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CONTENIDO
PREFACIO
Este libro consiste de mensajes dados en el verano de los años 1963, 1965 y 1969 en Los
Ángeles, California. Estos mensajes contienen una clara presentación de la verdad
básica concerniente a nuestro espíritu humano. Esta verdad no ha sido comprendida
por la mayoría de los cristianos, y casi todos los que la han visto en cierto grado, la han
desatendido. Pocos se dan cuenta de la importancia estratégica de nuestro espíritu
humano.
La Biblia revela que el hombre es un ser tripartito que posee un espíritu y un alma y un
cuerpo (1 Ts. 5:23). Hace una distinción clara entre estas tres partes (Lc. 1:46-47; He.
4:12; Fil. 1:27). Teniendo un cuerpo, el hombre posee conciencia en cuanto al mundo y
puede tener contacto con el mundo material. Teniendo un alma, el hombre posee
conciencia de sí mismo, la cual le concede su personalidad, su yo (Mt. 16:26; comp. Lc.
9:25), y es capaz de razonar, escoger y responder emocionalmente. Teniendo un
espíritu, el hombre posee conciencia en cuanto a Dios, y puede tener contacto con el
Dios Triuno, así como recibirle y adorarle (Jn. 4:24; Ro. 8:16; 2 Ti. 4:22). Dios es
Espíritu (Jn. 4:24), y cuando formó al hombre (Gn. 2:7), lo creó con un espíritu (Zac.
12:1). Si el hombre no tuviera un espíritu, no podría tener contacto con Dios.
Es en nuestro espíritu donde nacimos de nuevo (Jn. 3:6); es en nuestro espíritu donde
fuimos vivificados (Ef. 2:5; Ro. 8:10); es en nuestro espíritu donde mora Dios (Ef. 2:22;
2 Ti. 4:22; Ro. 8:16); es en nuestro espíritu donde somos unidos al Señor (1 Co. 6:17); y
es en nuestro espíritu donde nos ponemos en contacto con Dios y le adoramos (Jn.
4:24). Ahora debemos andar y tener todo nuestro ser conforme a nuestro espíritu:
sirviendo en nuestro espíritu (Ro. 1:9), orando en espíritu (Ef. 6:18), siendo llenados en
espíritu (Ef. 5:18), viendo la revelación de Dios en espíritu (Ef. 1:17; 3:5; Ap. 1:10; 4:2;
17:3; 21:10), teniendo comunión con los hermanos y hermanas en espíritu (Fil. 2:1), y
siendo edificados juntamente con otros para ser una habitación de Dios en espíritu (Ef.
2:22).
El Nuevo Testamento también revela tres diferentes clases de vida: bíos, psujé, y zoé.
Bíos, la vida física, está en el cuerpo; psujé, la vida humana, está en el alma; y zoé, la
vida divina, está en el espíritu. Antes de que fuésemos regenerados, teníamos sólo la
vida física y la vida humana, la vida del alma. En el momento de nuestra regeneración,
recibimos la tercera vida, la vida divina, la cual es Dios como vida. Sin embargo, la
mayoría de los cristianos, aunque son regenerados en su espíritu, siguen viviendo y
comportándose conforme a sus propias consideraciones y razonamientos, gustos y
aversiones, o conforme a si algo es correcto o equivocado, bueno o malo. Estos son del
alma (1 Co. 2:14), hombres del alma que toman su vida humana como la fuente de su
vivir. Otros andan conforme a su espíritu. Estos son espirituales (1 Co. 2:15), hombres
del espíritu que toman a Dios como la fuente de su vivir. Todos debemos aprender a
andar, no conforme a la vida que está en nuestra alma, sino conforme a la vida que está
en nuestro espíritu (Mr. 8:35-36; Jn. 12:25; Ro. 8:4-6).
Malaquías 2:15-16 (lit.) nos dice que necesitamos prestar atención a nuestro espíritu. En
nuestra vida diaria cristiana, debemos ejercitar nuestro espíritu continuamente. Es aquí
donde adoramos a Dios, tenemos comunión con otros y nos llenamos del Espíritu. Es
aquí donde disfrutamos la frescura, la dulzura, el avivamiento y el suministro de Cristo.
También, en la iglesia debemos ejercitar continuamente nuestro espíritu. La adecuada
vida de la iglesia es un asunto absolutamente en el espíritu. Cuando nos volvemos a
nuestro espíritu, somos uno.
Nosotros oramos para que los puntos que se presentan en este libro lleguen a ser una
visión a todos los que los leen, y para que muchos empiecen a vivir conforme a esta
visión. Es muy necesario hoy que todos los hijos del Señor lleguen a ser los que anden y
vivan conforme a su espíritu. Oramos también para que el Señor conceda tal realidad en
todas las iglesias locales.
Abril, 1984
Benson Phillips
Irving, Texas
CAPITULO UNO
NUESTRO ESPIRITU HUMANO
(1)
Lectura bíblica: Gn. 2:7; Zac. 12:1; Job 12:10; Nm. 16:22; 27:16; Ap. 22:6; Pr. 20:27; Ro.
1:9; Lc. 1:46-47; Hch. 17:16; 1 Co. 5:3-4; 16:18; 2 Co. 2:13; 7:13; 12:18; 7:1; 1 Ts. 5:23; He.
4:12; Fil. 1:27; 2 Ti. 4:22; 1 Co. 6:17; Ro. 8:4
En este libro hablaremos de algo muy importante: nuestro espíritu humano. Primero,
necesitamos ver que la vida espiritual, la vida divina, la vida eterna, la vida increada, es
simplemente Dios mismo en Cristo como el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45). La vida
divina es el Espíritu divino, el Espíritu vivificante, que ha entrado en nosotros como
nuestra propia vida. Si no hubiera entrado en nosotros, El no podría ser nuestra vida.
Ninguna cosa fuera de usted puede ser su vida. Para que algo sea su vida, esa misma
cosa debe poder entrar en usted.
Esta vida espiritual, la cual es Dios mismo, ha entrado en nosotros; pero, ¿en cuál parte
de nosotros? Por ejemplo, usted ingiere comida, pero no la recibe por los ojos. No la
recibe por los oídos. Usted recibe comida por la boca y a través de la boca la comida
entra al estómago. El estómago es el lugar apropiado para guardar y contener comida.
De igual manera, Dios como vida ha entrado en nosotros, en nuestro espíritu. Pero
nuestro espíritu humano, tan estratégico para la vida divina, ha sido pasado por alto por
la mayoría de los cristianos.
El Señor desea recobrar la vida interior junto con la vida de la iglesia. La vida interior es
básica para la vida de la iglesia. Si no somos adecuados y prevalecientes en la vida
interior, es difícil que tengamos una adecuada vida de la iglesia, porque la vida de la
iglesia es una composición de la vida interior en todos nosotros. Tenemos que conocer la
vida interior, sin embargo la vida interior es absolutamente un asunto en nuestro
espíritu.
Venimos a la iglesia para servir a Dios, para tener contacto con Dios, para tratar con
Dios usando nuestro espíritu. Cuando va usted al patio de recreo para tener algún
ejercicio físico, tiene que usar su cuerpo físico. Cuando asiste a la escuela para estudiar,
tiene que usar su mente. Pero cuando viene a la iglesia para tener contacto con Dios,
tiene que usar su espíritu humano.
EL ALIENTO DE VIDA
Génesis 2:7 nos muestra claramente cómo creó Dios al hombre. Dios creó al hombre con
dos clases de materiales. Uno fue el polvo de la tierra. El otro fue el aliento de vida de El
mismo. Dios usó el polvo de la tierra como material para formar un cuerpo humano.
Entonces Dios sopló en la nariz del hombre el aliento de vida y el hombre fue hecho un
alma viviente. Dos clases de materiales, el polvo para formar un cuerpo y el aliento de
vida que entró en este cuerpo, resultaron en un alma viviente, un hombre viviente. Lo
que se formó con el polvo fue el cuerpo, y el hombre como un alma viviente es el alma.
Luego el aliento de vida, después de entrar al cuerpo, es el espíritu humano.
Quiero impresionarles lo más posible con esta frase “aliento de vida”. Proverbios 20:27
dice que el espíritu del hombre es la lámpara del Señor. En el Antiguo Testamento, la
palabra hebrea usada la mayor parte del tiempo es rúaque. Esta palabra en hebreo
significa espíritu, aliento, aire o viento. Pero la palabra para espíritu aquí en Proverbios
20:27 no es la palabra hebrea rúaque, sin onéshamah; la misma palabra que se usa en
Génesis 2:7 para “aliento”. En el Antiguo Testamento se encuentra por lo menos un
versículo que prueba que el aliento de vida mencionado en Génesis 2:7 es el mismo
espíritu del hombre. La traducción de Moffat, en Proverbios 20:27, traduce la palabra
espíritu como conciencia. Dice que la conciencia del hombre es la lámpara del Señor
porque la conciencia es la parte principal del espíritu humano (Comp., Ro. 9:1; 8:16).
Zacarías 12:1 nos dice que en la creación de Dios hay tres cosas principales. Primero,
Dios extendió los cielos. En segundo lugar, Dios fundó la tierra. En tercer lugar, Dios
formó el espíritu del hombre. En la creación de Dios existen estas tres cosas principales.
En los cielos hay muchas cosas, en la tierra hay muchos detalles y en el hombre hay
muchas partes, pero Zacarías 12:1 solamente menciona los cielos, la tierra y el espíritu
del hombre.
EL PUNTO ESTRATEGICO
Job 12:10 menciona el alma de todos los seres vivientes y el espíritu del hombre. La
versión King James dice “el aliento de todo el género humano” porque la palabra
rúaque puede significar aliento así como espíritu. La traducción de Darby lo traduce
como “el espíritu de toda carne del hombre”. La versión American Standard lo traduce
como “el aliento de todo el género humano” en el texto, pero en la nota dice nuestro
espíritu, el espíritu del hombre.
Todos los otros seres vivientes simplemente tienen alma; no tienen espíritu. Sólo
nosotros los seres humanos tenemos espíritu. Un perro tiene alma, pero no tiene
espíritu. Un mono es bastante inteligente porque tiene alma, pero tampoco tiene
espíritu. ¿Ha visto usted alguna vez unos monitos construir un relicario con un ídolo y
adorarlo? Durante toda la historia nunca ha habido semejante cosa. Ningún animal
jamás ha adorado nada, pero todos los seres humanos, sean cultos o bárbaros, adoran
algo porque tienen un espíritu de adoración. Hay un espíritu dentro del hombre que le
hace especial. Un perro no tiene esto. Un gato no tiene esto. Sólo nosotros los seres
humanos tenemos tal espíritu.
Job 12:10 dice que en la mano de Dios está el alma de todo viviente y el espíritu de todo
el género humano. Todos los seres vivientes tienen alma, pero nosotros, los seres
humanos, no sólo tenemos un alma sino también un espíritu. Somos absolutamente
diferentes. En este asunto, estamos totalmente en desacuerdo con Darwin. Somos
diferentes de los monos. Los monos sólo tienen un alma, pero nosotros tenemos un
espíritu.
En Números 16:22 y 27:16 Dios es el Dios de los espíritus de toda carne. Toda carne
representa al género humano caído. Todos llegamos a ser y aún somos la carne, pero
alabado sea el Señor, dentro de la carne tenemos un espíritu. El Señor Dios no es el Dios
de la carne; El es el Dios de los espíritus. Así que si deseamos conocer a Dios, tener
contacto con Dios y tratar con Dios, y si deseamos tomar a Dios como nuestra vida,
tenemos que conocer nuestro espíritu porque Dios es el Dios de nuestro espíritu.
Apocalipsis 22:6 nos dice que el Señor es el Dios de los espíritus de los profetas.
Además, 1 Corintios 14:32 dice: “Los espíritus de los profetas están sujetos a los
profetas”. Los espíritus de los profetas se refiere no al Espíritu Santo, sino al espíritu
humano de los profetas. Cuando yo era un cristiano joven, me enseñaron que con el
profeta de Dios siempre es necesario el Espíritu Santo. Nunca me dijeron que con los
profetas de Dios se encuentra también el espíritu humano.
Por el lado de Dios está el Espíritu divino, el Espíritu de Dios. Por nuestro lado está el
espíritu humano. Cuando estos dos espíritus se encuentran el uno con el otro hay un
“trato” divino. Tenemos tal trato divino cuando se encuentran Dios como el Espíritu
divino y nuestro espíritu humano. En tratar con Dios, el espíritu humano y el Espíritu
divino son igualmente importantes. Sin el Espíritu divino, no hay manera de que
tengamos contacto con Dios. En el mismo principio, sin el espíritu humano, no existe el
medio, no hay órgano con el cual tener contacto con Dios.
Todos debemos saber que tenemos tal espíritu. Si deseamos ser un buen médico,
debemos dedicar un largo tiempo para estudiar el cuerpo. Para ser cristianos adecuados,
debemos estudiar el espíritu.
MI ESPIRITU
En Romanos, Pablo dice que a Dios “sirvo en mi espíritu” (Ro. 1:9). El mismo Dios a
quien sirvo, lo sirvo en mi espíritu. No piensen que “mi espíritu” es simplemente un
término neotestamentario. Salmos 77:3 dice: “Me acordaba de Dios, y me conmovía; me
quejaba, y desmayaba mi espíritu”. También, Salmos 77:6 dice: “Me acordaba de mis
cánticos de noche; meditaba en mi corazón, y mi espíritu inquiría”.
En Hechos 17:16 Pablo fue enardecido cuando vio tantos ídolos en la cuidad de Atenas.
Cuando él vio los ídolos fue enardecido en su espíritu. El servía a Dios en su espíritu y
fue enardecido en su espíritu por las cosas malignas.
