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La prioridad de la teoría del conocimiento en el idealismo.

La actitud idealista es el problema metafísico es realmente tan difícil, tan insólita,


tan fuera de los cauces habituales de nuestra presentación ante el mundo, que
conviene una y otra vez insistir sobre la necesidad de acomodar nuestra manera
de pensar a esa insólita, difícil y antinatural actitud. Es una actitud que no ha
podido tomarse primeramente en la historia del pensamiento humano, sino que ha
tenido que sobrevenir como reacción frente a la actitud natural. Es una forma
reflexiva, una cautela, una prudencia, que hace que antes de planear propiamente
el problema metafísico. Esa actitud reflexiva que es el idealismo consiste, pues, en
detener la marcha espontanea del pensamiento, que aspira a lanzarse sobre las
cosas para captarlas, definirlas y volver el pensamiento sobre si mismo. Por eso la
actitud idealista consiste en apartar la vista de las cosas y en posarla sobre el
pensamiento de las cosas. Puesto que a las cosas no llegamos sino a través del
pensamiento. El pensamiento de esos objetos, una vez concentrado en el acto
mismo de pensar, la duda ya no puede hacer mella en esta nueva realidad. La
consecuencia es que los objetos del pensamiento se convierten ahora en
problemáticos; se convierten en problemas. Las cosas ahora ya no son dadas, ya
no son puestas; ahora se convierte en problemas, en puestas, en cuestiones a
resolver. El idealismo no tiene más remedio que anteponer a toda otra cuestión
metafísica una serie de reflexiones previas, de que todo pensamiento garantiza mi
propia existencia. En todos esos trámites, en todas esas reflexiones se trata unas
veces del pensamiento como vivencia del yo, el que vive los pensamientos. Es un
pensamiento que se refiere a un objeto real o no se refiere a objeto real ninguno.
La postura idealista implicado el que haya de comenzar por una teoría del
conocimiento podrá ser más preponderantemente psicológica o más
preponderante mente lógica. Las primeras meditaciones de descartes, las que
anteceden a la demostración de la existencia de Dios, son ya teoría del
conocimiento. Esa nueva actitud difícil e insólita que llamamos idealismo. Pero
resulta que esa actitud necesita, para poderse desenvolver en los problemas
metafísicos. El pensamiento idealista antepone a toda metafísica.
Necesidad de una descripción fenomenológica del conocimiento.
La vida práctica cotidiana es ingenua. Consiste en tener experiencias, pensar,
valorar y obrar en el mundo dado de antemano. En ella todos los rendimientos
intencionales de la experiencia, por los que existen en absoluto las cosas, se
llevan a cabo anónimamente: el que realiza la experiencia no sabe nada de ellos.
Y, asimismo, nada sabe del pensamiento que está dando su rendimiento: lo
números, los estados de cosas predicativos, los valores, los fines, las obras,
surgen gracias a los rendimientos ocultos, edificándose miembro a miembro, pero
lo único que está a la vista son aquellas cosas. No ocurre de otro modo en las
ciencias positivas. Son ingenuidades de nivel superior, construcciones de una
sagaz técnica teórica, sin que se hayan exhibido los rendimientos intencionales de
los que últimamente brota todo. Es cierto que la ciencia pretende poder justificar
sus pasos teóricos, y que se asienta por todas partes en la crítica. Pero su crítica
no es crítica última del conocimiento, o sea, estudio y crítica de los rendimientos
originarios, revelación de todos sus horizontes intencionales (únicamente gracias a
los cuales puede captarse hasta el fin el “alcance” de las evidencias y,
correlativamente, puede evaluarse el sentido óntico de los objetos, de los
constructos teóricos, de los valores y de los fines). Por ello, y justo en el elevado
nivel de las modernas ciencias positivas, tenemos problemas de fundamentos,
paradojas, cosas incomprensibles. Los conceptos originarios que, recorriendo la
ciencia, determinan el sentido de su esfera de objetos y de sus teorías, han
surgido ingenuamente, poseen horizontes intencionales indeterminados, son
productos de rendimientos intencionales desconocidos, ejercidos tan sólo en cruda
ingenuidad. Es así no sólo en las ciencias especiales, sino también en la lógica
tradicional, con todas sus normas formales. Todo intento de llegar, a partir de las
ciencias que históricamente han venido al ser, a una fundamentación mejor, a una
mejor comprensión de sí mismas por lo que hace a su sentido y su rendimiento, es
un fragmento de meditación radical sobre sí mismo: la fenomenología.
Sujeto cognoscente y el objeto conocido: su correlación.
encontramos como primeros elementos en el conocimiento el sujeto pensante, el
sujeto cognoscente, y el objeto conocido. todo conocimiento, ha de ser un sujeto
sobre un objeto. De modo que la pareja sujeto cognoscente conocido como objeto
conocido es esencial en cualquier conocimiento, ha de ser un sujeto.
Nunca puede fundirse el sujeto es una separación completa; de manera que le
sujeto y el objeto. Nunca puede difundirse en el objeto el sujeto una separación
completa pero esa dualidad es, al mismo tiempo, una relación. No debe
entenderse, no podemos entender esa dualidad como la dualidad de dos cosas
que no tengan entre si la más mínima relación. vamos a intentar ver ahora en que
consiste esta relación entre el sujeto cognoscente y objeto conocido.

