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TEMA 9

El objeto de la fenomenología trascendental

Husserl estuvo animado siempre por el propósito explícito de hacer de la filosofía una
ciencia absolutamente rigurosa, desprovista de hipótesis, de prejuicios y de
presupuestos. Hasta ahora en filosofía todo ha sido cuestión de puntos de vista,
opiniones discutibles sin fin, debido ello, por una parte, a que fundaba su pretendida
validez absoluta en algo que no la tiene, en los “hechos”, y, por otra, a que los
conocimientos que de ellos se tenían no se justificaban como objetiva y
universalmente válidos. La ciencia estricta, que Husserl pretende ha de proporcionar
un conocimiento absoluto y éste sólo puede ser tal si reúne dos condiciones:
1. Que recaiga sobre un objeto que esté al alcance de todos sin discusión. Este objeto
es lo que Husserl llamará fenómeno;
2. Que los conocimientos que sobre ese objeto se vayan teniendo se fundamenten en
un principio absolutamente válido en sí mismo que sea la fuente de la objetividad
intersubjetiva. Será, para Husserl, el yo trascendental.

Precedentes que configuran la fenomenología trascendental

La actitud crítica de Descartes

La filosofía trascendental, entendida como fenomenología, es la novedad que


introduce Husserl. Ahora bien, la filosofía de la objetividad, como tendencia a buscar la
fundamentación y justificación de la objetividad en el sujeto, viene configurándose ya
desde Descartes. Descartes inicia la actitud crítica de fundamentar todo conocimiento
partiendo del Yo cogitante como primera e indudable verdad. Pero este yo, este sujeto
sustancial, no es sino el alma espiritual y pensante de cada uno, que no puede
fundamentar un conocimiento objetivo con validez universal. Por eso, Descartes
necesitó extrapolar a Dios el último fundamento de la validez universal del
conocimiento. Husserl trascendentalizará este cogito porque trascendentalizará
previamente al sujeto cuyo acto es el cogito.

El trascendentalismo kantiano

Tras la aportación de Descartes, no tiene sentido un intento de validación objetiva


desde el ángulo del objeto trascendente; hay que acometerla desde el sujeto. Pero
tampoco cabe recurrir a una reconstrucción mitológica del sujeto, pues la ontología
tradicional había quedado definitivamente refutada -pensaba Kant- por el empirismo
inglés. Sólo quedaba entonces intentar la reconstrucción del sujeto fundante desde
una lógica trascendental, es decir, desde una teoría de los elementos o principios a
priori que, siendo independientes de la experiencia, le proporcionan su fundamento
objetivo.
De Kant dará Husserl por absolutamente válida esta reducción de la conciencia
empírica a la conciencia trascendental. Sin embargo, considerará que Kant se ha
quedado a medio camino. . A juicio de Husserl, el mayor dogmatismo de Kant es la
concesión de validez absoluta a la ciencia físico-matemática. También ella, como
veremos, ha de caer bajo la epokhé.
Pero, además, hay otra diferencia notable entre Kant y Husserl. Kant busca las
condiciones de inteligibilidad de los objetos, condiciones que son la forma misma del
entendimiento humano (el sujeto trascendental). Este sujeto trascendental de Kant es
un sujeto interno al mundo. Y este rango central del ego, de la conciencia, consiste
para Kant en que el yo conforma al objeto en tanto que objeto. En Husserl, el sujeto
queda sometido a reducción fenomenológica, y la conciencia no conforma aquello
sobre lo Que recae. La conciencia no hace al objeto, sino que sólo lo tiene como algo
manifestado, de suerte que sólo en cuanto manifiesto en mí, muestra el objeto aquello
que es.

La discusión con el psicologismo en las Investigaciones lógicas

La refutación del psicologismo viene, pues, exigida en Husserl ante la necesidad de


fundar la objetividad del conocimiento desde una lógica trascendental. Para Husserl es
preciso mostrar que las leyes lógicas son leyes lógicas puras, trascendentales,
procedentes de un supuesto mundo inteligible, pero de ningún modo empíricas. Para
el psicologismo, pensar y conocer son sucesos psíquicos; la lógica se basa en la
psicología.

