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MUERTE Y DUELO

María Fernanda Quintero

EJE 1
Conceptualicemos

Fuente: Shutterstock/349834604
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3

Historia de la concepción de muerte . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4

Duelo y su desarrollo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11

Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18
ÍNDICE
Introducción

La muerte es uno de los temas de los que no se habla en la


cotidianidad. Solo conversarlo, el siquiera imaginarlo, desenca-
dena diferentes reacciones a nivel emocional y físico. Nos produce
ansiedad, nos aumenta la frecuencia cardiaca, nos ponemos fríos,
comenzamos a hiperventilar. De la misma forma, la posibilidad
que alguien fallezca, bien sea algún familiar o hasta nuestra pro-
pia muerte, es inconcebible, aun cuando alguna persona cercana
se encuentre enfrentando alguna enfermedad terminal. Incluso,
hasta los médicos en su afán por tocar el tema que también les
genera malestar, con familiares del paciente, pueden notificar el
deceso próximo del paciente de la manera incorrecta. Y es que
todo parte de la concepción actual que tenemos de la muerte, y Duelo
el comienzo del proceso de duelo. Proceso psicológico natural
que se atraviesa al tener
INTRODUCCIÓN

una pérdida o ruptura de


Sin embargo, no siempre la muerte fue concebida de esta la cotidianidad, en el que
manera. La concepción de la muerte se presenta desde el mismo se presenta un proceso de
reorganización de la nueva
momento que se crea la conciencia de la vida, pues una no puede realidad.
ser vista sin la otra. En el Paleolítico, ya se encuentra evidencia de
rituales asociados a la despedida de algún miembro de la comu-
nidad que había fallecido, mostrando que desde esa época hay
conciencia de la muerte. A partir de este tiempo, las creencias
frente a esta van cambiando, dependiendo del lugar y tiempo. El
hombre también comienza a desarrollar diferentes teorías mito-
lógicas, religiosas o filosóficas, que le ayuden a hacer frente a la
situación de pérdida.

De la misma manera, el duelo inicia su aparición al momento de


la muerte, marcando el proceso de reorganizar la forma en la que
se percibe la propia realidad sin la persona fallecida, así como la
transformación de la relación con la misma, pues ya no se encon-
trará más cerca de nosotros, ni nos podremos dirigir a ellas como
lo hacíamos mientras estaba con vida. En algunas ocasiones esto
incluye darle un nuevo significado a la ausencia de la persona, o
a ella misma. Verbalizaciones como “Ahora tengo un ángel que
me cuida”, “Desde donde esté siempre me protegerá”, son algunos
ejemplos del nuevo rol en el que ubicamos al fallecido.