El pensamiento.
El pensamiento es la actividad y creación de la mente; se dice de todo aquello que
es traído a existencia mediante la actividad del intelecto. El término es
comúnmente utilizado como forma genérica que define todos los productos que la
mente puede generar incluyendo las actividades racionales y reflexivas del
intelecto o las abstracciones de la imaginación; todo aquello que sea de naturaleza
mental es considerado pensamiento, bien sean estos abstractos, racionales,
creativos, artísticos, etc. Se considera pensamiento también la coordinación del
trabajo creativo de múltiples individuos con una perspectiva unificada en el
contexto de una institución.
Según la definición teórica, el pensamiento es aquello que se trae a la realidad por
medio de la actividad intelectual. Por eso, puede decirse que los pensamientos
son productos elaborados por la mente, que pueden aparecer por procesos
racionales del intelecto o bien por abstracciones de la imaginación.
El pensamiento puede abarcar un conjunto de operaciones de la razón, como lo
son el análisis, la síntesis, la comparación, la generalización y la abstracción. Por
otra parte, hay que tener en cuenta que se manifiesta en el lenguaje e, incluso, lo
determina
La Verdad
Es tener la certeza de algo o asegurar una cosa, con expresión clara y
sin tergiversación. La verdad es la afirmación de algo que corresponde con la
realidad.

Se hace interesante definir y clasificar éste término ya que varía de acuerdo a la


conducta, al juicio o a la realidad de ser, ya que la verdad es una propiedad de las
cosas y del entendimiento humano, algo es verdadero cuando se da en la
realidad, cuando sucede o se cumple. va ligada al objetivo del conocimiento y así
obtener resultados que no se puedan poner en cuestionamiento, ni que pueda ser
objetada, sino, que resulte evidente con seguridad y certeza. En filosofía griega y
en realismo es la conformidad del pensamiento con la cosa y en el idealismo
moderno es la coherencia sistemática y conformidad del pensamiento con sus
leyes. En lógica es uno de los posibles valores de la proposición cualquiera ya que
los conceptos o términos no son verdaderos o falsos sino ejemplificados o no
ejemplificados.

Es el conjunto de principios especialmente relacionados en que se supone que ha


de basarse no solo el comportamiento de uno, sino su compresión del universo.
En lo jurídico se habla de la verdad verdadera y la verdad procesal, para referirse
a la veracidad de los hechos y a lo que se puede probar en el expediente
respectivo, muchas veces ambas verdades no concuerdan. Podemos tomar la
verdad como un valor fundamental y ético con significado basado en la realidad, el
conocimiento y la cultura.

Relaciones de la teoría del conocimiento con la psicología, la lógica y la


ontología.
Estamos ya próximo al termino apetecido en esta lección de hoy, que es el darnos
cuenta de que esta descripción fenomenológica del conocimiento nos revela
clarísimamente que el conocimiento colinda con tres territorios limítrofes. Hay tres
territorios colindantes con el conocimiento, que son: la psicología, la lógica y la
antología. En efecto, si el conocimiento es correlación de sujeto-objeto, mediando
pensamientos, el conocimiento toca la psicología, porque la psicología trata del
sujeto y del pensamiento como vivencia del sujeto. Si el conocimiento esta
correlacionado de sujeto-objeto mediando el pensamiento, colinda también con la
lógica, porque la lógica trata de los pensamientos como enunciados, como
enunciaciones; no en cuanto a vivencias, no en cuanto son vivencias de un yo,
sino en cuanto son vivencias que enuncian, que dicen algo de un objeto. La lógica
colinda, pues también con el conocimiento. Pero la ontología también colinda con
el conocimiento porque, el conocimiento, como hemos visto, es una correlación del
sujeto y el objeto; no hay conocimiento sin un objeto que lo sea para un objeto que
lo sea para un sujeto. Pero esto no lo podríamos nosotros haber conseguido, sin
esta previa y minuciosa descripción fenomenológica del fenómeno del
conocimiento.

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