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INTRODUCCIÓN
En estas jornadas dedicadas a pensar sobre las virtudes cristianas he querido
tratar de la virtud cristiana de la Fortaleza. No pretendo hacer de ella una descripción
completa y sistemática. Josef Pieper lo ha hecho ya en su tratado sobre las virtudes1[1].
1[1] Josef Pieper, Las Virtudes Fundamentales, Ed. Rialp, Madrid 1980 y Rialp con
Quinto Centenario, Bogotá, 1988
2[2] Véanse los estudios de Pedro Ortiz Valdivieso S.J., ´Y y ´YPOMONH en la
literatura griega, Ed. Instituto Caro y Cuervo, Bogotá 1966; ´YPOMONH en el Nuevo
Testamento, Ed. Pax, Bogotá 1969. Los principales estudios sobre el tema: A.-M-
Festugiere ´YPOMONH dans la tradition grecque, en: Rech. De Sc. Rel. 21 (1931) 477-486;
Hauck, Art.: Theol. Wörterbuch z. N. T., IV 585-593
lucha y la victoria de los que aman a Dios, a la luz de la teología de la guerra santa en el
Antiguo Testamento y de su transposición en el Nuevo3[3].
FORTALEZA Y CARIDAD
Podría haber elegido otros textos bíblicos que se refieren a la fortaleza. Por
ejemplo algunos del Antiguo Testamento, que nos introducen, todos y cualquiera de
ellos, desde distintos ángulos, en los misterios de la participación del creyente en la
fuerza divina:
El salmista, que en muchos casos es nada menos que el Rey David podrá cantar:
“El Señor es mi fuerza”, “Mi Dios, la roca en que me amparo, mi escudo,... mi altura
inexpugnable y mi baluarte”5[5]. "Yahvé mi fuerza", "fuerza de su pueblo", "fortaleza
de salvación para su ungido"6[6]
6[6] Salmo 27,7 y 8: 'adonáy cuzzí ... coz lacamó, umacóz meshijó
El joven David, tras probarse las armas de los guerreros de Israel y quitárselas
oprimido por su peso, va al encuentro del gigante Goliat armado de su honda de pastor y
cinco guijarros del torrente. David acomete al temido enemigo: "en nombre del Dios de
los Ejércitos de Israel" y proclama su convicción de que: "no por la espada ni por la
lanza salva el Señor, sino que, porque esta guerra es del Señor, Él os entrega en nuestras
manos"7[7].
Jonatán afirmará en pleno combate: "Nada le impide a Dios dar la victoria con
pocos o con muchos"8[8]. Coincidentemente con Jonatán, siglos después, Judas
Macabeo, arengará a sus tropas atemorizadas por un ejército muy superior en número,
diciendo: "En la guerra no proviene la victoria de la muchedumbre del ejército sino de
la fuerza que viene del Cielo"9[9].
La guerra santa es tan santa como un acto de culto en el templo. Los combatientes
debían purificarse para el combate, e ir a la lucha en el mismo estado de pureza ritual
que se reclamaba de los sacerdotes para el culto. Era pues un acto de virtud de religión.
En esas guerras era Dios quien lideraba las huestes de Israel, las salvaba de la
mano de sus enemigos; y las llevaba a la victoria mediante su presencia y asistencia
salvíficas.
La teología de la guerra santa se expresa mediante lo que los exegetas han dado
en llamar fórmulas.
