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Alianza Música

Compendio de musicología
La colección ALIANZA MÚSICA ha sido patrocinada por el Fondo Musical Adolfo Solazar,
Publicado bajo la dirección de
creado en México por D. Carlos Prieto en memoria y homenaje al historiador y crítico musical
español que vivió, trabajó y falleció en la capital mexicana.
Jacques Chailley

Directorio bibliográfico de musicología española


por Ismael Fernández de la Cuesta
con la colaboración de Carlos Martínez Gil

Versión española y notas de


Santiago Martín Bermúdez

Alianza Editorial
392 Compendio de musicología
12. El segundo Romanticismo (ca 1860-1918) 393
recopilación de ensayos Music Ho. A Study of Music in Decline (Londres, 1934;
recientemente reed.). Léase P. Dickinson, The Music of L B. (MT, CIV, 1963) y B.'s music Today (MT, CIX,
Veamos ahora algunos «marginales» de interés. 1968).
Cyril Scott (1879-1970), muy célebre en tiempos y denominado el «Debussy Alan Rawsthorne (1905-1971), cuya producción es sobre todo orquestal e ins-
inglés» tiene aún admiradores fieles. Léase C. Scott, Music. its Secret Influence throug- trumental, es «uno de los representantes más auténticos y más valerosos de la
hout the Ages (Londres, reed., 1976). renovación de la música inglesa» (JM). Léase W. Mellers, A. R. and the Baroque, en
Havergal Brian (1876-1972), autor de 32 sinfonías, desde el formato más grande Studies in contemp. Music, 171 (Londres, 1945).
hasta el más pequeño, desgraciadamente poco interpretadas, aunque algunos le Sir Michael Tippett (1905), compositor esencialmente lírico y dramático, cono-
consideran el «Mahler inglés». Véase Roben Simpson, The Phenomenon of H. B., ció su primer gran éxito con el oratorio A Child ofour Time (1944); siguieron las
en Musicalia, 1/2 (Genova, 1970). óperas A Midsummer Marriage, King Priam y The Knot Garden. Léase Ian Kemp,
Lord Berners (1883-1950), diplomático, mecenas, excéntrico, pero compositor ed., M. T A Symposium on his Sixtieth Birthday (Londres, 1965).
«de una pieza», compuso una música afín a la de Satie o la de Poulenc. Léase Y el más célebre de todos, Benjamín Britten (1913-1976), elevado a la dignidad
Berners, A Distant Prospect (Londres, 1945). Aparece bajo los rasgos de «Lord de Lord en 1976, pocos meses antes de su muerte. Su abundante bibliografía está
Merlin» en la deliciosa novela de Nancy Mitford The Pursuit of Love (Londres, 1945, parcialmente registrada por JM (las obras más antiguas) y por el LM (para las obras
y reed.). más recientes). El Catálogo apareció en Londres en 1973.
Bernard Van Dieren (1887-1937), de origen holandés, es el más «oculto» de los A la siguiente generación pertenecen Malcolm Arnold (1927); Alun Hoddinott
músicos británicos, por no haber nunca ocasión de escuchar sus obras, que sin o el franco-británico Philip Cannon (ambos nacidos en 1929), tratados por JM.
embargo se considera que influyeron en gran número de compositores contem- Finalmente hay cuatro nombres que, además de su importancia como compo-
poráneos. Léase Van Dieren, Down among Ote Dead Men (Londres, 1935). sitores (en especial el primero), destacan como los principales iniciadores de la
Ivor Gurney (1890-1937): de nuevo un alumno de Stanford y Parry. Fue un autor música inglesa más joven (en este sentido tendrán su lugar en un capítulo poste-
de canciones especialmente inspirado (basado, entre otros, en Housman, no faltaría rior). Son: Roberto Gerhard (1896-1970), español nacionalizado inglés cuya estatura
más), vivió y murió más o menos como los héroes de Housman: gaseado en la es comparable a la de Bartók y que sin embargo es poco conocido en países como
guerra del 14, murió en un hospital psiquiátrico. Léase M. Hurd, The Ordeal ofl. G Francia (ballet Don Quijote, Concertó para orquesta, cuatro sinfonías, cantata La
(Oxford, 1978). Peste, según Camus —v. la breve Scheda per R G., en Musicalia, 1/1, Genova, 1970);
Otro destino trágico fue el de Philip Heseltine (1894-1930), que puso fin a su a. continuación, dos mujeres compositoras, Priaulx Rainiér (1903) y sobre todo
vida después de varios años de producción brillante: como compositor (seudóni- Elizabeth Luytens (1906) que son, con Humphrey Searle (1915), discípulo de We-
bern y especialista en Liszt, los introductores en Inglaterra de las técnicas serial y
mo: Peter Warlock), cuyas obras más conocidas son la Capriol Suite y The Curlew;
aleatoria.
como musicólogo, con su auténtico nombre. Léase: P. Heseltine y Cecil Gray, Cario
Gesualdo, Musician and Murderer (Londres, 1926; reed., 1971); Cecil Gray, Peter Pierre BALASCHEFF
Warlock, a Memoir of Philip Heseltine (Londres, 1934); E.J. Moeran (P. W.) (P. H),
a Miniature Essay in English & French (Londres, 1926).
Finalmente, Rutland Boughton (1878-1960), que podría ser colocado junto a VI. LA MÚSICA AMERICANA
Britten como compositor de óperas (su obra más conocida sería The Inmortal
Hour) si no fuera por su permanente fracaso (en especial su efímero Festival de Estados Unidos
Glastonbury), debido al parecer a su militancia en el partido comunista. Léase
M. Hurd, Inmortal Hour, The Life and Period ofR. B. (Londres, 1962) y E. W. White, Prefacio
The Rise of English Opera (Londres, 1951).
Mientras que la literatura americana experimenta desde comienzos del siglo xrx
un rápido despertar, con autores originales como Poe, Hawthorne o Melville, la
Los clásicos contemporáneos producción musical de los Estados Unidos sólo se separa lentamente de la influen-
cia europea y sobre todo inglesa. Además, ya sabemos que el Reino Unido, durante
Abandonamos estos «márgenes» para llegar al «centro» con algunos «clásicos». la era romántica, sufría por su pane la «travesía del desierto». Pero, curiosamente,
el puritanismo, que durante tanto tiempo había esterilizado la música inglesa, debía
Sir Lennox Berkeley (1903), parisiense durante mucho tiempo, discípulo y ami-
a la larga fertilizar la americana: fue primero gracias a la rama germano-bohemia,
go de Nadia Boulanger, estuvo en estrecho contacto con el Grupo de los Seis y
la cofradía de los Hermanos Moravos, establecida en Bethleem (Pensilvania) en '
con Henri Sauguet. Junto a una obra orquestal e instrumental importante (dos
1843, fecha en la que se fundaba también la primera orquesta sinfónica y la primera
sinfonías, concierto para violín, etc.) citaremos sus Four Poems ofSt. Teresa of Avila,
asociación musical del país. Otro impulso provino del Boy Psalm Book, recopila-
de los que Kathleen Ferrier dio en 1951 una memorable «premiére» parisiense.