Instrucción
• Para ampliar la información sobre los procesos de muerte y duelo, te
invitamos a realizar la siguiente lectura:
Actitudes psicológicas ante la muerte y el duelo. Una revisión
conceptual
Gala, F., Lupiani, M., Raja. R., Guilén. C., González, J., Villaverde,
M., Alba, I.
• Revisa la animación.
Historia de la
concepción de muerte
Desde la antigua Grecia, 400 a.C. ya se desarrollo de creencias asociadas al falle-
hablaba de la muerte a través de los filó- cimiento a lo largo de la historia. En el anti-
sofos griegos, que a partir de sus conoci- guo Egipto, Pacheco (2003), cuenta que se
mientos y creencias dieron las bases para creía en el espíritu, y que este podía aban-
el desarrollo de diferentes ciencias, que donar el cuerpo para reencarnar en ave,
en la actualidad nos ayudan a entender por lo que el cuerpo debía cuidarse para el
la muerte. Platón, maestro de Aristóteles, reencuentro con el espíritu. Por esta razón
planteaba que el cuerpo era la cárcel del acudían al embalsamamiento como forma
alma, por tanto, al fallecer, el alma era de mantener el cuerpo de los difuntos. Por
libre. De esta manera la muerte de los indi- otra parte, refiere que en la cultura hindú,
viduos trascendía el plano físico. De hecho, se rompía el cráneo del fallecido para que
Platón sostenía sus creencias basado en el espíritu pudiera salir. En estos tiempos,
que el alma se reencarna en diferentes el mismo autor plantea que los cuerpos
seres vivos, hasta ser purificada, cuando eran cuidados y en algunos casos enterra-
finalmente podía ser libre. Por su parte dos con sus utensilios debido a la creencia
Aristóteles, discípulo de Platón, planteaba que la vida continuaba más allá del plano
una posición diferente, en donde el alma y terrenal, y que iban a necesitar sus cosas
el cuerpo eran uno solo. Planteaba que los materiales para continuar.
seres vivos éramos sustancia, la cual estaba
formada por materia y forma. La primera, Desde los principios de la Edad Media
era sinónimo del cuerpo, y la segunda, del (siglos V al XV), Ariés (2000) cuenta cómo
alma. Al morir, Aristóteles proponía que el la muerte era entendida como un pro-
alma también dejaba de existir, pues la ceso natural. Desde pequeños, los adultos
forma no podría ser sin la materia. y ancianos le enseñaban a los niños que
la muerte hacía parte de la vida, incluso
Posteriormente, en el tiempo conocido cuenta cómo hacían parte del lecho de
como la Escolástica Cristiana, San Agustín muerte; sin embargo, el protagonismo
(siglo IV) y Santo Tomás (siglo XIII), propo- era de la persona enferma, a quien no se
nen nuevamente una diferencia entre el le ocultaba la posibilidad de fallecimiento,
alma y el cuerpo. San Agustín, por su parte, incluso era la persona próxima a partir
manifiesta que Dios es el principio y fin de quien le avisaba a sus parientes la proxi-
todas las cosas, por lo tanto, al morir, el midad del deceso, con el objetivo de dar
alma debe regresar a Él, pues fue el ori- a conocer a las cabezas religiosas y así
gen de la misma. De igual manera, Santo recibir la bendición antes de que llegara el
Tomás, habla de la dualidad de cuerpo y momento. El fallecimiento se producía en
alma que proponía Platón, por lo que al casa, rodeado de la familia, de las perso-
morir el alma se independiza del cuerpo. nas que lo acompañaron durante su vida,
A diferencia del planteamiento del filósofo rodeado de amor y cuidados especiales. La
griego, Santo Tomás no creía que tras la familia, por su parte, se encontraba a la
muerte, el alma pudiera reencarnar en otro espera del momento, que se consideraba
cuerpo. anhelado. No se concebía la muerte como
un quebrantamiento o el fin de la vida, sino
Es así como desde la época de a.C. ya como el comienzo de otra, en donde posi-
se tenían unas concepciones de muerte blemente no iba a haber más enfermedad,
que influyeron, en alguna medida, en el sufrimiento, o preocupaciones; sino des-

Muerte y duelo - eje 1 conceptualicemos 5


canso y paz. Se mantenía la creencia plan- De esta manera, desde la Edad Media,
teada desde a.C, en la cual existe una vida hasta incluso entrados en el siglo XIX, se
después de la muerte, la existencia de otro concebía la muerte como una experiencia
mundo u otra dimensión, donde es posible natural, parte de la vida, pero que debía
que haya un reencuentro con los familiares. suceder en la casa de la persona que usual-
Debido a esto, posterior al fallecimiento no mente se encontraba enferma. Debido a
había gritos, llantos, desespero; solo alegría que en casa lo acompañaban diferentes
por la partida. Desde ese punto de vista, no personas allegadas, entre ellas familiares y
existía el duelo como lo conocemos hoy, las amigos, se caracterizaba también por ser
personas continuaban en su cotidianidad. una ceremonia pública, que era organizada
Incluso, los ritos funerarios tenían el obje- por la persona protagonista del evento,
tivo de impedir que los muertos perturba- el moribundo, quien, además, era el que
ran a los que quedaban y continuaran con daba a conocer a los demás, la noticia del
su existencia, razón por la cual separaban pronto fallecimiento. Cabe destacar que ya
la comunidad de los muertos de donde se en el siglo XVIII, los médicos se quejaban
encontraban los vivos. En la actualidad, es de la muchedumbre en la habitación del
tal la negación ante la separación de la enfermo, basando sus críticas en la impor-
muerte, que nos llevamos las cenizas de tancia del mantenimiento de las normas de
nuestros difuntos hasta nuestros hogares, higiene, sin embargo, esta práctica se con-
como forma de mitigar la ausencia del tinuó realizando hasta el siglo XIX. Debido
fallecido. a que los niños hacían parte de estas cere-
monias, crecían con la concepción natu-
ral de la muerte, y en la medida que iban
creciendo lo iban también transmitiendo
El pensamiento de la muerte era tan dife- a otras generaciones, motivo por el cual
rente al actual, que incluso en algunas esta práctica y esta creencia acerca de la
escrituras de esos tiempos yacen poemas muerte se mantuvo durante varios siglos.
e historias, que hablan del anhelo de morir,
incluso partir en la juventud, como si fuera En el siglo XIV y XV, comienzan a surgir
un sueño, un ideal. Hoy, nuestros libros y
otras creencias frente a lo que sucede en
escrituras son para tranquilizar a la gente
el lecho de muerte, que son el principio del
frente al tema, y naturalizar el proceso de
cambio del impacto emocional asociado
la muerte.
al deceso. En este tiempo se comienza a
cultivar la idea de que en los momentos de
fallecimientos la persona es capaz de ver
un resumen de su vida, lo que coloquial-
En aquella época, la manera en la que la mente hoy conocemos como “ver la vida
persona enferma debía esperar la muerte pasar frente a los ojos”, que se conside-
se diferenciaba entre culturas y religiones. raba en aquel entonces como lo que per-
Mientras en la religión católica se esperaba mitía dar cierre a la vida y concluirla. Esto,
que en el lecho de muerte la persona per- comienza a añadirle una carga emocional
maneciera acostada sobre su espalda para al momento de la muerte, que en inicios
darle la cara a la muerte y mirar al cielo, los de la Edad Media no se tenía. Así mismo,
judíos debían darse vuelta hacia la pared. genera una influencia tal en la persona
próxima a fallecer, que comienza a tomar

