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A cumplirle a la justicia, sin tanta pataleta

Por: El Espectador

Una segunda instancia para Andrés Felipe Arias no puede ser interpretada como una hecatombe.
Si la decisión de la condena en primera instancia es tan sólida, lo de esperar es que una segunda
instancia esté de acuerdo y el resultado sea el mismo.

Una segunda instancia para Andrés Felipe Arias no puede ser interpretada como una hecatombe.
Si la decisión de la condena en primera instancia es tan sólida, lo de esperar es que una segunda
instancia esté de acuerdo y el resultado sea el mismo.

Cuando la institucionalidad se encuentra amenazada por voces que la acusan de sesgos


inexistentes, las cortes no pueden perder el tiempo en discusiones ególatras sobre cuál de ellas
tiene la razón. La pelea pública entre la Corte Suprema de Justicia y la Corte Constitucional solo
sirve para darles herramientas a los abogados del exministro condenado Andrés Felipe Arias, cuya
estrategia va a seguir siendo desacreditar a la justicia colombiana bajo la narrativa del mártir
perseguido.

La Corte Suprema de Justicia (CSJ) está molesta. Muy molesta. Tanto es así que, en un acto inusual
para las instituciones, expidió un comunicado donde dice que “acata, pero no comparte, la
decisión mayoritaria (de la Corte Constitucional) que ordena tramitar la impugnación de la
condena de 17 años contra Arias”. Allí también se hacen críticas al cambio jurisprudencial en el
tribunal constitucional y, en general, se demuestra un inconformismo que se lee como caprichoso.
¿Dónde queda la dignidad de la Rama Judicial?

El problema no es que los magistrados de la CSJ estén en desacuerdo con los de la Constitucional.
Tienen, por supuesto, derecho a sus opiniones. Sin embargo, cuando la estrategia del uribismo y
de los defensores de Arias es acusar de “política” a la Corte Suprema y usar cualquier excusa para
deslegitimarla, estos choques son inoportunos y dañinos. ¿De qué sirve, en últimas, la pataleta?

Ya la defensa de Arias anunció que buscará recusar magistrados que no sean “neutrales”. Esto, en
el marco de un discurso que, como mencionamos esta semana, no pretende atacar los hechos
innegables del caso (el robo en el marco de Agro Ingreso Seguro, programa que el entonces
ministro supervisaba), sino envenenar el pozo y seguir posicionando la idea de una persecución.
Ante eso, la respuesta de la institucionalidad tiene que ser la total transparencia, la garantía de los
derechos procesales y un juicio justo y eficiente.

Así lo dijo el alto tribunal en un comunicado luego que la Corte Constitucional permitiera al
exministro de Agricultura impugnar la condena de 17 años que le puso en 2014.
Una segunda instancia para Andrés Felipe Arias no puede ser interpretada como una hecatombe.
Incluso si otros casos se reabren, como es probable, la Corte debe atenderlos con la rigurosidad a
la que nos tiene acostumbrados. La mejor manera de fortalecer la justicia es con decisiones claras,
bien sustentadas y expedidas en derecho. Si la decisión de la condena en primera instancia es tan
sólida, lo de esperar es que una segunda instancia esté de acuerdo y el resultado sea el mismo.
¿Habrá desgaste institucional? Sin duda, pero también se habrá resuelto el gran debate sobre el
derecho a segunda instancia de los aforados.

No debe permitirse que la tesis de la prescripción procesal se imponga. Ahora que se reabren los
procesos, la CSJ debe garantizar que todos los casos tengan decisiones de fondo. Sería lamentable
para el país, para la democracia y para la lucha contra la impunidad que ahora, por tecnicismos,
personas condenadas queden en libertad sin haber tenido un juicio completo. Por eso, el actuar de
los magistrados de la Corte Suprema debe ser rápido y preciso.

Hay quienes desean aprovechar esta coyuntura para despedazar la reputación de las cortes. Les
conviene en su estrategia política. Ante eso, la respuesta debe ser la de una institucionalidad
respetuosa de las leyes, de la Constitución y de las garantías fundamentales que todo ciudadano
tiene en un juicio. Lo demás es ruido innecesario.

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