No sólo los rudos contextos de la guerra santa nos ofrecen enseñanzas sobre la
fuerza de Dios y del creyente. También en el perfumado contexto del Cantar de los
Cantares nos encontramos revelaciones nada desdeñables sobre la fortaleza. Y ella nos
orienta mejor en la dirección del secreto de la fortaleza y a su fuente que es la alianza de
amor y de amistad entre Dios y su pueblo:
Por último, en las siete cartas a las Iglesias, se promete premio a los vencedores:
"No temas lo que vas a sufrir... manténte fiel hasta la muerte y te daré la corona
de la vida... el vencedor no sufrirá daño de la muerte segunda"22[22]. "Al vencedor, al
que guarde mis obras hasta el fin, le daré poder sobre las naciones"23[23]
Los motivos de haber elegido la frase bíblica del subtítulo para comienzo de mi
exposición, son dos. El primero es de orden puramente personal: tenía más a mano y
más presente esta frase en el ánimo, ya que a ella y al gozo del Señor como fortaleza de
los que lo aman, me he venido refiriendo a menudo, desde que me ocupé de él en el
capítulo séptimo del primer libro sobre la civilización de la acedia: “En mi sed me
dieron vinagre”24[24].
3. - La frase en su contexto
Conviene ubicar, ahora, en su contexto la frase de Esdras que nos habla del gozo
como fuente de fortaleza, para comprender mejor lo que implica.
Con esta frase el gobernador Nehemías y el sacerdote Esdras exhortan al pueblo de Dios
en un momento crucial de su historia que se considera como el día del nacimiento del
Judaísmo. Esdras lee la ley en la fiesta de las Tiendas delante de la puerta del Agua de
la Jerusalén recién reconstruida. Sus habitantes han levantado las murallas hostigados
por los vecinos y teniendo la herramienta en una mano y la espada en la otra. Han
terminado su obra y es un día inaugural para la ciudad entera.
De pie sobre un estrado para que lo vea y escuche todo el pueblo, Esdras abre el
libro y después de bendecir al pueblo, lee en el libro de la Ley de Dios, aclarando e
interpretando el sentido, para que se comprenda la lectura. Todo el pueblo llora al oír las
palabras de la Ley. Es un llanto de compunción, porque la lectura de los designios del
amor divino hacen resaltar la gravedad de los pecados que arrastraron a su ruina y al
destierro al pueblo elegido.
Las murallas de Jerusalén acababan de ser reconstruidas y Sión era de nuevo una
plaza fuerte. Sin embargo, no es ésta la fortaleza en la que ponían la confianza, ni la que
celebraban los refundadores de la ciudad santa. La historia del pueblo les había
enseñado que las antiguas murallas de nada habían servido y que, más que por los
arietes de los enemigos exteriores, habían sido derribadas desde dentro al debilitarse el
amor a Dios. Habían abierto brecha en ellas el olvido de Dios y el desamor, la
infidelidad a la Alianza y los pecados del pueblo.
Israel sabía que la fortaleza es en parte una virtud y en parte un don de Dios. Y
que la seguridad es un don divino, que no depende sólo de la preparación militar y la
capacidad defensiva: "Si el Señor no edifica la casa en vano trabajan los que la
25[25] A las que me he referido en otra ocasión: véase mi conferencia La debilidad
política de los católicos publicada en Gladius 18 (2000, Diciembre) N° 19, págs. 49-81
Examinemos ahora un poco más de cerca a qué clase de gozo pertenece esta
jedwáh que recomienda Esdras al pueblo como fuente de fortaleza.
La palabra hebrea jedwáh, que las versiones castellanas de este pasaje vierten
por gozo, procede de la raíz jadáh29[29]: gozarse religiosamente o por un motivo
religioso.
Bien podría traducirse como: " el consuelo del Señor es vuestra fortaleza"
Jedwah y jadáh, pues, a diferencia de otros términos hebreos como saméaj o ranán,
designan en la Biblia Hebrea un gozo de carácter religioso. Un gozo espiritual pero que,
desde el espíritu contagia al alma y al cuerpo, al corazón, las entrañas y los huesos. Es el
que nace de lo que san Juan llamará: "la caridad perfecta"30[30].