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conciencia de sí mismo y su propia individualidad. Lo anterior permite también que se
presentara el inicio de la transformación del concepto de muerte

A partir de finales del siglo XIX y desde el XX, se comienza a entender a la muerte
como una ruptura, un quebrantamiento, aquella culpable que saca al individuo de la
vivencia de su propia existencia, que le arrebata la oportunidad de continuar con su vida,
y compartiendo con sus seres queridos. A partir de este tiempo, y en congruencia con
esta creencia, comienza a generarse una respuesta emocional completamente diferente
a la que se presentaba en la Edad Media, en donde el protagonista de la muerte no es el
fallecido sino los llantos, y gritos de sus acompañantes. Este tipo de reacciones muestran
la intolerancia a esa ruptura, se comienza a juzgar la muerte, ya no como la apertura
a una nueva vida y el fin del sufrimiento, sino como la causante del mismo, razón por la
cual se comienza a negar y a vetar en la cotidianidad.

Figura 1.
Fuente: Shutterstock/1120183970

También sucede algo importante en estos tiempos, principalmente en el siglo XX, en


el que la medicina y la presencia de profesionales de la salud comienza a cumplir roles
cada vez más activos en el proceso de la muerte. Como ya no se acepta como un proceso
natural, se comienza a dar más importancia a la medicina para que ponga en práctica
todo su conocimiento, con el único objetivo de retrasar la muerte. En muchas ocasiones,
aún en la actualidad, se solicita al médico que haga todo lo que tenga que hacer para
mantenernos con vida, o mantener con vida a algún familiar. Es entonces cuando se
sacrifica la calidad de vida, y tenemos a personas con diferentes características (depen-
diente funcionalmente para cualquier actividad, en ocasiones con malestar emocional
asociado a su condición de vida, entre otras), minimizando la importancia de la manera
en la que está viviendo, al tener pensamientos como “lo importante es estar vivo”.

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De esta manera, la muerte pasó de ser un proceso que se presentaba en casa, rodeado
de familia, amigos, afecto, cuidados especiales y amor; a desarrollarse en un contexto
hospitalario, frío, rodeado de cables y máquinas que en ocasiones son las que nos man-
tienen con vida, alejados de aquellos que le han dado sentido a la misma. Sin embargo, se
prefiere esta situación antes que el familiar vaya a morir en casa, ya que allá no tenemos
lo necesario para impedir el fallecimiento. Nos da una falsa percepción de control tener a
la persona que está por morir en un hospital, nos permite pensar que se puede alargar la
vida sin importar el sufrimiento al que se está sometiendo. Y aun cuando nos dicen que
los tratamientos médicos no funcionan, no nos rendimos y queremos que sigan intentado
salvar la vida, a pesar que, esa persona que yace en la cama del hospital, aunque viva,
ya no es la que compartía con nosotros. Por lo tanto, ya no es la persona enferma la
protagonista, somos nosotros, quienes, por evitar el malestar, somos capaces de some-
ter al otro a cualquier cantidad de sufrimiento, con el objetivo de seguir teniéndolo en
nuestras vidas.

Figura 2.
Fuente: Shutterstock/419832226

Esta situación, no es más que una negación al proceso de muerte, que desde el siglo XX
nos acompaña. Y con la negación del fallecimiento, también nos negamos la oportunidad
de vivir un duelo, de hacer el cierre del proceso y comenzar a reorganizar nuestras vidas, a
adaptarnos a la pérdida. En ocasiones consideramos que hacer eso es olvidar a aquel que
se fue, y nos rehusamos a elaborar la pérdida. Evitamos también sentir dolor, evitamos
llorar. En nuestra sociedad actual y en el modernismo, está prohibido hacerlo, solo hay
que ser fuerte, como si el llorar fuera sinónimo de debilidad. Por lo tanto, si lo hacemos,
la única manera aceptable es hacerlo en la intimidad, negando la función adaptativa de
la tristeza que es el acompañamiento social. Tampoco nos permitimos llorar en frente de
los niños, impidiéndoles así el aprendizaje del manejo de su propia emoción, inculcándole,
nuevamente, la necesidad de reprimir el dolor.

