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SEMINARIO TEOLÓGICO – IGLESIA

EVANGÉLICA PERUANA

LA UNCIÓN DEL ESPÍRITU SANTO


Por Kenneth Ivan Sanchez Rodriguez

Pneumatología y Eclesiología
Walter Canchumanta

Huánuco, 12 de octubre de 2017

1
ÍNDICE:

INTRODUCCIÓN. -3

I. DEFINICIÓN. -4

A. ¿Qué es unción? -4

B. El Ungido de Dios -4

II. UNCIÓN DEL ESPÍRITU SANTO -6

A. En el antiguo testamento -6

B. En el nuevo testamento -8

III. LA UNCIÓN EN PENTECOSTES -9

IV. LA UNCIÓN EN NUESTROS DÍAS - 10

CONCLUSIÓN - 13

BIBLIOGRAFIA - 14

2
INTRODUCCIÓN.

Quizás no haya doctrina bíblica peor entendida, en la iglesia de nuestros tiempos,


que la doctrina que se refiere al Espíritu Santo de Dios. Y como resultado de esta falta de
entendimiento respecto a la persona y obra del Espíritu Santo. Por eso el propósito en este
estudio, es examinar lo que la Biblia enseña en cuanto a la unción del Espíritu Santo para
aclarar y dar a conocer la verdad acerca de este tema.

El tema se aborda desde un punto de vista bíblico, con un pensamiento crítico, racional y
coherente con la sana doctrina, esperando en todo que el mismo Espíritu Santo guie este
estudio de principio a fin, con el propósito de guiar a los creyentes mantenerse a un sano
entendimiento acerca de la Unción del Espíritu Santo.

En el presente escrito daremos a conocer las principales definiciones acerca de la palabra


Unción según la biblia, relacionado con las distintas practicas paleo testamentarias y neo
testamentarias, así mismo tomaremos las ideas y comentarios de autores quienes trataron
sobre este asunto.

3
I. DEFINICIÓN.

A. ¿Qué es unción?
El significado bíblico de ungir es el acto de aplicar ungüento o aceite sobre
una persona o una cosa. Los aceites eran especiales, aromatizadas con especias,
flores o hierbas, según el uso que se les fuera a dar. En los textos Bíblicos la unción
aparece como traducción de varias palabras hebreas y griegas, con significados
relacionados con el acto de untar o esparcir aceite. Podemos notar por lo menos en
tres aspectos: la unción ordinaria, unción medicinal y la unción oficial.

- La unción ordinaria o común, servía para dar higiene y refrescar al cuerpo.


A menudo se practicaba con los invitados como forma de cortesía. En este sentido

generalmente se usa el heb. ‫( סוך‬sûk) o el gr. ἀλείφω (aléifo) (2 S. 12:20; Dn.10:3;


Mt. 6:17; Lc. 7:46).

- La unción medicinal, como un posible medio de curación y otras en


sentido simbólico, gr. epijrío, (Mr. 6:13, Stg. 5:14, 15, Jn. 9:6) y "frotar contra". El
significado espiritual deriva de la aplicación de aceite para conseguir una curación
física. El gr. μυρίζω (murízo), "ungir con aceite aromático", se usa refiriéndose a
María, que, según Cristo, había venido a ungir de antemano su cuerpo (Mr. 14:8).

- La unción oficial es la que los profetas, sacerdotes y reyes recibían en el


momento de asumir el cargo, así también algunos objetos eran ungidos que serían

dedicados a Dios. El término hebreo que se refiere al ungimiento oficial es ‫מׁשח‬


(máshaj), su equivalente en griego es χρίω. (Chrio) que tiene un sentido a las

unciones sagradas y simbólicas. De estas raíces; hebreo y griego, se originan; ‫יח‬


ַ ‫מָ ִׁש‬
(mâshîaj) "ungido" o "mesías" (Dn. 9:25-26) y χριστός (Christós) "Cristo",
"Ungido"; (Lc. 4:18; He. 1:9). Los cuales hacen mención al Ungido de Dios.