Es el gozo de hacer la voluntad del Padre que sostiene a Jesús en la agonía del
Huerto de los Olivos, cuando su alma se entristece hasta la muerte. Y es también el gozo
que sostiene a María a los pies de la Cruz, cuando la espada predicha por Simeón le
atraviesa el alma, pero su Hijo, desde la Cruz, le anuncia el gozo de una nueva
maternidad, entregándole, para alegría de parturienta, a Juan, primogénito que inaugura
su maternidad sobre todos los creyentes.
31[31] Salmo 42,6: mah-tishtojají nafshí watehmí caláy, hojíli le'lohím ki-cód 'odénu
yeshucót panáw
1) Jetró, el suegro de Moisés, al reecontrarlo después del paso del Mar Rojo: "se
alegró (=wayyijád) de todo el bien que Yahvé había hecho a Israel librándolo de la
mano de los egipcios"32[32].
3) Tercero y último ejemplo: Dios colma de alegría al rey Mesías del que David
es siempre el arquetipo: "lo regocijas (tejaddéhu) de alegría (besimjáh) delante de tu
rostro (e.d.: en tu presencia)"36[36].
Es por lo tanto el gozo de los que aman a Dios y contemplan sus obras o se
encuentran en su presencia. No se excluye un contexto bélico y guerrero, de lucha y
victoria. Puede concebirse que el gozo de los cantos de victoria que entonan las mujeres
al recibir a los guerreros que regresan37[37], pertenece a este tipo de júbilo religioso por
las obras de Dios en favor de su pueblo.
36[36] Salmo 21,7: tejaddéhu besimjáh 'et-panékha. La alegría propia de los que aman a
Dios por estar o vivir en su presencia, la canta también el salmista con otra palabra
simjáh que se usa también para designar alegrías profanas: "saciedad de alegrías en tu
presencia" = sábac semajót 'et panékha, Salmo 15,11
Sólo el creyente que ama a Dios con todo el corazón y todas las fuerzas, es decir no
solamente con un acto puramente mental, sino con un acto del espíritu que redunda
también en su alma, su carne y sus entrañas, es decir con todo su ser, podrá permanecer
adherido al Bien y triunfar y resistir en la lucha contra el mal. Ya que sólo la caridad, es
decir sólo el amor total a Dios, la de San Juan40[40], hace fuerte a sus
hijos, los cristianos, porque los consuela, los conforta, los hace gozosos en la realización
de la voluntad del Padre hasta la muerte. Obviamente, esta caridad gozosa por ser
perfecta, y la fortaleza que redunda de ella, no son un programa sino una gracia.
Pero uno se dispone a recibir ese ciento por uno, dejando el uno. Lo que le impida
correr por el camino de ese amor, para reencontrarlo salvo y transfigurado por el amor
divino, con una plenitud centuplicada.
40[40] 1 Juan 4,18 Mujer: ¿por qué lloras? Gozo y tristezas del creyente en la
civilización de la acedia. Ed. Lumen, Buenos Aires, 1999
Hemos visto lo que encierran en hebreo las palabras jedwáh y jadad. Conviene
detenernos ahora un momento en la palabra hebrea coz que se utiliza principalmente
para designar la fortaleza. En hebreo la palabra coz designa el vigor, la fuerza física, el
poder, la virtud.
Más que el concepto quizás nos describa su significado el personaje del libro de
Ruth llamado Bocoz, nombre que traducido literalmente significa "en él hay poder".
Bocoz se nos ofrece y se nos presenta como un ejemplo viviente del poder divino y
salvífico que emana, o que pasa a través, de hombre piadoso, recto, vigoroso, rico pero
misericordioso, apto para salvar y decidido a hacerlo.
Elimélek (mi Dios es Rey), su esposa Noemí (mi dulzura) y sus hijos deben
abandonar Belén (La casa del Pan) acosados por el hambre y la necesidad. Y deben
emigrar fuera de la tierra santa, a los campos de Moab, con sus dos hijos Majlón y
Kilión (Enfermedad y Debilidad). La muerte de su esposo primero y la de sus hijos
después convierte la dulzura de Noemí en amargura.
