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LOS PATRIARCAS

ABRAHAM: significa padre de una multitud de creyentes.


Familia: Su esposa Sara, su hijo Isaac y una gran descendencia prometida por Dios.
País: Originario de Ur de Caldea, se trasladó a vivir a la tierra prometida por Dios: Canaán.
Misión: Dios lo llama y hace una alianza con él. Le promete descendencia y una tierra en posesión.
Fecha: Vivió aproximadamente en el año 1900 a.C.

Con Abraham comienza la historia del pueblo de Israel. Era un pastor seminómade que vivía
en la ciudad de Ur, de Caldea, al sur de la Mesopotamia, junto a su mujer, Sara, su familia y sus
pequeños rebaños de cabras y ovejas. Era el jefe de su grupo familiar, y se trasladaban de una zona
a otra en busca de mejores pasturas para los animales.

Todas las religiones de los pueblos de la Antigüedad eran politeístas: creían en la existencia
de varios dioses, a los que acudían para pedirles cosas distintas. Abram conocía estas grandes
religiones, pero algo distinto y maravilloso pasó un día en su vida: Dios, el Dios único y verdadero lo
llamo y lo invito a una gran aventura:

El Señor dijo a Abram: Deja tu tierra natal y la casa de tu padre y ve al país que yo te mostraré.
Yo haré de ti una gran y te bendeciré; engrandeceré tu nombre y serás una bendición... y por ti serán
bendecidos todos los pueblos de la tierra'. Abram partió como Dios se lo había ordenado. Tomó a su
esposa Sara, a su sobrino Lot, con todos los bienes que tenía y todas las personas que había reunido,
y se encaminó hacia la tierra de Canaán" (cf. Gn 12,1-5).

Abram dejó todo lo que tenía y conocía, y se dirigió hacia un lugar incierto y desconocido,
apoyado solamente en la confianza en ese Dios que le había hablado. Abram mantuvo esta actitud
de fe a lo largo de toda su vida, aun en medio de pruebas y dificultades Él confiaba en Dios y se puso
en camino, fue el primero en creer. Por eso es llamado el padre de la fe o el padre de todos los
creyentes.

Cuando Abram y su familia llegaron a la tierra prometida por Dios, se establecieron


sucesivamente en diferentes ciudades. Abram era allí un extranjero, un desconocido y las cosas no
fueron fáciles para él. Fue expulsado de algunos lugares donde se asentaba para darles mejores
pastos a sus animales, lo acecharon muchos peligros durante las marchas, y, además era ya un
hombre viejo y no tenía descendencia porque su mujer era estéril. Sin embargo, Abram siguió
confiando en Dios, que se le revelaba como un amigo, y en la promesa que le había hecho:

"Yo soy el Dios Todopoderoso. Camina en mi presencia y sé irreprochable. Yo haré una Alianza
contigo. Tú serás el Padre de una multitud de naciones. Y ya no te llamarás más Abram: en adelante
tu nombre será Abraham, para indicar que yo te he constituido padre de una multitud de naciones.
Estableceré una alianza contigo y con tus descendientes a través de las generaciones. Mi alianza será
una alianza eterna y así yo seré tu Dios y el de tus descendientes. Yo te daré en posesión perpetua a
ti y a tus descendientes esta tierra donde ahora resides..." (Gn 17,1-8).

Abraham respondió: “Señor, ¿para qué me darás algo si yo sigo sin tener hijos?”. Dios lo llevó
afuera y le dijo: “Mira hacia el cielo, y si puedes, cuenta las estrellas”. Y añadió: “Así de grande será

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tu descendencia”. Abraham creyó en el Señor, y el Señor se lo tuvo en cuenta para su justificación.
(cf. Gn 15,2-6).

Para profundizar:

- El encuentro con el sacerdote Melquisedec: Gn. 14, 13-24.


- La circuncisión, singo de la Alianza: Gn. 17, 1-14.
- La visita del Señor: Gn. 18, 1-15.
- La oración en la que intercede por Sodoma: Gn. 18, 16-36.

ISAAC: significa Dios sonríe.


Familia: Hijo de Abraham y Sara, casado con Rebeca, padre de Esaú y Jacob.
País: Vivió en la tierra prometida.
Misión: Ser el heredero de la promesa que Dios le hizo a su padre.
Fecha: Vivió aproximadamente en el año 1900 y 1720 a.C.

El tiempo pasaba, y el hijo de la promesa no llegaba. Abraham pensó que Ismael, el hijo que
había tenido con su esclava Agar, sería su único descendiente. Pero Dios volvió a dirigirse a Abraham
diciéndole: "Tu esposa Sara te dará un hijo, al que pondrás por nombre Isaac. Yo estableceré mi
alianza con él y con su descendencia..." (Gn. 17,19).