Husserl rebate el psicologismo con los siguientes argumentos:


 La psicología es ciencia de hechos. Las leyes establecidas por este tipo de
ciencias representan meramente enunciados con una regularidad aproximada.
A esto se contrapone la total exactitud de los principios lógicos.
 El psicologismo conduce a un relativismo escéptico, pues, si las leyes lógicas
son leyes psíquicas, entonces cabe la posibilidad de distintos pensamientos con
distintas leyes lógicas. Así, un mismo contenido de juicio podría ser verdadero
para una especie y falso para otra. No se puede exclusivizar lo verdadero-para-
mí y excluir lo verdadero-en-sí.

LA BÚSQUEDA DE OBJETIVIDAD

Así pues, aunque la fenomenología trascendental de Husserl tiene como precedentes


el pensamiento de Descartes y, sobre todo, el de Kant, respecto a ambos lleva cabo
una radicalización mucho mayor en el sentido de que todo ha de derivar del sujeto
como yo trascendental.
Puesto que las nociones de fenómeno y de yo trascendental o conciencia
trascendental, asi como la relación entre ellos, constituyen el núcleo temático de toda
la fenomenología de Husserl, empezamos deteniéndonos en su estudio.

Fenómeno, yo trascendental y su correlación

Qué es el fenómeno

Para Husserl, el fenómeno es lo manifiesto en cuanto manifiesto a la conciencia. No es,


sin embargo, un estado psíquico ni un contenido de conciencia. El fenómeno tampoco
tiene, para Husserl, el sentido de apariencia que oculta lo en sí, como afirmaba Kant.
Fenómeno será el cogitatum en cuanto tal, ya recaiga sobre el mundo externo ya sobre
mis propios estados psíquicos. El cogitatum, en cuanto tal es pura y simplemente el
fenómeno. Las cosas, los estados psíquicos y hasta mis propias cogitaciones son sólo
fenómenos.

Qué se entiende por yo trascendental

La insistencia de Husserl en la necesidad de la reducción, es decir, en la necesidad de


abandonar toda actitud mundana y natural, e incluso toda actitud propia de los
saberes científico-positivos, es ahora un imperativo si queremos captar el sentido que
para él tiene el yo trascendental.
El Yo trascendental es un principio que ha de ser visto en un ámbito puramente
relacional y desustancializado. No es una sustancia (como afirmaba Descartes), ni es un
conjunto de relaciones radicadas en sustancia alguna. Es un sujeto puramente
gnoseológico y no un sujeto óntico; es un principio de objetividad, no un principio de
ser. El yo trascendental, para Husserl, tiene el sentido de un principio lógico-
estructural puro, autoconstituído en polo originario y originante de toda construcción
objetiva5. Tiene tres notas que le definen:
a) No puede concebirse, de ningún modo, como un principio “mundano”, psíquico
u óntico;
b) Es, además, un principio que no debe su constitución a nadie ni a nada, sino
que tiene una ultimidad originaria absoluta;
c) Por último, es el principio originante de toda objetividad científica, es decir, de
toda constitución objetiva.
Así pues, al ser el yo trascendental el principio originante de toda objetividad no es él
mismo objetivo ni objetivable; no tiene sentido preguntarse por el fundamentó
objetivo de lo que es fundamento de toda objetividad. Si Surge, por tanto, como límite
irrebasable desde el que se hace comprensible la objetividad.

El método fenomenológico
Una filosofía como ciencia estricta sólo puede construirse sobre la base de un sujeto
trascendental como fundamento absoluto y objetivante. Ahora bien, en la actitud
espontánea, natural Y mundana que tenemos todos en nuestra vida cotidiana»
estamos muy lejos de este sujeto trascendental ya que conocemos y operamos
ordinariamente como sujetos empíricos. Como consecuencia, se impone la necesidad
de adoptar un método eficaz que nos saque de esta espontaneidad vital y cognoscitiva,
y nos permita el acceso a esta filosofía que buscamos. Las dos caras de este método,
para Husserl, son la epokhé y la reducción.

