Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
1. MALA NOCHE
2. UN POCO DE HISTORIA… FAMILIAR
3. MI CASA, MI BARRIO
4. COMIENZAN LAS CLASES
5. TINO Y BRUNO, AGENCIA DE PERIODISMO
6. RECUPERAR LA CONCIENCIA CON… CIENCIA
7. LLEGAN LOS ROBINSON
8. ¿ASUSTAR O LIGAR?
9. SÍ, LA COSA PUEDE IR A PEOR
10. LA VEREDA TOCOMOCHA
11. MAMÁ, ¿QUIÉN ES EL MALO?
12. CENA DE AMIGOS
13. UNA FURGO EN TORREGORRINOS
14. UN, DOS,...¡GRABANDO!
15. TOC, TOC, TOC
16. UN PROGRAMA DE TV... DISTINTO
ACTIVIADES EDUDIVERTIDAS
1. MALA NOCHE
Nada. Ni un poquito. No he logrado pegar ojo en toda la noche. He
probado a contar ovejas, caballos, saltamontes, focas, escarabajos peloteros…
¡y no ha habido manera!
Voy al baño y, cuando voy a hacer pipí, me encuentro otra vez un montón
de vendas tiradas por el suelo. Debe de haber sido el abuelo, cómo no. Intento
recoger un poco, logro vaciar mi vejiga y me lavo un poco la cara. El lavabo
está lleno de pelo… ¡otra vez mamá!
¡Superinsólito!
¡Hipermegaextravagante!
¡Hoy recibiré mis primeras clases para ser un fantasma!
Rob, que así se llama mi padre, es un tío genial. Te ríes un montón con él
y tiene muchos momentos graciosos a lo largo del día, pero tiene un pequeño
problema: es una especie de zombi mezclado con Frankenstein.
Sí, mi padre era un científico muy prestigioso hasta poco antes de nacer
yo. Gracias a sus experimentos se lograron grandes avances como la
mortadela con sardinillas o las toallitas para bebé con olor a cebolla. Además,
recibió el premio «Investigador promesa del año» por su estudio sobre la
capacidad de las marujas de oír a través de las puertas, todo un hallazgo que
revolucionó el mundo del cotilleo.
Mi padre, intentando lograr una cura para el desaguisado, creó una nueva
pócima para devolver la visibilidad a mi hermana. Probó él mismo una gota
del nuevo mejunje y el resultado no pudo ser peor: se quedó lelo, atontado,
zombi… vamos, ¡un desastre!
Le quiero mucho, a pesar de que tan solo vaya de aquí para allá andando
muy leeento, balbuceando algunos sonidos como «Guuu», «Mooo», o su
favorito, «Muuumuuu», cuando se dirige a mí.
Es difícil ver que tu padre mide dos metros y tiene el cerebro de un niño
de dos años, pero aun así es una pasada. A veces juego a lanzarle guisantes a
la boca desde el otro lado de la mesa, o le digo que me cuente algún cuento y
él empieza: «Égaaaageee uuunnnaaa vvveeezzz el bbbaaabbbiiitttooo
feeeooo…» y me parto de risa con él.
Karloff. Mi abuelo quiere que le llamemos Karloff. Sí, con dos efes,
como un famoso actor de su época. No es su verdadero nombre, pero él se ha
empeñado en que le llamemos así. Dice que ningún actor ha logrado encarnar
tan bien lo que él es: una momia.
Mi abuelo fue uno de los primeros arqueólogos (sí, esas personas que
buscan cosas antiguas) en visitar Egipto en busca de momias. Era y es toda
una autoridad en la cultura egipcia, pero tuvo un pequeño accidente: la única
vez que logró encontrar una momia le cambió la vida.
Aquello fue todo un éxito. La noticia apareció en todos los periódicos, fue
recibido como un héroe a su vuelta… El problema es que se trajo un pequeño
«regalo» de Egipto.
Es una zona muy tranquila. Aquí podemos hacer lo que queramos sin la
amenaza del resto de la humanidad. Te puedes tirar un pedo en mitad de la
calle tan fuerte como quieras porque nadie te va a escuchar, aunque retumbe
el suelo y huela a huevos podridos de comadreja.
