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María Cecilia Lértora

3°Historia

ISFDyT N°7

Reinhard Kühnl
El Liberalismo

1. Origen del liberalismo

a) Premisas sociales:

Edad Media, orden estamental integrado por cuerpos con funciones y privilegios diferenciados, no
existe el poder público en el sentido actual. Entre los siglos XIII y XVI, la expansión del comercio,
las finanzas, y el desarrollo de las fuerzas productivas capitalistas ejercen presión para que las
unidades administrativas y judiciales de los estados feudales tengan que cambiar para poder
seguir avanzando. Paralelamente, a partir del siglo XVI surge el absolutismo, desarrollándose
gracias al sector financiero, le arrebata las competencias estatales (administrativas y judiciales) a
los cuerpos feudales. Las relaciones entre el poder y los súbditos se convierten de personales en
materiales, y se separan las esferas del Estado y de la sociedad.

El artífice de estos cambios es la burguesía que vivía en las ciudades. Esta clase copo todos los
cargos económicos importantes, pero como el orden estamental sigue en pie, quedo excluida de
los puestos estatales y eclesiásticos, en donde perdía lugar contra la nobleza. El absolutismo
promovía el desarrollo de las empresas capitalistas, pero mantenía el orden estamental, lo cual le
valió la crítica de los sectores burgueses.

b) Tendencias ideológicas precursoras

La expresión intelectual de la clase burguesa en alza es la Ilustración, el arma para combatir a la


nobleza laica y clerical. Al principio de la tradición, la Ilustración contrapuso el principio de la
razón; al principio del legitimismo y de los privilegios estamentales, contrapuso el iusnaturalismo
racionalista, el cual concedía determinados derechos naturales a toda persona como tal. Desde
esta postura se defiende el derecho de todos los ciudadanos a participar en el ejercicio del poder
político, ya sea en el marco de una monarquía constitucional o prescindiendo de la monarquía
completamente.

c) Instauración política

Inglaterra fue el primer lugar en donde se empezaron a aplicar los principios anteriormente
mencionados, a partir de la revolución de 1688, con la consolidación en el poder del parlamento.
Le siguieron Estados Unidos en 1776, y Francia en 1789.
En Alemania no pudo lograrse por la fragmentación del Imperio, aunque recibió mucha influencia
de Francia. Las fuerzas feudales seguían fuertes en Alemania, bloqueando el avance de todo
movimiento liberal. Los liberales alemanes soportaron la situación, siempre y cuando se les
garantizara la libertad económica. El parlamentarismo en Alemania recién triunfaría en 1918.

2. El modelo liberal del ejercicio del poder

a) Organización del Estado

En su tendencia a suprimir totalmente el poder absolutista, la burguesía se abogo a buscar la


máxima racionalización y delimitación legal de la autoridad. El poder público ya no actúa en
nombre de Dios, su legitimidad deriva de la voluntad del pueblo, por lo que es su tarea procurar el
bienestar terrenal de sus súbditos.

El parlamento constituye la institución central del estado liberal, para poder controlar mediante la
ley al poder ejecutivo, evitar cualquier injerencia arbitraria de este último en el ámbito social, y
proteger la propiedad. El legislativo representa la razón, la discusión pública con argumentos
racionales y útiles. No hay contrastes sociales, solo diferentes opiniones, aunque
sociológicamente, el parlamento representa a la burguesía.

El diputado es representante del pueblo entero, son controlados por la opinión pública y deben
buscar el bienestar común. Provienen de la capa social propietaria e intelectual y representan a
estas capas, porque son los únicos que tienen derecho a voto. Los debates son entre diferentes
tipos de propietarios: capitalistas y terratenientes, o industriales y comerciantes. En este sistema
está garantizada la homogeneidad social entre electores y diputados, son todos burgueses.

