Вы находитесь на странице: 1из 253

LOS

CAMINOS
DE LOS
RÍOS

LUCAS COYOTE
Ningún derecho reservado
El conocimiento es libre y se colectiviza
en todas sus representaciones.
Copia, piratea y difunde
Editado por unxs seres en un no-lugar de la no-realidad
LOS
CAMINOS
DE LOS
RÍOS
I
Del monte al mar
N
-Hey, hey, mírame,
mírame a los ojos cuando te hablo,
todo se acabó,
no necesitamos de nada más,
nuestro ciclo se ha completado,
observa lo que viene…

En ese minuto,
no pude más que asentir a todo lo que me decía,
yo solo lo miraba;
lo miraba porque lo encontraba muy guapo
y además me había enseñado demasiadas cosas
que en este momento
aprecio mucho que él me las enseñara.
No le guardo rencor,
es más,
ahora lo miro con cierta admiración,
pero una muy distinta a la que sentía yo
en esos años.

La verdad es,
que todo ha cambiado,
las estaciones de metro,
los paraderos olvidados,
los llantos en las calles,
el fuego en los cigarrillos,
las llaves en los bolsillos,
todo eternamente revolviéndose
en este azardestino,
como una megalicuadora
simulando el movimiento del big bang,
girando y girando,
eternamente desaparecimos.

S
Solía salir a hacer ejercicios de mañana alrededor del
barrio, con lo del cambio climático y las industrias
comestibles ya uno no se puede sentir seguro de hacer
lo que siempre ha hecho, usted me entiende,
cotidianamente.

Luego de haber trotado 1 kilómetro y medio,


me quede absorto por la vista que me entregaba
esa mañana en particular,
los colores se mezclaban entre sí, verde y azul,
mostrándome toda la gama que existía
entre medio de ellos.
Empecé a sentirme mal de repente, como un leve
mareo y nauseas, pero muy suaves,
atacado por el pánico me senté en el pasto,
bebí un poco de agua y me mojé el rostro,
luego de secarme la cara con la polera, observé
un objeto de extraño tamaño, envuelto por un papel
decomural, me acerqué lentamente a la orilla de la
laguna, en la cual usualmente se bañan las personas.
Cada año mueren más o menos seis personas
ahogadas, usted debe saberlo, dos de ellas nunca
se encuentra el cuerpo.

Lo que me sorprendió es que este bulto se encontraba


en las orillas, no tocaba el agua, ni tampoco el agua
lo tocaba a él, pero aun así el bulto se mostraba con
claras muestras de hongos provocados
por la humedad.

Me acerqué al objeto desconocido, y con un palo fui


lentamente moviendo el papel decomural,
entreabriendo una herida que me mostrara
el misterio, cuando termino por abrir todo el paquete,
no me pudieron sostener mis preciadas piernas y
caí retumbándome en el suelo, no sé cuánto tiempo
pasó, pero ustedes me despertaron y me dijeron que
les contara todo lo que recordaba, fue ahí que vi por
primera vez el cadáver, separado de cada una de sus
extremidades, como un experimento de vivisección
o como las numerosas ejecuciones coloniales en las
cuales se amarraban los miembros del cuerpo a unos
caballos que iban desmembrando el cuerpo
lentamente. Túpac Amaru fue una víctima de ellas.

El cuerpo mostraba una putrefacción avanzada,


los hongos y parásitos habían colonizado ya en un
60% casi todas las partes del cuerpo, mostrando todo
ese reino misterioso y viscoso
que tanto nos hace tiritar, vaya poder que tienen.
Es todo lo que sé.
O
La maldad me corroe siempre el cuerpo,
me gusta cómo se siente, son como pequeños
gusanos que van comiéndose tu cuerpo,
creando huevos para colonizar tu interior.
Lástima que ya sea tarde, lástima que haya solo sol en
estos días en donde la mente se me nubla a diario y
no sé las cosas que hago y no sé las cosas que oigo y
no sé las cosas que provoco.

La voluntad siempre ha sido una herramienta mágica


que nos ayuda a obtener el deseo por medio de
nuestras propias manos, los símbolos antiguos nos
han demostrado que es así, al igual que tener cuidado
con nuestra palabra, ya sea en la realidad como en el
instante imaginario, la palabra poseerá siempre un
tinte autoritario.

Pero, ya es muy tarde, dejé todo lo que pude dentro


de una mochila y me puse viajar.

Alejarse del pasado, nadie comprenderá realmente lo


que pasó, se llevan meses planeando sobre teorías sin
sentido, yo ya estuve metido en eso,
demasiadas masturbaciones mentales con lo mismo.
Luego del sexto viaje llegue a una aldea perdida en la
selva. En ese momento no sabía en qué país estaba, o
si las países habían desaparecido.
Cuando uno viaja, se pueden desatar las mil y un
apocalipsis, pero el viajero va alejándose de los
randes corazones industriales llamados urbes o
ciudades, y es ahí donde te das cuenta que todo lo que
tiene que pasar, pasa en las urbes, al alejarse de ellas
entras en otro espacio tiempo, más lento,
más lumínico, más tranquilo.

Entonces me pierdo, cuando llegué a aquella aldea


me percaté de algunas observaciones que
me sorprendieron, lo primero fue que no existieran
vehículos motorizados.

“Esos,
los maneja el diablo,
son la muerte con ruedas.”
Me dijo un niño que se cruzó en mi camino.

El pueblo era tan pequeño que todos se movían a


pie,las grandes mercancías o lo necesario exterior,
se conseguía a través de una carretilla que la llevaban
dos caballos, uno blanco y una yegua negra.
El conductor pasaba casa por casa, preguntando qué
necesitaban del mundo exterior y él los anotaba en un
pergamino que guardaba cuidadosamente en un
bolsillo que rozaba su pecho (la parte de su corazón).

Viajaba a otro pueblo que quedaba a unas dos horas a


caballo, y ahí compraba todo lo que le habían
pedido, nunca volvía demasiado cargado, es más, ex-
istían meses en los cuales, él no viajaba, porque nadie
necesitaba nada de afuera. Estuve trabajando y
viviendo allí alrededor de cinco meses,
me desempañaba en diversos oficios,
el primero fue el de cosechador de trigo.

El núcleo central del pueblo era la producción de pan,


para ellos ese alimento consistía en algo sagrado,
una mezcla tan meticulosa, que tenían mucho cuidado
con cada uno de sus ingredientes para elaborar el
alimento perfecto, para abastecer luego
a la comunidad.

Estuve allí unos tres meses, luego me desempeñé


como ayudante de varios comerciantes.
Al tercer mes comencé a notar algo extraño,
por las noches se escuchaban unos aullidos
que provenían de los pastizales que se encontraban
en las afueras de aquel pueblo. Otras noches,
nos despertaban a todos con una sirena para apagar el
fuego que consumía el trigo, nadie sabía cómo eran
provocados los incendios, pero de algo sí estaban
seguros, todos ellos fueron provocados
por alguna fuerza.

Primero los aullidos, luego los incendios,


la última señal fue la más devastadora de todas.
Un día me percaté que un grupo mayoritario de
personas comenzaron a erigir una figura gigantesca
en los pastizales.
“Es un sacrificio para los dioses,
las cosechas se han podrido
y las quemas en los pastizales
han afectado a nuestro principal alimento,
por lo tanto afecta a toda nuestra comunidad.”
Me contó en una conversación acelerada
uno de mis jefes,
al cual yo ayudaba a vender verduras.

“Las niñas y los niños han tenido sueños terribles,


en los cuales
llegan bestias a la aldea y destruyen todo”.
Con esto, terminó nuestro diálogo, quedé pensativo.

En toda mi estadía no consumí nada de pan, dada mi


condición de celiaco, que me impide la ingestión de
cualquier producto proveniente del trigo.

Al tercer día, la figura terminó de construirse,


la estatua era la de un búho que me hizo acordar a los
rituales masónicos que se perpetraban en los lugares
más recónditos del mundo, en el cual los miembros
erigían una estatua de un búho que luego era
incinerada mientras debajo de sus pies una pareja
copulaba generando ese acto mágico que es el
acto erógeno.

Los masones quemaban la figura del búho en función


de entregar un mensaje, el búho era el símbolo de la
sabiduría, según ellos era el ave que se posaba en
los hombros de Minerva, quien observaba todo lo
acontecido, como el testigo que pasa desapercibo,
como el conocimiento que traiciona al ser humano.

Algo similar me dijeron los habitantes de la aldea,


solo que existía una diferencia, ellos repudiaban el
conocimiento de la razón,
ese era el símbolo del búho.

“La razón es como un búho,


ulula por las noches
ahuyentando a cualquier pasante,
por culpa del conocimiento
y las ansias que tenemos del,
hemos caído en la miseria.”
Me susurró una niña
que se encontraba jugando en la calle,
a la cual le pregunté el porqué de la figura del búho.

Aquella noche mientras yo intentaba dormir en aquel


corral, escuché a los habitantes de la aldea cantar y
aplaudir, pero los aplausos no eran los dirigidos al
agradecimiento de un espectáculo, sino que eran
usados como instrumentos para demarcar los límites,
cambiaban constantemente el tiempo y el compás de
los aplausos, tac tac tac, tactactactac,
tac plam tactac.

Al mirarlos por aquella herida que presentaba la


madera, pude observar todo el ritual que los aldeanos
hacían, cambiaban de posiciones,
generaban símbolos en el suelo al caminar
en direcciones repetitivas, como si fueran trazando
líneas imaginarias en el suelo, cantaban, aplaudían,
giraban sobre su eje, durante horas.

El ritual duró un poco más allá de cinco horas,


hasta que salieran los primeros rayos del Sol,
fue ahí que se escondieron, cada uno a su guarida,
cada uno a sus trazos de protección.
De la estatua sólo quedaban cenizas, el insomnio me
había pasado la cuenta y me encontraba hace horas
viendo el paisaje: la estatua consumida, las brasas
destelleantes, las piedras apardeadas,
los árboles guerrerros y danzantes,
la luz como la niebla enceguecedora.

Seguí mi rutina normal como si nada hubiera


sucedido, no podía digerir lo que había visto y estuve
atormentado los días venideros, ya que en mis sueños
se repetían una y otra vez las imágenes
que lamentablemente se presentaron frente a mi
voluntad. Aunque lo peor, paso justo 7 días después
de lo ocurrido, eran alrededor de las siete de la tarde,
maldita casualidad, unas nubes negras comenzaban
acercarse al valle a una velocidad de reptil,
acariciando las montañas con su estela nublinesca,
el reloj de la única iglesia sonó e hizo tronar
las campanas siete veces para indicar el tiempo
transcurrido limitado y ejecutado, siete campanas,
silencio absoluto, tres destellos me enceguecen.
-¿Qué paso?..-
Pregunté rápidamente
a la persona que caminaba frente a mí.

-Las cuatro trompetas.-


Me respondió sujetándome,
debido a que me había desvanecido
por culpa de los destellos.

Cuando en un momento se escucha un rugido


proveniente de la tormenta y los rayos
que comenzaron a retumbar por todo el valle,
fue como escuchar que el cielo crujía,
o que se había rompío el árbol del conocimiento.
Sonaron las sirenas, la gente comenzó a gritar y
aferrarse unas a otras, pidiendo ayuda,
pidiendo socorro, yo sólo atiné a resguardarme en
una casa que yacía abandonada en las orillas
del camino abismante.

Los rayos comenzaron a devorarse todo el lugar,


no dejaban espacio para el sonido cotidiano, el sonido
de nosotros, robaban a cada segundo los sonidos del
ambiente, se hacían notar, no sé si me entiende.
Varios rayos cayeron en árboles específicos, los siete
árboles sagrados que tenían en la comunidad
a los cuales les rendían pleitesía, según su día de
nacimiento, los árboles se encendieron con rapidez,
la iglesia del lugar también resultó incendiada
por los rayos.
El último rayo de la tormenta cayó sobre el sacerdote
del lugar, se despedazó y explotó arriba de su hogar,
en el tejado. Se encontraba allí con su habitual traje
usado en sus procesiones, una capa gris que cubría
todo su cuerpo y treintaycuatro crucifijos que pendían
de su cuello. Se encontraba en el tejado declamando
las oraciones de la comunidad mientras tiraba
semillas de trigo por los aires y con la otra
sostenía el Evangelio, al impactarle el trueno,
se dinamitó en el tiempo y el espacio,
cayó repartido por todo el lugar.

Después de aquel rayo, la tormenta siguió su


transcurso, cuando apareció el Sol los aldeanos
se lamentaban, aullaban por todo el lugar. Los días
venideros fueron un parto, un desastre que
consagraba el nuevo presente en el cual yo me sentía
desentendido, intentaba ayudar en lo que podía, pero
la miseria se apoderó rápidamente de la aldea,
duré un mes y me fui, estuve un par de años viajando
hasta que me cansé, lamentablemente tuve que volver
al nido que se destruye con los años al no cuidarlo,
han sido días difíciles, es que la modernidad ya no
puede sostenerse en pie,
borracha por el desarrollo tecnológico de las cosas,
el mercado visualizado como monedas
que nos impiden ver, una en cada ojo,
los nuevos lentes modernos,
los mismos alaridos desde hace siglos,
naveguen los Ulises, aplaudan los Quijotes.
T
¿Se acuerdan del Caso Spiniak?
Ese millonario,
dueño del gimnasio más moderno de América Latina,
ingeniero de la PUC,
amigo de Jaime Guzmán
y toda esa secta que hoy en día se llama
Unión Demócrata Independiente.

Claudio Spiniak Vilensky,


doblemente judío,
acusado por consolidar una red de pedofilia
que recogía niños de la calle
para ser violados por él y recibir
el elixir de la juventud,
a través de su ano,
nuestro órgano excretador,
sus prácticas sexuales son del todo ritualistas,
pero investidas de una maldad
que puede ser observada a kilómetros.

Spiniak no fue nada un empresario


con gustos sexuales “raros”,
como decían sus vecinos,
él era un sacerdote de la Cábala Judía,
establecía relaciones mágicas
con sus súbditos a través de un imán
que los hacía sucumbir
frente a una dominación mental,
este instrumento era el dinero,
nuestro mayor jefe.

Spiniak se dio cuenta


que cualquier ser humano va caer frente al dinero,
es el elemento de la dominación por excelencia,
ese demonio que te devora
tan solo con mirarte a lo ojos.

Les entregaba a todos cien mil pesos


por cada cosa que les obligara que hicieran.
Vomitarle en la cara,
insultarle,
cagarle encima de su cuerpo y de su rostro,
penetrarlo con agresividad,
mientras se encontraba sumido,
esposado, y con una máscara de hierro,
la misma que uso DiCaprio
en esa película de la Inquisición.

Sé que ahora me ven como si fuera un loco,


pero si ustedes se dieran la paja de leer
sobre la Cábala Judía, me entenderían.
Allí bien se nos muestra la sumisión
como una vasija principal
dentro del rayo creador.
Como me decía un profesor,
la Cábala Judía son letras y números, solo eso.
Si encuentras esos dos símbolos,
es porque está andando la máquina cabalista,
echando andar sus engranajes,
aceitándose sola,
dándose placer,
la sexualidad es sumisión,
sumisión de fuerzas,
lucha constante de placer,
la guerra más exquisita,
las más sensual,
he aquí
el primer acto mágico fundante del planeta Tierra.

T
Íbamos con regularidad a esa casita que quedaba
cerca de la Plaza de la Droga, como le decían mis
inspectores de la escuela, solíamos ir allí a fumar una
que otra cosa, pero estos se pasaban la película de
Coppola y nos seguían, se creían detectives o no sé
qué. Pero bueno, hacían buenas tocatas, se apiñaba
harta gente, la alegría y la constante bohemia hacía
del lugar algo que rompía con la cotidianeidad.

Ese día nos derretíamos en la escalera, ese lugar que


esta entremedio de la ruptura del espacio, entre el
primer y el segundo piso, el lugar de los jubilados,
abajo se apiñan los verdaderos catalizadores de la
experiencia, nosotros acá arriba solo observamos, y
acompañamos con nuestros movimientos de cabezas
penduleantes. Apenas se inicia el momento de evocar
nuevas energías se arma todo un ritual que asemeja
a la creación del universo, un constante devenir de
fuerzas que evocando el caos de la creación, entre
todas y todos se golpean al ritmo de los canalizadores
musicalizantes que van marcando la vibración con
cada uno de sus movimientos.

Nosotros sorprendidos nos abstraemos de aquel


trance colectivo. En un momento, un participante de
la experiencia extática cae al suelo, los ojos abiertos,
mirando a la nada, todos lo rodean, murmura algo,
pero nadie puede oírlo. La música sigue sonando
estrepitosamente, las luces relampaguean en todo el
lugar, los músicos se detienen, todos arman un círculo
alrededor de la persona. Esta última, sigue mirando
el techo, convulsiona con movimientos lentos, pero
repetitivos, como si tuviera una fuerza incontrolable
dentro de ella. Aparece un personaje detrás de
nosotros, bajando por las escaleras, esquivando
a todos los derretidos que nos encontrábamos en ella,
un personaje dotado de cierta oscuridad con la mirada
centrada en un objetivo.

Al llegar al primer piso, saca una frazada de una gran


capa que ocupaba, envuelve a la persona, se queda
ahí en el suelo, como imitando La Pietá de Miguel
Ángel, mirando el cuerpo abatido, dándole cobijo,
sucumbiendo ante el último respiro, mirando a
sus ojos que se encontraban desfasados.

Esa era la única diferencia con la escultura, estas dos


personas se observaban a los ojos, como queriendo
ser devorados por el instante. El sujeto que envolvía a
la criatura, nos mira a todos, como queriendo
decirnos algo, abre su boca y en ese instante
se corta la luz.

Se escuchan risas, gritos, pifean; se demoran


alrededor de dos minutos en establecer de nuevo la
luz, cuando se prende no hay rastros de las esculturas
andantes, no hay Cristo muerto, no hay María
consoladora, no queda nadie y me despiertan.
Un sujeto con aire templado, estoy solo, crucificado
en la escalera.

-Compa, ya se fueron todos,


y tenemos que cerrar para irnos a dormir.
Me dice el hombre despertador.

Me pongo de pie, no entiendo nada, bajo los ocho


peldaños que me faltaban para ponerme en contacto
con el primer piso, me dirijo a la salida,
abro la inmensa puerta de dos metros y medio, pesada
como ella sola, me deslumbra la luz de la mañana,
me enceguece, pestañeo para reconocer los cuerpos,
los objetos, la realidad misma y me pongo a caminar.

Era una mañana entera fría, los huesos me dolían,


trataba de recomponer la imagen de aquella noche,
falsos pasos en dirección a la revelación.
No había nadie en las calles, solo la gente que ordena
el desastre ajeno, barriendo las eternas latas
que aparecen en las calles
como si hubiera llovido
cerveza enlatada toda la noche,
la miseria del personaje moderno.

φ
Sé que no se entiende nada,
yo tampoco entiendo mucho lo que está pasando.
Las vísceras y las cosas
dejaron de tener sentido y la oscuridad
anhela vendarnos los ojos.
Comenzamos a percibir aquellos temblores,
entre medio suena el siseo de la serpiente.
Atrapados en la ciudad,
encerrados nos encontramos,
los helicópteros aúllan por todo el lugar,
van cortando al viento,
van cortando al sonido,
van cortando los movimientos,
todo está empeorando,
todo está empeorando.

A
¿Que qué recuerdo? Bueno pues,
fue hace harto tiempo, un estético del arte,
con Doctorado en Estética mención en Oleos sobre
telas, nada de weás, era un hombre serio, alto flaco
moreno de pelo corto, con lentes y de mirada per-
dida, como la mayoría de los intelectuales. Debería
haber tenido unos cuarenta años y hacía clases en una
reconocida Universidad de esta cagá de país. Yo era
un alumno suyo, o sea en realidad, asistía a sus
clases de filosofía moderna y contemporánea, era algo
histriónico y algo afeminado aspecto que me gustaba
bastante.

Sabía hablar francés, alemán e inglés con una fluidez


envidiable. Lo extraño comenzó, cuando solía verlo
en las afueras de la Facultad fumando como
condenado, hasta donde yo sabía, él no fumaba, eso
fue lo que me llamo la atención, y su rostro, un rostro
asustado, nervioso, pestañeante. Luego comenzaron
los asesinatos y los robos de pinturas.

MUERE MAGNATE ABC1


COLLECIONISTA DE GRANDES
OBRAS DE ARTE

Eso decían los periódicos de dos gambas, de letras


grandes y amarillas, lo habían liquidado de varias
puñaladas hechas con diferentes espátulas para pintar,
luego de cada puñalada, el asesino iba rellenando los
orificios con oleos, el cuerpo se presentaba en medio
de un living, encima de la mesa de centro, solo con
pantalones, ocho agujeros, todos de diferentes
colores, rojo, verde, azul, morado, calipso, naranja,
amarillo y burdeo. Se robaron cuatro pinturas de su
hogar, cada una avaluada en medio millón de pesos,
todas de Valenzuela Llanos.
Los días pasaron y yo seguía asistiendo a las clases de
este profesor y un día llegó alborotado y nos dijo que
esta clase sería express, encendió el proyector y nos
mostró una pintura de Caravaggio, “La Crucifixión
de San Pedro”, nos comenzaba a interpelar a todos,
preguntándonos que veíamos en el cuadro.

Nadie le respondía, debido a que su interpelación era


demasiado violenta, en un instante hasta pateó una
silla porque nadie le respondía. Todos nos asustamos
por el estruendo que provocó el golpe de la silla,
nos miró a todos y nos dijo:

“Observen los rostros, ¿qué le dicen los rostros?


Los de los captores nada,
Caravaggio los omite,
excepto el atador de pies,
que nos muestra un ceño fruncido
en el cuál si nos quedamos observando
por un par de horas nos daremos cuenta
que es un rostro de pena, de dolor,
de incomprensión.
Los otros dos captores
no quieren mostrar sus rostros,
se ocultan de la cámara imaginaria
que va tomando fotos,
como los periodistas inútiles
de la modernidad.
Observemos la cara de San Pedro,
está en pánico, pero con cierta calma,
no quiere mirarnos a los ojos,
porque sabe que no podemos ayudarlo,
está encerrado hace siglos
en aquella pintura,
podríamos rajar mil veces aquel lienzo
para salvar a San Pedro,
pero no saldría nada de allí.
Van levantándolo y para los que no recuerdan,
San Pedro sabía que iba a ser crucificado
y le dijo a sus captores que él
no quería morir de la misma forma que su salvador,
porque él no había salvado a nadie.
Fue ahí que lo invirtieron y lo crucificaron
de pies a cabeza, luego encendieron la pira
y San Pedro se quemó por completo,
dejando sus rastros y sus polvos
que se lo llevara el viento
que lo iba consumiendo,
avivando ese fuego resplandeciente.
San Pedro fue el primero de los apóstoles,
aun así no se sentía digno de ser cristiano,
era una persona oscura, hermética,
Jesús siempre supo que algo escondía.”

Fue todo lo que dijo,


nos dio las gracias y terminó la clase.

Al otro día en el barrio de San Carlos de Apoquindo


se encontró en el living de una inmensa casa, cuatro
cuerpos muertos, los cuatro crucificados en cada una
de las paredes, los cuatro crucificados al revés,
tal cual como lo mostraba Caravaggio en sus pinturas,
fue ahí que empecé a dudar de él. Pero, ya de nada
servía, dejó de hacer clases en aquella universidad,
deje de verlo cotidianamente. Hasta que una mañana
encendí el televisor y en un matinal estaban
cubriendo la nota del asesino de pinturas que yacía
muerto en los pies de un edificio de veinticuatro
pisos, se había lanzado desde el piso veintidós,
abrazando dos lienzos, uno en cada brazo,
“El origen de la vida” de Gustave Courbet y
“Muerte y vida” de Gustav Klimt.
Los dos Gustavos, pensé.

Entrevistaron a su familia, entrevistaron a sus amigos,


entrevistaron a cualquier persona que podía dar
atisbos de su realidad intima. Su familia, vivía en un
pueblo del sur del mundo, la madre era la única
pastelera del pueblo y vivía rodeada de trabajo, al ser
la única pastelera, debía crear los símbolos de la
longevidad y la celebración a todas las personas de
aquel pueblo. Ella no lo veía hace años, se carteaban
cada par de meses que pasaban, ella se pasaba todo el
día amasando y decorando pasteles, no tenía tiempo
para hacer muchas cosas, el cumplimiento de años
demanda un tiempo atroz, les decía a los periodistas;
después de tantos años decorando los templos de
azúcar, me doy cuenta que ya no disfruto del pasar de
los años; reflexiona mirando a la cámara.

Sus amigos, decían que era una persona excepcion-


al, que habíamos perdido al mejor crítico de arte que
haya existido en esta angosta franja de tierra,
él poseía un don desde su nacimiento, al acercarse a
los lienzos él comenzaba a percibir diversas
vibraciones que emanaban de la pintura, le llegaban
imágenes del momento en que la pintura estaba
siendo creada, el momento exacto de la creación.
Podía identificar desde el primer trazo del artista
hasta la desesperación voraz que sentía el autor en
aquel momento.

Uno de sus amigos dijo:

“Por eso lo hacía,


él percibía las pinturas como ningún otro,
él sabía que las pinturas
no querían ser exhibidas allí,
en un penthouse de algún burgués
que le mostraba la pintura a sus invitados
como quien muestra su pene a los demás
para llamar la atención del espectador,
lo hacía por venganza del mismo artista.”
Sentenció aquel muchacho,
mientras derramaba las eternas lágrimas
frente a la cámara televisiva.

R
Weón, el otro día me pasó una wea entera brígida,
cachai que iba pa la playa del Zafiro porque hacía un
día entero nítido, había despertao mirando el cielo
rodeado de nubes negras, bajo el roble milenario de la
Santa Sofía, pasaron como dos horas y las nubes
negras se difuminaron en el paisaje, el Sol parecía
ahuyentarlas con su luz y dije:
hay que puro ir a la playa.

Asique, llegue y me eché en la arena mirando el Sol,


al cerrar mis ojos podía sentir cada rayo vivificador
que me daba aquel astro para poder reanimar mi día,
igual el viento se hacía notar formando pequeños
huracanes en la arena, que duraban solo unos
segundos, para demostrarnos su forma, el espiral
infinito, el toroide invisible.
Unas gaviotas se comenzaron a apiñar de repente y
emitir sonidos entre ellas, comunicándose
un mismo mensaje, se movían en masa mostrando
una gran forma entera que se meneaba en el
ambiente, flotando en el aire, luego se volvían a
dividir y hacían círculos en el aire, cuando en un
minuto, las gaviotas comenzaron a volar a gran altura
y construían entre ellas unos símbolos,
pude anotarlos, cacha:
M
M
M
M
M
M

Ese, fue el primero, tenís que trazar las líneas a


medida que lo mirís a una distancia prudente.
Luego comenzaron a hacer otro:

M
MMM
M
M

Después hicieron el tercer símbolo, que era algo así:

M
MM
MMM

Luego de ese símbolo, emitieron diversos mensajes,


volaron un par de minutos y se fueron, como si algo
las hubiera ahuyentado. Tal suceso me dejó con la
piel de gallina, tan así que tuve que empelotarme y
sumergirme en el mar, solo para despabilar la mente.
Estar más despierto, la falta de sueño, ya sabís vó.

Me salí rápidamente, me puse mi ropa y me eché en


la arena a esperar a secarme. El sol seguía allí, y se
iba a quedar ahí todo el día, se habían ido
completamente todo rastro de nubes en el cielo,
totalmente despejado, cuando en un momento,
comienzo a sentirme rodeado de arena, y de cierta
manera hace rato que comenzaba a sentirme
hundío en la arena, no sé si me cachai. Era como
sumergirme en la playa, mi cuerpo comenzaba a
atraerse hacia abajo, como si algo me estuviera
absorbiendo al inframundo.
De la nada me encontraba con medio cuerpo arriba
de la arena, mientras mis pies se encontraban tiesos,
porque estaban atrapados por la arena,
que me presionaba y me presionaba todo el cuerpo,
tragándome. Yo solo intentaba con mis brazos hacer
palanca para poder zafarme, pero la arena era una
fuerza superior a mí, cuando la arena me llegó a las
axilas, yo ya no pude hacer más que gritar, mis brazos
se encontraban atrapados por la arena, erectos hacia
el cielo, como si fueran plantas disfrutando del Sol.

Comencé a gritar, comencé a pedir ayuda, comencé a


agitar los brazos como queriendo ser los monstruosos
molinos de Don Quijote, la arena llegó a mi cuello,
comenzó a entrar en mi boca, me comenzaba a atorar,
tosía arena, me atragantaba, tenía una mezcla
asquerosa de saliva y arena adentro de mi boca que
me impedía respirar, la arena entraba en mis narices,
creí desmayarme por falta de aire, de repente me
siento caer y caer sin rumbo, la arena me dirigía, yo
solo me encontraba ahogado, siendo penetrao por la
arena, en un momento caigo a una pieza oscura,
vomité y escupí toda la arena que se encontraba en mi
interior, aun así sentía los restos, esa maldita arena se
escabulle silenciosamente.

Me dirigí a ningún lado, porque no podía ver por la


arena que estaba en mis ojos, comencé a tantear con
las manos, con los pies, con los codos, con cualquier
parte del cuerpo, percibir el ambiente exterior, solo
sentía metal, metal y metal, un frío metal,
que rodeaba todas las paredes, hasta que encontré una
estructura pequeña, con forma redonda parecida a una
chapa, la giré y sentí la luz del Sol, como una energía
invisible que me envolvía entregándome alivio,
fue tan placentero, sentir el Sol, sentir el viento,
sentir el mar, sentir las gaviotas,
sentir que el cascarón se ha quebrao,
sentir cómo se va secando la placenta que te cubre.

M
¿Un suceso que haya cambiado mi vida?
Pues, me desempeñaba hace años como historiador,
un historiador de la cultura, de las miles de conductas
que se van separando en diversos grupos, repitiendo
constantemente “lo que nos hace sentido” y
“dotando de sentido nuestro cotidiano mundo”.

En aquella rama de la historia cultural existen


numerosos historiadores, todos diferentes entre sí,
todos mañosos: Están los que hacen la historia de la
cultura aristocrática que generan constantemente
grupos de estudios acerca de la vida privada de la
elite a través de sus decorosos y sufridos diarios de
vida que dejaron acumulando polvo en sus inmensas
casas pérdidas por los barrios de Santiago, asisten
regularmente a congresos en universidades privadas
(la mayoría financiado por capitales extranjeros y
hasta militares) en los cuales proponen nuevos
métodos para seguir histografiando esa excéntrica
forma de vivir y pensar el mundo como lo hacían los
Cousiño o los Amunátegui, alucinando con las
entradas de sus inmensas mansiones, observando el
gran vitral ovalado de la entrada del hogar,
los escudos familiares repletos de símbolos masones,
los relojes de bolsillo, los coloridos abanicos.

Luego, están los historiadores de la cultura popular,


empapados de marxismo derrotado, queriendo
rescatar las costumbres del mismísimo pueblo; visten
igualmente, todos de terno, ojalá con una prenda roja
(si combinan con otra negra, mucho mejor)
beben vino en sus congresos en los cuales participan
un sinfín de conglomerados políticos de los obreros,
para los obreros y por los obreros (la cuarta y la
quinta internacional, la intergaláctica también, pero
en algunas ocasiones cuando aparece, suelen pelear
demasiado con las otras internacionales, acusándolas
de sectarias, proletarios de las galaxias, uníos.)

En algunos congresos populares, se derraman


lágrimas de la pura nostalgia, otros se ahogan ebrios y
terminan unos cuatro historiadores cantando
borrachos canciones de algún trovador de la vieja
Cuba, mientras los últimos asistentes se retiran a sus
hogares, y solo en algunos congresos, (sobre todo los
convocados por los trotskistas) llegan los
participantes de las internacionales naufragueantes
de Trotski. Estos seguidores se asimilan a una barra
brava de algún equipo de fútbol profesional, llegan
apiñados, unos cien o doscientos (Dependiendo del
congreso y de los convocantes), arremeten en el
lugar, haciendo uso de tres bombos, algunas bengalas
rojas, entonando las canciones que celebran la teoría
y práctica de los trotskista. Algunos cánticos entona-
dos eran más omenos así:

Somos de la Cuarta
¿Qué cuarta?
Somos de la Cuarta
¿Qué cuarta?
La cuarta internacional
la única y singular
Enfilando con los trabajadores,
eliminando a los explotadores
Para que el trabajador
pueda gobernar.

Era realmente un caos tal fanaticada.

Luego, estaba el grupo en el cual yo formaba parte,


el grupo minoritario, el de las masas silenciadas, allí
nos hacíamos llamar los historiadores de la cultura
del silencio, allí cabían personajes de diversa calaña,
desde la cultura criminal a la cultura transfeminista.

Yo era parte de los que historiábamos a los


criminales, estudiando casos que nunca habían sido
vistos, entre ácaros y rastros de peste bubónica,
hojeábamos los expedientes judiciales haciendo
relucir las voces de los criminales, mostrando cómo
ellos eran capaces de desarrollar un saber para eludir
toda justicia y el mismo sistema de trabajo que
explotaba a los individuos y los sumía en una gran
máquina conductual.

En aquel tiempo, me obsesioné demasiado con el


caso de un psicópata (que le decían El Gato) de 1927
en Valparaíso, culpado por dar muerte a cuarenta y
ocho personas en menos de dos meses.
Todos individuos de la alta sociedad, excepto tres
personas que lo habían descubierto en tres ocasiones
y él tuvo que aniquilarlas para deshacerse del
importunado voyerista. En su juicio, enuncia
numerosas declamaciones que erizan los pelos
de cualquier lector, solo puedo acordarme de una sola
en este momento, que fue la que más me marcó.

Le preguntan el porqué de sus actos,


a los cuales responde de la siguiente manera:

“Señor Juez:
No sé si usted camina por las calles
en donde caminamos nosotros,
los sentenciados por usted.
No sé si usted alguna vez en su vida
se ha visto arrojado a dormir
en más de una ocasión en estas calles
que nos dan un cobijo frio,
que nos deja una estela espesa en nuestros cuerpos.
Yo cuando camino por estas calles,
veo miseria, veo a mis más grandes compañeros
morir de hambre,
de frío, de sueño, de cansancio,
de consuelo y también de esperanzas.
Yo no soy como ustedes los ricos
que podrían extender algunas de sus monedas
a las delgadas manos
de mis camaradas de la calle
que han tenido que hasta lamer botas
para recibir algunas monedas.
Nosotros estamos en la calle,
como una protesta eterna,
en contra de quienes
nos quieren en sus fábricas,
en sus conventillos asquerosos,
bajo un sol de mierda
durante diecisiete horas,
trabajando para comer un pan duro,
tan duro como la vida misma.
Yo preferí Señor Juez,
aniquilar a cualquier individuo de la aristocracia
que nos mira con esa mirada de asco,
de repulsión;
no aguanto,
voy por ahí
estudiándolos,
los sigo a una distancia prudente
y cuando puedo,
en algún callejón,
me abalanzo sobre ellos,
y desembaucho mi querida estocada
numerosas veces
en el frágil pecho del burgués
que se desploma en mis brazos.
No es ningún Cristo
que anhela resucitar al tercer día,
es el maldito Judas
que merodeando detrás de nuestras espaldas,
nos vende en fuerza y cuerpo,
al mejor postor.”

Lo condenaron a quince años en la prisión de


Valparaíso, el psiquiatra que lo observó no
encontró ningún síntoma de alguna enfermedad
severa dentro de su mente, solo un odio entendible
frente a lo que el país pasaba en aquellos tiempos de
miseria.

Luego de los quince años de prisión, lo ahorcaron


en un acto público en la Plaza Montt, al lado de los
grandes estandartes, la sagrada bandera chilena y el
escudo nacional, símbolos de poder, para dar a
entender a los espectadores que esos dos símbolos
estaban sentenciando al cuerpo del acusado.

Lo que cambió mi vida, fue un sueño que tuve el día


antes de la presentación de esta investigación. Mi
sueño parecía de los años veinte, estaba en Valparaíso
y podía observar la miseria de las calles,
gente muriendo alrededor de ellas, niños hurgando
entre la basura, carros tirados a caballo recolectando
los cuerpos de las calles, de repente, un personaje alto
con aspectos gatunos, de casi dos metros de altura,
moreno y de pelo corto, me detiene con ambas manos
en mis hombros y me dice:

-Tú, ¿qué te has creído?,


académico aburguesado,
como si fueras un antropólogo
observando a los indígenas,
como si estuvieras gozando
de un zoológico ambulante.

Yo quedé sin reacción a lo que vino un escupo que él


me tiró en la cara y golpe en el estómago. Con dolor,
y aunque fuera solo un sueño el dolor era lo más real
de éste, comencé a frotarme el estómago para
comenzar a respirar otra vez y recibo otro golpe,
esta vez en el cuello y caigo a los pies del sujeto.

Ahí, en el suelo, mientras lo miro desde


aquella perspectiva que me entregaba el piso,
me mira a los ojos y me doy cuenta que es el criminal
al cual yo estaba histografiando en mi investigación.

-Créeme que lo que menos estás haciendo


en este momento
con tu aburguesada investigación
es una justicia a favor mía,
la justicia es controlada
por las mismas personas de tu clase,
yo ya morí hace rato,
penduleando en aquel patíbulo,
no estuviste hace un siglo atrás
para saltar donde yo estaba siendo ahorcado
por las manos del Estado,
para cortar la soga que me constreñía,
estás un siglo después
haciendo una lucha con los ojos vendados,
leyendo tranquilamente lo que dejó mi expediente,
ciego de mierda.

Fue ahí que me golpeo sin parar en el suelo, hasta que


desperté horrorizado en mi hogar, desnudo en la cama
y sudando como un puerco.
Fue en aquel momento que me di cuenta que mi
labor como historiador de la cultura del crimen era un
laberinto sin salida en el cual al llegar al centro me
encontraría con el gran minotauro que devoraría mi
existencia. Que la única forma de poner en práctica lo
que piensas, es dejar los libros y los lápices para
comenzar a eludir y buscar las salidas traseras de este
sistema de dominación total que se alimenta con
nosotros mismos, con nuestros cuerpos,
al mejor estilo de Metrópolis de Fritz Lang.

Ahora me desempeño en la creación de papel de


billetes, pliegos de 2 metros por 2 metros,
con puros billetes de mil, dos mil y cinco mil pesos
(son los únicos billetes que no revisan
si son falsos o no), el negocio va viento en popa
y si hay tormentas,
nos transformamos en submarinos
y desaparecemos en las cloacas santiaguinas.
E
Eran como las cinco de la madrugada y me dirigía en
bicicleta hacia una casa pérdida en la comuna de
Pedro Aguirre Cerda, nadie estaba en las calles,
el único sonido que había era de algunos ladridos
y el constante chirrido de la cadena oxidada
recorriendo los engranajes de nuestra máquina
ambulante. Al llegar a una esquina veo un puesto de
copiado de llaves al minuto totalmente cerrado, uno
de los cuantos elementos que se encontraban
bloqueando la entrada de aquel puesto era
una mampara de ducha que difuminaba unas luces
que venían desde el interior de aquel kiosco,
cuando en un instante se abre la puerta y sale
un hombre robusto desde unas escaleras subterráneas,
medía más o menos metro y medio y algo más,
con unos lentes oscuros, me hace unas señas,
me detengo.

-“Diríase que tu mirada está llena de bruma;


tus misteriosos ojos
¿azules, grises, verdes?
Alternativamente suaves, soñadores y crueles,
reflejan la indolencia y palidez del cielo.”

Fue lo primero que me dijo, no alcancé a procesar


toda la oración, pero claramente al verme con cara
de no entender la situación, miro hacia abajo, como
avergonzado a sí mismo y murmuró.
-Bah, te confundí con un colega mío
¿Tienes fuego?
….
Gracias,
por si las dudas, el poeta es
Ba-u-de-lai-re,
ná de acentos franceses.
Hasta luego.

Los días pasaron, las semanas también y aquel suceso


se había transformado en un elemento más de las
historias callejeras que abundan en esta capital,
vinieron terremotos, pérdida de alimentos, cesantía
absoluta y tuve que buscar otro lugar donde vivir.

En uno de los numerosos viajes en bicicleta, veía los


edificios y como ellos son el resultado de un proceso
de mierda, llevado a cabo en la dictadura, pura magia
negra, ponerle precio a un suelo y hacerlo reventar
mediante su uso excesivo. ¿No puedes seguir
construyendo a los lados por las vecinas que quieren
morirse en sus casas del siglo pasado?
¡Construye hacia arriba!. Así se erigen, con treinta
pisos, ocho departamentos cada uno y una máquina
productora de dinero. De lejos y sobretodo de
noche, parecen verdaderas cárceles, alimentando de
vida mediante la luz cada habitáculo. Los sujetos
se encuentran encerrados bajo las seis paredes,
observando el centro, totalmente drogados,
observando el presente, porque no queda nada más
de qué conversar.
De la nada veo un cartel de “Se Arrienda” hecho con
una propaganda de un candidato que perdió en las
elecciones pasadas, un facho progresista,
subí al quinto piso, toqué la puerta y me abrió
el mismo hombre que me había topado fuera del
(antro)kiosco de copiado de llaves. Usaba los mismos
lentes, ahí me percaté de que era ciego, porque
inmediatamente después de saludarme e invitarme a
pasar a su departamento se sacó los lentes
mostrándome sus ojos siendo devorados
por los demonios, en forma de capas blancas
que rodeaban sus globos oculares.

-Sabía que eras tú,


como podrás ver soy ciego,
pero no soy un ciego cualquiera.
En realidad, no existen los ciegos cualquiera,
cuando a alguien se le quita un atributo,
se le regala un don,
en un pacto secreto que solamente
saben los que pactan,
a mí se me dio el don de la adivinanza,
aunque no me gusta llamarlo así,
prefiero llamarlo espectro cósmico.
La verdad es que no soy ciego,
no es que vea nada,
no veo lo que tú observas,
la realidad banal,
yo observo las energías,
las fuerzas creadoras y destructoras
danzando frente a mis ojos “enceguecidos”.
Ya sé que estas asustado,
puedo sentir como cambió de color
tu campo cósmico,
no te preocupes,
es más para que me creas,
necesito que me escuches atentamente,
cuando te vayas de acá
quiero que camines
una cuadra a la Cordillera de los Andes
y compres un raspe en la tienda de la Polla,
el raspe tiene que ser “El Caldero de la Bruja”,
sale cien pesos,
raspas el caldero y te ganarás cien lucas,
bueno en realidad ganarás como sesenta
porque la Polla no es nada de weona
y te cobra un impuesto por haber ganado,
maldita masonería.

Al salir del departamento y dirigirme al lugar


indicado, me daba vueltas la cabeza,
creía haberme vuelto loco, pero dije en estos tiempos,
todo puede pasar y me pasó, me gane la plata,
me ofreció una habitación a una módica suma
de favores, ahora solo me dedico a vender calendarios
católicos en las afueras de la Catedral de Santiago,
el ciego sabio quedó enfermo un par de meses,
en algunos momentos lo poseían las fuerzas mismas y
vaticinaba desastres que ivan a ocurrir
y ocurrían con el tiempo. Por donde estuviera se
dinamitaba una situación bélica, fue como una guer-
ra civil permanente, como hienas salvajes buscando
corderos tiernecillos, las grandes pestes se avecinan
nuevamente, el génesis es un eterno retorno
del desastre creador que aparece en todas
las religiones.
Recuerden el Génesis:
Capítulo 1 La Creación
“En el comienzo de todo,
Dios creó el cielo y la tierra.”
La palabra creó, viene del hebreo bará,
palabra que unifica toda acción divina
que tiene por resultado algo nuevo e impredecible.
Se usa para designar la creación del mundo,
la formación del pueblo de Israel,
la restauración de Jerusalén, la renovación interior
del pecador arrepentido y perdonado.
“La tierra
no tenía entonces ninguna forma;
todo era un mar profundo
cubierto de oscuridad
y el espíritu de Dios
se movía sobre el agua.”
La imagen del pez, siempre presente,
somos hijos del pez creador que navega
por las profundidades de este mar caótico.
“Entonces dijo: ¡Que haya luz!
Y hubo luz.
Al ver Dios que la luz era buena,
la separó de la oscuridad
y llamó día,
y a la oscuridad
la llamó noche.
De este modo
se completó el primer día.”
Dios dijo y se hizo, el mandato divino,
la sagrada palabra, la sagrada orden obedecida
por el caos que lo rodeaba,
el caos que pudo ser domado por el Dios separatista
que dividía en dos su nueva creación.
Adán y Eva
Caín y Abel
Noé y Naama
Péleg y Joctán
Sem y Térah
Sodoma y Gomorra
La última dualidad nació de la bomba atómica,
un ritual de sacrificio en masa que liquidó
a miles de habitantes en Hiroshima y Nagasaki.
Fue la mayor creación destructiva,
el caos hecho forma, el infierno hecho metal.

Los gringos se arrepintieron tanto (aunque no lo


crean) a su manera de arrepentirse, y crearon
una nueva vida, después del caos debe nacer el hijo,
quizás el AntiCristo, depende de quién lo vea.
Así, la máquina y sus múltiples conexiones llamada
Internet, fue parte de este golem que serviría
eternamente a su creador.

Son nuestros mensajeros,


los que pueden transportarlos hacia otra computadora,
se conectan entre si, invisiblemente.
Debemos ordenarnos de una vez por todas
y un eterno huracán de posibilidades
nos cercenará a su gusto y saltaremos por los aires,
seremos cruzados por las grandes cruces,
las grandes lanzas, nos bañaremos en bronce caliente
y quedaremos petrificados para el futuro,
quedarse mudo para siempre para ennoblecer
nuestras almas, que perdidas en el espacio
esperan la penetración del rey David.

Ŧ
En la mañana me tuve que dirigir al elefante blanco,
ese hospital abandonado que se hizo hace años
y nunca se terminó, hoy es una estructura
que alberga desde escalantes nocturnos a parejas en
busca de moteles momentáneos.

Cuando llegué estaban los mismos de siempre,


observadores callejeros, no entienden nada, pero ob-
servan, siempre atentos a cualquier movimiento.

Nadie me ve, nadie me pregunta nada, debe ser


la pura pinta de detective privado, pero nada de eso,
soy un aventurero de las heridas frescas,
intentando encontrar el origen de los crímenes
que rodean esta existencia mundana
y enfermamente rutinaria.
Subo hasta el octavo piso, y observo el paisaje,
cinco cirios, uno en cada punta de una estrella
que se encontraba dibujada en el techo y en el suelo
del espacio señalado, lo primero que me impresionó
fue el techo, se encontraba a mas menos
tres metros del suelo ¿cómo pudieron dibujar
perfectamente aquel pentagrama? En el medio había
una especie de altar, un concreto que lo habían sacado
de unas de las vigas que estaban a medio construir.

Sobre el altar un torso equilibrado por tres espadas


que lo clavaban, la cabeza debajo del cirio de la punta
norte de la estrella, los brazos en los puntos medios y
las piernas en las últimas puntas de abajo.

En un momento me quedo petrificado,


como alcanzado por un rayo que endereza
mi postura de viejo y siento elevarme y desaparece
mi mirada, veo sólo siluetas, y una voz en la cabeza,
de un hombre que grita enfrentándose
a todos los vientos:

“En vano quise sondear,


los límites del espacio;
ahora se rompen mis alas,
bajo no sé qué ojo de fuego;
y ardiendo por amor de lo bello
no alcanzaré el sublime honor
de legar mi nombre al abismo
que de tumba me sirva.”
Oí unas diez veces la oración en mi cabeza,
cada vez más fuerte, cada vez gritaba más aquellas
desoladoras palabras que pertenecen claramente a
Mesié Chagles Bódeleàgg.

Cuando caigo al suelo y vuelvo a la realidad,


pude observar el crimen, como recitaban aquel
mantra mientras despedazaban el cuerpo de Gabriel
González, un cabro de quince años, perdido por el
consumo de bencina y pegamento en tarro de fierro.
Engañado por cinco millonarios (uno en cada punta
de la estrella) lo convencieron con plata y en el auto
lo violaron oral y analmente, le abrieron otros tajos en
el estómago también para dar más placer a aquellos
hombres de colleras y corbatas de seda italiana.
En las colleras el símbolo de la pirámide.

Cuando llegaron aquí el niño ya había muerto,


lo cortaron e hicieron el ritual, para hacer cambios
en el universo, crear más esclavos para su negocio,
traer a esta realidad banal una bestia invisible como
la de ese viejo libro perdido de Lovecraft llamado
El Necronomicón, escrito por un hombre que fue
devorado por una bestia invisible, mientras gritaba,
la multitud se sacaba los pelos de la cabeza al no
creer lo que estaban observando, la desaparición
sangrienta del prisionero que escribió
setecientasochentayocho páginas en dos días.

El paisaje se tornó muy oscuro, rodeado de bruma,


esos crímenes ocurren rutinariamente,
salen de nuestros sentidos por estar dominados
por una red de espectáculo televisivo.
El único espectáculo que es televisado son
los atentados que se provoca el mismo Estado
para electrificar a los espectadores,
como los imbéciles del zoológico,
con sus herramientas eléctricas,
domesticando a los animales,
haciéndolos más sumisos.

La vida está rodeada de crímenes,


mediante ellos podemos ver cómo el poder funciona,
cómo sube desde los pies hasta la cabeza,
cómo te posee la fuerza destructora,
el poder está en todo lados, esperando aparecer,
hacer su función,
como el mejor dominador de marionetas.

Siento como caigo al suelo, pestañeo y me encuentro


en las orillas de una playa, completamente mojado.
Me paro rápidamente para poder observar
el territorio en el cual me estoy envolviendo.
Lo primero que observo es un gran volcán, con una
suave estela de nubes tóxicas que emanan desde su
interior. Luego, selva o muchas especies de árboles,
arbustos y enredaderas que abrían pequeños portales
para transitar dentro de ella.

Al adentrarme en la selva, sentía que con cada paso


que daba la vegetación me tocaba, me envolvía,
me acariciaba con sus raíces y sus hojas, suavemente,
placenteramente. Me sentía como en aquella serie que
daban por televisión acerca de unas personas que
se perdían dentro de una isla que funcionaba como
laboratorio de experimentación
con eltiempo-espacio;
aún más cuando llegue a la primera cima
pude observar que estaba dentro de una isla,
con una selva bastante pomposa, tupida, oscura.

Un gran terremoto remece en aquel entonces la tierra


que yo pisaba. Bueno, que pisé porque
los movimientos al ir de menor a mayor
me derribaron en un minuto.

Grandes nubes negras comienzan a apoderarse del


lugar, no dejan espacio al Sol, se lo devoran
con rapidez. Las nubes también se devoran
mis emociones, que se van transformando en pánico y
adrenalina. En un instante sentí un bramido
que desgarró mis oídos, fue el grito del volcán,
que se encontraba jugando con las almas arrepentidas.

Almas como la mía, que vagabundean encontrándole


el sentido a esta mierda y en ese momento, me veía
diciendo mis plegarias, abrazando el suelo y de vez
en cuando, miraba hacia el volcán para observar lo
que pasaba.

Al instante de mirar, observo al volcán rodeado de


nubes negras, dentro de las nubes aparecen rayos,
como si fueran un portal que atrae a una bestia de la
metadimensión. Se alza una columna de fuego
lo bastante grande para aniquilar todo vestigio de
vida y derretir todo a su paso. Comienza el diluvio,
comienzo a ver el magma asomarse por los bordes
y caer como chocolate sobre nosotros, las primeras
rocas se expulsan con bastante velocidad quemando
todo lo que tocan, maldito seas Rey Midas.

Entonces yo me entregué en cuerpo y alma al volcán,


lo sentí tan cerca como una caricia de vientre,
con bastante coqueteo no pude resistirme
frente a aquella pasión. Al derretirme me hice parte
del magma creador e iba viajando por entre medio
de la vegetación de la selva, quemando todo ser vivo
que se cruzara frente a mi liquidez.

Después de devorar la vegetación y dejar el territorio


marcado por mi caliente trazo,
me acerqué a la arena y comencé a sentir el mar,
preciado mar, como si fuera mi eterno enamorado,
sentía un gran placer al encontrarme con aquel ser y
disfruté de haber encontrado el camino correcto para
hallar la unión.

Olvido que el pasado va dejando las marcas,


sin embargo, tendrán que pasar los años a sí mismo
como están pasando ahora, vendrán las lágrimas,
los rezos, las sirenas, las máscaras, las masas,
las ilusiones, los decretos, las rejas, las murallas,
las luces apagadas, las voces en las radios, la mala
alimentación, el alcoholismo, los pantalones abajo,
las manos a la pared
¡ABRE LAS PIERNAS MIERDA!,
Las lamidas de oreja, la sumisión consensuada,
los regresos adoloridos, las espaldas desgarradas,
las pesadillas en las noches, la locura colectiva,
los asesinatos con cuchillo, los muertos en la mesa,
tomando desayuno.

EPiLOGO
Espero no haber dañado
algunas funciones del cerebro del lector,
comenzaremos explicando desde el principio.

Me llamo Goliat y soy un científico


que trabaja en las profundidades de la tierra
en el laboratorio Magno Gen.
Hace ya media década
que comenzaron a ocurrir desastres
en todo el planeta,
las personas se volvían más agresivas,
hasta que en un momento
todo se volvió una lucha constante con el otro,
fue en ese minuto
que me redirigieron
de los laboratorios de la Universidad
hacia estos subterráneos.

Por las casualidades de la vida,


me encontré con un vieja sabia
que a sus ciento dos años
aún poseía su cordura y sentido.
Aquella mujer ayudó
mediante un conocimiento ancestral
a regular ciertos espacios del territorio,
con una flauta
que ella misma había construido,
tocaba unas melodías
para que las plantas se regaran solas
y pudieran sobrevivir al estado letal
que los seres biológicos
han estado viviendo
hace ya media década.

La anciana murió
y nunca pudo transmitirnos aquel conocimiento,
su único hijo murió
en un accidente de motocicleta
asique no hubo manera de transmitir el don.

Al morir la anciana
llevé su cuerpo al laboratorio,
porque cuando uno muereel cerebro queda activo
durante una semana,
y aquí,
tenemos una máquina en el laboratorio
que podemos conectar a su cerebro
y plasmar en un plano tridimensional
aquellos conocimientos,
como si viéramos una película de sus recuerdos.
Este es nuestro quinto día,
todavía no entendemos nada,
a cada recuerdo quedamos sin respuesta
y sin conectar todo lo que podemos observar.
Quizás sea nuestra estúpida razón científica,
que a veces por el afán de querer marcarlo todo,
queremos hacer cuadrar todas las piezas,
quizás se deben leer de otra manera.

Aún esperamos la respuesta,


confiamos en el universo
y como gira constantemente
nos traerá a nosotros
aquel preciado mesías
que tanto esperamos para poder
descodificar estos mensajes
que son transmitidos a años luz
de nuestra propia existencia,
marcados en un cielo infinito de recuerdos,
transmitiendo un mensaje
que malditamente aún no entendemos.

P.D: Si tienen alguna pista


de cómo poder codificar aquel mensaje,
pregúntale a la persona que te dio este libro,
esa persona te guiará a nosotros.

Atentamente

GOLIAT
LOS
CAMINOS
DE LOS
RÍOS
II
Napas Subterráneas
L
Mi nombre murió hace mucho, yo mismo lo enterré
tres metros bajo tierra. Ahora me apodan Juan
Manuel Piedra; el primero por el gran Joan Manuel
Serrat y el segundo por el más grande intempestivo,
Carlos Díaz Loyola de Rokha.

Nací en un pueblo del norte, rodeado de campesinos


y mineros analfabetos, eran masmenos por decirle yo,
unas cien personas las que le daban vida al lugar y
sólo una veintena de personas sabían leer y escribir;
yo era un afortunado dentro de ellas.

En el día de hoy les enseño a leer y a escribir a mis


amigas y amigos a los cuales doblo en edad, ya que
siempre me ha gustado estar cerca de la juventud.
Les enseño poesía, luego de haber tenido la maldita
oportunidad perra de estar en la gran ciudad alrededor
de un año bastante bastardo, en el cual pisé fondo;
me volví loco y alcohólico, el sonido de los motores y
las grandes máquinas no paraban de aullar
y me quedaba enfermo de ebrio gritándoles
ferozmente, arrojando cada petaca que iba
consumiendo mis entrañas.

Pero, no todo fue tan malo, porque fue allí en la


ciudad donde me encontré por primera vez con la
poesía, la verdadera poesía; el satánico de Gambogd,
los temblorosos versos de Zurita, los manoseos de
Bertoni, los vasos rotos de Bolaño, la risa nerviosa de
Revueltas, la locura perfumada de Ginsberg
y el delirio perpetuo de Lautréamont.

Sobreviví gracias a la poesía y a las irrefrenables


ganas absolutas de huir lo antes posible de aquella
metrópolis maldita. Fueron eternos aquellos días
iracundos dentro de la urbanidad, el primer mes lo
pasé en la soledad de las calles, recorriéndolas
rebotando entre las murallas.

Botellita debajo del gancho izquierdo,


cojera borracha del pie derecho.

Meé todos los ministerios, uno por uno, sin ser visto
por los vigilantes con revólver. Me colgué con los
brazos de las estatuas hermosas para besarlas en las
noches de pasión, me tambalié en más de una ocasión
mientras cruzaba las vigas de los puentes.

Un día caminando por las calles de los suburbios


encontré tirado en el suelo un libro de Pablo de
Rokha y fue ahí mi primer tacto con la poesía en la
gran ciudad. Acarreaba aquel libro por todos lados y
me salvó en más de una oportunidad para conseguir
monedas declamando sus versos en las micros.

Cuando descubrí la gran biblioteca de la urbe quedé


ciego con el extraño mundo de la poesía,
el caos permanente de fuerzas devorándose entre sí,
como aquella vez que me golpearon en el parque
unos poetuchos pedantes afiebrados por el clima de
la capital. Tuvimos una discusión acerca del futuro
de la poesía en donde no pude evitar aguantarme las
carcajadas al observar a aquellos polluelos queriendo
pedir fondos al estado para hacer revivir a la poesía.
Mi reacción no les agradó y me tumbaron en un solo
segundo tildándome de nihilista, palabra que en ese
momento yo no conocía.

Estuve aproximadamente una semana en cama luego


de la paliza, nunca más me los volví a encontrar,
es que esta ciudad es eterna y sus subterráneos
interminables.

Luego de aquel episodio, me enamoré perdidamente


de Julio, un muchacho que vivía en las riberas del río
Mapocho. Consumíamos pastillas que él robaba de
las farmacias y nos largábamos a conversar acostados
en los pastos o en el río, mirándonos de reojo,
sintiéndonos los unos a los otros.
Nos amamos alrededor de tres meses, era una locura
todo y yo suspiraba entre sus brazos mientras él
acariciaba mi cabello y me cantaba al oído boleros
peruanos. Lo encontré muerto a mi lado, ahogado con
su propio vómito, en el cual pude observar quince
pastillas de clonazepam y cerca de su cabeza, unas
tres tabletas más vacías.

Lo tenía todo pensado el muy maldito; estreché su


cuerpo de trapo contra mi pecho y lloré un largo mo-
mento. Hice una balsa con unos cartones
y aquel nylon que ocupábamos para arroparnos en las
noches de frío, lo recosté en la balsa como el único
ángel que mi vida ha podido conocer.
Se veía hermoso, templado y calmado.
Lentamente lo fui dejando en la orilla para que
la corriente se lo llevara por el eterno camino de los
ríos, mientras se iba alejando, gastaba mis últimos
gemidos y la sorpresa se iba agotando.

Episodios así, mejor rescatar las enseñanzas


y olvidar el dolor.

El tiempo fue avanzando, los desastres se fueron


acumulando uno sobre otro, el año pasó y con una
alegría inmensa volví al pueblo que me vio nacer.
A recorrer sus pasos de tierra, el aroma del rocío,
las montañas con colores cambiantes, la azulada
bóveda celeste, las luces sostenidas en el inmenso
universo, titilando en el más allá de los cuerpos
celestes, sonriéndonos a lo lejos, burlándose
de nuestras aburridas vidas que se van consumiendo
en calambres del alma.

Volver al lugar en donde nací fue apacible, pero


mientras me iba acercando al pueblo en aquella micro
perdida en medio de las montañas, me fui sintiendo
con miedo, miedo porque los viejos recuerdos
comenzaron a revolcarse en mi wata.

A los 12 años en los trigales mi primo abusó de lo


poco y nada que me quedaba de niñez.
Comenzó botándome a la tierra por mis espaldas,
tanto así que llegué a sentir el amargo sabor a
tierra; no entendía nada, solo escuchaba sus gritos y
sus risas malvadas hasta que me quitó mis pantalones
y los lanzó entre los largos pastizales.

Luego me besó largamente entre las piernas,


sucumbiendo entre las piedras y los maizales a las
sensaciones que me entregaba. Él se mostraba como
un experto al poseer más experiencia que yo, con sus
seis años de adelanto.

Todo iba muy bien hasta que decidió voltearme y


violentarme con fuerza, sosteniéndome las muñecas
contra el suelo y lamiéndome las orejas, escapando
unas cuantas mordidas que me hicieron desesperar en
unos segundos. Me tenía atrapado y constreñido sin
poder moverme. Lentamente sentía como iba
recorriendo una por una mis entrañas, en una extraña
sensación de dolor y placer que me iba quitando el
aliento.

Sentía como lentamente se abría en mi interior una


luz que había despertado y me estremecía
acalambrando mis extremidades.

La sexualidad comenzaba a despertarse


y a rugir por todo el lugar,
anunciando su despertar,
aullando su placer,
rasgando su piel,
descascarándose de a poco,
asomándose al mundo exterior,
como la inmensa bestia
que vive en cada uno de nosotros,
esperando el momento de aparecer.

N
Sentado en la misma esquina de siempre, observan-
do mis manos, el cómo se hace presente el tiempo ya
pasado en frente de mis delicados ojos, ya no sé
cuánto tiempo ha pasado desde que vivo en la calle,
solo sé que hasta el momento no me he aburrido
nunca, se pasa mal (obviamente) pero no siempre,
como decía un viejo amigo por ahí:
“A nadie le gusta que le peguen, pero es mejor que no
te peguen todos los días”, o algo así, ya no recuerdo,
solo recuerdo que nos reímos durante mucho rato,
esa risa en las cuales te revuelcas con el único deseo
que pare y vuelves a recordar “lo gracioso”
y te pierdes nuevamente en el eterno tornado
de la risa.

Cuando comienzan a caer unas débiles gotas de lluvia


que inician la bienvenida del esperado invierno ya
por muchos de sus espectadores. Me decido mover a
nuestra casa de invierno, ubicada debajo de un
famoso puente de la capital, la construimos hace 5
años con unos amigos de la calle,
siempre la inauguramos la primera noche
de la primera lluvia, al vaivén de una radio mal
sintonizada buscando viejos boleros en la frecuencia
AM, Salvatore Adamo, Manolo Otero y el infaltable
duro de Sandro.

En el camino iba pensando en la maravillosa noche


que iba ser tejida al son de esas risas interminables
que tejen un bonito recuerdo para reírse solo en el
futuro.

Cuando llegué me di cuenta que no había nadie,


pensé, debe ser porque todavía no es de noche, pero
comenzaba a anochecer y como la lluvia santiaguina,
a medida que avanza la noche, la tormenta se gesta y
prepara su caos para las horas de madrugada.

Mientras avanzaba la noche y los cartones se me


comenzaban a hacer menos para seguir avivando el
fuego, las gotas golpeaban con una violencia esperada
los bordes del puente, los autos pasaban atormentados
por encima de mi cabeza, uno tras otro apurando al
anterior o al siguiente, en estos tiempos se apura a
todo el mundo; cuando en un instante
siento quebrarse un vidrio y un frenazo de película
gringa, una discusión acalorada, el golpeteo incesante
de la lluvia que comenzaba a aumentar su estruendo y
su golpe sobre las cabezas de los discutidores,
la situación se presentaba de manera extraña, yo sólo
podía escuchar los sonidos, la imagen no podía serme
otorgada, pero aun así era imaginada, la imaginación
ayuda demasiado a la humanidad, conocimiento que
se ha perdido a través del tiempo por las ganas y la
excitación que nos producen los productos
en bandeja.

Luego, se escucha otro frenazo,


este un poco más discreto, se bajan unos quince pasos
del vehículo, golpes hecho a mano contra la carne
culpable, un cuerpo que cae duramente al pavimento,
las manos que rodean el cuerpo con bolsas.
Disparos, unos tres o cinco, después del primero
tiendo a asustarme demasiado y no contar los
siguientes, así igual de temeroso que un perro.

Pasos vienen y vienen sobre el puente, creo que ya


es de madrugada, nadie llegó y resulta que acaban de
abatir a un cuerpo justo arriba mío, no podía hacer
nada, era como estar oculto dentro de un basurero
escuchando las manifestaciones irracionales del
humano.

Cuando resulta, que de lo alto cae un gran bulto desde


el medio del puente, no alcanza a caer al agua
y queda en la orilla, comienzo a escuchar palabras,
indicaciones, no eran palabras entendibles, quizás en
un idioma anglosajón o quizás quién sabe.
Solo escuchaba el tono de las voces y las palabras,
pero no entendía nada, significados sin significante.
Como tal extranjero en un país sin nombre,
sin conocer nada y las situaciones se le presentan
como un sueño, como programadas,
como algo normalmente sucedido.
Cuando veo a 6 hombres, elegantemente vestidos
comienzan a asomarse para bajar y deshacerse del
cuerpo, decido esconderme dentro
de la casa de cartón y apagar mi bote de basura.

Los personajes eran sacados como de una pintura


de Magritte, elegantemente vestidos, elegantemente
formados, con las caras hechas a pincel, inexpresivas,
como el extraño hombre que te observa a lo lejos en
un sueño. Bajaban, uno por uno, ayudando al anterior,
eran como robots automatizados.

Desde unos improvisados orificios hechos en las


murallas de nuestra casa de invierno yo observaba la
situación que se me presentaba como el sueño más
vivido de mi vida.

Entre los seis hombres, destacaba uno, el único que


tenía sombrero, un sombrero de copa y un maletín
entre sus manos, otro miraba al horizonte
como planeando algo o quizás recordando
y solo recordando, este tenía un paraguas en sus
manos (cerrado) lo cual era extraño, ya que llovía a
cántaros sobre las cabezas de los hombres. Los otros
cuatro estaban observando el cuerpo que se movía un
poco, pero yo creo que era mi impresión,
una impresión de movimiento,
un quizás movimentístico, parecía que el cuerpo
palpitara entre las bolsas
como una gran masa que agoniza.
Dos llevaban abrigos largos, uno un cuchillo de
agradable tamaño en sus manos, el otro con un palo
de golf, un putter para ser específico. Los otros dos
eran los que estaban más desordenados, como si
hubieran sido zamarreados por la tormenta. Uno
sostenía una pistola y el otro una gruesa cadena de
metal, eran como la pandilla de Alex Delarge
aniquilando vagabundos por la simple excitación que
causa la ultra violencia.

Después de una eterna golpiza los cuatro hombres


armados, guardaron sus herramientas de trabajo
dentro del maletín del hombre de sombrero
y empujaron el bulto por el canal que había agarrado
fuerzas con el agua recibida desde lo más alto de los
cielos, el cuerpo comenzó a ser llevado lentamente
río abajo, meciéndose como el canasto de Moisés,
golpeándose con las rocas que habían en el camino o
con la misma basura que llevaba el río.

Mientras, los seis hombres elegantes observaban


cómo se alejaba su más preciada creación artística,
con las caras repletas de satisfacción, sangre
y felicidad.

Al retirarse, uno hizo un ademán de saludo nazi,


3 rieron al unísono, los 6 hicieron un brindis con una
petaca metálica que brillaba reflejando el poste de luz
que se encontraba arriba de ellos, y comenzaron
nuevamente a subir, uno tras otro,
ayudando al anterior.
Y YO; ya había olvidado cuanto tiempo había pasado,
si todo lo observaba como abstraído por una realidad
que no parecía realidad, que se encontraba debajo de
un puente, encerrado, dentro de un gran mundo cartón
hecho por las ausencias, mis amigos nunca llegaron,
después por rumores que se contaban entre otros me
di cuenta que ya llevaban un par de meses muertos,
se habían peleado entre todos, y haciendo gala de
una gran pelea de bar,
se aniquilaron los unos a los otros.

8 INDIGENTES
APUÑALADOS EN UN BAR
LUEGO DE UNA PELEA
PROVOCADA POR ELLOS MISMOS

Eso se leía en un viejo diario que me mostró


el Loco Mauro,
sostuve con mis manos temblorosas aquel fiel
testimonio de la verdad y gotas cayeron sobre él,
terminaba el invierno o por lo menos para mí.

I
Desde que desperté sabía que iba a ser un día extraño,
sabía que luego de ese sueño en donde volvías como
todos los fantasmas del pasado vuelven, para amarte
y luego golpearte en el suelo, entre más sufras mejor,
el daño que tú hiciste no se equilibrará jamás, aunque
te pasen 4 camiones repletos de minerales, toneleros,
sobre tu espalda, y te conviertas en un chicle
pegado en el neumático, dolor tras dolor, giro sobre
giro, como una espina en los ojos.

Tu rostro estuvo presente toda la mañana,


decidí luego de mirar durante extensos minutos
el techo, que tenía que ducharme, fue así que tome
una ducha rápida en la cual comenzaba cada vez más
a olvidarme de tu rostro y aceptar que no volvería a
verte nunca más.

Salude a mis camaradas y estuvimos hablando sobre


un poeta chileno de apodo “Atila” que trabajaba de
electricista liberado, sufría de constantes crisis
de personalidad, y en éstas solía conectar una
máquina que él mismo había elaborado, en la cual
consistía de amarrar dos cables a cualquier lugar del
cuerpo que él mismo elegía con cuidado, las partes
que más le gustaban eran sus dos muslos y se repetía
en la soledad a través de su grabadora:

“Las piernas son las únicas que nos aguantarán”

y procedía a darse pequeños voltajes en ellas,


voltajes que iban subiendo cada vez más,
en ese proceso doloroso, nuestro poeta escribía sus
mejores sonetos, que iba dividiendo cada siete
palabras, siguiendo la lógica de su dolor que
aumentaba cada vez que acariciaba lentamente
la perilla que subía el voltaje.
Murió una madrugada que decidió colocarse un
alambre en el cuello y otro en el brazo derecho,
la conexión entre ambas partes ocasionó
la paralización de su corazón, sus últimos versos son:

“Detrás de la fila del tren final


Veo a una mujer llorando desesperada gritando
En sus pies tendido está Adonai
Petrificado Pausado
Pantano Postrado
Partamos Perdamos
Parásitos”

La sirena interrumpió fatalmente, el relato tuvo que


ser silenciado, un edificio de quince pisos
se encontraba en llamas, tres pisos, los tres últimos,
estaban siendo devorados por los fuegos fugaces
que van perdiendo su forma, mostrándose frente a no-
sotros para no volver a ser vistas de la misma manera,
como todos los elementos, cambian de forma enfrente
de nuestros ojos.

Rápidamente nos colocamos nuestros uniformes de


combate y nos dirigimos con el camión aullando
hacia el lugar de los hechos, nos fuimosn rezando en
el camino, la misma tradición de siempre, tres padres
nuestros, tres aves marías, nos abrazamos entre todos,
nos besamos las mejillas y guardamos nuestros ojos
en una cajita de pandora que dejamos dentro del
camión, para no ver las crueldades producidas por el
fuego mientras estamos en acción.
Me dirigía al último piso acompañado de dos colegas:
María y Ernestina, abrimos todas las puertas, otras se
encontraban ya abiertas, consumidas, derramadas, y
salvamos a seis personas que presentaban solo
algunas quemaduras de primer grado, milagros
cotidianos que nadie ve, menos nosotros.

Cuando María y Ernestina se llevaron a las seis,


me quedé arriba comprobando por última vez que no
quedara nadie. En el departamento 1507, la puerta del
baño se encontraba cerrada, el resto del departamento
iba perdiendo la belleza que se me presentaba,
derritiéndose todo, desmoronándose, habían quizás
unos cientoveinte grados, derrumbé la puerta y en-
cuentro un cuerpo masculino con quemaduras de
tercer grado en la parte baja de las piernas, los brazos
y un cuarto del rostro (el ojo derecho)
desnaturalizado, agónico.

El sujeto se encontraba consciente, incluso mucho


más de lo que yo estaba en ese minuto, cuando quise
llevármelo en los brazos en dirección a la salida, me
golpea, un cabezazo, que logra herir su cabeza debido
a que yo usaba el casco de emergencia, en un corto
tiempo lo miré espantado, su cara furiosa,
y comenzó a gritar:

“DÉJAME WEÓN
DÉJAME ACÁ
COBARDES USTEDES
LOS RESCATADORES AJENOS
NUNCA LE PREGUNTAN A NADIE
SI NOS QUIEREN SALVAR,
VAN Y USTEDES NOS SALVAN
USTEDES
LOS MALDITOS SUPERHÉROES IMPUESTOS
HUYE TÚ
COBARDE
MIENTRAS MIRAS ESTE CUERPO
ESTE CUERPO EXQUISITO,
ESTE CUERPO BLANDO,
ESTE CUERPO MARCADO,
ESTE CUERPO DERRETIDO”

No entendía nada, sólo los rugidos hechos por este


animal desfasado, que con cada frase enunciada más
en razón entraba, y yo comenzaba a caminar
lentamente hacia la salida, mientras iba eludiendo las
llamas y los golpes que me hacía este tipo con
el fierro que sostiene las cortinas de la ducha,
al llegar a la salida, lo observé, ahí debajo del marco
de la puerta, desnudo, con el fierro en la mano,
las llamas protegiendo su espalda, ahí me grito:

“MÍRAME,
MÍRAME BIEN AWEONAO
EL FUEGO ES LO ÚNICO
QUE NOS PURIFICA”

Retrocedió mirando hacia mis cavidades oculares,


debido a que mis ojos los había dejado en la cajita
de pandora, lo último que recuerdo fue ver su cuerpo
derritiéndose, fundiéndose como el metal preciado
que rodea los cableados de nuestros objetos
electrónicos.

Después de ese día dejé mi labor de bombero y la


compañía misma. Jamás volví a salvar nuna vida, ni
siquiera la mía, cuando el día toca, la noche ronronea
entre nosotros, la luna suspira al ver nuestras caras
mudas mientras la observamos desde muy abajo y el
viento..
el viento
aviva
nuestras
llamas
del
desencuentro.

C
No tomo mucho colectivo (en vez de eso)
prefiero hacer dedo; o cuando ando energético,
camino hacia mi destino. Pero, esa noche,
la borrachera no me pudo sostener más, y flaqueaban
mis piernas transformándolas en patas de hilo.
Cada vez que intentaba levantar el pulgar, lo hacía de
una forma alborotada que provocaba pánico en los
conductores y aceleraban más para perderse
rápidamente en aquel camino que subía por el cerro.
Recolecté las monedas y comencé a chinchinearlas
para oír su famoso sonido, a lo lejos divisé el tablero
luminoso del colectivo veinteonce; levanto el brazo,
el vehículo aumenta la velocidad y se detiene
estrepitosamente frente a mí. Eran alrededor de las
doce de la noche, él estaba solo y con un sombrero de
inútil cowboy, unos lentes de sol (negros y grandes)
una camisa floreada y unos pantalones blancos.

Abro la puerta de atrás, lo saludo y le doy las gracias,


es que en estos días la violencia se apodero de las
calles, ser cortés es ahora una virtud. Me devuelve
el saludo, cierro la puerta, le pone el seguro, sube el
volumen de la radio y suena bulliciosamente One of
these days de los Ten Years After.
Finalmente, apreta a fondo el acelerador.

-¡¿A dónde vas?!-


Me preguntó gritándome.

-A los caminos de los ríos-


Le respondo en tono alto
porque la música devoraba nuestras voces.

-¿No te has dado cuenta


que los años están pasando
a una velocidad impresionante?
Un amigo mío es físico teórico
y él me dice que desde los años 90
que hemos sido atrapados
por un agujero negro llamado “OXYKENATON”.
Cada año que pasa,
vamos siendo absorbidos por la materia oscura
que va girando, girando y girando sin parar,
a medida que nos absorbe a su centro,
el tiempo se acelera rápidamente
para que terminemos
deshaciéndonos en el viento
junto con todo el Planeta Tierra.
Como podrás ver,
ya han pasado varios años desde esa afirmación
y ahora siento
que los días solo duran
unas diez horas.

Yo no quería hablar, ni siquiera moverme, solo me


afirmaba de las manillas que se encuentran arriba de
los vidrios y estaba muy asustado. La velocidad desde
muy pequeño se me presenta con un ímpetu que hace
orinarme en mis pantalones, gracias a no sé quién,
ese día no ocurrió. Me mantuve callado y continuó su
monólogo extraño:

-Con esta idea del movimiento y su aceleración,


caí en un inmenso mierdal de pensamientos
suicidas y psicóticos,
asique decidí
abrazar la idea de la aceleración
y fundirme con la velocidad
para que pase rápidamente
esta vida horrorosa.
Tengo unos cuatro colegas
que piensan lo mismo que yo
y tenemos una especie de secta llamada
“Los Aceleracionistas”
cada vez que nos vemos en las calles,
tenemos que correr entre nosotros
y generar la preciada adrenalina
que nos mantiene vivos hasta el día de hoy.
Somos adictos a la cocaína,
al modafinilo, al metilfenidato,
a la dobutamina y al isoproterenol;
ahora mismo
estoy viendo todo
en ocho dimensiones
con dieciséis colores
diferentes, rayos equis y toda esa mierda.
¡Ya!
acá te bajas,
que estés bien amigo mío
y cuídate de la noche traicionera.-

Se detuvo violentamente haciendo sonar sus ruedas y


quemando el neumático, generando un olor
desagradable. Abrí la puerta, le di las gracias y una
cerveza que me quedaba en mi mochila, la cual
aceptó con excesiva amabilidad.

Al otro día en la mañana, cuando iba camino al centro


de la ciudad, comencé a sentir un olor a bencina
quemada, fue ahí que pude observar al fondo de la
quebrada de aquel cerro, en el famoso acantilado de
los muertos yacía el colectivo veinteonce destrozado,
era una creación morbosa al fundirse los dos cuerpos,
la carne y el metal, la sagrada unificación ciborg.

Ya habían llegado los ratis al lugar y sacaban fotos,


era como revivir la temporada de TwinPeaks, pero en
las afueras de mi hogar; me llamó la atención un
hombre de metro ochenta con una pinta de detective
privado, bastante oscuro, con una gran chaqueta y
unos zapatos. Parecía que supiera lo que había pasado
desde un principio porque murmuraba para sus
adentros y no consultaba con nadie sus conclusiones.
De repente, pudo haber sido un aventurero de
las heridas frescas, de esos que van por el mundo
encontrando el origen de los crímenes que rodean
esta existencia mundana y enfermamente rutinaria.

Malditamente tuve la razón, demasiada velocidad en


las cabezas ajenas genera atrofias mentales,
el uso de teléfonos celulares, redes de computadores
interconectados entregando información al alcance de
tu mano y todo retumbando en esta cuenca infinita
llamada Metrópolis.

Presiento que vamos a devenir-desastre,


veremos sangrar nuevamente
a las esculturas vírgenes,
vendrán las alucinaciones colectivas,
las profecías de la Virgen de Mayo,
las lunas llenas violentadoras de cuerpos.
La realidad ya no es una misma,
si no que se divide por partes,
tres son los canales
emotivo-racional-espectacular,
nos tienen a todos conectados,
la tecnología es la mano invisible,
demasiado delirio moderno,
pidan ayuda a los Ciudadanos Kanes,
a su llamado vendrán los Señores Smith,
huiremos hacia las montañas,
montaremos una especie de guerrilla,
las máquinas no penetrarán en la naturaleza,
se destrozan con la misma atmósfera.
Las cavernas nos dirán los secretos,
la luz será nuestro cobijo,
la oscuridad se apoderará de nuestro corazón,
batallaremos infinitamente,
perdiéndonos nuevamente en el vórtex,
me lo dijo Amaranto Hiperbóreo
en un bar de mala muerte y de mala suerte,
después de quince huevos duros y litros de cerveza,
nos perdimos en la niebla santiaguina,
murieron tres en el camino,
devorados por la ciudad,
consumidos por lo irreal,
los simulacros simultáneos,
los trabalenguas innecesarios,
presiento el desastre ajeno,
los recuerdos se tornan feos, oscuros y sórdidos,
se abre nuevamente la herida reveladora.
§
-¿Oíste lo de aquella aldea?
-No, cuéntame.
-Bueno, fue a finales de los setenta,
las cosechas comenzaron a ser afectadas
por un hongo muy particular,
éste al entrar en nuestro organismo,
bloquea algunas entradas de neurotransmisores
logrando “controlar”
(por así decirlo)
el cerebro de la víctima,
generando alucinaciones e ideas inusuales
sin cuestionarse.
Los habitantes de la aldea
no se percataron de este hongo,
debido a que posee la habilidad
de imitar el color natural del trigo
gracias a una estupenda conexión que se forma.
Estuvieron no solo días,
sino meses consumiendo el pan
que mantenía a su pequeña comunidad
con las energías para poder labrar la tierra
y levantar un día más los pilares
que sostienen al pueblo.
En un momento,
comenzaron a realizar rituales caóticos,
como orgías en los trigales
que terminaban
en una eterna quema nocturna de los pastizales.
Ellos eran una comunidad tranquila,
es más,
ni siquiera existían
lo que nosotros llamamos criminales,
pero tú lo sabes más que nadie,
es necesario un poco de caos
para avivar la creación instintiva.
Un día
el cielo se ennegreció
por nubes realmente imponentes
y se desató la mayor tormenta en años,
uno de las cuantos relámpagos
hizo estallar al sacerdote de la comunidad
en mil pedazos,
antes de eso,
se encontraba en el tejado de su casa
lanzando semillas por los aires
y con la otra mano sostenía el Evangelio,
tenía treintaicuatro crucifijos en su cuello,
lo cual deduzco
que fue el detonante de que el relámpago
impactara sobre él.
El escenario era terrible,
su cuerpo fue repartido por todo el pueblo
dado que los vientos
arremetían todo el lugar con su fuerza,
destruyendo casas
en los invisibles comedores de los vientos.
Era un gran huracán que rugía por todo el valle,
haciendo resonar entre los montes su aullar,
haciéndose notar.
Diez años tardaron en reconstruir todo,
la gente entró en pánico
y se quedaban paralizados a veces durante días.
-Toda una historia. ¿Cuál es tu fuente?
-En una expedición del proyecto ATRI
llevamos a un mochilero
que se encontraba en el camino hace ya varios días,
porque presentaba signos de desnutrición
y deshidratación,
tuvimos que llevarlo a las instalaciones
para poder estabilizarlo,
y así además pudimos poner a prueba
nuestros nuevos descubrimientos
en el área nanobiológica.
-¿Se dio cuenta del laboratorio subterráneo?
-Sí, pero le dijimos que el objetivo del laboratorio
era encontrar la cura
a las nuevas enfermedades
que hay hoy día en lo que queda del planeta Tierra.
-Tan ingenuos que son.
-Llegan a dar ternura.
-¿Sabís a quién me encontré el otro día?
-¿A quién?
-A este musculín.
-¿El que demandó a la mafia fármaco-médica?
-El mismo.
-Hijo de perra, lo veo y le meto un balazo
entre medio de sus abundantes cejas.
-Su hija es la Pati
la que trabaja en el
Departamento Químico de Transconsistencias.
-No te creo.
-Sí, incluso yo creo que ella
le pasó los papeles de Pharma Corp.
-De temer.
-Menos mal que alcanzamos
a quemar la lista de médicos de la universidad
involucrados en el caso.
-Caen todos, menos nosotros jajajajajaja.
-Alabado sea Æsir.
-Hablando de eso,
¿Cuándo vamos desviar los fondos?
-Tssss, no te basta con el desvío descarado
que hacemos actualmente.
-Oye González, vo sabis como esta la weá allá afuera.
Acá abajo no pasa nada de nada,
arreglémonos mientras podamos,
que no sabemos que va pasar mañana.
-¿No te basta con la garantía de las cápsulas
para tu familia?
¿De qué mierda te servirá el dinero
después de la gran cagá que quedará?
-Ambos sabemos que en Marte, está la respuesta.
-¿De que weá me estay hablando?
A veces odio este secretismo,
o mejor dicho,
sectarismo dentro del laboratorio,
malvados malditos.
Al igual que ese weón del Goliat,
que no sé qué chucha busca
navegando por la mente de la anciana esa.
-Hay muchos planes de emergencia y eso
tú también lo sabes, grábatelo por favor.
-Disculpa, es que
después de la desaparición de los fármacos
¿Cómo chucha me mantengo sin Alprazolam?
-¿Hay intentao con Dubitamina?
Yo la ocupo pa separar membranas craneanas.
-¿Intra?
-Si po, 5 ml y ya está. Toma y disfruta rey de reyes.
-Gracias papito, por ahí nos vemos.

V
No sabes lo difícil que es vivir
con un régimen tan desvirtuado como el aplicado aquí
en los monasterios; a las seisymedia nos levantamos
para ir a ducharnos, las duchas son largas filas
divididas cada un metro por líneas invisibles,
ahí cada uno disfruta desde las bocas de las cañerías,
el elemento purificador para limpiar nuestras almas
extasiadas por los sueños impuros que pueden
provocar las noches repentinamente.
Luego de media hora de limpieza en las duchas,
momento de sobra para el ocio, mirar a los otros
compañeros, mostrar gestos delicados hacia otros,
jugar con los cuerpos de manera secreta
(como siempre ha sido en este lugar)nos dirigimos
a las siete cero-cero a la misa de todas las mañanas,
dentro de ella nos es brindada la energía para resistir
un día más.
Después de la misa se organizan los labores del día,
nos dividimos en grupos de a 5, bajo los cuales cada
segmento tiene que atender a ciertas tareas durante
el día para luego juntarse todos a las doce cero-cero,
la hora que divide el día en cuerpo y alma para recién
poder alimentar los cuerpos agobiados
por el trabajo practicado; algunos se regodean
en los pastizales quitando la maleza
para poder plantar los nuevos frutos del monasterio,
otros se dedican a cocinar el almuerzo en completo
silencio, para poder perpetuar la sacralidad dentro
de los alimentos, que serán ingeridos en el futuro
incierto, tal cual como se hizo con Jesucristo.

Todo el trabajo humano que se necesite


para poner en pie este Monasterio un día más,
aprendiendo de las diversas disciplinas, estudiar las
sagradas escrituras, edificar la memoria mediante
la Magia Sacrum. Por eso hemos elegido este camino,
retirarse a una vida alejada de la civilización
pecadora, en medio de las montañas,
entre los caminos de los ríos que van dotando de
existencia con su agua purificadora. El silencio y los
muros nos van aconsejando en el día a día, el trabajo
comunitario por el sagrado mandato.

La arquitectura de este monasterio permite


que el viento recorra todas sus cavidades generando
un sonido semejante al silbido del Todopoderoso, nos
susurra en las tardes de otoño y en invierno
nos castiga con sus tormentas, para luego silbarnos en
primavera repartiéndonos el secreto de la vita æterna.
Los días han estado muy extraños últimamente,
bueno dentro de la Orden sabemos de antemano,
que con los cambios papales suelen agitarse
las cosas un poco dentro de la Iglesia, pero los dueños
del espectáculo están muy ocupados registrando
los pecados de la humanidad cegada
por la LUX DEI BAL.

Nosotros estamos aprendiendo continuamente sobre


el uso de las luces en el espacio,
hemos visto la belleza misma de la luz entrando
en la oscuridad, penetrándola, diseminándose
dentro de ella, cambiando los regímenes de luz,
iluminando ciertas cosas y oscureciendo otras.

Han caído enfermos de ceguera


varios hermanos de la Orden, no sabemos qué es
lo que ha ocasionado ésta enfermedad,
pero nos apegamos a la creencia que los hermanos
han sido tocados por la Trinidad Sagrada y se les ha
dado el don de poder observar otros espectros de la
realidad misma, los hermanos han podido predecir
muertes accidentales que se veían venir en nuestra
Orden, parecía que podíamos controlar a la muerte
mediante la luz divina del Todopoderoso que desde
el cielo ilumina nuestros rostros hipnóticos,
aferrándonos a su esencia suprema.

Todo cambió, cuando nos encontramos al hermano


Simón ahorcado en su habitación, tenía su cilicio de
acero amarrado a su cuello y se había afirmado de la
lámpara del techo con su cordón de San Francisco.
Encontramos una especie de carta entre sus piernas
rígidas, amarrada a su miembro como si fuera una
atadura de zapato, era el Eclesiastés número 3:

“un tiempo para nacer,


y un tiempo para morir;
un tiempo para plantar,
y un tiempo para cosechar;
un tiempo para matar,
y un tiempo para sanar;
un tiempo para destruir,
y un tiempo para construir;
un tiempo para llorar,
y un tiempo para reír;
un tiempo para estar de luto,
y un tiempo para saltar de gusto;
un tiempo para esparcir piedras,
y un tiempo para recogerlas;
un tiempo para abrazarse,
y un tiempo para despedirse;
un tiempo para intentar,
y un tiempo para desistir;
un tiempo para guardar,
y un tiempo para desechar;
un tiempo para rasgar,
y un tiempo para coser;
un tiempo para callar,
y un tiempo para hablar;
un tiempo para amar,
y un tiempo para odiar;
un tiempo para la guerra,
y un tiempo para la paz.”

Como los rumores corren rápido, llegó a los días el


Arzobispo para constatar los hechos que se estaban
produciendo en el monasterio.

Su visita estuvo embestida de cierta diplomacia,


tuvimos que asear el monasterio completamente,
ocultando algunas evidencias que no les gustaría ver
a los ojos que están más cerca de las cúpulas papales.

Al llegar, fue recibido por el Abad


y sus dos ayudantes. El Arzobispo no hablo
con nadie más, excepto con ellos tres,
su visita no duró más de cinco horas y se despidió
prometiéndonos que enviará los datos al Vaticano
para ver cómo se pueden solucionar estos casos.

En la noche, se levantó el hermano Darío gritando,


aullando por toda su habitación,
exclamaba palabras que no podían ser entendidas,
eran profanos balbuceos, miraba absorto la realidad
con sus ojos vueltos blancos y con saliva en su boca,
apretando sus manos, en forma de puños,
sin querer soltarlas. Con otros tres hermanos pudimos
controlar su ataque de histeria, luego de haberlo
sumergido en un baño de agua fría, para que
despertara de su estado de trance.
Cuando se encontraba desnudo en las duchas,
totalmente mojado, comenzó a mostrar el color de sus
ojos, unos ojos verdes selváticos, entre gemidos de
frío, pudo volver a respirar y junto con ello,
se lanzó a llorar un momento bastante largo,
en los muros retumbaban los sollozos del hermano
Darío. Una vez ya en pie, pudimos percatarnos que
habían aparecido unos estigmas en sus manos, justo
en la mitad de las palmas, eran marcas tan grandes,
como si las hubieran quemado con un
fierro enrojecido de fuego.

Con los cuatro hermanos que presenciamos aquella


situación, guardamos silencio, como bien pueden
hacerlo comunidades religiosas como las de nosotros.
Los secretos perpetuos se mantienen
cuando los labios se pegan con cera de vela.

Una semana después, el hermano Darío nuevamente


sufrió un ataque de histeria, nuevamente
los balbuceos, pero en un minuto, su voz se tornó más
ronca, nos miró a los tres que conteníamos su cuerpo
convulsionado y se detuvo:

“INUTILES SUS ESFUERZOS SON,


LOS SIETE SELLOS
SERÁN MARCADOS EN SUS FRENTES,
SUS VOCES SERÁN AHOGADAS,
LOS DIOSES SON INMENSOS,
TAN INMENSOS
QUE NO SE PUEDEN REDUCIR
EN UNA ORACIÓN,
PREPAREN SUS DEBILES CUERPOS,
PREPÁRENLOS
PARA LOS PRÓXIMOS
AZOTES DE DIOS.”

Los hermanos nos quedamos mirando las caras de


espanto y mudos; hasta que un hermano quebrantó el
silencio:
“Prepárense hermanos míos,
las trompetas comenzaron a sonar.”

U
Después del desastre provocado
por las fuerzas armadas en el Paseo Bulnes aquella
mañana fatídica que lamentablemente quedará
inscrita en la memoria chilena. Los gobernantes
militares plantearon su próximo desafío, levantar una
memoria salvadora para que la gente se sienta
protegida por ellos.

Inauguraron frente al Palacio de Gobierno,


el denominado “Altar de la Patria”, bajo este lugar
sagrado, en un subterráneo oculto, yacían los restos
del cadáver de Bernardo O’Higgins movidos
por octava vez por mandato gubernamental
en la historia de Chile. Desde la tumba construyeron
un tubo de plata que extraía los gases emanados por
el cadáver para poder generar una combustión
eterna y así, alimentar la llama eterna de la libertad
que refulgía con toda su fuerza haciéndose impotente.
Detrás de la antorcha que sostenía la eterna llama de
la libertad, estaba la inmensa estatua de Bernardo
O’Higgins arriba de su iracunda bestia.

En el ritual de ignición del fuego triunfante,


los comandantes de la junta de gobierno,
exclamaron al unísono:
“Hoy día,
11 de Septiembre,
a dos años de la refundación de Chile,
queremos encender esta antorcha
para que arda durante los próximos milenios,
dando muestra de nuestro poder protector,
mientras arda esta llama,
la nación será protegida
por nuestros brazos militares.
Nosotros,
la voluntad divina de la patria,
siempre vencedores, jamás vencidos.”

Los televidentes pudieron observar


mientras se emitían las últimas líneas
de la declamación de los militares,
cómo se deformaba la señal televisiva,
cambiando el tono de las voces por unas más graves y
los colores se invirtieron
como un negativo fotográfico.
Apenas terminó la última oración de los militares,
la señal se restableció y volvió todo a la normalidad;
excepto para los asistentes de aquella inauguración,
todos sintieron cómo en la última frase comenzó a
vibrar el suelo con cada palabra enunciada,
remeciéndose todo a los pies de aquella estatua.
Se asimilaba a la invocación de un antiguo
dios hiperbóreo, todos los asistentes comentan que
todo cambió desde ese día.

La llama eterna de la libertad quedó bajo la guardia


constante de tres militares, uno de cada institución.

La antorcha fue apagada numerosas veces en actos de


protesta, pero aun así, siempre lograban encenderla
nuevamente.

En el año 2004, fue trasladada junto con el mausoleo


de Bernardo O’Higgins a la Escuela Militar, ubicada
en la comuna de Las Condes. Hicieron nuevamente
la ceremonia, eso si ahora con tintes privados
y con previa invitación. Fue un 11 de septiembre,
para recordar el sentido de su significado,
la encendieron los comandantes en jefe de aquellos
años, uno de cada una de las instituciones militares,
terminando el acto de inauguración con las
mismas declamaciones que invocaron en el pasado
las fuerzas subterráneas. En aquella ceremonia
participaron también civiles, empresarios importantes
del país, devotos católicos y franquistas. Los coman-
dantes en jefe prendieron la antorcha, y quedó
resguardada hasta el día de hoy en los infinitos
subterráneos de la Escuela Militar,
vigilada nuevamente por tres militares,
uno de cada institución (Agua, Aire y Tierra).

El fuego lo provocan ellos con sus armas polvoreadas


y chispeantes infiernos, rindiendo homenaje
al Anticristo de Tierra Bernardo O’Higgins;
Terrateniente Miembro de la Orden de la Nueva
Atlántida, junto a Simón Bolívar y José de San
Martín. En aquella secta, eran todos hijos traídos a la
vida mediante una deidad bélica, llamada ARIÁN,
a través de una concepción divina nacieron los tres
Anticristos destinados a diseminar el mal por toda
América, trayendo el nuevo ídolo moderno, la nación.

Así llegaron,
trazando límites,
dibujando mapas,
con sus compases y sus escuadras,
fueron los grandes imagineros,
dibujaron el mundo a su imagen y semejanza,
nos surcaron con sus calles
y nos sepultaron bajo sus adoquines,
levantaron las murallas sobre nuestras espaldas
y nos marcaron la nuca con su cetro de la ciencia.
Finalmente,
cuando su creación estaba terminada,
hacen gala de su acto final
y se arrojan sobre sus cabezas,
el caldero lleno de bronce ardiendo,
para convertirse en los eternos metales calientes.
O
Recientemente las y los historiadores
de la época colonial, han quedado deslumbrados
por el nuevo relato que ha sido encontrado
en las profundidades de la Catedral de Lima.

Este nuevo relato consiste en una pequeña crónica


escrita por Álvaro Saavedra de Orozco;
este personaje resulta ser un cronista de oficio,
de tomo y lomo,
ya que gracias a unas
cartas pudimos afirmar que desde muy pequeño,
Álvaro quería viajar a las Nuevas Indias
y relatar y solo relatar
las innumerables experiencias,
en las que se sumergiría en un futuro que sorprendió,
hasta al mismísimo escritor.
En una carta a sus amigos
que estaban en España
esperando noticias de su llegada a las Nuevas Indias,
Álvaro Saavedra de Orozco
arremete con una estupenda frase que dice:

“Que quede de testimonio


ante toda voluntad divina
que yo no soy un poeta,
yo soy un cronista
y relataré los hechos
tal cual nos remecieron.”
Con esta magnánima cita,
queremos dar inicio
a la lectura de la pequeña crónica
escrita por Álvaro Saavedra de Orozco,
que solamente pudieron rescatar los escritos fechados
desde el día cincuenta y ocho en adelante,
esperamos que este relato pueda generar
nuevos recovecos en la historiografía colonial
y para (re)comprender todos los procesos
a los que estuvimos sometidos tanto tiempo.

“Los días han pasado


de manera tormentosa y nos han golpeado
en el vientre a todos los que acá nos encontrásemos,
hemos sondeado la selva más profunda
jamás transitada,
ni nuestras más filosas navajas
han logrado cortar
tales ramas y árboles gigantescos
que han impedido nuestro caminar.

El General de esta expedición


Don Salvador Salinas de Rebolledo
está bastante deprimido,
tan solo el día de ayer
murieron catorce soldados
por enfriamiento.
Saliéronle a primera hora de la aurora
un puñado dellos en busca de leña
para poder alimentar
a los primeros que abriesen la mirada,
a los instantes
llegó bastante agitado un soldado
anunciándonnos la tragedia,
de que habían caído trece soldados
a un lugar del cuál no podían salir.
Parecíase que los soldados
se habían caído en un lugar
donde el agua abunda en cantidades espesas,
y que no se ve por donde empieza
ni donde termina,
razón por la cual los soldados
cayéronles dentro de la fosa.
Los cristianos rogábannos
para que los ayudásemos a salir,
pero el primer soldado que acudió al llamado
fue tragado por el Pantano de las Glorias Hispanas,
nombrase así el lugar
para que quedase guardado en la memoria
de los que allí estábamos y presenciásemos
la muerte de nuestros hermanos
que fueron tragados por la selva.

Parecíase que la selva


llevaba ya varios días dándonos batalla,
los caídos iban sido cargados
hasta el próximo campamento
ubicado a unas cuantas leguas
de donde comenzásemos la nueva expedición
y les dábamos un entierro digno
de la Santa Fé Católica,
menos los catorce soldados
que murieron en el pantano mismo.
Nos decidimos mantener nuestra posición
o por lo menos,
así lo acometimos el jefe y yo,
para que descansásemos
pues la guerra contra la naturaleza
ya nos había pasado la cuenta
sobre nuestras partidas espaldas.

En el descanso
rezábamos a nuestro Gran Padre Todopoderoso
para que nos diera la fuerza
para arremeter contra la naturaleza
al día próximo,
los silbidos de los pájaros
tenían un poder inigualable
con nada que haya visto en toda la gran España,
apenas se ponían a silbar
parecíase que trajesen
las nubes más negras de los infiernos
y nos hicieran sombra nuestro celestial trabajo.

Me vi ausente del momento


en que comenzó una fuerte lluvia
que hizo crecer los ríos y derretir montañas
creándose un caos terrible sobre la expedición
que aulliábase por la vida que podía perderse,
corrían con gran furia algunos
que llegábasen a impactar entre ellos mismos.
Ciegos estaban,
mas ausentes de toda voluntad divina,
de malos hábitos aquellos hombres eran,
pues gran venganza se olía
en los húmedos aires de las Nuevas Indias.

Fuimos con el jefe a calmar los ánimos


y dijímosles a los presentes
que no se hayan obstáculos
para los grandes santos que nos acompañan.
Si necesario fuera,
perderíamos la vida
en servicio de Dios y de su majestad eterna,
doy fe y testimonio desto,
por obra del escribano
el cual así se le nombró
en la misión de exploración a los nuevos paraísos.

La lluvia no cesó en gran cantidad de días,


inmovilizándonos en aquel lugar
que se hacía cada vez más dificultosa
nuestra permanencia allí.
En los días de lluvia
murieron treinta soldados más,
se los llevó la fiebre
como la muerte negra que azotó en oscuros pasados
a nuestras viejas tierras.

Gran miedo comenzásemos a sentir


cuando iban muriendo
nuestros más queridos compañeros de viaje,
rendimos homenaje a ellos que han caído
luchando por las nuevas tierras de España,
a nombre del mismísimo Rey Carlos V
queremos dejar en claro
lo valientes que fueron
los hombres desta expedición.
El futuro los recordará como tales,
bajo el filo de la pluma
que escribe con sangre su memoria sobre el papel,
atrapándoles en el tiempo
como los magníficos héroes cristianos.

En este presente,
completaremos nuestra misión cueste lo que cueste,
romperemos con nuestras espadas
cualquiera sea lo que se cruce en nuestro camino.

A la mañana siguiente
nos despertase a todos los presentes
un sol radiante,
brindándonnos el calor que necesitábamos
para abrigar nuestros abatidos cuerpos,
apenas terminada la merienda de la mañana
comenzamos a armarnos camino
para avanzar unas cuantas leguas
adentro de la selva.

Estábase todo muy tranquilo,


hasta que los pájaros
detuvieron su cantar a nuestro paso
y la tierra comenzó a remecerse con gran fiereza,
arrojándonos al suelo
y golpiándonnos fuertemente
con los árboles que alrededor habían.
Una rama gigantesca
salióse de un árbol inmenso y cayó
sobre tres soldados
causando su muerte inmediatamente.

