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El consentimiento informado

por Amado, César, Quintero Acuña, Silvia Alejandra , Ramírez Mateus, Nataly


Alejandra,Torregrosa, Lilian

Universidad de Rosario

Resumen

La tradición jurídica y filosófica liberal incorporó durante la segunda mitad del


siglo XX los importantes cambios en el ejercicio médico, así como la
transición en el modelo de la relación médico-paciente, la cual evolucionó,
desde un paternalismo autoritario, hasta el progresivo reconocimiento del
ejercicio de la autonomía del individuo. La incorporación del consentimiento
informado en la práctica clínica y de investigación se corresponde con un
creciente protagonismo de los ciudadanos en los procesos de toma de
decisiones relacionados con su salud, asociado a un proceso gradual de
comunicación en la relación profesional de la salud - paciente (o
investigador-voluntario de investigación). El presente capítulo realiza una
revisión de los elementos que conforman el proceso de consentimiento
informado, a partir de la película Despertares, dirigida por Penny Marshall
(1990) .

Palabras Clave: Consentimiento | Autonomía | Ética | Cine.

Ficha técnica de la película Despertares

Título original: Awakenings

País: Estados Unidos

Año: 1990

Director: Penny Marshall

Música: Randy Newman

Guión: Steve Zaillian. Adaptación del libro homónimo del Dr. Oliver Sacks.
Basado en hechos reales.
Intérpretes: Robert de Niro, Robin Williams, Penelope Ann Miller, Julie
Kavner, Ruth Nelson, John Heard, Alice Drummond, Judith Malina, Barton
Heyman, George Martin, Anne Meara, Richard Libertini, Laura Esterman,
Dexter Gordon, Jayne Haynes, Gloria Harper, Keith Diamond, Marie
Catherine Wright, Mary Alice, Gwyllum Evans, Steve Randazzo, Anthony J.
Nici y Max Von Sydow.

Color: Color

Duración: 121 minutos

Género: Drama, melodrama

Productora: Columbia Pictures Corporation

Sinopsis: las víctimas de una epidemia de encefalitis letárgica de los años 20


han quedado reducidas progresivamente a un estado vegetativo-
parkinsoniano en un centro de enfermos crónicos. Años después, en 1969, el
recién llegado Dr. Sayer (Robin Williams) prueba en uno de los pacientes,
Leonard Lowe (Robert de Niro), un nuevo fármaco (L-dopa) que es capaz de
«revivirlo», hecho que le incita a tratar a los demás enfermos.

Premios: nominada a los Premios Oscar (1990) como Mejor Película, Mejor
actor principal (Robert de Niro) y Mejor guión adaptado. Ganadora del
Scriptor Award (1991).

1. Hechos del caso

En la película Despertares, el joven especialista Dr. Sayer (Robin Williams)


se convierte en el neurólogo del hospital de enfermos crónicos Bainbridge. El
médico representado en la narración es el neurólogo británico Oliver Sacks
(1933-2015), autor del libro homónimo (Awakenings), y ampliamente
conocido por sus obras divulgativas a partir de su práctica clínica. En la
cinta, su tarea inicial consiste en atender un grupo de pacientes que
padecieron encefalitis letárgica en los años veinte, quienes requieren
asistencia permanente dadas las severas limitaciones que les impiden
realizar en forma autónoma tareas mínimas de autocuidado. El Dr. Sayer
analiza la situación de sus pacientes y descubre que, contrario a lo que el
personal del hospital piensa, estos enfermos están vivos dentro de un cuerpo
y una funcionalidad muy limitada.

Al enterarse en una conferencia que la Levodopa podría constituir por sus


efectos bioquímicos una alternativa terapéutica para este trastorno, a la
fecha incurable, el neurólogo busca insistentemente la autorización de la
dirección del hospital, en cabeza del Dr. Kaufman (John Heard), para
emplearla en forma experimental en su paciente Leonard Lowe (Robert de
Niro), quien toda la vida ha vivido bajo el cuidado de su madre y en el
encierro de un pabellón dedicado a la atención de pacientes afectados por el
mismo padecimiento.

