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Pero el abejorro, mucho más grande y fuerte, y se rio y llamó a sus hermanos, que
dijeron reconocer el panal como propio.
Hubo zumbidos de protesta por ambos lados, incluso alguna que otra escaramuza,
hasta que, al fin, habló la abeja Prudencia:
--- ¡Por favor, calma, calma, abejas y abejorros! Las cosas se arreglan de otra manera, aquí se
precisa un juez que dictamine quién tiene la razón.
--- ¡Bien! ¡Que triunfe la justicia! ---, aplaudieron unos y otros con entusiasmo.
Fueron entonces a ver a una avispa jueza, famosa por sus decisiones siempre justas.
--- Mmmm …. Este es un caso sumamente difícil y controvertido. Tendré que interrogar a
muchos testigos ---, dijo la avispa jueza después de haberlos escuchado.
Los testigos declararon que, durante mucho tiempo, habían visto junto al panal a unos
animalitos con alas, muy zumbones, que parecían ser abejas. Esto no convenció a la jueza, que
meditó diciendo lo siguiente:
--- Los abejorros también son zumbones, así que podrían haber sido ellos.
--- No podemos seguir así. Su Señoría tarda tanto en su decisión que la miel se va a estropear
toda. Yo le sugiero que, para terminar de una buena vez, nos haga trabajar.
--- Trabajemos a la par, abejas y abejorros, y demostremos de ese modo quiénes son los que
saben hacer esas celdillas tan perfectas, repletas de rica miel.
En un instante quedó demostrado quiénes eran las dueñas de la miel. Las abejas
zumbaron de contento mientras la jueza señalaba: