TERAPEUTAS - otro enfoque
Terapeutas
Otro enfoque
LA SABIDURIA QUE CURA
Estamos en una época en donde
parece que hemos descubierto la
importancia de un gran colecti-
vo al que me referiré como “los
terapeutas”.
¿Qué es un terapeuta? Conoce-
mos las diferentes etimologías
que giran en torno a los verbos
“servir” y “curar” y ciertamen-
te es suficiente para definir al
terapeuta como “el que sirve” y
“el que cuida”; noble servicio y
noble tarea que implica compe-
tencias medicas o psicológicas, y
también cualidades del corazón
y de la consciencia. Pero también
olvidamos un elemento impor-
tante de la etimología misma del
nombre “terapeuta”: Théos, la re-
ferencia a Dios. Se trataría enton-
ces de “servir a Dios” y de “cuidar
a Dios”, etimología inaudita y tal
vez inaceptable para la mayoría
de nuestros contemporáneos.
Es sabido que la palabra Dios
viene del latín dies, que quiere
decir el “día”, la luz; tomado en
ese sentido el terapeuta es el que
estaría al servicio de la luz para
si mismo y para los otros, el que
cuida la luz que se encuentra
en el corazón de todos los seres. En un ser, cuidar al Théos, es de-
“El Señor mora en el corazón de volverle su capacidad de visión,
todos los seres” dice la Bhagavad de contemplación, devolverle “la
Gîtâ. El cuerpo que cuidamos consciencia de ser el Ser”.
es lo que la Vida nos muestra de
Los terapeutas aprenden a ver
ella misma y a la vez permanece
claro, dice un texto de Filón. La
velada; podemos ver sus “efectos”
palabra “a-teo” viene de la misma
pero a Ella en sí no podemos ver-
etimología, y literalmente quiere
la. La más mínima atención, el
decir “sin visión” (a-théos) “no ver
más mínimo cuidado que conce-
claro”. El ateísmo para los Anti-
demos a la mas ínfima realidad,
guos no era una opción más o
en definitiva, es a la Vida infinita
menos razonada a escoger contra
misma a quien se lo damos. Para
tal o cual representación de lo
mas precisión, la palabra griega
Indecible, de lo que llamamos
que encontramos en la etimo-
“Dios”. El ateísmo es una “enfer-
logía de Therapeutès es Théos,
medad de los ojos”, pérdida de
y no se traduce adecuadamen-
visión y de esa “consciencia” que
te con el Deus latino de donde
es la salud del ser humano. En
proviene nuestra palabra “Dios”.
esa época no se vanagloriaba de
Encontramos esta etimología en
ser ateo, mas bien se apenaba de
otra importante palabra griega:
serlo, como de una enfermedad,
theoría, que se ha traducido muy
o de un sufrimiento. Se trata de
malamente por “teoría” cuya
una perdida de consciencia de
palabra hoy tiene un significado
la Invisible luz en todo lo visi-
muy diferente al que le otorgaba,
ble. No ver la invisible Vida en el
por ejemplo, los terapeutas de
corazón de toda vida, la Vida im-
Alejandría, Platón y los antiguos
palpable en el corazón de todo lo
griegos. Para ellos significaba “vi-
que tocas, la silenciosa Vida que
sión” o “contemplación”. El Théos
resuena en el hueco de todos los
griego no solo es “luz”, también
ruidos del mundo. Es el “olvido
es “visión”, contemplación de la
del Ser”, de tu propio Ser.
luz, consciencia de lo Invisible.
Carl Jung en su obra Modern
Man in Search of a Soul dice:
“Entre todos mis pacientes que se
hallan en la segunda mitad de su
vida – es decir que tenga alrede-
dor de 35 años – no hay ni uno
solo cuyo problema no proceda
de afrontar la vida sin una visión
religiosa. Sin duda, todos ellos
han enfermado al haber perdido
lo que las religiones de cualquier
época han ofrecido a sus seguido-
res, y ninguno de los que no recu-
peraron su visión religiosa ha
conseguido en realidad curarse”.
En las tradiciones orientales se
dice que a-vidya, la ignorancia es
fuente de todos los males, sean
físicos, psíquicos o cósmicos.
A-vidya quiere decir exactamente
lo mismo que a-théos, “ausencia
de visión”; la ignorancia no solo
es falta de saber sino desconoci-
miento del Ser que nos hace ser.
Cuando volvemos a reencontra-
mos en intimidad con nuestro
Ser interior, nuestro Ser esencial
(escribo Ser con mayúscula en
un intento de “diferenciarlo”
del personaje que en general
las personas creen que son en
exclusividad), nos damos cuenta
que nosotros mismos somos ese
mismo Ser. Cuando en un mo-
mento de la vida y por el motivo
que sea, empiezo a considerar
seriamente que en el fondo de mí
mismo soy otro del que creo ser,
la puerta del misterio empieza a
abrirse. Nosotros mismos somos
ese misterio en nuestro Ser esen-
cial, ya que es la manera en que
la Vida divina vive en nosotros y
en todas las cosas y que tiende
a tomar forma en el mundo a
través de nosotros. El Ser esen-
cial no es una simple idea, o un
simple objeto en el que hay que
creer. Tampoco es el producto
de una imaginación piadosa. Es
el contenido de una experiencia
que tiene carácter de revelación.
Cuando los antiguos Terapeutas
o los sabios de la India hablan de
los ateos o de los ignorantes, no
es por desprecio ni para juzgarlos
y condenarlos, sino para invi-
tarles a que hagan un paso más,
un paso más allá de sus repre-
sentaciones, de las imágenes
que se forman de ellos mismos y
del mundo. Pero también nada
pueden hacer para los que se
complacen en la ignorancia y que
se niegan a salir de ella creyendo
que su situación, al contrario,
es la más gran lucidez y el más
alto conocimiento. Reconocer el
propio ateísmo es el primer paso
hacia Dios,hacia nuesro vedadero
ser. Saber que nada se sabe es el
inicio de la sabiduría. Y tal vez
también el final, pero hace falta
no confundir estúpida ignorancia
y “docta ignorancia”, el silencio
de quien no tiene nada que decir,
del que piensa que ya ha hablado
bastante. Es preciso distinguir al
ateísmo del ignorante, del ateís-
mo del místico que no cree en un
dios, pero que adhiere a Dios más
allá de los dioses…
FJG
LA SABIDURIA QUE CURA