El Dr. Sayer logra la aprobación de su iniciativa en un solo paciente, con la


condición de obtener el consentimiento antes de iniciar el tratamiento. La
madre de Leonard otorga el permiso una vez es informada ampliamente
sobre las posibilidades teóricas del uso del medicamento, y también sobre la
incertidumbre que rodea la utilización de una terapia no comprobada. El Dr.
Sayer inicia su experimento con la titulación de la dosis de la Levodopa.

Leonard «despierta» de su estado catatónico a medida que la dosis se


incrementa. Se conecta nuevamente con su entorno, aprende cuánto ha
cambiado el mundo durante los años de encierro dentro del pabellón del
hospital, intenta recuperar su identidad, se siente vivo y feliz. Esto lleva al
neurólogo a ofrecer el medicamento a los demás pacientes, quienes viven
todo un espectro de experiencias al volver del estado de parkinsonismo post-
encefalítico en que se encontraban. Muchos vislumbran un panorama
positivo; otros, uno triste y desolador. La película refleja fielmente que
algunas capacidades neurológicas de los pacientes se mantuvieron intactas
durante sus años de enfermedad, como si hubieran permanecido dormidos
durante este tiempo, y es el medicamento el que permite despertarlos a la
realidad, muchos años después.

Con el tiempo, aparecen de nuevo las discinesias, alteraciones motoras y


demás fenómenos descritos en los tratamientos con Levodopa;
específicamente, la película retrata los fenómenos de  on-off y wearing-off en
Leonard quien, al ver su calidad de vida progresivamente limitada, pierde la
esperanza de alcanzar un estado de «normalidad» e incluso debe ser
confinado en el pabellón de pacientes psicóticos por un lapso de tiempo.

Para entonces el tratamiento, si bien produjo una mejoría transitoria, no


ofreció en el largo plazo una recuperación satisfactoria. Progresivamente el
despertar se disipa (así como el de los demás pacientes del pabellón), y ante
los ojos desalentados de médicos y enfermeras retorna a su estado previo de
catatonia en el que se mantuvo por varias décadas, antes de su periodo de
mejoría parcial, dependiendo nuevamente de los cuidados de su madre y del
equipo de salud.

2. El consentimiento informado en la película  Despertares

La película plantea diversos problemas de estudio para la ética médica.


Respecto al consentimiento informado se pueden identificar algunos tópicos
como son: la competencia del paciente, la subrogación en la toma de
decisiones, la libertad del paciente quien es a la vez sujeto de investigación,
y un complejo dilema en relación con los efectos adversos y los beneficios de
una terapia.

En la película, una vez el médico plantea la opción de «probar» en su


paciente un fármaco experimental, con potenciales beneficios en estados de
parkinsonismo, encuentra que la única alternativa para poder utilizarlo es la
obtención de la autorización expresa por parte de su representante legal (en
este caso, la Señora Lowe, su madre), por cuanto el paciente no tiene la
capacidad para expresar una decisión autónoma. El Dr. Sayer realiza un
proceso muy completo y cuidadoso en el que proporciona a la madre de
Leonard información veraz sobre potenciales beneficios terapéuticos, así
como los posibles riesgos del medicamento propuesto, e incluso plantea (tal
y como se exige en investigación con seres humanos) la posibilidad de que la
intervención experimental no genere ningún beneficio para su hijo.

Se exponen en la película varios principios de la ética médica:

 El principio moral básico de la dignidad humana, el cual obliga a reconocer


en cada ser humano un fin en sí mismo, y no un medio, esto es, no
considerar a los seres humanos como objetos o instrumentos de fines u
objetivos escogidos por otros. Este principio tiene dos dimensiones descritas
por John Harris: el respeto por la autonomía y la preocupación por el
bienestar.