ción de salmos y cánticos ya americanos, publicado algunas décadas antes: a la
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emoción auténtica que bordea en ocasiones el sentimentalismo. Léase J. T. Howard,
larga, estos cantos religiosos inspirarían a Charles Ivés y, más tarde, a compositores S. F, America's Troubadour (reed. Nueva York, 1962).
como Virgil Thomson y Roy Harris. Con John Knowles Paine (1839-1906) se abre una larga era de música «seria»
Paralelamente se dibuja otra corriente, que sin embargo proviene de la misma fuertemente influida por Alemania. Su abundante producción está hoy día casi
fuente: las negros, aún esclavos, se hacen con estos cánticos, les imprimen su totalmente olvidada, acaso injustamente. Son más conocidos algunos de sus discí-
propio sentido del ritmo y los transforman en spirituais o en gospel songs. Otra pulos, que forman la «escuela de Boston»: sobre todo Arthur Foote (1853-1937),
fuente de inspiración se encuentra en los cantos y melismas de los indígenas pro- George W. Chadwick (1854-1931), Horatio Parker (1863-1919), que sería el profesor
piamente dichos: fas indias («pieles rojas»). Detalle curioso: uno de los primeros de Charles Ivés, y la competentísima Mrs. H.H.A. (Amy) Beach (1867-1944) que
en inspirarse en este doble folclore, negro e indio, fue, en 1893, un checo, director experimenta hoy día en Estados Unidos un retorno de popularidad. Otro discípulo
del Conservatorio de Nueva York, Antonín Dvofák. Al mismo tiempo otro folclore de Paine, John Alden Carpenter (1876-1951), es considerado como el primero que
se creaba entre la población blanca: baladas generalmente tomadas de Inglaterra, introdujo, en su Concertino para piano (1915) y su ballet Krazy Kat, elementos de
pero transformadas «a la americana», cantos de las guerras de la Independencia y jazz en la música sinfónica. Pero ya se detectan algunos en In the Inn, parte central
de Secesión, de pirajas, de cow-boys, e incluso —en el momento de la prohibi- de Theatre Orchestra Set, compuesta por Charles Ivés algunos años antes. Léase:
ción— de bootleggers, inapreciablemente recopilados y admirablemente interpre- K. C. Roberts,/ K. Paine (tesis, Nueva York, Univ. de Rochester, 1959); L E. Merrill,
tados por el gran cantante Burl Ivés. Mrs. H. H. A. Beach (tesis, Nueva York, Univ. of Rochester, 1965); sobre los demás
Este crisol donde se funden tantos elementos para forjar lo que un día será la miembros del grupo, véase Gauthier o los artículos más detallados del New Grove.
verdadera música americana ha sido objeto de numerosos estudios. Sobre los Her- Edward Mac Dowell (1861-1908), «el músico más dotado y más culto de su
manos Moravos, los spirituais y los Gospel Songs, el New Grove contiene artículos generación» (A. G.), es el único cuya obra no ha dejado nunca por completo de
de gran interés. Además, pueden leerse: D. M. Mac Cordele, Mortwian Music in estar en el repertorio, en especial sus conciertos y sonatas para piano. Una polé-
Salem (tesis, Indiana Univ., 1958); J. Lovelljr., Black Song. Sword and Fíame (Nueva mica entablada con Dvofák sobre la utilización por este último de temas folclóricos
York, 1972); y los numerasos Burl Ivés Song-Books. americanos contribuyó a su celebridad. Léase J. F. Porte, E. M. D. (Londres, 1922).
Para las obras de conjunto hay que recomendar especialmente La musique Charles Martin Loeffler (1861-1935), francés de nacimiento (Alsacia), ofrece el
américaine de A. Gauthier («Que sais-je?», París, 1962, y reeds.), auténtica proeza primer ejemplo de impresionismo «a la francesa», con lo que se aparta del neo-
en que el autor consigue dar lo esencial en sólo 120 pp., con detalles y sin caer clasicismo alemán. Su obra, más apreciada por A. Gauthier, que por D. H(andmann)
nunca en la aridez. Otros estudios más desarrollados, pero no necesariamente más en LM, ha desaparecido por desgracia casi completamente de los programas ame-
ricos, son Musique de VAmérique, de G. Chase, en traducción francesa (París, 1955) ricanos. Léase: O. Colvin, C. M. L. — His Life and Works (tesis, Nueva York, Univ. de
y A Short History of Music in America, de J. T. Howard y G. K. Betlows (Nueva York, Rochester, 1959).
1955, 2/1967); una importante obra inglesa: Wilfrid Mellers, Music in a New Found
Land (Londres, 1964); finalmente, A. C. Edwards y W. T. Marrocco, Music in the Uni-
ted States (Iowa, Dubuque, 1968). Las figuras centrales

Charles Ivés (1874-1954), cuyas audacias merecieron la admiración de Schoen-


berg y le procuraron la más perfecta indiferencia por parte de sus contemporáneos,
El despertar experimenta hoy una auténtica gloria —que empezó en 1939, cuando se estrenó
su Concord-Sonata—. Su discografía es hoy día más rica que la de los demás com-
Mencionemos en primer lugar dos ancestros de la música americana: Francis positores americanos, con excepción de Copland y Gershwin. Léase: Ch. Ivés, Essays
Hopkinson (1737-1791), autor de una encantadora recopilación de canciones, y before a Sonata and other Writings (Nueva York, Norton, 1970); H. y S. Cowell,
William Billings (1746-1800), cuyos Aires fugados conocieron gran'popularidad. C. I. and his Music (Nueva York, 1955); D. R. de Lerma, C. /., a Bibliography of his
Pero aún tarda casi un siglo en surgir la figura especialmente atractiva del Music (Ohio, 1970); R. Warren, C. I. Discography (Londres, 1972); Ch. Ivés, Memoirs,
pianista-compositor cosmpolita Louis Moreau Gottschalk (1829-1869) quien, duran- ed. J. Kirkpatrick (Londres, 1973); D. Wooldridge, «From the Steeples and Moun-
te los diez años que residió en Francia, se relacionó con Berlioz y Chopin; su obra, tains», A Study of C. I. (Nueva York, 1974); Vivían Perlis, C. 1. remembered, An oral
de carácter muy ecléctico, mezcla el virtuosismo pianístico con curiosos préstamos History17 (Yale Univ. Press, 1974); finalmente An Ivés Celebration, ed. H. Wiley-
a los folclores de América latina; en la Bamboula de su Nuit des Tropiques anuncia Hitchcock y V. Perlis (Univ. of Illinois, 1977).