El “billete de entrada” a la representación eran la posesión y la cultura. La representación debió


ampliarse a medida que los desheredados irrumpían en el ámbito de la política pública, exigiendo
el derecho al voto. Se enfrentaban unos intereses opuestos e inconciliables. El “bienestar común”
no podía ser concebido para todos igual. La doctrina liberal se vio obligada a modificarse
profundamente.

Con la progresiva expansión del derecho al voto, se hizo preciso “abarcar a los electores mediante
unos comités, que les presentasen sus candidatos”, los partidos políticos. En sus inicios eran
comités relativamente pequeños, estaban descentralizados y sin conexión entre sí. La dirección y
la estructura de los partidos liberales muestran un carácter extremadamente personal, su núcleo
lo constituye el diputado parlamentario, quien mantiene contactos con las personalidades locales
y con los electores, para representar los deseos de éstos en el parlamento. El objetivo del partido
liberal es el de reunir en su seno a grandes personalidades, a la élite social. El liberalismo sólo
concibe como diputados parlamentarios a aquellos hombres que sean capaces de vivir para la
política, sin tener que vivir de ella, y que a la vez puedan abandonar sus negocios privados. No
existe, por lo tanto, la condición de miembro formal del partido en el sentido de una obligación
especial derivada de ello, ni tampoco se exige una cuota periódica.

El sistema mayoritario de las elecciones consiste en la votación en favor de una personalidad y no


de un partido. Los diputados parlamentarios resultan independientes de sus electores, de un
programa y de la burocracia del partido, aunque las decisiones de tales partidos liberales de
personalidades pueden ser influidas fácilmente por los donantes particulares opulentos, dado que
falta todo control democrático por parte de los miembros.
De este modo, el parlamentarismo inglés del siglo XVIII se caracterizo por el antagonismo entre
grupos parlamentarios, los cuales no representaban intereses sociales distintos, sino sólo
diferentes opiniones. El monarca se veía obligado a apoyarse en uno de ambos grupos, mientras
que la oposición podía apelar a la opinión pública, para ejercer así su poder. La oposición quedo
domesticada, paso a convertirse en una controversia continuada y pacífica, legalizada mediante su
institucionalización en el parlamento. En consecuencia, la función de los partidos consistía en la
organización informal de diferentes opiniones en la opinión pública en el parlamento, acerca de lo
que puede ser beneficioso para el bienestar general.

Con la irrupción de las masas obreras en el ambiente político, fue necesario transformar a fondo la
función y la estructura de los partidos. Se llevó a cabo un paso esencial en el desarrollo de la
cámara estamental inglesa hacia un parlamentarismo moderno, cuando las sesiones fueron
públicas y, en consecuencia, estuvieron bajo el “control supremo del público”. Con ello quedó
garantizada la relación entre diputados y electores, como partes integrantes de un mismo público.
Aproximadamente al mismo tiempo se impuso el principio del carácter público de las sesiones
judiciales. “El uso público de la razón debe concederse a todo individuo” (Kant). Sólo bajo esta
premisa es posible llevar a la práctica el principio de la soberanía del pueblo. El desarrollo de la
imprenta ayudo a expandir y formar a la opinión pública.

La opinión pública se considera como única fuente legítima de la legislación, la opinión pública de
los burgueses. Se trata de una “opinión pública constituida por individuos particulares”, cuya meta
era la instauración de la moral y la razón en nombre del humanismo general. Era necesario tener
bienes y formación para poder participar de forma activa en el trabajo público y en el mercado de
los bienes culturales. A pesar de que de esta forma quedaba reducido a un mínimo el círculo de los
participantes en la vida pública, éste se hallaba teóricamente abierto a todos quienes mostrasen
capacidad suficiente.