 La autonomía, como habilidad para escoger libremente entre diferentes


opciones, permite a través de su ejercicio que el individuo pueda elegir un
proyecto de vida particular de acuerdo con su propio conjunto de valores,
deseos, preferencias e intereses. La segunda dimensión (preocupación por
el bienestar) complementa la autonomía, pues proporciona las condiciones
materiales en las cuales esta puede prosperar.

 La obligación moral de «decir la verdad». La veracidad  es una virtud de la


relación médico-paciente, la cual se fundamenta en la virtud de la confianza.
Es, al tiempo, un elemento importante del proceso del consentimiento
informado. El principio de veracidad exige ofrecer al paciente, o al voluntario
de investigación, la información disponible relacionada con su proceso de
enfermedad. Este principio demanda el concurso de virtudes como la
autenticidad, la sinceridad y la honestidad entre el profesional de la salud y
el paciente. La información adecuada, suficiente y comprensible es de suma
importancia, pues sin esta, los pacientes no podrían tomar decisiones al
desconocer la verdadera naturaleza de su condición.

Es imprescindible que los datos presentados cumplan con el objetivo de


ilustrar al paciente y a su familia, de la forma más realista posible, acerca de
la naturaleza de su condición y de las alternativas disponibles, por lo que la
pregunta crucial aquí es: ¿Qué tanta información requiere un paciente para
ser considerado «adecuadamente informado»?

El paciente tiene el derecho a recibir información según sus propias


necesidades y expectativas, de forma tanto escrita como oral, en términos
comprensibles, acerca de su condición y pronóstico, así como conserva el
derecho a no recibir información, si ese es su deseo. Las dificultades en el
proceso de comunicación alteran la relación entre el paciente, la familia y el
equipo profesional, lo cual puede favorecer el aislamiento afectivo y el
sufrimiento del paciente. Las reacciones psicológicas que experimentan los
pacientes y sus familiares deben ser comprendidas y validadas con el
propósito de ajustar la modalidad de comunicación en cada caso concreto.

Este deber de informar cobra especial importancia en el contexto de una


intervención no comprobada. Cabe aclarar que el caso descrito por la
película no corresponde, ni a un tratamiento (pues no es una terapia estándar
aceptada por la comunidad médica), ni a un proyecto de investigación (pues
no se plantea un protocolo formal cuyo objetivo sea responder una pregunta
de investigación). En este caso, se trata de un procedimiento
innovador que busca ofrecer a un paciente específico un beneficio potencial,
en ausencia de otras alternativas terapéuticas. En este escenario, el
consentimiento informado ofrece un desafío adicional: definir, de la manera
más honesta posible, el umbral de riesgo aceptableal cual se expone el
paciente, frente al beneficio proyectado de una intervención no comprobada.

En el contexto de un protocolo formal de investigación, el médico tratante


debe tener claridad en cuanto a que este proceso se aparta del estándar
clínico, por lo que no puede ofrecer la participación del paciente en un
proyecto de investigación como si este constituyera alguna forma de terapia
(therapeutic misconception).

Más adelante aparecen en la película los elementos del consentimiento


informado: la información de calidad recibida por parte de quien decide,
la ausencia de coacción, de quien otorga el consentimiento (en este la
madre de Leonard) y la competencia y/o capacidad. Esta última es una
condición que permite a las personas ejercer efectivamente sus derechos y
obligaciones, teniendo en cuenta un conjunto de aptitudes, tanto psicológicas
como cognitivas (atención, lenguaje, cálculo, memoria, funciones ejecutivas,
ideación espontánea, conciencia de la enfermedad, etc.), volitivas y afectivas
que le permiten conocer y valorar la información recibida dentro de un
proceso de toma de decisiones que respete el estándar de autenticidad (esto
es, que reflejan su propia personalidad). En el caso de la película, el
paciente presenta un compromiso neurológico, por lo cual el Dr. Sayer toma
una decisión subrogada por parte de la Sra Lowe.