ya al Milhaud de las Saudades do Brazil. Léase: L M. Gottschalk, Notes of a Pianist
(Nueva York, 1864); y V. Loggit, Where the World ends. L. M. G. (tesis, Louisiana State 17
Edición castellana: Charles ¡ves en el recuerdo, EDISAR, Buenos Aires, 1977 (se ha distribuido en
Univ., 1958). España a través de algunos establecimientos especializados). Puede añadirse a esta bibliografía el librito
Entre los numerosos autores de romanzas de la época, Stephen Forster de H. Wiley Hitchcock, ¡ves, A Survey of the music, Institute for Studies in American Music, Conservatory
(1826-1864) conoció, y aún conoce, una excepcional popularidad; hay en él una
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El perfeccionista Cari Ruggles (1876-1971), dos años más joven que Charles Ivés, tainebleau, la enseñanza del más célebre —y acaso más grande— profesor de
no empezó a publicar sus poderosas obras, concentradas al máximo (la obra com- música de este siglo, Nadia Boulanger (1887-1979). Puede decirse que ella, más
pleta cabe en dos discos, apenas dos horas) hasta el momento (hacia 1925) en que que nadie, contribuyó a dar forma a la música americana actual. Léase. Léonie
Ivés dejó prácticamente de componer. Sería deseable que sus obras se interpreta- Rosenstiel, N. B., a Life in Music (Nueva York y Londres, 1972), B. Monsaingeon,
ran más a menudo entre nosotros. Léase N. M. Archabal, C. R, Composer and Pain- Mademoiselle. Entretiens ai>ec N. B. (París, 1970); y el número especial de la RM
ter (tesis, Univ. of Minnesota, 1975). dedicado a N. B. y a su hermana Lili (1983).
Emst Bloch (1880-1959), suizo e israelita, se estableció en Estados Unidos en A continuación realizamos una lista, en absoluto exhaustiva, de sus principales
1916 y adoptó algo después la nacionalidad americana. Rindió homenaje a esta discípulos americanos (que a su vez han seguido otras enseñanzas diversas); advir-
triple adscripción en las sinfonías Helvetia, Israel y América. Su producción ins- tamos de paso la impresionante cantidad de sinfonías compuestas por ellos, así-
trumental, rica y audaz, le coloca junto a Bartók, mientras que su Servicio sacro corno por otros compositores americanos de la época:
(1933) se vincula a la gran tradición del canto hebraico. Léase: R Strassburg, E. B., Walter Pistón (1894-1978), también alumno de Hindemith, cuya influencia así
Voice in the Wildemess (Los Angeles, 1977) y P. Kushner, E. B. and bis Music (Glas- como la de Ravel, es sensible en obras como el Concertino para piano y sus ocho
gow, 1973). Hay una asociación Bloch en Estados Unidos (Star Route 2, Gualala, sinfonías. Es uno de los compositores más justamente celebradas de Estados Unidos.
California). Virgil Thomson (1896), tan importante compositor como escritor, durante mu-
Charles Tomlinson Griffes (1884-1920) no alcanzó su auténtico nivel hasta el cho tiempo crítico del New York Herald, parisiense en el período de entreguerras,
final de su breve existencia, con la Segunda sonata para piano y su Poema para amigo del Dada y de los surrealistas. Una de sus obras más populares es su música
flauta y orquesta. Pero sus obras más populares siguen siendo los poemas sinfó- para la película Lousiana Story. Volveremos a tratar de él en el capítulo sobre teatro
nicos, de cierto carácter debussysta: The Pleasure Dome ofKubla Khan y The White lírico.
Peacock. Léase D. Boda, The Music of C. G. (tesis, Florida State Univ., 1962). Roy Harris (1898-1979) pretendió y consiguió asumir en sus catorce sinfonías
Wallingford Riegger (1885-1961), gran investigador de nuevas sonoridades (una el legado y las tradiciones del terruño americano. Es considerado el mayor sinfo-
de sus obras lleva por título Study in Sonority), fue uno de los primeros músicos nista del país.
americanos que empleó el sistema dodecafónico. Además de sus producciones Aaron Copland (1900) es sin duda el más prolífico, ecléctico y célebre de los
experimentales fue autor de cuatro sinfonías. Léase: D. D. Gatwick, W. R. (tesis, G. actuales compositores americanos. Si sus obras «serias», a veces seriales, como la
Peabody's College, 1970). Fantasía para piano, son las más apreciadas por las músicos, su éxito inmenso de
Edgard Várese (1883-1965), de origen francés, cuya música fue también la de público se debe a composiciones de doble adscripción: Rodeo, Appalachian Spring,
un investigador, más audaz todavía, compuso una obra a la que hoy día se le da Billy the Kid.
una importancia que, como en el caso de Charles Ivés, apenas se le concedió hasta Roger Sessions (1896), cuya personalidad «es una de las más brillantes de la
el final de su vida. Hay que advertir que antes de utilizar en Déserts (estreno música americana» (A. G.) aparece para unos como un vanguardista, y para otros
parisiense casi tan agitado como el de La consagración de la primavera) las ad- como un «Brahms americano». Además de una abundante producción orquestal e
quisiciones de la música electrónica, ya había realizado experiencias, como Henry instrumental (nueve sinfonías, dos conciertos, etc.), una ópera le asegura un lugar
Cowell, con el ingeniero ruso-americano León Theremin. Léase F. Ouellette, E. V. en la evolución del teatro lírico de Estados Unidos (véase este apartado).
(París, 1966); O. Vivier, Várese (París, Solféges 1973); H. Jolivet, E. V. (París, 1973); Herbert Elwell (1898) apenas es conocido más que como autor del ballet The
G. Charbonnier, Entretiens avec E. V. (París, Ed. Pierre Belfond, 1970), con un es- Happy Hypocrite y Arthur Berger sólo como teórico eminente, pero otros alumnos
tudio de las obras de H. Halbreich, que nos ha comunidado los siguientes títulos: de Nadia Boulanger disfrutan de una reputación comparable a los anteriores.
Louise Várese, A Looking-Glass Diary (Londres, Eulenburg); el n.° 6 de Musik-Kon- Es el caso de David Diamond (1915), autor de nueve sinfonías, 10 cuartetos y
zepte (Munich) titulado E. V, Rückblick auf die Zukunft; finalmenter los Ecrits del obras vocales, uno de los músicos más interpretados de su generación; y de Elliot
compositor, recientemente aparecidos (París, C. Bourgeois, 1983). Cárter que, aunque nacido en 1908, no alcanzó hasta muy tarde, hacia los años 50,
su estilo tan personal que le convirtió en uno de los jefes de fila de la música
americana o tal vez de la música, simplemente. Por esta razón volveremos a tratar
La escuela americana de París de él en el apartado de los contemporáneos.
Hay que mencionar aún dos de los discípulos más jóvenes, y no de los menos
En los años 90 nacen los primeros músicos de lo que podría denominarse la brillantes, de Nadia Boulanger: el pianista y compositor Noel Lee, parisiense desde
«escuela de París» (o de «Fontainebleau») americana. En efecto, varias generacio- hace tiempo, y el pianista e improvisador, más joven aún, Jay Gottlieb.
nes de compositores seguirán, en París o en el Conservatorio americano de Fon- Léase especialmente: O. Daniel y cois., Walter Pistón (Nueva York, 1964); V.