B. El Ungido de Dios
Dimos a conocer el origen de este término. En la LXX, la palabra ungido se
traduce como Mesías, término que se aplicaba a los sacerdotes que eran ungidos
con el aceite sagrado, especialmente al sumo sacerdote (Lev. 4:3, 5, 16). Los
profetas reciben el nombre de joi cristoi Teou, “los ungidos de Dios” (Sal. 105:15)

4
ellos eran los encargados de revelar la voluntad de Dios a los judíos. El rey de
Israel era en ocasiones mencionado como cristos tou Kuriou, “el ungido del
Señor”. En estos tres casos; los ungidos ejercían de algún modo autoridad que Dios
les conferia. Sin embargo este término se reduce y para dar singularidad a aquel que
sería elegido de Dios, “el Ungido de Dios” para ejercer toda autoridad sobre la
tierra (Dn. 9:25,26). El Diccionario Bíblico Nelson comenta sobre esto:

Durante la época inmediata después de David (900–700 a.C.), el


pueblo hebreo esperaba que cada nuevo rey mostrara las características de
un “ungido de Dios”. Pero con el fracaso sucesivo de los distintos reyes, se
comenzó a proyectar esa esperanza más hacia el futuro. Ante cada
calamidad de Israel, se esperaba un pronto auxilio de Dios mediante su
Mesías. La “esperanza mesiánica” consistía en esperar que Dios, con su
Mesías como instrumento, establecería para siempre a su pueblo. Se
clamaba por un futuro glorioso donde el Mesías sería figura prominente.

Para los profetas escritores, desde Amós (siglo VIII), el Mesías


esperado era un personaje con un poder sin límite que establecería
definitivamente la paz y la justicia sobre el mundo (Is 9.7; 11.4; Os 14.2–9;
Am 9.11–15). Con base en la profecía de Natán (2 S 7.12–16), y alentado
por los profetas escritores, el pueblo hebreo esperaba durante cada crisis
política a un hombre (“el ungido”); alguien que traería la liberación y ante
quien cualquier resistencia, por parte de sus enemigos, sería anulada por ser
el Mesías invencible. 1

En el N. T. el término MESIAS y CRISTO se restringe para ser usado por el


Señor Jesús. Si bien es cierto Él no fue ungido oficialmente con un ungüento
sagrado. Sin embargo Jesús fue Ungido por el mismo Espíritu Santo, para realizar
una obra en específico; una obra que fue encomendada por Dios el Padre; Esto
podemos apreciar en su bautismo en el rio Jordán “Y Jesús, después que fue
bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al
Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. Y hubo una voz de
los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia”.
(Mat.3:16-17) este es el momento en el cual Jesús hace público el inicio de su
misterio con la autoridad que Dios el Padre le confiere a través del Espíritu Santo.

1 Wilton M. Nelson. Diccionario Bíblico Nelson. Editorial Caribe Inc. 2009. pp.887
5
RC Sprul dice también: “…Jesús cumplió el rol del Mesías prometido en el
Antiguo Testamento. Él fue ungido en su bautismo para cumplir la tarea
mesiánica”. 2

Jesús dice de sí mismo: “El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me
ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los
quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos;
A poner en libertad a los oprimidos; A predicar el año agradable del Señor”.
(Lucas 4:18-19) Jesús hacía mención a la profecía dada por Isaías acerca del Mesías
prometido (Is. 61:1-2). Y que con él se estaba cumpliendo esta profecía.

A través del Espíritu Santo Jesús fue ungido como Profeta, Moisés mismo
lo anunció “Este Moisés es el que dijo a los hijos de Israel: Profeta os levantará el
Señor vuestro Dios de entre vuestros hermanos, como a mí; a él oiréis.” (Hch 7:37)
véase también (Dt.18:15; Hch. 3:22). Jesús fue ungido como Rey, y así es
entendido desde su nacimiento por los magos de oriente: “diciendo: ¿Dónde está el
rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y
venimos a adorarle.” (Mat 2:2) Él es Rey de Reyes; “Y en su vestidura y en su
muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES.” (Ap.
19:16) y por ultimo Jesús fue ungido como Sumo sacerdote; “donde Jesús entró
por nosotros como precursor, hecho sumo sacerdote para siempre según el orden
de Melquisedec”. (Heb 6:20) Todas estas funciones: profeta, sacerdote y rey,
hallaron su culminación profética en el Mesías.