La epokhé

Entendida en su sentido etimológico e histórico, significa la suspensión del juicio o del


asentimiento. En Husserl mantiene en cierto modo esta significación, pues \ designa
una neutralización de todo lo que aceptamos como válido en la actitud espontánea y
natural. No se trata de suprimirlo o de negarlo, sino de dejarlo entre paréntesis. Por
esta puesta entre paréntesis prescindimos de la validez de la realidad existential del
mundo, de la validez de todas las ciencias, e incluso prescindiremos del mundo entero,
de mi conciencia psicológica y de mi yo empírico. Porque, de esta manera, nos vemos
abocados al yo puro; no al yo empírico y real de Descartes, donde la cogitatio produce
cogitatum. Después de esta neutralización, que abarca incluso al yo empírico y de la
que sólo se libra el yo puro, volverá éste a ganar o a reconstruir justificadamente todo
lo previamente puesto entre paréntesis.
La epokhé es, así, el método radical y universal por medio del cual yo me capto
puramente como yo, y con mi propia vida pura de conciencia, en la cual y por la cual es
para mí el entero mundo objetivo y tal como él es precisamente para mí.

La reducción

Mientras la epokhé mira a los datos n elementos que vamos neutralizando por la
puesta entre paréntesis en la que ella consiste, la reducción es un movimiento de
purificación y unificación que nos lleva a la suprema y fundante unidad de la pura
subjetividad, al yo puro. De acuerdo con Husserl deben distinguirse dos etapas en este
proceso:
a) La reducción eidética: se aplica a los hechos o datos fácticos. En el acto mismo
de suspender, todo lo que se presentaba como un hecho deja de ser fáctico,
Por tanto, en virtud de esta reducción, “desmaterializamos” esos hechos o
datos dejándolos reducidos a su esencia o contenido ideal. No interesan en
ellos las circunstancias materiales, temporales o existenciales, sino su pura
esencia dada, ya que una ciencia rigurosa debe ser una ciencia de esencias. El
hecho es siempre y sólo la realización de algo en su concreción individual. Si
suspendo este carácter de hecho, sólo me queda la configuración intrínseca (la
forma) que posee lo dado. En lugar del hecho tenemos su esencia o eidos. Lo
eidético será la medida de lo fáctico.
b) La reducción trascendental: con la reducción fenomenológica no basta, pues
con ella las esencias están dadas pero no justificadas objetivamente. Con la
reducción trascendental se remiten todas esas esencias, presentes en la
corriente vivencial de la conciencia, al principio unitario desde el cual y sólo
desde ekoM es posible justificarlas: el yo. A este yo nos quedan reducidas, no
sólo las esencias de los hechos de experiencia externa, sino también los de la
experiencia interna, e incluso la esencia del sujeto empírico de todas esas
experiencias. II eidos sólo se da a una conciencia y por ese acto de conciencia
que es la reducción. Será, pues, la conciencia la que luego conferirá, de la
manera que veremos, realidad al fenómeno.

Por tanto, ¿sobre qué opera la reducción? Sobre la totalidad del mundo en cuanto tal.
El mundo incluye todas las realidades incluido el yo. Pero la actitud natural del hombre
que vive en el mundo (la naturalidad) consiste en creer en la realidad del mundo y de
él mismo; Toda ulterior creencia está montada sobre esta protocreencia. No se parte
de la realidad del yo y se suspende la del mundo, como hace Descartes con su duda
metódica. En cambio, lo único que no es afectado por esta reducción casi universal es
la subjetividad pura a la que ella nos conduce. Se trata de subrayar que la única pieza
de absoluta validez en ella es el yo puro, desde el cual o en orden al cual se explica y
justifica todo lo demás. Por tanto, El sujeto trascendental será el polo de irradicación
de todas las intenciones objetivadoras.
Del yo-puro han de salir, pues, como de un centro de luz, todos los rayos para lograr
así la unidad de la corriente vivencial de la conciencia objetiva. Pero, ¿cómo se realiza
la reducción? No se trata de negar la creencia en la realidad del mundo, sino sólo de
suspender su vigencia, de abstenerse. Vivo la vida real en toda su riqueza y detalle,
pero sin creer en su realidad. La reducción consiste, entonces, en reducir el mundo real
entero a algo que no es realidad sino algo que aparece a mi conciencia y en tanto que
me aparece. Así es como el mundo queda reducido a puro fenómeno.