Thomson, Virgil Thomson (Londres, 1967) y del mismo, Music Right and Ijeft (1951)
of Music, Brooklyn College of the City Universitary of New York, ISAM Monographs, n.° 19, 1982 (reimp. y otras obras, K. Hoover y J. Cage, V. T, sa vie, sa musique (París, 1962; original,
corregida de la publicada previamente por Oxford Univ Press, Londres, 1977). Nueva York, 1959); R. Strassburg, Roy Harris, A Catalogue ofhis Works (Los Angeles,
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1974); A. Berger, Aaron Copland (en francés, París, 1962; original, Nueva York, numerosas obras corales, además de la ópera The Mighty Casey, aparece, según
1950); J. Smith, A C, His Work and Contribution to American Music (Nueva York, A Gauthier, «bajo la doble etiqueta de americanista ecléctico... en las historias de
1955); R. Sessions, The musical Experience ofComposer, Performer, Listener (Prin- la música contemporánea»; pero destaca la «elegancia de su pensamiento». Léase:
ceton, 1950); D. Diamond, The Midnight Sleep, autobiografía: A. Edwards, Flatved Schreiber y Persichetti: W. S. (Nueva York, 1954).
Words and Stubbom Sounds, A Conversation with Elliott Cárter (Norton, Nueva Norman Dello Joio (1913), discípulo de Hindemith, es autor de obras de con-
York, 1971). tenido histórico y filosófico (Meditaciones del Eclesiastés, Un salmo de David, Eloísa
Para los demás compositores citados, v. A. Gauthier (también firmante de la y Abelardo [ballet], y varias versiones de una ópera sobre Juana de Arco, The Triumph
mayor parte de las noticias sobre música americana del LM), el NG e incluso The of Saint Joan. Léase: E. Downes: N. D. J., MQ (XLVIII, 1962).
Musical Quarterly, excelente revista americana, donde puede encontrarse entre Paul Crestón (1906-1985), autodidacta, organista de cine y más tarde de iglesia,
muchos otros un escrito de Cárter, Shop Talk by an American Composer (XLVI, es conocido sobre todo por sus cinco sinfonías y sus escritos de teoría musical:
1960). Principies of Rithms (1964) y Creative Harmony (1907). Léase: H. Cowell, P. C, MQ
(XXXIV, 1948).
Otros maestros contemporáneos Lukas Foss (1922) empezó en la música americana bajo el signo del encanto y
la fantasía (The Prairie, Griffelkin, The Jumping Frog of Calaveras County), pero
Presentemos ahora algunos otros compositores importantes que (salvo error desde los años 60 se volvió hacia la música experimental con gran resolución
por nuestra parte) no fueron discípulos de N. Boulanger. (especialmente hacia la música aleatoria), por lo que será tratado con los contem-
Henry Cowell (1897-1965), amigo, émulo y biógrafo de Ch. Ivés, empezó como poráneos. Léase: E. Salzman, The many Lives of L. F., Sat. Review, n.° 50.
niño prodigio, a los quince años, provocando un escándalo con The Tides ofMo- Morton Gould (1913) abandonó el carácter «serio» de sus principios para de-
naunaun y, dos años más tarde, con Advertisement, donde aplicó la técnica, ins- dicarse a una música de divertimento de auténtico encanto: su Latin-American
pirada en Ivés, de los tone-clusters (racimos de notas golpeadas con el puño sobre Sinfoniette y su Cowboy Rhapsody se adhieren parcialmente a la tradición de Gotts-
el teclado). Más tarde, al contrario que su maestro y amigo, sentó cabeza y compuso chalk. Léase: NG y LM.
veinte sinfonías. Colaboró con el inventor Theremin (creador del instrumento lla- Alan Hovhaness (1911), americano de origen armenio ha hecho de éste la clave
mado Rythmicoh). Léase: Problems of American Compasen, ed. de H. C. (Stanford, de bóveda de su obra, que es muy abundante: 39 sinfonías, una de ellas dedicada
1933); D. Ewen, American Composers of To-Day (Nueva York, 1949). a San Vanan, uno de los padres de la Iglesia armenia; utiliza con frecuencia ins-
Howard Hanson (1896-1981), compositor, pedagogo y director de orquesta, trumentos antiguos, no sólo de Armenia, sino también de Extremo Oriente. Léase:
«gran señor de la música americana», según A. G., quien también señala el carácter A. Rosner, An analytical Survey of the Music of A H. (tesis, Buffalo, State Univ. of
conservador de su producción: 7 sinfonías y una importante actividad a la cabeza New York, 1972).
de la Eastman-Rochester School, a la que volveremos a referirnos. Además de A. G.
y el New Grove, destaquemos dos artículos: B. C. Tuthill: H. H., en MQ (XXII, 36) y
M. Alter, H. K, en Modern Music (XVIII, 40-45). América, tierra de asilo
William Grant Still (1895-1978) fue, con Scott Joplin (véase más adelante) y,
desde luego, con los músicos de jazz, el único compositor negro que conoció Después de Loeffler, Bloch y Várese, tuvo lugar una migración masiva de mú-
alguna notoriedad: Afro-Arnerican Symphony y numerosas obras programáticas, sicos hacia Estados Unidos en los años trágicos —1933, 1938 y 1940—, con lo que
como The Lynched Him on a Tree. Léase E. Southern, The Music of Black Americans este país se convirtió en una auténtica tierra de asilo. Pocos países del mundo se
(Nueva York, 1971). encontraban tan adecuadamente equipados para recibir a estos inmigrantes, con
George Antheil (1900-1959), después del «éxito escandaloso» de su Ballet mé- centros musicales de acogida, lo mismo escuelas que festivales: Curtís Institute,
canique (para una película de Fernand Léger, 1925), sentó rápidamente cabeza y Eastman-Rochester School, Juilliard School y Lincoln Center, Berkshire Musical Cen-
dejó una obra orquestal, sobre todo siete sinfonías, en que renuncia al vanguardis- ter (Tanglewood) y, más recientemente, el Festival de Marlboro, sin olvidar la
mo de sus comienzos, pero no por ello deja de haber en ella grandes bellezas. Biblioteca del Congreso de Washington, donde la mecenas Elizabeth Sprague Coo-
Léase: G. Antheil, Bad Boy of Music (Nueva York, 1945); M. D. Candee, G. A (Nueva lidge depositó de manera estable algunos instrumentos preciosos, entre ellos cua-
York, 1954). tro Stradivarius, con los que el Cuarteto de Budapest grabó los Cuartetos de Beet-
La.evolución de Samuel Barber (1910-1981) fue menos accidentada. Lírico, a hoven. Sabemos por otra parte que las orquestas de las grandes ciudades ameri-
veces neoclásico, su música se desarrolla en formas más o menos complejas, para canas siguen desde hace tiempo la tradición de importar de Europa sus directores
volver a la simplicidad del principio. Es uno de los músicos americanos menos musicales, el más célebre de los cuales fue Arturo Toscanini (1867-1957). Sobre
ignorados en Europa y su conocimiento es muy merecido. Léase: N. Broder, S. B. estas instituciones, orquestas y directores puede encontrarse buena documenta-
(Nueva York, 1954). ción en el New Grove.
William Schumann (1910), autor de 10 sinfonías, varios cuartetos de cuerda v De esta manera gran número de músicos refugiados encontraron, con desigua-
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les grados de fortuna, ocasión de hacerse interpretar, de interpretar ellos mismos, El espectáculo musical
dirigir o enseñar en Estados Unidos.
Sobre el más favorecido de todos, Igor Stravinski (1882-1971) podemos leer Hay tres nombres célebres, que a muchos les sorprenderá no haber encontrado
referencias más amplias en otros capítulos. Su período americano aparece evocado ya, más adecuados en este apartado que dedicamos a su campo preferido, el arte
detalladamente en Conservations withS. (1959) y S.: the Chronicle ofa Friendship lírico: son George Gershwin, Gian-Carlo Menotti y Leonard Bernstein. Hemos em-
(Nueva York, 1972), de Roben Craft. pezado con el canto (cánticos, spirituals) y nuestro recorrido va a acabar en el
Arnold Schoenberg (1874-1951), mucho menos celebrado, también es estudiado canto también, ya que Estados Unidos, a pesar de la enorme producción orquestal
en otro capítulo. Se trata de uno de los cuatro austríacos que llegaron a Estados que hemos señalado, es esencialmente un país cantante.
Unidos y dejaron su país natal cruelmente despoblado de compositores. Los otros Scott Joplin (1868-1917), uno de los padres del rag-time (véase el apartado
son Ernst Krenek (1900), Alexander von Zemlinsky (1871-1942) y Erich Korngold dedicado al Jazz), que desde hace algún tiempo experimenta un extraordinario
(1897-1957). renacimiento, compuso en 1907 la ópera (o musical show) Treemonisha, una de
De estos cuatro sólo Krenek realizó una carrera propiamente americana, hasta las pocas óperas escritas por un negro con personajes negros. Recientemente
el punto de haber sido delegado por la Asociación internacional de música con- exhumada y revisada por el compositor Günther Schuller, esta ópera anuncia ya
temporánea (sección americana) para representar a Estados Unidos en festivales Porgy and Bess. Léase A. W. Reed, Life & Works ofS. J. (tesis, Univ. North Carolina,
internacionales. Pero es curioso que fue en su período vienes cuando compuso su 1973).
obra más «americana», la «jazz-oper» Jonny spielt auf. Léase.- E. Krenek, Selbstdars- Mencionemos, como recordatorio, Shanewis, de C.W. Cadman (1918), uno de
tellung (Zurich, 1948); E. Saathen, K K. (Munich, 1959); T. W. Adorno y E. K., Corres- los primeros grandes éxitos de la ópera americana, completamente olvidada des-
pondencia (Frankfurt del Main, 1974); y el reciente E. K., Ein Komponist im Exil, pués. La misma suerte iba a correr Deems Taylor con The King's Henchman (1927)
de Claudia Maurer-Zenck (Viena, E. Lafite). y Peter Ibbetson, basada en G. Du Maurier (1931).
En cuanto a Korngold, volveremos a encontrarle en el apartado sobre música Otro éxito seguido del olvido fue Emperor Jones, de Louis Gruenberg, según
cinematográfica. el drama de O'Neill, de la que NG nos dice que «se trata más bien de una pieza
De Alemania vinieron, principalmente, Paul Hindemith (1895-1963), que des- teatral con efectos sonoros que de una verdadera ópera» (1933). Léase A. G., op. cit.,
plegó en América una gran actividad de creador y enseñante; y Kurt Weill o, con más detalle, NG.
(1900-1950), del que trataremos al referirnos al arte lírico. Sobre los años ameri- Los dos años siguientes son decisivos para la ópera americana. En 1934 se
canos de Hindemith léase G. Skelton, P. H., the Man behind the Music (Londres, estrena Four Saints in Three Acts, de Virgil Thomson, con libreto de Gertrude Stein,
1975). que veinte años más tarde animaría las veladas del Festival del siglo xx de París.
Sabemos perfectamente que la estancia de Béla Bartók (1881-1945) no fue de Característica del arte de Thomson, hay una sorprendente fusión entre aparente
las más afortunadas (por decirlo con un eufemismo), a pesar de la eficaz ayuda de ingenuidad y profundo refinamiento que ejerce sobre el auditorio un efecto fasci-
amigos como Serge Koussevitzky, Joseph Szigetti y Yehudi Menuhin. Léase A. Fas- nante. (Bibliogr. V. T.: véase más arriba.) Otra ópera de V. T. es The Mother ofus all.
sett, B. B. 's American Years (Boston y Londres, 1958). Y en 1935 se estrena la más célebre ópera americana, Porgy and Bess, de
Para finalizar recordemos tres músicos de origen ruso: George Gershwin. (Advirtamos de pasada que estas Negro Operas fueron compues-
Nicolás Nabokov (1903-1978), conocido sobre todo por su ballet Ode, estrenado tas ¡por músicos blancos!) Más aún que con su célebre Rapsodia en hlue —orques-
por Diaghilev, y la ópera La muerte de Rasputín (1958-1959), fue animador del tada por Ferde Grofé (1892-1972), autor él mismo de una obra muy popular, la
«Festival del siglo xx» (París, 1952). Léase N. Nabokov, Oíd Friends and New Music Suite del Gran Cañón— o con su Concertó enfa, G. Gershwin (1898-1937), sin
(Boston, 1951). perder su posición en la comedia musical y en la canción (ver más adelante),
Sobre Nicolás Berezovski (1900-1953), compositor y director de orquesta la- accede en este caso al rango, simplemente, de gran compositor. (Advirtamos que
mentablemente olvidado, sólo podemos acudir al NG. algunos temas de Porgy and Bess, sobre todo Summertime, han llevado una carrera
Finalmente, Arthur Lourié (1892-1966), que fue llamado a Estados Unidos por al margen de la ópera.) Léase: Ch. Schwaitz, The Life and Orchestral Works ofG G.
Koussevitzky después de un largo período parisiense, compuso una obra que se (tesis, Nueva York Univ., 1969); A. Gauthier, G. G. (París, 1973); A. Lacombe, G. G,
espera que, después de Koussevitzky, Münch y Ansermet, sea resucitada por otros une chronique de Broadway (París, 1980, Ed. F. Van de Velde).
directores: dos sinfonías, Concertó spirituale y dos óperas: Le Festín durant la Peste El estreno en 1947 de la ópera de Roger Sessions The Triol of Lucullus fue
y The Blackmoon, sobre textos de Pushkin. Esperamos que este gran músico vuelva eclipsado por desgracia por la simultánea presentación de La médium, de Gian
a ocupar pronto el lugar que le corresponde. Léase: A. Lourié, Profanatíon et Sanc- Cario Menotti (1911). Este compositor aparece perfectamente definido en estas
tiftcation du Temps (París, Desclée de Brouwer, 1966). palabras del NG: «Compositor americano de nacionalidad italiana.» Menotti mezcla
de forma curiosa el verismo a la italiana con determinados procedimientos del cine
americano y sus óperas La médium (1946), El cónsul (1950) y Amahly los visitantes
nocturnos (1951) (inspirada en Amaly la carta del rey, de RTagore) han tenido
402 12. El segundo Romanticismo (ca 1860-1918) 403
Compendio de musicología

éxitos espectaculares, más teatrales que musicales. Léase: R. Tricoire, G C. M., l'hom- cido Glenn Gould. En el campo de la canción popular, Félix Leclerc (que ha
me et son oeuvre (París, 1966). influido en toda una generación de cantautores franceses); Gilíes Vigneault Pauline
Estas obras, a las que podemos considerar «medio-pelo», nos permiten pasar Julien y muchos otros. No ocurre lo mismo, por desgracia, con los comjDositores
sin brusquedad al género más modesto, pero más «glamorous», la comedia musical. de la llamada «música seria». En esta ocasión no podemos más que destacar los
Derivada en un principio de la opereta vienesa, esta especialidad americana se nombres más importantes.