En esta fase, el parlamento se comprendía de hecho como parte integrante del público en
discusión. El modelo básico concibe al parlamento como comisión especial de la vida pública, y al
gobierno como comisión especial del parlamento. De esta forma, la opinión pública se convirtió
prácticamente en principio organizativo del Estado de derecho liberal. La opinión pública
políticamente activa se estableció en el parlamento a modo de órgano del Estado.

b) Regulación de la justicia

El comportamiento de la justicia y de la administración tenía que ser calculable de antemano, si se


quería que el sistema económico funcionara sin traba alguna. Esto significaba, en primer lugar,
que la desigualdad del derecho estamental, que imposibilitaba la libre competencia, tenía que
desaparecer. En segundo lugar significaba que el poder público tenía que ser obligado a cumplir
con ciertas leyes, una norma general, igual para todos y establecida con anterioridad. La autoridad
de la ley había de sustituir a la autoridad del soberano; la voluntad tenía que dar paso a la razón.

La justificación de la naciente burguesía estaba en el iusnaturalismo racionalista, basado en


normas “legítimas en virtud de unas cualidades puramente inmanentes”, es decir, en virtud de su
carácter racional.

La codificación del derecho en vigor (y en consecuencia la dependencia del absolutismo de unas


normas generales), el acuerdo de constituciones entre el soberano y los representantes del
pueblo, y la obtención del poder legislativo por el parlamento, fueron los primeros objetivos
importantes de la burguesía.
Sin embargo, la meta final sólo se conseguiría en una república, en la cual el poder ejecutivo, la
administración y la justicia sólo fueran órganos ejecutivos de la voluntad emanada de los
representantes del pueblo. Toda la actividad del Estado debería limitarse a aplicar las leyes. Según
la concepción liberal, el Estado es el servidor de la sociedad, el cual ha de velar mediante unas
leyes adecuadas, que el individuo pueda desarrollarse libremente, siempre que al hacerlo no entre
en conflicto con el uso de la libertad de los demás. La ley tenía que limitarse a regular las
relaciones formales entre los individuos, pero sin intentar configurar la forma de la esfera privada,
a la cual pertenecían también la esfera de la producción y de la distribución de bienes.

Las constituciones liberales salvaguardan una serie de derechos fundamentales que forman su
núcleo ideológico. Estos catálogos de derechos fundamentales se hallan dentro de la tradición de
la Ilustración, la cual concede a todo individuo unos derechos innatos (“derechos del hombre”),
independientemente de su clase social o raza, y que —partiendo del individuo―construye el
Estado a modo de asociación de individuos constituida por medio de un contrato. Pero tales
catálogos de derechos fundamentales están realizados de acuerdo con las necesidades de la
burguesía, la cual identificaba sus propios intereses con los de la humanidad entera.

De ahí que en los derechos fundamentales se encuentren, junto a la salvaguardia de la esfera


íntima (libertad personal, inviolabilidad del domicilio particular), la garantía de las funciones
políticas del ciudadano (libertad de opinión y de palabra, libertad de asociación, derecho al voto),
así como de sus instituciones (prensa, partidos). Las constituciones liberales toman claro partido
en favor de la burguesía. Ello queda claramente de manifiesto en la garantía de la propiedad
privada, así como en la libertad de contrato, comercio y trabajo.

En lo referente al derecho penal, el liberalismo deseaba que la sociedad quedase preservada de


disturbios. Según esta concepción, el individuo que había perturbado el orden burgués, seguía
siendo un hombre con determinados derechos. Por consiguiente, el liberalismo exigió un derecho
que abogaba por un trato humano tanto para los detenidos como para los presos. En el ámbito
internacional, el liberalismo tenía que llegar necesariamente a la doctrina de la igualdad de los
pueblos y a la condena del empleo de la fuerza en las relaciones internacionales.

