe que no
solamente deben ser transmisores de conocimientos, sino también “el modelo de
los jóvenes confiados a su enseñanza: la decencia, el decoro, la urbanidad, la
cultura en el idioma, todo debe relucir en los maestros, a fin de que con estas
lecciones prácticas, formen buenos discípulos”.
Considera que, en interés de la majestad misma del cuerpo colegiado, es muy
importante la presencia de los profesores en los actos del instituto, y prevé
sanciones severas para los inasistentes consuetudinarios. Se funda un sistema de
jubilaciones “con renta entera” a los veinte años de servicio, y como estimulo a la
producción de obras de texto, se permitía especialmente con reconocimiento de
meritos computables para la jubilación anticipada a quien escriba o traduzca libros
fundamentales.