enriquece pronto con elementos autóctonos (temas indios, spirituals, jazz) y toma A finales del siglo xrx, la creación de los Conservatorias de Toronto (1886) y
su forma definitiva hacia comienzos de los años 20. de Montreal, a impulso de maestras del pensamiento ya que no de la música, como
Entre los mayores éxitos, podemos citar: No, No, Nanette (1923), de Vincent Ernest Mac Millan (1893-1973), Claude Champagne (1891-1965) y Healey Willan
Youmans (1898-1946); Rosa Marie (hacia 1925), de Rudolf Friml, compositor ori- (1880-1968), es la señal de que el Canadá orienta una cierta autonomía musical.
ginario de Praga que no vacila en componer una Iridian Love Cali; Show Boat John Weinzweig (1913) tendrá una influencia decisiva que llevará a los compasi-
(1927), de Jerome Kern (1885-1945); Lady Be Good y Funny Face, del «polivalente» tores de la generación siguiente hacia las técnicas seriales.
G. Gershwin; Annie Get Your Gun (1946) y Cali me Madam (1950), de Irving Sobre la música canadiense en su conjunto léanse los artículos del LM y del
Berlín; Fifty Million Frenchmen y Kiss me Kate (1948), de Colé Porter; los musicales NG. Puede encontrarse abundante documentación en el Centro cultural canadiense,
americanos de Kurt Weill: A Touch of Venus (1943) y Down in the Valley (1948). 5 rué de Constantine, París (7e).
Finalmente los tres grandes éxitos más cercanos a nosotros: Oklahoma! (1943, Sobre los «pioneros» léase: J. D. Wagner, Healy Willan, his Life and Organ
película de 1955), de Richard Rodgers; My Fair Lady, de Frederick Loewe; y, por Literature (Tesis, Nueva York, Theological Seminary, 1957); y Douglas J. Webb,
supuesto, West Side Story (1957), de Leonard Bernstein (1918). Serial Technique in J.J. Winzweig's Divertimentos and Concertos (tesis, Univ. of
Rochester, 1973). Sobre ese pionero de la canción que es Félix Leclerc, léase Luc
Este último compositor, de múltiples facetas, es autor de tres sinfonías de carácter
Bérimont, F. L. (París, 1964); y J. C. Le Pennec, L'univers poétique de F. L. (Montreal
grave e incluso trágicas: Jeremiab (1942), The Age ofAnxiety (1948) y Kaddish (1957),
y París, 1967).
de una Misa cantada y bailada (1971), de ballets, entre ellos Fancy Free (1944)
y de una serie de comedias musicales. Es también uno de los mayores directores La enseñanza de Weinzweig fructificó especialmente en la generación más jo-
de orquesta del momento, conferenciante, pianista, escritor, etc. Es hoy día, como lo ven. Antes, compasitores como Jean Papineau-Couture (1916) o Clermont Pépin
fue Gershwin en el pasado, el músico americano por excelencia, que ilustra perfecta- (1926) siguieron sobre todo las vías abiertas por Stravinski y Bartók.
mente esta frase de Virgil Thomson: «Todo americano tiene el derecho de com- Pero el serialismo se impone en Harry Somers (1925), R. Murray Schafer (1933)
poner la música según su gusto y según su capacidad». Léase: L. Bernstein, The y Bruce Mather (1939). Por su parte, Pierre Mercure (1927-1966) se vuelve con
Joy ofMusic (Londres, 1960) y A. Holde, L. B. (Berlín, 1961). Y, para la comedia mu- resolución hacia la música «concreta» y forma parte de los cofundadores del Es-
sical americana en su conjunto, A. Smith, Musical Comedy in America (Nueva York, tudio de música electrónica de la Universidad de Toronto, donde colabora en
1950) y A. Lacombe y C. Roche, La comedie musicale en Amérique (París, 1981). especial con R. Murray Schafer. Ya conocemos las estrechas y fructíferas relaciones
que mantuvo este último —uno de las nombres más conocidos de la música ca-
No podemos olvidar la música cinematográfica, tributaria a menudo de la pro-
nadiense^— con el célebre Marshall Mac Luhan, el «hombre de los mass media».
ducción de los musical shows, como My Fair Lady o West Side Story. Para la música
Sobre Murray Shafer léase S. Adams, A Bibliography of M: S., Open letter, 4.a serie
de películas independientes del teatro citaremos los nombres más conocidos: Ber-
(otoño de 1979). Sobre Harry Somers léase F.J. Smith, An Analysis of Selected
nard Herrmann (191M975), músico de las películas de Orson Wells y de Hitch-
Works by H. S. (tesis Univ. of West Ontario, 1973).
cock; Dimitri Tiomkin; Lalo Schiffrín; Erich Korngold; André Prévin. Léase, además
del artículo Cinema del LM, T. Thomas, The Music ofthe Movies (Nueva York, 197518. Sobre Guilles Tremblay (1932), otro representante notorio de esta generación
de los años 30, léase la muy detallada noticia del LM.
Para la joven generación hay, en la misma obra, un artículo, Canadá, que incluye
Canadá una amplia relación de la que sólo destacaremos un nombre, el de un músico
especialmente brillante muerto trágicamente hace poco, Claude Vivier (1948-1983).
Léase C. Vivier, L'Acte musical et Notes du soir, en Musique du Kébec (sic.) (R
Muchos músicos canadienses son conocidos y admitidos en Francia: cantantes
Duguay, ed. Montreal, 1971).
como Raoul Jobin, Léopold Simoneau, Jon Vickers, Maureen Forrester, Lois Mars-
Además de las formaciones especializadas en música contemporánea —el labo-
hall, Pierrete Alarte; el clavecinista Kenneth Gilbert; el pianista recientemente falle-
ratorio ya citado, o el conjunto vocal e instrumental de la Asociación de música
contemporánea de Québec fundada en 1968 por Serge Garant (1929)— recorde-
18
Después de la publicación en Francia de este Compendio, aparecieron los 4 vols. del New Grove mos que existen en Canadá algunas orquestas sinfónicas, dos de las cuales tienen
Dictionary of American Music, edición de H. Wiley Hitchcock y Stanley Sadie, Macmillan Press Ltd., Lon- una fama que va más allá de las fronteras del país: la Orquesta sinfónica de Toronto
dres y Nueva York, 1986. El título, no hace Éalta insistir demasiado, alude exclusivamente a música de los (antiguos directores: Seiji Ozawa, Karel Anóerl; director actual: Andrew Davis) y la
Estados Unidos y excluye todo el resto de América, incluso Canadá, pero admite los artistas extranjeros Orquesta sinfónica de Montreal, dirigida en la actualidad por Charles Dutoit.
que se integraron en la vida musical «americana».