El espíritu de Dios estaba sobre Jesús (cubierto), untado o ungido para llevar
a cabo su misión aquí en la tierra, es decir: para restaurar la creación, la comunión
de Dios con los Hombres, además de sanar, resucitar, Jesús vino para ser
sacrificado por la paga de los pecados. El Espíritu Santo estuvo acompañando a
Jesucristo Cristo en el desarrollo de su ministerio aquí en la tierra, hasta
completarla, hasta ser exaltado.

II. LA UNCIÓN DEL ESPÍRITU SANTO

C. En el antiguo testamento:

2 Sprul R.C. El Ministerio Del Espíritu Santo: editorial Tyndale House Publishers. 1990. pp. 133
6
Con estos antecedentes veamos cómo fue el obrar del Espíritu Santo en el
antiguo testamento, como se mostró la unción del Espíritu Santo. Ya dijimos q un
acto oficial o sagrado de la unción era la dedicación de una persona u objeto para
desarrollar una función específica, estos eran encomendados por Dios quien a
través de su Espíritu Santo, capacitaba a todo aquel que Dios mismo escogía, así es
el caso de los profetas, quienes fueron llamados y capacitados por el Espíritu de
Dios, y nada hablaban si no era dado por Dios a traves de la inspiración del Espíritu
Santo. (1 R 19.16b). A los sacerdotes, quienes cumplían funciones de ministrar en
el tabernáculo de reunión (Éx 28.41),A los reyes quienes eran elegidos por Dios
para gobernar a su pueblo(1 S 9.16; en Jue 9.8, 15 “elegir” corresponde a un verbo
hebreo que quiere decir “ungir”)

Nelson dice: “Sobre todo, la unción simbolizaba la consagración del ungido


a Dios para una función particular dentro de los propósitos divinos. Esta
consagración impartía algo de la santidad de Dios al ungido, condición que afectaba
todo lo que él posteriormente tocara” 3

A parte de estos tipos de unción “oficios prominentes”, podemos ver


también, que el Espíritu Santo de Dios ungía a otras personalidades para llevar a
cabo tareas y funciones específicas, como es el caso de Bezaleel y Aholiab (éxodo
31:1-11) quienes fueron dotados por el Espíritu Santo para llevar a cabo el diseño
de todo el Tabernáculo, estos hombres no fueron elegidos por Dios y Ungidos para
esta obra en especifica. RC Sprul comenta al respecto:

Si observamos de cerca esta narración estaremos forzados a concluir


que Bezaleel y Aholiab fueron dos de los más dotados y versátiles artistas
de la historia humana. Fueron plateros, orfebres, joyeros, canteros y
talladores, y tenían también el don de enseñar. En el Antiguo Testamento,
ciertos individuos fueron especialmente habilitados para el ministerio
mediante la unción del Espíritu Santo.4

Los jueces también eran llamados por Dios y capacitados por el espíritu
Santo para desarrollar una tarea específica que en su tiempo se requería. Hombres
como Sansón, Otoniel y Samuel exhibieron unciones especiales del Espíritu Santo.
“Y la mujer dio a luz un hijo, y le puso por nombre Sansón. Y el niño creció, y

3 Ibíd p. 1401

4 Loc. Cit.
7
Jehová lo bendijo. Y el Espíritu de Jehová comenzó a manifestarse en él en los
campamentos de Dan, entre Zora y Estaol.” (Jue 13: 24-25)

En todos estos casos el Espíritu Santo permanecía en la persona, tanto como


Dios mismo así lo determinaba, esto quiere decir que el Espíritu de Dios podía
apartarse de la persona en el Antiguo testamento. El caso de Saúl es uno de los más
claros; al inicio fue ungido como rey sobre Israel (1Sam. 10:1), sin embargo por la
desobediencia y el haberse apartado de la palabra de Dios, Dios mismo le había
quitado el reino que anteriormente le había confiado (1Sam. 15:26) El Espíritu de
Dios se había apartado de Saúl.