En 1 Corintios 5:4 Pablo dice que aun él se reunía con los santos en Corinto mediante su
espíritu. Mientras él estaba ausente dijo: “Reunidos vosotros y mi espíritu”. El estaba
lejos de Corinto, pero asistía a la reunión de ellos. Su cuerpo estaba ausente, pero su
espíritu asistía a la reunión de ellos. ¿Ha asistido usted alguna vez a una reunión de la
iglesia mediante su espíritu mientras estaba ausente de esa iglesia? Mientras Pablo
estaba ausente de Corinto físicamente, él aún asistía a la reunión de ellos.
MI ESPIRITU REFRESCADO
Además, Pablo dice en 2 Corintios 2:13 que no pudo encontrar a su hermano Tito, así
que no tuvo reposo en su espíritu. Entonces en 2 Corintios 7:13 Pablo dice que Tito fue
refrescado en su espíritu por los corintios. También 1 Corintios 16:18 dice que algunos
de los santos han “refrescado mi espíritu y el vuestro” (lit.). El espíritu de Pablo y los
espíritus de los santos en Corinto habían sido refrescados por algunos queridos
hermanos.
MI ESPIRITU SE HA REGOCIJADO
En Lucas 1:46-47 María dijo: “Engrandece mi alma al Señor” (tiempo presente) y “mi
espíritu se ha regocijado” (lit.) (tiempo perfecto) “en Dios mi Salvador”. Primero, mi
espíritu se regocijó en Dios. En segundo lugar, mi alma lo engrandece a Él. El espíritu
viene primero, luego el alma. El espíritu se ha regocijado en Dios, luego el alma
engrandece al Señor. Estas son dos cosas. Regocijarse en Dios es tener comunión con
Dios en el espíritu. Engrandecer al Señor es expresar al Señor con nuestra alma.
Debemos tener comunión con el Señor en nuestro espíritu y debemos expresar al Señor
en nuestra alma. Primero, tenemos comunión con El; luego le expresamos. Primero nos
regocijamos en El; luego le engrandecemos. Nos regocijamos en El en nuestro espíritu y
le engrandecemos con nuestra alma. Estos dos órganos son para dos clases de uso. Si
usted desea tener contacto con el Señor, tiene que usar su espíritu. Si desea expresar al
Señor, tiene que usar su alma. Mi espíritu se regocijó en Dios y mi alma engrandece al
Señor.
PURIFICADO EN ESPIRITU
Segunda de Corintios 7:1 dice que nos purifiquemos a nosotros mismos de toda
contaminación en la carne y también en el espíritu. Tenemos la carne y tenemos el
espíritu. En estas dos partes tenemos que ser purificados de toda clase de
contaminación. Seguramente, esto no se refiere al Espíritu Santo. El Espíritu Santo no
necesita ser purificado de ninguna clase de contaminación, pero nuestro espíritu sí.
Si dice usted que el espíritu es lo mismo que el alma, entonces yo le señalaría a los
monos, a los tigres, a todas las bestias y a todo el ganado. Job 12:10 se refiere al alma de
todo viviente. Todo viviente incluye a los animales. Nosotros somos seres vivientes y
también tenemos un alma, pero además de un alma tenemos algo superior, algo más
elevado: el espíritu humano. Somos distintos de los animales porque ellos tienen un
alma, pero no tienen espíritu. Nosotros tenemos un espíritu. Tenemos algo más, algo
superior, algo más elevado, para tener contacto con Dios. Fuimos creados a la imagen de
Dios con tal órgano superior, el espíritu humano, para tener contacto con Dios.
Hebreos 4:12 dice que nuestra alma puede ser dividida de nuestro espíritu, como los
tuétanos de las coyunturas. Sabemos que las coyunturas forman parte de los huesos y
que dentro de estos huesos se encuentra el tuétano. El tuétano está contenido y
escondido en los huesos, pero es absolutamente diferente de los huesos. Los huesos son
como el alma y el espíritu es como el tuétano. El espíritu está escondido y contenido en
el alma, y el alma puede ser dividida del espíritu.
EN UN MISMO ESPIRITU, CON UNA SOLA ALMA
Filipenses 1:27 dice: “Estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo con una sola
alma por la fe del evangelio” (lit.). Para estar firmes necesitamos estar en un mismo
espíritu. Para luchar juntos para la predicación del evangelio, para la expansión del
reino de Dios, necesitamos ser de una sola alma. Para estar firmes necesitamos estar en
un mismo espíritu, pero para propagar el evangelio necesitamos ser de un mismo
pensamiento, de un mismo sentir, de una misma opinión, de un mismo concepto. Esto
significa que necesitamos ser de una sola alma. Así que en un mismo espíritu es una
cosa, con una sola alma es otra.
EL ESPIRITU MEZCLADO
Por último, debemos ver que el Señor Jesús como vida entra en nosotros, pero, ¿en qué
parte de nosotros? Segunda de Timoteo 4:22 dice: “El Señor Jesucristo esté con tu
espíritu”. Nada puede ser más claro o más definido. El Señor Jesús hoy está en nuestro
espíritu. ¡Aleluya! Cristo hoy está en nuestro espíritu. Nunca se olvide de que Cristo es el
Espíritu vivificante (1 Co. 15:45) en nuestro espíritu.
Primera de Corintios 6:17 dice: “Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él”. Ya
que Cristo hoy es el Espíritu vivificante, y nosotros tenemos una parte interior, el
espíritu humano, estos dos espíritus simplemente se juntan y se mezclan y llegan a ser
un espíritu. El que se une al Señor, un espíritu es con El. Ahora tenemos un espíritu
mezclado. Es bastante difícil determinar si éste es el Espíritu Santo o el espíritu humano
porque los dos espíritus están mezclados como uno.
Por eso Romanos 8:4 nos dice que andemos conforme al espíritu. ¿Cuál espíritu es éste?
Nosotros debemos andar no sólo conforme al Espíritu Santo y no sólo conforme al
espíritu humano, sino conforme al espíritu mezclado. Ahora el Espíritu Santo y el
espíritu humano están mezclados como uno. Aquí en esta tierra, en este universo, existe
un lugar donde Cristo como el Espíritu vivificante es uno con nosotros. Ahora debemos
andar conforme a este maravilloso espíritu mezclado. Cristo es el Espíritu vivificante en
nuestro espíritu.
Las Escrituras claramente revelan que tenemos un espíritu humano y que Dios creó
nuestro espíritu humano para que tengamos contacto con El. En Juan 3:6 el Señor Jesús
dijo: “Lo que es nacido del Espíritu, espíritu es”. En este versículo hay dos espíritus. Es
fácil entender que el primer Espíritu debe de ser el Espíritu de Dios, pero, ¿qué acerca
del segundo espíritu? El segundo espíritu en este versículo es nuestro espíritu humano.
Nuestro espíritu humano es nacido del Espíritu de Dios.
NACIDO DE NUEVO
Se nos enseñó a muchos de nosotros que por ser tan pecaminosos, malvados y malos,
necesitamos nacer de nuevo. Supongamos que usted no es malvado ni pecaminoso, sino
que es tan bueno, aun mejor que los ángeles. ¿Necesitaría aún nacer de nuevo? Los
ángeles son buenos, pero no tienen la vida de Dios. Necesitamos nacer de nuevo. No
importa si usted es bueno o malo. Todavía necesita la vida de Dios. Aun si no fuera
pecaminoso, todavía necesitaría ser regenerado, ser renacido. Antes de la caída, Adán
era perfecto, puro y limpio; no había nada malo en él, nada deficiente, nada con exceso,
nada dañado, nada arruinado y nada corrompido. Adán era tan perfecto, puro y limpio.
Este hombre original tan puro, perfecto y limpio, necesitaba nacer de nuevo a fin de
tener la vida de Dios. ¿Cómo podría haber obtenido Adán la vida de Dios? Al recibir el
árbol de la vida (Gn. 2:9). Si la vida del árbol de la vida hubiera entrado en él, ¡habría
nacido él de nuevo! Habría recibido otra vida, la vida de Dios. Nacer de nuevo
simplemente significa recibir otra vida.
OTRA VIDA
A pesar de que Adán era tan perfecto, tan puro, tan limpio y tan bueno, sin nada
alterado, nada dañado, nada corrompido, y nada arruinado, todavía necesitaba la vida
de Dios. Al principio, Adán sólo tenía una vida, pero si hubiera recibido la vida de Dios,
habría tenido dos vidas. Se le hubiera añadido otra vida. Esto es el renacimiento. Esto es
la regeneración. Hablando con propiedad, nacer de nuevo no tiene nada que ver con
nuestra caída. Aun si somos genuinos, perfectos, completos, puros y limpios, todavía
necesitamos que entre en nosotros la vida de Dios. Cuando la vida de Dios entra, somos
regenerados.
LA VIDA DEL ALMA
La Biblia nos dice que antes de ser regenerados teníamos nuestra vida humana. Esta
vida humana está en el alma. En la Biblia ésta se llama la vida del alma. Algunas veces el
Nuevo Testamento usa la palabra alma para esta vida. Es por esto que en la versión
Reina Valera del Nuevo Testamento varias veces la palabra alma ha sido traducida como
vida (Mt. 16:25; Lc. 9:24). Esta palabra para vida en el texto griego original es la misma
palabra psujé o alma.
LA VIDA FISICA
Nosotros tenemos también otra clase de vida, la vida biológica. Esta es la vida del
cuerpo, la cual en el texto griego es bíos. Esta es la raíz de la palabra biología. Bíos está
en el cuerpo. Cuando una persona está muerta físicamente, eso no significa que su vida
humana en el alma está muerta, sino que significa que su vida física, bíos, está muerta.
En el alma tenemos la vida del alma; en el cuerpo tenemos la vida física. Cuando una
persona está muerta físicamente, está muerta corporalmente. Esto significa que su bíos
está muerta pero su psujé, su vida del alma, todavía existe.
LA VIDA DIVINA
Antes de ser salvos no tuvimos vida en nuestro espíritu. Nuestro espíritu fue sólo un
órgano. Cuando recibimos al Señor Jesús, El entró en nuestro espíritu para ser nuestra
vida. En nuestro espíritu tenemos otra vida, la vida divina. La palabra griega que se usa
en el Nuevo Testamento para esta vida es zoé. Zoé está en nuestro espíritu.
Bíos es la vida física en nuestro cuerpo. Psujé es la vida humana en el alma. Zoé, la cual
se refiere a la vida divina, está en nuestro espíritu. Esta vida divina es simplemente Dios
mismo. Esta vida divina es simplemente Cristo mismo, Dios mismo, que entra en
nuestro espíritu para ser nuestra vida. Ahora tenemos tres clases de vida. En nuestro
espíritu tenemos zoé, en nuestra alma tenemos psujé y en nuestro cuerpo tenemos bíos.
Tenemos una vida biológica, una vida del alma y la vida divina. Esta vida divina, zoé, es
simplemente el Espíritu.
Nuestro espíritu nació al entrar Dios en él como vida. “Lo que es nacido del Espíritu,
espíritu es” (Jn. 6:3b). Ahora, la vida divina está en nuestro espíritu. Nuestro espíritu
nació porque la vida de Dios entró en él, y este nacimiento no tiene relación alguna con
nuestra caída. Aun si Adán nunca hubiera caído, todavía él necesitaría nacer de esta
forma. Aún necesitaba que Dios le entrara como vida. De otra manera, no podría
expresar a Dios. Necesitamos nacer de nuevo dejando que la vida de Dios nos entre. Esta
vida entra en nuestro espíritu, y nuestro espíritu nace. Ahora en nuestro espíritu hay
vida, y esta vida es simplemente Dios mismo.
Puesto que tenemos tres vidas, ¿por cuál vida debemos vivir? ¿por la vida biológica?
¿por la vida del alma? ¿o por la vida divina? Estamos acostumbrados a vivir por la vida
del alma, pero ahora necesitamos vivir por la vida divina en nuestro espíritu. Si no
conocemos nuestro espíritu, no podemos vivir por la vida divina. Todos necesitamos
conocer nuestro espíritu.
Esta vida divina ha sido instalada en nuestro espíritu. Si necesitamos prender las luces,
vamos al interruptor. Lo que necesitamos hoy es tocar el “interruptor” de nuestro
espíritu porque la vida divina está en nuestro espíritu. Nada puede estar más claro o
definido que 2 Timoteo 4:22: “El Señor Jesucristo esté con tu espíritu”. No tenemos que
ir a otros lugares. Necesitamos venir a nuestro espíritu. Tenemos la costumbre de ir a
otros lugares. Aun cuando venimos a la reunión de la iglesia y los hermanos dicen:
“¡Aleluya! ¡Amén!” a veces no iríamos al espíritu. Todavía nos mantenemos en la mente.
Puede ser que hasta nos preguntemos: “¿Tienen que ser tan gritones y ruidosos los
hermanos?” Esto es una prueba fuerte de que tenemos la costumbre de estar fuera del
espíritu. Tenemos la costumbre de estar en la mente, pero debemos volvernos al
espíritu. Olvídese de cuán gritones y ruidosos son los hermanos. Usted tiene que
ejercitar su espíritu. Cuando entre usted en su espíritu, quizás será más ruidoso. El
problema es que nosotros los cristianos no nos volveríamos al mismo lugar donde está
Dios. ¿Dónde está Dios hoy? “El Señor Jesucristo esté con tu espíritu”.
En Mateo 28:20 hay una gran promesa dada a nosotros. El Señor Jesús promete estar
con nosotros hasta el fin, la consumación de esta edad. Esta es una de las grandes
promesas en la Biblia. El está con nosotros hasta el fin de esta edad. ¿Dónde está El con
nosotros? El está con nuestro espíritu.
Todo lo que necesitamos está en nuestro espíritu. La vida divina en nuestro espíritu es
inagotable e inmensurable. Tenemos la vida divina dentro de nosotros, la cual es
simplemente Dios mismo en nuestro espíritu. Esta es Dios mismo después de la
encarnación, crucifixión, resurrección y ascensión. Hoy este mismo Dios entra en
nosotros para estar con nosotros en nuestro espíritu con la encarnación, crucifixión,
resurrección y ascensión de Cristo.