Parecía una promesa imposible de cumplir, ya que Abraham y Sara ya eran ancianos, pero
pese a todo, Abraham volvió a creer en Dios. Y la promesa fue cumplida: Abraham y Sara tuvieron un
hijo, al que llamaron Isaac, que significa: “Dios nos sonríe”. Isaac fue el hijo de la promesa, con el que
Dios premió la fe inquebrantable del patriarca, que aprendió a esperar en Dios, aun contra toda
esperanza.

Pero el momento más difícil de la vida de Abraham llegó cuando Dios puso a prueba su fe y
su confianza, pidiéndole que sacrificara a Isaac:

"'¡Abraham!”, le dijo. Y él respondió: “Aquí estoy”. Entonces Dios le siguió diciendo: “Toma a tu hijo
único, el que tanto amas, a Isaac; ve a la región de Moria, y ofrécelo en holocausto sobre la montaña
que yo te indicaré" (cf. Gn. 22,1-2).

A la mañana siguiente, Abraham partió con su hijo, tomando todo lo necesario para el
sacrificio. Al tercer día llegaron al lugar indicado por Dios y comenzaron a subir la montaña. Recogió
las leñas que necesitaban para el sacrificio y las cargó sobre su hijo. En el camino, Isaac preguntó:
“¿Dónde está el cordero que ofreceremos?”. A lo que su padre respondió: “Dios proveerá el cordero
para el sacrificio”. Cuando llegaron al lugar, Abraham erigió un altar, dispuso la leña, ató a su hijo
Isaac y lo puso sobre la leña del altar. Luego levantó su mano y tomó el cuchillo para inmolar a su
hijo. Pero el ángel del Señor lo llamó desde el cielo: “¡Abraham, Abraham!... No pongas tu mano sobre
el muchacho ni le hagas ningún daño. Ahora sé que temes a Dios, porque no me has negado ni
siquiera a tu hijo único”. Al levantar la vista, Abraham vio a un carnero que tenía los cuernos
enredados en una zarza. “Entonces tomó el cordero y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo"
(cf. Gn. 22,9-13).

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Los descendientes de Abraham se fueron multiplicando a lo largo de los años, y a través de
las generaciones, fue transmitida esta fe que nació en el corazón de Abraham, el primero de los
patriarcas. Sus descendientes formaron un gran pueblo, y heredaron la fe en el único Dios y la
promesa de una descendencia numerosa y la posesión de la tierra.

Para profundizar:

- El nacimiento de Isaac: Gn. 21, 1-8. - El sacrificio de Isaac: Gn. 22, 1-19.
- El matrimonio con Rebeca: Gn. 24, 64-67. - La renovación de la Alianza: Gn. 26, 23-25.

JACOB: persona que hace trampa.


Familia: Hijo de Isaac, casado con Raquel, padre de 12 hijos.
País: Nació en la tierra prometida y partió a Mesopotamia.
Misión: Dios renueva con él la Alianza que había hecho con sus padres y lo hace padre del pueblo de
Israel.

Isaac se casó con Rebeca y tuvieron dos hijos gemelos. El primero se llamó Esaú, y el segundo
Jacob. Esaú, el primogénito, era el preferido de su padre. Era hombre de campo, cazador, de carácter
fuerte y enérgico. Jacob era más débil que su hermano, se dedicaba a cuidar las ovejas y era el
preferido de su madre.

Ambos hermanos crecieron en la fe de sus padres, confiando en la promesa que Dios había
hecho a Abraham, y que fue transmitida a través de las generaciones. Era obvio que la promesa sería
heredada por Esaú, el mayor de los hermanos, quien a la muerte de su padre se convertiría en el
nuevo patriarca.

Un día, cuando Isaac era ya viejo y no podía ver, llamó a Esaú y le dijo: "Ve al campo y caza
algún animal para prepararme una comida. Luego te bendeciré para que seas mi heredero". Rebeca,
su madre, escuchó sus palabras y, mientras Esaú estaba en el campo, tomó a Jacob, y lo preparó en
su lugar. Como Esaú era velludo y fuerte, y Jacob era lampiño, recubrió su cuerpo con piel de cabrito,
y lo mandó a donde estaba su padre, llevándole un plato de lentejas. Isaac no reconoció el engaño, y
después de probar la comida, bendijo a Jacob en lugar de Esaú.

Jacob hizo trampa y robó la bendición de su padre. Esto era algo muy serio, porque una vez
dada, ni el mismo Isaac podía retirarla. Jacob, arrepentido, huyó de su casa a vivir en un país lejano.
Allí tuvo que recorrer un largo camino de dolor y obediencia, y tuvo que ir descubriendo paso a paso
lo que Dios quería de él.

