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ENSEÑANZA II

05/07/2019 17,20 h.

Is54 1 Exulta, estéril, que no dabas a luz; | rompe a cantar, alégrate, | tú que no
tenías dolores de parto: | porque la abandonada | tendrá más hijos que la casada
—dice el Señor—.
2 Ensancha el espacio de tu tienda, | despliega los toldos de tu morada, | no los
restrinjas, | alarga tus cuerdas, | afianza tus estacas,
3 porque te extenderás de derecha a izquierda. | Tu estirpe heredará las naciones
| y poblará ciudades desiertas.
4 No temas, no tendrás que avergonzarte, | no te sientas ultrajada, | porque no
deberás sonrojarte. | Olvidarás la vergüenza de tu soltería, | no recordarás la
afrenta de tu viudez.
5 Quien te desposa es tu Hacedor: | su nombre es Señor todopoderoso. | Tu
libertador es el Santo de Israel: | se llama «Dios de toda la tierra».
6 Como a mujer abandonada y abatida | te llama el Señor; | como a esposa de
juventud, repudiada | —dice tu Dios—.
7 Por un instante te abandoné, | pero con gran cariño te reuniré.
8 En un arrebato de ira, | por un instante te escondí mi rostro, | pero con amor
eterno te quiero | —dice el Señor, tu libertador—.
9 Me sucede como en los días de Noé: | juré que las aguas de Noé | no volverían a
cubrir la tierra; | así juro no irritarme contra ti | ni amenazarte.
10 Aunque los montes cambiasen | y vacilaran las colinas, | no cambiaría mi amor,

| ni vacilaría mi alianza de paz | —dice el Señor que te quiere—.