VUELVASE AL ESPIRITU
EL PUNTO ESTRATEGICO
El espíritu humano es el punto estratégico para la vida interior. Todos debemos conocer
nuestro espíritu humano. Aquí hemos nacido de nuevo y aquí adoramos a Dios. “Dios es
Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren” (Jn. 4:24),
no en el Espíritu Santo, sino en nuestro espíritu humano. En nuestro espíritu humano
renacido adoramos a Dios, servimos a Dios, tenemos comunión unos con otros y
crecemos en vida. Aun aquí tenemos la vida de la iglesia. Si no está usted en el espíritu,
no puede tener la vida de la iglesia. La vida de la iglesia es una vida absolutamente en el
espíritu humano. Cuando nos volvemos al espíritu, usted es uno conmigo y yo soy uno
con usted. No importa cuánto hablemos de la vida de la iglesia, todavía no estamos en
ella a menos que nos volvamos a nuestro espíritu. Cuando nos volvemos a nuestro
espíritu humano, estamos en la vida de la iglesia y somos uno.
CAPITULO TRES
NUESTRO ESPIRITU HUMANO
EN EL ANTIGUO TESTAMENTO
Lectura bíblica: Gn. 2:7; Pr. 20:27; Job 32:8; Ex. 35:21; Nm. 14:24; Dt. 2:30; Esd. 1:1, 5;
Hag. 1:14; Jer. 51:11; Job 6:4; 10:12; 15:13; Sal. 31:5; 32:2; 34:18; 51:10, 12, 17; 77:3, 6;
78:8; Pr. 16:2; Is. 26:9a; 57:15-16; Sal. 106:33; Pr. 16:32, 18, 19; 17:27; 25:28; 18:14; Is.
29:24; Ec. 7:8-9; Dn. 5:12; 6:3; Mal. 2:15b-16
Los versículos enumerados arriba son los más preciosos y los más importantes en el
Antiguo Testamento concerniente al espíritu humano desde Génesis 2 hasta Malaquías
2. Es interesante ver que el primer versículo se refiere a la creación del espíritu humano,
mientras que el último versículo en el Antiguo Testamento concerniente al espíritu
humano nos exhorta a estar atentos a nuestro espíritu. No sólo debemos estar atentos a
nuestra conducta exterior, sino que es menester estar atentos a nuestro espíritu interior,
porque nuestro espíritu humano es la misma fuente de toda nuestra conducta. Si
estamos errados al origen, por muy correctos que seamos en nuestra conducta, aún
estamos errados. Si el origen es sucio, entonces, ¿cómo puede ser limpio el resultado? Es
imposible. Así que todos nosotros tenemos que estar atentos a nuestro espíritu humano.
Estos versículos muestran cuán estratégico, cuán importante, y cuán predominante es
este asunto de nuestro espíritu humano.
EL ALIENTO DE VIDA
Génesis 2:7 revela la creación del hombre. Dios usó el polvo de la tierra para formar un
cuerpo. Entonces Dios sopló el aliento de vida en la nariz de ese cuerpo de polvo.
Proverbios 20:27 dice: “Lámpara de Jehová es el espíritu del hombre, la cual escudriña
lo más profundo del corazón”. El espíritu en este versículo es la misma palabra para
“aliento” en Génesis 2:7.
La palabra que se usa comúnmente en hebreo para espíritu es rúaque, pero aquí en
Proverbios 20:27 la palabra hebrea para espíritu es néshamah y no rúaque. Esta es la
misma palabra que se usa para “aliento” en Génesis 2:7. Este versículo es una palabra
fuerte que demuestra que el aliento de vida soplado en la nariz del cuerpo de polvo del
hombre en el momento de la creación es nuestro espíritu. Job 32:8 también nos dice que
hay un espíritu en el hombre.
En Proverbios 20:27 el espíritu del hombre es la lámpara del Señor para escudriñar
nuestras partes interiores, para el tratar de Dios con nosotros. El tratar de Dios con
nosotros es siempre en nuestro espíritu y por medio de nuestro espíritu. Nuestro
espíritu humano es el medio y el órgano con el cual Dios trata con nosotros, y nos
escudriña. Si usted viene de noche a un edificio para hacer algo, no puede hacerlo en
oscuridad. Se necesita luz. Nuestro espíritu humano es una lámpara para Dios con la
cual El puede escudriñarnos y tratar con nosotros.
UN ESPIRITU MOTIVADOR
Zacarías 12:1 e Isaías 42:5 son bastante similares el uno al otro. Nos dicen que en todo el
universo hay tres cosas principales creadas por Dios: los cielos, la tierra y el espíritu
humano. Estos dos versículos nos muestran la importancia del espíritu humano. En los
cielos hay muchas cosas y en la tierra hay muchas, pero Dios no enumeró estas cosas.
Dios sólo se refiere a los cielos y la tierra. Como seres humanos, también tenemos
muchas partes, pero Dios no dice nada de todas las partes de nuestro cuerpo o las partes
de nuestra alma. Dios dijo sólo una cosa: el espíritu del hombre. Esto nos muestra la
importancia de nuestro espíritu humano porque nuestro espíritu humano es el órgano,
el medio, con el cual Dios puede tocarnos y tratar con nosotros, y con el cual nosotros
podemos tener contacto con Él y recibirle.
OTRO ESPIRITU
En el tiempo de Números 14:24 la mayoría de los israelitas eran muy rebeldes contra
Dios, pero Caleb era diferente. El no tenía otra mente, otra voluntad, otro corazón u otra
decisión. Caleb tenía otro espíritu. Entonces dice que Caleb seguía al Señor totalmente.
No tenemos otra forma para seguir al Señor. Si deseamos seguir al Señor, tenemos que
usar el órgano apropiado, nuestro espíritu humano. Caleb siguió al Señor por otro
espíritu, el cual es diferente de todos los demás espíritus.
ENDURECIDO EN ESPIRITU
Deuteronomio 2:30 dice que Dios endureció el espíritu de Sehón, el rey. No dice que
Dios endureció su corazón, sino su espíritu. El tratar de Dios con el hombre es siempre
por medio del espíritu. Aun El permite que una persona sea endurecida en su espíritu.
UN ESPIRITU DESPERTADO
Hageo 1:14 se refiere a la misma cosa. Dios despertó el espíritu de Zorobabel, el espíritu
de Josué, el sumo sacerdote y el espíritu de todo el pueblo para la finalización de la
edificación. Esdras 1 nos habla del comienzo del recobro, pero Hageo nos habla de la
continuación del recobro. El comienzo y la continuación del recobro fueron asuntos
totalmente en el espíritu.
Entonces, ¿qué acerca del recobro de hoy? Ciertamente nunca podría ser algo fuera de
nuestro espíritu. Debe ser algo absolutamente en nuestro espíritu. Para que Dios
recobre Su iglesia en tantas localidades, sin duda usted y yo necesitamos que Dios
despierte nuestro espíritu.
Jeremías 51:11 también dice que “ha despertado Jehová el espíritu de los reyes de
Media; porque contra Babilonia es su pensamiento para destruirla”. Esta es la venganza
del Señor, aun la venganza de Su casa. Babilonia destruyó el templo de Dios. Ahora Dios
despertó el espíritu de los reyes de Media para destruir a Babilonia. Esa fue una clase de
venganza que Dios repartió a Babilonia, la venganza de Su casa. Aunque no somos los
reyes de Media, Dios todavía tiene que despertar nuestro espíritu para la destrucción de
Babilonia y para la venganza de Su casa. Todo esto es en el espíritu.
Job 6:4 nos dice que según la comprensión de Job, lo que él sufrió no era algo
simplemente exterior, sino algo interior en su espíritu. Conforme a nuestras
experiencias espirituales, Job 6:4 es bastante profundo. Job dice: “Porque las saetas del
Todopoderoso están en mí, cuyo veneno bebe mi espíritu”. Esto muestra que aunque
todos los sufrimientos que le ocurrieron a Job eran exteriores, él comprendió que Dios
estaba tratando con él, no sólo exteriormente, sino interiormente. El tratar de Dios con
él no era simplemente algo exterior en su ambiente, sino algo interior, profundo en su
espíritu.
UN ESPIRITU PRESERVADO
Job 10:12 dice: “Vida y misericordia me concediste”. Eso significa que Dios me ha
concedido vivir y disfrutar muchísimas cosas buenas. Además: “Y tu cuidado guardó mi
espíritu” (v. 12). ¿Se han dado cuenta alguna vez de la visitación de Dios? En Job 15:13
dice que “contra Dios vuelvas tu espíritu”. Todos estos versículos nos muestran que la
relación, la comunión, entre nosotros y Dios, es absolutamente un asunto en nuestro
espíritu.
Salmo 31:5 dice: “En tu mano encomiendo mi espíritu”. Recuerden que ésta es una
palabra dicha en el Antiguo Testamento por un santo del Antiguo Testamento. ¿Ha
dicho usted alguna vez, como un santo del Nuevo Testamento, algo como esto? En Tu
mano encomiendo mi espíritu. Generalmente decimos que encomendamos nuestro
corazón en la mano de Dios. Salmos 32:2 dice: “Bienaventurado es el hombre...en cuyo
espíritu no hay engaño”. De nuevo, todo esto muestra claramente que la comunión y la
relación entre nosotros y Dios es absolutamente en nuestro espíritu.
MI ESPIRITU
Salmo 77:3 dice: “Me quejaba, y desmayaba mi espíritu”. Salmos 77:6 dice: “Me
acordaba de mis cánticos de noche, meditaba en mi corazón, y mi espíritu inquiría”. Me
meditaba con mi corazón, pero mi espíritu inquiría con diligencia en la presencia de
Dios.
UN ESPIRITU FIEL
Salmo 78:8 dice que los hijos de Israel no fueron fieles en su espíritu para con Dios.
Necesitamos un espíritu fiel para con Dios. No sólo necesitamos decidirnos en nuestra
mente o tener una voluntad fuerte, sino que necesitamos tener un espíritu fiel para con
Dios.
Proverbios 16:2 dice: “Todos los caminos del hombre son limpios en su propia opinión;
pero Jehová pesa los espíritus”. Dios pone el espíritu de uno en balanza, en la báscula,
para pesarlo. A Dios le importa lo que somos en nuestro espíritu. Nosotros
consideramos nuestros caminos; El pesa nuestros espíritus.
UN ESPIRITU BUSCADOR
Isaías 26:9 dice: “Con mi alma te he deseado en la noche, con mi espíritu dentro de mí te
buscaré temprano” (lit.). Desear al Señor es algo del alma, pero buscar al Señor es
asunto del espíritu. Con mi alma Te deseo. Con el espíritu dentro de mi Te busco.
Tenemos que buscar al Señor con nuestro espíritu.
UN ESPIRITU PROVOCADO
Salmos 106:33 nos dice que los hijos de Israel provocaron el espíritu de Moisés. Esto nos
muestra que el espíritu es la parte más profunda de una persona y la más importante. Yo
puedo provocar la mente de usted. Eso no significa mucho. Pero si yo provoco su
espíritu, eso es algo verdaderamente serio.
ENSEÑOREESE DE SU ESPIRITU
Proverbios 16:32 dice: “Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; y el que se
enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad”. Esto muestra la importancia de
nuestro espíritu. Si puede enseñorearse de su espíritu, esto significa que usted es muy
fuerte. Enseñorearse de su espíritu es mejor que tomar una ciudad.
Proverbios 25:28 dice: “Como ciudad derribada y sin muro es el hombre cuyo espíritu
no tiene rienda”. Si usted no puede manejar su espíritu, eso significa que ha sido
derrotado como una ciudad que ha sido derribada con todas las murallas destruidas. La
protección de usted está con su espíritu y en su espíritu.
UN ESPIRITU ALTIVO
UN ESPIRITU FRIO
Proverbios 18:14 dice: “El espíritu del hombre sostendrá su dolencia” (lit.). Dolencia
aquí significa enfermedad. El espíritu del hombre le sostendrá en su enfermedad.
Cuando estamos enfermos físicamente, si nuestro espíritu es débil, eso es terrible. Eso
es bastante serio. Si somos fuertes en espíritu, a pesar de cuán enfermos estemos en el
cuerpo, nuestro espíritu puede sostener la enfermedad física. “Pero un espíritu herido,
¿quién lo sostendrá”? (lit., Pr. 18:14). Cuando su espíritu está herido, eso de verdad es
serio.
ERRAR EN ESPIRITU
Isaías 29:24 dice: “Los errados de espíritu aprenderán inteligencia” (lit.). Errar en otra
parte de nuestro ser no es tan serio, pero si erramos en el espíritu, eso es realmente
serio.
PACIENTE EN ESPIRITU
Eclesiastés 7:8-9 dice: “Mejor es el fin del negocio que su principio; mejor es el sufrido
de espíritu que el altivo de espíritu. No te apresures en tu espíritu a enojarte”. Si pudiera
ser paciente y no apresurado, usted estaría bien. Muchas veces somos pacientes, pero
sólo pacientes en nuestras emociones y no en el espíritu. Las personas que son pacientes
en sus emociones finalmente serán muy impacientes en su espíritu. La verdadera
paciencia, la paciencia sin fin está en el espíritu. Necesitamos ser pacientes en nuestro
espíritu y no apresurados en nuestro espíritu.
UN ESPIRITU SUPERIOR
Daniel 5:12 y 6:3 nos dicen que Daniel era un hombre con un espíritu superior. “Pero
Daniel mismo era superior a estos sátrapas y gobernadores porque había en él espíritu
superior”.
Finalmente, Malaquías 2:15-16 nos dice que estemos atentos a nuestro espíritu.
Hermanos y hermanas, estén atentos a su espíritu. No discutan. No se excusen a ustedes
mismos. Tienen que estar atentos a su espíritu. Su espíritu es la fuente de su conducta. A
Dios le importa su espíritu y ustedes tienen que estar atentos a éste.