La posibilidad de la filosofía como ciencia

El objeto de la filosofía ha consistido, desde sus orígenes, en tratar de hallar la esencia


o ser de las cosas. Husserl descubre la esencia, el ser, mediante la reducción
fenomenológica en su doble dimensión eidética y trascendental. El ser, la esencia es el
puro fenómeno, el eidos. A cambio de haber colocado entre paréntesis la realidad de
las cosas sustentada por la creencia fundamental, hemos alcanzado el ser mismo de las
cosas, su esencia, objeto de la filosofía. Este objeto tiene un carácter absoluto, pues
toda realidad de hecho es relativa a su esencia, pero la esencia misma no es relativa al
hecho.
La posibilidad de la filosofía como ciencia radica, pues, en mostrar cómo el fenómeno o
esencia puede dar lugar a una ciencia estricta. La mostración de éste cómo se lleva a
cabo mediante la explicitación de tres nociones básicas en Husserl: la estructura de la
conciencia como intencionalidad, la intuición de esencias, y la constitución objetiva
mediante el tiempo fenomenológico.

La intencionalidad como estructura de la conciencia

Hemos visto cómo el fenómeno o esencia se manifiesta a la conciencia por un acto de


reducción. Al suspender la creencia en el mundo real me quedo con ese mismo
mundo, pero sólo tal como se me manifiesta y en tanto que se manifiesta a mi
conciencia. Por tanto, el mundo, como conjunto de fenómenos o esencias, queda
convertido en término de mi conciencia solamente. Pue Toda conciencia, como había
dicho Brentano, es siempre y sólo conciencia de algo: su estructura es la
intencionalidad.
Para la Psicología, en cambio, la conciencia es una actividad mental que tiene sus
momentos y mecanismos propios: querer, pensar, sentir, recordar, percibir, etc. Todo
ello pertenece al dominio de los hechos. Además, la Psicología sólo nos habla de estos
mecanismos por los cuales tengo conciencia de algo, pero no nos dice qué es la
conciencia en su estructura básica.

La conciencia como unidad noético-noemática

Ahora bien, la intencionalidad lleva implicadas dos nociones constituyentes de su


dinamismo: la noesis y el noema.

La noesis
La intencionalidad es, ante todo, ese momento en el que la conciencia es conciencia de
algo, es intentio, noesis. E El dirigirse al objeto no es una peculiaridad añadida a lo que
la conciencia ya es, sino que forma parte de su estructura. Lo que la intentio hace es
tan sólo fundar la posibilidad de la manifestación del objeto intencional tal como éste
es en sí mismo. La intentio es el fundamento de la posibilidad de toda manifestación
objetiva para mí. Es, pues, intrínseca a la conciencia y a priori respecto de su objeto.

El noema

Al ser la conciencia intencionalidad tiene, como término estructural suyo, un objeto


que es su intentum o noema. El noema, sin embargo, está muy lejos de ser lo que la
Psicología entiende por contenido de conciencia. El noema no está contenido en la
conciencia como parte suya, sino que es mero término intencional, algo que es
manifiesto a ella. Este término intencional tiene tres características:

a) Es algo independiente de la conciencia, algo que se manifiesta en ella con plena


objetividad.
b) No puede darse sino en la conciencia.
c) Se da en virtud de la conciencia misma, fundado en ella.

Estos dos momentos que componen la intencionalidad, la noesis y el noema, no se dan


el uno sin el otro. Noema es algo independiente de la conciencia, por ello por lo que
puede ser objetivo. Pero por ser término intencional de la conciencia pura no puede
darse sino en y por ella. El ser queda, pues, de este modo fundado en la conciencia.
Husserl intenta demostrar cómo el fenómeno o esencia puede dar lugar a una ciencia
estricta.