El liberalismo establece una regulación de la justicia que transforma al Estado en una comunidad
de derecho desprovista del empleo de la fuerza, en donde todos los individuos son iguales ante la
ley y pueden desarrollarse libremente, según sus respectivas capacidades.

c) La cultura

El orden social de carácter estamental “estaba prácticamente incrustado en la cúpula de la


Iglesia”. La burguesía tenía que combatir sus pilares fundamentales: la Iglesia y la ortodoxia. El
liberalismo tenía que exigir la separación entre Estado e Iglesia. Se preveía que la Iglesia tuviera
libertad de determinación dentro de su propia organización y que pudiera financiarse con las
aportaciones de sus adeptos, pero que en ningún momento podía vivir a costa de los impuestos
del Estado. También revocar a la Iglesia el derecho a la enseñanza y permitir que todos los
ciudadanos acudiesen a la escuela para desarrollar las fuerzas intelectuales del hombre libre. La
alianza matrimonial se convirtió en terrenal, esto es: un asunto de competencia del Estado, a la
vez que se eliminó en la fórmula del juramento el aspecto religioso.
Una de las máximas armas de la burguesía fue la reclamación de la libertad intelectual, esto es: la
libertad de fe, de conciencia, de pensamiento, de enseñanza y de investigación.

El desarrollo del capitalismo y la evolución de las ciencias modernas corren paralelas y se


condicionan mutuamente. Para los liberales la cultura depende del desarrollo industrial y técnico.
La libertad del matrimonio, la liberalidad, el derecho de inmigración y emigración, así como la
libertad del ejercicio profesional sirven con mayor o menor claridad a los intereses del desarrollo
industrial.

Sin embargo, al final la burguesía llegó a un arreglo con la Iglesia, dado que se había dado cuenta
de la importancia de ésta como soporte del dominio.

d) Regulación de la economía

El capitalismo había disuelto los gremios. El libre comercio impulso el desarrollo de las fuerzas
productivas transformando a los países europeos, hasta entonces agrarios, para convertirlos en
estados industriales y comerciales. El sistema económico liberal se concebía como garantía para
una sociedad de cambio constituida por unos sujetos económicos iguales y libres.

Ya los fisiócratas franceses habían formulado la doctrina de que el individuo tenía que ser dueño
de sus propios intereses económicos para que pudiera tener lugar una distribución armónica de la
actividad y la propiedad. Según esta doctrina, era tarea del Estado el suprimir todos los obstáculos
que se opusieran a tal “orden natural”. La economía inglesa siguió desarrollando la citada teoría y
la trasladó a la esfera industrial. El Estado tenía que garantizar “las bases de una sociedad de
propietarios particulares autónomos mediante la autonomía privada, así como la libertad de
contrato, de comercio, de propiedad y de herencia”. Si se garantizaba la libre competencia, esta
tendería a servir a l bien común.

El modelo liberal preveía que con este sistema cualquier individuo tuviese las mismas
oportunidades de adquirir la condición de propietario y, en consecuencia, de adquirir los criterios
de la posesión y la formación, características del “hombre” de la teoría liberal, esto es: el hombre
económicamente independiente y políticamente emancipado.

e) El concepto liberal de la sociedad

La burguesía proclamo como postura opuesta un individualismo extremado. El individuo y su


bienestar constituyen el punto de partida de todas las deliberaciones y el objetivo de toda política.
A partir de este punto se puede emprender la construcción del Estado y de la sociedad.

El interés de conjunto resulta de la suma de los intereses particulares. Así, la sociedad no es sino
un producto secundario, y el Estado sólo tiene razón de existir en tanto protege la libertad del
individuo.

Una vez realizado el ascenso de la burguesía, y al constituirse una nueva clase integrada por el
proletariado industrial, la cual luchaba a su vez contra la burguesía para reivindicar sus derechas,
el liberalismo tuvo que someterse a una reinterpretación más acorde con las nuevas
circunstancias, para poder justificar sus propias prerrogativas y evitar que se llevara a la práctica la
libertad e igualdad para todos.
f) El modelo burgués del Estado de derecho

El modelo de Estado de derecho liberal está basado en los intereses de la burguesía: los individuos
libres e iguales de derecho regulan sus mutuas relaciones mediante contratos privados,
libremente acordados, tanto si se trata de cuestiones políticas, económicas o de otro tipo.

