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(PALENCIA).1
Los antecedentes inmediatos de los pobladores de la Edad del Hierro en esta zona hay
que buscarlos en la explotación de pastos en la Cordillera Cantábrica, actividad que
pronto se complementa con la extracción de los importantes recursos mineros,
según los datos obtenidos en la vertiente septentrional de la Cordillera Cantábrica,
donde se conoce una estrecha relación entre las zonas tradicionales de pastos de
montaña y la ubicación de megalitos2, siendo los grupos que los erigieron los
responsables de la puesta en explotación de las brañas cantábricas.
De este momento cronológico pueden ser las tres agrupaciones tumulares de similares
características localizadas en Brañosera -Culazón (fig.2) y La Braña (fíg.l)- y Barruelo
de Santullán -Valdepicos (fig.3)-, consistentes en una veintena o treintena de túmulos,
con un diámetro medio de unos 3 mts., con orientación al Sur, construidos,
aprovechando las laderas, con pequeños cantos de microconglomerados y areniscas del
lugar, si bien en algunos se observa una clara voluntad de afinar el acabado,estando
éstos recubiertos por una capa de finas lajas.
Además, el lugar ha sido relacionado con la civitas antiqua que se menciona en el Fuero
de Brañosera, relación que se contradice con la tradicional ubicación de la misma en
Peña Cildá; esta teoría cuajó a raíz de la asociación Cildá-Ciudad y por
paralelismo con Monte Cildá (Olleros de Pisuerga)14.
La necesidad de dar continuidad a la red viaria, cuando se hacía necesario salvar un río,
determinó la construcción de obras de ingeniería. En el tramo de vía que nos ocupa,
contamos con dos testimonios: el puente de Nestar y el puente de Rojadillo.
El primero, sobre el río Rubagón, aguas abajo de Nestar, por el que discurriría la vía
Pisoraca- Iuliobriga-Costa Cantábrica22. El puente en su origen debió ser romano23,
pero los restos actuales son de difícil atribución dadas las numerosas refacciones que se
observan.
En relación con el trazado viario hay que destacar también la existencia del miliario de
Menaza -CIL II, 6344- y el topónimo Parapertú, cuya etimología -Petra Portum- alude a
la utilización de este paso de montaña en época romana27.
El conocimiento que, en la actualidad, se posee sobre el período que abarca los siglos
III-IV -final de la época romana- y IX -cuando el "Fuero de Brañosera" sugiere los
inicios de la repoblación palentina-es escaso y se encuentra deficientemente
documentado, careciendo de un estudio específico que aclare las diversas cuestiones,
que plantea el desarrollo histórico de este sector, durante dicho período. La cuenca del
Rubagón fue una de las primeras zonas palentinas en repoblarse a partir del siglo
VIII, con las acciones llevadas a cabo por Alfonso I, con gentes procedentes de Liébana
y, quizá también, de las replegadas de la cuenca del Duero, pero es durante el siglo IX
cuando estas zonas toman nuevo auge con la repoblación. Sería después de estar
poblada Mudá, cuando se iniciaría este fenómeno. Este es, precisamente, el contexto en
el que cabe situar la Carta Puebla de Brañosera, uno de los testimonios históricos más
importantes con los que contamos. Otorgada por el Conde Munio Nuñez en el año 824
menciona aquellos puntos que delimitan el territorio concedido a esta población -et
damus vobis ad populandum illum locum qui dicitur Brania Ossaria-, uno de los cuales
es citado con la expresión per illam civitatem antiquam, como si se tratara de una
referencia geográfica y urbana muy concreta28. Esta ciudad ha sido asociada con la
antigua Vadinia y se encuentra en un lugar indeterminado, pero podría estar en el Valle
de Santullán, relacionándose con las excavaciones
"arqueológicas" realizadas en el año 1903, en el término municipal de Barruelo de
Santullán, en el paraje denominado Zorita, pero de la que no se tiene constancia más
que por referencias acientíficas.
Estos datos permiten corroborar y proporcionar, en algunos casos, nuevas noticias sobre
restos arqueológicos atribuibles a un período que iría desde el Neolítico-Edad del
Bronce hasta la Edad Media, intentando completar algunas de las lagunas
documentales existentes, y ya comentadas, en la Cuenca del Rubagón.