Modos de conciencia que pueden constituir un saber absoluto


Al analizar la intencionalidad, Husserl descubre distintas intenciones:
a) Intenciones vacías: el objeto no está presentemente dado a la conciencia (por
ejemplo, la simple alusión a un objeto)-
b) Intenciones mediatas: el objeto está presentemente dado a la conciencia, pero
a través de un sustitutivo (por ejemplo, la alusión a un amigo a través de una
foto)
c) Intenciones inmediatas: el objeto está presente a la conciencia directamente.
Esta intención de un objeto inmediata y originariamente dado a la conciencia
es lo que Husserl llama intuición.

Intuición de esencias y Erfüllung

Las intenciones vacías y mediatas pueden “rellenarse” con una intuición inmediata. Es
el acto que Husserl llama de replección (Erfullung). La replección de una intención no
intuitiva con la intuición correspondiente es la evidencia. Y el correlato intencional de
la evidencia es la verdad.

El nuevo saber absoluto: la filosofía como fenomenología


Como puede verse, Husserl va perfilando los elementos necesarios para una filosofía
como ciencia rigurosa o conocimiento de esencias:
a) La evidencia como replección en una intuición es una posibilidad radical de
toda forma de conciencia. Al tenerla intuición un alcance y valor absolutos,
toda conciencia evidente posee una verdad absoluta. Este es, para Husserl, el
“principio de todos los principios”: la intuición directa y originaria de lo dado es
una evidencia absoluta de lo que es dado.
b) La filosofía no es un sistema racional y lógico de proposiciones Y
demostraciones, sino que es evidenciación intuitiva que no se funda en puntos
de vista personales, sino en una apelación objetiva a la intuición, en la cual
encuentra nuestro saber su última y estricta verdad absoluta. La filosofía es
sólo fenomenología trascendental.
c) Por último, el saber fenomenológico se presenta como justificación de todo
saber de hechos, a partir de su afirmación básica de que la realidad es relativa a
la esencia. Es el saber de la esencia lo que constituye medida del saber de la
realidad. Todo saber de hechos encuentra su posible justificación sólo en el
saber absoluto de la esencia. Por eso el saber fenómenológico, como saber
absoluto de la esencia, es la justificación de todo saber de

La filosofía no es una intuición pasiva de lo que tengo en mi conciencia


inmediatamente, sino que es, sobre todo, un esfuerzo continuo por lograr evidencias
absolutas a través de la Erfüllung.

PROBLEMA RADICAL: LA CONSTITUCIÓN POR LA CONCIENCIA DEL SENTIDO OBJETIVO


DEL NOEMA
Rollo

LA SUPERACIÓN FENOMENOLÓGICA DEL PLANTEAMIENTO EPISTEMOLOGICO

Conocimiento de las ciencias humanas no puede ser sino descripción adecuada de la


experiencia histórica.

El concepto husserliano de “mundo de la vida”

Vivencia particular y mundo de la vida

La base de todo ingenuo objetivismo, proyectado sobre un conocimiento cualquiera, la


elimina Husserl a partir de su distinción entre vivencia particular y mundo vivencial.
Husserl distingue entre:
a) La conciencia como vivencia intencional-particular. La intencionalidad es, para
Husserl, la estructura esencial de toda conciencia. No podemos pensar, sentir,
imaginar, desear sin referimos a algo como objeto pensado, sentido, deseado,
etc. En cada acto particular de la conciencia se puede distinguir. Pues, entre
una intentio o noesis, que sería la actividad de la conciencia como tal. Y el
intentum o noema en cuanto objeto intencionado dado en ese acto de
conciencia. Ahora bien, esta distinción es sólo lógica, nunca real, porque en la
realidad nunca pueden separarse, en una vivencia concreta, la noesis y el
noema, el pensamiento de lo pensado.
b) La conciencia como unidad de la corriente de las vivencias intencionales
concretas.

La Fenomenología es la tarea de búsqueda de estos significados o esencias más allá de


sus concreciones subjetivas, en las representaciones individuales. Al distinguir Husserl
entre vivencia intencional y unidad de las vivencias elimina automáticamente la base
de todo objetivismo. Pues esa distinción significa que toda vivencia intencional se
produce inserta en un horizonte anterior y posterior. Toda vivencia particular es un
elemento en la unidad de la corriente vivencial, y está vinculada esencialmente al
continuum de las vivencias presentes de antes y después.

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