404 Compendio de musicología 12. El segundo Romanticismo (ca 1860-1918) 405

América Latina Argentina


Visión de conjunto J. P. Esnaola (1808-1878) fue el fundador de la Academia de Música de Buenos
Aires, que más tarde vivirá su auge decisivo con Alberto Williams (1862-1952),
A pesar del carácter individualizado de cada uno de los grandes o pequeños formado en París, sobre todo en la escuela de Franck, y autor de 9 sinfonías; y con
países reunidos en este título global, todos tienen en común la abundancia y la Arturo Berutti, formado en Leipzig (7 óperas). A.G, en LM, señala varias genera-
riqueza de un folclore indígena, de origen indio, azteca, maya, etc., y de una pro- ciones consecutivas de compositores que siguieron las enseñanzas de ambos maes-
ducción de música popular más comercial, generalmente colocada bajo el signo de tros y además experimentaron influencias especialmente francesas, como la de
la danza: tango argentino, rumba cubana, samba brasileña, etc. Toda este música Franck en Celestino Piaggio y Juan José Casiro, y la de Roussel en Carlos López
aparece estudiada de forma muy detallada en NG, tanto en el amplio artículo Latin Buchardo y Arnaldo de Espósito.
America como en las noticias dedicadas a cada país. Principales obras de consulta: Un elemento esencial del despertar musical de Argentina fue la construcción
N. Slonimsky, Music ofLatin American (Nueva York, 1945); G. Chase, A Guide to del Teatro Colón de Buenos Aires; inaugurado en 1908, uno de los más amplios
the Music of Latin America (Washington, DC, 1962); R. Stevenson, Music in Aztec (con 2.487 localidades) y muy pronto una de las más célebres escenas líricas del
and Inca Territories (Berkeley, 1968). mundo.. Léase, además del indispensabe NG, las obras ya citadas de Slonimsky,
Otro denominador común es la influencia de los misioneros, principalmente Chase y Stevenson.
españoles, gracias a los cuales algunos centros importantes de música religiosa, Con Juan Carlos Paz (1892-1972) se abre un nuevo capítulo de la música argen-
primero importados de Europa (obras de Morales y de Victoria), pero pronto con tina, que continúa abierto aún. Fue un compositor que practicó más o menos todos
compositores propios, asegurarían a América Latina un lugar privilegiado en esta los estilos y terminó en el dodecafoñismo y en las «formas abiertas». Fue también
forma de arte. Citemos, en México, el cometido del franciscano Fray Pedro de fundador de los grupos Renovación (1929) y Agrupación Nueva Música. Escribió
Gante (siglo xvi), y sobre todo de Hernando Franco, maestro de capilla de la cate- también muchos libros. Léase J. C. Paz, Introducción a la música de nuestro tiempo
dral de México en 1532 y autor de obras religiosas originales, en especial siete (Buenos Aires, 1952); Arnold Schoenberg o el fin de la era total (Buenos Aires,
versiones del Magníficat. En Perú Juan Pérez publicó las primeras obras polifónicas 1954).
de toda América. En Brasil los jesuítas organizaron en Bahía una amplia actividad El más importante compositor de Argentina ha sido tal vez Alberto Ginastera
musical y, lo mismo que en México, integraron en ella a la población india. En (1916-1983) que, lo mismo que Paz, ha practicado una gran variedad de estilos,
Argentina, donde los comienzos de la música religiosa son análogos, la llegada del desde el «franckiano» de sus primeros ballets, aún muy populares, Estancia y
compositor-monje italiano Domenico Zipoli (1688-1726) supuso un momento de Panambí, hasta una escritura denominada «espacial». Es también autor de varias
gran importancia, y aunque por desgracia buena parte de su obra vocal se ha óperas: Don Rodrigo, que fue programada hace unos años en la temporada lírica
perdido, se conserva una Misa en la catedral de Santiago de Chile. Pero es preciso de la Radio francesa (debemos esta información a M. Pierre Castellan) y que es
volver a México para encontrar en su más alto grado la fusión de elementos po- una de las mayores obras lírica de América Latina; más tarde Bomarzo (1967),
pulares con formas estrictas de la liturgia: es la utilización de los villancicos, can- Beatrix Cenci (1971) y Barrabás (1976-1977), según Ghelderode.
ciones derivadas del virelai, compuestas de coplas (estrofas) entrecortadas con estri- (Fue con Ginastera como profesor y Paz como inspirador como Mauricio Kagel
billos en el seno mismo del servicio religioso, donde estos poemas cantados, ha- se convirtió en una de las figuras sobresalientes de la música contemporánea, y
blados e incluso bailados reemplazan gradualmente los responsos latinos. (La pa- por ello será estudiado en el capítulo de músicos de nuestro tiempo.) Léase: Chase,
labra interviene en la forma llamada negrilla.) Léanse, en el marco de cada país, A G. Argentinian Composer, MQ (XLIII, 57); y D. Wallace, A G. An Analysis of bis
los artículos del NG, muy detallados en cuanto a esta "cuestión. También R. Steven- Style and Technique (tesis, New York, Univ., 1964).
son, Renaissance and Baroque Musical Sources in the Americas (Washington, DC,
1970).
Otro elemento común en la mayor parte de los países de América Latina es la Brasil
influencia creciente, desde el siglo XVIII, de la ópera italiana. Pero no hay ninguna
obra original que surja de la amplia producción, ya olvidada, de esta época —y es Después del P. José Mauricio Núñez García (1767-1830), maestro de capilla de
así hasta // Guarany de Gomes, que veremos más adelante—. Léase R. Stevenson, la catedral de Río, «autor de música religiosa influido por Mozart» (P. V., en LM)
Foundations of New World Opera (Lima, 1973). hay que citar a Antonio Carlos Gomes (1836-1896), compositor de óperas, cuyos
Podemos ahora echar un vistazo sumario a los principales países en una época, estudios y principales éxitos tuvieron lugar en Italia, pero que con Ginastera es
ya próxima a la nuestra, en que la música «culta» de -cada uno se individualiza; y uno de los raros compositores líricos de envergadura de América Latina: sus dos
lamentamos la ausencia de espacio para tratar en detalle otros muchos estados del óperas más conocidas son // Guarany, estrenadas con éxito en La Scala de Milán,
doble continente latinoamericano que sin embargo poseen numerosos grupos vo- y Lo Scbiavo. Sobre Gomes léase (si es posible) G. de Bettencourt, A vida ansiosa
cales o instrumentales que nos han hecho conocer y amar su riquísimo folclore. e atormentada de uno genio (Lisboa, 1945).