CAPITULO CUARTO
NUESTRO ESPIRITU HUMANO,
NACIDO DEL ESPIRITU DIVINO
Lectura bíblica: Jn. 3:6b; 4:24: Ef. 2:1; Ez. 11:19; 18:31; 36:26-27
DOS ESPIRITUS
Juan 3:6 dice: “Lo que es nacido del Espíritu, espíritu es”. Es evidente que en este
versículo hay dos espíritus. El primer Espíritu lleva letra mayúscula y se refiere al
Espíritu divino. El segundo espíritu lleva letra minúscula y se refiere al espíritu humano.
Lo que es nacido del Espíritu divino es el espíritu humano. Nuestro espíritu humano
necesita nacer del Espíritu divino.
Ezequiel 11:19, 18:31, y 36:26 nos dicen que Dios prometió dar a Su pueblo un espíritu
nuevo. Este espíritu nuevo, según Ezequiel 36:26 no es el Espíritu Santo, porque en
Ezequiel 36:27, después de mencionar el espíritu nuevo, dice que Dios pondrá Su propio
Espíritu dentro de nosotros. Hay dos clases de espíritus. Uno es el nuevo espíritu
humano y otro es el Espíritu Santo de Dios. Dios es capaz de darnos un espíritu nuevo
por medio de la regeneración. Lo que Dios prometió en Ezequiel 36 todavía está siendo
cumplido en Juan 3:6. En Juan 3:6 se nos dice que nuestro espíritu tiene que nacer del
Espíritu divino. No es simplemente para avivarlo; no es simplemente para restaurarlo;
sino que es para regenerarlo.
REGENERACION
EL ARBOL DE VIDA
REDENCION Y VIDA
Podemos usar botellas de Coca-cola como una ilustración. Las botellas son para
contener Coca-cola, pero todas las botellas cayeron en el basurero. Primero, se necesita
recobrarlas, traerlas de vuelta. Pero el traerlas de vuelta no cumple su propósito. Si trae
usted todas las botellas caídas de regreso y las limpia con detergente, todavía están
vacías. Este regreso resuelve el problema de la caída. Después de traerlas de vuelta y
después de purificarlas y limpiarlas con detergente, se necesita un paso posterior: el de
llenar las botellas con Coca-cola.
Nosotros somos las botellas, los envases (Ro. 9:21, 23). Antes de ser llenados con la vida
de Dios, caímos en el basurero. Antes de que fuésemos salvos, estábamos en el basurero.
¡Alabado sea el Señor por la misericordia de Dios! Un día El vino a la basura y nos sacó.
Eso fue la redención. La redención resuelve el problema de nuestra caída. Al mismo
tiempo, Dios puso Su vida divina en nosotros.
UN ESPIRITU NUEVO
Cuando creímos en el Señor Jesús, recibimos otra vida. Recibir otra vida significa ser
regenerado. Ya teníamos una vida, nuestra vida humana, y ahora recibimos otra vida en
nosotros, la vida divina. Esta vida divina entra en nuestro espíritu. “Lo que es nacido del
Espíritu, espíritu es” (Jn. 3:6b). Estábamos en el basurero, pero un día Dios nos sacó del
basurero. Dios nos redimió. Al mismo tiempo, El se puso a Sí mismo en nosotros como
el Espíritu divino. Entonces recibimos la vida divina. Entonces nacimos del Espíritu.
¡Alabado sea el Señor! Tenemos regeneración. Tenemos otra vida. Otro Espíritu ha
entrado en nosotros, el cual es realmente algo nuevo. Ahora tenemos un espíritu nuevo
que es el cumplimiento de Ezequiel 11:19, 18:31 y 36:26. Dios prometió darnos un
espíritu nuevo y El hizo esto regenerándonos con Sí mismo como el Espíritu. Cuando
creímos en el Señor Jesús, cuando invocamos Su nombre como nuestro Salvador,
cuando lo recibimos en nosotros, el Espíritu divino entró en nosotros para ser nuestra
vida y fuimos regenerados. Fuimos renovados y nuestro espíritu fue hecho nuevo.
Nuestro espíritu llegó a ser un espíritu nuevo.
Efesios 2:1 nos dice que estábamos muertos en pecados. Eso no quiere decir que
estábamos muertos en nuestro cuerpo. En el sentido físico, todavía estábamos bastante
vivos y activos. Eso no significa que estábamos muertos en nuestra mente, en nuestra
alma o en nuestras emociones. En nuestra alma todavía estábamos bastante vivos, pero
debido a la caída nuestro espíritu estaba muerto.
Cuando creímos en el Señor Jesús, el Espíritu divino, el Espíritu Santo de Dios, entró en
nuestro espíritu para avivarlo y vivificarlo otra vez. Dios no solamente vivificó a nuestro
espíritu muerto, sino que El también se puso a Si mismo en nuestro espíritu. Ahora el
Espíritu divino está en nuestro espíritu humano y estos dos se han hecho uno (1 Co.
6:17). Esto no es solamente algo vivificante, sino que es también una regeneración. Dios
no simplemente vivifica a los muertos, sino que también regenera a los que ya existen.
Ahora nuestro espíritu tiene un nuevo comienzo.
ADORANDO EN ESPIRITU
El evangelio de Juan nos dice que después del nuevo nacimiento, tenemos que aprender
cómo adorar a Dios. Dios es Espíritu. Cuando le adoramos, debemos adorarle en
espíritu: no en el Espíritu Santo, sino en nuestro espíritu. “Dios es Espíritu; y los que le
adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren” (Jn. 4:24). El asunto de
adoración incluye todas las cosas espirituales. La adoración en la Biblia significa servir a
Dios, orarle a Él, alabarle a Él, darle gracias y compartir unos con otros en la presencia
de Dios. Lo que hagamos para Dios, con Dios y en Dios debe ser hecho en nuestro
espíritu. Este es un principio establecido, pero algunos de nosotros aún no sabemos
cómo usar nuestro espíritu. Aun muchos cristianos no saben que tienen un espíritu. En
doctrina, puede que ellos sepan que hay algo que se llama el espíritu humano, pero en
práctica no saben cómo usar el espíritu. Esta es la pobre situación hoy, pero para el
recobro de la vida de la iglesia, es necesario el recobro del espíritu humano.
Si no estamos en nuestro espíritu humano, lo único que tenemos es doctrina. Si usted
tiene alguna realidad espiritual, ésta es algo en su espíritu. Necesitamos tener la
experiencia, la realización del Espíritu divino en nuestro espíritu humano. Dios ha
regenerado nuestro espíritu. Nuestro espíritu ya no es un espíritu muerto. Nuestro
espíritu ha sido vivificado y nuestro espíritu ha sido regenerado. Ahora tenemos al
Espíritu divino morando en nuestro espíritu humano.
EL ESPIRITU VIVIFICANTE,
REGENERADOR Y RESIDENTE
Hay tres pasos en este asunto de la regeneración. Primero, el Espíritu divino entra en
nuestro espíritu para vivificar a nuestro espíritu muerto. Luego, al mismo tiempo el
Espíritu divino imparte a Cristo, a Dios, dentro de nuestro espíritu. Esto es el regenerar.
Después de esto y al mismo tiempo, el Espíritu Santo comienza a morar en nosotros.
Esto es el residir. Por la regeneración no sólo tenemos el vivificar y no simplemente el
regenerar sino también el residir.
No sólo tenemos el poder del Espíritu, sino también la vida. No sólo tenemos la vida,
sino también la presencia, el Espíritu mismo. Su poder de vida nos vivifica, Su vida
misma nos regenera y Su presencia reside en nosotros. Tenemos el Espíritu vivificante,
el Espíritu regenerador y el Espíritu residente en nuestro espíritu. Ahora tenemos que
servir al Señor, adorar a Dios, hacer Su obra, tener comunión con El, tener comunión en
El unos con otros, ayudar a otros y predicar el evangelio con el Espíritu en nuestro
espíritu.
CAPITULO CINCO
NUESTRO ESPIRITU HUMANO
EN EL NUEVO TESTAMENTO
(1)
Lectura bíblica: Ro. 1:9a; 2:29; 7:6; 8:4; Gá. 5:16; Ro. 8:10, 16; Hch. 18:25; 17:16; 19:21;
20:22; 1 Co. 2:4, 11, 13-15; 3:1-3; 5:3-4; Col. 2:5; 1 Co. 4:21; Gá. 6:1; 1 P. 3:4; 1 Co. 7:34; 2
Co. 7:1; 1 Co. 14:2, 14-16, 32; 16:18; 2 Co. 2:13; 7:13; 12:18; Gá. 6:18; Flm. 25
MI ESPIRITU
El libro de Juan revela que el Espíritu Santo engendra el espíritu humano (3:6) y el
espíritu humano adora al Espíritu divino (4:24). Romanos nos dice que sirvamos a Dios
en nuestro espíritu: “Porque testigo me es Dios, a quien sirvo en mi espíritu” (Ro. 1:9).
Estoy muy agradecido al apóstol Pablo por usar este pronombre “mi” antes de “espíritu”.
Pablo señaló clara y definitivamente “en mi espíritu”. Servir a Dios no es simplemente
un asunto en el Espíritu Santo, sino también un asunto en nuestro espíritu.
EL ESPIRITU HUMANO
Y NUESTRA COOPERACION
El aire puede estar lleno de ondas radio eléctricas, pero si no tenemos un radio, no
podemos recibirlas. Si tenemos un radio, pero el receptor adentro está mal, éste todavía
no servirá. Necesitamos preparar un radio y necesitamos regular el receptor
apropiadamente. Cuando obtiene el radio, hay que sintonizarlo y regularlo, así viene la
música. Lo que tenemos que atender es nuestro espíritu humano. Dios lo ha hecho todo
y Dios va a encargarse de todo. Lo que se necesita es nuestra cooperación y
coordinación. La coordinación que podríamos prestar a Dios es preparar nuestro
espíritu, regular nuestro espíritu y sintonizar nuestro espíritu.
CIRCUNCISION EN ESPIRITU
Romanos 2:29 nos dice que hoy en la esfera espiritual, en el reino de Dios, todo debe ser
en espíritu y no en letra. “En espíritu” aquí está en contraste con “en la carne” en el
versículo anterior. El pueblo judío tenía su circuncisión en la carne. Ahora Pablo nos
dice que la verdadera circuncisión espiritual no es en la carne sino en el espíritu. No es
algo en letra, sino en espíritu.
En 1937 fui a cierta reunión de oración en Hangkow, China. Todas las personas se
arrodillaron, el pastor comenzó a orar y yo cerré mis ojos y escuché la oración. Fue una
composición muy buena. Me sorprendió grandemente. Yo pensé que este pastor debía
de ser una persona docta, de otra manera, no podría componer una oración tan buena.
Luego, abrí mis ojos y miré al pastor. ¡El estaba leyendo! Después descubrí que ellos
tenían un libro de oraciones. Para cada tipo de reunión hay cierta clase de oración. Para
el servicio del domingo en la mañana hay ciertas oraciones. Para una boda hay ciertas
oraciones y ciertos versículos que citar. Para un funeral hay ciertas oraciones y ciertos
versículos que citar. Cuando uno viene a cualquier clase de reunión, simplemente abre el
libro de oraciones en una porción específica. Todo está allí.
Algunas de las personas en la congregación decían que siempre que venían a cierta
reunión, ellos sabían cuál sería la primera oración, cuál sería la segunda oración y cuál
texto se citaría. En cada ocasión, se leen los mismos versículos y se da la misma oración.
Ni siquiera el pastor tiene necesidad de ir a la Biblia. El libro de oraciones es el libro
todo-inclusivo para ellos. Cada vez que tienen una boda, el pastor simplemente va a esa
cierta porción y practica todo conforme a ese libro de oraciones. Esto es simplemente la
vejez de la letra.
En toda mi vida cristiana, no he visto muchas bodas vivientes. Casi todas ellas estaban
muertas. Cierto pastor, sin embargo, en vez de estar de acuerdo con el reglamento en
letras, lloró con lágrimas ante la novia y el novio. Entonces le dijo al novio: “Hoy no
estás parado ante mi presencia. Estás parado en la presencia del Señor. Yo sé tú
situación como un joven. Te conozco. Estoy muy preocupado por tí hoy.” Esta es la
novedad del espíritu. Esto sorprendió a la congregación. Ese día el pastor simplemente
abrió paso por la letra muerta. Atravesó la vejez. Más tarde ese joven fue realmente
capturado por Dios debido a esa boda.
Hoy debemos servir al Señor conforme a la novedad. Cuando venimos juntos para
reunirnos, debemos reunirnos conforme a la novedad. Mantenerse conforme a la vejez
es fácil. Si yo fuera pastor me sería fácil, acabando de estudiar cuatro años en un
seminario, familiarizarme con un libro de oraciones y leer ciertas porciones para ciertas
ocasiones. Pero si usted desea servir en novedad del espíritu debe mantenerse en la
presencia del Señor y vivir en el espíritu teniendo contacto con el Señor. De otra
manera, no tendría la novedad sino que espontáneamente tendría la vejez. Tener la vejez
es fácil, pero para mantener la novedad necesita tener contacto con el Señor día tras día.
Los hijos de Israel comían maná todos los días, pero no había vejez. Todos los días se
hallaba la novedad del maná, la frescura del maná (Ex. 16:13-15, 21-22). Muchas
personas compran sus comestibles una vez por semana. Compran su comida y la ponen
en el refrigerador por una semana. Pero Dios no dio el maná una vez por semana. Los
hijos de Israel no salían de sus tiendas el lunes por la mañana, recogiendo maná y luego
poniéndolo en el refrigerador para disfrutarlo por una semana. Dios enviaba el maná día
tras día, de madrugada.
Si usted ama su cama, pierde el maná. Tiene que levantarse cada mañana para tocar el
rocío fresco, puesto que el maná siempre descendía con el rocío (Ex. 16:13-14). Tiene
que levantarse temprano para recoger maná cada mañana. Cada mañana es el mismo
maná, pero cada mañana es fresco. Yo sí creo que lo que estaba en el corazón del Señor
era que Su pueblo tuviera que levantarse temprano de madrugada para tener contacto
con El.