En este punto aparece un cuestionamiento crucial referente a la subrogación:


¿Cómo se puede llegar a decidir por otros? Otorgar a familiares, amigos,
representantes legales el poder de decidir sobre la vida de un paciente
representa una situación problemática; sin embargo, es improbable
determinar con certeza cuál sería la decisión del paciente y es imposible
evitar los sesgos individuales que se pueden contraponer.
El estándar del interés superior define el umbral mínimo para decidir el
inicio o suspensión de una terapia o intervención médica. El principio
universal de no dañar (no maleficiencia), de acuerdo con John Harris, es el
principio fundamental que permite justificar, desde el punto de vista ético, la
posibilidad de decidir por otros.

Cuando no existe consentimiento previo, como es el caso planteado en la


película, la justificación para emprender una acción terapéutica se
fundamenta en la búsqueda del mejor interés del paciente; no ofrecer dicha
opción puede constituir un daño deliberado.

3. ¿Cuáles son las obligaciones éticas que plantea la historia con


referencia al consentimiento informado?

En la película, es claro el interés del Dr. Sayer por lograr la mejoría de su


paciente, con quien establece una relación estrecha de amistad caracterizada
por el interés de beneficencia. Al evidenciar los efectos benéficos de la L-
Dopa y ser testigo del «despertar» de Leonard, su reacción entusiasta ante el
«milagro médico» lo lleva a olvidar momentáneamente el deber de  no-
maleficencia, generando así expectativas desproporcionadas en cuanto al
tratamiento. Sin embargo, el Dr. Sayer manifiesta un carácter profesional
como neurólogo, ya que se orienta siempre en la promoción del bienestar y
beneficio de sus pacientes, gracias a la búsqueda de la mejor alternativa
terapéutica. El respeto por la autonomía del individuo y el deber
de informar, tanto a su madre como al paciente sobre su proceso de salud-
enfermedad, reflejan la observancia de estos principios por parte de su
médico tratante.

4. ¿Existen diferencias entre el consentimiento informado utilizado en la


práctica médica y el empleado en investigación clínica con seres
humanos?

La película ilustra la importancia del consentimiento informado en el contexto


de la investigación biomédica. El Dr. Sayer propone probar un medicamento
nuevo, de utilidad incierta, en sus pacientes, situación en la que la relación
médico-paciente puede confundirse con la  relación investigador-sujeto
investigado. Esto se conoce como falacia terapéutica (therapeutic
misconception), en la cual se confunde un protocolo de investigación con una
propuesta terapéutica.

En ambos escenarios, es el médico (como experto en la materia, dotado del


conocimiento técnico necesario para informar sobre intervenciones
terapéuticas al enfermo y su familia) quien define cuáles alternativas
terapéuticas propone a su paciente. En el primer escenario, el médico
tratante sólo emplea aquellos tratamientos que la práctica médica reconoce
como estándares acogidos por el cuerpo profesional, como parte de las
alternativas terapéuticas disponibles. En el segundo, el médico tratante se
convierte en investigador clínico, lo cual puede suscitar conflictos de interés
que deben ser expuestos oportunamente al paciente.

El principio orientador del actuar médico, en el ámbito clínico, es el beneficio


del paciente; el del investigador, es responder preguntas científicas, refutar o
corroborar hipótesis propuestas. El propósito de la investigación clínica no
es, en principio, procurar el beneficio del paciente, lo cual puede distorsionar
la atención médica, reñir con las obligaciones morales de informar, evitar
daños innecesarios y respetar el principio de beneficencia. Por ello, la
principal obligación del investigador clínico es prevenir el daño para los
voluntarios de investigación.

Cuando el médico tratante es a la vez el investigador clínico, puede incurrir


en falsas valoraciones de sus pacientes (el cual se convierte a la vez en
sujeto experimental), generando así sobreestimaciones de los efectos
positivos de la intervención que se está estudiando, o subestimar los efectos
secundarios. Estos sesgos naturales pueden precipitarse por los deseos de
encontrar el resultado esperado por parte del investigador (en el caso de la
película, la mejoría del parkinsonismo con el uso de la Levodopa).