D. En el nuevo testamento:
Hallamos en el nuevo testamento el uso del ungimiento con aceite por
cuestiones médicas o como simbolismo de la presencia del Espíritu; “¿Está
enfermo alguno de ustedes? Haga llamar a los ancianos de la iglesia para que
oren por él y lo unjan con aceite en nombre del señor”. (Stg. 5:14-15)

Pero también y sobre todo como ya se comentó; en el Nuevo Testamento, la


idea de unción adquiere un sentido sumamente especial, porque es a Cristo quien se
refiere como el Ungido de Dios por excelencia. En los escritos de Lucas, cita
directamente la profecía de Isaías haciendo mención al Mesías (Ver el Ungido de
Dios) y en el libro de Los Hechos, a Jesús se lo denomina también como “el
Ungido” (Hch. 3:22; 7:37; 10:38). Desde esa perspectiva también encontramos en
Jn.1:32-33 “Jesús fue ungido con el Espíritu Santo en su bautismo” y en 2 Cor.
1:21-22 encontramos: “Dios es el que nos mantiene firmes en Cristo, tanto a
nosotros como a ustedes. Él nos ungió, nos selló como propiedad suya y puso su
Espíritu en nuestro corazón como garantía de sus promesas”. Con este pasaje lo
que podemos decir es que la unción Neo testamentaria toma un sentido más Cristo
céntrico por así decirlo. Es Cristo Jesús receptor de toda Unción Espiritual, y con
él, todo aquel que lo recibe. Somos ungidos dice la palabra, somos sellados con el
mismo Espíritu Santo. Ya no hay aceite aromático u oleo sagrado sino con el poder
del espíritu Santo. Leopoldo Sánchez, en su libro teológico “Pneumatologia”
menciona acerca de este tema, y dice:

Los evangelios nos presentan la unción en el Jordán no sólo como


patrimonio del Hijo sino como condición para la comunicación del Espíritu

8
del Padre a otras personas, a la iglesia. El Hijo es ungido como el Siervo
(Mt 3:16 y paralelos) para que, una vez terminada su misión por nosotros en
su muerte o bautismo en sangre (véase Mr. 10:39, 45; comp. Lc. 12:50), nos
haga partícipes por gracia de su Espíritu y por ende de su filiación, su íntima
relación y comunión con Dios (p.ej. Mt 3:11 y paralelos; comp. Gá. 4:4-7;
Ro 8:15-16). A diferencia de los profetas, sólo el Hijo recibe y porta el
Espíritu de Dios sin medida Jn. 3:34). Sólo el Hijo encarnado, en quien el
Espíritu encuentra su morada permanente, puede bautizar a otros con el
mismo Espíritu a partir de su glorificación. 5

Cristo Jesús es el Primogénito del Padre quien va delante de nosotros en


todo, dándonos la herencia según su gracia, obtenido a través de su obra aquí en la
tierra, y esta es la verdad en el Nuevo testamento.

III. LA UNCIÓN EN PENTECOSTÉS.


En Juan 14, Jesús dijo que Él oraría al Padre para que diese otro Consolador,
y que ese Consolador estaría con nosotros para siempre. Vemos que este
Consolador, no sólo moraría con nosotros sino que estaría en nosotros. Esta
promesa de parte de Jesucristo se cumplió por primera vez el Día de Pentecostés,
día que marca el nacimiento de la iglesia. “pero recibiréis poder, cuando haya
venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda
Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”. (Hch 1:8)

“Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de


repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual
llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas
repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos
llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el
Espíritu les daba que hablasen”. (Hch. 2:1-4)

Desde aquel Día de Pentecostés, en el mismo instante en que toda persona


cree en el hijo de Dios y le acepta como Señor y Salvador personal, viene a ser hijo
de Dios, por lo cual el espíritu de Dios mora en la persona, es decir que el creyente
tiene en sí mismo al Espíritu de Dios como residente, con tal efecto se puede decir
que el creyente tiene la unción del Espíritu Santo. Para aclarar y mejorar la
comprensión de esta acepción a la palabra residente; El Dr. John Walvoord, escribe:

5 Sánchez M. Leopoldo A. Pneumatología, el Espíritu Santo y la espiritualidad de la iglesia. Edit. Rev.


Héctor Hoppe, Missouri, U.S.A: Editorial Concordia. 2005 Pp 104
9
“Un estudio cuidadoso de las siete referencias a la unción del
Espíritu Santo revela que cada vez que se usa la palabra ungir o unción en
relación con el Espíritu, puede ser interpretado con toda seguridad como que
se refiere a ese acto inicial de establecer residencia. El vocablo que se
traduce ungir o unción, se utiliza en el sentido de algo que se aplica; y existe
una cierta correspondencia, en lo esencial, con el uso que se le da al aceite
como tipo del Espíritu. La presencia del Espíritu, es el resultado de la
unción y todas las referencias a la unción del Espíritu se usan en este
sentido”. 6