Tenemos la misma Biblia cada mañana, el mismo maná, pero debe ser fresca cada
mañana bajo el fresco rocío. Todo depende de su contacto con Dios. Si en su lectura de
la Biblia, no hay contacto con Dios, el mismo libro se vuelve viejo. Si hay contacto con
Dios, el mismo libro se vuelve nuevo. El servir a Dios hoy no es asunto de vejez, sino de
novedad. ¡Novedad es sencillamente Dios mismo! ¡La novedad está en Dios! Si usted
tiene contacto con Dios, si está en Dios y si es uno con Dios, cualquier cosa que diga es
nueva. Por cuarenta años el mismo maná descendió una y otra vez, pero era nuevo cada
mañana. Ser nuevo significa estar en la presencia de Dios, estar en Dios. Servimos a
Dios hoy en la novedad de Su presencia. Odio ver la vejez en las reuniones de la iglesia.
Debemos aprender a estar nuevos en la presencia del Señor en todo lo que hacemos. En
toda cosa que hacemos debemos tener a Dios. Entonces tenemos la novedad.
ANDANDO CONFORME AL ESPIRITU
En Romanos 8:4 se nos dice que andemos, no conforme a la carne, sino conforme al
espíritu. El espíritu aquí en Romanos 8:4 es el espíritu mezclado, nuestro espíritu
mezclado con el Espíritu Santo (Ro. 8:16; 1 Co. 6:17). Tenemos que andar conforme a
nuestro espíritu porque hoy el Espíritu Santo está en nuestro espíritu y aun es uno con
nuestro espíritu. Cuando andamos conforme a nuestro espíritu, espontáneamente
andamos conforme al Espíritu Santo, porque los dos espíritus son uno.
Gálatas 5:16 dice: “Andad por el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne” (lit.). La
cruz tiene que tratar con nuestra carne, con nuestra mentalidad, con nuestro pensar y
con nuestras simpatías y antipatías, para que andemos enteramente por el Espíritu que
habita y que se mezcla con nuestro espíritu regenerado. Mientras más andamos por el
Espíritu más espirituales somos. Ser espiritual simplemente significa estar en espíritu.
Romanos 8:10 dice que “el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el
espíritu es vida a causa de la justicia” (lit.). Si usted es fiel al Señor, se dará cuenta de
que, por un lado, su espíritu adentro está tan vivo, lleno de vida, pero, por otro, su
cuerpo está muerto porque está caído e incapacitado. Algunos hermanos y hermanas
físicamente débiles aman muchísimo al Señor y son muy fieles a Él. Ellos descubrieron
que su espíritu adentro está tan vivo, lleno de vida, pero su cuerpo afuera está
incapacitado, débil y muerto debido al pecado que heredamos de Adán. Así que
necesitamos que nuestro cuerpo sea redimido, que es la redención plena (Ro. 8:23; Fil.
3:21). Nuestro espíritu ha sido regenerado, pero nuestro cuerpo aún no ha sido
redimido. Tenemos la esperanza de que algún día disfrutemos la plena filiación, la
redención de nuestro cuerpo.
Romanos 8:16 dice: “El Espíritu mismo da testimonio con nuestro espíritu, de que
somos hijos de Dios” (lit.). Este versículo claramente nos dice que existe el Espíritu de
Dios y existe nuestro espíritu y que estos dos espíritus son uno. El Espíritu mismo da
testimonio con nuestro espíritu. Los dos espíritus trabajan juntos como uno. Primero,
este versículo nos dice que hay dos espíritus, es decir el Espíritu de Dios y nuestro
espíritu. En segundo lugar, este versículo nos dice que estos dos espíritus trabajan
juntos y en tercer lugar nos dice que estos dos espíritus trabajan juntos para la filiación.
FERVIENTES EN ESPIRITU
Romanos 12:11 dice que necesitamos ser “fervientes en espíritu”. Necesitamos ser
ardientes. Esto quiere decir que primero usted es quemado y luego quema a otros.
Necesitamos ser ardientes en nuestro espíritu. Somos encendidos por el Espíritu
ardiente (Ap. 4:5) y entonces encendemos a otros. ¡Oh, que seamos fervientes! ¡Que
seamos ardientes! ¡Que estemos encendidos! Entonces sirve usted al Señor.
Apolos en Hechos 18:24 es un ejemplo de esto. El era “de espíritu fervoroso” (18:25). El
conocía la Biblia, pero aún no entendía con mucha claridad la economía de Dios, el
camino de Dios. Sin embargo, era ferviente en espíritu.
En Hechos 17:16 Pablo fue provocado en su espíritu por los ídolos en Atenas. Luego en
Hechos 19:21 él se propuso en su espíritu; él no se resolvió ni se decidió en su voluntad,
sino que se propuso en su espíritu. Luego en Hechos 20:22 él estaba “ligado en el
espíritu”. El previo que sería ligado, capturado y encarcelado (20:23). Antes de que su
cuerpo fuera ligado, su espíritu fue ligado. Por estos versículos podemos darnos cuenta
de que Pablo era una persona que vivía, andaba, obraba, actuaba y se movía en su
espíritu.
DEMOSTRANDO EL ESPIRITU
Primera de Corintios 2:4 dice que cuando Pablo vino a Corinto por primera vez ni su
palabra ni su predicación fue “con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con
demostración del Espíritu”. La palabra y predicación del apóstol no fueron de su mente
con palabras de especulación, sino de su espíritu con la liberación y exhibición del
Espíritu, y por tanto, de poder. En todo lo que hagamos, tenemos que demostrar al
Espíritu, no nuestra sabiduría, elocuencia, erudición ni logro. Debemos demostrar al
Espíritu por medio de nuestro espíritu en una forma simple.
Primera de Corintios 2:11 dice que sólo el espíritu del hombre sabe las cosas del hombre.
Muchas personas que son sumamente educadas no saben qué son, quiénes son, dónde
están o adónde van. Sólo el espíritu del hombre conoce las cosas del hombre. Tenemos
que ir a nuestro espíritu.
Si usted tiene algún problema con su esposo, tiene que ir a su espíritu. Si tiene algún
problema con su esposa, ¡vaya a su espíritu! ¡Entonces sabrá! ¡El espíritu del hombre
sabe! ¡Su espíritu sabe! Si no sabe claramente qué tiene que hacer con su esposa, su
esposo, sus hijos o sus hermanos, vaya a su espíritu. Si no sabe cómo tratar con sus
hermanos en el Señor, vaya a su espíritu. Si no sabe qué hacer con los problemas de la
iglesia, con un asunto de la iglesia, acudan a su espíritu. El espíritu del hombre lo sabe
porque es la realidad del hombre. Además, el Espíritu de Dios revela al hombre en su
espíritu (1 Co. 2:11-12) las cosas de Dios y la situación, la condición, del hombre. Así que
si queremos conocer las cosas del hombre y las cosas de Dios, tenemos que venir a
nuestro espíritu. Aquí sabemos las cosas del hombre y es aquí que vemos las cosas de
Dios. Todos tenemos que venir a nuestro espíritu. Entonces somos personas en el
espíritu, hombres espirituales y no hombres del alma. El hombre del alma no recibe las
cosas del Espíritu de Dios (1 Co. 2:14). El hombre del alma es un hombre gobernado por
su mentalidad. Cuando nos volvemos al espíritu y permanecemos en el espíritu llegamos
a ser hombres espirituales.
En 1 Corintios 2:13-16 y 3:1-3 hay tres clases de personas: los espirituales, los del alma y
los carnales. La persona del alma es uno que vive conforme a su mente, emoción o
voluntad. El no conoce ni le importa su espíritu. El sólo vive, trabaja y anda conforme a
su alma. La persona carnal es uno que anda y vive conforme a la concupiscencia de su
cuerpo caído, la carne.
Una persona carnal fácilmente critica, condena y desprecia a otras personas. Puede que
la otra persona sea muy buena, siempre cuidadosa, llena de consideración y cuidado por
otros. Aun si yo fuera tan pobre, tan malo y tan feo, esa persona buena no diría ninguna
palabra mala de mí. Sin embargo es posible que esta persona buena todavía sea un
hombre del alma debido a que aun no sabe que tiene un espíritu. Puede ser que trabaje
en su doctorado en sociología y aprenda como ser humanístico ejercitando su mente.
Por otro lado, un hombre espiritual es uno que anda no conforme a la carne, ni
conforme a ninguna cosa del alma, sino conforme al espíritu. Ahora él es un hombre
espiritual de modo que tiene el discernimiento espiritual; puede saber las cosas
espirituales y aun puede saber todas las cosas del hombre. Un hombre espiritual es un
hombre sabio. Mientras más vive usted en el espíritu, más tiene el discernimiento sabio
de todas las cosas, aun de las cosas de Dios.
CAPITULO SEIS
NUESTRO ESPIRITU HUMANO
EN EL NUEVO TESTAMENTO
(2)
Lectura bíblica: Ef. 1:17; 2:22; 3:5; 5:18; 6:18; 4:23; Col. 1:9-10; Fil. 2:1; 2 Ti. 1:7; 4:22;
He. 12:9; Ap. 22:6; 1:10; 4:2; 17:3; 21:10; 1 Ts. 5:23; He. 4:12; Lc. 1:46-47; Fil. 1:27; 1 Co.
6:17
Efesios 1:17 dice: “Para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé
espíritu de sabiduría y revelación en el pleno conocimiento de él” (lit.). Para conocer a
Dios, para conocer a Cristo y para conocer la iglesia se necesita un espíritu de sabiduría
y revelación. Esto sólo puede ser posible si estamos dispuestos a ejercitar nuestro
espíritu.
EN ESPIRITU
Hay cuatro versículos en Efesios con la pequeña frase “en espíritu” (lit.): 2:22; 3:5; 5:18
y 6:18. En el capítulo dos “en espíritu” es para el edificio de Dios. En el capítulo tres “en
espíritu” es para ver la revelación del misterio de Cristo. Luego en el capítulo 5 se
encuentra el llenar del Espíritu residente en nuestro espíritu: “No os embriaguéis con
vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos en espíritu” (lit., 5:18). En espíritu
tenemos el llenar: no el derramamiento, ni el llenar exterior, sino el llenar interior del
Espíritu Santo en nuestro espíritu.
Así como las personas embriagadas están llenas de vino en sus cuerpos, tenemos que
estar llenos de Dios en nuestro espíritu. El cuerpo de ellos se convierte en un recipiente
de vino y nuestro espíritu, de la misma manera, se convierte en el recipiente de Dios,
Dios es nuestro vino divino y espiritual (Jn. 2:10; Mt. 9:17; Sal. 104:15). Contenemos
este vino con nuestro espíritu, así que tenemos que estar llenos de Dios en espíritu.
Efesios 6:18 nos exhorta que oremos “en todo tiempo en espíritu” (lit.). La vida de la
iglesia es absolutamente un asunto en nuestro espíritu. La morada de Dios, la iglesia,
está en nuestro espíritu (Ef. 2:22). Ver el misterio de Dios concerniente a la iglesia, el
Cuerpo de Cristo, es en espíritu. El ser llenados con Dios en Su economía es en espíritu.
La vida de la iglesia es absolutamente un asunto en nuestro espíritu, así que todos
tenemos que aprender cómo estar en espíritu.
UNIDAD EN EL ESPIRITU
UN ESPIRITU RENOVADOR
Efesios 4:23 nos dice que necesitamos ser renovados en el espíritu de nuestra mente.
Normalmente con las personas mundanas, la mente está absolutamente separada de su
espíritu. En Efesios 4:23, sin embargo, el espíritu es uno con la mente y llega a ser el
espíritu de la mente. Cuando nuestro espíritu es uno con nuestra mente, y cuando
nuestra mente está sujeta a nuestro espíritu, nuestro espíritu se convierte en un espíritu
renovador. Vamos siendo renovados día tras día en tal espíritu que es uno con nuestra
mente.
ENTENDIMIENTO ESPIRITUAL
Colosenses 1:9-10 revela que cuando tenemos tal espíritu renovador en nuestra mente,
tenemos el entendimiento espiritual. El entender es la función de nuestra mente.
Nuestro entendimiento necesita ser espiritual. Puede que algunos de los hermanos que
son estudiantes tengan el entendimiento de matemáticas, de la física o de cierta ciencia,
pero no el entendimiento espiritual. Sólo podríamos tener el entendimiento espiritual
teniendo nuestra mente sujeta a nuestro espíritu. Si su mente es independiente,
separada del espíritu, es imposible tener el entendimiento espiritual. Cuando su mente
está sujeta al espíritu, bajo el control de su espíritu, una con su espíritu, inmediatamente
el entendimiento de su mente será renovado para ser un entendimiento espiritual.
Tendrá la capacidad de entender cosas en una forma espiritual.
UN ESPIRITU DE PODER,
DE AMOR Y DE UNA MENTE SOBRIA
Segunda de Timoteo 1:7 dice: “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de
poder, de amor y de una mente sobria” (lit.). Nuestro espíritu es el centro de nuestro ser.
Entonces tenemos nuestra alma, con tres partes, rodeando nuestro espíritu: nuestra
mente, emoción y voluntad. Dios nos ha dado un espíritu de poder. El poder es un
asunto en la voluntad. El también nos ha dado un espíritu de amor, relacionado con la
emoción, y un espíritu de una mente sobria. Se mencionan tres aspectos acerca del
espíritu porque el espíritu está rodeado con el alma en tres aspectos. Dios nos ha dado
tal espíritu que es tan poderoso en nuestra voluntad, tan amoroso en nuestra emoción y
tan sobrio en nuestra mente.