Aquí me lo paso bien, sobre todo con mi hermana, aunque nos gustaría
tener más amigos o ir a un cole en el que pudiésemos aprender y jugar con
otros niños. Mi madre dice que los niños de la ciudad no son tan malos, pero
que no podemos arriesgarnos a que nos vean los adultos.
Por suerte, mi madre logró escapar, pero parece ser que esos dos tipos se
pegaron una buena torta al intentar cazarla y, desde entonces, andan
fisgoneando de aquí para allá intentando encontrarnos.
Creo que yo también podría acompañar a mi madre a la ciudad, pero mi
familia siempre me dice que no me arriesgue, que la gente de allí es mala y
correría peligro. Yo les creo, sí. De hecho, en la tele no es raro ver cómo las
personas se pelean, hay guerras, la gente se critica sin piedad…. y para colmo
están Tino y Bruno tras la pista de lo que ellos creen una familia maldita, o
sea, mi familia.
–¿Qué? ¿Cómo? ¿Por dónde iba, hijo mío? –dice mi abuelo mientras se
limpia la baba con la venda.
Puesto que en este barrio no hay muchas opciones (mi padre no se entera;
a mi hermana ni la veo), tan solo me queda probar con mi madre. Así que,
¡allá voooy!
–No seas muy bestia, Muuumuuu. Recuerda que es solo una práctica y no
queremos que tu madre lo pase mal. Un sustito de nada.
Comienzo arañando la pared del pasillo con mis uñas, a ver si así logro
que comience a sentir miedo. Resultado: una uña rota, otra con sangre y lo
peor de todo, ¡mi madre ni se ha enterado!
«Virgiiinnniiiaaa, Virgiiinnniiiaaa»
–Cariño, Rob, ¿eres tú? –mi madre pregunta despreocupada sin ni
siquiera girarse–. Anda, baja y tráeme el paño amarillo de la despensa.
Vuelvo a salir al pasillo para pedir consejo a mi abuelo. Para variar, está
roncando, pero esta vez acostado en el suelo y con una pompa de moco en su
nariz.
Y repito nuevamente:
¡¡¡PATACLONCLONCHIMPUNRASCATAPLAM!!!
Ahora bien, el éxito no es del todo completo: al mismo tiempo que grita
se gira bruscamente para ver qué ocurre. Digamos que un codazo
involuntario de mi madre convierte mi ceja derecha en la fuente de la plaza,
pero en lugar de brotar agua, brota sangre. Para colmo, la cesta de la ropa
acaba sobre mi cabeza, cubriendo mi pelo de calzoncillos y braguitas... Me
mareo, lo noto, creo que voy a caer al suelo en tres, dos, uno...
5. TINO Y BRUNO, AGENCIA DE
PERIODISMO
–Que no, Bruno, te digo yo que deben de estar en una zona del
extrarradio de la ciudad, ¡seguro! –grita Tino señalando un mapa que tienen
colgado en la pared.
–No te obsesiones con esa familia, Tino, podemos realizar esta semana el
reportaje de la anciana que dice ver platillos volantes con forma de oveja
por las noches... –responde Bruno intentando calmar a su compañero.
–Tú sí que estás hecho un torero –dice Tino en tono jocoso–. Anda, coge
la cámara y vamos a la furgo –la furgo es una vieja furgoneta destartalada
que pierde una pieza de motor cada vez que arranca–. Creo que ya sé dónde
vamos a buscar.
–¡Pues por eso! ¿No te das cuenta? Esa familia seguro que vive en una
zona abandonada. Ya hemos estado en villa Alameda, Chorizal del
Salchichón y el barrio de la Santa Pulga. Tan solo nos queda buscar en la
zona norte: la vereda Tocomocha y Torregorrinos.
Tino da un chasquido con sus dedos. Está muy contento, cree que por fin
encontrará a esa familia.
–Empezaremos por la vereda Tocomocha –prosigue Tino–. Recuerda que
debemos abrir bien los ojos para detectar cualquier pista sospechosa. Si no
los encontramos allí, solo nos quedará buscar en Torregorrinos.