7. - La acedia de fulano
La acedia de ese fulano, lo hace inhábil para entrar en el gozo de la piedad que
auxilia. La acedia, en efecto, aún en sus formas atenuadas de tibieza, ingratitud o
indiferencia, es ya una parálisis y debilidad del amor y denota por lo tanto una débil
adhesión al Bien, un miedo al sacrificio por amor, que conduce de antemano a la derrota
en la lucha entre el bien y el mal, a sacrificar el amor al otro, en este caso a Dios, por el
amor propio
La cobardía procede de la debilidad del amor o de la falta de amor, o de
inconstancia en el amor al punto de que se la pueda considerar como un nombre del
desamor y hasta de la traición. Una velada pero clara censura flota sobre la actitud de
este fulano a quien los intereses materiales le hacen cerrar el corazón para los deberes
religiosos que le imponen obligaciones de piedad familiar con los más necesitados.
Haber preferido sus intereses, el temor, el miedo a perjudicar sus bienes, lo excluyen del
linaje del Mesías. Le sucede algo parecido a Esaú con la venta de su progenitura. Y al
joven rico del evangelio cuyas riquezas le impiden atarse a Jesús.
El ejemplo del fulano, del anti-Bocoz, nos convence de que hay falta de
fortaleza, hay cobardía en rehusar el sacrificio por el bien.
San Cipriano discernía las causas profundas por la que algunos cristianos habían
terminado negando a Cristo. Cipriano le reprochaba a los lapsi el no haber huido a
tiempo de la ocasión de martirio en la que sucumbieron negando su fe. No lo hicieron,
discierne el santo obispo, por estar demasiado apegados a sus casas, sus bienes y sus
intereses. Una cadena de oro los retuvo. En no dejarla se puso de manifiesto que estaban
ya minusvalorando el tesoro de la amistad con Dios. No hay que admirarse, concluye
Cipriano, que llegado el momento negaran al que habían ya menos-preciado en su
corazón.
9. - Las virtudes se hacen cristianas por
su conexión con la caridad
Existe pues, como vamos viendo, una íntima conexión entre la virtud cardinal de
la fortaleza y la virtud teologal de la caridad. O sea, entre la fortaleza y la amistad con
Dios. Hay que ser fuertes para permanecer en esa amistad. Y esa amistad nos hace
fuertes para que podamos permanecer fieles.
En realidad, estos maestros no han hecho más que reflexionar sobre la doctrina
neotestamentaria de la primacía de la caridad, expresada, entre otros, por San Pablo en
el himno a la caridad de 1 Corintios 13.
Cuando el Cantar de los Cantares afirma que el amor es tan fuerte como su peor
enemigo que es la muerte, hace explícito lo que está implícito en el dicho de Nehemías
8,10. Iluminándose mutuamente, ambos textos nos muestran que la fortaleza, en la
visión bíblica, viene a ser una cualidad del amor divino.
48[48]
Aristótele
s, Opera Omnia, Ed. F. Didot, Paris, Tomo II, Lib III, cap.
VII (X) Col 115, 23-24) La traducción latina dice: "Vir autem fortis imperterritus est,
sed ut homo. Proinde haec talia quoque pertimescet, sed ita ut oportet et ut ratio
postulat, subibit, honesti causa, hic enim virtutis finis est"
49[49] Puede verse nuestro estudio: Areté; Ideal de perfección humana y cristiana, en:
Revista Bíblica (Arg.) 42(1980/3) Nº 177, pp.129-136. En Internet, en la página Razón y
Fe, sección Moral: .http://www.