Después de terminado el remezón,


oramos por los hermanos caídos gran rato,
hicimos un ritual igual al que hicimos
en el Pantano de las Glorias Hispanas,
avanzamos con gran temor luego de la ceremonia
hasta que nos quedamos cerca de un plácido río
a la orilla de unos caminos
que encontramos en lo que restó
del diario viaje nuestro.

En la noche el jefe de la expedición


el General Don Salvador Salinas de Rebolledo
diónnos un emotivo discurso:

“Soldados, compañeros de viaje:


Quiero dirigirme ante ustedes
como lo más sagrado
que ante mi se me ha presentado,
y de esta suerte
quiero estar agradecido
por todo lo que nos ha entregado
el Gran Todopoderoso,
puesto a que han sido pruebas de fé,
para vernos hasta cuando aguantamos
el martirio eterno al que estamos siendo testigos.
En un momento me vi enceguecido
por las nubes de Lucifer
y caer en un pantano del cual me ha costado salir,
porfiando las señales que se me presentasen
quiero pedir perdón
si es que cargo con alguna culpa.
Mi más grande bendición
es acabar con los fantasmas
de las puertas del paraíso
para disfrutar el banquete real
al final del camino.
Es por esto soldados
que doy gracias a ustedes,
porque si no estuvieran,
esta jamás existiría.
A su salud
y a la del gran imperio español.”

Entrada la noche
fuimos despertados por otro gran remezón de tierra,
pero este fue más furioso que el anterior
y perduró aún mucho más tiempo.
Tan así
que pensé que jamás acabaríase.
Todos mis compañeros de viaje e incluso
el mismísimo
General Don Salvador Salinas de Rebolledo
huyeron al interior de la selva,
perdiéndose en ella,
aullábasen y mantenían gran griterío
adentro de la selva
porque gigante era el eco que provocaban.
Yo fui el único que mantuvo su posición
aunque también tuve que huir
porque el río comenzábase a desbordar su caudal
provocando grandes desastres a su alrededor.

Corrí sólo
durante varias horas,
cayéndome de vez en vez
por culpa de las sacudidas de la tierra,
cuando en un solo instante,
el movimiento se detuvo,
pero mi correr jamás,
asique mantuve mi marcha
pero solo unos cuartos de legua
porque ya me encontrase muy cansado.

Me vi tan adentro de la selva


que la luz de la Luna no alcanzaba a penetrar,
no podía observar
absolutamente nada a mi alrededor,
completamente solo en la selva
me invadió un miedo terrible
que hizo que mi cuerpo quedase detenido
hasta que comenzó a amanecer.

Escuchaba solo a lo lejos,


muy a lo lejos,
todavía gritos de mis compañeros de viaje
que nuevamente los envolvíase el pánico
devorando su caminar ausente.
De pronto en pronto comenzó a asomarse
el preciado Sol conquistador,
desafiando la oscuridad,
de a poco pude mirar
lo que a mi alrededor se encontraba,
eran hermosos y diversos los árboles
que me rodeaban en la selva,
innumerables como no los hay en España,
los pájaros comenzasen a cantar
anunciando la llegada del Todopoderoso,
brindándole tranquilidad y armonía al lugar.

Me encontrase solo contra todo,


no sabía hacia dónde dirigir mis pasos,
ni mucho menos quería alejarme de la luz,
pero aun así inicie una lenta caminata
tanteando los límites de mi valentía.

Mi hambre comenzase a hacer notar,


y tuve que rebuscar alimento en la selva
presentase ante mí
una infinidad de frutos selváticos
de los más asombrosos sabores,
pero que golpearon con fuerza mis vísceras
a la hora de digerirlas.
Provocando abundantes
vómitos y excreciones
inigualables.

En este segundo día de soledad


me veo bastante adolorido
por el gran mal que afectó a mí ser el día anterior,
me siento débil y no me levantaré de mis aposentos
a menos que sea para excretar o comer raíces.

Nada más doloroso


me ha tocado vivir en estas tierras,
un gran ardor en mis visceras
hará morirme en estos desconocidos momentos.

Las noches se estrepitasen en mí


dando pequeños tumbos,
despertándome en medio de la noche,
mirando siluetas entre las sombras,
pasos alrededor mío
escuchábase con frecuencia,
ojos como perlas acechaban mi esistencia.

Que me despertáse el mismismo sol era para mi,


milagro de la Santa Fé.

A los días siguientes


ya comenzase a sentir gran alivio,
todo mi interior encontrábase renovado,
los días anteriores fueron tan excretadores
que mi vacio cuerpo
comenzábase a sentirse nuevamente.

Me sentía ya muerto,
como si el mundo
se hubiese creado por vez segunda,
la luz era intensa y hacía
que mis pelos se erizasen con ella,
el viento silbaba por toda la selva,
las lluvias parecían haber terminado y la humedad
comenzase a notar entre las diversas hierbas
que rodeaban mi esistencia en aquella jungla.

Recorría con gran cuidado cada rincón del lugar,


intentando afinar mis oídos
para escuchar cualquier advertencia,
pero lo único que oía
eran a las maravillosas aves
que rebosaban en el paisaje de nuestro Edén.

Subí hasta una gran montaña y decidí


por mi persona
quedarme allí toda la noche
para mañana continuar la expedición;
caída la noche
vi unas cuantos fuegos intensos
entre los valles y montañas,
creí haber escuchado tambores a la lejanía,
que retumbábasen en el valle entero
haciendo agitar mi gran corazón de cristiano,
aferrándome a mi rosario y comencé a orar
por mi esistencia y el porvenir de mañana,
para amanecer con las fuerzas del altísimo
y esperar y esperar y esperar
a que algo pasase.

Me desperté con los picotazos


de una colorida ave de gran tamaño,
con gran ímpetu me levante violentamente
y la maravillosa ave
ni se asustó con mis movimientos altaneros,
me silbase de forma extraña
como intentándose comunicarse conmigo
como la mismísima ave
que anunciábase a la Santísima Virgen
que dentro suyo iba a nacer nuestro salvador,
me conmoví por varios momentos
y en un instante el ave
comenzó a caminar con hábil rapidez
perdiéndose entre la selva y yo la seguí
tropezándome torpemente con las hierbas
que me rodeaban,
la iba alcanzar en un momento
cuando caí con violencia
por una quebrada húmeda y rodé a gran distancia,
cayéndome a los pies del monte
que había subido el día anterior.

Postrado me encontrase durante largo tiempo,


con una vista hermosa
hacia uno de los ríos del valle
que lo nombré bajo la potestad
de la Santa Fé Cristiana
y Vuestra Majestad Carlos V,
el río de San Ignacio de Loyola.

Un gran dolor invadiose


en ese momento a la totalidad de mi cuerpo
y me encontrábase envuelto
por diversos arbustos
que me entregaban una acogedora y sombría
tranquilidad inquietante.

Cuando por unos momentos


mis ojos dan testimonio fiel
de dos cuerpos que danzaban entre ellos,
persiguiéndose
entre los árboles y arbustos de la selva
con gran rapidez,
iban completamente desnudos y descalzos,
mostrábasen en sus cuerpos
numerosas líneas
que iban marcando sus diversos miembros,
líneas y puntos,
en sus rostros,
en sus brazos,
en sus piernas,
en sus estómagos,
en sus posaderas.

Llegábase el momento
en que uno atrapó al otro,
abalanzándose salvajemente sobre el otro,
tumbándolo en el suelo,
pero escuchábanse sus carcajadas y sonrisas
por toda la selva, acompañadas
por el sonido de los bellos pájaros,
ambos pusiéronse de pie
y avanzaron al río
donde pude verles de mejor manera,
eran dos jóvenes
rebosantes de tranquilidad y jovialidad,
tirábasen entre ellos el agua
y se sumergían los unos a los otros
con sus manos en sus cabezas,
pero rápidamente salían del agua
riéndose y hablando una extraña lengua
que jamás mis oídos hubíasen escuchado.

Mantuve mi posición para no ser visto,


además el dolor me lo impedíase,
ambos muchachos tenían en sus narices y orejas
largos pendientes que colgaban dellos.

Cuando saliéronle de las aguas del río,


se posaron sobre unas rocas como reptiles,
y quedáronse tranquilos allí
en una especie de meditación,
uno de ellos se acercó al otro
y se abrazaron por largo rato sobre la inmensa roca.

Levantáronse nuevamente
y se sentaron uno frente al otro
y comenzáronse a tocar entre ellos,
sus rostros,
sus brazos,
hasta que hicieron un acto asqueroso
frente a mis ojos cristianos y profanaron
a la Santa Fé Católica
cuando ambos jóvenes se besaron por largo tiempo
y se tocaban con movimientos abochornados,
recorríanse todo el cuerpo con sus manos y piernas,
yo me puse a orar
por sus inocentes almas
controladas por las tentaciones
del mismísimo Lucifer,
anhelaba que sobre ellos
se posara la luz de la Sagrada Trinidad
para que los alejara de la sodomía.

Luego de un rato
frotándose los cuerpos
se quedaron nuevamente dormidos
sobre aquella gran roca,
hasta que el Sol se comenzábase a ocultar
y uno despertó al otro
y se fueron con gran rapidez de mi vista,
perdiéndose entre los frondosos arbustos de la selva.

Las imágenes que quedaran aquí inscritas


no pudieron borrarse de mis ojos,
habrán quedado impregnadas a mis ojos cristianos
recordándome aquel acto inmundo
que tuve que presenciar,
quitándome el sueño
por varias noches e intranquilizándose mi alma
mientras pasábase el tiempo sobre mi cabeza
y mi espíritu que cada noche oraba
por un acercamiento con la Santísima Trinidad
para que borrara de mis ojos
aquellas imágenes
que presencié e ilumine mi porvenir
para seguir sobreviviendo en este lugar
que cambió de la noche a la mañana.
Convirtiéndose en el infierno mismo
comandando por los ángeles exiliados
de las divinas tierras
del altísimo Amo y Señor de nosotros,
los mortales.

Al despertar me di cuenta
que me encontrábase dentro de una gran celda
echa de raíces y árboles,
he querido dirigirme a mis futuros lectores
para dar cuenta
de lo que ocurrirá con mi vida
en los próximos tiempos,
me siento un prisionero dentro de esta situación,
pero no veo grilletes,
ni tampoco es un celda
como las hay en las Tierras Europeas,
sino que me encuentro
dentro de una especie de hogar
hecho con plantas,
siento murmullos en las afueras y mis oídos
no pueden entender nada de lo que oyen,
y mis ojos me traicionan
porque todavía no saben si es de día o de noche.
Es tan la oscuridad que me rodea
que me he despojado de toda esperanza cristiana
y salvación sagrada,
me aferro a lo único que me queda,
mi rosario de madera
entregado por el santísimo padre
Toribio de Sacrosantos.
Nadie vino a visitarme dentro de este oscuro lugar,
solo hasta hace unos momentos,
llegó una mujer de una estatura
mucho mayor a la mía y entregáseme a mi persona
una especie de vasija con una agua bastante amarga
que bebí con rapidez,
ya que hace días que en mi interior
no sentía aquella fluidez dentro de mi mismo,
no me dirigió ni una sola palabra,
cuando se fue,
una estela luminosa la siguió hasta la salida
y cuando pasaron unos pocos momentos
comenzábase a sudar como un verdadero borrego,
llegándome a quitar todas mis ropas
y acostándome en las tierras de aquel lugar,
tuve unas pesadillas horribles,
veía un ejército gigantesco,
todos poseían blancas pieles
y blancas espadas e iban arrasando
con todo a su camino,
se me hacía familiar a las cruzadas
en las cuales participó un lejano pariente mío,
cuyo nombre ahora me pertenece,
Don Álvaro de los Ríos y Saavedra.
Frente a mis ojos cerrados
se batía una batalla entre hombres y mujeres
con pieles blancas y negras,
la violencia de las imágenes
hacían que largas lágrimas
corrieran de mi rostro y aullidos
salieran de mi garganta,
no pude parar de llorar
todos los momentos
en que los sueños y pesadillas durasen.

Fue revivir una historia épica


como las contadas por Homero y Virgilio,
las tierras se teñían de un rojo
que hacia estremecer mis pieles.
De la tierra ensangrentada
brotaba una hermosa flor
que luego convertíase en una serpiente alada
que comenzaba a volar por todo el valle
en el cual me encontrábase antes de mi captura,
susurrándome palabras que jamás entendí,
pero aún así mi corazón
lograba traducirlas
como una especie de preparación
a algunos acontecimientos
que sucederían en un futuro más bien próximo.

Siento gran miedo


con lo que pueda pasar con mi persona
y los que me rodean en este lugar
que aun no sé cuál es,
siento que este es el comienzo
de la mayor catástrofe registrada
en la historia de la nueva humanidad,
preparaos todos los humanos
para la gran batalla que ha de librarse
en el futuro cercano
que puedo palpar con mis ojos,
ya mi esistencia
se ha vaciado completamente
y quiero dejar acá escrito
en mis últimos espacios de escritura,
a los próximos lectores,
que jamás se darán cuenta
de lo grande que serán
las hecatombes que se desencadenarán,
a lo lejos,
encima del monte,
y estremeciendo todo el valle,
puedo escuchar
la primera trompeta de las siete que sonarán,
éstas harán detener el tiempo
hasta hacerlo envejecer,
transformándonos a todos en polvo,
en símbolos encima de un papel.
EPILOGO
MOMENTanEO
Agradecemos
a nuestros lectores que nos han enviado cartas
para ayudarnos en nuestra complicada
tarea de traducción.

Algunas cartas
han sido verdaderas declaraciones de guerra,
enviadas principalmente por sectas de poder
como lo son los Masones de la Gran Logia Lautarina
y los Descendientes de Yahvé.

Gracias a la ayuda de ustedes


pudimos plantear una tentativa de hipótesis
con respecto a nuestra sabia indígena.

La máquina ha logrado introducirse


en las máximas profundidades de la industria
llamada inconsciente cósmico,
numerosas vidas se han detectado
en un recorrido de aproximadamente 3500 años.

Pero los saltos son demasiado rápidos,


demasiado sinceros,
los ojos se nos llenan de lágrimas
porque la solución esta frente a nuestros ojos
repletos de ojeras
de todos los colores y tamaños,
la ciencia es una artimaña lobotómica,
cada uno de nosotros somos intensidades,
traducidas en crisis,
pánico, desorientación, etc.

Detrás del velo


solo hay espectadores esperando el rizoma extático,
ese que hace levantar la mirada
y hacer estremecer los huesos.
Para que todo eso y más ocurra,
necesitamos de su ayuda,
por favor sígannos escribiendo,
hoy más que nunca
las esperanzas se apuñalan unas contra otras,
ahora mismo no puedo creer
que esté borracho,
debajo de mi escritorio,
sin haber comido ni dormido hace ya varias horas,
la masturbación no ayuda en nada,
o por lo menos
a tantos metros bajo tierra,
como lombrices escarbando los cuerpos abatidos
por los demiurgos aulladores,
y los amaneceres filosos
y la realidad etérea
y los delirios obligados
y el abrigo consensuado
y la tanta mierda hablada.
Atentamente
GOLIAT
LOS
CAMINOS
DE LOS
RÍOS
III
Glaciares
P
En uno de los grandes caminos asfaltados
rodeados de palmeras
(directamente traídas de la selva valdiviana)
en las laderas interminables
del sector oriente de Santiago, se encontraba
el polígono de tiro del Guatón Hormazábal.
Ahí se juntaban los altos mandos
de la Escuela de Oficiales
de las cuatro Fuerzas Armadas y de Orden,
junto con los veteranos élite de las mismas
y unos pocos civiles con problemas severos
de alguna patología mental aun sin nombre.

Hoy en día, no queda absolutamente nada


de lo que fue en aquellos años
el Club Social Gatopardista.

Imagínese, era una parcela de más de 1200 m2,


poseía además un campo abierto de tiro
con aproximadamente unos 300 objetivos
con figuras diferentes, pasando por triángulos,
animales e indios.

Por dentro habían suntuosos salones


en donde abundaban los colores dorados, lilas
y rojizos, la colección completa de sillones Luis XV
y abundantes pinturas de
Rafael Vázquez de Salamanca,
en donde había una
que me llamaba profundamente la atención.
Era una especie de banquete-masacre
o masacre-banquete,
en orden cronológico según la pintura.
Los celebradores eran de la antigua Orden del
Temple; estaban dentro de lo que sería el Templo de
Salomón, en el cual sucedían un sin número de
atrocidades y vejamientos a la humanidad;
desde violaciones (hombres y mujeres; ancianas y
niños) hasta empalamientos de cuerpos putrefactos e
inexpresivos. Debo añadir que aquel cuadro medía
unos cuatro metros de alto y siete, o me atrevería de-
cir, ocho metros de largo.
Era una brutalidad sin nombre,
pero debo asumir que era un cuadro estridentemente
asombroso, cada detalle…..............…..tan minucioso.

Disculpen por haberme distraído;


eran tres salones enormes.
Uno donde jugábamos solamente cartas;
otro usado como un gran comedor
con diecisiete baños diferentes;
y el último nombrado por la grandísima excelencia
Fabrizio Corbera, Príncipe de Salina
como “Camera dei Desideri”,
en donde se celebraban las grandes fiestas
con las putas más caras de Santiago,
cocaína de primer nivel y por doquier
traficada por el Padre Tancredi,
tenía excelentes contactos
en más de quince localidades de Bolivia.
Me miran así porque no entienden,
estoy hablando de crème sans grumeaux,
una sola cachetada y nada más,
o sino, dile bon voyage a tu estabilidad mental.

Otro aspecto que también me llamaba la atención


eran los mayordomos,
eran todos hombres e increíblemente jovencitos,
desde los catorce a los veinticinco años
(nunca más allá)
todos eran como si fuesen jóvenes soldado
victoriosos y espartanos,
caras serias y cuerpos bellamente esculpidos.

No era extraño que a estas fiestas


asistieran los astros más relucientes
del jet set de aquellos años,
desde Buddy Richard hasta Álvaro Corbalán.

Obviamente, nadie daba sus nombres reales,


eramos todos personajes de novelas olvidadas,
los habían de todos los tipos:
Ulises, Arturo, Francisco, Fernando, Carmen,
Bibiano, Silvia, Juliana, Iván, Ana, Raquel, Aracelly,
Raimundo, Lorcano, Dylan, Raúl, Dedalus, Ingeborg,
Demian, Rodión, Llavs, Radomiro, Baltazar, Petra,
Telémaco, Paracelso, León, Mario, Josefina, René,
Benno, Lucía, Inés, Sofía, Lucrecio, Hernán,
Enriqueta, Alexandra, Tomás, Alondra, Adolfo,
Segismundo, Godofredo, Patricio, Ramón, María,
Elena, Dagoberta, Renata, Godot, Ubú, Piter, Renzo,
Ariadna, Estefanía, Horacio, Norberto, Elio, Américo,
Oliver, Baltus, Regis, Gil, Pascal, Román, Exequiel,
Narciso, Silvia, Roxana, Lorena.

Finalmente,
estaba el gran polígono subterráneo
con blancos móviles,
humanoides innecesarios
para el nuevo gobierno involucrado,
estupideces sin rostro, cuerpos de libre acceso,
enmurallados por su ausencia de voluntad.

Era todo un espectáculo


en el cual solo participaban
los más enloquecidos por las sustancias
y el ritmo de la noche, cuerpos voraces poseídos
por alguna entidad subterránea.

Vi con mis propios ojos la castración


de una treintena de cuerpos que yacían agonizando
luego del fatal juego, debo admitir que yo también
participaba de aquellas magnas masacres,
pero siempre de lejos, con una mira de 200x
para ser certero, disparos rápidos y eficaces,
hechos por la CZ-455 que me prestaba el mismísimo
Príncipe de Sibila, me miraba a los ojos mientras le
sacaba brillo al cañón y me decía levantando
las cejas:
Eres un cobarde James Joyce,
un verdadero maricón.
Como todos los blancos iban enceguecidos
por las bolsas que les ponían en la cabeza,
él iba lentamente jugando con ellos,
brindándoles cortes
con su amada daga Ground Rohm,
heredada por su padre,
una intensa presencia de las SchutzStaffel
que intentaba ennegrecer al Sol,
logró escaparse de los juicios de Nūremberg
escabulléndose en este perdido país de América
Latina como hicieron muchos otros.
Lo más impactante, era verlo lamer aquella navaja,
mostrando su brillo frente a las luces
que lo iluminaban desde muy arriba,
dejando ver el mensaje inscrito en el filo de la daga
“Meine Ehre Heißt Treue” , que sería algo así como,
mi honor es mi fidelidad.

Pero la persona que se gana el premio


a la bestia más tocada, es el Padre Tancredi,
él si que tenía una salidas sacadas de algún film de
Pasolini. Una vez a altas horas de la madrugada en
aquella casona, nos encontramos en el bar, rellenando
nuestras vacías copas con algún licor exclusivo.

Me comenzó a hablar de cortes de carne,


como era mejor cocinar cada una y por cuanto
tiempo, las variables de la temperatura en los tejidos
para lograr la perfección dentro de la cocción de la
carne, y como iba variando con los gustos de cada
quién. En un momento, me tomó de los hombros y
me dijo: no hay nada mejor que un Porterhouse aux
tendres oliviers y sin soltarme con bastante
agresividad porque eran ya las tantas de la madrugada
y conociéndolo ya debía tener los orificios nasales
tapados de tanta cocaína consumida. Me llevó a una
sala que yo desconocía de aquella mansión, llegamos
al tercer piso, muy cerca del ático en donde el
Príncipe de Sibila guardaba sus más preciadas obras
de arte, casi todas esculturas de bronce.

Cuando abrió la puerta lo que más me estremeció


fue el hedor, una mezcla entre un sudor de bebé con
un olor increíble a mierda que me golpeó en la cara
como un gran escupo directo a la cien.

Recuerdo haber visto que la habitación era ilumina-


da por un pequeño tragaluz, que iba dirigiendo a los
cuerpos ese matutino destello; cuando el Sol inicia su
travesía luego de atravesar las numerosas montañas
hasta posarse sobre nuestras calvas cabezas.

Junto con la iluminación, veía una estela neblinesca


que atravesaba toda la habitación, generando un juego
de sombras que transformaba los cuerpos en bestias
horrendas con múltiples miembros y brazos.
Pero todo eso era un juego imaginario
provocado por la luz, las horas y las drogas
de aquella perdida mañana del 77.

Cuerpos muchos cuerpos,


demasiados como para ponerse a contar
y perderse alrededor del número veintiocho.
Cuerpos jóvenes sucios y descompuestos,
todos bolivianos como me comentaba el Padre
Tancredi que se acercaba lentamente a uno que se
encontraba encadenado junto a otros a un radiador.

Todos estaban desnudos y manchados de mierda y


otras sustancias de lejano alcance lingüístico. Cuando
comenzó a tocar a aquel niño, fue rodeado por todos
los niños de la habitación, que no paraban de
acariciarlo y ponerse sobre su cuerpo,
como frotándolo con los mismos cuerpos putrefactos
y él gritaba extasiado, en un momento eran tantos que
lo perdí de vista, solo escuchaba sus suspiros y gritos
de placer que me daban un asco tremendo, tanto así
que no tardé en vomitar ahí mismo.

Sorprendido frente a tal horrible espectáculo, me alejé


hasta llegar al umbral de la puerta que separaba el
pomposo pasillo de la asquerosa habitación
y me quedé allí, a la espera de que el Padre Tancredi
saciara sus horrorosos placeres.

Cuando todos los niños comenzaron a dispersarse de


a poco en dirección a las murallas de la habitación,
vi el cuerpo del Padre Tancredi tirado en el suelo y
embarrado completamente, no parecía reaccionar.
Me preocupé y fui a buscarlo, lo arrastré hasta el
pasillo porque el muy maldito era un cerdo de ciento
veinte kilos de pura perversión, y allí me di cuenta
que estaba muerto, se asfixió con sus propios placeres
y olía a desechos humanos,
además se había orinado y defecado
en sus propios pantalones,
demasiado placer para tan delicado cuerpo.
No pudo soportar tanto y se sofocó.

Asqueroso bastardo
murió como quien quisiera morir
cualquier otra persona,
rodeado de sus mayores placeres,
alcanzando un profano nirvana
repleto de fluidos seminales,
excreciones incesantes y anos interminables.

Claramente, por la reluciente suerte que corríamos


todos los integrantes de estas burbujas de poder.
Este hecho fue una gran excusa para mover los hilos
de los medios y componer una gran noticia que
asemejara las obras de Richard Wagner con
secuestros, terrorismos inventados y fascismo a las
preciadas venas de nuestra naciente probeta
denominada ciudadanía.

G
Esa noche las estrellas y lunas irradiaban
una luz violácea que envolvía el ambiente;
estábamos en el último piso, observando la necrópolis
desde unos antiguos edificios que se caían a pedazos
y se fundían con la vegetación de la cibernaturalis.
Era otra noche más en el GhettoRetro,
un extenso campamento en donde cada cual construía
su propio hogar con basura reciclada, la quinta crisis
del cuarto septimtumbrio generó la mayor taza de
desplazados en la ultima quintalia, a eso habrá que
añadirle la nueva fusión quebrantacráneos producida
en los subterráneos ocultos del GhettoRetro.

Algunos la llaman chispazo, otros ceguera,


yo prefiero decirle por su propio nombre: 3P3CB y
es la droga más consumida por la necrópolis, miles
de toneladas se mueven entre sus numerosos pasillos
excesivamente transitados por la mayor masa
infrahumana. Existe una gran mafia que mueve los
hilos para reproducir aquella adormecedora
fórmula; se hacen llamar “La Rezitencia” y son todos
una manga de imbéciles, cabezas de electrodos
destellantes, la violencia es su único lenguaje,
la fusión con la crueldad construyen
un ambiente non grato.

Aún así, dentro del GhettoRetro existen más grupos


de combate: MAAT, Ar18, VPN y la lista es larga,
es que la convivencia, la organización
y la solidaridad son indispensables para
la sobrevivencia en estos complejos habitacionales.

En MAAT somos el caos primigeniamente creador,


las crías de la virgen negra, generamos redes de
apoyo mutuo entre las personas interesadas en ayudar
y ser ayudadas. Movemos alimentos, herramientas,
servicios que van desde forrar un tejado
a la producción de tarjetas falsas.

Sin embargo, también tenemos que defendernos de


los soldados de “La Rezitencia”; transforman los
pasillos y los departamentos en antros o centros de
distribución de 3P3CB.

En mi presente brindo apoyo a la red defensiva junto


a Babel, mi eterno amante y compañero, vamos todo
el día recorriendo los pasajes y pasillos eternos del
GhettoRetro, montados en su motocicleta de 3600
cilindros de carburación; yo lo abrazaba con fuerza
y suspiraba en su cuello cada vez que atravesamos
la intercontinental a más de 450 Zexaccinarias
por ElectroQentum.

Podría estar horas mirando sus ojos plateados,


su piel cobriza,
sus mejillas contorneadas y sus manos serpentinas.

Me acuerdo una vez que tuvimos que rodear


un centro de distribución ubicado en el TRZ.
Babel es un especialista en plasma,
logra controlar la temperatura generando una amplia
gama de destrucciones. Yo me especializo
en las granadas caseras. Así, logramos dinamitar todo
el departamento aniquilando a 300 imbéciles de
“La Resitenzia”.
Nos fuimos al muelle, con las caras pasmadas, con las
manos ensangrentadas, nuestras ropas deshilachadas,
nuestras extremidades cyborgs cubiertas de polvo,
las estrellas a lo lejos, las divinas espectámbulas,
las murmuradoras glaciales, ellas fueron,
ellas mismas, las únicas que pudieron mezclarse con
nuestras corporalidades. Esa misma noche me di
cuenta que sus lunares generaban armonías con
el ritmo de su respiración, que su aroma era algo
adictivo y que nuestra conexión rompía normas y
aniquilaba a miles.

También estaba Gato, exiliado de la aristocracia


DUNERK, dueña de la galaxia Andromedaria.
Se desempeñaba construyendo bombas y dinamitando
diversas murallas o instituciones de poder, generando
más de 15 mitines en las Mazmorras Oivídias.

Estuvo mucho tiempo abusando de su buena fortuna


y su capacidad para volverse invisible, hasta que una
noche, en una pequeña trifulca de bar, lo detuvieron.

Toda su trayectoria jurídico-penal, se comportó como


un modelo CTX00, el androide fabricado para dar
respuestas maquínicamente, pero sin sentido.
Además, a su excéntrico personaje-máquina le añadió
movimientos entrecortados simulando el antiguo
baile robótico. El mismo comportamiento generó
la reducción de su pena a solo tres meses. Fue algo
increíble, nos sorprendió a todas las personas que
estábamos expectantes a su salida.
Ya lleva más de un año libre y sigue acompañándonos
en nuestras destructivas hazañas.

Pero la verdad es que todo ha cambiado,


las estaciones de metro,
los paraderos olvidados,
los llantos en las calles,
todo eternamente revolviéndose
en este azardestino, como una megalicuadora
simulando el movimiento del bigbang,
girando y girando
eternamente,
desaparecimos.

Como el peso rodado del tiempo,


las grietas iban surcando vías de escapes entre las
murallas que nos rodeaban, muchísimas almas
murieron aplastadas por la constricción
de posibilidades y el gran abismo que existe entre
nosotras y las aristocracias dominantes.

La búsqueda de salud se nos hacecada vez más


extensa, la información relevante se infiltra por
lugares en donde ni la más escurridiza partícula puede
entrar y las desesperadas ganas de arrancar de este
infierno viviente queda solo siendo una voluntad
demasiado compleja como para entenderla.

Ahora mismo, nos encontramos de brazos cruzados


porque logramos acceder a un laboratorio importante
de “La Rezitencia” ubicado en las inmensas
profundidades de un antiguo matadero. Lo que encon-
tramos fue una fabrica con miles de mujeres
secuestradas para producir placenta, la que luego será
sintetizada, mezclada con otros minerales y así
producir una nueva fórmula de 3P3CB.

¿Cómo dinamitar un laboratorio entero sabiendo


que estaríamos sacrificando miles de vidas?
Es la vida misma atacando a la vida.
¿Estaremos condenados a transformarnos
en aquella serpiente
que comienza a devorarse a si misma?
¿Nos atragantaremos a mitad de camino
y quedaremos asfixiados,
totalmente catatónicos?
Esta espiral que destroza todo a su paso
parece llegar a su fin,
quizás solo nos quedaría esperar frenéticamente
la próxima explosión en nuestras cabezas,
estaremos asistiendo a la aniquilación flagelante
de estos frágiles universos,
que se despedazan con las mas tierna caricia
y crea nuevas realidades
en una danza tan increíble
que nos deja a todos ciegos.
La verdad es que no nos sentaremos a esperar
mientras las tráqueas se oxidan
a un ritmo desorbitante
y las corporalidades
se gusanean a velocidades tormentosas,
las múltiples conexiones
nos enseñaron a ocupar las fuerzas,
para continuar el movimiento de esta supernova
que con su explosión
brinda de maravillosas luces
los oscuros universos.

D
¿Cómo empezó todo? No sé, pero uno de los tantos
cambios, fueron en un periodo de mi vida en donde
me pasaba horas frente a las máquinas levantadoras
de lo invisible, la fugaz repavimentación de las calles,
esperando pacientemente a que terminaran su nefasta
tarea. Apenas se largaban de allí, voy acorralando el
asfalto fresco, reluciente, con olor a neumáticos
quemándose a lo largo de una gran calle.

Me saco los zapatos, los pongo en mis manos y


comienzo a develar el mandala transparalélico.

Cuidadosamente despliego un sin número de técnicas


para palpar el asfalto fresco, puedo estar veinte
minutos aunque una triada de veces he estado tres
horas frente a mis magnas creaciones e incluso una
vez, desesperado por los resultados,
golpeé el asfalto con mi mano desnuda,
entregando mi sangre a mi amada creación.
La bendición sagrada del artista mesiánico.
Debo admitir que hasta el día de hoy
la culpa me pesa como una gran garrapata
que se instaló en mi nuca, aquella mañana cuando
me enteré de que un muchacho en las veintenas de la
vida, murió embestido por un auto, el joven
se encontraba observando mi creación (al medio de
la calle) totalmente hipnotizado, casi acariciando el
pavimento con su rostro embobado.

Luego, comenzaron a salir a la luz pública mediante


la televisión devoradora de verdades,
mis más preciadas creaciones.
Jamás aparecí, ni quise aparecer, aunque admito que
me picaban las manos de la rabia enturbiecedora.

Cuando por primera vez, supe que todas las mañanas


de una asquerosa semana en los matinales de tele-
visión, se preguntaban si era arte o vandalismo e
invitaban a los televidentes a dar su opinión,
un verdadero desastre seguido por otro y otro y así
sucesivamente hasta perder totalmente mis estribos.

Todo esto generó en las cúpulas de poder,


una inquietud que hizo que un grupo de policías
persiguieran durante meses a los muralistas.
Jamás me capturaron, pero otros no corrieron
la misma suerte, ese mismo mes detuvieron a ocho
artistas y ahí mi rabia no dio para más.

Me escabullí en los traicioneros tejados, observando a


los muralistas y cómo se acercaba lentamente
la bastarda baliza roja. Desde mis cielos, les arrojaba
mis esferas de asfalto (cuidadosamente pulidas)
contra las gorras policiacas a medida que
se acercaban a los artistas para detenerlos.
Nunca supieron quién era esa sombra criminal,
que estuvo cazando vigilantes durante todo
ese oscuro mes represor
En la última semana, salieron en libertad los ocho
artistas que habían apresado y en los noticieros ni se
asomaba la estela del vengador asfaltástico.

Luego como siempre,


hubieron otros acontecimientos,
quiebres generalizados, catástrofes sobre catástrofes,
amontonándose una a una
sin dejar rastros de la humanidad;
y mientras todo esto sucedía,
las ruedas pasaban incesantemente
sobre mis creaciones,
metamorfoseándose
en una mezcla de planicies, rugosidades y pliegues.
Convirtiéndose
en lo que más me ha maravillado hasta el día de hoy,
la eterna reptilización
de aquella realidad pavimentada.
T
7 DE AGOSTO
Mi padre se acercó a mi pieza, golpeó cuatro veces la
puerta con ese ritmo que me emputece desde los doce
años. Lo vi, su silueta a veces cobarde, a veces
autoritaria, ocupaba todo el umbral de la puerta que
da al pasillo, y el pasillo termina en una ventana
por la cual entra la luz de la luna llena,
que pasaba por la constelación de piscis.