Mi cara de lelo aumenta. Eso, acompañado del moflete rojo del golpe,
hace que mi abuelo explote en risas. Al menos no se ha dormido...
–Sí, Muuumuuu, tu ingenio. Si vas a ser un fantasma sin tener sus
cualidades tendrás que suplirlas con tu amigo el cerebro –mi abuelo se señala
el conjunto de vendas que lleva en la cabeza y que, según él, son su cerebro–.
No puedes atravesar paredes, pero sí hacer creer a los demás que eres capaz
de hacerlo.
Poco a poco, todas mis dudas sobre cómo ser un buen fantasma se van
disipando. Conforme avanza la tarde voy teniendo más y más ganas de hacer
mi primera práctica con gente real. Ya me imagino asustando a los humanos,
haciéndoles creer que soy un fantasma auténtico... ¡nadie nos hará daño!
–¡Oh, my God! Yo no sé dónde están las keys, seguro que las llevas en tus
jeans –responde una voz de mujer desde el interior del vehículo.
–De acuerdo, Manolo de my life. Pero, por favor, si nos preguntan los
paparazis, contesta que somos los Robinson. Ya sé que mi apellido es
Benítez, pero me like más miss Robinson –la mujer baja con elegancia del
coche, como si de una actriz de Hollywood se tratase.
Al parecer son los únicos ocupantes de un coche que, a simple vista, tiene
la pinta de llevar todos los elementos de una mudanza. Cuando pienso que la
cosa no puede ir a peor, baja del coche un pequeño conejito blanco que
parece ser la mascota de la familia. «Fufú, no te vayas muy far away», oigo a
la mujer angloalbaceteña llamando al conejito.
Mi abuelo asiente con la cabeza antes de que mamá se atreva a dar una
respuesta. A pesar de que estamos un poco confusos, la idea de mi hermana
ha sido brillante. Me sorprende ver cómo mi hermana, a pesar de su
«pequeño» problema con la invisibilidad, siempre está de buen humor y con
la mente tan despierta.
–Está bien, cariño –dice mi madre–. Ven que te quite los gomets. No
hagas ruido y lleva mucho cuidado. Escucha atenta sus conversaciones. En
cuanto hayas obtenido información suficiente te vuelves a casa. Recuerda que
la puerta trasera de esa casa siempre está abierta.
La madre tendrá unos cuarenta años y es muy alta. Lleva gafas de sol,
viste ropa muy elegante. Mira constantemente hacia los lados, como si
huyese de algo o de alguien.
–¡No puedo más! –rompe el silencio mi madre–. Voy a por ella, puede
que esté en peligro.
Antes de que se pueda poner de pie, se oye una carcajada que retumba en
todo el salón.
En esa casa estar todos locos. Nosotros ser normales comparados con
ellos. Mujer estar pirada. Creer ser una mujer famosa de Estados Unidos.
Marido decir que eso ser por culpa de una cosa llamada estrés. Ellos estar
aquí porque psicólogo recomendar vivir en lugar tranquilo para recuperar
cordura de mujer. Anciana ser madre de mujer, y abuela de niña. Abuela no
ver un pimiento, estar ciega como patata frita y confundir fregona con
micrófono y ponerse a cantar. Niña correr por toda la casa y caerse hasta
tres veces.
–No hay tiempo que perder, Muuumuuu. Ya has visto que debemos
actuar rápido –dice mi abuelo poniendo su mano sobre mi hombro, o mejor
dicho, sobre mi sábana.
–¡Hola! –dice la señora sin que parezca muy asustada–. Usted debe ser
uno de los vecinos de los que habla Noli, ¿no es así? Es usted muy blanquito,
¿acaso no toma el sol? –pregunta señalando las vendas de mi abuelo.
–¡Uy, qué galán! ¡Y qué manos tan trabajadas! –dice la señora al tocar
sus manos llenas de vendas–. Mi nombre es Aquilina, y por usted me iría
ahora mismo a la China.