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Por otro lado, esa misma evitación del siglo XX. Posteriormente pasa a Inglaterra,
malestar emocional en nuestra propia países bajos, y Francia, comenzando a
existencia, hace que también evitemos la extenderse por toda Europa, y así, por todo
carga emocional a aquel que va a fallecer, y Occidente.
nos creemos con la autoridad de no decirle
que su vida está pronta a terminar. De esta Sin embargo, aún en la actualidad
manera, se les está quitando el derecho, hay culturas que continúan preservando
no solo de no conocer un diagnóstico y su la importancia del proceso de la muerte.
realidad, sino de realizar los cierres que Ejemplo de esto son zonas rurales de Occi-
considere debe hacer, de organizar sus dente, en donde se continúa el acompa-
situaciones familiares, económicas, labora- ñamiento de los moribundos en el lecho de
les, y por qué no, emocionales. Hablar con muerte, generando toda clase de cuidados
aquella persona con la que se peleó hace especiales, dentro de los que se incluye
muchos años, perdonar a aquel que no lo masajes, caricias, cánticos y conversaciones
ha hecho, pedir perdón si necesita hacerlo, profundas. Según Caycedo (2007) lo ante-
pasar tiempo de calidad con sus familiares, rior ocurre cuando los espíritus le muestran
dar y recibir amor; de todo esto lo privamos, a los chamanes, que el padecimiento del
por evitar un malestar inicial tanto para moribundo no hace parte de la consecuen-
esta persona como para nosotros mismos, cia a una ofensa realizada hacia ellos, o que
aunque esto pueda ser una vivencia enri- la enfermedad no tiene una recuperación.
quecedora no solo para el que va a fallecer Es así cuando comienzan a realizar oracio-
sino también para sus familiares y personas nes para el proceso de muerte y se lleva a
más cercanas. cabo la preparación de la persona para su
fallecimiento. Se entiende, entonces, el pro-
De la misma forma, también puede ocu- ceso de defunción como parte de la vida,
rrir que nosotros, siendo la persona próxima se vuelve a la tierra para vivir nuevamente.
a fallecer, tampoco queramos conocer esta
información. Lo anterior asociado, nueva-
mente, a la evitación del malestar y sufri-
miento relacionado con la incertidumbre
propia del contexto de muerte. No saber
cómo será el momento exacto de partir,
qué pasa después del fallecimiento, miedo
a morir solo, a cuestionar la manera en
la que vivimos la vida (si la disfrutamos o
no), son razones por las que, en ocasiones y
como pacientes, preferimos también evitar
el malestar de conocer un próximo deceso.

Estas actitudes se presentan más fre-


cuentemente en civilizaciones y países
industrializados. Según Ariés (2000), la
nueva concepción de la muerte y la nece-
sidad de mantener la felicidad constante
proviene de Estados Unidos a principios del

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Figura 3.
Fuente: Shutterstock/476189140

De igual manera, en México, país en embargo, en la actualidad se ha comen-


donde se celebra el “Día de los muertos”, se zado a crear una especie de temor a los
conmemora a los difuntos a través de una difuntos, ya que se cree que los muertos
reunión social donde son recordados. En quieren llevar a los vivos a la muerte. Esto
esta actividad los familiares no solo deco- se presenta sobre todo en zonas urbanas.
ran las tumbas, sino también llevan objetos Pacheco (2003), reporta que, en tribus del
que hayan sido del agrado del fallecido, así África del Sur, los parientes llegan hasta
como comidas o bebidas que eran de sus a ponerse sacos en la cabeza durante un
preferencias. Se torna en una fiesta que tiempo, para que el espíritu del difunto no
tiene una carga emocional más de alegría los reconozca. Refiere también el caso de
que de pena, lo cual es de mucha ayuda otras tribus de América del Sur, en la que le
para el proceso de duelo de sus familia- cortan los tendones de los pies al fallecido
res. Esto, a que través de la celebración, para que no pueda salir a buscarlos. En las
los familiares pueden canalizar el dolor de zonas rurales también se presentan algu-
la pérdida, así como el resto de emociones nos miedos relacionados con: dormir en la
negativas que se pueden presentar asocia- cama de la persona fallecida, comprar una
dos al duelo (ira, rencor, culpa, etc). casa en donde falleció una persona, entre
otras.
Al igual que en los años a.C, y que en la
antigua Grecia, actualmente continuamos
creyendo en una vida después de la muerte.
Según la fe de la familia del fallecido, se
espera que este se encuentre en una “mejor
vida”, al igual que en la Edad Media. Sin