Comienza a tartamudear, le siguen balbuceos


inentendibles, y en un segundo cae estrepitosamente
al suelo, quedando atrapado entre la dimensión
pasillo y la dimensión pieza. Llora, se tapa el rostro
con sus manchadas manos y grita mi nombre,
el de mi desaparecida madre y el de mi fallecido
hermano. Solo en ese momento, salgo de mi
incapacidad de movimiento, me levanto de mi silla y
me dirigido a contener a mi padre. Lo abrazo,
le doy cariño, se calma y lanza un suspiro:

-“Me estoy marchitando


y las aguas que me riegan,
me pudren aún más.”

Después de miles de vueltas y desvaríos de mi padre,


mientras se retorcía entre mis brazos, llegué a la
conclusión de que tenía SIDA y no lo quedaba mucho
tiempo, dada su edad, nuestro contexto actual y su
voluntad de vivir.
Justo cuando mi vida no podía alterarse más,
se remecen las mil mesetas dejando variadas grietas
para esconderme, pero ahora no, lo miro
y me acongoja. Aunque me haya sacado la cresta toda
mi infancia y ahora lo veo ahí, reducido a la nada,
rogándome cariño, amor y comprensión.

Serán días de mierda, intensos,


mi vida ya no será mi vida,
ahora me tengo que hacer cargo de mi padre,
como si el mito se hubiera activado
en el núcleo creador de nuestra existencia.

8 DE AGOSTO

Siento que han pasado siglos y solo han sido dos


noches desde el colapso de mi padre.

Con su confesión vino una total desactivación


de su manera de existir, ahora no se mueve de su
cama y si quiere hablar lo hace balbuceando
respuestas monosilábicas y con leves movimientos
de su cabeza. Ahora tengo que cocinarle, darle de
comer, bañarlo, lavarle su cuerpo con mierda y orina,
vestirlo y volverlo a acostar.

Ya no lee, ya no escucha música, ni siquiera se posa


en la ventana para ver el jardín. Lo único que hace es
reposar en cama y llorar y llorar y llorar a cualquier
hora, sobre todo en las madrugadas, ahí tengo que
levantarme e ir a su habitación, acercarme a su cama
y dormir con él para que se calme, haciéndole cariño
en su calva fresca, conteniéndolo en mis brazos,
transformándome por un momento en su madre.
Me da tristeza verlo así, más me da pena él que mi
condición actual; observo sus ojos lagañosos
y pálidos apagándose cada segundo, sin brillo,
sin luz, me da angustia su cuerpo
que ahora es su propia prisión.

En la tarde me llamaron de mi trabajo para avisar que


me habían despedido por no asistir ni ayer ni hoy,
les expliqué la situación, pero me cortaron la llamada
apenas empecé a relatar los hechos. Ahora solo me
queda mi padre, o lo que va quedando de él,
sus frágiles ojos,
sus inentendibles balbuceos,
su olor a excremento,
su cuerpo aturdido y manchado,
su respiración constipada o exagerada,
sus estornudos vomitivos,
sus manos temblorosas,
sus sonidos interiores,
sus caminos salivosos que llegan a su pecho
recorriendo su cuello repleto de pliegues.

10 DE AGOSTO
Las horas han pasado como navajas sobre mi cuerpo,
el arquetipo se ha completado.
Ahora todo va de mal en peor.
Había despertado de un sueño terrible;
estaba acostada en mi cama cuando entreabro los ojos
y veo una silueta oscura en el umbral de la puerta,
pensé rápidamente en mi padre, pero deseché a la
misma velocidad esa posibilidad,
porque la sombra era de aproximadamente dos metros
y su interior se movía
como una galaxia expandiéndose.
Yo no podía moverme, me encontraba paralizada,
en un momento la gran silueta comienza a acercarse
extendiendo su mano sobre mi cabeza.
Comienzo a sentir presión en el cráneo, no me puedo
levantar, sigo paralizada, siento que la mano recorre
las hendiduras de mi cerebro, quiero gritar,
se me acaba el aire, me siento ahogada, no entra aire
en mi interior . . . . Desperté.

Me levanté apresuradamente de la cama, tuve miedo,


pero se disipó mientras establecía conexiones con la
realidad. Crucé el pasillo mientras estaba todo oscuro,
observé el reloj, no tiene pilas, se las saqué para
cambiarlas y no terminé la tarea.
Se quedó pegado en las seis veinte y algo más.

Al llegar al umbral de la puerta de la cocina, te vi,


estabas de pie, en una postura encorvada, como si te
hubiera crecido una inmensa joroba.
Me miró a los ojos y me dijo: NGOI ELGLU.
Tiritaba de pies a cabeza, en una mano vi
que se aferraba a un tarro de soda cáustica.
Su mirada se mantenía fija hacia mis ojos y antes de
que yo abriera la boca para emitir algún sonido,
levanta el brazo y dirige el químico hacia su boca.
La sustancia se accionó con la saliva y comenzó a
derretir todo a su paso, desvaneciendo la materia,
generando aberturas por las cuales podía observar
cada elemento de la garganta de mi padre,
sus cuerdas vocales se deshacían con rapidez,
quedando como fideos en un colador de mala calidad.
No sé cuanto tiempo permaneció de pie,
pero fue una eternidad, luego se fue de cara al suelo.

De este acontecimiento han pasado dos o tres días,


aun no lo sé, es como si hubieran pasado meses o
años, además te sigo viendo padre, sobre las
baldosas de la cocina, esperando que te levantes
entre los muertos y me digas que ha sido una broma
de buen gusto. Ni siquiera se me ha pasado por la
cabeza deshacerme de tu cuerpo.

En las noches siento que me llama desde el suelo de


la cocina, me dices mi nombre y luego comienzas
a gritar tus últimas palabras.

11 DE AGOSTO
Tuve una parálisis de sueño, estuve aproximadamente
una hora sin poder moverme de mi cama con los ojos
abiertos, ni siquiera podía pestañear.
Los ojos me ardían,
pensé que jamás recuperaría la movilidad.

Lo primero que pude mover fueron los parpados,


lloré por un rato largo mientras comenzaba a sentir
como lentamente la sangre corría por mis venas
y cesaban los calambres que habían atacado
a mi cuerpo. Debe ser el estrés, es que solamente
tomo agua y nada más.

Me cortaron la luz, del refrigerador no para de salir


agua, la cocina está empapada, no me atrevo
ni siquiera a entrar.
Mi padre aún yace en el suelo, el olor cruza todos los
rincones de la casa. Un olor asomagado, de encierro
de cuatro paredes, las ventanas cerradas, mis manos
tiemblan hace días, es como si mi cuerpo comenzara
a actuar por sí solo, de la nada toma conciencia
y me encuentro tirada, en el suelo del patio a los pies
del durazno, que plantaste el día que murió el gato
Carlos.

He tenido visiones mientras miro el Sol filtrándose


entre las hojas del durazno, veo unos ojos que me
miran solemnes, veo unos brazos que naciendo desde
el suelo me envuelven como un pajarito en las manos
de un gigante. Me observo desde las alturas del
durazno, estoy aferrada a los pies del durazno,
me alejo, veo la casa desde arriba y me infiltro por
uno de los numerosos agujeros hechos por el tiempo
y las lluvias de ácido muriático. Me adentro en los
pasillos, veo aquella ventana, veo el pasillo oscuro,
veo la cocina, veo tu cuerpo hinchado y negrusco,
me adentro en tu interior a través de tus canales
auditivos, veo las larvas meciéndose en un mar de
viscosidades increíbles, veo los hongos que se abren
como las flores de un jardín intergaláctico.
De repente, me llega un relámpago de realidad
y me encuentro sentada junto a ti
con las manos repletas de tus restos.

¿Estuve escrudiñando el cuerpo de mi difunto


padre mientras viajaba a velocidades increíbles
entre la ilusión y la realidad?
La ilusión solo acrecienta o disminuye
nuestros miedos.

12 DE AGOSTO
Temprano me despertaron cuatro golpes en la
puerta principal, acompañados de una voz femenina
que repetía mi nombre.

Desconfié, desconfío desde el día que recostada


a los pies del durazno, oí el mar.

Luego la voz se silenció y se transformó


en pies quebrando las hojas que están alrededor de mi
hogar. Me quedé recostada hasta que
los pasos cesaron. Esa voz, que jamás pude saber
desde qué cuerpo provenía.
¿Alguna amiga, compañera de trabajo,
los múltiples espectros de mi madre?

Me preocupa que últimamente se me estén


acalambrando diversas partes del cuerpo:
las manos, los pies, mi rostro. ¿Cuánto ha pasado ya?
Mi amado padre aún yace en aquellas blanquinegras
baldosas.
Se formaron hongos en las paredes y en el techo
a una velocidad impresionante,
como si el espíritu de mi padre
se hubiera transformado en miles de moléculas
del reino fungi.
Esporas invisibles que van colonizando a la maldita
higiene que había construido cotidianamente,
limpiando cada día de mi vida, este lugar.

El olor persiste como la bruma imaginaria que recorre


estos pasillos y rincones, como un fantasma
fragmentado repartiendo su fragancia
como eterna nostalgia.

13 DE AGOSTO
El teléfono suena,
suena y suena,
suena y suena,
sigue sonando . . . .

Desenchufé los cables y les arrojé agua a todos los


enchufes de la casa. Enterré el teléfono a los pies del
durazno, hace días que me cortaron la luz.
Me animé a cocinar, me corte la palma izquierda de la
mano, cruzando las líneas principales.
No recuerdo si fue de distraída o a propósito.
Mande todo a la mierda y al final hice sopa.
Bien mala quedó.

Un niño, de aproximadamente nueve años,


vestón azul y pantalones marrones, sin zapatos,
piel pálida, también morena, pelo castaño,
ojos de color jade.
Le faltan tres dedos en la mano izquierda
(meñique, índice y anular)
¿Qué hace?
Recorre las habitaciones.
¿Qué dice?
Mi nombre.
¿Qué quiere?
Siete canicas.

He adelgazado tanto que me veo los huesos


y se marcan púrpuras mis venas, mi orina tiene un
extraño aroma, entre insecticida y naftalina.
Observé coágulos en ella.
¿Cuándo me llegó la lunita?

14 DE AGOSTO
Me vi al espejo y me di cuenta que tengo la gran parte
de la cara paralizada, no la puedo mover, es como si
una mano invisible me estuviera intentado asfixiar,
he perdido la sensibilidad.
Lo comprobé apagando un fósforo en mis pómulos.
No puedo ni siquiera hablar, solo emitir sonidos que
se repiten una y otra vez.

Se asemejan a las últimas palabras de mi padre:


NGOI ELGLU.
H
Recuerdo mi primera salida de scout
en los florecimientos de la mal llamada juventud.

Éramos la Tropa de San Luis


(Si, el mismísimo San Luis, el mismo que violó y
quemó lugares sagrados en los territorios americanos)
desfilando por El Manzano, hasta llegar a algún sitio
gratuito en donde pasar los días hostigosos del verano
de mierda, que comenzaba a desplegarse con cierta
letanía y rapidez, extrañamente efusiva, extrañamente
sentida. Dentro de la misma tropa nos distribuíamos
en diferentes patrullas, que se diferenciaban unas de
otras con la adoración de un animal.

Yo pertenecía a la patrulla de Los Búfalos,


una manada de pubertos monomaniacos
y excesivamente onanistas (o masturbadores como
me gusta decirles). Nos comandaban el Jefe de
Patrulla, Raimundo, y el subjefe de patrulla que
apodábamos como “El Chico Percebe” por razones
que aún desconozco. El primero era un respetable
joven de 16 años con cara de ángel y el segundo
era un completo idiota de la misma edad.

Cuando llegamos a nuestro destino, comenzamos a


armar el campamento y recibimos instrucciones
disciplinarias de nuestros respectivos jefes,
que a ratos se dejaba llevar por un amargo
autoritarismo, pero nosotros solo reíamos y reíamos
en función de provocar una cierta cólera en El Chico
Percebe, que cuando llegaba a su punto máximo de
ira, sus orejas cambiaban de color a un rojo intenso
y alérgico. Como castigo nos enviaron a buscar leña
para el gran fogón de inauguración de la primera
noche a la intemperie.

Mientras recogía leña,


observé un espiral metadimensional
que se detuvo justo después de haberse cruzado en mi
camino. Ahí me percaté que aquel espiral era una
serpiente de considerable tamaño. Me observó a los
ojos y yo me quedé petrificado ante su figura,
me mostró su lengua solo en dos ocasiones
y siguió su camino, perdiéndose entre numerosas ra-
mas y hojas que se repartían por todo el camino.

Al volver al campamento, me di cuenta que habían


construido una gran pirámide con la leña que
habíamos recolectado. Sobre la inmensa pirámide
había un muñeco de trapo que simulaba ser un
indígena. Observé aquella creación con un miedo que
nunca antes había sentido, era una mezcla entre
curiosidad y temor a lo desconocido.

Llegué a la carpa de mi patrulla en donde encontré a


todos mirando al cielo de la carpa y restregándose los
miembros con sus caras pálidas de placer. Me hice el
desentendido y comencé a dar vueltas, hasta que me
llamó un chico de mi misma edad que era de la
patrulla de Los Cóndores, le decían El Caremuela.

-Hey. . . Novato. . .
(me acerqué)
-¿Preparado para la tradición?
-¿Qué es eso?
-La inauguración del campamento,
lo hacemos todas las primeras noches.
-¿Que tienes en el cuello?
-Un espiral
(Saca el cordel que rodeaba su bronceado cuello)
es el primer símbolo de la historia.
-Ah si . . .¿y según quién?
-Los hermanos mayores
(me susurra al oído)
-¿Quiénes son ellos?
-Los que cruzan de abajo hacia arriba.
Ya los conocerás y si tienes suerte
se te presentarán ante ti,
en medio de la inmensidad de los bosques.

Una voz sonó a lo lejos, llamaban al Caremuela,


me dijo adiós y rápidamente se fue.

Seguí caminando entre gigantescos árboles pensando


en las palabras del patrullero condoresco;
en un momento, me tendí boca arriba
y miraba la inmensidad de los seres que me rodeaban
y pensaba: Nuestros hermanos mayores. . . .
No se en qué momento me quedé dormido
y fui despertado por el sonido de un instrumento de
bronce. Estaba tan oscuro, que ni siquiera podía
observar mis manos, solo el entorno de ellas y me
encontraba rodeado de objetos oscuros y sombras que
hacían relampaguear mi locura. Tuve la estúpida idea
de correr, pero no podía ni avanzar un metro
sin probar el amargo sabor de la tierra.

En un momento, veo un gran haz de luz que recorre


gran parte del bosque, haciéndose camino entre los
múltiples árboles y luego desaparece. Luego, una luz
titilante de fogata comienza a hacerse presente, veo
un poco más, me dirijo hacia la luz fogorosa.

Al llegar, vi que estaban todas las patrullas alrededor


del fuego y comenzaban a cantar una canción, de la
cual solo recuerdo una frase:
“El hombre
logra trascender
al unirse con la naturaleza.
Las sombras
querrán despedazarnos,
pero nuestras armas resplandecen
con sus filosas hojas.”

Mientras todos entonaban al unísono aquella tétrica


lírica, se comenzaba a quemar el muñeco de trapo.

Cuando la canción terminó,


desde lo alto de uno de los árboles,
salió una voz desde un cuerpo cubierto de harapos
e inició su discurso:

“Vengo en nombre de nuestros hermanos mayores,


quienes una vez más
han triunfado en la eterna batalla
contra los salvajes.
Aquellos que no pudieron
revertir sus propias enfermedades.
En cambio,
nosotros somos
los verdaderos iluminados
por las áureas luces
que nos entregan
el preciado conocimiento de la sobrevivencia
a ras de suelo.
Beth y Aleph
ordenan nuestras coordenadas,
Yesod
mueve nuestras extremidades,
comandados somos
por nuestros hermanos mayores,
quienes velan
por nuestra existencia día a día,
noche a noche,
cuando los salvajes quieren
arrastrarnos al pasado
oscuro y caótico,
primitivo e inservible.
Es por eso,
que nuestros cuerpos
tienen la forma de la civilización
que va aniquilando la barbarie
en pos de un mundo moderno,
en el cual nosotros
podemos controlar a la naturaleza
y hacerla nuestra más querida servidora.
De ella,
extraemos los flujos
que hacen prolongar nuestra vida,
la única conexión
que debemos forjar con la naturaleza,
es la que nos sirve para nuestra sobrevivencia.
Es por eso que ustedes,
grandiosos infantes,
sean parte de la más grande revolución
que se está llevando a cabo
en cuatro de las siete mesetas,
que atraviesan
nuestras frágiles consciencias.
Ustedes son portadores
del mayúsculo elixir
que prolonga las vidas pasadas,
construyendo puentes
para que la memoria pueda viajar
a velocidades inimaginables,
por los abismos de los inmortales
caminos de los ríos,
perpetuamente cruzados
por fuerzas impresionantes,
dejando sin visión
a aquellas almas sucias,
indignas de observar su majestuosidad.
Es por eso,
que ustedes muchachos,
deben de obedecer
cualquier acción de sus altos mandos,
porque sólo nosotros
estamos dotados
de los flujos gigantescos
que nos entregan los hermanos mayores,
a través de sus ríos inacabables
que nos entregan
únicos privilegios a nosotros,
sus más humildes servidores.”

Esas fueron sus últimas palabras,


y como si fuera parte de un gran espectáculo,
saltó de aquel árbol y desapareció
en un pequeño instante, como siendo parte de nuestra
imaginación que comenzaba a disiparse
apenas pestañeábamos.

Hubo una ovación generalizada, luego cantamos


por alrededor de tres horas frente al gigantesco fogón
que iluminaba nuestras oscuras mentes.

En un momento, todo se tornó extraño


y me fui a dormir,
los días venideros
fueron parte de la gran gama de extrañas situaciones
que se desplegaron en esos días.
Cuando volví a casa, le conté a mis padres lo vivido
y ellos no tardaron en cambiarme de escuela, porque
con las discusiones en las reuniones de apoderados,
se dieron cuenta de la gran mafia que operaba dentro
de esta supuesta escuela católica.

En esta institución, habitaba una bestia que era


invocada por un gran grupo de personas, que estaban
en los más altos mandos de las autoridades
educacionales del establecimiento. Entre ellas tejían
numerosas redes que iban desde el tráfico de
Norepinefrina hasta la prostitución infantil;
la institución entera era una farsa, solo una ilusión
creada para que los inútiles y ocupados apoderados
dejaran a sus pupilos en manos malignas que solo
buscaban corromper futuras generaciones,
instalándoles en sus cabezas la necesidad de esta
droga, para luego entregar sus cuerpos
a voluntades mayores.

Lamentablemente, pese a todos los intentos de


numerosos apoderados, la institución nunca fue
desenmascarada, las redes de profanación
eran demasiado fuertes e irrompibles.

Hasta el día de hoy, esta institución educacional


todavía sigue operando, destacando cada año en la
evaluación estatal del SIMCE,
siendo un gran ejemplo a seguir dentro
de los numerosos dispositivos educacionales.
X
Lo más extraño que observé camino a mi hogar,
luego del gran terremoto 11.7
que regó el pánico por la ciudad de Santiago,
esa inmensa madrugada que parecía jamás acabarse.

Llegando al Paseo Huérfanos por MacIver,


a los alrededores los bancos
y otros edificios corporativos
estaban en llamas,
los pequeños locales comerciales también,
y un poquito más allá,
divisaba una treintena de sombras,
escuchaba sus voces que gritaban a lo lejos,
frases que nunca entendí,
iban quemando y destruyendo todo a su paso.
Tiraban mólotovs como repartiendo dinero.

En un momento,
llegué a escuchar que cantaban,
entonaban una especie de himno aterrador
que estremecía a cualquier pasante.

Nunca logre dilucidar oraciones,


solo palabras sueltas,
algo así como que venía una gran guerra
con grandes tanques,
pero realmente nunca pude traducir las palabras,
ellos ya se encontraban a lo lejos
y yo tuve miedo,
porque aquella noche nocturna y callejeada
fue suficiente para mi
y ni podía contenerme.
A ratos,
lloré,
vomité
y me oriné
en más de una ocasión.

S
-¿La mamá se pondrá bien?
-¿Cómo lo puedo decir?
Si bien,
ahora se encuentra en lo que podemos llamar
nosotros “los expertos” estable.
Pero se está pudriendo por dentro.
Tu puedes tener esta enfermedad
habitando tu cuerpo sin que te des cuenta,
como un viejito
con problemas de memoria,
que se va dando cuenta
que ya no volverá a su lugar de origen
y que poco a poco
todo lo olvidado empieza a cambiar de forma,
a una forma bastante fatal.
Pero cuando menos lo esperas;
se activa desatando el desastre.
-¡Rayos Doctor!
Así pasaron los días y la Señora Zutóvic murió
al cabo de tres meses, repletos de dolores, espasmos y
terribles gritos que levantaban a toda la familia,
presa de un pánico a las cuatro o a veces
seis de la madrugada.

En aquellos meses,
se fueron elaborando cuidadosamente las ojeras
como cartografías evidentes en los rostros de esta
extraña familia. El funeral fue realizado en la casa de
los Errázuriz Zutóvic y los únicos asistentes fueron el
padre Tancredi, El Notario Gris, El Señor Errázuriz,
su hija de quince años llamada Eloísa
y su hermano de nueve años llamado Benjamín.

Los días siguientes fueron transformándose


lentamente en pesadillas fragmentadas
por la sutilidad entregada por los siguientes hechos
que iremos narrando de a poco,
mientras se termina de hervir mi café UNLABEL
proveniente de las colonias españolas en África.
La Colonia Rafael Vázquez de Salamanca
para ser más específicos.

El primer hecho que no pasó desapercibido para la


comunidad vecinal del Condominio Vistas de
Lo Barnechea, fue el cotidiano camino al trabajo
del Señor Errázuriz, pero olvidando a ambos hijos en
su hogar, quienes aprovecharon la oportunidad para
no asistir a la Scuola Ittaliana, y para más arrebato no
había almuerzo hecho. Porque la asesora del
hogar se había desparramado mientras limpiaba
la escalinata de piedras apardeadas, fue víctima de los
comunes derrames cerebrales que ocurren día a día a
la mirada de ausentes espectadores necios.

El segundo hecho fueron las eternas fiestas que se


hacían hasta altas horas de la madrugada,
con abundancia de sustancias ilícitas y jóvenes que
rondaban la quincena de vida; jóvenes que no paraban
de aullar por las noches como salvajes bárbaros,
incivilizados energúmenos hormonales.

Los tiempos pasaron como fracasos sucesivos en


la casa de los Errázuriz Zutóvic hasta observar
la muerte temprana de Eloísa. Todo ocurrió luego de
una gran disputa familiar, que fue oída por todas las
casas de los vecinos que rodean el hogar
de la devastada familia, y que también estaban
preocupados por el pasar de los días y su continua
decadencia, que entorpecía la salud social
del Condominio Vistas de Lo Barnechea.

La pequeña se había dado cuenta que la muertede su


madre era el punto inicial de una serie de eventos
desastrosos, que irían arrastrando lentamente
al infierno a la familia. El padre solo oía a su hija
y le respondía con su rostro insomne y su silencio ad
mortem. Benjamín no entendía nada
y sólo preguntaba si iba a ver mas comida,
porque él seguía con hambre.
Ante la ausente respuesta de su padre,
Eloísa volcó la mesa familiar
y se fue a encerrar a su habitación
en completo silencio.

La policía tuvo que abrir la habitación dos semanas


después porque nadie se había inmutado en el hogar
por el encierro momentánea de su hija,
todos alucinados en sus propios mundos;
a raíz de esto, fueron los mismos vecinos,
quienes llamaron a la policía para que intervinieran
las fuerzas que se encontraban destrozando la casa de
los Errázuriz Zutóvic. Eloísa había sido victima de
una dosis letal de morfina, su cuerpo presentaba un
estado de descomposición bastante avanzado,
su rostro se mostraba sonriente y descansado.
Sin embargo,
los gusanos no paraban de retorcerse
en sus cavidades oculares.

El funeral de Eloísa fue en la casa de los Errázuriz


Zutóvic, donde se congregaron el padre Tancredi,
el Notario Gris, el Señor Errázuriz y Benjamín.
Cambiaron las escrituras de los procesos en caso de
que muriera el Señor Errázuriz, en conjunto con
la repartición de bienes y normas del entierro.
La ceremonia no duró más de una hora y media,
cuando se fueron los invitados la casa se hundió
en un silencio sepulcral, que agilizo la marcha
de los siniestros hechos que comenzaban a asomarse
en esta realidad.
Pasaron exactamente siete semanas cuando murió el
Señor Errázuriz; iba en su rutinario regreso a casa
después de las intensas diez horas de trabajo que
ocupa su cargo de “Gerente de Gestión de Productos”
de la empresa de suplementos agrícolas “AgroCorp”,
en la cual llevaba mas de veinticuatro años
trabajando, siempre fue destacado por su gran
liderazgo, aspecto que siempre fue criticado por la
Señora Zutóvic, debido a que su desempeño laboral
estaba afectando a la familia por sus constantes
ausencias en el hogar.

Cada año que pasaba, el Señor Errázuriz estaba mas


desactivado de la realidad, no mostraba sus
sentimientos y su voz se iba apagando poco a poco
hasta decir solo monosílabas de obediencia.

Esa noche volvía a eso de las 20 horas a su hogar.


Absorto por las luces que pasaban velozmente frente
a sus ojos en la autopista subterránea,
en un momento de delirio efímero,
su visión se transformó en una escena de ciencia
ficción, que iba recorriendo una nave imaginaria
repleta de luces destellantes, acompañadas de una
sinfonía de engranajes. Luego de un pestañeo, se fijo
que ya estaba a solo unos metros de la muralla de
contención y que sería transformado
en una pintura de Jackson Pollock.

Colisionó a mas de cientochenta kilómetros por hora


en un Audi TT Coupé del año, que quedó
transformado en una creación morbosa al fundirse
los dos cuerpos, la carne y el metal,
la sagrada unificación cyborg.

Como la realidad es circular y espiral, el funeral fue


hecho en la casa de los Errázuriz Zutóvic,
se congrego el padre Tancredi, el Notario Gris
y Benjamín. La ceremonia duró diez minutos y el
padre Tancredi después que el Notario Gris le pagara
por la ceremonia, se retiro.

El Notario Gris se sentó en el escritorio del difunto


Señor Errázuriz, saco sus escrituras y comenzó
la tarea de elaboración de documentos para la
defunción, siguiendo las normas de lo acatado en el
funeral de la pequeña Eloísa.

Luego de su silencioso trabajo, guardo todo en su


maletín, tomo en brazos a Benjamín, lo sentó en la
mesa de la cocina, le preparó una leche y mientras
Benjamín se la tomaba, el Notario Gris
inicio su monólogo:

“Como podrás ver Benjamín,


en este mundo ocurren cosas muy feas,
de todas ellas,
la muerte siempre es la bifurcadora de realidades
por excelencia,
y una manera de batallarla es mediante la escritura.
Ha sido la escritura
la que ha perfilado lentamente nuestras vidas,
dejando un rastro de su recorrido
como los caracoles que viven en tu jardín.
Ha sido la escritura,
quien nos ha aferrado
a las profundidades de esta realidad
y la que nos ha permitido
dejar huella en este presente solitario y fugaz.
Fue el mismísimo Andrés Bello
quien nos entregó
la preciosa herramienta denominada
“gramática”
y era definida por él mismo como
“la fuerza incalculable de la palabra escrita”.
Para nosotros,
los notarios,
esa es nuestra principal máxima
y nos lanzamos como yihadistas
con nuestros pergaminos y plumas
al fenómeno non scriptum.
A través de nuestra escritura
vamos dándole forma a lo sin forma
y dotamos de sentido su existencia,
es por esto que el negocio va siempre ascendiendo
y nos favorecen todos los vientos legislativos
que nos entrega el Estado.
Pero aquel poder tiene una leve falencia,
que si sabes aprovecharla,
puede convertirse
en un gran abismo de posibilidades palpables,
sólo para quienes dominen
el arte del ocultamiento de los hechos.
Para tu mala suerte,
estas frente a una persona
que domina aquel arte a la perfección.”

Al terminar su monólogo,
Benjamín miraba al Notario Gris sin haber entendido
ninguna de las palabras que éste le había dicho;
el Notario Gris lavo el vaso usado por Benjamín,
lo bajó de la mesa de la cocina y tomó su mano hasta
dirigirlo a su vehículo que se encontraba estacionado
en las afueras de la casa.

Lo sentó en el asiento de atrás, le puso el cinturón y


le entrego su pluma de plata con incrustaciones de
cuarzo rosado que brilla en innumerables colores.

Cerró la puerta del vehículo


y luego ingreso al asiento del piloto
para huir rápidamente del lugar de los siniestros.

Fue la ultima vez que se vio a Benjamín.

En las escrituras de los tres funerales, no aparece en


ningún lugar los nombres de sus padrinos,
debido a que no tenían y por tanto no había ningún
procedimiento a seguir en caso de orfandad
Benjamín no figura en ningún registro de alguna casa
de acogida. Benjamín se esfumó rápidamente de los
espacios en que figuraba su nombre,
a nadie le preocupó su ausencia.
Jamás se armaron grupos de búsqueda de la policía,
pese a los múltiples llamados
que hizo la comunidad vecinal de los Condominios de
Vistas de Lo Barnechea.

Benjamín se ha sumado a la lista de pequeños


menores de 10 años desaparecidos en lo que va del
año. Numerosos casos se registran a velocidades
impresionantes, quedando olvidados en empolvadas
carpetas y archiveros que se guardan eternamente,
en anaqueles sin numeración en las inmediaciones de
la Sede de Búsqueda de Personas Desaparecidas.

Solo en este año se registraron más de quinientas


desapariciones, y en los noticieros sólo se arrastran
teorías de la maduración de las mujeres como parte
de esta modernidad, buscando profesionalizarse
y dejando espacio para la maternidad
cuando alcancen mayor estabilidad económica,
generando la tasa de natalidad más baja que hoy día
vivimos a nivel de país.

A
Íbamos a 160 km/h por lo bajo, Carlangas lloraba,
y solo sus sollozos se oían al interior de la van.
Éramos 9 escapadores, todos en las mismas,
buscando debajo del asfalto
algún mineral que nos entregue ese golpe de suerte,
ese que tanto hemos rogado.
El más viejo era PRATT, un hácker que trabajó
muchos años para una empresa, que se dedicaba a
robar el saldo de las máquinas que sustraían el dinero
de las tarjetas BIP!. Hasta que se dio cuenta que los
líderes de aquella asociación corsaria,
eran los mismos del Ministerio de Transportes;
eso lo enfureció he hizo todos los movimientos
para hacer esto posible.

Con todo el dinero que robó, compró esta van último


modelo y las provisiones necesarias como para estar
unas semanas en esta maravilla.

Acostado en la última fila y en silencio,


estaba Héctor, con toda la cara amoratada.
Él había sido parte de la Directiva de Juegos de Azar
“La Polla”. Fue el principal responsable de que los
raspes de cien pesos desaparecieran del mercado,
y con eso provocar toda la trifulca que se avecinó
como estampida de gigantes sobre una ciudad
amurallada, pero débil.
Su cara la golpearon los mercenarios de “La Polla”,
que son militares retirados dispuestos a cumplir
cualquier mandato a un buen precio.

Una fila más adelante, todos juntos, uno al lado del


otro, estaban los de la “Orquesta SabroSaund”,
eran cinco amables seres de luz, pero también de
sombra; porque es la luz quien va conquistando
espacios ocultos, ensombrecidos, neblinosos.
Dentro de ellos: el trompetista Alex Savagnon de
87 años (nacido en Calí, amante de Caicedo {a sus
jóvenes quince años}) , Tút el rey del timbal,
brazileño de 37 años, un percusionista envidiable,
perfecto por donde se le mire, anima todas nuestras
noches y días aquí dentro de esta cárcel con ruedas.

La trombonista Ana Jiménez de 25 años,


verdaderamente la perfección manifestándose en esta
realidad mundana, la magnífica salvavidas a este
presente tortuoso. Ninguna otra palabra más, podría
representar mis sentimientos o nuestros sentimientos
(si me permiten la patudez), para poder representar
con nuestro mísero lenguaje aquella imagen ancestral.

Las cantantes Sonia y Lorena que iban manifestando


la vibración vocal exacta para un trance colectivo,
ellas eran nuestra conexión con un nuevo concepto,
un concepto que iba trazando redes entre identidades
efímeras, entre pasados dolorosos y bosquejos ajenos.

Toda la banda trabajó muchos años en una conocida


Salsoteca de Providencia, a la cual acudían
numerosos personajes de la farándula, entre ellos,
Sarita & Paul Vásquez,
Ricarte Soto y Felipe Camiroaga.

Estaba Carlangas, un joven modista de 22 años que


había trabajado toda su adolescencia en una fábrica
china ubicada en un subterráneo a menos tres pisos
bajo tierra, ahí conoció a Rayen, un transformista que
hacía shows en un local perdido de la ciudad que
estábamos dejando atrás.

Las llamas rodeaban la carretera, percibíamos sus


susurros en nuestras profanadas orejas y Carlangas
suspiraba frenéticamente, desposeído de toda
voluntad, como si estuviésemos siendo partícipes
de un exorcismo estremecedor, melancólico.

“Cállate weona alaraca.”

Irrumpió entre el silencio el mandato de Kevin,


un peluquero que fue bastante “famoso”
en la dictadura de Pinochet.
Era el administrador de la famosa peluquería
“Adòre Benôit”, en donde peinaban
todos los miércoles a la Señora Hiriart de Pinochet.
Tuvo de empleado a Gonzalo Cáceres, quién después
de una violenta disputa en donde volaron por los aires
peines, envases de acondicionador y hasta secadores
de pelo no volvió más a aquella peluquería.

Habían tres equipos que luchaban constantemente


por los nuevos clientes, asegurando sus sueldos, para
poder derrochar en alguna ridícula oferta o simple-
mente un reventón de fin de semana.

