Entre Hegel y la función pedagógica de la experiencia estética
Roberto Carlos Abrego Manríquez, S.I.
Los cursos de este semestre están aportando fuertes insumos a mi investigación
o tal vez, es que yo esté viendo en ellos desde una perspectiva favorable a mi búsqueda. Esta relación sujeto-objeto, incapaz de decantarse a lo puramente subjetivo o a lo puramente objetivo pues ni uno ni otro lado pueden excluirse, es uno de los binomios de contrarios quienes en su lucha permanente dan paso al continuo cambio, es decir, los contrarios se encuentran dentro de la unidad, del todo, del devenir1. Una de las vías de acceso a ese todo es el arte, según los filósofos Schelling y Hegel. Es por eso que estoy encontrando gran fruto en estos cursos pues desde la perspectiva de Alfonso López Quintás, la experiencia estética tiene un gran poder, lo cual describiré con más detalle en las líneas siguientes. Me di a la tarea de conocer a fondo la propuesta filosófica de López Quintás, para ello he leído el primer capítulo de su libro La experiencia estética y su poder formativo2, donde trata de manera más explícita el concepto de ámbito, al cual describe como el entreveramiento del hombre con diversas realidad del entorno, entendiendo esto no como la yuxtaposición de objetos sino como interconexión de planos, campos lúdicos, espacios creativos 3. Por ejemplo: el acto de asistir a la universidad y estar inscrito en el programa de Filosofía es un campo de posibilidades pues se intercala el plano académico, el plano afectivo, el plano espiritual, corporal, etc., es un campo de creación, lúdico. La obra de arte en tanto que es atética, aconceptual o lo que es lo mismo, con ninguna determinación definitiva, al contrario cualquier exégesis es válida, todo concepto es aplicable, todo plano de la realidad está en ella, el mundo, el todo está en ella, es el campo de posibilidades por excelencia. “La experiencia artística nos revela la posibilidad que tiene el hombre de establecer modos de unidad insospechadamente profundos con ciertas realidades” 4, pongamos el ejemplo de alguno que recita un poema a su pareja. Al leer esas líneas, quien declama hace contacto con la intención del autor, se identifica con los sentimientos plasmados en esos versos; además esos versos, palabra tras palabra son más que solo palabras, son sensaciones, sentimientos representados por figuras literarias, formadas por grafías, pero el acto mismo de declamar es poner en juego las capacidades fisiológicas de modo que la voz se escuche y transmita lo que se quiere, el cuerpo y su movimiento, las miradas, los gestos, los pasos, conforman 1 Hegel, Carlos Díaz (Editor), Fenomenología del espíritu, Alhambra, Madrid, 1986, p. 129. 2 Alfonso López Quintás, La experiencia estética y su poder formativo, 2da. edición, Universidad de Deusto, Bilbao, 2010. 3 Ibidem p. 36. 4 Ibidem p. 38. otro plano de realidad que se entrevera con los anteriores. El acto mismo de declamar, es imagen sensible que da cuerpo, es “sacramento” del conjunto de ámbitos, dice más de lo que en verdad dice, dice de una realidad más compleja pero más real, crea ámbitos y alumbra sentido.5 Vemos entonces la relevancia de la experiencia estética y su fecundidad. La experiencia estética nos ofrece un cambio de paradigma pues ya no es la preocupación pragmática por lo cotidiano, sino que para que pueda darse, es necesaria la actitud de desinterés, de pasividad en el sentido de dejarse sorprender antes que controlar, buscar, exigir. En otras palabras, promueve el respeto para que la realidad se muestre Ahora bien, nos permite advertir el carácter relacional de la realidad, es decir, en lugar de perseguir los propios intereses, lo inmediato, el enquistamiento en el yo, nos dejamos seducir por los frutos que surgen como encuentro de diversos planos. Además, como dice el autor, el arte verdadero no reproduce figuras; plasma los ámbitos a que el lugar el entreveramiento de unas realidades con otras. Pone con ello, al descubierto de modo luminosamente patente lo que es cada realidad y lo que está llamada a ser, es decir: descubre su “verdad” 6. También, la experiencia estética nos ayuda a esclarecer antinomias aparentemente irreconciliables como libertad-norma, libertad-solidaridad, etc. Para ilustrar esto, el autor explora la experiencia de cantar formando parte de un coro. Al interpretar la parte que me corresponde me siento libre, autónomo, autosuficiente, pero de ninguna manera desapegado 7, así, siendo libre me supedito a los otros, atándome me libero, nos forma en una dialéctica que integra. Haciendo mención a esto último, veo que me será de gran utilidad estudiar a Hegel para entender y sustentar mejor el movimiento, los momentos, los cruces de López Quintás en su método.