Al incluir un paciente en un protocolo de investigación de un nuevo


medicamento, se deben implementar medidas para que los criterios de
inclusión y exclusión de cada sujeto sean estrictos, y la valoración de los
resultados del uso de la terapia experimental sea objetiva, siendo confirmada
por investigadores y monitores clínicos independientes del médico tratante, y
revisada periódicamente por un comité externo al grupo de investigación.
En el contexto de la asistencia clínica, el nivel de información sobre la
intervención terapéutica ofrece mayor certeza sobre la relación entre riesgos
y beneficios. En el escenario de la investigación clínica, la incertidumbre
sobre los efectos de la intervención ofrecida es mucho mayor, la
desinformación sobre los efectos, tanto positivos como negativos del
medicamento experimental (en este caso la Levodopa), es alta.

De acuerdo con lo anterior, el paciente debe ser informado de forma explícita


sobre estas consideraciones, y no debe recibir falsas expectativas que
puedan lesionar el proceso del consentimiento informado, al creer que es
beneficiario de un «nuevo y promisorio tratamiento». En este punto radica la
diferencia fundamental entre el consentimiento informado en el ámbito clínico
y en la investigación biomédica.

5. El consentimiento informado en la práctica médica contemporánea

El primer documento normativo que hace referencia al consentimiento


informado en la práctica de investigación es el Código de Nuremberg (1947).
En la práctica clínica, uno de los primeros antecedentes corresponde a la
Sentencia del juez Benjamín Cardozo (1957).

El concepto del consentimiento informado se ha modificado en el curso del


tiempo y existen discrepancias sobre su implementación práctica. O´Neill lo
describe de la siguiente manera: «el consentimiento informado se ha
convertido en el ritual clínico moderno de la confianza, y como ocurre con
frecuencia con los rituales, existe desacuerdo sobre su real significado, así
como sobre su correcta realización».

Mediante el consentimiento informado el personal de salud informa al


paciente competente, o en caso de no serlo, a su representante jurídico-
legal, la naturaleza de la enfermedad y los procedimientos diagnósticos o
terapéuticos que se propone utilizar, los riesgos y beneficios de tales
procedimientos y las posibles alternativas. El documento escrito es el
resguardo y soporte del proceso de información. El consentimiento informado
constituye una manifestación de la actitud responsable y ética del profesional
que garantiza el respeto a la dignidad y a la autonomía de las personas
(pacientes y voluntarios de investigación) 12.
El consentimiento informado es un acto jurídico. Las condiciones mínimas
para que pueda existir un acto de consentimiento médico son:

 Capacidad: es el pleno uso de las facultades intelectuales y el criterio


suficiente para juzgar los riesgos y alternativas de tratamientos médicos.

 Posesión del derecho: es la titularidad del derecho o interés sobre el cual


el sujeto aprueba el acto médico.

 Libertad: es la expresión de voluntariedad, en ausencia de factores externos


(manipulación, coerción, o engaño) o internos (depresión) que limiten la
autonomía personal.

 Información adecuada: la información adecuada equivale al conocimiento


de las alternativas de tratamiento y de las posibles complicaciones que
implique la propuesta terapéutica o diagnóstica. La información debe ser
veraz, suficiente y comprensible para promover la participación del paciente
en el proceso de toma de decisiones.

Comentario Final

El consentimiento informado es una de las preocupaciones del ejercicio


médico contemporáneo. Su práctica requiere un aprendizaje continuo por
parte de los profesionales de la salud, así como su implementación dentro de
procesos organizacionales, dentro de los modelos de humanización de la
atención sanitaria y del cuidado centrado en el paciente. Si bien el
consentimiento informado representa un acto jurídico, es necesario
comprenderlo como una obligación ética en el contexto de la relación médico-
paciente.