Las tres palabras alargar, ensanchar y extender tienen que ver con
el crecimiento. En Hch 9, 31 la primera comunidad cristiana crecía
cualitativa y cuantitativamente desde la predicación de Pedro en
Pentecostés -La Iglesia gozaba de paz en toda Judea, Galilea y Samaría.
Se iba construyendo y progresaba en el temor del Señor, y se multiplicaba
con el consuelo del Espíritu Santo -.
Aunque sí que provengo de familia católica, mi experiencia de Dios
y mi vocación sacerdotal los descubrí en la Renovación Carismática. Si
cuestiono algo de ella, lo hago porque creo que la Renovación Carismática
es una gracia de Dios para la Iglesia de hoy. Creo que Dios va a ser duro
con muchos sectores de la Iglesia por no haber aprovechado la
Renovación, de la cual creo que es una bendición. La Renovación
Carismática cuestiona esquemas y estructuras eclesiales. Por eso el texto
de Is 54 sugiere desacomodarse, que es algo que no gusta a nadie.
Desacomodar es desarmar y hemos de desarmar muchas cosas que
hemos construido para volverlas a componer. NO es desarmar por
desarmar, sino reconstruir lo que no funciona. Se habla de innovación en
la empresa, en la Administración… y a veces hacia dentro de la
Renovación Carismática no innovamos. Si decimos “ese sacerdote es
renovado”, “ese obispo es renovado” o “ese laico es renovado”, mentimos.
Nadie está totalmente renovado, ninguno de nosotros ha llegado a la
renovación total, no estamos renovados sino en renovación. Caminamos
como Renovación Carismática todos los días.
Por tanto, hay que romper esquemas y paradigmas, los paradigmas
que hemos construido, y construir esquemas nuevos. El Papa en Rio de
Janeiro durante la JMJ de 2013 dijo a los jóvenes una palabra que aún
resuena en la Iglesia: “armen lío”. Por tanto, salgan a las calles a armar
lío. Intenta convencernos de que salgamos de tanto encierro. Les dije a
mis jóvenes que armaran lío y ellos me preguntaron si yo estaba
dispuesto a armar lío: me citaron a las 17 h. frente a un centro comercial
–el más grande, elegante y concurrido-, y cuando la gente estaba entrando
le preguntaban: “¿quiere que oremos por usted?” La gente a su vez
preguntaba si éramos católicos y se extrañaban, porque decían que los
católicos nunca salían a ningún sitio. Y también estos chicos le decían a
la gente: “si se quiere confesar, aquí hay un cura”: resulta que “armaron
lío”. Tal vez usted y yo tendríamos que salir de lo convencional, ir a donde
nadie ha ido. Hay que renovar esquemas.
Ensanchar, extender y alargar es renovar la Renovación Carismática.
Se dice que la Renovación Carismática tiene que ser renovada, y creo que
esto es porque hay cosas que en el Evangelio nos han superado: ¿nos
amamos dando la vida al estilo de Jesús? Renovar la Renovación
Carismática es amar al estilo de Jesús, no son cantos nuevos o nuevos
avivamientos. Hacer realidad el proyecto inconcluso del Reino de Dios es
renovar la Renovación Carismática.
El mundo de hoy y la tecnología nos han vuelto tan individualistas
que saber que tú eres importante para mí y sería capaz de dar la vida por
ti es renovar la Renovación Carismática. El amor nunca pasará de moda.
La gente de la Renovación Carismática tiene el peligro de que somos
como los niños pequeños que solo quieren Coca-Cola, refrescos… pero
no quieren alimento sólido. El trabajo de los padres es convencer al niño
de que debe de tomar sopa y verdura. Somos como niños apegados a los
dulces. En el cielo nos preguntarán cuánto hemos amado, no nos
preguntarán por los descansos en el Espíritu o si hemos hablado mucho
en lenguas. Donde más engaño he visto ha sido dentro de los creyentes,
incluidos los de la Renovación Carismática; las peores calumnias y
enfrentamientos los he visto dentro de la Renovación Carismática. Pero
hemos sido paridos por el mismo vientre, y no hay peor enfrentamiento
que entre éstos.
Hay que aprender a amar, respetar y dar la vida por los hermanos.
Lo que llamaba la atención de los primeros cristianos era “mirad cómo se
aman”, no cuáles son sus experiencias místicas o sanaciones. Yo creo que
una Renovación Carismática sin carismas no es Renovación, pero lo
realmente importante es el “mirad cómo se aman” al estilo de Jesús;
renovar la Renovación es aprender a dar la vida los unos por otros. En
esto creo que estamos en pañales.
Renovar la Renovación Carismática supone una súplica que nos ha
ayudado a descubrir la Renovación Carismática: “Ven, Espíritu Santo” es
la oración más auténtica y menos interesada que puede hacer un
creyente. Porque muchos de nosotros hemos aprendido a decir “la oración
de los corderos”. Decir “Señor, sáname” es la oración de los corderos:
“sánameeeeee, protégemeeeeeee, cúrameeeeeeee”. No se comprende
cómo que tras dos horas adorando al Santísimo, tocándolo incluso, una
persona llegue y me diga: “Padre, óremeeeeee”. No lo entiendo.
“Ven, Espíritu Santo” es la oración más auténtica porque cuando
pides Espíritu Santo no pides nada, lo que pides es a Dios. Y si pides a
Dios, lo pides todo. Como decía el Señor, con la medida que midas, así te
medirán (Mt 7, 2b; Mc 4, 24; Lc 6, 38b). Mientras sea más capacidad, más
recibirás. Cuando pedimos Espíritu Santo no pedimos nada de Dios sino
a Dios mismo. No hay situación más comprometida que pedir a Dios
mismo. Si pides algo a Dios lo puede conceder. Pero cuando tú dices “ven,
Espíritu Santo” eso significa pedir que entre y haga lo que quiera. Porque
Dios es caballeroso: “estoy a tu puerta y llamo” (Ap 3, 20). Pero tiene un
problema: si le abres la puerta se toma muchas confianzas. Se pone a
limpiar, pulir, cortar… y entonces le decimos que, bueno, no es para
tanto.
Me pidieron bendecir una casa muy bella, con un jardín precioso
que tenía aspersores a determinada temperatura, una cocina
hipermoderna, el comedor con muebles estupendos, el cuarto del niño
una maravilla, y me decían “Padre, pase, pase…” y yo pasaba y abría las
puertas; y una de ellas daba a una habitación donde estaban las cosas
viejas: “no, padre, no queríamos que entrara allí”, me decían.
Todos tenemos un cuarto de los trastos: la economía o la vida
sexual o la vida social… donde no entra Dios. Decir “Ven, Espíritu Santo”
es decir “entra al cuarto de los trastos”, el cuarto de las cosas viejas o las
cosas que me avergüenzan. Es poner la casa patas arriba: esto es alargar,
ensanchar y extender.
En el documento de Aparecida de 2007 aparece por primera vez en
un documento de la Iglesia la expresión “Nuevo Pentecostés” que la saque
de su comodidad y su vida fácil. La Renovación Carismática necesita una
bomba atómica de Espíritu Santo.
Pero la Renovación Carismática no ha cumplido su misión de volver
disponible a la Iglesia al Espíritu Santo. Hace dos años en Roma el Papa
oró pidiendo Espíritu Santo y vi en ello un signo profético. Pero esto no
sale demasiado en las noticias oficiales de la Iglesia. La apertura a la
acción del Espíritu Santo es lo que significa ensanchar, alargar y extender.
Instaurar la cultura de un nuevo Pentecostés es una nueva forma de
relación con Dios, con los otros, con el entorno y nosotros mismos. ¿Esto
lo hemos hecho?
Decía Tom Forrest que no decimos nada nuevo de Dios, porque si
decimos que es maravilloso o increíble, esto también podemos ver que se
dice en un anuncio de detergente. Si me baño en una playa por primera
vez, ya decimos que conocemos el mar: mentira. Esto nos pasa con Dios.
No sabemos nada de Él. Ensanchar, alargar y extender es sumergirse en
Dios y descubrir lo maravilloso de Él.
A mí me encanta hacer snorkel y si veo una piedra, por bella que
sea, sé que lleva ahí mil años, pero nadie probablemente se ha fijado en
ella. Dios es nuevo, diferente todos los días, nunca se repite. ¿Sabes todo
de Dios? No sabemos nada de Dios. Cuando cumplí 30 años de sacerdocio
me preguntaron sobre esto y respondí que no sé nada de Dios. Vemos
solo la punta del iceberg. Alargar, ensanchar y extender es salir de la
monotonía porque no sabemos NADA de Dios. Salgamos de la monotonía
porque no sabemos nada de Dios, pero a veces se cree que uno ya lo sabe
todo. A veces preparando la homilía tienes la tentación de decir siempre
lo mismo, la misma homilía de hace 15 años: no hay enemigo más grande
del predicador que éste. Siempre que predico lo vuelvo a escribir todo. Si
das la misma predicación que hace 20 años no estás extendiendo,
alargando o ensanchando la tienda. Estás volviendo la tienda como los
apartamentos de hoy, los “apartamentos fit” porque tienes que adelgazar
para entrar en ellos. No te estás enamorando del corazón de Cristo.
Renovar la Renovación Carismática para mí es volverme a enamorar
de mi Jesús, mi Señor, porque mis conceptos e ideas ya no son para mí.
He escuchado a muchos líderes de la Renovación decir: “ya eso no es para
mí”, y yo les digo: lee a san Agustín; para que tú digas que eso no es para
ti, porque ese maestro decía que tal vez eso sí era para él.
Cuando decimos “Ven, Espíritu Santo” estamos recibiendo la
novedad de Dios alargando, extendiendo y ensanchando la tienda.

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