Estaban las brujas de terciopelo,


que era la Marta, la Bernarda, la Sofía y la Pota.
“Que eran cuatro viejas insoportables weona,
hediondas a pichí y a naftalina,
eran súper aseguradas con los turnos
y nunca llegaban a la hora;
que las diálisis, las rodillas,
la vejiga y la punta del dedo po’ weona.
Eran íntimas de la Doña Lucía,
que ponía cuidadosamente
cien mil pesos en sus delantales
sin que yo me diera cuenta.
Cien mil pesos en esa época
era como una propina de un palo.”

[Nos contaba Kevin,


cuando la carretera parecía interminable
y solo teníamos dunas y más dunas
que se iban transformando lentamente
en un paisaje parecido al infierno,
rodeado de ruinas, huesos y silencios mortuorios.]

“Luego venían las Gemelas Putitas,


que eran dos maricones
que no paraban de reírse
y de pelar a los clientes,
armando historias falsas,
generando cawines innecesarios,
armando polémicas,
imponiendo estilos aberrantes y estrafalarios,
eran como dos ratas que vivían
en MÍ peluquería.
Siempre supe que pasaban 24/7 empepados,
quizás con que weá;
jamás,
repito,
JA-MÁS
me dijeron algo coherente
ese par de maracas con culo suelto.
Y eso, que yo era su jefe.”

[Kevin sacó de su carterita,


una cajetilla diseñada por él mismo
en donde guardaba sus cigarrillos largos,
saco uno con la punta del dedo pulgar e índice,
luego alargó su brazo
a hasta llegar a sus dientes
que estaban en su arrugada boca de pato,
inflamada por tanto Bótox y Keratina
inyectada en laboratorios subterráneos
de estética y de supuesta belleza,
luego con una gran bocanada de humo,
continuó su cháchara.]

“Y estábamos nosotras,
las verdaderas Reinas
de esta Alfombra Roja imaginaria,
repleta de baches y contradicciones.
Pero una
está tan pendiente de lo que tiene al frente,
que se le olvida a donde pisar
y por eso te sacai la chucha, siempre.
Pero una vez en el suelo,
te levantas, así digna.”
[Y ahí, mirando todos por las ventanas,
sin ni siquiera vernos a los ojos,
suspirábamos en silencio,
aquejándonos de nuestros males autoprovocados
por esta realidad interferidamente flagelante.]

Y todos quedábamos absortos, como si de repente nos


hubieran desenchufado a todos,y se hubiese
acabado la capacidad de empezar de nuevo,
solo mirando algún punto muerto de la realidad
y esperando a más no poder un accidente violento,
acelerado y fugaz.

Semanas después nos dimos cuenta de lo que habían


predicho hace tantos años, las tormentas solares,
las preciadas tormentas solares nos han transformado
en seres magníficos, dispuesto a un desarme
voluntario, a una acción sin medida previa, pero con
consecuencias horribles.

Creo que no podremos comunicarnos con un futuro


viviente, que comienza a tragarnos lentamente,
cerrando siglos dinamitozos,
¡Viva la pólvora!
acabaremos este viaje de una vez por todas.
Hasta nunca, televidentes del futuro.
L
No soy mucho de ir a fiestas electrónicas,
pero el constante esclavismo que arrastro en mi
espalda como una cruz imaginaria y momentánea
para sobrevivir día a día, me susurra constantemente
que la libertad está en nuestros actos presenciales.

Esto, me obliga a
desquitarme entre verdades ajenas
y espacios reducidos, con música repetitiva imitando
una procesión/ritual con luces delirantes y cuerpos
ajetreados. Para esto, necesito hiperestimulantes,
desestabilizadores de realidad. Usando una aplicación
para teléfonos móviles de citas con personas
antiheterosexuales, encontré a Gaspar; mi dealer.
Le gustaban los amarres con cadenas,
la cocaína, la ketamina y la pregabalina.

Esa noche, me encontraba buscando el elixir


(Popper), pero lamentablemente se le habían acabado
la noche anterior. Aun así, me ofreció un producto
nuevo y en oferta:
unas pastillas con las siglas de Louis Vuitton.
Un decantado de éxtasis pateadísimo de sobremanera
con buenas dosis de anfetaminas.

Aquella noche queda inscrita en mi frágil memoria,


la disfruté tanto que me autoproclamaba
erróneamente maquina deseante.
Comencé a pedir más, comencé a enloquecer más
y más, comencé a olvidarme más y más;
y como siempre, me transformé en el condenado
preferido para ser sacrificado, pero me gustaba.

Me aliviaba el sentirme resplandeciente, ante la idea


de la fatalidad e iniciar un cambio desde muy adentro
o muy afuera, volver a mirarse las caras con atención
y no con envidia. Miradas breves como cervezas en
perdidos bares del centro.

Fuerzas viajeras desplegando su brillo a través de


numeralidades periféricas, inicios de tumultos
con fragor de barbaridades, revoltijos sin memoria,
oscuros resplandecientes como obsidiana de tiempos
antes del tiempo mismo.

Desperté una tarde de lo que antiguamente


se llamaba primavera, luego de haber extraviado
mi esencia durante seis días/noches.

Era una mañana entera fría,


los huesos me dolían,
trataba de recomponer la imagen de aquellas noches,
falsos pasos en dirección a la revelación.

Las calles estaban desoladas, vacías,


en diversas ocasiones observé fuego repartido
por las excentricidades modernas e imágenes
de una inminente crisis, que se desataba
con solamente el pasar del presente continuo.
Lástima que ya sea tarde, lástima que haya solo Sol
en estos días en donde la mente se me nubla a diario
y no sé las cosas que hago y no sé las cosas que oigo
y no sé las cosas que provoco.

Quizás el eterno movimiento


me entregue las herramientas necesarias
para responder mis aquejadas preguntas,
quizás el eterno viaje se haga inmenso
y las estrellas vuelvan de su secuestro
entregándonos su valiente luz,
encegueciendo a nosotros
sus humildes seguidores,
lasceradores lascerados,
inmaculantes perpetuos,
hozadores del mañana,
que perdidos
buscamos debajo de las piedras
algo real
y no observamos al oscuro abismo
que se posiciona
detrás de nuestras encorvadas espaldas,
nuestro apagado cielo olvidado.

Z
“Hey, hey, mírame,
mírame a los ojos cuando te hablo,
todo se acabó,
no necesitamos de nada más,
nuestro ciclo se ha completado,
observa lo que viene…”

Fue lo último que escuché antes de desvanecerme


en un mar de cojines con símbolos tejidos a mano.
Me inyectan el suero de la virtud nucroniana
y me arrojé a un viaje de conocimientos que no se
dejaba marcar por el tiempo ni por el espacio.

Luego de aquel viaje,


observé a mis nuevos hermanos y me fundí con el-
los. Nuestro culto a Kriptika es bastante hermético,
además con la existencia
de las brigadas delirantes-militares
que están en contra de nuestras creencias.
Malditos bastardos, cyberbasuras, soldados de plomo,
criaderos como Ar18 o MAAT.
Solo en esta semana han matado a más de veinte
hermanos del culto, sus cuerpos se desparramaron en
nuestro laboratorio catedralístico de ABDUCTOR.
Cada hermano sintió cada herida sobre sus cuerpos
nucronianos, eterna venganza para los traicioneros de
SHLEKTA. Nuestra máxima emperatriz y madre de
todos nosotros, nada se compara al brillo de nuestros
nervios y venas que desbordan la voluntad maquínica,
que mueve nuestros cuerpos y dota de sentido,
nuestras acciones en contra de cualquier movimiento
que tenga la intención de detener, nuestra acción total
sobre sus cuerpos débiles y necesitados de luz.
Magnífica luz que irradia nuestra sangre
perfeccionada por nuestra amada madre.

Nuestros cuerpos están infectados del amor supremo,


y nuestro deber es entregar a aquellos merecedores
nuestro amor absoluto. Porque no todas las personas
lograrán comprender la perfección en estado líquido,
porque es solo la fluidez de los sentidos,
lo que nos hace conscientes de la verdadera posición
de nuestros cuerpos frente a ABDUCTOR,
nuestra amada hermandad que construye noche tras
noche, noche tras noche, los pilares fundamentales
de la civilización que es irradiada por nuestras mentes
estremecidas, frente a las fuerzas excelsas que
perfeccionan nuestra existencia transdimensional.

Me entristece ver, sus cuerpos enfermos,


carentes de divinidad, profanados por lo estatal,
corroídos por esta civilización excretadora
de realidades cotidianas & aburridas.

Nuestra comunidad le ofrece a desamparados,


la primigenia cura de todos los males,
la antigua emoción olvidada por gran parte de esta
asquerosa y supuesta humanidad;
dicen las olvidadas lenguas que cayó
en medio del río Mapaxto, cayó desde los ojos de un
ángel, un ángel negro azabache, negro centelleante,
fulgor de las sangres santiaguinas
derramadas mil y un veces.
Surcando adoquines, buscando el paraíso en un vitral
inmensamente fragmentado, por el golpe infinito
direccionado al cielo más cercano o más lejano.

Aquellas desmenuzaciones me estremecen,


son lo único que necesito, lágrimas de mi ángel
negro cobijante, nunca he sentido amor,
solo la inmensa tranquilidad que me entrega
su presencia efímera.

Rarezas gigantescas han pasado frente a este


ignominioso naufragio de tormentas constantes, pero
abrazos cálidos, defensor manifiesto de esta
civilización que reside dentro de mi cuerpo,
que recorre mis ovaladas venas que logran trenzar
alcanzando el axis-mundi, transformando mis
personalidades en múltiples explosiones de creación
infinita.

Todo gracias a ti,


SHLEKTA
máxima gestadora de voluntades dichosas.

B
Yo llevo más de 50 años trabajando en botillerías,
a los 12 años empecé descargando los camiones que
llegaban a la Central de Distribución de Alcoholes.
Trabajábamos de Sol a Sol y de luna a luna,
después nos juntábamos con los viejos y ellos
se sacaban uno que otro licor que lograban deslizar
sutilmente bajo sus overoles.

Una vez, tomé tanto que me quedé dormido en unas


cajas de madera que eran apiladas en el galpón.
Desperté en la madrugada y no había ni un alma,
solo se escuchaban mis pasos rumbo al hogar
de mi tía Celia.

Todo ha cambiado y estoy seguro que fue todo culpa


del año 77, antes de aquella infausta fecha,
los alcoholes eran artesanales y llegaban todos los
productos a la Central. Después del 77, la Central fue
comprada por los yanquis, eso provocó la gran
quiebra de la producción artesanal de alcoholes
ya que ahora los yanquis solamente importaban
licores extranjeros. Además, hubo un cambio que
pasó desapercibido. Con la llegada de alcoholes
extranjeros, los líquidos ingeridos poseían una
fórmula de alcohol diferente.

Un grupo de científicos ingleses en el año 1976,


comenzaron un proceso de cambio en la síntesis,
buscaban generar una fórmula para reducir el daño
hepático. No sé que sucedió al final, pero la fórmula
construida por los ingleses fue incrementando el daño
dentro del organismo, y no sólo eso, transformaba a
los consumidores en gente agresiva y hacía dinamitar
las intensidades generando situaciones inimaginables,
totalmente bestiales.
Las entrañas quemaban al otro día de haber ingerido
y como ya sabrán, con la dictadura se multiplicaron
las botillerías al ser financiadas por los yanquis,
y con su nueva fórmula transformaron el alcohol
en el arma más letal del siglo XX.

F
En la vida hay dos cosas: el juego y el azar,
ahí se verá cual es el primero que se fuga por allí y se
esconde de nuestros ojos amenazantes, o mejor dicho,
cobardes y ambiciosos.

Por lo menos existe una dualidad,


destructora y creadora, todo la vez.
Ahora tengo las cartas, pero ¿Quién me las entrega?,
pues claro el destino. ¿Qué me entrega?
Un as y un nueve.
Me quedo.
¿Cuánto hay en juego?
Unos quinientos ochentaiocho gormolones.
La banca se pasa,
rugimos con el ojo entremedio de nuestras dos cejas,
los pequeños duendes quieren más adrenalina,
nos quedamos, contamos las fichas, somos inseguros
y desconfiados, pero queremos ganar a toda cuesta,
esa puta banca tendrá que caer en algún momento,
todo cae por su propio peso.
El crupier es guapo, lo sabemos,
pero se hace el difícil.
¿No fue el excelentísimo Friedrich Nietzsche, quien
representaba a Dios tirando los dados, despedazan-
do mundos y posibilidades? Habrá que cortarme las
manos, así, de un solo movimiento machetesco para
que yo pueda pagar, esta gran carga sobre
mis espaldas llamada azar.

En fin, el marxismo está acabado


o se sigue acabando, hace años que se encuentra
en un purgatorio neblinesco, en donde todos hacen
preguntas demasiado complicadas para traducirse
al español. Por otro lado, el capitalismo multiplica
cables para insertarnos en su propia máquina
sinóptica. ¿Qué puedo hacer yo? O mas bien
¿Qué hice para terminar aquí?
Gastarme mi juventud en universidades extranjeras,
pidiendo socorro a hojas en blanco
(y en los momentos más difíciles a hojas escritas)
Así, como un Ulises en medio de Dublín en el año
2933, o los hermanos Karamazov devorándose entre
sí en medio del Amazonas, o Carlos Wieder a 350
km/h directo a una colisión artística en el Aeropuerto
Arturo Benítez, o un Bartleby en medio del desierto
con su escritorio amarrado a su espalda.
Así mismo cargo a la mismísima rueda de la fortuna,
que como dice un grupito de blues:

“Dinero, sangre, humo, eso la hace girar.”


Me dejo lacerar, toco la mesa con confianza,
fumo mis cigarrillos de uno en uno;
mantengo la calma, aun así sabiendo que puedo
perderlo todo buscando a ese puto arcano
que necesito para dinamitar este sistema de control
del azar, denominado Casino.

Las líneas ya no van conmigo, me aceleran mucho,


demasiadas distracciones, pierdo mis objetivos.
Lo mismo para el alcohol, evito inestabilizar
mi sobriedad. Ahora, hago una excepción porque se
cumplen ocho años de mi último intento de suicidio.
Me apuñalé tres veces y luego me tiré al río Rhin,
malditaseamentemente sobreviví.

“Hey,
tú,
bribón,
un vaso largo
sin hielo
con un veinticinco escoses de sigla C.R.”

¿Has jugado alguna vez BlackJack?


Es muy simple,
y en algunos casos excesivamente contradictorio.
El enemigo es la banca, la máquina abstracta
de sustracción-reproducción-alteración de dinero,
los demás (si saben jugar bien) pueden ser
tus mejores aliados probabilísticos.
No es como en el póker,
en donde tienes que jugar
con más de una navaja por calcetín,
asechando ojos y muecas.

Pero, mira, para hacerlo más simple, observa:


-El guapo crupier pide apuestas
(apostamos)
-El exquisito crupier entrega las cartas
a todos los apostantes.
-La banca esconde su segunda carta,
magia negra de los mandamases,
hasta que todos nosotros
terminemos nuestros movimientos.
-¿Que cartas hay en juego?
-El jugador nº1: Tres y siete = 10
-El jugador nº2: Dos y cuatro = 6
-Nosotros: Cinco y seis = 11
-La banca: Tres y X
(Pedimos)
-El jugador nº1: tres + siete + cuatro + seis = 20
-El jugador nº2: dos + cuatro + diez+ tres = 19
-Nosotros: cinco + seis + Reina = 21
-La banca: tres + x = doce + Rey = 23

La banca se pasa del 21


y nosotros recibimos el doble de lo que apostamos,
y como sacamos el 21 se agrega un 25% de lo que
apostamos. Y así vas, de tres en tres o de cinco en
cinco, como mejor te convenga, eso sí cuidado de
ir de nueve en nueve, porque es de mala suerte usar
números que cierran ciclos inconclusos
.
Las partidas, como bien habrás experimentado,
no duran más de un minuto, las fichas se transforman
en agua, dejan su material-corpóreo
para transformarse en un elemento fluidez-flujo.

Las manos me arden, me arden las manos,


me conecto con los flujos, la mesa es transitada por
las cartas, las fichas son el mar,
navegamos intensamente, Capitan Achab/Azar,
Moby Dick/Juego nos mete el dedo en el culo
y a nosotros nos gusta.

“Toma lindo chico”


[le pasa 4 billetes de 20 mil gormolones
que dobla cuidadosamente siete veces]

Pobres chicos, asediados por mafias


y sectas noctámbulas, sus cuerpos abatidos
en desaparecidos estacionamientos subterráneos,
desiertos fronterizos, cuatro asiáticos ametralletados
a 220 km/h en un Tesla Roadster
directos a una muralla, sin frenos, kamikazes.

“Oye tu guapo,
¿cuando fue el último crupier que desapareció?”

-“Han sido tres esta semana, señor.”

¿Ves lo que te digo?


No es broma,
aquí la venganza asecha,
corvo en mano y gargantas débiles.

[Cambio de crupier]

“Hey,
niño hermoso no te vayas,
¿te vas a otra mesa o terminas tu turno?
¿te gustaría pasar
una agradable noche
con un cuerpo brilloso como el mío?”

-“Déjame en paz viejo de mierda.”

Q
Mi abuelo murió en un choque, en aquellos segundos
estaba al borde de cumplir los 66 años, y hasta el día
de hoy nadie sabe si fue victima de la instantaneidad
de los hechos o lo dejaron hecho pedazos aquellas
manos supuestamente invisibles.

Ya numerosos años han pasado


y a raíz de una profunda duda, que tuvo origen en una
extraña correlación de relatos, me llevaron a viajar
por oscuros pasillos de la memoria,
en busca de preciadas conclusiones.

Desde el siglo XIX en el norte de Chile se inició


la mayor búsqueda de fortuna registrada en su
pequeña y rabiosa historia.
El suelo se conoció con la dinamita y las costras
proliferaron por kilómetros y kilómetros; cavando
agujeros, pavimentando salvajemente la realidad,
creando cárceles para sus trabajadores
que serán sacrificios en busca de las luces perdidas,
en el subterráneo de los universos con olor a clorato
de potasio, encierro y pocas probabilidades.

Miles fueron las mineras que se erigieron a lo largo


de la desértica Región de Atacama, trazaban símbolos
en el alma que luego sería dinamitada con los
explosivos, que provenían de la Unidad de
Armamento para Usos Subterráneos de las Fuerzas
Armadas, para luego escarbar entre las ruinas,
las más brillantes piedras para generar los suculentos
productos de la aleación de metales.

Había una minera muy particular ubicada justo en el


mismo grado donde comienza el trópico de
Capricornio, en las cercanías de Calama. Fue en el
boom del cobre en 1966, cuando la mina era
administrada por la familia alemana Schnaider,
quienes se habían asentado allí luego de la caída del
Tercer Reich, se robaron gran parte de las
maquinarias alemanas para comenzar a perforar
rápidamente el suelo atacameño. Su inversión duró
muy poco, debido a que tuvieron que escaparse
porque uno de los miembros de la Anaconda Copper
Company, Efraim Grussman, fue un sobreviviente de
los campos de Shobetz entre 1943 y 1945, año en que
fue liberado por los aliados.
Cuando se enteró que la familia Schnaider estaba
administrando la minera, no tardó en avisar
a los organismos internacionales de DD.HH,
para iniciar el proceso de la demanda contra Gunther
Schnaider por delitos de lesa humanidad.

La familia Schnaider no tardó en escapar del


territorio chileno que comenzaba a transformarse,
bajo sus palabras:

“en el maldito Jerusalén del futuro.”

Rápidamente la Anaconda Copper Company tomó


posesión de la minera que llamó “Poyel”, como el
ángel numero 56 de la Cábala Judía. El ángel de la
prosperidad de los frutos internos que lograran
la preciada conexión con la Gehema.

Con la llegada del gobierno de la Unidad Popular,


comenzaron a removerse las mesetas que sostenían,
aquella majestuosa estatua del ángel que custodiaba
sus preciados caminos hacia la fortuna eterna. Pero
los hilos de este teatro de ventrílocuos son tensos e
invisibles y pudieron revertir la amenaza en menos
de cinco años.

Con los fusiles gobernantes se readministró


la economía minera, brindando el apoyo a las firmas
norteamericanas que comenzaron a posicionarse a lo
largo del vasto desierto de Atacama.
Mientras todo eso pasaba,
mi abuelo se había comprado un camión tonelero,
había participado del boicot de los camioneros
en los contradictorios años de la Unidad Popular,
pero él no sabía qué era lo que realmente estaba
haciendo. Los contratistas le pagaban por parar las
maquinarias y si podía convocar a más camioneros,
se sumaba un gran porcentaje de comisión.

Luego del golpe de Estado las cosas se torcieron cada


vez con más frecuencia, según me contaba la única
hermana que queda viva de mi abuelo. En el año 74,
mantenía una estrecha relación con el sargento del
cuarto regimiento de Antofagasta, que lo contrataba
para movilizar cuerpos embolsados, a localidades
perdidas en el vasto desierto de Atacama.

Mi abuelo conducía por horas su camión, siempre


en las noches y madrugadas; cuando llegaba al lugar
que le habían indicado, veía a lo lejos que lo estaban
esperando un grupo de quince militares con fusiles y
palas, cerca de ellos una gran fosa común
de aproximadamente unos trescientos metros
cuadrados. Descargaban lentamente los cuerpos
embolsados y los iban dejando dentro de la fosa,
luego descargaban la cal que proporcionaba
la Anaconda Copper Company,
para tapar aquellos cuerpos
para que su descomposición fuera mas rápida.
Inmensas sumas de dinero le entregaban a mi abuelo,
siempre me sorprendía verlo con mucho dinero en
efectivo, jamás abrió una cuenta en el banco
y cuando le preguntaba,
me decía que el dinero esta más seguro en un colchón
que en manos invisibles.

Hasta hace poco realmente entendí


lo que me quería decir.

Las personas que hacen tratos con la muerte, pueden


disfrutar de grandes beneficios para sus próximas
generaciones, pero existe una gran cicatriz que cruza
la espalda de los condenados, tarde o temprano
mi abuelo sabía que iba a llegar su momento.

La única persona que conocía su gran secreto,


era su amada hermana. Ella además sabía de los
viajes que hizo en los años 80, para insertar
la cocaína y la pasta base en Chile, a través del paso
de Oruro que une a Chile-Bolivia, los millonarios
pagos que llegaban en encomiendas con el remitente
“Padre Tancredi”. Mi tía abuela me iba mostrando
todas las evidencias que había guardado
cuidadosamente, mientras me relataba la amarga
historia que arrastró mi abuelo durante tanto tiempo.

Una historia repleta de personajes anónimos,


civiles torturadores y demasiado,
pero excesivo dinero sobre las mesas familiares.
Una historia que siempre dejará ese inacabado
amargor en nuestras bocas espectadoras,
que gozosas de satisfacción,
nunca conocerán el sabor olvidado de la justicia.

W
Es una mierda llegar a viejo,
poseer una cantidad innecesaria de títulos de diversas
universidades, y un sin número de artículos repartidos
en revistas intelectuales de Latinoamérica
y el extranjero colonizador.

Realmente nada de eso me ha llenado hasta hoy,


lo único que me llena, es el alcohol que ingiero en
cantidades absurdas todos los días,
realmente absurdas a todas las horas,
y los segundos por la ventana junto a mi vecina la
loca, con la cual día y noche nos reuníamos frente a
tres radios AM, a sintonizar ondas e interceptarlas
para generar una vibración estremecedora,
encantada, como impactar vitrinas con cuerpos
inorgánicos a altas horas de la noche con sobredosis
de duloxetina, administrada por exquisitos
laboratorios holandeses que disfrutaban aún
de las ganancias de permitir al éxodo judío
después de la crisis monárquica española,
recuérdenlo Flandes 1598.
Numerosos pintores, Jan Van Eyck,
Rogier van der Weyden,
Rafael Vázquez de Salamanca
y la Schrecken Gruppe,
megalomaniacos financiados
por la Orden del Temple, en fin.

Me desvié por un momento,


es que hay tanta información
en un espacio demasiado pequeño,
demasiado pequeño.
¿Dónde quedamos?
Ah, en la Carolina DeLa Casa D’Alfrente.

Tocó mi puerta a los pocos día que me mude aquí,


trajo una exquisita tartaleta de diversas frutas,
yo tenía bien guardadito un vino
y estuvimos charlando toda la noche.

En un momento ella me pregunta si quería escuchar


algo nuevo. Yo le respondí que sí, y ella saco de su
morral morado dos radios pequeñas AM/FM/SW,
alargó las antenas y las puso junto a mi radio estéreo.
En un momento, entre la basura vibracional
por doquier, comenzamos a percibir un leve pitido,
emitido quizás a millones de años luz. Ella tomó mi
mano y la acerco a la antena de una de las radio
estéreo y la señal comenzó a mutar, descendía de
tono y velocidad, en ese minuto, ella también con sus
manos manipulaba las frecuencias que emitían
las antenas.
Hasta que llegamos con extraños movimientos
de manos y muñecas a una voz, pero no me basta con
contarles, mejor les muestro la cinta que esa misma
noche grabamos, solo hay unos segundos de retraso,
estábamos maravillados y como soy un poco
maniático, pensé en que sería un momento exquisito
que guardaría para la posteridad.
Escuchen por ustedes mismos,
nuestra primera conexión.

-Finalmente
cuando los movimientos han
alcanzado una
cierta
frecuencia se
alcanza la nota
final perceptible
a los oídos
humanos y el
chillido
agudo
y
penetrante
se desvanece
y
sigue
el
silencio
La
arena
de los ciclos
es la misma
e
infinita
es la
historia
de
la arena
así
bajo
tus
dichas
o
tu
pena
la
invulnerable
eternidad
se
abisma.

-Maravilloso.

¿Quiénes
son
las
animalidades
invitadas?
¿No
se
presentarán?
Tanta
descortesía
Ahora
no
podré
seguir
mi
lectura
infraradial

-Somos Tierra

Tierra
que
nefasto
lugar
yo me marché
hace muchos
años
un perdido día
en 1986
respondí
por
mucho
tiempo
al
nombre
Jorge
Luis
Borges
y
ahora
que
he
dado
algo de
información
innecesaria
les
tocaría
a
ustedes.

-Somos Carolina y Lucas


desde la desembocadura de Río Ancho,
en la perdida Región de Los Cruentos Relatos.
[En ese momento me encontraba lo suficientemente
ebrio como para asimilar lo que estaba pasando,
asique solo lo aceptaba como las mariposas
nocturnas aceptan la luz, en una perdida noche de los
milenios más olvidados de futuros inservibles
e inciertos.]

Son
demasiadas
las
cercanías
que
hemos
trazado
en
esta
geografía
escalofriante
las
vibraciones
se
van
r a
n
s
t
t t
t t
t t t
t t
t

-Creo que se ha ido.

Me dijo mi vecina con un tono desesperanzador.


Esa noche pasamos de largo, mientras los astros
nos rodeaban y se reían de nuestro azaroso infortunio;
hablamos de la instantaneidad de la vida, de los años
que cada día van pasando con una rapidez que nos
va dejando calvos y perplejos, esperando la próxima
jugada ajedrezística del destino sobre nuestros finitos
cuerpos, hablamos sobre bellezas entremezcladas en
segundos periféricos y geografías pericleteadas por
compases asesinos, hablamos de permitirnos
el sufrimiento, siempre y cuando contenga cierto
aprendizaje tras sus gélidos escombros
Hicimos correr la voz,
pero con un mensaje encriptado, rodeado de códigos
para que solo los interesados puedan recurrir
a nuestra llamada. Dijimos que íbamos a hacer un
taller de literatura colectiva e hicimos
una convocatoria por cada uno de los pueblos
que rodeaban nuestra escasa existencia.

Gracias a fuerzas mayores, logramos convocar a tres


seres de luz. La primera de ellas era nuestra vecina,
la señora Elena que no podía dar crédito
a la invitación que le hacíamos,
aceptó inmediatamente porque su curiosidad no daba
para más y las ganas de experimentar nuevas
realidades, le llamaba profundamente la atención.
Es realmente un amor de persona, cada vez que
convocábamos a la gente del taller, llevaba
bizcochuelos, tartaletas y diversos licores de hierbas
que ella misma preparaba. Fue coronada en las
primeras sesiones como la madre de todas nosotras.

La segunda fue Violeta, la joven poeta que nos hizo


recordar que la juventud es el máximo pulso de
voluntad que nuestros cuerpos pueden seguir
conservando en forma de energía incesantemente
creadora. Viajaba más de dos horas para asistir a cada
sesión, jamás tuvo una ausencia y siempre llegaba a
la hora, cuando se alargaban las sesiones
le ofrecíamos hospedaje por la noche,
para que se fuera a la mañana siguiente a su hogar,
siempre enamorada y sorprendida de la vida.
La tercera fue Joana la científica, quien también fue
un pilar fundamental del taller, ya que nos entregaba
los conocimientos mas teóricos acerca de las ondas
que nos iban cruzando, y cuales eran los horizontes
que podíamos tantear con ayuda de nuestras antenas
para realizar nuestras transmisiones. Era una acérrima
crítica de Nicanor Parra porque era:

“enfermo de machista y además racionalizo


y territorializó la antipoesía”.

Nosotras concordábamos en la mayoría con nues-


tros gustos y criticas, fuimos limando poco a poco
nuestras voluntades, logrando construir una hermosa
creación grupal, mediante las eternas conversaciones
que manteníamos con escritores que habían muerto
hace décadas, elaborando un puente entre
un pasado difuso y un presente increíble,
que nos permitía tantear las múltiples dimensiones
que nos componían como realidad abstracta.

Tuvimos conversaciones con Gabriela Mistral,


Rodrigo Lira, María Luisa Bombal, Marta Brunet,
Mario Vargas Llosa, Vicente Huidobro,
Aurora Montes, Gloria Benavides, Pablo de Rokha,
Rodrigo Wacquéz y muchos más.

Una vez nos encontramos con una onda que se hacia


llamar Ester Inmaculada y nos entrego un mensaje
crucial para entender la realidad en la que habitamos.
Escuchen atentamente la grabación:
Son
ustedes
rostros
de
un
futuro
incierto
esperando
mi
mensaje
hace
ya
sesenta
años
soy
Ester
Inmaculada
desde
los
pliegues
de
estos
tortuosos
tiempos
en
un
principio
los
árboles
eran
símbolo
de
conocimiento
sagrado
múltiples
religiones
así
los
representan
dibujos
palabras
estos
árboles
eran
recorridos
por
12
esferas
o
fuerzas
que
se
acumulaban
en algunos
puntos y
luego
seguían
su
camino
era
una gran
raíz que
conectaba
cada
una
de las
fuerzas para
seguir
creciendo
hasta
alcanzar
la
bóveda
celeste
y
sentir
las
corrientes
que
iban
regenerando
las
fuerzas
vitales
llegó
un momento
de
la
historia
en el
cual
un
grupo
de humanos
quiso
apropiarse
de esta
fórmula
y
comenzaron a
levantar
sus
propios
árboles
ficticios
primero
grandes
obeliscos
castillos
palacios
catedrales
faroles
ciudades
torres de
alta
tensión
edificios
corporativos
toda
la
modernidad
que
nacía descascarada
con
un
olvido
perpetuo
imitando
una
falsa
geometría
profanando
lo
más
sagrado
pero se
avecinan
los
quiebres
de
aquellos
troncos
metálicos.

Nosotras quedamos sorprendidas por el mensaje


entregado, terminamos en ese minuto la sesión con
un silencio que nos envolvía a todas. Resonaban en
nuestros oídos el críptico mensaje, como si se hubiera
propagado rápidamente por nuestras cabezas,
entregándonos una perspectiva
con que observarm esta realidad. Meses después,
comenzaron las tormentas solares y llego el gran
apagón del 2020. Se quemaron todos los artefactos
electrónicos y fue el impulso para darnos cuenta,
de lo que realmente importa en este nuevo proceso,
en donde la oscuridad nos entrega las respuestas
para fortalecer nuestras mayores debilidades.
Volver al origen como un llamado divino de las
fuerzas estelares que nos entregan la oportunidad
de vivir en un presente frágil y reflexivo.

O
La madrugada del terremoto nos encontrábamos
en los calabozos de la Trigésimoquinteavo habitáculo
junto a 37 personas. Los habitáculos son cuadrados
de 2x2x2, en donde encierran a los criminales
esperando a que llegue el juicio para escarmentarlos.

Habíamos caído por quemar el Museo de Bellas


Artes: ojalá se hubiera quemado por completo, pero
luego nos informaron que solo el 73% de los
inmuebles habían sido reducido a cenizas,
lo que de cierta forma igual tomamos como un logro.

Aquella noche, fue un éxtasis iluminado por el caos,


la tierra se estremeció al ver tanta desidia
en las sociedades modernas y nos brindó
una maravillosa salida. A pesar del desorden
provocado por los movimientos y las muertes
por aplastamiento que le sucedieron, pudimos escapar
con mis camaradas rumbo a la destrucción total.

El sonido de las murallas estremeciéndose era una


sinfonía única, tocada exclusivamente para nosotros,
emitida por fuerzas mayores a nuestras capacidades
humanas, en las calles los autos yacían volcados
y había más de un incendio propagándose por algún
edificio constitucional.

Nosotros aprovechándonos del pánico,


sacamos botellas de la basura que fuimos llenando
con la bencina que se desparramaba por los autos
volcados, también les sacábamos el aceite para hacer
las calles más resbalosas para los automovilistas
que esa noche solo apretaban el acelerador,
como buscando respuestas
en el accidente más cercano.

Iniciamos barricadas por todos los paseos y avenidas


centrales, logramos volcar tres autos de la policía
bastarda, les robamos sus armas y luego procedíamos
a incendiar sus automóviles para seguir tapando
el paso a los vehículos que esa noche
no paraban de aullar.

En un momento de nuestra celebración, se nos sumó


más gente, que cantaban canciones de Ezkorbuto
mientras íbamos destrozando todo a nuestro paso y
que nos ayudaban a seguir con nuestra sagrada
misión; destruir lo que más podamos esta necrópolis,
aprovechar el pánico, surcar nuevos horizontes,
visualizar realidades impensadas,
construir el fracaso de esta modernidad
que se cae a pedazos frente a la naturaleza.
R
Tal vez los segundos fueron dejando un sabor amargo
en nuestras bocas, parecido al polvo metálico usado
para desaparecer los cuerpos en la dictadura.
Tal vez las miradas fueron lo suficientemente serias
como para matar de un susto
a un sacerdote de avanzada edad.
Tal vez estábamos rodeados de muertos a nuestro
alrededor, que acariciaban lentamente nuestros pies
y escuchaban nuestro diálogo de vivos. Pero, acá
andamos, dispuestos a todo, dándole de comer
a la valentía para que ahuyente a la bestia del miedo.