geocities.com/Athens/Atrium/8978
50[50] "sustinebit hujusmodi terribilia, quantumcumque magna, propter bonum quod est
finis virtutis" (In X Libros Ethicorum Aristotelis Expositio, Lib III, Lectio 15, n° 545,
Ed. Marietti, p. 156)
51[51]
(Aristóteles, Opera Omnia, Ed. F. Didot, Paris, Tomo II, H
Lib III, cap. IX (XII) Col 1117, líneas 22-23) La traducción latina
dice: "Sed tamen videri possit, finem quidem fortitudinis esse jucundum, sed ab iis
rebus qui circumstant, obscurari ac paene deleri". Y en otro lugar:
"Fortes quidem igitur viri honesti causa res tales gerunt, eosque ira adjuvat"
(Aristóteles, Op. Cit. Lib III, cap. VIII (XI) Col 1116-1117, (11) líneas 26 y 27)
Se ha observado muy atinadamente que "la Ética a Nicómaco de Aristóteles es
una larga meditación sobre la virtud, sus formas y sus deformaciones, así como sobre
los medios para adquirirla. Pero esta meditación no se queda en sí misma sino que
apunta y culmina en la amistad. Lamentablemente, muchos no han visto en esta obra
más que lo referente a las virtudes y su práctica, olvidando la perspectiva de la amistad.
Haciendo de la moral de Aristóteles un tratado de las virtudes, han caído muy pronto en
un estoicismo inhumano que traiciona por completo la intención de Aristóteles. Muchos
moralistas pretendidamente tomistas son de hecho kantianos, porque se han olvidado de
la razón de ser de la virtud. Moral y Política no tienen otra finalidad que la de practicar
la amistad, y esto no es un deber o una carga, sino una enorme felicidad"52[52].
¿Cuál es para Aristóteles ese bien por el cual sufre con fortaleza el hombre
virtuoso, el valiente y paciente? El mejor bien, para una persona virtuosa, es otra
persona virtuosa. Por eso, para Aristóteles, la virtud es el fundamento de la amistad, y la
amistad es el fin último de la virtud. La fortaleza está pues al servicio de las amistades.
La perspectiva aristotélica es precristiana, es puramente interhumana, al servicio de la
red de amistades que es la familia, el clan, la ciudad, la patria, a la que el fuerte debe
defender hasta con las armas.
San Juan ha expresado la conexión entre caridad y fortaleza, diciendo que "la
caridad perfecta expulsa el temor", mientras que "quien teme no ha llegado a la
perfección en la caridad"56[56]. La fortaleza impertérrita, por lo tanto, es la del que ama
a Dios sobre todas las cosas. Y el amor a Dios sobre todas las cosas hace libres, libra de
52[52] Guy Delaporte, Un nouvel humanisme pour le IIIeme Millénaire, www.thomas-
d-aquin.com: 29/5/2001
53[53] "El que permanece en mí y yo en el" Juan 15,5; "El que cumple la voluntad de
Dios permanece para siempre" 1 Juan 2,17; "Si permanece en vosotros lo que habéis
oído desde el principio, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre" 1 Juan
2,24
Nosotros, a pari, podemos argumentar y deducir que, puesto que el Bien que
ama el creyente es todavía objeto de esperanza, pues aún no tiene del todo a Dios, la
fortaleza cristiana recibe su forma tanto de la virtud teologal de la caridad como de la
virtud teologal de la esperanza. Y que la esperanza sostiene y hace fuertes.
58[58] El acto de fortaleza que se lleva a cabo por amor a Dios, es materialmente un
acto de fortaleza pero formalmente es un acto de caridad: "Est autem considerandum in
actibus animae, quod actus qui est essentialiter unius potentiae vel habitus, recipit
formam et speciem a superiori potentia vel habitu, secundum quod ordinatur inferius a
superiori: si enim aliquis actus fortitudinis exerceat propter Dei amorem, actus quidem
ille materialiter est fortitudinis, formaliter vero, caritatis (Summa Theologica 1a-2ae q.