406 Compendio de musicología 4P7
12. El segundo Romanticismo (ca 1860-1918)
A pesar de fundarse el Conservatorio de Río en 1848, los músicos de la gene-
ración siguiente tuvieron una educación principalmente europea, en especial Ale- México
xandre Lévy (1864-1892), uno de los primeros en utilizar elementos diversos —in-
La catedral de México, cuyo cometido en la evolución de la música religiosa
dios, negros, portugueses, españoles— del folclore, y Alberto Nepomuceno
del país ya hemos visto al principio de este capítulo, fundó en el siglo xviu su
(1864-1920). Léase G. Behague, The Begining of Musical Nationalism in Brazil
propia orquesta sinfónica que interpretó obras de Vivaldi y de sus émulos mexi-
(Detroit, 1971).
canos, especialmente Antonio Sarrier (1710-1842) y José Aldana (1758-1810). José
Luciano Gallet (1893-1931) y Franceso Mignone (1897) son autores locales, Hei-
Mariano Elizaga (1786-1843) fundó el Conservatorio de México y la Sociedad filar-
tor Villa-Lobos (1887-1959) aparece como la primera figura internacional de la
mónica, que interpretó las grandes sinfonías europeas. Dos compositores de ópera,
música brasileña. Su considerable obra, que sobrepasa en extensión y en impor-
Aniceto Ortega (1823-1875) y Melesio Morales merecen también ser destacados; el
tancia la de Darius Milhaud (v. más adelante) es conocido en Europa sólo por unas
último de ellos compuso un Romeo y Julieta y una obra titulada La locomotora.
cuantas obras, unos «bloques» sinfónicos e instrumentales determinados: los Cho-
En realidad hay que esperar hasta finales de siglo para encontrar las persona-
ros, las Bachianas Brasileiras o El descubrimiento de Brasil, dirigidos y en gran
lidades de importancia de la música mexicana: Julián Carrillo (1875-1965), sin duda
parte grabados en Francia, por el mismo autor, con la Orquesta Nacional. Pero las
el primero que utilizó microintervalos (cuartos, tercios, octavos y dieciseisavos de
sinfonías, los conciertos, la obra pianística, las numerosas músicas escénicas, siguen
tono); a veces ha acompañado instrumentos concebidos para estas experiencias por
sin descubrirse. Léase: M. Beaufils V.-L, musicien et poete du Brésil (París, 1967);
una orquesta ordinaria (en semitonos), y ha llegado a formar toda una orquesta
V. Mariz, H. V.-L., l'homme et son oeuvre (París, 1967); LM. Peppercorn, H. V.L.,
Leben und Werk (Zurich, 1972). con instrumentos construidos expresamente. Ayudado y alentado en sus investiga-
ciones por el director de orquesta Leopold Stokowski, hay que destacar la ocasión
Uno de los pocos compositores que podemos citar después de Villa-Lobos es,
en que hizo un recital con 15 pianos en microintervalos (Exposición de Bruselas
sin duda, Camargo Guarnieri (1907). Léase: C. G., en Composers of the Americas,
de 1958). Su obra (Preludio a Colón, 3 Columbios, Horizontes), a pesar de estas
IV (Washington, DC).
investigaciones, es de forma bastante tradicional. Léase J. Velasco-Urda, / C, su
El nombre de Darius Milhaud no puede ser olvidado cuando se trata de Brasil:
vida y su obra (México, 1945); J. E. Marie, J. C, en Nouvelles du Mexique, XLIIirv
ya sabemos en qué medida fueron fructíferos para él los dos años (1917-1919) que
pasó en Brasil como secretario de embajada con P. Claudel. Pero ¿cómo no pensar (1965-1966), p. 3.
que si la música de Brasil ha influido en Milhaud, no iba a influir también la música Manuel Ponce (1882-1948) fue para México un descubridor del patrimonio fol-
de Milhaud, por osmosis, en la de Brasil? clórico, de forma semejante a Bartók en Hungría, y de una estatura semejante. Sin
embargo, junto al gran recopilador de cantos populares y autor de determinados
temas de éxito (Estrellita es el más célebre de ellos), e incluso de algunas piezas
Chile para guitarra, el compositor de música sinfónica resulta a veces decepcionante. Se
ha dicho (pero no hemos podido verificarlo) que a instancias de su amigo, el
Registremos dos fechas importantes: la fundación del Conservatorio de Santiago célebre guitarrista Andrés Segovia, habría compuesto él mismo una bella Fantasía
en 1849 y la del Teatro municipal (ópera) en 1857. para un laúd, transcrita para guitarras, de Silvius Leopold Weiss. Además de NG
y LM, léase M. P., en Composers of the Americas (Washington, DC, 1954, 51 y ss).
Por la misma época, LM. Gottschalk (véase el apartado dedicado a Estados
Pero indiscutiblemente fue el maestro de Carlos Chávez (1899-1978). Como
Unidos) realizaba giras triunfales por América Latina, y especialmente por Chile. Es
Villa-Lobos para Brasil y Ginastera para Argentina, Chávez es el músico de México.
posible que el ejemplo de este músico de tan considerable curiosidad por los
Siguió a su maestro Ponce en la investigación del folclore (especialmente de la
temas de América Latina haya sido decisivo en los compositores e investigadores
música azteca) y prosiguió por una vía que le llevó a las más abstractas búsquedas
de Chile, al dedicarse a la búsqueda del folclore indígena de su país. Véase Carlos
musicales; desde la música de programa, como El fuego nuevo y Ixx cuatro soles,
Isamitt, Monographie sur les Araucans (obra de la que, desgraciadamente, no he-
pasando por obras cuyo título mismo es muestra de su compromiso, como la
mos encontrado ni las referencias ni las fechas exactas) y Pablo Garrido, Biografía
Sinfonía proletaria (1934) y la Obertura republicana (1935), y obras de juventud
de la cueca chilena(Santiago, 1943).
de títulos sorprendentes, como Hexágonos, Polígonos o Espiral, hasta una produc-
Sin embargo, Humberto Allende (1885-1959) y Domingo Santa Cruz Wilson,
ción de sinfonías y conciertos donde se abandona el programa en favor de la
compositores ambos además de profesores y teóricos, orientaron a sus discípulos
música pura. Ejerció también una gran actividad como director de orquesta, sobre
en una dirección opuesta, claramente europea. Más tarde, algunos músicos chilenos
todo en la Orquesta Sinfónica de México, siendo invitado a menudo por los gran-
(Jorge Urrutia Blondel) tuvieron como maestros a Dukas y a Hindemith; Alfonso
des conjuntos de Estados Unidos y Europa. Léase: C. Chávez, Toward a New Music.
Letelier Liona fundó la Escuela moderna de música; los últimos nombres, «avanza-
Music and Electricity (trad. ingl., Nueva York, 1937); C. C, The Musician of México,
dilla de la joven escuela chilena» (A.G. en LM), Cirilo Vila Castro (1937) y Jorge
en American Composers on American Music, ed. Cowell (Nueva York, 1950); A.
Arriagada (1943) seguirán a Max Deutsch, y el primero, además, a Olivier Messiaen.
Copland, Composer from México, en The New Music 1900-1960 (Nueva York, 1968).
Pierre BAIASCMEFF

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