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Duelo y su desarrollo

Como hemos visto, hablamos de duelo


cuando enfrentamos una pérdida. Sin
embargo, es importante tener en cuenta,
que el ser humano se encuentra constan-
temente atravesando por situaciones de
pérdida. No hablamos de esto sólo cuando
nos enfrentamos a la muerte, hablamos
de una ruptura de la cotidianidad. Todos
tenemos un esquema mental de cómo
funciona nuestra vida, y de cómo va a
funcionar por varios años dependiendo
de los planes y objetivos que tengamos
para nuestra propia vida. Un cambio en el
mismo, que implique una reestructuración
de dicha organización mental, necesitará
un proceso de duelo porque implica una
pérdida. Una pérdida de un ser querido (por
ejemplo: padre o madre) implica replantear
cómo se encuentra conformada la familia,
así como el manejo de las próximas fies-
tas de fin de año, o implicará también no
poder realizar algunos planes en el corto
Figura 4. plazo para no dejar sólo al miembro de la
Fuente: Shutterstock/269258837 pareja que sobrevive. De la misma manera
sucede con otras circunstancias, como el
que nos diagnostiquen alguna enfermedad.
Es de esta forma como se percibía la Se deberá replantear la manera en la que
muerte en el principio de los tiempos, y me encuentro viviendo el día a día, posi-
su transformación hasta la percepción blemente algunos hábitos alimenticios o
que tenemos en la actualidad, en donde de autocuidado, así como planes a corto
a pesar que sea motivo de constante evi- plazo debido a que la dinámica del hogar
tación, vivimos de manera inconsciente en deberá girar en torno a citas médicas y
función de ella, haciendo verbalizaciones exámenes. Podríamos continuar dando
como “se vive solo una vez”, “la vida es diferentes ejemplos ante otras situaciones
corta”, “cuando me muera…”, pero sin ser que nos implicarán una reestructuración de
realmente conscientes de ella. la forma en que vivimos, lo que implicaría
un proceso de duelo, sin embargo, lo ana-
lizaremos más adelante.

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al proceso final de la vida. En estas
Reflexionemos circunstancias y dependiendo de la
cercanía con la persona, se deberá
Una de las características que tiene atra- reorganizar esquemas relacionados
vesar una pérdida, es que el objeto que se con tiempos y rutinas diarias (para
pierde debe ser significativo para nosotros, la visita de la persona al hospital, o
se debe haber creado un vínculo afectivo para el cuidado de la misma), es-
con este. Es algo o alguien que debe ser de quemas relacionados con el sistema
valor para nosotros. De esta manera, no es de salud y personal médico (órdenes
lo mismo perder la oportunidad de desa- médicas, autorizaciones, funciona-
rrollar una carrera, para una persona a la miento de los rangos del hospital),
que no es de su interés ser profesional, que esquemas de nuestra vida sin la otra
para alguien que sueña serlo. La organiza- persona (esquema familiar). Desde
ción de la vida del sujeto en el primer caso, el instante en que la persona entra
probablemente no le tomará tanto tiempo en el proceso médico, se comienza
ni coste afectivo, como para el segundo a vivir rupturas de la vida cotidiana
sujeto, al cual probablemente se le desa- que implican pequeños duelos, que
rrollará una descarga afectiva acorde con poco a poco van preparando tanto
la situación. De la misma forma, la pérdida a la persona que se encuentra atra-
de un trabajo no será igual de impactante vesando por la enfermedad, como
para una persona que no estaba cómoda en a la familia, a la posible partida de
este cargo, que para aquel cuyas funciones la misma. Esto debido a que las per-
laborales, cumplían a la perfección con las sonas se ven obligadas a realizar
características de lo que quiere desempeñar
diferentes ajustes que van desde el
por el resto de su vida.
manejo del tiempo y rutinas diarias,
hasta roles desempeñados dentro
del núcleo familiar.