–Sí, Muuumuuu, vas a entrar y dar un susto pero tan solo te pido que no
esté Aquilina delante –dice mi abuelo tras el baile de enamorado–. No quiero
que sufra, y antes de que esta familia se vaya, buscaré la forma de pedir su
mano.
Cojo los tenedores y comienzo a rayar la sartén (¡puaj!, ¡qué ruido más
desagradable!) asomando mi cabeza cubierta por la sábana.
La mujer me ha visto tal y como yo quería. Que sepa que tiene fantasmas
en casa. Sus gritos rompen el silencio que allí reinaba.
Tendré que entrar otra vez. Mi abuelo me dice que pruebe ahora con la
niña, que seguro que es más sensible y esta vez sí que dará resultado.
Nada de sartenes. Esta vez me situaré frente a la niña y se hará popó del
miedo. Estoy decidido. Lo lograré.
–¡Hola! ¿Cómo te llamas? ¿Por qué llevas una sábana de patitos? –dice la
niña como si hubiese visto a un niño normal y corriente.
–¿Quieres jugar a saltar en el sofá? –dice la niña con descaro–. Anda ven,
no seas vergonzoso. Yo me llamo Noli, ¿y tú?
–Pero… ¿no te doy miedo? ¿No vas a salir huyendo? –digo extrañado.
–No digas tonterías y ven a jugar. Además, en este barrio no hay casi
nadie y necesitaré algún amigo para pasármelo bien, ¿no?
–Pero, ¿qué haces? ¡Te he dicho que pares! ¡Que pa-res! –grita Tino
indignado.
–No seas rácano, Tino –dice Bruno quitándole el gomet de las manos–. Si
quieres una tirita, yo llevo en la furgo. Mi madre siempre me ha dicho que no
cojamos cosas del suelo.
–¿Qué tirita ni qué tirito? Lo que digo es que este gomet no llevará aquí
más de dos o tres días, si llevase más tiempo aquí el gomet se habría secado.
¿Lo pillas?
No, no lo pilla. Bruno todavía cree que debe ir a por una tirita a la furgo
y que, con un poco de suerte, convencerá a su compañero de que se compre
un pisito en la playa.
RRRUUUMMMPPPLLLUUUMMM
Intriga...
Dolor de barriga...
¡¡¡MMMIIIAAAOOOUUU!!! ¡¡¡MMMIIIAAAOOOUUU!!!
Siete gatos que jugaban en la habitación saltan sobre Tino y Bruno como
si fueran objetos que romper. Los dos periodistas sufren arañazos, quejidos,
maullidos de todos los colores, y lo peor de todo, ¡ni rastro de la familia! El
maldito ruido no era más que el correteo de los traviesos gatos.
–¿Pepinos? ¿Te has topado con pepinos? Pues yo creo que nos han
atacado siete gatos juguetones –dice Bruno tras entender lo que su buen oído
le transmite.
–Esa familia debe estar en el siguiente barrio, estoy seguro. Los gomets,
el balón... deben andar cerca. Vamos Bruno, a la furgo. Cogeré a esa familia
como que me llamo Vicentino Pino Filipino.
¡¡¡TORREGORRINOS!!!
11. MAMÁ, ¿QUIÉN ES EL MALO?
Cuando llego a casa, mi madre está deseosa de saber qué tal ha ido todo.
Lo primero que ve la pobre es a mi abuelo con un puñado de vendas en la
mano a modo de micrófono y cantando: «Solo sé que se llama Aquilinaaa,
Aquilinaaa de mi amor». Sí, se ha enamorado.
–¡No estamos en peligro, mamá! Nadie nos quiere hacer daño, la señora
mayor se llama Aquilina y ha hecho muy buenas migas con el abuelo. No es
peligrosa. Y la niña, Noli, quiere ser mi amiga. ¿Qué está pasando mamá? La
gente no nos odia y… y… y... ¡eso me gusta!
–Quizás tengáis razón. Quizás vaya siendo hora de que nos demos una
oportunidad. Os quiero –mi madre se abraza a mi padre y me parece verle
asomar una lágrima de alegría–. Si creéis que eso es lo mejor, tendremos que
intentarlo.