No debemos olvidar jamás 2 Timoteo 4:22: “El Señor Jesucristo esté con tu espíritu”. Si
el Señor Jesús está aquí en nuestro espíritu, ¿qué debemos hacer? Tenemos que
permanecer en nuestro espíritu todo el tiempo. Podemos unirnos al Señor porque El
está precisamente en nuestro espíritu. ¡Alabado sea el Señor! Ahora podemos localizar
al Señor Jesús. ¿Dónde está el Señor? ¡Aleluya, El está en mi espíritu! ¡El Señor Jesús
está en nuestro espíritu!
EL DIOS, EL SEÑOR
Y EL PADRE DE NUESTRO ESPIRITU
Hebreos 12:9 dice que Dios es “el Padre de los espíritus”. En el margen de la versión
American Standard en inglés, dice “nuestros espíritus”. Dios es el Padre de nuestro
espíritu. Nuestro cuerpo no nació de El sino nuestro espíritu. Nuestro espíritu nació de
Dios (Jn. 3:6). Es por eso que Gálatas 4:6 y Romanos 8:15 revelan que si deseamos
llamarlo “Abba, Padre”, tenemos que hacerlo en espíritu porque Él es el Padre de
nuestro espíritu. Apocalipsis 22:6 dice que el Señor es “el Dios de los espíritus de los
profetas”, y Números 16:22 y 27:16 dicen que el Señor es el “Dios de los espíritus de toda
carne”. Todos estos versículos nos dicen que Dios es el Dios, el Señor y el Padre de
nuestro espíritu. Así que tenemos que conocer nuestro espíritu y tenemos que saber
cómo ejercitar nuestro espíritu, cómo usar nuestro espíritu. De otra manera, no
podríamos tener contacto con Dios.
VIENDO EN ESPIRITU
Apocalipsis 1:10; 4:2; 17:3 y 21:10 usan el término “en espíritu” (lit.). Juan el apóstol, en
la isla de Patmos, dijo cuatro veces que vio algo “en espíritu”. En espíritu Juan vio los
siete candeleros de oro. En otras palabras, en espíritu vio las iglesias locales (1:10). En
espíritu vio el trono de Dios (4:2) con todo Su juicio divino sobre el mundo. También, en
espíritu vio la Gran Babilonia (17:3). Finalmente, en espíritu él vio la santa ciudad,
Jerusalén (21:10). El libro de Apocalipsis está compuesto de estas cuatro visiones. Si
deseamos verlas tenemos que estar en espíritu.
Si usted está en espíritu verá la situación verdadera. Verá lo que es una iglesia local, lo
que es una cosa babilónica, lo que es el destino, el juicio final de este mundo y lo que es
la Nueva Jerusalén, el Cuerpo de Cristo. Si desea entender todas estas cosas con
claridad, necesita estar en espíritu. En espíritu verá las iglesias locales. En espíritu verá
el juicio final, el destino, del mundo de hoy. En espíritu verá que Babilonia está caída
(17:3, 5; 18:2). Finalmente, en espíritu verá que la iglesia local es simplemente una
expresión de la Nueva Jerusalén. Si está en una iglesia local, está en una expresión de la
Nueva Jerusalén. Todos necesitamos estar en espíritu.
Primera de Tesalonicenses 5:23 muestra que el alma y el espíritu no son lo mismo, sino
que son dos cosas distintas. Hebreos 4:12 revela que el espíritu y el alma pueden ser
divididos así como el tuétano puede ser dividido de las coyunturas. Las coyunturas son
los huesos y dentro de los huesos está el tuétano. El tuétano está escondido dentro de los
huesos así como el espíritu está escondido dentro del alma. El espíritu está tan
escondido en el alma que necesita ser dividida del alma por la palabra viviente y
operativa de Dios la cual es “más cortante que toda espada de dos filos” (4:12). A veces
es realmente difícil separar el espíritu del alma; así que la Palabra viviente es necesaria.
El espíritu y el alma pueden ser divididos porque son dos cosas, dos entidades, dos
clases de sustancias. A pesar de cuán escondido esté el tuétano dentro del hueso, todavía
son dos cosas. A pesar de cuan escondido esté nuestro espíritu dentro del alma, todavía
son dos cosas, dos órganos, dos asuntos. Tenemos que aprender como dividir nuestra
alma de nuestro espíritu.
MI ESPIRITU SE HA REGOCIJADO
Filipenses 1:27 dice que estemos “firmes en un mismo espíritu, combatiendo con una
sola alma por la fe del evangelio” (lit.). Estar en un mismo espíritu es una cosa. Estar
con una sola alma es otra. Primeramente, necesitamos estar en un mismo espíritu.
Luego todos necesitamos estar con una sola alma. Para estar firmes unos por otros para
la vida de la iglesia necesitamos estar en un mismo espíritu, pero si algunos hermanos
fueran a predicar juntos el evangelio sin ser de una sola alma, tendrían muchos
problemas. Muchos hermanos jóvenes en el recinto universitario son realmente uno en
el espíritu, estando firmes por la vida de la iglesia. Pero cuando van a predicar el
evangelio, a veces difieren en cuanto al alma. Necesitamos no sólo estar en un mismo
espíritu, sino también con una sola alma. “En un mismo espíritu” es para la posición y
“con una sola alma” es para actuar, trabajar, luchar juntos.
Alabado sea el Señor por 1 Corintios 6:17: “Porque el que se une al Señor un espíritu es
con él”. El Señor es el Espíritu vivificante, y tenemos un espíritu tan maravilloso. El
Señor está dentro de nuestro espíritu. Así que somos un espíritu con el Señor. “El
postrer Adán se hizo espíritu vivificante” (lit., 1 Co. 15:45). “Porque el Señor es el
Espíritu” (2 Co. 3:17). “El Señor Jesucristo esté con tu espíritu” (2 Ti. 4:22). “Porque el
que se une al Señor un espíritu es con él” (1 Co. 6:17). Me gustan estos cuatro versículos
y nunca podría olvidarlos. El Señor es el Espíritu vivificante, y nosotros tenemos un
espíritu tan maravilloso. Hoy somos simplemente un espíritu con el Señor porque estos
dos espíritus están mezclados juntos como un solo espíritu.
CAPITULO SIETE
LA DIFERENCIA ENTRE
EL ESPIRITU Y EL ALMA
Lectura bíblica: 1 Co. 2:14-15; 1 Ts. 5:23; He. 4:12; Lc. 1:46-47; Mt. 10:38-39; 16:24-26;
Mr. 8:35-36; Lc. 9:23-25; Jn. 12:25
Para conocer a nuestro espíritu humano debemos ver la diferencia entre el espíritu y el
alma. El pasaje más importante que nos muestra la diferencia entre el espíritu y el alma
es 1 Corintios 2:14-15: “Pero el hombre del alma no recibe las cosas que son del Espíritu
de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir
espiritualmente. En cambio el espiritual juzga todas las cosas, pero él no es juzgado de
nadie” (lit.).
El versículo 14 nos dice que el hombre del alma no recibe las cosas del Espíritu de Dios.
El hombre del alma nunca puede conocer nada de Dios. No es posible que el hombre del
alma conozca a Dios, pero en el versículo siguiente dice que el espíritu, el espíritu
humano, sí conoce. Con el hombre del alma no existe la posibilidad de conocer a Dios,
pero con el hombre espiritual existe la posibilidad completa. Así que por estos dos
versículos se puede ver la diferencia entre el alma y el espíritu. Si usted es hombre del
alma nunca puede conocer nada de Dios. Si usted es hombre del espíritu, entonces
conoce las cosas de Dios. Por este pasaje podemos ver la diferencia entre el espíritu y el
alma, sin embargo muchos cristianos hoy aún insisten en decir que el espíritu y el alma
son términos sinónimos. No obstante, 1 Corintios 2:14-15 muestra que con el alma no
existe la posibilidad de conocer nada de Dios, pero con el espíritu hay toda posibilidad.
Si usted es hombre del alma, simplemente está en tinieblas en cuanto a las cosas de
Dios. Tiene que ser un hombre del espíritu. Entonces conocerá las cosas de Dios. Estos
versículos revelan una gran diferencia entre el alma y el espíritu. No hay posibilidad de
que conozcamos nada de Dios si somos hombres del alma. ¿Qué es un hombre del alma?
Un hombre del alma es un hombre que vive por el alma y en el alma. La diferencia entre
ser del alma y ser espiritual es la propia diferencia entre el alma y el espíritu. No
podemos decir que el espíritu es igual que el alma. Si decimos esto, estamos en tinieblas.
Todos debemos entender con mucha claridad que el espíritu es absolutamente distinto
del alma. ¿Son los oídos igual que los ojos? El ojo y el oído no son términos sinónimos.
No se puede decir esto. Los ojos son los ojos y los oídos son los oídos. Estos son dos
órganos diferentes, dos partes diferentes de nuestro ser. De igual manera, el alma no es
el espíritu. La enseñanza de la dicotomía, de que el hombre es de dos partes, no es
bíblica en absoluto.
Entonces le pregunté sobre 1 Tesalonicenses 5:23: espíritu y alma y cuerpo. Le dije que
si él dijera que el espíritu era el alma entonces yo diría que el alma era el cuerpo. De
todos modos, él dijo que diga lo que diga 1 Tesalonicenses 5:23, no admitiría que el
espíritu y el alma son dos partes diferentes de nuestro ser.
COYUNTURAS Y TUETANO
Hebreos 4:12 dice: “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda
espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los
tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón”. La palabra divide
el espíritu del alma así como la espada divide el tuétano de las coyunturas las cuales son
los huesos. El tuétano no es igual que los huesos. El tuétano es algo dentro de los
huesos, las coyunturas. En el mismo principio el espíritu es algo dentro del alma. Es fácil
ver los huesos. Pero no es fácil darse cuenta de qué es el tuétano. Hay que romper los
huesos para llegar al tuétano. De la misma manera, el espíritu está bajo la cubierta del
alma, pero es absolutamente distinto del alma.
EL ESPIRITU HABIENDOSE REGOCIJADO
Y EL ALMA ENGRANDECIENDO
Lucas 1:46-47 dice: “Entonces María dijo: Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se
ha regocijado en Dios mi Salvador” (lit.). Mi alma engrandece y mi espíritu se ha
regocijado. Estos versículos claramente muestran de nuevo el carácter singular del alma
y del espíritu. Primero el espíritu se regocija y luego el alma engrandece al Señor. Otra
vez, si deseamos conocer nuestro espíritu, tenemos que ver la diferencia entre el espíritu
y el alma.
NEGANDO AL ALMA
Mateo 10:38-39 dice: “Y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí.
El que halla su alma, (la palabra aquí en griego es ‘psujé’, significando alma) la perderá;
y el que pierde su alma por causa de mí, la hallará" (lit.). Luego Mateo 16:24-26 dice:
“Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí
mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su alma, la perderá, y
todo el que pierda su alma por causa de mí, la hallará. Porque ¿qué aprovechará al
hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el
hombre por su alma?”. Se debe negar al alma.
Entonces Marcos 8:35-36 dice: “Porque todo el que quiera salvar su alma, la perderá; y
todo el que pierda su alma por causa de mí y del evangelio, la salvará. Porque ¿qué
aprovechará al hombre si ganare todo el mundo y perdiere su alma?” Lucas 9:24-25
dice: “Porque todo el que quiera salvar su alma la perderá, y todo el que pierda su alma
por causa de mí, éste la salvará. ¿Pues, qué aprovecha a un hombre, si gana todo el
mundo, y se destruye o se pierde a sí mismo?” (lit.). En Mateo dice “pierde su alma”.
Pero aquí dice “se pierde a sí mismo”. Eso significa negar al alma.
Juan 12:25 dice: “El que ama su alma, la perderá y el que aborrece su alma en este
mundo, la guardará para vida eterna” (lit.). En todos los cuatro Evangelios el Señor nos
dijo una y otra vez que tenemos que perder el alma, negar al alma, pero no se puede
encontrar ninguna palabra que diga que debemos perder el espíritu o negar al espíritu.
Al contrario, las Epístolas nos exhortan a andar conforme al espíritu, a actuar en el
espíritu y a orar en el espíritu (Ro. 8:4; 1:9; Ef. 6:18). En las enseñanzas de los
Evangelios se nos dice que neguemos al alma, que perdamos el alma, pero en las
enseñanzas de todas las Epístolas tenemos que atender al espíritu, andar en el espíritu y
tenemos que actuar, orar en el espíritu. Así que, hay una diferencia muy grande entre el
alma y el espíritu.
CAPITULO OCHO
EL ESPIRITU CON
LAS FACULTADES DEL ALMA
Lectura bíblica: Mt. 16:24-26; Lc. 9:23-25; Lv. 11:43-44; 1 Co. 2:14; Ro. 8:6; 1 Co. 2:11; 2
Co. 7:13b; Hch. 19:21
EL ESPIRITU Y EL ALMA
Hasta aquí, hemos visto que el espíritu y el alma son dos partes distintas del ser del
hombre (1 Ts. 5:23; He. 4:12; Lc. 1:46-47). El cuerpo es la parte más exterior del hombre
y su espíritu es su parte más profunda (Jn. 7:38). Entre estas dos partes está el alma
como un medio. Un ser humano es tripartito, de tres partes: el espíritu, el alma y el
cuerpo. La Biblia también revela que el alma es algo bastante contrario al espíritu.
En 1 Corintios 2:14 se nos dice que “el hombre del alma no recibe las cosas que son del
Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender porque se han de
discernir espiritualmente” (lit.). El alma no puede entender las cosas de Dios. Es el
espíritu que conoce, que discierne las cosas de Dios. Estas dos partes dentro de nosotros
son absolutamente diferentes. No podemos entender las cosas de Dios meramente por el
alma porque el alma en sí tiene la capacidad de conocer las cosas psicológicas, y no las
cosas espirituales. El alma no es capaz de conocer las cosas de Dios, pero es el espíritu el
que conoce las cosas de Dios. Muchos cristianos no saben la diferencia entre el espíritu y
el alma. Algunos cristianos hasta insisten en decir que el espíritu y el alma son
sinónimos, pero en las Escrituras se nos dice que el espíritu y el alma son dos entidades
absolutamente diferentes y distintas.