Se preveía eliminar de la actividad estatal el factor de la decisión personal imprevisible. El dominio


de las personas tenía que ser sustituido por las leyes. Esto es, regirían unas normas generales y
abstractas, que coincidirían con la opinión pública, por lo que serían racionales.

También se preveía eliminar todo empleo de la fuerza en las relaciones interestatales, dado que
todas las guerras contravienen en principio a la razón. En cuanto a los ejércitos permanentes, no
sólo constituyen un derroche económico, sino que ante todo significan una constante amenaza de
la paz interior y exterior.

En lo referente a la política interior, el Estado debe limitarse a la tarea de elaborar unas reglas
generales acerca de las relaciones entre las personas privadas, y defender la libertad y las
propiedades de aquellas. Pero en todo momento debe mantenerse neutral frente al contenido de
los acuerdos tomados entre individuos particulares. La sociedad burguesa queda establecida como
esfera de la autonomía privada, mientras el poder público queda supeditado a las necesidades de
la esfera privada.

Sólo es derecho el constituido por vía democrática. Por consiguiente, el concepto de “Estado de
derecho” significa “Estado con poder legislativo parlamentario”, el ejercicio del poder está
regulado por leyes generales.

Puesto que se presuponían la capacidad de armonización de todos los intereses y opiniones, así
como el conocimiento objetivo del bienestar común, los acuerdos del parlamento podían
pretender representar la racionalidad general. De ahí que el parlamento representante la opinión
pública, convirtiendo la política en moral.

Tanto el poder ejecutivo como el judicial se limitaban a ejecutar y aplicar las normas generales
aprobadas por el parlamento con lo que toda la actividad estatal se hizo “legal”. Por consiguiente,
la relación existente entre el poder legislativo y la administración es comparable a la existente
entre la voluntad general y la especial, o entre el orden y la acción. Con ello parece estar
garantizado un orden en el que el pueblo efectúa por sí mismo y en libertad sus asuntos, de forma
razonable y sin emplear la fuerza, con lo que la justicia material se establecería por sí misma.

3. Teoría y praxis

Cuando la burguesía se hizo cargo del poder, en modo alguno se llevó completamente a la práctica
la igualdad de derechos. La sociedad estaba jerarquizada en rangos sociales diferenciados por la
formación y la propiedad, y hasta seguían actuando las fuerzas feudales, por ejemplo, a los
pueblos coloniales no se les consideraba seres humanos, por lo que se podía justificar la
subsistencia de la esclavitud.

]ean Jacques Rousseau demostró de forma convincente el carácter del parlamento inglés como
instrumento de dominio de una determinada clase.
A las diferencias sociales se les busco una justificación: sólo el propietario puede tener algún
interés en mantener el orden burgués, y sólo el intelectual puede adquirir una visión profunda de
lo que puede ser de provecho para todos. Con ayuda de esta justificación se consiguió denegar el
derecho al voto tanto a los obreros como a las mujeres, del mismo modo como hoy en día
tampoco se concede este derecho a los menores de edad y a los enajenados mentales.

La equiparación de propietario y ser humano sólo era conciliable con las premisas liberales
mientras estuviese abierto a todas las personas el acceso a los criterios “propiedad” y
“formación”, tales condiciones no se llegaron a cumplir nunca. La sociedad constituida por
productores de pequeñas mercancías se fragmentó para dar lugar, por una parte a empresas
mayores sobre base industrial, y por otra parte a una enorme masa de millones de obreros, de
este modo, dichas pretensiones igualitarias perdieron toda su credibilidad.

El contrato de trabajo formalmente libre entre unas partes jurídicamente iguales, en donde el
obrero cambiaba el esfuerzo de su trabajo por determinado sueldo, acordado libremente y según
el justo principio de la oferta y la demanda, en realidad no era más que un contrato en que el
obrero, que sólo disponía del esfuerzo de su trabajo, tenía que aceptar necesariamente las
condiciones (horario laboral y sueldo) de la parte económicamente superior si no quería caer
víctima del hambre. Puesto que el principio liberal prohibía toda intromisión del Estado, al igual
que todo tipo de asociacionismo de trabajadores, resultaba que los obreros podían ser explotados
de forma ilimitada en nombre de la libertad.