–Ojo, debemos planear muy bien cómo lo haremos para que no huyan
despavoridos al vernos –dice mi madre entre tanto abrazo y entusiasmo.
Dicho y hecho. Me acerco, esta vez sin sábana de fantasma, hasta la casa
de mis nuevos vecinos y toco el timbre. Tengo suerte, la que abre la puerta es
Noli.
–¿Cómo que quién soy? –digo extrañado–. Soy yo, el vecino. El de antes.
Noli me hace una señal para que aguarde en la puerta. Entra a la casa y en
cuestión de segundos vuelve a salir.
–¡Hecho! Ya les he convencido –dice Noli–. Tan solo te pido que le digas
a tu familia que somos un poco peculiares: mi madre habla inglés de vez en
cuando, mi abuela no ve nada…
Vuelvo a casa dando saltos de alegría. Todo está saliendo a pedir de boca
y, lo mejor de todo, sin necesidad de ocultarme o fingir que soy un fantasma.
Tan solo necesito ser yo mismo.
12. CENA DE AMIGOS
DIIINNNGGG, DOOONNNGGG
–¡Ya están aquí! –dice mi madre batiendo el huevo para una de las
tortillas–. ¡Qué desastre, la cena no está preparada todavía!
Mi madre, ni que decir tiene, va guapísima. Por fin veo que se viste de
gala y se maquilla. Es preciosa.
Cuando todo parece estar funcionando a las mil maravillas ocurre algo
para lo que nuestros nuevos amigos no estaban preparados.
En ese momento pienso en lo feliz que he sido durante esa hora en la que
he tenido nuevos amigos. Tengo que intentar algo para que no se marchen...
–Por favor, Manolo –digo con lágrimas en los ojos–. Danos una
oportunidad. Mi padre dice la verdad. Él era un científico hasta que un
trágico accidente hizo que mi hermana se volviese invisible. Por favor, no os
vayáis.
Loli se fija entonces en una foto que tenemos sobre la cómoda del salón.
Es una foto en la que aparecen mis padres, mi hermana y yo poco antes de
que ocurriese todo. Una familia normal y corriente que posa para la cámara y
guarda el recuerdo en la cómoda del salón.
–Pero... ¿serás memoria de pez? ¿No has visto que hemos pasado hace
un par de minutos por el cartel que lo anunciaba? –Tino no se explica lo
despistado que puede llegar a ser su compañero–. Anda, no vayas muy
deprisa que tenemos que fijarnos bien en todas las casas.
–¿Que te has comido bien todas las pasas? Y a mí qué... –dice Bruno
indiferente–. Yo me he comido un bote de alubias con chorizo riquísimas.
La furgo se detiene en la esquina para evitar ser vistos y los dos bajan a
ojear el automóvil. Se trata de un coche de color gris, amplio y no muy viejo.
Se asoman entonces por las ventanas para ver qué hay en su interior.
–Mira, los dueños de este vehículo se acaban de mudar aquí, ¿ves las
cajas vacías? –dice Tino haciendo gala de sus dotes como investigador.
–No entiendes nada, Bruno. Estas cantidades de pelo solo pueden ser de
una persona –Tino comienza entonces a andar silenciosamente hacia la
ventana de entrada–. Ven, vamos a ver si estoy en lo cierto.
«SON ELL...», Tino tapa la boca de Bruno antes de que puedan ser
descubiertos. El problema es que el dedo pulgar entra en la boca de Bruno y,
lejos de quejarse, comienza a chupetearlo como si fuese un bebé y cierra los
ojos para quedarse dormido. «Gugu, tata, mamá...», dice mientras apoya su
cabeza en el hombro de su compañero.
–No seas cenizo, recuerda que tenemos que grabar esas imágenes –dice
mientras se limpia el dedo lleno de babas–. Ven, sígueme.
–Todo sea por el premio PIPI de oro, mi buen amigo –dice Tino mientras
se acomoda–. Mañana será un gran día, lo presiento.
–Sí, sí, a mí también se me clava el asiento en los riñones –vuelve a
confundirse Bruno–. Oye, ¿me dejas otra vez tu dedo pulgar para que coja el
sueño?