NEGANDO AL ALMA
Mateo 16:24-26 nos muestra que el alma es algo que debemos rechazar y negar.
“Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí
mismo, y tome su cruz y sígame”, (v. 24). Hay que negar, renunciar y rechazar al yo.
“Porque todo el que quiera salvar su alma la perderá; y todo el que pierda su alma por
causa de mí la hallará” (lit., v. 25). Si usted gana todo el mundo y pierde su alma, ¿cuál
es el provecho?
EL ALMA SIENDO EL YO
Lucas 9:23-25 dice: “Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí
mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su alma, la
perderá, y todo el que pierda su alma por causa de mí, éste la salvará. Porque ¿qué
aprovecha al hombre si gana todo el mundo, y se destruye o se pierde a sí mismo?” (lit.).
En Mateo dice “perdiere su alma” (16:26). En Lucas dice “se pierde a sí mismo” (9:25).
Esto prueba que el alma es el yo.
El Antiguo Testamento también nos dice claramente que el alma es el yo. Levítico 11:43
dice: “No hagáis abominables vuestras almas con ningún animal que se arrastra, ni os
contaminéis con ellos, ni seáis inmundos por ellos” (lit.). Luego Levítico 11:44b dice:
“Tampoco os contaminéis a vosotros mismos con ningún animal que se arrastra sobre la
tierra” (lit.). “Vosotros mismos” en el versículo 44 es “vuestras almas” en el versículo 43.
El Señor nos dijo claramente que tenemos que negar al alma. El hombre del alma no
puede recibir las cosas del Espíritu de Dios, por eso tenemos que abandonar, rechazar y
negar al alma.
Si usted no está contento con cierto hermano, es simplemente porque está en el yo. Si se
niega a sí mismo amará muchísimo a ese hermano. En otras ocasiones, sin embargo,
usted ama tanto a ciertos hermanos, simplemente porque está en la emoción, en el alma.
Si negara usted su emoción, es decir, si negara su yo, su amor por ese hermano seria
transformado del alma al espíritu. A fin de experimentar la vida, la lección para
aprender hoy como cristianos es aprender a cómo negar al alma. El alma es el yo y el yo
se compone de tres cosas: la mente, la emoción y la voluntad. Negar al alma
simplemente significa negar a la mente, la emoción y la voluntad.
VIVIENDO EN EL ESPIRITU
Debemos vivir en el espíritu. Gálatas 2:20 dice: “...ya no vivo yo”. Este es el yo; el yo es el
alma y el alma se compone de tres partes. “Ya no vivo yo” significa ya no viven la mente,
la emoción y la voluntad mas “vive Cristo en mí” (Gá. 2:20). Cristo vive en mí, en mi
espíritu (2 Ti. 4:22). Tenemos que aprender cómo negar al yo, el alma, y vivir por Cristo
en el espíritu.
Puede ser que algunos piensen que si negamos al alma, no podremos vivir. Pero
debemos comprender que hay una diferencia entre la vida del alma y las facultades del
alma. La vida del alma es una cosa, y las facultades del alma son otra. Una ilustración
nos puede ayudar a ver esta diferencia. Yo conocía una pareja casada en China. El
hermano era tan espiritual y la hermana, como esposa, era muy sumisa. Cada vez que
fuimos a su casa o nos reunimos con ellos, sentíamos que el esposo era la vida de la
esposa. La esposa tenía su propia vida, pero renunció su propia vida y tomó a su esposo
como la vida. Ella nunca decía nada por su propia cuenta. Ella siempre decía algo
conforme a lo que decía su esposo. Si le preguntamos: “Hermana, ¿le gusta este piano?”
Ella decía: “A mi esposo le gusta”. Quizás le preguntamos: “¿Le gusta este salón de
reunión?” Ella respondía: “Mi esposo dice que es maravilloso”. Con ella siempre era “mi
esposo, mi esposo”, sin embargo habló ella. Ella renunció su vida y tomó a su esposo
como la vida, pero todavía usaba las facultades de su alma.
Nosotros los hermanos siempre pensamos que esa hermana fue maravillosa porque ella
siempre tomó a su esposo como su vida. Simplemente perdió su vida propia. Ella
renunció su propia vida, pero todavía usaba sus facultades. Ella usaba todavía su mente,
su emoción y su voluntad, pero dejó su propia vida y tomó otra como su vida.
La vida natural, la vida del alma, ha sido crucificada en la cruz (Gá. 2:20). Ahora
debemos tomar al Señor como nuestra vida. Tenemos que dejar la vida natural, la vida
del alma y tomar al Señor en el espíritu como nuestra vida. Esto no quiere decir, sin
embargo, que debemos renunciar las facultades de nuestra alma, sino la vida del alma.
Todas las facultades de nuestra alma todavía permanecen como los órganos que han de
ser usados por el Señor en el espíritu.
UN ENTENDIMIENTO ELEVADO
Mientras más usted es uno con el Señor en el espíritu, más espiritual es, y más agudo
será en su mente. Antes de tomar al Señor como vida, usted es bastante lerdo en su
pensar, pero si se niega a sí mismo y toma al Señor como su vida será muy penetrante en
su pensar. En la China, un gran número de hermanas mayores nunca habían recibido
ninguna educación, pero amaban al Señor a lo máximo y sabían como renunciarse a sí
mismas, tomando al Señor como vida. Después de dos o tres años ellas llegaron a ser
muy agudas en su mente, en su entendimiento, especialmente en las cosas del Señor.
Ellas se convirtieron en expertas. Pero con los que no tienen mucho amor por el Señor,
aun si tienen un doctorado en filosofía, con ellos no se encuentra mucha comprensión
de las cosas espirituales. Cuando habla con ellos acerca de las cosas del Señor, dicen:
“¿Qué es esto? No lo puedo comprender”.
Es lo mismo con la emoción. No piense que el Señor exige que renuncie el órgano, la
facultad, de su emoción. El Señor requiere que usted renuncie la vida de la emoción,
pero tiene que ejercitar la emoción más y más. Si usted ama al Señor y en realidad está
lleno del Espíritu del Señor, será muy emocional. Un hombre que no es emocional
nunca puede ser espiritual. Una persona espiritual es una persona bien emocional. Si
usted nunca sabe cómo amar, si nunca sabe cómo llorar, si nunca sabe cómo estar alegre
y si nunca sabe cómo sentir lástima, temo que no es cristiano.
La persona más espiritual es la más emocional, pero su emoción está bajo el control del
espíritu. El Apóstol Pablo era muy emocional. El nos dice que a veces lloró con lágrimas
(Fil. 3:18; Hch. 20:19, 31). El era muy tierno en sentimiento, en amor, en misericordia y
en compasión. El era tierno, pero no era emocional naturalmente. Su emoción era una
emoción espiritual bajo el control del espíritu.
Una persona espiritual, por un lado, es muy agudo en la mente y emoción y por otro, tan
fuerte en la voluntad. Ninguna persona espiritual es como una medusa, sin espinazo.
Las personas naturalmente emotivas son como medusas. Todas las personas
emocionales espiritualmente son muy tiernas en sus emociones y fuertes en la voluntad.
Mientras más este usted en el espíritu, más fuerte será en la voluntad.
Debemos comprender, por lo tanto, que no son la mente, emoción y voluntad las que
tienen que ser destruidas. Es la vida del alma la que debemos renunciar. A esta vida
natural, la vida del alma, ya se le ha dado muerte en la cruz (Gá. 2:20; Ro. 6:6). Ahora
usted tiene que tomar a Cristo, su Esposo (2 Co. 11:2), como su vida. Usted debe tomar
la vida divina como su vida, pero las facultades del alma todavía permanecen como
órganos para ser usadas por su espíritu a fin de expresar al Señor mismo.
Puede ser que dos hermanos sean muy pensativos. Uno, sin embargo, es pensativo
naturalmente, pero el otro es pensativo espiritualmente. Con el primer hermano, no
sentimos nada del Señor. Pero con el otro hermano, cada vez que él habla, sentimos algo
del espíritu, algo del Señor. Supongamos que estos dos hermanos están ministrando.
Con un hermano no sentimos nada del Señor, pero el otro hermano es tan rico en su
pensamiento, y a la vez tan fuerte, tan fresco en su espíritu. Mientras está expresando
algo a través de su pensamiento, nos damos cuenta de las riquezas y la frescura del
Señor. Un hermano es una persona sólo en la mente, mientras que el otro está en el
espíritu a través de la mente. Con el primero, la fuente es la mentalidad. Con el segundo,
la fuente no es la mentalidad, sino el Señor en el espíritu. Algo sale del Señor, en el
espíritu a través de la mente.
Romanos 8:6 dice: “Porque la mente puesta en la carne es muerte, pero la mente puesta
en el espíritu es vida y paz” (lit.). Nuestra mente es una parte del alma. Podría estar con
la carne y llegar a ser una mente de la carne, o con el espíritu y llegar a ser la mente del
espíritu. Esto significa que la mente será usada por el espíritu, bajo el control del
espíritu y dirigida por el espíritu. Esta es la mente del espíritu. La mente no es la vida
del alma, sino una de las facultades del alma para ser usada, controlada y dirigida por el
espíritu.
CONOCIENDO, REGOCIJANDOSE Y
PROPONIENDOSE EN EL ESPIRITU
Primera de Corintios 2:11 dice: “Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del
hombre, sino el espíritu del hombre que está en él?” El espíritu del hombre sabe por
medio de la mente. La mente es un órgano que es usado por el espíritu para saber algo.
Entonces 2 Corintios 7:13 dice: “Pero mucho más nos gozamos por el gozo de Tito, que
haya sido refrescado su espíritu por todos vosotros” (lit.). El espíritu de Tito fue
refrescado con gozo. Esto muestra que el espíritu se goza o se regocija a través de las
emociones. El espíritu conoce algo por medio de la mente y se regocija a través de la
emoción. Luego Hechos 19:21 dice: “Pasadas estas cosas, Pablo se propuso en espíritu ir
a Jerusalén”. Esto significa que Pablo ejercitó su voluntad en el espíritu. El se decidió en
el espíritu a hacer un viaje. Esto no significa que él era un hombre de la voluntad, sino
un hombre espiritual que ejercitaba su voluntad. Pablo era un hombre que de verdad
estaba en el espíritu con las facultades elevadas del alma. Sus pensamientos, emociones
y decisiones eran todas en el espíritu.
Como cristianos tenemos que rechazar nuestra mente, emoción y voluntad. Debemos
rechazarnos a nosotros mismos y tomar al Señor Jesús como nuestra vida. Hacemos
esto volviéndonos a nuestro espíritu y percibiendo lo que está en nuestro espíritu.
Supongamos que un hermano viene a hablar con usted. Mientras usted escucha, debe
rechazarse a sí mismo. Debe rechazar su pensamiento natural, su emoción y su
voluntad. Tiene que tomar al Señor Jesús como su vida en este asunto particular
volviéndose a su espíritu, su parte más profunda, para sentir lo que está allí. Esta es la
manera correcta de comportarnos como cristianos, pero la mayoría de nosotros no nos
comportamos en esta forma. Siempre que un hermano viene a hablar con nosotros,
ejercitamos nuestra mente independiente del espíritu. A veces nos olvidamos del Señor
Jesús y de que tenemos un espíritu. La manera en que un cristiano normal debe
comportarse, sin embargo, es negar siempre a la mente, la emoción y la voluntad
naturales y tomar al Señor Jesús como su vida. En todo debemos volver a la parte más
profunda de nuestro ser para sentir lo que está allí.
EL UNGIR INTERIOR
Si usted hace esto, su espíritu, en el cual mora el Espíritu Santo, se levantará para
impresionarle con algo. Entonces tendrá un entendimiento claro. Entenderá a ese
hermano completamente. Su espíritu se levantará y brotará y un poco de agua viva fluirá
a otros. Debemos aprender continuamente a estar atentos al ungir interior, la indicación
interior, el sentir interior, el sentimiento interior, la conciencia interior. Si estamos de
acuerdo con este ungir, seremos personas que andan en el espíritu. Entonces todas las
facultades de nuestra alma serán renovadas, transformadas, revividas, fortalecidas y
mejoradas. La vida del alma será crucificada y renunciada, pero las facultades del alma
serán ennoblecidas.
Cuando venga a una reunión de la iglesia, no ejercite su mente, sino su espíritu para
sentir la vida interior. Cuando esté a punto de pedir un himno u orar, no considere sino
que sienta con el espíritu. Cuando se pare a hablar, no considere lo que va a decir o lo
que tiene para decir, sino que sienta cuál es la mente del Señor en lo que tiene que decir.
Hay dos maneras de reunirse: una manera es en el alma y la otra en el espíritu.
Cuando viene a la reunión, a veces está muy contento, pero quizás mañana vendrá con
pena. Tiene que dejar todos estos sentimientos emocionales fuera de la puerta. Cuando
viene a la reunión, debe ejercitar su espíritu para sentir algo dentro de su espíritu.
Entonces debe expresar algo desde su espíritu a pesar de sus sentimientos. Debe
aprender la lección de servir al Señor no ejercitando la mente, emoción o voluntad sino
ejercitando el espíritu para sentir algo del Señor. Esta es la manera correcta y normal
para que andemos y sirvamos en el Señor y para el Señor.
CAPITULO NUEVE
CONOCIENDO EL ESPIRITU HUMANO
Lectura bíblica: Ro. 8:6, 4-5
Conocer al espíritu es conocerlo por medio del sentir del espíritu. Hasta ahora, nadie ha
visto jamás a la electricidad. La luz de una lámpara no es la electricidad, sino una
expresión, una señal de la electricidad. Podemos conocer la electricidad por sus señales
y expresiones. También, nadie ha visto jamás la vida física del ser de una persona, pero
podemos conocer la vida física por su expresión y por ciertos sentidos. En el mismo
principio, el espíritu es muy misterioso. No lo podemos ver, pero podemos sentirlo. No
podemos ver la electricidad, pero cuando la tocamos la podemos sentir. De igual
manera, podemos conocer al espíritu sintiendo al espíritu. Sentir al espíritu es la forma
de conocer al espíritu.