Esta situación produce el surgimiento de una nueva tesis liberal, que proclamaba la lucha por la
subsistencia y la selección natural de los hombres más capaces. Se tuvo que admitir parcialmente
el hecho innegable de la sociedad clasista, pero se la justificó como resultado de la “desigualdad
natural” de los hombres.

Con la aparición de profundos contrastes sociales en el seno de la sociedad, dejaron de existir las
principales premisas de la doctrina liberal:

 Ya no existía un bienestar común que pudiese ser establecido de forma objetiva.

 El interés ganancial de los distintos propietarios de mercancías no era evidentemente


idéntico al bienestar común.
 El trabajador asalariado no disponía prácticamente de ninguna oportunidad de alcanzar el
estado de propietario.

 Ya no estaba dado el equilibrio de las fuerzas, premisa de su libertad, puesto que en caso
contrario aquéllas se convertirían en lo opuesto.
 Ya no existía la libre competencia entre los propietarios de mercancías, por lo que
grandes empresas económicas podían ejercer una profunda influencia sobre el mercado.
 Como ya había visto acertadamente Hegel, la idea liberal se había convertido, debido al
desarrollo social, en ideología justificativa de una mala realidad.

Las clases no propietarias empezaron a reclamar por su participación en la esfera pública. El


Estado ya no se podía contentar con unas normas generales, de contenido neutral, sino que tenía
que configurar el contenido de la esfera social, con el fin de establecer la justicia social que el
mercado liberal no era capaz de producir.
Tampoco pudo mantenerse por más tiempo el carácter general de la Ley, puesto que los
destinatarios de las leyes eran unos grupos de personas y unas situaciones muy determinadas. Los
contrastes sociales penetraron en el parlamento y lo transforman en un lugar donde se
enfrentaban intereses sociales contrapuestos. Los partidos políticos también se transformaron, en
estructuras rígidas que luchaban por determinados intereses.

El iusnaturalismo fue relevado por la escuela histórica del derecho. La opinión pública pasó a
considerarse con desprecio como un peligro para la razón. Las grandes masas empezaron a ser
despreciadas. Con ayuda de la teoría de la representatividad se subrayó la autonomía e
independencia del parlamento con respecto a los electores, dado que en un principio no era de
temer una participación inmediata de las clases inferiores en el parlamento, debido a su
dependencia profesional. En un principio los obreros todavía votaron en favor de partidos
liberales, hasta que más tarde pasaron a organizar sus propios movimientos políticos. La nueva
teoría liberal pretendía que el parlamento ya no estuviese sujeto al control permanente de la
opinión pública.

El movimiento liberal se separa del democrático, con el cual se había identificado hasta entonces.
Se pretendía que el público se contentase con la elección de la persona apropiada procedente de
la élite social, dejando en manos de ésta todas las decisiones prácticas. Más tarde incluso se
pretendió que el Estado había de ser fuerte, que fuese capaz de defender los intereses de los
empresarios no sólo frente a las exigencias de los obreros en el interior, sino también mediante la
apertura de nuevos mercados en el exterior.

Todos estos cambios de rumbo del liberalismo significan una manifiesta renuncia a los principios
democráticos por los que la burguesía había luchado antaño en su propio interés, pero cuya
extensión a las masas obreras no querían admitir.

A partir de los años ochenta del siglo pasado se formó una estructura estatal y social
externamente caracterizada por la renuncia al libre comercio y por el incremento de la
intervención estatal en el campo económico, la cual todavía mostraba ciertos elementos liberales,
pero que en conjunto ya construía una fase de transición hacia sistemas de dominación
cualitativamente nuevos.

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