De esta manera, no cualquier pérdida


desencadenará un proceso de duelo. Pan-
grazzi (citado en Cabodevilla, 2007), logra
clasificar en cinco grupos aquellas situa-
ciones que las generan. A continuación las
veremos:

1. Pérdida de la vida: en esta hace re-


ferencia al fallecer, bien sea el propio
deceso o el de otra persona (familiar,
amigo, maestro, jefe, compañero),
que haya sido allegado, y con el que
se haya entablado una relación con
un componente afectivo importan-
te. También hace referencia al diag- Figura 5.
nóstico de enfermedades que lleven Fuente: Shutterstock/586465655
a estas personas, o a uno mismo,

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2. Pérdidas de aspectos de sí mismo: de duelo de la pérdida de una parte
en este, se mencionan aquellas si- del cuerpo genera una respuesta
tuaciones relacionadas con la salud, emocional muy parecida a la que se
pero que no necesariamente impli- desarrolla cuando se pierde una per-
can el fallecimiento. Dentro de estas sona o un familiar.
pueden relacionarse aspectos físicos,
cognitivos, emocionales, y motores. 3. Pérdida de objetos externos: en esta
Hablamos de pérdidas como partes categoría, las pérdidas no se rela-
del cuerpo, bien sea por proceso de cionan directamente con la perso-
amputaciones (dedos, brazos, pier- na, sino con cosas materiales que
nas, pie), pérdida de órganos a tra- hacen parte de su vida. Se incluyen
vés de procesos quirúrgicos para pre- aspectos tanto de pertenencia del
servar la vida (extirpación de senos sujeto, como de su economía, lugar
–mastectomías, de próstata -pros- de trabajo, entre otras. Estas situa-
tactectomía-, de útero -histerector- ciones de pérdida incluyen los duelos
mía-), o aspectos relacionados con por los que pasan las personas que
la estética producto de tratamientos se encuentran en cierta estabilidad
(cabello, cejas, uñas). económica, y de un momento a otro
lo pierden todo. En este caso la fa-
Estos procesos también suelen mar- milia debe reorganizar sus esquemas
car un fuerte proceso de duelo. En relacionados con su estilo de vida y
estos casos las personas deben gene- probablemente el futuro que tenían
rar un nuevo esquema de la repre- planeado. Lo mismo sucede con las
sentación física que tienen sobre ellos personas que después de trabajar
mismos, afectando en muchas oca- muchos años en una empresa, son
siones autopercepciones relacionadas sacadas de la misma por recorte de
con autoestima, con aspectos que personal.
influyen en la identificación con un
género sexual, o con la propia funcio- 4. Pérdidas emocionales: aquí se hace
nalidad. Verbalizaciones como: si no referencia a las pérdidas de relacio-
tengo ni senos, ni cabello, ¿cómo me nes y vínculos afectivos que se hayan
pueden ver como mujer?; si no tengo establecido, bien sea relaciones de
próstata y no voy a poder tener erec- pareja, o con amigos con los que se
ciones ¿cómo voy a poder satisfacer haya logrado establecer una cerca-
sexualmente a mi pareja como hom- nía importante. En algunos casos, la
bre?; si no tengo un brazo (pierna, cercanía con otras personas es tal,
pies, manos), me convierto en un ser que, al momento de romper víncu-
deforme, y ¿cómo voy a funcionar?, los, la persona debe incluso comen-
son algunas de las verbalizaciones zar a formar un nuevo esquema de
que se encuentran en la práctica clí- sí mismo, debido a que la intimidad
nica, ya que los esquemas que estas establecida con la otra persona lo-
personas tenían sobre sí mismos, no gró modificar hasta creencias sobre
responden estas inquietudes, motivo su propia personalidad. Esto sucede
por el cual deben reorganizarlos para cuando la relación tenía una carac-
adquirir estas respuestas. El proceso terística simbiótica, en la que uno