Debido a la caída, el cuerpo del hombre fue corrompido por el pecado. El cuerpo físico
más el pecado son la carne. Dios creó un cuerpo para el hombre, pero Dios no creó la
carne pecaminosa. Lo que Dios creó fue un cuerpo puro. Cuando Adán tomó del fruto
del árbol de la ciencia del bien y del mal, lo ingirió dentro de su cuerpo. Sabemos que fue
ingerido dentro de su cuerpo porque lo comió (Gn. 3:6). Cualquier cosa que comamos es
ingerida dentro de nuestro cuerpo. En naturaleza, el árbol de la ciencia del bien y del
mal es pecado, debido a que es el árbol no sólo del bien sino del mal. Ya que Adán
recibió este árbol dentro de su cuerpo, Romanos 7 nos dice claramente que el pecado
está en los miembros del cuerpo (vs. 20, 23). El pecado está en los miembros del cuerpo
porque el pecado entró al cuerpo; por lo tanto, el cuerpo está corrompido. Después de
ser corrompido el cuerpo se convirtió en la carne. Todas las concupiscencias carnales
están en el cuerpo.
Romanos 8:6 dice: “Porque la mente puesta en la carne es muerte, pero la mente puesta
en el espíritu es vida y paz” (lit.). La mente es la parte principal del alma y el alma es
nuestro mismo ser, nuestro yo. El cuerpo no es el yo ni nuestro ser, sino un órgano
exterior. El espíritu no es el yo ni nuestro ser tampoco, sino un órgano interior. Somos
un ser, un ser humano, un alma. El alma es un ser con dos órganos: el órgano exterior
del cuerpo y el órgano interior del espíritu. Nuestro ser, nuestro yo, es el alma. Es por
esto que la Escritura revela que el alma es el yo en Mateo 16:24-26 y Lucas 9:23-25 y que
un ser humano, una persona, se llama un alma (lit., Ex. 1:5). Si le llamo a usted un
cuerpo, eso es incorrecto. Si le llamo un espíritu, esto también es incorrecto. Un hombre
no es un cuerpo ni un espíritu, sino un alma. El alma es nuestro yo, nuestro ser, y la
mente es la parte principal de nuestro ser la cual representa nuestro yo. La mente
representa el yo, el cuerpo es la carne y nuestro espíritu contiene el Espíritu (Ro. 8:16).
En nuestro espíritu está el Dios Triuno (Ef. 4:6; Gá. 2:20; Jn. 14:17) como el Espíritu
vivificante todo-inclusivo (1 Co. 15:45; 2 Co. 3:17; 2 Ti. 4:22; 1 Co. 6:17). Dentro de
nosotros están estos tres partidos: Satanás como pecado está en nuestra carne (Ro. 7:17,
18,20), Dios está en nuestro espíritu y el yo está en nuestra alma que está representada
por nuestra mente. Poner la mente en la carne significa ponerse del lado de la carne,
cooperar con la carne y ponerse al lado de la carne. Poner la mente en la carne es
muerte. Poner la mente en el espíritu significa ponerse de parte del espíritu, cooperar
con el espíritu y estar a favor del espíritu. Poner la mente en el espíritu es vida y paz.
La manera de conocer vida y paz es sentir vida y paz. Cuando usted se pone del lado del
espíritu, coopera con el espíritu, anda en el espíritu y actúa por el espíritu, y siente vida
y paz.
Puede ser que un ejemplo sirva de ayuda para ilustrar qué es el sentir de vida. Cuando
era niño, fui a una fiesta. En la mesa había dos clases de polvo blanco y fino: azúcar
refinado y sal refinada. Puse mucha sal en cierta comida, pensando que estaba usando
azúcar. Cuando puse la comida en mi boca, sufrí. Sentí que el polvo que utilicé no fue
azúcar, sino sal. Aunque mis ojos no pudieron discernir la diferencia entre el azúcar y la
sal, mi gusto sí pudo. Esta es la forma de discernir el espíritu: por medio de sentir.
EL SENTIR DE LA VIDA
El primer aspecto del sentir de la vida es la satisfacción. ¿Cómo sabe usted que hay vida
adentro? Hay satisfacción. Está satisfecho y siente la satisfacción. Entonces después de
la satisfacción siente el fortalecimiento. Cuando usted se pone de parte del espíritu,
también se siente refrescado. Sentir el riego es otro aspecto del sentir de la vida. Una
persona que pone su mente en el espíritu también siente iluminación y el ungir (1 Jn.
2:20, 27). El sentir de la vida es el sentir de la satisfacción, el fortalecimiento, la
frescura, el riego, la iluminación y el ungir. Cuando siente usted todas estas cosas muy
adentro, esto es el sentir de la vida y este sentir prueba que anda conforme al espíritu.
EL SENTIR DE LA PAZ
Poner la mente en el espíritu no sólo es vida sino paz. La paz que se menciona en
Romanos 8:6 no es la paz en nuestras circunstancias exteriores, sino la paz dentro de
nosotros. El sentir de la paz es primeramente la sensación de tranquilidad o comodidad.
Entonces después de esto hay armonía. No hay lucha ni batalla por dentro. El descanso,
el gozo y la libertad están incluidas también en el sentir de la paz. Cuando usted siente
paz, siente comodidad, armonía, descanso, gozo y libertad. Estos son los diferentes
aspectos del sentir de la paz. Si sentimos estas cosas dentro de nosotros, esto prueba que
andamos en el espíritu.
EL SENTIR DE MUERTE
Si usted tiene estas indicaciones y sentimientos interiores positivos, esto prueba que
está en el espíritu. Si no tiene esta clase de sentimientos, a pesar de cuán santa, cuán
buena y cuán bíblica considere que sea una línea de acción, no está usted en el espíritu,
sino en el yo, en la carne. La vida cristiana es una vida absolutamente conforme al
espíritu. No es conforme a ninguna razón, ninguna enseñanza o ninguna norma de lo
correcto o incorrecto, de lo bueno o malo, de lo mundano o santo. Nuestra vida cristiana
es conforme al espíritu y conocemos al espíritu por medio del sentir interior de vida y
paz.
No dispute usted con el sentir interior de vida y paz. No diga que algo es bueno, bíblico o
santo. No razone y no argumente que lo que está haciendo es para el evangelio o para la
iglesia. La prueba es, ¿tiene usted la sensación interior de vida y paz? Mientras más
razone con este sentir, y más dispute, más muerte sentirá dentro de usted. Podemos
conocer al espíritu simplemente por medio de este sentir interior. Si deseamos
diferenciar el espíritu y el alma, debemos negar todo el tiempo la mente racional, la
emoción y la voluntad y atender al sentir interior.
CAPITULO DIEZ
EJERCITANDO EL ESPIRITU
Lectura bíblica: 1 Ti. 4:7; 2 Ti. 1:7; 4:22
Primera de Timoteo 4:7 dice: “Ejercítate para la piedad”. Segunda de Timoteo 1:7 nos
dice: “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de
dominio propio”. Entonces 2 Timoteo 4:22 dice: “El Señor Jesucristo esté con tu
espíritu”. Cuando ponemos juntos todos estos versículos, podemos ver que el ejercicio
para la piedad depende del ejercicio del espíritu, donde está el Señor. Si usted tiene la
intención de ejercitarse a sí mismo para la piedad, tiene que saber cómo ejercitar su
espíritu porque el propio Dios está en su espíritu. Estos versículos son la base bíblica
para el ejercicio del espíritu.
El andar cristiano es un andar conforme al espíritu (Ro. 8:4), el cual es nuestro espíritu
mezclado con el Espíritu Santo (1 Co. 6:17). Hemos visto que podemos conocer este
espíritu sintiendo los diferentes aspectos de la vida, de la paz o de la muerte. Todo lo que
hacemos, todo lo que decimos, tenemos que hacerlo y decirlo por el espíritu, y no por el
alma ni por la carne. En todo lo que hacemos, debemos volvernos al Señor. Puede ser
que algunos cristianos piensen que volverse al Señor significa volverse a los cielos, pero
volvernos al Señor en nuestra experiencia es volvernos al espíritu porque el Señor está
en nuestro espíritu. Esto significa poner nuestra mente en el espíritu (lit., Ro. 8:6).
Poner nuestra mente en el espíritu significa volvernos al Señor. Debemos alejarnos de la
carne, del razonamiento, de la enfermedad y de los problemas. Aun el conocimiento
bíblico y su enseñanza podrían ser una distracción de la cual nos debemos apartar. Día
tras día hemos sido distraídos de nuestro espíritu por muchas cosas exteriores.
Amar a la esposa no es malo, sino bueno. Considerar las enseñanzas bíblicas y buscar
conocimiento es bueno, pero en nuestro amor, consideración y búsqueda, por lo general
somos independientes del Señor. Ponemos nuestra mente, la cual representa nuestro yo,
en tantas otras cosas en vez de en el Señor mismo en nuestro espíritu. Por lo general
actuamos o por el alma o por la carne, y no por el espíritu. Todos debemos aprender esta
práctica: pase lo que pase, debemos volvernos al Señor. Esto quiere decir volvernos al
espíritu. Por un lado, niego mi mente, mi emoción y mi voluntad naturales e
independientes, lo cual es mi yo. Por otro, aprendo a sentir el espíritu. Sólo actúo
cuando siento que tengo la vida y la paz interiores. Hacer esto es ejercitar el espíritu.
Todos debemos practicar el andar conforme al espíritu en esta forma.
Romanos 7 nos muestra una persona tratando de ser buena, tratando de guardar la ley
de Dios. La ley de Dios está fuera de nosotros. La persona en Romanos 7 estaba
tratando, esforzándose y luchando para guardar la ley de Dios. Su intención, su
pensamiento y su deseo eran dirigidos hacia fuera. Pero en Romanos 8, la dirección de
esta persona ha cambiado. El nunca sería distraído por nada, ni siquiera por la ley de
Dios. El no se dirige a nada más que al Señor mismo en su espíritu. En Romanos 8
tenemos que andar conforme al espíritu (v. 4). No hemos de esforzarnos o luchar para
hacer el bien o guardar la ley por nosotros mismos. Simplemente se nos exhorta a que
andemos conforme al espíritu. Lo hago todo y lo digo todo negando mi mente, emoción
y voluntad y sintiendo al espíritu. Si tengo la vida y la paz, lo hago o lo digo. Si no tengo
vida y paz, no lo hago ni lo digo. Esta es la forma de ejercitar el espíritu, de usar el
espíritu.
UN CAMBIO DE ORGANO
Por ejemplo, ya que soy cristiano, tengo que amar a mi hermano, así que cambio el odio
en amor. Esto es un cambio de cosas. En cuanto a moralidad, este cambio está correcto.
Hablando espiritualmente, no está tan correcto. Cuando yo odiaba a este hermano, lo
odiaba con mi yo. Cuando amaba a este hermano también lo amaba en mi yo. Ahora
tengo que cambiar por medio de ejercitar mi espíritu. Este es un cambio de órgano.
Anteriormente, mi tratar con mi hermano era en el yo. Ahora tengo que cambiar mí
tratar con este hermano para que sea el espíritu. Al cambiar el órgano, aprendo cómo
ejercitar y usar mi espíritu.
Si soy serio con el Señor, debo aprender cómo ejercitar mi espíritu. Primeramente debo
rechazar mi mente, mi razonamiento, mi emoción y mi deseo. Simplemente dejo de
ejercitar mí alma. Entonces comienzo a ejercitar mi espíritu. Mientras practiquemos
esto día tras día, este ejercicio se convertirá en nuestro hábito.
EJERCITANDOSE ORANDO
Tenemos que comenzar a ejercitar nuestro espíritu orando, porque el orar, en principio,
es algo en el espíritu (Ef. 6:18). Para ejercitar sus ojos, usted tiene que ver. Para ejercitar
sus pies, tiene que caminar. Mientras más camina más ejercita sus pies. De igual
manera, la mejor manera de ejercitar su espíritu es aprender a orar.
Quizás cuando usted comienza a orar, todavía está en la mente, en el alma. Pero si sigue
orando, entrará dentro del espíritu. Aun en nuestra oración debemos negar la mente, la
emoción y la voluntad y aprender a sentir el espíritu. Uno no debe orar conforme a lo
que sabe. No debe orar conforme a lo que le gusta, a lo que desea o ama. No debe orar
conforme a lo que decide orar. Usted debe negar su mente, emoción y voluntad y
atender al sentir interior muy dentro de usted.
Quizás usted decidió a orar por la iglesia, pero cuando va al Señor y comienza la oración,
el sentir interior es algo diferente. Tiene que olvidarse de su decisión y atender al sentir
interior. Puede ser que el sentir interior indique que tiene que decir algo como esto; “Oh
Señor, aun con la iglesia, estoy demasiado en la carne”. Su decisión es orar por la iglesia,
pero el Señor les da el sentir de que está demasiado en la carne. Mientras más confiesa
que está en la carne, más siente el ungir, la paz, la armonía y la frescura. Por el otro lado,
si permanece en su decisión de orar por la iglesia en contra del sentir interior, sentirá la
sequedad y el vacío interiores.
LA NECESIDAD DE PRACTICAR
Debemos poner todos estos principios en nuestra práctica diaria. Lo hago y lo digo todo
negando mi mente, mi emoción y mi voluntad y sintiendo la situación interior. Esto
significa que estoy usando y ejercitando mi espíritu. Estoy viviendo, andando y actuando
no por mi yo, sino por mi espíritu con el Señor. En nuestro espíritu tenemos la victoria.
Simplemente vuélvase al ejercicio del espíritu. En nuestro espíritu tenemos el disfrute
del Señor. Practique el usar y el ejercitar su espíritu.