no querer aquello ni otra cosa ninguna, si no le moviere sólo el servicio de Dios nuestro Señor, de manera que el deseo de "' mejor poder servir a Dios nuestro Señor le mueva a tomar la ir vida para la salvación de mi alma, me guiase por una cosa o dexarla [155]. . disposición de éstas. En la meditación de los tres bi- narios me miraré en un espejo que no me engañará. Hacer ios mismos tres coloquios que se hicieron en la contemplación precedente de las dos banderas [156]. Entrada en la oración, la de siempre. Oración preparatoria, la de siempre. EXPLANACIÓN Preparación Primer preámbulo. «El primer preámbulo es la ' historia, la qual es de tres binarios de hombres, y cada Las cuatro veces que hoy he meditada sobre las dos uno dellos ha adquirido diez mil ducados, no pura o banderas me dejan bien persuadido y resuelto en los débitamente por amor de Dios; y quieren todos salvarse y cuatro puntos siguientes: Primero: Jesús me llama a la perfección en cualquier estado de vida que elija, y quiero hallar en paz a Dios nuestro Señor, quitando de sí la esta perfección con todo mi corazón. Segundo: la única y gravedad e impedimento que tienen para ello, en la verdadera doctrina de perfección que me enseña Jesús, de affección de la cosa acquisita» [150]. La historia en las obra y de palabra, es la de la pobreza, humillación y meditaciones de San Ignacio es la materia de la dolor; en afecto siempre; en efecto, si Dios lo quiere. meditación. La materia que aquí nos presenta son tres Tercero: siempre que siento afecto a la riqueza, honor y disposiciones de voluntad de tres personas, o de tres clases comodidad, llevo ya atada una cuerda o una cadena del de personas (para que entendamos que no es caso' demonio. Cuarto: he de dejar realmente y en efecto excepcional, sino que abundan), que parecen estar riquezas, honores y comodidades siempre que sea satisfechas de que quieren como han de querer. necesario para romper esta cuerda o cadena del demonio: Precisemos bien el objeto de esta disposición de voluntad. en este caso Dios me llama. Quieren sacar cíe sí cierta pesadez o im-pedimenío que Estoy bien seguro de mi convicción en estos cuatro encuentran para salvarse y hallar en paz a Dios, en la puntos, pero no lo estoy tanto de mi resolución. Estoy tan afección a una gran cantidad de dinero que han adquirido acostumbrado a hacer venir a Dios a mí, en lugar de ir yo no puramente y debidamente por amor de Dios. Tenemos, a Dios, que mucho temo y también lo teme San Ignacio, pues, unos hombres en unas condiciones de vida de las que si me tocan alguna afección muy viva, y me dicen y que constituyen estado, o sea, con una fortuna para vivir veo que he de vencerla dejando en efecto el objeto de ella, en el mundo. Estos hombres han de hacer elección de si es «para hallar en paz a Dios nuestro Señor», mucho temo, voluntad de Dios que se querlen o no en este estado, que repito, que tal vez no me determine a dejarlo. En mi es mudable, porque al ponerse en él, es decir, al adquirir voluntad hay muchos querereres ineficaces, que me dejan aquella fortuna, no procedieron con aquella pureza y más o menos satisfecho, pero no dejan a Dios complacido. rectitud interna que se deriva del Principio y Fun- Perdería el fruto principal de mis Ejercicios, si en el acto damento, y por tanto no saben si están en buen camino de central de los mismos, es decir, en la elección para buscar salvarse y de hallar en paz a Dios, como desean. Tienen, y hallar la voluntad de Dios en la disposición de mi pues, un acto de voluntad: el de salvarse y hallar en paz a Dios en su estado. Sienten, además, en sí mismos afección a la cosa adquirida, y por tanto _ r rt?T? f•