La noche era oscura, espesa, como sumergirse en un


pantano de un solo chapuzón, rodeado de reptiles
y algas mortales, mientras nosotros esperábamos
apaciblemente la muerte lenta como magma creador.
Y habíamos caminado muchas horas, no sé cuanta
fue la distancia, lo olvidábamos mientras veíamos
alejarse las luces a lo lejos y entregando nuestros
cuerpos a la oscura noche de las lunas nuevas.
Solo las estrellas nos señalaban sus senderos
y nosotros sus humildes servidores,
los seguíamos con confianza.

Hace alrededor de dos horas, cayó al suelo


mi compañero, el cansancio se había apoderado
de su cuerpo y su voluntad se había apagado
completamente. Lo levanté y lo puse en mis espaldas
para continuar nuestro viaje, mientras iba avanzando
sentía su lenta respiración en mi nuca. Me enfrenté al
silencio ensordecedor, a la soledad lastimera
y al hambre monstruosa. Cuando de repente,
una luz enceguecedora apareció en la cúspide de uno
de los cerros, iluminaba todo el valle desde arriba
y emitía un silbido grave que hacía estremecer
a las montañas y hacerlas rugir, botando numerosas
piedras que iban arrasando la hermosa vegetación
que me rodeaba. Nos ocultamos detrás de un gran
árbol y observábamos la tragedia de lejos.
En ese momento mi compañero se despierta
y lanza un alarido:

-“Conchetumare Mauro . . . . . La vida.”


-“Shhhhh . . . . . . (silencio) el lenguaje.”

El tiempo pareció pausarse y la luz desapareció


devolviendo el silencio al valle. Junto con ello,
los pájaros comenzaban a presagiar el amanecer con
su maravilloso canto. Las estrellas empezaban a
desaparecer una a una, devoradas por la luz radiante
y suprema del Sol.

En el cielo, solo quedaban los magnánimos astros,


que nos observan a lo lejos, planeando nuestras vidas,
arrebatándonos momentos, entregándonos otros.

El valle logró resplandecer cuando la luz comenzó


a posarse sobre él, dibujando las siluetas impuestas,
secando la sangre y entregándonos el preciado calor
que derretía nuestros entumidos cuerpos por el frío.
Tanteé a Mario para ver si todavía latía su cuerpo
y ahí estaba, roncando. Resonaban por todo el valle
sus ronquidos bestiales.

Sentía sabor a sangre en mi boca,


que se encontraba hecha un desierto de fluidos,
las garrafas estaban vacías y vaciadas,
ni siquiera les quedaba el último sorbo del caldero.
Y nosotros preguntándonos por el acontecimiento
presenciado, la luz del pescador se posa en medio
de un lago y los peces maravillados por ella,
saltan al bote para alcanzar la luminiscencia.

Pesadillas después,
nos dimos cuenta de lo agradecidos que estábamos
por ser testigos de aquel fenómeno.
El cielo siempre ha sido nuestro salvavidas,
lo fotografiamos con los ojos parpadeantes.
La masacre viene en silencio
y los búhos no paran de ulular.

C
Nos conocimos a través de un juego en línea de
shooter, en una combi de un servidor perdido en las
dimensiones piratezcas y corsarias de la Infranet.
Las combis son como pequeños torneos de clanes
imaginarios, o mejor dicho, instantáneos.
Nos organizábamos con los microfoaudífonos a
través de estrategias pseudomilitares para poder
escabullirnos, y si era posible, degollar al enemigo.

Éramos cinco salvajes armados, las balas están


contadas, los escondites vigilados, nuestros ojos entre
medio de las cuatro líneas, centrados en el objetivo
correcto. Ganamos varios torneos de pequeña escala,
empezamos a profesionalizarnos,
cada uno según su propia forma de hacerlo.

El Führer era un treintón que vivía en el ojo de un


huracán llamado Talca. Arrendó un servidor
exclusivamente para nosotros y nombró al clan como:
“ANS Chile”. El significado de las siglas cambiaba
siempre, pero creo con certeza que su significado
oculto era “Acción Nacional Socialista”,
ya que el Führer era un germanófilo bizarrísimo.
Nos hablaba de sargentos rusos muertos a manos de
la Wehrmacht: Shólojov, Ostrovski, Tvardovski,
Símonov, Kazakov. Axiónov, Siniavski. Nos daba
indicaciones en un alemán gorilizado, y además,
se hacía llamar el mismo “El Führer”
como ya habrán notado.

El Tito era un niño de 12 años y era verdaderamente


una bestia, a mi opinión, el mejor de todos nosotros.
Tenía serios problemas de ira, aquello lo hacía
un experto matando a lo que se le cruzara frente
a su titánica mira. Era bastante histriónico
y explosivo, lo que provocó en más de una ocasión
su expulsión (¿o auto expulsión?) del clan, pero
volvíamos a integrarlo porque era el mejor
del equipo, insisto, todos los sabíamos.
Pobre niño.
Viendo ahora sus imágenes.
Realmente no puedo creerlo
¿Cuánto odio?
¿Cuánta ira?

Al parecer El Tito y El Fûhrer mantenían una relación


secreta. Yo diría que sería una involución de lo
llamado “relación de sumisión absoluta”, más bien
era una forma de resistencia permanente frente a un
poder amorfo, con miles de tentáculos dispuestos a
sofocar a cualquier especie que sea identificado
como enemigo.
Como si fuese una bestia despedazada,
que comenzara a juntar todos sus miembros faltantes,
un Osiris recorriendo las eternas dunas de Egipto,
enfrentando tormentas y encuentros desafortunados,
el verdadero Osiris expulsando los flujos
de la venganza hacia todas partes,
como una supernova iluminando el espacio,
destrozando todas las sombras que la acongojaban.

La primera y última sospecha que tuve fue una vez


que estábamos solo cuatro personas del clan:
El Führer, El Tito y La Pabla María
(alias “Kalashnikovoltaje”).
Eran alrededor de las seis y media de la mañana,
yo me había ya tomado unos tres litros o cuatro
de cerveza solo, jugando diferentes mapas,
recorriendo diferentes servidores de la multired
internacional navegante, hasta que llegué al servidor
a entrenar un poco, vi que había gente (cosa que no
me extraño, porque éramos todos unos adictos a esa
mierda y unos esquizofrénicos sin remedio alguno o
remediándolo todo con buenas dosis de muertes
simuladas, engendradores de adrenalina).

Jugamos un par de horas que se nos pasó volando,


hasta que en un minuto, comenzamos a hablar del
amanecer que podíamos ver a través de nuestras
ventanas, hablando sobre la vida, sobre la necesidad
de alteración de la psique, sobre los diferentes
calibres, los diferentes daños, las diferencias entre
nosotros y los demás. Pareciese que en un minuto,
estábamos todos en el clímax de alguna droga
alucinógena, cuando me dan unas inaguantables
ganas de mear, aunque debo admitir que me estuve
aguantando unos doce desagradables minutos,
pero empezaba a sentir placer con cada segundo
que aguantaba y estaba bastante borracho
como para liberar mis placeres.

-Oooooooooooooooooooh,
chetumare wom toy que me meo.

Estuve aproximadamente un minuto meando,


quizás un poco más, no lo sé, pero fue tan placentero.
Luego, parece que vomité, o parece que esa fue otra
vez, no lo sé, es que ha pasado tiempo.
Bueno la cosa fue cuando volví, me puse los microfo-
audífonos y me puse a escucharlos.

El Tito: Que rrriiiicoo.


(Suspiros intensos que abombaban el sonido
captado por el micrófono).

Kalashnikovoltaje: Ay, el weón desagradable.


Chao muchachos, nos vemos a la noche.
[A+N+S+Chile] ~ KaLaShNiKoVoLTaJe ! ~
se ha desconectado.

El Führer: Ya para la weaíta.

El Tito: Ahora po pelao maricón. (Suspiros)


No te gustaba que te mandara mis fotitos.

El Führer: ¿Qué weá te pasa? Anduviste de nuevo


acetoneándote. Te estai friendo el cerebro pendejo
hermoso, trabaja tu mente y tu cuerpo tan jovencito
que tenís. (Suspiros) ¿y el Daví? Apuesto que esta
puro witreando en el baño. Estaba má curao, jugó
como el hoyo.

El Tito: Como el tuyo, bien suelta la weá, ni siquiera


te suenan los peos. El mío es apretadito y suavecito.

El Führer: ¿Cuándo vay a venir de nuevo?


Si querís te pago yo los pasajes.

El Tito: ¿Qué le digo a mi mamá?


¿Vo creís que se está comprando que me voy a ir a
ver a mi hermano? Escuché que hablaron por telé-
fono y mi vieja se enteró y se está poniendo brígida.
Cada vez quiere que juegue menos, que me
preocupe
de otras weás. Ya me sacó una vez el pc de la pieza
y lo tuve que rescatar yo mismo en la noche,
moviendo todo con cuidado, no me dijo nada al otro
día, pero siento que puede explotar en cualquier
momento la weona rabiosa.

El Führer: A esa weona rabiosa pienso reventar a


balazos (Suspiros intensos)

El Tito: Uyuyui, me encantai. (Suspiros intensos)


Ya me iré a dormir, quedé como gelatina,
te espero en mis sueños mi lindo Grober Donner.

El Führer: Auf wiedersehen fräulein.

Yo me quedé helado porque no daba créditos a lo que


escucharon mis propios oídos, no supe que hacer,
solo me acerqué lentamente al alargador y desenchufé
de un sólo movimiento el computador.

Después no volví a jugar, no me presenté más en el


servidor, fue realmente algo muy chocante para mí,
uno no está acostumbrado a escuchar cosas así de
repente, sobre todo si vomitaste todo lo que habías
tomado una noche de trastornos de insomnio
y Sarotex por la nariz. Una época realmente mala en
mi vida, pero en fin, por lo menos no llegué al
extremo de cometer una locura como la que hicieron
ellos.

Entonces, la semana pasada, me levantaron como


siempre para la formación del inicio del día y control
de los pacientes, para ver si no se ha escapado
o suicidado alguno, cosas que suceden comúnmente
aquí adentro. Yo no lo siento tan mal, de hecho creo
que vivo momentos cruciales en mis presentes,
y no hay más palabras para describirlo.

Luego de la formación, viene la rutina de trote de 25


minutos, que culminan en el desayuno frente a un
gran televisor que ubican en el interior de la muralla.
En el televisor dan el TVN, siempre, nunca cambian
de canal, como es supuestamente gratis
y del gobierno, pero mejor no hablar de ciertas cosas.

El matinal de la mañana fue interrumpido abrupta-


mente por las noticias de último minuto, primero
mostraron los rostros de los culpables,
Francisco Javier Osorio Benítez 14 años
Werner Cristóbal Fonseca Ross 39 años
dieron muerte a
Gloria Esperanza Benítez Rosales 48 años.
Y el televisor se apagó, no quieren alarmarnos,
y ellos controlan todo.

Días después recién pude saber bien lo que había


pasado, pero lo mismo que saben ustedes: el escape,
las inesperadas muertes que dejó el camino, la red de
venta de videos snuff en la internet subterránea,
los millones de bitcoins que recorren el negocio,
las mismas empresas de seguridad cibernética
implicadas.

Si ustedes, me preguntan a mi, yo les diría que eso se


veía a venir y ustedes, sí USTEDES, no quisieron o
contribuyeron a su proliferación instantánea, con sus
prometeos y troyanos esparcidos por todas las vastas
redes, trabajando codo a codo con la Interpol, el FBI,
la CÍA y ¡EL BANCO MUNDIAL!, SEMBRANDO
LA OPULENCIA DIVINA DE SU
MERCADOTÉCNIA INVENTADA, VIGILADA Y
ENCRIPTADA, SUS BIG DATA ABSORBIENDO
IDENTIDADES CREANDO INMENSIDADES
ABISMANTEMENTE
A B E R R A N T E S,
OYENDO MIS PENSAMIENTOS EN LAS
NOCHES, USURPANDO MI CEREBRO COMO
PSIQUIATRAS HAMBRIENTOS, Y AHORA POR
FÍN SALEN DE MI MALDITA CABEZA,
SE MATERIALIZAN MIS FUERZAS CREATIVAS,
PERO EN ALGO VERDADERAMENTE
MONSTRUOSO, MIS MANOS, ME ARDEN MIS
MANOS, REBOSANTES PLACERES HE DE
RECIBIR, MIRAD FAROLITO, ESTÁN TODAS
LAS POLILLAS A TU ALREDEDOR. . . . . .. .

[En ese momento llegaron dos enfermeros,


le practicaron una llave con la cual David quedó
reducido en dos segundos sobre la mesa
y recibiendo a través de su plaxo cervical
una buena dosis de tranquilizantes
y comenzó a calmarse de a poco,
hasta comenzar a repetir cada vez el mismo mensaje:
IO.SYS – MSDOS.SYS – RENAME – FORMAT.)]

Y
Su nombre era Felipe Cifuentes, lo conocí un día de
marzo del año 2014. En aquellos años, él era un niño
tímido, pero que capturaba almas con solo mirar a los
ojos. Su presencia fuera de la sala de clases era
insospechada, pero dentro de ellas se transformaba
en una especie de Napoleón, en donde nos dejaba
a todos atónitos con sus conocimientos analíticos y
tácticos. Sus calificaciones eran sobresalientes y su
desplante en las asambleas, que comenzaron a
propagarse en abril, lo hicieron el blanco de
suculentas propuestas de diversos partidos políticos,
que buscaban secuestrarlo para posicionarlo en un
próximo puesto de la Federación de Estudiantes.

En una ocasión, lo vi en una actividad cuyo fin era


recaudar fondos para la semana de la memoria del
horroroso mes de septiembre. Fue la primera vez que
hablé con él, debo asumir que la primera vez que
lo vi, me llamó la atención, su baja estatura,
sus ojos agujereados, su rostro delicado;
aquellos rasgos hacían derretirme ante él.
Hablamos unas pocas horas que pasaron como balas a
través de mi cuerpo conmocionado, recuerdo sus ojos
apasionados fijados en los míos, y mi mente que no
paraba de repetir lo guapo que lo encontraba. Estaba
tan anonadado, que solo recuerdo palabras como
contrahegemonía, lucha incansable
y amor por los resultados.

En un momento, me percaté que él estaba bastante


ebrio, porque comenzaba a gritar efusivamente
ideales desechables hace siglos y esperanzas
aplastadas por botas militares, como una especie de
manifiesto performático.

En un borracho instante, detiene su excesiva


habladuría y me sostiene la cabeza con sus dos suaves
manos, como queriendo darme un cabezazo letal o
solamente besarme, vi entre sus ojos el infaltable
miedo a superar sus propios miedos, y yo tiritaba
frente a su frágil mirar y ya bostezaba mientras
el miedo se disolvía detrás de nuestras lenguas
liquidas. Desapercibidos pasamos y yo me quedé
entristecido y olvidado.

Las nubes pasaron rápidamente sobre nuestras


cabezas, las noches aumentaron su espesor hipócrita,
algunas tierras se secaron, otras volvieron a
reverdecer después de cientos o miles de años y como
la indómita naturaleza, le perdí el rastro, guardé aquel
momento como un agradable episodio
de mi ajetreada y lúbrica juventud.
Impactado quedé luego de enterarme de los conflictos
en la naciente Republica de Yaoman, que era liderada
por un grupo de militares corruptos, que lucraban con
la mercantilización de una nueva droga sintetizada
en laberinticos subterráneos, posicionados bajo
estructuras usadas supuestamente para las labores
de los Departamentos de Inteligencia Militar.

La capital era Terintaat y era la única ciudad de


Yaoman, todos los alrededores eran enormes
haciendas lideradas por terratenientes militares,
que financiaban a su vez al gobierno y entregaban
materias primas para la producción de aquella droga.

El año 2033 se iniciaron revueltas de campesinos


alrededor de la metrópolis, era como estar
retrocediendo décadas a las manifestaciones de
América Latina por las Reformas Agrarias, solo que
éstas superaban con creces aquellas manifestaciones,
estaban todos los medios de comunicación cubriendo
el perímetro de los acontecimientos.

Millones de campesinos cercaron las ciudad,


acorralando autoridades a punta de fusiles
y metralletas de largo alcance. La ciudad quedó
desabastecida en cuestión de un par de meses,
centenares de militares desertaban de la corrupta
institución para enlistarse en la resistencia campesina.

Existían dos grandes frentes de combate, el Frente de


Defensa Popular Campesino y el Frente Combatiente
Rubén Darío. La diferencia entre los dos era neta-
mente social, el primero era conformado por
campesinos instruidos para arremeter con técnicas de
combate arcaicas y el segundo, era conformado por
intelectuales que poseían el monopolio de las armas
y el control de su técnica.

En este último, estaba Felipe Cifuentes,


alias Comandante Rio Bueno. Estaba un poco más
delgado y más gastado que la última vez que lo vi,
ahora su mirada era decisiva, y en algunas
fotografías, en sus ojos se posaba un brillo siniestro.

Según la información que era entregada por


los medios de comunicación, Felipe comandaba
la División Antonio Gramsci, que se dedicaba a
cercar los puentes que unían a Terintaat con el Centro
de Resistencia Socialista Raúl Osorio, en el cual,
se desplegaban tácticas de presión en contra de los
soldados que aún blindaban las fronteras de la ciudad.

Su estrategia en un principio era pacífica, y consistía


en desabastecer a los soldados del Ejército Nacional,
para después accionar de manera sorpresiva
y violenta, obligándolos a rendirse sin haber gastado
ni una sola munición.

Cuando iniciaron la campaña de conquista completa


sobre Terintaat, secuestraron a Lucy Herbert,
una de las hijas del Presidente Istandiul Herbert;
hicieron un transmisión en vivo desde el Ministerio
de Bienes Nacionales que ya llevaba una semana
siendo controlado por la División Antonio Gramsci.
Ahí fue la última vez que lo vi, se veía sereno, seguro
de sus movimientos, juré por algunos segundos ver la
sombra de Ivan Karpovinov que se posaba fríamente
en su rostro. Aquel sangriento comandante de
Leningrado, que disfrutaba coleccionando clavículas
de soldados de la Wehrmacht.

Cuando pensábamos que aquellos acontecimientos,


eran parte de la mayor sublevación de un pueblo en
el siglo XXI, que por fin triunfaría en las múltiples
batallas que hemos enfrentado con la historia misma.

Cuando reflexionábamos eternamente,


con el televisor encendido, sintonizando el CNN
las veinticuatro horas, esperando la caída de la
República de Yaoman, y observando como al fin los
campesinos iban a tener el control por sobre
su territorio y sus vidas, vimos que el abismo se abría
ante nuestros pies, y desde el fondo rugía una bestia
innombrable. Las transmisiones se cortaron
por un gran haz de luz y luego todo se transformó
en interferencias de señal, y el audio colapsó.

Nadie supo que había ocurrido en la República de


Yaoman. Pasaron las horas, los días, las semanas
y la nada se posicionó como única respuesta para
nosotros los televidentes insomnes, que sin la llegada
de respuestas, nos rodeábamos con muros de ladrillos
para olvidarnos del desastre que se había implantado
en nuestras frágiles retinas. Hasta el día de hoy nadie
sabe en que culminó aquella calamidad, han llegado
rumores, que no suelo descartar porque siempre he
pensado que en estos años, todo es posible.

Me gusta creer en estas dos realidades de manera


simultánea, me deja un poco más con la mirada hacia
adentro, pero no observando hacia mis interiores, sino
como un viaje hacia los orígenes de la memoria,
su usos y abusos.

Existe la posibilidad de que aniquilaran a Lucy


Herbert y con ello, cayera lo que quedaba de la
República de Yaoman después de una gran masacre
en donde, afortunadamente los soldados que eran
fieles al régimen murieron o desertaron en su
totalidad al observar la violencia rabiosa
y descontrolada en las manos de sus enemigos.
Después de una larga reconstrucción del territorio,
aquellas comunidades aborrecieron la modernidad
capitalista y se volcaron a la producción agrícola
y el rechazo absoluto de la electricidad,
volviendo cada vez más a un origen
que veíamos bastante lejano para ser alcanzado.

Otro presente nos muestra una Terintaat desolada,


víctima de una bomba de hidrógeno AH602
que acabó con todos los vestigios de cualquier ser
viviente que estuviera en la atrincherada ciudad.
Aun así, por las noches hay una imagen que siempre
vuelve a mis pesadillas, es la cabeza agujereada de
Felipe Cifuentes, sus ojos siguen mirando un futuro
incierto y lo único rojo que lo acompaña,
es su sangre vertida por el asfalto ardiendo,
que se va secando rápidamente,
perdido en la memoria de miles,
siendo náufrago de su propio barco al cual se niega a
botar el agua que comienza a filtrarse
y ya le llega hasta el cuello;
y así espera, mientras se hunde lentamente,
mirando como se esfuma lo que nosotros,
en ocasiones desesperadas, llamamos sentido.

K
Su nombre era Cynthia Ramírez, tenia dieciocho años
cuando murió a manos de sombras infrahumanas.

Cursaba su primer año de medicina en una reconocida


universidad ubicada al sur de Chile, llevaba solo unas
semanas disfrutando de su nueva vida universitaria
hasta que llegó el día del aclamado carrete mechón,
donde los mas viejos les dan la bienvenida
a los nuevos con fiestas, juegos y alcohol
en cantidades absurdas.

Cynthia se encontraba bailando con sus amigas,


habían construido una coraza bastante efectiva frente
a los babosos que recorrían la pista de baile,
en busca de una aventura instantánea y vacía,
apenas se acercaban todas sus amigas los alejaban
con gritos y risas. Los babosos sin comprender nada
se iban a deambular a otro lado.

Cuando la fiesta terminó, a eso de las diez de la


noche, Cynthia comenzó a caminar a la parada de
los colectivos para irse a su hogar, ella vivía a mas o
menos quince minutos en auto. En un momento,
se encuentra con Martin Barlendis, un compañero de
Medicina que estaba completamente sobrio y ofreció
llevarla en su jeep. Cynthia encontraba guapísimo a
Martin asique aceptó la invitación.

Belén Jara, la madre de Cynthia esa noche no durmió,


va a ser la primera de muchas que iniciarán
su proceso de aparición continuada. Estuvo toda la
noche sentada en su cama mirando la televisión
y a ratos se levantaba, y miraba por la ventana a ver
si veía a su hija, pero no aparecía. Después de dormir
solo un par de horas a la hora de almuerzo, la Señora
Belén fue a la comisaría a dejar la constancia de que
su hija no había vuelto a casa anoche y que se hiciera
un grupo de búsqueda.
En la comisaría no se movió ni siquiera un papel ese
día.

El fin de semana pasó como el más lento para Belén


que aún aferrada a la ventana, alucinaba con
la sombra momentánea de su hija, que se acercaba
a la casa y abría la puerta para abrazar a su madre.
Pasaron los días, las lluvias, los vientos y el cuerpo
repartido de Cynthia fue encontrado en las orillas de
la laguna. Estaba envuelto en un papel decomural y
estaban todos sus miembros separados de su humana
estructura. Presentaba severos rastros de violación y
un brutal amordazamiento.

El cuerpo fue encontrado por Alejandro de 58 años


que hacía su rutina de ejercicios a esa hora. El cuerpo
de Cynthia fue llevado al laboratorio de Carabineros
en donde encontraron las huellas de una sola persona,
que luego de los peritajes pertinentes llegaron al
nombre de Manuel Robles Poblete, un jardinero de 60
años el cual otorgaron una condena de 10 años
por homicidio.

Dadas las pésimas condiciones de las penitenciarias


en el sur de Chile, Manuel Robles Poblete murió al
segundo año de su condena, debido a una neumonía
bastante avanzada.

La señora Belén junto con las amigas de Cynthia


repudiaron de principio a fin las labores de
Carabineros y la Justicia chilena; como consecuencia
de esto, formaron una comisión de investigación
para empezar un seguimiento de pistas que hiciera
emerger de las oscuras profundidades de la realidad,
aquella verdad que tanto estaban persiguiendo,
una excavación de manos curtidas para que los rayos
del Sol brindaran la luz a aquellas tinieblas
que impuso el poder.
Lograron llegar a la pista inicial, a su compañero
Martin Barlendis, quien luego de recogerla procedió
a drogarla ofreciéndole agua con una enorme dosis de
tramadol. Fue ahí, que la llevo a la casa que tenía su
familia cerca de la costa, donde se reunió con seis
hombres más. Ellos eran los próximos herederos
de las poderosas familias que controlaban los flujos
económicos de aquella localidad. El nocturno cielo
mostraba la conjunción de los planetas Neptuno,
Venus y Marte, quienes dotaron de fuerzas
a los lineamientos de los hechos
que se contaran a continuación.

Cynthia al llegar a la casa estaba completamente


dormida, entre los seis amigos de Martin la llevaron
al living, todos reían al unísono y planeaban lo que
harían con ella en los minutos próximos.

Acostaron a Cynthia en la mesa de piedra volcánica,


ubicada en la terraza de la enorme casa que daba en
dirección al mar y mientras la luna era reflejada
en las vibracionales aguas,
los seis hombres se desnudaron
y se bañaron en el brilloso océano.

Al volver a la casa se pusieron sus túnicas masónicas


e iniciaron su profana procesión.

Dibujaron en el patio de la casa un gran símbolo de 7


puntas con sal, en cada punta había un gran antorcha
que iba iluminando las sombras que iban
apropiándose del cuerpo de Cynthia;
después de numerosas violaciones Cynthia perdió la
vida, luego blandieron a la luz de la luna las sagradas
espadas de los Siete Adonaistas e iniciaron el ritual de
desmembramiento de las extremidades de Cynthia,
separando cada una y posicionándola en cinco puntas
del símbolo: cabeza, ambos brazos y piernas.

Al final de la procesión, el torso fue posicionado al


centro del símbolo y clavado por las siete espadas
generando un equilibrio perfecto.

En es mismo momento, a más de mil doscientos


kilómetros se desprendió totalmente gran parte del
Glaciar Grey, este acontecimiento fue provocado por
la vibración del ritual que cercenó a Cynthia.

Los miembros de la Gran Logia Lautarina, poseen un


conocimiento que se han traspasado de generación en
generación y consiste, en tener la capacidad de mover
grandes frecuencias de energías, que logren
el desprendimiento de grandes seres, como lo son los
inmensos glaciares y también generar la sequia de
lagunas gigantes. Todo esto con el fin de construir en
aquellos territorios, enormes mineras de las que son
dueños, y así poder extraer ciertos minerales que
ayudarán a proliferar sus fortunas
que han perpetuado por tantas centurias.

Historias como estas, crecen como colonización de


hongos en los cuerpos olvidados, que ahogan sus
gritos soterrados debajo de nuestros pies descalzos.
Miles de mujeres desaparecen bajo el claro de la luna
espectadora, que solo observa a lo lejos,
preguntándose en que momento la humanidad
se corrompió de tal forma.

Es un mensaje demasiado complejo,


demasiado encriptado para nuestros enceguecidos
ojos, que bajo el alero de la democracia,
nos deja demasiado cebados por las infinitas ofertas
de un mercado imaginario, pero palpable.

Tan real que la cicatriz, no para de sangrar,


porque el aprendizaje se transforma en múltiples
caminos y sólo de nosotros,
depende la responsabilidad de colocar
sobre pedestales, los males que aquejan
nuestra sociedad, que rodeada de heridas purulentas,
busca el socorro de los ángeles caídos.

U
19 JUNIO 1973
El presidente de la URSS, Leonid Brezhnev,
anuncia mediante una cadena internacional
radiofónica el apoyo de la Unión Soviética
al gobierno de Salvador Allende. El imperio del
capital comenzaba a mostrar su peor cara frente al
mundo de la democracia. Las medidas tomadas por la
URSS, para el apoyo del gobierno de la Unidad
Popular, será el envío de suministros alimenticios e
industriales para contrarrestar el bloque económico
iniciado por EE.UU.

Por otra lado, las críticas al gobierno por parte de los


cordones industriales sigue creciendo, al parecer,
la burocracia instalada en el gobierno de la UP hace
ya tres años, ha relentizado los procesos
revolucionarios, entorpeciendo la propia producción
en manos de los obreros.

Cada día que pasa, la derecha chilena redobla sus


esfuerzos para dificultar la organización de la UP;
el acaparamiento, el paro del gremio de camioneros
y la constante reproducción de propaganda fascista al
interior de los cuarteles militares, preocupan cada
día más al gobierno de Allende.

Esperamos junto a todos nuestros compañeros


y compañeras que las tensiones se tranquilicen en los
días venideros, larga ha sido la lucha, pero ningún
esfuerzo es en vano, cada gota de sudor es fruto de
los inmensos brazos que posee Chile
y sus trabajadores. Cada día se robustecen y agarran
más fuerza, nos preparamos todos y todas frente a la
ofensiva fascista, que no deja de sembrar el terror
en las calles, matando a compañeros y compañeras
con tácticas cobardes y armas de fuego.

Cada caído son cien para la venganza que cultivamos.


29 JUNIO 1973
En las primeras horas de la mañana, el regimiento
blindado n.º 2 a cargo del Coronel Roberto Souper,
encabezaron un ataque a La Moneda con un tanque
modelo M-60, brindado por la Fuerza Armada de
EE.UU para acabar con el gobierno de Salvador
Allende. La falta de organización y la ansiedad
le jugaron una mala pasada al ya mencionado
regimiento, terminaron siendo dados de baja por
el Tribunal Militar y encontrados muertos
en una zanja horas más tarde.

Mediante otra cadena internacional radiofónica,


Leonid Brezhnev anuncia su apoyo al gobierno de la
Unidad Popular brindándonos artillería y diversas
tecnologías de aniquilamiento de masas. Junto con lo
anterior, un grupo de cien científicos rusos destinados
a perfeccionar las áreas industriales y rurales
comandadas por organismos del gobierno como la
INDAP y la CORFO. El presidente Salvador Allende,
agradecido del apoyo soviético convoca una
manifestación en apoyo del gobierno que duró
aproximadamente una semana, diversos músicos
acudieron a la concentración y se estima que
la marcha convocó a más de un millón de personas;
hasta este momento ha sido la marcha más masiva
en la historia de Chile.

11 SEPTIEMBRE 1973
05:00
Un grupo de uniformados de la Armada toman
el control del cuartel de Valparaíso asesinando
a sangre fría al Capitán Carlos Casanueva.

05:05
Desde Valparaíso se comienzan a emitir mensajes
a las demás centrales de las FF.AA comunicando la
situación y haciendo un llamado para levantarse para
derribar el gobierno de la Unidad Popular.

05:10
El Almirante José Toribio Medina, quien encabezaba
el asalto de Valparaíso, explotó por los aires víctima
de seis granadas RGD-33. Los secuaces de la Armada
están manteniendo un fuego cruzado en los interiores
del cuartel de Valparaíso.

05:30
El Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea,
Raúl Montero, es encontrado muerto junto
a su esposa y sus tres hijas.
Todos en la misma habitación,
todos murieron bajo la misma navaja,
sus gargantas aún no paran de sangrar.

06:00
El Ministro de Defensa, Carlos Prats, despierta al
presidente en su casa en Tomás Moro y le informa
acerca de las situación de Valparaíso.
Desde afuera, solo se oyen discusiones azarosas,
más de un vidrio quebrándose, insultos por doquier y
una seguidilla de enunciados dirigidos a la puesta en
marcha de una operación de venganza y contraataque.
La operación se denomina “Recuperando el Sol”
y se desplegó en colaboración de la Unión Soviética.

06:10
La comitiva del gobierno de la Unidad Popular,
envía mediante código morse a través de un telégrafo
un mensaje a Brezhnev informando del estado de la
situación.

06:15
Leonid Brezhnev, líder supremo de la Unión
Soviética, envía 66 aviones para contrarrestar el golpe
provocado por los militares financiados por EE.UU.
Los aviones enviados corresponden al modelo ruso
PJM-777, que fueron desarrollados por científicos
militares, para crear una nueva era de aviones
bombarderos actualizando los modelos producidos
en la Segunda Guerra Mundial,
brindándoles más movilidad y aerodinamismo.

06:30
El mandatario Salvador Allende,
a bordo de su Mercedes Benz, se dirige al Palacio de
La Moneda, junto con Carlos Prats, Emilio Retamales
y José Antonio Goecheyen, los cuatros van armados
con AK-47.

06:45
En las afueras de la fábrica BATA, controlada por el
cordón industrial Maipú-Cerrillos, fueron acribillados
37 obreros por desconocidos que bajaron del interior
de una liebre con metralletas,
asesinando a los obreros
que montaban guardia a esa hora.

07:00
Salvador Allende es divisado por un periodista
mientras ingresa al Palacio de La Moneda con un
casco militar y cargando la AK-47 obsequiada por
Fidel Castro en su visita a Chile
hace solo unos meses atrás.

08:00
Los aviones bombarderos financiados por EE.UU
salen en dirección al Palacio de Gobierno para
bombardearlo y así, la nueva junta de gobierno pueda
apropiarse del poder gubernamental para instalar el
capitalismo salvaje dentro del Estado de Chile.

8:18
Los aviones PJM-777 aniquilan a los aviones bom-
barderos financiados por EE.UU en una maniobra
aérea artística que dejó a todos sus espectadores
mudos y armando maletas.