13, art. 1, c.). "dicendum est quod caritas est radix omnium donorum et virtutum, ... et
ideo quidquid pertinet ad fortitudinem potest etiam ad caritatem pertinere" (Summa
Theologica 2a-2ae q. 139, art. 2, ad. 2m)
La fortaleza cristiana se ejercita principalmente respecto del dominio y gobierno
de las propias pasiones, porque ellas apartan del amor de Dios, así como los amores
desordenados59[59]. "El que ama a su padre o a su madre más que a mí no es digno de
mí"60[60]. Jesús afirma esto, no porque Dios sea rival celoso de nuestros amores y seres
amados, sino porque nuestros amores deben ser salvados por el amor a Dios.
Los cristianos, al decir de Jesús, son como corderos en medio de lobos. De ahí
que la fortaleza cristiana se ponga de manifiesto principalmente en forma de paciencia,
de aguante en el sufrimiento y vaya acompañada de la oración pidiendo ser defendidos
del mal "Y líbranos del malo". El nombre griego de la paciencia es: hupomoné,
literalmente “permanecer firme debajo".
RESUMEN Y CONCLUSIONES
Lo específicamente cristiano de las
virtudes
A partir de la frase bíblica "el gozo del Señor es nuestra fortaleza" he querido mostrar lo
que el Espíritu Santo nos ha revelado acerca de cómo se conecta la virtud cardinal de la
fortaleza con la virtud teologal de la caridad y de la esperanza. La fortaleza cristiana se
alimenta de un fruto de la caridad: el gozo.
59[59] "Oportet quod in talibus sint principaliter circa interiores affectiones, quae
dicuntur animae passiones: sicut patet de temperantia, fortitudo et alii hujusmodi"
Summa Theologica, 1ª-2ae, q. 60, art.2, c.
61[61] San Agustín, Com. In Ev. Johannis, Tratado 124,5.7; CCL 36, 685-687; Cfr.
Oficio de Lecturas del sábado 6 del tiempo pascual.
Retengamos algunas reflexiones acerca de la doctrina bíblica sobre la fortaleza.
En particular acerca de la conexión entre fortaleza y caridad.
62[62] Véanse los estudios de Pedro Ortiz Valdivieso S.J. citados en nota al comienzo
de este trabajo, ´Y y ´YPOMONH en la literatura griega, e ´YPOMONH en el Nuevo
Testamento. Y los de los de A.-M- Festugiere y de Hauck citados allí mismo.
La doctrina hegeliana de la dialéctica del amo y del esclavo, retomada y reexpuesta por
Kojève en los prolegómenos de la segunda guerra mundial, plantea la fuerza y la
dominación o la debilidad y la sujeción, como un dilema. Ni siquiera se detiene en
considerar como hipótesis la posibilidad de mantener relaciones interpersonales
fraternas y serviciales, en lugar de la dialéctica de la dominación. En esta visión hay sin
duda implícita una visión de un Dios tiránico, y una visión dialéctica de las relaciones
entre Dios y el hombre.
La caridad es la reina de las virtudes porque ella obra, asegura y hace perdurable,
en virtud de su fuerza propia, es decir con la fortaleza misma del amor, esta comunión
en su concreción histórica, eclesial y católica.
La Esposa que llama al Esposo a coro con el Espíritu Santo, al final del
Apocalipsis, personifica esa fortaleza que da el amor. La fortaleza de la caridad
esponsal se revela así como: "la actitud infatigable e insistente de oración incesante y
necesaria "para poder mantenerse firme ante el Hijo del Hombre cuando venga" 64[64],
con la fortaleza "que da el Espíritu Santo ante la tribulación apocalíptica". Oración
perseverante, de cada día. Que cree contra toda esperanza en la presencia de Jesús,
Señor de la Iglesia y de la historia... hasta que venga... para decir la última palabra sobre
la historia humana"65[65]. Así es de fuerte el amor que cree, ama, espera.