Como lo plantean Gómez y Estrada, «para el adecuado ejercicio de la


autonomía se requiere de discernimiento, intención y libertad. El respeto a
este derecho se manifiesta en el acto del cuidado de la salud, en la
necesidad de requerir el consentimiento informado para todos los
procedimientos que impliquen un riesgo psicológico o físico del paciente,
para participar en investigación o docencia o para el tratamiento de datos
personales».

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NOTAS

COMENTARIOS

Mensaje de M Teresa Icart Isern  » 25 de septiembre de 2017 » mticart@ub.edu  

El trabajo “El consentimiento informado” a través del film Despertares, nos


enfrenta a un problema complejo en el que se mezclan aspectos clínicos y
jurídicos. Las condiciones clínicas que detalla el artículo son difíciles de
verificar en el encuentro médico- paciente o representante jurídico legal.

A menudo tal como comentan los autores se trata de un ritual clínico


moderno sobre el que existen discrepancias relativas, tanto en su significado
real como en su correcta realización. Este último aspecto es esencial ya que
en la mayoría de casos el “ritual” es rápido y se limita a estampar una firma
sobre una hoja imposible de leer ante la premura de una prueba diagnóstica
o incluso ante una intervención quirúrgica a la que un paciente preocupado y
ansioso debe someterse. Cuando se trata de recibir tratamiento en un
contexto clínico o de investigación, el médico proporciona más explicaciones
que culminan con un: “¿Lo ha entendido, tiene alguna pregunta?”.
El paciente o su representante no tienen tiempo de comprender y asimilar
una información rápida y desconocida hasta ese momento y por lo tanto, no
están en condiciones de formular preguntas. El clínico no tiene tiempo de
cerciorarse o comprobar el grado de comprensión del paciente respecto a los
efectos indeseables que pueda producir una intervención diagnóstica,
terapéutica o un fármaco en fase en ensayo. En pocas palabras, el ritual se
completa sin cuestionar su efectividad o eficacia.

Mensaje de María Angélica Fierro  » 29 de agosto de


2017 » msmariangelica@gmail.com  

Iluminador comentario de esta bella película, que me impactó siendo muy


joven ya al momento de su estreno. El artículo proporciona un sólido y
articulado análisis de conceptos fundamentales del problema del
consentimiento informado y opera así como en un instrumento ideal de
análisis, reflexión y -de la mano del film y las brillantes actuaciones de De
Niro, R. William, y el resto del reparto- ofrece, además, una VIVENCIA al
espectador de la complejidad del problema abordado con profunda
humanidad, la cual muchas veces está ausente en la práctica médica.
Excelente para introducirse o introducir, por ejemplo, en un curso de bioética
a esta cuestión crucial.

Quisiera acotar un punto de reflexión que no se toma en el retrato, de algún


modo, épico de la relación médico-paciente que nos brinda la película y se
agrega al del conflicto investigación-curación que sí aparece. Como ya
comenta Platón a comienzo del libro I de la REPÚBLICA, hay médicos que
abandonan su condición de tal cuando se convierten en comerciantes cuyo
principal objetivo es ganar dinero, en lugar de proporcionar salud al paciente,
y actúan así condicionados por los intereses pecuniarios con que los tientan,
hoy en día sobre todo lo laboratorios, para probar drogas -como en este
caso- o simplemente utilizar las ya autorizadas para la venta, especialmente
algunas con alto precio en la industria farmacéutica. El paciente queda a la
intemperie en estos casos porque su desconocimiento de la ciencia médica le
dificulta evaluar si el proceder del médico es correcto o no. Sé que mi aporte
no es original y seguramente quienes trabajan estos temas tendrán mucho
para agregar y discriminar. Pero lamentablemente me toco pasar por esta
experiencia en carne propia y la comparto para sumar un punto más de
reflexión. Se me ocurre que un comentario sobre EL JARDINERO FIEL
(Fernando Meirelles-2005) podría ser un modo de abordar y profundizar este
aspecto del problema, como complemento a esta contribución. ¿Tema para
alguien en el próximo congreso...? ¡Gracias a los organizadores y
participantes!

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