Con la llegada del Espíritu Santo (el Consolador) en pentecostés, los


discípulos estaban siendo ungidos para continuar la obra que el Cristo inició. Como
dijimos anteriormente, que junto con la unción hay un encargo o específico o un
oficio que desarrollar, en esta ocasión la unción dada a los primeros padres de la
Iglesia era para llevar la palabra de Dios, es decir el evangelio de Cristo a todas
partes, presentar el reino de Dios a toda Criatura. “Y me seréis testigos…”. Esta fue
la comisión para todos los presentes en el aposento alto, y con la unción del
Espíritu, estaban siendo dotados con los múltiples dones espirituales según el
espíritu de Dios designaba. (1Cor.12:4-13)

IV. LA UNCIÓN EN NUESTROS DIAS


Es claro que la unción se da a todos los cristianos, ya que reciben el Espíritu
Santo en el momento cuando creen en Jesucristo. Es el sello que Dios establece
para los suyos, como lo expresa Pablo en la carta a los Efesios: “…fuisteis sellados
con el Espíritu Santo de la promesa”. Por lo general, decimos que el Espíritu Santo
de Dios mora en nosotros, por el hecho de haberlo recibido cuando creímos en
Cristo como Salvador y, su estancia en nosotros, constituye la gran evidencia de
salvación. Romanos lo dice claramente: “Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo,
no es de Él”. Si el Espíritu es el ungimiento o unción, entonces todos los cristianos
deben tener esa unción porque los que no tienen al Espíritu, no son de Cristo.

Cada uno de nosotros quienes hemos creído en Jesucristo estamos


capacitados por el Espíritu Santo, somos ungidos por él para llevar acabo un
ministerio dentro de la iglesia de Cristo. El escritor John R.W. Stott, en su libro
“Sed llenos del Espíritu Santo” menciona lo siguiente:

6 Walvoord, John F. The Holy Spirit. (El Espíritu Santo) grand Rapids: Dunham Publishing Company 1958
10
Probablemente hayamos leído de tales experiencias en las biografías
de grandes hombres de Dios como Juan Wesley, Jorge Whitefield, David
Brainerd, Jonatán Edwards, D. L. Moody y otros. Usando terminología
bíblica diríamos que tales hombres fueron "ungidos" con el Espíritu Santo.
Pero debemos usar la palabra con cautela pues en un sentido todos los
cristianos han sido ungidos con el Espíritu Santo o han recibido su unción
(2Co.1:21; 1Jn.2:20,27). Sin embargo, las Escrituras también usan esta
terminología para situaciones especiales, como cuando Jesús se aplicó Isaías
61:1 al comienzo de su ministerio público y dijo de sí mismo: "El Espíritu
del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para predicar" (Lc.4:18-
19).Quizás también así debiéramos interpretar lo que le aconteció a Saulo de
Tarso cuando Ananías le visitó. Había de ser "lleno del Espíritu Santo"
(Hch.9:17) a fin de ser "testigo" de Cristo a todos los hombres de lo que
había "visto Y oído" (22:14; comp. 26:16-18). Fue su nombramiento y
unción como apóstol. 7

Muchos creen que la unción del Espíritu, es una experiencia posterior a la de


la salvación, una experiencia que le da al cristiano un poder especial en algunas
áreas de ministerio. En nuestros tiempos muchos maestros carismáticos, han mal
interpretado este tema, saturando al público cristiano con enseñanzas erradas
respecto a la unción del Espíritu de Dios. Argumentan, que se evidencia por ser
“embriagados en el Espíritu” y dan toda clase de manifestaciones incoherentes con
la santidad al cual se nos llama.

Los versículos principales que han causado muchos de los problemas al ser
malinterpretados se hallan en 1 Juan 2:20. Estos versículos dicen: “Pero vosotros
tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas”. Y 1 Juan 2:27. “Pero la
unción que vosotros recibisteis de Él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad
de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es
verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en Él”.