Después de un tiempo, Jacob decidió volver a su casa para hacer las paces con Esaú. Estaba
preocupado por lo que podría suceder cuando se encontraran. Una noche, durante su viaje le sucedió
algo muy extraño: un hombre se apareció en mitad de la noche y luchó con él hasta el amanecer. Era
más fuerte y le quebró la pierna durante el combate. El extraño dijo a Jacob: "Déjame ir, porque ya
está amaneciendo". Pero Jacob le contestó: "No te soltaré si antes no me bendices". El otro le
preguntó: "¿Cómo te llamas?". "Jacob", respondió. Él añadió: "En adelante no te llamarás Jacob, sino

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Israel, porque has luchado con Dios y con los hombres y has vencido". Jacob le rogó: "Por favor, dime
tu nombre". Pero él respondió: "¿Cómo te atreves a preguntar mi nombre?". Y allí mismo lo bendijo
(cf. Gn 32, 27-30).

Dios se manifestó infinitamente misericordioso con él, y lo hizo padre de doce hijos, quienes
dieron origen a las doce tribus del pueblo de Israel: Rubén, Simeón, Leví, Judá, Dan, Neftalí, Gad, Aser,
Iscar, Zabulón, José y Benjamín. Cada tribu se estableció en una porción de la tierra prometida, y cada
una intentó vivir fiel a la Alianza de amor que Dios había hecho con sus padres.

Para profundizar:

- Jacob es prototipo del luchador astuto, que usa la trampa y el engaño para obtener la victoria.
Pero a lo largo de su vida, él también tendrá que sufrir el engaño en carne propia. Investigamos en
la biblia sobre una larga historia de trampas y engaños. Leemos Gn. capítulos 39, 30 y 31.

JOSÉ:
Familia: El penúltimo de los 12 hijos de Israel
País: Originario de la tierra prometida. De joven fue vendido al país de Egipto.
Misión: Salva al pueblo de Israel, y se muestra compasivo y bondadoso con sus hermanos.
Fecha: Vivió aproximadamente en el año 1750 y 1640 a.C.

Jacob, que ahora era llamado Israel, tenía una especial predilección por su hijo José, al que
llenaba de privilegios. Sus hermanos le tenían mucha envidia, y hasta llegaron a odiarlo. José era un
chico muy especial: a menudo tenía sueños y los compartía con sus hermanos y con su padre. Un día
soñó que todos sus hermanos se inclinaban ante él y lo servían, lo que hizo aumentar la bronca de
sus hermanos. Un día decidieron matarlo y lo llevaron al campo para darle muerte. Pero estando allí,
sintieron algo de pena, y optaron por venderlo a una caravana de peregrinos que se dirigía al país de
Egipto. Los hermanos hicieron creer a Israel, que José había muerto atacado por una fiera, y este
sufrió un profundo dolor. Mientras tanto, José era vendido en Egipto a un capitán de la guardia del
faraón.

La vida en la tierra de Israel continuó para todos, y el pueblo se hacía cada vez más numeroso.
A menudo surgían dificultades entre las tribus, peleas entre hermanos, infidelidades de algunas tribus
que se olvidaban de Dios y su promesa, y comenzaban a adorar a dioses falsos.

En aquella época, toda la región sufrió un tiempo de gran sequía, por lo que los israelitas
tuvieron que emigrar en busca de mejores tierras. Fue así como llegaron a Egipto, en busca de
alimentos y de mejor suerte.

En Egipto, José había llegado a ser el hombre de confianza del faraón, ya que tenía grandes
dotes para interpretar los sueños y para predecir a partir de ellos las cosas que sucederían en el país.
Cuando los hijos de Israel llegaron al palacio del faraón a pedir alimentos, fueron reconocidos por
José: «José no podía contener su emoción, y dijo a sus hermanos: "Yo soy José. ¿Es verdad que todavía
mi padre vive?". Pero ellos no pudieron responderle, porque al verlo, se quedaron pasmados.
Entonces José volvió a decir a sus hermanos: "Acérquense un poco más". Y cuando ellos se acercaron,

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añadió: "Sí, yo soy José, el hermano de ustedes, el mismo que vendieron a los egipcios. Ahora no se
aflijan ni sientan remordimiento por haberme vendido..." (cf. Gn. 45,3-5).

José, en un gran gesto de amor los perdonó y les brindó toda la ayuda que necesitaban,
mandándoles que volvieran a la tierra de Caanán a buscar a su padre y que lo trajeran junto a él. De
esta manera, los descendientes de Abraham se instalaron en Egipto donde vivieron durante muchos
años.

Para profundizar:

- La túnica de colores: Gn. 37, 3-6. - Los hermanos venden a José: Gn. 37, 12-36.
- José ayuda al faraón de Egipto: Gn. 41, 15-36. - José perdona a sus hermanos: Gn. 43, 15-34.

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