Muerte y duelo - eje 1 conceptualicemos 13


persona no podía considerarse sin la proceso y cada persona vive una individua-
otra. En relaciones de pareja tam- lidad durante los mismos. Sin embargo, se
bién sucede cuando las característi- espera que a pesar de no pasar por todas
cas de la relación eran sanas, pero las etapas, las personas logren llegar a la
se consideraba un futuro con esta última, que es la aceptación de la pérdida.
persona. De esta manera se debe A continuación, analizaremos las etapas
construir una nueva perspectiva, propuestas por esta autora.
sin la presencia de la pareja en los
planes. Cualquiera que sea el caso, 1. Negación y aislamiento: se conside-
el establecer un vínculo de cercanía ra la primera etapa de la pérdida, ya
con otra persona implica actividades que genera una reacción en donde la
diarias relacionadas con el/ella. Lla- persona no puede creer que la situa-
madas, y mensajes de textos diarios, ción de pérdida se esté presentando.
visitas y compartir tiempo juntos los De hecho, puede seguir aparecien-
fines de semanas, son solo algunos do a lo largo del proceso de duelo.
factores que influyen en la necesidad Durante esta fase, la persona puede
de realizar una nueva organización pedir segundas opiniones al tratarse
de la cotidianidad. de un diagnóstico; sentir que la per-
sona fallecida aún vive, en el caso de
5. Pérdidas ligadas con el desarrollo: un familiar fallecido; intentar seguir
en esta clasificación se indican las la relación como si nada pasara, en
pérdidas relacionadas con el paso el caso de una separación amorosa;
por las etapas del ciclo vital, como intentar seguir realizando las mis-
la menopausia o la vejez. Esta últi- mas actividades de antes, que ya no
ma requiere un proceso de adapta- puede realizar, en una situación de
ción importante en el que la persona vejez.
debe modificar esquemas de auto-
percepción, debido a que posible-
mente podía realizar diferentes ta- Reflexionemos
reas anteriormente, las cuales en la
Esta etapa, cumple una función adaptativa.
vejez y por el declive funcional propio
Permite a la persona tomar un poco de dis-
del paso de los años, no podría rea-
tancia de la situación, apartarse de la misma,
lizar.
para posteriormente retomar fuerzas y meca-
nismos para afrontarla. De esta manera, las
En todas estas situaciones, es decir, a
personas pueden salir y entrar en esta etapa
lo largo de la vida, nos ocurren diferentes constantemente. Pueden comenzar a afron-
pérdidas que generan procesos de duelos, tar la situación, y cuando se sientan agobia-
los cuales varían de intensidad acorde al dos, entrar nuevamente en la negación. Este
valor o importancia que le pongamos a proceso se realiza de manera inconsciente.
cada situación. El proceso de duelo, por lo
tanto, no es homogéneo en todos los casos. Sin embargo, también se considera a la nega-
Elisabeth Kubler-Ross (1993), propone ción como un factor de riesgo, sobre todo en
cinco etapas que componen los procesos situaciones de salud, puesto que el individuo
de duelo. No necesariamente las personas puede considerar no tener enfermedad, y
atraviesan por todas estas etapas, cada

Muerte y duelo - eje 1 conceptualicemos 14


3. Pacto: debido al aprendizaje de con-
continuar su vida sin las recomendaciones secuencias positivas relacionadas
médicas; igual que en la etapa de la vejez, con buenos comportamientos, la
ya que puede aumentar la disfuncionalidad persona comienza a realizar inter-
propia de la edad a partir de golpes o caídas, cambios o tratos con Dios o la vida,
complicando en algunas ocasiones, la salud. con el objetivo que no se dé la pérdi-
da, o retrasarla. Este es el caso en el
que las personas pueden decir: si me
sanas, te prometo que iré a la iglesia
2. Ira: en esta etapa, la persona entra todos los domingos; prometo hacer
a ser un poco más consciente de la donaciones a una fundación, si arre-
condición de pérdida, y se realiza glas mi matrimonio. Sin embargo,
cuestionamientos constantes frente también puede haber otro tipo de
a la misma, ya que puede conside- tratos como: si te lo llevaste a él, llé-
rar injusta la situación. ¿Por qué a vame también a mí que no fui tan
mí?, ¿qué he hecho yo para merecer buena como él, haciendo referencia
esto?, ¡Yo he sido una buena perso- a la muerte; o en el caso de las per-
na, es injusto que me pase esto a mí!, sonas que no aceptan la vejez: si ya
son algunas de las verbalizaciones no sirvo para nada, entonces lléva-
que las personas pueden realizar en me rápido.
esta etapa, desarrollando un fuerte
malestar emocional. En esta fase,
las personas se tornan groseras, e
incluso agresivas con las que tienen
a su alrededor. Los pacientes en si-
tuaciones de enfermedad se pueden
enojar con personal médico o fami-
liares, debido a que pueden salir del
hospital y ellos no; las personas que
acaban de terminar una relación se
pueden molestar al ver a otras per-
sonas demostrando su amor en zo-
nas públicas; los adultos mayores se
pueden enojar cuando se les llame la
atención por realizar tareas que no
deben a su edad; las personas que
han perdido recientemente a su ma-
dre se pueden molestar con el resto Figura 6.
Fuente: Shutterstock/1089836933
de las personas que celebran el día
de la madre. En esta etapa el ma-
lestar gira en torno a que el resto de
las personas pueden continuar con
su vida, menos el individuo que sufre
la pérdida.