Para entender estos versículos, necesitamos conocer y tener en cuenta el


contexto inmediato de la epístola. Juan estaba tratando directamente con el
concepto del anticristo y los falsos maestros, quienes decían en sus enseñanzas,
haber recibido revelación especial de Dios. Hay quienes piensan que esta gente se
refería a ella como una unción.

7 Stott, J.R.W. Sed llenos del Espíritu. Miami, Florida U.S.A: Editorial Caribe. 1977 pp. 65
11
Aceptar estas enseñanzas, lleva a muchos de nuestros hermanos en Cristo, a
procurar experiencias extrabíblicas y que terminan siendo, en la mayoría de los
casos, antibíblicas.

Al observar lo escrito en 1 Juan 2, parece que estos versículos nos están


diciendo que la unción del Espíritu, es el propio Espíritu de Dios morando en el
creyente como maestro. En el contexto de 1 Juan 2, esta enseñanza tiene una
aplicación especial en relación con la persona de Cristo. El Espíritu Santo de Dios,
que mora en cada creyente, tiene el ministerio especial de enseñarnos respecto de la
persona de Cristo. El propio Cristo lo profetizó cuando dijo: “Mas el Consolador,
el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, Él os enseñará todas las
cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho”. (Jn. 14:26)

Resulta interesante observar también, que Cristo llamó al Espíritu Santo “el
Espíritu de verdad”. El Espíritu Santo, quien es nuestro ungimiento o unción,
ciertamente nos lleva a entender la verdad porque Él es el Espíritu de Verdad, y nos
ayuda a diferenciar entre la verdad y el error. Más aún, Cristo dijo: “Pero cuando
venga el Espíritu de verdad, Él os guiará a toda la verdad”. (Jn. 16:13)

Pablo nos dice claramente que debemos ser llenados o controlados por el
Espíritu Santo de Dios. Esa llenura, ese ministerio controlador del Espíritu de Dios,
el mismo Espíritu que mora en nosotros, el mismo Espíritu que es nuestra unción o
nuestro ungimiento, desata y libera la totalidad de su poder, para llevar a cabo cada
aspecto de la vida y ministerio, para la gloria de quien es Cabeza de la iglesia,
nuestro Señor Jesucristo. Seamos diligentes en permitir que el Espíritu Santo de
Dios controle nuestras vidas, en tanto que vivimos en una condición constante de
obediencia y sumisión a la obra de Dios en nosotros.

12
CONCLUSIÓN

Así como el ungimiento en el Antiguo Testamento capacitó al profeta,


sacerdote y rey para comenzar y llevar a cabo su función especial, así también el
Espíritu Santo de Dios guio en todo el ministerio terrenal de nuestro Señor
Jesucristo; así también el Espíritu Santo es nuestra unción, quien nos llama, nos
capacita, y nos guía para llevar a cabo la tarea de testificar el evangelio de
Jesucristo.

Entendemos claramente que la unción es el Espíritu Santo de Dios, que


mora en cada creyente, dando un ministerio especial, así como también para
enseñarnos respecto a la persona de Cristo y para entender la verdad de la palabra
de Dios, y no caer error.

La unción del Espíritu no se trata de experiencias emocionales


momentáneas, sino más bien de una constante dependencia y control de Dios para
realizar la obra que nos fue encomendada.

Nuestra oración, en este sentido, debería centrarse en una dependencia y


obediencia del Espíritu Santo de Dios, para que pueda realizar su obra a través de
nosotros.

13
BIBLIOGRAFÍA

Sánchez M. Leopoldo A. Pneumatología, el Espíritu Santo y la espiritualidad de la


iglesia. Edit. Rev. Héctor Hoppe, Missouri, U.S.A: Editorial Concordia. 2005.

Sprul R.C. El Ministerio Del Espíritu Santo. Traducción: Cristian J. Morán M: editorial
Tyndale House Publishers. 1990.

Stott, J.R.W. Sed llenos del Espíritu. Miami, Florida U.S.A: Editorial Caribe. 1977.

Vine W.E. Vine Diccionario Expositivo de Palabras Del Antiguo Y Del Nuevo
Testamento Exhaustivo. Editorial Caribe. 1999.

Wilton M. Nelson. Diccionario Bíblico Nelson. Editorial Caribe Inc. 2009.

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