Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
Husserl estuvo animado siempre por el propósito explícito de hacer de la filosofía una
ciencia absolutamente rigurosa, desprovista de hipótesis, de prejuicios y de
presupuestos. Hasta ahora en filosofía todo ha sido cuestión de puntos de vista,
opiniones discutibles sin fin, debido ello, por una parte, a que fundaba su pretendida
validez absoluta en algo que no la tiene, en los “hechos”, y, por otra, a que los
conocimientos que de ellos se tenían no se justificaban como objetiva y
universalmente válidos. La ciencia estricta, que Husserl pretende ha de proporcionar
un conocimiento absoluto y éste sólo puede ser tal si reúne dos condiciones:
1. Que recaiga sobre un objeto que esté al alcance de todos sin discusión. Este objeto
es lo que Husserl llamará fenómeno;
2. Que los conocimientos que sobre ese objeto se vayan teniendo se fundamenten en
un principio absolutamente válido en sí mismo que sea la fuente de la objetividad
intersubjetiva. Será, para Husserl, el yo trascendental.
El trascendentalismo kantiano
LA BÚSQUEDA DE OBJETIVIDAD
Qué es el fenómeno
El método fenomenológico
Una filosofía como ciencia estricta sólo puede construirse sobre la base de un sujeto
trascendental como fundamento absoluto y objetivante. Ahora bien, en la actitud
espontánea, natural Y mundana que tenemos todos en nuestra vida cotidiana»
estamos muy lejos de este sujeto trascendental ya que conocemos y operamos
ordinariamente como sujetos empíricos. Como consecuencia, se impone la necesidad
de adoptar un método eficaz que nos saque de esta espontaneidad vital y cognoscitiva,
y nos permita el acceso a esta filosofía que buscamos. Las dos caras de este método,
para Husserl, son la epokhé y la reducción.
La epokhé
La reducción
Mientras la epokhé mira a los datos n elementos que vamos neutralizando por la
puesta entre paréntesis en la que ella consiste, la reducción es un movimiento de
purificación y unificación que nos lleva a la suprema y fundante unidad de la pura
subjetividad, al yo puro. De acuerdo con Husserl deben distinguirse dos etapas en este
proceso:
a) La reducción eidética: se aplica a los hechos o datos fácticos. En el acto mismo
de suspender, todo lo que se presentaba como un hecho deja de ser fáctico,
Por tanto, en virtud de esta reducción, “desmaterializamos” esos hechos o
datos dejándolos reducidos a su esencia o contenido ideal. No interesan en
ellos las circunstancias materiales, temporales o existenciales, sino su pura
esencia dada, ya que una ciencia rigurosa debe ser una ciencia de esencias. El
hecho es siempre y sólo la realización de algo en su concreción individual. Si
suspendo este carácter de hecho, sólo me queda la configuración intrínseca (la
forma) que posee lo dado. En lugar del hecho tenemos su esencia o eidos. Lo
eidético será la medida de lo fáctico.
b) La reducción trascendental: con la reducción fenomenológica no basta, pues
con ella las esencias están dadas pero no justificadas objetivamente. Con la
reducción trascendental se remiten todas esas esencias, presentes en la
corriente vivencial de la conciencia, al principio unitario desde el cual y sólo
desde ekoM es posible justificarlas: el yo. A este yo nos quedan reducidas, no
sólo las esencias de los hechos de experiencia externa, sino también los de la
experiencia interna, e incluso la esencia del sujeto empírico de todas esas
experiencias. II eidos sólo se da a una conciencia y por ese acto de conciencia
que es la reducción. Será, pues, la conciencia la que luego conferirá, de la
manera que veremos, realidad al fenómeno.
Por tanto, ¿sobre qué opera la reducción? Sobre la totalidad del mundo en cuanto tal.
El mundo incluye todas las realidades incluido el yo. Pero la actitud natural del hombre
que vive en el mundo (la naturalidad) consiste en creer en la realidad del mundo y de
él mismo; Toda ulterior creencia está montada sobre esta protocreencia. No se parte
de la realidad del yo y se suspende la del mundo, como hace Descartes con su duda
metódica. En cambio, lo único que no es afectado por esta reducción casi universal es
la subjetividad pura a la que ella nos conduce. Se trata de subrayar que la única pieza
de absoluta validez en ella es el yo puro, desde el cual o en orden al cual se explica y
justifica todo lo demás. Por tanto, El sujeto trascendental será el polo de irradicación
de todas las intenciones objetivadoras.
Del yo-puro han de salir, pues, como de un centro de luz, todos los rayos para lograr
así la unidad de la corriente vivencial de la conciencia objetiva. Pero, ¿cómo se realiza
la reducción? No se trata de negar la creencia en la realidad del mundo, sino sólo de
suspender su vigencia, de abstenerse. Vivo la vida real en toda su riqueza y detalle,
pero sin creer en su realidad. La reducción consiste, entonces, en reducir el mundo real
entero a algo que no es realidad sino algo que aparece a mi conciencia y en tanto que
me aparece. Así es como el mundo queda reducido a puro fenómeno.
La noesis
La intencionalidad es, ante todo, ese momento en el que la conciencia es conciencia de
algo, es intentio, noesis. E El dirigirse al objeto no es una peculiaridad añadida a lo que
la conciencia ya es, sino que forma parte de su estructura. Lo que la intentio hace es
tan sólo fundar la posibilidad de la manifestación del objeto intencional tal como éste
es en sí mismo. La intentio es el fundamento de la posibilidad de toda manifestación
objetiva para mí. Es, pues, intrínseca a la conciencia y a priori respecto de su objeto.
El noema
Las intenciones vacías y mediatas pueden “rellenarse” con una intuición inmediata. Es
el acto que Husserl llama de replección (Erfullung). La replección de una intención no
intuitiva con la intuición correspondiente es la evidencia. Y el correlato intencional de
la evidencia es la verdad.