–Oye, Tino, será todo lo momia que tú quieras, pero parece un buen tipo
–dice Bruno observando a la pareja–. Yo creo que malo, lo que se dice malo,
no es.
–Calla y graba, recuerda que tenemos el premio PIPI de oro muy cerca.
Además, la peligrosa es la mujer lobo, recuerda la leche que te pegaste.
–Vamos a ese árbol, Bruno, desde allí arriba tendremos mejores tomas
de vídeo –dice Tino señalando el árbol de la parcela trasera de la casa de
Muuumuuu.
Tras doce intentos y once caídas, Bruno logra subir al árbol. Allí, junto a
Tino, observa a la familia al completo. Comienza a grabar nuevamente, pero
pasan los minutos y la estampa es de lo más amable: la madre y el abuelo
sirven la mesa, Rob juega con migas de pan...
–No lo veo, Tino –susurra Bruno–. Cuanto más veo a esta familia, más
pienso que no tenemos que hacer esto.
–¡No digas tonterías! Solo debemos esperar a que hagan alguna maldad,
es cuestión de tiempo. Además, mira ahí, una niña viene de camino.
15. TOC, TOC, TOC
–Hola Muuumuuu, ¿te vienes a jugar un rato? Mira lo que he traído –dice
enseñando un balón nuevo.
Cuando ya estamos jugando un buen rato, oigo una vocecilla del viejo
árbol que dice: «Míralos, Tino. Son gente feliz, no hacen daño a nadie».
«Debo estar volviéndome loco», pienso. Cinco minutos más tarde oigo la
misma voz que dice: «Vámonos de aquí, Tino». En ese momento se me
ocurre la brillante idea de lanzar un balonazo al viejo árbol. Resultado: dos
cuerpos y una cámara caen como sapos de lo alto del árbol.
¡CATAPLUM!
Cuando esas personas logran ponerse en pie entre quejidos, me doy
cuenta de que se trata de Tino y Bruno. ¡Ohhh, tenemos un problema!
–¿Qué hacéis aquí? Por favor, no nos hagáis daño –digo sin pensar.
–Eh, bueno, no lo sé, quizás solo pongamos algunos planos en los que no
se os vea la cara... pero tranquilos, la gente no sabrá quiénes sois.
–No, mamá, ellos nos han dicho que... –intento frenarla sin éxito.
–¡Graba, Bruno, graba! –dice Tino mientras los dos corren en dirección a
la furgoneta–. Vamos rápido a los estudios de televisión, en una hora
estaremos en antena. Esto sí que son imágenes para el premio PIPI, ¡te lo
dije!
–Mamá –digo con lágrimas en los ojos–, ahora todo el mundo verá las
imágenes y sabrá dónde estamos. Nos tocará volver a huir...
–Pues sí, macho man –oímos decir–, yo soy la famosa Loli Robinson. Te
vuelvo a repetir que yo no estoy acostumbrada a esperar. Exijo que me dejes
entrar a mí y a mi equipo de actores caracterizados. ¿Acaso no has visto
ninguna de mis películas? I can't believe it!
–¿Seguro que es usted una actriz famosa? –dice el vigilante, que parece
tener más cuerpo que cerebro–. Si me firma un autógrafo, ¿podré venderlo en
internet y forrarme?
Loli nos hace una señal y todos pasamos al interior. Comenzamos a andar
por un pasillo estrecho que nos lleva hasta situarnos detrás de una de las
cámaras, precisamente la que enfoca a Tino y a Bruno.
Los tenemos frente a frente. Ellos nos han visto, y nosotros a ellos.
–Por favor, no nos hagáis esto –se adelanta mi madre–. Solo quería
proteger a mi familia. Jamás he hecho daño a nada ni a nadie, tenéis que
creerme.
Y vosotros, ¿no creéis que siendo vosotros mismos todo irá mejor?
Atreveos.
FIN
ACTIVIADES EDUDIVERTIDAS
Entra en el siguiente enlace y podrás ver algunas actividades divertidas sobre
'Aprendiz de fantasma':
CLICK AQUÍ