Muerte y duelo - eje 1 conceptualicemos 15


4. Depresión: en esta fase, las personas Existen otros autores que también han
van tomando mayor conciencia de realizado propuestas sobre las etapas del
la pérdida. Por esto, desarrollan es- duelo. A continuación se expondrán algu-
tado de ánimo bajo asociado a la nas retomadas en Capodevilla (2007).
no mejoría de la situación: la salud
no mejora, las habilidades en la ve- a. Fase de aturdimiento o etapa de
jez tampoco, la relación no cambia y shock: el individuo manifiesta incre-
el fallecido no regresa. Sin embargo, dulidad ante la situación y continúa
respecto a las pérdidas asociadas al su vida como si no hubiera sucedido
propio fallecimiento, se pueden ob- nada. Se toma esta fase como un
servar dos momentos de depresión; distanciamiento para procesar la si-
uno cuando la situación de enferme- tuación.
dad no cambia y otro cuando se da
cuenta que el fallecimiento es inmi- b. Fase de anhelo y búsqueda: se va rea-
nente. Estas dos situaciones pueden lizando el proceso de asimilación de
presentarse alejadas en el tiempo. la situación de pérdida; sin embargo,
se puede presentar inquietud e irrita-
5. Aceptación: es la última fase, en la bilidad, así como falta de autoesti-
que la persona se cansa de luchar ma, e inseguridad.
contra la pérdida y no le queda más
opción que asumirla como parte de c. Fase de desorganización y desespe-
su realidad. Es ahí cuando se per- ranza: caracterizada por episodios
mite hacer los cambios pertinentes depresivos, así como falta de moti-
para continuar con su vida, en casos vación e ilusión. Se observa un pro-
como fallecimiento, vejez o rupturas ceso de mayor conciencia que en las
amorosas. En el caso del propio fa- etapas anteriores.
llecimiento, comienza a cerrar ciclos
y a cuadrar lo necesario para cuan- d. Fase de organización: última etapa
do no esté (economía, testamento, en donde ocurre la adaptación a la
etc). Es la etapa que le va a permitir nueva vida posterior a la pérdida.
continuar con su vida, o concluirla de
manera adecuada. Como se puede observar, se encuentra
un parecido entre las etapas propuestas
por Elisabeth Kubler-Ross (1993) y las des-
critas en Capodevilla (2007), las cuales
Instrucción plantean el difícil proceso de asimilación
En este punto te invitamos a la página de la pérdida hasta la aceptación de la
principal del eje para revisar el caso misma. Debido a que no todos los procesos
modelo. se realizan de la misma manera, hay unos
que no alcanzan a realizar la aceptación.
Dependiendo de cómo se van elaborando,
se pueden clasificar en diferentes estilos. El
primero de ellos es el duelo normal, que es
aquel que llega a término de manera satis-
factoria, es decir, aquel que llega a la acep-

Muerte y duelo - eje 1 conceptualicemos 16


tación en un tiempo e intensidad acorde
a la situación. El segundo, se denomina
duelo anticipatorio, en el que el proceso se Instrucción
realiza antes que se dé la pérdida, como
cuando se vive durante la relación antes Para finalizar te invitamos a la página principal
que termine, o que el paciente fallezca. El del eje para consultar el podcast y desarrollar
tercero, es el duelo crónico o patológico, la prueba objetiva.
en el que el paciente no es capaz de lle- Recuerda realizar la actividad evaluativa dis-
gar a la aceptación y seguir con su vida. puesta en la sección de tareas del módulo.
Y, por último, duelo congelado, en el que
el paciente permanece en negación, y no
continúa el proceso. Este es otro tipo de
duelo patológico.

Como se ha visto a lo largo de este


referente de pensamiento, el proceso de
muerte y duelo son inherentes a nuestra
existencia. Aunque las concepciones que
se tienen sobre la muerte han cambiado
a lo largo de los años, se observa que aún
se considera que hay otra dimensión des-
pués de la muerte, o es lo que nos hemos
permitido creer como forma de evitar la
separación y mantener la esperanza de un
nuevo encuentro. De la misma manera,
cada proceso de pérdida, bien sea por un
fallecido o por diferentes situaciones de la
vida, genera un proceso de adaptación a
la nueva realidad que implica el paso por
diferentes fases, las cuales se experimen-
tan de manera diferente, dependiendo de
la condición de pérdida y de la individuali-
dad de cada ser. De igual manera, teniendo
en cuenta el tipo de duelo vivido, se puede
llegar a superar la pérdida, o quedar en un
proceso que se considera patológico.

Muerte y duelo - eje 1 conceptualicemos 17


Bibliografía

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Media hasta nuestros dn de Roland, a principios del siglo XI describe
el correcto morir. tros dno mo a los sobrevivientes, por eso el duelo
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