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Seguro que estáis hartos de escuchar por todas partes los términos refuerzo positivo,
refuerzo negativo y castigo, ¿verdad? Pero la verdad es que, incluso teniendo
experiencia y conocimientos en la materia, es difícil distinguir unos de otros. Así que
hoy he decidido explicaros de qué se trata y cómo se usa cada uno de ellos.
Tanto los refuerzos como los castigos son estímulos que se aplican de determinada
forma cuando se quiere enseñar una conducta nueva a un animal o bien cuando se
quiere que desaparezca.
El sistema requiere que el animal asocie una conducta con las consecuencias que se
obtienen al realizarla. Los refuerzos y los castigos serían las consecuencias obtenidas al
ejecutar la conducta. Esto se llama aprendizaje asociativo, y dentro de
él, condicionamiento operante.
Bien, hasta aquí creo que todo claro. Hemos dicho que los refuerzos y los castigos son
estímulos. ¿Qué tipo de estímulos? Bueno pues tenemos dos tipos: estímulos positivos
y estímulos negativos o aversivos.
Los estímulos positivos son cosas agradables para el animal: comida, juguete, caricia,
abrir la puerta, una perra en celo, correr, etc. Los estímulos negativos son cosas
desagradables: corriente, patada, manotazo, pinchazo, rodillazo, cerrar la puerta,
confinamiento, etc.
Vamos un poco más allá, ahora definiendo qué es refuerzo y qué castigo:
Un refuerzo puede ser positivo y negativo, un castigo también puede ser positivo y
negativo.
Llegados a este punto seguro que estáis ya aburridos y hechos un lío. Bueno, no os
preocupéis, venga que vamos a pasar a poner ejemplos. Supongamos que queremos que
un perro se siente. Entonces, sentarse es la conducta. Es decir, queremos que la
conducta sentarse se repita. Podemos hacerlo de dos maneras:
Ahora lo que queremos es que un perro no tire de la correa. También lo podemos hacer
de dos maneras:
De las dos maneras podemos conseguir que el perro no tire, en el primer caso
proporcionamos algo malo (tirón de correa) y en el segundo eliminamos algo bueno
(avanzar)
Para decidir qué tipo de estímulos se van a usar, se debe hacer un trabajo de análisis de
las cualidades psico-físicas del animal antes de comenzar el entrenamiento o la
modificación de conducta. Quizás a un perro le guste más el pollo que el jamón y a otro
le gusta más el plátano. O a lo mejor a nuestro perro le gusta más jugar que comer.
Puede que al perro le encanten las salchichas dentro de casa y cuando salimos a la calle
dejen de gustarle, bien porque tiene miedo o bien porque está más atento al rato de
estímulos presentes. Por otro lado un perro puede ser muy sensible psíquicamente (una
elevación de voz puede afectarle negativamente) o más sensible físicamente (nada más
tocarlo le molesta).
Por lo tanto, cada animal y cada caso tienes sus particularidades propias y las
circunstancias que lo rodean son distintas. Nunca se deben generalizar materiales,
estímulos y métodos para distintos casos.
Este artículo ha llegado a su fin. Espero que los conceptos os hayan quedado un poco
más claros. Y tanto si es que sí, como si es que no, os animo al debate aquí o en las
redes sociales. ¡Feliz aprendizaje!