8:22
En los interiores de la Armada de Valparaíso
los balazos pararon de retumbar hace minutos,
los marinos golpistas fueron asesinados
y todo volvió a la normalidad.
8:30
El Presidente Salvador Allende Gossens se dirige al
país mediante una cadena nacional e internacional
radiofónica:
“Amado Chile:
Han tenido la malvada oportunidad
de observar lo que ha acontecido hoy
en los lindes de nuestra patria.
Un grupo de uniformados financiados por EE.UU,
disciplinados por la Escuela de las Américas,
reconocida academia
que enseña técnicas de tortura.
Se han sindicado el día de hoy
para derrocar a nuestro gobierno,
pero han fallado.
Los brazos de Chile son fuertes,
y cada gota de sudor cuenta,
porque la sangre de Chile
es la sangre de todos los trabajadores
que labran su tierra y dan forma al concreto
para pavimentar el camino iluminado
por el Sol naciente,
que ilumina nuestro día a día
y nos da energías para seguir otro más.
Compañeros y compañeras,
hemos recuperado el Sol,
la gran Unión Soviética nos ha ayudado,
y para agradecer,
quiero decretar que desde el día de hoy,
Chile pertenecerá a los estados satélites
de la Sagrada Unión Soviética.
Porque los cambios
son necesarios en un siglo como éste,
porque los años están destinados para ello.
Chile posee materias primas
para transformarlas en grandes cosas,
la Sagrada Unión Soviética
será nuestro órgano transformador.
Todos seremos parte de un gran cuerpo,
el cuerpo del socialismo,
saludable y fuerte.
La Sagrada Unión Soviética,
repito,
va brindarnos el preciado saber
y nosotros trascenderemos con ella a la historia.
El día de hoy marca un hito en la historia de Chile,
vendrán grandes cambios,
oh compañeros, oh compañeras.
En este día,
Chile pasa a otra era,
la era del socialismo,
uno será el camino a seguir,
la ciencia será nuestra gran herramienta,
el intelecto y la fuerza
nuestros más íntimos aliados.
Chile,
permanezcamos tranquilos
y dispuestos en colaborar en todo,
todo trabajo será contribuido,
el socialismo vencerá.”
12 de SEPTIEMBRE 1973
El gobierno de Allende da un giro inesperado,
será una nueva era, fuerzas revolucionarias ararán
el suelo fértil de nuestra nación, romperán las viejas
raíces que ha plantado el conservadurismo en nuestra
tierra. Todas las personas que estén en esta angosta
franja de tierra, tendrán que trabajar por el progreso
de Chile, seremos todos trabajadores, campesinos,
libertadores de los oprimidos.

Se derrocarán estatuas, se levantarán nuevos


estandartes, cambiaremos el nombre de los días,
de los meses y los años. Un nuevo pájaro está
naciendo, los brazos de Chile lo envuelven, lo anidan,
le entregamos su calor, el pájaro será fuerte, volará a
distancias increíbles, injertaremos la cibernáutica
en sus extremidades, será nuestra nueva ave fénix
robótica, su canto será nuestro himno, su esplendor
nuestro símbolo de civilización, sólo a través de sus
ojos veremos nuestro preciado futuro, devorará
a todas las demás especies con el fin de ser la más
capaz para sobrevivir frente a cualquier obstáculo.

42 de RETUMBRIO 2244
COMUNICADO DE LA RED GUERRILLERA
DE MUJERES EN RESISTENCIA
Estamos hartas, hartas de ser el suplemento del
“hombre revolucionario”, desde que se impuso esta
dictadura socialista, el gobierno no ha hecho más
que relegarnos a la tarea de engendrar a los próximos
guerrilleros, cultivarlos en nuestro vientre profanado
por imbéciles que solo repiten insensateces que les
obliga a repetir el maldito partido.

Estamos hartas, porque nadie nos retribuye todas


las energías gastadas en nuestro quehacer cotidiano
domesticado; estamos hartas, porque estamos
obligadas a parir más de 2 hijos por vientre,
todo sea por el maldito porvenir infausto
de esta mierda de país.

Estamos hartas, porque se nos obliga a decir que sí,


frente a cualquier nueva regla impuesta por el partido.

Estamos hartas, de ser engañadas porque nos


prometieron libertad y lo único que han hecho,
es encerrarnos en el hogar cumpliendo con todos
los deberes de éste, mientras nuestros estúpidos
compañeros trabajan “incesantemente” en mantener
esta asquerosa sociedad
que el gobierno ha construido.

Estamos hartas, de escuchar los malditos discursos de


Salvador Allende que pueden durar hasta tres horas,
hablando de un falso progreso, de nuevas conexiones
infratecnocráticas, resoluciones paranoicas
de los consejos de guerra, producción de armas de
destrucción masiva y la infaltable lucha eterna contra
el capitalismo que “supuestamente” domina todas
las dimensiones terráqueas.
Estamos hartas, porque las mujeres que no podemos
reproducirnos, se nos instala una máquina-uteriana
que nos obliga a procrear generando dolores e
infecciones que, en numerosas ocasiones,
acaban con nuestras vidas.

Le queremos dar un mensaje a este nefasto cyborg


autoritario denominado Salvador Allende Gossens,
nosotras no vamos a acatar más sus reglas
autoritarias, aquí se acaba tu puto dominio
sobre nuestras vidas, nosotras somos las nuevas redes
de resistencia que derrotarán tu dictadura que lleva
tantos años, que ya nadie se acuerda cuando
comenzó. Nosotras, y sólo nosotras, llevaremos a
cabo tu próxima caída absoluta, seremos los próximos
virus que infecten tus robóticas venas que colapsarán
tu sistema impuesto.

Nosotras y sólo nosotras iremos,


no solo por tu cabeza, sino por todo el Comité de
Orden y Progreso, solo será su sangre las que nos
dará la preciada libertad que llevamos persiguiendo
centurias enteras, solo será verlos morir frente
a nuestras miradas vengativas las que nos dará
el placer de ser liberadas.

Atentas todas las personas oyentes,


desde hoy comenzaremos el primer paso de nuestra
amada revolución, la huelga de vientres.
Desde hoy ningún revolucionario verá esta
asquerosidad de civilización,
que han levantado para las próximas generaciones,
estas putrefactas calles repletas de enfermedades e
infecciones, miseria y desolaciones en masa,
no habrán más futuros revolucionarios,
solo tu infamia que comenzará a aumentar
con cada día que pasa sobre tu magnética
espina dorsal.

87 de DARUBIA 2333
La resistencia levantada por la Red de Guerrilleras de
Mujeres en Resistencia ha sido prolífera,
cada compañera nueva es una nueva bacteria dentro
del sistema inmunológico que ha diseñado
el socialismo. Ahora podemos convencernos de decir,
nuestro preciado Venceremos, ahora que llevamos
casi un siglo con nuestras úteras libres de control
poblacional. Hemos desmontado la totalidad de
úteros-máquinas implantados por el gobierno en
nuestras hermanas. Pero la resistencia no acaba nun-
ca, muchas hermanas se han desangrado siendo
víctimas de las armas gubernamentales, su sangre
alimenta nuestra rabia y sus rostros cubren hoy,
todo el horizonte por el cual hemos desplegado
nuestras fuerzas de ataque, sus rostros nos hacen
recordar cada día que no debemos parar nunca,
hasta colgar al último patriarca
desde el Centro de Operaciones Gubernamentales
La Moneda.

Avanzamos subrepticiamente por todas las cloacas,


acercándonos cada vez más a nuestro enemigo,
somos las miles de arañas que vengarán la mano del
hombre que aplastado numerosas veces a nuestras
compañeras de armas.

Agradecemos la integración de seres que nos ayudan


en nuestra batalla, su sentimiento de empatía
y su voluntad de resistencia van construyendo
escalones que nos acercan a nuestra preciada
prosperidad, el futuro que estamos tejiendo constante-
mente con nuestras redes de apoyo nos muestran que
vale cada esfuerzo.

En este momento, queremos dar cuenta


de las numerosas vidas que se han ido
en este último tiempo.

Nuestra preciada Celestina,


que fue una de las primeras mártires de las primeras
huelgas de mujeres de 1997, aniquilada por
mercenarios del Partido Socialista, asesinada junto a
su pareja Ximena por ser las principales tejedoras
de la resistencia en los años de experimentación
in-utera. Además cabe señalar, que ambas fueron
asesinadas por ir en contra de la moral estatal de
formación de parejas heterosexuales para concebir
a los futuros revolucionarios. Fuerza que después se
convirtió en movimiento de masas y que fueron
acribilladas en la Plaza de la Revolución
el 43 de Liniamo en el año 2000.
Murieron aproximadamente setecientas mujeres a
manos de los guardianes de la revolución que llevaba
imponiendo sus flujos de violencia desde 1970.

Rememorar a las 275 caídas de la toma del Ministerio


de las Ciencias Reproductivas, todas ellas
permanecían cautivas en los laboratorios
subterráneos, siendo esclavizadas por el Estado como
vacas en los mataderos, abriendo sus vulvas frente a
científicos que hurgaban entre sus piernas buscando
algún signo de insalubridad, para ser despechadas
o simplemente aniquiladas mediante la temida vacuna
de HTG-8.

Ese día fuimos sorprendidas con la ignominiosa


potencia del mismo Gobierno para ser capaz de
autosabotearse y dinamitar el ministerio; respaldando
la información necesaria para luego activar
los explosivos subterráneos, y mostrar mediante
sus medios de comunicación un supuesto ataque
terrorista al edificio institucional.

Recordaremos eternamente las más de mil quinien-


tas guerreras que murieron en el levantamiento del
año 2022, acribilladas fuera del Palacio de Gobierno
después de ser desalojadas por haberse apropiado del
edificio y resistir por más de dos semanas a punta
de bombardeos y golpes electromagnéticos.
Acontecimientos como estos, están repartidos por
toda nuestra cicatrizada historia, pero el día de hoy,
se transformarán todas esas horribles calamidades que
recorrieron nuestros cuerpos, en hermosas y gigantes
flores, para ir en busca de la venganza decisiva frente
a este gobierno que ya ha abusado de nosotras
por centurias.

Hoy termina tu maldita tiranía cibernáutica, aunque


desfallezcamos en nuestro último intento, preferimos
saltar a las próximas dimensiones, que seguir
resistiendo tu dictadura en nuestras dolorosas
espaldas. Aquí acaban tus conexiones infraespaciales,
tus flujos socialistas desgastados y tus enfermedades
reproducidas en laboratorios paranoicos.

Hermanas unidas con las fuerzas mayores,


derrotaremos para siempre el régimen hostil que ha
estado interfiriendo con nuestras vidas.
Ahora seremos todas, por siempre, unidas
en este flujo inmenso de resistencia.

E
“.....Malak…..
......despierta…..
los cielos
han vuelto a rugir
y pareciera
que escupirá sobre nosotros
en cualquier momento.”
La luz comenzaba a filtrarse de a poco por un
pequeño orificio ubicado en la pequeña buhardilla de
hormigón, destrozada por los numerosos bombardeos
en los que ha sido víctima Damasco en las últimas
décadas. En aquel oscuro y polvoriento lugar viv-
en dos amantes; Babel y Malak, ambos jóvenes de
16 años que sus vidas han sido interrumpidas por la
guerra, pero que hasta este momento han podido
sobrellevar, porque el sentimiento de aferrarse
intensamente a la vida, ha sido el fundamental
impulso para que estos jóvenes no se hayan
querido tirar desde cualquier ruina, como lo han
hecho la mayoría de sus fallecidos amigos que no han
muerto víctima de los explosivos.

Ambos han sobrevivido a los bombardeos,


sus cercanos y familias no lo han hecho, por ello han
tejido entre sus cuerpos una relación bastante estrecha
en donde la vida del otro
está por sobre la suya misma.

La vida en el ático es la mayoría de las veces


rutinaria, se despiertan apenas clarea el día, ocupan su
primera hora de la mañana en hacer diversos
ejercicios para fortalecer sus cuerpos,
luego se alimentan solo si hay comida, si no es así,
Babel toma su fusil de asalto HK416,
sus prismáticos militares y se coloca su casco
repleto de Hibiscus syriacus deshidratadas.
Malak, por su parte, se coloca su cinturón de
municiones para su lanzagranadas XM25 CDTE,
se coloca su chaleco de kevlar y guarda con cuidado
un pequeño espejo que utilizaban para observar
puntos ciegos que escaparan de su inocencia.

El armamento lo habían encontrado en unas barracas


abandonadas ubicadas en el quinto piso de un edificio
que se desmoronó apenas salieron de allí.

Ese día lamentablemente tuvieron que caminar entre


destruidas avenidas y edificios deshabitados en busca
de alimento, se movían con sumo cuidado observan-
do cada tejado en donde podría estar ubicado algún
posible francotirador, que quisiera entregar un poco
de fatalidad a sus vidas.

Estuvieron toda la tarde escondiéndose de cualquier


adulto armado que los viera; entre escombros
encontraron una lata abollada y oxidada de cebollas
caramelizadas que devoraron en un segundo, ya que
llevaban más de dieciocho horas sin comer. Aún les
quedaban dos bidones de 5 litros con agua, son sus
únicas provisiones hasta volver encontrar una nueva
cañería que funcione o esperar que los aviones
bombardeen alguna calle
y hagan explotar una cañería subterránea.

Esa noche mientras Babel dormía, Malak escribió un


poema en las paredes de su buhardilla:

“A veces pienso
que sólo quedamos nosotros dos contra el mundo
A veces pienso
que son solo tus besos los que me hidratan
A veces pienso
que nos reuniremos
en un pasado o un futuro lejanamente cercano
A veces solo puedo tranquilizarme
acercándome a tu pecho
y escuchando tus suaves latidos
Mis pesadillas ya no me asustan
El miedo ha sido exterminado por mi coraje
Mi voluntad se acrecienta
en cada tacto con tu cuerpo.”

Luego de terminar el poema, Malak derramó unas


suaves lágrimas durante un momento silencioso,
en el cual solo se escuchaba la respiración de Babel,
como si resonara por toda la ciudad, rebotando por
los hormigones erosionados y allí, observando las
ruinas de una ciudad pérdida por la memoria
globalizante, con sus ojos de gato, iluminados por
solo unas brasas que chisporroteaban
anunciando su próxima extinción.

Se limpió la cara con su polera hilachenta,


se la ensució aun más y se largo a reír tapando su
boca en la que quedaban unos escasos dientes
acareados por la modernidad. Se quitó su pantalón y
se acurrucó al lado de Babel que se despertó al
instante abrazándolo con sus brazos acalambrados por
el cansancio; le besó el cuello con su boca
deshidratada y luego hicieron el amor lentamente,
hasta que cayeron dormidos como pájaros alcanzados
por un disparo certero.

Para estas dos golondrinas, hacer el amor era algo


bastante inusual, pese a que a los dieciséis años
cualquier adolescente desborda líbido por todas sus
extremidades; pero, la crueldad de la guerra
y el cansancio de la sobrevivencia, los arrastraba a
preocuparse de otras actividades para no derrochar
sus pocas energías que podían usar para el próximo
día en su búsqueda de alimento y agua.

Aún así, lo disfrutaban, sobretodo la lentitud excesiva


de sus movimientos, para ellos era como congelar
el tiempo, como si los minutos se alargaran infinita-
mente hacia el cielo y los dejara flotando en un vacío
gélido y escalofriante que recorría sus corporalidades,
entregándose mutuamente sus energías, acoplando
sus vidas en respiraciones profundas,
y en el momento de la eyaculación,
caían víctimas del cansancio quedando su miembro
en las interioridades del otro,
hasta que fuera expulsado lentamente
sin que ellos se dieran cuenta, debido a que luego del
éxtasis se quedaban dormidos al instante.

Actividad que no podían llevar a cabo tan seguido,


porque los bombardeos eran de noche, o de repente
algún tanque hacía vibrar las estructuras
penduleantes, con tal fuerza que los hacía despertar al
instante. Pero cuando hacían el amor, podían dormir
fácilmente diez horas seguidas e ininterrumpidas,
aunque hayan bombardeos nocturnos o algún soldado
en los bordes de la locura se ponga a disparar
en medio de la noche con artillería de alto calibre.

Al día siguiente tuvieron mayor suerte que los días


anteriores, encontraron en un subterráneo un grifo
que les proporcionaba agua, junto a él se hallaba el
cuerpo desmembrado de un soldado estadounidense
que en su chaleco de kevlar llevaba grabado el
nombre de “O’Brady”.

Junto con él, encontraron botellas con restos de


whisky y unos embutidos enlatados que sabían a
una mezcla de cenizas con aserrín.

Cuando iniciaban el camino a su guarida, Malak se


detuvo por unos instantes observando nueve manos
que salían entre los escombros de un edificio que
yacía en ruinas, repartido por toda la calle
obstruyendo el camino. Estas manos eran como flores
que emergían después de una catástrofe,
manos pálidas y de tonos violáceos,
como queriendo alcanzar alguna ayuda ausente
o haciendo una pantomima de una eterna venganza
que buscarían por todas sus vidas futuras,
señalando a sus anónimos destructores.

El silencio momentáneo fue interrumpido por una


ráfaga de proyectiles que impactó cerca de los
jóvenes, desmembrando una de las manos que
se levantaba entre las ruinas. Ambos corrieron al
interior de un agujero creado por la posición de los
escombros y se quedaron allí, aferrándose el uno al
otro hasta que comenzó a anochecer.

Su retorno estuvo, lo que se puede decir bajo su


contexto, normal. Algunas sirenas y sonidos extraños
provenientes de fuentes desconocidas acompañaron
su viaje y lo hicieron más corto debido a la adrenalina
que recorría sus cuerpos.

Cuando llegaron se agradecieron mutuamente,


abrazándose por extensos minutos, destaparon las
botellas de licor y se las bebieron al ritmo de sus
cantos, que iban creando en sus días en donde
era peligroso salir y lo mejor era guarecerse en el
pequeño entretecho.

En un momento de la borrachera, rugieron unos


Northrop YF-777 sobre sus cabezas y el suelo bajo
sus pies danzantes se estremeció durante unos
segundos, ellos cayeron en un dos por tres porque
ya estaban bastante ebrios
y comenzaron a reírse a carcajadas.

Era la sorpresa más desdichadamente cómica que


pudieron sufrir en aquellos tambaleantes segundos.
Se reían boquiabiertos enarbolando una creación
suprema traducida en pequeños espasmos que abatían
sus joviales cuerpos.
Se reían porque la muerte ya no era su mayor miedo,
eran seres sin miedo; lo habían ahorcado con sus
propias manos, en medio de un hogar en ruinas
y rodeado de sus fallecidos parientes más queridos.

Se rieron de los numerosos sinsentidos que a su corta


edad tuvieron la oportunidad de experenciar,
agarrándose el estómago que se retorcía
en el dolor más profundamente placentero.

Se reían porque entendían la vida como eterno


presente constantemente multidimensionado,
abriendo caminos enormes y desbaratando razones
que se resisten a comprender.

Se reían de los vagos colapsos que atormentaban a


sus delirantes almas dispuestas a rebanar a cualquier
obstáculo que se cruzara entre ellos y sus objetivos.

Se reían porque sus cuerpos eran las eternas prisiones


de sus almas e impedían seguir los maravillosos
cursos de los caminos de los ríos.

Se reían de su atestado milenio, repleto de baches y


de agujeros absorbedores, canaletas innecesarias y
democracias implantadas con bombas C-4.

Se reían porque los ángeles nunca llegaron


y su voluntad era la única herramienta
para sobrevivir.
Cuando terminaron su carcajada etérea,
fueron incorporándose poco a poco a su dimensión
cotidiana, se recostaron el uno al lado del otro
y se abrazaron mutuamente, acurrucados bajo una
bendita luna llena que los iluminaba,
a través de las nubes tóxicas que se posaron
sobre la ciudad de Damasco.

Una ciudad convertida en su propio origen, las ruinas


de Amurru, rememorando las antiguas batallas entre
los sabios egipcios y los marteanos hititas. Una vez
más se presentaba en el espiral de la historia,
una reapropiación de los antiguos símbolos bajo el
imperio de la hostilidad y las nubes sombrías,
solo que ahora era la democracia, el anticristo nacido
bajo siglos terribles, rodeada de vigilantes nocturnos
anhelando cazar a sus nuevos novillos.

A eso de las seis de la mañana,


mientras la luna clareaba aún y comenzaba
su rápido descenso detrás del Monte Yabal al-Shayj,
fueron despertados por un gran destello,
que al parecer los dejó sin la capacidad de oír,
se hablaban, pero solo podían ver sus labios moverse
sin sonido alguno.

Dejando de lado las palabras,


se abrazaron sorpresivamente
esperando que pasara
el estruendo de las horas futuras.
I
-¿Dōshite son’na ko to iu no?
-Nan’nen mo no ma, watashi wa senaka
ni kono ōkina taijū o toru koto
ga dekinai to tsutaetai
-¿Anata ga keibetsu suru watashi
no ningen no jōtaidesu ka?
-Watashi wa iu koto ga dekimas.
An Anatttttta wa
Kkkkkkkkkanōnakagiri besuto.
-Anata no te wa watashi
no kubi ni ari,
watashi no tenohira wa anata
no mimi o wakete imasu.
-Shizuku no sū sen-ri ga
anata no atama kara dete kimasu,
Jinsei wa namida ga namidadesu.

En los miles de apartamentos que se reparten por


Santiago, sobresaltando la urbanidad y destruyendo
barrios enteros, conviven tres personas aficionadas de
la cultura japonesa digitalizada (tanto mangaka como
animé). Su único medio para generar dinero, es una
página web que recibe donaciones por traducir
animés y mangakas para luego subirlos a una
plataforma online y así, compartir su pasión
con todos los espectadores digitales que esperan
ansiosos los nuevos capítulos de su serie favorita.
Se vieron por primera vez en una exposición que tuvo
lugar en un galpón olvidado de Estación Central,
se conocieron más íntimamente en un taller sobre
escritura y lengua japonesa.

Miu es una punk lolita que se fue de su casa a los 16


años a vivir a la capital, ella es de Santa Sofía
(un pueblo de mierda como siempre lo recuerda)
es callada, pero tiene el carácter de una bandada de
gorriones dispuestos a devorarse a un tigre.

Garo es de Valparaíso, a los 17 escapó de su hogar


aburrido de su abuela que no lo dejaba vestirse
ni maquillarse; su abuela quemaba sus ropas
y sus tinturas, viajó a Santiago vivió 2 semanas en la
calle hasta que se hizo un amigo en el Eurocentro que
lo invitó a vivir a su hogar, siempre fue de escenarios
oscuros como el electro dark, lentes de contacto
blancos que hacían juego con su cara blanqueada
y sus uñas maravillosamente negras.

Yukki es de Santiago, vivió toda su vida en el palacio


de sus padres, rodeado de todos sus deseos
cumplidos, a los 25 años, sus padres lo echaron
amablemente del palacio porque se iban a ir a una
eterna luna de miel a Europa e iban a vender
la maravillosa casa que había arropado a Yukki.
Sus padres habían trabajado tanto en torno a él,
que habían olvidado la relación de pareja que tenían
entre ellos, aunque decidieron irse del país
y darle una mensualidad para que Yukki no muriera
de hambre. Cuando Miu llegó a Santiago se quedó en
la casa de una amiga que había conocido en un foro
sobre animé. Miu y Rei se enamoraron completa-
mente cuando se conocieron en la vida real.

Rei vivía sola hace ya un año, era un poco mayor que


Miu, pero aún así lograron complementarse de una
manera armoniosa. Su relación duró varios años,
duró lo que tenía que durar, nada es eterno
en esta vida sigilosa.

Miu consiguió arrendar una pieza para ella sola


en La Cisterna y un trabajo de cocina que permitía
una independencia que a ratos era flexible.

Garo tenía constantes peleas con su compañero de


alojo, debía buscarse un trabajo,
pero no lo encontraba en ninguna parte,
comenzó a vender 2-CI, una droga altamente
adictiva. Gracias a ella pudo sostenerse un tiempo,
pero la paranoia le jugaba en contra, comenzó a
tenerle miedo a sus compradores después de haber
recibido una brutal golpiza entre tres adictos.

Pronto llegó la fecha de la exposición: Miu era una


cosplay de Ocultic Nine , Garo de Berserker y Yukki
era Chi de Chobits.
Intercambiaron miradas y sonrisas,
los tres quedaron perplejos cuando se encontraron
en el stand de Hirune, que estaba repartiendo
las informaciones para realizar
el taller de escritura y lengua japonesa.

El tiempo avanzó, comenzaron a conversar luego de


cada sesión del taller, que duró aproximadamente dos
meses. Iban a la plaza que quedaba cerca de la Iglesia
de Santa Ana. Las conversaciones se tornaban
discusiones en un principio, tenían gustos diamentral-
mente opuestos, además en un principio el
transformismo de Yukki les incomodaba y no solo
eso, sus intervenciones sacadas de las nubes, dejaba
marcando ocupado a Miu y Garo.

Tanto así que en un minuto, ambos pensaron que


Yukki poseía alguna patología mental, pero con el
tiempo se dieron cuenta era la criatura más pura que
pudo atravesarse en sus realidades.

Más sorprendidos quedaron, cuando al pasar el


tiempo se encontraban conviviendo en un
departamento perdido en las alturas de Santiago.

La idea del sitio web vino con el tiempo,


y Yukki consiguió el dominio y entre todos
comenzaron el trabajo de traducción
y de subirlos a la plataforma virtual

YUKKI: Al parecer ya tenemos una buena lista


como para dar la marcha verde.
GARO: Sí a mi también me parece que ya tenemos
suficiente como para hacer el piso mínimo.
MIU: ¡Ya! Entonces a las 21:00 damos el primer
paso.
GARO: Conseguí shochu para celebrar.
YUKKI & MIU: ¿Shochu!? Arigato saimazú.
[Estuvieron afinando los últimos detalles
y a las 20:50
estaban preparados para lanzar el sitio web.]
YUKKI: ¿Ni Junbi sureta?
GARO: Hai
Miu: Hai
Yukki: ¿Hanto desuka?
Garo: Hai
MIU: Hasi hai
Yukki: Junbi Ga de ¡KI MA SHI TA !

Entre los tres celebraron entre abrazos y tragos


japoneses, al ritmo de Hatsune Miku,
Mol-74 y Malice Mizer.

Aun así, los problemas de la convivencia entre otros


se manifestaron en la proximidad del futuro,
las madrugadas de trabajo, los delirios en el baño,
los momentos simultáneos, la gracia criadora,
las defensas mutiladoras.

De que pasaron cosas, pasaron cosas, de todo tipo,


de esas que agradan y de esas que desagradan. Yukki
tuvo treinta y cinco intentos de suicidio,
lo más impresionante, era que cada uno era diferente
al anterior, como si en sus momentos de soledad solo
pensara una nueva forma para inmolarse.
Además de eso, amenazó quince veces a Garo con la
navaja de Higo Na Kami, que guardaba cuidadosa-
mente bajo sus mangas. Era una navaja especial,
ya que la había fabricado él mismo,
construyendo una réplica perfecta.

Garo también tenía problemas, tuvo un total de ocho


sobredosis en el primer mes. Al igual que Yukki,
todas estas veces fueron con drogas diferentes; este
es el orden: Pregabalina, Fenixtoína, Dimenhidrinato,
Propofol, Clometiazol, Eszopiclona, Zolpidem
y Difenhidramina.

Miu se enamoró otra vez de una fanática del sitio web


y comenzaron a vivir juntas en otro lugar.

Claramente no soportó los problemas de ambos


hombres y pavimentó su propio camino junto a Nao.
Lo último que se supo de ellas, fue que prepararon
una danza con la fortuna en Japón y les ha ido
bastante bien con la venta de pijamas de personajes
de anime.

No crean que no sucedieron cosas buenas, no pasaron


desapercibidas, solo que gracias a ellas se provocaron
tales excesos.

El primer mes, a nuestros seres-personajes les fue


bastante bien, de la nada comenzaron a tener millones
de visitantes y seguidores de toda Latinoamérica.
Junto con esto, llegaban una vez por semana a su
casilla de correos cheques o dinero en efectivo,
enviados por diversas fundaciones y anónimas firmas
financieras. Esto generó consecuencias dentro del
grupo. Durante el primer mes se rompieron catorce
vasos, treinta platos, seis jarros, nueve ampolletas y
se echó a perder once veces la ducha por malas
instalaciones de la inmobiliaria
que buscaba abaratar costos.

Quizás los acontecimientos pasaron como ráfagas de


balas alcanzando a un despistado soldado, quizás solo
fueron tormentas cotidianas como las que suceden
en los numerosos departamentos repartidos por esta
desastrosa ciudad, ghettos verticales como los llama
algún intelectual pasado a mierda.

Quizás y solo quizás,


nos dimos cuenta que estábamos asistiendo
a una asamblea de monstruosidades abismales,
que se preparaban para devorar a la humanidad
entera, para dar paso a una nueva era,
eones que emergerían como espinas
clavándose en nuestras delicadas pieles sufrientes.

P
No sé cuanto tiempo habrá pasado desde la Quinta
Catástrofe, pero lo percibo como si hubiese sido hace
mucho tiempo, no lo sé, eternos meses, algo así.
Gracias a las nuevas oportunidades, que se abren
como senderos infinitos encontré un refugio para
sumergir mi vida, en una tranquilidad que llevaba
buscando a través de los solitarios caminos de
las montañas.

Había una vertiente que poseía una claridad


inigualable, su agua era completamente transparente
y yo ya me había acostumbrado a encontrar agua
verde o de tonos terrosos.

Al parecer la misma condición de pureza había


transformado el lugar, no habían colores grises ni
ningún rastro de aquellas tinieblas compuestas de
gases nucroníticos.

Acepté los riesgos, porque mi curiosidad no paraba


de brotar por todas mis extremidades y me saqué
la máscara de gas y pude respirar tranquilamente,
sin sentir como se quemaban mis entrañas;
fue tan grande la felicidad que no pude parar de reír a
carcajadas, por el alivio de estar respirando tranquila-
mente aquella atmósfera que se había convertido
en una entidad tan hostil con el paso del tiempo.

En un confuso momento, de las aguas emerge un ser


con rasgos anfibios y humanos, cubierto de harapos
mohosos, se posiciona frente a mi y me dice:

-Los ermitaños no temen


a los numerosos misterios
de esta mundana existencia.
-¿Quién eres?
-Quizás la pregunta sea
¿Qué estamos siendo?
Estamos siendo parte de un proceso cíclico
que consiste
en regenerar todo daño de épocas pasadas
que no supieron confluir
con las fuerzas mayores,
que van ordenando nuestras dimensiones.
Seres que se dejaron enceguecer
por espesas brumas,
que los hacían sentir
que eran el único universo existente,
eran incapaces de observar
la magna comunidad que los rodeaba.
Fue la falta de empatía,
fue la falta de entendimiento,
fue la falta de amor que llevó a esta humanidad
a despedazarse entre ellos mismos.
Nuestra misión
es detener aquellos flujos desintegradores,
que van recorriendo esta naciente semilla,
que hará florecer infinitas realidades mosaicas,
dispersando la multiplicidad de las vidas.

Sus palabras me conmovieron tanto que no pude


evitar los deseos de abrazar aquel fulminante ser.

Mientras estaba entre sus brazos, mis lagrimas iban


recorriendo los pliegues de mi rostro
y el agradecimiento se hacía real en nuestra unión de
fuerzas. Aquel ser era el responsable de haber
limpiado la toxicidad de las aguas que me brindaban
la defensa frente a este hostil entorno.

Estuve ayudando como pude en sus labores, verlo


trabajar era realmente un instante de perplejidad,
en algunas ocasiones se sumergía en aquel lago
y con un rápido movimiento iba formando un símbolo
entre las aguas, que iban clareándola de a poco,
esto generaba una liberación de un polvillo que era
todas las sustancias toxicas, que se fueron
acumulando con el pasar de las centurias.
Poco a poco iban apareciendo nuevas formas de vida
en el agua, renacuajos que no paraban de mover
incesantemente sus nuevas colas y recorrían
los espacios vitales en los cuales se encontraban.

Cada vez entendía mas la frase,


la vida multiplicando a las vidas.

Me emociona saber que estoy siendo un espectador


de la regeneración de la vida y que a mi alrededor,
vayan creciendo nuevas especies que van
conformando una biósfera implacable.

Ha llegado otro ser que es parte de la misma misión


del anfibio, es un gran insecto con diversas
extremidades y alas gigantescas, ayuda a polinizar
las flores que estaban secas, junto con esto,
va creando nuevas especies de plantas,
con la ayuda de los cruces que hace con el polen de
las demás plantas. Recorre todo el día los valles y se
le ve a lo lejos concentrado, depositando cuidadosa-
mente el elixir sagrado dentro de los cálices que
esperan como matrices fecundas,
esperando el momento de su reproducción infinita.

Ahora este mundo comienza a ver lentamente aquella


luz que solía irradiar con sus propias fuerzas, todo
posee su propia vibración y va acoplándose con las
diversas formas de vida que se han ido desarrollando
con la llegada de estas maravillosas presencias, que
han limpiado todo el dolor y la desidia que estaba
impregnada, en las territorialidades de esta esfera.

Numerosos insectos revolotean por todos lados,


pequeños animalitos inundan de felicidad mis
momentos presentes, agradezco eternamente ser
espectador de acontecimientos de estas magnitudes
que van rellenando mi alma
y otorgándome posibilidades de acción.

Por mi parte, obedezco a las instrucciones que ellos


me entregan, para cuando finalicen sus tareas
y tengan que seguir viajando a otras realidades que
van desmoronándose por los flujos desintegradores.

Mis tareas consisten en resguardar los flujos


vivificadores, vibrar en sintonía con las frecuencias
de este nuevo núcleo etéreo, inundar de amor
los rincones en donde la oscuridad todavía permanece
oculta, asustada, esperando su desaparición total.
Mientras veo los inmensos astros asomarse en los
horizontes de esta gran conciencia múltiple,
me fundo con todas las vidas que me rodean
y las aves van transformándose en ojos;
ojos que me miran desde muy arriba o muy adentro,
elevándose y alejándose a su vez,
de esta quebrada en donde la mar,
impacta con cierta delicadeza en estas infinitas arenas
de alguna dimensión avanzada y reconocida.

Me hago parte y soy miembro de esta vida


que va multiplicándose hasta alcanzar un gran fractal
de movimientos infinitos y realidades suaves
como las caricias de la gran madre.

EPiLOGO
FINAL
Estas son mis últimas palabras
desde el final de mis presentes,
logramos encontrar lo que estábamos buscando,
pero ya es demasiado tarde.

Las fuerzas subterráneas


han rastreado mis investigaciones
y quieren arrebatar mi vida.
Sucesos de esta calaña
abundan en los laboratorios.
Guardaré toda la información que pude recopilar
y la enviaré a estas coordenadas:

42°40′36″S

73°59′36″O.

Huiré lejos de aquellas manos invisibles


que buscan desmembrarme
y buscaré refugio
lejos de las epistemes totalizadoras.

Espero que todas las personas


podamos revertir la desfavorable situación
en que se encuentra el planeta Tierra
en estos presentes.

Todas las fuerzas


iremos en dirección a la sagrada unificación.
Somos las eternas olas de esta inmensa resistencia,
somos la vida multiplicando a la vida.

Agradecimientos
eternamente retornables
a todas las personas
que están ayudando

Atentamente
GOLIAT

Вам также может понравиться